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jueves, 26 de agosto de 2021

Al tren. Clarín.

AL TREN

(Lo texto del llibre de Clarín no sirá igual que este)

Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña (Clarín).

Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar...


Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar... está que bufe y agarre lo sel... ras del coche de primera en les mans; y al seu juissi té raó que li sobre. Figúronse vostés que ell ve desde Madrid sol, tombat tot lo llarg que es a un reservat, en lo que ha tingut que contentás, perque no va ñabé a la seua dispossisió, per torpesa dels empleats, ni coche-llit, ni cosa pareguda. Y ara, cuan milló dormíe, a mija nit, a la mitat de Castilla, li obrin la porta del seu departamén y li demanen mil perdons... perque té que admití la compañía de dos viachés nada menos: una siñora enlutada, cuberta en un vel espés, y un tinén de artillería.

¡De cap manera! No ña cortessía que valgue; lo noble español es mol inglés cuan viache y no se entreté en miramens medievals: defén lo home lo seu resservat poc menos que al sport que ha adeprés a Eton, a Inglaterra, lo noble duc castellá, estudián inglés.

¡Un consellé, un senadó, un duc, un ex-ministre, consentí que entron dos desconeguts al seu coche, después de habé consentit en pressindí de una berlina-llit, al que té dret! ¡impossible! ¡Allí no entre ni una mosca!

La dama de dol, avergoñida, confusa, procure desapareixe, buscá refugi a consevol furgó aon pugue ñabé gossos mes fins... pero lo tinén de artillería li tanque lo pas ocupán la eixida, y en molta tranquilidat y finura defén lo seu dret, lo dels dos.

- Caballé, no nego lo dret de vosté a reclamá contra los descuidos de la Compañía... pero yo, y per lo vist esta siñora tamé, ting billet de primera; tots los demés coches de esta classe venen plens; an esta estassió no ña manera de aumentá lo servissi... aquí ñan assientos de sobres, y aquí mos embutirem. Lo jefe de la estassió apoye en timidés la pretensió del tinén; lo duc se creix, lo jefe sedix... y lo artillé cride a un cabo de la Guardia Sivil, que, enterat del cas, aplique la ley marsial al reglamén de ferrocarrils, y decrete que la viuda (ell la creu viuda) y lo seu tinén se quedon al resservat del duc, sense perjuissi de que este se queixo dabán de qui correspongue.

Pergamino proteste; pero acabe per calmás y hasta li oferix un magnífic puro al militar, del que acabe de sabé, acsidentalmen, que va al expresso a incorporás al seu regimén, que se embarque cap a Cuba.

- ¿Aixina que va vosté a Ultramar a defendre la integridat de la patria? - Sí siñó, al radé sortech (o sorteo) me ha tocat la china.- ¡Y vaya chinada!-

Dixo a ma mare y a la meua dona dolentes y dixo dos chiquets de menos de sing añets. - be, sí; es lamentable... ¡Pero la patria, lo país, la bandera!

- Ya u crec, siñó duc. Aixó es lo primé. Per naixó hi vach. Pero séntigo separám de lo segón. Y vosté, siñó duc, ¿aón sen va?

- Phs... per lo pronte a Biarritz, después al Nort de Fransa... pero tot aixó está mol vist; passaré lo Canal y repartiré los mesos de agost y de setembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn...
La dama del dol y del vel, ocupe silensiosa un racó del resservat. Lo duc no sen fixe en ella. Después de repassá un periódic, seguix la conversa en lo artillé, que es de poques paraules.

- Alló está mol mal. Cuan yo, per novatada de ministre, vach admití la cartera de Ultramar, pera adependre, me vach convense de que tenim que cauterisá la administrassió ultramarina, si se vol salvá.

- Y vosté ¿no va pugué aplicál?

- No vach tindre tems. Vach passá al estat, per los meus merits y servissis. Y ademés... ¡ñan tans compromisos! Oh, pero la insensata rebelió no durará; los nostres héroes defenen alló com a leons; miro vosté que es magnífica la mort del general Zutano... víctima de la seua valentía a la acsió de Tal... Zutano y un atre valén, un capitá... Lo capitá... no sé cuáns, van perí o morí allí pel mateix valor y lo mateix patriotisme que los mes renombrats martirs de la guerra. Zutano y lo atre, lo capitá aquell, se mereixen estatues; lletres de or a una lápida del Congrés... Pero de totes maneres, alló está mol futut... No tenim una administrassió... Conque ¿vosté se quede aquí pera pendre lo tren que lo porto a Santander? pos venga, bona sort, mols llorés y poques bales... Y si vol vosté algo per aquí... ya sap vosté, lo meu tinén, durán lo estiu, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn...

Lo duc y la dama del dol y lo vel se queden sols al resservat. Lo ex-ministre procure, en discressió relativa, conversá.

La dama conteste en monossílabos, y a vegades en señes.

Lo de Pergamino, despechat, se aburrix. A una estassió, la enlutada mire en impassiensia per la finestreta.

- ¡Aquí, aquí! - cride de repén -; Fernando, Adela, aquí...

Una parella, tamé de dol, entre al resservat: la enlutada del coche los abrasse, plore damún del pit de l´atra dona, sofocán los gañols. Lo tren seguix lo seu viache. Despedida, abrassos un atra vegada, ploreres...

Se van torná a quedá sols la dama y lo duch.
Pergamino, mort de impassiensia, se aventure al terreno de les possibles indiscressions. Vol sabé a tota costa lo origen de aquelles penes, la causa de aquell dol... Y obté freda, seca, irónica, entre llágrimes, esta breve resposta:

- Soc la viuda del atre... del capitá Fernández.

// 

EN EL TREN.


El duque del Pergamino, marqués de Numancia, conde de Peñasarriba, consejero de ferrocarriles de vía ancha y de vía estrecha, ex ministro de Estado y de Ultramar… está que bufa y coge el cielo… raso del coche de primera con las manos; y a su juicio tiene razón que le sobra. Figúrense ustedes que él viene desde Madrid solo, tumbado cuan largo es en un reservado, con que ha tenido que contentarse, porque no hubo a su disposición, por torpeza de los empleados, ni coche-cama, ni cosa parecida. Y ahora, a lo mejor del sueño, a media noche, en mitad de Castilla, le abren la puerta de su departamento y le piden mil perdones… porque tiene que admitir la compañía de dos viajeros nada menos: una señora enlutada, cubierta con un velo espeso, y un teniente de artillería.

¡De ninguna manera! No hay cortesía que valga; el noble español es muy inglés cuando viaja y no se anda con miramientos medioevales: defiende el home de su reservado poco menos que con el sport que ha aprendido en Eton, en Inglaterra, el noble duque castellano, estudiante inglés.

¡Un consejero, un senador, un duque, un ex-ministro, consentir que entren dos desconocidos en su coche, después de haber consentido en prescindir de una berlina-cama, a que tiene derecho! ¡Imposible! ¡Allí no entra una mosca!

La dama de luto, avergonzada, confusa, procura desaparecer, buscar refugio en cualquier furgón donde pueda haber perros más finos… pero el teniente de artillería le cierra el paso ocupando la salida, y con mucha tranquilidad y finura defiende su derecho, el de ambos.

-Caballero, no niego el derecho de usted a reclamar contra los descuidos de la Compañía… pero yo, y por lo visto esta señora también, tengo billete de primera; todos los demás coches de esta clase vienen llenos; en esta estación no hay modo de aumentar el servicio… aquí hay asientos de sobra, y aquí nos metemos.

El jefe de la estación apoya con timidez la pretensión del teniente; el duque se crece, el jefe cede… y el artillero llama a un cabo de la Guardia civil, que, enterado del caso, aplica la ley marcial al reglamento de ferrocarriles, y decreta que la viuda (él la hace viuda) y su teniente se queden en el reservado del duque, sin perjuicio de que éste se llame a engaño ante quien corresponda.

Pergamino protesta; pero acaba por calmarse y hasta por ofrecer un magnífico puro al militar, del cual acaba de saber, accidentalmente, que va en el expreso a incorporarse a su regimiento, que se embarca para Cuba.

-¿Con que va usted a Ultramar a defender la integridad de la patria?

-Sí señor, en el último sorteo me ha tocado el chinazo.

-¿Cómo chinazo?

-Dejo a mi madre y a mi mujer enfermas y dejo dos niños de menos de cinco años.

-Bien, sí; es lamentable… ¡Pero la patria, el país, la bandera!

-Ya lo creo, señor duque. Eso es lo primero. Por eso voy. Pero siento separarme de lo segundo. Y usted, señor duque, ¿a dónde bueno?

-Phs… por de pronto a Biarritz, después al Norte de Francia… pero todo eso está muy visto; pasaré el Canal y repartiré el mes de Agosto y de Septiembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn…

La dama del luto y del velo, ocupa silenciosa un rincón del reservado. El duque no repara en ella. Después de repasar un periódico, reanuda la conversación con el artillero, que es de pocas palabras.

-Aquello está muy malo. Cuando yo, allá en mi novatada de ministro, admití la cartera de Ultramar, por vía de aprendizaje, me convencí de que tenemos que aplicar el cauterio a la administración ultramarina, si ha de salvarse aquello.

-Y usted ¿no pudo aplicarlo?

-No tuve tiempo. Pasé a Estado, por mis méritos y servicios. Y además… ¡hay tantos compromisos! Oh, pero la insensata rebelión no prevalecerá; nuestros héroes defienden aquello como leones; mire usted que es magnífica la muerte del general Zutano… víctima de su arrojo en la acción de Tal… Zutano y otro valiente, un capitán… el capitán… no sé cuántos, perecieron allí con el mismo valor y el mismo patriotismo que los más renombrados mártires de la guerra. Zutano y el otro, el capitán aquél, merecen estatuas; letras de oro en una lápida del Congreso… Pero de todas maneras, aquello está muy malo… No tenemos una administración… Conque ¿usted se queda aquí para tomar el tren que le lleve a Santander? Pues ea; buena suerte, muchos laureles y pocos balazos… Y si quiere usted algo por acá… ya sabe usted, mi teniente, durante el verano, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn…

El duque y la dama del luto y el velo quedan solos en el reservado. El ex-ministro procura, con discreción relativa, entablar conversación.

La dama contesta con monosílabos, y a veces con señas.

El de Pergamino, despechado, se aburre. En una estación, la enlutada mira con impaciencia por la ventanilla.

-¡Aquí, aquí! -grita de pronto-; Fernando, Adela, aquí…

Una pareja, también de luto, entra en el reservado: la enlutada del coche los abraza, sobre el pecho de la otra mujer llora, sofocando los sollozos.

El tren sigue su viaje. Despedida, abrazos otra vez, llanto…

Quedaron de nuevo solos la dama y el duque.

Pergamino, muerto de impaciencia, se aventura en el terreno de las posibles indiscreciones. Quiere saber a toda costa el origen de aquellas penas, la causa de aquel luto… Y obtiene fría, seca, irónica, entre lágrimas, esta breve respuesta:

-Soy la viuda del otro… del capitán Fernández.

FIN.

jueves, 25 de febrero de 2021

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA NOVENA.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA NOVENA.

Saladino, disfrassat de viachán, es honrat per micer Torello; ve después la crusada; micer Torello li fique un plasso a la seua dona pera que pugue torná a casás, es fet presoné y com es mol bon amaestradó de falcons li arribe la notissia al sultán, que, reconeixénlo, lo honre mol; micer Torello, per arte de magia, es portat en una nit a Pavia, y a les bodes que se selebraben per lo nou matrimoni de la seua dona, reconegut per nella, torne a casa en la seua dona.

Habíe acabat Filomena, y la magnífica gratitut de Tito habíe sigut alabada mol per tots, cuan lo rey, resservánli lo radé puesto a Dioneo, aixina va escomensá a parlá: Atractives siñores, sense falta conte Filomena la verdat sobre la amistat, y en raó al final de les seues paraules se lamen que avui sigue esta tan poc grata als mortals. Y si natros estiguerem aquí pera corregí los defectes del món, o encara que sol fore pera repéndrels, continuaría yo lo discurs de les seues paraules; pero com estem aquí pera un atre proposit, me ha vingut al ánim lo mostrátos, potsé en una historia mol llarga, pero agradable, una de les magnífiques obres de Saladino.

Dic, pos, que, segóns afirmen algúns, al tems del emperadó Federico I, pera reconquistá terra Santa va ñabé una crusada general entre los cristiáns.
Saladino, valentíssim siñó y allabonses sultán de Babilonia, habén sentit algo de aixó, va voldre vore personalmen los preparatius dels Siñós cristiáns pera naquella crusada, pera milló pugué previndres. Y arreglats los seus assuntos a Egipto, fen vore que sen anabe de peregrinassió, en dos dels seus homens mes ilustres y mes sabuts y sol en tres criats, disfrassat de viachán se va ficá en camí; y habén caminat per moltes provinsies cristianes y cabalgán per la Lombardía pera passá mes allá dels montes, va passá que, anán de Milán a Pavia y fénse ya de nit, se van topá en un gentilhome de nom micer Torello de Strata de Pavia, que anabe en los seus criats y en gossos y falcóns cap a una hermosa possessió que teníe prop del riu Tesino.
Al vórels, micer Torello sen va doná cuenta de que eren nobles y forastés y va voldre honráls; per lo que, preguntánli Saladino a un dels criats de micer Torello cuán faltabe encara per a arribá a Pavia, y si arribaríen a tems de entráy, no li va dixá contestá al criat sino que ell mateix va contestá: - Siñós, no podréu arribá a Pavia a tems de entrá dins.
- Pos - va di Saladino - feumos la mersé de enseñámos, perque som extranjés, aón podríem albergámos milló.

Micer Torello va di: - Assó u faré de bona gana. Ara mateix estaba pensán en enviá a un de estos criats meus a Pavia per a sert assunto: lo enviaré en vos y tos portará a un puesto aon tos albergaréu mol convenienmen. Y arrimánse al mes discret dels seus criats, li va maná lo que teníe que fé, y lo va enviá en ells; y anánsen ell a la seua possessió, rápidamen, lo milló que va pugué va fé prepará un bon sopá y pará la taula a un jardí; y fet aixó, a la porta va aná a esperáls. Lo criat, parlán en los homens nobles sobre diverses coses, los va aná desvián per serts camíns y los va conduí hasta la possessió del seu siñó, sense que sen donaren cuenta. En cuan los va vore micer Torello, ixín a peu a trobáls, los va di sonrién:
- Siñós, sigáu mol ben vinguts.

Saladino, que ere mol espabilat, sen va doná cuenta de que este caballé se habíe pensat que no li hauríen asseptat lo convit si los haguere convidat cuan se van trobá, y per naixó, pera que no pugueren negás a quedás aquella nit en ell, en una artimaña los habíe portat hasta la seua casa; y contestán al seu saludo, va di:
- Siñó, si dels homens cortesos puguere un queixás, mos queixaríem de vos, que, encara que haigáu estorbat lo nostre viache, sense meréixemos la vostra benevolensia per sol saludámos, mos hau obligat a asseptá tan alta cortessía com es la vostra. Lo caballé, sabut y elocuén, va di:

- Siñós, esta que ressibíu de mí, en lo vostre aspecte, es pobra cortessía; pero en verdat fora de Pavia no podríeu está a datre puesto bo, y per naixó que no tos peno lo habé allargat un poc lo camí pera tindre una mica menos de incomodidat.

Y aixó dién, venín los seus criats y voltán als convidats, en cuan van desmontá, van acomodá los seus caballs a les cuadres, y micer Torello va portá als tres homens nobles a les cámares preparades pera nells, aon los va fé descalsás y refrescás un poc en fresquíssims vins, y en amable conversa hasta la hora de sopá los va entretindre. Saladino y los seus compañs y criats sabíen tots latín, per lo que mol be los enteníen y eren entesos, y los pareixíe a tots ells que este caballé ere lo home mes amable y mes cortés y que milló parlabe de tots los atres que habíen vist hasta entonses. A micer Torello li pareixíe que eren aquells homens ilustríssims y de mol mes valor de lo que abans habíe pensat, per lo que se dolíe de no podé honráls en compañía y en un convit mes solemne aquella nit; per lo que va pensá en repará alló al matí siguién, y informán a un dels seus criats de lo que volíe fé, a la seua dona, que ere discretíssima y de grandíssim ánimo, lo va enviá cap a Pavia, que estabe mol prop, y les portes no se tancaben may. Después de aixó, portán als gentilhomens al jardí, cortésmen los va preguntá quí eren y aón anáen.
A lo que va contestá Saladino: - som mercadés chipriotes, venim de Chipre, y per los nostres negossis anem a París.
Entonses va di micer Torello: - ¡Vullguere Deu que esta terra nostra produguere tals nobles com vech que a Chipre se fan los mercadés!

Y de este raonamén passán a datres, se va fé hora de sená: per lo que los va invitá a assentás a la taula, y encara que ere lo sopá improvisat, van sé mol be y ordenadamen servits; y poc después, desparades les taules, se van ficá de peu, y, donánsen cuenta micer Torello de que estaben cansats, los va fé portá a gitás a uns hermossíssims llits, y ell, poc después, tamé sen va aná a dormí. Lo criat enviat a Pavia va doná la embajada a la Siñora, y ella va fé rápidamen cridá a mols amics y criats de micer Torello, y va fé prepará totes les coses oportunes pera un grandíssim convit, y a la llum de les antorches va fé invitá al convit a mols dels mes nobles siudadáns, y va fé traure robes y sedes y pells y se va ficá en orden tot lo que lo home li habíe manat. Vingut lo día, los gentilhomens se van eixecá, y micer Torello, montán a caball y fen vindre los seus falcóns, sels va emportá cap a una bassa allí prop, y los va amostrá cóm volaben. Cuan va preguntá Saladino si algú podíe aná a Pavia y portáls al milló albergue, va di micer Torello:

- Tos acompañaré yo, perque ting que aná allí.

Ells, creénsu, se van alegrá y se van ficá en camí; y sén ya la hora de tersia y habén arribat a la siudat, creén que los portabe al milló hotel, en micer Torello van arribá a casa seua, aon ya lo menos sincuanta dels mes ilustres siudadáns habíen vingut pera ressibí als gentilhomens. Veén aixó Saladino y los seus compañs, van compendre qué ere alló y van di: - Micer Torello, aixó no es lo que tos habíem demanat: ya hau fet prou esta nit passada y mol mes del que mos mereixem; per lo que sense cap inconvenién podíeu dixámos seguí lo nostre camí.
A lo que micer Torello va contestá: - Siñós, de lo que anit to se va fé estic yo mes agrait a la fortuna que a vatros, que a tems tos vach alcansá al camí cuan nessessitabeu vindre a la meua caseta; de lo de este matí tos quedaré yo obligat y jun en mí tots estos gentilhomens que están al vostre voltán, als que si tos pareix cortés negátos a minjá en ells podéu féu si voléu. Saladino y los seus compañs, vensuts, van desmontá y ressibits per los gentilhomens van sé portats a les seues cámares, que estaben mol ben preparades; y dixán les robes de camí y refrescánse una mica, van aná cap a la sala, que estabe aparellada esplendidamen; y después de rentás les mans y assentás a la taula en orden, en moltes viandes van sé magníficamen servits; tan que, si lo emperadó haguere vingut allí, no se haguere sabut cóm féli mes honor. Y encara que Saladino y los seus compañs foren grans Siñós y acostumats a vore grandíssimes coses, no menos se van maravellá de esta, y los pareixíe de les mes grans, tenín en cuenta la calidat del caballé, que sabíen que ere burgués y no noble. Acabada la minjada y desparada la taula, habén parlat un tan de altes coses, com fée molta caló, cuan va volé micer Torello, los gentilhomens de Pavia sen van aná a descansá, y quedánse ell en los tres seus, y entrán en ells a una cámara, allí va fé cridá a la seua valerosa dona. Ella, majíssima y alta, adornada en riques vestimentes, al mich de dos fills seus, que pareixíen dos angelots, va vindre cap an ells y los va saludá. Ells, al vórela, se van eixecá y en reverensia la van ressibí, y fénla assentás entre ells, gran festa van fé en los seus dos hermosos fillets. Pero después de apartás un rato micer Torello, ella amablemen los va preguntá de aón eren y aón anáen; a lo que los gentilhomens van contestá lo mateix que li habíen dit a micer Torello. Entonses la Siñora, en alegre gesto, va di:

- Aixina pos, vech que la meua previsió femenina sirá útil, y per naixó tos rogo que per espessial mersé no rechasséu ni tinguéu per vil lo regalet que tos faré portá.

Y fen portá pera cadaú dos parells de sobrevestes, una forrada de seda y un atra de marta, roba de siñós, y tres jubóns de sendal y lli, va di: - Prenéu aixó: les robes de lo meu siñó són com les vostres; les atres coses, considerán que estéu lluñ de les vostres dones, y lo llarg camí fet, y lo que tos quede per fé, y que los mercadés són homens asseats y delicats, encara que poc valguen podrán sétos pressiades.
Los gentilhomens se van maravillá y claramen van vore que micer Torello cap classe de cortessía volíe dixá de féls, y se van pensá, veén la noblesa de les robes, gens propies de viacháns, que hagueren sigut reconeguts per micer Torello; pero sin embargo, va contestá un dells: - Estes són, Siñora, grandíssimes coses y no hauríem de péndreles si no mos obligaren los vostres rogs, als que no pot dís que no.

Fet aixó y habén ya tornat micer Torello, la Siñora, encomanánlos a Deu, se va separá dells. Micer Torello los va demaná que tot aquell día se quedaren en ell; per lo que, después de dormí un rato, ficánse les seues robes, en micer Torello un rato van cabalgá per la siudat, y arribán la hora del sopá, en mols honorables compañs magníficamen van sená. Y cuan va sé lo momén, anánsen a descansá, al arribá lo día se van alsá y van trobá en ves de los seus rossíns cansats, tres palafrens bons y datres caballs nous y forts pera tots los seus criats.
Veén aixó Saladino, giránse cap als seus compañs, va di:

- Juro dabán de Deu que home mes cumplit ni mes cortés ni mes precabut que este no lo hay vist may; y si los reys cristiáns són tals reys en la seua condissió com este es caballé, lo sultán de Babilonia no podrá enfrentás ni en un sol, ¡ya no digám en tots los que veém que se preparan pera fótresseli damún!

Pero sabén que negás a recibirlos no ere oportú, agraínu mol cortésmen, van montá a caball. Micer Torello, en mols compañs, un bon tros del camí los va acompañá fora de la siudat, y per mol que a Saladino li dolguere separás de micer Torello, tan se habíe prendat ya dell, li va demaná que sen tornare cap atrás, que ells continuaríen lo viache. Ell los va di: - Siñós, u faré perque voleu, pero tos diré aixó: yo no sé quí sou ni vull sabé mes de lo que vullgáu dím; pero sigáu qui sigáu, que sou mercadés no mu crec; que Deu tos guardo.

Saladino, habén ya pres llissensia de tots los compañs de micer Torello, li va contestá:- Siñó, encara podríe passá que tos faigám vore la nostra mercansía, en la que assegurarem la vostra creensia; anéu en Deu.

Sen van aná, pos, Saladino y los seus compañs, en grandíssim ánimo de (si la vida los durabe y la guerra que esperaben no u impedíe) féli encara no menos honor a micer Torello del que este li habíe fet; y mol dell y de la seua dona y de totes les seues coses y actes y fets va parlá en los seus compañs, alabánu tot. Pero después que tot Ponén, no sense gran fatiga, van recorre, entrán al mar, en los seus compañs sen van torná a Alejandría, y plenamen informat, se va disposá a la defensa. Micer Torello va está cavilán quí siríen aquells tres, pero no va arribá a la verdat, ni se va aproximá. Venín lo tems de la crusada y fénse grans preparatius per tot arreu, micer Torello, a pesá de los rogs de la seua dona y les llágrimes, se va disposá a anássen a la guerra; y habén fet tots los preparatius y están a pun de montá a caball, li va di a la seua dona, a la que volíe mol:

- Dona, com veus, men vach an esta crusada tan per lo honor del cos com per la salvassió del alma; te encomano totes les nostres coses y lo nostre honor; y com estic segú de anámen, y no ting cap sertesa de torná, per mil acsidéns que puguen sobrevindre, vull que me consedixques una grassia: que passo lo que passo en mí, si no tens cap notissia serta de la meua vida, que me esperos un añ y un mes y un día sense torná a casát, escomensán este día del que de tú me separo.
La dona, que mol plorabe, va contestá:

- Micer Torello, no sé cóm soportaré este doló en lo que me dixau al partí: pero si la meua vida es mes forta que ell y algo tos passare, podéu está segú de que viuré y moriré com a dona de micer Torello y de la seua memoria.

A lo que micer Torello va di:

- Dona, estic mol segú de que, si fore per tú faríes aixó que me prometixes; pero eres una dona jove y maja y de gran linaje, y la terua virtut es mol coneguda per tots; per naixó no dudo de que mols grans y gentilhomens, si no se sapiguere res de mí, te demanarán per dona als teus germáns y paréns, y dels seus consells, encara que vullgues, no podrás deféndret y per forsa tindrás que compláurels; y este es lo motiu per lo que te demano este plasso y no mes llarg.
La dona va di: - Yo faré lo que puga de lo que te hay dit; y si un atra cosa tinguera que fé, tos obeiré en aixó que me manáu. Li demano a Deu que estos plassos ni a vos ni a mí mos porton estos tems. Acabades estes paraules, la Siñora, plorán, se va abrassá a micer Torello, y traénse del dit un anell lay va doná, dién:

- Si passe que me móriga yo abáns de torná a vóretos, enrecordéuton de mí cuan lo veigáu. Y ell, agarránlo, va montá a caball, y dién adiós a tot lo món, va empendre lo seu viache; y arribán a Génova en la seua compañía, puján a la galera, sen va aná, y en poc tems va arribá a Agre y en latre ejérsit dels cristiáns se va ajuntá. En lo que casi inmediatamen va escomensá una grandíssima enfermedat y mortandat, durán la que, fore l´art o la fortuna de Saladino, casi tot lo que va quedá dels cristiáns que se van salvá van sé per nell capturats a mansalva, y per moltes siudats repartits y ficats a la presó; entre los que estabe micer Torello, y lo van portá a Alejandría. Allí, no sén conegut y tenín temó de donás a coneixe, per la nessessidat obligat se va dedicá a domesticá falcóns, en lo que ere un grandíssim maestre; y de aixó va arribá la notissia a Saladino, per lo que lo va traure de la presó y se va quedá en ell com a falconé. Micer Torello, al que Saladino li díe «lo cristiano», no reconeixíe al Sultán, ni lo sultán an ell, sol a Pavia teníe lo ánimo, y moltes vegades habíe intentat escapás, y no habíe pogut féu; per lo que, vinguts serts genovesos com a embaixadós a Saladino pera rescatá an algúns consiudadáns seus, y tenín que anássen, va pensá en escríureli a la seua dona que estabe viu y que tornaríe en ella en cuan puguere, y que lo esperare; y aixina u va fé, y mol li va rogá a un dels embaixadós, que coneixíe, que faiguere que aquelles notissies arribaren a mans del abat de San Pietro de Cieldoro, que ere son tío. Y están en estos termes micer Torello, va passá un día que, parlán en ell Saladino de los seus falcóns, micer Torello va escomensá a sonriure y va fé un gesto en la boca del que Saladino, están a casa seua de Pavia, sen habíe fixat mol, per lo que li va vindre al cap a Saladino micer Torello; y va escomensá a mirál fíxamen y li va pareixe que ere ell; per lo que, dixán la primera conversa, va di: - Dísme, cristiano, ¿de quín país de Ponén eres tú?

- Siñó meu - va di micer Torello -, soc lombardo, de una siudat que se diu Pavia, home pobre y de baixa condissió.

Al sentí aixó Saladino, ara casi segú de que ere ell, se va di alegre: «¡Deu me ha donat la ocasió de amostráli an este cuán me va agradá la seua cortessía!»
Y sense di mes, fen prepará a una alcoba tots los seus vestits, lo va portá a dins y li va di: - Mira, cristiano, si entre estes robes ne ña alguna que haigues vist abans. Micer Torello va escomensá a mirá y va vore aquelles que la seua dona li habíe donat a Saladino, pero no va pensá que podíen sé aquelles; pero va contestá:

- Siñó meu, no ne reconeixco cap, encara que aquelles dos s´apareixen a robes en les que yo me vach vestí, ademés de tres mercadés que a casa meua van está. Entonses Saladino, no podén ya aguantás, lo va abrassá tendramen, diénli:
- Vos sou micer Torello de Strá, y yo soc un dels tres mercadés als que la vostra dona los va doná estes robes; y ara ha arribat lo tems de assegurá la vostra creensia en lo que ere la meua mercansía, com al separám de vos tos vach di que podríe passá.

Micer Torello, al sentí aixó, va escomensá a ficás contentíssim y a avergoñís; a está contén de habé tingut tal invitat, y a avergoñís de que pobremen li pareixíe habél ressibit; a lo que Saladino va di:

- Micer Torello, ya que Deu tos ha enviat a mí, penséu que de ara en abán sou vos aquí l´amo.

Y fénse festes grans, en reals vestits lo va fé adornás, y portánlo dabán dels seus baróns mes ilustres y habén dit moltes coses en alabansa del seu valor, va maná que per consevol que la seua grassia apressiare tan honrat fore com la seua persona; lo que desde entonses tots van fé, pero mol mes que los atres los dos Siñós que habíen sigut compañs de Saladino al viache. La altura de la súbita gloria a la que se va vore micer Torello li va fé olvidássen una mica de les coses lombardes, y mes encara perque en seguridat esperabe que les seus cartes hauríen arribat a son tío. Ñabíe, al campo aon estabe lo ejérsit dels cristiáns, lo día que van sé apresats per Saladino, mort y sepultat un caballé provensal de poca monta de nom micer Torello de Dignes; per lo que, sén micer Torello de Strá per la seua noblesa conegut per lo ejérsit, consevol que va sentí di «Ha mort micer Torello», se va pensá que ere micer Torello de Strá y no lo de Dignes; y lo acsidén del apresamén que los va sobrevindre no va dixá que los engañats ixqueren del seu error. Per lo que mols itálics van torná en esta notissia, entre los que ne van ñabé algúns tan presuntuosos que van osá di que lo habíen vist mort y que habíen assistit a la seua sepultura. Aixó, sabut per la dona y per los seus paréns, va sé ocasió de molta pena, no sol dells, sino de tots los quel habíen conegut. Llarg siríe de contá lo doló y la tristesa y los plos de la seua dona. Después de algúns mesos de dol va sé solissitada per los mes ilustres homens de la Lombardía; sons germáns y tots los seus paréns van escomensá a demanáli que se casare, a lo que ella moltes vegades y en grandíssims plos se habíe negat; pero obligada, al final va tindre que fé lo que volíen los seus paréns, en esta condissió: que teníe que está sense conviure en lo home tan tems com li habíe prometut a micer Torello. Mentres a Pavia estaben les coses de la Siñora en estos termes, y faltán sol vuit díes per a anássen a viure en lo seu nou home, va passá que micer Torello va vore a Alejandría un día a un que habíe vist pujá en los embaixadós genovesos a la galera que veníe a Génova; per lo que, fénlo cridá, li va preguntá quín viache habíen tingut y cuán habíen arribat a Génova. A lo que va di este:

- Siñó meu, mal viache va fé la galera, tal com vach sentí a Creta, aon me vach quedá; perque están prop de Sicilia, se va eixecá una perillosa tramontana que la va espentá contra les naus de la Berbería, y no se va salvá ni un alma; y entre los atres van morí tamé dos germáns meus.

Micer Torello, creén les paraules de aquell, que eren mol verdaderes, y enrecordánsen de que lo plasso que li habíe demanat a la seua dona se acababe, y donánsen cuenta que a Pavia no se deuríe sabé res dell, va tindre per sert que la seua dona se hauríe tornat a casá; en lo que va caure en tan gran doló que, perduda la gana de minjá y tombánse al llit, va dessidí morís. Aixó, cuan va arribá a oíts de Saladino, que mol lo volíe, va acudí a vórel; y después de mols rogs que li va fé, sabuda la raó del seu doló y de la seua enfermedat, li va reprochá mol no habélay dit abáns, y después li va demaná que se animare, asseguránli que, si podíe, ell obraríe de modo que estiguere a Pavia abáns del plasso donat; y li va di cóm se podríe fé. Micer Torello, donán fe a les paraules de Saladino, y habén moltes vegades escoltat di que alló ere possible y se habíe fet moltes vegades, va escomensá a animás, y a demanáli a Saladino que se donare pressa en fé alló. Saladino, a un nigromante seu, li va maná que arreglare la manera de que micer Torello, damún de un llit fore transportat a Pavia en una nit; a lo que lo nigromante va contestá que aixina siríe fet, pero que per lo seu be lo adormigueren. Arreglat aixó, va torná Saladino a Micer Torello, y trobánlo completamen determinat a está a Pavia abáns del plasso donat, si puguere sé, y si no se puguere fé a dixás morí, li va di aixó: - Micer Torello, si mol voléu a la vostra dona y teméu que pugue sé de un atre, sap Deu que yo no puc reprochátosu perque de cuantes dones me pareix habé vist ella es la que per les seues costums, les seues maneres y lo seu porte (dixán la hermosura, que es flo caduca) mes digna me pareix de alabás y tíndres en apressio. Me hauríe complagut mol que, ya que la fortuna tos habíe portat aquí, lo tems que vos y yo visquerem, al gobern del regne que yo ting forem igualmen Siñós; pero com puc enviátos a casa y vos dessicháu está allí, de la forma que tos hay dit tos enviaré.

A lo que micer Torello va replicá:

- Siñó meu, sense les vostres paraules, los vostres actes me han demostrat be la vostra benevolensia, que yo may hay mereixcut, y de lo que diéu, encara que no u diguéreu, vic y moriré sertíssim; pero tal com hay dessidit, tos rogo que lo que me hau dit que faréu u faigáu pronte, perque demá es lo radé día del plasso.
Saladino va di que alló estabe arreglat; y esperán enviál per la nit, va fé Saladino prepará a una gran sala un hermossíssim y ric llit ple de madalaps, cuixíns, segóns la seua costum, en vellut y bordats en or, y se va ficá una banua en arabescos de perles mol grosses y en riquíssimes pedres pressioses, que va sé después aquí tinguda com un incalculable tessoro; y fet aixó, va maná que a micer Torello li ficaren un traje a la guisa sarracena, que ere la roba mes rica y mes maja que may dingú haguere vist, y lo cap, a la seua manera, va fé que lay embolicaren en un dels seus llarguíssims turbáns. Y sén ya tard, Saladino va entrá, en mols dels seus baróns, a la alcoba aon Micer Torello estabe, y assentánse a la seua vora, casi plorán, va escomensá a díli: - Micer Torello, lo momén que me separará de vos ha arribat, y com yo no puc acompañátos ni fétos acompañá, per la condissió del camí que teníu que fé, aquí a la alcoba ting que despedím de vos, a lo que hay vingut. Y per naixó, antes de dixátos en Deu, tos rogo que per l´amor a la amistat que ña entre natros, que no tos olvidéu de mí, y si es possible, antes de que mos arribo la nostra hora, que vos, habén ficat en orden les vostres coses a la Lombardía, una vegada per lo menos vinguéu a vórem pera que puga yo entonses enmendá la falta que ara per la vostra pressa ting que cometre; y hasta que aixó passo, visitéume en cartes y demanáume les coses que tos agradon, que en mes agrado per vos que per cap home del món u faré en seguridat.

Micer Torello no va pugué aguantás les llágrimes, y per naixó, impedit per nelles, va contestá en poques paraules que ere impossible que may los seus benefissis y lo seu valor se ni anaren de la memoria, y que sense falta lo que li demanabe faríe si lo tems lay consedíe. Per lo que Saladino, abrassánlo y besánlo, entre llagrimots li va di:

- Anéu en Deu - y va eixí de la alcoba, y los demés baróns detrás dell se van despedí y sen van aná en Saladino a la sala aon habíe fet prepará lo llit.

Pero sén ya tard y lo nigromante están esperán a fé alló y preparánu tot, va vindre un meche en un brebaje pera micer Torello, y diénli que lay donabe pera reforsál, sel va beure: y no va passá mol rato abáns de adormís. Y aixina dormín va sé portat per orden de Saladino al hermós llit; y li van colocá una gran y bella corona mol valuosa, y la va siñalá de manera que claramen se va vore después que Saladino lay enviabe a la dona de micer Torello. Después, li va ficá a micer Torello al dit un anell al que se habíe engastat un carbunclo tan relluén que pareixíe una antorcha ensesa, de valor inestimable; después li va fé señí una espasa valuosa, y un broche al pit, en perles may vistes, y moltes atres pedres pressioses, y después, als dos flancos, va fé ficá dos grandíssims ribells de or plens de doblers y perles enredades, y anells, y sinturóns, y datres coses que llarg siríe contáu. Y fet aixó, un atra vegada va besá a micer Torello y li va maná al nigromante que faiguere lo seu; per lo que, en seguida, en presensia de Saladino, lo llit que portabe a micer Torello, va desapareixe de allí, y Saladino se va quedá parlán dell en los seus baróns.

Ya a la iglesia de San Pietro de Cieldoro (ciel d´oro, sel o sial de or) de Pavia, tal com u habíe demanat, estabe micer Torello en totes les dites joyes y adornos, y encara dormíe, cuan habén tocat ya a maitines, lo sacristá va entrá a la iglesia en una llum a la ma, va vore lo ric llit y no sol se va maravellá, sino que se va esglayá, y va fugí. Veénlo lo abat y les monjos, li van preguntá la raó. Lo monjo la va di.- ¡Oh! - va di lo abat -, no eres ya cap chiquet ni tan nou a la iglesia pera espantát tan fássilmen; anémhi, pos, y veigám quín coco has vist. Enseses, pos, mes llums, lo abat en tots los seus monjos van entrá a la iglesia y van vore este llit tan maravellós y ric, y al caballé que dormíe; y mentres, temoricos y timits, sense arrimás al llit, les nobles joyes miraben, va passá que, habén passat la virtut del brebaje, micer Torello se va despertá y va suspirá. Los monjos al vore aixó, y lo abat en ells, espantats y cridán: "¡Siñó, ajúdamos!", van fugí tots.

Micer Torello, uberts los ulls y mirán al voltán, va vore que estabe allí aon li habíe demanat a Saladino, de lo que se va ficá mol contén; per lo que, assentánse al llit y miránu tot detalladamen, per mol que ya sabíe la magnifissensia de Saladino, li va pareixe ara mes gran. Veén als monjos fugín y donánsen cuenta del perqué, va escomensá a cridá al abat pel seu nom, y a rogáli que no tingueren temó, perque ell ere Torello, lo seu nebot. Lo abat, al sentí aixó, encara se va esglayá mes, perque lo teníe per mort; pero después de un rato, tranquilisat per verdaderes probes, fen la siñal de la santa creu, se va arrimá cap an ell; al que micer Torello va di: - Oh, pare meu, ¿de qué teníu temó? estic viu, grassies a Deu, y aquí hay tornat de ultramar. Lo abat, a pesá de que teníe la barba llarga y estabe vestit en traje de moros, después de un bon rato lo va reconeixe al final, y lo va agarrá de la ma, y li va di:
- Fill meu, ¡sigues ben vingut! - No tens que extrañát de la nostra temó, perque an esta terra no ña dingú que no cregue firmemen que estás mort. Hasta doña Adalieta, la teua dona, vensuda per los rogs y les amenasses dels seus paréns y contra la seua voluntat, se ha tornat a casá; y avui de matí té que anássen en lo seu home, y les bodes y tot lo que se nessessite pera la festa está ya preparat.
Micer Torello, eixecánse del ric llit y fénlos al abat y als monjos maravelloses festes, los va demaná a tots que de la seua tornada no parlaren en dingú, hasta que no haguere ell resolt un assunto seu. Después de aixó, fen ficá a salvo les riques joyes, li va contá al abat lo que li habíe passat hasta aquell momén. Lo abat, contén de les seues aventures, en ell va doná grassies a Deu. Después de aixó, li va preguntá micer Torello al abat quí ere lo nou home de la seua dona. Lo abat lay va di, a lo que micer Torello va di:
- Abáns de que se sápigue que hay tornat vull vore lo comportamén que té la meua dona en estes bodes; y per naixó, encara que no sigue costum que los religiosos vaiguen a tals convits, vull que per lo meu amor u arregléu de manera que los dos hi aniguem.

Lo abat va contestá que de bona gana; y al fés de día va maná un recado al ressién casat dién que volíe assistí a la boda en un compañ; a lo que lo gentilhome va contestá que mol li agradabe. Arribada, pos, la hora del minjá, micer Torello, en aquell traje que portabe, sen va aná en lo abat a casa del ressién casat, mirat per tots en assombro, pero no reconegut per dingú; y lo abat los díe a tots que ere un sarraceno enviat per lo sultán al rey de Fransa com a embaixadó. Y, pos, micer Torello assentat a una taula exactamen enfrente de la seua dona, a la que en grandíssim plaé mirabe; y en lo gesto li pareixíe molesta per estes bodes.
Ella tamé alguna vegada lo mirabe, no perque lo reconeguere en res (que la llarga barba y lo extrañ traje y la firme creensia de que estabe mort no lay permitíen), sino per la raresa del traje. Pero cuan li va pareixe oportú a micer Torello vore si sen enrecordabe dell, traénse del dit lo anell que la seua dona li habíe donat al separás della, va fé cridá a un mosset que servíe dabán dell, y li va di:

- Dísli de la meua part a la ressién casada que al meu país se acostume, cuan algún forasté com yo minge al banquete de una ressién casada, com es ella, en siñal de que li agrade de que ell haigue vingut a minjá, que ella li envíe la copa en la que beu plena de vi; y después de que lo forasté ha begut, tapánla, la novia se beu lo que ha quedat.

Lo jovenet li va doná lo recado a la Siñora, que pensán que aquell ere un gran infanzón, pera mostrá que li agradabe la seua arribada, una gran copa dorada, que teníe dabán, va maná que fore rentada y omplida a cormull de vi y portada al gentilhome; y aixina se va fé. Micer Torello, que se habíe embutit a la boca lo seu anell, lo va dixá caure a dins de la copa sense que dingú sen acatare, y dixán un poc de vi, la va tapá y lay va enviá a la Siñora. Ella, prenénla, pera cumplí en la costum, destapánla se la va portá a la boca y va vore lo anell, y sense di res lo va está mirán un rato; y reconeixénlo com lo que ella li habíe donat al anássen a micer Torello, lo va pendre, y mirán fíxamen al que creíe forasté, com si se haguere tornat loca, tirán an terra la taula que teníe dabán, va cridá:

- ¡Es lo meu siñó, es verdaderamen micer Torello!

Y corrén a la taula a la que ell estabe assentat, sense importáli les seues robes ni res de lo que ñabíe damún de la taula, se va aviá contra nell, lo va abrassá mol fort, y no se la va pugué arrencá del seu coll, hasta que micer Torello li va di que se tranquilisare una mica, perque tems ñauríe de abrassál. Entonses ella, alsánse, están ya les bodes totes turbades y en part mes alegres que may per la recuperassió de tal caballé, rogats per nell, tots van callá; per lo que micer Torello los va narrá tot lo que li habíe passat desdel día de la seua partida hastan aquell momén, concluín que al gentilhome que, creénlo mort, habíe pres per dona a la seua, si están viu lay preníe, no teníe que paréixeli mal.
Lo ressién casat, encara que se sentire burlat, generosamen y com amic va contestá que de les seues coses podíe fé lo que mes li agradare. La Siñora, lo anell y la corona ressibides del nou home allí los va dixá y se va ficá aquell que de la copa habíe pres, y tamé la corona que li habíe enviat lo sultán. Ixín de la casa aon estaben, en tota la pompa de unes bodes, hasta la casa de micer Torello sen van aná, y allí los desconsolats amics y paréns y tots los siudadáns, que lo miraben com si haguere ressusitat, en llarga y alegre festa se van consolá. Micer Torello, donánlos de les seues pressioses joyes una part als que habíen fet lo gasto de les bodes y al abat y a mols atres, y per mich de un mensajero fenli sabé la seua felís repatriassió a Saladino, declaránse lo seu amic y criat, mols añs en la seua valerosa dona va viure después, sén mes cortés que may.

Este va sé, pos, lo final de les penes de micer Torello y de les de la seua volguda dona, y lo galardón de les seues alegres cortessíes.
Algúns que tenen en qué, saben tan mal féles que les fan pagá mes de lo que valen; per lo que, si de elles no se seguix cap recompensa, no tenen que maravillás, ni ells ni datres.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA QUINTA.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA QUINTA.

Doña Dianora li demane a micer Ansaldo un jardí de giné tan majo com al mach; micer Ansaldo, comprometénse en un nigromante, lay done; lo home li consedix que faigue lo que vullgue micer Ansaldo, que, escoltada la generosidat del home, la libere de la promesa y lo nigromante, sense voldre res de lo seu, libere de la seua a micer Ansaldo.

Per tots los de la alegre compañía habíe sigut ya micer Gentile pujat al sel en sumes alabanses cuan lo rey li va maná a Emilia que continuare; ella, desenvoltamen, aixina va escomensá:

Blanes siñores, dingú dirá en raó que micer Gentile no va obrá en magnifissensia; pero di que no se pugue en mes potsé no demostro que se pot mes: lo que penso contátos en una noveleta meua.
Al Friuli, puesto alt, fret, pero mol adornat de majes montañes, mols rius y clares fons, ña una siudat que se diu Udine (Údine), a la que va viure una hermosa y noble Siñora de nom doña Dianora, casada en un gran home ric de nom Gilberto, mol amable y de bona índole; y va mereixe esta Siñora per lo seu valor sé mol volguda per un noble y gran baró que teníe per nom micer Ansaldo Gradense, home de alta condissió y en les armes y en la cortessía conegut a tot arreu. Este, volénla mol y fen tot lo que podíe pera sé volgut per nella, y assobín solissitánla en embaixades, en vano se esforsabe. Y sénli ya a la Siñora cansinesles solissituts del caballé, y veén que, encara que li negare tot lo que ell demanáe, ell no dixabe de insistí, va pensá que podríe tráuressel de damún demanánli algo extrañ y al seu juissi impossible; y a una dona que an ella acudíe moltes vegades de part dell, li va di un día aixó:

- Bona dona, tú me has afirmat moltes vegades que micer Ansaldo me vol sobre totes les coses y maravillosos dons me has oferit de part seua; regalos que vull que se quedo perque per naixó no hay de vóldrel. Si puguera está segura de que me vol tan com diéu, sense falta me entregaría an ell y faría lo que ell vullguere; y per naixó, si puguere assegurám de aixó en algo que li vach a demaná, estaría disposada a lo que me manare. Va di la bona dona: - ¿Qué es, Siñora, lo que voléu que faigue?

Va contestá la Siñora: - Lo que dessicho es aixó: vull tindre, al próxim mes de chiné, prop de esta siudat, un jardí ple de herbes verdes, flos y ábres frondosos, com si fore mach; aixó, si no u fa, que no envío ni a tú ni a dingú mes a parlám, si mes me solissite, tal com hasta ara u hay tingut amagat al meu home y als meus paréns, me queixaré an ells y ben pronte mel trauré de damún.

Lo caballé, escoltada la petissió de boca de la correvesydili, y la promesa de la seua Siñora, encara que li pareixíe algo mol difíssil, casi impossible de fé, y veén que per naixó li habíe demanat la dama alló, pera que abandonare tota esperansa, se va proposá, sin embargo, intentá fé tot lo que puguere, y per moltes parts del món va aná buscán a vore si trobabe algú que li donare ajuda o consell; y ne va trobá un que li va di, que si li pagabe be, li prometíe féu en arts nigromántiques. Micer Ansaldo, consertánu per una grandíssima cantidat de perres, va esperá lo tems que li habíe dit la Siñora. Vingut lo giné, en grans gelades, escarches y gebrades, neu, canalobres, broma y tot lo que correspón al crúo hivern, lo valerós home a un hermossíssim prat prop de la siudat en les seus arts va fé apareixe, lo primé matí de giné, segóns los que u van vore testimoniaben, un dels mes hermosos jardíns que may va vore dingú, en herbes verdes, ábres frondosos y fruites de totes les classes. Cuan micer Ansaldo, contentíssim, va vore alló, fen cullí alguna fruita de les mes majes que ñabíen y arrencán flos de les mes vistoses, de amagatóns u va fé portá a la seua Siñora, y la va invitá a vore lo jardí per nella demanat pera que per puguere vore cuán la volíe y enrecordássen de la promesa que li habíe fet y sellat en juramén, y lealmen procurare después cumplíla. La Siñora, vistes les flos y les fruites, y habén sentit parlá a mols del maravellós jardí, va escomensá a arrepentís de la seua promesa; pero en tot lo seu arrepentimén, dessichosa de vore coses extrañes, en moltes atres dames de la siudat va aná a vore lo jardí, y no sense maravella alabánlo mol, mes triste que cap atra dona va torná a casa, pensán en alló a lo que estabe obligada. Y va sé tan gran lo doló que, no podén agamál a dins, va eixí fora, y lo seu home sen va acatá; y va voldre que li contare quína ere la raó. La Siñora, per vergoña, u habíe callat mol tems, pero, al remat, obligada, lay va contá tot.
Gilberto, sentín alló se va enfadá mol; después, considerán la bona intensió de la Siñora, foragitán la ira, en mes discressió, va di: - Dianora, no es cosa prudén ni honesta escoltá embaixades de cap classe, ni negossiá en cap condissió la castidat en dingú. Les paraules ressibides per al cor escoltades per los oíts tenen mes forsa de la que mols pensen, y casi tot los es possible als que se volen. Mal vas fé, pos, primé escoltánlo y después fén un trate; pero com conec la puresa de la teua intensió, pera liberat del llas de la promesa feta, te consediré lo que no li consediría a dingú mes, portánme an aixó tamé la temó al nigromante, al que micer Ansaldo, si lo burlares, podríe demanáli algo roín per a natros. Vull que acudíxques an ell y, si pots, te les ingenios en fé que, conserván la teua honestidat, sigues liberada de esta promesa; pero si no puguere sé, per esta vegada, consedíxli lo cos, pero no l´ánim. La dona, sentín al seu home, plorabe y negabe que tal grassia vullguere dell. Gilberto va voldre, per mol que la seua dona se negare, que fore aixina, per lo que, arribat lo día siguién, al eixí la aurora, sense adornás o arreglás massa, en dos dels seus criats dabán y en una camarera zaguera, sen va aná la Siñora a casa de micer Ansaldo. Este, al sentí que la seua Siñora habíe vingut a vórel, se va alegrá mol, y eixecánse y fen cridá al nigromante, li va di:

- Vull que veigues lo que me ha fet conseguí lo teu art. Y eixín a trobála, en reverensia la va ressibí honestamen, y a una hermosa cámara en un gran foc van entrá tots; y fénla assentá, li va di: - Siñora, tos rogo, si lo llarg amor que tos hay tingut mereix algún galardón, que no tos molesto dím la verdadera raó que an esta hora tan matinera tos ha fet vindre y en tanta compañía. La Siñora, vergoñosa y casi en llágrimes als ulls, va contestá: - Siñó, ni amor que tos tinga ni la paraula donada me porten aquí, sino la orden del meu home, que, tenín mes respecte a les faenes del vostre amor que a la seua honra y la meua, me ha fet acudí aquí, y perque ell mu mane estic disposada per esta vegada a fé lo que vullgáu. Micer Ansaldo, si primé se habíe extrañat, sentín a la Siñora mol mes se va maravellá, y conmogut per la generosidat de Gilberto, la seua fogosidat se va torná compassió, va escomensá a cambiá, y va di: - Siñora, no vullgue Deu, ya que aixina es com vos diéu, que siga yo qui taco lo vostre honor, del que té compassió lo meu amor; y per naixó, lo está aquí vos, sirá com si estiguere aquí man germana, y, cuan vullgáu, libremen podréu anáton, en la condissió de que al vostre home, per tanta cortessía com ha sigut la seua, li donéu les grassies que cregáu conveniéns, tenínme a mí sempre daquiabán com amic y servidó.

La Siñora, sentín estes paraules, mes contenta que may, va contestá: - res podíe fém creure, tenín en considerassió les vostres costums, que datra cosa se haguere de seguí de la meua vinguda mes que lo que vech que feu; per lo que tos estaré sempre obligada. Y despedínse, honrosamen acompañada va torná en Gilberto y li va contá lo que li habíe passat; de aixó se va seguí una mol estreta y leal amistat entre los dos.
Lo nigromante, al que micer Ansaldo ya volíe donáli la prometuda recompensa, vista la generosidat de Gilberto en micer Ansaldo y la de micer Ansaldo en la Siñora, va di:

- Después de habé vist a Gilberto sé liberal en la seua honra y a vos en lo vostre amor, tamé yo hay de sé liberal en la meua recompensa; y per naixó, sabén que tos correspón a vos, vull que sigue vostra.

Lo caballé se va avergoñí y va intentá tan com va pugué félay agarrá, sansera o en part; pero después de cansás en vano, habén lo nigromante fet desapareixe lo jardí después del tersé día y volén anássen, li va doná llisensia y lo va despedí; y apagat al cor lo fogós amor, per la dona se va quedá ensés lo afecte.

jueves, 28 de enero de 2021

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA TERSERA.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA TERSERA.

Mitrídanes, envejós de la cortessía de Natán, anán a matál, sense conéixel, se trobe en ell. Este li diu cóm u té que fé, y después sel trobe a un bosquet, y, reconeixénlo, se avergoñix y se fa amic seu.

Cosa pareguda a un milacre los pareixíe a tots habé escoltat que un clérig haguere fet algo magnífic; pero acabanse ya la conversa de les siñores, li va maná lo rey a Filostrato que continuare; este va escomensá:

Nobles siñores, gran va sé la magnifissensia del rey de España y mol mes inaudita la del abat de Cluny, En una noveleta tos amostraré cóm un, per generosidat, a un atre que dessichabe la seua sang y lo seu espíritu, se va disposá a entregálsi y u haguere fet si aquell haguere vullgut péndrels. Es mol sert, si se pot doná fe a les paraules de algúns genovesos y de atres homens que han estat an aquelles terres, que a la part de Cata, va ñabé un home de linaje noble y ric sense comparassió, de nom Natán, que tenín una finca tocán a un camí per lo que casi obligadamen passaben tots los que desde Ponén a les parts de Lleváno de Lleván a Ponén volíen vindre, y tenín lo ánimo gran y liberal y dessichós de sé conegut per les seues obres, tenín allí mols mestres, va fé allí en poc tems construí una de les mes grans y riques mansións que may se hagueren vist, en totes les coses que eren nessessaries pera ressibí y honrá a gen noble. Y tenín mols bons criats, en festes a consevol que hi anabe o veníe fée ressibí y honrá; y tan va perseverá en esta loable costum que ya no sol al Lleván, sino al Ponén teníe fama. Y están ya carregat de añs, pero no cansat de la cortessía, va passá que va arribá la seua fama als oíts de un jove de nom Mitrídanes, de una terra no mol lluñ de la seua; este, veénse no menos ric que Natán, sentín sels de la seua fama y virtut, se va proposá o anulála en mes grans liberalidats; y fen construí una mansió pareguda a la de Natán, va escomensá a fé les mes desmedides cortessíes que may dingú habíe fet als que anaben o veníen per allí, y en poc tems se va fé mol famós. Ara be, va passá un día que, están lo jove completamen sol al pati de la seua mansió, una dona, que habíe entrat per una de les portes de la mansió, li va demaná almoina y la va tindre; y tornán a entrá per la segona porta hasta nell, la va torná a ressibí, y aixina sucessivamen hasta dotse vegades; y tornáni un atra vegada, li va di Mitrídanes: - bona dona, eres mol insistén en demaná - y no va dixá, sin embargo, de donáli una limosna. La agüeleta, sentides estes paraules, va di: - ¡Oh generosidat de Natán, qué maravillosa eres!, que per trenta dos portes que té la seua mansió, com esta, entrán y demanánli almoina, may me va reconeixe (o al menos u fée vore) y sempre ne vach tindre; y aquí no hay entrat mes que tretse y hay sigut reconeguda y empresa. Y dién aixó, sense torná mes, sen va aná.
Mitrídanes, al sentí les paraules de la agüela, com escoltá aixó de la fama de Natán u considerabe disminussió de la seua, se va enfadá y va di:

- ¡Ay, triste de mí! ¿Cuán alcansaré la generosidat de les grans coses de Natán, que no sol no lo puc superá, sino que en les coses menudetes no puc ni comparám? Me canso en vano si no lo fach desapareixe de la terra; aixó, ya que la vellesa no sel emporte, convé que u faiga yo en les meues propies mans.

Y en este ímpetu se va eixecá, sense díli a dingú la seua intensió y, montán a caball en pocs acompañáns, al cap de tres díes va arribá aon vivíe Natán; y habénlos manat als seus compañs que faigueren vore que no lo coneixíen y que se procuraren un albergue hasta que ressibigueren dell datres ordens, arribán allí al tardet y están sol, no mol lluñ de la hermosa mansió va trobá a Natán sol, sense cap roba pomposa, que estabe passejánse. Mitrídanes, que no lo va coneixe, li va preguntá si podíe díli aón vivíe Natán.
Natán alegremen li va contestá: - fill meu, dingú an esta terra pot amostrátu milló que yo, y per naixó, cuan vullgues te portaré allí. Lo jove va di que li agradaríe pero que, si podíe sé, no volíe sé vist ni conegut per Natán; a lo que Natán va di:

- Tamé faré aixó, ya que u vols aixina.

Sen va aná en Natán, que va arrencá a charrá enseguida, cap a la mansió. Allí va fé Natán pendre a un dels criats lo caball del jove, y a la orella li va maná que arreglare en tots los de la casa que dingú li diguere al jove que ell ere Natán; y aixina se va fé.
Cuan ya estáen a la mansió, va portá a Mitrídanes a una majíssima cámara aon dingú lo voríe mes que qui ell habíe triat peral seu servissi; y, fénlo honrá, ell mateix li fée compañía. Están en aixó, Mitrídanes, encara que li tinguere tanta reverensia com a un pare, li va preguntá quí ere ell; a lo que va contestá Natán:

- Soc un humilde criat de Natán, que desde la meua infansia hay anat fénme agüelet en ell, y may hay dixat de sé criat, per lo que, encara que tots los demés lo alabon tan, poc puc alabál yo. Estes paraules li van doná algunes esperanses a Mitrídanes de pugué en milló consell y en mes gran seguridat portá a efecte lo seu pervers propósit.
Natán, mol cortésmen li va preguntá quí ere ell y quín assunto lo portabe per allí, oferínli lo seu consell y la seua ajuda en lo que puguere. Mitrídanes va tardá un rato en contestá y dessidínse al remat a confiás en ell, fen un llarg rodeo o sircunloqui, li va demaná la seua paraula y después lo consell y la ajuda; y li va descubrí quí ere ell y per qué habíe vingut.
Natán, sentín lo discurs y mal propósit de Mitrídanes, mol se va enfadá al seu interió, pero sense tardá mol, en fort ánim y gesto impassible li va contestá:
- Mitrídanes, noble va sé lo teu pare y no vols desmereixe dell, tan alta empresa habén emprés com u has fet, es a di, lo sé liberal en tots; y alabo mol la enveja que tens de Natán, perque, si de estos ne ñagueren mols, lo món, que es tot miseria, pronte se faríe bo. La intensió que me has descubert sense duda permaneixerá amagada, pera la que te puc oferí un consell útil, que es este: pots vore desde aquí un bosquet al que Natán casi tots los matíns va ell sol a passejás mol rato: allí fássil te sirá trobál y féli lo que vullgues; si lo mates, pera que pugues sense impedimén torná a casa teua, has de agarrá un atre camí, lo que veus a la esquerra, que ix del bosquet; encara que está ple de brosquill, está mes prop de casa teua y per consiguién, es mes segú.

Mitrídanes, ressibida la informassió y habénse despedit Natán dell, de amagatóns als seus compañs los va fé sabé aón teníen que esperál en son demá. Después de arribá lo nou día, Natán, sense habé cambiat de intensió per lo consell donat a Mitrídanes, sen va aná sol al bosquet y se va disposá a morí. Mitrídanes se va eixecá, va pendre lo seu arco y la seua espasa, que datres armes no teníe, y puján a caball, sen va aná cap al bosquet, y desde lluñ va vore a Natán sol passejánse per nell; y volén, antes de atacál, vórel y sentíl parlá, va corre cap an ell y, agarránlo pel turbán que portabe al cap, va di:
- ¡Agüelo, estás mort!

A lo que va contestá Natán: - Entonses es que mu hay mereixcut.

Mitrídanes, al sentí la seua veu y miránlo a la cara, va vore que ere aquell mateix que lo habíe benignamen ressibit y aconsellat; per lo que de repén va desapareixe la seua rabia y la seua ira se va torná en vergoña. Aventán lluñ la espasa que pera feríl habíe desenvainat, va baixá del caball y va corre plorán a aviás als peus de Natán y díli:
- Manifestamen vech, caríssim pare, la vostra generosidat, veén que hau acudit a entregám lo vostre espíritu. Deu, mes preocupat de mí que yo mateix, me ha ubert los ulls de la inteligensia, que la puta enveja me habíe tancat; vech que ting que fé penitensia per esta errada: prenéu, pos, de mí, la venjansa que estiméu convenién pera lo meu pecat.
Natán va fé eixecá a Mitrídanes, y lo va abrassá y besá, y li va di: - fill meu, en la teua empresa, vullgues díli roína o de un atra manera, no es nessessari demaná ni otorgá perdó, perque no la vas empendre per odio, sino pera pugué sé tingut per lo milló. Viu, pos, confiat en mí, y tín per sert que no viu cap home que te vullgue tan com yo, considerán la grandesa del teu ánim que no a amassá dinés, com fan los miserables, sino a gastá los amassats se ha entregat; y no tingues vergoña de habé volgut matám pera fét famós ni cregues que yo me extraña de aixó. Los emperadós y los grandíssims reys no han aumentat los seus regnes, y per consiguién la seua fama, mes que matán no sol a un home com tú volíes fé, sino a innumerables, insendián paísos y assolán siudats; per lo que si tú, pera fét mes famós, sol volíes matám a mí, no fees res maravillós ni extrañ.

Mitrídanes, alabán la honesta excusa que Natán li trobabe, li va di que se extrañabe mol de cóm Natán habíe pogut disposás an alló y a donáli la ocasió y damún lo consell; a lo que va di Natán: - Mitrídanes, no vull que ni del meu consell ni de la meua disposissió te extraños, perque desde que soc amo de mí mateix y disposat a fé lo mateix que tú has emprés, ningú ha vingut a casa meua que yo no lo contentara en lo que podía.
Vas vindre tú dessichós de la meua vida; per lo que, al sentít solissitála, pera que no te quedares sense obríndrela, vach dessidí donátela, y pera que la tingueres aquell consell te vach doná que vach pensá que ere bo; y per naixó encara te dic y demano que, si la vols, la prengues y te quedos satisfet. Ya la hay fet aná vuitanta añs y la hay gastat en mis plaés y consols; y sé que, segóns lo curs de la naturalesa, com los passe als demés homens, poc tems ya me quede per a disfrutála; per lo que crec que es mol milló donála, com sempre hay donat y gastat los meus tessoros, que vóldrela conservá tan que contra la meua voluntat la naturalesa me la prengue. Un don menut es doná sen añs; ¿cuán sirá doná sis o vuit que me quedon pera está aquí? Prénla, pos, si vols, te rogo, perque mentres hay viscut aquí encara no hay trobat a dingú que la haigue dessichat y no sé si ne trobaré, si no la prens tú que la dessiches; y per naixó, antes de que disminuíxque lo seu valor, prénla, te u demano.
Mitrídanes, avergoñínse profundamen, va di: - No vullgue Deu que cosa tan pressiosa com es la vostra vida la prenga yo, a la que no sol no vull tráureli añs, sino que ni afegiría dels meus si puguera.

A lo que rápidamen Natán va di:

- Y si pugueres, ¿voldríes afegín? Me faríes fé en tú lo que may hay fet en dingú, es a di, pendre les seues coses, que may a dingú les hi vach pendre.

- Sí - va di de repén Mitrídanes.

- Pos - va di Natán - farás lo que te diré. Te quedarás, jove com eres, aquí a casa meua y te farás di Natán, y yo men aniré a la teua y me faré di Mitrídanes.
Entonses Mitrídanes va contestá: - Si yo sapiguera obrá tan be com vos sabéu y hau sabut, faría sense pensámu massa lo que me oferiu; pero com me pareix que les meues obres recacharíen la fama de Natán y yo no vull espentoláli a un atra persona lo que no sé lográ pera mí, no u faré.
Estos y mols atres amables raonaméns se van sentí entre Natán y Mitrídanes, y después van torná juns cap a la mansió. Natán va honrá mols díes a Mitrídanes allí, y en tot lo seu ingenio y sabiduría lo va confortá. Y al cap de un tems Mitrídanes va voldre torná a casa en lo seu acompañamén, habén vist que may podríe guañáli a Natán en generosidat.

jueves, 7 de enero de 2021

Lo Camí, XIX.

XIX.

Germán, lo Tiñós, va eixecá un dit, va girá un poc lo cap pera escoltá milló, y va di:

- Assó que cante an eixa bardissa es un arrendajo.

garrulus glandarius, arrendajo
(garrulus glandarius)

Lo Mussol va di:

- No. Es una cardelina.

Germán, lo Tiñós, li va explicá que los arrendajos teníen unes condissións vocals tan particulás, que podíen imitá los piulits y chulits de tota classe de muixóns. Y los imitaben pera atráurels y fótressels después. Los arrendajos eren muixóns mol poc recomanables, hipócrites y roíns. Lo Mussol va insistí:

- No. Es una cagarnera.

Trobabe plaé en portá la contraria aquell matí. Sabíe que ñabíe una forsa a la seua opossisió, encara que esta fore infundada. Y trobabe una satisfacsió morbosa y fosca en la contradicsió. Roc, lo Moñigo, se va incorporá de un bot y va di:

- Miréu; un tonto de aigua. Siñalabe a la dreta de la Badina, tres metros mes allá de aon desaiguabe lo Chorro. Al poble los díen tontos a les serps de aigua. Ignoraben lo perqué, pero ells no ficaen may lo nas a les raóns que inspiraben lo vocabulari de la vall.
U asseptaben, simplemen, y sabíen per assó que aquella serp que arribabe a la riba del riu a coetades espasmódiques ere un tonto de aigua. Lo tonto portáe un peixet atravessat a la boca. Los tres se van ficá de peu y van apilá uns códuls.

Germán, lo Tiñós, va advertí:

- No lo dixéu pujá. Los tontos a les costes se fan un aro y roden mes de pressa del que corre una llebre. Y ataquen, ademés. Roc, lo Moñigo, y Daniel, lo Mussol, van mirá en temó a la serpota. Germán, lo Tiñós, va saltá de bolo en bolo pera arrimásseli en un codul a la ma. Va sé una mala patejada o una rellissada a la herbeta de les pedres, o un fallo de la seua cama coixa. Lo cas es que Germán, lo Tiñós, va caure aparatosamen contra les roques, y se va estossolá en un cop tremendo al cap, y va baixá, com un feix de lleña sense vida, hasta la Badina del Inglés. Lo Moñigo y lo Mussol se van aviá al aigua detrás dell, sense pensássu. Brasseján dessesperadamen van pugué traure a la vora lo cos estamordit del seu amic.
Lo Tiñós teníe una ferida mol gran al clatell y habíe perdut lo coneiximén. Roc y Daniel estaben assustats. Lo Mussol se va tirá al muscle lo cos inanimat del Tiñós y lo va puchá hasta la carretera. Ya a casa de Quino, la Pesteta li va ficá unes compreses de alcohol al cap. Al poc tems va passá per allí Esteban, lo forné, y lo va portá al poble en la seua tartana. Rita, la Tonta, va escomensá a cridá al vore arribá al seu fill en aquell estat.
Van sé uns moméns de confusió. Sing minuts después, lo poble en massa se apiñabe a la porta del sabaté. Apenes li dixaben pas a don Ricardo, lo meche; tanta ere la seua anhelán impassiensia. Cuan este va eixí, tots los ulls lo miraben, pendéns de les seues paraules:

- Té fracturada la basse del cráneo. Está mol grave. Demanon una ambulansia a la siudat - va di lo meche.

De repén, la vall se habíe tornat grisa y opaca als ulls de Daniel, lo Mussol. Y la llum del día se va fé pálida y massilenta. Y tremolabe al aire una forsa encara mes gran que la de Paco, lo ferré. Pancho, lo Sensedéu, va di de aquella forsa que ere lo Destino, pero la Pesteta va di que ere la voluntat del siñó. Com no se ficaben de acord, Daniel se va escabullí y va entrá al cuarto del ferit. Germán, lo Tiñós, estabe mol blang y los seus labios tancats en una suave y diluída sonrissa. Lo Tiñós va serví de cam de batalla, durán vuit hores, entre la vida y la mort. Va arribá la ambulansia de la siudat en Tomás, lo germá del Tiñós, que treballabe a una empresa de autobusos. Lo germá va entrá a casa com un endemoniat y al passillo se va trobá en Rita, la Tonta, que eixíe despavorida de la habitassió del dolén. Se van abrassá mare y fill de una manera casi eléctrica.
La exclamassió de la Tonta va sé com una chisparrada fulminán.

- Tomás, arribes tart. Ton germá se acabe de morí - va di.

Y a Tomás se li van saltá les llágrimes y va jurá entre dens com si se rebelare contra Deu per la seua impotensia. Y a la porta de la casa les dones van escomensá a sanglotejá y a plorá y a cridá, y Andrés, "lo home que de perfil no se veu", va eixí tamé de la habitassió, tot belcat, com si vullguere vore les pantorrilles de la enana mes baixeta del món.
Y Daniel, lo Mussol, va sentí que volíe plorá y no se va atreví a féu perque Roc, lo Moñigo, vigilabe les seues reacsións sense pestañejá, en una rigidés despótica.
Pero li va extrañá advertí que ara tots volíen al Tiñós. Per los singlots, gemecs y plos se diríe que Germán, lo Tiñós, ere fill de cada una de les dones del poble. Pero a Daniel, lo Mussol, lo va consolá, en serta manera, este síntoma de solidaridat.
Mentres amortallaben al seu amic, lo Moñigo y lo Mussol van aná a la forja.

- Lo Tiñós se ha mort, pare - va di lo Moñigo. Y Paco, lo ferré, se va tindre que assentá a pesá de lo gran y fort que ere, perque la impresió lo anonadabe.
Va di, después, com si luchare contra algo que lo enervare:

- Los homens se fan; les montañes ya están fetes.

Lo Moñigo va di:

- ¿Qué vols di, pare?

- ¡Que begáu! - va di Paco, lo ferré, casi furiós, y los va allargá la bota de vi.

Les montañes se van entenebrí aquella tarde y los prats y los carreróns y les cases del poble y los muixóns y los seus acentos. Entonses, Paco, lo ferré, va di que ells dos teníen que encarregá una corona fúnebre a la siudat com a homenaje al amic perdut y van aná a casa de les Llebres y la van encarregá per teléfono. La Camila estabe plorán tamé, y encara que la conferensia va sé llarga no la va vullgué cobrá. Después van torná a casa de Germán, lo Tiñós. Rita, la Tonta, se va abrassá al coll del Mussol y li díe atropelladamen que la perdonare, pero que ere com si puguere abrassá encara al seu fill, perque ell ere lo milló amic del seu fill. Y lo Mussol se va ficá mes trist encara, pensán que cuatre semanes después ell sen aniríe a la siudat a escomensá a progressá y la Rita, que no ere tan tonta com díen, se tindríe que quedá sense lo Tiñós y sense ell pera eixugá los seus pobres afectes trencats. Tamé lo sabaté los va passá la ma per los muscles y los va di que los estabe agraít perque ells habíen tret al seu fill del riu, pero que la mort se habíe empeñat en emportássel y contra nella, si se ficabe tossuda, no se coneixíe cap remey. Les dones seguíen plorán jun al cadáver y, de cuan en cuan, alguna teníe algún arrang y besabe y apretabe lo cosset fluix y fred del Tiñós, y fen aixó les llágrimes y crits se incrementaben. Sons germáns de Germán li van voltá una toalla al cráneo pera que no se li veigueren les calves y Daniel, lo Mussol, va experimentá mes pena perque, de esta guisa, lo seu amic pareixíe un chiquet moro, un infiel. Lo Mussol esperabe que a don José, lo mossen, li faiguere lo mateix efecte y manare traure la toalla. Pero don José va arribá; va abrassá al sabaté y li va administrá al Tiñós la Santa unsió sense repará en la toalla. Los grans raramen sen acaten del doló sutil dels menuts. Son pare mateix, lo formaché, al vórel, per primera vegada, después del acsidén, en ves de consolál, se va limitá a di:

- Daniel, pera que veigues en lo que acaben totes les diablures. Lo mateix que li ha passat al fill del sabaté podríe habét passat a tú. Espero que aixó te servixque de escarmén. Daniel, lo Mussol, no va voldre parlá, pos se barruntabe que de féu acabaríe plorán. Son pare no volíe donássen cuenta de que cuan va sobrevindre lo acsidén no intentabe fé cap malesa, sino, simplemen, matá un tonto de aigua. Ni advertíe tampoc que igual que ell li va fotre una perdigonada a la galta lo matí que van matá lo milá en lo Gran duc de reclam, podríe habélay futut al pols y habél enviat allí aon los abres tenen una sombra allargada. Los grans atribuíen les desgrássies a les imprudensies dels chiquets, olvidánse de que estes coses son sempre dessignios de Deu y que los grans tamé fan, a vegades, imprudensies. Daniel, lo Mussol, va passá la nit en vela, a la voreta del mort. Sentíe que algo gran se entaragañabe dins dell y que desde ara res siríe com habíe sigut. Ell pensabe que Roc, lo Moñigo, y Germán, lo Tiñós, se sentiríen mol sols cuan ell sen aniguere a la siudat a progressá, y ara ressultabe que lo que se sentíe sol, espantosamen sol, ere ell, y sol ell. Algo se va semá de repén mol a dins del seu ser:

potsé la fe en la perennidat de la infansia. Va advertí que tots acabaríen morínse, los agüelos y los chiquets. Ell may se va pará a pensáu y al féu ara, una sensassió punchán y angustiosa casi lo asfixiabe. Viure de esta manera ere algo brillán, y al mateix tems, terriblemen tétric y dessolat. Viure ere aná morín día a día, poquet a poc, inexorablemen.
A la llarga, tots se acabaríen morín: ell, y don José, y son pare, lo formaché, y sa mare, y les Pestetes, y Quino, y les sing Llebres, y Antonio, lo Buche, y la Mica, y la Mariuca-uca, y don Antonino, lo marqués, y hasta Paco, lo ferré. Tots eren efímeros y transitoris y al cap de sen añs no quedaríe ni rastre dells damún de les pedres del poble. Com ara no quedabe rastre dels que los habíen pressedit un siglo abáns. Y la mutassió se 
produiríe de una manera lenta, imperseptible. Arribaríen a desapareixe del món tots, absolutamen tots los que ara poblaben la seua crosta y lo món no advertiríe lo cambi. 

La mort ere lacónica, misteriosa y terrible. Al alba, Daniel, lo Mussol, va abandoná la compañía del mort y sen va aná a casa seua a desdichuná (com diu lo Sebeta), amorsá.
No teníe gana, pero creíe una medida prudén omplí lo estómec dabán de les emossións que se aveinaben. Lo poble assumíe an aquella hora una quietut massa estática, com si tot ell se sentiguere agarrotat per la geló de la mort. Y los abres estaben parats. Y lo quiquiriquí dels galls ressultabe fúnebre, com si cantaren en sordina o no se atrevigueren a mansillá lo ambién de dol y replegamén que pesabe sobre la vall. Y les montañes se vestíen de dol, daball de un sel de plom. Y hasta les vaques que pasturaben als prats pareixíen mes lentes y adormides de lo habitual. Daniel, lo Mussol, només almorsá va torná al poble. Al passá frente a la tapia del boticari va vore un tord picoteján un siré bort prop de la carretera. Se van reviscolá en ell los sentiméns del Tiñós, lo amic perdut pera sempre. Va tentá la massecha a la burchaca y va colocá una pedreta a la badana de cuero artifissial de Beseit. Después va apuntá al animalet y va estirá les gomes en forsa. La pedra, al aterrissá al pit del tord, va fé un soroll sec de ossos cruixits. Lo Mussol va corre cap al muixó abatut y les mans li tremolaben al arreplegál. Después va seguí lo camí en lo tordet a la burchaca. Germán, lo Tiñós, ya estabe a dins de la caixa cuan va arribá. Ere una caixa blanca, barnissada, que lo sabaté habíe encarregat a una funeraria de la siudat. Tamé habíe arribat la corona encarregada per nells en la leyenda que va maná ficá lo Moñigo: "Tiñós, los teus amics Mussol y Moñigo no te olvidarán may".
Rita, la Tonta, va torná a abrassál en énfasis, diénli, en veu baixa, que ere mol bo. Pero Tomás, lo germá colocat a una empresa de coches de linia, se va enfadá al vore la inscripsió y va tallá lo tros aon ficabe "Tiñós", dixán sol: "los teus amics Mussol y Moñigo no te olvidarán may". Mentres Tomás retallabe la sinta y los demés lo contemplaben, Daniel, lo Mussol, va dixá dissimuladamen lo tord a dins del féretro, jun al cadáver del seu amic. Habíe pensat que lo seu amic, que ere tan afissionat als muixóns, li agrairíe, sense duda, desdel atre món, este detall. Pero Tomás, al torná a colocá la corona fúnebre als peus del cadáver, va repará en lo muixó, incomprensiblemen mort a la vora de son germá. Va arrimá mol los ulls pera sersiorás de que ere un tord lo que veíe, pero después de comprobáu no se va atreví a tocál. Tomás va notá una corrén superstissiosa pel seu cos.

- ¿Qué... quí... cóm dimonis ha parat aquí aixó? - va di.

Daniel, lo Mussol, después del enfado de Tomás per lo de la corona, no se va atreví a declará la seua part de culpa en esta nova peripessia. Lo esglay de Tomás sels va apegá pronte a tots los presséns que se arrimaben a contemplá lo muixó. Dingú se atrevíe a tocál.

- ¿Cóm pot sé que ñague un tord ahí dins?

Rita, la Tonta, buscabe una explicassió raonable a la cara de cada un dels seus veíns. Pero a totes lligíe un idéntic estupor.

- Mussol, ¿saps tú...?

- Yo no sé res. No había vist lo tord hasta que u ha dit Tomás.

Andrés, "lo home que de perfil no se veu", va entrá en aquell momén. Al vore lo muixó se li van reblaní los ulls y va escomensá a plorá silensiosamen.

- Ell volíe mol als muixóns; los muixóns han vingut a morís en ell - va di.

Los plos sels van contagiá a tots y a la sorpresa inissial va seguí pronte la creensia general de una intervensió ultraterrena. Va sé Andrés, "lo home que de perfil no se veu", lo que primé u va insinuá en veu tremolosa.

- Aixó... es un milacre.

Los presséns no dessichaben datra cosa mes que algú expresare en alta veu lo seu pensamén pera petá. Al escoltá la sugerensia del sabaté se va sentí un crit unánime y esgarrat, mesclat en ays y plos:

- ¡Un milagre!

Varies dones, esglayades, van eixí corrén a buscá a don José. Datres van aná a avisá als seues homens y familiás pera que foren testigos del prodigi. Se va organisá un revol caótic, irrefrenable. Daniel, lo Mussol, tragabe saliva sense pará a un racó de la estansia. Encara después de mort lo Tiñós, los entes perversos que flotaben al aire seguíen enredán los mes inosséns y ben intensionats assuntos. Lo Mussol va pensá que tal com se habíen ficat les coses, lo milló ere callá. Datre modo, Tomás, en la seua exitassió, siríe mol capás de escañál. Va entrá apressuradamen don José, lo mossen.

- Miro, miro, don José - va di lo sabaté.

Don José se va arrimá en ressel al borde del ataút y va vore lo tord rosán la bauba ma del Tiñós.

- ¿Es un milagre o no es un milacre? - va di la Rita, tota exaltada, al vore la cara de estupefacsió del mossen. Se va sentí un llarg murmull al voltán. Don José va moure lo cap de un costat al atre mentres observabe les cares que lo observaben. La seua mirada se va pará un instán a la careta assustada del Mussol. Después va di:

- Sí que es raro tot aixó. ¿Dingú ha ficat ahí eixe muixó?

- ¡Dingú, dingú! - van cridá tots.

Daniel, lo Mussol, va acachá los ulls. La Rita va torná a cridá, entre carcañades histériques, mentres mirabe en ulls desafiáns a don José:

- ¡Qué! ¿Es un milagre o no es un milacre, siñó retó?

Don José va intentá apassiguá los ánims, cada vegada mes exitats.

- Yo no puc pronunsiám dabán de una cosa aixina. En realidat es mol possible, fills meus, que algú, per broma o en bona intensió, haigue colocat lo tord al ataúd y no se atrevixque a declaráu ara per temó a la vostra ira. - va torná a mirá fito fito a Daniel, lo Mussol, en los seus ullets afilats com agulles de cap. Lo Mussol, assustat, va doná mija volta y se va escapá al carré. Lo mossen va seguí -: De totes formes yo li faré traslat al ordinari de lo que aquí ha passat. Pero tos repetixgo que no tos faigáu ilusións. En realidat, ñan mols fets de apariensia milagrosa que no tenen de milagre mes que assó: la apariensia.
- De repén va tallá, sec -: A les sing tornaré peral enterro.

A la porta del carré, don José, lo mossen, que ere un gran san, se va trobá en Daniel, lo Mussol, que lo observabe furtivamen, tímit. Lo mossen va ataullá les proximidats y com no va vore a dingú pels voltáns, li va sonriure al chiquet, li va pegá uns copets paternals al clatell, y li va di en un sussurro:

- Bona la has armat, fill; bona la has feta.

Después li va doná a besá la seua ma y se va alluñá, apoyánse a una gayata, a passes mol curtes y lentes.