jueves, 2 de diciembre de 2021

DVA, Borao, B

B.

BABAZORRO. d. Joven que se atreve a mayores empresas de las que su edad permite. -c. Rústico, tosco.
BABOSA. a. Cebolla añeja que, plantada, produce otra. - a. Cebolleta.
BACÍA. n. Artesa o en general capacidad de madera en forma rectangular y oblonga cuyo destino es el de amasar, o lavar la ropa o disponer el sustento de algunos animales. n. Letrina, retrete o secreta, según Ducange apoyado en Libertates barcin. mss 1283. -n. volcar la bacía decir alguna sandez, deslucirse con alguna ocurrencia impertinente, hacer de las suyas. (volcá la bássia)

BACHOCA. n. Se dice de cierta clase de judía que no se conserva seca, y se come comúnmente desgranada a medio secar. (Bajoca, fesol vert, bachoca a Valjunquera, La Fresneda; bajoquera, bajoqueres).

BADAL. a. Carne de la espalda y las costillas hacia el pescuezo en las reses de abasto.

BADARRÓN. n. Véase galacho.

BADINA. a. Balsa o charca de agua detenida en los caminos. (Toll, pozo en un río, como la badina negra de Beceite, en el Parrizal. v. Enbadiná, enbadinás).

BADINA. a. Balsa o charca de agua detenida en los caminos. (Toll, pozo en un río, como la badina negra de Beceite, en el Parrizal. v. Enbadiná, enbadinás).


BAGA. a. Cuerda con que se asegura la carga sobre las caballerías: en Navarra treboilla.

BAGUETA, BAGUERETA. d. Baga.

BAHURRERO. a. Cazador de aves con lazos o redes, voz antic.

BAILE. a. Juez ordinario en ciertos pueblos de señorío: usual en la antigua Coronilla.
(bajulo; batle, batlle)

BAILÍA. a. Territorio en donde ejercía jurisdicción el Baile. (batlia, batllia)

BAILÍO. n. Bailía o bailiazgo.

BAJERO. a. Prenda o pieza que suele colocarse bajo de otra, como saya bajera, sábana bajera.

BALDAR. a. Descabalar o dejar incompleta una colección. (Estic baldat: estic mol cansat, cruixit).

BALDRAGAS. n. Persona desinteresada, de buen carácter y de poca energía.

BALSA DE SANGRE. a. Aquella en que, a fuerza de trabajo y costa, se recoge el agua para ganados o personas: si se hace en acampo propio, es privativa del dueño; si en montes comunes, no lo es mientras no se cerque.

BALSETE. n. Balsilla.

BALLICO. n. Planta, avena fatua, ballueca: Oliván emplea esa voz en su Manual de Agricultura.

BALLÓN. d. Arroyo pequeño.

BALLUARTE. n. Especie de andas o parihuelas en que se conduce de un punto a otro el material y sobre todo el desperdicio de las obras: también bayarte como en Navarra.

BALLUECA, c. Especie de cizaña: Asso la describe como aragonesa y es muy nociva al ganado vacuno. (Cañota a Beseit es esta herba que no se pot doná a les vaques).

BANCADA. n. Sección votante de escolares cuando estos conferían a votos ciertas cátedras.

BANDA. n. Faja o ceñidor que se viste alrededor del cuerpo.

BANDEADOR. Columpio.

BANDEAR. n. Tocar o doblar las campanas.

BANDEARSE. n. Pasarlo con decencia. -n. Estar (como generalmente se dice) entre dos aguas. -n. Columpiarse: en Castilla significa mover a una y otra banda, anticuado.

BANDO. n. Comba, pandeo: se aplica, ya a los cuerpos colocados horizontalmente cuya extensión y peso les da algún pandeo, ya sobre todo a los que están puestos verticalmente y que, no teniendo solidez proporcionada a su altura, se cimbrean algún tanto. -n. a todo bando, expresión que se usa comúnmente en sentido moral, para denotar que se hace alguna cosa descaradamente y arrostrando todas sus últimas consecuencias.

BANOVA. a. Colcha, o cubierta de cama: en algunas partes banúa. (Bánua, en acento a la primera a, li diem encara a Beseit.)

BANQUERA, a. Colmenar pequeño sin cerca, sitio donde se ponen en línea las colmenas sobre bancos.

BARBADO. c. Sarmiento con raíces dispuesto a la plantación.

BARBARIDAD. n. Gran cantidad. (Qué barbaridad de barbas había en la barbería de Barbastro)

BARCHILLA. d. La dozaba (doceava) parte de un cahiz de granos.

BARDINO. n. Se aplica al perro u otro animal que tiene el pelo de un color dudoso, entre plomizo y gris: también se dice bárdeno.

BARDO. d. Barro.

BARDOMA. a. Suciedad, porquería, lodo corrompido. (tarquí; tarquín)

BARDONERO. n. Véase bordonero y bordonador que son más usados.

BAROTE. n. Balaustre: también puede escribirse varote.

BARRAL. a. Redoma grande de vidrio capacidad de una arroba de vino próximamente. (aproximadamente) (La barrala : cantrella an alguns pobles com Lledó)

BARRANQUERA. n. Se aplica a cualquier género de peonza que, por tener mal limado el clavo o la punta, da vueltas con poca suavidad.

BARRAS. n. Las cuatro bandas, listas o palos rojos en campo de oro con que blasona el reino de Aragón.

BARREAR. a. Borrar o cancelar lo escrito, pasando por encima una línea de tinta o lápiz.

BARREDERA. n. Se usa en la expresión echar la barredera, para denotar

que se ha decidido bruscamente la cuestión, que se ha dado una salida que ya no admite más opiniones.

BARRERA. n. Corral de ganado al descubierto.

BARREÑO. c. Jofaina o aljofaina.

BARRIGUERA. n. Especie de correa o cincha.

BARROS. n. Lodos: ambas son castellanas, pero, tratándose de la suciedad de las calles, en Aragón se prefiere la primera y en Castilla (como dice la Academia) la segunda.

BASTA. c. Hilván.

BASTARDELO, a. Cuaderno-borrador en que el escribano o notario conservan los autos y escrituras.

BASTE. p. Especie de albarda o aparejo.

BATEAGUAS. c. Paraguas.

BATIFULLA. a. Batihoja o batidor de oro, ant. (Fulla, hoja; folio, folium).

BATIMIENTO. a. Acción y efecto de batir, sobre todo la moneda.

BATIR. p. Verter, arrojar, desechar. -d. Derribar o dejar caer al suelo alguna cosa (abatir): la Academia, aunque parece coincidir con esta significación que, como se ve, tomamos del Diccionario de Peralta, pero no se refiere sino a lo que se derriba a viva fuerza; y, como prueba de que no se considera castellana aquella palabra, los colectores oficiales de los trozos selectos para uso de los Institutos del reino la acusan de poco castiza en el verso de Ercilla "Que estuvo en punto de batirle al suelo." y proponen como más propia postrarle o derribarle. - n. Labrar moneda, en cuyo sentido usan también esa voz los fueros de Navarra.

BATUECO. d. Huevo huero: se usa también en Navarra, y existe fuera de Pamplona una fuente medicinal llamada el Batueco con alusión al olor ingrato de sus aguas (sulfurosas). (Lo badoc de la carbassera té coló taronja com lo rovell o yema del ou.)

BATURRO. n. Se dice de los jornaleros del campo y gente menos acomodada; pero es voz familiar.

BÁZARO. c. Escoria de algunas sustancias como cera pez, etc.

BEBER LA TOCA. n. Impacientarse, irritarse, incomodarse fuertemente, principalmente con los niños.

BEBIDA. a. El tiempo en que descansan los trabajadores, principalmente en el campo, y en que toman algún bocado o trago.

BECARACHA. n. Ave.

BECARDÓN. a. Agachadiza, ave.

BELÉN. n. Nacimiento o representación del de J. C. por medio de figuras de bulto que se destacan en el paisaje correspondiente. -n. Desorden, confusión (se armó el Belén). - n. Persona insípida. -n. Estar en Belén, estar en babia (Babia, León).

BELLO (bel), BELLA. n. Alguno, alguna: voz local.

BÉRBERO, a. Agracejo, arbusto y su fruto: en Castilla es la confección que se hace con la agracegina.

BERENGUERO. n. Ducange lo incluye en su Glossarium, pero ignorando si significa berlina o círculo de hierro para la cabeza de los ajusticiados. (Berenguer nombre, Berengarius)

BERGANTO. d. Cardenal, señal o hinchazón que deja algún golpe, sobre todo de látigo. Fuera mejor escribir verganto. (de verga, como la del veguer, virgario)

BERLANCO. d. Berganto.

BESCAMBRE. n. Creemos que bresca: se halla esa voz en las Ordinaciones de Abejeros a las páginas 27 y otras.

BESQUE. a. Liga, materia viscosa. (besc, vesc, visc; pasta que se hace con el muérdago aplastado para atrapar aves pequeñas que se quedan enviscadas, pegadas)

BESTIAR. n. Bestia, y también ganado mular o caballar. (Bestiá tamé se li diu a les ovelles a Beseit)

BEUNA. a. Vino de color de oro de la uva de este nombre que es bermeja, (roja, rojiza, color bermellón) pequeña y de hollejo tierno.

BIASMO. n. Blasmo, desdoro, vituperio, mala fama.

BIENES (aprehender los). a. Embargarlos.

BIENZA. a. Binza o tela del huevo: telilla o panículo del cuerpo del animal.

BIGARDÓN. n. El que es desmesuradamente alto en proporción a su edad: en Castilla el vago u ocioso, en cuyo sentido también se usa en Aragón.

BIMARDO. d. Novillo, buey de dos o tres años.

BIRLA, a. Bolo en el juego de ellos. (La birla, les birles. Birlot es la fusta que se tire).

BIRLÓN. a. El bolo grande que se coloca en el centro de los demás.

BISALTO. a. Guisante: es también provincial de Navarra. Lo interpreta en su Glosario el Memorial histórico de la Academia de la Historia, tomo V. 1853.

BISCA. d. Remusguillo, viento no muy fuerte pero frío y penetrante.

BISTRAER. d. Sonsacar.

BISTRETA. d. Cantidad que en lo antiguo se adelantaba a un procurador. (Bestreta, bestraure)

BITERJA. n. Aguamanil, según se lee en las leyes palatinas de Jaime II.

BLANQUERO. d. Blanqueador.

BLETO. n. Bledo, planta. (blet, blets; bletum)

BOALAGE. a. Tributo que se pagaba de los bueyes. (bouage, bovage, de bou)

BOALAR, a. Dehesa boyal. -n. Herbaje. -n. Porción de terreno destinado al pasto de los ganados del abasto público o al de las caballerías de labor de los vecinos.

BOCA (venir a) n. Reventarse o abrirse un tumor; venir a supuración.

BOCAL, a. Presa o fábrica de muro para atajar el agua de un río.

BOCHA. n. Planta, globularia alypum: es lo mismo que cebollada.

BODOLLO. a. Podón o instrumento corvo de acero para podar cosas fuertes.

BOFO. d. Fofo.

BOGETA. a. Sardineta, voz antic.

BOHEMIANO. n. Gitano: en Castilla es sinónimo de bohemo o natural de Bohemia, y para significar, entre otras, la idea de gitano, se usa de la palabra bohemio.

BOIRA. d. Niebla muy espesa.

BOJARDONES, d. Especie de setas.

BOLADO. p. Pan de azúcar rolado. - Llámase también esponjado, azucarillo y panal.

BOLCHACA. a. Bolsillo o faltriquera: dícese también bolchaco. (borchaca, burchaca)

BOLEA. d. Pelota jugada al aire. -d. Mentira. (bola)

BOLETA. n. Cierta especie de buitre.

BOLETERO. n. Encargado de distribuir las boletas de alojamiento.

BOLINCHE. n. Judía redonda y no grande de muy buen sabor. -n. Juego que se compone de un palo torneado que por un extremo tiene una cazoleta y por otro una punta, y de una bola agujereada y suspendida del centro del palo por una cuerda: consiste en elevar la bola, pero de suerte que caiga en la cazoleta o se introduzca en la punta a voluntad del jugador: hemos visto designado alguna vez ese juego en Castilla con el nombre análogo de boliche, pero la Academia da otras significaciones a esa voz.

BOLISA. p. Pavesa, motilla en la ropa o flotante en el aire.

BOLlSERÍA. n. Enredo, trapacería.

BOLISERO. n. Enredador, trapacero, y también taimado y aficionado a naderías.

BOLO. a. Almohadilla oblonga en que se hacen los encajes. (encajes de bolillos)

BOLSEAR. a. Formar pliegues y arrugas en cualquiera tela.

BOLLO. c. Chichón. (boñ al cap)

BONAVERO. n. Anotación o relación de los bienes sobre que versa una demanda; suele acompañarse, sobre todo en el proceso de aprehensión, a la demanda misma o apellido. (bona + vero: bienes verdaderos, verificación de bienes)

BONETERO. n. Planta, evonymus europaeus.

BOÑIGA, c. Excremento del ganado vacuno. (Se usa güeña en algunos sitios)

BOQUE. d. Macho cabrío. (Bock en alemán. Bock Damm, la servesa negra té com a símbolo este mascle de salvache. A Beseit li diem choto al mascle de la cabra).

BORDA. p. Choza, pajar, corraliza: provincial de Navarra en el primer sentido, según la Academia. (Laborda, Labordeta)

BORDÓN. n. Bohordo.
BORDONADOR. BORDONERO. n. El que tiraba bordones al tablado, lo cual se consideraba menos difícil que el arrojar lanzas. (Véase tablajero).

BORGUIL. n. La paja apiñada en forma de cono truncado y cubierta con un tejadillo para libertarla de la lluvia.

BORROSO. a. El oficial de poca habilidad.

BORRUFALLA. a. Hojarasca, fruslería, cosa de poca sustancia. (barallofa etc.)

BOSANAYA. n. Moneda que duró tres años hasta el 1212, según un Cronicon barcelonés citado por Ducange, el cual incluye también las voces balssonaya y bosonoya y cita estas palabras de Pedro III en 1343 "Concedimus deferre monetam sive bossonoyam billonum vel balssonoyam quamlibet."

BOTARGA, a. Dominguillo en la fiesta de toros.

BOTEJA. n. Botija.

BOTIFUERA. n. Gratificación, descuento o regalo que se hace al comprador. -n. Cierto derecho que cobra por cántaro el medidor del vino. -n. Propina a los criados.

BOTIGA. p. Tienda de mercader: la Academia trae como castellanas las palabras botiguero y botiguilla. Taller de artista, acepción poco recibida.

BOTINFLADO. d. Hinchado. -n. Hombre desproporcionadamente grueso y por algún concepto repugnante.

BOTO. a. Pellejo para contener vino, aceite, u otro licor. - n. judía bota, variedad que se distingue por ser más tierna y estar fuera de la vaina.

BOZO. n. Bozal o aparato de varia invención que se pone a los perros en el hocico para impedir que muerdan. (bossal).

BRAGA. a. Metedor o lienzo que se pone a los niños bajo el pañal.

BRASMAR. n. En el Diccionario inédito de Rosal se lee: brasmar dice el aragonés, del griego brasmos o brasma, la tempestad del mar o la demasiada risa o ruido: Aldrete lo deriva también del griego y lo hace equivalente a concussio.

BRAZAL, a. Cauce o sangría que se saca de un río o acequia para riego de huertas y sembrados.

BRAZO. n. Se dice irónicamente brazo de S. Valero (patrón de Zaragoza) por aquel que tiene poco poder, poca influencia, poca significación.

BRESCA. a. Panal de miel: en la última edición de su Diccionario lo incluye la Academia como castellano: era vocablo usado por los poetas provenzales.


BRISA. p. Orujo de las uvas.

BROCAL. d. Bocal, azud con aplicación a los canales.

BROCUL. BROQUIL. d. Bróculi, col. (Lo brócul li diem al grumo de la col)

BROCHINA. n. Vientecillo sutil y frío que viene del Guara o de Moncayo, como el que Madrid recibe de Guadarrama.

BROSQUIL. a. Redil.

BROZAS. n. Con este plural se designa a cualquiera persona torpe, desmañada, o desaseada.

BROZOSO. n. Calificativo de igual significación que el sustantivo anterior.

BRUTAÑA. n. Hombre abrutado, grosero, mal educado.

BUCARÁN. a. Bocací.

BUCO. a. Boque o macho cabrío.

BUEGA. a. Mojón, linde que divide las heredades.

BUFÍ. a. Especie de tela como camelote de aguas.

BUFÓN. a. Buhonero, ant.

BUFONERÍA. a. Buhonería.

BULBO-CASTAÑA. n. Planta que Cienfuegos designa con ese nombre, y es la llamada banium bulbocastanum.

BULQUETADA. n. La carga de un (volquete) bulquete.

BULQUETAZO. n. Golpe, caída: se usa también en sentido moral como sinónimo de desgracia o cambio de fortuna.

BULQUETE. n. Carro ligero que gira por medio de una clavija, y suelta de golpe la carga por la zaga: suele conducir escombros. Úsase también en Navarra.
BULTO. n. Almohada sin la funda exterior de lienzo blanco: la Academia llama bulto a la funda de la almohada, y almohada al colchoncillo y a la funda blanca en que se mete.

BURO. a. Greda, arcilla.

BURRO. n. Espuenda o margen.

BUSCA. d. Mota.

BUIDADOR. BUIRADOR. d. Latonero, operario en objetos de latón, azófar etc.

BUYADOR, a. Latonero.

DVA, Borao, Apéndice + anexo vocabulario

APÉNDICE.

DVA, diccionario, voces, aragonesas, Gerónimo Borao, kindle


INTRODUCCIÓN.
(Las páginas se refieren al original, no coinciden en formato doc, html)
PÁGINA 6.

El autor del famoso diálogo de las lenguas, obra escrita en el siglo de oro, y publicada en el XVIII por Mayans, con sus Orígenes y otras piezas literarias, se supone ser el protestante Juan de Valdés.

IBIDEM.

Citando el erudito arabista Sr. Gayangos al morisco aragonés Mohamad Rabadán, natural de Rueda de Jalón y autor de un poema aljamiado en honor del anaví Muhamad, el cual se incluye por primera vez en los apéndices a la Historia de la literatura española del sabio anglo-americano Ticknor, dice de su cuenta que “en Aragón, sobre todo, donde por causas locales comenzó antes la amalgama y fusión de las dos lenguas (española y árabe) hubo pueblos en que se hablaba y escribía una jerga casi ininteligible para los no versados en la lengua arábiga.”

PÁGINA 27.

Solamente hablando con impropiedad, aunque impropiedad a veces inevitable, se puede considerar a la aragonesa como tal lengua o idioma por más que un autor moderno diga que “hasta la misma Andalucía y el Aragón no se han emancipado aún completamente de sus primitivos idiomas”, y por más que en la comedia Tesorina de Jaime Huete se diga “pero, si por ser su natural lengua aragonesa, no fuese por muy cendrados términos, cuanto a esto merece perdón”. Otra cosa es que en los autores aragoneses se note tal cual locución o modismo provincial, como los notó Zurita, aunque en él son rarísimos, el crítico Sepúlveda, o como se vislumbran en Avellaneda, en quien a posteriori han podido advertirse desde que Cervantes, que debió de conocerle, lo declaró aragonés en varios pasajes del Quijote.
Sobre el fingido Avellaneda, cuyo lenguaje se ha examinado muy poco, nos permitiremos una ligera digresión por lo que tiene de interesante a nuestro objeto.
Cervantes publicó en 1605, y después en 1608, las cuatro partes de D. Quijote, que después él quiso que se llamaran una sola y primera parte, a la cual dio cima con el encantamiento del héroe manchego, el cual, razonablemente maltratado por el cabrero y los disciplinantes, fue restituido con aquella industria a su aldea, en donde el autor le dejó tan finado, como que habló de lo poco que la tradición conservaba acerca de sus posteriores aventuras en Zaragoza y concluyó con los versos que a su muerte se escribieron, pero dejando, no obstante, al lector con esperanza de la tercera salida de D. Quijote. Al cabo de algunos años, y cuando ya Cervantes tenía adelantada su inmortal novela, hasta el capítulo LIX, que es en donde empieza a ocuparse de Avellaneda, publicó este en Tarragona el año 1614 una continuación que Lesage tradujo al cabo de un siglo, en 1704, y que después se ha reimpreso en 1732, en 1805 y por Rivadeneira en nuestros días, habiendo merecido a todos en general fuertes dicterios, pero habiendo sido calificada por Montiano como superior a la del mismo Cervantes Saavedra.
Bueno es que este contestara, en el suyo delicadísimo, al torpe prólogo de Avellaneda; bueno es que continuara su Quijote con la decencia y el donaire que tantas veces hubieron de faltar a su competidor; bueno es que pusiera la inimitable segunda parte suya muy por encima (que lo está mucho en efecto), de la del atrevido ingenio tordesillesco; bueno es que le hiciera las repetidas y chispeantes alusiones que se leen en varios lugares, que le motejara por haber abandonado como ingrata a Dulcinea del Toboso, que le deseara quemado y hecho polvos por impertinente, y aún que trajera hacia el fin de la historia a D. Alonso Tarfe, grandísimo amigo del otro D. Quijote, para que se sacara testimonio por ante un alcalde y un escribano sobre la autenticidad del verdadero hidalgo de la Mancha; pero no anduvo tan cuerdo el gran Cervantes en aquel juego de pelotear los diablos ante Altisidora con el libro de Avellaneda, ni en inquietarse porque este llamara a Sancho comilón, ni en privar a Zaragoza del honor que en recibir a D. Quijote le había dado ya la tradición (en el último capítulo de la primera parte); ni en tener por cosas dignas de reprensión (reprehension)... que el lenguaje es aragonés, porque tal vez escribe sin artículos... y que yerra y se desvía de la verdad en lo más principal de la historia, porque aquí dice que la mujer de S. Panza mi escudero se llama Mari-Gutiérrez, y no se llama tal sino Teresa Panza. (cap. 59). Dejando esto último como menos importante, si bien prueba una vez más la distracción con que Cervantes escribía, cuando no recordó aquellas sus palabras del cap. VII, aunque lloviese diez reinos sobre la tierra, ninguno asentaría bien sobre la cabeza de Mari-Gutiérrez; vengamos a lo del lenguaje aragonés. Que el autor tuviera esa patria no es para nosotros dudoso desde que Cervantes, que le habría muy bien conocido, nos lo aseguró varias veces, ya no con aire de sospecha, sino con toda la resolución de quien hablaba sobre seguro: que el tal aragonés fuera inquisidor está punto menos que resuelto, si, como creemos, se ha interpretado bien una frase de Cervantes: que fuera además religioso de la orden de Predicadores se tiene hoy por muy probable, aunque más lo dudaría Clemencín, fundado en los cuadros y expresiones lúbricas e indecentes del segundo D. Quijote, pero desconociendo la mayor procacidad con que, respecto a nuestros tiempos, en aquellos dorados se escribía: que fuera, en fin, el inquisidor general fr. Luis de Aliaga, o el dominico Joaquín Blanco de Paz con quien se enemistó Cervantes en Argel, o un autor de comedias criticadas en la primera parte del Quijote, como afirma resueltamente D. Vicente de los Ríos, es una cuestión literaria que permanece todavía sub judice, aunque en favor de la primera opinión ha aducido tan buenas conjeturas el laborioso y perspicaz escritor D. Cayetano Rosell, que casi hay que rendirse a su opinión, no porque el episodio de los Felices amantes revele un tan gran conocimiento de los conventos de religiosas que no lo pudiera tener quien no los hubiera menudamente visitado, sino por las analogías de estilo entre el Quijote de Avellaneda y la Venganza de la lengua española de Aliaga, y por la coincidencia de haber denostado a Aliaga el Conde de Villamediana en una décima satírica, con el nombre de Sancho Panza, mientras se designaba con el mismo a Avellaneda en un vejamen de Zaragoza; no siendo por otra parte muy descaminada, aunque desde luego gratuita, la sospecha que ha expuesto Rossell de que, conocido Aliaga en la corte con el nombre de Sancho Panza, tomara Cervantes ese apodo para popularizarlo en su simple escudero, de que resultara la venganza literaria del supuesto Avellaneda.
Para nosotros es todo ello indiferente sino la patria de este autor, y ese es por otra parte el único dato averiguado; pero lo difícil de concebir es cómo encontró Cervantes digno de reprensión el lenguaje aragonés, que sólo conoció porque tal vez escribe sin artículos. Lo ligero y tenue de esta indicación, que luego declararemos ser también poco justa, prueba á lo menos la ninguna diferencia que había entre el lenguaje aragonés y el castellano (a finales del s. XVI y principios del XVII); y aunque nuestro Diccionario, en que hemos llegado a reunir un número bastante considerable de voces, parece que está probando lo contrario, convéngase en que el lenguaje no es en sí desemejante y que el de los escritores es absolutamente común cuando no idéntico.
Hemos leído con algún cuidado la obra de Avellaneda (cuyo lenguaje han convenido, aun sus impugnadores, en que es muy de alabar), y deseando que nos suministrase alguna materia a nuestro Vocabulario, ya que no la hemos obtenido de otros escritores positivamente aragoneses pero siempre escritores en muy buen castellano; no ha podido logrársenos el deseo sino en un reducidísimo número de voces y locuciones. Las únicas palabras que hemos sorprendido son zorriar, repapo, malvasía, repostona, mala-gana y buen-recado, de cuyas cuatro primeras (quizá no todas aragonesas) ya hemos dado cuenta en nuestro Diccionario, habiendo de decir de las otras que la una se halla en el capítulo XXXI en aquel pasaje “a quien, por aguardar que convaleciese de una mala gana que le había sobrevenido en Zaragoza, no quiso dejar D. Carlos,” y la otra en el XXXV “Mal se puede cerrar, replicó D. Carlos, carta sin firma, y así decid de qué suerte soléis firmar. ¡Buen recado se tiene! respondió Sancho: sepa que no es Mari-Gutiérrez amiga de tantas retóricas.” - También leemos en los capítulos XXVI y XXIX “echemos pelillos a la mar y con esto tan amigos como de antes... dése pues por las entrañas de Dios por vencido, como mi amo le suplica, y tan amigo como de antes;” en el XXVII “la primera cosa que hizo en despertar”, locución que Rossell corrige con las de al despertar o en despertando; y en el XVII y otros muchos (porque esta es en él manera de decir muy de su gusto) “a la que llegó (cuando llegó) delante della, se hincó de rodillas.”
No anotamos zorrinloquios por circunloquios porque, en boca de Sancho Panza, no puede ser eso sino un barbarismo dispuesto graciosamente y de propósito; ni hendo cruel penitencia por haciendo, porque nos parece del mismo carácter, aunque hay pueblos en Aragón que dicen vinon por vinieron, tuvon por tuvieron, etc.; mas respecto de omisiones, todo lo que hemos hallado ha sido haberse callado por dos veces la preposición de, lo cual se verifica en aquellas locuciones de los cap. XVII y XIX “cerca (de) los muros de una ciudad de las buenas de España... pero llegando a pasar por delante (de) su monasterio,” las cuales son a uso latino y de uso catalán; y haberse suprimido otras tantas el artículo en el capítulo VII en donde dice “ello es verdad que no todas (las) veces nos salían las aventuras como nosotros queríamos... y con esto hacía toda (la) resistencia que podía para soltarse,” a cuyas frases no es lícito agregar aquella otra “a falta de colcha no es mala (la) manta.”
He ahí pues a qué proporciones queda reducido el reparo de Cervantes, aún más diminuto para el que recuerde aquel pasaje de P. de Mejía en su coloquio del porfiado, “por que en invierno no es menester fresco, y en verano no lo hay todas veces.”


PÁGINA 68.
Algunas palabras de las que se citan en la Introducción se han omitido en el Vocabulario; unas porque, si bien se encuentran en documentos aragoneses, se hallan también en otros castellanos de la edad media, escritos en el mal latín de aquellos tiempos; otras porque no tienen para nosotros un valor conocido. Sean ejemplo alyala o aliala, esto es “praestatio quoe pro investidura et laudemiis fundi alicujus recens comparatidatur, scilicet duo morabatini et septem denarii,” cuyo pago solía expresarse en las escrituras con la frase aliala paccata; apacon cuya voz hemos oído sin que conozcamos a punto fijo su significado; brunias que hemos trasladado a la pág. 7 en un documento citado por Briz Martínez; cazeno, que puede ser roble o encina, pero que no hemos visto en ningún Diccionario, aunque Briz en el citado documento lo escribe, como en latín, de esa manera y sin explicación alguna; macano, que se encuentra en el mismo caso y que, escrito con cedilla, pudiera ser manzano (maçano), leyéndose por lo demás en un documento lusitano citado por Ducange “unam copam deauratam in Maçanis et circa bibitorium et circa pedem;” marcización, que se nos ha comunicado como palabra alguna vez leída, pero que nosotros no hemos alcanzado a conocer en ningún documento ni podido por consiguiente interpretarla; mazarecchos, que hemos visto usado en escrituras aragonesas sin entenderlo, aunque de persona doctísima sabemos que significaba en la edad media una especie de copa traída de Egipto (como maçano: “unam copam deauratam in Maçanis”).

Página 73.
Entre los autores de nota que han dudado acerca de la autenticidad de los poemas atribuidos a D. Alfonso el Sabio, a lo menos en el estado en que han llegado hasta nosotros, se encuentra el no sospechoso crítico D. L. F. de Moratín.

IBIDEM.
A propósito del verbo caler, nos parece oportuno añadir a los escritores que decimos haberlo usado el muy insigne autor del Libro de Patronio, el cual dice en su cuento XVI “ruégovos que me consejedes lo que vieredes que me cale mas de facer.”

Página 96.
Que la Celestina no es de Juan de Mena, de quien en efecto no lo parece, lo prueba, entre otros, N. Antonio (Nicolás).

Página 99.
Entre los nombres cuyo diminutivo único es el en ico podemos citar a abanico, que procede de abano voz anticuada, y que es el único usual, como todos saben, por más que la Academia conserve abanillo y se lea en Lope y otros,
a cuyas flores servía
de abanillo el manso viento
(El premio del bien hablar, III. 2.)

VOCABULARIO.

ACUDIDERO. n. Es muy usual decirse que hay en una casa muchos acudideros, cuando hay muchas atenciones que cubrir.
AGUADA. n. Rocío de la mañana. (aigualera; ROSADA : escarcha)
AHORCADO. n. Se dice tener hueso de ahorcado de aquel que es muy venturoso en sus empresas. -n. Entre los jugadores de dominó se da aquel nombre a la ficha de palo doble que no puede colocarse por haber jugado todas las del suyo.
ALFAZ. n. Alfalfa. (aufals, alfals, alfalz)
ALHODERA. n. En un documento citado por Briz Martínez se lee: “non ponam tibi azaquia aut alhodera qua tibi terram tuam tollam.”
(GLOS: Alhoder, alhodera port. Lo mismo que alhodra. "In qua non ponam tibi azaquia, aut alhodera”. V. Ducange, Glos. in v. alfechna. Alhodra. Especie de tributo que los moros pagaban en España. De alfárda, "colecta" en R. Martín, o de alfárda, "impot foncier" en Kazimirski. De fárda, mudado el fatha de la 1.a radical en o, el f en h, y mediante la metátesis de las dos últimas articulaciones, se hizo hódra, y con anteposición del art. ar. al, alhódra.)
ANHELANTES (ACADEMIA DE LOS). n. Cuerpo literario fundado durante el siglo de oro en la ciudad de Zaragoza, y del cual nos queda como muestra de su espíritu y mérito poético el Mausoleo que dedicó en 1636 a Baltasar Andrés de Uztarroz, discípulo predilecto de Simón de Abril.
ARES Y MARES (TENER). n. Tener mucho, pero suele decirse irónica o dubitativamente: también se dice contar ares y mares, hablar de ares y mares etc.
ARNÉS (JUSTAS DEL). n. Torneos que parece que celebraba tres veces por año una cofradía que existía en Zaragoza bajo la advocación de S. Jorge.
AZEMBLA. n. Acémila, voz antic. que vemos empleada en el Códice tantas veces citado de los Privilegios de la Unión.
BESANTE. n. Moneda de plata que valía 3 sueldos y 4 dineros barceloneses.
(GLOS: Mitical cast. y port., matical, metical, methcaes, pl. port. Moneda de Castilla que en tiempo de D. Alonso X valía 18 pepiones. De mitscál "bisancius" en R. Martín, hebr. *, "ponderatio, pondus." Conde, Memoria sobre la moneda arábiga, en especial la acuñada en España por los príncipes Musulmanes. V. Memorias de la Acad. de la Hist., V, 225. )
CARRACUCA. n. Se usa de esta extraña palabra en la frase “más perdido que Carracuca” denotando que no hay esperanza o remedio para alguno.
CARRAZÓN. n. Balanza de grandes dimensiones.
(GLOS: Carrazón. Balanza de grandes dimenciones. Borao. De carastón, del gr. *, "la balanza de que se servía Arquímedes. V. Dozy, Supl., y cf. calasti.)
COSPILLO. n. Se usa en la frase más bruto que el cospillo para significar el mayor grado de rusticidad o descortesía.
CHULAPO. n. Pilluelo.
CHUMOSO. n. Zumoso, pegajoso, o todo aquello que despide o suda fácilmente algún barniz, sustancia, pringue o líquido espeso. (chumá : ixí aigua; ya chume la fon)
CHUPA-LÁMPARAS. n. Se dice por la persona sucia o desaseada.
EMPANELADO. n. Lo labrado a paneles o entrepaños.
EMPANELAR. n. Labrar una pieza de carpintería a paneles: la Academia, que explica entrepaño y entrepañado, no admite entrepañar.
EN. n. Don, tratamiento: era usual principalmente en Cataluña y en general en los documentos lemosines, pero alguna vez se ha usado en documentos puramente aragoneses.
(Lo llibre dels poetas:

GUERAU DE CABRERA.

Cabra juglar,

non puesch mudar

qu'eu non chan, pos a mi sab bon;

e volrai dir

senes mentir,

e contarai de ta faison:

mal sabs viular

e pietz chantar

del cap tro en la fenizon,

non sabs finir,

al mieu albir,

á tempradura de Breton.

Mal t' ensegnet

cel que 't mostret

los datz a menar ni l'arson.

Non saps balar

ni trasgitar

a guisa de juglar Guascon.

Ni sirventesc

ni balaresc

non t' auc dir e niulla fazon;

bons estribotz

non tiers pel potz,

retroencha ni contenson.

Ja vers novel

bon d'En Rudel

non cug que 't pas sotz lo guingnon,

de Markabrun

ni de negun

ni d'En Anfos ni d'En Eblon.

Jes gran saber

non potz aver,

si fors non ieis de ta rejon.

Pauc as apres

que non sabs jes

de la gran jesta de Carlon,

con en transportz

per son esfortz

intret en Spaingna abandon,

de Ronsasvals (Roncesvalles)

los colps mortals

que fero 'l dotze compaignon,

com foron mort

e pres a tort,

trait pel trachor Gonelon

al amirat

per gran pechat

et al bon rei Marselion.

Del Saine cuit

e' ajas perdut

et oblidat los motz e 'l son.

Ren non dizetz

ni non sabetz;

pero no i ha meillor chanson.

E de Rotlan (la Chanson de Roland; Rolando)

Sabs atretan

coma d'aisó que anc non fon.

Conte d'Arjús

non sabes plus

ni del reprojer de Marcon

ni sabs d'Ajolz

com anet solz

ni de Marchari lo felon;

ni d'Aufelis

ni d'Anseís

ni de Guillermes lo baron.

De Florisen

non sabs nien

ni de las ganas de Milon;

del Loerenc

non sabs co venc
….

Ni sabs d'Erec

com conquistec

l'esparvier for de sa rejon.

Ni sabs d'Amic

com si guaric

Ameli, lo sieu compaignon;

ni de Robert

ni de Gribert

ni del bon Alvernatz Ugon,

de Veziá

non sabs co-s va,

ni de Guondalbon lo Grizon,

del duc Augier

ni d'Olivier

ni d'estout ni de Salomon,

ni de Loer

ni de Rainier

ni de Girart de Rossillon,

ni de Daví,

ni de Raí,

ni de Berart, ni de Bovon.

De Constantí

non sabs que dí,

de Roma ni de Prat Neiron,

de Gualopin,

ni de Guarin,

ni de Sanguin,

ni d'Olitia, ni de Dovon;

de Guajeta

ni d'Aigleta

ni de Folcueis ni de Guion;

ni de Aimar,

ni de Guasmar,

ni de Faquele, ni d'Orson;

del orgoillós

non sabés vos

de Cambrais ni de Bernison;

ni de Darnais

non sabés mais

com n'Aimeric en fos lo don.

Mon-Melian

vas oblidan

on Carles fon mes en preizon.

Ja de Mauran

Om no 't deman

ni de Daurel ni de Beton.

Jes non saubés

si m'ajut fes,

del setge que a Troja fon.

d'Antiochá

non sab res ja

ni de Milida la faison.

Ni de Saurel

non sabs qu'el pel

ni de Valflor, ni de Merlon;

Ni de Terric

non sabs, so-t dic.

Ni de Rambaut ni d'En Aimon.

Ni d'Esimbart

ni de Sicart

ni de Albaric lo Borguognon;

ni de Bernart

ni de Girart

de Viviana ni de Bovon,

Ni de Jausbert

non sabés cert

ni de Folquier ni de Guion;

ni de Guormon

qui tot lo mon

cuidava conquerre per son;

ni d'Aguolan

ni de Captan,

ni del rey Braiman l'esclavon;

ni del beu rei

non sabs que 's fei,

d'Alixandre fil Filipon,

d'Apoloiné

non sabés re

qu'estors de man de Perizon;

de Daire ros

que tan fou pros

qu 's defendet de traizon.

Ni d'Olivier

non sabs chantier,

ni de Verdun ni de Vosprezon

Ni de Cardueill,

ni de Marcueill,

ni d'Aimol, ni de Guion:

ni sols d'Itís,

ni de Biblís

ni de Caumús nuilla faisson;

de Piramús

qui for los murs

Sofri, per Tibes possion;

ni de París,

ni de Florís

ni de Bell'Aia d'Avignon;

Del Formanés.

ni del Danés

ni d'Antelmen, ni de Frizon;

de Rainoal

ab lo tival

non sabs ren, ni del gran baston,

ni de Marcueill

con perdet l'oill

á la porta d'un aguillon,

ni de Bramar

non sabs chantar,

de l'auca ni d'En Auruzon;

ni del vilan

ni de Tristan

c' amaba Icent a lairon,

ni de Gualvaing

qui ses compaing

fazia tanta venaison,

ni d'Aldaer

ni de Rainer

ni d'Eranberg ab lo furguon;

ni de Rainier

ni de Folquier

ni del bon vassall Aubion;

de Lionás

ja non sabrás

ni de Tebas ni de Caton

de Nersisec

d'Arumalec

ni de Calcan lo rei felon,

de Fideús

ni de Formús

que sofrí tanta passion,

del cavalier

ni del liurer

que sus en la garda mort fon;

ni de Riqueut

ni de Mareut

ni d'Arselot la contençon.

No saps upar

mot guariar

en glieiza ni dedinz maizon.

Va, Cabra boc,

quar be 't conoc

qui te envia urtar al mouton. )


ESCOCIDO. n. Escarmentado. (escocer; si algo escuece, uno escarmienta)
ESCUDILLAR. n. Vaciar el puchero sobre la fuente o plato en que ha de servir a la mesa el contenido, y así se dice “escudillar las judías, las patatas, las puches, etc.: la Academia, limitando mucho la significación, dice que “es echar el caldo en las escudillas y distribuirlo y servirlo,” con cuya definición no se explica aquella frase de H. de Mendoza, tan frecuente por otra parte en Aragón, “me parecía más conveniente hora de mandar poner la mesa y escudillar la olla que de lo que me pedía (Lazarillo de Tormes).” -n. En sentido figurado, descubrir un secreto, hacer indiscretamente una confianza, y así se dice “yo le había revelado mi plan y él lo escudilló al punto en el teatro.” -n. Escudillar la sopa calarla o echar en ella el caldo de la olla: en un Diccionario castellano hemos visto, sin embargo, esa acepción.
FORLIER. n. En un Códice de oficios palatinos de Jaime II se ofrecen pintados varios de ellos, entre otros el forlerius, forlerio o aposentador, correspondiente al traversier francés y origen de nuestro furriel, sobre lo cual puede verse a Covarrubias y Latassa B. a. II. 33.
GAÑA. n. Cierta parte dentada o en forma de sierra que tienen en lo inferior de la cabeza algunos pescados.
MALVASÍA. n. La Academia presenta como castellana esta voz en sentido de uva dulce cuyos sarmientos importaron los catalanes en España desde la isla de Chio en tiempo de las Cruzadas: Avellaneda dice en el cap. X de su Quijote “que tengo en el cuerpo tres de malvasía que llaman en esta tierra (habla en Zaragoza), y a fé con razón, porque está mal la taza cuando está vacía della.”
PANEL. n. Entrepaño, voz de carpintería: en francés panneau. (panó)
POTE (COLOR DE). n. Color quebrado o muy bajo, principalmente en el rostro.