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domingo, 21 de noviembre de 2021

DVA, Gerónimo Borao, introducción, 2

II.


A este examen vamos a dedicar el resto de nuestra tarea, procurando señalar la procedencia de algunas palabras, legitimando en lo posible su uso, probando que a su invención ha precedido instintivamente el mejor juicio, y manifestando que no son barbarismos de gente inculta, sino a veces primores que el idioma castellano debiera prohijar (53)
o no haber abandonado. Entiéndase que para la formación de este discurso, así como para la del Diccionario que le sigue, hemos de servirnos, en cuanto nos sea dable, de escritores aragoneses, de anuncios e inscripciones oficiales, de avisos impresos, de la conversación de personas cultas, y sólo en donde todo esto no alcance, del habla común de los aragoneses. No abultaremos, pues, el vocabulario ni la crítica con palabras de las que frecuentemente se improvisan pero no se extienden ni se hacen permanentes: tampoco no lo haremos con las locuciones latinas usadas por nuestros foristas como ne pendente apellatione, artículo de toliforciam, sentencia de lite pendente, neutram y otras, pues aunque sabemos que la Academia incluye algunas locuciones latinas, de antiguo castellanizadas, no le hace, y esto con su habitual prudencia, sino cuando son del dominio general y no del tecnicismo de una ciencia; ni tenemos por verdaderamente aragonesas, aunque de uso particular de nuestros escritores, algunas libertades derivadas del idioma castellano, como tierra baja para denotar cierta comarca de la derecha del Ebro y alto Aragón para denotar la de la izquierda, turbante en sentido del que turba, comisante por el que comisa y adminiculado de adminicular, voces usadas por Larripa; adrezar que dice Blancas; catedrero que consignan los Gestis de la Universidad de Zaragoza; consimile por semejante; reforme por reforma y tisiquez por tisis, que hemos leído en otra parte; caminos circunstantes que también hemos visto usado; membranáceo que dice no mal, en lugar de membranoso, el racionero Latassa; comisarios (54), cercenadores, lugar tenientes y otros cargos que no puede especificar el Diccionario de la lengua y que sin embargo son corrientes en los tratados de legislación aragonesa.

Procedemos en este punto con tal cautela y tan desapasionadamente, que ni damos cabida a algunas palabras (55) por el solo hecho de hallarse en nuestros autores y no en el Diccionario de la Academia; ni incluimos otras que son explicadas como aragonesas por algunos escritores pero que en el Diccionario oficial figuran como castellanas, tales son universidades, gramalla, pedreñal y otras varias; ni acrecemos mucho nuestro Vocabulario con otras cuya definición académica no tiene el alcance de los textos aragoneses como en aquellas hermosas palabras de la Unión “porque non querrian, si Deus e el seynor rey quissies, tener ni seguir otra carrera que la suya;”
ni aun reputamos como aragonesa la palabra dosel usada en las coronaciones de Blancas y calificada como esencialmente aragonesa por él y su comentador el cronista Andrés, el cual para su mejor inteligencia se refiere, bien inoportunamente por cierto, al Tesoro de Covarrubias y al Comento del Polifemo, escrito por García Coronel, cuyos autores no le dejan muy airoso con sus declaraciones.

Lo mismo hemos practicado con algunas palabras puramente lemosinas o catalanas como mateix, res, tantost, apres, nueyt, muyto, destrenyer (acosar), los adverbios en ment o mientre, y con mucha más razón cercar por buscar que usa el Códice de los Privilegios de la Unión, y environar por cercar que dijo el rey D. Martín en la famosa oración con que abrió las cortes de 1398. Hemos también omitido algunos de los muchos tributos o pechas que en documentos latinos aparecen, pero que no creemos del todo aragoneses, como plantáticum que se pagaba por echar el ancla, plateaticum por pasar las plazas, porcagium por los cerdos, salinaticum por la sal, portulaticum y tavitáticum por las naves, etc.; y también algunos de los oficios de la casa real, como subbotellerius, subfornarius, sobrecoch (jefe de la cocina) (Koch, alemán “koj”: cocinero; inglés cook “kuk”) y otros varios, si bien con esta ocasión enumeraremos los que se hallan discernidos en las Ordinaciones de la Real casa de Aragón, compiladas por Pedro IV en idioma lemosín el año 1344, (están en historia-aragon.blogspot.com , son parte de la colección de los Bofarull) traducidas al castellano en 1562 por el protonotario (protonario en el original; prothonotari en un texto del Ceremonioso: https://historia-aragon.blogspot.com/2019/12/offici-sagelladors-scrivania.html )
D. Miguel Climente de orden del príncipe D. Carlos y dadas a la estampa en Zaragoza año de 1853 por D. Manuel Lasala, cuyos oficios (que decíamos) son, dejando a un lado los de uso y nombre más conocidos, los de botilleros mayores y comunes, aguador de la botilleria, panaderos mayores y comunes, escuderos trinchantes, argentarios o ayudantes de cocina, menucier o repartidor, escuderos que traen los manjares, comprador, cazadores o perreros, sobreacemilero y sotacemilero, tañedores, escuderos y ayudantes de cámara, guarda de las tiendas, costurera y su ayudante, especiero, barrendero y lavador de la plata, hombres del oficio del alguacil (jusmetidos a él para aprender criminosos), mensajeros de vara o vergueros, escalentador de la cera para los sellos pendientes, selladores de la escribanía, promovedores, enderezadores de la conciencia, sotaporteros; servidor de la limosna
(almoyna) y escribano de ración que era a manera de contador o tenedor de libros.

Con igual economía hemos obrado al examinar el Índice donde se declaran algunos vocablos aragoneses antiguos, el cual, aunque trabajado por el insigne Blancas; si bien contiene doscientas nueve voces, pero trae muy pocas rigurosamente aragonesas; y aun por eso no hemos incluido de entre ellas sino diez, habiendo despreciado las que nos han parecido castellanas antiguas, que son las más, y habiendo renunciado no sin pena a algunas otras que no dejan de tener semblante aragonés, como son aconsegüexca alcance, bellos ricos, boticayx bofetada, camisot alba, caxo mejilla, desconexenza ingratitud, esguart cuenta, guarda-corps sayo, las oras entonces, lunense apártense (luny, lluny, alunyar, allunyar; chap. llun), meyancera medianía, ont por esto, pertesca parta o tome, pertaña toma, rengas riendas, sines sin, vaxiellos vasos, umplie llenó, izca salga (ixca, ixir, eixir; exitus).

Esa misma parsimonia, pero mucho más fundada, nos ha guiado en cuanto a las palabras castellanas que Ducange define en su Glosario (56), apoyado en documentos aragoneses, cuales son, entre otras, acémila, albarda, alodial, arada, armador, azcona, bandosidad, cabezalero, cahiz, corredor, escombrar, espera, fincar, jurista, malatia, maleta, mayoral, mezclarse, parral, pérdida, perdidoso, quilate, quitación, rastro, realengo, renegado, saca, salva, sesmero, sobreseimiento, soldada, sollo, tapial, taza, timbre, tornadizo y trepado (57). Y si contra este nuestro sistema de conceder a Castilla cuanto la Academia le atribuye (sea cual fuere el verdadero origen de las voces), damos cabida a las ciento o algunas más académicas que Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés castellano, es, no tanto por ser ellas de más uso, si ya no de procedencia aragonesa, cuanto por respetar, como base de nuestro Vocabulario, el primer trabajo que se hizo en ese género; mas, así y todo, las señalamos, para descargo de nuestra responsabilidad literaria, con una letra particular que las distinga, y esto nos permite marcar asimismo las que como aragonesas o provinciales incluye la Academia y las que se deben exclusivamente a nuestra tal cual diligencia.

Pero no hacemos tanto, antes las excluimos por completo, con muchas de las voces que en sus respectivas obras de historia natural escribieron dos insignes botánicos, Bernardo Cienfuegos en los primeros años del siglo XVII y D. Ignacio de Asso (zaragozano) en los últimos del XVIII. Este, sobre todo, a quien se deben muy curiosos y eruditos tratados sobre las producciones, las ciencias, las leyes, la economía política y aun la literatura de Aragón, tuvo la advertencia de consignar, lo mismo en su Synopsis stirpium indigenarum Aragoniae (1779), que en su Introductio ad Oryctographiam et zoologiam Aragoniæ (1784), las voces puramente aragonesas con que se designaban y todavía se designan en el país (que recorrió herborizando y estudiando su suelo y los animales que le pueblan) los objetos sometidos a su descripción. En consecuencia de su plan, calificó unas veces con la palabra vernaculé o provincial de Aragón, otras con la más expresiva de nostratibus, las palabras que tenía por exclusivamente aragonesas, distinguiéndolas de todas las restantes con la anteposición de la palabra hispanis; y por si pudiera dudarse de que designaba con aquellos antepuestos los vocablos aragoneses, él mismo lo declara, ora en el prólogo diciendo Adjunxi etiam vernacula provintiæ nostræ nomina, ora en el índice que titula Nomina hispánica et vernacula Aragoniæ.
Y decimos todo esto, porque parece después muy extraño que persona tan competente en todo aquello que emprendía, calificara de aragonesas palabras que pasan por castellanas, como asnallo, balsamina, cadillo, camomila, cebadilla, ginesta (
plantagenet; parecida a la aliaga, argilaga), margarita, regaliz (regalíssia), sosa, tuca, anadón, andario, becada, calandria, chorlito, dogo, gavilán, lechuza (chuta, ólipa), pajarel, perdiguero, picaraza (garsa en Beceite), polla de agua (focha), pulgón (puó), saboga, tordo (tord o tort en Beceite; tordus), triguero, verderol y otras. Colocónos (nos colocó) esto en la difícil alternativa, o de aceptar por aragonesas bajo la fé de quien, puesto que filólogo, al cabo no se distinguió como etimologista, palabras que no sólo la Academia pero aun los hablistas castellanos han considerado de uso general entre los españoles (también chófer, y no es castellana, a ver si adivinas de dónde viene; o aspirina); o de desairar, sinó, el voto calificado de un literato dedicado con ardor a las ciencias naturales y conocedor por sí mismo de los nombres con que la ciencia y el vulgo designan cada cual los objetos de la naturaleza. Pero nuestra imparcial elección ha estado en favor del habla común española, no sólo por el mayor crédito que nos merecen las muchas y buenas autoridades que contradicen la absoluta de Asso, sino por otra consideración que, favorable como lo es a Aragón, no podemos excusarnos de aducirla.

De esas voces, hoy todas castellanas, supuesto el admitirlas como tales la Academia, las hay, como balsamina, cadillo, calandria, cebadilla, chorlito, dogo, gavilán, ginesta, perdiguero, pulgón, regaliz, saboga y sosa, que ya se hallaban incluidas en la edición príncipe del Diccionario publicada en 1726 por aquella corporación literaria, y no se concibe cómo pudo desentenderse de esta autoridad el naturalista de Asso: pero hay otras, y a la fé muy bellas, como andario, asnallo, camomila, margarita, pajel,

picaraza, polla de agua, tordo, tuca y verderol, que no tenían cabida en aquella edición (58), que en Aragón eran ya muy usuales, y que hoy han pasado al fondo común de la Academia, sin que de nuestra parte quepa contra esto reclamación alguna,
(
como pasan casi todas las palabras aragonesas, mallorquinas, valencianas al DCVB y las consideran catalanas. Sólo hace falta revisar un poco Lou tresor dóu Felibrige para ver su procedencia occitana) como quiera que todos los idiomas viven de esos cambios mutuos, principalmente cuando la lengua de una nación prevalece (como su política) sobre los dialectos (o lenguas documentadas) de las provincias que vienen a constituirla.

Pero hay que considerar como aragonesas algunas palabras que, si bien incluidas como castellanas en el Diccionario general de la lengua, no puede negarse que son de uso constante, popular, y, por decirlo así, privilegiado en Aragón, mientras lo tienen muy raro o ninguno fuera de él, pudiendo asegurarse desde ahora que, pasado algún tiempo, y cuando ya la Academia forme la convicción en que nosotros nos hallamos, habrá de conservarlas en su Diccionario con el carácter exclusivo de provinciales de Aragón (59). Aquí, en efecto, se dice suplicaciones por barquillos como en el Desden con el desden; no marra por no falla como en las farsas de Lucas Fernández; aturar, como en Berceo «Abrán con el diablo siempre a aturar, y como en Lorenzo de Segura «Anda cuemo ruda que no quiere aturar,» amanta, amprar, arguello, arramblar, caño, malmeter, masar, paridera, punchar, rematado, vencejo, y otras varias (60) que se usan frecuentemente entre nosotros, y de las cuales y otras ya notó Capmany que algunas, como aturar, cal, dita, malmeter, ostal y pudor, eran a un tiempo de Cataluña y de Castilla.

De entre las palabras verdaderamente aragonesas aunque de apariencia castellana, de entre las palabras que, a cambio de otras citadas y consentidas como castellanas, tenemos que revindicar como nuestras y sólo nuestras, citaremos más detenidamente, por ser de las más vulgares en nuestro pueblo llano y sólo en él, la famosa expresión impersonal no me cal (no te cal, no le cal) en significación de no me importa, no me conviene, no me es menester, no me cumple, no tengo que etc., cuya frase, que no traen ni Covarrubias, ni la Academia en su Diccionario grande, ni el jesuita Terreros, ni Rosal en su Diccionario manuscrito, se halla autorizada en nuestros días como castellana por la Academia de la lengua, pero usada como aragonesa por sólo nuestros labriegos. (Yo soy filólogo de literatura inglesa y la uso en mi pueblo, Beceite) - En el poema del Cid hablando este de los Infantes sus yernos dice Curiellos quiquier ca dellos poco min' cal, y más atrás Si el rey me lo quisiere tomar, a mi non minchal: en el Poema de Alejandro se lee non te cal ca se vencires non te menguarán vasallos, y en otra parte Mas quequier que él diga a mi poco me cala: en las poesías atribuidas (61) a D. Alonso el Sabio también encontramos

E si vos veis este fuego

non vos otras cosas calen;

en el Laberinto de Juan de Mena

Mas al presente hablar no me cale;

Verdad lo permite, temor lo devieda;

en las poesías de A. Alvárez Villasandino:

Ya non me cal

pensar en al; (chap. ya no me cal pensá en datra cosa)

en las farsas o cuasi-comedias de Lucas Fernández n' os cale desemular; y, lo que es mucho más notable, en las epístolas del obispo Guevara, predicador de Carlos I, «no le cale vivir en Italia el que no tiene privanza de rey para se defender.»


Pero aunque las autoridades que llevamos citadas han podido influir en la Academia para la admisión de esa voz, que sin embargo no vemos incluida en el gran Diccionario de autoridades de aquella corporación, ni tampoco en el de Terreros publicado en 1786, debemos advertir que quienes la han conservado sin interrupción son los aragoneses, desde que (a nuestro parecer) la tomaron de los provenzales, en cuya poesía se halla usada repetidas veces, así como la tienen el idioma italiano en calere, el francés antiguo en chaloir, el catalan en caldrér, y, aun forzando un poco la analogía, el latín en calescere, agitarse, moverse, pudiéndose decir no me mueve, no me agita, no me domina, no me da cuidado, no me importa. Del uso lemosín no puede dudarse al leer en una canción de Pedro III no m' calgra no me sería necesario, y en un poema anterior (62) perteneciente a los primeros años del siglo XIII y publicado y traducido recientemente por Fauriel

Per Dieu, n’ Ugs, ditz lo coms, nons clametx que nous cal.

Por Dios, D. Hugo, dijo el Conde, no os quejéis, que no os conviene.

y más adelante al verso 4844

A la meridiana quel soleilhs pren lombral

el baro de la vila estan á no men cal.

esto es “al mediodía, cuando el sol penetra en todo sombrío y los defensores de la ciudad están descuidados”, o “no están sobre las armas,” como viene a decir Fauriel, o “están en un no me importa,” si fuera posible traducir así aquella expresión que de todos modos indica el abandono.

Y finalmente, verso 4913

Mas non aia Belcaires temensa que nolh cal.
que Fauriel traduce “Mais que Beaucaire n'ait plus de crainte; il n'en doit pas avoir" y que en castellano se puede expresar diciendo “Pero no tema Beaucaire, pues no debe, pues no le corresponde, pues no tiene motivo, pues no tiene por qué.”

Haciendo punto en esta digresión, ya demasiado extensa pero no inútil a nuestro propósito, y anudando el pensamiento de donde ha partido, tócanos manifestar que, señaladas las palabras usadas por autores aragoneses mas no por eso aragonesas, e indicadas también las que a toda luz son de Aragón aunque todavía calificadas como castellanas; pudieran añadirse ciertas otras generalmente usadas en Aragón y que, a pesar de serlo en Castilla por escritores de nota, no tienen cabida como castellanas en el Diccionario de la lengua; tales son haldeta que usa Moratín en aquel verso de sus Navés de Cortés.

de azul y negro las haldetas de ante;

esmangamazos, que, sin el prepuesto privativo, leemos en aquellos versos del Cancionero de Baena

A ty mangamazo syo otra tonsura.

por mi serà dada muy gran penitencia;

(págs. 447 y 481.)
laminero, que tanto divierte a los castellanos cuando lo oyen a algún aragonés y que, sin embargo, no sólo es muy natural derivado de lamer, y muy parecido a lamistero y lamiscado, sino que se ve usado en el arcipreste de Hita,

La golosina tienes goloso laminero;
a placer, que vemos en aquel romance

en corte del rey Alfonso

Bernardo a placer vivía;

pintar, que usan nuestros pastores por tallar, aunque justo es decir que la Academia lo hace sinónimo de escribir, explicando bien ambas versiones aquellos versos encantadores de Gil Polo

mas serate cosa triste

ver tu nombre allí pintado (señalado en mil robles)

…..

no creo yo que te asombre

tanto el verte allí pintada etc.;

mueso, o bocado, (mos; mossegá) que derivado de morsus (de donde después almuerzo) (amorsá, almorsá) se halla como provincial de Aragón y, no obstante, lo encontramos en el Poema del Cid.

Nol' pueden facer comer un mueso de pan,

y en el de Alejandro aunque con varia lección, y en los poetas del Cancionero de Baena

E luego será del todo vengado

el mueso podrido que dió el escorpion
….

Mas freno sin mueso é chapa

vos daria aun emprestado;

peñora (pignorare) y caritatero que explican Berganza y Merino, dando a pennora el significado de multa y prenda, y a caritas el de refección de bebida tras la colación y lección espiritual; tastar, (taste inglés: probar) que si bien se halla en sentido de tocar, derivado de tactus, también tiene en Berceo el de probar o morder en aquel verso

Que de meior boccado non podriedes tastar;
macelo, cuyo derivado macelario no incluye la Academia pero sí en sus vocabularios los eruditos PP. Berganza y Merino; vencejo, de vinculum, (
vencill, bensill, etc; para atar una garba de paja, alfalfa) que, aunque admitido por la Academia en significación de ligadura, sobre todo para atar las haces (feix, feixos) de las mieses, lo declara
D. Tomás Antonio Sánchez privativo de Aragón al explicar el verso de Berceo

Alzáronlo de tierra con un duro venceio;

cútio, que en Aragón significa constante, diario, no interrumpido, conforme con su elimología quotidie, quotidianus, y que la Academia escribe y explica de otro modo, poniendo cutío, trabajo material, y omitiendo absolutamente en su Diccionario el adjetivo cutiano (quotidiano) (cotidiano) que leemos en el poema de Alejandro

Un pasarïello que echaba un grant grito

andaba cutiano redor de la tienda fito

y en Berceo

facie Dios por los omes miraclos cutiano

y en el célebre Villasandino

Pues memento mey cutiano disanto.

de, partícula expletiva que se usa en la frase me dijo de antes su parecer, y en otras parecidas, y que también usan nuestros clásicos como Cervantes, “tan bien barbado y tan sano como de antes,“ y el obispo Guevara “y sus pueblos quedaron como de antes perdidos.“

Añadiríamos a estas algunas otras palabras y frases que, siendo muy familiares en Aragón, y no teniendo nada de exóticas ni nuevas, están excluidas, no obstante, del Diccionario de la Academia, por donde oficialmente resultan no ser castellanas, mientras son positivamente, ya que no aragonesas, de uso aragonés; pero atribuyendo este silencio, no a decisión magistral sino a descuido inevitable de aquel sabio cuerpo literario, no adicionaremos el anterior catálogo ni aun con las dos que por ahora nos ocurren. Es la una llevar la corriente, frase que hemos oído a castellanos puros y que usa el Duque de Rivas (poeta cordobés) en el romance último de su Moro Expósito

“, le acaricia, le lleva la corriente”

La otra es la voz medicina que no se define por la Academia sino como “ciencia de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano,” y que en sentido de medicamento (63) es en Aragón vulgarísima, se usa mucho por los facultativos y se lee con frecuencia en las Ordinaciones del Hospital de Zaragoza 1656, siendo además común a la lengua italiana y al dialecto catalán, pero que no puede formar parte de nuestro Diccionario cuando la vemos usada en todos los más distinguidos escritores castellanos, desde Cervantes a Espronceda, desde Quevedo hasta el poeta popular Trueba, y lo mismo en fr. Luis de Granada que dice sin los tormentos de los médicos y las medicinas, en Mexía como el buen medico sus medicinas, en Guevara y lo poco que las medicinas le han aprovechado, en Rhúa que sana la herida con medicinas lenitivas.

Pasando ahora a uno de los más notables grupos en que pueden dividirse las palabras aragonesas, digamos en honor suyo que este pueblo ha conservado un gran número de las que constituyeron el habla antigua castellana, siendo ya consideradas como arcaísmos fuera de uso algunas y no pocas, que acá nos son del todo familiares, y que en parte componen el más usual vocabulario de la gente inculta, cuyos modismos excitan hasta cierto punto la compasión de quien los oye, ignorándose, aun por nosotros mismos, que así hablaron los padres del común idioma castellano.

Sería, en efecto, un trabajo muy curioso el de reunir las voces, incorrectísimas hoy, de las clases últimas del pueblo, y observar su perfecta identidad, no ya con las que se emplearon en los siglos primeros del habla, sino aun con muchas de los escritores que florecieron en el siglo XVI (64). Llegarían esas semejanzas hasta el punto de ser fácil componer todo un discurso, y aun todo un libro, con palabras tomadas del antiguo castellano, que sin embargo serían exactamente las que usa con predilección el pueblo aragonés; bien que muchas de ellas no dejan de ser comunes con el ya bárbaro dialecto que todavía conserva el estado llano en toda España. Sean ejemplo de esta observación, sin que por eso abultemos con ellas nuestro Diccionario, las palabras niervo; omecida, gomitar, buticario, reconvinió, *prolvengan, filicidad, tuviendo, entreviniendo, abellota, quisiendo, *previdencia, risistir, pidir, dicir, recebir, vieda (veda), siguidilla, ambrolla, crocodilo, (latino puro) virificar, ogepción, asasinar, etc. Séanlo también mesmo, trujo (65), agora, escuro, enantes, dende, que los poetas dicen con frecuencia. Séanlo igualmente estentinos, malmeter y rancar, que usa Juan Lorenzo de Segura; emparar que se lee en Berceo; bulra, estoria, estruir y mandurria que emplea el arcipreste de Hita ; churizo (66), (choricer en Alcañiz, jueves lardero y chorizo) previlegio y rétulo, que nos dice Covarrubias; rabaño y aspárrago que conforman más con la etimología hebrea y latina; pedricado, que dice el rabí D. Santob; cantacio, estentino y otras muchas que se ven en el Cancionero de Baena; empués, que dice Marcuello (pero también Berceo); agüelo y cudicia Aldrete; acontentar el autor del Diálogo de las lenguas; inconvinientes, encorporar y muchas otras Zurita; riguridad Tirso de Molina; mesmamente el P. Isla.

Pero estas palabras no son otra cosa, aunque saludadas con el nombre de barbarismos, sino ligeras desviaciones enfónicas de otras verdaderamente castellanas: las hay que siendo notadas en Castilla como arcaísmos, son en Aragón bastante corrientes, y de ellas citaremos (aunque no hagamos uso de todas en el Diccionario) abejera, aconsolar, afigir, afirmar, almuestas, aplegar, apoticario, árcaz, asin, asisia, asumir, azarolla, bahurrero, batifulla, batimiento, bogeta, buco, cadillo, calendata, cablieva, canso, capacear, casada, cocote, coda, espedo, fajo, fendilla, ferial, fosal, interese, marzapán, mayordombría, mida, mueso, nano, ostaleros, otri, pasturar, peñorar, pigre, tardano, tributación etc.; de cuyo catálogo, que pudiéramos no sin dificultad engrandecer, se deduce lo que ya hemos indicado, es a saber, la religiosidad con que el pueblo ha guardado la antigua manera de hablar, haciendo en él la ignorancia las veces del respeto.

No son menos recomendables, pues son igualmente puras y perfectamente conformes con la índole o genio del idioma, las palabras compuestas que ostenta el aragonés.
No hay para qué decir la belleza y el número que de los compuestos resulta; ni la facilidad con que la lengua española los admite, merced a sus terminaciones vocales y a la buena proporción en que entran estas letras; ni la condensación que producen, economizando circumloquios y partículas; ni el uso que de ellos hicieron las lenguas antiguas, principalmente la griega: todo es demasiado conocido para necesitar
esplanarlo, y mucho menos aquí en donde por otra parte no tiene su principal asiento. Pues bien: de estas composiciones que deben tomarse, sino es en las ciencias, del fondo que ofrece el propio idioma (según lo insinuó Mayans con acierto, tomando cabalmente por ejemplo una voz aragonesa) hay algunas, entre las muchas que a cada

paso inventa la conversación, como aguacibera, aguallevado, aguatiello, ajoarriero, ajolio, alicáncano, alicortado, antecoger, antípoca, apañacuencos, arquimesa, arrancasiega, babazorro, botinflado, cabecequia, carasol, casamuda, cazamoscas, contrayerba, entrecavar, escondecucas, gallipuente (gallipont, gallipons), habarroz, hurtadineros, malbusca, matacabra, matacan, miramar, paniquesa, rabiojo, sobrebueno, sobrecielo, tragacantos, zabacequias.


Y si de los compuestos pasamos a los derivados, que son una parte tan principal, y por ventura la más numerosa de los idiomas, ¿cuántos no encontraremos en Aragón, cuya mayor parte debieran adoptarse por la Academia? Permítasenos ofrecer de ellos una muestra, la cual, contribuyendo a esclarecer este punto, dejará también probado que en la conservación tenaz de sus modos de hablar, generalmente proceden los aragoneses con una lógica instintiva, muy ajena de la especie de extrañeza depresiva con que son saludados sus provincialismos. Véanse, sino, las palabras aceitero, adinerar, afascalar, agramar, aguachinar, agüera, ahojar, aladrada, alaica, anzoleto, añero, apabilado, apenar, aquebrazarse, arrancadero, arrobero, asolarse, azutero (azud, assut), bajero, boalage, bolsear, brazal, cabecero, cabezudo, cabreo, calorina, callizo, canalera, cantal, capolado, capucete, casera, comprero, collete, cresarse, crujida, cuaternado, culturar, cunar, chorrada, defenecer, dentera, desbravar, descodar, desgana, encerrona, engafetar, enzurizar, esbafar, escorchón, escorredero, estribera, frontinazo, galgueado, helera, huevatero, jetazo, juguesca, lavacio, manifacero, mañanada, maseta, matacía, mitadenco, molada, ocheno, oleaza, parejo, pastenco, peduco, picoleta, plantero, pulgarillas, racimar, repaso, saquera, simoso, sondormir, sudadero, tardada, ternasco, vendería, volandero.

Hay otras muchas palabras que difieren muy poco de las correspondientes castellanas, resultado necesario de la varia eufonía de las provincias, a veces de la mayor o menor fidelidad etimológica, y no pocas del simple decurso de los tiempos, que refinan o adulteran, pero no para todos, el idioma. Vocablos hay que varían la terminación, como abejero por abejaruco, ancheza por anchura, apuñadar por apuñear (puño, puñada; puñetazo), azanoriate por zanahoria, balsete por balsilla, blanquero por blanqueador, capaza (capazo) por capacho, cargadal por cargazón, corrinche por corrincho, chaparrazo por chaparrón, dalla por dalle (guadaña), exigidero por exigible, friolenco por friolento (friolero, friolera), perera por peral, pescatero por pescadero, picor por picazón, rocador por rocadero. Unos se han sincopado en Aragón, como abrío por averío, albada por alborada, (auba Mallorca, alba) cartuario por cartulario, censalista por censualista, cobar por cobijar, chapear por chapotear, mida por medida, zanguilón por zangarullón: otros, al contrario, se han alargado por epéntesis, como alirón por alón, bienza por binza, cadiera por cadira, carracla por carraca, empedrear por empedrar, hilarza por hilaza, jarapotear por jaropear, marrega por marga, panso por paso, valentor por valor. Unos suprimen por aféresis la sílaba inicial, como caparra por alcaparra (también garrapata), dula por adula, jada por azada, jambrar por enjambrar, pedrada por apedreada, zafrán por azafrán (safrá; saffron): otros la toman por prótesis, como amerar por merar, asesteadero por sesteadero, atrazar por trazar. Unos pierden la final por apócope, como alum, brócul, caparrós, espinai, por alumbre, bróculi, (brócoli) caparrosa y espinaca: otros la toman, como rondalla por ronda. Algunos duplican una letra, como acerolla, sarrampión, por acerola, sarampión: otros son anagramáticos, como amorgonar y arraclan, (arraclau, arreclau) por amugronar y alacrán: otros obedecen más al origen latino, como bufonería, calonia, concello, curto, gramen por buhonería, caloña, concejo, corto, grama (lo gram en Beceite): otros padecen la leve alteración que algunos gramáticos llaman antítesis, (metátesis) como sucede en achacarse, albellón, alcorzar, almadia, anganillas, aradro, bofo, boteja, cogullada, ensundia, furrufalla, garufo, gayata, jijallo, lezna, mandurria, panolla, (mazorca) restrojera, rujiada, tamborinazo y vendema, cuyas equivalencias castellanas no es necesario enumerar (para la gente poco versada es necesario). Otros, finalmente, se distinguen por su sílaba inicial es, que en Aragón suele preceder como privativa en lugar del antepuesto des, y aun aumentarse a la voz castellana, como se ve en esbafar, escañarse, escrismar, esgarrar, espatarrarse, estral, estrévedes (67) y esvarar, bien que la lengua castellana es también abundante en esas voces, la mayor parte anticuadas (y esto prueba nuevamente en favor de Aragón lo que a la página 71 llevamos dicho) como escañar, esfogar, esfriar, espabilar, espalmar, espavorido, espedirse, espejar, espeluzar, esperezarse, espolvorear, esposado y estajo.

También son de citar, y merecerían una interesante explicación individual, algunas palabras y modismos, que, sin separarse del idioma común, tienen valor nuevo en Aragón, por estar tomadas graciosamente en sentido figurado o translaticio, cuya manera de hablar es uno de los más altos primores de una lengua. Notaremos como ejemplo, acantalear, ajustarse, albarrano, andaderas, anieblado, armarse fandango, asnillo, bandearse, barbaridad, brazo de S. Valero (68), caballón, cárcavo, carmenar, crujida, chaparrudo, echar la barredera (69), echar la ley, encabezado, encanarse, dar carrete, florecer la almendrera, garras, gorrino, guitón, gusanera, herejía (heregia), indignarse la llaga, julepe, jusepico, lucero, lucidario, macerar, mazada, morir a loseta, mostacilla, nazareno, pinganetas, salida de pavana, tiorba y otras.
A este grupo corresponden igualmente la palabra tocino en que los aragoneses toman la parte por el todo; las palabras azulejo, elástico, y esponjado, que toman pie de la cualidad sobresaliente del objeto para darle nombre; también talegazo y titada, cuya analogía con costalada y monería no deja de ser curiosa; igualmente bigardo, que aplicándose primeramente a unos frailes de la orden de S. Francisco condenados por herejes en Alemania e Italia, se extendió después a los de mala vida, concluyendo por significar en Aragón el mancebo de grandes medros y de buena apariencia para el trabajo pero que hace vida inútil y ociosa; y finalmente las antonomásticas florín que así se llamó por ser usual en Florencia, según Merino; frederical, con motivo del manto que usaron algunos Fadriques de Sicilia, según la explicación de Blancas; con D. Antón te topes, a guisa de maldición, en recuerdo de D. Antonio de Luna que asesinó al arzobispo de Zaragoza en los disturbios promovidos por el conde de Urgel; más listo que Cardona, con alusión al vizconde de ese título que, aterrado por el miedo cuando su grande amigo el infante D. Fernando fue mandado matar en 1363 por el rey su hermano, huyó precipitadamente desde Castellón a Cardona pasando el Ebro, por Amposta; ya se murió el rey D. Juan, frase proverbial alusiva al pródigo D. Juan II y dirigida contra los ambiciosos de mercedes; que viene Vargas, expresión con que se asusta a los niños desde la jornada funesta en que aquel mandó prender y decapitar a Lanuza de orden de Felipe II; zaforas, voz moderna, suponemos que ocasionada por el longista Zaforas en cuya casa se dice que sirvió como criado el famoso Cabarrús; piculín, en recuerdo de un famoso volteador de aquel nombre que, procedente de Castellón de la Plana, trabajó en Zaragoza muy a gusto de todos desde 1803 a. 1815, según Casamayor (70), bien así como en Castilla ejecutó sus habilidades en el siglo XVI el italiano Buratin, de donde tomaron ese nombre los volatines en general, según lo hemos leído en algún trabajo etimológico y aun nos parece recordar que en alguna comedia de Lope, por más que en el Diccionario de la Academia no hayamos hallado esa palabra.

Viniendo ahora a las etimologías, por demás está que repitamos lo que ya hemos indicado en este punto, ocioso es que digamos de nuevo lo que por otra parte de todos es sabido: las lenguas se forman por aluvión y por derivación, de lo cual nace su división en familias, el parentesco estrecho que a muchas liga entre sí, la riqueza misma que ostentan, como se ve en la griega con la acumulación de sus dialectos, en la latina con su imitación griega, en las germánicas y neolatinas con la asimilación de sus afines y con el contacto de los pueblos conquistados y conquistadores, aliados y enemigos. Pero si es un gran mérito filial, como lo es a nuestros ojos, la conservación cariñosa de las raíces o voces matrices, supuesta la necesaria y aun oportuna reforma de la sintaxis, en Aragón hay por qué envanecerse en este punto, pues son muchas las voces provinciales que derivan inmediatamente del idioma del Lacio (71).

Unas han conservado toda su estructura latina, como lumen-domus, articulata, calendata, portata, testificata, exhibita, cancelata, extracta, intramarino, ultramarino, cisterno, forideclinatorio, paciscente, y bonavero que, aunque tiene por su terminación aire español, procede de la frase antigua Bona vero quæ demandantur sunt hæc, y expresa hoy como entonces la lista de los bienes a que se refiere la demanda.
Otras son idénticas, o no han variado sino la desinencia o la ortografía, como ápoca, apoticario, ordio, cicures, brisa, ligona, uva, lucidario, sansa, comanda, excrex, convenido, pigre y motilar. Otras, aunque un poco más desemejantes, conservan muy visible su procedencia, como cuaderna, adimplemento, la Seo, coda, falenciales, oleaza, túberas, fiemo (
fem; humus; estiércol), macelo, farinetas (farina : harina), batifulla, fabear, zaborra y fabolines. Otras, en fin, aunque no de tan incuestionable etimología, la tienen bastante lógica, y desde luego mucho menos violenta de lo que suelen buscarla muchos etimólogos, a quienes, por lo mismo de no poseer nosotros su caudal, no los imitaremos ciertamente en disiparlo: tales son geta, gitar y jetar, de getare (y no de jacere, como otros suponen) (gitar : acostar sí es de jacere; gitar : expulsar, echar; foragitar); besque de viscus (pasta de muérdago viscosa, pegajosa, para atrapar pájaros); fajo (y aun fascal) de fax, origen de haz, (fasces; feix) hacinar etc.; huebra derivado de opera, que debió pasar por opra, obra y uebra, acabando por recibir entre nosotros un sentido genérico o trópico; aturar que Rosal (72) deriva de obturare; emberar acaso de ver, primavera, por empezar a colorear entonces algunas frutas, como se dice agostar al marchitarse de las plantas (agosto); exárico de exaro; concieto, de conceptus deseo concebido; muñido de monere, avisar, citar, obligar a comparecer; vellutero, de vellus, lana (vellut : terciopelo); trincar, de trincare, silvar, beber, dar muestras de recocijo; encante de in cantu; amosta, de amba manu hausta, según Monlau; tastar de tactus; mueso, de morsus; vencejo de vinculus; rufo, tal vez de rufus, rubio (rubeo : rojo); teruelo acaso de textula, tejuela con que en lo antiguo se votaba; caritatero, probablemente de charitas, a juzgar por el objeto de aquel cargo que suponemos equivalente al de limosnero; baste, quizá de bastaga, transporte, o de basterna, litera; calamonar, no muy extraño a calamenthum yerba; bando, que puede provenir de pando, siendo tan conformes las dos letras labiales en que se diferencian ambas voces; luquete, a luce como dice Rosal, aunque esa palabra no la incluye la Academia como aragonesa sino como castellana.

Otra de las más copiosas fuentes de donde el idioma español ha tomado un gran número de palabras, es la lengua árabe que, correspondiendo a una civilización muy adelantada sobre todas las de Europa, hubo de forzarnos a admitir, con sus raros conocimientos en las ciencias y artes, las voces que servían a desarrollarlos. No se habló en Aragón aquel idioma como en otras provincias, y es que tampoco no fue tan larga la dominación árabe, reconquistada Zaragoza en 1188 y Valencia (por D. Jaime) en 1238; pero fuélo todavía lo bastante para imprimirnos su influencia; y sobre todo nos impusieron los árabes en adelante, aun después de sometidos, ese suave yugo que, por lo mismo de no ser impuesto a la violencia sino en el seno de la paz, es, no sólo más duradero, pero aun tan honroso a los conquistados como a los conquistadores. Todavía subsisten, sobre todo en Valencia, pero también en Aragón y aun en Navarra, y claro es que en muchos otros puntos de España aun sin contar la Andalucía, prácticas agrícolas, costumbres indelebles, restos, del traje calles y barrios, y principalmente muchos vocablos de la lengua árabe con que la nuestra ha venido a enriquecerse.

Sobre las voces que son generales a toda España, y que Marina enumera cuidadosamente hasta formar un catálogo de cerca de mil quinientas, si bien algunas de origen griego u oriental pero siempre transmitidas a nosotros por los árabes, tiene Aragón otras propias de las cuales citaremos ajada, ajadón, alamín, alberge, albarán, alcohol, alfarda, algorín, almenara, almud, almudí, amelgar, antibo (de anteba, hincharse), arcaz, arguello, arna, aturar (73), badal, bailío, barreño, bocal, boto, bucarán, eraje, gaya, gafete, jauto, jebe, jeto, jimenzar, lapo, márfega, márraga, mossen, rafalla, rafe, sirga y zafrán; a las cuales no dudamos en agregar las investigadas a ruego nuestro por un competente amigo nuestro (74), de entre los cuales son incuestionablemente árabes, según sus informes razonados, alguaza, alquinio, antosta, badina, bahurrero, cabidar, capleta, charada, fardacho, fizón, maigar, tabarda, tría, zaborra y zalear; muy verosímiles alfarrazar, alacet, arcén, buega, cija, libón, y liza, y algún tanto dudosas abollón, *aribol, batueco, bistreta, boira, caramullo, cibiaca, cocón, cospillo, cudujón, fejudo, fres, güellas, jasco, lillas, pardina y pocho.
(
En el glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental, de Leopoldo De Eguilaz y Yanguas he encontrado algo: Baden, badina. La zanja que dejan hecha las corrientes de las aguas. Charca. De * bátin, "rebajado, hundido (suelo terreno) en Kaz. "the low or depressed tract of land, of the plain, where water rests and stagnates" en Lane. Alix. (badina, badines, a Beseit, la badina negra al Parrissal). // ALACET. Voz aragonesa que significa fundamento de un edificio. Borao. Es la arábiga alist o alicet, que, entre otras acepciones, tiene la de fundamento en Kazimirski. Tráela R. Martín bajo la forma *ar alast o alacet, según la pronunciación vulgar, aunque con significado distinto. Acaso alacet no sea más que la contracción de *ar alisését, pl. de alisés, fundamentum en R. Martín, la base o cimiento de un edificio.)

En cuanto a la influencia provenzal, (ver Lou tresor dóu Felibrige, Mistral) con decir que se sintió más o menos aun en Castilla, no puede sorprender que en Aragón fuese extraordinaria, y lo admirable es, pero no menos cierto, que aquí no resultase un dialecto como el catalán o valenciano, y que alcanzara a conservarse el idioma español, nacido como en Castilla pero independientemente de Castilla, y perfeccionado lentamente no sin alguna intervención castellana, pero desde luego con más y mejores aunque no muy aprovechados elementos. Haciendo fondo común de las voces puramente lemosinas y de las catalanas, tenemos, principalmente de estas, un buen número, siéndonos perfectamente comunes amosta, baga, banova, barral, botiga, braga, bresca, corcar, embafar, empentar, escalfeta, escalibar esclafar, esgarrifarse, falca, fuina, gallofa, garba, garraspa, ginjol, gosar, greuge, madrilla, mas, máscara, porguesas, pudor, purna, quera, a ran, sirga, taca, tastar, tongada, trena, trucar, veguero, veta, y, según puede verse en Raynouard (75), adobar, aturar, borda, getar, rosigar, tetar y alguna otra; así como también son comunes al aragonés y al catalán, aunque aquel les ha dado desinencia o pronunciación castellanas, ajordar, calage, calibo, fitero, guito, manifacero, masobero, tinelo, trespontin etc. y lo son también, o por su raíz o por su semejanza, argadillo, cuquera, espenjador, fosqueta, garrampa, milocha y alguna otra.

Algunas de estas palabras pertenecen también a los otros idiomas neo-latinos, no siendo fácil decidir si fueron elaboradas a un mismo tiempo, ni en caso contrario de qué parte estuvo la precedencia; pero de todos modos es lo cierto que tastar, por ejemplo, es común a los idiomas aragonés, catalán, francés e italiano, (e inglés, taste) que botiga, y gingol (jíngol, gínjol), traspontín y aun falordia lo son a los tres primeros, que fuina, muir, taca y aun escalfeta lo son al aragonés, al catalán y al italiano. En cuanto a las semejanzas del aragonés con el francés o el italiano pueden citarse, respecto a este, gratar, chemecar, falaguera (de follegiare), y aun badal y picota; y respecto a aquel acoplar, aguaitar (de guetter), alberge, argent, (Ag, argentum, plata) becardon, chapelete, empachar, esparvel (de épervier) (esparver, esparvé), fuina, guipar (de gûepe abispa), manchar, mazonero, niquitoso (de nique mueca), planzón, pocha, pochada y algunas otras como gallón que la Academia escribe gasón tal vez por aproximarla al gazón francés, y mascarar que, desusado hoy por ellos más no por nosotros, usó sin embargo Rabelais en “Gargantúa) se mascaroyt le nez.”

Expuesto ya, si bien concisamente y sin extendernos a observaciones, panegíricas, lo más preciso de saber para la inteligencia del habla aragonesa en lo tocante a su historia, su etimología, su propiedad y aun sus ventajas, seguramente que completaría en gran parte nuestro trabajo la exposición de los modismos, frases o refranes peculiares de Aragón; pero nos ha retraído de esta idea, no sólo la dificultad de llevarla a cabo con algún acierto, sino la consideración de que aquellas maneras usuales de decir no alteran en nada el idioma castellano, ni difieren (sino es en los pueblos del Somontano (76)) de la sintaxis común, ni marcan ninguna genialidad aragonesa, ni son otra cosa que combinaciones de las sin número que permite un idioma, y que todos los días crea el gusto o la improvisación individual. Ni las construcciones poderse asumir a bolsa de caballero y llevar mujeres a ganancia, que usan nuestros fueros, tienen nada de repugnante con el idioma castellano; ni ofrecen originalidad de alguna monta las frases campar por sus respetos, no le hace por no importa, conducir por Ebro vez de vez de conducir por el Ebro, jugar a pelota (creo que en Navarra y País Vasco se usa también) por a la pelota, parar fuerte por mantenerse sano, vagar te puede por ancho te viene, hacer duelo por dar lástima, (sobre todo en la comida: me hace duelo dejármelo: me fa dol dixámeu; no te cale : no te cal : explicado más arriba) el Juan y la Isabel por Juan e Isabel (77), (el artículo delante del nombre propio se usa en toda España, pese a lo que diga la gramática; la Yoli, la Jeni, el Jonatan, etc) sin parar por al momento, tal cual por al punto y otras como estas; ni tampoco los decires familiares o proverbiales pan de mi alforja, hasta las pulgas toman tabaco, a sopas hechas, ir atrás como el soguero, peor que Geta, más malo que Piván, más feo que Tito, peor que Fierrabrás (Fier-à-bras) (Fierabrás), más célebre que Barceló por la mar (con alusión al famoso marino mallorquín del siglo pasado), sabe más que Briján (Bricán nigromante o hechicero, como Merlín, según Milá), tiene más que Zaporta (cuya esplendidez se conserva en Zaragoza en el palacio monumental de su nombre que después se llamó de la Infanta por haberlo habitado la esposa del infante D. Luis), con la faldeta remangada, priétate la frente, para cuestas arriba quiero mi mulo, como los perros en misa, el que a su enemigo plañe en sus manos muere, más vale sudar que estornudar, más caro que el salmón de Alagón, que se pasa el asado, serio como bragueta de ciego, viejo como las bragas de fr. Pedro, sabido como el chiste de Saputo (78), qué trenzadera o qué alpargata lleva (embriaguez o (borrachera), donde Cristo dio las tres voces (en paraje extraviado), irse por Val-de-Gurriana (desviarse del camino natural aunque sea en la conversación, en el juego etc.), costar un sentido, ya viene Martinico (para decir a los niños que les entra el sueño), más duro que el pie de Cristo, llamar a Cachano con dos tejas (querer un imposible, apelar a quien no puede socorrernos) y otros de ese carácter ; ni encontraríamos cosa alguna reparable sino en muy contadas locuciones que en cierto modo alteran el idioma y se presentan en él como verdaderos solecismos, según lo vemos en ir viaje o estar viaje por ir de viaje o estar de viaje, se lo dé V. por déselo V., es tu que no llueve usado por la gente vulgar en forma interrogativa en vez de ¿cuánto va que no llueve?, lo qué? por qué?, en puesto de y en igual de por en vez de (locus : lugar, puesto, lloch, lloc, loc, loch; en lloch de, en lloc de, en puesto de, en ves de), hasta de ahora por hasta ahora, con otras que pudieran añadirse y que nosotros omitimos rebuscar.

En lo que sí queremos detenernos algún tanto es en el gracioso diminutivo en ico, que consideramos más bien como un modismo que como una palabra, y que, si bien es manera de hablar muy castellana y aún no considerada como arcaísmo por el Diccionario de la lengua, pero es desusada y aun ridícula entre los castellanos, al paso que muy general en todas las clases sociales de Aragón y de Navarra (y Murcia).
Y decimos que muy general, porque hemos de confesar que un gran número de palabras de las que hemos citado como aragonesas, y por ventura las más interesantes, como cal, aturar, amprar y muchísimas otras, ya no se conservan sino entre las clases ínfimas del pueblo; que también
acá (acá se conserva más en Sudamérica, en España ven p'acá, p'aquí) ha cundido entre las personas cultas el desdén hacia nuestras bellezas provinciales; pero el diminutivo de que hablamos es universal, y ya no depende de la educación sino del nacimiento.

El idioma español, rico en los diminutivos cual ningún otro, y desde luego muchísimo más que el hebreo, el árabe, el griego y aun el latín y el italiano, como que reúne más de treinta diversas terminaciones (79), habiendo palabra que permite ella sola doce desinencias, claro es que no aplica todas esas variantes o aumentos de final a todas las palabras, antes se conforma con lo que cada una permite (80); mas en medio de ser esto cierto, las en ico, en illo y en ito son terminaciones generales que se aplican indistintamente a casi todos los nombres, habiendo entre ellas una verdadera sinonimia.


Pero el diminutivo en ico tiene dos ventajas incontestables, el uso preferente que de él hicieron los padres de la lengua, y su significación especial e intrínsecamente distinta de los de otras terminaciones. En los escritores de nuestros orígenes, sobre cuyos sencillos versos parece que vagaba, como una fresca brisa sobre las plantas silvestres, el ambiente de la naturalidad, era el diminutivo en ico el que dominaba en la expresión de los afectos o las apreciaciones, y por eso es tan general en la poesía popular y en la familiar de posteriores tiempos. ¡Qué bien dicho está en una farsa de Lucas Fernéndez

¡Oh, pastorcico serrano!

¿viste, hermano,

un caballero pasar?

y en un romance sobre el moro Calainos

Bien vengáis, el francesico

de Francia la natural?

¡Cuán propio es de la poesía de Castillejo, último trovador de los amores y la sátira, paladín de la poesía nacional contra los petrarquistas, contra los luteranos como él decía, cuán propios son de aquella poesía fácil y sentida aquellos versos, ya pertenecientes a una época muy adelantada, en que se pinta con gracia inimitable a un vizcaíno borracho metamorfoseado en mosquito
tuvo con esto a la par

una risica donosa,

las piernas se le mudaron

en unas zanquitas chicas,

los brazos en dos alicas,

dos cornecicos por cejas!

¡Qué bien sienta en Rodrigo de Cota o Juan de Mena, o quien quiera que escribiese la primitiva Celestina (que nosotros no hemos de desatar nuestras dudas como el editor de Barcelona que atribuyó a aquellos dos tan admirable obra); qué bien sienta aquella aglomeración graciosa de diminutivos «Nezuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico, lobitos en tal gestico, llégate acá putico etc.»! ¡Qué encanto hay en aquellas deleitables fontecicas de filosofía, que nos dice Fernando de Rojas! (autor de la Celestina)
¡Qué espontaneidad tan amorosa en Fr. Luis de Granada el pollico que nace luego se pone debajo de las alas de la gallina... y lo mismo hace el corderico; en Mendoza las mañanicas del verano a refrescar y almorzar; en Santa Teresa al primer airecico de persecución se pierden estas florecicas; en Guevara lo demás que callandico me pedistes en la oreja etc.; en Ávila cuando aconseja conservar esta centellica del celestial fuego; en Lope para quien la constelación de S. Telmo era una estrellica como un diamante! (81) ¡Qué difíciles son de enmendar aquellas tajadicas subtiles de carne de membrillo con que se atendía a la voracidad plebeya de Sancho el Gobernador, aquellos zapaticos para sus hijos que echaba de menos su mujer, y, entre muchos pasajes de la GITANILLA DE MADRID, aquel «Preciosica, canta el romance que aquí va porque es muy bueno”! y ¡cuán superior es en la misma novela aquel cabo de romance (82) «Gitanica que de hermosa te pueden dar parabienes» sobre el que le sigue «Hermosita, hermosita, la de las manos de plata!» ¡Qué tono de familiaridad en aquella carta de Caballero de la Tenaza «Ahora es, y aun no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana!" (83) Y viniendo todavía más a nuestros tiempos, cuando la lengua y la poesía tocaban el último grado de la perfección, el principio ya de su inminente decadencia, léanse nuestros grandes poetas dramáticos y líricos, y veremos que, cuando el asunto les consiente cierta familiaridad, prefieren el ico para denotarla más fielmente, como en los versos de Calderón

La ropilla ancha de espaldas,

derribadica de hombros,

y redondica de falda;

como en Moreto, en quien todavía resulta más terminantemente nuestro aserto cuando entre sus personajes de TRAMPA ADELANTE pone a Jusepico y Manuelico pajes,

a la manera de Quevedo que llama Pablicos al héroe de su novela el Buscón (84).

Tan admitido era entre los más serios escritores aquel diminutivo, que en el testamento (verdadero o falso) del Brocense, el cual inserta e impugna con su exquisito natural buen juicio el Sr. marqués de Morante en la excelente vida de aquel humanista publicada como apéndice al tomo V de su Catálogo, hay una cláusula que dice «Item, Mando a Antonita mi nieta el mi lignum crucis con su cristalico у las seis esmeraldas de que está cercado»; y, lo que es más reparable, Covarrubias, cuyo lenguaje didáctico parece que había de excluir todo diminutivo, dice al explicar (bien ridículamente por cierto) la etimología del gavilán «cuasi cavilan por la astucia y sutileza con que hace presa en las avecicas,» cuya frase le copia y prohija la Academia en la primera y más completa impresión de su Diccionario (85).

Y para que se vea con otro género de prueba la importancia que tuvo ese diminutivo, obsérvese que hay palabras de que no ha quedado, según la Academia, sino el diminutivo en ico, por ejemplo bolsico, calecico, doselico, farandulica, sonetico, fuellecico y zamarrico, a las cuales pueden añadirse las locuciones y refranes veranico de S. Martín, mañanicas de abril buenas son de dormir, Romero ahíto saca zatico etc.: hay algunas que no admiten otro que él, como Perico, borrico, gemidicos y lloramicos; (ploramiques, els pluramicas catalanistas) otras que han venido a determinar una nueva significación perdiendo absolutamente la diminutiva, como acerico, pellico, velico, villancico, farolico, (en sentido de yerba), frailecico (en el doble de ave y pieza del torno de la seda), besicos de monja (en el de planta), (teticas o tetillas de monja, el dulce o pasta, o algo delicioso; mamelleta de monja) palmadica (en el de baile), y tal vez espacico sinónimo de aciago en los antiguos escritores. (despacico conmigo, que tiro de chirla y te echo las tripas en un canasto. José Mota, de un lugar de La Mancha)

La segunda ventaja que abona el uso del diminutivo en ico es su particular significación, (decimos ahora significado) pues aunque parecen sinónimos los en ico, illo e ito, que la Academia agrupa concediendo la elección al buen gusto del escritor, es lo cierto que el diminutivo aragonés (permítasenos esta frase) tiene dos diferencias con aquellos otros, una que podemos llaman gramatical y otra moral, una que se resuelve como todas las cuestiones de sinónimos, otra que tiene relación con el carácter del país en que principalmente se conserva generalizado aquel diminutivo. La diferencia gramatical, a la verdad no muy marcada desde que la supresión del diminutivo en ico ha refundido en los otros su verdadero significado, consiste en que la terminación en illo tiende visiblemente al desprecio, al achicamiento voluntario de un objeto, por ejemplo, chiquillo, capitancillo; la en ito tiene algunas veces carácter depresivo y no pocas denota cierta repugnante hipocresía, como se observa por ejemplo en las frases ¡ tiene una risita! ¡la mosquita muerta!; la en ico demuestra cariño o predilección, siendo a lo menos un aditamento inofensivo, como nos lo declara prácticamente el ejemplo que llevamos citado de la CELESTINA, en el cual se ve que prepondera aquella expresiva terminación para la alabanza, angelico, perlica, simplecica, gestico, y se reservan otras para lo que puede indicar detracción, como nezuelo, loquito y lobitos. En cuanto a la diferencia moral, estriba en que el diminutivo en ico representa el lenguaje de la familiaridad, de la conversación, de la intimidad, y por decirlo así, de la buena fé, fuera del cual apunta en cierta manera el estudio, el disimulo, la desconfianza, la reserva, la falta de espontaneidad.

Hemos expuesto, sucintamente algunas veces, y otras con mayor difusión, los caracteres esenciales del idioma aragonés, mal apreciado en general, tan poco estudiado aún por los mismos aragoneses, pero tan digno de un examen todavía más lato que el que le hemos consagrado. Las fuentes de donde procede, que son las más puras; la respetuosa conservación de voces latinas, y sobre todo de españolas antiguas; la asimilación que se ha procurado parca y atinadamente con las arábigas y lemosinas; la suma de sus palabras técnicas, compuestas, derivadas y aun onomatópicas, en todo conformes con el carácter de la lengua española; la expresión genial, candorosa y fácil que distingue a muchos de sus vocablos y a no pocos de sus modismos; todo contribuye a darle un conjunto inexplicable de belleza que, si no se ha beneficiado todo lo posible, consiste en que la sumisión aragonesa y la tiranía castellana puede decirse que han concurrido a eliminar de la literatura los elementos más útiles del idioma aragonés, que viene a ser una variante cuando no un complemento del impropiamente llamado castellano.

De las ventajas que a este mismo lleva, algo es lo que ya tenemos indicado, pero todavía podemos añadir tal cual observación que se compadece muy bien con nuestro objeto. Hay palabras, como ababol, que, no desmereciendo en suavidad de sus respectivas castellanas, obedecen más a su etimología: hay otras, como abortín, que conforman mejor con el genio de la lengua, si bien ya sabemos que por uno de los muchos secretos de la española los diminutivos tienen a veces desinencia aumentativa (a la hebrea y griega) como sucede en anadón y liebratón, verdadera antítesis de otros, como tordella que es aumentativo: hay otras, como remoldar, que son más concretas, pues en ese mismo ejemplo vemos que Castilla hace sinónimos a remoldar y podar, mientras en Aragón lo uno se refiere a los árboles y lo otro a las vides (esporgá, expurgar, pera los abres; podá la viña, desullá, etc.): hay otras, como cortada y huevatera, muy superiores a sus análogas corte y huevera, que en castellano son ambiguas y confusas por sus diversas significaciones: otras que tienen más conformidad con la lengua madre, como uva, que responde en Cicerón y en Fedro, como entre los aragoneses, a la idea castellana de racimo, que en Columela todavía expresa el que forman de sus propios cuerpos las abejas, y que en Virgilio tiene la más general significación de cepa o vid, fert uva racemos: hay otras sutilísimas, como respetudo y gobernudo, que denotan, no ya la idea despectiva propia de esa terminación, sino una especie de falsa importancia, pues respetudo quiere decir el que inspira cierto infundado respeto, no por lo que es en sí, sino por su edad, su figura y su entonación oraculosa; y gobernudo, no el que es realmente metódico y ordenado, sino el que bulle mucho y parece estar en todo, aunque positivamente no tenga tanto gobierno como agilidad y movimiento: hay otras dotadas de gran propiedad y de muy buenas condiciones eufónicas, como agüera, alud, asnada, brisa, caloyo, eraje, jugadero, mejana, lloradera, redolino, ternasco (86) y vulturino: hay otras de excelente composición, como aguacibera, aguallevado, ajo-arriero, ajolio (ally oli, allioli; allium oleum), alicortado, botinflado, cabecequia, malbusca, matacabra y matacán, que no puede rehusar ningún gramático: hay otras perfectamente significativas y en igual grado concisas y aun irreemplazables, como los verbos alfarrazar, amprar, antecojer, atreudar, bolsear, ceprenar, chemecar, entrecavar, favear, malvar y otras que son de composición castellana con cierta libertad francesa.

A todas las cuales, que de suyo no tienen equivalencia en castellano, hay que añadir, porque tampoco no la tienen exacta, las palabras alfarda, almenara, amelgar, amosta, antípoca, antor, apercazar, apuradamente, atrazo, axobar, bimardo, borroso, boto, brazal, cabecero, capacear, capleta, *cenero, cerpa, convenido, correntía, crujida, cudujón, chorrada, emberar, empeltre, encabezado, fádiga, hablada, lorza, mantornar, mañanada, marraga, masobero, modoso, oleaza, panicero, picotear, racimo, rafe, ruello, saso, tardada, taste, teruelo, terrón, tinglado, vellutero, venora, zaborra y zancochar, todas o casi todas las cuales, y otras que aquí no citamos ni definimos para prueba, como quiera que lo están en nuestro Diccionario, debieran adoptarse como propias en el idioma español, e igualmente las que se citan en la ENCICLOPEDIA ESPAÑOLA (87), artículo de España lingüística, en cuya obra, que no debe parecer sospechosa de provincialismo, se defiende resueltamente al idioma aragonés y se inculpa gravemente a los castellanos por el exclusivismo con que proceden en materias de lenguaje, prefiriendo en muchos casos ostentar su pobreza más bien que adoptar de los dialectos españoles aquello en que estos les superan.

Hemos terminado con eso la tarea que nos habíamos impuesto, a la cual vamos a dar cima con una sola observación. Puesto que se ha perdido literariamente, aun en las márgenes del Ebro, el habla aragonesa; puesto que lejos de perfeccionarse ni aun conservarse estos dialectos, amenazan confundirse poco a poco en el idioma general; bueno fuera que la lengua conquistadora utilizara en beneficio común esos restos lingüísticos que de otro modo han de perderse, y entonces, ya que el vocabulario aragonés ni se conservara sino en libros como este u otros de mejor desempeño, ni sirviera sino como una curiosidad filológica; contribuiría por lo menos a enriquecer el acerbo común de la sin par lengua española, y, a cambio de tantas glorias abdicadas en favor de la unidad ibérica, conservaría el Aragón la de haber mejorado con su hermoso dialecto el habla rica de Cervantes.

viernes, 29 de octubre de 2021

POESÍAS FANTÁSTICAS EN MALLORQUÍ, TOMÁS AGUILÓ, 1852

POESÍAS FANTÁSTICAS 

EN MALLORQUÍ 
PER 
D. TOMÁS AGUILÓ.
PALMA. IMPRENTA DE D. JUAN GUASP.
1852.

Y era s' únic que tenia!  L'estimava amb un etcls,  Que cent añs de purgatori  Per ell haguera sufrid.

I. 

Recolsada á sa finestra, 
Que dóna enfront des camí, 
Tota sola guaita y plòra 
Sa Contessa de Vallric. 

Bé té que plorar cuant pensa
Qu' encesa guerra civil De dòl vesteix sas personas, Y de sang réga 's pals.
Cada dia heyà batallas, Heyà incendls cada nit, Y es Conte es homo que sempre Cerca es lloc de mes perill.
Pero encara major pena Està covant dins son pit: Un mes fa que ni noticias Ha rebudas des seu fill. Y era s' únic que tenia! L'estimava amb un etcls, Que cent añs de purgatori Per ell haguera sufrid. Un dia sabé son pare Que á pesar de s' odi antig Festetjava sa jermana D'un cap de s'altre partid; Y ple de rabia paraulas Molt amargas li va dir, L'enjegà des seu castell, Fins y tot el malehí. Sa Contessa en và plorava, Ell en và's mostrà summls: De bronzo era's còr des Conte, De bronzo era y no cedí. Es fill abrassà sa mara, Desesperad va partir: Ningú d' ell n'ha duitas novas, Ningú diu que l'haja vlst. Mentras tant que sa Contessa Llamenta sucés tan trlst, De sas tropas victoriosas Sent sa bulla y es trapitj. Ets uls plorosos s'axuga, Qu'ha de rebre son marit, Y, més qu'esserbó, temia Mostrarli qu'era infells. Cuant tots dos plegads estavan, Y éll anava á referir Sa batalla qu'ha guañada, Entra un page que li diu: - Señor Conte, qu'hem de fer (en el original, los guiones son =) Des prlsioners que tenim? - Cap de Deu! quina pregunta! Sabeu cuants son?- Trenta cinc. - Cercau trenta cinc ausinas, Cercaulas ran des camí, Anau allà'ont venen còrdas, Y compraune trenta cinc. - Y mentras tant qu'axò deya Tira en terra uns cuants florins: No 's es page qui 'ls aplega, Qui ‘ls aplega 's es bochí. Sa Contessa tremolava, Y girantse molt humil Digué: Perdonaulos, Conte, Per amor des nostro fill. - Sabeu, señora, qu' á Júdas No'l perdonà Jesucrist? Sa sort de Júdas espera A tots es meus inimigs. - Des cap d' unas cuantas horas, Y un pòc entrada sa nit, Amb so Conte y sa Contessa Sopavan es seus amigs. Un dells estorad esclama: Gust de sang deixa aquest vi! Ets altres d'axò s'espantan, Es Conte d'axò s'en riu. Pero axuxí veu q' un jove Se'n entra sensa permis, Davés sa taula s'acòsta, Y señas li fa amb so dit. Amb sa cara tota blava, Escabeyad, mal vestid, No creg que'l pogués coneixe Ni sa mara qu'el parí. Callava com una estatua, Amb sa ma duya un vencis, Y per tot es còll mostrava Señals de que ja ha servid. Devant aquella figura Ja totom s' estremordí: Ningú tastar res gosava, Ningú tenia apetit. Esglayada sa Contessa Totduna perdé es sentids, Y tremolant també es Conte Crida: Qué cercas aquí? - Qu'em compreu aquest dogal, Que ja mes no'l necessit, Y en tendreu si altra vegada Feis penjar un altre fill. II. Com s'argelaga florida Que s'estufa á s'uy des sòl, Y pareix qu'entre sas matas Ressalta vestida d'òr; Axí n'era s'hermosura D'un ninet que dava goig, D'un ninet que de sa mara Alegría era y consol. Sa mara un dia el va pèrdre A sa vorera d'un bosc, Cuant per demunt sas muntañas Comensava á guaytà 's sòl. Es ninet totduna plòra; Pero prest axuga 's plors, Y camina, y may s'atura P'es camí que veu mes prop. Y mentras tant que fa via, Sensa may pendre repòs, Sent es bèl de sas auveyas, Sent es cant des rossiñols. Mira es camp que tot verdetja, Y el veu brufat á radols De floretas molt garridas Que li roban es seu còr. Ja 'n el mon res li fa falta: Cuant allà té tantas flors No es estrañy qu' olvid sa mara Ni qu' olvid sa seua sort. Tant sòls floretas desitja, Amb ellas pensa tan sòls, Y mentras passa en replega, En replega sas que pòd. Veu despues lloir en terra, Com crestay ferid d'es sol, Una cosa que l'encanta Y un florí li assembla d'or. El cuy tot ple d'alegría, Dins sa ma l'estreñy ben fòrt, Y camina, y may s'atura, Y un torrent troba llevò. Goijós se mira dins s'aygo, Y tan prest com passa es pont Aquells camps ja no verdetjan, Ja noy cantan rossiñols. Mes amunt tres veyas troba, Tres veyas que li fan pò, Que li surtan al encuantra Y si acostan á poc poc. Una va de peus descalsa, Y d'enagos non du tròs; A s'altra qu'es contrafeta Li tremola tot es còs. S'altra que va mes enrera, Abrigada amb un llansòl, Té's dits que d'aubóns pareixen Y se cara assembla d'òs. Amb ell se n'aplegan duas, El saludan, y amb vòl Una li prén sas floretas, S'altra li roba 's tresor. Es ninet á plorà 's pòsa, Sen devalla per un ròst, Y camina, y may s'atura, Y sas alas sent d'un còrp. Un monastir descubreixen Y ell pregunta: qu'es allò? Y sas veyas li responen: - Mira, nin, es sòl qu'es pòn. - No sentiu uns còps d'axada? Qué son, jermana, aquests còps? Respon se veya: - Es un monjo Que per tomba cava un clòt. - No sentiu unas esquéllas Que tenen molt trist es sò? Respon s'altra: - Son campanas Qu'allà baix tòcan de mort. - (Qu allà al original) Y s'altra que sempre calla Y derrera anava un pòc, S'acosta 'n es nin, el besa, Y li diu: - Es sòl ja 's pòst. III. Com se mostían y cauen, Esfuyadas baix des brots, Sas flors qu' eran s' alegría D' aquest jardí tan hermos! Floretas blancas y blavas Floretas de cent colors, Ramells no faré de voltros Ni vendré ja á regarvos: Adios, floretas, adios. De lluñy s'en vénen sas ónas, De lluñy las du sa maró, Y cap n' arriba á sa plaja Que totduna no s'en torn. ¿Es que cercan altra terra, O 's qu'es pèrden dins es fons? Si sabeu, mara, d'ont vénen, ¿Ahont van eu sabeu vos? Ay! onas, adios, adios. Ja s'en van sas oronellas, Que de prest vendrán es tords, Y aquests dias tan alegres Serán dias de tristor! Es peñals de neu blanquetjan, Es mestral despuya es tronchs, Y an es còr també l' despuyan, També 'l gèlan sas fredós. Adios, alegría, adios. Aquells qui tastan sa vida Li troban un gust tan dols, Y cuant menos eu esperan, Qu'es d'amarg es derrér glop! Si d'entre ses mans mos fujen Sas esperansas del mon, ¿Per qué es cor d'un plé qui'l mata N' está sempre desitjos? Adios, esperansa, adios. ¿Per qué heyá flors que matsinan Cuant tenen tan bon olor? ¿Per qué en so blau de sas onas Es blau del cel se confon? Per qué tot crestay s'entela? Per qué tot miray se romp? ¿Per qu' han de venir sas ditxas Si vénen per deixarmos? Adios, ditxa meua, adios. Des seu cavall que s'alluña Es trapitg qu'es ja de sord! Y encara derrera ets abres Axeca un nigul de pols. Es nigul s'escampa al ayre, Es trapitg es perd del tot: Ja may mes sobre la terra Tornarem á veuremos. Adios, per á sempre adios. Sentiu, mara? sentiu mara? Aquests aglapits, que son? Es meu còs tot s'escarrufa; Ay mara, quin tremoló! ¿Será ver axó que diuen, Qu'es ca d'es nostro pastor, Cada pich qu'es fosser passa, Es pòsa á lladrar furiós? Adios, vida meua, adios. Allá demunt sa muntaña S'axeca una vermeyó: Si 's es sòl que ja 's vol pondre, Com axí 's pòn tan dejorn? Es niguls vermeis s'apagan: Quin nigul s'en vé tan fosch! Tot el cel es ja tan negre Com si mitja nit ja fos! Adios, llum del cel, adios. Ay mara, es meus uis s'aclucan! Ay mara, preniume es pols; ¿No 's un ángel d'alas negras Aquest qu' ara em besa es front? Veig una paloma blanca, Darrera ey vola un falcó; Y s'en pujan, y s'en pujan, Ja no veig á cap des dos. Adios, mara meua, adios. IV. Ey havia un gran señor Qu' habitava es seu castell, Y á la vila no lluñy d'ell Ey vivia un llaurador. Una filla aquest tenia Blanca y róssa, jova y bella: Es señor perdud per ella S'abrasava nit y dia; Pues per tot aquell contorn No se tròba cap fadrina Que tenga cara mes fina, Ni qu' amb mes graci s'adorn. Cada volta que ell la veya Son amor li ponderava, Y ella totduna es tornava Com la grana de vermeya.
Y si li diu que l'adora, Y davés ella s'acosta, No reb may altra resposta: - Vos sou Conte y jo pastora. - Pues per tú pastó 'm faré, De grandesas ja 'stig fart. - Ay Conte, qu'eu vengud tard, Un altre es meu còr ja té. - Es Conte fòra de sí S'amaga dins un torrent, Y cuant ja no passa gent Se planta es mitg des camí. Poc despues veu compareixe Un jove que s' en venia; Era es jove qu'ell volia, Es rencor ley féu coneixe. - Mira, li diu, tu 'm fas nosa, O tú 'm matas ó jo 't mat: Un des dos d'aquest combat En jeurá devall sa llosa. - Y s' espasa li ofereix Qu' ell no vòl de cap manera; Pero 's Conte es desespera Y amb sa daga l' envesteix. Es combat acaba pronte, Aquell jove dóna un crit, Perqu' es tem que dins es pit Li afica sa daga es Conte: Y antes de caure en es fang, Sa sang que li ratja empara, Y an es Conte per sa cara Tira un glop d' aquella sang. Es Conte la se fa neta En sas aygos d'es torrent, Y an es mort el du rebent A 'nterrar dins una pleta. Tres ò cuatre nits despues S' en entra á ca sa pastora, Qu' es seu estimad añora, Y res sap de aquell sucés; Y com la veu tota sòla, Y com la veu tan hermosa, Y com la veu desdeñosa, S' enardeix, es céga, es vòla, L' agafa per sa ma blanca, Dins un cuarto la se'n du, Y amb còr tan ardent com du' Sa porta des cuarto tanca. - Estimad meu, ajudem, - Sa pobre pastora crida, Y cau totduna 'smortida, Y de cuant passa no 's tem. No 's tem qu' un fantasma blanc Sen entra y as Conte mira, Y amb ma tota d' òs li tira Per sa cara un glop de sang. No 's tem que storad y fred Es Conte fuig al moment, Y corre an aquell torrent Com un céro mort de sed. Pero 'n va 's rentá sa cara, En va fonc es seu trabay; Londemá dins un miray Tacada la 's véu encara. Dins un cuarto se tancá, Y á las foscas, y tot sol, Ni una finestra obrir vol, Ni un des páges deixa entrá. Y cuant es ja bé de nit An es torrent s' en devalla, Y es rénta, y es rénta, y calla, Y s'en torna an es seu llit. Y cuand ja qu' es auba creu Sols obri una retxilléra, Devant un miray espera, Y sa sang encara veu. Y axò passa cada dia, Y tots diuen que s'amor Ha causad an es señor Una 'straña malaltía. Y de sèt añys per espay Cada nit se cara es rénta, Y cad' auba li presenta Aquella taca 's miray .

V.
Ahónt va sa pajeseta? Ahont va tan dematí? - Jo m'en vaig á cohir rosas, Qu' un ramell ne de cohir. - Qué mes rosas que sas teuas? Quin ramell vòls mes garrid? - Sas rosas qu' á mi m'agradan Son sas rosas d'es jardi. - Oh! no y vajas, pajeseta, Qu' encara es molt dematí. - Fan mes bò plens de roada Es rosérs qu' están florids. - No sabs tú que sas ponsellas Fins mes tard no s' han d' obrir? - Sas rosas mes acopadas Es colors ténen mes vius. - Oh! no y vajas, pajeseta, Si es per tu qu' han de servir. - Ó serán per mi sas rosas, Ó serán per qui jo 'stim. - Deu t'en guard que succeyesca, Deu t'en guard d'aquest perill. - S'estimad allá m'espéra Y éll ne cuy devora mí. - Oh! no y vajas, pajeseta, Conversem un rato aquí. - S'estimad em reñaria Si fés falta en es jardi. - Qu' has de fer d'aquestas rosas De que mòstras tal desitg? - En teng d' anar carregada En es ball d'aquesta nit. - Oh! no y vajas, pajeseta, Per la Verge t'ho suplic. - Pero res ella s'escolta Y segueix es seu camí. - Per qui tocan sas campanas Amb un sò tan llarg y trist? - Tocan tréts per una jova Que flors anava á cohir. - Per qui ploran sas fadrinas? Per qui ploran es fadrins? - Ploran tots sa pajeseta Que ha picada un escorpí. - Si es axí, per quina causa No van tots de dòl vestids? - Es que tots aquí venian En es ball d'aquesta nit. - Y com es que es seu baúl Vermeyetja vist d' aquí? - Es que el tapan tot sas rosas qu' ha cohid vuy dematí. VI. Magnífica es sa colcada Qu' acompaña se novía Des castell de Roca-freda A s' iglesia de la vila; Cavallers, y hermosas damas Cubèrtas de joyas ricas, Pages amb ricas llibrèas, Cambréras tot enllestidas. Es juglars que cantan glòsas Van devant, y entr' ells s'afican Ets atlòts amb cañas verdes Y amb ramells de flors sas ninas. Cent atxas de vent encesas Fan llum á sa comitiva, Perqu' abans de trencar s' auba Des castell era sortida; Y passant per boscs espessos Assemblan de lluñy espiras, Que s'encénen y s'apagan Per entre matas y ausinas. Es noví n'está tot gloria A 's costad de sa qu' estima Mes qu' es còr que li batega, Mes qu'ets uys amb que la mira: Perqu' es pura com un ángel, Segons sa fama eu publíca, Y es nobble com una reina, Y es com un sòl de garrida. Ben cert li tendria enveja, Si tengués encara vida, Un cosí d' aquesta dama Qu' en es seu castell vivia. Amb uys ardents la mirava, Y per mala sòrt un dia S'en ana axuxí á la guerra, Y caygué ple de feridas. De tal desgraci al pereixe Poc s'en dolgué sa cosina, Si bé des cap d' alguns mésos Tirá llarga malaltía. Bona ja, sovint la veyan Tota sola, pensativa, Com si dugués aficada Es mitg des còr un' espina. D' un torrent á sa vorera Es capvespre anar solia, Y allá s'asseya, y s'estava Com si 's quedás adormida. Molts de Contes y Marquesos Sa ma seua pretenian, Y ella sempre á tots los deya, Qu' es seu còr á cap s' inclina. Pero tant pregá son para, Tant rallaran sas amigas, Qu' á la fi doná esperansas A Don Juan de Tornamira. Per cumplirli sa promesa A l' iglesia s' encamina, Amb so vel tirad derrera, De vellut y d' or vestida. Ets seus uys no resplandexen Tant com antes resplandian; Pero encara es tan hermosa Qu' á Don Juan bé l'encativa. - ¿Per qué, li diu, prenda meua, T' he de veure tan alisa, Cuant tot lo que mos rodetja Es perfums des goig respira? - No sents un infant que plòra? - Son aucells qu' alegres piulan. Mira, mira com claretja S' auba de sa nostra ditxa! - Cuant mes s' acosta á l' iglesia Sa dama 's pòsa mes trista, Ets seus uys li llagrimetjan, Y de tant en tant suspira. - Ara si qu' estig segura: No sents un infant que gisca? ¿Per qué, si no 'l vòl sa mara, No l'entregan á una dida? - Cap infant per aquí plòra. Serà es bèl d' una cabrida. ¿No las veus qu' están d' alegres Pasturant per sa garriga? - (Çagarriga : apellit, cognom) Mes anvant d' aygo que corre Sent sa remor per desditxa, Y es torna axuxí mes blanca Qu' es seu vel de mossolina. (muselina) Ets seus uys en plòrs esclatan, Y cuant an es pònt arriba, Els-a clava demunt s'aygo Qu' es sòl ixent illumina, Y amb un crit de mort esclama «Salvaulo!.. per Deu!... feis via..., Aquest pobre infant se néga, Y encara no tres dias! (Y encara no té tres dias?) No 'l veis qu' alsa sas manetas? Qu' es seu cossét tot s'avincla? Treislo...; donaré á qui 'l trèga Mon collar de pèrlas finas. » Sustads d' aquestas paraulas Tots van cercant amb sa vista, Y sols prop d' una jonquera Veuen s' aygo qu' es movia. Ella p' es front sa ma 's passa, Y entre dénts y empagäida, «Teng pò, diu, de tornar loca, M' engana sa fantasía.» Y es qui cualcan devòr' ella La segueixen y caminan, Tots amb sa boca tancada, Tots amb sa cara mostia. Cuant arriba n á l' iglesia Tot saluda sa novía; Ets òrgas amb veus solemnes, Sas campanas que repican, Es ciris á mils encesos, Es domassos, sas catifas, Y sa gent de tot es pobble Que davés s' altar s' apiña. Poc despues, cuant es prevere, Revestid per dir se missa, Li pregunta, si sé' esposa De Don Juan ella volia; Com si tocás una brasa Sa ma totduna enretira: Un nó sec allá retròna, Y en redó 'sglayada gira. Surt, pren es cavall, s' en munta Li dona tota sa brilla, (brida) Y corrent corrent s' en torna An es seu castell fadrina. Pero un altre pich s'atura Demunt es pònt, s' aygo mira, Y á 'n es qui vénen derréra «Salvaulo! Salvaulo! crida. No 'l veis qu' está demunt s' aygo? No 'l veis qu' em demana vida? Fill meu!....» Y estenént es brassos An es riu de cap se tira. VII. Cuant es mitja nit en punto, Y ses buscas d' es rellotje, Com á jermanas parugas S'arramban lo mes que pòden; Tocan dotze campanadas Que dins sas tombas retrònan, Y a'n es morts els-a despertan Mentras tant qu' es vius s'adormen. Heyá llòsas que tremólan, Heyá llósas que no 's mouen, Heyá sombras que s' axecan Y es cementeri revoltan, Com a processó de monjos Qu' en contemplació devota S'hora baixa fan els passos, Y es claustro en silenci rodan. Una mara desdichada Cada vespre en aquest' hora Anava á plorar sa filla Y á seura demunt sa fossa. S' amor qu' en son pit conserva Li dona coratje y forsa, Y no té pò de sa fósca Ni de quedar tota sola; Perque á mitja nit en punto Dotse campanadas tocan, Y un suspir sent com un eco Des suspirs que ella renova. Y encara que res mes sénta D' aquell poquet s' aconhorta, Y antes que s' en vaja dóna Cent besadas á sa llòsa. Una nit, però, molt fosca, Aquella mara allá 's troba Mes que ses altras vegadas Plorosa, afligida y groga. Aquell suspir no li basta, No li basta estar defòra Parlant amb sa seua filla Sensa qu' ella li responga. Y li diu: - Filleta meua, Per què no 'm dius cualque cosa? ¿Per què 'm plañs una paraula Y aquest trist consòl em robas? Respònme, que som ta mara, Qu'un añ just fa vuy que 't plòra, Y densá que tu li faltas Sa vida que té li sobra. - Axò plorant repetia, Y una veu sentí llevònses, Com per derrera sa grasa Es sént sa veu d' una monja. - Ay mara, mara estimada, Per què veniu tota sola? ¿Què s'ha fet es qui m'havia Donat d' amor tantas pròvas? Per què s' última no'm dóna? ¿Per què cada nit no posa Un ramell de flors y murta D'es meu sepulcre á sas portas? Per què no vos acompaña? ¿Per què aquí ja may s' acosta, Y aloménos sentiria Es suspir qu' eus aconsola? - Filleta, filleta dolsa, D' éll no' n vulgas sebre novas: Si aquí tens ta pobra mara, Tots ets altres qué t' importan? - ¿Què m' importan, deis? ay trista! ¿Es posibble que tan pronta M'olvid s' ingrat, y qu' un altra D' un còr qu' era meu disponga? - No penses amb éll filleta; En aquest moment tal volta, Per sa primera vegada, Abrássa á sa seua esposa. - Anau, no torneu ma mara, No m' estigueu pus devora; Es meu suspir vuy acaba, Ara ja del tot som morta. VIII. - Per una Contessa em deixas? Per ser Conte m' abandonas? ¿Y no tens pò d' una ditxa Qu' et còsta sa meua afronta? ¿No 't recorda ja com deyas Qu' era jo sa mes hermosa, Y ara em deixas per qu' un altra Es mes rica y mes señora? ¿Còm havia jo de creure Qu' unas paraulas tan dolsas, Poguessen, per durme á pèrdre, Sortir de boca traidora? Tu qui 'm pots mirar no 'm miras Y si 'm mira cap persona, M' hauré de tapar sa cara Tota plena de vergoña. Jo 'stig plorant y tu frissas? Véten, ingrat, y no tornes, Que si t' en dus s' esperansa No vuy res mes que una tomba. - Ets àbres mudan sas fuyas, Ets aucells mudan sas plomas, Y devant amors que vénen Ets amors passads s' esborran. Don Jordi parteix, y deixa Plorant á Dona Ramona, Que te es còr de pedra mabre Y aquells plòrs no 'l poden rompre. Era ja lluñy de la vila, Y passant per una cóma, Troba un pobre véy que resa Y li demana llimosna. Per no aturarse sisquéra Es temps de trèure sa bossa, Li passa de llarg, y es pobre Esclama ab veu llastimosa: - Que sia aquest Pare nostro Per s' ánima d' una jova, Qu' es morta vuy de sa péna Que li dava sa deshonra. - Don Jordi qu' eu sént, es gira, Una volta fa radona, Y tan sols veu que s' alluña Una cosa com un' ombra. Poc dura demunt sa plaja Sa blancor que fan sas onas, Y devant amors que vénen Ets amors passads s' esborran. Molt de préssa va Don Jordi, Y cuant comènsa á fer fosca Descubreix iluminadas D' un castell antig sas torres. Sa Contessa á sa finestra Plena d' ansi 's minuts conta, Y troba que poc l' stima Cavaller que tant se torba. El veu á la fi qu' arriba, Y com el veu que tant corre Tot es seu disgust s' espassa, Es seu còr tot ley perdona. Mentras tant qu' es dos se parlan Y parlant mes s' enamoran, Un suspir de part derrera Sa conversa vé 'interrompre. Don Jordi qu' el sént, es gira, Aquell suspir el trastorna; Ja no escolta sa Contessa, Es silenci sols escolta. Y encara qu' á ningú veja No es possibble qu' el confonga, Perque bé sap qu' es aquella Sa veu de Dona Ramona. Sa roada es camps platetja, Es sòl axuga sas gotas, Y devant amors que vénen Ets amors passads s' esborran. Es vespre mateix Don Jordi Dins sa capélla en gran pompa, A sa Contessa qu' estima Sa ma com espòs li dona. Ja mes content no 'staria Si alcansás una corona, Ni ella si reina la féssan N' estaria mes goixosa. Despues d' un sarau magnífic, E' una gran sala qu' adornan Dràp de ràsos y catifas, Es novís alegres sopan. Molts de señors, molts de pàges, Sas damas qu' heyá son moltas; Pero en graci y hermosura Sa Contessa guaña á totas. Acabada ja sa festa, Esgotadas ja sas copas, Es novís sa despedeixen Dets amigs que tant els honran. Just com entran dins es cuarto Toca es rellotje las dotze, Y enb una friseta negra Es cobrillit se transforma. Cuatre atxas de cera groga Estan cremant dins s' alcova, Y demunt es llit estesa Una jova blanca y rossa. Inmòbil Don Jordi es quéda, Axò que veu l' aborrona, Péga un crit, y mes paraulas, No li surtan de sa boca. Sa Contessa crida auxili, Es criäds, es pàges corren; Per tot miran, y sols veuen A Don Jordi qui tremola. Mentras tant un altre pàge Entra y diu á sa señora: Are han vengud á fér sebre Qu' es morta Dona Ramona. IX. Espòs meu, tu qui m' estimas En s' ardor que jo t' estim, Per què ets uys te llagrimetjan? Per què vas tan pensatiu? Per esser tots dos ditxosos Lluñ del mon tots dos vivim: Si som jo sa teua gloria, Per què 't veitg tan afligid? - Si es ver qu' ets sa meua gloria Per què te alluñas de mí? ¿Per què t' en vas tota sola A plorar devòra es riu? - M'has vista tu que plorava? No 'n fassas cas, no: jo 'stig Devòra tu tan contenta! Jo som en tu tan felis! - Em dius tú qu' ets venturosa Y plòras mentras m' ho dius? - ¡Espòs meu, si tu sabéssas Lo que tant me fa patí! - ¡Si sabéssas quina péna Té es meu cor tan oprimid! - Un añy fa que mos casárem. - El fará demá matí. - Cuant sortiam de l' iglesia Ple de goig sentia es pit, Y topárem una veya Asseguda en es camí. Totom diu qu' es una bruxa Que te pacte en s' inimig, Y s' acostá y á s' oreya Axó no més em va dir: «Abans de qu' es sòl se pònga Conta sas flòrs des jardí. » - Y cuantas flors ey trobares? - Trescentas xexanta cinc. Cada dia els he contadas Y em tremolavan es dits, Y una flor, se mes hermosa. Em faltava cada pic. - ¿No sabs tu qu' heyá un astròleg, Que fa molt de temps que viu Dins una torre esfondrada D' aquell castell tan antig? Cuant sortiam de l' iglesia S' acostá devora mí, Y amb una veu molt profunda Em doná aquest sòl avis. «Contarás bé sas estrellas En punto de mitja nit.» - Y cuántas estrellas véres? - Trescentas xexanta cinc. Cada vespre els he contadas, Plorant casi com un nin, Y s' estrella mes hermosa Em mancava cada pic. Mira el cèl, qu' está de negre, Mira 'l que demá matí No tendrá ja cap estrella. - Ni cap flòr tendrá 's jardí.
X. ¿Veus aquella polsaguéra Qu' alsa corrent un cavall? Sents que tròta? Sents que tròta? Qui li cualca no s' Don Juan? - Ay mara, la meua mara, Prest á sa torre pujau, Y mirau si 's cavallér Demunt sa terra ombra fa. - ¿Qué me dius, filleta meua, Qu' em vols di' amb aquest esglày? Ton marid es el qui vé. - Mon marid qui 'm vé á matar. - Qué me dius, filleta meua? Si es éll qui t' estima tant! - Ay mara, la meua mara, Tot vos ho hauré de contar. Ja sabeu qu' un més havia, Sols un més qu' eram casads, Cuant per desgraci á la guèrra Don Juan s' en hagué d' anar. Per recordansa una prenda Jo li deya qu' em deixás; Que fos gelós no sabia, Y éll s'ombra seua em deixá. Cuant s' en anava, en es pàti Sols feya ombra es seu cavall, Y á sa pared d' es meu cuarto Sa seua ombra es va quedar. Sèt semmanas se passaren, Y un capvespre p' es meu mal An es page qui 'm lletgia Fito fito el vaig mirar. S' ombra qu' era molt obscura, Que llevónses era igual A sa qu' en punt de mitg dia Ets abres en terra fan, Poc á poc, ay mara meua! Ménos fosca es va tornar, Com si una boyrina clara Baix d' es sòl s'hagués posad. Sols tres dias se passaren Y es page em besá sas mans; S' ombra era com sa d' ets abres Cuant sa lluna está en es cuart. Sols tres dias se passaren Y es page s' ajonoyá; S' ombra era com sa d' ets abres Cuant el cèl está 'strellat. Ay mara, la meua mara! Qué mes vos teng de contar? No havian passad tres dias... S' ombra del tot s' apagá. - Sents, sents el cavall que tròta? El cavallér entra ja, Y antes qu' el mirás s' esposa Totduna en tèrra mirá. Y tan prest com mirá en terra Un crit doná molt amarg, Y entre es brassos de sa mara Desmayada va tombar. - Correu pàges, correu pàges Veniu prest aquí Don Juan, Qu' ha causad á vostr' esposa Tanta alegría un desmay. - Mara, mara descuidada, D' alegría no será: Será qu' ha vist sa meu' ombra Y li ha féta faredad. Jo m' en vaig aná á la guèrra Com un cavallér honrad, Es meu còs ombra no feya, Sols ne feya 's meu cavall. Sèt semmanas se passaren Y un poc d'ombra 'm va sustar: S' ombra era com sa d' ets abres Cuant el cèl está 'strellat. Sols tres dias se passaren Y em vaig teme qu' en es camp, Feya ombra com sa d' ets abres Cuant se lluna está en es cuart. Sols tres dias se passaren, Y jo m'en venia aviat, Qu' aquella ombra 'm perseguia Com s' inimig mes fatal; Poc á poc s' enfosquí s' ombra Just com sa qu' ets abres fan, Cuant una boyrina clara An es sol li está devant. No havian passad tres dias, Tota s' ombra feya ja, Y es precis qu' an aquest' ombra La cubresca jo de sang. - XI. Què 's de llàrg aquest camí! Aquest sòl què 's de calent! Jo 'm múir de sed, y no sent Remor d' aygo per aquí! Pastoret, bon pastoret, Axí Deu te beneyesca, ¿No 'm darias aygo fresca, Que m' estig morint de sed? - Seguiu, jermà, per amunt, Entrareu dins una plèta, Y si preniu per la dreta Un torrent veureu al punt. - De polls gròssos un apleg Desd' aqui comèns á veure, Allá si que podré beure... Ay, qu' es torrent está sec! Traginér, bon traginér, Qu' á ciutad anau cap dret, Jo m' estig qu' em múir de sed, No 'm direu que teng de fer? - Seguiu per amunt, jermà, Passareu per prop d' un hort, Y veureu per bona sort Qu' una síni han féta allà. (sínia, sénia: La Cénia, Tarragona) - Ja 'm pareix veure es cintéll... Ay quin clòt! qu' es de farest! Qu' es de fondo! y no heyá rest Per tréure un poc d' aygo amb éll. Jo m' estig morint de sed: Llauradó, bon llauradó, Daum' aygo, axí Deu vos do
Aquest añ un bon esplet.
- Entrau dins es bosc, veureu Com un pont formad de peñas, Y no lluñ d' aquestas señas Una fònt ey trobareu. - Es cap derrér veig es pont, Jesus! quin bosc tan espès... Cerc y cerc y no trob res, P' en lloc pug trobar sa font. Ja comèns á sentí 's fred: Ay qu' es dia, es sòl s'en va! Ermitá, bon ermitá, Jo m' estig morint de sed. - Fill meu, d' aquest bosc sortiu Caminau, feivós avall, Trobareu molt prest un vall, Per sus mitg ey passa un riu. - Per un caminoi estret S' en debaixa es pelegrí, Y abans qu' arrib á la fi Prop des riu cau mort de sed. Y l' entèrran dins uns fòssos, Y s' aygo qu' en vé á la plena Trascolant per dins s' arena Li remuya tots ets òssos. XII. Per una cóma desèrta S'en venia un pelegrí, Cantant una cansó alegre Amb un tò de veu molt trist. De cada passa que dóna Faredad li fa 's trapitg; Y tots es abres que tròba Están ò secs ò mostís. Una iglesia á sa vorera Va trobar de son camí: Sas pareds té molt oscuras, Es portal té molt antig. Dalt una torre esfondrada Va sentir gemecs seguids, Com es d' una mara jova Qu' ha perdud son primer fill. Y era un mussòl qu' ey venia, Qu' ey venia cada nit, Y no sáben d' hont venia Que ja may ningú l' ha vist. Feya fosca, fosca negra, Cuant entrar ey va dedins: No y havia altar ni ciris, Sols una tómba allá 's mitg, Y demunt ey resplandia, Amb un resplandor molt trist, Un llantonér qu' aguantava Llantons encesos á mils. Alguns axuxí s' apagan Perque s' òli han consumid, D' altres que claror no davan Se n' encénen axuxí. Un mònjo heyá qui 's pasetja D' un hábit negre vestid, Y riu si un llantó s' apaga, Si un s' encén dóna un suspir. - O fraret, lo bon fraret, Quín es aquest monastir? ¿Voldriau darme posada Per aquesta santa nit? - Aquesta nit será llarga, En tèrra heurás de dormir, Y no tèmas qu' et despèrtan Fins qu' el mon fassa un croxid. Jo som la mòrt: tots ets hòmos Un llantó ténen aquí: Cuant se seua llum s' apaga Es señal qu' han de morir. - Com tremola, com tremola Concirós el pelegrí! Té 'ts uys que li llagrimetjan, Es seu còr fa s' esclafit. Un llantó que s' òli acaba, Li señalava amb so dit, Y la mort li responia: Es el teu, bon pelegrí. - Possaumí un poquet d' òli, Que som jove per morir... Aloménos cuatre gotas, Sols que bast per una nit. - Pero sord éra aquel mònjo Y es seus gemecs no sentí, Ni li haguera dad consòl Per mes qu' els hagués sentids.
A UNA FALGUERA. Tot son flòrs á sa voréra D' es màrges y d' es camins: Es desèrt que mes trist éra Floreix en sa primavéra Com floreixen es jardins. No falta, si bé s' obsérva, Cuant vé son témps una flòr Qu' adorna es brot de cad' herba, Y s' hermosura consérva Fins qu' es mostía y se mòr. Una es blanca com s' estrella Qu' es vel de sa nit esmàlta, Un' altra per maravella Es vermeya com se gàlta De ruborosa donsella. Una imita es grog de s' òr, S' altra es blau del cèl mes fi, Y també heyá cualque flòr Que de colors un tresòr Té com s' àrc de sant Martí. Però may he vist que fés Flòrs un' herba molt estraña Qu' abunda p' es sementés, Per sas comas y muntaña De sa vila qu' estim més. Es planta de forma rara, Y per cèrt no merexia, Qu' amb élla fos tan avara Naturalesa qu' es mara De tot cuant sa tèrra cria. De molt esquisit trebay Té sas fuyas sempre verdas, Y es mitg de s' incult espày Las òbri com un ventay D' entreteyàdas esquerdas. Y com es tan falaguéra Que pareix de filigrana, Encara que flòr no 'spéra Li basta es nom de Falguéra (helecho) Per mostrarse tan ufana. Planta hermosa, ¿qui t' ha dad Un nom que sòna tan dols? Téns es nom mes agraciad Qu' he sentid may entre 's molts Qu' á sas hérbas han posad. Que mo diguéssas voldria, Si se meua veu enténs, Perque té tanta armonía, Que no 'l sént sens alegría, Y t' estim sòls perqu' el téns. Còsa es trista que no surta Es mitg de sa teua pàuma Ni una flòr de vida curta, Cuant ne té se verda murta, Cuant ne té se pòbre vàuma. Cuant cad' añy de flòrs se vest Tota planta hermosa ò lletja, Sia qu' algun temps mes prest La sembrasen dins un test O nasqués dins una esquetja. Emperó si ara 't recòrd Aquesta desdicha teua, Sols es per darte conhòrt, Perqu' axí sa teua sòrt S' asembla mes á sa meua. Tú ets verda com s' esperansa, Y mòrs antes de florí, Per axò éts una semblansa De s' esperansa qu' em cansa Y may se cumpleix en mí. Y molt mes que p' es paratje Aquí hon te sòlc veure jò, Molt mes que p' es téu fuyatje T' estim perqu' ets un imatje... Un' imatje d' es méu cò.