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viernes, 3 de diciembre de 2021

DVA, Borao, E

EBRO. d. Se usa la expresión estar para echar gatos al Ebro como equivalente a estar miserable, pasarlo con estrechez, no estar para derrochar. - n. comer más que Ebro, devorar. - n. ha de bajar mucha agua por el Ebro, ha de pasar mucho tiempo.

EDAD. a. Se dice estar en edad por el tiempo en que aún no han cerrado las bestias.

EJECUTOR. d. Albacea.

EJÉRCITO. n. Tributo que se conoció con este nombre en Aragón, según Blancas.

ELÁSTICO. n. Almilla.

EMBADINAR. d. Encharcar. (badina)

EMBAFAR, d. Empalagar.

EMBARRALAR. n. Meter el vino u otro líquido en barral y por extensión en cualquiera otra redoma.

EMBASTAR. c. Hilvanar.

EMBERAR, p. Empezar la sazón de las frutas; tomar color, sobre todo las uvas.

EMBERO. p. El color que indica sazón en las frutas; y la misma uva o grano. 

EMBROSQUILAR. a. Meter el ganado en el redil.

EMOLOGAR. n. Confirmar, ratificar o aprobar, según se lee en las Ordinaciones de Abejeros 1502.

EMPACHAR. n. Impedir: su participio pasivo se usa en las Ordinaciones de Zaragoza. (Empatxar, empatxament)

EMPACHO. n. Impedimento: se usa en sentido de excepción o amparo forense.

EMPANDULLO. EMPANTULLO d. Pastel ensuciada, mala salida de un negocio. - d. Embolismo, embrollo.

EMPARA. a. Emparamento o inventario.

EMPARAMENTO. a. Acción y efecto de emparar, esto es, de inventariar o secuestrar: hay proceso de emparamiento. - n. Guidático o protección, según declaración en cortes de Cataluña 1351.

EMPARANCIA. n. Emparamento.

EMPARAR. a. Embargar o secuestrar, y mejor inventariar.

EMPEDREAR, d. Empedrar.

EMPELTRE. a. Olivo injertado. (Empeltá: injertar; empelto, empeltes, empelte, empeltem o empeltam, empeltéu o empeltáu, empelten).

EMPENTA. p. Empujón, empellón. (Espenta)

EMPENTAR, a. Empujar. (Espentá. Espento, espentes, espente, espentem o espentam, espentéu o espentáu, espenten)

EMPENTÓN. a. Empujón.

EN. Precediendo al infinitivo, como en castellano al gerundio, significa luego que, después que, p. ej. "en refrescar departiremos," "en pasar las fiestas, lo veremos." - n. Partícula relativa usada, como en la lengua francesa, en las expresiones m' en voy por me voy de aquí, men canso por me canso de esto.

ENANTAR. n. Ducange interpreta pignorare, procedere: el Códice de las Uniones de Aragón trae los siguientes pasajes. "E las spoliaciones que notorias no fuesen que embiariades vuestro procurador por enantar en aquellas ante la Justicia de Aragon;"
"y si enantaria o querria enantar personas o bienes de algunos etc." "que si no viene el dia de Ramos por enantar en las cosas sobreditas etc."

ENATIZO. d. Desmedrado, imperfecto de nacimiento. - d. De ánimo apocado y ruin.

ENAVESAR. d. Trasponer.

ENCABEZADO. n. El vino que se mezcla con aguardiente u otro licor. - n. Cabezero.

ENCABEZAR. ENCABEZARSE. n. Verbos de donde nace el participio anterior y que también son usuales en Aragón.
ENCALZADOR. n. Perseguidor. (acassadó, que acasse)

ENCALZAR. n. Perseguir, ponerse en persecución: "encalcen e geten de la tierra al sobredito rey" se lee en el Códice de los Privilegios de la Unión.

ENCANARSE. b. Detenerse demasiado en la conversación, eternizarse hablando. - n. Pasmarse a la fuerza del lloro o de la risa: la Academia sólo admite el primer afecto que a la verdad es el más común y adecuado. (encanás; yo me encano, encanes, encane, encanem o encanam, encanéu o encanáu, encanen)
ENCANTAR. d. Vender en almoneda.

ENCANTE. ENCANTILLO d. Lugar en que se venden las cosas ya usadas, las viejas y las de desecho. (Plassa del Encant)

ENCAÑIZAR. n. Cubrir las bovedillas o cualquiera otra obra con cañizos. ENCARPETAR. n. Colocar papeles dentro de sobre o carpeta.
ENCARRAÑARSE. d. Irritarse, incomodarse.

ENCARTAR. n. Intentar acción criminal contra el obligado en instrumento en que se juraba pagar y no pleitear: véase a Larripa en sus Procesos forales.
ENCERCAR. n. Inquirir, investigar: es antic. y deducido de documentos latinos, y por consiguiente dudoso. (cercar : buscar, investigar; recerca)

ENCERRONA. n. En el juego del dominó es dejar por ambas puntas un mismo número o palo cuando todos están jugados, en cuyo caso ya no pueden jugar las fichas que se tienen en la mano: en general se da a este lance el nombre de cierro, y cuando los tantos que se cuentan son muchos, entonces se llama encerrona. En Zaragoza es más usual que en otras partes y por consiguiente se halla muy adelantado el juego a que aludimos, de cuyo tecnicismo incluiremos cuatro o cinco vocablos.

ENCETAR. d. Decentar. - d. Empezar: la Academia escribe encentar para la primera significación, y aunque omite la segunda, pone la de encentador el que encienta o empieza alguna cosa. (Ensetá; enseto, ensetes, ensete, ensetem o ensetam, ensetéu o ensetáu, enseten)

ENCORDADURA. n. Conjunto de cuerdas de una guitarra u otro instrumento de cuerda.

ENCORRER. d. Correr tras alguno para cogerle; es verbo activo. (Encorre; encórrego, encorres, encorre, encorrem, encorréu, encorren)
ENCORTIMIENTO. n. Vale tanto como entredicho a juzgar por el Códice de las Uniones en que se lee "que podamos soltar al dito seynor rey el encortimiento de los ditos castieyllos e que non los alienemos."

ENDURAR. a. Pasar hambre, sufrir. (Enduro, endurance: resistencia)

ENFILAR. n. Dirigir un asunto. - n. Ingerirse.

ENFURRUSCARSE. n. Enfurruñarse.

ENGAFETAR. n. Enlazar los gafetes macho y hembra, abrochar.
ENGALZAR. d. Encorrer.

ENGARABITARSE. n. Encorvarse y entumecerse los dedos a impulso del frío o alguna causa patológica,: en Castilla esa palabra significa ponerse en alto, y la definición que hemos dado conviene a la voz engarabatarse.
ENGARDAJINA. d. Lagartija. (sargantana)

ENGLUCIAR. d. Mirar con intención, hacer gestos para conseguir alguna golosina.

ENGULLIDOR. d. Sumidero. (Engullidó, de engullí; engullixco, engullixes, engullix, engullim, engulliu, engullixen).

ENJARETAR. n. Intercalar, incluir, y aun confeccionar o componer.
ENJAUE. n. Prórroga en el pago del arriendo de las
generalidades u otro tributo público; y como a veces se concedía sin causa justa y producía un lucro contra los caudales públicos o de corporación, de ahí las frases hacer enjaues, andar en enjaues, enriquecerse con enjaues etc., equivalentes a las más vulgares de andar en enjuagues etc. en cuyo sentido admite la Academia esa significación.

ENJUNCIAR. n. Cubrir de juncia las calles y plazas para algún regocijo.
ENMANTADO. n. Hombre cubierto o embozado en la manta, la cual forma parte del traje aragonés en la clase jornalera y parece ser un recuerdo del albornoz árabe.

ENRELIGARSE. n. Enredarse, entrelazarse, enmarañarse una cosa con otra. (Ligar : lligar : enrelligá, lligá)
ENRONA. a. Escombros, desperdicios de una obra. (enruna)

ENRONAR. a. Envolver con escombros. - n. Metafóricamente se dice de alguno "que es tan rico que nos puede enronar a onzas de oro." (Enruná).

ENRUENA. d. Enrona.

ENRUNA. p. Enrona.

ENRUNAR. p. Enronar.

ENSIMESMADO. ENSIMISMADO. n. El que está distraído, metido en sí mismo y absolutamente extraño a lo que pasa en torno suyo.

ENSOBINADO. n. Se dice de la res enfermiza.

ENSOBINARSE. d. Caer una caballería en postura supina con riesgo de perecer.

ENSUNDIA. n. Enjundia o gordura: úsase también metafóricamente para denotar cachaza y es todavía más familiar la palabra insundia.

ENTORNAR, d. Hacer dobladillo.

ENTORNO. n. Dobladillo.

ENTRATICO. d. Entrada de religioso en alguna comunidad: la Academia lo incluye como provincial de Navarra.

ENTRECAVAR. d. Limpiar de yerbas la hortaliza. (Entrecavá. Entrecavo, entrecaves, entrecave, entrecavem o entrecavam, entrecavéu o entrecaváu, entrecaven)

ENTREGA. n. Restitución in integrum.

ENTRIPARRADO. n. Entripado, en ambos sentidos recto y figurado.

ENTRIPARRAR. n. Ocupar demasiado el estómago algún manjar indigesto o comido en abundancia.

ENVASADOR. c. Embudo: la Academia añade que grande y propio para pellejos y toneles, esto es, para grandes capacidades.

ENZURIZAR. n. Enzarzar o poner guerra entre varias personas sembrando discordias: la Academia admite la voz primitiva zuriza. (Meter cizaña).

ERAGE. a. Miel virgen.

ERETA. n. Era o plantel de tierra para cultivo de verduras.

ERROR DE PROCESO. a. Con que se nota que alguno es tan hábil que, aun convencido, se liberta de la pena que le imponen.

ESBAFAR. d. Evaporar, (esbrafá, esbafá a Beseit; esbafat, grassiosa esbrafada, esbafada).

ESBARRAR. d. Asombrar, espantar la caza, caballerías etc.

ESBRINAR. n. Desbriznar o entresacar de la flor los estambres del azafrán. 

ESCACEAR. n. Desmenuzar la piedra, el yeso, cal etc. para molerlos después más fácilmente.

ESCACILAR. d. Cacarear.

ESCACHAR. d. Despachurrar, o mejor, aplastar, machucar. - d. Chasquear, dejar burlado. (Te escacharé la cabeza, ababol)

ESCACHUFLAR. n. Igual significación que la anterior, pero de uso del vulgo.

ESCALERA. c. Peldaño, escalón.

ESCALFETA. c. Braserillo. (prov. escoufa, escalfar cat. calentar; escofás; yo me escofo, escofes, escofe, esofem o escofam, escoféu o escofáu, escofen).

ESCALIAR. n. poner en cultivo tierra que había sido abandonada, y en este sentido lo usan las Observancias y el erudito Cuenca: Peralta no incluye esta voz, pero sí la de escahar, roturar, que nosotros no hemos incluido por suponerla error de imprenta que se corrige con la voz escaliar: úsase también en antiguos documentos de Navarra. (Traure la escara es escará la terra.)

ESCALIVAR. d. Sacar el rescoldo: en idioma provenzal calivar quemar, escalfar, calentar, recalivar volver a calentar. (Caliu, descaliuá, descalivá, escaliuá, escalivá siríe traure del caliu o be traure lo caliu apegat.)

ESCAMOCHEAR. a. Pavordear o javardear o hacer las abejas segunda cría después de la principal, separándose de la madre en corto número con su maestra. Escamochá, esmochá es tallali a un abre molta lleña per a que torno a creixe mes sano y fort.

ESCAMPAR. d. Tender el estiércol por la tierra. - d. Derramar granos o semillas. (Escampá lo fem - fiemo -, escampá la llaó pel cam, camp, campo).

ESCANDALLAR. n. Computar el valor de una partida de ganado, haciendo de él varios grupos con las reses más iguales, tirando desde otro corral o aposento una piedra a cada grupo, pesando las reses a quienes ha tocado cada piedra y calculando por el peso de cada una el de su grupo: a veces se hace esta operación con el grupo mejor y con el peor y a las demás reses se las hace desfilar una a una marcando como tipo las que hacen un número dado, el diez por ejemplo. En castellano tiene una significación análoga pues equivale a sondear y por ampliación probar, examinar: en italiano scandagliare está mejor definido pues responde en sentido figurado a inquirir, averiguar etc. como en Casti (Nov. IX). Da scandagliar gli altrui talenti a fondo

ESCANDALLO. n. Operación de escandallar. - n. La res que se saca como tipo. - n. A escandallo, modo adverbial, para expresar que se vende un ganado escandallándolo.

ESCAÑARSE. d. Desgañitarse, ahogarse de una tos muy fuerte. (Escañás; Tamé se diu cuan te aufegues perque s’ha enganchat algo al garganchó, a la gola, y no passe o be s’en va pel atre forat (tráquea).

ESCAÑO. d. Féretro. 

ESCARABAJO PELOTERO. n. Insecto de los coleópteros. (Lo escarbat que fa pilotes en lo fem.)

ESCARLATINA. n. Enfermedad que suele padecerse en la niñez.

ESCARRAMANCHONES. (A). a. A horcajadas.

ESCLAFAR. n. Machucar, chafar, quebrantar: también te dice esclafar los huevos por cascarlos, partirlos o abrirlos.

ESCOBAR. c. Barrer. (Escoba. Granera; agraná).

ESCOBIJAR. n. Descubrir, alzar el velo a alguna cosa.
ESCOLANO. n. Ayudante del sacristán mayor en el Hospital de Zaragoza. - n. Especie de coadjutor: lo había también llamado de la limosna según se ve en las Ordinaciones de Pedro IV. (Escolanet: monaguillo)

ESCOMBRA. n. Escombro: la Academia admite esta voz como el hecho de escombrar.

ESCONDECUCAS. a. Escondite, juego de muchachos.

ESCOPETADA. d. Escopetazo.

ESCORCAR. n. Véase esmollar.

ESCORCHA. d. Túrdiga, correa de cuero ancha y sin curtir.

ESCORCHAR. c. Levantar la corteza o piel a alguna cosa, desollar. (Escorxador : matadero)

ESCORCHÓN. n. Desolladura.

ESCORNARSE. n. Se usa en la frase escuérnate como puedas en significación de componte como puedas: también se dice me he descornado estudiando y otras locuciones como esta: en una colección de refranes leemos dejarlo descornar, frase de que se usa cuando no se quiere meter paz."

ESCORREDERO. n. Canal por donde se facilita la salida del agua sobrante de un riego o del término de una acequia. - n. El fondo de la vagina: es voz de la gente inculta. (Escorredora per a regá. Escorres lo verbo eyaculá.)

ESCORREDIZO. n. Escorredero.

ESCORREDOR. n. Escorredero; usa aquella voz el conde de Sástago en su lujosa obra sobre el Canal Imperial de Aragón.

ESCOTOLARSE. d. Frotarse el cuerpo con la camisa moviéndose.

ESCOZNETE. a. Instrumento con que se sacan los escueznos.

ESCRIBANO DE RACIÓN. n. Oficio de la Casa real de Aragón en el siglo XIV.

ESCRISMAR. n. Descrismar.

ESCUDILLAR. d. Echar el caldo en las sopas, el chocolate en los pocillos o jícaras etc.

(Escudilla; escudella)

ESCUEZNAR, a. Sacar los escueznos.

ESCUEZNO. a. Pulpa o carne de la nuez tierna: úsase en plural.

ESCUPINATA. n. Escupetina, escupitina, escupidura: Guevara dice escupecina.

ESFILADIZ. n. Filadiz, desfiladiz: usan aquella voz los ff.

ESFULLINADOR. n. Deshollinador. (Desfullinadó, desfullinadora)

ESFULLINAR. n. Deshollinar. (desfulliná; desfullino, desfullines, desfulline, desfullinem o desfullinam, desfullinéu o desfullináu, desfullinen)

ESGARRAR. n. Desgarrar. (Esgarrá; esgarro, esgarres, esgarre, esgarrem o esgarram, esgarréu o esgarráu, esgarre)

ESGARRIFAR. d. El efecto que nos causa la lima cuando da en falso. - d. Espeluzarse de horror.

ESGARRÓN. n. Desgarrón, rasgón.

ESLAMINARSE. n. Empezar a gustar de una cosa, ir tomando el gusto a algo, estrenarse en ciertas diversiones y placeres.

ESLAVA. n. Pendiente lisa por donde resbala el agua. (resbala : reslaba : eslava)

ESMANGAMAZOS. n. Se dice de cualquiera persona de poco valer, principalmente del estado llano: equivale muy aproximadamente al castellano echa cantos.

ESMEDIAR. n. Disminuir la cantidad de algún líquido, y se aplica comúnmente a los que están al fuego para cocer; úsase también como reflexivo, y hay quienes lo pronuncian y escriben desmediar.

ESMERADO. n. Líquido que ha disminuido su peso y volumen por ebullición.

ESMERAR. n. Conseguir la disminución de un líquido por medio de la ebullición: se usa también como reflexivo.

ESMO. n. Tino, tiento, y así se dice perder el esmo: úsase mucho en el Alto Aragón. (Hay perdut l’esma, esme).

ESMOLLAR. n. Quitar la cáscara verde a las nueces, avellanas y otras frutas. - n. Desmoronarse las obras de tierra o de otra construcción deleznable.

ESMORRILLADO. n. Desportillado.

ESMOSCARSE. n. Desaparecer sin ser visto, ausentarse maliciosamente.

ESMUIRSE. d. Deslizarse, escurrirse, zafarse.

ESPADILLA. n. Juego de naipes, acaso el tresillo: entre los papeles mss. de Lezaun hay una carta escrita en verso desde la Zaida, en que se lee
Mi mayor divertimiento
es el juego de espadilla,
en el cual gano tres reales
en cuatrocientas partidas.

ESPALMAR. n. Quitar el polvo a la ropa frotándola con las manos: así las leyes palatinas de Jaime II de Mallorca, en las cuales también se halla spalmator según Ducange. (La ropa se frota o golpea con las palmas de las manos)

ESPANADO. n. miserable, piojoso, perdido, hombre que no tiene sobre qué caerse muerto: es voz local.

ESPARTAR. n. Cubrir o aforrar con esparto las vasijas de vidrio: se usa también en el adjetivo o participio pasivo.

ESPARVEL. n. Gavilán. (Esparvé; esparver)

ESPATARRARSE. n. Despatarrarse: del mismo modo pierden en Aragón la d los demás derivados. - n.
"Si hay un Barranchán
que al mundo espatarra"
dice en sentido metafórico uno de los varios copleros que se desataron cruelmente contra la Sociedad económica Aragonesa en 1785. (Espatarrá, espatarrás, despatarrás, escamarrás.)

ESPEDERA. n. Espetera.

ESPEDO. a. Asador. (Espeto)

ESPENJADOR. n. Pértiga o vara que tiene dientes de hierro a la punta y sirve para colgar y descolgar cualquier objeto. (Penjadó y despenjadó)

ESPERREQUE. d. Niño u hombre mal sano o regañón. - d. Cosa despreciable.

ESPICHAR. d. Morir. (Espicharla)

ESPINAI. d. Espinaca. (Espinac, espinacs)

ESPINALBO. n. Cierto árbol infructífero. (San Miquel de Espinalbá a Valderrobres. Espino albar, majuelo, arto, Crataegus monogyna)

ESPONJADO. p. Azucarado, panal, azucarillo.

ESPORTILLARSE. n. Desportillarse.

ESPORTÓN. d. Serón.

ESPUENDA. p. Margen de río o campo: usase también en Navarra.

ESPUNTAR. n. Ponerse en movimiento los machos cabríos o guiones de un rebaño.

ESQUEJE. n. Se dice metafórica e irónicamente del niño mal educado. (En un árbol, una ramita para injertar o plantar. Esqueix; rechito).

ESQUILA. c. Cencerro. (Esquella, esquelles, esquellot).

ESQUILADA. a. Cencerrada. (Esquellada).

ESQUILO. d. Cencerro. - n. Esquileo.

ESQUIROL. a. Ardilla. (Squirrel en inglés. Eichhörnchen en alemán. Esquiruelo)

ESTABULADO. n. Se dice del ganado metido en el establo.

ESTABULAR. n. Meter el ganado en el establo.

ESTADAL. p. Librito de cerilla.

ESTAJADIZO. n. División que se hace en los grandes corrales para colocar las reses con la separación conveniente.

ESTALONAR. n. Quitar el talón a la media u otro calzado: se dice del zapato que va destalonado cuanto se le dobla el talón para llevarlo debajo del pie.

ESTALVIAR. n. Perdonar, voz aragonesa anticuada según al Índice de Blancas. (estalviar, estalviá, estauviá, aforrá. Caixa d’estalvis. Ahorrar).

ESTAMENTO. a. Cada estado o brazo de los cuatro que concurrían a las Cortes de Aragón.

ESTANCA. n. Gran porción de agua estancada: es muy famosa en Aragón la de Alcañiz, célebre por sus buenas anguilas.

ESTANCOS. n. Terrenos acotados y vedados, ya de particulares ya de propios: dehesas en que los ganados pueden entrar ciertos meses del año.

ESTATUECER n. Estatuir. Se ve que se usaba ese verbo, por las muchas veces en que se encuentra la tercera persona del indicativo, estatuece.

ESTATUTARIOS. n. Procesos.

ESTEMA. n. Pena de mutilación o perdimiento de miembro.

ESTEMAR. n: Imponer la anterior pena, que tal vez se extendería a marcar con hierro ardiente. (1)
(1) Estas dos palabras se hallan repetidas veces, con toda la posible claridad caligráfica. en el libro de los Privilegios de la Unión, que en la Introducción hemos extractado. La lectura indudable de ellas y aun la desinencia o construcción de la voz estema nos han convencido de que ni son las mismas palabras ni deben representar la misma idea que las de extenuación y extenuar que se definen más adelante y que por otra parte se hallan en varias Alegaciones del Reino y otros tratados jurídicos. En cuanto al significado. nos ha parecido que, nombrándose siempre esa pena después de la de muerte, y conformando tanto ambos vocablos con los latinos de stigma y stigmare que denotan la marca con hierro, no era fuera de camino atribuir a estema y estemar la equivalencia que les hemos señalado. - Escrita esta nota hemos visto con placer que Ducange en su GLOSSARIUM incluye estema y extema, añadiendo membri, ut videtur, abscissio, mutilatio. interpretación del todo conforme con la nuestra, y acerca de la cual viene hasta cierto punto en comprobación el artículo Membrum del REPERTORIO de Miguel del Molino impreso en Zaragoza 1585.

ESTEPILLA. n. Planta: llámase también estrepilla.

ESTERNO. n. Véase cisterno.

ESTERZA. n. Cada uno de los trozos o suertes en que se dividen para su arriendo o aprovechamiento algunos montes.

ESTORNIJA. a. Tala, juego de muchachos.

ESTRAL. n. Destral. (Hacha). - El diccionarista Rosal trae la palabra destraleja o achuela, (hachuela), que ya el vulgo (dice) llama estraleja.

ESTRAPALUCIO. n. Baraúnda, ruido, desorden. (Estrapalussi)

ESTRÉBEDES. d. Trébedes. (trípode, 3 pedem, tres potes, tres peus)

ESTRÉBEDES. d. Trébedes. (trípode, 3 pedem, tres potes, tres peus)


ESTREMEZO. a. Estremecimiento.

ESTRENAS. c. Augetas en sentido de gratificación.

ESTREÑIR. d. Entornar o medio cerrar una puerta. - Nunca hemos oído esta acepción.

ESTREUDES. d. Trévedes. (Trébedes)

ESTREYTO. n. Obligado, según Blancas. (Estret, strenyer)

ESTRIBERA. n. Se dice medias de estribera por las que van sujetas al pie con una trabilla o como estribo a manera de los botines: equivale a la palabra peal.

ESTRICALLAR. d. Hacer pedazos.

ESTRIPACUENTOS. n. El que suele interrumpir inoportunamente al que lleva la palabra.

ESTROPICIO. n. Desperfecto, desorden.

ESVARARSE. n. Resbalarse. La Academia admite desvarar usado en ese sentido: Peralta dice esbarar.

ESVARIZAR. n. Resbalar: se usa principalmente como recíproco. (esvarizarse)

ESVARIZÓN. n. Resbalón. (Rellissada)

ESVIRAR. d. Bruñir.

EXARlCO. n. Colono: se emplea esta voz en los cuerpos de derecho aragonés y se halla también en Blancas.

EXCIBIR. n. Eximir.

EXCREX. a. Aumento o firma de dote que consiste en la cesión que hace el marido de una parte de sus propios bienes para asegurar el dote de su mujer. Asso escribe excriex: el plural es excrez. (creix : aumente)

EXCUSADO. n. Retrete, secreta. (Escusado)

EXCUSÓN, n. tiene el mismo significado que forrón, y es también voz local que se usa principalmente por la gente rústica en algunos pueblos del alto Aragón, en donde el lenguaje aragonés difiere del castellano mucho más que el que comúnmente se habla en Aragón y se define en este diccionario.

EXHIBITA. a. Exhibición.

EXIGIDERO. a. Exigible.

EXPORGA. n. Expurgo.

EXPORGAR. n. Expurgar. - n. Soltar los árboles y las vides parte de su fruto naciente. (Esporgá es tallá rames, chupóns o pullissos; esporgo, esporgues, esporgue, esporguem o esporgam, esporguéu o esporgáu, esporguen)

EXTENUACIÓN. n. Pena de muerte por hambre, sed y frío, que los Sres. feudales de potestad absoluta podían imponer a sus vasallos de signo servicio.

EXTENUAR. n. Imponer la pena de muerte por hambre, sed y frío.

EXTRACTA. a. Traslado fiel de cualquiera escritura o instrumento público.

EXTRAER. a. Sacar traslado de alguna escritura.

jueves, 28 de octubre de 2021

DOÑA BERTA. Leopoldo Alas, Clarín. Chapurriau.

DOÑA BERTA.

(Lo texto del llibre de Clarín no sirá igual que este)

Leopoldo Alas. Clarín. Chapurriau. Amazon.


I.

Ña un puesto al nort de España aon no van arribá may ni los romanos ni los moros; y si doña Berta de Rondaliego, propietaria de este amagatall verd y silensiós, sapiguere algo mes de historia, juraríe que may ni Agripa, ni Augusto, ni Muza, ni Tarick habíen ficat la planta del peu damún de aquella terra, mullida sempre en tupida herba fresca, sucosa, fosca, atersiopelada y relluén, de aquell racó seu, tot seu, sord, com ella, als rumós del món, empaquetat en verdura espessa de abres infinits y de prats plens de orfanedat, com ella u está en franela groga, per culpa dels seus achaques.

Ña un puesto al nort de España aon no van arribá may ni los romanos ni los moros; y si doña Berta de Rondaliego, propietaria de este amagatall verd y silensiós, sapiguere algo mes de historia, juraríe que may ni Agripa, ni Augusto, ni Muza, ni Tarick habíen ficat la planta del peu damún de aquella terra, mullida sempre en tupida herba fresca, jugosa, fosca, atersiopelada y relluén, de aquell racó seu, tot seu, sord, com ella, als rumós del món, empaquetat en verdura espessa de abres infinits y de prats plens de orfanedat, com ella u está en franela groga, per culpa dels seus achaques.

Perteneix lo racó de fulles y herbes de doña Berta a la parroquia de Peu del Or (Pie del Oro), concello de Carreño, partit judissial de Gijón; y dins de la parroquia. Se distinguix lo barri de doña Berta en lo nom de Zaornín, y dins del barri se li diu Susacasa a la fondonada frondosa, al mich de la que ña un gran prat que té per nom Aren. Al extrem noroeste del prat passe un riuet en alts chops, abeduls y conics humeros o alissos de fulla fosca que escomense a rodejá en espiral lo trong desde enterra, entropessán en la herba y en les flos dels margens o vores del aigua.

La corrén no té allí cap nom, ni sel mereix, perque apenes baixe aigua pera un batech; pero la vanidat geográfica dels amos de Susacasa lo va cridá desde siglos atrás “lo riu”, y los veíns de atres puestos del mateix barri, per despressio al señorío de Rondaliego, li diuen al barranquet lo regatu, lo regall, y lo humillen tan com poden, mantenín incólumes capsioses servidumbres o drets de pas que atravessen la corrén del cristalino huésped fugitiu del Aren y de la llosa; y la atravessen ¡oh sarcasmo! sense nessessidat de pons, no ya romanos, pos quede dit que per allí los romanos no hi van caminá; ni sisquera en pons que foren trongs buits y mich podrits y verdosos pel contacte de la terra humida de les vores. De estos drets de pas, tiranos, de ignorat y sospechós origen, democrátiques victories sansionades per lo tems, se queixe amargamén doña Berta, no sol perque humillen lo riu, crusanlo sense pon (pos sol ña un barrócul gran al mich de la glera, tormo de sílice, gastat per lo rose secular de peus despullats y sabates en taches), sino tamé perque marchiten o semen les mes fresques flos campestres y maten, just naixcuda, la mes fresca herba del Aren fecundo, siñalán la seua verdura inmaculada en sicatrius que lo crusen com les bandes al pit de Chimo de Queretes, lo que viu a Beseit, o les franjes de algún alcalde franchista de Aragó; sicatrius fetes a patades.
Pero dixán estes tristeses pera después, seguiré dién que mes allá y mes amún, pos aquí escomense la costa, mes allá del riu que se salte sense pons ni vados, está la llosa, nom genéric de les vegues de panís que tenen tals y cuals condissions, que no ña pera qué puntualisá ara; alló es que cuan les cañas creixen, y les seues fulles, llanses flexibles, se columpien ya per la soca amún, belcades en grassiosa curva, pareix la llosa un verd mar sacsat per les brisses. Pos a latra vora de eixe mar está lo palau, una casa blanca, no mol gran, solariega, dels Rondaliegos, y ella y lo seu corral, quintana, y les seues dependensies, que son: capella, apegada al palau, lagar o prensa (avui convertit en pallissa), hórreo de fusta de castañé en peus de pedra, pegollos, y un colomá blang y cuadrat, tot alló jun, mes una barraca en honors de casa de llauradós, que ña a la mateixa falda de la lloma a la que se apoye lo palau, a trenta passes del mateix; tot açó, dic, se diu Posadorio.


II.


Viuen soles al palau doña Berta y Sabelona. Elles y lo gat, que, com lo barranquet del Aren, no té nom perque es únic, del seu género. A la masada viu lo masové, un agüelo, sord com doña Berta, en una filla casi imbéssil que, sin embargo, li ajude a les faenes com un gañán forsut, y un criat, sempre sompo, que cada pocs díes lo cambien; perque lo agüelo sord té mal genio, com lo blau de Beseit, y despedix als seus criats per culpes sense importansia. La finca la porte a miges, y encara ben portada valdríe ben poc; lo terreno tan verd, tan fresc, no es de primera classe, y no produix casi res: doña Berta es pobre, pero llimpia, y la dignidat del seu señorío casi imaginari consistix en part en aquella pulcritut que naix del alma. Doña Berta mescle y confundix al seu cap la idea de llimpiesa, la de la soledat y la del aislamén; en una cara de pascua fa la vida de un muni... que filare y rentare la roba, molta roba, blanca, a casa, y que amassare lo pa a casa tamé. Se amasse cada sing o sis díes, y se dixe a la pastera;
y an esta faena, que demane musculs mes forts que los seus y encara los de la decadén Sabel, li ajude la imbéssil filla del masové; pero filá, elles soles, les dos agüeles: y cuidá de la colada, en cuan torne la roba del riu, elles soles tamé.
La horta de dal se cubrix de blang en la roba ficada a eixugá, y desde la caseta del coll, que tot u domine, doña Berta, sorda, callada, contemple sonrién, y donán grassies a Deu, la neu de lli inmaculat que té als peus, y la verdura, que tamé pareix rentada, que li servix de marc a la roba, estenense per lo bosc de casa, y baixán hasta la llosa y hasta lo Aren; que pareix esquilat per un peluquero mol fi, com Sebastianet, y casi té aires de una persona mol afeitada, mol ensabonada y de mol bona auló.
Sí. Pareix que li tallon la herba en estisores y después lo ensabonon y lo pulixquen: no es pla del tot, es algo convexo, se afone misteriosamen allá cap als humeros, los abres alissos, al besá lo barranquet, y doña Berta mil vegades va dessichá tindre mans de gigán, de un día de bueys cada una, pera passáleshi pel llom al Aren, ni mes ni 
menos que les hi passe al gat. Cuan está de mal toc, los seus ulls, al contemplá lo prat, se detenen a les dos sendes que lo crusen; taques infames, huelles de la plebe, dels maldits destripatarrossos que, per enveja, per moldre, per pura malissia, mantenen sense nessessidat, sense per qué ni pera qué, aquells drets de pas publics, deshonra dels Rondaliegos.

Per aquí no se va a cap puesto; a Zaornín se acabe lo món; per Susacasa may o jamés o jamay van atravessá o passá cassadós, ejersits, bandidos, assaltacamíns ni pícaros delincuéns; carreteres y ferrocarrils se quedan allá lluñ; hasta los camíns veinals passen fen respetuoses esses per los confíns de aquella mansió embutida entre herba y fullarasca; lo rechiná dels carros se sen sempre allá lluñ, doña Berta ni lo escolte... y los tossuts veíns se empeñen en turbá tanta pas, en tacá aquelles alfombres en sendetes que pareixen la tiña de aquella frescura, sendes a les que dixen les potades de les sabatotes y dels peus despullats y bruts, com un grossero sello de una ussurpassió del domini absolut dels Rondaliegos.
¿Desde cuán pot la chusma passá per allí?

"Desde tems inmemorial", han dit sen vegades los testigos.
"¡Mentira!, replique doña Berta. ¡Bons eren los Rondaliegos de allacuanta pera consentí als sarnosos semáls en los calcañás asquerosos la herba del Aren!"

Los Rondaliegos no volíen res en dingú; se casaben uns en los atres, sempre en paréns, y no mesclaben la sang ni la herensia, no se dixaben tacá lo linaje ni los prats.

Ella, doña Berta, no podíe enrecordassen, está cla, desde cuán ñabíe sendes públiques que crusaben les seues propiedats; pero lo cor li díe que tot alló teníe que vindre desde la caiguda del antic régim, desde que ñabíe liberals y estes coses per lo món.

"Per aquí no se va a cap puesto, este es lo finibusterre del món", diu doña Berta, que té caprichoses nossións geográfiques; un mapamundi homéric, per lo ensomiat; y pense que la terra acabe en punta, y que la punta es Zaornín, en Susacasa, lo prat Aren y Posadorio.
"Ni los moros ni los romanos van patejá may la herba del Aren", li diu ella un día y un atre día a la seua fidelíssima Sabelona (Isabel gran), criada dels Rondaliegos desde los deu añs, y per la que tampoc van passá ni moros ni cristiáns, pos encara es tan virgen com la va parí sa mare, y fa de aixó setanta iverns.

"¡Ni los moros ni los romanos!", repetix per la nit doña Berta a la llum del cresol, jun als calius de la cuina, que té lo fogaril an terra; y Sabelona incline lo cap, en siñal de assentimén, en la mateixa credulidat sega en la que poc después repetix aginollada los actes de fé que la seua ama va ressitán dabán. Doña Berta ni Isabel no saben de

los romanos y moros casi res, fora de aquella notissia negativa de que may van passá per allí; pot sé no tenen seguridat completa de la total ruina del imperi de Ocsidén ni de la presa de Granada, que doña Berta, algo mes versada en siensies humanes, confundix un poc en la gloriosa guerra de África, y espessialmén en la presa de Tetuán: de totes maneres, no creuen ni la una ni l´atra tan remotes, com u son, en efecte, les respectives dominassións de agarenos y romanos; y en definitiva, romanos y moros venen a representá pera les dos, com un símbolo, tot lo extrañ, tot lo lluñá, tot lo enemic; y aixina, cuan algún raro interlocutó va osá dils que los fransesos tampoc hi van arribá may, ni ñabíe pera qué, a Susacasa, elles se van arronsá de muscles com dién: - Bueno, tot aixó vol di lo de moros y romanos.- Y es que esta manía, hereditaria als Rondaliegos, li ve a doña Berta de una tradissió anterió a la invassió fransesa.


III.


¡Ay, los liberals! Eixos sí que habíen arribat a Posadorio. Se ha parlat antes de la virginidat intacta de Sabelona. Lo lectó s´haurá suposat que doña Berta ere viuda, o que la seua virtut se callabe per elipsis. Virtuosa ere.... pero virgen no; soltera sí.

Si Sabel se haguere vist al cas de la seua ama, no estaríe tan sansera. Be u compreníe, y per naixó no mostrabe cap género de superioridat moral respecte a la seua siñora. Habíe sigut una desgrassia, y ben cara se habíe pagat, desgrassia y tot. Eren los Rondaliegos cuatre germáns y una germana, Berta, huérfanos o orfens desde chiquets. Lo mayorazgo, don Claudio, fée de pare. La llimpiesa de la sang ere entre ells un culto. Tots bons, afables, com Berta, que ere una sonrissa caminán, féen obres de caridat... desde lluñ. Temíen al vulgo, al que amaben com a germá en Cristo, no a Rondaliego; lo seua soledat aristocrática teníe tan de asceta ressignat, com de preocupassió pel linaje. La llibrería de la casa ere símbolo de eixes tendensies; apenes ñabíe allí mes que llibres religiosos, de devossió arreplegada y desengañada, y llibres de blassóns; per tot arreu la creu; y l´or, y la plata o argent, y los gules dels escuts estampats en vitela. Un Rondaliego, tres o cuatre generassións atrás, habíe aparegut mort a un bosc, a la Matiella, a mija legua de Posadorio, assessinat per un veí, segóns totes les sospeches. Desde entonses tota la familia guardabe la esquena hasta al repartí almoyna o limosna. Lo pecat mes gran dels Rondaliegos ere pensá mal de la plebe a la que protegíen. Per la seua part, los viláns, pot sé un día dependéns de Posadorio, arreplegaben en gesto de humillassió servil los benefissis, y per detrás sen enfotíen de la decadensia de aquell señorío, y amostraben, sempre que no ñaguere que doná la cara, la seua falta de respecte en totes les formes possibles. Pera naixó, los ajudaben un poc les noves leys, y la nova política espessialmén. Lo símbolo de les libertats públiques (que ells no nomenaben aixina, per supost) ere pera los veíns de Peu del Or lo despressio creixén als Rondaliegos, y la sansió legal que a tal despressio los alentabe; miján recarrec de contribusió al distribuís la del concello, treball forsós y desproporsionat a les sextaferias, abandono de la polissía rural als límits o fites de Zaornín, y espessialmén a Susacasa, en datres sen agullades de cap dissimulades, que anaben sempre a cuenta del Ajuntamén, de la ley, dels nous usos, dels pícaros tems.

En cuan a les despulles de la fruita, herba, lleña, etc., ya no se podíe culpá directamen a la ley, que no arribabe a tan com pera autorisá que se robare de nit y en escalamén als Rondaliegos; pero si no la ley, los seus representáns, lo alcalde, lo juez (o juche, jutge), lo pedáneo, segóns los casos, ajudaben al vessindari en la seua torpesa y apatía o desgana, que no los dixabe may entropessá en los culpables. Tot aixó habíe sigut añs atrás; la bona sort dels Rondaliegos va sé lo apartat que esatabe topográficamen lo seu domini: si lo seu carácter, lo de la familia, los alluñabe del vulgo, la situassió de la seua casa tamé pareixíe una fugida del món; los plecs del terreno y les espessures dels voltáns, y lo no sé alló camí de cap puesto, van sé la causa del olvido que, sén un despressio, ere tamé la pas anhelada. "Bueno, se díen, los germáns de Posadorio; lo siglo, lo populacho de les aldees, mos despressie, y natros an ell, en pas." Sin embargo, sempre que ñabíe ocasió, los Rondaliegos ejersíen la seua caridat per aquells voltáns.
Tots los germáns permaneixíen soltés; eren freds, apátics, encara que bondadosos y sonriéns. Lo ídolo ere lo honor llimpio, la sang noble inmaculada. Berta, la germana, ere lo santuari de aquella puresa. Pero Berta, encara que de la mateixa apariensia que sons germáns, blanca, grossa, dolsa, reposada de gesto, veu y moviméns, teníe a dins ternures que ells no teníen. Lo germá segón, algo literato, portabe a casa noveles de la época, traduídes del fransés. Les lligíen tots. Als mascles no dixaben rastre; a Berta féen estragos interiós. Lo romantissisme, que en tans veíns y veínes de les siudats y viles ere pura conversa, com a mol, pretexte pera vissis, a Posadorio teníe una sacerdotissa verdadera, encara que arribabe hasta allí en ecos de ecos, en folletíns arrugats. May van pugué sospechá sons germáns la foguera de idealidat y puro sentimentalisme que teníen a Posadorio. Ni encara después de la desgrassia van trobá la causa, pensán en lo romantissisme, la van atribuí al azar, a la ocasió, a la traissió, que algo de culpa tamé van tindre; pot sé que lo pijó pensadó va arribá a pensá en la concupiscencia, que per part de Berta no ne va ñabé; pero dingú sen va enrecordá del amor inossén, de un cor que se derretix al contacte del foc que adore. Berta se va dixá engañá en tota la inossensia de la seua alma.
La historia va sé ben sensilla; com les dels seus llibres: tot va passá igual. Va arribá lo capitá, un capitá dels cristinos; veníe ferit; fugitiu; va caure desmayat dabán de la portella de la quintana; va clapí lo gos; va arribá Berta, va vore la sang, la palidés, lo uniforme, y uns ulls dolsos, blaus, que demanaben piedat, pot sé cariño; ella va arreplegá al desgrassiat, lo va amagá a la capella de la casa, abandonada, hasta pensá si faríe be en avisá a sons germáns, que eren, com ella, carlistes, y pot sé entregaríen als seus al fugitiu (isabelino) si los seus passaben per allí y lo buscaben.
Pos ere un liberal, un negre. Va pensá be, y va assertá. Va revelá lo seu secret, los germáns van aprobá la seua conducta, lo ferit va passá de la tarima de la capella a les plomes del milló llit que ñabíe a casa; tots van callá. La facsió, que va passá per allí, no va sabé que teníe tan prop a tal enemic, que habíe sigut la suriaca dels blangs.
Dos mesos va cuidá Berta al liberal en les seues propies mans, solíssita, enamorada ya desde lo primé día; los germáns la dixaben cuidá y enamorás; la dixaben fé servissis de amán mullé que té al marit morinse; y esperaben que ¡naturalmen! lo día que lo dolén puguere anassen de Posadorio, tot l´afecte se acabaríe; la siñoreta de Rondaliego siríe una extraña pera lo capitá pito, que totes les nits plorabe de agraimén, mentres los germáns roncaben y la germana velabe, no mol lluñ del llit, acompañada de una agüeleta y de Sabel, entonses maja donsella.
Cuan lo capitá va pugué eixecás y passejá per la horta, dos dels germáns, entonses preséns a Posadorio (los atres dos, lo mes gran y lo radé, habíen anat a la siudat per algúns díes), van vore al negre com un exelén amic, capás de distraurels del seu ressignat aburrimén; la simpatía entre los carlistes y lo liberal va creixe de día en día;
lo capitá ere expansiu, tendre, de imaginassió viva y forta; volíe, y se fée voldre; y ademés de aixó, animabe als linfátics Rondaliegos a inossentes diversións, com assaltos de armes, que ell dirigíe, sense pendre contra ells part mol activa, jocs de ajedrés y de naipes o cartes fabricats a Beseit, y lligíe en veu alta, en hermosa entonassió, blana y rítmica, que los adormíe dolsamen, después de la sena, a la llum del antic cresol (velón vetusto) del salón de Posadorio, que ressonabe en les paraules y en les passes.


IV.


Va arribá lo día en que lo liberal se va creure obligat per delicadesa a anunsiá la seua marcha, perque les forses, recobrades ya, li permitíen torná al cam de batalla a buscá als seus compañs. Se dixáe allí l´alma, que ere Berta; pero teníe que partí.
Los germáns no lay van consentí; li van doná a entendre en mil rodeos que contra mes tardare en torná a luchá contra los carlistes, milló pagaríe aquella hospitalidat y aquella vida que díe que los debíe als Rondaliegos. Ademés, y sobre tot, ¡los ere tan grata la seua compañía! Vivíen los uns y los atres a una delissiosa interinidat, olvidats dels rencors polítics, de tot lo que estabe mes allá de aquells boscos, marc verd del cuadro idílic de Susacasa. Lo capitá se va dixá vense; se va quedá a Posadorio mes tems del nessessari; y un día, cuan les forses del seu cos y la forsa del seu amor habíen arribat a un grado de intensidat que li produíe una armonía delissiosa y perillosa, va caure, sense poder remediáu, als peus de Berta, en cuan la ocasió de vórela sola va acudí a tentál. Y ella, que no enteníe res de aquelles coses, va arrencá a plorá; y cuan un beset loquet li va cremá los labios y l´alma, no va pugué protestá mes que plorán, plorán de amor y temó, tot mesclat y confús. No va sé aquell día cuan va pedre lo honor sino mes abán; al horta, daball de un lloré real que fée auló a gloria; va sé al denitet; los germáns, segos com Quico lo cèlio de Tortosa, los habíen dixat sols a casa, an ella y al capitá; sen habíen anat a cassá, ejersissi encara massa penós pera lo convalessén que volíe aná a la guerra abáns de tems.

Cantabe un rossiñol solitari a la veína carbayeda; un rossiñol com lo que sentíe arrobada de amor la sublime santa Dulcelina, san germana del venerable bisbe Hugues de Dignes. "¡Oh, quín can solitari lo de eixe muixó!", va di la Santa, y en seguida se va quedá extassiada y absorta en Deu per lo can de aquell muixó.
- Aixina parle Salimbeno (pero no Boccaccio) - aixina se va quedá Berta; lo rossiñol la va fé desmayás, pedre les forses en les que se ressistix, que son poques y fredes; una infinita poessía que u ompli tot de amor y de indulgensia li va inundá l´alma; va pedre la idea del be y lo mal; no ñabíe mal; y absorta per los cántics de aquell muixó, va caure als brassos del seu capitá, que va fé allí de Tenorio sense trassa de malissia. Pot sé que si no haguere estat presén lo liberal, que li debíe la vida an ella, Berta, escoltán aquella tarde al solitari rossiñol, se haguere jurat sé un atra Dulcelina, y amá a Deu, y sol a Deu, en lo dols nom de Jesús, a la soledat del claustro, o com Santa Dulcelina, al món, al siglo, pero an aquell siglo de Susacasa, que ere mes solitari que un convén; de tota manera, aquell día, a tal hora, deball de aquell lloré, en aquell cántic, Berta haguere plorat de amor infinito, haguere consagrat la seua vida al seu culto.
Cuan les sircunstansies li van permetre ya al capitá pensá en lo aspecte sivil de la seua felissidat suprema, se va oferí an ell mateix, a fur de amán y caballé, torná lo antes possible a Posadorio, renunsiá a les seues armes y demaná la má de la seua dona als germáns, que a un soldat liberal no lay donaríen.
Berta, inossenta del tot, va compendre que habíe passat algo grave, pero no lo irreparable. Va callá, mes per la dolsó del misteri que per la paó de les consecuensies de les seues revelassións. Lo capitá va prometre torná a casás. Estabe be, no sobrabe aixó; pero la dicha ya la teníe ella al alma. Esperaríe sen añs. Lo capitá, com un cobard, fuch del perill de la mort; torne a les seues banderes per seremonia, per cumplí, disposat a salvá lo cos y demaná la absoluta, la seua vida no es seua, pense ell, es del honor de Berta.

Pero lo home propose y lo héroe dispose. Una tarde, a la mateixa hora en que cantabe lo rossiñol de Berta y de Santa Dulcelina, lo capitá liberal sen cantá al bronce lo himno

de la guerra; com un amor supremo; la mort gloriosa lo cride desde una trinchera; los seus soldats esperen lo ejemple, y lo capitá lo done; y en un deliri de santa valentía entregue lo cos a les bales, y l´alma a Deu, aquell valén que sol va sé felís dos vegades a la vida, y les dos pera causá una desgrassia y engendrá un desgrassiat.
Tot aixó, traduít al únic lenguaje que van voldre entendre los germáns Rondaliegos, 
va voldre que un infame liberal, mansillán la hospitalidat, la gratitut, la amistat, la confiansa, la ley, la virtut, tot lo san, los habíe robat lo honor y habíe fugit.

May van sabé res mes dell. Berta tampoc. No va sabé que lo elegit de la seua alma no habíe pogut torná a buscala pera cumplí en la Iglesia y en lo món, perque un instín indomable l´habíe obligat a cumplí abáns en la seua bandera. Lo capitá habíe eixit de Zaornín en son demá de la seua ventura; de la deshonra que allí dixáe no se va sabé res, hasta que, en pasmo y terror dels germáns, en pasmo y sense terror de Berta, la infelís va caure dolenta de un mal que va acabá en un batech misteriós y amagat, en una ignominia.

Berta va escomensá a compendre la seua falta per lo seu cástic. Se li va robá lo fill, y los germáns, los lladres, la van dixá sola a Posadorio en Isabel y datres criats.
La herensia, que permaneixíe sense dividí, se va partí, y a Berta se li va dixá, ademés

de lo poc que li tocabe, lo ussufructe de tota Susacasa, Posadorio inclusive: ya que habíe tacat la casa solariega pecán allí, se li dixáe lo puesto de la seua deshonra,

aon estaríe mes amagada que a cap atre lloch. Be va compendre ella, cuan va renunsiá a la esperansa de que tornare lo seu capitá, que lo món teníe que sé desde entonses pera la jove deshonrada aquell racó perdut, amagat per la verdura que lo rodejabe y casi afonabe. Mols añs van passá antes que los Rondaliegos escomensaren, si no a perdoná, a olvidá; dos van morí en los seus rencors, la un a la guerra, a la que se va aviá desesperat;
l´atre a la emigrassió, mesos después.

Los dos se habíen gastat tot lo seu patrimoni en servissi de la causa que defeníen.
Los atres dos tamé van contribuí en la seua hacienda en pro de don Carlos, pero 
no van exposá lo cos a les bales; van arribá a agüelos, y estos eren los que, de cuan en cuan, tornaben a visitá lo teatre de la seua deshonra. Ya no li dieben aixina. Lo secret que habíen sabut guardá li habíe tret a la deshonra mol de la seua amargó; después, los añs, passán, habíen abocat sobre la caiguda de Berta eixa prescripsió que lo tems estén, com un manto de indulgensia fet de capes de pols, sobre tot lo convensional. La mort, arrimanse, los portabe als Rondaliegos pensaméns de mes positiva seriedat; la vellesa perdonabe en silensio a la juventut lluñáns extravíos de que ella, per lo seu mal, no ere capás sisquera; Berta se habíe perdonat an ella mateixa tamé, sense pensá apenes en alló; pero seguíe al retiro que li habíen imposat, y que habíe asseptat per gust, per costum, com lo muixó del soneto de Lope, aquell que va torná a la gabia per no vore plorá a una dona. Berta va arribá a no entendre la vida fora de Posadorio. A la preocupassió de la seua aventura, poc a poc olvidada, en lo que teníe de taca y pecat, no com a poétic record, que va subsistí y se va assentuá y sutilisá a la vellea, se van afegí les preocupassións de la familia, aquella lucha en tota la sossiedat y en tot lo contacte plebeyo. Pero si Berta se habíe perdonat la seua falta, no´ls perdonabe al fondo del ánima a sons germáns lo robali a son fill, que mentres ella va sé jove, encara que li dolíe mol, li pareixíe legítim; pero cuan la madurés del juissi li va portá la indulgensia pera lo pecat horrorós de que antes se la acusabe, la consiensia de la mare va recobrá les seues forses, y no sol no perdonabe a sons germáns, sino que tampoc se perdonabe an ella mateixa.

"Sí, se díe; yo vach tindre que protestá, yo vach tindre que reclamá lo fruyt del meu amor; yo haguera tingut que buscál después a tota costa, y no creure a mons germáns cuan me van assegurá que s´habíe mort."

Cuan a Berta se li va ocurrí sublevás, indagá lo paradero de son fill, averiguá si se la engañabe anunsianli la seua mort, ya ere tard. O en efecte se habíe mort, o per lo menos se habíe perdut. Los Rondaliegos se habíen portat en este pun en la crueldat espessial dels fanatismes que sacrifiquen a les abstracsións absolutes les realidats relatives que arriben a les entrañes. Aquells homens bons, bondadosos, dolsos, suaves, caballés sense tacha, van sé cuatre Herodes contra una sola criatura, que a ells sels va antojá baldón del seu linaje. Ere lo fill del liberal, del traidó, del infame. Conservál prop, cuidál y exposás en estos cuidados a que se descubrigueren les seues relassións al nebot bort, los pareixíe als Rondaliegos tanta locura, com fondre una campana de metal de escándol y penjala a una terrassa de Posadorio pera que de día y de nit estiguere tocán y doblán al vol la ignominia de la seua rassa, la vergoña eterna, irreparable, dels seus. ¡De cap manera! Lo fill maldit va sé entregat a uns mersenaris, sense garantíes de seguridat, pressipitadamen, sense mes precaussións que les que apartaben pera sempre les sospeches que pugueren aná a buscá lo origen de aquella criatura: lo únic que se va procurá va sé colgál de dinés, assegurali lo pa; y aixó va contribuí pera que desapareguere. Va desapareixe. Borrán huelles, los uns per un costat, per lo pundonor, y los atres per un atre, per interés y codissia, cap rastre va quedá. Cuan la consiensia los va acusá als Rondaliegos que quedaben vius, y los va demaná que buscaren al chiquet perdut, ya no ñabíe remey. Lo interés, lo egoísme de estes bones gens se va alegrá de habé ideat tems atrás aquella patraña de la mort del pobre chiquet. Primé se habíe mentit pera castigá a la infame que encara se atrevíe a demaná lo fruyt del seu enorme pecat; después se va mentí pera que ella no se desesperare per lo doló, maldién als verdugos de la seua felissidat de mare.

Los dos radés Rondaliegos van morí a Posadorio, en dos añs de diferensia.
Al primé, que ere lo germá gran, Berta no se va atreví a preguntali res a la hora de la mort: prop del llit, mentres ell agonisabe, despejat lo cap, expedita la paraula, Berta, de peu, lo mirabe en una mirada profunda, sense preguntá ni en los ulls, pero pensán en lo fill. Lo germá moribundo mirabe tamé a vegades als ulls de Berta; pero no díe res de aquella resposta que teníe que doná sense nessessidat de preguntali; no díe res ni en los labios ni en los ulls. Y, sin embargo, Berta adivinabe que ell tamé pensabe en lo chiquet mort o perdut. Y poc después tancabe ella mateixa, anegada en plos, aquells ulls que se emportaben un secret. Cuan moríe lo radé germá, Berta, que se quedabe sola al món, se va aviá damún del pit flaco del que expirabe, y sense compassió mes que pera la seua propia angustia, li va preguntá desolada, invocán a Deu y lo record de sons pares, que ni ell ni ella habíen conegut; va preguntá per son fill. "¿Se va morí? ¿se va morí? ¿u saps segú? ¡Júrameu, Agustín; júrameu per lo siñó, al que vorás cara a cara!"
Y Agustín, lo menut y cagarniu dels Rondaliegos, va mirá a san germana ya sense vórela, y va plorá la llágrima en la que solen les almes despedís del món.
Berta se va quedá sola en Sabel y lo gat, y va escomensá a agüelís de pressa, hasta que se va fé com un pergamino, y va escomensá a viure la vida de la escorsa de un roble sec.
Per dins tamé se apergaminabe; pero com dos cristalissassións de diamán, quedaben entre tanta sequedat dos sentiméns, que van pendre en ella lo carácter automátic de la manía que se mou al espíritu en lo tic- tac de un péndul. La soledat, lo aislamén, la puresa y llimpiesa de Posadorio, de Susacasa, del Aren.... per aquí pujabe lo péndul a la actividat de ratolí de aquella agüela flaca, grogota (ella, que ere tan blanca y redona), que, sorda y ligera de peus, anabe y veníe llosa amún, llosa aball, estenén roba, donán ordens pera segá los prats, podá los abres, llimpiá las seves. Pero, al mich de esta actividat, al contemplá la verdura inmaculada de les seues terres, la soledat y apartamén de Susacasa, la sorpreníe lo record del liberal, del seu capitá, traidó o no, de son fill mort o perdut...; y la pobra setantona plorabe al seu chiquet, al que sempre habíe volgut en un amor algo abstracte, sense forsa de imaginassió pera figurássel; plorabe y amabe al seu fill en un tibio cariño de yaya; tibiet, pero obstinat, tossut.
Y per aquí baixabe lo péndul del pensá automátic a la tristesa del desfallimén, de les sombres y fredós del espíritu, queixosa del món, del destino, de sons germáns, de ella mateixa. De este vaivén de la seua existensia sol sabíe Sabelona la mitat: lo notori, lo actiu, lo material. Com als tems de sons germáns, Berta seguíe condenada a la soledat absoluta pera lo mes delicat, poétic, fi y trist de la seua alma. Les agüeles, filán a la llum del cresol a la cuina de campana, que teníe lo fogaril an terra, pareixíen dos momies, y u eren; pero la una, Sabel, dormíe en pas; l´atra, Berta, teníe un ratolí, un espíritu loco dins de la pellota. A vegades, Berta, después de habé estat parlán de la colada una hora, callabe un rato, no contestabe a les observassións de Sabel, y después, al silensio, mirabe a la criada en ullets que reventaben al tormén de les idees..., y se li figurabe que aquella atra dona, que no se barruntabe res de la seua pena, de la roda de idees doloroses que li voltabe an ella pel cap, no ere una dona... ere una filadora de marfil vell.


V.


Una tarde de agost, cuan ya lo sol no cremabe y de gairó iluminabe la roba blanca estesa a la horta costeruda, y enseníe un diamán a la punta de cada herba, que, tallada a ran per la dalla, pareixíe punta de asser, doña Berta, después de contemplá desde la caseta de dal les blancures y verdós del seu domini, en una brissa de alegría inmotivada al alma, se va ficá a canturrejá una de aquelles balades romántiques que habíe adeprés a la seua inossén juventut, y que li agradabe recordá cuan no estabe massa trista, ni Sabel dabán, ni prop. En presensia de la criada, lo seu vell sentimentalisme li fée vergoña. Pero a la soledat completa, la dama sorda cantabe sense escoltás, escoltanse per dins, com Beethoven de agüelo, en una desafinassió tan constán com melancólica, una espessie de aires, que podríen dís lo canto pla de la música romántica o del romantissisme a la música (los germáns Celma Tafalla mos u poden explicá, són mol romántics, del catalanisme, y músics).
La lletra, apenes pronunsiada, no ere menos sentimental que la música, y sempre se referíe a grans passións contrariades o al repós idílic de un amor pastoril y candorós. Doña Berta, después de pegá una mirada entre les rames de pereres y pomeres pera vore si Sabel estabe per allí baix, sersiorada de que no ñabíe tal estorbo al horta, va aviá al aire les perles del seu repertori; y mentres, belcada y en la regadora a la ma, anabe refrescán les primentoneres, y llimpián de caragols los abres y abrets (sempre teníe que fé varies faenes a un tems), la seua veu tremolosa díe:

Vine, pastora, a la meua barraca, dixa lo monte, dixa los prats, dixa alegre lo teu ramat o bestiá y vine en mí a la mar (o ere a la mer?)... va arribá al extrem del horta, y frente al postigo que comunicabe en lo monte, un robledal, pins y castañés, se va alsá y va meditá. Se li habíe antojat eixí per allí, embutís per lo monte amún entre falagueres y romigueres. Fée añs que no se ni habíe passat tal cosa; pero sentíe an aquell momén un poc de sol de ivern al alma; lo cos li demanabe aventures, atreviméns. ¡cuántes vegades, an aquella portalada, amagada entre les fulles de la fosca fullarasca, habíe ensomiat a la seua juventut que per allí entraríe la seua felissidat, lo inesperat, lo poétic, lo ideal, lo may vist! Después, cuan esperabe al seu somni de carn y os, al seu capitán que no va torná, per aquell postigo lo esperabe tamé. Va girá la clau, va eixecá lo picaport y va eixí al monte. A les poques passes va tindre que assentás an terra, separán punches en la ma; la pendén ere fotut a pera nella; ademés, li estorbaben lo pas les falagueres altes y les plantes en punches.
Sentada a la sombra va seguí cantán: “Y juns a la meua barqueta...”

Un soroll a la malea, que va escoltá cuan ya estáe mol prop, la va fé callá, com un muixó sorprés a les seues soledats, se va ficá de peu, va mirá cap a dal y va vore dabán de ella a un mosso guapo, pito, com de trenta añs cap a trenta sing, moreno, fort, barbut, y vestit, encara que en descuido, en una cazadora y sombrero de bolet flexible, pantalóns massa amples, pero roba bona y elegán; al remat, li va pareixe un jove de la cort, encara que desaliñat o desfarjat. Penjada de una correcha caén del muscle, portabe una caixeta. Se miraben en silensio, los dos parats. Doña Berta va vore que al remat lo desconegut la saludabe, y, sense sentíl, va contestá inclinán lo cap. Ella no teníe temó, ¿per qué 
n´habíe de tindre?

Pero estabe parada y una mica contrariada. Un siñoret tan siñoret, tan de lluñ, ¿cóm habíe anat a pará al bosc de Susacasa? ¡Si per allí no se anabe a cap puesto, si alló ere lo finibusterre de...! La ofeníe un poc un viaché que atravessabe los seus dominis.
Ella, sense rodeos, li va di que ere sorda, y l´ama de tot alló que veíe. ¿Y ell? ¿Quí ere ell? ¿Qué fée per allí? Encara que lo ressibimén no va sé mol cortés, los dos estaben comprenén que simpatisaben; ella va compendre mes: que aquell siñoret la estabe admirán y remirán. A les poques paraules parlaben com a bons amics; la exquisita amabilidat dels dos, se va sobreposá al ressel, y cuan minuts después entraben per lo postigo del horta, ya sabíe doña Berta quí ere aquell home. Ere un pintó ilustre, que mentres dixáe a Madrid la seua radera obra maestra penjada aon la estabe admirán mija España, y dixáe a la crítica ocupada en cantá les alabanses de la seua paleta, ell fugíe del incienso y del estrépit, y a soles en la seua mussa, la soledat, recorríe les valls y vericuetos asturiáns, los seus amors d´estiu, buscán efectes de llum, matisos del verd perenne de aquella terra y dels tonos grisos del sel. Pam a pam coneixíe tots los secrets de la bellesa natural de aquells replecs de la marina; y al remat, mes audás o afortunat 
que romanos y moros, habíe arribat, rompén per malees, bardisses, brosquill y tota classe de espessures, al mismíssim bosc de Zaornín y al mismíssim coll de Susacasa, que ere com arribá al riñó del riñó del misteri.

- ¿Li agrade a vosté tot aixó? - li preguntabe doña Berta al pintó, sonrienli, assentats los dos a un sofá del salón, que ressonabe en les paraules y les passes.

- Sí, siñora; mol, moltíssim - va contestá lo pintó en veu y gesto pera que se li entenguere milló.

Y va afegí en vau baixa: - Y me agrades tú tamé, agüela insigne, bargueño humano.

En efecte, lo ilustre artista estabe enchisat. La trobada en doña Berta li habíe fet compendre lo interés que li pot doná al paissache un alma que lo habite.
Susacasa, que li habíe fet cantá, al descubrí les seues espessures y verdós, enrecordansen de Gayarre:

O paradiso. Dal onda uscito. Fiorente suol. Splendido suol. In voi rapito io son. Tu m′appartieni.” adquiríe de repén un sentit dramátic, una intensió espiritual al mostrás al mich del monte aquella figura prima, plena de dibuix a la seua flaquesa, y los seus colós podíen ressumís dién: sera, tabaco, sendra. Sera la pell, sendra lo cap, tabaco los ulls y lo vestit. Poc a poc doña Berta habíe anat trián, sense donassen cuenta, bates y chals del coló de les fulles mortes; y en cuan a la seua cabellera, algo risada, al secás se habíe quedat en sert matís que no ere un blang de plata, sino lo record del coló antic, mes melancólic que lo blang puro, com eixe obstinat coló rosat de la posta del sol dels díes llargs, que no se dessidix a sedí lo horizonte al negre de la nit. Al pintó li pareixíe aquella dama en aquells colós y aquell dibuix ojival, la copia de una miniatura en marfil. Li pareixíe escapada del país de un abanico pressiós de fecha remota. Segóns ell, teníe que fé auló a sándalo. L´artiste va asseptá lo chocolate y lo dols de conserva que li va oferí doña Berta de mol bona gana. Van refrescá al horta, deball de un lloré real, fill o net del atre. Habíen parlat mol. Encara que ell habíe procurat que la conversa lo dixare a la sombra, pera observá milló, y que tota la llum aniguere a caure damún de la historia de la agüela y dels seus dominis, la curiosidat de doña Berta, y al final lo plaé que sempre cause comunicá les nostres penes y esperanses a les persones que se mostren inteligéns de cor, van fé que lo mateix pintó se olvidare a ratos del seu estut i pera pensá en ell mateix. Tamé va contá la seua historia, que veníe a sé una serie de somnis y un atra serie de cuadros. Als seus cuadros estabe lo seu carácter. Naturalesa rica, alegre, pero misteriosa, casi sagrada, y figures dolses, entrañables, tristes o heroiques, sempre modestes, recatades... y sanes. Habíe pintat un amor que habíe tingut a una fon; lo públic se habíe enamorat tamé de la seua colunguesa (de Colunga); pero ell, lo pintó, al torná a la primavera, pot sé a casás en ella, la va trobá morinse tíssica (Tuberculosis, tisis, com la dama de las camelias de Alexandre Dumas fill). Com este record li dolíe mol al pintó, per egoísme va torná a olvidás de sí mateix; y per assossiassió de idees, en picán curiosidat, va osá preguntali an aquella dama, entre mil delicadeses, si ella no habíe tingut amors y qué habíe sigut dells. Y doña Berta, dabán de aquella dolsó, dabán de aquell candor retratat an aquella sonrissa del genio moreno, ple de barbes; dabán de aquell doló de un amán que habíe sigut leal, va sentí lo pit ple de la morta juventut, com si se li inundare de llum misteriosa, la presensia de un aparegut, lo seu amor; y al espíritu retozón y aventuré que li habíe fet cantá poc abáns y eixí al bosc, se va dessidí a parlá dels seus amors omitín lo insidén deshonrós, encara que en tal mal art, que lo pintó, home de món, lligán puntes y aclarín oscuridats que habíe notat a la narrassió anterió referén als Rondaliegos va arribá a suposá algo mol paregut a la verdat que se amagabe; igual en sustansia. Aixina que, cuan ella li preguntabe si, a la seua opinió, lo capitá habíe sigut un traidó o hauríe mort a la guerra, ell va pugué apressiá al seu valor la classe de traissió que se hauríe de atribuí al liberal, y se va incliná a pensá, per lo carácter que ella li habíe pintat, que lo amán de doña Berta no habíe tornat... perque no habíe pogut. Y los dos se van quedá silensiosos, pensán en coses diferentes. Doña Berta pensabe: "¡pareix mentira, pero es la primera vegada a la vida que parlo en un atre de estes coses!" Y ere verdat; may als seus labios habíen estat aquelles paraules, que eren tota la historia de la seua la alma.

Lo pintó, eixín de la seua meditassió, va di de repén algo per lo estil:

- A mí me se figure an este momén vore la causa de la eterna aussensia del seu capitá, siñora. Un espíritu noble com lo seu, un caballé de la calidat de eixe que vosté me pinte, torne de la guerra a cumplili a la seua amada una promesa..., a no sé que la mort gloriosa li otorgo abáns los seus favors. Lo seu capitá, al meu entendre, no va torná.... perque,

al aná a arreplegá la absoluta, se va trobá en lo absolut, lo deber; eixe liberal, que per la sang de les seues ferides va mereixe coneixe a vosté y sé amat, la meua respetable amiga; eixe capitá, per la seua sang, va pedre lo logro del seu amor. Com si u veiguera, siñora; no va torná perque va morí com un héroe... Anabe a parlá doña Berta, en los ullets brilláns com en una espessie de locura mística; pero lo pintó va estendre una ma, y va prosseguí dién:

- Aquí la nostra historia se ajunte, y vorá vosté cóm parlanli del perqué del meu radé cuadro, que mel alaben propis y extrañs, sense que ell mereixque tans elogios, quede explicat lo per qué yo me penso, séntigo, que lo capitá de vosté se va portá com lo meu. Yo tamé ting lo meu capitá. Ere un amic del alma...; es a di, no mos vam tratá mol tems; pero la seua mort, la seua gloriosa y hermosa mort, lo va fé íntim de les meues visións de pintó que aspire a ficá un cor a una cara. Lo meu radé cuadro, siñora, eixe de que hasta vosté, que res vol sabé del món, sabíe algo per los periódics que venen embolicán sigróns y sucre, es... seguramen lo menos roín dels meus. ¿Sap vosté per qué? perque lo vach vore de repén, y lo vach vore a la realidat primé. Fa añs, cuan la segona guerra sivil, yo, encara que ya era conegut y estimat, no había alcansat aixó que diuen... La selebridat, y vach asseptá, perque me conveníe pera la meua bossa y los meus plans, la plassa de corresponsal que un periódic ilustrat extrangé me va oferí, pera que li dibuixara cuadros de actualidat, de costums españoles, y prinsipalmen de la guerra. En este encárrec, y la meua gran afissió a les emossións fortes, y lo meu dessich de arreplegá datos dignes de crédit pera un gran cuadro de heroísmo militar en lo que yo ensomiaba, men vach aná a la guerra del Nort, pera vore de mol prop tot lo mes serio dels combats, de modo que lo perill de la meua propia persona me fassilitare esta proximidat. Vach buscá, pos, lo perill, no per ell, sino pera está prop de la mort heroica. Se diu, y hasta u han dit escritós insignes, que a la guerra cadaú no veu res gran, res poétic. No es verdat aixó... Al menos pera un pintó. Pera un pintó del meu carácter. Pos be; an aquella guerra vach coneixe al meu capitá; ell me va permití lo que la disciplina no autorisabe: está a vegades aon habíe de está un soldat. Lo meu capitá ere un valén y un jugadó; pero jugabe tan be, ere tan pundonorós, que lo joc en ell pareixíe una virtut, per les moltes bones cualidats que li donaben la ocasió de ejersitá. Un día li vach parlá de la seua valentía temeraria, y va arronsá la entressella. "Yo no soc temerari, me va di en mal humor; ni sisquera valén; ting la obligassió de sé casi un cobard... per lo menos ting que mirá per la meua vida. La meua vida no es meua..., es de un acreedó. Un compañ, un ofissial, no fa mol me va librá de la mort, que anaba a donám yo mateix, perque, per primera vegada a la meua vida, me había jugat lo que no tenía, había perdut una gran cantidat... que no podía entregali al contrari; lo meu compañ, al sorpendre la meua dessesperasió, que me portáe al suissidi, va vindre a ajudám; vach pagá en los seus dinés.... y ara dec dinés, vida y gratitut. Pero lo amic me va advertí, después de que ya ere impossible tornali aquella suma, que en ella habíe ficat tamé la seua honra a les meues mans...- viu, me va di, pera pagám treballán, aforrán, com pugues; eixa cantidat que avui te hay dixat pera salvá la teua vida, tindré que tornala un día, y si no la torno, pergo la fama. Viu pera ajudám a recuperá eixa fortuneta y salvá lo meu honor - .

Dos honres, la seua y la meua, depenen, pos, de la meua existensia; de modo, siñó artista, que fugixco o ting que fugí de les bales. Pero ting dos vissis; la guerra y lo joc: y com ni ting que jugá ni morí, tan com honrosamen puga, demanaré la absoluta, y, mentrestán, siré aquí mol prudén." Aixina, siñora, poc mes o menos me va parlá lo meu capitá; y yo vach notá que al día siguién, a una topetada en lo enemic, no se va aventurá massa; pero van passá semanes, van ñabé mes choques en lo enemic y ell va torná a sé temerari; pero yo no vach torná a díli que me u pareixíe. Hasta que, al remat, va arribá lo día del meu cuadro... Lo pintó se va pará. Va agarrá aliento, va reflexioná al seu modo, es a di, va compondre a la seua fantassía lo cuadro, no segóns la seua obra maestra, sino segóns la realidat lay habíe oferit. Doña Berta, assombrada, agraínli al artista que cridare pera que ella no se perguere ni una paraula, va escoltá la historia del cuadro sélebre y va sabé que un día sendrós, gelat, una batalla dessisiva habíe portat als soldats de aquell capitá al extrem de la dessesperasió, que acabe o en fugida vergoñosa o en heroísme. Anaben a fugí tots, cuan lo jugadó, lo que li debíe la seua vida a un acreedó, se va aventá cap a la mort segura, igual que aventabe a una carta tota la seua fortuna; y la mort lo va voltá com una aureola de foc y de sang; a la mort y a la gloria va arrastrá en ell a mols dels seus. Pero abáns va ñabé un momén, que se habíe grabat com la fogonada de un rellámpec al record del artista, omplín la seua fantassía; un momén en que a lo alt de un reducte lo capitá jugadó va brillá sol, com a una apoteossis, mentres mes aball y mes lluñ los soldats dudaben, en la temó y la duda pintats a la cara.

- Lo gesto de aquell home, que milagrosamen vach pugué conservá en absoluta exactitut y trasladál a la meua idea, ere de una expresió singular, que lo apartabe de tot lo clássic y de tot lo convensional; no ñabíen allí línies canóniques que pugueren amostrá lo entussiasme bélic, lo patriotisme exaltat; ere un atra cosa mol diferén...; ñabíe doló, ñabíe remordiméns, ñabíe passió sega, impuls soberano an aquells ulls, an aquell fron, an

aquella boca, an aquells brassos; be se veíe que aquell soldat caíe a la mort heroica com al abisme de una tentassió fascinadora que no se pot resistí. Lo públic y la crítica se han enamorat del meu capitá; ha traduít cada cual a la seua manera aquella idealidat de la cara y de tot lo gesto; pero tots han vist an alló lo milló del cuadro, lo milló del meu pinsell; veuen una lucha espiritual misteriosa, de forsa intensa, y admiren sense compendre, ficanse a adiviná al explicá la seua admirassió. Lo secret del meu triunfo lo sé yo; es este, siñora, lo que yo vach vore aquell día an aquell home que va desapareixe entre lo fum, la sang y lo pánic, que después va vindre a oscuríu tot. Los demés van tindre que fugí al remat; lo seu heroísmo va sé inútil...; pero lo meu cuadro conservará lo seu record. Lo que no sabrá lo món es que lo meu capitá va morí faltán a la seua paraula de no buscá lo perill...

- ¡Aixina va morí lo meu! - va exclamá exaltada doña Berta, ficanse de peu, estirán una ma com a inspirada - . ¡Sí, lo cor me diu que ell tamé me va abandoná per la mort gloriosa!

Y doña Berta, que may a la seua vida habíe dit frasses ni fet ademáns de sibila, se va dixá caure a la seua cadira, plorán en una solemnidat que li va empendre lo cor al pintó y li va fé pensá en una estatua de la Historia vertén llágrimes damún del pols anónim dels heroísmes oscurs, de les grans virtuts desconegudes, dels grans dolós sense crónica.
Va passá una brissa freda; va tremolá la agüela, eixecanse, y en un ademán li va indicá al pintó que la seguire. Van torná al salón; y doña Berta, mich estesa al sofá, va seguí gañolán.


VI.


Sabelona va entrá silensiosa y va ensendre totes les llums dels candelabros de plata que adornaben una consola. Li va pareixe an ella que ere tota una inspirassió, pera donali to a la casa, aquella ocurrensia de iluminá, sense que dingú lay manare, lo salón oscur.
La nit se fotíe damún sense que u notaren ni lo pintó ni doña Berta. Mentres esta se tapabe la cara en les mans, pera que Sabel no veiguere la seua tendresa, l´artiste se va ficá a passejá les seues emossións fondes y vives per lo llarg salón, en lo cap cacho.
Pero al arribá jun a la consola, la llum li va cridá la atensió, va eixecá lo cap, va mirá als voltáns, y va vore a la paret, cara a cara, lo retrato de una jove vestida y pentinada a la moda de fée coranta o mes añs. Va tardá en distinguí be aquelles facsións, pero cuan al remat la imache completa se li va presentá en tota claridat, va sentí per tot lo cos lo ziszás de un escalofrío, com una suriacada. Per señes li va preguntá a Sabelona quí ere la dama pintada; y Sabel, en un atre gesto y gran tranquilidat, va siñalá a la agüela, que seguíe en la cara amagada entre les mans. Va eixí Sabelona de la estansia de puntetes, que este ere lo seu modo de respetá los dolós dels amos cuan ella no los compreníe; y lo pintó, que, pálit, blang, y com en temó, seguíe contemplán lo retrato, no va notá que dos llágrimes se li assomaben als ulls. Y cuan va torná a passejás per los taulóns de castañ, que cruixíen, anabe pensán:" estes coses no caben a la pintura; ademés, per lo que tenen de casuals, de inverossímils, increíbles, tampoc caben a la poessía: no caben mes que al món... y als cors que saben sentiles." Y se va pará a contemplá a doña Berta que, ya mes serena, habíe parat de plorá, pero en les mans crusades sobre los flacos ginolls, mirabe an terra en los ulls apagats. Lo amor mort, com un aparegut, tornabe a passá per aquell cor arrugat, ert; com una brissa perfumada als jardíns, que bese después los mármols dels sepulcres. - Amic meu - va di la agüela, alsanse y eixuganse les raderes llágrimes en los flacos dits, que pareixíen arraíls - ; parlán de les meues coses mo se ha passat lo tems, y vosté... ya no pot buscá albergue a datra part; arribe la nit. U séntigo per lo qué dirán - va afegí sonrién- ; pero... vosté té que quedás a sopá y a dormí a Posadorio.

Lo pintó va asseptá de bon grado y sense nessessidat de rogs.- penso pagá la posada - va di.

- ¿Cóm? - Fen demá una copia de eixe retrato; uns apúns pera fén después a casa meua un atre... que sigue com eixe, en cuan a lp paregut en lo original... Si es que ne té.

- Diuen que sí - va interrumpí doña Berta, arronsán los muscles en una modestia póstuma, grassiosa per la seua trista indiferensia. - Diuen - va prosseguí - que s´apareix com una gota a un atra, a una tal Berta Rondaliego, de la que yo apenes ne fach memoria.

- Pos be; la meua copia, dit sigue sense jactansia... Sirá algo menos roína que eixa, en cuan a la pintura...; y exactamen fiel al paregut.

Dit y fet; al matí siguién, lo pintó, que habíe dormit al llit de anogué al que habíe expirat lo radé Rondaliego, se va eixecá mol pronte, va fé portá lo cuadro al horta, y allí, al aire libre, va escomensá la seua faena. Va diná en doña Berta, contemplanla atento cuan ella no lo mirabe, y después del café va continuá lo seu treball. A mija tarde, acabats los seus apúns, va arrepetá los seus bártuls, se va despedí en una cordialíssima abrassada de la seua nova amiga, y per lo Aren abán va desapareixe entre la espessura, donán lo radé adiós desde lluñ en un mocadó blang que tremolabe com una bandera.

Un atra vegada se va quedá sola doña Berta en los seus pensaméns; pero ¡qué diferéns que eren! Lo seu capitá, seguramen, no habíe tornat perque no habíe pogut; no habíe sigut un malvat, com díen los germáns; habíe sigut un héroe... Sí, lo mateix que lo atre, lo capitá del pintó, lo jugadó que se jugabe hasta la honra pera guañá la gloria...
Los remordiméns de doña Berta, que encara mes que remordiméns eren saudades, se 
van irritá mes y mes desde aquell día en que una corassonada li va fé creure de viva fé que lo seu amán habíe sigut un héroe, que habíe mort a la guerra, y per naixó no habíe tornat a buscala. Perque sén aixina, ¡quínes cuentes podíe demanali de son fill! ¿Qué habíe fet ella pera trobá al fruyt dels seus amors? Poc mes que res; se habíe dixat atemorí, y recordabe en espán los díes en que ella mateixa se habíe arribat a creure que seríe remachá lo clau de la seua ignominia lo emprendre clandestines investigassións buscán lo seu fill. Y ara... ¡qué tard ere ya pera tot!... Lo fill, o s´habíe mort en efecte, o se habíe perdut pera sempre. No ere possible ni ensomiá en lo seu rastre. Ella mateixa habíe perdut a les seues entrañes a la mare...; ere ya una agüela. Una vaga consiensia li díe que no podíe sentí en la forsa de atres tems; les cosetes de la vida ordinaria, la prosa de les seues faenetes la distraíen a cada momén del seu doló, de les seues meditassións. Tornaben, ere verdat, pero duraben poc al cap, y aquell ritmo constán del olvido y del record arribabe a marejala. Ella se arribabe a pensá: "¡Es que estic chocha! Aixó es una manía, mes que un sentimén." Y en tot, a ratos pensabe, particularmen después de sopá, de gitás, mentres se passejabe per la espassiosa cuina a la llum del cresol de Sabelona, pensabe que teníe una energía amagada que la portaríe a un gran sacrifissi, a una absoluta abnegassió... Si ñaguere assunto pera naixó. - ¡Oh! ¡Aón aniría yo per lo meu fill... viu o mort! Pera besá los seus ossos pelats ¡cuáns añs no donaría, ya no de vida, que ya no ne puc ofrerí, sino añs de gloria passanlos de mes al purgatori!

O perque yo soc com un sepulcro, un alma que ya se descompón, o perque preséntigo la mort, sense voldre penso sempre, me figuro que busco y trobo al meu fill.... que me topeto en los seus restos, no en los seus brassos uberts pera abrassám."

Imaginán estes y atres amargures paregudes, li va sorpendre a doña Berta lo mensaje de que, al cap de vuit díes, li va enviá lo pintó per un propi. Un aldeano, que va desapareixe en seguida sense esperá propina ni refrigerio, va dixá en poder de doña Berta un gran paquet que conteníe una tarjeta del pintó y dos retratos al óleo; un ere lo de Berta Rondaliego, copia fiel del cuadro que estabe damún de la consola al salón de Posadorio, pero copia idealisada y plena de expresió y vida, grassies al art verdadé.
Doña Berta, que apenes se reconeixíe al retrato del salón, al mirá lo nou, se va vore de 
repén a un espill... de fée mes de coranta añs. Lo atre retrato que li enviabe lo pintó teníe un rótul al peu, que díe en lletres menudes, roijes: "lo meu capitá."

No ere mes que un cap: doña Berta, al mirál, va pedre l´alé y va fotre un crit de espán. Aquell lo meu capitá ere tamé lo seu... Lo seu, mesclat en ella mateixa, en la Berta de fée coranta añs, en la que estabe allí al costat... Va ajuntá, va confrontá les teles, va vore la semellansa perfecta que lo pintó habíe vist entre lo retrato del salón y lo capitá dels seus records, y de la seua obra maestra; pero ademés, y sobre tot, va vore un atra semellansa, encara mes asentuada, en sertes facsións y en la expresió general de aquella cara, en les facsións y la expresió que ella podíe evocá de la imache que al seu servell vivíe, grabada al buril de lo indeleble, com la gota llaure la pedra.

Lo amor únic, mort, sempre amagat, habíe plasmat a la seua fantassía una imache fixa, indestructible, pareguda al seu modo an eixe granito pulimentat per los besos de moltes generassións de creyéns que van a plorá y esperá sobre los peus de una Virgen o de un san de pedra. Lo capitá del pintó ere com una restaurassió del retrato del atre capitá que ella veíe al seu servell, algo borrat per lo tems, en la pátina fosca del seu amagat y prolongat culto, afumat per lo holocausto del amor antic, com u están los cuadros de iglesia per la sera y lo incienso. Alló va sé que cuan Sabelona va vindre a cridá a doña Berta, la va trobá blancota, desencaxada la cara y mich esmortida. No va di mes que "me trobo mal", y va dixá que la criada la gitare. Al día siguién va vindre lo meche del concello, y va arronsá los muscles. No va resseptá res. "Es cosa dels añs", va di.

Als tres díes, doña Berta tornabe a corre per la casa mes ágil que may, y en un brillo en los ulls que pareixíe febrosa. Sabelona va vore en assombro que a la siguién matinada eixíe de Posadorio un correu en una carta lacrada. ¿A quí li escribíe la siñoreta?
¿Qué podíe ñabé al món, per allá lluñ, que li importare an ella?
L´ama li habíe escrit al pintó; sabíe lo seu nom y lo del concello aon solíe tindre la seua fonda durán lo estiu; pero no sabíe mes, ni lo nom de la parroquia aon estabe lo rústic albergue del artista, ni si estaríe entonses a casa, o mol lluñ, a les seues acostumades excursións. Lo correu propi va torná als cuatre díes, sense contesta y sense la carta de la siñoreta. Después de mols afáns, de mil pesquises, a la capital del concello li habíen admitit la missiva, donanli seguridats de entregá lo plec al pintó, que tornaríe an aquella fonda, antes de una semana. Buscál inmediatamen ere inútil. Podíe está mol prop, o a vin legües. Van passá díes y díes, y doña Berta aguardabe notissies del pintó en vano, debades, casi loca de impassiensia. Mentrestán, la seua carta, a la que anabe entre miges paraules lo secret de la seua honra, anabe per lo món en mans de Deu quí sap. Van passá tristes semanes, y la pobre agüela, desmemoriada com la mula vella de Desideri Lombarte, va escomensá a olvidás de lo que li habíe escrit al pintó.
Sen enrecordabe ya sol, vagamen, que li declarabe de modo implíssit lo seu pecat, y que li demanabe, per lo que mes vullguere, notissies del seu capitá: ¿cóm se díe? ¿quí ere? ¿lo seu origen? ¿la seua familia? y ademés volíe sabé quí li habíe donat aquells dinés al pobre héroe que habíe mort sense pagá; cóm se podríe trobá al acreedó... Y, al remat ¡quína locura!, li preguntabe per lo cuadro, per la obra maestra. ¿Ere seu encara? ¿estabe ya venut? ¿cuán podríe costá? ¿Tindríe prous dinés, después de vendre tot lo que teníe y de pagá al acreedó del... capitá, pera comprá lo cuadro? Sí, de tot aixó parlabe a la carta, encara que ya no sen enrecordabe cóm u habíe escrit; pero de lo que estabe segura ere de que no se tornaríe atrás. Al llit, aquells pocs díes que va tindre que estás gitada, habíe resolt aquella locura, de la que no se arrepentíe. Sí, sí, estabe convensuda de que volíe pagá lo deute de son fill, volíe comprá lo cuadro que representabe la mort heroica de son fill, y que conteníe lo cos sansé del seu fill al momén de pedre la vida. Ella no teníe ni idea de lo que podíen valdre Susacasa, Posadorio y lo Aren si se veníen; ni sabíe la deuda del seu fill ni lo preu del cuadro. Pero no importabe, per naixó volíe enterassen, per naixó habíe escrit al pintó. Les raóns que teníe pera la seua locura eren ben sensilles. Ella no li habíe donat res seu al fill de les seues entrañes mentres lo infelís va viure; ara mort lo trobabe, y volíe donálay tot; la honra de son fill ere la seua; lo que debíe ell u debíe ella, y volíe pagáu, y demaná almoyna; y si después de pagá li quedaben dinés pera comprá lo cuadro, comprál y morís de fam; perque ere com tindre la sepultura dels dos capitáns, restaurá la seua honra, y ere ademés tindre la imache fiel del fill adorat y lo reflejo de un atra imache adorada. Doña Berta sentíe que aquella fortíssima, absoluta, irrevocable ressolusió seua debíe la seua forsa a un impuls invissible, extraordinari, que se li habíe ficat al cap com un cos extrañ que u tiranisabe tot. "Aixó, pensabe, sirá que definitivamen estic grillada; pero, milló, aixina estic mes a gust, aixina estic menos desfissiada; esta ressolusió es un agarradó; mes val lo doló material que de aquí vingue, que aquell tic-tac insoportable dels meus antics remordiméns, aquell aná y vindre de les mateixes idees..."
Doña Berta, pera animás cap a la seua ressolusió heroica, pera portá a fi lo seu sacrifissi sense esfors, per propi dessich y complassensia, y no per aquell impuls irressistible, pero que no li pareixíe seu, se consagrabe a irritá lo seu amor maternal, a buscá ternura de mare... y no podíe. Lo seu espíritu se cansabe en vano; les imaches que pugueren entendrila no acudíen a la seua men; no sabíe cóm se ere mare. Volíe figurás al seu fill, chiquet, abandonat... sense una faldeta pera la seua inossensia... No podíe; lo fill que ella

veíe ere un valén capitán, de peu damún de un reducte, entre fogonades y fum...; ere lo cap que lo pintó li habíe regalat. "Aixó es, se díe, com si als meus añs me vullguera

enamorá... y no puguera." Y, sin embargo, la seua ressolusió ere absoluta. En ajuda del pintó, o sense ella, buscaríe lo cuadro, lo voríe, ¡oh, sí, vórel antes de morí! y buscaríe al acreedó o als seus hereus, y los pagaríe lo deute de son fill.
"Pareix que ñan dos almes, se díe a vegades: una que se va secán al cos, y es la que imagine, la que sen en forsa; y l´atra alma mes fonda, mes pura, que plore sense llágrimes, que vol sense memoria y hasta sense batecs... y esta alma es la que Deu se deu emportá al sel."

Passats algúns mesos sense que arribaren notissies del pintó, doña Berta se va dessidí a obrá per ella mateixa: a Sabelona no ñabíe pera qué enterala de res hasta lo momén

supremo, lo de separás. ¡Adiós, Zaornín, adiós Susacasa, adiós Aren, adiós Posadorio ! - L´ama va ressibí una visita que va sorpendre a Sabel y li va doná mala espina. Lo siñó Pumariega, don Casto, notari retirat de la professió y ussurero en servissi actiu, furigañ, esponja del concello, gran colecsionista de finques y tota classe de inmobles, se va presentá a Posadorio preguntán per la siñoreta de Rondaliego en aquella sonrissa eterna que habíe fet plorá llágrimes de sang a tots los desvalits de la comarca. Este siñó vivíe a la capital del concello, a uns kilómetros de Zaornín. Se va presentá a caball; se va apeá, va encarregá, sempre sonrién, que li ficaren herba a la jaca, pero no de la nova, y, pensansu milló, sen va aná ell mateix al corral, y en les seues propies mans va omplí lo pessebre de fenás. Encara portáe algunes herbes entre les barbes, y datres apegades al cristal de les ulleres, cuan doña Berta lo va ressibí al salón, blancota, en la veu tremolosa, pero segura del sacrifissi. Sense rodeos sen va aná al assunto, al negossi; haguere sigut absurdo y hasta una vergoña contali al siñó Pumariega los motius sentimentals de aquella extraña ressolusió. Lo perqué no lo va sabé don Casto; pero alló ere lo que doña Berta nessessitabe, dinés que ella se puguere emportá a la burchaca, tot lo que valguere, ben venut, Susacasa en lo seu Aren y Posadorio incluít. La casa, les seues dependensies, la llosa, lo bosc, lo prat, tot... pero en dinés. Si li donaben los cuartos en préstamo, en hipoteca de les finques dites, be, ella no pensabe pagá mols interesos, perque esperabe morís pronte, y lo siñó Pumariega podíe carregá en tot; si no volíe ell este negossi, la venta, la venta redona. Cuan lo siñó Pumariega casi se pasmabe de la ressolusió casi sobrenatural de la Rondaliego, se va quedá en que ere mol mes útil passá a considerá les ventajes del trate, sense cap sorpresa. La admirassió no veníe a cuento, sobre tot desde lo momén en que se li proposabe un bon negossi. Aixina, pos, com si se tratare de véndreli unes cuantes pepites de poma o la herba de aquella segada, don Casto va entrá de ple al assunto, sense manifestá cap sorpresa ni curiosidat.

Y seguín lo seu costum, al expondre los seus arguméns pera demostrá les ventajes del préstamo en hipoteca, cridáe a los contratáns A y B. "lo prestamista B, la hipoteca H, lo

predio C..."aixina parlabe don Casto, que odiabe los personalismes, y no veíe a la part contraria may un ser viu, sino una lletra, elemén de una fórmula que teníe que despejá. Doña Berta, que a forsa de administrá mols añs los seus interesos habíe adquirit serta experiensia y alguna malissia, se veíe com una mosca embolicada a la taragaraña, pero li importabe poc. Don Casto insistíe en voldre engañála, en feli vore que no perdíe Susacasa nessessariamen en les combinassións que ell li proposáe; ella va fingí que caíe a la trampa; va compendre que de aquella aventura eixíe Pumariega amo dels dominis de Rondaliego, pero en aixó pressisamén consistíe lo sacrifissi; an aixó anabe ella, a que la crussificare aquell sayón. Y dessidit aixó, lo que la teníe anhelán, pendén dels labios del judío, obsequiós, hasta aduladó y servil, ere... La cantidat, los mils de duros que habíe de entregáli lo ratolí de monte, furigañ, com quede dit mes amún. Al fixá números don Casto, doña Berta va sentí que lo cor li saltabe de alegría; lo ussurero oferíe mol mes de lo que ella podíe esperás; no creíe que los seus dominis mermats y empobrits pugueren valdre tans mils de duros. Cuan Pumariega eixíe de Posadorio, Sabelona y lo masové, que li ajudaben a montá, miranlo de reúll, lo van vore sonriure com sempre; pero ademés los ullets li traíen chispes que atravesaben los vidres de les ulleres. Poc después, a una altura que dominabe a Zaornín, don Casto se va aturá y va girá lo caball pera contemplá lo perímetro y lo bon aspecte de les seues noves possesións. Sempre anomenabe possesió, per falsa modestia, a lo que sabíe agensiás en totes les áncores y garres del domini quiritari que li fassilitaben lo papé sellat y los llibres del Registre.
Tres díes después estabe Pumariega un atra vegada a Posadorio, acompañat del nou notari, obra seua, y de varios testigos y périts, tots deudós seus.
No va sé la cosa tan sensilla y breve com doña Berta volíe y se habíe figurat, dixá tota la llana a mersé de les fredes estisores del siñó Pumariega; este volíe seguridats de mil géneros y assompá a la part contraria, a forsa de seremonies y complicassións legals.
A lo únic que se va oposá en tota la seua energía doña Berta va sé a personás a la capital del concello. Aixó no; ella no volíe moures de Susacasa... hasta lo día que ixquere a pendre lo tren de Madrid. Tot se va arreglá, al remat, y doña Berta va vore lo momén de tindre al seu cofret de secrets antics lo milená de duros que li prestabe lo ussurero.
Be compreníe ella que se despedíe pera sempre de Posadorio, del Aren, de tot...
¿cóm habíe de pagá may aquell dineral que li entregaben?

¿cóm habíe de pagá sisquera, si vivíe algúns añs, los interesos? podríe ñabé un milagre. Sol aixina. Si lo milagre veníe, Susacasa seguiríe sén seu, y sempre ere una ventaja esta esperansa, o per lo menos un consol. - Sí; tot u perdíe, pero lo cas ere pagá les deudes de son fill, comprá lo cuadro... y después morís de fam si ere nessessari. -
¿Y Sabelona? Don Casto habíe donat a entendre ben claret que ell nessessitabe garantíes pera la seguridat de la seua hipoteca medián la vigilansia de un diligentíssim pare de familia sobre los bens en que consistíe la dita hipoteca; ell no teníe cap inconvenién en que lo masové continuare a la masada per ara; pero en cuan a les claus de Posadorio y lo servisi del palau y les seues dependensies... preferíe que corregueren de la seua cuenta. Aixina que Sabelona no podíe quedás a Posadorio. L´ama va dudá antes de proposali emportássela en ella; ere cuestió de gastos; ñabíe que fé economíes, mermá lo menos possible lo seu caudal, que ella no sabíe si podríe cubrí la deuda y lo preu del cuadro; consevol gasto del que se puguere pressindí, ñabíe que suprimíl. - Sabelona ere una boca mes, un huésped mes, un viaché mes. Doble gasto casi en tot, prometense aforrás este dispendio cuidán menos la seua propia persona, doña Berta li va proposá a la criada portala a Madrid en ella. Sabelona no va tindre valor pera asseptá. Ella no se habíe grillat com l´ama, y veíe lo perill. Massa desgrassies li caíen damún sense buscá eixa atra, la mes gran, la mort segura. ¡Ella a Madrid! sempre habíe pensat en eixes coses lluñanes com si passaren a un atra vida; no estabe segura de que ñagueren paísos tan lluñ de Susacasa... ¡Madrid! lo tren... tanta gen... tans camíns... ¡impossible! Que dispensare l´ama, pero Sabel no arribabe an eixe extrem, pesse al seu cariño y lealtat. Se li demanabe una acsió heroica, y ahí ella no atansabe.
Sabelona, com San Pedro, va negá a la seua siñora, va desertá de la seua locura ideal, la va abandoná al perill, al peu de la creu. Si doña Berta se estiguere morín, Sabelona u sentiríe moltissim, pero no la acompañaríe a la sepultura, aixina que la abandonabe a la vora del camí de Madrid. La criada teníe uns paréns lluñáns a un concello veí, y allá que sen aniríe, en molta pena, durán la aussensia del ama, ya que lo siñó Pumariega volíe emportás les claus de Posadorio, contra totes les leys divines y humanes, segóns Sabel.

- Pero ¿no es vosté l´ama? ¿Qué té que maná aquí ell? -

- Díxat de cuentos, Isabel; mane tot lo que vol, perque es qui me done los dinés.

Aixó es ya casi seu.

Doña Berta va sentí al alma que la seua compaña de tans añs, de tota la vida, la abandonare al trance supremo al que se arriesgabe; pero va perdoná la flaquesa o fluixera de la criada, perque ella mateixa nessessitabe de tot lo seu valor, de la seua

ressolusió inquebrantable, pera eixí de casa seua y embutís an aquell laberinto de camíns, de pobles, de soroll y de gens extrañes - enemigues - (fiquem que parlo de Madrid).
Va suspirá la pobra siñora, y se va di: "Ya que Sabel no ve... me emportaré lo gat."
Cuan la criada va sabé que lo gat tamé sen anabe, la va mirá assustada, com si li consultare. No li pareixíe just, la verdat per dabán, abusá del pobre animalet perque no podíe di que no, com ella; pero si sapiguere aón sel emportaben, estabe segura de que tampoc lo gat voldríe acompañá a la seua ama. Sabel no se va atreví, sin embargo, a oposás, per mes que ella haguere portat lo animalet an aquella casa; ere, en rigor, seu. Ella tampoc podríe portál a casa dels paréns lluñáns: dos boques mes eren massa.
Y a Posadorio no podíe quedás sol, y menos en don Casto, que lo mataríe de fam.
Se va dessidí que lo gat aniguere a Madrid en doña Berta.

VII.


Un matí se va eixecá Sabelona del seu casto llit, se va assomá a una finestra de la cuina, va mirá al sel, en una ma ficada dabán dels ulls a guisa de pantalla, y en gesto avinagrat y veu mes agra encara, va exclamá, parlán sola, contra la seua costum:

"¡Pos vaya día de viache!" Y en seguida va pensá, pero sense díu: "¡lo radé día!" 

Va ensendre lo foc, va agraná una mica, va aná a pouá aigua fresca, se va fé lo seu café, después lo chocolate del ama; y com si allí no haguere de passá res extraordinari, va pegá los copets de ordenansa a la porta de la alcoba de doña Berta, modo acostumat de indicali que lo amorsá la esperabe; y ella, Sabel, com si no se acabare tot aquell mateix matí, com si lo que passaríe al cap de un hora no fore pera nella una espessie de fi del món, se va entregá a la rutinaria marcha de les seues faenes doméstiques, inutils en gran part esta vegada, ya que aquella nit no dormiríe dingú a Posadorio. Mentres ella refregabe un cangilón, per lo postigo de la horta, que estabe al nivell de la cuina, va entrá lo gat, cubert de rosada, en lo sers (la cierza al original) de aquell matí plomís y humit apegat al cos blang y relluén. Sabel lo va mirá en cariño, enveja y llástima. Y se va di: 

"¡Pobre animal! no sap lo que li espere." Lo gat no habíe fet cap preparatiu de viache; aquella vida que portáe, pera nell desde tems inmemorial, seguramén li pareixíe eterna. La possibilidat de una mudansa no entrabe a la seua metafísica. Se va ficá a llepá plats del sopá de la vespra, com u haguere fet un bon epicurista.

Doña Berta va entrá silensiosa; va vore lo chocolate damún de la pastera (masera), y allí, com sempre, se va ficá a péndrel. Los preparatius de la marcha estaben fets, hasta lo radé detall, desde mols díes atrás. Sol calíe marchá, y, abáns, despedís. Ama y criada apenes van parlá an aquella radera escena de la seua vida en comú. Va passá una hora, y va arribá don Casto Pumariega, que se habíe encarregat de tot en una amabilidat que dingú teníe valor pera agraíli. Ell portaríe a doña Berta hasta la mateixa estassió, la mes próxima a Zaornín, facturaríe lo equipache, la ficaríe an ella a un coche de segona (no habíe vullgut doña Berta primera, per aforrá) y anem caminán. A Madrid la esperabe lo amo de una casa de pupilos barata. Li habíe escrit don Casto, pera que li agraire lo favor de enviali un huésped. Allí aturabe ell cuan anabe a Madrid, y aixó que ere tan ric. En don Casto se va presentá a la cuina lo mosso al que li habíe alquilat Pumariega un burret al que habíe de pujá doña Berta pera arribá a la estassió, a dos legües de Posadorio. Ama y criada, que habíen estat tan callades que pareixíen enfadades la una en 

l‘ atra aquell matí, com si mutuamén se acusaren en silensio de aquella separassió, en presensia dels que veníen a buscala van sentí una infinita ternura o tendresa y gran desfallimén; van arrencá a plorá, y van gemegá bon rato abrassades. 

Lo gat va dixá de llepá plats y les mirabe assompat.

Alló ere nou an aquella casa aon lo cariño no teníe expresió. Tots se volíen, pero no se acarissiaben. An ell mateix li donaben mol bona vida, pero res de besets ni afalagaméns. Per si auncás se va arrimá a les faldes de les seues agüeles y li va ficá mala cara al siñó Pumariega. Doña Berta li va demaná un momén a don Casto, y va eixí per lo postigo del horta. Va puchá la costa, va arribá a dal de tot, y desde allí va contemplá los seus dominis. La espessura se movíe blanamén, relluín en la humitat, y pareixíe queixás en veu baixa. Chillaben algúns vileros. Doña Berta no va tindre ni lo consol de poetisá la solemne escena de despedida. La Naturalesa dabán de la seua imaginassió apagada y preocupada no va tindre eixa piedat de personalisás que tan alivio los sol doná als ensomiadós melancolics. Ni lo Aren, ni la llosa, ni lo bosc, ni lo palau li van di res.

Ells se quedaben allí, indoléns, sense records de la aussensia; lo seu egoísme ere lo mateix que lo de Sabel, encara que mes franco: lo que lo gat haguera mostrat si li hagueren consultat la seua voluntat respecte al viache. No importabe. Doña Berta no se sentíe volguda per les seues terres, pero en cambi ella les volíe mol. Sí, sí. Al món no se vol sol als homens, se vol a les coses. Lo Aren, la llosa, la horta, Posadorio, formaben part de la seua alma, per sí mateixos, sense nessessidat de ajuntáls en records de amors humanos. A la Naturalesa ña que sabé vóldrela com los amáns verdadés volen, a pesá del desdén. Adorá lo ídolo, adorá la pedra, lo que ni sen ni pot correspondre, es la adorassió suprema. Lo milló creyén es lo que seguix postrat dabán del ara sense Deu. Piaben los vileros. Pareixíe que dien: "A natros, ¿qué mos conte vosté? Vosté sen va, natros mos quedam; vosté está loca, natros no; vosté va a buscá lo retrate de son fill... y no está vosté segura de que sigue son fill. Vaigue en Deu." Pero doña Berta perdonabe als muixóns, com a chiquets, y hasta al mateix Aren verd, que, mes cruel encara, callabe. Lo bosque se queixabe, eixe sí; pero poc, com un chiquet que, cansat de gañolá, convertix en ritmo la seua queixa y se divertix en la seua pena; y doña Berta va arribá a notá, en la clarividensia dels instáns supremos dabán de la Naturalesa, va arribá a notá que lo bosc no se queixabe perque ella sen anabe; sempre se queixabe aixina; aquell fret del matí plomís y humit ere una de les mil formes del aburrimén  que tantes vegades se pot lligí a la Naturalesa. Lo bosc se queixabe, com sempre, de eixe aburrimén de cuan viu apegat a la terra y de tot lo que rode per lo espay al món, lligat a la gravedat com a una cadena. Totes les coses que veíe se li van apareixe entonses an ella com a pressidiaris que se lamenten de les seues presóns y, sin embargo, volen lo seu pressidi. Ella, com ere libre, podíe trencá la cadena, y la habíe trencat... pero agarrada a la cadena se li quedabe la mitat del alma.

"¡Adiós, adiós!", se díe doña Berta, volén baixá depressa; y no se movíe. Al seu cor ñabíe lo doló de moltes generassións de Rondaliegos que se despedíen de la seua terra. 

Lo pare, los germáns, los yayos..., tots allí, al seu pit y a la seua gola, aufeganse de pena en ella... 

-  Pero, doña Berta, ¡que pedrem lo tren! - va cridá allá baix Pumariega; y an ella li va soná com si diguere: "Que se pedrá vosté la forca."

Al pati estaben ya don Casto y lo espolique; lo verdugo y lo seu ajudán, y tamé lo burro al que doña Berta habíe de montá pera aná al tocho (palo). Lo gat anabe a dins de una sistella.



VIII.


Se fee de día, y la neu que caíe a cabassades, en lo seu silensio felino que té lo aire traidó del caminá del gat, anabe avián, capa sobre capa, per tota la amplada de la porta del Sol, palades de armiño, que ya habíen borrat desde hores atrás les huelles dels transeúntes rondallés de la nit. Totes les portes estaben tancades, algunes en les fayebes passades, barrades. Sol ne ñabíe una entreuberta, mich ajuntada, la del Prinsipal; una taula en buñols, que algú habíe intentat traure al aire libre, la habíen retirat al portal de Gobernassió. Doña Berta, que contemplabe lo espectácul desde un racó del carré del Carmen, no compreníe per qué dixaben fregí buñols, o, per lo menos, vendrels al portal del Ministeri. Habíe desaparegut la taula, y detrás della dos guardies y un que pareixíe de telégrafos. Y se va quedá la plassa sola; soles doña Berta y la neu. Estabe inmóvil la agüela; los peus, calsats en socs, afonats a la blanó; lo paraigües ubert, com si estare forrat de tela blanca. 

"Com allá, pensabe, aixina estará lo Aren." Anabe a missa de alba. La iglesia ere lo seu refugi; sol allí trobabe algo que s'apareguere a lo de allá. Sol se sentíe unida a la gen de la cort per lo víncul religiós. "Al remat, se díe, tots catolics, tots germáns." Y esta reflexió li traíe algo de la temó que li inspiraben tots los desconeguts, mes que un a un, considerats en conjún, com una multitut, com gen. La missa ere com la que ella sentíe a Zaornín, a la fillola de peu de loro. Lo mossen díe lo mateix, y aixó sempre ere un consol. Lo escoltá tots los díes missa ere per naixó; pero lo matiná tan ere per un atra cosa. Contemplá la siudat de Madrit deserta la reconsiliabe un poc en ella. Los carrés li pareixíen menos enemics, mes pareguts a los carreróns; los abres mes pareguts als abres de verdat. Volíe passejá per les afores... ¡pero estaben tan lluñ! ¡les cames seues eren tan flaques, y los coches tan cars y tan perillosos!... Al remat, una, dos vegades va arribá als limits de aquell casserío que se li antojabe inacabable...; pero va renunsiá a tals descubriméns, perque lo campo no ere campo, ere un desert; ¡tot pardo! ¡tot sec! Se li apretabe lo cor, y se teníe una llástima infinita. "¡Yo hauría de habem mort sense vore aixó, sense sabé que ñabíe esta dessolassió al món; pera una pobre vella de Susacasa, aquell racó de la verda alegría, es massa pena está tan lluñ del verdadé món, de la verdadera terra, y está separada de la frescó, de la herba, de les rames, per estes legües y legües de pedra y pols." Mirán les tristes explanades, sentíe la impresió de mastegá pols y toquitiá terra seca, y se li crispaben les mans. Se sentíe tan extraña a tot lo que la rodejabe, que a vegades, a mitat del barranquet, teníe que contindres pera no demaná socorro, pera no demaná que per caridat la portaren al seu Posadorio. A pesá de tals tristeses, anabe per lo carré sonrién, sonrién de temó a la multitut, de qui ere cortessana, a la que volíe afalagá, adulá, pera que no li faigueren mal. Dixáe la assera a tots. Com estabe sorda, volíe adiviná a la mirada si los transeúntes en los que entropessabe li díen algo; y per naixó sonreíe, y saludabe en cabotades expressives, y murmurabe excuses. La multitut habíe de simpatisá en la pobre agüela, pulcra, vivaracha, vestida de seda de coló del tabaco; mols li sonreíen tamé, li dixaben lo pas franc; dingú li habíe robat ni pretengut estafá. 

En tot, ella no perdíe la temó, y no se sospecharíe, al vórela detindres y santiguás abáns de eixí del portal de casa, que pera aquella agüela ere un heroísme lo eixí al carré cada día.

Temíe a la multitut..., pero sobre tot temíe lo sé atropellada, patejada, triturada per caballs, per rodes. Cada coche, cada carro, ere una fiera solta que se li fotíe damún. Se ficabe a atravessá la porta del Sol com una mártir cristiana podíe entrá a la arena del circo. Lo tranvía li pareixíe un monstruo cautelós, una serp insidiosa. La guillotina se la figurabe com una cosa pareguda a les rodes amagades rellissán com una cuchilla sobre les dos línies de ferro. Lo rumó de rodes, passes, campanes, chulits y trompetes arribabe al seu servell confús, formidable, a la seua misteriosa penumbra del so. Cuan lo tranvía arribabe per detrás y ella advertíe la seua proximidat per siñals que eren casi adivinassións, per una espessie de reflejo del perill próxim en los demés transeúntes, per la seua tremoló, per lo indessís rumó, se apartabe doña Berta en ligeresa nerviosa, que pareixíe impossible en una agüela; dixáe pas a la fiera, giranli la cara, y tamé sonreíe al tranvía, y hasta li fée una involuntaria reverensia; pura adulassió, perque al fondo del alma los aburríe, sobre tot per traidó y alevós. ¡cóm se fotíe damún!

¡Quína bárbara crueldat!... mols transeúntes la habíen salvat de graves perills, traénla de entre los peus dels caballs o les rodes dels coches; la agarraben en brassos, li fotíen espentes pera liberala de un atropello... ¡Quín agraimén lo seu! ¡cóm se tornabe cap al seu salvadó desfense en gestos y paraules de elogio y reconeiximén! 

"li dec a vosté la vida. Caballé, si yo puguera fé algo... Estic sorda, com una tapia, perdono vosté... pero tot lo que yo puguera..."

Y la dixaben en la paraula a la boca aquelles providensies de pas. "¡per qué tindré yo tanta temó a la gen, si ñan tantes persones bones que la trauen a una de les garres de la mort?" No li extrañaríe que la muchedumbre indiferén la dixare patejá per un caball, partí en dos per una roda, sense pegali una ma, sense donali una veu de avís. ¿Qué teníe ella que vore en tots aquells desconeguts? ¿Qué li importabe ella al món, fore de Zaornín, milló, de Susacasa? 

Per naixó agraíe tan que se li ajudare a fugí de un coche, del tranvía... tamé ella volíe serví al prójimo. La vida del carré ere, al seu pareixe, com una batalla de tots los díes, a la que entraben descuidats, valerosos, tots los habitáns de Madrid: la batalla dels choques, dels atropellos; pos en eixa ristra de perills sense fi, volíe ella tamé ajudá als seus semelláns, que al final u eren, encara que tan extrañs, tan desconeguts. Y sempre caminabe en los ulls ben uberts, suplín los oíts sorts en la vista, en la atensió ficada als seus passos y los dels demés. A cada boca de carré, a cada pas de adoquíns, a cada plassa ñabíe un tiroteo, aixina se u figurabe, de coches y caballs, los mes grans perills; y al arribá a estos tremendos trances de crusá la vía pública, redoblabe la atensió, y, en temó y tot, pensabe en los demés com en ella mateixa; y gran ere la seua satisfacsió cuan podíe salvá de un percanse de aquells a un chiquet, a un agüelet, a una pobre vella, com ella; a consevol. 

Un día, a la hora punta de la sirculassió, va vore desde la assera del

Imperial a un borracho que atravessabe la porta del Sol, fen grans esses, en mil sircunloquis y perífrassis dels peus; y mentrestán, tranvíes, ripperts y simóns, ómnibus y carros, y caballs y mossos de cordell carregats anaben y veníen, com saetes que se crusen al aire... Y lo borracho sereno, a forsa de no estáu, tranquil, caminabe agotán lo trassat mes complet de curves, imitán tota classe de órbites y eclíptiques, sense ensomiá sisquera en lo perill, en aquell foc granejat de morts segures que anabe atravessán en los seus traspeus. Doña Berta lo veíe avansá, reculá, librás per milacre de cada entropessada, perseguit en vano per los crits desdeñosos dels cocheros y jinets...; y ella, en les mans ajuntades per les palmes, li resabe a Deu per aquell home desde la assera, com haguere pogut desde la costa orá per la vida de un náufrago que se estiguere aufegán a vista seua. Y no va respirá hasta que va vore al de la mona al port segú dels brassos de un polizonte, que sel emportáe no sabíe ella aón. ¡La Providensia, lo Ángel de la Guarda velabe, sense cap duda, per la sort y los roíns passos dels borrachos de la cort!

Aquella preocupassió constán del soroll, del tránsit, dels choques y los atropellos, habíe arribat a sé una obsessió, una manía, la inmediata impresió material constán, repetida sense pará, que la apartabe dels seus grans pensaméns, de la seua vida atormentada de pretendén. Sí, teníe que confessáu; pensabe mol mes en los perills de les masses de gen, dels coches y tranvíes, que en lo seu pleite, lo seu descomunal combat en aquells ricachóns que se oponíen a que ella lograre lo anhel que la habíe arrastrat hasta Madrid. Sense sabé cóm ni per qué, desde que se habíe vist fora de Posadorio, les seues idees y lo seu cor habíen patit un trastorn; pensabe y sentíe en mes egoísme; se teníe molta llástima an ella mateixa, y sen enrecordabe en horror de la mort. ¡Qué horrible habíe de sé anassen al atre món, cuan ya ere tan gran tormén, doná unes passes fora de Susacasa, per esta mateixa terra, que ya pareixíe un atra! Desde que habíe pujat al tren, li habíe entrat un ansia loca de torná cap atrás, de apeás, de arrencá a corre en busca dels seus, que eren Sabelona y los abres, y lo prat y lo palau..., tot alló que dixáe tan lluñ. Va pedre la nossió de les distansies, y se li va antojá que habíe recorregut espays infinits; no creíe possible que se puguere desfé lo caminat en menos de siglos... ¡Y quín mal de cap! ¡Y qué fugitiva li pareixíe la existensia de tots los demés, de tots aquells desconeguts sense historia, tan indiferéns, que entraben y eixíen al coche de segona al que anabe ella, que li demanaben billets, que li oferíen servissis, que la portaben en un cochet a una possada! ¡estabe perduda, perduda al gran món, al infinit univers, a un univers poblat de fantasmes! Se li figurabe que ñabén tanta gen a la terra, perdíen valor tots; la vida de este, del atre, no importabe res; y aixina debíen de pensá la demés gen, a jusgá per la indiferensia en que se veíen, se parlaben y se separaben pera sempre. Aquell teje maneje de la vida; aquella confussió de les gens, se li antojabe com los eixams de mosquits dels que ella fugíe al bosc, jun al riu, al estiu.   

Va passá algúns díes a Madrid sense pensá en moures, sense imaginá que fore possible escomensá de algún modo les seues diligensies pera averiguá lo que nessessitabe sabé, lo que la portáe a la cort. Possitivamén habíe sigut una grilladura. Per de pronte, pensabe en ella mateixa, en no morís de asseo a la taula, de tristesa al seu cuarto interió en vistes a un carreró brut que díen pati, de fret al llit estret, du, misserable. Se va ficá dolenta. Vuit díes al llit li van doná sert valor; se va eixecá algo mes disposada a orientás an aquell infern que no habíe sospechat que existiguere an este món. 

L´ama de la fonda va arribá a sé una amiga; teníe serts visos de caritativa; la miseria no la dixáe séu per complet. Doña Berta va escomensá a preguntá, a inquirí...; va eixí de casa. Y entonses va sé cuan va escomensá la fiebre del perill del carré. Esta fiebre no habíe de passá com latra. Pero al remat, entre los seus terrors, entre les seues batalles, va arribá a averiguá algo; que lo cuadro que buscabe estáe depositat a un casal tancat al públic, aon lo teníe lo Gobern hasta que se dessidiguere si sel quedabe un ministre o sel emportáe un siñorón americá pera lo seu palau de Madrid primé, y después pot sé pera lo seu palau de La Habana. Tot aixó sabíe, pero no lo preu del cuadro, que no habíe pogut vore encara. Y en aixó estabe, en los passos de les seues pretensións pera vórel. Aquell matí fred, de neu, ere lo de un día que siríe solemne pera doña Berta; li habíen oferit, per influensia de un compañ de pupilaje, que se li dixaríe vore, per favor, lo cuadro famós, que ya no estabe exposat al públic, sino estés an terra, pera empaquetál, a una sala freda y deserta, allá a les afores. ¡Pícara cassualidat! O aquell día, o pot sé may. Habíe de atravessá molta neu... No importabe. Agarraríe un simón, per extraordinari, si es que los dixaben sirculá aquell día. ¡Anabe a vore al seu fill! pera está ben preparada, pera guañá la voluntat divina a fi de que tot li ixquere be en les seues atrevides pretensións, primé anabe a la iglesia, a missa de alba. La porta del Sol, nevada, solitaria, silensiosa, ere de bon agüero. 

"Aixina estará allá. ¡Quín llansol mes llimpio! ¡quína blancura sense taca! res de caminets, res de sendes de fang y gebra, cap potada (huelles)... S‘ apareix a la neu del Aren, que dingú pateje".


IX.


A la iglesia, fosca, freda, solitaria, va ocupá un racó que ya teníe per seu. Les llums del altá y de les lámpares li portaben un caloret familiá, de fogaril, al fondo del alma. 

Los murmullos del latín del retó, mesclats en tos asmática, li sonaben a gloria, a cosa de allá dallá. Les imaches dels altás, que se perdíen vagamén a la penumbra, parlaben en lo seu silensio de la solidaridat del sel y la terra, de la constansia de la fé, de la unidat del món, que ere la idea que perdíe doña Berta (sense donassen cuenta de alló, está cla) a les seues hores de temó, decaimén, desesperassió. Va eixí de la iglesia animada, valenta, disposada a luchá per la seua caussa. A buscá al fill... y als acreedós del fill.


Va arribá la hora, después de amorsá mal, de pressa y sense gana; va eixí sola en la seua tarjeta de recomanassió, va agarrá un coche de pun, va doná les señes del barracó apartat, y al escoltá al cochero blasfemá y vore que dudabe, com buscán una excusa pera no aná tan lluñ, sonrién y persuassiva va di doña Berta: "¡per hores!" y poc a poc, pas a pas, un trist animal esgroguit y arguellat la arrastrabe carré amún.

Doña Berta, en la seua tarjeta a la ma, va vense dificultats de portería, y después de aná de sala en sala, carpideta de fret, sentín apagats los cops secs de mols martells que enclavaben taches a caixóns, va arribá a la presensia de un siñó gort, mal vestit, que pareixíe dirigí aquell estrépit y confussió de la mudansa del art. Los cuadros sen anaben, la mayoría ya sen habíen anat; a les parets no ne quedabe casi cap. Se teníe que caminá en cuidadet pera no patejá los lienzos que tapissaben lo pavimén: ¡los mils de duros que valdríe aquella alfombra! Eren los cuadros grans, algúns ya famosos, los que estaben estesos sobre la tarima. Lo siñó gort com Juaquinico Monclús va lligí la tarjeta de doña Berta, va mirá a la agüela de dal a baix, y cuan ella li va doná a entendre sonrién y siñalán a una orella que estabe sorda, va ficá mala cara; li pareixíe un esfors massa gran eixecá un poc la veu en obsequi de aquell ser tan insignificán, recomanat per un consevol dels que se creuen amics y son coneguts, indiferéns.

- ¿Conque vol vosté vore lo cuadro de Valensia? pos per poc se quede vosté in albis, agüela -. De aquí mija hora ya estará camí de la seua casa.

- ¿Aón está, aón está? ¿quín es? - va preguntá ella tremolán.  

- Eixe. - Y lo home gort va siñalá en un dit un gran llansol de tela gris, com si estiguere bruta, que teníe estés als seus peus.

-  ¡Eixe, eixe! Pero... ¡Deu meu! ¡No se veu res! L'atre va arronsá los muscles.

-  ¡No se veu res!... -  va repetí doña Berta en terror, implorán compassió en la mirada y lo gesto y la veu tremolosa.

-  ¡Claro! Los lienzos no se han fet pera vorels an terra. Pero ¡qué vol vosté que yo li faiga! habé vingut abáns.

-  No teníe recomanassió. Lo públic no podíe entrá aquí. Estabe tancat aixó... Lo home gort com un jónec va torná a eixecá los muscles, y se va dirigí a un grupet de obrés pera doná ordens y olvidá la presensia de aquella dama vella.

Doña Berta se va vore sola, completamén sola dabán de la massa informe de taques confuses, tristes, que estaben als seus peus.

-  ¡Y lo meu fill está ahí! ¡Es aixó..., algo de aixó gris, negre, blang, roch, blau, tot mesclat, que pareix una crosta!...

Va mirá a tot arreu com demanán socorro.

- ¡Ah, está cla! Per la meua cara no lo tornarán a enclavá a la paret... Ni marc té...

Cuatre homens de blusa, sense repará en la agüela, se van arrimá a la tela, y en paraules que doña Berta no podíe entendre, van escomensá a tratá de eixecá de la milló manera lo cuadro y portál a un puesto mes cómodo pera empaquetál...

La pobre setentona los mirabe assompada, volén adiviná lo seu propósit... Cuan dos dels mossos se van belcá pera agarrá la tela, doña Berta va fotre un crit.

-  ¡Per Deu, siñós! ¡Un momén!...-  va quirdá agarranse en uns dits que pareixíen mordasses a la blusa de un jove rosset y de cara alegre. - ¡Un momén!... ¡vull vórel!... ¡Un instán!...

¡Quí sap si tornaré a tíndrel dabán de mí!

Los cuatre mossos van mirá en assombro a la vella, y van soltá dos bones carcañades.

- Té que está grillá. -  va di un.

Entonses doña Berta, que no plorabe assobín, a pesá de tans motius, va sentí, com un consol, dos llágrimes que assomaben als seus ulls. Van rellissá clares, solitaries, solemnes, per les seues galtes fofes.

Los obrés les van vore corre, y van pará de riure.

No deuríe de está loca. Un atra cosa siríe. Lo rubio sonrién li va doná a entendre que ells no manaben allí, que lo cuadro aquell no podíe vores ya mes tems, perque se mudabe de casa: lo portaben a la del seu amo, un siñó americá mol ric que lo habíe comprat.

- Sí, ya sé..., per naixó..., yo ting que vore eixa figura que ña al mich...

- ¿Lo capitá?

- Sí, aixó es, lo capitá. ¡Deu meu!.... Yo hay vingut del meu poble, de la meua casa, aposta per an aixó, pera vore al capitá.... y si sel emporten, ¿quí me diu a mí que podré entrá al palau de eixe siñorot? Y mentres yo intrigo pera que me dixon entrá, ¿quí sap si se emportarán lo cuadro cap a América?

Los obrés van arronsá los muscles, com lo siñó de bon añ, que habíe desaparegut de la sala.

- Escolton vostés - va di doña Berta -; un momén... ¡per caridat! Esta escala de ma que ña aquí pot servím... Sí; si vostés me la arrimen una mica... ¡yo no ting prou forsa!...; si me la arrimen aquí, dabán de la pintura.... per este costat..., yo... podré pujá.... tres, cuatre, sing escalóns... agarranme be... ¡Vaya si podré!..., y desde dal se vorá algo...

- Se pot matá, agüela.

- No, siñó; allá al horta, yo pujaba aixina pera cullí fruita y estendre la roba blanca...

No cauré, no, ¡per caridat! ajudeume. Desde ahí dal, girán be lo cap, té que vores algo... ¡per caridat! ajudeume.

Lo mosso ros va tindre llástima; los atres no. Impassiéns, van agarrá la tela, mentres lo seu compañ, en molta pressa, arrimabe la escala; y mentres la aguantabe per un costat pera que no se moguere, li donabe la ma a doña Berta, que, a escape y tremolán, pujabe en molt esfors un a un aquells escalóns gastats y que rellissaben. Ne va puchá sing, se va agarrá en tota la forsa que teníe a la fusta, y, doblegán lo coll, va contemplá lo lienzo famós... que se movíe, perque los obrés habíen escomensat a eixecál.

Com un fantasma ondulán, com un somni, va vore entre fum, sang, pedres, terra, coloríns de uniformes, una figura que la va mirá an ella un instán en ulls de sublime esglay, de heroic terror... La figura del seu capitá, del que ella habíe trobat, tacat de sang tamé, a la porta de Posadorio. Sí, ere lo seu capitá, mesclat en ella mateixa, en son germá gran; ere un Rondaliego empeltat al espós de la seua alma: ¡ere son fill! Pero va passá com un rellámpec, movense en zigzag, supino com si lo portaren a enterrá. Anabe en los brassos uberts, una espasa a la ma, entre pedres que se desmoronen y arena, entre cadavers y bayonetes. No podíe fixá la imache; apenes habíe vist aquella figura que li va omplí l´alma de repén, tan blanca, ondulán, desvaneída entre datres taques y figures... Pero la expresió de aquella cara, la virtut mágica de aquella mirada, eren fixes, permaneixíen al servell... Y al mateix tems que lo cuadro desapareixíe, portat per los operaris, la vista se li anugolabe a doña Berta, que perdíe lo sentit, se desplomabe y caíe, rellissán per la escala, als brassos del mosso compassiu que li habíe ajudat an aquella penosa ascensió.

Alló tamé ere un cuadro; pareixíe, de alguna manera, un Dessendimén. 


X.


Al mateix coche que ella habíe alquilat per hores, y la esperabe a la porta, va sé trasladada cap a casa doña Berta, que va torná en sí mol pronte, encara que sense apenes forses pera caminá. Dos díes mes al llit. Después la actividat ñirviosa, febril, ressussitada; noves pesquises, mes ensumá recomanassións pera sabé aón vivíe lo amo del seu capitá y sé admitida a casa seua, pera pugué contemplá lo cuadro... y abordá la cuestió magna.... la de la compra.

Doña Berta no li parlabe a dingú, ni als que li ajudaben a buscá tarjetes de recomanassió, de les seues enormes pretensións de adquirí aquella obra maestra. Teníe temó de que sapigueren a la posada que ere bastán rica pera doná mils de duros per una tela, y se temíe que li robaren los seus dinés, que portáe sempre en ella. May habíe sedit al consell de ficáls a un bang, de depositáls... No enteníe de aixó. Podíen estafala; lo mes segú eren les seues propies ungles. Cusits los billets a la roba, al corsé: ere lo milló.

Aislada del món (a pesá de corretejá per los carrés mes sentrics de Madrid) per la sordera, per les seues costums, com no lligí les notissies als diaris - ni los lligíe, ni creíe en ells -, ignorabe encara algo trist que habíe de influí de modo dessisiu en los seus propis assuntos. No u va sabé hasta que va lográ, al remat, penetrá al palau del seu rival, lo amo del cuadro. Ere un siñó de la seua edat, aproximadamén, sano, fort, afable, que procurabe fés perdoná les seues riqueses repartín benefissis; socorríe a la desgrassia, pero sense enténdrela; no sentíe lo doló ajeno, lo aliviabe; per la lógica arribabe a curá estragos de la miseria, no per revelassións del seu cor, completamén ocupat en la propia dicha. Doña Berta li va fé grassia. Va opiná, com los mossos aquells del barracó dels cuadros, que estabe grillada. Pero la seua locura ere divertida, inofensiva, interessán. "¡Figúronse vostés, díe a la seua tertulia de notabilidats de la banca y de la política, figúronse vostés que vol comprám lo radé cuadro de Valensia!".

Carcañades unánimes responíen sempre an estes paraules.

Lo radé cuadro de Valensia lay habíe arrencat aquell prócer americá al mismíssim Gobern a forsa de dinés y de intrigues diplomátiques. Habíen vingut hasta recomanassións del extrangé pera que lo pobre dimoni del ministre de Fomento tinguere que sedí, reconeixén la prioridat dels dinés. Ademés la justissia, la caridat, estaben de part del fúcar. Los hereus de Valensia, que eren los hospitals, segóns lo seu testamén, eixíen guañán mol mes si lo americá se quedabe en la joya artística; pos lo Gobern no habíe pogut passá de la cantidat fixada com a preu del cuadro en vida del pintó, y lo ricachón ultramarí pagabe lo seu preu just en considerassió a sé venta póstuma.

La cantidat a entregá se habíe triplicat per lo acsidén de habé mort lo autó del cuadro aquell otoño, allá a Asturies, a un poblacho oscur dels ports, a consecuensia de una catarrina, de una gran bañadina. En la preferensia donada al mes ric habíe ñagut algo de

irregularidat legal; pero lo just, en rigor, ere que se emportare lo cuadro lo que habíe donat mes per nell.

Doña Berta no va sabé aixó los primés díes que va visitá lo museu particulá del americá. Va tardá en coneixe y parlali al millonari, que li habíe dixat entrá al seu palau per una recomanassió, sense sabé encara quí ere, ni les seues pretensións. Los lacayos dixaben passá a la agüela, que se llimpiabe mol be les sabates antes de patejá aquelles alfombres, repartíe sonrisses y propines y se quedabe com a missa, encantada, contemplán sempre lo mateix lienzo, lo del pleite, com li dieben a la casa.

Lo cuadro, ficat al seu marc dorat, fixo a la paret, an aquella estansia lujosa, entre datres moltes maravelles del art, li pareixíe un atre a doña Berta. Ara lo contemplabe tan com volíe; lligíe a les facsións y a la actitut del héroe que moríe sobre aquell mun sanguinós y gloriós de terra y cadavers, en una aureola de foc y fum; lligíe tot lo que lo pintó habíe vullgut expresá; pero... no sempre reconeixíe al seu fill. Segóns les llums, segóns lo estat del seu ánim, segóns habíe minjat y begut, aixina adivinabe o no an aquell capitá del cuadro famós al fill seu y del capitá. La primera vegada que va sentí dudes de la seua fé, va tindre escalofríos, y li va corre per lo esquinás una suó gelada com de mort.

Si perdíe aquella íntima convicsió de que lo capitá del cuadro ere son fill, ¿qué seríe della? ¡Cóm entregá tota la seua fortuna, cóm abismás a la miseria pera adquirí un tros de lienzo que no sabíe si ere o no lo sudario de la imache del seu fill! ¡Cóm consagrás después a buscá al acreedó o a la seua familia pera pagáls la deuda de aquell héroe, si no ere son fill!

¡Y pera dudá, en temó de engañás habíe entregat a la avarissia y la ussura lo seu Posadorio, lo seu verd Aren! ¡pera naixó habíe ella consentit en vindre a Madrid, en aventás al infern dels carrés, a la batalla diaria dels coches, caballs y transeúntes!

Va repetí les visites al palau del americá, en tota la frecuensia que li consentíen. Algún día va acudí al seu puesto, frente al cuadro, pel matí y per la tarde. Les propines alentaben la toleransia dels criats. En cuan eixíe de allí, lo anhel de torná se convertíe en fiebre. Cuan dudabe, ere cuan mes dessichabe pendre a la seua contemplassió, pera enfortí la seua creensia, abismanse com una estática an aquella cara, an aquells ulls als que volíe arrencá la revelassió del seu secret. ¿Ere o no ere son fill? "Sí, sí", díe unes vegades l'alma. 

"Pero, mare ingrata, ¿ni encara ara me reconeixes?", pareixíen cridá aquells labios entreuberts. Y datres vegades los labios callaben y l´alma de doña Berta díe: 

"¡Quí sap, quí sap! Pot sé casualidat lo paregut, casualidat y aprensió. ¿Y si estic loca? Per lo menos, ¿no puc está chocha? Pero ¿y lo tindre algo del meu capitá y algo meu, de tots los Rondaliegos? ¡Es ell... no es ell!..."

Sen va enrecordá dels sans; dels sans mistics, als que tamé solíe tentá lo dimoni; als que olvidabe lo Siñó de cuan en cuan, pera probáls, dixanlos al erm de un desert espiritual.

Y los sans guañaben; y encara oscurit, entaragañat lo sol del seu espíritu... creíen y amaben... oraben a la aussensia del Siñó, pera que tornare.

Doña Berta va acabá per sentí la sublime y austera alegría de la fé a la duda. Sacrificás per lo evidén. ¡Vaya una gloria! ¡vaya un triunfo! La valentía estabe en donáu tot, no per la seua fé... Sino per la seua duda. A la duda amabe la fé, com les mares volen mes y mes al fill cuan está dolén o cuan lay robe lo pecat. "La fé débil, dolenta", va arribá a sé als seus ulls mes gran que la fé sega, robusta.

Desde que va sentí aixó, la seua ressolusió de moure sel y terra pera obtindre lo cuadro va sé mes firme que may.

Y en esta dispossisió de ánimo estabe, cuan per primera vegada va trobá al ric americá al salón del seu museu. Lo primé día no se va atreví a comunicali la seua pretensió inaudita. Ni a preguntáli sisquera lo preu de la pintura famosa. A la segona entrevista, solissitada per nella, li va parlá solemnemén de la seua idea, de la seua ansia infinita de posseí aquell lienzo.

Ella sabíe lo que lo estat anabe a doná per nell, tems atrás. Lo seu caudal alcansabe a tal suma, y encara li sobraben mils de pessetes pera pagá lo deute de son fill, si los acreedós apareixíen. Doña Berta va aguardá anhelán la resposta del millonari, sense pará cuenta en lo assombro que ell mostrabe, y que ya teníe ella previst. Entonses va sé cuan va sabé per qué lo pintó amic no habíe contestat a la carta que li habíe enviat per un propi: va sabé que lo compañ del seu fill, l´artiste insigne y simpátic que habíe cambiat la vida de la radera Rondaliego al final de la seua carrera, aquell aparegut del bosc... habíe mort allá a la terra, a una de aquelles excursións seues buscán lecsións de la Naturalesa.

¡Y lo cuadro del seu capitá, per culpa de aquella mort, valíe ara tans mils de duros, que tot Susacasa, encara que fore tres vegades mes gran, no bastaríe pera pagá aquelles poques vares de tela! La pobre agüela va plorá, apoyada al muscle del fúcar ultramarino, que ere mol pla, y sabíe tindre totes les apariensies dels homens caritatius... 

La bona siñora estabe tocada, sense dudáu; pero no per naixó lo seu doló ere menos sert, y menos interessán la aventura. Va está amabilíssim en la agüeleta; va procurá engañala com als chiquets; tot menos, está cla, soltá lo cuadro, no ya per lo que ella podíe oferili, sino per lo mateix que valíe. ¡Estaríe be! ¿Qué diríe lo Gobern? Ademés, encara suposán que la bona dona disposare del capital que oferíe, acsedí als seus rogs ere pédrela, arruinala; cas de prodigalidat, de locura. ¡Impossible!

Doña Berta va plorá mol, va suplicá mol, y va arribá a compendre que lo amo del seu be únic teníe bastanta passiensia aguantanla, encara que no tinguere prou cor pera ablanís. Sin embargo, ella esperabe que Deu li ajudare en un milagre; se va prometre traure aigua de aquella peña, ternura de aquell bolo de riu que lo millonari portáe al pit. Aixina, se va conformá de momén en que li dixare, mentres lo cuadro no fore trasladat a América, aná a contemplál tots los díes; y de cuan en cuan tamé hauríe de tolerá que lo veiguere an ell, al ricachón, y li parlare y li suplicare de ginolls... A tot va acsedí lo home, segú de no dixás guañá ¡está cla!, perque ere una tontada.

Y doña Berta anabe y veníe, atravessán los perills de les rodes dels coches y dels cascos dels caballs; cada vegada mes sompa, mes fluixa... y mes empeñada en lo seu impossible. Ya ere famosa, y reputada per loca al sírcul de les amistats del americá, y mol coneguda dels habituals navegáns de sertes carreres de Madrid.

Mich Madrid teníe al cap la imache de aquella agüeleta sonrién, vivaracha, esgrogida, vestida de coló de tabaco, vestida en un traje de moda atrassadíssima, que fugíe dels ómnibus, que se refugiabe als portales, y parlabe cariñosamén y en mil brassades a la multitut que no se aparabe a escoltala.

Una tarde, al sabé la de Rondaliego que lo de La Habana sen anabe y se emportabe lo seu museu, blanca com may u va está abáns, a dures penes aguantán los plos, en la veu firme al prinsipi, li va demaná la radera conferensia al seu verdugo; y a soles, frente al seu fill, testigo mut, mort.... Li va declará lo seu secret, aquell secret que anabe per lo món en la carta perduda escrita al pintó difún. Ni per eixes. Lo amo del cuadro ni se va ablaní ni se va creure aquella nova locura. Admitín que no fore tot pura fábula, pura invensió de la loca; suposán que, en efecte, aquella siñora haguere tingut un fill natural, ¿cóm podíe ella assegurá que tal fill ere lo original del suposat retrato del cuadro? 

Tot lo que doña Berta va pugué conseguí va sé que li permitigueren assistí al acte solemne y trist de despenjá lo cuadro y empaquetál pera lo llarg viache; se li dixáe aná a despedís pera sempre del seu capitá, del seu presunto fill. Algo mes va oferí lo millonari; guardá lo secret, per descontat; pero sense perjuissi de escomensá pesquises pera la identificassió del original de aquella figura, suposán que no fore pura fábula lo que la agüela referíe. Y doña Berta se va despedí hasta lo día siguién, lo radé, relativamén tranquila, no perque se ressignare, sino perque encara esperabe guañá la partida. 

Sense cap duda Deu volíe probala mol, y resservabe pera lo radé momén lo milacre. "¡Oh, pero ñauríe milagre!"



XI.


Y aquella nit va ensomiá doña Berta que de un poble mol lluñ, allá als ports de la seua terra, aon se habíe mort lo amic pintó, li arribabe com per encán, en les ales del ven, un siñó notari, menut, esmirriat, casi enano, que teníe veu de chicharra y cridabe movén en la ma un papé esgroguit: "¡Eh, siñós! paréu; aquí está lo radé testamén, lo verdadé, lo atre no val; lo cuadro de doña Berta no lo dixe lo autó als hospitals; lay regale, com es natural, a la mare del seu capitá, del seu amic... Aixina que arreplego vosté los cuartos, siñó americá lo dels millóns, y cap aquí lo cuadro...; que passo al seu amo legítim doña Berta Rondaliego."

Se va despertá pronte, va recordá lo somni y se va ficá de mal toc, perque aquella solusió, que haguera sigut mol a propósit pera fé lo milagre que esperabe la vespra, ya se teníe que descartá. ¡Ay! ¡Massa sabíe ella, per tota la triste experiensia de la seua vida, que les coses ensomiades no se cumplixen!

Va eixí al minjadó a demaná lo chocolate, y se va trobá allí en un insidén molesto, que ere sobre tot importuno, perque fenla enrabiás, li traíe aquella unsió que nessessitabe pera aná a doná lo radé ataque al tossut Creso y a vore si ñabíe milagre. 

La pupilera, doña Petronila, li ficabe damún del tapet (lo tapet de la taula del minjadó) la cuestió eterna, la única que enfrentabe an aquelles dos passífiques dones, la cuestió del gat. No lo podíen aguantá, ya lay habíe dit; pareixíe un gat montés; en los seus mimos de gat únic de dos agüeles, en les seues costums de animal de campo, independén, tossut, revoltós y furo, salvache, en suma, no sel podíe aguantá. Com no ñabíe cap horta aon pugué eixí, embrutabe tota la casa, lo salón incluít; trencabe tasses y plats, esgarrapabe les cadires, cortines, alfombres, vestits; lo mol llépol se minjabe les dolsaines y la carn. Se habíe de pendre una ressolusió. O eixíen de casa lo gat y la seua ama, o esta acsedíe a una reclussió perpetua del animalot a un puesto segú, aon no puguere escapás. 

Doña Berta va discutí, va defendre la libertat del seu milló amic, pero al remat va sedí, perque no volíe complicassións doméstiques aquell día tan solemne pera nella. Lo gat de Sabelona va sé tancat a la esgorfa, a un trasté, presó segura, perque los ferros de la claraboya teníen una tela de filferro. Com dingú habitabe per allí prop, los crits del presoné no podíen desvelá als veíns; dingú lo sentiríe, encara que se tornare tigre pera bramá lo seu dret al aire libre. 

Va eixí doña Berta de la seua fonda, trist, apocada, disgustada y contrariada en lo insidén del gat y lo record del somni, que tan bo haguere sigut si fore realidat. Ere día de festa; la sirculassió an aquelles hores produíe espán o esglay al ánimo de la Rondaliego. Lo pisso rellissabe, estabe sec y pulit per la gelada... ere pronte; ñabíe que fé tems. Va entrá a la iglesia, va sentí dos misses; después va aná a una tenda a comprá un collá pera lo gat, en ánim de bordali unes inissials, per si se perdíe, pera que puguere sé reconegut... 

Al remat, va arribá la hora. Estabe a la Carrera de San Jerónimo; va atravessá la carrera, lo carré; a forsa de cortessíes y colsades discretes, sense passás, se va obrí pas entre la multitut que ocupabe la entrada del Imperial. Va arribá lo trance serio, lo de crusá la carrera de Alcalá. Va tardá un cuart de hora en dessidís. Va aprofitá “una clara”, com ella díe, y, eixecán una mica lo vestit, va arrencá a corre... y sense novedat, entre la multitut que se la tragabe com a una ola, va arribá a la carrera de la Montera, y la va puchá desplay, perque se fatigabe. Se sentíe mes cansada que may. Auncás per la debilidat o fluixera; lo chocolate se li habíe embossinat en la riña del gat. Va atravessá la red de San Luis, pensán: "Haguera tingut que crusá per baix, per aon lo carré es mes estret." Va entrá al carré de Fuencarral, que ere de les que mes se temíe; allí los raíls del tranvía li pareixíen navalles de afeitá a rape les seues carns: ¡anaben tan apegats a la assera! Al passá enfrente de un casal antic que ña al escomensamén del carré, se va olvidá per un momén, contra la seua costum, del perill y de les precaussions pera no sé atropellada; y va pensá: "Ahí crec que viu lo siñó Cánovas.... Eixe podíe fém lo milagre. Donám... una Real orde... yo no sé... igual un vale pera que lo siñó americá tinguere que véndrem lo cuadro a la forsa... diuen que este don Antonio mane tan... ¡Deu meu! lo maná mol hauríe de serví pera naixó, pera maná les coses justes que no están a les leys." Mentres meditabe aixó, habíe donat algunes passes sense acatassen per aón anabe. An aquell momén va sentí un soroll confús com de veus, va vore mans esteses cap an ella, va sentí un cop a la esquena... que li patejaben lo vestit...

"Lo tranvía", va pensá. Ya ere tard. Sí, ere lo tranvía. Un caball la va derribá, la va potejá; una roda li va passá pel mich del cos. Lo vehícul se va aturá abáns de dixá atrás a la seua víctima. Se la va tindre que traure en gran cuidado de entre les rodes. Ya pareixíe morta. No va tardá ni deu minuts en estáu de verdat. No va parlá, ni va suspirá, ni res.

Va está algúns minuts depositada damún de la assera, hasta que va arribá la autoridat. La multitut, en corro o rogle, contemplabe lo cadáver. Algúns van reconeixe a la agüeleta que tan anabe y veníe, navegabe, y que sonreíe a tot lo món. Un periodiste, jove y alegre, vivaracho, se va quedá trist de repén, recordán, y u va di als concurréns, que aquella pobre agüela lo habíe salvat an ell de una enchampada per lo estil al carré majó, a la vora dels Consells. No repugnabe ni horrorisabe lo cadáver. Doña Berta pareixíe adormida, perque cuan dormíe pareixíe morta. Del coló del marfil esgroguida la cara; lo pel, de sendra, en risos; lo demés, botinas inclusive, tot tabaco. No ñabíe mes que una taca roija, un regueret de sang que eixíe per la comisura dels labios blanquinosos y estrets. 

Al públic ñabíe mes simpatía que llástima. De una manera o del atra, aquella donota eixugada y fluixa no podíe durá mol; teníe que descompondres pronte. En pocs minuts se va borrá lo rastre de aquell doló; se va restablí lo tránsit, va desapareixe lo cadáver, 

va desapareixe lo tranvía, y lo siniestro va passá del carré al Jusgat y als periodics. 

Aixina va acabá la radera Rondaliego, doña Berta la de Posadorio. (Com Gaudí)

Al carré de Tetuán, a un racó de un trasté, a una esgorfa, se quedabe un gat, que no teníe nom, que habíe sigut felís a Susacasa, cassadó de ratolíns de monte, gran botánic, amic de les mariposses y de les michdiades dormides a la sombra de abres seculás. Olvidat per tot lo món, morta la seua ama, lo gat va viure mols díes tiranse contra les  parets, y al remat va morí com un Ugolino, pero sense cap os que rossegá; sentín los ratolíns a les soledats dels perchis (esgorfes, algorfes, pérgoles, porchos) proxims, pero sense pugué aliviá la fam en una sola presa. Primé, furiós, rabián, bufabe, saltabe, esgarrapabe y mossegabe portes y parets y lo ferro de la reixa. Después, en la radera ressignassió de la suprema debilidat, se va dixá caure a un racó, y se va morí pot sé ensomián en les mariposses que no podíe cassá, pero que alegraben los seus díes, allá al Aren, florit al abril, en herba fresca y deleitable sombra a les seues partissións, al marge del barranquet que díen “lo riu” los siñós de Susacasa.