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domingo, 21 de noviembre de 2021

DVA, Gerónimo Borao, introducción, 2

II.


A este examen vamos a dedicar el resto de nuestra tarea, procurando señalar la procedencia de algunas palabras, legitimando en lo posible su uso, probando que a su invención ha precedido instintivamente el mejor juicio, y manifestando que no son barbarismos de gente inculta, sino a veces primores que el idioma castellano debiera prohijar (53)
o no haber abandonado. Entiéndase que para la formación de este discurso, así como para la del Diccionario que le sigue, hemos de servirnos, en cuanto nos sea dable, de escritores aragoneses, de anuncios e inscripciones oficiales, de avisos impresos, de la conversación de personas cultas, y sólo en donde todo esto no alcance, del habla común de los aragoneses. No abultaremos, pues, el vocabulario ni la crítica con palabras de las que frecuentemente se improvisan pero no se extienden ni se hacen permanentes: tampoco no lo haremos con las locuciones latinas usadas por nuestros foristas como ne pendente apellatione, artículo de toliforciam, sentencia de lite pendente, neutram y otras, pues aunque sabemos que la Academia incluye algunas locuciones latinas, de antiguo castellanizadas, no le hace, y esto con su habitual prudencia, sino cuando son del dominio general y no del tecnicismo de una ciencia; ni tenemos por verdaderamente aragonesas, aunque de uso particular de nuestros escritores, algunas libertades derivadas del idioma castellano, como tierra baja para denotar cierta comarca de la derecha del Ebro y alto Aragón para denotar la de la izquierda, turbante en sentido del que turba, comisante por el que comisa y adminiculado de adminicular, voces usadas por Larripa; adrezar que dice Blancas; catedrero que consignan los Gestis de la Universidad de Zaragoza; consimile por semejante; reforme por reforma y tisiquez por tisis, que hemos leído en otra parte; caminos circunstantes que también hemos visto usado; membranáceo que dice no mal, en lugar de membranoso, el racionero Latassa; comisarios (54), cercenadores, lugar tenientes y otros cargos que no puede especificar el Diccionario de la lengua y que sin embargo son corrientes en los tratados de legislación aragonesa.

Procedemos en este punto con tal cautela y tan desapasionadamente, que ni damos cabida a algunas palabras (55) por el solo hecho de hallarse en nuestros autores y no en el Diccionario de la Academia; ni incluimos otras que son explicadas como aragonesas por algunos escritores pero que en el Diccionario oficial figuran como castellanas, tales son universidades, gramalla, pedreñal y otras varias; ni acrecemos mucho nuestro Vocabulario con otras cuya definición académica no tiene el alcance de los textos aragoneses como en aquellas hermosas palabras de la Unión “porque non querrian, si Deus e el seynor rey quissies, tener ni seguir otra carrera que la suya;”
ni aun reputamos como aragonesa la palabra dosel usada en las coronaciones de Blancas y calificada como esencialmente aragonesa por él y su comentador el cronista Andrés, el cual para su mejor inteligencia se refiere, bien inoportunamente por cierto, al Tesoro de Covarrubias y al Comento del Polifemo, escrito por García Coronel, cuyos autores no le dejan muy airoso con sus declaraciones.

Lo mismo hemos practicado con algunas palabras puramente lemosinas o catalanas como mateix, res, tantost, apres, nueyt, muyto, destrenyer (acosar), los adverbios en ment o mientre, y con mucha más razón cercar por buscar que usa el Códice de los Privilegios de la Unión, y environar por cercar que dijo el rey D. Martín en la famosa oración con que abrió las cortes de 1398. Hemos también omitido algunos de los muchos tributos o pechas que en documentos latinos aparecen, pero que no creemos del todo aragoneses, como plantáticum que se pagaba por echar el ancla, plateaticum por pasar las plazas, porcagium por los cerdos, salinaticum por la sal, portulaticum y tavitáticum por las naves, etc.; y también algunos de los oficios de la casa real, como subbotellerius, subfornarius, sobrecoch (jefe de la cocina) (Koch, alemán “koj”: cocinero; inglés cook “kuk”) y otros varios, si bien con esta ocasión enumeraremos los que se hallan discernidos en las Ordinaciones de la Real casa de Aragón, compiladas por Pedro IV en idioma lemosín el año 1344, (están en historia-aragon.blogspot.com , son parte de la colección de los Bofarull) traducidas al castellano en 1562 por el protonotario (protonario en el original; prothonotari en un texto del Ceremonioso: https://historia-aragon.blogspot.com/2019/12/offici-sagelladors-scrivania.html )
D. Miguel Climente de orden del príncipe D. Carlos y dadas a la estampa en Zaragoza año de 1853 por D. Manuel Lasala, cuyos oficios (que decíamos) son, dejando a un lado los de uso y nombre más conocidos, los de botilleros mayores y comunes, aguador de la botilleria, panaderos mayores y comunes, escuderos trinchantes, argentarios o ayudantes de cocina, menucier o repartidor, escuderos que traen los manjares, comprador, cazadores o perreros, sobreacemilero y sotacemilero, tañedores, escuderos y ayudantes de cámara, guarda de las tiendas, costurera y su ayudante, especiero, barrendero y lavador de la plata, hombres del oficio del alguacil (jusmetidos a él para aprender criminosos), mensajeros de vara o vergueros, escalentador de la cera para los sellos pendientes, selladores de la escribanía, promovedores, enderezadores de la conciencia, sotaporteros; servidor de la limosna
(almoyna) y escribano de ración que era a manera de contador o tenedor de libros.

Con igual economía hemos obrado al examinar el Índice donde se declaran algunos vocablos aragoneses antiguos, el cual, aunque trabajado por el insigne Blancas; si bien contiene doscientas nueve voces, pero trae muy pocas rigurosamente aragonesas; y aun por eso no hemos incluido de entre ellas sino diez, habiendo despreciado las que nos han parecido castellanas antiguas, que son las más, y habiendo renunciado no sin pena a algunas otras que no dejan de tener semblante aragonés, como son aconsegüexca alcance, bellos ricos, boticayx bofetada, camisot alba, caxo mejilla, desconexenza ingratitud, esguart cuenta, guarda-corps sayo, las oras entonces, lunense apártense (luny, lluny, alunyar, allunyar; chap. llun), meyancera medianía, ont por esto, pertesca parta o tome, pertaña toma, rengas riendas, sines sin, vaxiellos vasos, umplie llenó, izca salga (ixca, ixir, eixir; exitus).

Esa misma parsimonia, pero mucho más fundada, nos ha guiado en cuanto a las palabras castellanas que Ducange define en su Glosario (56), apoyado en documentos aragoneses, cuales son, entre otras, acémila, albarda, alodial, arada, armador, azcona, bandosidad, cabezalero, cahiz, corredor, escombrar, espera, fincar, jurista, malatia, maleta, mayoral, mezclarse, parral, pérdida, perdidoso, quilate, quitación, rastro, realengo, renegado, saca, salva, sesmero, sobreseimiento, soldada, sollo, tapial, taza, timbre, tornadizo y trepado (57). Y si contra este nuestro sistema de conceder a Castilla cuanto la Academia le atribuye (sea cual fuere el verdadero origen de las voces), damos cabida a las ciento o algunas más académicas que Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés castellano, es, no tanto por ser ellas de más uso, si ya no de procedencia aragonesa, cuanto por respetar, como base de nuestro Vocabulario, el primer trabajo que se hizo en ese género; mas, así y todo, las señalamos, para descargo de nuestra responsabilidad literaria, con una letra particular que las distinga, y esto nos permite marcar asimismo las que como aragonesas o provinciales incluye la Academia y las que se deben exclusivamente a nuestra tal cual diligencia.

Pero no hacemos tanto, antes las excluimos por completo, con muchas de las voces que en sus respectivas obras de historia natural escribieron dos insignes botánicos, Bernardo Cienfuegos en los primeros años del siglo XVII y D. Ignacio de Asso (zaragozano) en los últimos del XVIII. Este, sobre todo, a quien se deben muy curiosos y eruditos tratados sobre las producciones, las ciencias, las leyes, la economía política y aun la literatura de Aragón, tuvo la advertencia de consignar, lo mismo en su Synopsis stirpium indigenarum Aragoniae (1779), que en su Introductio ad Oryctographiam et zoologiam Aragoniæ (1784), las voces puramente aragonesas con que se designaban y todavía se designan en el país (que recorrió herborizando y estudiando su suelo y los animales que le pueblan) los objetos sometidos a su descripción. En consecuencia de su plan, calificó unas veces con la palabra vernaculé o provincial de Aragón, otras con la más expresiva de nostratibus, las palabras que tenía por exclusivamente aragonesas, distinguiéndolas de todas las restantes con la anteposición de la palabra hispanis; y por si pudiera dudarse de que designaba con aquellos antepuestos los vocablos aragoneses, él mismo lo declara, ora en el prólogo diciendo Adjunxi etiam vernacula provintiæ nostræ nomina, ora en el índice que titula Nomina hispánica et vernacula Aragoniæ.
Y decimos todo esto, porque parece después muy extraño que persona tan competente en todo aquello que emprendía, calificara de aragonesas palabras que pasan por castellanas, como asnallo, balsamina, cadillo, camomila, cebadilla, ginesta (
plantagenet; parecida a la aliaga, argilaga), margarita, regaliz (regalíssia), sosa, tuca, anadón, andario, becada, calandria, chorlito, dogo, gavilán, lechuza (chuta, ólipa), pajarel, perdiguero, picaraza (garsa en Beceite), polla de agua (focha), pulgón (puó), saboga, tordo (tord o tort en Beceite; tordus), triguero, verderol y otras. Colocónos (nos colocó) esto en la difícil alternativa, o de aceptar por aragonesas bajo la fé de quien, puesto que filólogo, al cabo no se distinguió como etimologista, palabras que no sólo la Academia pero aun los hablistas castellanos han considerado de uso general entre los españoles (también chófer, y no es castellana, a ver si adivinas de dónde viene; o aspirina); o de desairar, sinó, el voto calificado de un literato dedicado con ardor a las ciencias naturales y conocedor por sí mismo de los nombres con que la ciencia y el vulgo designan cada cual los objetos de la naturaleza. Pero nuestra imparcial elección ha estado en favor del habla común española, no sólo por el mayor crédito que nos merecen las muchas y buenas autoridades que contradicen la absoluta de Asso, sino por otra consideración que, favorable como lo es a Aragón, no podemos excusarnos de aducirla.

De esas voces, hoy todas castellanas, supuesto el admitirlas como tales la Academia, las hay, como balsamina, cadillo, calandria, cebadilla, chorlito, dogo, gavilán, ginesta, perdiguero, pulgón, regaliz, saboga y sosa, que ya se hallaban incluidas en la edición príncipe del Diccionario publicada en 1726 por aquella corporación literaria, y no se concibe cómo pudo desentenderse de esta autoridad el naturalista de Asso: pero hay otras, y a la fé muy bellas, como andario, asnallo, camomila, margarita, pajel,

picaraza, polla de agua, tordo, tuca y verderol, que no tenían cabida en aquella edición (58), que en Aragón eran ya muy usuales, y que hoy han pasado al fondo común de la Academia, sin que de nuestra parte quepa contra esto reclamación alguna,
(
como pasan casi todas las palabras aragonesas, mallorquinas, valencianas al DCVB y las consideran catalanas. Sólo hace falta revisar un poco Lou tresor dóu Felibrige para ver su procedencia occitana) como quiera que todos los idiomas viven de esos cambios mutuos, principalmente cuando la lengua de una nación prevalece (como su política) sobre los dialectos (o lenguas documentadas) de las provincias que vienen a constituirla.

Pero hay que considerar como aragonesas algunas palabras que, si bien incluidas como castellanas en el Diccionario general de la lengua, no puede negarse que son de uso constante, popular, y, por decirlo así, privilegiado en Aragón, mientras lo tienen muy raro o ninguno fuera de él, pudiendo asegurarse desde ahora que, pasado algún tiempo, y cuando ya la Academia forme la convicción en que nosotros nos hallamos, habrá de conservarlas en su Diccionario con el carácter exclusivo de provinciales de Aragón (59). Aquí, en efecto, se dice suplicaciones por barquillos como en el Desden con el desden; no marra por no falla como en las farsas de Lucas Fernández; aturar, como en Berceo «Abrán con el diablo siempre a aturar, y como en Lorenzo de Segura «Anda cuemo ruda que no quiere aturar,» amanta, amprar, arguello, arramblar, caño, malmeter, masar, paridera, punchar, rematado, vencejo, y otras varias (60) que se usan frecuentemente entre nosotros, y de las cuales y otras ya notó Capmany que algunas, como aturar, cal, dita, malmeter, ostal y pudor, eran a un tiempo de Cataluña y de Castilla.

De entre las palabras verdaderamente aragonesas aunque de apariencia castellana, de entre las palabras que, a cambio de otras citadas y consentidas como castellanas, tenemos que revindicar como nuestras y sólo nuestras, citaremos más detenidamente, por ser de las más vulgares en nuestro pueblo llano y sólo en él, la famosa expresión impersonal no me cal (no te cal, no le cal) en significación de no me importa, no me conviene, no me es menester, no me cumple, no tengo que etc., cuya frase, que no traen ni Covarrubias, ni la Academia en su Diccionario grande, ni el jesuita Terreros, ni Rosal en su Diccionario manuscrito, se halla autorizada en nuestros días como castellana por la Academia de la lengua, pero usada como aragonesa por sólo nuestros labriegos. (Yo soy filólogo de literatura inglesa y la uso en mi pueblo, Beceite) - En el poema del Cid hablando este de los Infantes sus yernos dice Curiellos quiquier ca dellos poco min' cal, y más atrás Si el rey me lo quisiere tomar, a mi non minchal: en el Poema de Alejandro se lee non te cal ca se vencires non te menguarán vasallos, y en otra parte Mas quequier que él diga a mi poco me cala: en las poesías atribuidas (61) a D. Alonso el Sabio también encontramos

E si vos veis este fuego

non vos otras cosas calen;

en el Laberinto de Juan de Mena

Mas al presente hablar no me cale;

Verdad lo permite, temor lo devieda;

en las poesías de A. Alvárez Villasandino:

Ya non me cal

pensar en al; (chap. ya no me cal pensá en datra cosa)

en las farsas o cuasi-comedias de Lucas Fernández n' os cale desemular; y, lo que es mucho más notable, en las epístolas del obispo Guevara, predicador de Carlos I, «no le cale vivir en Italia el que no tiene privanza de rey para se defender.»


Pero aunque las autoridades que llevamos citadas han podido influir en la Academia para la admisión de esa voz, que sin embargo no vemos incluida en el gran Diccionario de autoridades de aquella corporación, ni tampoco en el de Terreros publicado en 1786, debemos advertir que quienes la han conservado sin interrupción son los aragoneses, desde que (a nuestro parecer) la tomaron de los provenzales, en cuya poesía se halla usada repetidas veces, así como la tienen el idioma italiano en calere, el francés antiguo en chaloir, el catalan en caldrér, y, aun forzando un poco la analogía, el latín en calescere, agitarse, moverse, pudiéndose decir no me mueve, no me agita, no me domina, no me da cuidado, no me importa. Del uso lemosín no puede dudarse al leer en una canción de Pedro III no m' calgra no me sería necesario, y en un poema anterior (62) perteneciente a los primeros años del siglo XIII y publicado y traducido recientemente por Fauriel

Per Dieu, n’ Ugs, ditz lo coms, nons clametx que nous cal.

Por Dios, D. Hugo, dijo el Conde, no os quejéis, que no os conviene.

y más adelante al verso 4844

A la meridiana quel soleilhs pren lombral

el baro de la vila estan á no men cal.

esto es “al mediodía, cuando el sol penetra en todo sombrío y los defensores de la ciudad están descuidados”, o “no están sobre las armas,” como viene a decir Fauriel, o “están en un no me importa,” si fuera posible traducir así aquella expresión que de todos modos indica el abandono.

Y finalmente, verso 4913

Mas non aia Belcaires temensa que nolh cal.
que Fauriel traduce “Mais que Beaucaire n'ait plus de crainte; il n'en doit pas avoir" y que en castellano se puede expresar diciendo “Pero no tema Beaucaire, pues no debe, pues no le corresponde, pues no tiene motivo, pues no tiene por qué.”

Haciendo punto en esta digresión, ya demasiado extensa pero no inútil a nuestro propósito, y anudando el pensamiento de donde ha partido, tócanos manifestar que, señaladas las palabras usadas por autores aragoneses mas no por eso aragonesas, e indicadas también las que a toda luz son de Aragón aunque todavía calificadas como castellanas; pudieran añadirse ciertas otras generalmente usadas en Aragón y que, a pesar de serlo en Castilla por escritores de nota, no tienen cabida como castellanas en el Diccionario de la lengua; tales son haldeta que usa Moratín en aquel verso de sus Navés de Cortés.

de azul y negro las haldetas de ante;

esmangamazos, que, sin el prepuesto privativo, leemos en aquellos versos del Cancionero de Baena

A ty mangamazo syo otra tonsura.

por mi serà dada muy gran penitencia;

(págs. 447 y 481.)
laminero, que tanto divierte a los castellanos cuando lo oyen a algún aragonés y que, sin embargo, no sólo es muy natural derivado de lamer, y muy parecido a lamistero y lamiscado, sino que se ve usado en el arcipreste de Hita,

La golosina tienes goloso laminero;
a placer, que vemos en aquel romance

en corte del rey Alfonso

Bernardo a placer vivía;

pintar, que usan nuestros pastores por tallar, aunque justo es decir que la Academia lo hace sinónimo de escribir, explicando bien ambas versiones aquellos versos encantadores de Gil Polo

mas serate cosa triste

ver tu nombre allí pintado (señalado en mil robles)

…..

no creo yo que te asombre

tanto el verte allí pintada etc.;

mueso, o bocado, (mos; mossegá) que derivado de morsus (de donde después almuerzo) (amorsá, almorsá) se halla como provincial de Aragón y, no obstante, lo encontramos en el Poema del Cid.

Nol' pueden facer comer un mueso de pan,

y en el de Alejandro aunque con varia lección, y en los poetas del Cancionero de Baena

E luego será del todo vengado

el mueso podrido que dió el escorpion
….

Mas freno sin mueso é chapa

vos daria aun emprestado;

peñora (pignorare) y caritatero que explican Berganza y Merino, dando a pennora el significado de multa y prenda, y a caritas el de refección de bebida tras la colación y lección espiritual; tastar, (taste inglés: probar) que si bien se halla en sentido de tocar, derivado de tactus, también tiene en Berceo el de probar o morder en aquel verso

Que de meior boccado non podriedes tastar;
macelo, cuyo derivado macelario no incluye la Academia pero sí en sus vocabularios los eruditos PP. Berganza y Merino; vencejo, de vinculum, (
vencill, bensill, etc; para atar una garba de paja, alfalfa) que, aunque admitido por la Academia en significación de ligadura, sobre todo para atar las haces (feix, feixos) de las mieses, lo declara
D. Tomás Antonio Sánchez privativo de Aragón al explicar el verso de Berceo

Alzáronlo de tierra con un duro venceio;

cútio, que en Aragón significa constante, diario, no interrumpido, conforme con su elimología quotidie, quotidianus, y que la Academia escribe y explica de otro modo, poniendo cutío, trabajo material, y omitiendo absolutamente en su Diccionario el adjetivo cutiano (quotidiano) (cotidiano) que leemos en el poema de Alejandro

Un pasarïello que echaba un grant grito

andaba cutiano redor de la tienda fito

y en Berceo

facie Dios por los omes miraclos cutiano

y en el célebre Villasandino

Pues memento mey cutiano disanto.

de, partícula expletiva que se usa en la frase me dijo de antes su parecer, y en otras parecidas, y que también usan nuestros clásicos como Cervantes, “tan bien barbado y tan sano como de antes,“ y el obispo Guevara “y sus pueblos quedaron como de antes perdidos.“

Añadiríamos a estas algunas otras palabras y frases que, siendo muy familiares en Aragón, y no teniendo nada de exóticas ni nuevas, están excluidas, no obstante, del Diccionario de la Academia, por donde oficialmente resultan no ser castellanas, mientras son positivamente, ya que no aragonesas, de uso aragonés; pero atribuyendo este silencio, no a decisión magistral sino a descuido inevitable de aquel sabio cuerpo literario, no adicionaremos el anterior catálogo ni aun con las dos que por ahora nos ocurren. Es la una llevar la corriente, frase que hemos oído a castellanos puros y que usa el Duque de Rivas (poeta cordobés) en el romance último de su Moro Expósito

“, le acaricia, le lleva la corriente”

La otra es la voz medicina que no se define por la Academia sino como “ciencia de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano,” y que en sentido de medicamento (63) es en Aragón vulgarísima, se usa mucho por los facultativos y se lee con frecuencia en las Ordinaciones del Hospital de Zaragoza 1656, siendo además común a la lengua italiana y al dialecto catalán, pero que no puede formar parte de nuestro Diccionario cuando la vemos usada en todos los más distinguidos escritores castellanos, desde Cervantes a Espronceda, desde Quevedo hasta el poeta popular Trueba, y lo mismo en fr. Luis de Granada que dice sin los tormentos de los médicos y las medicinas, en Mexía como el buen medico sus medicinas, en Guevara y lo poco que las medicinas le han aprovechado, en Rhúa que sana la herida con medicinas lenitivas.

Pasando ahora a uno de los más notables grupos en que pueden dividirse las palabras aragonesas, digamos en honor suyo que este pueblo ha conservado un gran número de las que constituyeron el habla antigua castellana, siendo ya consideradas como arcaísmos fuera de uso algunas y no pocas, que acá nos son del todo familiares, y que en parte componen el más usual vocabulario de la gente inculta, cuyos modismos excitan hasta cierto punto la compasión de quien los oye, ignorándose, aun por nosotros mismos, que así hablaron los padres del común idioma castellano.

Sería, en efecto, un trabajo muy curioso el de reunir las voces, incorrectísimas hoy, de las clases últimas del pueblo, y observar su perfecta identidad, no ya con las que se emplearon en los siglos primeros del habla, sino aun con muchas de los escritores que florecieron en el siglo XVI (64). Llegarían esas semejanzas hasta el punto de ser fácil componer todo un discurso, y aun todo un libro, con palabras tomadas del antiguo castellano, que sin embargo serían exactamente las que usa con predilección el pueblo aragonés; bien que muchas de ellas no dejan de ser comunes con el ya bárbaro dialecto que todavía conserva el estado llano en toda España. Sean ejemplo de esta observación, sin que por eso abultemos con ellas nuestro Diccionario, las palabras niervo; omecida, gomitar, buticario, reconvinió, *prolvengan, filicidad, tuviendo, entreviniendo, abellota, quisiendo, *previdencia, risistir, pidir, dicir, recebir, vieda (veda), siguidilla, ambrolla, crocodilo, (latino puro) virificar, ogepción, asasinar, etc. Séanlo también mesmo, trujo (65), agora, escuro, enantes, dende, que los poetas dicen con frecuencia. Séanlo igualmente estentinos, malmeter y rancar, que usa Juan Lorenzo de Segura; emparar que se lee en Berceo; bulra, estoria, estruir y mandurria que emplea el arcipreste de Hita ; churizo (66), (choricer en Alcañiz, jueves lardero y chorizo) previlegio y rétulo, que nos dice Covarrubias; rabaño y aspárrago que conforman más con la etimología hebrea y latina; pedricado, que dice el rabí D. Santob; cantacio, estentino y otras muchas que se ven en el Cancionero de Baena; empués, que dice Marcuello (pero también Berceo); agüelo y cudicia Aldrete; acontentar el autor del Diálogo de las lenguas; inconvinientes, encorporar y muchas otras Zurita; riguridad Tirso de Molina; mesmamente el P. Isla.

Pero estas palabras no son otra cosa, aunque saludadas con el nombre de barbarismos, sino ligeras desviaciones enfónicas de otras verdaderamente castellanas: las hay que siendo notadas en Castilla como arcaísmos, son en Aragón bastante corrientes, y de ellas citaremos (aunque no hagamos uso de todas en el Diccionario) abejera, aconsolar, afigir, afirmar, almuestas, aplegar, apoticario, árcaz, asin, asisia, asumir, azarolla, bahurrero, batifulla, batimiento, bogeta, buco, cadillo, calendata, cablieva, canso, capacear, casada, cocote, coda, espedo, fajo, fendilla, ferial, fosal, interese, marzapán, mayordombría, mida, mueso, nano, ostaleros, otri, pasturar, peñorar, pigre, tardano, tributación etc.; de cuyo catálogo, que pudiéramos no sin dificultad engrandecer, se deduce lo que ya hemos indicado, es a saber, la religiosidad con que el pueblo ha guardado la antigua manera de hablar, haciendo en él la ignorancia las veces del respeto.

No son menos recomendables, pues son igualmente puras y perfectamente conformes con la índole o genio del idioma, las palabras compuestas que ostenta el aragonés.
No hay para qué decir la belleza y el número que de los compuestos resulta; ni la facilidad con que la lengua española los admite, merced a sus terminaciones vocales y a la buena proporción en que entran estas letras; ni la condensación que producen, economizando circumloquios y partículas; ni el uso que de ellos hicieron las lenguas antiguas, principalmente la griega: todo es demasiado conocido para necesitar
esplanarlo, y mucho menos aquí en donde por otra parte no tiene su principal asiento. Pues bien: de estas composiciones que deben tomarse, sino es en las ciencias, del fondo que ofrece el propio idioma (según lo insinuó Mayans con acierto, tomando cabalmente por ejemplo una voz aragonesa) hay algunas, entre las muchas que a cada

paso inventa la conversación, como aguacibera, aguallevado, aguatiello, ajoarriero, ajolio, alicáncano, alicortado, antecoger, antípoca, apañacuencos, arquimesa, arrancasiega, babazorro, botinflado, cabecequia, carasol, casamuda, cazamoscas, contrayerba, entrecavar, escondecucas, gallipuente (gallipont, gallipons), habarroz, hurtadineros, malbusca, matacabra, matacan, miramar, paniquesa, rabiojo, sobrebueno, sobrecielo, tragacantos, zabacequias.


Y si de los compuestos pasamos a los derivados, que son una parte tan principal, y por ventura la más numerosa de los idiomas, ¿cuántos no encontraremos en Aragón, cuya mayor parte debieran adoptarse por la Academia? Permítasenos ofrecer de ellos una muestra, la cual, contribuyendo a esclarecer este punto, dejará también probado que en la conservación tenaz de sus modos de hablar, generalmente proceden los aragoneses con una lógica instintiva, muy ajena de la especie de extrañeza depresiva con que son saludados sus provincialismos. Véanse, sino, las palabras aceitero, adinerar, afascalar, agramar, aguachinar, agüera, ahojar, aladrada, alaica, anzoleto, añero, apabilado, apenar, aquebrazarse, arrancadero, arrobero, asolarse, azutero (azud, assut), bajero, boalage, bolsear, brazal, cabecero, cabezudo, cabreo, calorina, callizo, canalera, cantal, capolado, capucete, casera, comprero, collete, cresarse, crujida, cuaternado, culturar, cunar, chorrada, defenecer, dentera, desbravar, descodar, desgana, encerrona, engafetar, enzurizar, esbafar, escorchón, escorredero, estribera, frontinazo, galgueado, helera, huevatero, jetazo, juguesca, lavacio, manifacero, mañanada, maseta, matacía, mitadenco, molada, ocheno, oleaza, parejo, pastenco, peduco, picoleta, plantero, pulgarillas, racimar, repaso, saquera, simoso, sondormir, sudadero, tardada, ternasco, vendería, volandero.

Hay otras muchas palabras que difieren muy poco de las correspondientes castellanas, resultado necesario de la varia eufonía de las provincias, a veces de la mayor o menor fidelidad etimológica, y no pocas del simple decurso de los tiempos, que refinan o adulteran, pero no para todos, el idioma. Vocablos hay que varían la terminación, como abejero por abejaruco, ancheza por anchura, apuñadar por apuñear (puño, puñada; puñetazo), azanoriate por zanahoria, balsete por balsilla, blanquero por blanqueador, capaza (capazo) por capacho, cargadal por cargazón, corrinche por corrincho, chaparrazo por chaparrón, dalla por dalle (guadaña), exigidero por exigible, friolenco por friolento (friolero, friolera), perera por peral, pescatero por pescadero, picor por picazón, rocador por rocadero. Unos se han sincopado en Aragón, como abrío por averío, albada por alborada, (auba Mallorca, alba) cartuario por cartulario, censalista por censualista, cobar por cobijar, chapear por chapotear, mida por medida, zanguilón por zangarullón: otros, al contrario, se han alargado por epéntesis, como alirón por alón, bienza por binza, cadiera por cadira, carracla por carraca, empedrear por empedrar, hilarza por hilaza, jarapotear por jaropear, marrega por marga, panso por paso, valentor por valor. Unos suprimen por aféresis la sílaba inicial, como caparra por alcaparra (también garrapata), dula por adula, jada por azada, jambrar por enjambrar, pedrada por apedreada, zafrán por azafrán (safrá; saffron): otros la toman por prótesis, como amerar por merar, asesteadero por sesteadero, atrazar por trazar. Unos pierden la final por apócope, como alum, brócul, caparrós, espinai, por alumbre, bróculi, (brócoli) caparrosa y espinaca: otros la toman, como rondalla por ronda. Algunos duplican una letra, como acerolla, sarrampión, por acerola, sarampión: otros son anagramáticos, como amorgonar y arraclan, (arraclau, arreclau) por amugronar y alacrán: otros obedecen más al origen latino, como bufonería, calonia, concello, curto, gramen por buhonería, caloña, concejo, corto, grama (lo gram en Beceite): otros padecen la leve alteración que algunos gramáticos llaman antítesis, (metátesis) como sucede en achacarse, albellón, alcorzar, almadia, anganillas, aradro, bofo, boteja, cogullada, ensundia, furrufalla, garufo, gayata, jijallo, lezna, mandurria, panolla, (mazorca) restrojera, rujiada, tamborinazo y vendema, cuyas equivalencias castellanas no es necesario enumerar (para la gente poco versada es necesario). Otros, finalmente, se distinguen por su sílaba inicial es, que en Aragón suele preceder como privativa en lugar del antepuesto des, y aun aumentarse a la voz castellana, como se ve en esbafar, escañarse, escrismar, esgarrar, espatarrarse, estral, estrévedes (67) y esvarar, bien que la lengua castellana es también abundante en esas voces, la mayor parte anticuadas (y esto prueba nuevamente en favor de Aragón lo que a la página 71 llevamos dicho) como escañar, esfogar, esfriar, espabilar, espalmar, espavorido, espedirse, espejar, espeluzar, esperezarse, espolvorear, esposado y estajo.

También son de citar, y merecerían una interesante explicación individual, algunas palabras y modismos, que, sin separarse del idioma común, tienen valor nuevo en Aragón, por estar tomadas graciosamente en sentido figurado o translaticio, cuya manera de hablar es uno de los más altos primores de una lengua. Notaremos como ejemplo, acantalear, ajustarse, albarrano, andaderas, anieblado, armarse fandango, asnillo, bandearse, barbaridad, brazo de S. Valero (68), caballón, cárcavo, carmenar, crujida, chaparrudo, echar la barredera (69), echar la ley, encabezado, encanarse, dar carrete, florecer la almendrera, garras, gorrino, guitón, gusanera, herejía (heregia), indignarse la llaga, julepe, jusepico, lucero, lucidario, macerar, mazada, morir a loseta, mostacilla, nazareno, pinganetas, salida de pavana, tiorba y otras.
A este grupo corresponden igualmente la palabra tocino en que los aragoneses toman la parte por el todo; las palabras azulejo, elástico, y esponjado, que toman pie de la cualidad sobresaliente del objeto para darle nombre; también talegazo y titada, cuya analogía con costalada y monería no deja de ser curiosa; igualmente bigardo, que aplicándose primeramente a unos frailes de la orden de S. Francisco condenados por herejes en Alemania e Italia, se extendió después a los de mala vida, concluyendo por significar en Aragón el mancebo de grandes medros y de buena apariencia para el trabajo pero que hace vida inútil y ociosa; y finalmente las antonomásticas florín que así se llamó por ser usual en Florencia, según Merino; frederical, con motivo del manto que usaron algunos Fadriques de Sicilia, según la explicación de Blancas; con D. Antón te topes, a guisa de maldición, en recuerdo de D. Antonio de Luna que asesinó al arzobispo de Zaragoza en los disturbios promovidos por el conde de Urgel; más listo que Cardona, con alusión al vizconde de ese título que, aterrado por el miedo cuando su grande amigo el infante D. Fernando fue mandado matar en 1363 por el rey su hermano, huyó precipitadamente desde Castellón a Cardona pasando el Ebro, por Amposta; ya se murió el rey D. Juan, frase proverbial alusiva al pródigo D. Juan II y dirigida contra los ambiciosos de mercedes; que viene Vargas, expresión con que se asusta a los niños desde la jornada funesta en que aquel mandó prender y decapitar a Lanuza de orden de Felipe II; zaforas, voz moderna, suponemos que ocasionada por el longista Zaforas en cuya casa se dice que sirvió como criado el famoso Cabarrús; piculín, en recuerdo de un famoso volteador de aquel nombre que, procedente de Castellón de la Plana, trabajó en Zaragoza muy a gusto de todos desde 1803 a. 1815, según Casamayor (70), bien así como en Castilla ejecutó sus habilidades en el siglo XVI el italiano Buratin, de donde tomaron ese nombre los volatines en general, según lo hemos leído en algún trabajo etimológico y aun nos parece recordar que en alguna comedia de Lope, por más que en el Diccionario de la Academia no hayamos hallado esa palabra.

Viniendo ahora a las etimologías, por demás está que repitamos lo que ya hemos indicado en este punto, ocioso es que digamos de nuevo lo que por otra parte de todos es sabido: las lenguas se forman por aluvión y por derivación, de lo cual nace su división en familias, el parentesco estrecho que a muchas liga entre sí, la riqueza misma que ostentan, como se ve en la griega con la acumulación de sus dialectos, en la latina con su imitación griega, en las germánicas y neolatinas con la asimilación de sus afines y con el contacto de los pueblos conquistados y conquistadores, aliados y enemigos. Pero si es un gran mérito filial, como lo es a nuestros ojos, la conservación cariñosa de las raíces o voces matrices, supuesta la necesaria y aun oportuna reforma de la sintaxis, en Aragón hay por qué envanecerse en este punto, pues son muchas las voces provinciales que derivan inmediatamente del idioma del Lacio (71).

Unas han conservado toda su estructura latina, como lumen-domus, articulata, calendata, portata, testificata, exhibita, cancelata, extracta, intramarino, ultramarino, cisterno, forideclinatorio, paciscente, y bonavero que, aunque tiene por su terminación aire español, procede de la frase antigua Bona vero quæ demandantur sunt hæc, y expresa hoy como entonces la lista de los bienes a que se refiere la demanda.
Otras son idénticas, o no han variado sino la desinencia o la ortografía, como ápoca, apoticario, ordio, cicures, brisa, ligona, uva, lucidario, sansa, comanda, excrex, convenido, pigre y motilar. Otras, aunque un poco más desemejantes, conservan muy visible su procedencia, como cuaderna, adimplemento, la Seo, coda, falenciales, oleaza, túberas, fiemo (
fem; humus; estiércol), macelo, farinetas (farina : harina), batifulla, fabear, zaborra y fabolines. Otras, en fin, aunque no de tan incuestionable etimología, la tienen bastante lógica, y desde luego mucho menos violenta de lo que suelen buscarla muchos etimólogos, a quienes, por lo mismo de no poseer nosotros su caudal, no los imitaremos ciertamente en disiparlo: tales son geta, gitar y jetar, de getare (y no de jacere, como otros suponen) (gitar : acostar sí es de jacere; gitar : expulsar, echar; foragitar); besque de viscus (pasta de muérdago viscosa, pegajosa, para atrapar pájaros); fajo (y aun fascal) de fax, origen de haz, (fasces; feix) hacinar etc.; huebra derivado de opera, que debió pasar por opra, obra y uebra, acabando por recibir entre nosotros un sentido genérico o trópico; aturar que Rosal (72) deriva de obturare; emberar acaso de ver, primavera, por empezar a colorear entonces algunas frutas, como se dice agostar al marchitarse de las plantas (agosto); exárico de exaro; concieto, de conceptus deseo concebido; muñido de monere, avisar, citar, obligar a comparecer; vellutero, de vellus, lana (vellut : terciopelo); trincar, de trincare, silvar, beber, dar muestras de recocijo; encante de in cantu; amosta, de amba manu hausta, según Monlau; tastar de tactus; mueso, de morsus; vencejo de vinculus; rufo, tal vez de rufus, rubio (rubeo : rojo); teruelo acaso de textula, tejuela con que en lo antiguo se votaba; caritatero, probablemente de charitas, a juzgar por el objeto de aquel cargo que suponemos equivalente al de limosnero; baste, quizá de bastaga, transporte, o de basterna, litera; calamonar, no muy extraño a calamenthum yerba; bando, que puede provenir de pando, siendo tan conformes las dos letras labiales en que se diferencian ambas voces; luquete, a luce como dice Rosal, aunque esa palabra no la incluye la Academia como aragonesa sino como castellana.

Otra de las más copiosas fuentes de donde el idioma español ha tomado un gran número de palabras, es la lengua árabe que, correspondiendo a una civilización muy adelantada sobre todas las de Europa, hubo de forzarnos a admitir, con sus raros conocimientos en las ciencias y artes, las voces que servían a desarrollarlos. No se habló en Aragón aquel idioma como en otras provincias, y es que tampoco no fue tan larga la dominación árabe, reconquistada Zaragoza en 1188 y Valencia (por D. Jaime) en 1238; pero fuélo todavía lo bastante para imprimirnos su influencia; y sobre todo nos impusieron los árabes en adelante, aun después de sometidos, ese suave yugo que, por lo mismo de no ser impuesto a la violencia sino en el seno de la paz, es, no sólo más duradero, pero aun tan honroso a los conquistados como a los conquistadores. Todavía subsisten, sobre todo en Valencia, pero también en Aragón y aun en Navarra, y claro es que en muchos otros puntos de España aun sin contar la Andalucía, prácticas agrícolas, costumbres indelebles, restos, del traje calles y barrios, y principalmente muchos vocablos de la lengua árabe con que la nuestra ha venido a enriquecerse.

Sobre las voces que son generales a toda España, y que Marina enumera cuidadosamente hasta formar un catálogo de cerca de mil quinientas, si bien algunas de origen griego u oriental pero siempre transmitidas a nosotros por los árabes, tiene Aragón otras propias de las cuales citaremos ajada, ajadón, alamín, alberge, albarán, alcohol, alfarda, algorín, almenara, almud, almudí, amelgar, antibo (de anteba, hincharse), arcaz, arguello, arna, aturar (73), badal, bailío, barreño, bocal, boto, bucarán, eraje, gaya, gafete, jauto, jebe, jeto, jimenzar, lapo, márfega, márraga, mossen, rafalla, rafe, sirga y zafrán; a las cuales no dudamos en agregar las investigadas a ruego nuestro por un competente amigo nuestro (74), de entre los cuales son incuestionablemente árabes, según sus informes razonados, alguaza, alquinio, antosta, badina, bahurrero, cabidar, capleta, charada, fardacho, fizón, maigar, tabarda, tría, zaborra y zalear; muy verosímiles alfarrazar, alacet, arcén, buega, cija, libón, y liza, y algún tanto dudosas abollón, *aribol, batueco, bistreta, boira, caramullo, cibiaca, cocón, cospillo, cudujón, fejudo, fres, güellas, jasco, lillas, pardina y pocho.
(
En el glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental, de Leopoldo De Eguilaz y Yanguas he encontrado algo: Baden, badina. La zanja que dejan hecha las corrientes de las aguas. Charca. De * bátin, "rebajado, hundido (suelo terreno) en Kaz. "the low or depressed tract of land, of the plain, where water rests and stagnates" en Lane. Alix. (badina, badines, a Beseit, la badina negra al Parrissal). // ALACET. Voz aragonesa que significa fundamento de un edificio. Borao. Es la arábiga alist o alicet, que, entre otras acepciones, tiene la de fundamento en Kazimirski. Tráela R. Martín bajo la forma *ar alast o alacet, según la pronunciación vulgar, aunque con significado distinto. Acaso alacet no sea más que la contracción de *ar alisését, pl. de alisés, fundamentum en R. Martín, la base o cimiento de un edificio.)

En cuanto a la influencia provenzal, (ver Lou tresor dóu Felibrige, Mistral) con decir que se sintió más o menos aun en Castilla, no puede sorprender que en Aragón fuese extraordinaria, y lo admirable es, pero no menos cierto, que aquí no resultase un dialecto como el catalán o valenciano, y que alcanzara a conservarse el idioma español, nacido como en Castilla pero independientemente de Castilla, y perfeccionado lentamente no sin alguna intervención castellana, pero desde luego con más y mejores aunque no muy aprovechados elementos. Haciendo fondo común de las voces puramente lemosinas y de las catalanas, tenemos, principalmente de estas, un buen número, siéndonos perfectamente comunes amosta, baga, banova, barral, botiga, braga, bresca, corcar, embafar, empentar, escalfeta, escalibar esclafar, esgarrifarse, falca, fuina, gallofa, garba, garraspa, ginjol, gosar, greuge, madrilla, mas, máscara, porguesas, pudor, purna, quera, a ran, sirga, taca, tastar, tongada, trena, trucar, veguero, veta, y, según puede verse en Raynouard (75), adobar, aturar, borda, getar, rosigar, tetar y alguna otra; así como también son comunes al aragonés y al catalán, aunque aquel les ha dado desinencia o pronunciación castellanas, ajordar, calage, calibo, fitero, guito, manifacero, masobero, tinelo, trespontin etc. y lo son también, o por su raíz o por su semejanza, argadillo, cuquera, espenjador, fosqueta, garrampa, milocha y alguna otra.

Algunas de estas palabras pertenecen también a los otros idiomas neo-latinos, no siendo fácil decidir si fueron elaboradas a un mismo tiempo, ni en caso contrario de qué parte estuvo la precedencia; pero de todos modos es lo cierto que tastar, por ejemplo, es común a los idiomas aragonés, catalán, francés e italiano, (e inglés, taste) que botiga, y gingol (jíngol, gínjol), traspontín y aun falordia lo son a los tres primeros, que fuina, muir, taca y aun escalfeta lo son al aragonés, al catalán y al italiano. En cuanto a las semejanzas del aragonés con el francés o el italiano pueden citarse, respecto a este, gratar, chemecar, falaguera (de follegiare), y aun badal y picota; y respecto a aquel acoplar, aguaitar (de guetter), alberge, argent, (Ag, argentum, plata) becardon, chapelete, empachar, esparvel (de épervier) (esparver, esparvé), fuina, guipar (de gûepe abispa), manchar, mazonero, niquitoso (de nique mueca), planzón, pocha, pochada y algunas otras como gallón que la Academia escribe gasón tal vez por aproximarla al gazón francés, y mascarar que, desusado hoy por ellos más no por nosotros, usó sin embargo Rabelais en “Gargantúa) se mascaroyt le nez.”

Expuesto ya, si bien concisamente y sin extendernos a observaciones, panegíricas, lo más preciso de saber para la inteligencia del habla aragonesa en lo tocante a su historia, su etimología, su propiedad y aun sus ventajas, seguramente que completaría en gran parte nuestro trabajo la exposición de los modismos, frases o refranes peculiares de Aragón; pero nos ha retraído de esta idea, no sólo la dificultad de llevarla a cabo con algún acierto, sino la consideración de que aquellas maneras usuales de decir no alteran en nada el idioma castellano, ni difieren (sino es en los pueblos del Somontano (76)) de la sintaxis común, ni marcan ninguna genialidad aragonesa, ni son otra cosa que combinaciones de las sin número que permite un idioma, y que todos los días crea el gusto o la improvisación individual. Ni las construcciones poderse asumir a bolsa de caballero y llevar mujeres a ganancia, que usan nuestros fueros, tienen nada de repugnante con el idioma castellano; ni ofrecen originalidad de alguna monta las frases campar por sus respetos, no le hace por no importa, conducir por Ebro vez de vez de conducir por el Ebro, jugar a pelota (creo que en Navarra y País Vasco se usa también) por a la pelota, parar fuerte por mantenerse sano, vagar te puede por ancho te viene, hacer duelo por dar lástima, (sobre todo en la comida: me hace duelo dejármelo: me fa dol dixámeu; no te cale : no te cal : explicado más arriba) el Juan y la Isabel por Juan e Isabel (77), (el artículo delante del nombre propio se usa en toda España, pese a lo que diga la gramática; la Yoli, la Jeni, el Jonatan, etc) sin parar por al momento, tal cual por al punto y otras como estas; ni tampoco los decires familiares o proverbiales pan de mi alforja, hasta las pulgas toman tabaco, a sopas hechas, ir atrás como el soguero, peor que Geta, más malo que Piván, más feo que Tito, peor que Fierrabrás (Fier-à-bras) (Fierabrás), más célebre que Barceló por la mar (con alusión al famoso marino mallorquín del siglo pasado), sabe más que Briján (Bricán nigromante o hechicero, como Merlín, según Milá), tiene más que Zaporta (cuya esplendidez se conserva en Zaragoza en el palacio monumental de su nombre que después se llamó de la Infanta por haberlo habitado la esposa del infante D. Luis), con la faldeta remangada, priétate la frente, para cuestas arriba quiero mi mulo, como los perros en misa, el que a su enemigo plañe en sus manos muere, más vale sudar que estornudar, más caro que el salmón de Alagón, que se pasa el asado, serio como bragueta de ciego, viejo como las bragas de fr. Pedro, sabido como el chiste de Saputo (78), qué trenzadera o qué alpargata lleva (embriaguez o (borrachera), donde Cristo dio las tres voces (en paraje extraviado), irse por Val-de-Gurriana (desviarse del camino natural aunque sea en la conversación, en el juego etc.), costar un sentido, ya viene Martinico (para decir a los niños que les entra el sueño), más duro que el pie de Cristo, llamar a Cachano con dos tejas (querer un imposible, apelar a quien no puede socorrernos) y otros de ese carácter ; ni encontraríamos cosa alguna reparable sino en muy contadas locuciones que en cierto modo alteran el idioma y se presentan en él como verdaderos solecismos, según lo vemos en ir viaje o estar viaje por ir de viaje o estar de viaje, se lo dé V. por déselo V., es tu que no llueve usado por la gente vulgar en forma interrogativa en vez de ¿cuánto va que no llueve?, lo qué? por qué?, en puesto de y en igual de por en vez de (locus : lugar, puesto, lloch, lloc, loc, loch; en lloch de, en lloc de, en puesto de, en ves de), hasta de ahora por hasta ahora, con otras que pudieran añadirse y que nosotros omitimos rebuscar.

En lo que sí queremos detenernos algún tanto es en el gracioso diminutivo en ico, que consideramos más bien como un modismo que como una palabra, y que, si bien es manera de hablar muy castellana y aún no considerada como arcaísmo por el Diccionario de la lengua, pero es desusada y aun ridícula entre los castellanos, al paso que muy general en todas las clases sociales de Aragón y de Navarra (y Murcia).
Y decimos que muy general, porque hemos de confesar que un gran número de palabras de las que hemos citado como aragonesas, y por ventura las más interesantes, como cal, aturar, amprar y muchísimas otras, ya no se conservan sino entre las clases ínfimas del pueblo; que también
acá (acá se conserva más en Sudamérica, en España ven p'acá, p'aquí) ha cundido entre las personas cultas el desdén hacia nuestras bellezas provinciales; pero el diminutivo de que hablamos es universal, y ya no depende de la educación sino del nacimiento.

El idioma español, rico en los diminutivos cual ningún otro, y desde luego muchísimo más que el hebreo, el árabe, el griego y aun el latín y el italiano, como que reúne más de treinta diversas terminaciones (79), habiendo palabra que permite ella sola doce desinencias, claro es que no aplica todas esas variantes o aumentos de final a todas las palabras, antes se conforma con lo que cada una permite (80); mas en medio de ser esto cierto, las en ico, en illo y en ito son terminaciones generales que se aplican indistintamente a casi todos los nombres, habiendo entre ellas una verdadera sinonimia.


Pero el diminutivo en ico tiene dos ventajas incontestables, el uso preferente que de él hicieron los padres de la lengua, y su significación especial e intrínsecamente distinta de los de otras terminaciones. En los escritores de nuestros orígenes, sobre cuyos sencillos versos parece que vagaba, como una fresca brisa sobre las plantas silvestres, el ambiente de la naturalidad, era el diminutivo en ico el que dominaba en la expresión de los afectos o las apreciaciones, y por eso es tan general en la poesía popular y en la familiar de posteriores tiempos. ¡Qué bien dicho está en una farsa de Lucas Fernéndez

¡Oh, pastorcico serrano!

¿viste, hermano,

un caballero pasar?

y en un romance sobre el moro Calainos

Bien vengáis, el francesico

de Francia la natural?

¡Cuán propio es de la poesía de Castillejo, último trovador de los amores y la sátira, paladín de la poesía nacional contra los petrarquistas, contra los luteranos como él decía, cuán propios son de aquella poesía fácil y sentida aquellos versos, ya pertenecientes a una época muy adelantada, en que se pinta con gracia inimitable a un vizcaíno borracho metamorfoseado en mosquito
tuvo con esto a la par

una risica donosa,

las piernas se le mudaron

en unas zanquitas chicas,

los brazos en dos alicas,

dos cornecicos por cejas!

¡Qué bien sienta en Rodrigo de Cota o Juan de Mena, o quien quiera que escribiese la primitiva Celestina (que nosotros no hemos de desatar nuestras dudas como el editor de Barcelona que atribuyó a aquellos dos tan admirable obra); qué bien sienta aquella aglomeración graciosa de diminutivos «Nezuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico, lobitos en tal gestico, llégate acá putico etc.»! ¡Qué encanto hay en aquellas deleitables fontecicas de filosofía, que nos dice Fernando de Rojas! (autor de la Celestina)
¡Qué espontaneidad tan amorosa en Fr. Luis de Granada el pollico que nace luego se pone debajo de las alas de la gallina... y lo mismo hace el corderico; en Mendoza las mañanicas del verano a refrescar y almorzar; en Santa Teresa al primer airecico de persecución se pierden estas florecicas; en Guevara lo demás que callandico me pedistes en la oreja etc.; en Ávila cuando aconseja conservar esta centellica del celestial fuego; en Lope para quien la constelación de S. Telmo era una estrellica como un diamante! (81) ¡Qué difíciles son de enmendar aquellas tajadicas subtiles de carne de membrillo con que se atendía a la voracidad plebeya de Sancho el Gobernador, aquellos zapaticos para sus hijos que echaba de menos su mujer, y, entre muchos pasajes de la GITANILLA DE MADRID, aquel «Preciosica, canta el romance que aquí va porque es muy bueno”! y ¡cuán superior es en la misma novela aquel cabo de romance (82) «Gitanica que de hermosa te pueden dar parabienes» sobre el que le sigue «Hermosita, hermosita, la de las manos de plata!» ¡Qué tono de familiaridad en aquella carta de Caballero de la Tenaza «Ahora es, y aun no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana!" (83) Y viniendo todavía más a nuestros tiempos, cuando la lengua y la poesía tocaban el último grado de la perfección, el principio ya de su inminente decadencia, léanse nuestros grandes poetas dramáticos y líricos, y veremos que, cuando el asunto les consiente cierta familiaridad, prefieren el ico para denotarla más fielmente, como en los versos de Calderón

La ropilla ancha de espaldas,

derribadica de hombros,

y redondica de falda;

como en Moreto, en quien todavía resulta más terminantemente nuestro aserto cuando entre sus personajes de TRAMPA ADELANTE pone a Jusepico y Manuelico pajes,

a la manera de Quevedo que llama Pablicos al héroe de su novela el Buscón (84).

Tan admitido era entre los más serios escritores aquel diminutivo, que en el testamento (verdadero o falso) del Brocense, el cual inserta e impugna con su exquisito natural buen juicio el Sr. marqués de Morante en la excelente vida de aquel humanista publicada como apéndice al tomo V de su Catálogo, hay una cláusula que dice «Item, Mando a Antonita mi nieta el mi lignum crucis con su cristalico у las seis esmeraldas de que está cercado»; y, lo que es más reparable, Covarrubias, cuyo lenguaje didáctico parece que había de excluir todo diminutivo, dice al explicar (bien ridículamente por cierto) la etimología del gavilán «cuasi cavilan por la astucia y sutileza con que hace presa en las avecicas,» cuya frase le copia y prohija la Academia en la primera y más completa impresión de su Diccionario (85).

Y para que se vea con otro género de prueba la importancia que tuvo ese diminutivo, obsérvese que hay palabras de que no ha quedado, según la Academia, sino el diminutivo en ico, por ejemplo bolsico, calecico, doselico, farandulica, sonetico, fuellecico y zamarrico, a las cuales pueden añadirse las locuciones y refranes veranico de S. Martín, mañanicas de abril buenas son de dormir, Romero ahíto saca zatico etc.: hay algunas que no admiten otro que él, como Perico, borrico, gemidicos y lloramicos; (ploramiques, els pluramicas catalanistas) otras que han venido a determinar una nueva significación perdiendo absolutamente la diminutiva, como acerico, pellico, velico, villancico, farolico, (en sentido de yerba), frailecico (en el doble de ave y pieza del torno de la seda), besicos de monja (en el de planta), (teticas o tetillas de monja, el dulce o pasta, o algo delicioso; mamelleta de monja) palmadica (en el de baile), y tal vez espacico sinónimo de aciago en los antiguos escritores. (despacico conmigo, que tiro de chirla y te echo las tripas en un canasto. José Mota, de un lugar de La Mancha)

La segunda ventaja que abona el uso del diminutivo en ico es su particular significación, (decimos ahora significado) pues aunque parecen sinónimos los en ico, illo e ito, que la Academia agrupa concediendo la elección al buen gusto del escritor, es lo cierto que el diminutivo aragonés (permítasenos esta frase) tiene dos diferencias con aquellos otros, una que podemos llaman gramatical y otra moral, una que se resuelve como todas las cuestiones de sinónimos, otra que tiene relación con el carácter del país en que principalmente se conserva generalizado aquel diminutivo. La diferencia gramatical, a la verdad no muy marcada desde que la supresión del diminutivo en ico ha refundido en los otros su verdadero significado, consiste en que la terminación en illo tiende visiblemente al desprecio, al achicamiento voluntario de un objeto, por ejemplo, chiquillo, capitancillo; la en ito tiene algunas veces carácter depresivo y no pocas denota cierta repugnante hipocresía, como se observa por ejemplo en las frases ¡ tiene una risita! ¡la mosquita muerta!; la en ico demuestra cariño o predilección, siendo a lo menos un aditamento inofensivo, como nos lo declara prácticamente el ejemplo que llevamos citado de la CELESTINA, en el cual se ve que prepondera aquella expresiva terminación para la alabanza, angelico, perlica, simplecica, gestico, y se reservan otras para lo que puede indicar detracción, como nezuelo, loquito y lobitos. En cuanto a la diferencia moral, estriba en que el diminutivo en ico representa el lenguaje de la familiaridad, de la conversación, de la intimidad, y por decirlo así, de la buena fé, fuera del cual apunta en cierta manera el estudio, el disimulo, la desconfianza, la reserva, la falta de espontaneidad.

Hemos expuesto, sucintamente algunas veces, y otras con mayor difusión, los caracteres esenciales del idioma aragonés, mal apreciado en general, tan poco estudiado aún por los mismos aragoneses, pero tan digno de un examen todavía más lato que el que le hemos consagrado. Las fuentes de donde procede, que son las más puras; la respetuosa conservación de voces latinas, y sobre todo de españolas antiguas; la asimilación que se ha procurado parca y atinadamente con las arábigas y lemosinas; la suma de sus palabras técnicas, compuestas, derivadas y aun onomatópicas, en todo conformes con el carácter de la lengua española; la expresión genial, candorosa y fácil que distingue a muchos de sus vocablos y a no pocos de sus modismos; todo contribuye a darle un conjunto inexplicable de belleza que, si no se ha beneficiado todo lo posible, consiste en que la sumisión aragonesa y la tiranía castellana puede decirse que han concurrido a eliminar de la literatura los elementos más útiles del idioma aragonés, que viene a ser una variante cuando no un complemento del impropiamente llamado castellano.

De las ventajas que a este mismo lleva, algo es lo que ya tenemos indicado, pero todavía podemos añadir tal cual observación que se compadece muy bien con nuestro objeto. Hay palabras, como ababol, que, no desmereciendo en suavidad de sus respectivas castellanas, obedecen más a su etimología: hay otras, como abortín, que conforman mejor con el genio de la lengua, si bien ya sabemos que por uno de los muchos secretos de la española los diminutivos tienen a veces desinencia aumentativa (a la hebrea y griega) como sucede en anadón y liebratón, verdadera antítesis de otros, como tordella que es aumentativo: hay otras, como remoldar, que son más concretas, pues en ese mismo ejemplo vemos que Castilla hace sinónimos a remoldar y podar, mientras en Aragón lo uno se refiere a los árboles y lo otro a las vides (esporgá, expurgar, pera los abres; podá la viña, desullá, etc.): hay otras, como cortada y huevatera, muy superiores a sus análogas corte y huevera, que en castellano son ambiguas y confusas por sus diversas significaciones: otras que tienen más conformidad con la lengua madre, como uva, que responde en Cicerón y en Fedro, como entre los aragoneses, a la idea castellana de racimo, que en Columela todavía expresa el que forman de sus propios cuerpos las abejas, y que en Virgilio tiene la más general significación de cepa o vid, fert uva racemos: hay otras sutilísimas, como respetudo y gobernudo, que denotan, no ya la idea despectiva propia de esa terminación, sino una especie de falsa importancia, pues respetudo quiere decir el que inspira cierto infundado respeto, no por lo que es en sí, sino por su edad, su figura y su entonación oraculosa; y gobernudo, no el que es realmente metódico y ordenado, sino el que bulle mucho y parece estar en todo, aunque positivamente no tenga tanto gobierno como agilidad y movimiento: hay otras dotadas de gran propiedad y de muy buenas condiciones eufónicas, como agüera, alud, asnada, brisa, caloyo, eraje, jugadero, mejana, lloradera, redolino, ternasco (86) y vulturino: hay otras de excelente composición, como aguacibera, aguallevado, ajo-arriero, ajolio (ally oli, allioli; allium oleum), alicortado, botinflado, cabecequia, malbusca, matacabra y matacán, que no puede rehusar ningún gramático: hay otras perfectamente significativas y en igual grado concisas y aun irreemplazables, como los verbos alfarrazar, amprar, antecojer, atreudar, bolsear, ceprenar, chemecar, entrecavar, favear, malvar y otras que son de composición castellana con cierta libertad francesa.

A todas las cuales, que de suyo no tienen equivalencia en castellano, hay que añadir, porque tampoco no la tienen exacta, las palabras alfarda, almenara, amelgar, amosta, antípoca, antor, apercazar, apuradamente, atrazo, axobar, bimardo, borroso, boto, brazal, cabecero, capacear, capleta, *cenero, cerpa, convenido, correntía, crujida, cudujón, chorrada, emberar, empeltre, encabezado, fádiga, hablada, lorza, mantornar, mañanada, marraga, masobero, modoso, oleaza, panicero, picotear, racimo, rafe, ruello, saso, tardada, taste, teruelo, terrón, tinglado, vellutero, venora, zaborra y zancochar, todas o casi todas las cuales, y otras que aquí no citamos ni definimos para prueba, como quiera que lo están en nuestro Diccionario, debieran adoptarse como propias en el idioma español, e igualmente las que se citan en la ENCICLOPEDIA ESPAÑOLA (87), artículo de España lingüística, en cuya obra, que no debe parecer sospechosa de provincialismo, se defiende resueltamente al idioma aragonés y se inculpa gravemente a los castellanos por el exclusivismo con que proceden en materias de lenguaje, prefiriendo en muchos casos ostentar su pobreza más bien que adoptar de los dialectos españoles aquello en que estos les superan.

Hemos terminado con eso la tarea que nos habíamos impuesto, a la cual vamos a dar cima con una sola observación. Puesto que se ha perdido literariamente, aun en las márgenes del Ebro, el habla aragonesa; puesto que lejos de perfeccionarse ni aun conservarse estos dialectos, amenazan confundirse poco a poco en el idioma general; bueno fuera que la lengua conquistadora utilizara en beneficio común esos restos lingüísticos que de otro modo han de perderse, y entonces, ya que el vocabulario aragonés ni se conservara sino en libros como este u otros de mejor desempeño, ni sirviera sino como una curiosidad filológica; contribuiría por lo menos a enriquecer el acerbo común de la sin par lengua española, y, a cambio de tantas glorias abdicadas en favor de la unidad ibérica, conservaría el Aragón la de haber mejorado con su hermoso dialecto el habla rica de Cervantes.

martes, 9 de mayo de 2023

PRELIMINARI, La Crusca Provenzale

PRELIMINARI

La Crusca Provenzale di Antonio Bastero

Circa la natura, e qualità delle Lettere dell' Abbiccì Toscano, e Provenzale; e circa l' amistà, e convenienza tra di loro.

A. Prima lettera dell' alfabeto, perchè più agevolmente s' esprime, e però udiamo ne' fanciulli mandar prima fuori naturalmente questa, che niuna altra, come quella, che non ricerca fatica. Appo i Latini dicono, che aveva più di dieci suoni diversi; appo i Toscani se ne sente difficilmente più d' uno, se però la diversità dell' accoppiatura delle parole non facesse alcuna volta profferirla con molta forza, come A lui, alcuna con meno come A' miei, alcuna volta quasi due AA. Ah ribaldo.

Questa prima lettera non ha parimente nel nostro Provenzal Idioma, che un solo suono, il quale però, stando ella di per se, allorchè è o segnacaso o proposizione, o interjezione, si fa sentir alquanto più forte, come A lui; A mi; o come le due a. a., che si vedono nel fine di ciascheduna strofe del seguente Poema di Giuffredo Rudello Principe di Blaja, che ho voluto quì in fronte trascrivere dal Codice Vaticano segnato num. 3205., e tradurre in Toscano, per esser egli il primo, e più antico Poeta Provenzale, di cui s' abbia notizia.


IOFRE RODEL. 


Non sap cantar qil son no di 

Nil vers trobar qils motz no fa 

Ni sap de rima com si va 

Si rason non enten en si

Pero mon can comens aissi 

Cõ plus lausires mais valra. a. a. 

Ja nulls nos meravilh de mi 

Sieu am zo qeu non veirai ia 

Qar nulla res tan mal nõ fa 

Cõ zo gez anc dels hueilhs non vi 

Anc mais nul temps no mimenti 

Ni no sai si ia so fara. a. a. 

Anc tan suau no madurmi 

Qe mos esperitz no fos la 

On la bella si dorm e ia 

Mei dezir fan lai lur cami 

Mei suspir son sei altresi 

Delamor no sai com penra. a. a. 

Bons es lo sons sieu nõ menti 

E tot qant i a bon iesta

E cel qi de mi lapenra 

Gard si nõ mueva ni camgi 

Qar si lauzon en caerzi

Lo coms de tolsa lentendra. a. a. 


GIUFFREDO RUDELLO.


Non sa cantar chi ' l suono non intona,

Nè il Verso trovar, chi non fa i motti,

Nè di rima non sa che cosa sia,

Se di essa non intende la ragione;

Però mio Canto comincio così, 

Che più lo sentirete, più varrà. a. a. 

Già nessuno di me si maravigli

Se io amo ciò, ch' io non vedrò già, 

Perchè niuna cosa mi fa sì male, 

Come ciò, ch' io non vidi mai cogli occhi;

Non mi mentì giammai in tempo alcuno,

E non so se già ciò farà. a. a. 

Non m' addormentai mai così soave,

Che mio spirto non si trovasse là

Ove dorme la bella, e già

Miei desir fanno là il lor viaggio; 

Miei sospir sono suoi; altresì, 

Non so come mio amor accoglierà. a. a.

Se io non m' ingannai, buono è il suono,

E tutto quanto vi è, bene ci stà; 

E quegli, che da me l' imparerà, 

Guardi di non muovere, nè cambiare; 

Poichè se' l sentono in Caorsa

Il Conte di Tolosa l' intendera. a. a.

B. Lettera assai simile al P, e all' V consonante, dicendosi molte voci coll' una, e coll' altra scambievolmente: come Serbare, e Servare: Nerbo, e Nervo: Boce, e Voce: Pubblico, e Piuvico. Delle consonanti riceve dopo di se nella medesima sillaba la L, e la R, e vi perde alquanto di suono, come Obbligo, Pubblico, Braccio, Ombra, benchè colla L, di rado si truovi appresso i Toscani, nè mai in principio di parola, come pronunzia a loro più strana, salvo alcune voci Latine, come Blando, Blandimento, ec. Consente avanti di se, in mezzo di parola, ma in diversa sillaba la L, M, R, S, come Albume, Lembo, Erba, Usbergo, quantunque si truovi di rado colla S, in mezzo della parola, e per lo più ne' verbi composti colla proposizione Dis, come Disbrigare. Usasi più frequentemente in principio di parola, come Sbandito, Sbattere. E deesi sempre la S, avanti al B, pronunziar col suon più sottile, o rimesso, come nella voce Accusa, di che si dice nella lettera S. Puossi raddoppiar nel mezzo della parola, quando egli occorre, come Nebbia, Trebbio.

Pure in Provenzale diciamo noi scambievolmente parecchie voci ora col B, e ora coll' V consonante, come serbar, e servar; nirbi, e nirvi; probar, e provar; proba, e prova; probanza, e provanza, ec. Negli antichi MSS. si trovano molti vocaboli indifferentemente scritti ora col B, ed ora col P; e ciò non solamente in fine di parola, come prop, e prob (vicino L propè) lob, e lop (lupo) gab, e gap (gabbo) e in mezzo, verbigrazia sebelir, e sepelir (sepellire) Tratt. Simb. Apost. 5. E fonc crucifficatz, e mortz, e sebellitz sotz Pons Pilat: e acapar, per acabar (finire) Guid. Cauliacc. 71. Acapat es lo segon Tractat a Deu gracias: ed altre molte, come tromba e trompa; arribar, e arripar (arrivare) ec. Ma eziandio sul principio, come planquet per blanquet (biacca, e bianchetto) Mon. Montau. nel Poema contra la vanità delle femmine del suo tempo, che per comparir belle adoperavano il liscio, dipingendosi 'l viso. C. V. 4. 123. 2.

De planquet, e de vermeillon

Se meton tant sobre l' menton,

Et en la faz, qe ec.

Di bianchetto, e di rossetto
Si mettono tanto sovra 'l mento,
E nella faccia, che &c.
Boble, e Poble (Popolo) adoperato l' uno, e l' altro per più vaghezza, da Fr. Jac. Casul. 18. Digau als vostres pobles, que mes ama Marchilli senyorejar los bobles rics, que si lo dit Marchilli se feva ric. E praguer, e braguer (brachiere) usati parimente tutti e due da Guid. Cauliacc. nella sua Opera di Cirugia, là dove parla dell' Ernia, a c. 68., e 69. Similmente gli antichi Toscani dissero brivilegio, brivilegiare, ec. per privilegio, privilegiare &c.

Delle consonanti riceve anche nel nostro Linguaggio dopo di se la L, e la R, perdendo pure alquanto di suono; e ciò non solo in mezzo della parola, come semblanza, coblejar (far cobbole) ombra, ombrejar; ma eziandio nel principio, come blau (turchino) blanc, bras, braga ec.
Ed appresso gli Scrittori Toscani del buon secolo, la trovo avanti la L, in principio di parola, non solamente nelle sopraccennate voci Latine Blando, Blandimento, ec. ma in alcune prette Provenzali, come Blasmare, Blasmo, Blondo, ec.

Consente pure avanti di se, ma sempre in mezzo di parola, e in diversa sillaba la L, M, R, S, come albre, fembra, erba, osberg. Sul principio però non ha mai avanti di se niuna delle consonanti, nè meno la S, dicendo noi, esbalmar (ciondolare) esbarriar (sparpagliare) esblanqueít (bianchiccio) esboscassar (abbozzare) esboscassament (abbozzamento), e così estar, esquivar, e esquifar; espès, esperar, esperit, e simili con l' aggiunta della E chiusa, o stretta, per più dolcezza. Ed indi anche gl' Italiani ad imitazione nostra, e per lo stesso motivo vi aggiungono spesse fiate la I, lettera sorella carnale dell' E stretto, dicendo istare, ischifare, impresso, ec. siccome osservò diligentemente il Bembo al primo delle sue Prose, colle seguenti parole: “Senzachè uso de' Provenzali peravventura sia stato lo aggiugnere (aggiungere) la I nel principio di moltissime voci, comechè essi la E vi ponessero in quella vece, lettera più acconcia alla lor Lingua in tal uficio, che alla Toscana; si come sono Istare, Ischifare, Ispesso, Istesso, e delle altre, che dalla S, a cui alcun' altra consonante stia dietro, cominciano, come fanno queste. Il che tuttavia non si fa sempre; ma fassi per lo più, quando la voce, che dinanzi a queste cotali voci stà, in consonante finisce; per ischifare in quella guisa l' asprezza, che ne uscirebbe, se ciò non si facesse; si come fuggì Dante, che disse,

Non isperate mai veder lo Cielo,
e il Petrarca, che disse,
Per iscoprirlo immaginando in parte.
E comechè il dire In Hispagna, paja dal Latino esser detto, egli non è così; perciocchè quando questa voce alcuna vocale dinanzi da se ha, Spagna, le più volte, e non Hispagna si dice &c.”

Sopra questa medesima lettera è degno di notare il luogo del Barberino Docum. Amor. fogl. 162.

L' erbette son tre lettere, che stanno

In quel, ch' è poco danno,

Se gli vien l' emme per esser la quarta;
Come chi bocca per se forza squarta:
ove è appellata Be, contuttochè i Fiorentini, e la maggior parte degli altri popoli della Toscana dicono Bi, Ci, Di, Gi, Pi, Ti, e non Be, Ce, De, Ge, Pe, Te; e sebbene questa seconda maniera, cioè Be, Ce, ec. è alla Latina, nientedimeno il Barberino, il quale molto si compiacque della Lingua Provenzale, come nota l' Ubaldini nella introduzione alla sua Tavola, o Vocabolario, ad imitazione di questa nostra Provenzale, e non di quella del Lazio, è da credere, che disse Be; il che accenna il medesimo Ubaldini, colla seguente osservazione: “L' Er be te son

tre lettere: cioè R. B. T. Di quì sentesi qual pronunzia usasse il nostro Autore, dicendosi oggi da' Fiorentini Abbiccì; dove il nostro direbbe Abbeccè: tale facevano i Latini Abecedarius presso Girolamo, Agostino, ed altri; de' Provenzali, Cadenet MS. del Signor Carlo di Tommasso Strozzi.”

Tres letras del Abece

Aprendes plus nous deman
A. M. T. car aitan
Volon dire com am te.
Lo stesso, dopo dell' Ubaldini, fu accennato, ed osservato da Carlo Dati appresso le Origini Italiane del Menagio alla lettera A, e ultimamente dall' eruditissimo Girolamo Gigli nel suo Apparato all' Opere di S. Caterina, alla lettera E, citando, e trascrivendo amendue, i suddetti versi del Cadenet.

Gli stessi versi Provenzali furono anche citati, e portati da Francesco Redi, del testo della libreria di S. Lorenzo di Firenze, nelle sue Annot. Bac. in Toscan. fogl. 117., benchè ad altro effetto, cioè per comprovare, che gli antichi Rimatori solevano talvolta scherzar colle lettere, accennando con esse, nelle cobbole, o stanze il loro nome, o altra cosa, che più loro fosse andata a grado. Ecco le sue parole nel citato fogl. 117. “Elia Cadenetto volle anche esso scherzar colle lettere, onde come si legge nel Testo a penna della Libreria di S. Lorenzo.”

Tres letras del a. b. c.
Aprendez plus non deman:

A. M. T. car aitan
Volon dire com am te.

Ma già che egli se ne prevalse per questo fine, poteva soggiungervi, e dar fuori gli altri versi che seguono, o vero tutta la strofe, la quale nel Testo Vaticano Cod. 3204. car. 99. si legge così.
Tres letras de labece

Aprendes plus nous deman
A. M. T. car aitan
Volon dire com am te
Car ab aitan de clersia
Auriam pro eu e vos
Mas per so ben i volria
O. e C. mantas sazos
Que si eus disia digatz
Domna farias majuda
Eu cre que vos seriatz
De dir Oc apersebuda.
cioè:
Tre lettre dell' Abbeccè
Apprendete, più non vi dimando,
A, Emme, Te, perchè altrettanto
Voglion dir come amo te:
E con altrettanta dottrina
Saremmo assai dotti io, e voi;
Ma per ciò ben ci vorrei
O, e C, mante fiate aggiugnere;
Che se io vi dicessi, dite
Donna, fareste mio ajuto?
Io credo, che voi sareste
Apparecchiata per dir di .
Questo scherzo poetico del Cadenet, per dirlo di passaggio, mi fa sovvenire de i ternari d' un Sonetto di Cecco Angelieri Sanese, contemporaneo di Dante, che incomincia:
Sel cor de Bichina fosse diamante, appresso la Raccolta de' Poeti antichi di Monsignor Leone Allacci, fogl. 204., ne' quali ternari osservo, che esso Angelieri furò dal nostro Cadenet simil concetto, ed invenzione, discorrendo egli così intorno alla sua innamorata Bichina.
Ma s ella un poco mi stesse audita
Et eo avesse lardire de parlare
Direy come so sua spene incarnita.
E po gli dirci com eo son sua vita,
Et altre cose cheo non vo contare,
Parme esser certo chella direbbe ita.
Ove le voci vita, e ita alludono alle lettere Greche B, e *, che così s' appellano, e quì la ita vale sì, usata parimente alla Latina, da Dant. Inf. 21.
De 'l nò, per li denar, vi si fa ita,
cioè per denari si fa del nò sì.
Non lascierò di notare, che nel Cod. Vatic. 3205. car. 95. si trova la suddetta stanza scritta diversamente, cioè:
Tres letras de l A. B. C.
Aprenez plus non deman
A. M. T. qar aitan
Volon dire qom am te
E ab aitan de clergia
Auria pro entre nos
Pero anc mais i volria
O. e C. mantas sazos
Qar sieu dizia digatz
Bona donna fas majuda
Adoncs sai qe seriatz
De dir Oc aperceubuda.
Ma in quanto alle lezioni, o vero alla diversità della scrittura delle lettere, cioè Abecè; e A. b. c. nulla v' è che dire appo noi, essendo amendue ugualmente buone, dicendosi constantemente in Provenzale Be, Ce, ec. Laonde non ci è stato d' uopo di mettere in dubbio, e di questioneggiare, come anno fatto i Gramatici Italiani, se i nomi del b, c, d, g, p, t, s' abbiano a pronunziare be, ce, de, ge, pe, te, come c' insegnano i Latini gramatici, o pur bi, ci, di, gi, pi, ti, come costumano gl' idioti, siccome propone il Salviati ne' suoi Avvertimenti volum. I. lib. 3. cap. I. particel. 2. E per ciò le lezioni d' alcune copie del Bocc. Gior. 6. nov. 5. Credo ec. che voi sapeste l' A, B, C, e gior. 8. nov. 9. Voi non apparaste miga l' A. B. C., pare, che non sieno riputate dal Buommattei al tratt. 3. cap. 5. così ottime, come quelle de i Testi de' Deputati del 1573., e del suddetto Salviati, che anno nominatamente l' a bi ci. Ma a così fatta questione di nome ha imposto silenzio il dottissimo Abate Anton Maria Salvini Lettore di lettere Greche nello Studio di Firenze, il quale nelle sue eruditissime Note sopra il detto Buommattei, al citato luogo, a car. 31. decide, e risolve, che Bi, Ci, Di, non è profferimento, o suono di quelle tali consonanti; perciocchè potrebbero dirsi anche Ba, Ca, Da; Bo, Co, Do; ma è il nome di quelle tali lettere, che dove in Firenze si nominano Bi, Ci, Di; in Arezzo, per esempio, che pure è in Toscana, si nominano alla latina Be, Ce, De; 
siccome nota il Sig. Francesco Redi nel Vocabolario suo Aretino manoscritto &c.

C.

C. Lettera, la quale ha molta simiglianza col G. Adoprasi da' Toscani per due sorte di suoni; perchè posta innanzi all' A, O, U, ha il suono più muto, o rotondo: come Capo, Conca, Cura; e avanti la E, ed I, si manda fuor più sonante, o aspirata: come Cera, Cibo. Onde per farle fare il primo suono, le pognamo la H dopo, come Cheto, Trabocchi. Questo CH, posto davanti all' I, ottiene due sorte di suoni, l' uno più rotondo: come Fianchi, Stecchi, Fiocchi; l' altro schiacciato, come Occhi, Orecchi, Chiave; quantunque appo i Poeti, cotali suoni non impediscan la rima. E per conoscere questa diversità di suono, sarebbe necessario assegnare a ciascheduno il suo proprio carattere. Non si pone il C avanti ad altre Consonanti, che alla L, e R, nella stessa sillaba, e perde alquanto del suo suono; ma alla L, più rado; come Conclusione, Clero: Crine, Increspato. Ammette avanti di se nel mezzo della parola, ma in diversa sillaba la L, N, R, S: come Calca, Ancora, Arco, Tosco; ma la S. gli va avanti, ancor nel principio; come Scudo, Schermo; e sempre si pronunzia la S innanzi al C, nel primo modo più comune, come nella voce Casa, di che vedi nella lettera S. Metessi il C avanti al Q, quando il Q si doverebbe raddoppiare, come Acqua, Acquisto; conciossiacosachè il Q non sia altro, che C. Nel mezzo di parola si raddoppia, quando bisogna: come Stecco, Bocca, Tocca.

Posto innanzi all' A, O, U, ha similmente nel Provenzale il suono ritondo, verbigrazia cap, conca, cura; ma avanti la E, ed I ha lo stesso suono della S gagliarda, come cera (Lat. Cera), cercar, cisterna, cigala; le quali voci pronunziamo come se fossero scritte per S, sera, sercar, sisterna, ec. Onde per fargli fare il primo suono gli poniamo la u vocale dopo, nel qual caso però adoperiamo la Q in sua vece, conciossiacosachè il Q, come accenna il Vocabolario, e si vederà a suo luogo, non sia altro, che 'l C muto, o rotondo; come nelle voci quetxo, quet, e quiet, che significano cheto; e que, qui ec. le quali profferiamo, come se fossero scritte, qet, qe, qi, che anche così senza la u si truovano sovente negli antichi testi manoscritti. Per fare poi nella nostra Lingua il suono delle sillabe Toscane Cià, Ce, Ci, Ciò, Ciù, vedi quel che si noterà nella Lettera X. Delle consonanti ammette dopo di se nella stessa sillaba, solamente la L, e la R, come conclusion, e conclusiò, crespat, encrespat. Consente poi avanti di se la N, R, S, e ciò sempre in diversa sillaba, fuorchè ne' monosillabi, come encara (ancóra) arcáda, escusa, anc (anco) hanc, arc, vesc: e parimente in questo nostro Idioma sempre si pronunzia la S innanzi al C nel primo modo, cioè gagliardo, di che vedi nella Lettera S.

I nostri antichi il raddoppiavano talvolta come peccat, proccurar, ma oggi diciamo, e scriviamo procurar ec. L' usiamo però raddoppiato avanti l' I, dove bisogna, come decocciò (Lat. decoctio, concoctio) e avanti l' A, come acceptar; avvegnachè in cotali voci il secondo c si pronunzi, come se fosse s, e per questo si scrive talora da alcuni decocsiò, acseptar. Per ragion della molta simiglianza, che ha col G, si trovano alquante voci scritte ne' Codici Provenzali della Vaticana coll' uno, e coll' altro scambievolmente, come cavalcar, e cavalgar; cavalcadura, e cavalgadura; borg, e borc (borgo), gonfanò, e confanò (gonfalone) e simili.

Egli è vero però per non lasciar cosa, che da considerar sia, che abbiamo ancora un' altro C, che è più sonante, e forte della S gagliarda, il quale contrassegniamo con questo carattere ç, chiamato da noi con molto acconcio nome C trancada, cioè a dire, C infranto, del quale ce ne serviamo, quando ci occorre, per far perdere il suono del C duro; imperciocchè siccome queste sillabe Ca, Co, Cu, anno il suono duro, all' incontro quest' altre ça, ço, çu l' anno infranto, cioè un poco più sonoro, e gagliardo delle sillabe Sa, So, Su, verbigrazia alabança (lode) convençut (convinto) ço (ciò) avvegnachè chè per lo più confondiamo questi caratteri, scrivendo començar, e comensar; assots, e açots, ec. Questo nostro ç infranto, per dirlo di passaggio passò da Catalogna nell' Aragona, ed indi poi in Castiglia, dove è appellato C con zedilla, ovvero zedilla, cioè piccola zeta, per ragione di quella codetta fatta a guisa d' una piccola zeta; e perchè nella Lingua Castigliana la Z, e il C chiaro, o sonante anno un medesimo suono, scrivendosi da' Castigliani indifferentemente zelar, e celar, e simili, perciò s' adopera nella stessa Lingua in cambio del Z, come çapata, e zapata; açogue, e azogue ec. che che ne dichino Massimo Trojano, e Argisto Giuffredi nelle loro osservazioni della suddetta Lingua Castigliana stampate in Firenze nel 1601. Onde Francesco Sobrino ne' prolegomeni del suo Dicionario nuevo de las lenguas Española, y Francesa, impresso in Brossella nel 1705. Les Espagnols écrivent l' V au lieu du B. Ils écrivent ainssi le ç au lieu du Z, e le Z au lieu du ç.

Nell' Abbiccì, che per tutta l' Italia adoperano i fanciulli quando incominciano d' apparar a leggere, detto in Roma la Santa Croce, per ragion della effigie della Santiss. † posta in fronte di esso; e in Firenze, la Croce Santa, anteponendo il sostantivo all' addiettivo; vi si vede pure questo carattere ç coll' altre solite abbreviature sul fine, così:
ç R* b.', e il chiamano Con. Ma gli Stampatori sbagliano usandolo così ç alla dritta; imperciocchè quando rappresenta il segno, o l' abbreviatura della sillaba con, si scrive sempre voltato in questo modo ɔ, come si vede ne' MSS., e ancora ne' libri di stampa antica: e questo ɔ è chiamato da noi girar de con, cioè a dire, che posto così ɔ girato, vale per la sillaba con. Tra i diversi caratteri, che il Trissino voleva aggiugnere al Toscano Alfabeto, uno si era questo nostro ç da lui appellato çeta, di che vedi appresso, alla Z.


D.


D. Lettera, che ha gran parentela colla T, e perciò molte voci latine, nel farsi nostrali, hanno mutato il T in D, come più dolce di suono: Latro, Ladro: Potestas, Podestà: Litus, Lido. Acconsente dopo di se solamente la R, oltre alle vocali, tanto in principio, quanto in mezzo della dizione, e nella stessa sillaba, con perdere alquanto di suono: come Drago, Salamandra. Riceve avanti di se, nel mezzo della parola, ma in diversa sillaba, la L, N, R, S: come Geldra, Bando, Verde, Disdicevole. Ma la S, avanti la D, si trova di rado in mezzo di parola, e quasi sempre ne' verbi composti dalla particella Dis: come Disdire. Nel principio si trova più spesso: come Sdegno, Sdentato; e deesi sempre profferire la S, avanti, nel secondo suono, e più rimesso, come nella voce Accusa, come si dice nella lettera S. Raddoppiasi nel mezzo, quando egli occorre: come Freddo, Addurre.

Così pure in alcune voci Latine nel farsi nostrali, è stato mutato il T, in D, per ragione dell' accennata parentela, come latro in ladre: latrare in ladrar: latrator in ladrador, lladraire. Dopo di se acconsente parimente nel nostro Provenzale la R, oltre alle vocali, perdendo alquanto di suono, come dragon, e dragò; salamandra: Avanti di se riceve similmente le suddette L, N, R, S, come falda, bandejar, verdura, desdir. Non la raddoppiamo però se non in qualche voce Latina, come addiciò, addicional.

I nostri vecchi la scambiarono spesso col Z, trovandosi ne' Testi antichi scritto indifferentemente veder, e vezer (vedere) medicar, e mezicar (medicare) tardar, e tarzar (tardare) ed altre somiglianti, come osservò diligentemente il Crescimbeni nelle sue eruditissime Annotazioni sopra le Vite de' Poeti Provenzali, particolarmente intorno quella di Guglielmo Adimaro, così: I Provenzali oltre all' antiporre la N a i nomi propri d' Uomini &c. spesso scambiavano la D nella Z. E in quella di Bertrando di Pedaro con queste parole: E' costui chiamato dal Nostradama Bertrand de Pezars, o de Pezenat; e perchè i Provenzali, come altrove abbiamo detto il D facevano Z, come veder, vezer; medecar, mezecar, e simili; però noi la voce Pezar, l' abbiamo tradotta Pedaro, siccome Pezenat, Pedenato: quantunque alle volte altre simili parole le abbiamo trasportate colla Z, che si legge nel Testo. E dopo di lui il Gigli Apparat. Oper. S. Cater. alla particella Et in questa guisa:
La Lingua Provenzale, Madre della nostra, cambiava spesso il Z col D. E di quì osservo, che i Toscani per imitare i Provenzali loro Maestri, anno detto, e adoperato scambievolmente, ardente, e arzente; frondire, e fronzire; fronduto, e fronzuto; gradire, e grazire; guadare, e guazare; verdura, e verzura; verdume, e verzume; rinverdire, e rinverzire; ed altre, come si osserva nel Vocabolario, quantunque in esso gli Accademici della Crusca non facciano menzione di simile cambiamento.

E.

E. Lettera vocale, e ha molta convenienza coll' I, prendendosi frequentemente l' una per l' altra: Desiderio, Disiderio: Peggiore, Piggiore. Appo i Toscani ha due suoni, l' uno più aperto: come Mensa, Remo; l' altro più chiuso, e più frequentato da noi: come Refe, Cena; onde per tor via gli errori richiederebbon vari caratteri, quantunque cotal suono, appo i Poeti non faccia noja alla rima.
Similmente nel nostro Idioma, per ragione dell' accennata convenienza, e amistà, che ella ha coll' I, anno usato scambievolmente i nostri antichi: ociosetatz, e ociositatz; enfern, e infern, come si legge, tra gli altri MSS. in quello del Tratt. Pecc. Mort., e sovent, e sovint (sovente) adoperato l' uno, e l' altro da Gio. Mart. 68., e così lealeza, e lialeza; leal, e lial &c. Ha ancora amistà, e convenienza coll' A, sì in Provenzale, che in Toscano, come osservò l' eruditissimo Francesco Redi nelle sue Annot. Ditir. a car. 64. colle seguenti parole:
“I nostri più antichi Scrittori Toscani, in cambio di elemento, dissero sovente alimento, cangiando la lettera e della prima sillaba in a, come è chiaro, per gl' infrascritti esempli &c. Dante da Majano nel primo de' suoi Sonetti stampati disse Alena in vece di Elena.

Alena greca co lo gran plagiere

Guittone d' Arezzo nelle Lettere manuscritte usò il verbo Aleggere in vece di Eleggere &c. Usollo ancora Gio. Villani, e tutt' e due i Malespini, ne' quali si truova Sanatore, Sanato, assempro, assemplo, con altre simili voci &c. La più bassa plebe di Firenze conserva alcune poche reliquie di tali arcaismi nelle parole abreo, arrore, dalfino, sagreto &c. Negli antichi Provenzali si truova spesso tale amistà, e parentela tra la lettera A, e la E. Nella Vita di Guidusel del Testo della Libreria di S. Lorenzo si legge Raina per Reina. Neza de Guillem de Monpeslier, cosina germana de la Raina d' Aragon. Giuffredi di Tolosa nella Serventese, ch' ei fece per amore d' Alisa Damigella di Valogne, disse molte volte piatat in vece di pietat.

A Madompna sens piatat
Nuec, e dia eu clam mercè.
Tralascio infiniti altri esempli e de' Toscani, e de' Provenzali”.

E così ancora in Provenzale ha gli stessi due suoni, che in Toscano; l' uno più aperto, o largo, come aver, saber: e l' altro più chiuso, o stretto, e da noi parimente più frequentato, come vermell (vermiglio) temps, ensems (insieme) conforme insegna, e dimostra il Rimario Provenzale MS. della suddetta Libreria di S. Lorenzo.


F.


F. Lettera, la quale, nel pronunziarsi, è assai simile all' V consonante, per essere amendue molto aspirate. Riceve dopo di se, nel mezzo della parola, *e nella stessa sillaba, le consonanti L, e R, e vi perde alquanto di suono, come Afflitto, Fresco; ma riceve la L molto più di rado, come suono alquanto malagevole alla nostra pronunzia. Ammette avanti di se la L, N, R, S, in mezzo della parola, e in diversa sillaba, come Alfiere, Enfiato, Forfora, Disfatto, ma la S se le pone avanti molto più frequentemente nel principio, conforme Sferza, Sforzo, e pronunziasi la S, avanti alla F, nel primo modo, e più comune, come nella voce Casa, conforme a quello, che si dirà nella lettera S. Nel mezzo delle dizioni si può raddoppiare, dove fa mestiere, come Effetto, Buffone.
Il suono della F è quasi lo stesso di quello dell' V consonante, per formarsi tutt' e due con una medesima percussione di strumenti, cioè battendo il labbro ne' denti, come osserva il Buommattei Tratt. 3. Cap. 8. Laonde ne' MSS. antichi si truovano questi due caratteri adoperati talora l' uno per l' altro, come venestra per fenestra nella seguente strofa d' un Poema di Pietro di Corbiacco in lode di nostra Donna Cod. Vat. 3204. a car. 137.
Dompna Verges pura, e fina

Anz que fos l' enfantamenz,
Et apres tot eissamenz,
De Vos trais sa carn humana
Jesu Crist nostre Salvaire,
Si com ses fractura faire
Vai, e ven rais que soleilla
Per la venestra verina.
Donna Vergine pura, e fina
Anzi che fosse il concepimento,
Ed appresso pur similmente,
Da Voi trasse sua Carne umana
Gesù Cristo nostro Salvatore,
Sì come senza far frattura
Va, e viene il raggio, che illumina,
Per la finestra invetriata.


E escalvar per escalfar in questo passo di Amerigo di Pingulano del medesimo Cod. Vat. a car. 40.


Altressì m' pren, com fai lo jogador,

Q' al comensar joga maestrament

A petit joc, puois s' escalva perdèn,

Que l' fai montar tan, qu' es en la follor.

Così m' avvien com fa lo giucatore,
Che giuoca al cominciar maestrevolmente,

Piccol giuoco; e in perdendo poi si scalda,

Che' l fa montar sì, che è una follia.
E così navrar per nafrar, onde Tosc. naverare, Franz. navrer; ed altre simili.

Nel nostro Linguaggio riceve ugualmente dopo di se, e nella stessa sillaba le consonanti L, e R, come flassada (coperta da letto) flaúta, e flauta (flauto) fresc, frescura. Avanti di se consente pure la L, N, R, S, in mezzo della dizione, e in diversa sillaba, come Alferis (Alfiere) alforja (bisaccia) inflar (gonfiare) forfar (forfare) desfar, e desfer (disfare) E si raddoppia dove occorre, come affermar, afficionat, effecte.



G.


G. Lettera compagna del C, la quale, anch' ella, ha due suoni diversi, perchè posta avanti all' A, O, U, ha il suono più rotondo. come Gallo, Gota, Gusto; e avanti all' E, ed I, ha il suono più sottile, o aspirato: come Gente, Giro; onde per necessità di proprio carattere, per servircene nel primo suono colla E, e coll' I, pogniamo dopo la H: come Gherone, Ghiro. Questo Gh, quando ne seguita l' I, ha anch' egli due suoni, l' uno più rotondo, e grosso: come Ghirlanda, Vegghi dal verbo Vedere; l' altro più sottile, e schiacciato, il quale, per lo più, avviene, quando all' I segue un' altra vocale, come Ghianda, Ghiera, Vegghia:
e a cotali suoni, per isfuggire errore, sarebbe di bisogno proprio carattere a ciascheduno. Delle consonanti riceve dopo di se, nella stessa sillaba la L, N, R; come Negletto, Gloria, Egli, Regno, Sogno, Disegnare, Ingrato, Gretola; bene è vero, che dopo la L, dove non seguita l' I, per esser suono, per sua durezza sfuggito da questa lingua, si truova di rado. Quando alla L, col G avanti seguita l' I, in tal caso ha due suoni, l' uno più rotondo, e grosso: come Negligente, il quale non è molto ricevuto da noi; l' altro più sottile, e schiacciato: come Giglio, Foglio, e questo è nostro proprio. Aggiunto, come s' è detto, il G alla L, e N, gran parte ne perde del suo suono, come Aglio, Ragna. Consente avanti di se la L, N, R, S, nel mezzo della parola, e in diversa sillaba: come Volgo, Vanga, Verga, Disgregare, benchè la S si truovi in mezzo di rado, e per lo più in composizione, colla preposizione Dis. Ma nel principio di parola, più frequentemente: come Sgarare; e si pronunzia sempre la S avanti al G, nel secondo modo, cioè nel suono più rimesso, come nella voce Accusa. Raddoppiasi questa lettera nelle nostre voci molto spesso: come Poggio, Oggi, ec.

Pure nel nostro Linguaggio ha ella due suoni diversi, poichè posta avanti alle vocali A, O, U, ha il suono muto, o rotondo, o come altri dice, aspro, come gall, gota, gust; e avanti all' E, ed I, l' ha chiaro, e dolce, come gent, giro: onde per necessità di proprio carattere, per servircene nel primo suono colla E, e coll' I, pogniamo dopo, la U vocale, come nelle voci guerra, guirlanda, le quali si pronunziano, cioè la prima, come se fosse scritta in Toscano gherra, e l' altra del modo, che la scrivono, e la pronunziano gli stessi Toscani, cioè ghirlanda; imperciocchè le nostre sillabe gue, gui, corrispondono per l' appunto, nel valore, e suono delle Toscane ghe, ghi. Posta in fine di parola dopo delle vocali E, I, U, o del T, ha doppio suono, cioè parte aspro, e parte soave, come goig, e gaug (gioja, e anche gaggia) desig, e desitg (desio) ensaig, e ensatg (assaggio) le quali parole si pronunziano, come se fossero scritte gotx, desitx, ensatx.

Delle consonanti riceve dopo di se nella stessa sillaba, quelle medesime, che in Toscano, cioè la L, N, R, come negligent, gloria, gnau (voce della gatta) gnerro (nome di fazione) ingrat. E aggiunta alla N, gran parte le fa perdere del suo suono, di che vedi nella lettera N. Il nostro gl però, sempre ritiene il medesimo suono, che nelle suddette voci gloria, negligent: Bene è vero, che abbiamo pure il suono schiacciato del Toscano gl, ma questo suono il facciamo colle due ll, per esempio, all (aglio, lat. allium) che si pronunzia come in Toscano il segnacaso articolato agl', di che vedi nella lettera L.

Ammette avanti di se nel mezzo della parola, e in diversa sillaba la L, N, R, S, T, come vulgo, angel, verga, esglay (spavento) desgregar, coratge (coraggio) e talora anche in una medesima sillaba, particolarmente la R, e il T, come borg (borgo) ensatg; il che però addiviene di rado, e per lo più in qualche monosillabo solamente. Non si raddoppia mai se non in qualche voce, dove stia posta in vece del C, come in giugglar per giucglar (giullaro) usando noi, in cambio del doppio G, il tg; di maniera che, dello stesso modo pronunziamo la suddetta parola coratge come se in Toscano fosse scritta coragge; adoperando i Toscani, nello scrivere, quel primo g in vece del t, per ragione, che nella favella loro non si comportano accanto due mute diverse, come osservò il Buommattei Tratt. 4. cap. 4., 6., e 10.
L' j lungo ha lo stesso suono presso noi, che il G chiaro, e soave, come diremo alla lettera I; onde per più vaghezza della scrittura, e della stampa, usiamo scambievolmente coratge, e coratje; gatge, e gatje, e simili.







H.


H. Non ha appo i Toscani suono veruno particolare, ma se ne servono per difetto di caratteri, ponendola dopo il C, e G, quando accoppiati colle lettere E, ed I, vogliono esprimere lo stesso suono, quale si pronunzierebbe coll' A, O, U: come Chino, Cheto: Gherone, Ghiro.
Ha servito questo carattere per tor vi a qualche equivoco, come per distinguere Hanno verbo, da Anno nome, ed Ho, Hai, Ha verbi, da Ai articolo, affisso al segno del terzo caso, ed A preposizione, ed O particella separativa, o avverbiale. Così abbiamo usato anche noi in questo Vocabolario; non condannando perciò anche gli usi diversi.

Nè anche in Provenzale ha egli suono veruno, servendo solamente, o per tor via qualche equivoco, come per distinguere Ha verbo, da A preposizione; o per far mutare di suono la L, come Marselha (Marsiglia, Città della Provenza) malh (maglio) alh (aglio) e simili, ove la h altro non denota, se non, che la l si debbe profferire come il Gl schiacciato de' Toscani, conforme si dirà appresso nella lettera L; o pure per far perdere il suono naturale dell' N, come senhor, vergonha, di che vedi alla N: la quale ortografia usa ancora il Portoghese, che scrive baralhar (bisticciare) apparelhar, trabalhar, talhar, orelha, ovelha (pecora) abelha (ape, pecchia) apparelho, parelha, olh, ec. e così acompanhar, banhar, envergonhar, ec. voci tutte proprie del nostro Provenzale, dal quale, molte eziandio quello Idioma ne tolse, come sono, fra l' altre, oltre alle suddette, abonançar, aturar, cuberta, força, lebre, enveja, envejar (pronunz. envégia, envegiar) mestre, nu (L. nudus) pardal (L. passer) pedrada (sassata) pedragal (petricato L. saxetum) Trovador (Poeta) trovar (poetare) viga (trave) vinagre (vinagro, aceto) volataria (volatío, uccellame) voltar, volta, e cento più. Del restante parmi, che questo carattere si doverà cacciare dalle altre voci, per inutile, e del tutto superfluo, siccome respettivamente anno fatto gl' Italiani, e i Franzesi; e scrivere rustic, amic, umil, om ec., e non più rustich ec.

In Provenzale il chiamiamo Ach, o Ac, onde poi è stato detto dagl' Italiani, Acca, come accenna Pascasio Grosippo, o vogliamo dire Gasparo Scioppio nella sua Gramatica Filosofica a c. 194. della edizione di Amsterdamo del 1664. così: Ex istis primum dicimus nomen H literae, fuisse HA, ut à Germanis pronuntiatur; non ACCA Italorum, neque ACHE Hispanorum; quod illi perinde pronuntiant, ac si Hetruscè acie, Germanicè aische, Gallicè hache scriptum foret. Nimirum ex ha, primum factum fuerat ah; quod alii pronuntiarunt ut ach, sicut ex michi fecerunt mihi. Inde porrò natum est Italicum accha, vel acca. Undè postea Hispani, & Galli plus etiam literae appellationem corruperunt.


I.


I. Lettera vocale, amica dell' E, prendendosi spesso l' una per l' altra, scambievolmente, come Disio, e Desio: Offerire, e Offerere; Stia, e Stea. S. I. Quando è posta in alcuna voce di qualsivoglia maniera si sia avanti un' altra vocale, si prendono quasi sempre quelle due vocali appo i Toscani, per dittongo, e si pronunziano in una sillaba sola; come Piano, Fiele, Pioggia, Fiume, la qual proprietà ottiene ancora l' U vocale. Pronunziasi nondimeno, alle volte, per due sillabe, ma avviene più di rado: come Sviato, Fiata, Chiunque. S. I. Nel nostro idioma, vaghissimo della dolcezza, si aggiugne frequentemente per isfuggir l' asprezza della pronunzia, a tutte le voci comincianti da S, colla consonante appresso, e allora massimamente, quando la parola antecedente termina in consonante: come Per ischerzo, Con ispirito.

Lo stesso scambiamento si truova in Provenzale, come gitar, e getar; mantinent, e mantenent; lial, e leal. Anzi per la stretta amistà, che ha coll' E, vuole accompagnarla in più voci, ponendosele accanto, benchè non sia d' uopo, trovandosi ugualmente scritto Pere, e Peire; destrer, e destrier; cavaler, e cavalier; dret, e dreit; estret, e estreit; manera, e maniera, e maneira; frontera, frontiera, e fronteira ec. nelle quali voci, ed altre somiglianti, tutte e due queste vocali si pronunziano con un solo spingimento di fiato, facendo dittongo. E quindi è, che i Toscani ad imitazione di nostri antichi l' anno aggiunta in più voci, usandosi scambievolmente panzerone, e panzierone; panzeruola, e panzieruola; parete, e pariete; prego, e priego; alteramente, e altieramente; altero, e altiero; beltà, e bieltà; breve, e brieve; brevemente, e brievemente; brevità, e brievità; concordevolmente, e concordievolmente; corriere, e corrére; tregua, e triegua ec. Ne' MSS. del buon secolo de' medesimi Toscani si truova progienia, giente, giennaio, ciercare, cienato, diciea, pacie, piacica, ed altre simili, in vece di progenia, gente, gennajo, cercare, cenato, dicea, pace, piacea. I, posto avanti l' A non fa mai dittongo nella Lingua Provenzale; così solía, avía, diría, sono sempre presso noi Catalani di tre sillabe.

I nostri Vecchi l' adoperarono non solo in vece del G chiaro, facendo allora la figura di consonante, come coratie, gatie, liie (ligio, vassallo)

che così ancora a imitazione de' nostri l' usarono i Toscani, come in ariento per argento, arientato per argentato; ma eziandio del muto, o rotondo, come in oian, iai, espiia, enianar, preiar, e somiglianti, in vece di ogan (uguanno) gai (gajo) espiga, enganar, pregar: il che su accennato dal dottissimo Crescimbeni nella Annot. IX. della Vita di Rambaldo d' Oranges. Oggi noi Catalani con più chiara, e distinta ortografia l' usiamo solamente nel primo modo, cioè in cambio del G. chiaro; e per questo uso abbiamo introdotto l' j lungo, per contrassegno, che allora è consonante, come coratje, gatje. E così ancora anno fatto dopo di noi i Toscani, scrivendo Gennajo, gajo ec. benchè sia presso loro di suono tenue (salvo, quando è posto nel fine di dizione, come esempj, varj ec. dove vale per due ii, pronunziandosi

però esempi, vari ec.) cioè, come il nostro suono dell' y greco posto tra

due vocali; in guisa che, dello stesso modo pronunziano Gennajo, come se da noi fosse scritto Gennayo; il quale y greco, chiamato alla Greca ipsilon, e Toscanamente Fio, fu usato dagli Scrittori Toscani del buon secolo in vece dell' i, come si vede, fra gli altri MSS., nel Villani dell' Abate Anton Maria Salvini. Intorno all' aggiugnere la I alle voci comincianti da S, colla consonante appresso, vedi quel che abbiamo notato al B. Questa lettera fu dagli antichi Toscani adoperata alla Provenzale, in vece delle particelle Ivi, Quivi, Ci, Vi. L. ibi, illic. Franc. Barb. 265.
Et una scritta i metti
Con tuoi pietosi detti.

e car. 302.

Guarda dal Calzolaro,

Ch' è ricco, e troppo avaro:

E da lo Spetiale,

Che del vender no i cale.

e 345.

Altri son certe volte,

Che in otto giorni a la donna diranno,

Che merito vorranno,

Non sanno quel che merito è a dire;

Che inanzi i va servire.

Guido Guinicelli.

Poi che n' ha tratto fuore

Per la sua forza il Sol ciò che gli è vile,

La stella i da valore.

Cecco Angiulieri.

Chi d' Amor sente, di mal far no i cale. e altrove, nella Raccolta de' Poeti Antichi di Monsig. Leone Allacci f. 201.
Che s' io volesse y scender non potrei.
Il che fu osservato dall' Ubaldini Tav. Docum. Amor. Barber. così:

"I, per Ivi, riguarda il luogo; alla Provenzale; Sordello:
Ben deu esser bagordada

Cortz de gran baron:

E i deu hom faire gran don,
E qe i sia gens honrada.

E dopo di lui dal sopraccitato Crescimbeni nella sua Storia della Chiesa di S. Giovanni avanti Porta Latina, lib. I. cap. 3. dove spiega alcune voci oscure sparse per entro una certa leggenda del Santo, scritta da un' Anonimo Sanese nel secolo XIV., in questa guisa: “Ine, cioè ivi, dissero i Sanesi antichi; e stimiamo, che sia un' accorciamento di line, cioè lì, coll' accrescimento della ne menzionata di sopra alla voce ane: trovando noi i per ivi ben due volte in Francesco da Barberino Doc.
d' Amore pag. 265., e 345. Et una scritta i metti: Che inanzi i va servire. E questa maniera è Provenzale: Sordello:”

E qe i sia gens honrada.

E finalmente dal Gigli, nel suo Apparato Op. S. Cat. a c. 107. in questo modo:

Alcuno si dava a credere, che la voce ine venisse dal latino in eo loco: Ma in verità è una voce sorella del line per lì, quine per quì, quane per quà, e simili, di cui è pieno Dante; e la Santa alla lett. 225. n. 6. pose none per nò, alla 270. n. 2. ane per ha: non essendo altro quella terminazione in e, o, ne, che un posamento, che vuol fare la nostra Pronunzia in quella vocale, e non tagliarsi la lingua nelle monosillabe accentuate lì, quì, nò &c. E se altri replicasse, che l' avverbio ivi non avea bisogno di questo posamento, sappiasi, che di que' più antichi tempi dicevasi i. Vedilo in Francesco da Barberino Docum. 9. fogl. 265.”
Et una scritta i metti
Con tuoi pietosi detti.

Ed i Toscani lo presero senz' altro da' Provenzali, come può vedersi fra le Poesie di que' Poeti raccolte dal Crescimbeni alle Rime di Blancassetto fogl. 239.

Bem' plaz lo gai temps de paschor,

Qe fai foillas è flors venir;

E plaz me quant auz la bauzor

Dels ausels qe fan i retentir

Lor cant.


Ben di pastura il gajo tempo piacemi,

Che fa foglie, e fior venire;

E piacemi quand' odo la baldoria

Degli augei, che fann' ivi risonare

Loro canto.

Ed un' altro esempio vi se ne legge a fogl. 144. nelle Rime di Guglielmo degli Almaricchi, o Amerighi. Agli esempli Provenzali suddetti aggiungo di passaggio i seguenti. Ans. Faid. Canz. C. V. 4. 24. t. 2.

Domna l' afanz el' cossir m' es tan bo,
Com plus i pens e mais i voill pensar.
Donna, il pensier, e affanno sì mi piace,
Che più ci penso più ci vò pensare.
E appresso:

Per vos servir fui noiritz,

Si que totz jorns per usatge

I tenc los oills, e l' coratge.

Per servirvi fui allevato,

Si che tutto giorno, per usaggio,

Ci tengo gli (a) ogli, e 'l coraggio.

Mon. Montau. C. V. 4. 123. I.

De Tolsan, ni de Carcassès

Nom' plaing tan fort, ni d' Albigès,

Com d' altres faz;

En Catalongna ai totz mos bes,

Ei soi amatz.

De i Carcassonesi, e Tolosani,

E Albigesi, sì forte non mi lagno

Come degli altri faccio:

In Catalogna ho tutto il mio bene,

Ed ivi sono amato.


(a) Ogli per occhi dissero alla Provenzale gli antichi Rimatori Toscani, e fra gli altri Cino da Pistoja, Guido Cavalcanti, e Jacopo da Lentino, come si vederà nel terzo Volume.

L.


L. Lettera, la quale ammette, dopo di se, ne' mezzi delle parole, e in

diversa sillaba tutte le consonanti, dalla N, R, in poi: come Alba, Falcone, Falda, Volgo, Salma, Alpe, Polso, Salto, Selva, Calza. E in tutti questi luoghi, i Toscani, nel pronunziarla le fanno, per più dolcezza, perdere alquanto di suono. Avanti di se, nel mezzo delle dizioni riceve il B, C, F, G, P, R, S, T: come Obbligo, Concludere, Conflitto, Ciglio, Esemplo, Parlamento, Slungare, Atleta; il che sempre fa nella stessa sillaba, salvo, che colla R, colla quale s' accoppia in sillaba diversa: come Orlato; ma di rado si trova, appo la nostra lingua, dopo la B, C, F, T, come suono, assai, per sua durezza, fuggito. Dopo la G, poco è in uso, se però non seguita l' I: come Giglio, il quale gli fa fare suono più schiacciato, e sottile, come si dice nella lettera G. Di rado si truova dopo la S, e anche in principio di parola: come Slegare; ovvero ne' verbi composti, colla preposizione Dis, o Mis: come Disleale, Misleale. Accoppiata, col T avanti, non è suono di questa lingua, ma solo si usa per le voci forestiere, non divenute ancor nostre affatto: come Atlante, Atleta. Con tutte queste lettere avanti, perde alquanto di suono, salvo, che colla R, e colla S, le quali gliele lasciano mantenere intero. Pronunziasi la S, avanti alla E, nel secondo modo, cioè con suono sottile, o rimesso, quale è nella voce Musa, come si dice nella lettera S. Raddoppiasi, dove è necessario ne' mezzi della parola: come Anello, Coltello.

Pur similmente nel nostro Linguaggio ammette dopo di se le medesime consonanti, che in Toscano, come alba, falcon, e falcò; falda, vulgo, salmejar (recitar i Salmi) felpa, polsar, saltar, selva, calza, e calça.
E talora in una medesima sillaba, il che però solamente addiviene in alcuni monosillabi, come salm, pols, salt. E così ancora avanti di se nel mezzo della parola, e per lo più nella stessa sillaba, riceve il B, C, F, G, P, R, S, T; come oblidar, concloure, conflicte, singlot, exemple, parlament, desleal, ratlla. Si raddoppia dove fa mestiere: come palla (paglia) medalla (medaglia) ull, e oill (occhio), e sempre, che è doppio perde il suo propio suono, e si profferisce, come il Gl schiacciato de' Toscani, fuorchè in alcune voci prette Latine, come illustre, illustrar; onde le nostre sillabe lla, lle, lli, llo, llu; o pure, lha, lhe, lhi, lho, lhu, che è tutt' uno, come abbiamo accennato nell' H, rendono lo stesso suono, che le Italiane glia, glie, gli ec. la quale ortografia usarono eziandio gli antichi Toscani, come osservò l' Ubaldini nella Tavola al Barberino alla voce Involle, con queste parole: “Era nulla di meno cosa ordinaria, che la l prima, quando sono queste lettere raddoppiate si pronunziasse per g in molte voci, il che si conosce da' MSS. antichi, e da' libri anticamente stampati; e ce ne danno indizio la lingua Franzese, e la Spagnuola, che sin oggi così scrivono, e pronunziano.”
E l' Autore delle Osservazioni sopra alcune voci delle lettere del Beato Don Giovanni dalle Celle Monaco Vallombrosano, stampate in Firenze nel 1720., a c. 75., così: “I nostri antichi scrissero molte volte con due LL, in cambio di Gl, così nel Volgarizzamento di Livio, che fu scritto nel 1326., in un Dante della Medicea Laurenziana, nel Salustio Catilinario, ed in altri Testi a penna, si trova scritto mallia, per maglia; battallia, per battaglia; velliardo, per vegliardo, ed altre simili in gran numero.”
I nostri non la raddoppiavano mai in principio di parola, e scriveano lob, o lop, letra, ec. oggi facciamo tutto 'l contrario, e diciamo llop, lletra, ec. e così ancora nel fine di molte parole, come anell, cortell, che gli antichi dissero, e scrissero anel, cortel.

Ha parentela coll' R, usandosi in molte voci l' una, e l' altra indifferentemente, come rossignol, e rossignor; coltel, e cortel; valvasor, e varvasor; Blancaflor, e Brancaflor (Biancafiore) Porfili, e Porfiri (Porfirio) albre, e arbre; malgarita, e margarita, siccome si vedono scritte ne' Codici Vaticani delle Rime Provenzali, ed in altri:
E così pure in Toscano, benchè il Vocabolario non ne faccia menzione, come albore, e arbore; albitrare, e arbitrare; albitrio, e arbitrio; albuscello, e arbuscello; scilocco, e scirocco; colcare, e corcare; e fra gli scrittori più antichi, esemplo, e esempro; oblianza, e obrianza, ed altre, come osservò appieno il Salviati ne' suoi Avvertimenti, volum. I. lib. 3. cap. 3. partic. 19.

M.

M. Lettera, sorella della N, prendendosi in cambio di essa, seguitandone B, o P,  per miglior pronunzia: come Empio. Consente similmente in mezzo di parola innanzi di se, e in diversa sillaba la L, R, S: come Alma, Orma, Risma, quantunque la S si trovi di rado in mezzo della parola, e farà per lo più ne' verbi composti colla preposizione Dis: come Dismettere; ma nel principio è più frequente: come smania, smarrito. Profferiscesi la S, innanzi alla M, nel secondo modo, cioè con sottil suono, e rimesso, come nella voce Rosa, conforme a quello, che si dice nella lettera S. Raddoppiasi nel mezzo della parola, quando egli

occorre: come Femmina, Mamma, ec.

Pur similmente nel nostro Provenzale si prende in cambio della N, seguitandone B, o P, come embellir (imbellire) emborsar (imborsare) embaxada (imbasciata) empobrir (impoverire) empeguntar (impegolare). Consente parimente in mezzo della dizione, avanti di se, e in diversa sillaba, la L, R, S; come almoyna (limosina) almugaver (mugavero) formiga, formatge, esmorsar (far colezione, e la colezione stessa) Si raddoppia, dove è necessario, come semmana (settimana) emmalaltir (ammalare).



N.


N. Lettera di suono simile alla M, la quale si raddoppia, come l' altre consonanti, dove è mestiere: come Panno, Cenno. Posta dopo la G perde una gran parte del suo suono, e quasi un' altra lettera ne diventa, e ciò addivien sempre nel mezzo della parola, e nella sillaba stessa: come Agnello. Può forse talora avvenir ciò, in principio di parola, ma molto di rado, e forse una volta, o due solamente: come Gnaffe, Gnau. Riceve dopo di se delle consonanti il C, D, F, G, S, T, U, Z, nel mezzo della parola, ma in diversa sillaba, e mantiene lo 'ntero suono, come Banco, Banda, Enfiato, Vangelo, Mensa, Vento, Convito, Stanza. Ammette avanti di se in mezzo della parola, e in diversa sillaba la R, S: come Arnie, Disnebbiare, quantunque la S non si trovi mai in mezzo di parola, se non ne verbi composti colla preposizione Dis, ma nel principio più spesso: come Snodare. E sempre si pronunzia la S, come avanti la N, nel suono più sottile, quale nella voce Accusa, come si dice nella lettera S. Nel nostro Idioma parimente si raddoppia, quando bisogna, come conna, cioè cotenna; ennegrir (annerire) ennoblir (nobilitare). E posta dopo la G fa lo stesso effetto, che in Toscano, come Agnel, Agnello; il che similmente addivien sempre nel mezzo del vocabolo, e nella medesima sillaba, fuorchè in Gnau, voce della Gatta, e in Gnerro, nome di fazione, che propriamente vale porcell (porcello) il qual nome, per dir ciò di passaggio, molto strepitoso fu in Catalogna negli andati secoli, per ragione delle due fazioni appellate dels Gnerros, e Cadells, cioè de' Porcelli, e de' Cagnuoli: onde Vincenzio Garzia, nel suo Disinganno del Mondo Stanz. 66.

Quant lo Evangeli cantavan 

En la Iglesia antigament,

Los Nobles encontinent

La espasa desembaynavan:

Y ab asso significavan,

Que tenian aparell

De morir, peleant per Ell: 

Mes ja aquella gallardia

Tota sen va vuy en dia

En ser Gnerro, ò ser Cadell. 

cioè:

Quando il Vangelo si cantava

In Chiesa, anticamente,

I Nobili incontinente,

Sfoderavano la spada: 

E così significavano,

Che erano apparecchiati

A morir battagliando per esso: 

Ma già quella gagliardia

Tutta se ne va oggigiorno

In esser Porcello, o esser Cagnuolo. 

E forse alludendo alle medesime fazioni, disse Fazio degli Uberti nel suo Dittamondo.

Ben vò che ponga a quel, ch' or dico, cura;

Solo per un Cagnuol, ch' è una beffe,

Si mosse guerra, e sdegno, ch' ancor dura.

Ma ritornando al nostro proposito, egli è ben vero, che noi Catalani, per farle perdere il suono naturale, ci prevalemo del Fio, in cambio del G, mettendolo dopo, di modo che, in vece di scrivere, verbigrazia Espagna, Catalugna ec. scriviamo Espanya, Catalunya, eccettuatene le suddette voci Gnau, e Gnerro: onde appresso noi le sillabe nya, nye, nyi, nyo, nyu, rendono lo stesso suono, che gna, gne, gni, gno, gnu. Ne' Codici Provenzali della Vaticana, ed in altri libri antichi ho osservato, che anche la H faceva lo stesso sopraccennato offizio del G, scrivendo nha, nhe, nhi, ec. in cambio di gna, gne, gni, come per esempio vergonha, entresenha, senher, companhia, senhor, e simili, per vergogna, entresegna, segner, compagnia, segnor. E così usa ancora il Portughese, che scrive banhar, envergonhar ec., come abbiamo toccato di sopra all' H. La lingua Castigliana adopera per questo fine, il segno, o titolo sopra la n così, ña, ñe, ñi ec. come España, Cataluña, Señor, Nuñez.

Dopo di se riceve in Provenzale, nel mezzo della parola, e in diversa sillaba tutte le consonanti, che in Toscano, come banca, banda, inflat (gonfiato, enfiato) evangeli, mensonha, e mensogna, e mensonya; convent, convit, estanza; e anche talora in una stessa sillaba, il che però solo addiviene nelle monosillabe, come banc, vent, guant ec. Ammette in oltre la R in diversa sillaba, come nelle voci onrar, onrat, onranza; ma il P lo rifiuta sempre sì in Provenzale, che in Toscano, non ostante di ritrovarsi in un Leggendario di alcune Vite di Santi, MSS. della Libreria Chigi, Inperatore, tenpo, tenpestoso; e in un Codice intitolato Libro d' Amore, ch' è in podere del Dottore Niccolò Bargiacchi da Fiorenza, Chanpagna per Campagna, o Ciampagna: Onde il Gigli nel suo Apparato all' Opere di Santa Caterina da Siena, fogl.138., dimostrava credere, che tale ortografia di scrivere tenpo, tenpestoso, e simili, fosse venuta dal Provenzale.

Avanti di se ammette la R, in mezzo della parola, sì in una medesima sillaba, che in diversa, come carn, arna (tarlo) arnès (arnese). Ammette pure avanti di se la S, ma solamente in diversa sillaba, come desnuar (snodare) e non mai in principio di parola per fuggire l' asprezza, che ne renderebbe, come è stato detto alla lettera B: onde appresso i Poeti Provenzali non si truova scritto snel per isnel, cioè sello, e isnello; ma sempre coll' i, componendo sillaba coll' s, compitando così: is-nel.

Gli antichi nostri frodavano sovente questo carattere, o il suo segno, o titolo, col quale si suol supplire per esso, e scrivevano verbigrazia ses per sens, o ses (e con virgulilla, sens) (senza) us per us (u con virgulilla, uns) (uno) bes per bes (e con virgulilla, bens) (beni) come si vede ne' Codici Provenzali, e respettivamente ancora ne' Codici Toscani, come nella voce cocordia per concordia, osservata da' Deputati del 73. nelle loro dottissime Annotazioni, sopra la correzione del Decamerone, a car. 94. Fosse ciò poi, o per vezzo proprio de' copiatori, o per dimenticanza di far quel segno, o per uso, o abuso, che si abbia a dire di quei tempi, sarebbe ora un voler indovinare. Egli è però ben vero, per non lasciar cosa, che da considerar sia, che si vede questa lettera frodata, o lasciata tal volta a bello studio, per esempio cascus per cascuns nel seguente passo d' un Documento di Arn. Marav. Cod. Vat. 3204. 35. 1. 

Razos es, e mesura 

Mentr' om el segle dura, 

Qe aprenda cascus 

De cels qui sabon plus. 

Ragion è, e misura 

Mentr' uom nel mondo vive, 

Che ciascuno appari 

Da coloro, che sanno più. 

così pesa per pensa in quest' altro, di Piet. Card. nel citato Cod. a car. 149. terg. colonn. 1.



E que vos en par

De ric hom quant pesa 

En gran tort a far, 

Et en pauca despesa, 

Et en petit donar,

E de tolre non sessa.

E che ve ne pare

Di ricco uomo, quando pensa

In fare gran torto,

E in poca spesa,

E in piccolo donare, 

E di togliere non cessa. 

Ed in oltre, che molti nomi si adoperano bene, ora coll' N, e ora senza, come lasciò avvertito Ramondo Vitale nella sua Arte della Poesia Provenzale, Testo a penna della Libreria Laurenziana, colle seguenti parole: Per aver mais d' entendemen vos vuoil dir, qe paraulas i a don hom pot far doas rimas, com leal, talen, vilan, canson, fin, qe pot hom ben dir si vol, liau, talau, vilà, cansò, fi; aisi trobam qe o an menat li trobador; mas los primiers, so es leal, talen &c. son li plus dreg, cioè: Per aver più di cognizione, vi voglio dire, che vi sono delle parole, delle quali si possono far due rime, come leal (liale) talen (talento) vilan (villano) cansò (canzone) fin (fine) che uom può ben dire, se vuole, liau, talan, vilà, cansò, fi: così troviamo, che anno fatto i Poeti; ma i primi, cioè leal, talent (talen, sin t) &c. sono più dritti, o più acconci. Il che non fu osservato dal Crescimbeni nel raccorre, ch' ei fece i Codici delle Rime de' medesimi Trovatori; posciacchè altrimenti non avrebbe detto all' Annotazione II. della Vita di Ramondo Giordano, che il Tassoni Consid. Petr. cart. 19. lo chiama Raimondo Jorda (leggi Jordà) forse perchè nel testo, ch' ei vide, mancava la tilde, o segno della N, sopra l' ultima sillaba, cioè Jordá. Onde il dottissimo Anton Maria Salvini ne' suoi Discorsi Accademici part. 2. fogl. 419.: “Da tene adunque, in Provenzale ten, e senza l' ultima n, la quale in moltissime loro voci lasciavano, te si è fatto, te, che non togli, propriamente, ma tieni significa.” E quindi è, che ancora i Toscani usano moltissimi nomi, ora colla N, e ora senza, come angonia, e agonia; conscienza, e coscienza; instanza, e istanza ec. come si vede nel Vocabolario.

All' incontro poi i medesimi antichi la mettevano, dove non faceva mestiere, e scriveano sengnor, per segnor; congnat, per cognat; vingna, per vigna, e simiglianti il che si vide ancora presso i Toscani, e fra gli altri in Buonaccorso Pitti nella sua Cronica. La scambiavano poi in alcune voci, coll' Erre, come morgía per mongía (monacato, monachía) morge per monge (monaco) canorgia per canongia (canonicato) mersonga per mensonga (menzogna). Anche i Toscani, come disorrare, per disonrare; orranza per onranza; orrato per onrato.


O.


O. Lettera vocale, che ha gran parentela coll' U, usandosi in molte voci medesime, l' una, come l' altra, dicendosi Sorge, e Surge, Coltivare, e Cultivare, Agricoltura, e Agricultura; Fosse, e Fusse. Ha appo di noi due diversi suoni, siccome l' E: l' uno più aperto, come Botta, l' altro

più chiuso, e più frequentato in questo linguaggio, siccome Botte: onde, per fuggir la mala pronunzia, sarebbon necessari due distinti caratteri, quantunque detta diversità di suono, appo i Poeti non impedisca la Rima. Petr. Canzon. 8. E l' accorte parole, Rade nel Mondo, o sole. Dove nella penultima sillaba di Parole, l' O si pronunzia aperto, e in quella di Sole chiuso.

La medesima affinità, che ha in Toscano coll' U vocale, ha nel nostro Provenzale; usandosi indifferentemente coltivar, e cultivar; agricoltor, agricultor; orinar, e urinar; obrir, e ubrir; sofrir, e sufrir, ed altre simili, che si potranno osservare ne' passi degli antichi Scrittori Provenzali dell' età d' oro. E così ancora appo di noi ha gli stessi due suoni, che ha in Toscano, cioè l' uno più aperto, o largo, come botas (stivali) e l' altro più chiuso, o stretto, verbigrazia bota, cioè botte, il quale è viepiù frequente eziandio nel nostro linguaggio, siccome diffusamente insegna il Rimario Provenzale MS. della preziosa Libreria di S. Lorenzo.


P.


P. Lettera, assai simile al B, e all' V consonante, colla quale molte voci si pronunziano scambievolmente: come Coperta, Coverta: Soprano, Sovrano. Consente dopo di se, delle consonanti, nella medesima sillaba, la L, e R, e ne perde alquanto di suono: come Placare, Applicazione, Prato, Ginepro; quantunque colla L più di rado si truovi. Nel mezzo della parola, ma in diversa sillaba, ammette avanti di se la L, M, R, S: come Alpe, Tempo, Corpo, Aspido; benchè la S gli si ponga avanti ancora nel principio di dizione: come Spada, Spinta. La S avanti al P, si profferisce nel modo più comune, cioè col suono più intenso, quale è nella voce Casa, di che vedi nella lettera S.

Per ragione della somiglianza, che il P, nel pronunziarsi, ha col B, si  trovano ne' Codici antichi scritte molte voci indifferentemente coll' una, e coll' altra di queste lettere, sì in Provenzale, che in Toscano, di che vedi nel B.

Delle consonanti ammette pure nel Provenzale, dopo di se, e in una medesima sillaba la L, e R, perdendo alquanto di suono, come placar, aplicaciò, prat, prec ec.

Nel mezzo della parola, ma in diversa sillaba consente eziandio avanti  di se le suddette lettere L, M, R, S, come culpar, colpejar (colpeggiare) temporal, tempestat, despit (dispetto) corporal, senza comprendervi però alcune monosillabe, come asp (aspo) colp (colpo) corp (corvo) temps (tempo).

La S non se gli pone mai avanti nel principio di dizione, dicendo noi con più dolcezza, espasa, especieria, ec. e così estar, esquivar, ec. e non star, ec. come osservò il Cardinal Bembo nelle sue Prose, e si è dimostrato nella suddetta lettera B.


Q.

Q. Lettera, appo i Toscani non serve, se non per C, quando è posta con una vocale appresso, davanti all' U, perchè lo stesso è dir Quocere, che Cuocere: Quojo, che Cuojo; ma però non è inutile affatto, potendo servire, per qualche contrassegno, siccome la H. Onde seguitando l' uso già introdotto, posiamo usarla in luogo del C, quando, colla vocale appresso, anteposta all' U, il tutto si debbe profferir per dittongo, cioè in una sillaba sola: come Acqua, Questo, Quattro. All' incontro adoperare il C, quando all' U seguendone altra vocale, s' ha da pronunziar per due sillabe: come Cui pronome di due sillabe, a differenza di Quì avverbio d' una sillaba sola: Taccuino di quattro sillabe, e non Tacquino di tre: Essendo la stessa, che C, ottiene anche le stesse proprietà, salvo, che dovendosi raddoppiare, il C gli si pone avanti, in sua vece: come Acqua, Acquisto.

Sì in Provenzale, che in Toscano, ha il suono del C muto, o rotondo; onde ne' Codici MSS. delle Rime Provenzali si osservano scambievolmente scritte parecchie voci ora col C, e ora col Q, per esempio com, e qom; car, e qar; cor, e qor. Serve però talora, eziandio nel nostro Linguaggio, per qualche contrassegno, siccome l' H; verbigrazia nella voce quina, che vale cinquina, dove si debbe adoperare sempre il Q, e non il C, a differenza di cuina, o cuyna, cioè cucina; imperciocchè in quina, la quale si pronunzia, come se fosse scritta in Italiano china, non si sente il suono dell' u, essendo quel qu lo stesso, che in Toscano il ch; ma sì in cuina, la quale benchè sia pure di due sillabe, come quina, la prima di esse sillabe si profferisce per l' appunto, come il pronome cui, che appo noi è monosillabo. Veggasi quel che abbiamo rinvergato nella lettera C.


R.


R. Lettera di suono aspro, e nelle voci, dove è raddoppiata, e frequentata, denota sempremai rigidezza. Consente dopo di se tutte le consonanti nel mezzo della parola, in diversa sillaba: come Garbo, Barca, Perdono, Forfora, Organo, Orlo, Arme, Ornare, Serpe, Tarquinio, Verso, Corte, Nervo, Sferza; e in tutti questi luoghi ritiene il suo intero suono. Ammette avanti di se nel principio, e nel mezzo della parola, e nella stessa sillaba, la B, C, D, F, G, P, T, V, e fa perder loro alquanto di suono: come Braccio, Ambra, Crusca, Increspato, Drago, Androne, Fragola, Refriggerio, Grato, Agro, Prato, Rappresaglia, Trave, Intrecciato, Cavretto, Sovrano; ma l' V è quasi sempre in mezzo della parola. Nel principio della parola riceve ancora la S, come Sradicare, e la S si pronunzia nel suono più rimesso, quale nella voce Accusa, di che alla lettera S. Raddoppiasi nel mezzo della parola frequentemente, come Carro, ec.

Nel Provenzale consente eziandio dopo di se tutte le consonanti, il che addiviene sempre in diversa sillaba, fuorchè in alcuni pochi monosillabi, come garbell (crivello) barb (barbo) barca, perdonança, forfaitura (forfattura, furfanteria) orga, orla, arma, ornar, serpejar (serpeggiare) serp, arquejar (archeggiare) arquet (archetto) vers, versejar, cort, cortejar, nervi, guerxo, ec.

E così pure avanti di se ammette le medesime consonanti, che in Toscano, trattane la S, come brasa, bras, ambra, cresta, encrespat, dragò, e dragon, fragilitat, fresc, refrigeri, gratar, grat, agre, presa, prat, trav, treva, e tregua, ovrir: Ma l' V è di rado, e solamente si troverà in qualche vocabolo, dove stia posto in vece del B, come nel suddetto ovrir, per obrir. Ha poi parentela colla L, sì in Toscano, che in Provenzale, benchè il Vocabolario non ne faccia menzione, di che vedi alla lettera L. Si raddoppia, dov' è necessario, come carro, carretta, correr; e così raddoppiata si profferisce con più asprezza. 



S.


S. Lettera di suon vemente, come la R. Posta in composizione co' suoi primitivi, ha forza molte volte di privativo: come Calzare, Scalzare: Montare, Smontare. Alle volte d' accrescitivo: come Porco, Sporco: Munto, Smunto. Alle volte di frequentativo: come Battere, Sbattere. Alle volte non opera nulla, valendo lo stesso Campare, Scampare: Bandito, Sbandito: Beffare, Sbeffare. Appo di noi ha due vari suoni: il primo più gagliardo, e a noi più familiare: come Casa, Asse, Spirito. 

L' altro più sottile, o rimesso, usato più di rado: come Sposa, Rosa, Accusa, Sdentato, Svenato. In questo secondo suono non si raddoppia giammai, nè anche si pone in principio della parola, se non quando, immediatamente ne segue una consonante: come Smeraldo, Sdentato, ec. Consente dopo di se, nel principio della parola, tutte le consonanti, salvo la Z. Nel mezzo della parola, e in diversa sillaba, riceve dopo di se le medesime consonanti, ma più malagevolmente, e per lo più in composizione, colla preposizione Dis, o Mis: come Disdetta, Misleale; ma col G, P, T, s' accoppia frequentemente, senza difficoltà: come Tasca, Cespuglio, Presto. Quando è posta avanti al C, F, P, T, si dee pronunziare nel primo modo, cioè col suon più gagliardo: come Scala, Sforzo, Vespa, Studio, Cesto; ma avanti al B, D, G, L, M, N, R, V, si pronunzia col suono più sottile, o rimesso: come Sbarrare, Sdegno, Sguardo, Slegare, Smania, Snello, Sradicare, e Sventura. Avanti di se ammette la L, N, R, in mezzo della dizione, e in diversa sillaba: come Falso, Mensa, Orso. Raddoppiasi nel mezzo della parola, come l' altre consonanti, dove lo ricerca il bisogno.

In Provenzale ha parimente due suoni, il primo più forte, e chiaro, simile al sigma greco, usato comunemente quando è posta tra una vocale, e una consonante, come consentiment, consiensia, aspi: e così pure quando è posta in principio di parola, come saber, segnor, o senyor. L' altro più sottile, o rimesso, come il suono del zita de i Greci, il qual suono adoperiamo allorchè è situata fra due vocali, come casa, rosa. In questo secondo suono non si raddoppia giammai, imperciocchè essendo doppia, sempre si pronunzia gagliardamente in qualunque modo sia collocata, come possessiò, ove tutte le quattro ss sono di suono chiaro, e gagliardo.

Consente dopo di se tutte le consonanti, il che sempre addiviene in diversa sillaba, trattone qualche monosillabo come vesc (veschio, vischio) fresc (fresco). Avanti di se ammette, delle consonanti, eziandio la L, N, R, come falsedat, fals, constipaciò, ensems (insieme) ors (orso) arsenit (arsenico) arsò (arcione). Il nostro Linguaggio vaghissimo della dolcezza, non ammette niuna parola, che incominci per S colla consonante appresso; onde per isfuggire l' asprezza della nunzia, diciamo, estudi, estar, espòs, e simili, come è stato detto alla lettera B. I più antichi Scrittori del buon tempo, sì Prosatori, che Poeti, l' aggiugnevano nel caso retto del numero del meno della maggior parte de' nomi masculini; e così diceano, e declinavano: lo Reis, o lo Reys, del Rei, al Rei; lo noms, del nom, al nom. Ed all' incontro la toglivano via dal primo caso del numero del più della maggior parte de' medesimi nomi maschili, nel qual primo caso degli stessi nomi, che non consentivano la s, adoperavano l' articolo li in vece di los (e ill ancora, particolarmente i Rimatori, e per lo più precedendo vocale) e così declinavano li Rey, dels Reys, als Reys: li nom, del noms, als noms, come insegna l' Autore della Gramatica Provenzale nella Real Libreria di MSS. di S. Lorenzo di Firenze, là dove egli dice: Li cas son seis: Nominatius, Genitius, Datius, Acusatius, Vocatius, Ablatius. 

Lo Nominatius se conois per lo, si com: Lo Reis es venguts. Genitius per de, si cum: Aquest destrier es del Rei. Datius per a, si com: Mena lo destrier al Rei. Acusatius per lo, si cum: Eu vei lo Rey armat. E non se pot conosser, ni triar (scernere, distinguere) l' acusatius del nominatiu, sinò que per çò, que l' nominatius singulars quan es masculís vol S en la fi; e li altri cas nol' volen. E l' nominatius plurals nol' vol; e tuit li autre cas volenlo en lo plural. Però lo vocatius deu semblar lo nominatiu en totas la dizios, que fenissen in ors, e en las altras ditions quev's (queu's) dirè aici: Deus, Reys, francs (franco, libero) pros (prode) bos, cavaliers, cançòs ec. Però de la regla on fo dit dessùs, que l' nominatius cas no vol S en la fi quan es pluralis numeri, voil traire fors (eccettuare) tots los feminis, que non es dit mas solamen dels masculis, e del neutris (che non si è parlato, che de' maschili, e de i neutri) que son semblan el plural per totz locs, si tot es contra gramatica (contuttochè sia contra la regola della Lingua Latina) E lai on fo dit del nominatiu singular que vol S per tot a la fi, voilh traire fors totz aquels que fenissen en aire, si cum Emparaire, amaire: E en eire, si cum Peire ec. E en ire, si cum traire (traditore) consentire (consenziente, consentitore) ec. Mas albires (osservatore, guardatore, stimatore) vol S, e consires (pensoso, travagliato, consiroso) e desires (desideroso, desiroso) E de la regla del nominatiu singular qe vol S a la fi voilh ancara traire fors alpestre, ec. e tots los ajectius neutris quan son pausat sens sustantiu, si cum: Mal m' es, greu m' es, fer m' es, esqiu m' es, estranh m' es qu' el aja dit mal de mi. E voilh en traire fors encara dels pronoms alcus, si cum: Eu, tu, el qui, aquel, ilh, cel, aicel, aquest, nostre, vostre, que no volon S en la fi, e son del nominatiu singular. Lo stesso dice, ed insegna Raimondo Vidale nella sua Arte della Poesia Provenzale, MS. della suddetta Libreria; e si vede, per darne quì qualche esempio de' nostri Poeti, dagli appresso versi, o passi: Bertr. Born. 161. 2.

E l' Reis Felips en Mar poja, 

Ab altres Reis, qu' ab tal esforz vendràn (la e con virgulilla).

E il Re Filippo in Mar poggia (monta sulla nave, s' imbarca) 

Con altri Re, che vengono in soccorso. E 163. t. 2.

Puois als Barons enoja, e lur pesa 

D' aquesta patz, qu' han feta li dui Rei, 

Farai Canson tal, que, quant er apresa 

A cazaun sarà tart que guerrei. 

Poi a' Baroni annoja, e lor dispiace 

Questa pace, ch' anno fatta i due Re, 

Farò Canzone tal, ch' essendo intesa 

Ambi vorranno tosto guerreggiare. 

Piet. Carav. C. V. 4. 27. t. 1. 

Molt es bona terra Espagna, 

E ill Rei, qe Seignor ne son, 

Dolz, e franc, e car, e bon, 

E de cortesa compagna. 

Buonissima terra è la Spagna, 

E i Re, che Signori ne sono, 

Dolci, e franchi, e cari, e buoni 

E di cortesa compagna. 

Piet. Vid. C. V. 4. 29. t. 2. 

Als (a) quatre Reis d' Espagna està molt mal

Car no volon aver paz entre lor,

Car altramen ill son de gran valor,

Adreg, e franc, e cortès, e leial.

(a) Als quatre Reys d' Espagna: cioè al Re di Castiglia, al Re di Aragona, al Re di Portogallo, e al Re di Navarra.

A i quattro Re di Spagna stà assai male 

Che non vogliono aver pace fra loro,

Che altramente egli sono valorosi

Cortesi, e leali, e franchi, e accostumati.

Ans. Faid. C. V. 4. 24. 1.

Per queu's son tuit obedien

Li cortès, e ill bon, e ill valen.

Perchè tutti vi sono ubbidienti

Li cortesi li buoni, e li valenti.

E 26. 2.

Lo jorn qu' Amors me fes doptàn venir

Vers la bella, don us cortès semblans

Dels seus bels oills m' intrèt ius el coratge,

Si qe anc puois nom' puesc voltar aillors,

Adoncs saubì que l' oill m' eron messatge

D' Amor; e al cor me venc fret, e calors,

Jois, e consirs, ardimens, e paors.  

Il dì ch' Amor mi fe venir dottando

Verso la bella, onde un cortese sguardo

De' suoi begl' occhi intrò dentro 'l mio core,

Sì, ch' anco poi voltar non posso altrove,

Adunque seppi, che gli occhi eran messaggi

D' Amor; e al cor, freddo, e calor mi venne;

Pensiero, e (a) gioi; paura, ed ardimento.

(a) Gioi, che vale allegrezza, giubilo, e simili, dissero Provenzalmente gli antichi Rimatori Toscani, siccome fu osservato e dal Bembo nelle sue Prose, e dal Buommattei tratt. 7. cap. 18. a car. 115. ediz. Firenze 1714., ed ivi dal Salvini alla postill. marginal., e finalmente, per tacer degli altri, dal Crescimbeni nella annot. 2. sopra la Vita d' Ugo di S. Cesario, e in quella di Pietro di Blai; e se ne leggono molti esempli nella Raccolta de' Poeti di Monsig. Leone Allacci, particolarmente a car. 508., e 517., e ne' Comentar. Istor. Volgar. Poes. del suddetto Crescimbeni.


T.

T. Lettera di suono simile al D, e molte voci si dicono coll' una, e coll' altra: come Etate, Etade: Potere, Podere: Lito, Lido. Consente dopo di se la L, e R, col perdere alquanto di suono, ma la L malagevolmente, perchè non è suono di questa lingua, nè la riceve, se non in quelle voci, le quali non son fatte interamente nostrali: come Atleta, Atlante. Colla R fa miglior suono, e più usitato, tanto nel principio della parola, quanto nel mezzo: come Trave, Scaltro. Riceve, avanti di se, in mezzo della parola, in diversa sillaba, la L, N, R, S: come Alto, Punta, Orto, Asta. In principio di dizione riceve la S: come Storia, Studio, e si pronunzia la S nel primo suono, quale nella voce Casa, come nella lettera S abbiam detto. Raddoppiasi nel mezzo della parola, siccome l' altre consonanti: come Atto, Petto, ec.

Lo stesso osservo nella nostra Lingua, trattone quello del raddoppiarsi, e quello ancora di ricevere la S in principio di parola; dicendo noi estudi, estar, e simili, coll' aggiunta dell' E per ischifare in questa guisa l' asprezza, che ne uscirebbe nel profferire studi, star, come è stato avvertito nelle lettere B, e S. Osservo in oltre, che i nostri antichi lo scambiavano col Z in molte voci, trovandosi scritto indifferentemente meteis, e mezeis (medesimo) fortor, e forzor; mut, e muz; dret, é drez; mot, e moz, trametès, e tramezès: il qual cambiamento passò anche nella Toscana, come si vede dal Vocabolario, dove registrano gli Accademici della Crusca, antivenire, e anzivenire; ammortare, e ammorzare; fortore, e forzore; pontare, e ponzare. I medesimi antichi altresì, molto volentieri lo frodavano nelle voci finienti in nt nel singolare, e in nts nel plurale; e ciò facevano per più dolcezza di suono, scrivendo tan, pensamen, entendimens, in vece di tant, pensament, entendiments; ed in fatti nello scolpire le dette parole, ed altre simili, poco, o nulla facciamo sentire il suo suono; e così fanno ancora i Franzesi. Vedi del suo nome quelche abbiamo rinvergato

nella lettera B.


U.


U. Lettera vocale, e tal' or lettera consonante. Quando è vocale ha gran familiarità coll' o chiuso, dicendosi molte voci coll' uno, e coll' altro, scambievolmente: Sorge, Surge: Agricoltura, Agricultura. Quando gli segue appresso un' altra vocale, quasi sempre tutte e due si pronunziano per dittongo, cioè in una sillaba sola, come ancora addiviene all' I: Sguardo, Quercia, Guida, Fuoco. Bene è vero, che quando gli seguita appresso l' o, son sempre una sillaba sola, ma seguendo una dell' altre vocali, tal' or son due: Persuaso, Ruina, Consueto. Precedendogli il G, C, o Q, fa sempre dittongo, ed è pure una sola sillaba: Guerra, Guida, Guado, Quatto, Quercia, Quitanza. 

L' V consonante è assai differente di suono dall' U vocale, però ricerca differente carattere, essendo molto simile al nostro B, e al ß greco. 

Da alcuni è detto aspirato del B; onde molte voci, or coll' uno si dicono indifferentemente, or coll' altro: Servare, Serbare: Nervo, Nerbo: Voce, Boce. Riceve dopo di se la R nella stessa sillaba, e in mezzo della dizione, ma con molto perdimento di suono: Dovreste, Cavretto, Sovrano. Avanti di se, nel mezzo della parola, e in diversa sillaba, consente la L, N, R, S: Malva, Convito, Serva, Disviato, benchè la S si truovi di rado nel mezzo della parola, è per lo più, e ne verbi composti, colla preposizion Dis, o Mis; ma sì ben nel principio molto frequente: Svenire, Svariare, Svinare. Deesi pronunziar la S, avanti all' V consonante, col suono sottile, o rimesso, quale nella voce Accusa, secondo che si dice nella lettera S. Raddoppiasi come l' altre consonanti, nel mezzo della parola: Avvivare, Ravvolto.

Tutte le suddette qualità, che intorno all' U s' osservano nella Lingua Toscana, si considerano eziandio nella Provenzale, fuorchè l' ultima del raddoppiarsi, come si può vedere da quelche abbiamo notato di sopra nelle lettere B, F, O, P. Quando però è vocale, e che gli preceda il g, seguitandogli appresso o l' e, o l' i, allora non si pronunzia affatto, e solo serve per dimostrare, che il g è di suono muto, come guerra, guixols (cicerchie) e simiglianti, che si profferiscono da noi, come se da' Toscani fosse scritto gherra, ghisciols, di modo, che, le nostre sillabe Gue, Gui, corrispondono al Gh rotondo de' medesimi Toscani, di che vedi nella lettera G.



X.


X. Nella nostra lingua non ha luogo, perchè nel mezzo della parola ci serviamo, in quel cambio di due SS: come Alexander Alessandro: e alle volte d' una S sola, come Exemplum Esemplo. Non può alla nostra lingua servire à nulla, se non se forse, per profferire que' pochi nomi forestieri, che cominciano da cotal lettera, come Xanto, per non avere a dir Santo, o veramente, per iscrivere alcune parole latine, usate da' nostri Autori: come Exabrupto, Exproposito.

Benchè questo carattere non abbia luogo nell' Idioma Toscano, come nota il Vocabolario, contuttociò se ne servirono gli antichi Toscani, trovandosi ne' MSS., exemplo, per esemplo, e simili; il che osservò il Salviati, allorchè disse ne' suoi Avvertimenti: Lo X hanno i moderni huomini nel volgar nostro, come dalla pronunzia, così dirittamente scacciato dalla scrittura, come troppo aspro, e discordante dalla natura delle nostre parole. Quantunque poi seguiti a dire: Ed anche nelle scritture del miglior secolo rade volte si vede usato da chi la nostra lingua parlava naturalmente; ma fu più tosto usanza de' letterati. 

Nel nostro Provenzale però l' adoperiamo per due sorte di suoni; perchè posto in voci tolte dal Lazio, e che abbiano la preposizione latina ex, come exemple, exili, ha lo stesso suono, che avea presso i Latini, cioè quello del cs, quantunque non sia in questa parte necessario, poichè si potrebbe scrivere ecsemple, ecsili, pronunziando la s nel medesimo suono di quella della voce rosa; siccome potevano eziandio i medesimi Latini scrivere così, cioè ecsemplum, ecsilium, in cambio di exemplum, exilium. Onde Quintiliano al lib. I. cap. 4. 

Et nostrarum X littera ultima est, qua tamen carere potuimus, quae non quaesissemus. Nell' altre voci poi, ha egli il suono del C chiaro, e sonante, di maniera che, le nostre sillabe Xa, Xe, Xi, Xo, Xu, si profferiscono come le Toscane Cià, Ce, Ci, Ciò, Ciù.

Egli è ben vero, che pure nelle nostre scritture del miglior tempo rade volte si vede usato, come si osserva nel leggere i Codici Provenzali della Libreria Vaticana, conciossiachè gli antichi Scrittori adoperavano per lo più in sua vece le lettere, o la sillaba is, e scrivevano eisemple, laisar (lasciare). E dico per lo più, perchè ancora laxar, e laixar ho trovato tre, o quattro volte nel Cod. Vat. 3208., particolarmente a car. 112., e 128. e così exemple talora, come si vede nel Tratt. Virt. a c. 170. Si truova ancora usato qualche volta lo x in vece dell' s, verbigrazia ricx per rics, come apparisce nel Cod. 3206. della medesima Vaticana, a c. 57.;e braxa per brasa (brace) a car. 73., e Marxella per Marsella, come Folquet de Marxella, che si legge nel medesimo Codice 3206., e dexinflats per desinflats (cioè sgonfiati) in Guid. Cauliacc. Cirug. a c. 113. E di quì si rende in parte manifesto, che l' ortografia di quei tempi era varia molto, e incostante, come abbiamo avvertito altrove.


Z.


Z. Lettera di suono molto gagliardo, e assai in uso, appo i Toscani: ha due suoni diversi, o forse più, secondo gli accoppiamenti dell' altre lettere, colle quali ell' è collocata, ma due sono i più principali, e più conosciuti: il primo più intenso, e gagliardo, da alcuni detto aspro, e più simigliante al primo, che abbiamo assegnato alla lettera S, e a noi più frequente: come Prezzo, Carezze: Zana, Zio: l' altro più sottile, e rimesso, chiamato da altri rozzo da noi meno usato, e più simile al secondo suono della S: come Rezzo, Orzo, Zanzara, Zelo; onde per fuggir la mala pronunzia, carattere differente le si vorrebbe. Posta la Z davanti all' I, alla qual seguiti altra vocale, vi fuchi disse non raddoppiarsi giammai, e sempre profferirsi col primo suono detto di sopra: come Letizia, Astuzia, Azione, Orazione, Invocazione. Vi ha pure

chi continuo si ferve di questo carattere raddoppiato, scrivendo Letizzia, Annunzzio. Molto in somma ne è stato detto da nostri Gramatici. A noi parendo, che in alcun luogo si profferisca più semplice, e pura di suono, altrove con maggior émpito, e forza, così appunto, come l' altre consonanti, abbiamo usato nel primo caso usar la z scempia, nella seconda maniera porla doppia, come giusto l' altre lettere consonanti, scrivendo Vizio, Carrozziere, ec. Dopo di se non riceve niuna delle altre consonanti, nè in principio, nè in mezzo della parola. Avanti di se, in mezzo di dizione, e in diversa sillaba, consente la L, N, R: come Balzo, Lenza, Scherzo. Raddoppiasi nel mezzo delle parole, come tutte l' altre consonanti, benchè differenza grande di suono non si senta dal pronunziarla doppia, o scempia, essendo, come s' è detto di suono gagliardo. Ma se per via di riprova si converta la Z in S, come lettera sua propinqua, e come l' usano in alcuni luoghi di Toscana, si troverà, che dove la Z dee andar doppia, la S farà doppia come Palazzo, Palasso: Piassa, Piazza, e dove la Z dee ire scempia, ancora si troverà la S scempia: come Letizia, Letisia: Orazio, Orasio: Fabrizio, Fabrisio: però con questa regola la Z andrà sempre scempia, dove, convertita in S si troverà una sola S, il che addiviene, quasi sempre, che alla Z seguita l' I, che allato abbia la vocale: Pur vi ha chi scempia pone la Z in altre poche, cioè in quelle voci, le quali hanno la penultima sillaba breve, e nell' ultima la Z: come Poliza, Obizo, Previza: perciocchè, convertita la Z in S, si dirà Previsa, Polisa, Obiso, ec. Le quali voci, nella nostra lingua, oltre a' nomi propri, non arrivano forse al numero di tre.

Nel Provenzale ha solamente il suono sottile, o rimesso, ed è il medesimo del secondo, che abbiamo assegnato alla S, cioè come quello della s di rosa, e della ultima s di esposa; verbigrazia zel, zelos, zelador, azul (azzurro) azanya (prodezza) che così ancora con questo suono pronunziano la Greca *gr oggidì i Gramatici Greci, in riguardo di ciò, che di essa, e della sua dolcezza sopra tutte l' altre lettere, scrisse Quintiliano. Alla zeta di questo suono chiama il Salviati ne' suoi Avvertimenti, Z semplice, per differenziarla dall' altre, che da esso lui sono appellate, cioè l' aspra, come in Zoppo; la sottile come in Letizia; e la rozza, come in Zaffiro. Ecco le sue parole, al lib. 3. cap. I. particell. 11 (o 2). Delle zete, l' aspra, e la rozza composte lettere sono, ma non doppie, sì come pur ora abbiam detto: ma la semplice, nè doppia, nè composta, e per questo di semplice le abbiamo dato il nome. Questa da' nostri si reputa per S, e col segno della S, poichè non ha propria figura, e distinta, la scriviamo tutti comunemente. 

Il suono di essa si sente in rosa, nome di fiore, in esemplo, e nella fin di sposa, e mille altre. Chiamanla alcuni S dolce, per distinguerla dalla propria S, che si pronunzia in rosa, che deriva da rodere, in sarei, in pensoso, in cassone, e infiniti di questo genere: la qual lettera è strepitosa, ed ha assai del fischiante. Ma a noi sembra, che quella prima, molto più, che della S, della natura sia partefice della Z, e di Z più che di S il nome se le convenga: ec. Onde Benedetto Buommattei Tratt. 3. cap. 16. “Il Cavalier Salviati, huomo in questa facoltà versatissimo; assegna quattro suoni alla Z. Aspro; Rozzo; Sottile; e Semplice. Semplice chiama egli quel suono, che si sente in questo secondo carattere di Esempio; e nel quarto di Sposa. Egli ha ragione, perchè in vero ella ha più suono di Zeta, che di Esse: ma noi, che non curiamo altro che introdurre ad una certa cognizione praticabile; l' abbiam voluta nominare Esse: poichè con S, e non con Z si segna. Sottile dice quella Z, che si sente in Letizia; Diligenzia; Dovizia, il suon della quale è tanto simile a quell' dell' Aspra, ch' io non giudico bene il distinguerla in questo luogo; come benissimo tengo l' averla egli distinta in quello. Due pertanto diciamo noi esser le Z, e per multiplicar manco termini, che si può, la dividiamo in Gagliarda, e Rimessa, racchiudendo sotto la gagliarda, e l' Aspra, e la Sottile: e per rimessa intendo la Rozza. Gagliardo suono pertanto si sente, che anno tutte queste Z di Zazzera; di Mazze; di Pazzi; di Zezzo; di Zucchero; di Mestizia, e di Giudizio. Rimesso si sente in queste di Zafferano; Zeffiro; Razzi; Zotico; e Mezzule. Tra la gagliarda, e la rimessa è tanto sensibil differenza, ch' io non perderei tempo a provarlo: atteso che la gagliarda si forma appuntando la lingua a' denti; come per formare il T, e fischiando come a profferir l' S. Onde meritamente questa Z si dice composta di T, e di S, dico della S gagliarda. La Z rimessa si forma con batter la lingua ne' denti, come quando si vuol pronunziare il D, e poi con aggiugnervi il fischio della S rimessa.”

Ne' MSS. Provenzali della Vaticana, ed in altri, si vede adoperata non solamente per l' una, e l' altra S, e per lo C infranto, come in vece dell' Esse gagliarda, Canzò per Cansò; in luogo del C infranto, come zo per ço (ciò) Ma eziandio in cambio del C duro; e del D; e del G; e del T, trovandosi indifferentemente scritto: cantar, zantar; cambra, zambra: e tardar, tarzar; veder, vezer: e gent, zent (gente) e meteis, mezeis (medesimo) dret, drez (diritto) e somiglianti.

E quindi è, che nelle Scritture del buon secolo della Lingua Toscana si truova pure scambievolmente usato da' Toscani, a imitazione de' Provenzali, come in parte si è dimostrato di sopra alla lettera D; bersaglio, berzaglio: solfa, zolfa: solfo, zolfo. E ardente, arzente: gradire, grazire: verdura, verzura. E pontare, ponzare: fortore, forzore; antivenire, anzivenire: ammorzare, ammortare. E così impetrazione, impetragione: incantazione, incantagione: e zente per gente: zambra per cambra, o camera: zo per ciò, ec.

Fra i diversi caratteri, che il Cavalier Gio. Giorgio Trissino Vicentino intentò d' aggiugnere all' Alfabeto Italiano, per distinguere, e rappresentare la pronunzia delle parole, come apparisce da' suoi Dubbj Gramaticali stampati in Vicenza l' anno 1549., particolarmente dal Dubb. 2. Se avendo la pronunzia Italiana bisogno di nuove lettere, di quante, e quali ne ha di bisogno; uno si fu questo ç, chiamato da noi C trancada (cioè C infranto, come abbiam detto alla lettera C) col quale volle accennare la pronunzia, o il suono della Z rimessa. Adunque (dice egli nel citato Dub. 2.) ritrovandosi nell' Alphabeto questi dui characteri Z ç, l' uno de li quali si dimanda Zea, e l' altro çeta, potremo assignare questa Charactere çeta a lo elemento più ottuso, e simile al G sì nel majuscolo, come nel corsivo; scrivendo çenit, çoilo, meço, e gli altri simili elementi. L' altro poi, che è il Zea assegnaremo al più acuto, o kiaro elemento, cioè a quello che è simile al C Lombardo, come zuccaro, zazara, avezo, e simili. Veggasi però su questo affare dell' aggiugnimento di nuovi caratteri, quel ch' è stato rinvergato nella Prefazione al num. LVI.

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