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domingo, 21 de noviembre de 2021

DVA, Gerónimo Borao, introducción, 2

II.


A este examen vamos a dedicar el resto de nuestra tarea, procurando señalar la procedencia de algunas palabras, legitimando en lo posible su uso, probando que a su invención ha precedido instintivamente el mejor juicio, y manifestando que no son barbarismos de gente inculta, sino a veces primores que el idioma castellano debiera prohijar (53)
o no haber abandonado. Entiéndase que para la formación de este discurso, así como para la del Diccionario que le sigue, hemos de servirnos, en cuanto nos sea dable, de escritores aragoneses, de anuncios e inscripciones oficiales, de avisos impresos, de la conversación de personas cultas, y sólo en donde todo esto no alcance, del habla común de los aragoneses. No abultaremos, pues, el vocabulario ni la crítica con palabras de las que frecuentemente se improvisan pero no se extienden ni se hacen permanentes: tampoco no lo haremos con las locuciones latinas usadas por nuestros foristas como ne pendente apellatione, artículo de toliforciam, sentencia de lite pendente, neutram y otras, pues aunque sabemos que la Academia incluye algunas locuciones latinas, de antiguo castellanizadas, no le hace, y esto con su habitual prudencia, sino cuando son del dominio general y no del tecnicismo de una ciencia; ni tenemos por verdaderamente aragonesas, aunque de uso particular de nuestros escritores, algunas libertades derivadas del idioma castellano, como tierra baja para denotar cierta comarca de la derecha del Ebro y alto Aragón para denotar la de la izquierda, turbante en sentido del que turba, comisante por el que comisa y adminiculado de adminicular, voces usadas por Larripa; adrezar que dice Blancas; catedrero que consignan los Gestis de la Universidad de Zaragoza; consimile por semejante; reforme por reforma y tisiquez por tisis, que hemos leído en otra parte; caminos circunstantes que también hemos visto usado; membranáceo que dice no mal, en lugar de membranoso, el racionero Latassa; comisarios (54), cercenadores, lugar tenientes y otros cargos que no puede especificar el Diccionario de la lengua y que sin embargo son corrientes en los tratados de legislación aragonesa.

Procedemos en este punto con tal cautela y tan desapasionadamente, que ni damos cabida a algunas palabras (55) por el solo hecho de hallarse en nuestros autores y no en el Diccionario de la Academia; ni incluimos otras que son explicadas como aragonesas por algunos escritores pero que en el Diccionario oficial figuran como castellanas, tales son universidades, gramalla, pedreñal y otras varias; ni acrecemos mucho nuestro Vocabulario con otras cuya definición académica no tiene el alcance de los textos aragoneses como en aquellas hermosas palabras de la Unión “porque non querrian, si Deus e el seynor rey quissies, tener ni seguir otra carrera que la suya;”
ni aun reputamos como aragonesa la palabra dosel usada en las coronaciones de Blancas y calificada como esencialmente aragonesa por él y su comentador el cronista Andrés, el cual para su mejor inteligencia se refiere, bien inoportunamente por cierto, al Tesoro de Covarrubias y al Comento del Polifemo, escrito por García Coronel, cuyos autores no le dejan muy airoso con sus declaraciones.

Lo mismo hemos practicado con algunas palabras puramente lemosinas o catalanas como mateix, res, tantost, apres, nueyt, muyto, destrenyer (acosar), los adverbios en ment o mientre, y con mucha más razón cercar por buscar que usa el Códice de los Privilegios de la Unión, y environar por cercar que dijo el rey D. Martín en la famosa oración con que abrió las cortes de 1398. Hemos también omitido algunos de los muchos tributos o pechas que en documentos latinos aparecen, pero que no creemos del todo aragoneses, como plantáticum que se pagaba por echar el ancla, plateaticum por pasar las plazas, porcagium por los cerdos, salinaticum por la sal, portulaticum y tavitáticum por las naves, etc.; y también algunos de los oficios de la casa real, como subbotellerius, subfornarius, sobrecoch (jefe de la cocina) (Koch, alemán “koj”: cocinero; inglés cook “kuk”) y otros varios, si bien con esta ocasión enumeraremos los que se hallan discernidos en las Ordinaciones de la Real casa de Aragón, compiladas por Pedro IV en idioma lemosín el año 1344, (están en historia-aragon.blogspot.com , son parte de la colección de los Bofarull) traducidas al castellano en 1562 por el protonotario (protonario en el original; prothonotari en un texto del Ceremonioso: https://historia-aragon.blogspot.com/2019/12/offici-sagelladors-scrivania.html )
D. Miguel Climente de orden del príncipe D. Carlos y dadas a la estampa en Zaragoza año de 1853 por D. Manuel Lasala, cuyos oficios (que decíamos) son, dejando a un lado los de uso y nombre más conocidos, los de botilleros mayores y comunes, aguador de la botilleria, panaderos mayores y comunes, escuderos trinchantes, argentarios o ayudantes de cocina, menucier o repartidor, escuderos que traen los manjares, comprador, cazadores o perreros, sobreacemilero y sotacemilero, tañedores, escuderos y ayudantes de cámara, guarda de las tiendas, costurera y su ayudante, especiero, barrendero y lavador de la plata, hombres del oficio del alguacil (jusmetidos a él para aprender criminosos), mensajeros de vara o vergueros, escalentador de la cera para los sellos pendientes, selladores de la escribanía, promovedores, enderezadores de la conciencia, sotaporteros; servidor de la limosna
(almoyna) y escribano de ración que era a manera de contador o tenedor de libros.

Con igual economía hemos obrado al examinar el Índice donde se declaran algunos vocablos aragoneses antiguos, el cual, aunque trabajado por el insigne Blancas; si bien contiene doscientas nueve voces, pero trae muy pocas rigurosamente aragonesas; y aun por eso no hemos incluido de entre ellas sino diez, habiendo despreciado las que nos han parecido castellanas antiguas, que son las más, y habiendo renunciado no sin pena a algunas otras que no dejan de tener semblante aragonés, como son aconsegüexca alcance, bellos ricos, boticayx bofetada, camisot alba, caxo mejilla, desconexenza ingratitud, esguart cuenta, guarda-corps sayo, las oras entonces, lunense apártense (luny, lluny, alunyar, allunyar; chap. llun), meyancera medianía, ont por esto, pertesca parta o tome, pertaña toma, rengas riendas, sines sin, vaxiellos vasos, umplie llenó, izca salga (ixca, ixir, eixir; exitus).

Esa misma parsimonia, pero mucho más fundada, nos ha guiado en cuanto a las palabras castellanas que Ducange define en su Glosario (56), apoyado en documentos aragoneses, cuales son, entre otras, acémila, albarda, alodial, arada, armador, azcona, bandosidad, cabezalero, cahiz, corredor, escombrar, espera, fincar, jurista, malatia, maleta, mayoral, mezclarse, parral, pérdida, perdidoso, quilate, quitación, rastro, realengo, renegado, saca, salva, sesmero, sobreseimiento, soldada, sollo, tapial, taza, timbre, tornadizo y trepado (57). Y si contra este nuestro sistema de conceder a Castilla cuanto la Academia le atribuye (sea cual fuere el verdadero origen de las voces), damos cabida a las ciento o algunas más académicas que Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés castellano, es, no tanto por ser ellas de más uso, si ya no de procedencia aragonesa, cuanto por respetar, como base de nuestro Vocabulario, el primer trabajo que se hizo en ese género; mas, así y todo, las señalamos, para descargo de nuestra responsabilidad literaria, con una letra particular que las distinga, y esto nos permite marcar asimismo las que como aragonesas o provinciales incluye la Academia y las que se deben exclusivamente a nuestra tal cual diligencia.

Pero no hacemos tanto, antes las excluimos por completo, con muchas de las voces que en sus respectivas obras de historia natural escribieron dos insignes botánicos, Bernardo Cienfuegos en los primeros años del siglo XVII y D. Ignacio de Asso (zaragozano) en los últimos del XVIII. Este, sobre todo, a quien se deben muy curiosos y eruditos tratados sobre las producciones, las ciencias, las leyes, la economía política y aun la literatura de Aragón, tuvo la advertencia de consignar, lo mismo en su Synopsis stirpium indigenarum Aragoniae (1779), que en su Introductio ad Oryctographiam et zoologiam Aragoniæ (1784), las voces puramente aragonesas con que se designaban y todavía se designan en el país (que recorrió herborizando y estudiando su suelo y los animales que le pueblan) los objetos sometidos a su descripción. En consecuencia de su plan, calificó unas veces con la palabra vernaculé o provincial de Aragón, otras con la más expresiva de nostratibus, las palabras que tenía por exclusivamente aragonesas, distinguiéndolas de todas las restantes con la anteposición de la palabra hispanis; y por si pudiera dudarse de que designaba con aquellos antepuestos los vocablos aragoneses, él mismo lo declara, ora en el prólogo diciendo Adjunxi etiam vernacula provintiæ nostræ nomina, ora en el índice que titula Nomina hispánica et vernacula Aragoniæ.
Y decimos todo esto, porque parece después muy extraño que persona tan competente en todo aquello que emprendía, calificara de aragonesas palabras que pasan por castellanas, como asnallo, balsamina, cadillo, camomila, cebadilla, ginesta (
plantagenet; parecida a la aliaga, argilaga), margarita, regaliz (regalíssia), sosa, tuca, anadón, andario, becada, calandria, chorlito, dogo, gavilán, lechuza (chuta, ólipa), pajarel, perdiguero, picaraza (garsa en Beceite), polla de agua (focha), pulgón (puó), saboga, tordo (tord o tort en Beceite; tordus), triguero, verderol y otras. Colocónos (nos colocó) esto en la difícil alternativa, o de aceptar por aragonesas bajo la fé de quien, puesto que filólogo, al cabo no se distinguió como etimologista, palabras que no sólo la Academia pero aun los hablistas castellanos han considerado de uso general entre los españoles (también chófer, y no es castellana, a ver si adivinas de dónde viene; o aspirina); o de desairar, sinó, el voto calificado de un literato dedicado con ardor a las ciencias naturales y conocedor por sí mismo de los nombres con que la ciencia y el vulgo designan cada cual los objetos de la naturaleza. Pero nuestra imparcial elección ha estado en favor del habla común española, no sólo por el mayor crédito que nos merecen las muchas y buenas autoridades que contradicen la absoluta de Asso, sino por otra consideración que, favorable como lo es a Aragón, no podemos excusarnos de aducirla.

De esas voces, hoy todas castellanas, supuesto el admitirlas como tales la Academia, las hay, como balsamina, cadillo, calandria, cebadilla, chorlito, dogo, gavilán, ginesta, perdiguero, pulgón, regaliz, saboga y sosa, que ya se hallaban incluidas en la edición príncipe del Diccionario publicada en 1726 por aquella corporación literaria, y no se concibe cómo pudo desentenderse de esta autoridad el naturalista de Asso: pero hay otras, y a la fé muy bellas, como andario, asnallo, camomila, margarita, pajel,

picaraza, polla de agua, tordo, tuca y verderol, que no tenían cabida en aquella edición (58), que en Aragón eran ya muy usuales, y que hoy han pasado al fondo común de la Academia, sin que de nuestra parte quepa contra esto reclamación alguna,
(
como pasan casi todas las palabras aragonesas, mallorquinas, valencianas al DCVB y las consideran catalanas. Sólo hace falta revisar un poco Lou tresor dóu Felibrige para ver su procedencia occitana) como quiera que todos los idiomas viven de esos cambios mutuos, principalmente cuando la lengua de una nación prevalece (como su política) sobre los dialectos (o lenguas documentadas) de las provincias que vienen a constituirla.

Pero hay que considerar como aragonesas algunas palabras que, si bien incluidas como castellanas en el Diccionario general de la lengua, no puede negarse que son de uso constante, popular, y, por decirlo así, privilegiado en Aragón, mientras lo tienen muy raro o ninguno fuera de él, pudiendo asegurarse desde ahora que, pasado algún tiempo, y cuando ya la Academia forme la convicción en que nosotros nos hallamos, habrá de conservarlas en su Diccionario con el carácter exclusivo de provinciales de Aragón (59). Aquí, en efecto, se dice suplicaciones por barquillos como en el Desden con el desden; no marra por no falla como en las farsas de Lucas Fernández; aturar, como en Berceo «Abrán con el diablo siempre a aturar, y como en Lorenzo de Segura «Anda cuemo ruda que no quiere aturar,» amanta, amprar, arguello, arramblar, caño, malmeter, masar, paridera, punchar, rematado, vencejo, y otras varias (60) que se usan frecuentemente entre nosotros, y de las cuales y otras ya notó Capmany que algunas, como aturar, cal, dita, malmeter, ostal y pudor, eran a un tiempo de Cataluña y de Castilla.

De entre las palabras verdaderamente aragonesas aunque de apariencia castellana, de entre las palabras que, a cambio de otras citadas y consentidas como castellanas, tenemos que revindicar como nuestras y sólo nuestras, citaremos más detenidamente, por ser de las más vulgares en nuestro pueblo llano y sólo en él, la famosa expresión impersonal no me cal (no te cal, no le cal) en significación de no me importa, no me conviene, no me es menester, no me cumple, no tengo que etc., cuya frase, que no traen ni Covarrubias, ni la Academia en su Diccionario grande, ni el jesuita Terreros, ni Rosal en su Diccionario manuscrito, se halla autorizada en nuestros días como castellana por la Academia de la lengua, pero usada como aragonesa por sólo nuestros labriegos. (Yo soy filólogo de literatura inglesa y la uso en mi pueblo, Beceite) - En el poema del Cid hablando este de los Infantes sus yernos dice Curiellos quiquier ca dellos poco min' cal, y más atrás Si el rey me lo quisiere tomar, a mi non minchal: en el Poema de Alejandro se lee non te cal ca se vencires non te menguarán vasallos, y en otra parte Mas quequier que él diga a mi poco me cala: en las poesías atribuidas (61) a D. Alonso el Sabio también encontramos

E si vos veis este fuego

non vos otras cosas calen;

en el Laberinto de Juan de Mena

Mas al presente hablar no me cale;

Verdad lo permite, temor lo devieda;

en las poesías de A. Alvárez Villasandino:

Ya non me cal

pensar en al; (chap. ya no me cal pensá en datra cosa)

en las farsas o cuasi-comedias de Lucas Fernández n' os cale desemular; y, lo que es mucho más notable, en las epístolas del obispo Guevara, predicador de Carlos I, «no le cale vivir en Italia el que no tiene privanza de rey para se defender.»


Pero aunque las autoridades que llevamos citadas han podido influir en la Academia para la admisión de esa voz, que sin embargo no vemos incluida en el gran Diccionario de autoridades de aquella corporación, ni tampoco en el de Terreros publicado en 1786, debemos advertir que quienes la han conservado sin interrupción son los aragoneses, desde que (a nuestro parecer) la tomaron de los provenzales, en cuya poesía se halla usada repetidas veces, así como la tienen el idioma italiano en calere, el francés antiguo en chaloir, el catalan en caldrér, y, aun forzando un poco la analogía, el latín en calescere, agitarse, moverse, pudiéndose decir no me mueve, no me agita, no me domina, no me da cuidado, no me importa. Del uso lemosín no puede dudarse al leer en una canción de Pedro III no m' calgra no me sería necesario, y en un poema anterior (62) perteneciente a los primeros años del siglo XIII y publicado y traducido recientemente por Fauriel

Per Dieu, n’ Ugs, ditz lo coms, nons clametx que nous cal.

Por Dios, D. Hugo, dijo el Conde, no os quejéis, que no os conviene.

y más adelante al verso 4844

A la meridiana quel soleilhs pren lombral

el baro de la vila estan á no men cal.

esto es “al mediodía, cuando el sol penetra en todo sombrío y los defensores de la ciudad están descuidados”, o “no están sobre las armas,” como viene a decir Fauriel, o “están en un no me importa,” si fuera posible traducir así aquella expresión que de todos modos indica el abandono.

Y finalmente, verso 4913

Mas non aia Belcaires temensa que nolh cal.
que Fauriel traduce “Mais que Beaucaire n'ait plus de crainte; il n'en doit pas avoir" y que en castellano se puede expresar diciendo “Pero no tema Beaucaire, pues no debe, pues no le corresponde, pues no tiene motivo, pues no tiene por qué.”

Haciendo punto en esta digresión, ya demasiado extensa pero no inútil a nuestro propósito, y anudando el pensamiento de donde ha partido, tócanos manifestar que, señaladas las palabras usadas por autores aragoneses mas no por eso aragonesas, e indicadas también las que a toda luz son de Aragón aunque todavía calificadas como castellanas; pudieran añadirse ciertas otras generalmente usadas en Aragón y que, a pesar de serlo en Castilla por escritores de nota, no tienen cabida como castellanas en el Diccionario de la lengua; tales son haldeta que usa Moratín en aquel verso de sus Navés de Cortés.

de azul y negro las haldetas de ante;

esmangamazos, que, sin el prepuesto privativo, leemos en aquellos versos del Cancionero de Baena

A ty mangamazo syo otra tonsura.

por mi serà dada muy gran penitencia;

(págs. 447 y 481.)
laminero, que tanto divierte a los castellanos cuando lo oyen a algún aragonés y que, sin embargo, no sólo es muy natural derivado de lamer, y muy parecido a lamistero y lamiscado, sino que se ve usado en el arcipreste de Hita,

La golosina tienes goloso laminero;
a placer, que vemos en aquel romance

en corte del rey Alfonso

Bernardo a placer vivía;

pintar, que usan nuestros pastores por tallar, aunque justo es decir que la Academia lo hace sinónimo de escribir, explicando bien ambas versiones aquellos versos encantadores de Gil Polo

mas serate cosa triste

ver tu nombre allí pintado (señalado en mil robles)

…..

no creo yo que te asombre

tanto el verte allí pintada etc.;

mueso, o bocado, (mos; mossegá) que derivado de morsus (de donde después almuerzo) (amorsá, almorsá) se halla como provincial de Aragón y, no obstante, lo encontramos en el Poema del Cid.

Nol' pueden facer comer un mueso de pan,

y en el de Alejandro aunque con varia lección, y en los poetas del Cancionero de Baena

E luego será del todo vengado

el mueso podrido que dió el escorpion
….

Mas freno sin mueso é chapa

vos daria aun emprestado;

peñora (pignorare) y caritatero que explican Berganza y Merino, dando a pennora el significado de multa y prenda, y a caritas el de refección de bebida tras la colación y lección espiritual; tastar, (taste inglés: probar) que si bien se halla en sentido de tocar, derivado de tactus, también tiene en Berceo el de probar o morder en aquel verso

Que de meior boccado non podriedes tastar;
macelo, cuyo derivado macelario no incluye la Academia pero sí en sus vocabularios los eruditos PP. Berganza y Merino; vencejo, de vinculum, (
vencill, bensill, etc; para atar una garba de paja, alfalfa) que, aunque admitido por la Academia en significación de ligadura, sobre todo para atar las haces (feix, feixos) de las mieses, lo declara
D. Tomás Antonio Sánchez privativo de Aragón al explicar el verso de Berceo

Alzáronlo de tierra con un duro venceio;

cútio, que en Aragón significa constante, diario, no interrumpido, conforme con su elimología quotidie, quotidianus, y que la Academia escribe y explica de otro modo, poniendo cutío, trabajo material, y omitiendo absolutamente en su Diccionario el adjetivo cutiano (quotidiano) (cotidiano) que leemos en el poema de Alejandro

Un pasarïello que echaba un grant grito

andaba cutiano redor de la tienda fito

y en Berceo

facie Dios por los omes miraclos cutiano

y en el célebre Villasandino

Pues memento mey cutiano disanto.

de, partícula expletiva que se usa en la frase me dijo de antes su parecer, y en otras parecidas, y que también usan nuestros clásicos como Cervantes, “tan bien barbado y tan sano como de antes,“ y el obispo Guevara “y sus pueblos quedaron como de antes perdidos.“

Añadiríamos a estas algunas otras palabras y frases que, siendo muy familiares en Aragón, y no teniendo nada de exóticas ni nuevas, están excluidas, no obstante, del Diccionario de la Academia, por donde oficialmente resultan no ser castellanas, mientras son positivamente, ya que no aragonesas, de uso aragonés; pero atribuyendo este silencio, no a decisión magistral sino a descuido inevitable de aquel sabio cuerpo literario, no adicionaremos el anterior catálogo ni aun con las dos que por ahora nos ocurren. Es la una llevar la corriente, frase que hemos oído a castellanos puros y que usa el Duque de Rivas (poeta cordobés) en el romance último de su Moro Expósito

“, le acaricia, le lleva la corriente”

La otra es la voz medicina que no se define por la Academia sino como “ciencia de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano,” y que en sentido de medicamento (63) es en Aragón vulgarísima, se usa mucho por los facultativos y se lee con frecuencia en las Ordinaciones del Hospital de Zaragoza 1656, siendo además común a la lengua italiana y al dialecto catalán, pero que no puede formar parte de nuestro Diccionario cuando la vemos usada en todos los más distinguidos escritores castellanos, desde Cervantes a Espronceda, desde Quevedo hasta el poeta popular Trueba, y lo mismo en fr. Luis de Granada que dice sin los tormentos de los médicos y las medicinas, en Mexía como el buen medico sus medicinas, en Guevara y lo poco que las medicinas le han aprovechado, en Rhúa que sana la herida con medicinas lenitivas.

Pasando ahora a uno de los más notables grupos en que pueden dividirse las palabras aragonesas, digamos en honor suyo que este pueblo ha conservado un gran número de las que constituyeron el habla antigua castellana, siendo ya consideradas como arcaísmos fuera de uso algunas y no pocas, que acá nos son del todo familiares, y que en parte componen el más usual vocabulario de la gente inculta, cuyos modismos excitan hasta cierto punto la compasión de quien los oye, ignorándose, aun por nosotros mismos, que así hablaron los padres del común idioma castellano.

Sería, en efecto, un trabajo muy curioso el de reunir las voces, incorrectísimas hoy, de las clases últimas del pueblo, y observar su perfecta identidad, no ya con las que se emplearon en los siglos primeros del habla, sino aun con muchas de los escritores que florecieron en el siglo XVI (64). Llegarían esas semejanzas hasta el punto de ser fácil componer todo un discurso, y aun todo un libro, con palabras tomadas del antiguo castellano, que sin embargo serían exactamente las que usa con predilección el pueblo aragonés; bien que muchas de ellas no dejan de ser comunes con el ya bárbaro dialecto que todavía conserva el estado llano en toda España. Sean ejemplo de esta observación, sin que por eso abultemos con ellas nuestro Diccionario, las palabras niervo; omecida, gomitar, buticario, reconvinió, *prolvengan, filicidad, tuviendo, entreviniendo, abellota, quisiendo, *previdencia, risistir, pidir, dicir, recebir, vieda (veda), siguidilla, ambrolla, crocodilo, (latino puro) virificar, ogepción, asasinar, etc. Séanlo también mesmo, trujo (65), agora, escuro, enantes, dende, que los poetas dicen con frecuencia. Séanlo igualmente estentinos, malmeter y rancar, que usa Juan Lorenzo de Segura; emparar que se lee en Berceo; bulra, estoria, estruir y mandurria que emplea el arcipreste de Hita ; churizo (66), (choricer en Alcañiz, jueves lardero y chorizo) previlegio y rétulo, que nos dice Covarrubias; rabaño y aspárrago que conforman más con la etimología hebrea y latina; pedricado, que dice el rabí D. Santob; cantacio, estentino y otras muchas que se ven en el Cancionero de Baena; empués, que dice Marcuello (pero también Berceo); agüelo y cudicia Aldrete; acontentar el autor del Diálogo de las lenguas; inconvinientes, encorporar y muchas otras Zurita; riguridad Tirso de Molina; mesmamente el P. Isla.

Pero estas palabras no son otra cosa, aunque saludadas con el nombre de barbarismos, sino ligeras desviaciones enfónicas de otras verdaderamente castellanas: las hay que siendo notadas en Castilla como arcaísmos, son en Aragón bastante corrientes, y de ellas citaremos (aunque no hagamos uso de todas en el Diccionario) abejera, aconsolar, afigir, afirmar, almuestas, aplegar, apoticario, árcaz, asin, asisia, asumir, azarolla, bahurrero, batifulla, batimiento, bogeta, buco, cadillo, calendata, cablieva, canso, capacear, casada, cocote, coda, espedo, fajo, fendilla, ferial, fosal, interese, marzapán, mayordombría, mida, mueso, nano, ostaleros, otri, pasturar, peñorar, pigre, tardano, tributación etc.; de cuyo catálogo, que pudiéramos no sin dificultad engrandecer, se deduce lo que ya hemos indicado, es a saber, la religiosidad con que el pueblo ha guardado la antigua manera de hablar, haciendo en él la ignorancia las veces del respeto.

No son menos recomendables, pues son igualmente puras y perfectamente conformes con la índole o genio del idioma, las palabras compuestas que ostenta el aragonés.
No hay para qué decir la belleza y el número que de los compuestos resulta; ni la facilidad con que la lengua española los admite, merced a sus terminaciones vocales y a la buena proporción en que entran estas letras; ni la condensación que producen, economizando circumloquios y partículas; ni el uso que de ellos hicieron las lenguas antiguas, principalmente la griega: todo es demasiado conocido para necesitar
esplanarlo, y mucho menos aquí en donde por otra parte no tiene su principal asiento. Pues bien: de estas composiciones que deben tomarse, sino es en las ciencias, del fondo que ofrece el propio idioma (según lo insinuó Mayans con acierto, tomando cabalmente por ejemplo una voz aragonesa) hay algunas, entre las muchas que a cada

paso inventa la conversación, como aguacibera, aguallevado, aguatiello, ajoarriero, ajolio, alicáncano, alicortado, antecoger, antípoca, apañacuencos, arquimesa, arrancasiega, babazorro, botinflado, cabecequia, carasol, casamuda, cazamoscas, contrayerba, entrecavar, escondecucas, gallipuente (gallipont, gallipons), habarroz, hurtadineros, malbusca, matacabra, matacan, miramar, paniquesa, rabiojo, sobrebueno, sobrecielo, tragacantos, zabacequias.


Y si de los compuestos pasamos a los derivados, que son una parte tan principal, y por ventura la más numerosa de los idiomas, ¿cuántos no encontraremos en Aragón, cuya mayor parte debieran adoptarse por la Academia? Permítasenos ofrecer de ellos una muestra, la cual, contribuyendo a esclarecer este punto, dejará también probado que en la conservación tenaz de sus modos de hablar, generalmente proceden los aragoneses con una lógica instintiva, muy ajena de la especie de extrañeza depresiva con que son saludados sus provincialismos. Véanse, sino, las palabras aceitero, adinerar, afascalar, agramar, aguachinar, agüera, ahojar, aladrada, alaica, anzoleto, añero, apabilado, apenar, aquebrazarse, arrancadero, arrobero, asolarse, azutero (azud, assut), bajero, boalage, bolsear, brazal, cabecero, cabezudo, cabreo, calorina, callizo, canalera, cantal, capolado, capucete, casera, comprero, collete, cresarse, crujida, cuaternado, culturar, cunar, chorrada, defenecer, dentera, desbravar, descodar, desgana, encerrona, engafetar, enzurizar, esbafar, escorchón, escorredero, estribera, frontinazo, galgueado, helera, huevatero, jetazo, juguesca, lavacio, manifacero, mañanada, maseta, matacía, mitadenco, molada, ocheno, oleaza, parejo, pastenco, peduco, picoleta, plantero, pulgarillas, racimar, repaso, saquera, simoso, sondormir, sudadero, tardada, ternasco, vendería, volandero.

Hay otras muchas palabras que difieren muy poco de las correspondientes castellanas, resultado necesario de la varia eufonía de las provincias, a veces de la mayor o menor fidelidad etimológica, y no pocas del simple decurso de los tiempos, que refinan o adulteran, pero no para todos, el idioma. Vocablos hay que varían la terminación, como abejero por abejaruco, ancheza por anchura, apuñadar por apuñear (puño, puñada; puñetazo), azanoriate por zanahoria, balsete por balsilla, blanquero por blanqueador, capaza (capazo) por capacho, cargadal por cargazón, corrinche por corrincho, chaparrazo por chaparrón, dalla por dalle (guadaña), exigidero por exigible, friolenco por friolento (friolero, friolera), perera por peral, pescatero por pescadero, picor por picazón, rocador por rocadero. Unos se han sincopado en Aragón, como abrío por averío, albada por alborada, (auba Mallorca, alba) cartuario por cartulario, censalista por censualista, cobar por cobijar, chapear por chapotear, mida por medida, zanguilón por zangarullón: otros, al contrario, se han alargado por epéntesis, como alirón por alón, bienza por binza, cadiera por cadira, carracla por carraca, empedrear por empedrar, hilarza por hilaza, jarapotear por jaropear, marrega por marga, panso por paso, valentor por valor. Unos suprimen por aféresis la sílaba inicial, como caparra por alcaparra (también garrapata), dula por adula, jada por azada, jambrar por enjambrar, pedrada por apedreada, zafrán por azafrán (safrá; saffron): otros la toman por prótesis, como amerar por merar, asesteadero por sesteadero, atrazar por trazar. Unos pierden la final por apócope, como alum, brócul, caparrós, espinai, por alumbre, bróculi, (brócoli) caparrosa y espinaca: otros la toman, como rondalla por ronda. Algunos duplican una letra, como acerolla, sarrampión, por acerola, sarampión: otros son anagramáticos, como amorgonar y arraclan, (arraclau, arreclau) por amugronar y alacrán: otros obedecen más al origen latino, como bufonería, calonia, concello, curto, gramen por buhonería, caloña, concejo, corto, grama (lo gram en Beceite): otros padecen la leve alteración que algunos gramáticos llaman antítesis, (metátesis) como sucede en achacarse, albellón, alcorzar, almadia, anganillas, aradro, bofo, boteja, cogullada, ensundia, furrufalla, garufo, gayata, jijallo, lezna, mandurria, panolla, (mazorca) restrojera, rujiada, tamborinazo y vendema, cuyas equivalencias castellanas no es necesario enumerar (para la gente poco versada es necesario). Otros, finalmente, se distinguen por su sílaba inicial es, que en Aragón suele preceder como privativa en lugar del antepuesto des, y aun aumentarse a la voz castellana, como se ve en esbafar, escañarse, escrismar, esgarrar, espatarrarse, estral, estrévedes (67) y esvarar, bien que la lengua castellana es también abundante en esas voces, la mayor parte anticuadas (y esto prueba nuevamente en favor de Aragón lo que a la página 71 llevamos dicho) como escañar, esfogar, esfriar, espabilar, espalmar, espavorido, espedirse, espejar, espeluzar, esperezarse, espolvorear, esposado y estajo.

También son de citar, y merecerían una interesante explicación individual, algunas palabras y modismos, que, sin separarse del idioma común, tienen valor nuevo en Aragón, por estar tomadas graciosamente en sentido figurado o translaticio, cuya manera de hablar es uno de los más altos primores de una lengua. Notaremos como ejemplo, acantalear, ajustarse, albarrano, andaderas, anieblado, armarse fandango, asnillo, bandearse, barbaridad, brazo de S. Valero (68), caballón, cárcavo, carmenar, crujida, chaparrudo, echar la barredera (69), echar la ley, encabezado, encanarse, dar carrete, florecer la almendrera, garras, gorrino, guitón, gusanera, herejía (heregia), indignarse la llaga, julepe, jusepico, lucero, lucidario, macerar, mazada, morir a loseta, mostacilla, nazareno, pinganetas, salida de pavana, tiorba y otras.
A este grupo corresponden igualmente la palabra tocino en que los aragoneses toman la parte por el todo; las palabras azulejo, elástico, y esponjado, que toman pie de la cualidad sobresaliente del objeto para darle nombre; también talegazo y titada, cuya analogía con costalada y monería no deja de ser curiosa; igualmente bigardo, que aplicándose primeramente a unos frailes de la orden de S. Francisco condenados por herejes en Alemania e Italia, se extendió después a los de mala vida, concluyendo por significar en Aragón el mancebo de grandes medros y de buena apariencia para el trabajo pero que hace vida inútil y ociosa; y finalmente las antonomásticas florín que así se llamó por ser usual en Florencia, según Merino; frederical, con motivo del manto que usaron algunos Fadriques de Sicilia, según la explicación de Blancas; con D. Antón te topes, a guisa de maldición, en recuerdo de D. Antonio de Luna que asesinó al arzobispo de Zaragoza en los disturbios promovidos por el conde de Urgel; más listo que Cardona, con alusión al vizconde de ese título que, aterrado por el miedo cuando su grande amigo el infante D. Fernando fue mandado matar en 1363 por el rey su hermano, huyó precipitadamente desde Castellón a Cardona pasando el Ebro, por Amposta; ya se murió el rey D. Juan, frase proverbial alusiva al pródigo D. Juan II y dirigida contra los ambiciosos de mercedes; que viene Vargas, expresión con que se asusta a los niños desde la jornada funesta en que aquel mandó prender y decapitar a Lanuza de orden de Felipe II; zaforas, voz moderna, suponemos que ocasionada por el longista Zaforas en cuya casa se dice que sirvió como criado el famoso Cabarrús; piculín, en recuerdo de un famoso volteador de aquel nombre que, procedente de Castellón de la Plana, trabajó en Zaragoza muy a gusto de todos desde 1803 a. 1815, según Casamayor (70), bien así como en Castilla ejecutó sus habilidades en el siglo XVI el italiano Buratin, de donde tomaron ese nombre los volatines en general, según lo hemos leído en algún trabajo etimológico y aun nos parece recordar que en alguna comedia de Lope, por más que en el Diccionario de la Academia no hayamos hallado esa palabra.

Viniendo ahora a las etimologías, por demás está que repitamos lo que ya hemos indicado en este punto, ocioso es que digamos de nuevo lo que por otra parte de todos es sabido: las lenguas se forman por aluvión y por derivación, de lo cual nace su división en familias, el parentesco estrecho que a muchas liga entre sí, la riqueza misma que ostentan, como se ve en la griega con la acumulación de sus dialectos, en la latina con su imitación griega, en las germánicas y neolatinas con la asimilación de sus afines y con el contacto de los pueblos conquistados y conquistadores, aliados y enemigos. Pero si es un gran mérito filial, como lo es a nuestros ojos, la conservación cariñosa de las raíces o voces matrices, supuesta la necesaria y aun oportuna reforma de la sintaxis, en Aragón hay por qué envanecerse en este punto, pues son muchas las voces provinciales que derivan inmediatamente del idioma del Lacio (71).

Unas han conservado toda su estructura latina, como lumen-domus, articulata, calendata, portata, testificata, exhibita, cancelata, extracta, intramarino, ultramarino, cisterno, forideclinatorio, paciscente, y bonavero que, aunque tiene por su terminación aire español, procede de la frase antigua Bona vero quæ demandantur sunt hæc, y expresa hoy como entonces la lista de los bienes a que se refiere la demanda.
Otras son idénticas, o no han variado sino la desinencia o la ortografía, como ápoca, apoticario, ordio, cicures, brisa, ligona, uva, lucidario, sansa, comanda, excrex, convenido, pigre y motilar. Otras, aunque un poco más desemejantes, conservan muy visible su procedencia, como cuaderna, adimplemento, la Seo, coda, falenciales, oleaza, túberas, fiemo (
fem; humus; estiércol), macelo, farinetas (farina : harina), batifulla, fabear, zaborra y fabolines. Otras, en fin, aunque no de tan incuestionable etimología, la tienen bastante lógica, y desde luego mucho menos violenta de lo que suelen buscarla muchos etimólogos, a quienes, por lo mismo de no poseer nosotros su caudal, no los imitaremos ciertamente en disiparlo: tales son geta, gitar y jetar, de getare (y no de jacere, como otros suponen) (gitar : acostar sí es de jacere; gitar : expulsar, echar; foragitar); besque de viscus (pasta de muérdago viscosa, pegajosa, para atrapar pájaros); fajo (y aun fascal) de fax, origen de haz, (fasces; feix) hacinar etc.; huebra derivado de opera, que debió pasar por opra, obra y uebra, acabando por recibir entre nosotros un sentido genérico o trópico; aturar que Rosal (72) deriva de obturare; emberar acaso de ver, primavera, por empezar a colorear entonces algunas frutas, como se dice agostar al marchitarse de las plantas (agosto); exárico de exaro; concieto, de conceptus deseo concebido; muñido de monere, avisar, citar, obligar a comparecer; vellutero, de vellus, lana (vellut : terciopelo); trincar, de trincare, silvar, beber, dar muestras de recocijo; encante de in cantu; amosta, de amba manu hausta, según Monlau; tastar de tactus; mueso, de morsus; vencejo de vinculus; rufo, tal vez de rufus, rubio (rubeo : rojo); teruelo acaso de textula, tejuela con que en lo antiguo se votaba; caritatero, probablemente de charitas, a juzgar por el objeto de aquel cargo que suponemos equivalente al de limosnero; baste, quizá de bastaga, transporte, o de basterna, litera; calamonar, no muy extraño a calamenthum yerba; bando, que puede provenir de pando, siendo tan conformes las dos letras labiales en que se diferencian ambas voces; luquete, a luce como dice Rosal, aunque esa palabra no la incluye la Academia como aragonesa sino como castellana.

Otra de las más copiosas fuentes de donde el idioma español ha tomado un gran número de palabras, es la lengua árabe que, correspondiendo a una civilización muy adelantada sobre todas las de Europa, hubo de forzarnos a admitir, con sus raros conocimientos en las ciencias y artes, las voces que servían a desarrollarlos. No se habló en Aragón aquel idioma como en otras provincias, y es que tampoco no fue tan larga la dominación árabe, reconquistada Zaragoza en 1188 y Valencia (por D. Jaime) en 1238; pero fuélo todavía lo bastante para imprimirnos su influencia; y sobre todo nos impusieron los árabes en adelante, aun después de sometidos, ese suave yugo que, por lo mismo de no ser impuesto a la violencia sino en el seno de la paz, es, no sólo más duradero, pero aun tan honroso a los conquistados como a los conquistadores. Todavía subsisten, sobre todo en Valencia, pero también en Aragón y aun en Navarra, y claro es que en muchos otros puntos de España aun sin contar la Andalucía, prácticas agrícolas, costumbres indelebles, restos, del traje calles y barrios, y principalmente muchos vocablos de la lengua árabe con que la nuestra ha venido a enriquecerse.

Sobre las voces que son generales a toda España, y que Marina enumera cuidadosamente hasta formar un catálogo de cerca de mil quinientas, si bien algunas de origen griego u oriental pero siempre transmitidas a nosotros por los árabes, tiene Aragón otras propias de las cuales citaremos ajada, ajadón, alamín, alberge, albarán, alcohol, alfarda, algorín, almenara, almud, almudí, amelgar, antibo (de anteba, hincharse), arcaz, arguello, arna, aturar (73), badal, bailío, barreño, bocal, boto, bucarán, eraje, gaya, gafete, jauto, jebe, jeto, jimenzar, lapo, márfega, márraga, mossen, rafalla, rafe, sirga y zafrán; a las cuales no dudamos en agregar las investigadas a ruego nuestro por un competente amigo nuestro (74), de entre los cuales son incuestionablemente árabes, según sus informes razonados, alguaza, alquinio, antosta, badina, bahurrero, cabidar, capleta, charada, fardacho, fizón, maigar, tabarda, tría, zaborra y zalear; muy verosímiles alfarrazar, alacet, arcén, buega, cija, libón, y liza, y algún tanto dudosas abollón, *aribol, batueco, bistreta, boira, caramullo, cibiaca, cocón, cospillo, cudujón, fejudo, fres, güellas, jasco, lillas, pardina y pocho.
(
En el glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental, de Leopoldo De Eguilaz y Yanguas he encontrado algo: Baden, badina. La zanja que dejan hecha las corrientes de las aguas. Charca. De * bátin, "rebajado, hundido (suelo terreno) en Kaz. "the low or depressed tract of land, of the plain, where water rests and stagnates" en Lane. Alix. (badina, badines, a Beseit, la badina negra al Parrissal). // ALACET. Voz aragonesa que significa fundamento de un edificio. Borao. Es la arábiga alist o alicet, que, entre otras acepciones, tiene la de fundamento en Kazimirski. Tráela R. Martín bajo la forma *ar alast o alacet, según la pronunciación vulgar, aunque con significado distinto. Acaso alacet no sea más que la contracción de *ar alisését, pl. de alisés, fundamentum en R. Martín, la base o cimiento de un edificio.)

En cuanto a la influencia provenzal, (ver Lou tresor dóu Felibrige, Mistral) con decir que se sintió más o menos aun en Castilla, no puede sorprender que en Aragón fuese extraordinaria, y lo admirable es, pero no menos cierto, que aquí no resultase un dialecto como el catalán o valenciano, y que alcanzara a conservarse el idioma español, nacido como en Castilla pero independientemente de Castilla, y perfeccionado lentamente no sin alguna intervención castellana, pero desde luego con más y mejores aunque no muy aprovechados elementos. Haciendo fondo común de las voces puramente lemosinas y de las catalanas, tenemos, principalmente de estas, un buen número, siéndonos perfectamente comunes amosta, baga, banova, barral, botiga, braga, bresca, corcar, embafar, empentar, escalfeta, escalibar esclafar, esgarrifarse, falca, fuina, gallofa, garba, garraspa, ginjol, gosar, greuge, madrilla, mas, máscara, porguesas, pudor, purna, quera, a ran, sirga, taca, tastar, tongada, trena, trucar, veguero, veta, y, según puede verse en Raynouard (75), adobar, aturar, borda, getar, rosigar, tetar y alguna otra; así como también son comunes al aragonés y al catalán, aunque aquel les ha dado desinencia o pronunciación castellanas, ajordar, calage, calibo, fitero, guito, manifacero, masobero, tinelo, trespontin etc. y lo son también, o por su raíz o por su semejanza, argadillo, cuquera, espenjador, fosqueta, garrampa, milocha y alguna otra.

Algunas de estas palabras pertenecen también a los otros idiomas neo-latinos, no siendo fácil decidir si fueron elaboradas a un mismo tiempo, ni en caso contrario de qué parte estuvo la precedencia; pero de todos modos es lo cierto que tastar, por ejemplo, es común a los idiomas aragonés, catalán, francés e italiano, (e inglés, taste) que botiga, y gingol (jíngol, gínjol), traspontín y aun falordia lo son a los tres primeros, que fuina, muir, taca y aun escalfeta lo son al aragonés, al catalán y al italiano. En cuanto a las semejanzas del aragonés con el francés o el italiano pueden citarse, respecto a este, gratar, chemecar, falaguera (de follegiare), y aun badal y picota; y respecto a aquel acoplar, aguaitar (de guetter), alberge, argent, (Ag, argentum, plata) becardon, chapelete, empachar, esparvel (de épervier) (esparver, esparvé), fuina, guipar (de gûepe abispa), manchar, mazonero, niquitoso (de nique mueca), planzón, pocha, pochada y algunas otras como gallón que la Academia escribe gasón tal vez por aproximarla al gazón francés, y mascarar que, desusado hoy por ellos más no por nosotros, usó sin embargo Rabelais en “Gargantúa) se mascaroyt le nez.”

Expuesto ya, si bien concisamente y sin extendernos a observaciones, panegíricas, lo más preciso de saber para la inteligencia del habla aragonesa en lo tocante a su historia, su etimología, su propiedad y aun sus ventajas, seguramente que completaría en gran parte nuestro trabajo la exposición de los modismos, frases o refranes peculiares de Aragón; pero nos ha retraído de esta idea, no sólo la dificultad de llevarla a cabo con algún acierto, sino la consideración de que aquellas maneras usuales de decir no alteran en nada el idioma castellano, ni difieren (sino es en los pueblos del Somontano (76)) de la sintaxis común, ni marcan ninguna genialidad aragonesa, ni son otra cosa que combinaciones de las sin número que permite un idioma, y que todos los días crea el gusto o la improvisación individual. Ni las construcciones poderse asumir a bolsa de caballero y llevar mujeres a ganancia, que usan nuestros fueros, tienen nada de repugnante con el idioma castellano; ni ofrecen originalidad de alguna monta las frases campar por sus respetos, no le hace por no importa, conducir por Ebro vez de vez de conducir por el Ebro, jugar a pelota (creo que en Navarra y País Vasco se usa también) por a la pelota, parar fuerte por mantenerse sano, vagar te puede por ancho te viene, hacer duelo por dar lástima, (sobre todo en la comida: me hace duelo dejármelo: me fa dol dixámeu; no te cale : no te cal : explicado más arriba) el Juan y la Isabel por Juan e Isabel (77), (el artículo delante del nombre propio se usa en toda España, pese a lo que diga la gramática; la Yoli, la Jeni, el Jonatan, etc) sin parar por al momento, tal cual por al punto y otras como estas; ni tampoco los decires familiares o proverbiales pan de mi alforja, hasta las pulgas toman tabaco, a sopas hechas, ir atrás como el soguero, peor que Geta, más malo que Piván, más feo que Tito, peor que Fierrabrás (Fier-à-bras) (Fierabrás), más célebre que Barceló por la mar (con alusión al famoso marino mallorquín del siglo pasado), sabe más que Briján (Bricán nigromante o hechicero, como Merlín, según Milá), tiene más que Zaporta (cuya esplendidez se conserva en Zaragoza en el palacio monumental de su nombre que después se llamó de la Infanta por haberlo habitado la esposa del infante D. Luis), con la faldeta remangada, priétate la frente, para cuestas arriba quiero mi mulo, como los perros en misa, el que a su enemigo plañe en sus manos muere, más vale sudar que estornudar, más caro que el salmón de Alagón, que se pasa el asado, serio como bragueta de ciego, viejo como las bragas de fr. Pedro, sabido como el chiste de Saputo (78), qué trenzadera o qué alpargata lleva (embriaguez o (borrachera), donde Cristo dio las tres voces (en paraje extraviado), irse por Val-de-Gurriana (desviarse del camino natural aunque sea en la conversación, en el juego etc.), costar un sentido, ya viene Martinico (para decir a los niños que les entra el sueño), más duro que el pie de Cristo, llamar a Cachano con dos tejas (querer un imposible, apelar a quien no puede socorrernos) y otros de ese carácter ; ni encontraríamos cosa alguna reparable sino en muy contadas locuciones que en cierto modo alteran el idioma y se presentan en él como verdaderos solecismos, según lo vemos en ir viaje o estar viaje por ir de viaje o estar de viaje, se lo dé V. por déselo V., es tu que no llueve usado por la gente vulgar en forma interrogativa en vez de ¿cuánto va que no llueve?, lo qué? por qué?, en puesto de y en igual de por en vez de (locus : lugar, puesto, lloch, lloc, loc, loch; en lloch de, en lloc de, en puesto de, en ves de), hasta de ahora por hasta ahora, con otras que pudieran añadirse y que nosotros omitimos rebuscar.

En lo que sí queremos detenernos algún tanto es en el gracioso diminutivo en ico, que consideramos más bien como un modismo que como una palabra, y que, si bien es manera de hablar muy castellana y aún no considerada como arcaísmo por el Diccionario de la lengua, pero es desusada y aun ridícula entre los castellanos, al paso que muy general en todas las clases sociales de Aragón y de Navarra (y Murcia).
Y decimos que muy general, porque hemos de confesar que un gran número de palabras de las que hemos citado como aragonesas, y por ventura las más interesantes, como cal, aturar, amprar y muchísimas otras, ya no se conservan sino entre las clases ínfimas del pueblo; que también
acá (acá se conserva más en Sudamérica, en España ven p'acá, p'aquí) ha cundido entre las personas cultas el desdén hacia nuestras bellezas provinciales; pero el diminutivo de que hablamos es universal, y ya no depende de la educación sino del nacimiento.

El idioma español, rico en los diminutivos cual ningún otro, y desde luego muchísimo más que el hebreo, el árabe, el griego y aun el latín y el italiano, como que reúne más de treinta diversas terminaciones (79), habiendo palabra que permite ella sola doce desinencias, claro es que no aplica todas esas variantes o aumentos de final a todas las palabras, antes se conforma con lo que cada una permite (80); mas en medio de ser esto cierto, las en ico, en illo y en ito son terminaciones generales que se aplican indistintamente a casi todos los nombres, habiendo entre ellas una verdadera sinonimia.


Pero el diminutivo en ico tiene dos ventajas incontestables, el uso preferente que de él hicieron los padres de la lengua, y su significación especial e intrínsecamente distinta de los de otras terminaciones. En los escritores de nuestros orígenes, sobre cuyos sencillos versos parece que vagaba, como una fresca brisa sobre las plantas silvestres, el ambiente de la naturalidad, era el diminutivo en ico el que dominaba en la expresión de los afectos o las apreciaciones, y por eso es tan general en la poesía popular y en la familiar de posteriores tiempos. ¡Qué bien dicho está en una farsa de Lucas Fernéndez

¡Oh, pastorcico serrano!

¿viste, hermano,

un caballero pasar?

y en un romance sobre el moro Calainos

Bien vengáis, el francesico

de Francia la natural?

¡Cuán propio es de la poesía de Castillejo, último trovador de los amores y la sátira, paladín de la poesía nacional contra los petrarquistas, contra los luteranos como él decía, cuán propios son de aquella poesía fácil y sentida aquellos versos, ya pertenecientes a una época muy adelantada, en que se pinta con gracia inimitable a un vizcaíno borracho metamorfoseado en mosquito
tuvo con esto a la par

una risica donosa,

las piernas se le mudaron

en unas zanquitas chicas,

los brazos en dos alicas,

dos cornecicos por cejas!

¡Qué bien sienta en Rodrigo de Cota o Juan de Mena, o quien quiera que escribiese la primitiva Celestina (que nosotros no hemos de desatar nuestras dudas como el editor de Barcelona que atribuyó a aquellos dos tan admirable obra); qué bien sienta aquella aglomeración graciosa de diminutivos «Nezuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico, lobitos en tal gestico, llégate acá putico etc.»! ¡Qué encanto hay en aquellas deleitables fontecicas de filosofía, que nos dice Fernando de Rojas! (autor de la Celestina)
¡Qué espontaneidad tan amorosa en Fr. Luis de Granada el pollico que nace luego se pone debajo de las alas de la gallina... y lo mismo hace el corderico; en Mendoza las mañanicas del verano a refrescar y almorzar; en Santa Teresa al primer airecico de persecución se pierden estas florecicas; en Guevara lo demás que callandico me pedistes en la oreja etc.; en Ávila cuando aconseja conservar esta centellica del celestial fuego; en Lope para quien la constelación de S. Telmo era una estrellica como un diamante! (81) ¡Qué difíciles son de enmendar aquellas tajadicas subtiles de carne de membrillo con que se atendía a la voracidad plebeya de Sancho el Gobernador, aquellos zapaticos para sus hijos que echaba de menos su mujer, y, entre muchos pasajes de la GITANILLA DE MADRID, aquel «Preciosica, canta el romance que aquí va porque es muy bueno”! y ¡cuán superior es en la misma novela aquel cabo de romance (82) «Gitanica que de hermosa te pueden dar parabienes» sobre el que le sigue «Hermosita, hermosita, la de las manos de plata!» ¡Qué tono de familiaridad en aquella carta de Caballero de la Tenaza «Ahora es, y aun no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana!" (83) Y viniendo todavía más a nuestros tiempos, cuando la lengua y la poesía tocaban el último grado de la perfección, el principio ya de su inminente decadencia, léanse nuestros grandes poetas dramáticos y líricos, y veremos que, cuando el asunto les consiente cierta familiaridad, prefieren el ico para denotarla más fielmente, como en los versos de Calderón

La ropilla ancha de espaldas,

derribadica de hombros,

y redondica de falda;

como en Moreto, en quien todavía resulta más terminantemente nuestro aserto cuando entre sus personajes de TRAMPA ADELANTE pone a Jusepico y Manuelico pajes,

a la manera de Quevedo que llama Pablicos al héroe de su novela el Buscón (84).

Tan admitido era entre los más serios escritores aquel diminutivo, que en el testamento (verdadero o falso) del Brocense, el cual inserta e impugna con su exquisito natural buen juicio el Sr. marqués de Morante en la excelente vida de aquel humanista publicada como apéndice al tomo V de su Catálogo, hay una cláusula que dice «Item, Mando a Antonita mi nieta el mi lignum crucis con su cristalico у las seis esmeraldas de que está cercado»; y, lo que es más reparable, Covarrubias, cuyo lenguaje didáctico parece que había de excluir todo diminutivo, dice al explicar (bien ridículamente por cierto) la etimología del gavilán «cuasi cavilan por la astucia y sutileza con que hace presa en las avecicas,» cuya frase le copia y prohija la Academia en la primera y más completa impresión de su Diccionario (85).

Y para que se vea con otro género de prueba la importancia que tuvo ese diminutivo, obsérvese que hay palabras de que no ha quedado, según la Academia, sino el diminutivo en ico, por ejemplo bolsico, calecico, doselico, farandulica, sonetico, fuellecico y zamarrico, a las cuales pueden añadirse las locuciones y refranes veranico de S. Martín, mañanicas de abril buenas son de dormir, Romero ahíto saca zatico etc.: hay algunas que no admiten otro que él, como Perico, borrico, gemidicos y lloramicos; (ploramiques, els pluramicas catalanistas) otras que han venido a determinar una nueva significación perdiendo absolutamente la diminutiva, como acerico, pellico, velico, villancico, farolico, (en sentido de yerba), frailecico (en el doble de ave y pieza del torno de la seda), besicos de monja (en el de planta), (teticas o tetillas de monja, el dulce o pasta, o algo delicioso; mamelleta de monja) palmadica (en el de baile), y tal vez espacico sinónimo de aciago en los antiguos escritores. (despacico conmigo, que tiro de chirla y te echo las tripas en un canasto. José Mota, de un lugar de La Mancha)

La segunda ventaja que abona el uso del diminutivo en ico es su particular significación, (decimos ahora significado) pues aunque parecen sinónimos los en ico, illo e ito, que la Academia agrupa concediendo la elección al buen gusto del escritor, es lo cierto que el diminutivo aragonés (permítasenos esta frase) tiene dos diferencias con aquellos otros, una que podemos llaman gramatical y otra moral, una que se resuelve como todas las cuestiones de sinónimos, otra que tiene relación con el carácter del país en que principalmente se conserva generalizado aquel diminutivo. La diferencia gramatical, a la verdad no muy marcada desde que la supresión del diminutivo en ico ha refundido en los otros su verdadero significado, consiste en que la terminación en illo tiende visiblemente al desprecio, al achicamiento voluntario de un objeto, por ejemplo, chiquillo, capitancillo; la en ito tiene algunas veces carácter depresivo y no pocas denota cierta repugnante hipocresía, como se observa por ejemplo en las frases ¡ tiene una risita! ¡la mosquita muerta!; la en ico demuestra cariño o predilección, siendo a lo menos un aditamento inofensivo, como nos lo declara prácticamente el ejemplo que llevamos citado de la CELESTINA, en el cual se ve que prepondera aquella expresiva terminación para la alabanza, angelico, perlica, simplecica, gestico, y se reservan otras para lo que puede indicar detracción, como nezuelo, loquito y lobitos. En cuanto a la diferencia moral, estriba en que el diminutivo en ico representa el lenguaje de la familiaridad, de la conversación, de la intimidad, y por decirlo así, de la buena fé, fuera del cual apunta en cierta manera el estudio, el disimulo, la desconfianza, la reserva, la falta de espontaneidad.

Hemos expuesto, sucintamente algunas veces, y otras con mayor difusión, los caracteres esenciales del idioma aragonés, mal apreciado en general, tan poco estudiado aún por los mismos aragoneses, pero tan digno de un examen todavía más lato que el que le hemos consagrado. Las fuentes de donde procede, que son las más puras; la respetuosa conservación de voces latinas, y sobre todo de españolas antiguas; la asimilación que se ha procurado parca y atinadamente con las arábigas y lemosinas; la suma de sus palabras técnicas, compuestas, derivadas y aun onomatópicas, en todo conformes con el carácter de la lengua española; la expresión genial, candorosa y fácil que distingue a muchos de sus vocablos y a no pocos de sus modismos; todo contribuye a darle un conjunto inexplicable de belleza que, si no se ha beneficiado todo lo posible, consiste en que la sumisión aragonesa y la tiranía castellana puede decirse que han concurrido a eliminar de la literatura los elementos más útiles del idioma aragonés, que viene a ser una variante cuando no un complemento del impropiamente llamado castellano.

De las ventajas que a este mismo lleva, algo es lo que ya tenemos indicado, pero todavía podemos añadir tal cual observación que se compadece muy bien con nuestro objeto. Hay palabras, como ababol, que, no desmereciendo en suavidad de sus respectivas castellanas, obedecen más a su etimología: hay otras, como abortín, que conforman mejor con el genio de la lengua, si bien ya sabemos que por uno de los muchos secretos de la española los diminutivos tienen a veces desinencia aumentativa (a la hebrea y griega) como sucede en anadón y liebratón, verdadera antítesis de otros, como tordella que es aumentativo: hay otras, como remoldar, que son más concretas, pues en ese mismo ejemplo vemos que Castilla hace sinónimos a remoldar y podar, mientras en Aragón lo uno se refiere a los árboles y lo otro a las vides (esporgá, expurgar, pera los abres; podá la viña, desullá, etc.): hay otras, como cortada y huevatera, muy superiores a sus análogas corte y huevera, que en castellano son ambiguas y confusas por sus diversas significaciones: otras que tienen más conformidad con la lengua madre, como uva, que responde en Cicerón y en Fedro, como entre los aragoneses, a la idea castellana de racimo, que en Columela todavía expresa el que forman de sus propios cuerpos las abejas, y que en Virgilio tiene la más general significación de cepa o vid, fert uva racemos: hay otras sutilísimas, como respetudo y gobernudo, que denotan, no ya la idea despectiva propia de esa terminación, sino una especie de falsa importancia, pues respetudo quiere decir el que inspira cierto infundado respeto, no por lo que es en sí, sino por su edad, su figura y su entonación oraculosa; y gobernudo, no el que es realmente metódico y ordenado, sino el que bulle mucho y parece estar en todo, aunque positivamente no tenga tanto gobierno como agilidad y movimiento: hay otras dotadas de gran propiedad y de muy buenas condiciones eufónicas, como agüera, alud, asnada, brisa, caloyo, eraje, jugadero, mejana, lloradera, redolino, ternasco (86) y vulturino: hay otras de excelente composición, como aguacibera, aguallevado, ajo-arriero, ajolio (ally oli, allioli; allium oleum), alicortado, botinflado, cabecequia, malbusca, matacabra y matacán, que no puede rehusar ningún gramático: hay otras perfectamente significativas y en igual grado concisas y aun irreemplazables, como los verbos alfarrazar, amprar, antecojer, atreudar, bolsear, ceprenar, chemecar, entrecavar, favear, malvar y otras que son de composición castellana con cierta libertad francesa.

A todas las cuales, que de suyo no tienen equivalencia en castellano, hay que añadir, porque tampoco no la tienen exacta, las palabras alfarda, almenara, amelgar, amosta, antípoca, antor, apercazar, apuradamente, atrazo, axobar, bimardo, borroso, boto, brazal, cabecero, capacear, capleta, *cenero, cerpa, convenido, correntía, crujida, cudujón, chorrada, emberar, empeltre, encabezado, fádiga, hablada, lorza, mantornar, mañanada, marraga, masobero, modoso, oleaza, panicero, picotear, racimo, rafe, ruello, saso, tardada, taste, teruelo, terrón, tinglado, vellutero, venora, zaborra y zancochar, todas o casi todas las cuales, y otras que aquí no citamos ni definimos para prueba, como quiera que lo están en nuestro Diccionario, debieran adoptarse como propias en el idioma español, e igualmente las que se citan en la ENCICLOPEDIA ESPAÑOLA (87), artículo de España lingüística, en cuya obra, que no debe parecer sospechosa de provincialismo, se defiende resueltamente al idioma aragonés y se inculpa gravemente a los castellanos por el exclusivismo con que proceden en materias de lenguaje, prefiriendo en muchos casos ostentar su pobreza más bien que adoptar de los dialectos españoles aquello en que estos les superan.

Hemos terminado con eso la tarea que nos habíamos impuesto, a la cual vamos a dar cima con una sola observación. Puesto que se ha perdido literariamente, aun en las márgenes del Ebro, el habla aragonesa; puesto que lejos de perfeccionarse ni aun conservarse estos dialectos, amenazan confundirse poco a poco en el idioma general; bueno fuera que la lengua conquistadora utilizara en beneficio común esos restos lingüísticos que de otro modo han de perderse, y entonces, ya que el vocabulario aragonés ni se conservara sino en libros como este u otros de mejor desempeño, ni sirviera sino como una curiosidad filológica; contribuiría por lo menos a enriquecer el acerbo común de la sin par lengua española, y, a cambio de tantas glorias abdicadas en favor de la unidad ibérica, conservaría el Aragón la de haber mejorado con su hermoso dialecto el habla rica de Cervantes.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Réquiem per un llauradó español.

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Réquiem per un llauradó español. Traduít per Ramón Guimerá Lorente.  Autó: Ramón José Sender.

Réquiem per un llauradó español.
Traduít per Ramón Guimerá Lorente.
Autó: Ramón José Sender.

Prólogo de Enrique Mújica o Múgica al final.

A Jesús Vived Mairal.

Lo mossen se esperabe assentat a un sillón en lo cap inclinat damún de la cassulla de los ofissis de réquiem. La sacristía fée auló a incienso. A un racó ñabíe un feix de rametes de olivé u olivera de les que habíen sobrat lo Domenge de Rams. Les fulles estaben mol seques, y pareixíen de metal. Al passá prop, Mossen Millán evitabe rosáles perque se despreníen y caíen a enterra. Anabe y veníe lo escolanet en lo seu roquete blang.

Anabe y veníe lo escolanet en lo seu roquete blang.

La sacristía teníe dos finestres que donaben al hortet menut o vergé de la abadía. Arribaben del atre costat de los vidres rumós humildes. Algú agranabe furiosamen, y se sentíe la granera seca contra les pedres, y una veu que cridáe: - María.... Marieta.... prop de la finestra entreuberta un saltamontes o llangosto pessigat entre les rametes de un abret tratabe de escapá, y se movíe desesperadamen. Mes lluñ, cap a la plassa, relinchabe un potro. "Éixe té que sé - va pensá Mossen Millán - lo potro de Paco lo del Molí, que va, com sempre, solt per lo poble. Lo retó seguíe pensán que aquell potro, per los carrés, ere una alusió constán a Paco y al record de la seua mort. En los colses als brassos del sillón y les mans crusades sobre la cassulla negra bordada de or, seguíe resán. Sincuanta un añs repetín aquelles orassions les habíe fet automátiques y podíe ficá lo pensamén a un atra part sense dixá de resá. Y la seua imaginassió vagabe per lo poble. Esperabe que los parens del difún acudiríen. Estabe segú de que vindríen - no podíen faltá - tratánse de una missa de réquiem, encara que la díe sense que dingú lay haguere encarregat. Tamé esperabe Mossen Millán que vingueren los amics del difún. Pero aixó fée dudá al retó. Casi tota la aldea habíe sigut amiga de Paco, menos les dos families mes adinerades: don Valeriano y don Gumersindo. La tersera familia rica, la del siñó Cástulo Pérez, no ere ni amiga ni enemiga. Lo escolanet entrabe, agarrabe una campaneta que ñabíe a un racó y, aguantán lo batall pera que no sonare, anabe a eixí cuan Mossen Millán li va preguntá:

- ¿Han vingut los parens?

- ¿Quíns parens? - va preguntá lo escolanet.

- No sigues sompo. ¿No ten enrecordes de Paco lo del Molí?

- Ah, sí, siñó. Pero no se veu a dingú a la iglesia, encara.

Lo chic va eixí un atra vegada al presbiterio pensán en Paco lo del Molí. ¿No habíe de recordál? Lo va vore morí, y después de la seua mort la gen va traure un romans. Lo escolanet sen sabíe algúns trossos: assó de plorá no ere verdat, perque lo escolanet va vore a Paco, y no plorabe. "Lo vach vore" se díe en los atres desde lo coche del siñó Cástulo, yo portaba la bossa en la extremaunsió pera que Mossen Millán los ficare als morts lo sanoli al peu. Lo escolanet anabe y veníe en lo romans de Paco a les dens.

Sense donassen cuenta acomodabe les seues passes al compás de la cansó: assó del senturió li pareixíe al escolanet mes be cosa de Semana Santa y de los passos de la orassió del hort de Getsemaní o dels olivés. Per les finestres de la sacristía arribabe ara una auló de herbes cremades, y Mossen Millán, sense dixá de resá, sentíe en eixa auló les añoranses de la seua propia juventut. Ere vell, y estabe arribán - se díe - an eixa edat a la que la sal ha perdut lo seu gust, com diu la Biblia. Resáe entre dens en lo cap apoyat an aquell puesto del muro aon a través del tems se habíe format una taca fosca.

Ahí va Paco del Molí,

que ya ha sigut sentensiat,

plore per la seua vida

pel caminet del fossá ...
y cuan arribe a la tapia

lo senturió´l va pará...

Entrabe y eixíe lo escolanet en la pértiga de ensendre los siris, les vinagreres y lo missal.

- ¿Ña gen a la iglesia? - preguntabe un atra vegada lo mossen.

- No, siñó.

Mossen Millán se díe: es pronte. Ademés, los llauradós no han acabat les faenes de la trilla. Pero la familia del difún no podíe faltá. Seguíen sonán les campanes que als funerals eren lentes, distansiades y graves. Mossen Millán estirabe les cames. Les puntes de les seues sabates assomaben deball del alba y damún de la estera de espart. L´alba estabe desfilagarchada per lo remat. Les sabates teníen lo cuero esgarrat per lo puesto aon se doblegaben al caminá, y lo mossen va pensá: tindré que enviáles a apañá. Lo sabaté ere nou a la aldea. Lo anterió no anabe a missa, pero traballabe pera lo mossen en mol esmero, y li cobrabe menos. Aquell sabaté y Paco lo del Molí habíen sigut mol amics. Recordabe Mossen Millán lo día que va batejá a Paco an aquella mateixa iglesia. Lo matí del batech se va presentá gelat y dorat, un de eixos matíns en que la grava del riu que habíen ficat a la plassa durán lo Corpus, cruixíe de fred daball dels peus. Anabe lo chiquet en brassos de la padrina, embolicat en un ric mantellet, y cubert per un manto de rasso blang, bordat en seda blanca, tamé. Los lujos de los llauradós són pera los actes sacramentals. Cuan los del batech entraben a la iglesia, les campanes menudes doblaben alegremen. Se podíe sabé si anaben a batejá a un chiquet o a una chiqueta. Si ere chiquet, les campanes - una en un to mes alt que l´atra - díen: no es nena, que es nen; no es nena, que es nen. Si ere chiqueta cambiaben un poc, y díen: no es nen, que es nena; no es nen, que es nena. La aldea estabe prop de la raya de Lérida - Lleida - Leyda - Ilerda, y los llauradós féen aná a vegades paraules del dicsionari lleidatà - català. Al arribá los del batech se va sentí a la plassa un abalot de chiquets, com sempre. Lo padrí portáe una bossa de papé de la que traíe peladilles y caramelos. Sabíe que, de no féu, los chics ressibiríen als del batech cridán a coro frasses pera lo ressién naixcut, aludín als seus bolqués o pañals y a si estaben secs o amerats.

Se sentíen rebotá les peladilles contra les portes y finestres y a vegades contra los caps de los mateixos sagals, que no perdíen lo tems queixánse. A la torre les campanes menudes seguíen tocán: no es nena, que es nen, y los llauradós entraben a la iglesia, aon esperabe Mossen Millán ya revestit. Recordabe lo retó aquell acte entre sentenás de atres perque habíe sigut lo batech de Paco lo del Molí. Ñabíen varies persones vestides de dol, de negre, y series. Les dones en mantilla o mantón negre, los homens en camisa. A la capella bautismal la pila sugeríe misteris antics.

Mossen Millán habíe sigut invitat al diná en la familia. No van ñabé grans extrems perque les festes del ivern solíen sé mes fluixes que les del estiu. Recordabe Mossen Millán que damún de una taula ñabíe un paquet de veles risades y adornades, y que a un extrem de la habitassió estabe la cuneta del chiquet. Al seu costat, la mare, de cap menut y pit unflat, en eixa serenidat majestuosa de les que acaben de parí. Lo pare ateníe als amics. Un dells se arrimabe a la cuna, y preguntabe: - ¿Es ton fill? - Home, no u sé - va di lo pare acusán en una tranquila sorna lo obvio de la pregunta - . Al menos, de la meua dona sí que u es. Después va soltá la carcañada. Mossen Millán, que estabe lligín lo seu grimorio, va alsá lo cap: - Home, no sigues bruto. ¿Qué traus en eixes bromes?

Les dones sen enríen tamé, espessialmén la Jerónima - comadrona y saludadora -, que en aquell momén li portáe a la mare un caldo de gallina vella y una tassa de moscatell. Después destapáe al chiquet, y se ficáe a cambiáli lo vendaje del meliquet.

- Vaya, sagal. Segú que no te fotrán fora del ball - díe aludín al volumen de los seus atributs masculíns. La padrina repetíe que durán lo batech lo chiquet habíe tret la llengua pera replegá la sal, y de aixó deduíe que tindríe grássia y atractiu en les dones. Lo pare del chiquet anabe y veníe, y se parabe a vegades pera mirá al ressién naixcut: "¡Quína cosa es la vida! Hasta que va naixe este crío, yo era sol lo fill de mon pare. Ara soc, ademés, lo pare de mon fill". - Lo món es redó, y rode - va di en veu alta.
Estabe segú Mossen Millán de que serviríen al banquete perdiu adobada. An aquella casa ne solíen tíndre. Cuan va sentí la seua auló al aire, se va eixecá, se va arrimá a la cuna, y va traure del seu breviari un escapulari menudet que va dixá deball del cuixí del chiquet. Mirabe lo mossen al chiquet sense dixá de resá: ad perpetuam rei memoriam... Lo chiquet pareixíe donássen cuenta de que ere lo sentro de aquella selebrasió, y sonreíe adormidet. Mossen Millán se apartabe pensán: "¿De qué pot sonriure?". U va di en veu alta, y la

Jerónima va comentá:

- Es que ensomie en rius de lleiteta calenteta. Los diminutius de lleit y calenta resultaben una mica extrañs, pero tot lo que díe la Jerónima ere sempre aixina.

Cuan van arribá los que faltaben, va escomensá lo diná. Un dels capsals lo va ocupá lo felís pare. La yaya va di al indicáli al retó lo costat contrari: - Aquí l´atre pare, Mossen Millán. Lo mossen li va doná la raó a la agüela: lo chic habíe naixcut dos vegades, una al món y l´atra a la iglesia. De este segón naiximén lo pare ere lo mossen de la parroquia. Mossen Millán se servíe poc minjá, reservánse pera les perdius.

Vintissís añs después sen enrecordabe de aquelles perdius, y en dijú, antes de la missa, persibíe les aulós de all, vinagre y oli de oliva. Revestit y sentín les campanes, dixáe que per un momén lo record se extinguire. Mirabe al escolanet. Éste no sabíe tot lo románs de Paco, y se quedabe a la porta en un dit doblegat entre les dens tratán de recordá:
... ya los porten, ya los porten, lligats los tres bras en bras.

Lo escolanet teníe presén la escena, que va sé sangrienta y plena de estampits.

Tornáe a recordá lo mossen la festa del batech mentres lo escolanet per di algo repetíe:

- No sé qué passe avui que no ve dingú a la iglesia, Mossen Millán.
Lo mossen habíe ficat la crisma al clatellet de Paco, a la seua tendra nuca que formabe dos arruguetes contra la esquena. "ara - pensabe - está ya aquell clatell daball de terra, pols al pols". Tots habíen mirat al chiquet aquell matí, sobre tot lo pare, felisos, pero en serta terbolina a la expresió. Res mes misteriós que un ressién naixcut.

Mossen Millán recordabe que aquella familia no habíe sigut may mol devota, pero cumplíe en la parroquia y conservabe la costum de fé a la iglesia dos regalos cada añ, un de llana y l´atre de blat o formén, al agost. "U féen mes per tradissió que per devossió - pensabe Mossen Millán -, pero u faien." En cuan a la Jerónima, ella sabíe que lo mossen no la veíe en bons ulls. A vegades la Jerónima, pel seu ofissi y les seues charrades - o dichos, com ella díe -, revolussionabe una mica les aigües manses de la aldea. Solíe resá la Jerónima extrañes orassións pera esbarrá les pedregades y evitá les inundassións, y en aquella que acababe dién: San just, san fort, san inmortal - guárdamos, siñó, de tot mal, afegíe una frasse latina que sonabe com una obsenidat, y lo seu verdadé sentit no lo va pugué may dessifrá lo mossen. Ella u fée inossenmen, y cuan lo mossen li preguntabe de aón habíe tret aquell latinajo, díe que lo habíe heredat de sa yaya. Estabe segú Mossen Millán de que si anabe al bressol del chiquet, y eixecabe lo cuixí, trobaríe algún amuleto. Solíe la Jerónima ficá cuan se tratabe de chiquets una estisora menuda uberta en creu pera protegíls de ferida de ferro - de saña de fiarro, díe ella -, y si se tratabe de chiquetes, una rosa que ella mateixa habíe secat a la llum de la lluna pera donáles hermosura y evitáles les menstruassións difíssils.

Va ñabé un insidén que va produí serta alegría secreta a Mossen Millán. Lo meche de la aldea, un home jove, va arribá, va doná los bons díes, se va traure les ulleres pera llimpiáles - se li habíen empañat al entrá -, y se va arrimá a la cuna. Después de reconeixe al crío li va di serio a la Jerónima que no tornare a tocá lo melic del ressién naixcut ni a cambiáli la faixeta. U va di secamen, y lo que ere pijó, dabán de tots. Lo van sentí hasta los que estaben a la cuina. Com ere de suposá, al marchá lo dotó, la Jerónima va escomensá a desahogás. Va di que en los meches vells may habíe tingut paraules, y que aquell jovenet creíe que sol la seua siénsia valíe, pero dísme de lo que presumixes, y te diré lo que te falte. Aquell dotoret teníe mes fums y maneres que siénsia. Va tratá de malquistá al meche en los homens casats. ¿No habíen vist cóm entrabe per les cases de rondón, y sense cridá, y sen anabe directe cap a la alcoba, encara que la femella de la familia estiguere allí vestinse? Mes de una habíe sigut sorprenguda en cubrecorsé o en enagües. ¿Y qué féen les pobres? pos res. Cridá y corre cap a un atre cuarto. ¿Eren maneres aquelles de entrá a una casa un home solté y sense parella? Eixe ere lo meche. Seguíe parlán la Jerónima, pero los homens ya no la escoltaben. Mossen Millán va intervindre: - Calla, Jerónima - va di -. Un meche es un meche. - La culpa - va di algú - no es de la Jerónima, sino de la engerra.

Los llauradós parlaben de coses referéns al treball. Lo blat apuntabe be, los plantés y llaós de les hortalises anaben creixén, y a la primavera siríe un goch sembrá los melonás, lo ensiam y la esquirola. Mossen Millán, cuan va vore que la conversasió afluixabe, se va ficá a parlá contra les superstisións. La Jerónima escoltabe en silénsio. Parlabe lo mossen de les coses mes graves en giros de la terra. Díe que la Iglesia se alegrabe tan

de aquell naiximén com los mateixos pares, y que se habíe de alluñá del chiquet les superstisións, que són cosa del dimoni, y que podríen féli mal lo día de demá. Va afegí que lo chic siríe auncás un nou Saulo pera la Cristiandat. - Lo que vull yo es que adeprengue a ajustás los calsonsillos, y que sigue un bon mayoral pa llaurá - va di lo pare. Va riure la Jerónima pera molestá al retó. Después va di: - Lo chic sirá lo que tingue que sé. Consevol cosa, menos retó -. Mossen Millán la va mirá extrañat: - Qué bruta eres, Jerónima. - En aquell momén va arribá algú buscán a la ensalmadora. Cuan ésta habíe eixit, Mossen Millán se va dirigí al bressol del chiquet, va alsá lo cuixí, y va trobá deball un clau o tacha y una claueta formán una creu. Los va traure, los hi va entregá al pare, y va di: "¿Vosté veu?". Después va resá una orassió. Va repetí que lo menut Paco, encara que fore un día mayoral, ere fill espiritual seu, y debíe cuidá de la seua alma. Ya sabíe que la Jerónima, en les seues superstisións, no podíe fé mol mal, pero tampoc fée cap be. Mol mes tart, cuan Paquito va sé Paco, y va eixí de quintes, y cuan va morí, y cuan Mossen Millán tratabe de di la missa de aniversari, vivíe encara la Jerónima, encara que ere tan agüeleta, que sol díe tonteríes, chochejabe y no li féen cas. Lo escolanet de Mossen Millán estabe a la porta de la sacristía, y assomabe lo nas de cuan en cuan pera bachillejá per la iglesia, y díli al retó:

- Encara no ha vingut dingú.

Alsabe les selles lo mossen pensán: "No u compreng". Tota la aldea volíe a Paco. Menos don Gumersindo, don Valeriano y pot sé lo siñó Cástulo Pérez. Pero de los sentiméns de este radé dingú podíe está segú. Lo escolanet tamé se parlabe an ell mateix diénse lo románs de Paco.
Les llums anaben pe'l monte

y les sombres per lo saso....
Mossen Millán va tancá los ulls, y va esperá. Recordabe algúns detalls nous de la infánsia de Paco. Volíe al mosso, y lo chiquet lo volíe an ell tamé. Los chics y los animals volen a qui los vol. Als sis añs fée fuineta, es di, se escapabe ya de casa, y se ajuntáe en datres sagals. Entrabe y eixíe per les cuines de los veíns. Los llauradós seguixen lo vell proverbi: al fill del teu veí llímpiali los nassos y embutixlo a casa teua. Tindríe Paco algo mes de sis añs cuan va aná per primera vegada a escola. La casa del retó estabe prop, y lo chic anabe de tarde en tarde a vórel. Lo fet de que fore per

voluntat propia conmovíe al retó. Li donabe al mosso estampes de colós. Si al eixí de casa del retó lo chic se trobabe en lo sabaté, éste li díe:

- Ya vech que eres mol amic de Mossen Millán.

- ¿Y vosté no? - preguntabe lo chic.

- ¡Oh! - díe lo sabaté, evasiu -. Los mossens són la gen que treballe mes al món pera no traballá. Pero Mossen Millán es un san. Aixó radé u díe en una venerassió exagerada pera que dingú puguere pensá que parlabe en serio. Lo menut Paco anabe fen los seus descubriméns a la vida. Va trobá un día al retó a la abadía cambiánse de sotana, y al vore que deball portáe pantalóns, se va quedá extrañat y sense sabé qué pensá. Cuan veíe Mossen Millán al pare de Paco li preguntabe per lo chiquet fen aná una expresió afalagadora: - ¿Aón está lo hereu?

Teníe son pare de Paco un gos arguellat y malcarat, que se díe Komtú. Los llauradós traten als seus cans en indiferénsia y crueldat, y es, sense cap duda, la raó per la que eixos animals los adoren.
A vegades lo gos acompañabe al chic a la escola. Caminabe al seu costat sense féli alifares y sense alegría, protegínlo en la seua presénsia. Paco anáe per entonses mol atrafegat tratán de convense al gos de que lo gat de la casa tamé teníe dret a la vida.
Lo gos no u enteníe aixina, y lo pobre gat va tindre que escapás al monte. Cuan Paco va voldre recuperál, son pare li va di que ere inútil perque les alimañes salvaches lo hauríen matat ya.

Los ducs, búhos reals, no solen tolerá que ñague al monte datres animals que puguen vore a la oscurina, com ells. Perseguíen als gats, los mataben y sels minjaben. Desde que va sabé assó, la nit ere pera Paco misteriosa y fae po, y cuan se gitabe parabe be la orella volén escoltá los sorolls de fora. Si la nit ere de los mussols, ducs, caros, chutes u ólipes, lo día perteneixíe als chics, y Paco, als set añs, ere bastán revoltós. Les seues preocupassións y temós durán la nit no li impedíen reñí al eixí de escola. Ere ya per entonses una espéssie de escolanet auxiliá o suplén. Entre los tessoros de los chics de la aldea ñabíe un vell revólver en lo que especulaben de tal modo, que may estabe mes de una semana a les mateixes mans. Cuan per alguna raó - per habél guañat an algún joc o cambalaches - lo teníe Paco, no se separabe de ell, y mentres ajudabe a missa lo portáe a la sintura daball del roquete. Una vegada, al cambiá lo missal y fé la genuflexió, va rellissá l´arma, y va caure a la tarima en una sorollina mol gran. Un momén se va quedá allí, y los dos escolanets se van aviá damún della. Paco va espentá al atre, y va agarrá lo seu revólver. Se va arremangá la sotana, sel va guardá a la sintura, y va contestá al mossen: - Et cum spiritu tuo. - Va acabá la missa, y Mossen Millán va cridá a capítul a Paco, lo va renegá y li va demaná lo revólver. Entonses ya Paco lo habíe amagat detrás del altá. Mossen Millán va registrá al chic, y no li va trobá res. Paco se limitabe a negá, y no lo hagueren tret de les seues negatives tots los verdugos de la antiga Inquissisió. Al final, Mossen Millán se va doná per vensut, pero li va preguntá: 

- ¿Pera qué vols eixe revólver, Paco? ¿A quí vols matá? - A dingú. - Va afegí que lo portáe pera evitá que lo faigueren aná datres chics pijós que ell. Esta eixida va assombrá al retó. Mossen Millán se interessabe per Paco pensán que sons pares eren poc religiosos. Creíe lo mossen que atraén al fill, igual atrauríe als demés de la familia. Teníe Paco set añs cuan va arribá lo obispo, y va confirmá als chics de la aldea. La figura del prelat, que ere un agüelo de pel blang y alta estatura, va impressioná a Paco. En la seua mitra, la seua capa pluvial y lo báculo dorat, li donabe al chiquet la idea aproximada de lo que teníe que sé Deu als sels. Después de la confirmassió va parlá lo obispo en Paco a la sacristía. Lo obispo li díe galopín. May habíe sentit Paco aquella paraula. La conversa va sé aixina:

- ¿Quí es este galopín? -

- Paco, pera serví a Deu y a la seua ilustríssima. -

Lo chic habíe sigut alecsionat. Lo obispo, mol afable, seguíe preguntánli:

- ¿Qué vols sé tú de gran? ¿retó?

- No, siñó.

- ¿General?

- No, siñó, tampoc. Vull sé llauradó, com mon pare.

Lo obispo sen enríe. Veén Paco que teníe éxit, va seguí parlán:

- Y tindre tres parells de mules, y eixí en elles per lo carré majó dién: ¡Tordillaaa Capitanaaa, oxiqué me ca....!

Mossen Millán se va assustá, y li va fé en la ma un gesto indicán que callare. Lo obispo sen enríe. Aprofitán la emossió de aquella visita del obispo, Mossen Millán va escomensá a prepará a Paco y a datres mossets pera la primera comunió, y al mateix tems va dessidí que ere milló fes cómplice de les picardietes de los sagals que censuráls. Sabíe que Paco teníe lo revólver, y no habíe tornat a parláli de ell. Se sentíe Paco segú a la vida. Lo sabaté lo mirabe a vegades en serta ironía - ¿per qué? -, y lo meche, cuan anabe a casa seua, li díe: - Hola, Cabarrús.

Casi tots los veíns y amics de la familia li guardaben a Paco algún secreto: la notíssia del revólver, un vidre trencat a una finestra, lo furt de algunes aumostades de sireres a un hort. Lo mes importán encubrimén ere lo de Mossen Millán. Un día va parlá lo mossen en Paco de coses difíssils perque Mossen Millán li enseñabe a fé examen de consiénsia desde lo primé manamén hasta lo déssim. Al arribá al sexto, lo mossen va dudá un momén, y va di, per fí: - Pással per alt, perque tú no tens pecats de eixa classe encara.

Paco va está cavilán, y va suposá que se deuríe referí a la relassió entre homens y dones. Anabe Paco assobín a la iglesia, encara que sol ajudabe a missa cuan féen falta dos escolanets. A la época de Semana Santa va descubrí grans coses. Durán aquells díes tot cambiabe al templo. Les imaches les tapaben en draps coló violeta, lo altá majó quedabe tapat tamé detrás de una enorme tela malva, y una de les naves ere transformada en un extrañ puesto ple de misteri. Ere lo monumén. La part anterió teníe acsés per una ampla escalinata cuberta de alfombra negra. Al peu de eixes escales, sobre un cuixí gran y blang de rasso estabe gitat un crucifijo de metal cubert en tela violeta, que formabe una figura romboidal sobre los extrems de la creu. Per deball del rombo assomabe la basse, treballada. Los fiels se arrimaben, se aginollaben, y la besaben. Al costat una gran bandeja en dos o tres monedes de plata y moltes mes de cobre. A les sombres de la iglesia aquell puesto silensiós e iluminat, en les escales plenes de candelabros y siris ensesos, li donabe a Paco una impresió de misteri. Deball del monumén, a un puesto invissible, dos homens tocaben en flautes de caña una melodía mol trista. La melodía ere curta y se repetíe hasta lo infinito durán tot lo día. Paco teníe sensassións contradictories mol fortes. Durán lo Dijous y lo Divendres San no sonaben les campanes de la torre. En ves de campanes se sentíen les matraques y carraus. A la bóveda del campanari ñabíen dos enormes silindros de fusta cuberts de fileres de masses. Al girá lo silindro, les masses matraquejaben la fusta. Tota aquella maquinaria estabe damún de les campanes, y teníe un eje empotrat a los dos muros del campanari, y engrassat en pez. Eixes matraques gigáns produíen un soroll de ossos sacsats. Los escolanets teníen dos matraquetes de ma, y les féen soná a la missa. Paco mirabe y sentíe tot alló maravillat. Lo intrigaben sobre tot les estatues que se veíen als dos costats del monumén. Éste pareixíe lo interió de una inmensa cámara fotográfica en lo fuelle estés. La turbassió de Paco prossedíe del fet de habé vist aquelles imaches plenes de pols y desnassades a una esgorfa del templo aon amuntonaben los trastes vells. Ñabíen tamé allí cames de cristos desapegades dels cossos, estatues de mártirs despullats patín. Caps de ecce homos llagrimosos, draps de veróniques penjats del muro, trípodes fets en llistóns de fusta que teníen un busto de dona a dal, y que, cuberts per un manto en forma cónica, se convertíen en Nostra Siñora de los Desamparats. Lo atre escolanet - cuan estaben los dos a la algorfa - exagerabe la seua familiaridat en aquelles figures. Se ficáe a caball de un de los apóstols, y li fotíe cops al cap en los nuguets o nudillos pera vore - díe - si ñabíen ratolíns; li ficabe a un atre un paperet enrollat a la boca com si estiguere fumán o pipán, anabe al costat de San Sebastián, y li arrencabe los dardos del pit pera tornálsi a ficá, cruelmen. Y a un racó se veíe lo túmulo funeral o que se fée aná a les misses de difúns, cubert de draps negres gotejats de sera, mostrabe als cuatre costats una calavera y dos tibies crusades. Ere un puesto a dins del que se amagabe l´atre escolanet, a vegades, y cantabe coses irreveréns. Lo Dissapte de Gloria, per lo matí, los chics anaben a la iglesia portán massetes de fusta que teníen guardades tot lo añ pera aquell fí. Anaben - quí podríe suposáu - a matá judíos. Pera evitá que trencaren los bangs, Mossen Millán fée ficá lo día anterió tres llargs taulóns tombats prop del atrio. Se suponíe o suposabe que los judíos estaben a dins, lo que no ere pera les imaginassións infantils massa suposá. Los chics se assentaben detrás y esperaben. Al di lo mossen als ofissis la paraula resurrexit, escomensaben a fotre cops y se fee una tabalina tremenda, que durabe hasta lo canto del aleluya y lo primé volteo de campanes. Eixíe Paco de la Semana Santa com convalessién de una enfermedat. Los ofissis habíen sigut sensassionals, y teníen noms extrañs: les tiniebles o tenebres, lo sermó de les set paraules, y del beset de Judas, lo de los vels esgarrats. Lo Dissapte de Gloria solíe sé com la reconquista de la llum y la alegría. Mentres doblaben les campanes a la torre - después del silénsio de tres díes - la Jerónima agarrabe pedretes de la glera del riu perque díe que ficánseles a la boca aliviaríen lo mal de quixals.

Paco anabe entonses a casa del retó en atres chics, que se preparaben tamé pera la primera comunió. Lo mossen los instruíe y los aconsellabe que an aquells díes no faigueren maleses. No teníen que reñí ni aná al llavadó públic, lo carassol, aon les dones parlaben massa libremen. Los chics sentíen desde entonses una curiosidat mes viva, y si passaben prop dels rentadós paraben be la orella. Parlán los chics entre ells de la comunió, inventaben perills extrañs y díen que al combregá ere nessessari obrí mol la boca, perque si la hostia consagrada tocabe les dens, lo combregadó caíe mort, y sen anabe dret cap al infern. Un día, Mossen Millán li va demaná al escolanet que lo acompañare a portá la extremaunsió a un dolén grave. Van aná a les afores del poble, aon ya no ñabíen cases, y la gen vivíe a unes coves ubertes a la roca. Se entrabe an elles per un forat rectangulá que teníe al voltán una senefa encalada.

Paco portáe penjada del muscle una bossa de vellut aon lo mossen habíe ficat los objectes litúrgics. Van entrá acachán lo cap y pateján en cuidado. Ñabíe a dins dos cuartos en lo terra de lloses de pedra mal ajustades. Estabe ya oscurín, y al cuarto primé no ñabíe llum. Al segón se veíe sol un cresolet de oli. Una agüeleta, vestida en draps, los va ressibí en un cap de vela ensés. Lo techo de roca ere mol baixet, y encara que se podíe está de peu, lo mossen acacháe lo cap per precaussió. No ñabíe datra ventilassió que la de la porta de fora. La agüela teníe los ulls secs y una expresió de fatiga y de espán gelat. A un racó ñabíe un camastro de taules, y an ell estabe lo dolén. Lo mossen no va di res, la dona tampoc. Sol se sentíe un ronquit acompassat, bronco y persistén, que eixíe del pit del dolén. Paco va obrí la bossa, y lo mossen, después de ficás la estola, va aná traén trossets de estopa y una engerreta en oli, y va escomensá a resá en latín.
La agüela escoltabe en la vista cacha an terra y lo cap de vela a la ma. La silueta del dolén - que teníe lo pit mol eixecat y lo cap mol cacho - se proyectabe al muro, y consevol movimentet del siri fée moures a la sombra. Va descubrí lo mossen los peus del dolén. Eren grans, secs, en cribasses, peus de llauradó. Después va aná al capsal. Se veíe que lo agonisán ficabe tota la energía que li quedabe en aquella horrible faena de respirá. Los estertós eren mes broncos y mes frecuéns. Paco veíe dos o tres mosques que 
revolotejaben per la cara del dolén, y que a la llum teníen reflejos de metal. Mossen Millán va fé les unsións als ulls, al nas, als peus. Lo dolén no sen donabe cuenta. Cuan va acabá lo mossen, li va di a la dona: - Deu lo ressibixque al seu costat. -

La agüela callabe. Li tremolabe a vegades la barbilla, y en aquella tremoló se persibíe lo os de la mandíbula o barra deball de la seua pell arguellada. Paco seguíe mirán per tot arreu. No ñabíe llum, ni aigua, ni foc. Mossen Millán teníe pressa de eixí, pero u dissimulabe perque aquella pressa li pareixíe poc cristiana. Cuan van eixí, la dona los va acompañá hasta la porta en lo siri ensés. No se veíen per allí mes mobles que una cadira desnivellada apoyada contra lo muro. Al cuartet de fora, a un racó y an terra ñabíen tres pedres afumades y un poc de sendra freda. A una estaca clavada al muro, una jaqueta vella. Lo mossen pareixíe aná a di algo, pero va callá. Van eixí. Ere ya de nit, y allá dal se veíen les estrelles o los estels o estrels. Paco va preguntá:

- ¿Eixa gen es pobra, Mossen Millán?

- Sí, fill.

- ¿Mol pobra?

- Mol.

- ¿La mes pobra del poble?

- Quí sap, pero ñan coses pijós que la pobresa. Són desgrassiats per atres raóns.

Lo escolanet veíe que lo mossen contestabe en desgana.

- ¿Per qué? - va preguntá.

- Tenen un fill que podríe ajudáls, pero hay sentit di que está a la gábia o presó.

- ¿Ha matat an algú?

- Yo no u sé, pero no me extrañaríe.

Paco no podíe está callat. Caminabe a fosques per terreno desigual. Recordán al dolén lo escolanet va di:

- Se está morín perque no pot alená. Y ara mon anem, y se quede allí sol.

Caminaben. Mossen Millán pareixíe mol cansat. Paco va afegí - Bueno, en la seua dona. Menos mal.

Hasta les primeres cases ñabíe un bon tros. Mossen Millán li va di al chic que la seua compasió ere virtuosa y que teníe bon cor. Lo chic va preguntá encara si no anabe dingú a vórels perque eren pobres o perque teníen un fill a la presó y Mossen Millán volén tallá lo diálogo interrogatori va assegurá que de un momén al atre lo agonisán se moriríe y pujaríe al sel aon siríe felís. Lo chic va mirá los estels.

- Son fill no té que sé mol roín, pare Millán.

- ¿Per qué?

- Si fore roín, sons pares tindríen dinés. Robaríe.

Lo mossen no va voldre contestá. Y seguíen caminán.

Paco se sentíe felís anán en lo mossen. Sé lo seu amic li donabe autoridat encara que no podríe di de quína forma. Van seguí caminán sense torná a parlá, pero al arribá a la iglesia Paco va repetí una vegada mes:

- ¿Per qué no va a vórel dingú, Mossen Millán?

- ¿Qué importe assó, Paco? Lo que se mor, ric o pobre, sempre está sol encara que vaiguen los demés a vórel. La vida es aixina y Deu que la ha fet sap per qué.

Paco sen enrecordabe de que lo dolén no díe res. La dona tampoc. Ademés lo dolén teníe los peus de fusta com los de les creus trencades y abandonades al perchi de la iglesia.

Lo mossen guardabe la bossa de los óleos u olis. Paco va di que anabe a avisá als veíns pera que anaren a vore al dolén y ajudá a la seua dona. Aniríe de part de Mossen Millán y aixina dingú se negaríe. Lo mossen li va advertí que lo milló que podíe fé ere anássen a casa seua. "Cuan Deu permitix la pobresa y lo doló - va di - es per algo."

- ¿Qué pots fé tú? - va afegí -. Eixes covaches que has vist són misserables pero ne ñan de pijós a datres pobles. Mich convensut, Paco sen va aná cap a casa seua, pero durán lo sopá va parlá dos o tres vegades mes del agonisán y va di que a la seua covacha no teníen ni una mica de lleña pera fé foc. Los pares callaben. La mare anabe y veníe. Paco díe que lo pobre home que se moríe no teníe ni un madalap ni márfega y que estabe gitat damún de unes taules. Lo pare va dixá de tallá pa y lo va mirá. - Es la radera vegada - va di - que vas en Mossen Millán a doná la unsió a dingú. Encara lo chic va parlá de que lo dolén teníe un fill presidiari, pero que no ere culpa del pare. - Ni del fill tampoc.

Paco va está esperán a que lo pare diguere algo mes, pero se va ficá a parlá de atres coses. Com a totes les aldees, ñabíe un puesto a les afores que los llauradós díen lo carassol, a la basse de una cortina de roques que donaben al michdía. Ere calentet al ivern y fresquet al estiu. Allí anaben les dones mes pobres - generalmen ya agüeles - y cusíen, filaben, charráen de lo que passáe al món.

Durán lo ivern aquell puesto estabe sempre de gom a gom. Alguna agüela pentinabe a la seua neta. La Jerónima, al carassol, estabe sempre alegre, y la seua alegría se contagiabe o apegabe a les atres. A vegades, sense mes ni mes, y cuan lo carassol estabe aburrit, se ficabe ella a ballá sola, seguín lo compás de les campanes de la iglesia.

Va sé ella qui va portá la notíssia de la piedat de Paco per la familia agonisán, y va parlá de la ressisténsia de Mossen Millán a donáls ajuda - aixó mol exagerat pera fé efecte - y de la prohibissió del pare del chic. Segóns ella, lo pare habíe dit a Mossen Millán:

- ¿Quí es vosté pera emportás al chic a doná la unsió?

Ere mentira, pero al carassol se creíen tot lo que la Jerónima díe. Ésta parlabe en respecte de molta gen, pero no de les famílies de don Valeriano y de don Gumersindo.

Vintintrés añs después, Mossen Millán recordabe aquells fets, y suspirabe daball de les seues robes, esperán en lo cap apoyat al muro - al puesto de la taca fosca - lo momén de escomensá la missa. Pensabe que aquella visita de Paco a la cova va influí mol en tot lo que habíe de passáli después. "Y va vindre en mí. Yo lo vach portá", afegíe un poc apocadet. Lo escolanet entrabe a la sacristía y díe:

- Encara no ha vingut dingú, Mossen Millán.

U va repetí perque en los ulls tancats, lo mossen pareixíe no sentíl. Y ressitabe pera nell lo escolanet atres parts del románs tal com les recordabe:
... Lo buscaben per los montes,

encara no l´han trobat;

a casa seua anaben en gossos

pera que prengueren lo flat;

ya ventejen, ya ensumen

les robes velles de Paco.

Se sentíen encara les campanes. Mossen Millán tornabe a recordá a Paco. "Pareix que ere ahí cuan va pendre la primera comunió. "Poc después lo chic se va ficá a creixe, y en tres o cuatre añs se va fé casi tan gran com son pare. La gen, que hasta entonses lo cridáe Paquito, va escomensá a díli Paco lo del Molí. Son rebisyayo habíe tingut un molí que ya no molíe, y que empleaben pera almassén de gra, com lo molí de Lillo a La Fresneda, Teruel. Teníe tamé allí un ramadet de cabres. Una vegada, cuan van criá les cabres, casi totes bessoneres, Paco li va portá a Mossen Millán un cabridet o chotet, que se va quedá triscán per lo hort de la abadía.

Poc a poc sen va aná alluñán lo mosso de Mossen Millán. Casi may sel trobabe per la carrera, y no teníe tems pera aná ex profeso o aposta a vórel. Los domenges anabe a missa - al estiu faltabe alguna vegada -, y pera Pascua se confessabe y combregabe, cada añ.

Encara que imberbe encara, lo chic imitabe les maneres de los adultos. No sol anabe al llavadó y escoltabe les converses de les mosses, sino que a vegades elles li díen picardíes y alguna cosa crúa, y ell responíe en bravura. Lo puesto aon anaben a rentá les mosses se díe la plassa del aigua, y ere, efectivamen, una gran plassa ocupada en dos terseres parts per una bassa bastán fonda. A les tardes calentes del estiu algúns mossos anaben a nadá allí completamen en pilota, despullats. Les rentadores féen vore que se escandalissáen, pero sol de labios cap afora. Los seus crits, les seues risses y les frasses que intercambiaben en los mossos mentres a la alta torre crotoraben les sigüeñes, revelaben una alegría primitiva. Paco lo del Molí va aná una tarde allí, y durán mes de dos hores se va exhibí a gust entre les bromes de les rentadores. Li díen paraules provocatives, insults de femella en intensió afalagadora, y alló va sé com la inissiassió a la vida de los mossos soltés. Después de aquell insidén, sons pares li dixaben eixí de nit y torná cuan ya estaben gitats. A vegades Paco parlabe en son pare sobre cuestións de hacienda familiá. Un día van tindre una conversa sobre una materia tan importán com són los arrendaméns de pastures al monte y lo que eixos arriendos los costaben. Pagaben cada añ una suma a un vell duc que may habíe estat a la aldea, y que persibíe aquelles rentes de los llauradós de sing pobles veíns. Paco creíe que alló no ere cabal.

- Si es cabal o no, pregúntalay a Mossen Millán, que es amic de don Valeriano, lo administradó del duc. Ves y vorás en lo que te ix. Ingenuamen Paco lay va preguntá al retó, y éste li va di: - ¡Qué te importe a tú aixó, Paco!

Paco se va atreví a díli - lay habíe sentit a son pare - que ñabíe gen al poble que vivíe pijó que los animals, y que se podíe fé algo pera remediá aquella miseria.

- ¿Quína miseria? - va di Mossen Millán -. Encara ña mes miseria a datres puestos que aquí. Después lo va empendre per aná a nadá a la plassa del aigua dabán de les rentadores. En assó Paco va tindre que callá. Lo mosso anabe adquirín gravedat y solidés. Los domenges per la tarde, en los pantalóns nous de pana, la camisa blanca y lo chaleco ramejat y florit, anabe a jugá a les birles. Desde la abadía, Mossen Millán, lligín lo seu breviari, sentíe lo soroll de les birles chocán entre elles y les monedes de cobre caén an terra, aon les dixaben los mossos pera les apostes. A vegades se assomabe al balcó. Veíe a Paco tan creixcut, y se díe: "Ahí está. Pareix que va sé ahir cuan lo vach batejá". Pensabe lo mossen en tristesa que cuan aquells chics creixíen, se alluñáen de la iglesia, pero tornáen a arrimás al arribá a la vellesa per la amenassa de la mort. En lo cas de Paco la mort va arribá mol abáns que la vellesa, y Mossen Millán lo recordabe a la sacristía profundamen distret mentres esperabe lo momén de escomensá la missa. Sonaben encara les campanes a la torre. Lo escolanet va di:

- Mossen Millán, acabe de entrá a la iglesia don Valeriano. Lo mossen seguíe en los ulls tancats y lo cap apoyat al muro. Lo escolanet recordabe encara lo románs:
... a les pardines del monte
a Paco allí van trobá;
dónat, dónat a la justíssia,
o aquí mateix te matam.

Pero don Valeriano se assomabe ya a la sacristía. "En permís", va di. Vestíe com los siñós de la siudat, pero al chaleco portáe mes botóns que de ordinari, y una grossa cadena de or en varios dijes o relicaris penján que sonaben al caminá. Teníe don Valeriano lo fron estret y los ulls com si fugiren. Lo bigot o mostacho caíe per los costats, de modo que cubríe les comisures de la boca. Cuan parlabe de doná dinés fée aná la paraula dessembolso, que li pareixíe distinguida. Al vore que Mossen Millán seguíe en los ulls tancats sense féli cas, se va assentá y va di: - Mossen Millán, lo radé domenge va di vosté al púlpito que se teníe que olvidá. Olvidá no es fássil, pero aquí estic lo primé.

Lo mossen va afirmá en lo cap sense obrí los ulls. Don Valeriano, dixán lo sombrero a una cadira, va afegí: - Yo la pago, la missa. Díguem lo que val.

Va negá lo mossen en lo cap y va seguí en los ulls tancats. Recordabe que don Valeriano va sé un de los que mes van influí en lo desgrassiat final de Paco. Ere administradó del duc, y, ademés, teníe terres propies. Don Valeriano, satisfet de ell mateix, com sempre, tornabe a parlá:

- Ya dic, fora malquerénsies. En aixó soc com lo meu difún pare.

Mossen Millán sentíe al seu record la veu de Paco. Pensabe en lo día que se va casá. No se va casá Paco a segues, com atres mossos, en una explosió primerenca de dessich. Les coses se van fé desplay y be. Lo primé, la familia de Paco estabe preocupada per les quintes. La probabilidat de que, traén un número baix, tinguere que aná a la mili, los desvelabe a tots. Sa mare de Paco va parlá en lo mossen, y éste li va aconsellá demaná lo favor a Deu y meréixel en actes edificáns.

La mare va proposá a son fill que al arribá la Semana Santa anare a la professó del Divendres en un hábit de penitén, com féen atres, arrastrán als peus descalsos dos cadenes lligades als turmells. Paco se va negá. En añs anteriós habíe vist an aquells peniténs. Les cadenes que portaben lligades als peus teníen, al menos, sis metros de llarg, y sonaben damún de les lloses o la terra apissonada de una manera bronca y terrible. Algúns expiaben aixina quí sap quíns pecats, y portaben la cara descuberta per orde del retó, pera que tots los veigueren. Datres anaben simplemen a demaná algún don, y preferíen cubrís o tapás la cara. Cuan la professó tornabe a la iglesia, al tardet, los peniténs sanguejaben per los calcañás, y al fé avansá cada peu apoyaben lo cos sobre lo costat contrari y se belcaben com a besties baldades. Les cansóns de les beates en aquell rumor de ferros produíen un contraste mol raro. Y cuan los peniténs entraben al templo lo soroll de les cadenes ressonabe mes, daball de les bóvedes. Mentrestán, a la torre sonaben les matraques. Paco recordabe que los peniténs vells portaben sempre la cara descuberta. Les donotes, al vórels passá, díen en veu baixa coses tremendes.

- Mira - díe la Jerónima -. Ahí va Juan lo del carreró de Santa Ana, lo que va robá a la viuda del sastre. Lo penitén suábe y arrastrabe les seues cadenes. Atres dones se portaben la ma a la boca, y díen: - Éixe, Juan lo de les vaques, es lo que li va ficá a sa mare polvos de solimán pa heredála.

Son pare de Paco, tan indiferén a les coses de religió, habíe dessidit lligás les cadenes als turmells. Se va tapá en lo hábit negre y la capucha y se va señí a la sintura lo cordó blang. Mossen Millán no podíe compéndreu, y li va di a Paco:

- No té mérit lo de ton pare perque u fa pera no tindre que apalabrá o aparaulá un mayoral en lo cas de que tú tingues que anáten al servissi militar.

Paco li va repetí aquelles paraules a son pare, y ell, que encara se curabe en sal y vinagre les ñafres de los calcañás, va di: - vech que a Mossen Millán li agrade parlá mes de la cuenta. Per una raó u atra, lo fet va sé que Paco va traure al sorteo un dels números mes alts, y que la alegría desbordabe per casa, y teníen que dissimulála al carré pera no ferí en ella als que habíen tret números baixos.
Lo milló de la novia de Paco, segóns los aldeáns, ere lo treballadora que ere. Durán dos añs abáns de sé novios, Paco habíe passat día tras día al aná al campo frente a la casa de la chica. Encara que fore la primera hora del alba, la roba del llit ya estabe penjada a les finestres, y lo carré no sol agranat y llimpio, sino arruixat o regat y fresquet al estiu. A vegades veíe tamé Paco a la mossa. La saludabe al passá, y ella responíe. En estos dos añs lo saludo va aná fense un poc mes expresiu. Después van intercambiá paraules sobre coses del campo. Al febré, per ejemple, ella preguntabe:
- ¿Has vist ya les cogullades? - No, pero no tardarán - contestabe Paco - perque ya escomense a florí la argilaga.

¿Has vist ya les cogullades? - No, pero no tardarán - contestabe Paco - perque ya escomense a florí la argilaga.


ya escomense a florí la argilaga, archilaga, aliaga

Algún día, en la temó de no trobála a la porta o a la finestra abáns de arribá, se fée Paco presén cridán a les mules y, si alló no ere prou, cantán. Cap a la mitat del segón añ, ella - que se díe Águeda - lo mirabe ya de frente, y li sonreíe. Cuan ñabíe ball anabe en sa mare y sol ballabe en Paco. Mes tart va ñabé un insidén bastán sonat. Una nit lo alcalde va prohibí rondá al sabé que ñabíen tres rondalles diferentes y rivals, y que podríen saltá chispes y violénsia. A pesá de la prohibissió va eixí Paco en los seus, y la parella de la guardia sivil va disoldre la ronda, y lo va detindre an ell. Lo portaben a dormí a la presó, pero Paco va fotre ma als fussils de los guardies y los hi va pendre. La verdat ere que los guardies no se podíen esperá de Paco - amic de ells - una eixida com esta. Paco sen va aná en los dos rifles cap a casa. Al día siguién tot lo poble sabíe lo que habíe passat, y Mossen Millán va aná a vore al mosso, y li va di que lo fet ere grave, y no sol pera nell, sino pera tot lo veinat. - ¿Per qué? - preguntabe Paco.
Recordabe Mossen Millán que habíe ñagut un cas paregut a un atre poble, y que lo Gobern va condená al munissipi a está sense guardia sivil durán deu añs.

- ¿Ten dones cuenta? - Li díe lo mossen, esgleyat.

- A mí no me importe está sense guardia sivil.

- No sigues borinot.

- Dic la verdat, Mossen Millán.

- ¿Pero tú creus que sense guardia sivil se podríe aguantá a la gen? Ña molta maldat al món.

- No u crec.

- ¿Y la gen de les coves? - En ves de portá guardia sivil, se podíen traure les coves, Mossen Millán.

- Iluso. Eres un ensomiadó.

Entre bromes y veres lo alcalde va recuperá los fussils y va colgá de terra l´assunto. Aquell insidén li va doná a Paco serta fama de mosso atrevit. A Águeda li agradabe, pero li donabe una inseguridat y algo de po.

Per fí, Águeda y Paco se van doná paraula de matrimoni. La novia teníe mes ñirvi que la sogra, y encara que se mostrabe humilde y respetuosa, no se enteníen be. Solíe di la mare de Paco: - Aigua mansa. Ojito, fill, cuidadet, que es aigua mansa.

Pero Paco su preníe a broma. Sels de mare. Com tots los novios, va rondá lo carré per la nit, y la vespra de San Juan va omplí de flos y rams verds les finestres, la porta, la teulada y hasta la enchumenera de la casa de la novia.

La boda va sé com tots esperaben. Gran diná, música y ball. Antes de la seremónia moltes camises blanques estaben ya tacades de vi al emperrás los llauradós en beure en bota. Les dones protestaben, y ells díen rién que se habíen de emborrachá les camises pera donáles después als pobres. En eixa expresió - donáles als pobres - se féen la ilusió de que ells no u eren.

Durán la seremónia, Mossen Millán va fé als novios una plática. Li va recordá a Paco que lo habíe batejat y confirmat, y donat la primera comunió. Sabén que los dos novios eren tibios en materia de religió, los recordabe tamé que la iglesia ere la mare comú y la fon, no sol de la vida temporal, sino de la vida eterna. Com sempre, a les bodes algunes dones ploraben y se sonaben o mocaben fen soroll. Mossen Millán va di atres moltes coses, y la radera va sé la siguién: "Este humilde ministre del siñó ha beneít lo vostre bressol, y beneíx en este momén lo vostre llit nupsial - va fé al aire la siñal de la creu -, y beneirá lo vostre catre mortal, si Deu u dispose aixina. In nomine Patris et Filii.... ". Assó del catre mortal li va pareixe a Paco que no veníe al cas. Va recordá un instán los estertós de aquell pobre home al que va portá la unsió sén un chiquet (ere lo únic catre mortal que habíe vist.) Pero lo día no ere pera tristeses. Acabada la seremónia van eixí. A la porta los esperabe una rondalla de mes de quinse músics en guitarres, bandurries, requintos, ferros y panderetes, que va escomensá a tocá rabiosamen. A la torre, lo simbal mes menut voltae y doblae hasta encanás y parás lo soroll. Una mosseta díe veén passá la boda, en un cante apoyat a la cuixa:

- ¡Totes se casen, y yo, mira!

La comitiva va aná a la casa del novio. Les consogres anaben ploriqueján encara. Mossen Millán, a la sacristía, se va desvestí de pressa pera aná lo antes possible a partissipá de la festa. Prop de la casa del novio va trobá al sabaté, vestit de gala. Ere menut, y com casi tots los del ofissi, teníe caderes amples. Mossen Millán, que tutejabe a tot lo món, lo tratabe an ell de vosté. Li va preguntá si habíe estat a la casa de Deu.

- Miro, Mossen Millán. Si alló es la casa de Deu, yo no mereixco está allí, y si no u es, ¿pera qué? Lo sabaté va trobá encara antes de separás del retó un momén pera díli algo extravagán de verdat. Li va di que sabíe de bona tinta que a Madrid lo rey se tambalejabe, y que si caíe, moltes coses cauríen en ell. Com lo sabaté fée auló a vi, lo mossen no li va fé mol cas. Lo sabaté repetíe en una rara alegría: - A Madrid pinten bastos, siñó retó.

Podíe ñabé algo de verdat, pero lo sabaté parlabe fássilmen. Sol ñabíe una persona que en assó se li puguere igualá: la Jerónima. Ere lo sabaté com un gat vell, ni amic ni enemic de dingú, y en tots parlabe. Mossen Millán recordabe que lo periódic o diari de la capital de la provínsia no dissimulabe la seua alarma dabán de lo que passabe a Madrit. Y no sabíe qué pensá. Veíe lo mossen als novios solemnes, als invitats jovens abalotats, y als vells discretamen alegres. Pero no dixáe de pensá en les paraules del sabaté. Éste se habíe ficat, segóns va di, lo traje que va portá a la seua boda, y per assó fée auló a alcanfor. Al seu voltán se agrupaben sis o vuit invitats, los menos adictes y assiduos a la parroquia. "Debíe de está parlánlos - pensabe Mossen Millán - de la próxima caiguda del rey y de que a Madrid pintaben bastos."

Van escomensá a serví vi. A una taula ñabíen primentóns en adobo, feche de pollastre y rabanetes en vinagre pera fé entrá gana. Lo sabaté se servíe mentres triabe entre les botelles que teníe al costat. La mare del novio li va di indicánni una: - Este vi es de los que rasquen.

A la sala del costat estaben les taules parades. A la cuina, la Jerónima arrastrabe la seua pota reumática. Ere ya vella, pero fée riure a la gen jove: - No me dixen eixí de la cuina - díe - perque tenen temó de que en lo meu aliento avinagra o pica lo vi. Pero me done igual o tan me fot. A la cuina está lo bo. Yo tamé sé viure. No me vach casá, pero per detrás de la iglesia vach tindre tots los homens que me apetíen. Solterona, soltera, pero en la clau a la gatera. Les chiques sen enríen escandalisades. Entrabe a la casa lo siñó Cástulo Pérez. La seua presénsia va causá sensassió perque no lo esperaben. Veníe en dos floreros de porcelana embolicats en papé y cuidadosamen lligats en una sinta. "No sé qué es aixó - va di donánloshi a la mare de la novia -. Coses de l´ama." Al vore al retó se li va arrimá: - Mossen Millán, pareix que a Madrid li donarán la volta a la truita.

Del sabaté se podíe dudá, pero confirmat per lo siñó Cástulo, no. Y éste, que ere home prudén, buscabe, al pareixe, lo arrimo de Paco lo del Molí. ¿Per a qué? Habíe sentit lo mossen parlá de elecsións.

A les preguntes del retó, lo siñó Cástulo díe evasiu: "Un runrún que corre". Después, dirigínse al pare del novio, va cridá en alegría: - Lo importán no es si fiquen o trauen al rey, sino sabé si la rosada manté lo tempero de les viñes. Y si no, que u digue Paco.

- Sí que li importen a Paco les viñes en un día com avui - va di algú. En la seua apariénsia simple, lo siñó Cástulo teníe un carácter fort. Se veíe als seus ulls freds y escrutadós.
Al dirigís al retó, antes de di lo que se proposáe, fée un preámbul: "en los respectes deguts....". Pero se veíe que eixos respectes no ne eren mols. Anaben arribán nous invitats y pareixíen está ya tots. Sense donássen cuenta habíen anat colocánse per jerarquíes sossials. Tots de peu, menos lo mossen, se aliniaben contra la paret, al voltán de la sala. La importánsia de cadaú - segóns les propiedats que teníe - determinabe la seua proximidat o alluñamén de la capsalera del cuarto aon ñabíen dos gronsadós y una vitrina en mantóns de Manila y abanicos de nácar, de los que la familia estabe orgullosa. Al costat, a un gronsadó, Mossen Millán. Prop los novios, de peu, ressibín les enhorabones de los que arribaben, y tratán en l´amo del únic automóvil de alquilé que ñabíe a la aldea lo preu del viache hasta la estassió del carril de ferro, ferrocarril, o tren.
L´amo del coche, que teníe la contrata del servissi de correus, díe que li prohibíen portá al mateix tems mes de dos viachés, y ne teníe un apalabrat o aparaulat, de modo que ne seríen tres si portáe als novios. Lo siñó Cástulo va intervindre, y va oferí portáls en lo seu automóvil. Al escoltá este oferimén, lo mossen va ficá atensió. No creíe que Cástulo fore tan amic de la casa. Aprofitán les anades y vingudes de les mosses que servíen, la Jerónima li enviabe algún mensaje al sabaté, y éste los explicabe als mes próxims:

- La Jerónima y yo tenim un telégrafo amorós. En aquell momén una rondalla escomensáe a tocá al carré. Algú va cantá:

A les nines de los novios

relluíen dos brasés;

ella es la flo de la ontina,

y ell es la flo del romé.

La segona cansó después de un llarg espay de alegre jota de ball tornabe a aludí a la boda, com ere natural. La rondalla va seguí en la energía en la que solen tocá los llauradós de mans fortes y cor calén. Cuan van creure que ya habíen tocat bastán, van aná entrán. Van formá un grupo al costat contrari de la capsalera del salón, y van está bebén y charrán. Después van passá tots al minjadó. A la presidénsia se van instalá los novios, los padríns, Mossen Millán, lo siñó Cástulo y algúns atres llauradós acomodats. Lo mossen parlabe de la infánsia de Paco y contabe les seues chiquillades y maleses, pero tamé la seua inquina contra los ducs que mataben per la nit als gats extraviats, y lo seu dessich de obligá a tot lo poble a visitá als pobres de les coves y a ajudáls. Parlán de aixó va vore als ulls de Paco una seriedat plena de dramátiques reserves, y entonses lo mossen va cambiá de tema, y va recordá en benevolénsia lo insidén del revólver, y hasta les seues aventures a la plassa del aigua. No va faltá al diná la perdiu adobada ni la trucha al forn, ni lo capón relleno o farsit. Corríen de ma en ma los porróns, botes, botelles, en vins de diferentes cullites, parades y classes de raím. La notíssia de la boda va arribá al carassol, aon les agüeletes filadores van beure a la salut dels novios lo vi que van portá la Jerónima y lo sabaté. Éste se mostrabe mes alegre y libre de paraula que atres vegades, y díe que los mossens són les úniques persones als que tot lo món diu pare, menos sons fills, que los diuen tíos. Les agüeles aludíen als ressién casats:

- Fresques están ya les nits.

- Lo propi pera dormí en compañía.

Una díe que cuan ella se va casá ñabíe neu hastal ginoll.

- Roín peral novio - va di un atra.

- ¿Per qué?

- Perque tindríe les seues nobleses amagades als riñóns, en la gelada.

- Eh, tú, cul de fanega, cuan enviudos, fícam un parte - va cridá la Jerónima.

Lo sabaté, en mes dessichos de fé riure a la gen que de insultá a la Jerónima, va aná diénli una verdadera letanía de desvergoñes: - Calla, penca del dimoni, pata de afilador, albarda, zurupeta, tía chamusca, estropajo. Calla, que te porto una bona notíssia: la seua Majestat lo rey va envidat y sel emporte la trampa.

- ¿Y a mí qué?

- Que a la república no emplumen a les bruixes.

Ella díe de ella mateixa que volabe en una granera, pero no permitíe que lay digueren los demés. Anabe a contestá cuan lo sabaté va continuá:

- Te u dic a tú, zurrapa, trotona, chirigaita, mochilera, trasgo, pendón, zancajo, pinchatripas, ojisucia, mocarra, fuina....

(Nota: Pedro Saputo, de Braulio Foz, de Fórnols, llibre traduít per mí: - Vaigue en Deu la piltrafa pringada, zurrapa, gitada, vomitada, aubarda arrastrada, tía curtna, tía cachinga, tía juruga, tía chamusca, pingajo, espart, zarandajo, drapot, cullerot, renacuajo, zancajo, espantall, granerot, escarbat, escarabicha, gargall, moc, mocajo, pell de rabosa, fuina, cagachurre, mocarra, pum, pum, callosa, cazcarrosa, chinchosa, mocosa, legañosa, estoposa, mohosa, sebosa, muermosa, asquerosa, ojisucia, ullbruta, podrida, culiparda, hedionda, pudina, picuda, getuda, greñuda, juanetuda, patuda, hocicuda, llanuda, zancuda, diabla, puncha tripes, fogó apagat, caldero aboñat, to - to - to - ottorrrrr... culona, cagona, zullona, moscona, trotona, ratona, chochona, garrullona, sopona, tostona, chanflona, gata chamuscada, gossa parida, morcón reventat, trasgo del barrio, tarasca, estafermo, pendón de Zugarramurdi, chirigaita, ladilla, verruga, caparra, sapo revolcat, jimia escaldada, cantonera, mochilera, cerrera, capagalls... )

La ensalmadora se apartabe mentres ell seguíe en los seus dicharachos. Les velles del carassol se pixaben de riure, y antes de que arribaren les reacsións de la Jerónima, que estabe confosa, va dessidí lo sabaté retirás victoriós. Per lo camí estirabe les orelles a vore lo que díen per detrás. Se sentíe la veu de la Jerónima:

- ¿Quí me anabe a di que eixe monicaco teníe tantes dites al estómec?

Y tornaben a parlá dels novios. Paco ere lo mosso mes pito del poble, y se habíe emportat la novia que mereixíe. Tornaben a aludí a la nit de novios en expresións pujadetes.
Set añs después, Mossen Millán sen enrecordabe de la boda assentat al vell sillón de la sacristía. No obríe los ulls pera evitás la molestia de parlá en don Valeriano, lo alcalde. Sempre li habíe sigut difíssil enténdres en ell perque aquell home no escoltabe may.

Se sentíen a la iglesia les cachusques de don Gumersindo. No ñabíen a la aldea datres botes com aquelles, y Mossen Millán va sabé que ere ell mol abáns de arribá a la sacristía. Anabe vestit de negre, y al vore al retó en los ulls tancats, va parlá en veu baixa pera saludá a don Valeriano. Va demaná permís pera fumá o pipá, y va traure la petaca o sigarrera. Entonses, Mossen Millán va obrí los ulls.

- ¿Ha vingut algú mes?- va preguntá.

- No, siñó - va di don Gumersindo disculpánse com si tinguere ell la culpa -. No hay vist com qui diu un alma a la iglesia. Mossen Millán pareixíe mol cansat, y va torná a tancá los ulls y a apoyá lo cap al muro. En aquell momén va entrá
l´escolanet, y don Gumersindo li va preguntá:

- Eh, sagal. ¿Saps per quí es la missa?

Lo chic va recorre al románs en ves de contestá:
Viva Paco lo del Molí

y Águeda la del bon garbo,

que ahir sol eren novios,

y ara están ya desposats.

- No lo digues tot, sagal, perque aquí, lo alcalde, te portará a la presó.

Lo escolanet va mirá a don Valeriano, assustat. Éste, en la vista perduda al techo, va di:

- Cada broma vol lo seu tems y puesto.

Se va fé un silénsio penós. Mossen Millán va obrí los ulls un atra vegada, y se va trobá en los de don Gumersindo, que murmurabe: - La verdat es que no sé si molestám en lo que diu. Lo mossen va intervindre dién que no ñabíe cap raó pera molestás. Después va maná al escolanet que ixquere a la plassa a vore si ñabíe gen esperán pera la missa. Solíe quedás allí algún grupet hasta que les campanes acababen de tocá. Pero lo mossen volíe evitá que lo escolanet diguere la part del románs a la que se parlabe dell:
Ya lo porten costa amún

pel caminet del fossá...

aquell quel va batejá,

Mossen Millán lo retó,

en confessió desdel coche

li escoltabe los pecats.

Estabe don Gumersindo sempre parlán de la seua propia bondat - com qui diu - y de la gen desagraída que li tornáe mal per be. Assó li pareixíe espessialmén adecuat dabán del retó y de don Valeriano en aquell momén. Va tindre un arrang generós:

- Mossen Millán. ¿Me sen, siñó retó? Aquí ñan dos duros pera la missa de avui.

Lo mossen va obrí los ulls, mich adormit, y va advertí que lo mateix oferimén habíe fet don Valeriano, pero que li agradabe di la missa sense que dingú la pagare. Va ñabé un llarg silénsio. Don Valeriano enrollabe la seua cadeneta al dit índice y después la dixáe rellissá. Les chapetes sonaben. La una teníe un ris de pel de la seua difunta dona. L´atre, una reliquia del san pare Claret heredada de son rebisyayo. Parlabe en veu baixa de los preus de la llana y del cuero, sense que dingú li contestare. Mossen Millán, en los ulls tancats, recordabe encara lo día de la boda de Paco. Al minjadó, una siñora habíe perdut una arracada, y dos homens anaben a cuatre potes buscánla. Mossen Millán pensabe que a les bodes sempre ña una dona a la que li cau una arracada, y la busque, y no la trobe. La novia, perduda la blancó de la primera hora del matí - per lo insomnio de la nit anterió -, habíe recuperat los seus colós. De cuan en cuan li preguntabe al novio (ya home) quína hora es. Y a mija tarde sen van aná a la estassió portats per lo siñó Cástulo.

La majó part de los invitats habíen eixit al carré a despedí als novios en vives y bromes. Mols desde allí van torná a les seues cases. Los mes jovens encara sen van aná al ball. Se entreteníe Mossen Millán en aquelles memories pera evitá escoltá lo que díen don Gumersindo y don Valeriano, que parlaben, com sempre, sense escoltás la un al atre.

Tres semanes después de la boda van torná Paco y la seua dona, y lo domenge siguién se van selebrá elecsións. Los nous consejals eren jovens, y en la exepsió de algúns, segóns don Valeriano, gen baixa. Son pare de Paco va vore que tots los que en ell habíen eixit elegits se consideraben contraris al duc y contraris al sistema de arrendaméns de les pastures. Al sabé aixó Paco lo del Molí, se va sentí felís, y va creure per primera vegada que la política valíe pera algo. "Li traurem la herba al duc", repetíe.

Lo resultat de les elecsións va dixá a tots una mica extrañats. Lo mossen estabe en la boca uberta. Ni un sol de los consejals se podíe di que fore home de costums religioses. Va cridá a Paco y li va preguntá:
- ¿Qué es assó que me han dit de los montes del duc?

- Res - va di Paco -. La verdat. Venen tems nous, Mossen Millán.

- ¿Quínes novedats són eixes?

- Pos que lo rey sen va en la música a un atra part, y lo que yo dic: bon viache.

Pensabe Paco que lo mossen li parlabe an ell perque no se atrevíe a parláli de alló a son pare. Va afegí:

- Digue la verdat, Mossen Millán. Desde aquell día que vam aná a les coves a portá lo san oli sap vosté que yo y datres cavilem pera remediá eixa vergoña. Y mes ara que se ha presentat la ocasió.

- ¿Quína ocasió? Assó se fa en dinés. ¿De aón los traureu?

- Del duc. Pareix que als ducs los ha arribat lo seu San Martín o Martí.

- Calla, Paco. Yo no dic que lo duc tingue sempre raó. Es un ser humano tan falible com los demés, pero se té que aná en eixes coses en peus de plom, y no abalotá a la gen ni remoure les baixes passións.

Les paraules del jove van sé comentades al carassol. Díen que Paco li habíe dit al retó:
"Als reys, als ducs y als mossens los passarem a gaviñet, com als gorrinos pera San Martín". Al carassol sempre se exagerabe. Se va sabé que lo rey habíe fugit de España (com al 2020 lo ex rey emérit Juan Carlos I). La notíssia va sé tremenda pera don Valeriano y pera lo mossen. Don Gumersindo no volíe créuressu, y díe que eren coses del sabaté. Mossen Millán va está dos semanes sense eixí de la abadía, anán a la iglesia per la porta del hort y evitán parlá en dingú. Lo primé domenge va aná molta gen a missa esperán la reacsió de Mossen Millán, pero lo mossen no va fé cap alusió. En vista de aixó lo domenge siguién estáe lo templo forro o buit. Paco buscabe al sabaté, y lo trobabe serio y reservat. Mentrestán, la bandera tricoló flotabe al aire al balcó de la casa consistorial, ajuntamén o casa de la vila, y damún de la porta de les escoles. Don Valeriano y don Gumersindo no apareixíen per cap puesto, y Cástulo buscabe a Paco, y se exhibíe en ell, pero jugabe en dos baralles, y cuan veíe al retó li díe en veu baixa:

- ¿Aón pararem, Mossen Millán?

Se van tindre que repetí les elecsións a la aldea perque habíe ñagut insidéns que, a juissi de don Valeriano, la van fé ilegal. A la segona tanda son pare de Paco li va sedí lo puesto a son fill. Lo mosso va sé elegit.

A Madrid van suprimí los bens de señorío, de origen medieval y los van incorporá als munissipis. Encara que lo duc alegabe que los seus montes no entraben an aquella clasificassió, les sing aldees van acordá, per inissiativa de Paco, no pagá mentres los tribunals dessidíen. Cuan Paco va aná a dílay a don Valeriano, éste se va quedá un rato mirán al techo y jugán en lo guardapel de la difunta. Per fí se va negá a donás per enterat, y va demaná que lo munissipi lay comunicare per escrit.

La notíssia va sirculá pel poble. Al carassol se díe que Paco habíe amenassat a don Valeriano. Atribuíen a Paco totes les arrogánsies y desplantes als que no se atrevíen los demés. Volíen al carassol a la familia de Paco y a datres, que encara que teníen terres, traballaben de sol a sol. Les dones del carassol anaben a missa, pero se divertíen mol en la Jerónima cuan cantabe aquella cansó que escomensabe:
Lo mossen li va di al ama
que se li gitare als peus...

No se sabíe exactamen lo que planejabe l´ajuntamén "en favor de los que vivíen a les coves", pero la imaginassió de cadaú treballabe, y les esperanses de la gen pobra creixíen. Paco se habíe pres mol en serio lo problema, y los plenos del munissipi no trataben de atra cosa. Paco va enviá a don Valeriano l´acord del munissipi, y lo administradó lo va transmití al seu amo. La resposta telegráfica del duc va sé la siguién: Dono orde als meus guardes de que vigilon los meus montes, y disparon sobre consevol animal o persona que entro an ells. Lo munissipi té que féu pregoná pera evitá la pérdua de bens o de vides humanes.
Al lligí esta resposta, Paco va proposá al alcalde que los guardes foren destituíts, y que los donaren un cárrec milló retribuít al sindicat de riegos, a l´horta. Estos guardes no ne eren mes que tres, y van asseptá conténs. Les seues carabines van aná a pará a un racó del salón de plenos, y los ramats de bestiá del poble entraben als montes del duc sense cap dificultat. Don Valeriano, después de consultá varies vegades en Mossen Millán, se va arriesgá a cridá a Paco, que va acudí a casa seua. Ere la de don Valeriano gran y siñorial, en balcóns volats y porta de cochera. Don Valeriano se habíe proposat sé consiliadó y raonable, y lo va invitá a berená. Li va parlá del duc de una manera familiá y ligera. Sabíe que Paco solíe acusál de no habé estat may a la aldea, y assó no ere verdat. Tres vegades habíe vingut en los radés añs a vore les sues propiedats, pero no va fé nit an aquell poble, sino al del costat. Y encara sen enrecordabe don Valeriano de que cuan lo siñó duc y la siñora duquesa parlaben en lo guarda mes agüelo, y éste escoltabe en lo sombrero a la ma, va passá una anécdota memorable. La siñora duquesa li preguntabe al guarda per cada una de les persones de la seua familia, y al preguntáli per lo fill gran, don Valeriano sen enrecordabe de les mateixes paraules del guarda, y les repetíe:

- ¿Quí, Miquel?- va di lo guarda -. ¡Tócoli vuecencia los collóns a Miguelico, que está a Barchinona guañán nou pessetes diaries!

Don Valeriano sen enríe. Tamé va riure Paco, encara que de sopetó se va ficá serio, y va di:

- La duquesa pot sé bona persona, y en assó no me fico. Del duc hay sentit coses de mes y de menos. Pero res té que vore en lo nostre assunto.

- Assó es verdat. Pos be, anán al gra, pareix que lo siñó duc está disposat a negossiá en

vosté - va di don Valeriano.

- ¿Sobre lo monte? - don Valeriano va afirmá en lo gesto -. No ña res a negossiá, mes que acachá lo cap.

Don Valeriano no díe res, y Paco se va atreví a afegí:

- Pareix que lo duc temple mol al antic.
Seguíe don Valeriano en silénsio, mirán cap al techo.

- Un atra jota cantem per aquí - va afegí Paco.

Per fí va parlá don Valeriano:

- Parles de acachá lo cap. ¿Quí l´ha de acachá? Sol l´acachen los cabestros.

- Y los homens honrats cuan ña una ley.

- Ya u vech, pero lo abogat del siñó duc pense de un atra manera. Y ñan leys y leys.

Paco se va serví vi dién entre dens: en permís. Esta menuda libertat va ofendre a don Valeriano, que va sonriure, y va di: servíxques, cuan Paco ya habíe omplit la seua tassa o lo seu gotet.

Va torná Paco a preguntá:

- ¿De quína manera negossiará lo duc? No fa falta mes que dixá los montes, y no torná a pensá en lo assunto.

Don Valeriano mirabe la tassa de Paco, y se atussabe desplay los bigots, que estaben tan llepats y redons, que pareixíen postissos. Paco va murmurá:

- Ñauríe que vore quíns papés té lo duc sobre eixos montes. ¡Si es que ne té algún!

Don Valeriano estabe irritat:

- Tamé en assó te equivoques. Son mols siglos de usansa, y assó té forsa. No se desfá en un día lo que se ha fet en cuatressens añs. Los montes no son botelletes de vi - va afegí veén que Paco tornabe a servís -, sino fuero (fur, for, forum). Fuero de reys (de Aragó).

- Lo que van fé los homens, los homens u desfán, crec yo.

- Sí, pero de home a home ña algo.

Paco negabe en lo cap.

- Sobre este assunto - va di bebénse lo segón gotet y chascán la llengua - dígueli al duc que si té tans drets, pot víndre a deféndrels ell mateix, pero que porto un rifle nou, perque los de los guardes los tenim natros.

- Paco, pareix mentira. ¿Quí anabe a pensá que un home en un jaral y un parell de mules tinguere alé pera parlá aixina? Después de aixó no me quede res mes que vore al món.

Acabada la entrevista, don Valeriano li va comunicá los termes al duc, éste va torná a enviá ordens, y lo administradó, pessigat entre dos focs, no sabíe qué fé, y va acabá per anássen del poble después de vore a Mossen Millán, contáli a la seua manera lo passat y díli que lo poble se gobernabe per les parladuríes del carassol. Atribuíe a Paco amenasses y insults, y insistíe mol en aquell detall de la botella y lo gotet. Lo mossen unes vegades lo escoltabe y datres no.
Mossen Millán movíe lo cap en llástima recordán tot alló desde la seua sacristía. Tornabe lo escolanet a apoyás a la porta, y com no podíe estás cotet, fregabe una bota contra
l´atra, y mirán al retó recordabe encara lo románs:
Entre cuatre lo portaben

cap a dins del sementeri,

mares, les que teníu fills,

Deu tos los conservo sanos,

y lo san Ángel de la Guarda....
Lo románs parlabe después de atres reos que van morí tamé allavonses, pero lo escolanet no sen enrecordabe dels noms. Tots habíen sigut assessinats aquells mateixos díes. Encara que lo románs no díe assó, sino ejecutats.

Mossen Millán recordabe. Als radés tems la fe religiosa de don Valeriano se habíe debilitat bastán. Solíe di que un Deu que permitíe lo que estabe passán, no mereixíe tans miraméns. Lo mossen lo escoltabe fatigat. Don Valeriano habíe regalat añs atrás una reixa de ferro de forja pera la capella del Cristo, y lo duc habíe pagat los gastos de reparassió de la bóveda de la iglesia dos vegades. Mossen Millán no coneixíe lo vissi de la ingratitut. Al carassol se díe que en lo llogué de les pastures, dinés que anaben a pará al munissipi, se féen plans pera millorá la vida de la aldea. Beneíen a Paco lo del Molí, y lo elogio mes frecuén entre aquelles agüeletes del carassol ere di que los teníe ben ficats.

Al poble del costat estaben canalissán l´aigua potable y portánla hasta la plassa. Paco lo del Molí teníe un atre plan - lo seu poble no nessessitabe ya aquella millora -, y pensabe en les coves, y se imaginabe als seus habitáns sempre agonisán entre estertós, sense llum, ni foc, ni aigua, ni aire que respirá.

Als terrenos del duc ñabíe una ermita y la festividat se selebráe un día de estiu, en romería.

Los romeros féen eixe día regalos al mossen, y lo munissipi li pagabe la missa. Aquell añ se va desentendre l´alcalde, y los llauradós van seguí lo seu ejemple. Mossen Millán va cridá a Paco, que li va di que tot obeíe a un acord del ajuntamén.

- ¿L´ajuntamén, dius? ¿Y qué es l´ajuntamén? - preguntabe lo mossen, enrabiat.

Paco sentíe vore a Mossen Millán tan abalotat, y li va di que com aquells terrenos de la ermita habíen sigut del duc, y la gen estabe en contra dell, se compreníe la geló del poble en la romería. Mossen Millán va di en un momén de passió:

- ¿Y quí eres tú pera díli al duc que si ve als montes no donará mes de tres passes perque lo esperarás en la carabina de un dels guardes? ¿No saps que assó es una amenassa criminal?

Paco no habíe dit res de alló. Don Valeriano mentíe. Pero lo mossen no volíe escoltá les raóns de Paco.

En aquells díes lo sabaté estabe ñirviós y desorientat, una cosa destronada. Cuan li preguntaben, díe:

- Ting barruntos.

Sen enfotíen de ell al cárcol, pero lo sabaté díe:

- Si la cantrella trobe la pedra, o la pedra trobe a la pichella, mal pera la barrala.

Eixes paraules misterioses no aclaríen gran cosa la situassió. Lo sabaté se habíe passat la vida esperán alló, y al vóreu arribá, no sabíe qué pensá ni qué fé. Algúns consejals li van oferí lo cárrec de sobresequié - pera resoldre los problemes de competénsia en les aigües de la séquia majó o prinsipal.

- Grássies - va di ell -, pero yo me ateng al refrán que diu: sabaté a les teues sabates.

Poc a poc se va aná arrimán al retó. Lo sabaté teníe que está en contra del que manabe, no importabe la doctrina o lo coló. Don Gumersindo sen habíe anat tamé a la capital de la provínsia, lo que molestabe bastán al retó. Éste díe:

- Tots sen van, pero yo, encara que puguera, no men aniría. Es una dessersió.

A vegades lo mossen pareixíe tratá de entendre a Paco, pero de pronte escomensabe a parlá de la falta de respiate (paraula del agüelo sebeta) de la poblassió y del seu propi martiri. Les seues discusións en Paco sempre acababen en assó: en oferís com a víctima. Paco sen enríe: - Pero si dingú vol matál, Mossen Millán.

La rissa de Paco ficáe al retó frenétic, y ben just podíe dominá los seus nervis.

Cuan la gen escomensabe a olvidás de don Valeriano y don Gumersindo, éstos van torná a la aldea. Pareixíen segús de ells mateixos, y selebraben conferénsies en lo mossen, a diari. Lo siñó Cástulo se arrimabe, curiós, pero no podíe averiguá res. No sen fiaben dell. Un día del mes de juliol la guardia sivil de la aldea sen va aná en ordens de consentrás - segóns díen - an algún puesto aon acudíen les forses de tot lo districte. Los consejals sentíen alguna amenassa al aire, pero no podíen concretála.

Va arribá a la aldea un grupet de siñorets en vergues y pistoles, algúns fotíen veus histériques. May habíen vist gen tan pocavergoña. Normalmen an aquells tíos afeitats y fins com a dones los díen al carassol pijaitos, pijos. Lo primé que van fé va sé fótreli una palissa tremenda al sabaté, sense que li valguere pera res la seua neutralidat. Después van matá a sis llauradós - entre ells cuatre de los que vivíen a les coves - y van dixá los seus cossos a les cunetes de la carretera entre lo poble y lo carassol. Com los gossos acudíen a llepá la sang, van ficá a un dels ex guardes del duc de vigilánsia pera esbarráls. Dingú preguntabe. Dingú compreníe. No ñabíen guardies sivils que ixqueren al pas de los forastés.

A la iglesia, Mossen Millán va anunsiá que estaríe lo Santíssim exposat día y nit, y después va protestá dabán don Valeriano - al que los siñorets habíen fet alcalde - de que hagueren matat als sis llauradós sense donáls tems de confessás. Lo mossen se passabe lo día y part de la nit resán. Lo poble estabe assustat, y dingú sabíe qué fé. La Jerónima anabe y veníe, menos charradora que de costum. Pero al carassol insultabe als siñorets forastés, y demanabe pera nells tremendos cástics. Aixó no ere obstácul pera que cuan veíe al sabaté li parlare de lleña, de bandeo, de vares de medí y de atres coses que aludíen al varandel. Preguntabe per Paco, y dingú sabíe donáli raó. Habíe desaparegut, y lo buscaben, assó ere tot.

Al día siguién de habéssen enfotut la Jerónima del sabaté, éste va apareixe mort al camí del carassol en dos tiros al cap. La pobre dona va aná a ficáli damún un llansol, y después se va tancá a casa, y va está tres díes sense eixí. Después va torná a assomás al carré poc a poc, y hasta se va arrimá al carassol, aon la van ressibí en renecs y insults. La Jerónima plorabe (dingú la habíe vist plorá may), y díe que se mereixíe que la mataren a codolades, com a una serp. Pocs díes mes tart, al carassol, la Jerónima tornabe a les seues bufonades mesclánles en juraméns y amenasses. Dingú sabíe cuán mataben a la gen. Es a di, u sabíen, pero dingú los veíe. U féen per la nit, y durán lo día lo poble pareixíe en calma. Entre la aldea y lo carassol habíen aparegut abandonats cuatre cadávers mes, los cuatre de consejals. Mols de los habitáns estaben fora de la aldea segán. Les seues dones seguíen anán al carassol, y repetíen los noms de los que anaben caén. A vegades resáen, pero después se ficaben a insultá en veu resselosa a les dones de los rics, espessialmén a la Valeriana y a la Gumersinda. La Jerónima díe que la pijó de totes ere la dona de Cástulo, y que per nella habíen matat al sabaté.

- No es verdat - va di algú -. Es perque lo sabaté diuen que ere agén de Russia.

Dingú sabíe qué ere la Russia, y tots pensaben en la yegua roija de la taberna, que se díe aixina.

Pero alló no teníe cap sentit. Tampoc u teníe res de lo que passabe al poble. Sense atrevís a eixecá la veu escomensaben en les sues charradotes:

- La Cástula es una verruga peluda.

- Una estaferma.

La Jerónima no se quedabe curta:

- Un arreclau cebollero.

- Una liendre sebosa.

- A casa seua - afegíe la Jerónima - fa pudó a fogaril pixat.

Habíe sentit di que aquells siñorets de la siudat mataríen a tots los que habíen votat contra lo rey. La Jerónima, al mich de la catástrofe, persibíe algo mágic y sobrenatural, y sentíe per tot arreu la auló metálica de sang. Sin embargo, cuan desde lo carassol sentíe les campanes y a vegades lo yunque del ferré fen contrapún, no podíe evitá algún meneo de sayes. Después maldíe un atra vegada, y li díe potes guarres a la Gumersinda. Tratabe de averiguá qué habíe sigut de Paco lo del Molí, pero dingú sabíe res mes, sol que lo buscaben. La Jerónima se donabe per enterada, y díe:

- An eixe bon mosso no lo enchamparán aixina com aixina.

Aludíe un atra vegada a les coses que habíe vist cuan de chiquet li cambiabe los pañals o bolqués.

Desde la sacristía, Mossen Millán recordabe la horrible confusió de aquells díes, y se sentíe pesarós y confundit. Disparos per la nit, sang, males passións, parladuríes, barrabassades de aquella gen forastera, que, sin embargo, pareixíe educada. Y don Valeriano se lamentabe de lo que passáe y al mateix tems espentabe als siñorets de la siudat a matá mes gen. Pensabe lo mossen en Paco. Son pare estabe aquells díes a casa. Cástulo Pérez lo habíe garantisat dién que ere blat llimpio. Los atres rics no se atrevíen a fé res contra nell esperán fótreli la ma damún al fill.

Dingú mes que son pare de Paco sabíe aón estabe son fill. Mossen Millán va aná a casa seua. - Lo que está passán al poble - va di - es una calamidat y no té nom.

Son pare de Paco lo escoltabe sense contestá, una mica blancot. Lo mossen va seguí parlán. Va vore aná y víndre a la jove dona com una sombra, sense riure ni plorá. Dingú plorabe y dingú sen enríe al poble. Mossen Millán pensabe que sense rissa y sense plos la vida podíe sé horrible com un malsón. Per un de eixos moviméns en los que la amistat té a vegades nessessidat de mostrás de mérit, Mossen Millán va doná la impresió de que sabíe aón estabe amagat Paco. Donán a entendre que u sabíe, lo pare y la mare teníen que agraíli lo seu silénsio. No va di lo mossen concretamen que u sapiguere, pero u va dixá caure. La ironía de la vida va voldre que son pare de Paco caiguere an aquella lloseta, ratera, visc, trampa. Va mirá al retó pensán pressisamén lo que Mossen Millán volíe que pensare: 

"Si u sap, y no u ha descubert, es un home honrat y sansé". Esta reflexió li va fé sentís milló. Al llarg de la conversa son pare de Paco va revelá lo amagatall del fill, creén que no li díe res nou al retó. Al sentíl, Mossen Millán va ressibí una tremenda impresió.
"Ah - se va di -, mes valdríe que no me u haguere dit. ¿Per qué hay de sabé yo que Paco está amagat a les Pardines?" Mossen Millán teníe temó, y no sabíe concretamen de qué. Sen va aná pronte, y estabe dessichán vores dabán dels forastés de les pistoles pera demostrás an ell mateix la seua lealtat a Paco y lo seu aplom. Aixina va sé. En vano van está lo senturió y los seus amics parlán en ell tota la tarde. Aquella nit Mossen Millán va resá y va dormí en una calma que fée tems que no coneixíe.

En son demá de matí va ñabé una reunió a la casa de la vila, y los forastés van fé discursos y van doná grans veus. Después van cremá la bandera tricoló y van obligá a acudí a tots los veíns del poble y a saludá eixecán lo bras cuan u manabe lo senturió. Éste ere un home en cara de bondat y portabe ulleres fosques. Ere difíssil imaginá an aquell home matán a dingú. Los llauradós creíen que aquells homens que féen gestos innessessaris y fotíen taconades y pegaben crits estaben mal del cap, pero veén a Mossen Millán y a don Valeriano assentats a puestos de honor, no sabíen qué pensá. Ademés de los assessinatos, lo únic que aquells homens habíen fet al poble ere tornáli los montes al duc. Dos díes después don Valeriano estabe a la abadía frente al retó. En los dits grossos a les sises del chaleco - lo que lo fée pareixe mes importán - mirabe al mossen als ulls.

- Yo no li vull mal a dingú, com qui diu, pero ¿no es Paco un dels que mes se han siñalat? Es lo que yo dic, siñó retó: per menos ne han caigut datres.

Mossen Millán díe: - Díxol en pas. ¿Pera qué escampá mes sang?

Y li agradabe, sin embargo, doná a entendre que sabíe aón estabe amagat. De eixe modo li mostrabe al alcalde que ere capás de noblesa y lealtat. La verdat ere que buscaben a Paco frenéticamen. Habíen portat a casa seua gossos de cassera que van ensumá les seues robes y sabates velles. Lo senturió de la cara bondadosa y les ulleres fosques va arribá en aquell momén en dos mes, y habén sentit les paraules del retó, va di: - No volem reblanits mentals. Estem llimpián lo poble, y lo que no está en natros está en contra.

- ¿Vostés creuen - va di Mossen Millán - que soc un reblanit mental?

Entonses tots se van ficá raonables.

- Les raderes ejecussions - díe lo senturió - se han fet sense privá als reos de res. Han tingut hasta la extremaunsió. ¿De qué se queixe vosté? Mossen Millán parlabe de algúns homens honrats que habíen caigut, y de que ere nessessari acabá en aquella grilladura.

- Digue vosté la verdat - va di lo senturió traén la pistola y ficánla damún de la taula -. Vosté sap aón se amague Paco lo del Molí. Mossen Millán pensabe si lo senturió hauríe tret la pistola pera amenassál o sol pera aliviá lo seu sinto de aquell pes. Ere un movimén que li habíe vist fé atres vegades. Y pensabe en Paco, al que va batejá, al que va casá. Recordabe en aquell momén detalls, com los mussols de la nit cassán gats y la auló de les perdius en escabeche. Potsé de aquella resposta depenguere la vida de Paco. Lo volíe mol, pero los seus afectes no eren per l'home en si mateix, sino per Deu. Ere lo seu un cariño per damún de la mort y de la vida. Y no podíe di mentires o mentides.

- ¿Sap vosté aón se amague? - Li preguntaben a un tems los cuatre.

Mossen Millán va contestá baixán lo cap. Ere una afirmassió. Podíe sé una afirmassió. Cuan sen va doná cuenta ere tart. Entonses va demaná que li prometigueren que no lo mataríen. Podríen jusgál, y si ere culpable de algo, tancál a la presó, pero no cometre un crimen mes. Lo senturió de la expresió bondadosa va prometre. Entonses Mossen Millán va revelá lo amagatall de Paco. Va voldre fé después atres salvedats en lo seu favor, pero ya no lo escoltaben. Van eixí en tropel, y lo mossen se va quedá sol. Espantat de ell mateix, y al mateix tems en un sentimén de liberassió, se va ficá a resá.

Mija hora después arribabe lo siñó Cástulo dién que lo carassol se habíe acabat perque los siñorets de la siudat habíen fet dos arruixades de ametralladora, y algunes dones van caure, y les atres van eixí chillán y dixán un rastre de sang, com una volada de muixons después de una perdigonada. Entre les que se van salvá estabe la Jerónima, y al díu, Cástulo va afegí: Ya se sap. Mala herba...

Lo mossen, veén riure a Cástulo, se va portá les mans al cap, blang com un papé. Y, sin embargo, aquell home no habíe denunsiat, pot sé, lo amagatall de dingú. ¿De qué se escandalisabe? - se preguntabe lo mossen en horror -. Va torná a resá. Cástulo seguíe parlán y díe que ñabíen onse o dotse dones ferides, ademés de les que habíen mort al mateix carassol. Com lo meche estabe a la presó, no ere fássil que se salvaren totes.

Al día siguién lo senturió va torná sense Paco. Estabe cabrejat. Va di que al aná a entrá a les Pardines lo fugitiu los habíe ressibit a tiros. Teníe una carabina de les de los guardes de montes, y arrimás a les Pardines ere arriesgá la vida. Demanabe al retó que anare a parlamentá en Paco. Ñabíen dos homens de la senturia ferits, y no volíe que sen arriesgare cap mes.
Un añ después Mossen Millán recordabe aquells epissodios com si los haguere viscut lo día de abáns. Veén entrá a la sacristía al siñó Cástulo - lo que un añ abáns sen enríe de los crimens del carassol - va torná a tancá los ulls y a dís an ell mateix:
"Yo vach denunsiá lo puesto aon Paco se amagabe (amagatall). Yo vach aná a parlamentá en ell. Y ara....". Va obrí los ulls, y va vore als tres homens assentats enfrente. Lo del mich, 
don Gumersindo, ere un poc mes alt que los atres. Les tres cares miraben impassibles a Mossen Millán. Les campanes de la torre van dixá de tocá en tres cops finals graves y separats, y la seua vibrassió se va quedá al aire un bon rato.
Lo siñó Cástulo va di:

- En lo respecte degut. Yo voldría pagá la missa, Mossen Millán. U díe ficán la ma a la burchaca. Lo mossen va negá, y li va torná a maná al escolanet que ixquere a vore si ñabíe gen. Lo chic va eixí, com sempre, en lo romans al seu record:

A les romigueres del camí

lo mocadó se ha dixat,

los muixons passen depressa,

los nugols passen desplay....

Va ajuntá una vegada mes Mossen Millán los ulls, en lo colse dret al bras del sillón y lo cap a la ma. Encara que habíe acabat les seues orassions, fée vore que seguíe en elles pera que lo dixaren en pas. Don Valeriano y don Gumersindo li explicaben a Cástulo al mateix tems y tratán cada un de cubrí la veu del atre que tamé ells habíen volgut pagá la missa. Lo escolanet tornabe mol exitat, y sense pugué di a un tems totes les notíssies que portabe:

- Ña una mula a la iglesia - va di, per fí.

- ¿Cóm?

- Cap persona, pero una mula ha entrat per alguna part, y camine entre los bangs.

Van eixí los tres, y van torná pera di que no ere una mula, sino lo potro de Paco lo del Molí, que solíe bambá solt per lo poble. Tot lo món sabíe que son pare de Paco estabe dolén, y les dones de la casa, mich loques. Los animals y la poca hassienda que los quedabe, abandonats.

- ¿Has dixat uberta la porta del atrio cuan has eixit? - preguntabe lo mossen al escolanet.

Los tres homens asseguraben que les portes estaben tancades. Sonrién agramen va afegí don Valeriano: - Aixó es una maula. Y una malquerensia. Se van ficá a cavilá quí podíe habé embutit al potro a dins de la iglesia. Cástulo díe que la Jerónima.

Mossen Millán va fé un gesto de baldamén, y los va demaná que tragueren lo animal del templo. Van eixí los tres en lo escolanet. Van formá una ampla fila, y van aná acossán al potro en los brassos uberts. Don Valeriano díe que alló ere un sacrilegio, y que se tindríe que torná a consagrá lo templo. Los atres creíen que no. Seguíen encorrén al animal. A una reixa - la de la capella del Cristo - un dimoni de forja pareixíe fé clucaines. San Juan a la seua hornacina alsabe lo dit y mostrabe lo ginoll despullat com de femella.
Don Valeriano y Cástulo, en la seua exitassió, alsaben la veu com si estigueren a un corral: - ¡Riá! ¡Má! Lo potro corríe per lo templo al seu gust. Les dones del carassol, si lo carassol existiguere, tindríen un bon tema de conversa. Cuan lo alcalde y don Gumersindo acorralaben al potro, éste brincabe entre ells y passabe al atre costat en un alegre relincho. Lo siñó Cástulo va tindre una bona idea: Obrim les fulles de la porta com se fa pera les professons. Aixina vorá lo animal que té la eixida franca.

Lo sacristá corríe a féu contra la opinió de don Valeriano que no podíe tolerá que aon estabe ell tinguere cap inissiativa lo siñó Cástulo. Cuan les grans fulles van está ubertes lo potro va mirá extrañat aquell torrén de llum. Al fondo del atrio se veíe la plassa de la aldea, deserta, en una casa pintada de groc, un atra encalada, en senefes blaves. Lo sacristá cridáe al potro pera vore si lo fée acudí cap a la eixida. Al final, convensut lo animal de que aquell no ere lo seu puesto, sen va aná.
Lo escolanet ressitabe encara entre dens:
... Les cogullades s´aturen

a la creu del sementeri...

Van tancá les portes, y lo templo va torná a quedá a la umbría. San Miquial en lo seu bras despullat alsabe la espasa damún del dragó. A un racó chisporrotejabe un cresol de oli damún del baptisterio. Don Valeriano, don Gumersindo y lo siñó Cástulo van aná a assentás al primé bang. Lo escolanet va aná al presbiterio, va fé la genuflexió al passá frente al sagrari y se va pedre a la sacristía: - Ya sen ha anat, Mossen Millán.

Lo mossen seguíe en los seus records de un añ abáns. Los forastés de les pistoles van obligá a Mossen Millán a aná en ells a les Pardines. Una vegada allí van dixá que lo mossen se arrimare sol. - Paco - va cridá en serta po -. Soc yo. ¿No veus que soc yo?

Dingú contestabe. A una finestra se veíe la boca de una carabina. Mossen Millán va torná a cridá: - Paco, no sigues lloco. Es milló que te entregos. De les sombres de la finestra va eixí una veu: - Mort, me entregaré. Apartos y que vinguen los atres si se atrevixen.

Mossen Millán donabe a la seua veu una gran sinseridat:

- Paco, per lo que mes vullgues, la teua dona, ta mare. Entrégat.

No contestabe dingú. Al final se va sentí un atra vegada la veu de Paco:

- ¿Aón están mons pares? ¿Y la meua dona?

- ¿Aón vols que estiguen? A casa.

- ¿No los ha passat res?

- No, pero, si tú seguixes aixina, ¿quí sap lo que pot passá?

An estes paraules del retó va seguí un llarg silensio. Mossen Millán cridáe a Paco per lo seu nom, pero dingú responíe. Per fí, Paco se va assomá. Portáe la carabina a les mans. Sel veíe cansat y blanquinós.

- Contéstom a lo que li pregunta, Mossen Millán.

- Sí, fill.

- ¿Vach matá ahir an algún de los que veníen a buscám?

- No.

- ¿A cap? ¿Está segú?

- Que Deu me castigo si mentixgo. A dingú.

Aixó pareixíe millorá les condissións. Lo mossen, donánsen cuenta, va afegí:

- Yo hay vingut aquí en la condissió de que no te farán res. Es di, te jusgarán - dabán de un tribunal, y si tens alguna culpa, anirás a la presó. Pero res mes.

- ¿Está segú?

Lo mossen tardabe en contestá. Per fí va di:

- Assó hay demanat yo. En tot cas, fill, pensa en la teua familia y en que no mereixen pagá per tú.

Paco mirabe al voltán, en silensio. Per fí va di:

- Be, me queden sincuanta tiros, y podría vendre la vida cara. Diguels als atres que se arrimon sense temó, que me entregaré.

De detrás de una valla se va sentí la veu del senturió:

- Que tiro la carabina per la finestra, y que ixque.

Paco va obeí.

Momens después lo habíen tret de les Pardines, y lo portaben a espentes y culatades cap al poble. Li habíen lligat les mans a la esquena. Caminabe Paco coixeján mol, y aquella coixera y la barba de quinse díes que li ensombríe la cara li donaben una apariensia diferén. Veénlo Mossen Millán li trobabe un aire culpable. Lo van tancá a la presó del munissipi. Aquella mateixa tarde los siñorets forastés van obligá a la gen a acudí a la plassa y van fé discursos que dingú va entendre, parlán del imperi y del destino inmortal y del orde y de la santa fe. Después van cantá un himno en lo bras eixecat y la ma estesa, y van maná a tots retirás a les seues cases y no torná a eixí hasta lo día siguién, amenassánlos. Cuan no quedabe dingú a la plassa, van traure (sacá a La Litera, Llitera) a Paco y a dos llauradós de la presó, y los van portá caminet del sementeri, a peu. Al arribá ere casi de nit. Quedabe detrás, a la aldea, un silensio de paó. Lo senturió, al ficáls contra lo muro, sen va enrecordá de que no se habíen confessat, y va enviá a buscá a Mossen Millán. Éste se va extrañá de vore que lo portaben en lo coche del siñó Cástulo (ell lo habíe oferit a les noves autoridats.) Lo coche va pugué abansá hasta lo puesto de la ejecussió. No se habíe atrevit Mossen Millán a preguntá res. Cuan va vore a Paco, no va sentí cap sorpresa, sino una gran pena. Se van confessá los tres. Un de ells ere un home que habíe treballat a casa de Paco. Lo pobre, sense sabé lo que fée, repetíe allunat una vegada y atra entre dens: "Yo me acuso, pare...., yo me acuso, pare....". Lo mateix coche del siñó Cástulo servíe de confessonari, en la porta uberta y lo mossen assentat a dins. Lo detingut se aginollabe al estribo. Cuan Mossen Millán díe ego te absolvo, dos homens arrencaben al penitén y tornaben a portál a la tapia. Lo radé en confessás va sé Paco.

- En mala hora lo vech a vosté - li va di al retó en una veu que Mossen Millán no li habíe sentit may -. Pero vosté me coneix, Mossen Millán. Vosté sap quí soc.

- Sí, fill.

- Vosté me va prometre que me portaríen a un tribunal y me jusgaríen.

- Me han engañat a mí tamé. ¿Qué puc fé? Pensa, fill, en la teua alma, y olvida, si pots, tot lo demés.

- ¿Per qué me maten? ¿Qué hay fet yo? Natros no ham matat a dingú. Digue vosté que yo no hay fet res. Vosté sap que soc inossén, que som inosséns los tres.

- Sí, fill. Tots sou inosséns; pero ¿qué puc fé yo?

- Si me maten per habém defengut a les Pardines, be. Pero los atres dos no han fet res.

Paco se agarrabe a la sotana de Mossen Millán, y repetíe: "No han fet res, y los van a matá. No han fet res". Mossen Millán, conmogut hasta les llágrimes, díe:

- A vegades, fill meu, Deu permitix que mórigue un inossén. U va permetre del seu propi fill, que ere inossén com vatros tres.

Paco, al escoltá estes paraules, se va quedá parat y mut. Lo mossen tampoc parlabe. Lluñ, al poble, se sentíen clapí gossos y repicabe una campana. Desde fée dos semanes no se sentíe mes que aquella campana día y nit. Paco va di en una firmesa desesperada:

- Entonses, si es verdat que no tenim salvassió, Mossen Millán, ting dona. Está esperán un fill. ¿Qué sirá de ella? ¿Y de mons pares? Parlabe com si anare a faltáli l´alé, y li contestabe Mossen Millán en la mateixa pressa alocada, entre dens. A vegades pronunsiaben les paraules de tal manera, que no se enteníen, pero ñabíe entre ells una relassió de sobrentesos. Mossen Millán parlabe atropelladamen de los designios de Deu, y al final de una llarga lamentassió va preguntá:

- ¿Te arrepentixes dels teus pecats?

Paco no u enteníe. Ere la primera expresió del retó que no enteníe. Cuan lo mossen va repetí per cuarta vegada, mecánicamen, la pregunta, Paco va contestá que sí en lo cap. En aquell momén Mossen Millán va alsá la ma, y va di: Ego te absolvo in.... Al escoltá estes paraules dos homens van pendre a Paco per los brassos y lo van portá al paredón aon estaben ya los atres dos. Paco va cridá:

- ¿Per qué maten an estos atres? Ells no han fet res. Un de ells vivíe a una cova, com aquell al que un día li vam portá la unsió. Los faros del coche - del mateix coche aon estabe Mossen Millán - se van ensendre, y la descárrega va soná casi al mateix tems sense que dingú donare ordens ni se escoltare cap veu. Los atres dos llauradós van caure, pero Paco, cubert de sang, va corre cap al coche.
- Mossen Millán, vosté me coneix - cridabe alocat. Va volé entrá, no podíe. Tot u tacabe de sang. Mossen Millán callabe, en los ulls tancats y resán. Lo senturió va ficá lo seu revólver detrás de la orella de Paco, y algú va di alarmat: - No. ¡Ahí no!
Se van emportá a Paco arrastrán. Anabe repetín en veu ronca:

- Pregunton a Mossen Millán; ell me coneix.

Se van sentí dos o tres tiros mes. Después va seguí un silensio al que encara sussurrabe Paco: "ell me va denunsiá.... Mossen Millán, Mossen Millán..."

Lo mossen seguíe al coche, en los ulls mol uberts, sentín lo seu nom sense pugué resá. Algú habíe tornat a apagá les llums del coche.

- ¿Ya? - va preguntá lo senturió.

Mossen Millán va baixá y, auxiliat per lo escolanet, va doná la extremaunsió als tres. Después un home li va doná lo rellonge de Paco - regalo de boda de la seua dona - y un mocadó de burchaca. Van torná al poble. A través de la ventanilla, Mossen Millán mirabe al sel y, recordán la nit en que van aná en Paco a doná la unsió a les coves, embolicabe lo rellonge en lo mocadó, y lo conservabe cuidadosamen en les dos mans juntes. Seguíe sense pugué resá. Van passá prop del carassol desert. Les grans roques despullades pareixíen ajuntá los caps y parlá. Pensán Mossen Millán en los llauradós morts, en les pobres dones del carassol, sentíe una espessie de desdén involuntari, que al mateix tems li fée avergoñís y sentís culpable. Cuan va arribá a la abadía, Mossen Millán va está dos semanes sense eixí mes que pera la missa. Lo poble sansé estabe callat y ombriós, com una inmensa fossa. La Jerónima habíe tornat a eixí y anabe al carassol, ella sola, parlán pera nella. Al carassol donabe veus cuan creíe que no podíen sentíla, y atres vegades callabe y se ficabe a contá a les roques los forats de les bales.

Un añ habíe passat desde tot alló, y pareixíe un siglo. La mort de Paco estabe tan fresca que Mossen Millán creíe tindre encara taques de sang a la seua roba. Va obrí los ulls y va preguntá al escolanet: - ¿Dius que ya sen ha anat lo potro? - Sí, siñó.

Y ressitabe a la seua memoria, apoyánse a un peu y después al atre:
.... y va rendí lo radé suspiro

al siñó de lo creat. - Amén.
A un caixó del armari de la sacristía estabe lo rellonge y lo mocadó de Paco. No se habíe atrevit Mossen Millán encara a portálsu als pares y a la viuda del mort. Va eixí al presbiterio y va escomensá la missa. A la iglesia no ñabíe dingú, en la exepsió de don Valeriano, don Gumersindo y lo siñó Cástulo. Mentres ressitabe Mossen Millán, introibo ad altare Dei, pensabe en Paco, y se díe: "Es verdat. Yo lo vach batejá, yo li vach doná la unsió. Al menos - Deu lo perdono - va naixe, va viure y va morí dins de los ambits de la Santa mare Iglesia". Creíe escoltá lo seu nom als labios del agonisán caigut an terra: "... Mossen Millán". Y pensabe aterrorisat y moixo al mateix tems: "Ara yo dic en sufragio de la seua alma esta missa de réquiem, que los seus enemics volen pagá".

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Prólogo:


Contabe Fernando Savater que se va convertí en un incondissional de Sender a partí de la lectura de "Mister Witt en el cantón" y de "Réquiem por un campesino español", a les que califique de "dos de les raríssimes pesses perfectes de la narrativa española moderna".

Sertamen este llibre, Réquiem per un llauradó español, que va apareixe a la seua primera edissió en lo títul de Mosén Millán, es una de eixes obres perfectes que los grans autós mos regalen a la seua madurés creadora. Tal com lo agüelo y lo mar de Hemingway, la perla de John Steinbeck, mortal y rosa de Umbral, los sans inossens de Miguel Delibes, la crónica de una mort anunsiada de Gabriel García Márquez, o lo dol de Joseph Conrad... Una gran obra maestra, encara que per la seua mida pugue pareixe menuda o curta.

Se diu que Sender va escriure lo seu Réquiem en una semana, y assó assombre en tota la verdat. Pero es igual. A la manera de la geometría, a la literatura no importe lo tems. Vull di que una obra maestra u es tan si la seua ejecussió va durá una semana o set añs - Stendhal va tardá 54 díes en fé La Cartuja de Parma. Y este Réquiem senderiano es una obra maestra, aon pareix increíble que tan pugue reunís en tan poc puesto.

En tres tems transcurrix la narrassió. En lo momén presén, cuan lo mossen se dispose a di una missa per Paco lo del Molí, lo jove llauradó al que va batejá y que después va sé lo seu escolanet, al que va casá y al que acabaríe per delatá y assistí a la seua ejecussió als díes de la guerra sivil. Un añ abáns de entonses, al record de aquells díes terribles de la delassió y arrestamén de Paco y lo seu assessinat. Y, finalmen, la rememorassió a la vella sacristía del naiximén, infansia y creiximén del llauradó que después del 14 de abril acabará en lo domini señorial de aquell duc aussén, amo de les pastures del monte, cuan Paco dirá. - Anem a tráureli la herba al duc. Y aquí está tot, díe, perque no falte res.
L´aire permanén, y latén, de la tragedia de Paco. Del chiquet condenat auncás desde aquell día infantil en que acompañe a Mossen Millán a portá la extremaunsió a un pobre moribundo habitán de les coves.
Eixe epissodio - que lo propi Ramón José Sender va confessá habé viscut cuan ere chiquet - marque la seua vida en lo afán de redimí, de liberá als que viuen a les cavernes, entre una miseria gens platónica. A la tragedia senderiana, tampoc falte lo coro que fée grans los fets a la manera clássica, cuan 
la ampla boca en la máscara servíe de megáfono. Lo coro es aquí lo "carassol", los llavadós del poble, en la Jerónima, entre ensalmadora y curandera, entre Cassandra y correvesydili, bachillera, alcavota o alcahueta. Al "carassol", los siñorets assessinos arribats de la capital, li van soltá una arruixada de bales, manera brutal de acabá en tota la opinió pública, si es que aixina u podem vore. Si volem seguí veén símbolos, cap milló que la actitut del retó, parábola acás de una Iglesia que va proclamá crusada y va beneí aixina la terrible guerra sivil. O al siñó Cástulo, entre dos aigües, lo seu coche servirá pera la boda de Paco y tamé pera la seua ejecussió. O lo leitmotiv del romans o romance populá, que mos cante per boca del escolanet la vida, passió, prendimén y mort del llauradó español.

Ahí va Paco del Molí,

que ya ha sigut sentensiat,

plore per la seua vida

pel caminet del fossá.

O lo sabaté, librepensadó a miges, que "com casi tots los del ofissi teníe amples caderes".... O lo senturió, que capitaneje la partida de los assessinos, disposat a rematá al Paco moribundo jun al mateix coche del ric siñó Cástulo, hasta que algú cride, pera evitá taques: - No. ¡Ahí no! Pero cap símbolo pot sé mes hermós que lo potro del llauradó. Lo caball que se acampe sol per los montes y que entrará a la iglesia de la aldea (un lloch del Alt Aragó "prop de la raya de Lérida, Leyda, Lleida, Ilerda"), al matí de la missa que lo mossen culpable y apenat diu per lo seu antic escolanet y que los tres rics del poble volen pagá. Dingú acudix a la missa, exepte lo potro, que mos fa enrecordá del caball blang de Emiliano Zapata, símbolo de la libertat a la película de Elia Kazan.
Tamé podem olvidamos de tots los símbolos. Es igual, podem lligí este llibre cla y emossionán, segóns u va vore Max Aub, com lo que per damún de tot y en primera instansia es, un relato extraordinari, una tragedia impressionán, en eixa forsa terrible que teníen les matraques a Semana Santa, cuan sonaben com "un rumó de ossos sacsats". Lo llibre se va di primé Mossen Millán, sentrat en lo mossen culpable. Titulál Réquiem lo fa passá a sé algo que plore per tots natros, incluít lo retó delató, que com fa poc escribíe José Carlos Mainer a la revista Turia habíe sigut "un mossen vulgar, abnegat y seguramen felís hasta que a la seua vida se li va crusá la guerra sivil y va partissipá de la innoble trampa que li va portá la mort a Paco lo del Molí".