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lunes, 14 de febrero de 2022

FRANCISCO PÉREZ BAYER

ELOGIO HISTÓRICO Y BIBLIOGRÁFICO DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO PÉREZ BAYER, presentado en 1828 a la real sociedad de amigos del país de Valencia: se incluye en lugar de artículo en esta biblioteca, añadiendo únicamente el bosquejo de su librería, regalo que hizo a esta universidad, y no se insertó entonces por no ser difuso. 

ELOGIO HISTÓRICO Y BIBLIOGRÁFICO DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO PÉREZ BAYER,


1794.

Immorior studiis et amore senesco sciendi.

Emprendo el elogio de un sabio valenciano, cuyo mérito siempre aparecerá mayor que toda alabanza, y cuya memoria no teme la sucesión de los siglos. Inspírame esta osadía el amor de las letras, y de aquellos sublimes ingenios que las han cultivado para gloria de su patria; y no siéndome dado el ser su émulo, ni aun su imitador, me lisonjeo de ser el panegirista de un don Francisco Pérez Bayer, cuyo nombre aún aparecerá más grande presentado por mi insuficiencia. Esta desproporción debería arredrarme, sellar mis labios, y ceñirme a venerar en silencio respetuoso la agradable memoria de tan ilustre patricio, si no me persuadiese por otra parte, que imponiéndome sobre mis débiles hombros tamaña empresa, le tributo un pequeño agradecimiento al mucho amor que le debí; así es preciso deponer mis temores, confiando que la real sociedad disimulará mi atrevimiento, si no desempeño con la dignidad que merece este elogio, en el que tejiendo la corona a un literato tan benemérito, pueda manifestar sus principales acciones y escritos.

Ciudad insigne, cuna del talento, patria de innumerables literatos; tú, leal y coronada Valencia; tú vistes nacer un hijo de unos honrados y pudientes artesanos, que había de ocupar entre los muchos que ha producido este tan ameno como fecundo suelo. Estaba reservado al ilustrísimo señor don Francisco Pérez Bayer, llevar a todos los países cultos el nombre de Valencia en el siglo diez y ocho. Vio la primera luz en esta ciudad, día 11 de noviembre de 1711 (1): llamáronse sus padres Pedro Pérez y Josefa María Bayer: fue bautizado en 13 de los mismos en la parroquial de los santos Juanes; y como el Todopoderoso destinase esta tierna planta para dar óptimos frutos a la iglesia, al estado y a la república de las letras, dotóla de vigor y lozanía, inspirando a sus padres buscasen un diligente cultivador en Castellón de la Plana, de donde era natural su madre, y poseía allí algunos bienes raíces; en esta villa aprendió las humanidades con el maestro de gramática el doctor en leyes D. Felipe Catalá; las estudia con incansable tesón, hace grandes progresos en ellas, se familiariza con los autores latinos, y el deleite que percibe con su delicado gusto, le abre la puerta para que se aliente a disfrutar los inimitables dechados de elocuencia, poesía e historia, recibiendo tal gusto en su lectura, que desde luego manifestó grande aversión a los divertimentos que con tanta facilidad corrompen la juventud, sirviendo de ejemplo y de estímulo a sus condiscípulos. Restituido a Valencia, empieza a la edad de catorce años la filosofía en esta universidad, bajo la enseñanza del Dr. D. Felipe Calatayud, que después murió cura de la parroquial de Pego, y defendiendo en 1727 las conclusiones de filosofía natural, continuó estudiando cuatro años la teología escolástica en la misma, al fin de los cuales se graduó de dicha facultad en la de Gandía (2). Estudió también un año teología moral, concurriendo a la academia que entonces había en la real congregación de S. Felipe Ner de esta ciudad; y sintiendo los mayores impulsos al estado clerical, se ofrece víctima voluntaria ante el señor del universo, y recibe los sagrados órdenes a título de un beneficio eclesiástico en la parroquial de S. Nicolás de esta ciudad, debido al antiguo arte de sus padres (3), 

(1): Nació en la calle de Palomar, casa número 64, manzana 213, tuvo por nombre en el bautismo Francisco, Vicente, Diego, Juan y Pedro.

(2): El M. R. P. Fr. Facundo Sidro Vilarroig, en el elogio fúnebre del Sr. Bayer, que pronunció en las exequias que celebró esta universidad, dice así: Valentiam igitur reversus et severioribus cum philosophiae, tum etiam teologiae studiis deditus, mox supremam utriusque scientie laureum consecutus, in patria primum deinde in Salmaticensi Academia perpetuus Hebraicae linguae Doctor designatus est, pag. 14. Parece que el orador da a entender por el papel de méritos que presentó el mismo Bayer a este ayuntamiento para obtener la cátedra de hebreo, que lo había recibido en Gandía, y esta noticia quita la duda que pudiera producirnos las palabras de nuestro panegirista.

(3): Fue presentado por el gremio de pelaires, con escritura ante Dionisio Diego, escribano de la Curia, y tomó posesión en 15 de marzo de 1731.

que conservó hasta su muerte, sin embargo de sus dignidades, para tener la complacencia de honrarse con esta particularidad, como se lo escuchamos en varias ocasiones. ¡Qué lección tan sublime de humildad para todos aquellos que apenas se ven adornados con alguna leve señal de distinción se desdeñan en volver hacia atrás los ojos altaneros, como temiendo encontrar desagradables recuerdos de su pasada oscuridad! Y esta parroquia contándole siempre como a individuo suyo, entre otras dádivas de su munificencia, posee la de un magnífico terno colorado que mira todavía con estimación. Queriendo estudiar la jurisprudencia, pasa a Salamanca movido de la fama de dos valencianos que poco antes obtuvieron las cátedras de prima de leyes y cánones, don José Borrull y don Matías Chafrion, en cuya universidad cursa la facultad de leyes, manteniéndose en aquella ciudad seis años seguidos: allí acreditó su vasta instrucción graduándose de bachiller en artes y derecho civil: fue admitido con todos los votos, precediendo un examen riguroso, en la academia jurista intitulada de los ángeles, en el colegio de S. Gerónimo de dicha universidad, que presidía entonces don Isidro Camp-rubí, catedrático de leyes en la misma, prosiguiendo en dicha academia cuatro años sin interrupción, y leído en ella doce veces, y en cada una, a las veinte y cuatro, una hora del asunto de los diferentes textos del derecho civil que por suerte le había cabido. La misma academia le nombró para componer y decir la oración latina, que debía durar una hora, en las exequias de su presidente, que se hicieron con toda pompa en el real colegio de la compañía de Jesús de dicha universidad, a presencia de esta respetable corporación y de un autorizado y numeroso concurso. Hizo también en ella tres oposiciones a las cátedras; una a la de artes, y dos a la de derecho civil; pero sintiendo entonces el atractivo más violento por el estudio de las lenguas sabias, y conocimiento de los monumentos de la antigüedad, se dedica a aprender el griego y el hebreo con tal aplicación y aprovechamiento, que mereció los mayores elogios de sus célebres profesores. Los muchos conocimientos que había adquirido en la diplomacia, movieron al cabildo de la catedral de Salamanca a encargarle la traducción y arreglo de las bulas, privilegios, y otros instrumentos antiguos de su archivo, mereciéndole tanta confianza, que le entregó sus llaves, y reteniéndolas cerca de un año, concluyó este trabajo muy a satisfacción de aquella iglesia. No pudieron ocultarse estas bellas prendas del Sr. Bayer al ilustre prelado don Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, estando aún en Madrid por el mes de junio de 1738, y quiso acercarle a su persona, confiándole el decoroso encargo de su secretaría de cartas y de la visita de su diócesis, con cuyo motivo se retiró a esta ciudad. Estas ocupaciones no entibiaron su afición a las antigüedades, y arrebatándole el amor de estas, se hizo descolgar en el año 1744 de una de las torres del lienzo del muro que llaman de la Villavieja de Denia, como lo había hecho en el siglo XVI el cronista Beuter, para leer una inscripción de poco más de vara de largo, y dos tercias de ancho, grabada en piedra berroqueña, colocada al través por lo más ancho, que por estar situada a once varas del suelo, sobre un peñasco escarpado, ninguno había podido descifrar, cuyo hecho refiere el padre maestro Flores en el tomo séptimo de la España Sagrada, capítulo 1, número 11 del tratado 14; añadiendo que si en esto manifestó su propensión a la anticuaria, mejor descubrió la inteligencia por estar mal conservada de letras, y haber sabido darle buen sentido. Presentóse nuestro Bayer en la palestra, aspirando en 1745 a la cátedra de lengua santa vacante en esta universidad; y este magnífico Senado, remunerador imparcial, creyó que la honraba colocándole en ella, sin embargo que tuvo por competidores al padre lector fray José García, dominico, que la había ya regentado por espacio de siete años en su convento, y al Dr. D. Agustín Sales, cronista de la ciudad, que había compuesto un tratado de los pesos y medidas de los hebreos (1: consta por los papeles de méritos que presentaron a este excelentísimo ayuntamiento para el obtento de esta cátedra).

Todavía permanecía en esta ciudad el señor Bayer en 9 de julio de 1746, en que aprobó el Mercurio Sacro y poético de D. Joaquín Castelví (o bien sea el padre Serrano), y vacando la cátedra de lengua hebrea en aquel antiguo y nobilísimo estudio de Salamanca, que admiró la aplicación y ciencia de nuestro Bayer, le propone a su majestad para desempeñar esta enseñanza, y desde luego pasa a establecerse a aquella ciudad. Ve, digno patricio; ve, y adquiere de día en día más y más tesoros; ve, que ya llegará el tiempo en que tornarás a tu dulce suelo nativo, lleno de honores, elevado a grandes dignidades, y estimado de los literatos de Europa; ya llegará el tiempo en que se honre Valencia con tal hijo, su universidad con tal discípulo y maestro, y la de Salamanca con aquel que ahora agrega a su ilustre claustro. Extendióse con este honorífico destino la fama de nuestro Bayer, y aún mucho más con el crédito de su pericia en las lenguas orientales, paleografía y numismática, lo que llegando a noticia del Sr. D. Fernando VI, le encargó en 1750 la amplísima comisión de que acompañado del P. Andrés Marcos Burriel, de la compañía de Jesús, pasase a Toledo para reconocer los copiosos archivos y librería de manuscritos de aquella iglesia, y sacar de entre las tinieblas del olvido preciosos monumentos hebreos, que sirvieran de apoyo a las luminosas observaciones de la real academia de la historia. Ocupóle este trabajo hasta el año 1755, como así lo dice el referido P. Burriel en su carta de 24 de marzo de 1756 al confesor de su majestad. Trabajó el Sr. Bayer con tanta utilidad en este encargo, que el rey quiso manifestarle su aprecio dándole un canonicato de Barcelona. Su diligencia y exactitud le hicieron merecedor de que su majestad le encargase el pasar a Italia, para atesorar códices, monedad, inscripciones y demás preciosidades de la antigüedad. En este viaje examina edificios, visita sabios, lee, medita, compara tan sagaz como infatigable, admira en la biblioteca Vaticana un archivo universal de ciencias, copia en todas partes las honoríficas memorias de ilustres patricios, que llenaron en todos tiempos a la Italia con la celebridad de esclarecidos hechos, especialmente en siglos de oro. Hácese dueño en muy breve espacio de la lengua arábiga: refina su gusto: establece correspondencias literarias con hombres grandes, como fueron José Pasino, Francisco Berta, Doctor Chioni, Vitalino Donati, Porta y Ols Rochi, bibliotecario de la Ambrosiana de Milán, el conde Roncaglia y cardenal Quirini de Bescia, Crisóstomo Trombeli, con otros muchos que trató en Roma, y dejo de referir por no ser difuso: dase a conocer generalmente, y logra la estimación de los literatos. Así obedecía Bayer a los altos designios del que le quería modelo de buenos ciudadanos; así acaudalaba aquella erudición inagotable y exquisita que resplandece en todos sus escritos, aquella crítica tan fina e imparcial como juiciosa, que los hace dignos de compararse con lo mejor de nuestros tiempos; así se hacía más y más benemérito, así miraba por el honor de toda su nación.

No se contentó el señor D. Fernando VI con tan señalado servicio, sino que quiso le prestase otro mayor, valiéndose de sus luces para proporcionar más adelantamientos al célebre colegio español de san Clemente de Bolonia, perpetuo monumento del celoso patriotismo y de las altas miras del cardenal Albornoz, y así dispuso que ejecutara su visita: practícala con aquel discernimiento, con aquella prudencia que le caracterizaban, anhelando a que produjese este tan bien cultivado plantel otros tantos nuevos frutos cuantos había dado en los tiempos anteriores, removiendo a este efecto los obstáculos que es fuerza ocasione el transcurso de muchos años en cualquier establecimiento. Su mismo desvelo en cumplir tan apreciable ministerio, le presenta en el copioso archivo del colegio, materiales no menos abundantes que auténticos para ilustrar en lo sucesivo las memorias pertenecientes a su comisión principal, que registra, disfruta y extracta con igual gusto y prolijidad. Cuales hayan sido el trabajo y esmero de nuestro literato en este viaje, se verá cuando hablemos de él en sus escritos. Habiendo desempeñado felizmente estos encargos, regresa a España este ilustre viajero, y en testimonio de haberle sido gratos sus trabajos, le premia el benéfico  monarca, nombrándole canónigo y dignidad de Toledo, demostración que pone a Bayer en estado de comenzar a dar indicios de su grandeza de alma, de su humanidad, de sus bien meditados designios, ora acerca del socorro de los infelices, ora de la magnificencia del culto divino, ora acerca de los progresos de la literatura. Abrióle un anchuroso campo para que ejercitara sus talentos y sus virtudes el señor don Carlos III, que tenía formado un concepto extraordinario del mérito de nuestro Bayer desde el viaje que hizo a Italia. Cuando vino a España este gran monarca, persuadido que tenía en los nuevos dominios que había adquirido uno de los mayores literatos de Europa, no queriendo tener oscurecidas sus luces, le encargó el reconocimiento de los manuscritos latinos, griegos y hebreos de la biblioteca del real monasterio del Escorial, y formar el catálogo de ellos, cuyo penoso trabajo, que era obra de muchos años, sólo le costó tres, y fruto de él fueron los cinco tomos en folio de índices raciocinados que formó, no dejando nada que desear en la materia. El mismo monarca no se detuvo en confiarle el más digno de los encargos y más interesante, cual era la educación de sus hijos, nombrándole preceptor de los serenísimos infantes. ¿Podrá acaso imaginarse elogio más enérgico, más elevado, ni más digno? Logró este gran rey todo el fruto que esperaba; será un perpetuo monumento del acierto de su elección, así el buen ejemplo que dieron con sus arregladas costumbres, y los principios que adquirieron de un refinado gusto, como también la exacta traducción del Salustio, hecha por el serenísimo señor infante don Gabriel, que siempre será la prueba incontestable del alto grado a que llegó su destreza en las letras humanas, la que es elogiada por todos los sabios, y se publicó en Madrid, imprenta de Ibarra, en 1772, en folio, con la magnificencia correspondiente al alto carácter del traductor. Quiso también el señor don Carlos III diese su parecer sobre la gramática latina que en verso quería publicar el célebre D. Juan Iriarte, ya como preceptor de sus altezas, a quienes se dedicaba, “cya como calificado maestro en latinidad, y versado en varia literatura.” Palabras que constan en la vida de Iriarte, impresa al principio de la referida gramática; añadiendo que esta aprobación fue bastante para alentar la genial desconfianza con que la miraba su autor. Satisfecho el rey de las muchas e infatigables tareas en la instrucción de sus hijos, quiso premiarlas nombrándole en 1775 arcediano mayor en la catedral de Valencia, de que tomó posesión en 4 de julio del mismo, empezando su residencia en la tarde del 9 de agosto de 1776; y considerando después ser este un corto premio a sus dignas fatigas, le presenta en 1.° de mayo de 1781 un canonicato de la misma iglesia, condecorándole con los honores de ministro de su consejo y cámara, y después con la cruz de la real y distinguida orden de Carlos III; obteniendo a más Bula de su Santidad para la dispensa de residencia local y personal de ambas dignidades mientras su majestad le necesitase en la corte. En este tiempo sucedieron las dos furiosas y grandes avenidas del río Turia: la primera en 21 de octubre de 1776, y la segunda en la tarde del 4 de noviembre del mismo año, y a causa de estar atravesados en los arcos del puente llamado del Mar (que aunque muy sólido, por ser este, como igualmente los otros cuatro construidos sobre el Turia, de piedra de sillería) muchos maderos que llevaba la corriente por cuenta del gobierno, con dirección al mar para el arsenal de Cartagena; en la madrugada del día 5 rompió, y llevó los tres arcos del medio, y mitad de uno de cada lado del dicho puente, causando grandes daños en los arrabales de la ciudad, especialmente en el de la calle de Murviedro. Reedificado por cuenta de la junta de muros y valladares, se colocó en el nuevo casilicio y en el mismo lugar que anteriormente ocupaba una gran cruz de piedra, la imagen de nuestra señora de los Desamparados, labrada por don Francisco Sanchís, discípulo del célebre escultor D. Francisco Vergara, e invitado por la referida corporación, compuso el señor Bayer la inscripción, que grabada en piedra negra se colocó bajo la expresada imagen, y hemos copiado del original que escribió dicho señor, y es la siguiente:

IX. CAL. NOV. M.DCC.LXXVI.

CAROLO III. P. F. A. P. P.

Turia supra modum excrecens adactis ad Zaydiae pontem

Regiis trabibus quae in mare secundo amne vehebantur,

compressoque proinde aquarum exitu, ripâ effusus

suburbium cui à Sagunto nomen senos circiter pedes solo

altior opplevit ingenti edita, frugum tectorum pecorumque strage.

Nova dein nec absimili illuvione PRID. NON. NOV. easdem

trabes magno adhuc numero in vadis haerentes sustulit

& in profluentem admissit: quibus invicem commissis

contextisque & huic ponti incubantibus stagnantiumque aquarum

fluxum cohibentibus perrupto obice viam sibi aperuit,

quatuor ex interioribus pilis funditus evertens, impositos-

que iis fornices, coronidem, sacrasque Divae Virginis &

Beati Paschalis aediculas secum una volvens.

Seviri moenium, valli, pontium, aggerum,

viarum circa urbem curandarum publico sumtu refici

& in priorem formam restitui.

.F.

M.DCCC.LXXXII.


El tiempo que le dejaban libre sus ocupaciones, lo empleaba constantemente en buscar toda especie de monedas antiguas, así romanas como españolas, de letras desconocidas, godas, griegas, árabes, fenicias y principalmente samaritanas, en copiar inscripciones y otros monumentos de la antigüedad, ilustrándolos con sus escritos; y movido por el ardiente deseo de aclarecer más nuestra historia, coteja los ya publicados por diferentes autores con sus originales; y en descubrimiento de otros emprende en 1782, siendo ya de edad avanzada, un viaje desde Valencia a Andalucía y Portugal; concluyéndole con felicidad, y recibe una nueva prueba del afecto que le profesaba el señor don Carlos III, dándole el honorífico cargo de bibliotecario mayor de la real biblioteca vacante por muerte del erudito D. Juan de Santander, valiéndose su majestad para honrarle de las inestimables expresiones de que ningún soberano se gloriará de tener un literato y anticuario como el suyo: palabras muy superiores al mayor encarecimiento: palabras dignas de entallarse en pórfido y en bronce para perpetua memoria en los siglos venideros: empleo que desempeñó con nuevos trabajos, en crédito de su universal instrucción. La fama de nuestro patricio se extiende por toda Europa: saben quien es don Francisco Pérez Bayer; y las reales academias de las artes de San Petersburgo, y la de ciencias de Gottinga (Göttingen; * lo dice en carta suya a don Francisco Javier Borrull, que la posee de letra del mismo señor Bayer, su fecha en Madrid 23 de diciembre de 1786), le nombran por su socio. El P. Renato Prós-ro (Próspero?) Tasin, benedictino de París, le dice en su carta de 14 de mayo de 1769, sobre los monumentos hallados en Granada, que ninguno había más capaz para descubrir la falsedad o legitimidad, y que habiendo comunicado sus observaciones a los señores de la real academia de inscripciones les parecieron muy juiciosas, e infirieron de ellas que la España como la Francia tiene excelentes anticuarios (1). El P. Juan Andrés, a más de apellidarle doctísimo siempre que le nombra, asegura en el tomo 1.° De l'origine y progresi d'ogni litteratura, capítulo 10, que si en el día hay alguno en Europa capaz de juzgar de los códices antiguos con fino y seguro discernimiento es el doctísimo Bayer. El canónigo Alejandro María Rephati en la vida de Selbagio, le gradúa por un solide erudictionis promuscondus. El francés D'Ansse de Villoisson, citado por Tychsen en su carta de 16 de agosto de 1781, le proclama por el varón más sabio de España; y omitiendo otros muchos que pudiera citar sólo añadiré, que hasta el mismo canónigo D. Cristóbal Medina Conde, acérrimo defensor de los falsos monumentos de Granada, confesó que muchos reparos que contra su legitimidad le había puesto el señor Bayer, no los había oído a otro erudito, que eran muy fundados, como hijos de su grande ciencia y conocimiento práctico de monumentos de antigüedad, adquirido no sólo por la lección de los mejores autores de esta materia, sino también por el manejo de toda especie de documentos originales que ha visto en su famoso viaje a la Italia, y que a esto se llegaba su grande inteligencia de los idiomas hebreo, griego y árabe, tan conducentes para poder conocer a fondo los particulares y frases de la antigüedad (2). La posesión de tan pingües rentas como disfrutaba nuestro arcediano desplegaron de todo en todo su inclinación y liberalidad para hacer bien: él era el asilo de los infelices, el amparo de las doncellas, el apoyo de los ancianos, el bienhechor de los dolientes, el padre de los pobres; empleando gran parte de sus haberes en socorrerles, ya con dinero, ya con ropa que hacía tejer pro su cuenta, manteniendo con ello a varios jornaleros, fomentando de este modo la industria: estimulaba también a los estudiantes a la mayor aplicación, ofreciendo premios al que mejor trabajaba alguna disertación u oración latina sobre los útiles asuntos que les proponía (3); y satisfecho con una frugalidad poco común en hombres acostumbrados al fausto de las cortes, emplea sus riquezas en objetos mucho más importantes. El amor con que mira esta su escuela, el celo que abriga por los adelantamientos de sus patricios y las exactas ideas que posee acerca de los medios eficaces de conseguirlos, no le permiten ver con indiferencia que carezca de un auxilio tan oportuno como el de una biblioteca; no se le presenta otro camino de ocurrir a esta falta, que el de desapropiarse del inmenso depósito de todas las ciencias que a costa de expensas muy cuantiosas, de investigaciones, de fatigas, de solicitud incesante, había logrado adquirir en el prolijo periodo de sus peregrinaciones literarias. 

(1): Consta por el libro impreso en Madrid en 1781, intitulado: Razón del juicio seguido contra los falsificadores de monumentos &c... en Granada: página 12. 

(2): Página 209 del referido juicio antes citado.

(3): Véase la gaceta de Madrid de 13 de mayo de 1791, página 328, artículo de Valencia, en la que ocultando su nombre ofrece mil y quinientos reales al que desempeñe mejor los asuntos que propone.

¿Mas qué grandeza de ánimo no era menester para este generoso sacrificio? ¿Hay algún literato que no tenga puesto todo su corazón en aquellos libros que fueron siempre sus compañeros inseparables, sus más verdaderos amigos, sus más puras y halagüeñas delicias? Un solo pensamiento de alejarlos de sí le estremece, y mejor se desprendería de sus más preciosas alhajas que de este inestimable tesoro: lo más que hace es disponer de los libros para después de sus días, en beneficio de aquellos que quiere preferir; de esto podremos colegir el heroismo de nuestro Bayer al resolverse a enriquecer esta universidad con toda su biblioteca, objeto de sus delicias: todavía me parece veo brillar en su rostro la alegría al hacer este Don, al presentar a su patria un homenaje tan útil como decoroso. O día 27 de julio de 1785: día feliz; en que la madre patria recibe con ternura tan preciosa dádiva: día por cierto feliz: día que no podrán olvidar jamás los Fastos Valencianos. Autoriza el secretario de la ciudad la escritura de donación, y asisten a este acto el cabildo eclesiástico, los magistrados, militares, nobleza, el claustro de catedráticos, y sujetos distinguidos; celebrando en el día siguiente una misa solemne por este gran suceso, y felicidades de tan benéfico Mecenas; y en testimonio de su gratitud mandó la universidad hacer un busto de mármol al escultor de cámara D. José Esteve, y en 1787 lo colocó en su biblioteca con la siguiente inscripción:

FRANCISCO PEREZIO BAIERIO

ARCHIDIACONO ET CANONICO VALENTINO

A CONSILIIS REGIS ET SANCTIORI CVBICVLO

HISP. INFANTVM PRAECEPTORI PRIMARIO

ORDINIS A CAROLO III INSTITVTI EQVITI

BIBLIOTHECAE MATRIT. PRAEFECTO

DOCTRINA ERVDITIONE LINGVARUM PERITIA

CVM PAVCIS COMPARANDO

QVOD PVBLICVM COMMODVM SVO ANTEPONENS

BIBLIOTHECAM VOLVMINVM COPIA DELECTV

RARITATE INSIGNEM QVAM SIBI MVLTO AERE

VNDIQVE COMPARAVERAT VIVS VALENSQVE

PATRIAE DONO DEDERIT ET ACADEMIAE IN QVA

EDVCATVS ET LINGVAE HEBRAICAE PROFESSOR FVERAT

PERPETVO FRVENDAM TRADIDERIT

S. P. Q. V.

ACADEMIAE PATRONVS BENEFICII MEMOR

CIVI OPTIMO ET BENE MOERENTI

P.

REGNANTE IN HISPANIIS CAROLO III P. O. F

ANNO DOMINI M.DCCLXXXVII


Después con sumo cuidado la fue aumentando siempre con otras preciosas obras (1). 

(1): Al fin se pone un bosquejo de lo que era esta librería.

Enterado el rey de esta loable acción, concedió a nuestro Bayer la facultad de elegir durante su vida los bibliotecarios, y eligió a los doctores en sagrada teología don Domingo Mascarós, que luego fue pavordre de esta santa iglesia, en bibliotecario primero, con la cátedra anexa de historia literaria; y en segundos, a don Joaquín Bergón y Navarro con la de árabe, de la que tomó posesión en propiedad día 1.° de octubre de 1789, joven digno de más larga vida, y a don Juan Bautista Pérez Caballero, que murió canónigo magistral de esta catedral.

Ilustró igualmente su patria con muchos monumentos, así de su devoción, como de su amor a las bellas artes, pues a más de construir en las casas de Benicasim, a legua y media de Castellón de la Plana, que poco después por su liberalidad se formó en pueblo (y en el día tiene ochenta y siete vecinos con 309 habitantes), una magnífica posada, para comodidad de los viajantes, y honor del reino, que al presente sirve de casa de postas y parada de la diligencia; de haber invertido crecidas sumas en beneficiar aquellos campos y establecimientos, hecho edificar un templo dedicándolo a santo Tomás de Villanueva, y dotar un vicario en aquella parroquia prioral, para la asistencia espiritual de sus pobres habitadores, colocó en 24 de mayo de 1792 sobre el pecho del busto del mismo santo de esta catedral, la cruz de la real y distinguida orden de Carlos III, adornada con una piedra amatista guarnecida de brillantes, y pendiente de una gran cadena de oro primorosamente construida de florecitas afiligranadas, con sus juegos y enlaces que la hacían flexible, prenda del afecto del señor infante don Gabriel. Manifestó también su munificencia enviando en 1781 desde Madrid a la misma, por medio de su íntimo amigo el canónigo don Joaquín Segarra, una pintura de muy particular gusto del martirio de S. Lorenzo, original del célebre valenciano Francisco Ribalta, y una magnífica alfombra que hizo tejer en la real fábrica tapicería de aquella corte, con otras dos que dio en 1785 y 1787 para los días clásicos y más solemnes; y no contento aún con esto, entregó también un paño de brocado riquísimo con almohada y toalla para la adoración de la cruz del viernes santo; y en 11 de agosto de 1792 regaló otro de setí fuerte con realces de oro, el pie carmesí, circuido de una vistosísima cenefa de cerca de una vara de ancho, y a cada extremo de él una virtud de la virgen, tejida a la mayor perfección, y guarnecido de franja con doce borlas de oro, para la festividad de la Asunción de nuestra señora, que le costó cuatro mil trescientas diez libras, trece sueldos, diez dineros; con cuyo motivo el cabildo de esta iglesia, agradecido a tantos beneficios, por deliberación de 17 de agosto del mismo año celebró una misa solemne de gracias por su salud, con vuelo de campanas a las primeras oraciones y durante este acto sagrado. Costeó también la excelente estatua de mármol de santo Tomás de Villanueva, trabajada por el mismo escultor de cámara D. José Esteve, y se colocó sobre un pedestal y gradas que lo sostiene con una balaustrada que lo circuye, obra dirigida por el arquitecto D. Vicente Marzo, y permanece en la plazuela del convento del Socorro, extramuros de Valencia, con la siguiente inscripción compuesta por el señor Bayer, y entregó para ponerla en su pedestal, añadiendo los religiosos el año: 

DIVO THOMAE VILLANOVANO 

ARCHIEP. VALENTINO PAVPERVM

PATRI PRAESVLVM EXEMPLO

AGVSTINIANI

SACRA EXVVIAR EIVS CVSTODES

M.DCC.XCV.

Y aunque no pudo verla concluida, dejó cuatro mil trescientas treinta onzas de plata, y treinta y seis mil reales vellón para sus hechuras, y las de una estatua de plata de S. Vicente mártir, que en 24 de mayo de 1792 había ofrecido para que se colocase en su capilla en la iglesia metropolitana (1), y la pintura que le había de cubrir, cuyo borrador hecho por el pintor de cámara D. Vicente López, dejó aprobado con las primorosas estampas que mandó grabar para sus obras. Fue académico de honor de la de S. Carlos de Valencia, y de él se hace muy grata memoria en sus actas del año 1796; y tanto fue el amor que tuvo a sus patricios, que miró con mucho aprecio el ser individuo numerario de la real sociedad económica desde su creación, influyendo poderosamente en la corte para la aprobación de sus estatutos, hasta que logró ver consolidado tan útil establecimiento. Ocupado en tantas y tan grandes obras sin descontinuar sus trabajos literarios, dejando a los pobres por herederos de todos sus bienes, falleció en esta ciudad día 27 de enero de 1794, a las siete y tres cuartos de la noche, en la edad de ochenta y dos años, dos meses y quince días, con sentimiento universal de sus paisanos, de todos los eruditos y de los muchos indigentes, que le veneraban como a su verdadero padre; y aunque murió al mundo, quedará su memoria para ser en lo sucesivo una de las más sólidas bases sobre que se apoyará la gloria de nuestra nación, y vivirá eternamente entre los hombres, en tanto que estos conserven algún amor a las letras; y Valencia podrá siempre gloriarse de haber producido un literato verdaderamente singular, que tanto contribuyó al esplendor de nuestra patria; y por haber sido devotísimo de santo Tomás de Villanueva, fue enterrado en su capilla en la catedral, no pudiendo ser como dejó en su testamento en la de S. Vicente mártir, por no estar concluida su renovación que se hacía a sus expensas. Allí interinamente descansan sus cenizas, bajo una lápida dispuesta para cincelar en ella la siguiente inscripción, que hizo su amigo el canónigo D. Vicente Blasco, y es la siguiente:

(1): Fue su artífice Berardo Quinzá, maestro platero; tiene de alto seis palmos y medio: su peso es de dos mil ochocientas onzas de plata: en 15 de enero se hizo su entrega a la catedral, y en la tarde del 21 de dicho se puso de manifiesto en el presbiterio para la festividad del santo, que se celebra en 22 del mismo con procesión general, que no se verificó por la lluvia, pero se hizo el domingo 26. Para el día del señor, concluida su capilla, se colocó la imagen de mazonería del mismo santo, que sirvió para hacer la de plata, hecha por don José Esteve; y salió en la procesión del Corpus por primera vez en dicho año, en una custodia de plata del convento de santo Domingo, que absorbió la dominación francesa.

D. O. M.       

HIC QVIESCIT

IN SPE RESVRRECTIONIS

FRANCISCVS PEREZIVS BAIERIVS

ARCHIDIACONVS ET CANONICVS VALENTINVS

FILIORVM CAROLI III PRAECEPTOR

PRAEFECTVSQVE REGIAE BIBLIOTHECAE

DOCTRINA ERVDITIONE

LINGVARVM ORIENTALIVM PERITIA

SCRIPTISQVE VARIIS

CLARISSIMVS

BIBLIOTHECAM SVAM

LIBRORVM COPIA DELECTV RARITATE MSS

INSIGNEM

IN COMMVNEM CIVITATIS VSVM

VIVENS VALENSQVE

S. P. Q. ET ACADEMIAE VALENTINAE

DONAVIT

BENICASENSEM ECCLESIAM EREXIT

PASTOREMQVE EIDEM INSTITVIT

MARMOREAM STATVAM IN SVBVRVIO

THOMAE VILLANOVANO

ARGENTEAM IN ECCLESIA METROPOL.

VINCENTIO MARTYRI

DEDICAVIT

DENIQVE MORITVRVS

VT TOTVM SIBI SECVM THESAVRVM AVFERRET

PAVPERES HAEREDES INSTITVIT

VIR BONO PVBLICO NATVS

VALENTIAE III IDVS NOV. AN. M.DCC.XI

VIXIT AN. LXXXII MENSES II DIES XV


El mismo señor don Vicente Blasco compuso la siguiente 

ELEGÍA

In funere Francisci Perezii Baierii.

Quisquis ades, cineres venerare atque ossa sepulta

Baieri, et meritas fer tumulo inferias.

Tum lachrymas superadde pias, superadde dolorem,

Sitque tibi haec atris annumerata dies.

Baiero extincto ¿quis non fleat? Innuba Pallas

Roravit lachymis tristia busta viri.

Pierides etiam tanti post funus alumni

Flebile dumtaxat pangere carmen amant,

At lachrymas compesce tuas, compesce dolorem:

Non deerunt tanto praemia iusta viro,

Necquae diffundens tenebras praetervolat aetas

Baieri laudes nocte silente premet.

Aeternum resonabit eas Benecasia rupes,

Tuque Valentinae Bibliotheca Scholae

Ast allii extollant donaria; tu quod egenos

Ex asse haeredes scripserit in tabulis.

Non igitur doleas Baierum morte peremtum,

Hoc doleas, tales non superesse viros.


La universidad literaria, en agradecimiento a su liberalidad, hizo unas solemnes exequias, pronunciando el elogio fúnebre el padre maestro fray Facundo Sidro Vilarroig, catedrático de la misma. Séame ahora lícito decir, que en este corto diseño he hecho ver el tenor de vida de nuestro patricio: diseño rudo, diseño mal formado; pero que con pluma imparcial lo expresa la gratitud de mi corazón. Si la elocuencia de un Núñez, de un Pascual, de un Perpiñá, hubiese encarecido estos mismos hechos, ¡cuánto mayor realce hubiesen adquirido! Bástese no obstante la virtud a sí sola, y vea el mundo que no necesita de adornos ajenos el literato que une el desvelo con la prudencia, la entereza con la afabilidad, y que llena la carrera de las letras admirando y enseñoreándose al mismo tiempo del corazón humano, y con más razón aquel que procurando ser en un todo el esplendor y lustre de su patria, hace que esta se honre con tener un hijo, que aún después de muerto, la condecora con tan vastas y preciosas riquezas como las que nos dejó en sus escritos; y la ilustre sociedad, siempre agradecida a su memoria, se acuerda con placer de tan benemérito socio, ofreciendo premios para perpetuar su nombre en testimonio de su gratitud.

Ejus memoria in oblivione nunquam jacebit.


ÍNDICE HISTÓRICO DE LAS OBRAS DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO PÉREZ BAYER, ASÍ MANUSCRITAS COMO IMPRESAS.

1. Instituciones de la lengua hebrea, manuscritas.

2. Origen de las voces españolas derivadas de las hebreas. Tres tomos en 4.° manuscritos. Ambas obras compuso por los años de 1745 y 1747, siendo catedrático de lenguas orientales en Valencia y Salamanca.

3. De Toletano hebraeorum templo.

Presentó esta disertación en folio manuscrita al señor D. Fernando VI, a quien la dedicó en el año 1742 por manos del padre Francisco Rávago, confesor del rey.

4. Reges Tharsis et Insulae, pro explanatione Davidici psalm: Deus juditium tuum da etc. ad amplissimum Almae Barcinonensis Ecclesiae Canonicorum Collegium Oratio postridie festum Sancti Lucae XIV. Kal. Nov. ann. salutis 1753. Se imprimió en Barcelona, por Pablo Nadal, en 4.°

Recitó esta oración después de haber tomado posesión del canonicato de aquella iglesia.

5. Índice de las antiguas monedas que poseía, manuscrito, que trabajó en el referido año 1753.

6. Diario del viaje a Italia de don Francisco Pérez Bayer, desde el día 9 de mayo hasta el 9 de agosto del año 1754. Dos tomos en 4.° manuscritos. El primero contiene el viaje desde Barcelona a León, Ginebra, Chambery, Turín, Génova, Milán, Brescia, Cremona, Mantua, Verona, Vincenza, Padua, Venecia y otras ciudades de su tránsito.

El segundo tomo tiene por título: Diario de su viaje a Italia, desde el día 10 de agosto hasta 17 de noviembre del año 1754, y lo dirigió por Venecia, Ferrara, Bolonia, Imola, Faenza, Rávena, Rimini, Pesaro, Ancona, Loreto, Foligno, Espoleto y otras ciudades de su tránsito hasta Roma. Manifiesta su contenido diciendo en el prólogo: “La descripción de ciudades, puertos y edificios famosos que suelen hacer el primer papel en otros diarios, en este ocupa ligeramente alguna de sus páginas, más con ánimo de amenizar la lectura, que de hacer una relación exacta. Otro cuidado me han debido los monumentos antiguos, los gabinetes, los museos, las bibliotecas, los varones doctos que he visto y tratado, sacando cuantas ventajas he podido, ya copiando enteramente los unos, y ya notando las preciosidades que contienen los otros, dibujándolas, e imitando el carácter de los códigos más raros y antiguos, y especialmente las noticias que he juzgado conducentes a nuestra nación en santidad y doctrina. En lo que toca a monumentos y especies literarias que he visto y aseguro como ciertas, si acaso errase, no merezco excusa ni la pido.”

7. Damasus et Laurentius Hispanis asserti et vindicati. Romae 1756 ex Typographia Josephi et Philippi de Rubeis. En 4.° mayor.

Animados los romanos del deseo de añadir a la serie de los más respetables de sus ciudadanos el nombre del invicto mártir san Lorenzo, recibieron con sumo placer la disertación que había publicado D. José Blanchini, presbítero de la congregación del oratorio, en la que quería probar, en virtud de un sacramentario que él había descubierto en Verona, que este santo fue romano; y otros también creían lo era san Dámaso, apoyándose en el francés Tillemont (1: Memoires pour servir à l'histoire ecclesiastique. Tomo VIII, artículo primero, hablando de este santo), despojando a España de la gloria de contar estos dos santos por hijos suyos. La noble empresa de luchar a la faz del universo con tan esforzados atletas, postrarlos, quitarles las armas y cantar la victoria, estaba reservada a nuestro Bayer, asegurando con esto a España la gloria de que se la quería defraudar. La pureza de estilo, la copia de erudición, el nervio de sus razones, al paso que cerraron la boca al partido opuesto, abrieron las de muchos varones que aplaudieron con entusiasmo esta disertación. El insigne Mamachi no dudó engrandecerla con los mayores elogios; el clarísimo Berti se conformó en todo con ella; el ilustre y laborioso Zacarías dio el asunto por demostrado: tanta fuerza tuvo la lógica y diligencia de nuestro crítico, y tanta fue su destreza en desenvolver el caos de la antigüedad, que superando los obstáculos del interés nacional, obligaron a los mismos italianos, a renunciar para siempre unas tentativas tan lisonjeras. 

8. De auctore sacramentarii Veronensis. Manuscrito.

De esta disertación nos da noticia el señor Bayer en las páginas 67 y 131 de la obra anterior, diciendo la tenía preparada para la imprenta. 

9. Regiae Bibliothecae Escurialensis M. S. S. Codicum latinorum et Hispanorum quotquot in ea hoc ann 1762 inventi fuere catalogus operum auctorumque in iisdem contentorum ad curatam seriem exhibens indicata unusquisque Codicis aetate et subjecto in ejus confirmationem characteris quo vetustiores atque insigniores codices constant specimine.

Son cinco tomos manuscritos, al tercero agregó los manuscritos hebreos; y el tomo cuarto, escrito en 1763, contiene el catálogo de los manuscritos griegos, con un extracto de ellos. 

10. Divina Magni Basili liturgia grecae et latinae cum notis. Carolo III. Hispaniarum et Indiarum Regi Catholico. E Regio Laurentiano Escurialensis Coenobio III. Kalend. Septemb. 1762.

Tradujo esta obra en latín, ilustrándola y adornándola con dos disertaciones: la primera tiene este título: Sitne Basilius verus liturgiae de qua agimus auctor; y la segunda: De notionibus charactere et aetate voluminis in quo habetur liturgia. Un tomo en folio manuscrito.

11. Confutación de la apología con que D. Cristóbal Medina Conde, canónigo de Málaga, intenta satisfacer a las dificultades que en 1765 le propuso y leyó en Toledo don Francisco Pérez Bayer, tesorero y canónigo de dicha ciudad, contra la legitimidad de los monumentos en la Alcazaba de la ciudad de Granada en el año 1754 y siguientes: van adjuntas muchas cartas escritas a los mayores sabios de Europa. Manuscritas. Se publicó un compendio de su dictamen, con el papel que le dejó Medina Conde, en que confiesa la fuerza de sus impugnaciones, y las cartas del benedictino Tassin, en la razón del juicio seguido contra los falsificadores de dichos monumentos. Imprimióse en Madrid, 1781, páginas de 202 a 216, con motivo de haberse pedido informe a nuestro Bayer para sentenciar este asunto.                            

12. En la traducción del Salustio, hecha por el serenísimo señor infante D. Gabriel, además de las notas que son de Bayer, hay una disertación que se le mandó escribir sobre el Alfabeto y lengua de los Fenicios y sus colonias, para ilustrar más bien aquel pasaje de Salustio en que dice: Ejus civitatis (Leptis) lingua modo conversa connubio Numidarum. De esta disertación se dice en las efemérides de Roma, que su autor hizo ver en ella, no tener igual, especialmente en este género de literatura (1: véase a Sempere: ensayo de una biblioteca española del reinado de don Carlos III. Tomo primero, página 195).

13. De Nummis Hebraeo-Samaritanis. Dissertatio Isagogica ad tractatum de Phenicum et Graecorum in Hispania Nummis quos incognitos vocant. Valentiae, ex officina Benedicti Monfort, 1781, en 4.° mayor, con muchas láminas grabadas a la mayor perfección. Convencido el señor Bayer de que así el idioma y alfabeto de los fenicios como el de los griegos derivaban del hebreo; su mucha pericia en esta lengua le franqueó el camino para la inteligencia de los caracteres de las monedas antiquísimas de España que llamamos desconocidas, y que nadie se había atrevido a descifrar hasta que don Luis José Velázquez escribió su Ensayo. Creyó que para tratar con solidez de los monumentos antiguos hispano-griegos o hispano-fenicios, y particularmente de estos, era preciso hablar antes de las monedas hebreo-samaritanas. Con esta mira recogió cuantas podían hacerle al caso, logrando con una asidua diligencia encontrar hasta treinta y una, cuyo cotejo, su vasta literatura y profunda meditación, le suministraron bastantes materiales para escribir la referida obra. Satisface en ella a los argumentos de Gerardo Tichsen, que en su libro de Nummis Hebraeorum tuvo la osadía de poner en duda y desechar las monedas samaritanas, como fingidas y acuñadas por impostores. Pero nuestro autor hace ver en qué tiempo se comenzó a tratar de ellas en el occidente, y después de varias observaciones habla de los escritores cristianos, advirtiendo que hasta el año 1500 de Cristo no tuvieron noticia alguna de estas monedas propias de su asunto.

De este libro hicieron un extracto con grande exactitud los redactores de las efemérides literarias de Roma de 30 de junio, 14 y 23 de julio de 1781, que corre también impreso en castellano. “La obra (se dice en ellas) es digna del mayor aprecio: la edición, no sólo por la limpieza, primor y buen arreglo de los caracteres, por lo igual y uniforme de la tinta, por lo blanco, terso y consistente del papel, por lo ancho de las márgenes, y en suma por todo el conjunto, es tan bella que, entre las ediciones que hasta el presente han llegado a nuestras manos (que han sido muchísimas, y las mejores), confesamos ingenuamente no haber visto alguna que le iguale... La obra por lo importante del argumento, por el estilo latino puro y uniforme, por el buen orden y método, por lo sólido y robusto de los raciocinios del ilustrísimo autor, por su juiciosa crítica, profunda, vasta y admirable erudición que en todas partes resplandece, es superior a toda alabanza... y según su autor ha de servir de introducción al grande tratado que pensaba publicar sobre las monedas hispano-fenicias, e hispano-grecas, que vulgarmente llaman desconocidas.”

Está dividida esta obra en once capítulos, a los que precede un prólogo.      

14. Diario del viaje desde Valencia a Andalucía hecho por D. Francisco Pérez Bayer en 1782. Dividido en dos partes. Manuscrito.

La primera contiene su historia, y copias de las inscripciones y monumentos antiguos que había examinado en las ciudades de S. Felipe, Gandía, Denia, Alicante, Nueva Tabarca, Cartagena, Lorca, Vera, Almería, Guadix, Baeza, Jaén, y en las villas de Martos, Porcuna, Montoro, el Carpio, y otros lugares de su tránsito, con algunas observaciones pertenecientes a la geografía de España.

En la segunda parte, que intituló: Diario del viaje de Andalucía y Portugal, prosigue su historia, y copia las inscripciones y monumentos que había hallado en Córdoba, Antequera, Málaga, Carmona, Marbella, S. Roque, Campo de Gibraltar, Algeciras, Tarifa, Medinasidonia, Cádiz, Puerto-Real, Puerto de Santa María, Jerez de la frontera, San Lucar (Sanlucar), Lebrija, Riotinto, Aroche, Moura en Portugal, Beja, Évora, Lisboa, Mafra, Estremoz, Ellvas, Badajoz, Mérida, Trujillo, hasta Madrid y otros lugares de su tránsito.

15. Bibliotheca Hispana Vetus, sive Hispani scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi M. D. floruerunt. Auctore D. Nicolao Antonio... Curante Francisco Perezio Baierio Valentino, Sereniss. Hisp. Infantum Caroli III. Regis filiorum Institutore primario Regiae Bibliothecae Palatino-Matritensis Praefecto qui et Prologum et Auctoris Vitae epitomen, et notulis adjecit. Matriti, apud Viduam et haeredes D. Ioachimi Ibarra, 1788. Dos tomos en folio mayor. Desde que le nombró su majestad por bibliotecario mayor, se propuso el Sr. Bayer aprovechar el privilegio concedido a la real biblioteca, y seguir el proyecto de su antecesor D. Juan de Santander, de reimprimir la de D. Nicolás Antonio, continuó publicando la biblioteca vetus, que exornó en la parte más abstrusa de nuestra literatura, aclareciendo muchos puntos arduos, esparció en ella una luz inextinguible. Extendióse gustoso en lo perteneciente a la gloria de sus caros compatriotas; y como sabía muy bien que nada le era más grato al Sr. D. Carlos III, que el engrandecimiento del nombre español, colocó a los pies del trono, y a nombre de la biblioteca real, una sencilla y majestuosa inscripción, puesta bajo su retrato, que grabó con tanto primor el valenciano Francisco Selma, y va al frente de la obra, la que amenizó con variedad de noticias, de historia, de geografía, cronología, etimología y antigüedades romanas, evitando al lector el tedio que en semejantes escritos suele causar la sequedad de especies meramente literarias. Refiere también algunos sucesos de la vida del autor, averigua el año cierto de su muerte, y vindica su memoria de algunas emulaciones, colocando al fin de cada siglo los autores, tanto cristianos como hebreos, omitidos por aquel bibliógrafo. Sin embargo de todo esto advierte el Sr. Bayer al principio del prólogo, que por la brevedad en publicar la biblioteca antigua, merecía aquel estudio y trabajo la consideración de una obra improvisada.

16. Confictis Granatensibus monumentis anno 1754 ac deinceps detectis atque in lucem prolatis Synopsis historica. Matriti, apud Viduam et haeredes D. Ioaquimi Ibarra, 1789, en 8.° mayor. Se publicó sin nombre de autor.

17. Francisci Perezii Baieri Archid. et Can. Valent. Seren. Hispan. Infantum Caroli III. Regis filiorum Institutoris primarii, R. Bibliothecae Matrit. Praefecti, Nummorum Hebraeo-Samaritanorum Vindiciae. Valentiae Edetanorum ex Offic. Monfortiana, 1790. Un tomo en 4.° mayor, dedicado al Sr. D. Carlos IV.

Hermosa edición, en un todo igual a la antes citada de Nummis... Hizo tal confianza el Sr. Bayer de D. Joaquín Bergón, catedrático de árabe, que teniendo que ausentarse de esta ciudad, le confió la corrección de esta obra, como él mismo lo dice en el prólogo de ella. El resentimiento y la emulación alentaron a Tychsen, sabio alemán, para que intentase desvanecer el mérito de nuestro Bayer, dando por supuestas las monedas de que habla en el artículo 12. No debe extrañarse esta contradicción y enojo, pues que en el prólogo de la obra de Nummis había impugnado la del alemán, que intituló De nummis hebraeorum, que se lisonjeaba haber demostrado la falsedad de las monedas samaritanas. Resentido Tychsen, dio a luz una refutación de los argumentos que le oponía nuestro Bayer; traducida al castellano por uno de sus émulos, se imprimió y divulgó en Madrid y otras partes de España. Este acaloramiento dio ocasión a algunas contestaciones entre ambos literatos; pero como Tychsen por una parte rehusaba entrar en discusión, y por otra dejaba correr libremente sus escritos, impugnando la legitimidad de dichas medallas, vióse precisado el Sr. Bayer a escribir sus Vindicias, en que después de referir puntualmente todo lo ocurrido, y los artificios con que Tychsen y sus parciales habían procedido en el asunto, demuestra con nuevos argumentos la autenticidad de las medallas hebreo-samaritanas; establece las reglas que se han de tener presentes para juzgar bien en orden a su legitimidad o ilegitimidad, y distinguir las verdaderas de las falsas, mereciendo un nuevo aprecio en dar a luz otras medallas descubiertas después; siendo otras tantas pruebas de la fe que merecen estos raros y preciosos monumentos de la antigüedad. No fue de poca gloria para el Sr. Bayer, que un hombre tan erudito en la ciencia numismática como Juan Cristóbal Rasche, que publicó en Lipsia un diccionario universal de ella en siete tomos en 8.° mayor, en el séptimo impreso en 1789, trata muy a la larga de las medallas samaritanas y de los que han escrito de ellas; impugnando a los que las han tenido por fingidas, y entre ellos a Tychsen, haciendo al mismo tiempo un bien ordenado compendio de la obra de Nummis de nuestro autor.

18. Legitimidad de las monedas hebreo-samaritanas, confutación de la diatriba de nummis hebraicis de D. Olao Gerardo Tychsen, consejero del duque de Mecklenburg, profesor de lenguas orientales, y primer bibliotecario de la universidad de Rostoch (Rostock) etc. Escribióla D. Francisco Pérez Bayer. Valencia, por D: Benito Monfort, 1793, en 8.° mayor. 

La muerte no le dejó ver en el público sus tareas sobre las medallas fenicias y griegas, ni otras que estaban ya destinadas a la prensa, como son:

19. Extractos de la biblioteca del escorial. Un tomo en folio manuscrito.

20. Anecdota greca. Dos tomos en 8.° manuscritos.

21. Urbium et Populorum, item Fluviorum, et Montium veteris Hispaniae nomenclatura, è veteribus geographis et poetis, tum graecis tum latinis collecta. Un tomo en folio manuscrito.

Es un diccionario de los nombres antiguos de ciudades, pueblos, montes, ríos de España &c.

22. Typographi Valentini et Valentinenses, quorum extat mentio apud Vincentium Ximenum in praeclaro Bibliothecae Valentiane opera: ab ipsis fere artis typographicae cunalibus, certe ab anno 1484 ad 1748. Manuscrito. Es un tomo en folio todo de letra del autor, que trabajó a principios del año 1776, estando en el real sitio del Pardo. No se comprenden en ella todos los impresores valencianos y libros publicados en Valencia, sino sólo aquellos de quienes habló D. Vicente Ximeno. 

23. Discurso sobre el sitio de la antigua Munda.

Está impreso al fin del tomo 9 de la historia de España del P. Mariana, edición de Monfort de 1796 en folio, y tiene este título: Carta que sirve de ilustración al lugar de Mariana, tomo 1, libro 3, capítulo 20, página 293. Su fecha es en Madrid 21 de marzo de 1792. Quería el Sr. Bayer refundirla a manera de disertación, pero murió antes. Prueba la incertidumbre del sitio en que se dio la célebre batalla de Munda, para demostrar así la equivocada opinión que había adoptado Mariana siguiendo a otros varios historiadores, deslumbrados por el sonido del nombre del pueblo Munda.

24. De la voz Granada. Conjeturas acerca de su etimología, y del tiempo en que comenzó a llamarse así la ciudad de este nombre, en 4.° manuscrita.

25. Apéndice a la obra intitulada: Marmora Taurinensia, en 4.° manuscrita.

26. Historia de los colegios mayores. Cuatro tomos en folio manuscritos.

27. Representación al rey sobre el mismo asunto, que intituló: Por la libertad de la literatura española: representación al rey D. Carlos III, Pío feliz Augusto. No pudo el Sr. Bayer mirar con indiferencia que estos colegios, que habían dado a la iglesia y a la monarquía varones insignes en santidad y doctrina, tanto crédito a los tribunales de justicia, y honor a los principales empleos, hubieran sufrido una gran decadencia, y contra el tenor de las constituciones que les habían dado sus sabios fundadores, se hubiesen introducido muchos desórdenes y abusos, y así trabajó estas dos obras descubriéndolos, deseoso de que se remediasen, y pudieran elevarse los colegios al alto grado de esplendor que anteriormente tenían. Para esta representación en dos tomos en folio manuscritos en poder de D. Domingo Bayer y Segarra, del consejo de su majestad, alcalde honorario de la real casa y corte, sobrino del autor.

28. Etimologías de la lengua castellana, en 4.° manuscrito.

29. Excerpta Escurialensis, en folio manuscrito.

30. Refundió, examinó, coordinó, y también acrecentó con muchas notas dignas de su exquisita y profunda literatura, erudición y juicio los: Apéndices que trabajaron los Sres. D. José Ortiz, y D. Lorenzo Tadeo Villanueva, con algunas notas al tomo séptimo de la obra del Mariana, antes citado, de la edición de Monfort.

31. Disertación acerca de los códices, pinturas, diplomas y demás monumentos antiguos, que se conservan en la iglesia primada de Toledo. Año 1752, en 8.° manuscrito.

32. Elogios de los españoles ilustres. Roma, 1756, manuscritos.

33. Diarios de los viajes, y principalmente los que comprenden los años 1771 hasta 1777. Cuatro tomos en folio, que siguen a los dos del memorial citado al número 27.

34. Antigüedades españolas: obra no concluida, un tomo en folio manuscrito.

35. Cartas a Benedicto XIV. á Orsi, Mamachi etc. Doce volúmenes.

36. Índice de las obras del Sr. Bayer, que escribió en 1789.

Se conserva una copia escrita por su mano en la biblioteca real, que dejó siendo su bibliotecario.

37. Tratado de las monedas españolas antiguas desconocidas: obra que no concluyó.

Para que el lector pueda hacerse cargo de lo grandioso de la dádiva de su librería hecha a esta universidad, copiaremos lo que dice D. Martín Fernández de Navarrete en la página 132 de su obra: Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV... Madrid, imprenta real, en 4.° y es lo siguiente: “De las bibliotecas de Valencia nos han comunicado el Sr. D. Mariano Liñán, pavordre de teología de aquella universidad, y bibliotecario que fue de ella y catedrático de árabe, la siguiente noticia que copiaremos a la letra.” - “Las bibliotecas de la universidad y del arzobispo de Valencia fueron abrasadas y enteramente consumidas el día 7 de enero de 1812 por las bombas, en el sitio que puso a la ciudad el mariscal Suchet.” La biblioteca de la universidad se componía de la que el Sr. Bayer dio a la ciudad, patrona de la escuela, para uso de la misma en 27 de julio de 1785, y de varias adquisiciones que hizo el claustro, en especial de los libros y manuscritos de D. Juan Bautista Muñoz. El número de sus volúmenes ascendería a veinte y siete mil, de los cuales pertenecían a la biblioteca Bayeriana veinte mil. Se distinguía esta por la elección, por el gusto, y por el lujo en ediciones y encuadernaciones. Era abundantísima la colección de Biblias, pues además de las políglotas de Cisneros, Arias Montano, Lejay y de Walton, se encontraban doce biblias españolas, desde las dos de Ferrara primitivas, hasta la última hebreo-española de Amsterdam, las tres de Roma de 1592, 93 y 98, y una colección muy apreciable de hebreas, griegas, arábigas, siriaca y arménica (armenia), y de versiones en las lenguas principales de Europa, como en la francesa, italiana, inglesa, portuguesa, holandesa, alemana, sueca y grisona; siendo apreciasble esta última, aunque de impresión moderna, por el idioma en que está escrita, que tiene mucho parentesco con el lemosín o antiguo valenciano, de cuyo idioma se conservaba una versión de los salmos hecha por Juan Ruiz de Corella (1).


(1): Esta traducción la encontró en la librería reservada del Santo Oficio de esta ciudad el inquisidor mayor D. Matías Bertrán, y consiguió del Sr. Arce, inquisidor general, licencia para colocarla entre los libros prohibidos de la biblioteca de la universidad. Es obra tan rara, que no hablan de ella ni D. Nicolás Antonio en su biblioteca, ni el Sr. Bayer en las notas, ni Rodríguez ni Ximeno en sus bibliotecas valentinas. Por cuya razón copié el título, que es: “Psalteri trellat de lati en romanç, per lo reverent Mestre Corella.” - Y al fin dice:”Açi feneix lo Psalteri aromançat (arromançat) per lo reverent Mestre Johan Roiç d'Corella, mestre en sacra teología. Corregit è fielment smenat per Johan Fernando de Guivara, prevere. Emprentat en Venezia per Mestre Johan Herteiog (Hertzog), tudesch, á XXX dies de Abril, any de la Nativitat de nostre Senyor Deu Jesu Crist mil è CCCCLXXXX. Laus Deo.” En esta última temporada que estuve en Madrid vi un ejemplar en la biblioteca real, que tal vez será el único que se conserva en España, y la he encontrado después citada por Méndez en su Tipografía Española. (Nota del Sr. Liñán. Véase la biblioteca valenciana, tomo 1, página 43.)        

Hallábanse las mejores ediciones de los concilios generales, de los de España, de Francia, de Inglaterra, Alemania y otras. Era muy completa la colección de los padres y escritores eclesiásticos. Estaban todas las obras publicadas por la congregación de S. Mauro, y muchas de ediciones anteriores; todos los tomos de los Bolandos, y la Bibliotheca Veterum Patrum, con su aparato. En el ramo de antigüedades, se veían las griegas y romanas de Grevio, Gronovio, Mazochi, Gori, Muratori, Montfaucon y otros; las hebreas de Ugolino, cuarenta y dos tomos de la historia bizantina, con los raros libros de Gesta Dei per Francos, y la gran conquista de ultramar. Hallábanse completas las actas de la real academia de las ciencias de París, las de Lipsic, Berlín, San Petersburg, Bolonia, Dijon y otras: el diario de los sabios, el tesoro de inscripciones y bellas letras, los viajes del abate Prebost, y los nuevos y últimos descubrimientos, con otras obras del mismo objeto; varios y escogidos diccionarios, así históricos como técnicos, y algunas obras misceláneas de suma erudición. Era muy numerosa y escogida la colección de obras sobre la historia natural, con primorosas estampas, en la mayor parte iluminadas, como las de Seba, Catesby, y Buffon; la descripción de los insectos de Colonia, de las plantas americanas, y casi cuanto se conoce en este ramo en que han sobresalido los extranjeros modernos; y además las obras de Dioscórides, de Ulises, Aldobrando, y de otros escritores que llamamos antiguos. Adornaban también la biblioteca muchas obras de teología, de jurisprudencia civil y canónica, de física, de medicina, de matemáticas, de arte militar, de náutica, la colección llamada Artes y Oficios, la física sacra, o historia natural de la biblia de Juan Jacobo Scheuzers con láminas; varios viajes pintorescos, muchas obras de numismática, diferentes actas, varios grabados, como la columna de Trajano, las batallas de Alejandro; algunas obras de veterinaria, entre ellas una en francés de magnífica impresión. De los autores clásicos griegos y latinos no faltaba uno, y estaban completas las colecciones ad usum Delphini; las de Jack, las de los Elzevirios, las de Lipsic, y las ediciones de Burmau y Drakembore. Había mucho perteneciente a la historia general de España y de Indias, y a provincias y ciudades particulares, libros raros escritos en castellano y lemosín, y una grande colección de las mejores bibliotecas sagradas, profanas, generales y particulares, tanto antiguas como modernas, griegas, latinas, arábigas, y de gran parte de los pueblos y provincias de Europa; varias obras de rabinos, impresas unas en castellano, otras en hebreo, y el Talmud. Como el Sr. Bayer consiguió licencia del inquisidor general para que la biblioteca pudiera adquirir y retener toda especie de libros prohibidos, se encontraban casi todos los de los impíos del siglo pasado y de los heresiarcas de los anteriores. Finalmente había como unos doscientos volúmenes impresos antes del 1500. El más antiguo era un Cicerón de Officiis, publicado en 4 de febrero de 1466 por Juan Fust o Fausto (Faust), uno de los inventores del arte de la imprenta, cuya edición es la misma que la del año 1465, y dos ejemplares del Salustio impreso en Valencia en 13 de julio de 1475. Se conservaban las obras trabajadas por el Sr. Bayer y no impresas, todas de letra del mismo; a saber: de Toletano hebraeorum templo, índice y explicación de las monedas antiguas que poseía, un tomo en 4.° de etimologías de la lengua castellana, una gramática hebrea, dos tomos en 4.° de su viaje a Italia en 1754, en que hablaba principalmente de los monumentos antiguos, de los gabinetes, de los museos, de las bibliotecas, y en el cual había recogido cuantas noticias juzgó conducentes a la España, y a sus varones ilustres en santidad y doctrina; una disertación de auctore sacramentarii veronensis, cinco tomos en folio de los manuscritos hebreos, griegos, latinos y castellanos de la biblioteca del Escorial, la liturgia de S. Basilio, traducida al latín, con dos disertaciones, la una sobre si S. Basilio era su verdadero autor, y la otra sobre el carácter y el tiempo en que se escribió el manuscrito; un tomo en 4.° contra la legitimidad de los monumentos descubiertos en la alcazaba de Granada en 1754; dos tomos en 4.° del viaje en 1782, el primero contiene el viaje desde Valencia a Andalucía, y el segundo el de Andalucía y Portugal. En la academia de la historia ha de haber una copia de este viaje. Un tomo en folio intitulado: Excerpta Escurialensia. Dos en 8.° Anecdota graeca. Uno en folio Urbium et populorum, item fluviorum et montium veteris Hispaniae nomenclatura, è veteribus geographis et poetis tum graecis tum latinis. Uno en 4.° de la voz Granada, y conjeturas acerca de su etimología, y del tiempo en que empezó a llamarse así. Apéndice de la obra intitulada: Marmora taurinensia. Seis tomos en folio sobre los colegios mayores, los tres primeros contienen una representación al rey, y los otros tres el diario de los años 1771, 72, 73, 74, 75, 76 y 77, y setenta legajos de apuntaciones, notas, observaciones y una que otra disertación. Se conservaban también varios códices manuscritos bastante antiguos de la Biblia hebrea, otros de rabinos en hebreo y en castellano con caracteres hebreos, otros árabes, y muchos castellanos, y monedas antiguas de varias clases. Formaban el fondo de la biblioteca de Muñoz, libros de humanidades, filosofía e historia. Entre sus manuscritos había una impugnación de la respuesta de Pozzi, muchas y recónditas noticias pertenecientes a Luis Vives, cuya vida pensó escribir; varias apuntaciones relativas a la historia literaria de España; una lógica en latín, que era el primer tomo del curso de filosofía que empezó a trabajar, y lo abandonó para atender a la historia del Nuevo-Mundo; varias cartas latinas; una vida suya puramente literaria, y otras muchas cosas que no tengo presentes.

BIBLIOTECA VALENCIANA.

domingo, 19 de diciembre de 2021

BIBLIOTECA VALENCIANA. Justo Pastor Fuster.

BIBLIOTECA VALENCIANA.

TOMO PRIMERO.

CONTIENE A MÁS DE LOS AUTORES ÁRABES;

LOS QUE FLORECIERON HASTA EL AÑO 1700. 

(Libro original en Österreichische Nationalbibliothek 396.368-C.
Edición de Ramón Guimerá Lorente)

https://bivaldi.gva.es/es/consulta/registro.cmd?id=34

Hállase en la Librería del Autor, Calle de Campaneros.

BIBLIOTECA VALENCIANA.

BIBLIOTECA VALENCIANA

DE LOS ESCRITORES

QUE FLORECIERON HASTA NUESTROS DÍAS

CON ADICIONES

Y ENMIENDAS A LA DE D. VICENTE XIMENO.

POR D. JUSTO PASTOR FUSTÉR,

Socio de Mérito de la Real Sociedad Económica

de Valencia y su Reino.

TOMO PRIMERO.

CONTIENE LOS AUTORES HASTA EL AÑO 1700. 


VALENCIA: 

IMPRENTA Y LIBRERÍA DE JOSÉ XIMENO, 

FRENTE AL MIGUELETE. 1827.



A LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA

DE VALENCIA Y SU REINO.


La protección que V. S. ha dispensado a la Biblioteca Valenciana, no sólo es un título de honor y distinción para su autor, sino in testimonio permanente del aprecio que le merecen los Escritores que contiene; y el benéfico nombre de V. S. al frente de esta obra, estimulará a los sucesores en la carrera; a sostener el crédito literario de nuestra Patria.

Así este respetuoso homenaje de mi gratitud, al mismo tiempo la ingenua expresión de mis votos por la prosperidad de este Reino, bajo tan favorables auspicios.

Ciertamente las obras de este género, de más utilidad que brillantez, no son del gusto del día, en que la indiferencia con la que son recibidas, desalienta a los que se dedican a largas y penosas investigaciones históricas y bibliográficas.

El amor a las letras y a los literatos, me inspiró el gusto a la lectura; mi profesión poniéndome en las manos los materiales me inclinó a construir este edificio Bibliográfico, y el celo por la gloria de mis compatriotas me sostuvo hasta terminarle, debiendo por fin la luz pública a la ilustración de V. S. y a sus auxilios.

Bien quisiera yo ofrecerle producciones originales de mayor estima, mas no siendo capaz de aspirar a ellas, me he contentado con dar a conocer las de mis paisanos; y conservar su memoria a una posteridad agradecida que sabrá apreciarlos, como también a la influencia ilustrada con que V. S. ha alentado mi poquedad. En lo uno y en lo otro cifro yo mi recompensa y mi esperanza.


Justo Pastor Fustér.


PRÓLOGO.


Conservar la memoria de los que contribuyen con sus escritos a la ilustración pública, es lo mismo que transmitir con gloria a los tiempos venideros unos nombres que acaso en los nuestros estuvieron injustamente sumidos en la desestimación y el olvido; es enriquecer el depósito de la literatura, y es por último dejar a la posteridad un ejemplo muy digno de imitarse. Esta es, pues, la noble empresa de los que se dedican a redactar las Bibliotecas de los escritores públicos.

Y en verdad el estudio de la bibliografía va unido íntimamente a la historia literaria, la cual tanto se ha promovido en este siglo, que como demuestra con su voto decisivo nuestro célebre D. Juan Andrés en su Historia de toda la literatura (1: Tomo 2.° de la edición castellana, pág. 412), se puede decir que le pertenece exclusivamente: “la infinita copia de libros, la multiplicidad de ediciones y la variedad de las impresiones, hace preciso este estudio, y justifica bastante las fatigas que algunos literatos emplean en la ilustración de las noticias bibliográficas. Y es cierto que los títulos de los libros, la diversidad y mérito de las ediciones, la noticia de los autores, editores e impresores, el tiempo y lugar de la estampa, la rareza de algunas de ellas, la pulidez y corrección, y por decirlo así, el lujo y riqueza de otras, las vicisitudes de las obras y ediciones, y en suma toda la historia bibliográfica, forma el objeto de los estudios de muchos, y ha producido en este siglo obras eruditas de críticos escritores. ¿Qué inmenso tesoro de erudición no se encuentra en las Bibliotecas de Fabricio, que por sí solas bastan a obscurecer los trabajos de todos los filólogos eruditos de los siglos precedentes, y ciertamente serán el pasmo de los siglos venideros? ¿De cuánto auxilio no pueden servir a los literatos el Catálogo de los libros de la Biblioteca Laurenciana del doctísimo Bandini, la Biblioteca arábiga del Escorial del inmortal Casiri, y otras semejantes obras bibliográficas? Ahora sabemos cuantos escritos raros y peregrinos poseen las Bibliotecas más ricas, y no hay en Europa ninguna de algún mérito de que no tengamos catálogo. No sólo salen a luz las de los Reyes y Príncipes, no las que están destinadas a la utilidad pública, sino también las que tienen en sus casas los

estudiosos particulares; y, así hay catálogos de la Biblioteca de Fabricio, de la de Mayans, de la de Crevena y de algunos otros. Es digna de particular memoria una obra apreciable, compuesta por Montfaucon después de principios de este siglo, de una Biblioteca de las bibliotecas; pero ahora se han aumentado tanto estas, que las referidas por Montfaucon no llenarían más que algunos pequeños estantes de la vasta biblioteca que las tuviese todas."

Tan conducente es el uso de las bibliotecas para la propagación de las letras en todos tiempos. Si lo eran por su escasez cuando los libros corrían manuscritos, no lo son menos por su multiplicación después de inventada la imprenta. “Que ora sean manuscritas o impresas las obras, dice Villanueva en su Viaje a las Iglesias de España (1: Tomo 8, pág. 102), la noticia de los literatos trae consigo la de la literatura en que brillaron los siglos pasados, sin cuyo conocimiento, ni la patria tiene el honor que le corresponde, ni nadie debe tenerse por sabio. Este fruto no se adquiere, si no se reúnen en un cuerpo y cronológicamente todos los escritores domésticos, que es como una escuela, y digamos espejo del progreso que hicieron los conocimientos humanos.” De aquí el ansia de formar bibliotecas de los escritores que han ilustrado su patria; pero en España ninguna Provincia, como Valencia, puede gloriarse de haber tenido tantos ilustres hijos que hayan conservado la memoria de los escritores nacidos en este venturoso suelo, ilustrando la república de las letras con sus obras, y sostenido nuestro honor literario con la variedad de sus producciones. Morlá, Escolano, Vimbodí, Martínez de la Vega, Mariner, Esquerdo, Gil Polo, Lorga, Ortiz, Rodríguez y Cerdá se esmeraron en su elogio, ya en prosa, ya en verso; empero distinguióse entre todos el laborioso D. Vicente Ximeno, que tuvo la constancia de emplear catorce años en reunir noticias para formar su Biblioteca, que afortunadamente poseemos.

El recto juicio, la fina crítica y la igual imparcialidad con que está escrita, le concilió grande aceptación entre los amantes de las letras. Los eruditísimos Mayans y el P. Burriel, le colmaron de elogios, como debidos a su mérito, y la fama llevando su nombre más allá de los Pirineos, recogió alabanzas de los mismos que se mostraron émulos de nuestra literatura. Los autores de las Memorias de Trevoux examinaron la obra, y les mereció tanto aprecio que en los meses de Abril y Mayo de 1750, publicaron varios extractos de sus artículos, realzando el mérito de aquel bibliógrafo con los honoríficos dictados de varón atento y escritor muy juicioso. Han transcurrido ya cerca de ochenta años desde que se imprimió la Biblioteca de Ximeno, y como en este largo periodo no han cesado de sostener la acreditada nombradía de su literatura muchos valencianos que dignamente han cultivado las letras, justo será también que se continúe su memoria y la de los escritos que en este intervalo han dado a la prensa.

Mi innata afición a la bibliografía y mi profesión, proporcionándome recoger noticias que se ocultaron a D. Nicolás Antonio, al P. Rodríguez, y últimamente a Ximeno, me hicieron concebir la idea de llenar este vacío arrostrando una empresa superior a mis alcances; pero que veía con sentimiento que ninguno hasta ahora había tomado a su cargo, y que acaso no le tomaría tan pronto, en mengua entre tanto del honor literario de mi patria. El celo (zelo en el original) de sostenerle me inspiró alguna confianza, y puse mano en una obra que hasta ahora siempre temí que no llegaría a su término. 

Fui encontrando en mis primeras investigaciones muchos escritos de los autores contenidos en aquella Biblioteca, que no había podido descubrir la diligencia de Ximeno; al paso que se ponían por delante otros escritores de la misma época, que era justo no quedasen sepultados en el silencio, cuando tanto nos honraba su memoria. Hube pues de entrar en un escrutinio minucioso de escritos y de escritores, y empeñándome más y más en mi trabajo, los documentos que se me iban ofreciendo a la vista, tuve que apelar a todos los recursos a que me llevaba mi infatigable curiosidad.

Dos Bibliotecas públicas poseíamos en esta Ciudad, la una en el Palacio Arzobispal, que el celosísimo Prelado D. Andrés Mayoral había establecido y que aumentaron sus sucesores; y la otra en la Universidad Literaria, dádiva del Ilmo. Sr. D. Francisco Pérez Bayér, con que dejó un digno monumento de generosidad, de desprendimiento y de amor a las letras y a su patria: tan copiosa la una como selecta la otra, ambas quedaron incendiadas por el bombardeo que sufrió esta Ciudad en la gloriosa guerra de la independencia, y con motivo de la irreparable pérdida de esta última, cantó un poeta: (1 : El Dr. D. José Chicoy y Gosalves, ahora Catedrático de Clínica en esta Universidad de Valencia.)

El tirano, y sus furias del abismo, 

De Marte siembran el furor sangriento; 

Vomita llamas el averno mismo; 

De Palas arde el sacro monumento, 

Sepultando entre escombros de heroísmo 

Siglos de ilustración en un momento. 


En el Convento de Padres Agustinos Calzados, existía también una librería abundante en libros impresos en el siglo XV, y que el P. M. Fr. Juan Facundo Sidro Villaroig había aumentado con la compra de parte de la Biblioteca Mayansiana, y la entera del Dr. D. José Molins, célebre literato que murió siendo Rector del Colegio llamado de la Ciudad, cuyo edificio ya no existe, porque todo desapareció en la entrada del ejército francés en Valencia. También teníamos las famosas librerías de Santo Domingo, la más rica en libros de todas, la del Carmen Calzado, del Sacro Convento de Montesa, del Monasterio de S. Miguel de los Reyes, preciosa por sus manuscritos que dejó el Duque de Calabria.

Frecuenté todas estas bibliotecas, y formando varios extractos y anotaciones, aumentaba considerablemente el caudal para la obra que meditaba. Pero este grande golpe de luz que recibía, al paso que me descubría nuevas vistas, me hacía sentir lo arduo de recorrerlas con la dignidad y firmeza con que debía sostenerme: viérase decaído mi ánimo muchas veces a no alentarme varios amantes de nuestra literatura. El Sr. D. Francisco Xavier Borrull, Oidor decano de esta Real Audiencia, cuya modestia no me permite espaciarme como deseara en elogio de sus luces y dirección que he recibido de su extensa erudición y sabia crítica, y los auxilios que me ha prestado con noble generosidad, comunicándome curiosos descubrimientos y franqueándome cuanto de su exquisita librería he necesitado. El Sr. D. Onofre Soler, Canónigo de esta Santa Iglesia, me ha permitido con la mayor generosidad disfrutase de su librería. Los Padres Fr. Bartolomé Ribelles y Fray Jaime Villanueva, ambos Religiosos Dominicos, me suministraron noticias apreciables, dirigiendo mis pasos para el acierto. D. Marcos Antonio de Orellana había bosquejado unas adiciones al Ximeno, las cuales y las copias que tenía el P. Teixidor, Dominico, me prestaron mucha claridad. Tampoco quiero defraudar la parte que tienen en mi trabajo los autores de que me he aprovechado siempre que se ha presentado la oportunidad. Así he copiado párrafos enteros de las notas que nuestro paisano D. Francisco Cerdá, puso al Canto del Túria en la Diana de Gil Polo, y de la Biblioteca del Reinado de D. Carlos III, compuesta por D. Juan Sempere y Guarinós. Mi profesión no menos me ha ofrecido ocasiones de adquirir noticias bibliográficas, justipreciando las famosas bibliotecas de D. Juan Bautista Herman, Canónigo de esta Metropolitana, sabio y erudito valenciano, la que en su muerte compró el Arzobispo de esta Diócesis y luego Cardenal D. Antonio Deispuig, y entera en el día existe en Mallorca; también justiprecié la Mayansiana y otras varias.

Con todos estos materiales he formado mi obra, y ya será tiempo manifieste el plan que he seguido; habiendo meditado mi empresa inferí que se reducía a dos puntos, el primero sobre lo que había hecho Ximeno, y el segundo sobre lo que yo debía hacer, esto es, debía atender a suplir lo que faltaba a mi predecesor en esta carrera, y partir desde donde él la había dejado, y este pensamiento me ofreció naturalmente la idea de las dos partes generales de todo mi diseño, que son según el título: Adiciones y continuación: bajo el primer aspecto he fijado la época de muchos escritores de que habla Ximeno; he descubierto nuevos escritos suyos, designando con mayor exactitud sus impresiones; he recogido varias obras y autores de nota que él dejó en olvido o que no llegaron a su noticia. También he rectificado algunos pasajes, ampliado otros artículos con noticias y hechos abundantes, y en suma lo he procurado poner al nivel de los conocimientos del día. 

Después del tiempo de nuestro bibliógrafo ha adquirido este Reino un nuevo lustre con los descubrimientos que hizo el célebre D. Miguel Casiri examinando los manuscritos árabes existentes en el Escorial, y que han quedado consignados en su preciosa Biblioteca Arábigo-Escurialense, impresa en 1760. En ella vemos que el estruendo de las armas no ahuyentó las musas de nuestro recinto, ni pudo impedir que floreciesen las letras bajo la dominación sarracena; fundado en documentos tan incontestables el 

Cl. P. Juan Andrés ha demostrado a la República literaria en su ya citada e inmortal obra del Origen, progresos &c. que la época de aquella dominación, no fue la del horror y barbarie, sino un tiempo feliz y glorioso para las letras, y que los estudios de los sarracenos influyeron más bien en la restauración de las ciencias en Europa. Sabido es el nombre que en aquella época lograron por su instrucción y producciones muchos valencianos. Y como el erudito P. Masdeu nombre sólo a dos de ellos en los catálogos que formó en el tomo 13 de su Historia Crítica de España en que numera los autores de aquellos siglos, me ha parecido muy conducente darlos a conocer mejor, copiando cuanto de ellos dice Casiri. Ciertamente causa admiración la multitud de Bibliotecas de hombres ilustres y escritores esclarecidos, que no obstante de ser obras de tanto trabajo, compusieron los sarracenos valencianos, cuando ha sido menester que pasaran después algunos siglos para que viera la luz pública la Biblioteca Hispana de D. Nicolás Antonio. Animaba a los sarracenos a emprender obras tan penosas el celo de sus Príncipes en ilustrar la Nación. Contábanse setenta Bibliotecas públicas en las ciudades de su dominio, que todos disfrutaban para su ilustración; lo cual sorprende con razón al considerar que aún no se había descubierto la imprenta. Así lo acredita Casiri en la página 71 del tomo 2.° En los tiempos posteriores miraron los Reyes Católicos con tanto descuido estos tesoros literarios, que hasta que vino a gobernar la España D. Felipe V no se conoció en la Capital una Biblioteca pública que correspondiese a la grandeza de esta Nación. 

Bajo el aspecto de continuación he descrito la serie de los Escritores de este Reino desde 1748 sin interrupción hasta el presente en que escribo. De ellos he hecho la división de los que han fallecido y de los que aún viven. En todos he seguido el mismo método que Ximeno para que la obra sea uniforme, repartiéndola en dos tomos en folio casi iguales a los suyos, del mismo tamaño y ejecución tipográfica. El primero comprelemosnderá a más (además) de los autores árabes, los que florecieron desde el siglo XIII hasta el XVII; y el segundo desde el XVIII hasta nuestros días, y no sólo los muertos, si bien los vivos, aunque guardada a estos la debida consideración hablaré de ellos sin crítica ni elogio. Sigo también el orden cronológico que presenta con más variedad el cuadro histórico literario, en el cual sin preferencia ni exclusión, aparecen los escritores valencianos, procurando amenizar la narración biográfica con las flores de la poesía, trasladando algunas muestras de nuestro gusto patrio en el cultivo de las musas, y al fin se extienden los índices alfabéticos de los apellidos y nombres de los autores, de las épocas en que florecieron, y otro general de las cosas más notables de la obra, la cual incluirá sobre mil escritores entre los adicionados, de los que trata Ximeno, o nuevos.

Habiendo observado que la lengua lemosina nos es poco familiar en el día, he insertado al fin del primer tomo un breve vocabulario de voces anticuadas, y otras muchas sin uso, para facilitar la inteligencia de las poesías y citaciones en prosa que se hallan en esta obra, dando allí razón, de lo que contiene, del autor y motivo de su formación. 

Por esta idea abreviada de la obra, se conocerá fácilmente que me hubiera sido de menos trabajo refundir la de Ximeno en otra nueva que hubiese podido llamar con mayor propiedad mía; pero he querido ceder la gloria de único autor de ella, a la satisfacción que me cabe de poderla dar a luz más pronto, en honor de mi patria.

Con este esmero y desprendimiento he creído desempeñar el plan que me había propuesto en la formación de mi obra; empero como los hombres no vemos los objetos bajo un mismo punto de vista, de aquí nace que aun cuando nuestros intereses no estén encontrados, nos suelen parecer tan diferentes, siendo digno de censura o desmérito para unos, lo mismo que de buena fe, y a las claras les parece muy loable y precioso a otros. Si hubiera pues querido contentar a todos, hubiese intentado un imposible, y si deseara no desagradar a nadie, mi pretensión merecía entonces justamente la risa de los sensatos que conocen el humor que reina en la república de las letras, cuyos moradores no siempre ven con buen ojo las fatigas de los otros, y mucho menos sus lauros, ya excitados como hombres del amor propio degenerado, ya también por el atrevimiento de los que escriben atraídos por la facilidad de la imprenta con que se han hecho ya trato y mercancía las letras estudiando los hombres para escribir y escribiendo para granjear. (Saavedra en la Introducción de la República literaria.)

En mi mano sólo ha estado dar la razón de mi trabajo, esto es, del fruto de largas tareas y de años de indagaciones, y para precaver si es posible a lo menos en mis lectores una prevención perjudicial, saldré al encuentro a las objeciones, reparos o llámense tiros disfrazados de la pasión dominante del que los asesta, ya según he leído en algunos escritos de este género, ya también como había llegado a mis oídos. El P. Fr. Jaime Villanueva en el tomo 8, pág 102 de su Viaje literario, echando menos una Biblioteca de Escritores Catalanes, anuncia esta mi obra, a la cual en varias ocasiones me había estimulado con eficacia, y aun reanimado cuando decaía mi ánimo a la vista de tamaña empresa, por cierto superior a mis alcances, mostrándome la perspectiva halagüeña que disfrutaría en su terminación. Pero después hablando de lo que debe tenerse presente en la formación de una Biblioteca, dice así: “Claro está que de estas bibliotecas, si no son más que una noticia seca de la vida de los autores y de los títulos e impresiones de sus libros, algún fruto sacará la bibliografía, pero muy escaso la literatura; y cierto parece justo que pudiendo ser, se procuren las dos cosas a un tiempo. La erudición de un bibliotecario debe ser mayor que la de un comerciante de libros. Lo importante es dar a conocer los libros, más que los autores de ellos. 

Por esto son justamente elogiados Nicolás Antonio en la biblioteca española antigua, y Qnietiff y Echard en la de mi Orden. Otra cosa entiendo yo que deberá tenerse presente en la formación de esta nueva biblioteca; y es que no se dé lugar en ella sino a los que hayan escrito alguna obrilla que merezca este nombre, o pueda hacer figura en la historia de las ciencias y artes. Difícil es fijar en esto una regla segura; pero no lo es señalar el extremo en que han caído algunos bibliógrafos, colocando entre los escritores a cualquiera que haya impreso no más que un sermón o un soneto, y aun al que dejó manuscritas estas piezas de oratoria y poesía. Cosa por cierto insufrible que sólo puede tener cabida en la pluma del que piense, que el mérito de las bibliotecas se mire por el número de los escritores, y no por la calidad de sus escritos. 

Muy pronto se había olvidado el P. Villanueva cuando sienta que la erudición de un bibliotecario debe ser mayor que la de un comerciante de libros, habiendo echado en cara a los catalanes en la página anterior, que carecían de una biblioteca cual la estaba redactando en Valencia un encuadernador de libros. Si es difícil fijar la regla segura para determinar los que han de entrar en esta biblioteca ¿cómo nos conduciremos para saber los que hemos de excluir con justicia? ¿Acaso un soneto bien hecho no es un poema, y un sermón según todas las reglas de la elocuencia, no es un escrito que puede dar mucha gloria a su autor? ¿No alaba a Echard autor de la biblioteca de sa Orden? pues esta incluye muchos autores que sólo publicaron un sermón, cosa que para que yo lo haga han de tener lo menos dos, y que sean impresos. No quiero detenerme en manifestar las contradicciones que contiene este pasaje de Villanueva, contentándome a responderle por la parte que se dirige a mi obra, que no me he propuesto hacer en ella una historia literaria del Reino de Valencia sino una Biblioteca de sus escritores, con cuyo modesto título queda justificada mi conducta en haber incluido algunos, no por el número e importancia de sus escritos, sino por la gloria que de ellos, bien por el tiempo, bien por otras circunstancias particulares, resultaba a nuestra amada patria.

Hállanse también algunos escritores cuyas producciones así en prosa como en verso corren sueltas, las cuales aunque bastantes en número, y aun si se quiere en mérito, por haberse dado al público en distintas épocas, no se han reunido en cuerpo todavía. Esta circunstancia, aunque poco favorable a su fama literaria, no debe perjudicarles del lugar a veces de preferencia que se han adquirido en esta Biblioteca con los frutos de su ingenio y meditación, de los que en justificación mía inserto algunas muestras. 

En todo me he arreglado a mi plan, sin salir de la esfera de mis conocimientos, y no perdiendo de vista el honor literario de mi patria, he seguido las huellas de mis dignos predecesores en la carrera bibliográfica, no considerando a mis paisanos por su parte física, moral ni política, sino únicamente por la intelectual y científica, con lo que quedan resueltas las dificultades sin excederme de los límites que me he prefijado.

No obstante, careciendo de crédito literario quise dar a mi obra un aspecto que preparase la aceptación pública. Con este objeto la presenté a la Real Sociedad de Amigos del País de este Reino, a la cual la comisión encargada de su informe manifestaba entre otras cosas que “este trabajo, fruto de largas tareas sostenidas por una constante indagación, merecía la gratitud y aprecio de todo buen valenciano, y que por él era digno su autor de que se le protegiese y auxiliase para que saliera a la luz pública; que el estilo narrativo de que usaba era claro, natural, sin bajeza, y acomodado a la índole de su obra.” En su consideración la Sociedad admitió la dedicatoria, auxiliando al autor y dispensándole su protección, al mismo tiempo que la recomendaba a sus individuos.

Con tan felices auspicios ofrezco al público el fruto de mis tareas de tantos años en obsequio del honor literario de mi patria. Mis descuidos y mis desaciertos dejan abierto no espacioso camino para que otros dotados de más sabiduría y fino gusto, de más extensa erudición y de una crítica más sagaz, logren completar la Biblioteca Valenciana, pasando a la posteridad sus nombres con tanta gloria como han adquirido los escritores, cuya memoria sabrán conservar para la gratitud pública, que por una serie de vicisitudes prósperas y adversas, de aciertos y descuidos llegan las obras humanas a su perfección. 

BIBLIOTECA

DE LOS ESCRITORES

ÁRABES-VALENCIANOS

QUE FLORECIERON

DURANTE LA DOMINACIÓN SARRACENA

EN ESTE REINO.


BIBLIOTECA

ARÁBIGO

VALENCIANA.


SIGLO IV DE LA Hégira (hégira : emigración de Mahoma de La Meca a Yathrib : Medina, septiembre del 622 A.D. El autor no calcula bien el año de Cristo, suma 612 e incluso otras cifras). 


ISA BEN MOHAMAD ALABDERITA.


Nació en Elche; poeta amenísimo: floreció en el siglo IV de la hégira. Casiri, tom. 2, pág. 138, col. 1 y 2.


AHMAD BEN MOHAMAD BEN ABDELBER.


Valenciano. Vivió en el siglo IV de la hégira. Escribió: Historia de los Varones que florecieron en España en la Jurisprudencia.

Está comprendido en el códice 1671, folio 133. Casiri, tomo 2, pág. 135, col. 2.


PHATEMA.

HIJA DE IOSEPH BEN IAHIA ALMOGAMI.

Nació en Valencia; se dedicó en Córdoba a la jurisprudencia, en donde se hizo célebre por sus escritos y piedad dignos de grande alabanza. Murió en el año de la hégira 319 (de Cristo 931). Casiri, tomo 2, pág. 149, col. 2.


SIGLO V DE LA HÈGIRA. 


ISAC BEN SALAMA ISACI, FILIUS ALCAINI.

Valenciano, escritor erudito del quinto siglo de la hégira: publicó: Annales Hispaniae. 

En los cuales habla de los Pretores, Cónsules, Jurisconsultos y Poetas célebres, como también de guerras y fortificaciones.

Está comprendido en el códice 1671. Casiri, tomo 2, página 136, col. 2.

 

SOLIMAN BEN GIOLGIOL.

Valenciano, médico que floreció en el siglo V de la hégira. Escribió: Historia Medicorum Hispanorum. Está inserta en el mismo códice, y lo nota Casiri, tomo 2, pág. 137, col. 1.

ALI BEN HALBAN.

Valenciano: se cree floreció en el siglo V de la hégira. Escribió: Codex Orthodoxorum Propositorum de traditionibus Divinis. Es el códice 1685. Casiri, tomo 2, pág. 153.


ALI BEN MOHAMAD ABU ALHASSAN.

Valenciano, orador y poeta célebre y autor de la erudita obra: De similitudinibus.

Que solían usar en sus versos los poetas españoles. Murió en el año de la hégira 439 (de Cristo 1047). Casiri, tomo 2, pág. 138, col. 2.


OTHMAN BEN SAID ABU AMRÚ.

Natural de Denia; fue gran jurisconsulto y filólogo; escribió: Más de cien tomos de varia literatura. 

Murió en el año de la hégira 444 (de Cristo 1052). Casiri, tomo 2, pág. 138, col. 2.


ABULMONDER HESCHAM BEN MOHAMAD ALKALBI.

Valenciano: escribió: 

Equorum genealogia et historia.

Obra histórico-genealógica de los caballos que han tenido entre los árabes más fama y nombradía. Lo escribió en el año de la hégira 450 (de Cristo 1058). Está copiado en el códice 1700. Casiri, tomo 2, pág. 157, alaba también a este autor en la prefacion del tomo 1, pág. XVI.

 

ABDELAZIZ BEN TABET BEN SUAR.

Natural de Belala, o Volalat, en español Vallada. Escritor de bastante crédito: vivió en el año de la hégira 453 (de Cristo 1061). Casiri, tomo 2, pág. 132, col. 2.


ABDELRAHMAN BEN ABDALLA ABU ZAID.

Valenciano, descolló en las matemáticas, y publicó un Tratado de aritmética y álgebra.

Que corría en manos de todos. Murió en el año de la hégira 456 (de Cristo 1063). Casiri, tomo 2, pág. 131, col. 1.


ABDALLA BEN MUSA BEN SAID ALANSARI.

Que se llamaba Alscharaci. Nació en Scharaca, a saber Xérica, varón distinguido, así por sus costumbres como por su literatura. Murió en el año de la hégira 456 (de Cristo 1063). Ibid. tomo 2, pág. 143, col. 2.


AHMAD BEN MOHAMAD BEN HEZBALLA ABULHASSEN.

Valenciano, Jurisconsulto y Pretor de Toledo.

Murió en el año de la hégira 453 (de Cristo 1061). Se menciona en la Biblioteca Arábico Hispana, intitulada: Munnus Chronologicum Hispanum de Abulcassem vulgo Ben Paskual de Còrdoba. Es el códice 1672, tomo 2 de Casiri, pág. 140 y 141. 


ABDALLA BEN HAIAN ALRUSCHI.

Valenciano, Jurisconsulto erudito, el que según Ebn Alcama (Ebn : ben: Ibn) en los Anales de España fue poseedor de una Biblioteca tan copiosa, que con sus libros llenaron los herederos 140 sacos. Murió en el año de la hégira 484 (de Cristo 1091). Casiri, tomo 2, pág. 138, col. 1


AHMAD BEN ABDELVALI ABU GUIAPHAR ALBATI.

Nació en Bata (al + bata: albatí, albati), lugar del Reino de Valencia; poeta elegante y erudito: murió quemado en el año de la hégira 488 (de Cristo 1095) de orden del Rey de los Cristianos llamado el Emperador (D. Alfonso de Castilla) (de León, imperator hispaniae). Ibidem, tomo 2, pág. 135, col. 1.


SIGLO VI DE LA HÈGIRA.


MAHOMAD BEN ABI BAKER BEN ALI ALSCHATEBI.

Nació en Xátiva (al + schatebi, schatebí), y floreció en el siglo VI de la hégira. Escribió:

Auxilium pro rei veritate, en 25 capítulos.

Trata del buen gobierno de la Monarquía, de las virtudes de los Reyes, y de los dotes de los Ministros. Casiri, tomo 1, pág. 230. Es el códice 771.


ABULCASSEM ABDALLA BEN MOHAMAD BEN NAKIA.

Doctor valenciano: floreció en el siglo VI de la hégira. Escribió: Liber Margaritarum.

Es un comentario del Alcorán, y está en el códice 1371. Casiri, tomo 1, pág. 502.


ABU MOHAMAD ALCASSEM BEN MOHAMAD ALDAIMURTI. (de Aldaya ?)

Filólogo (philólogo en el original) valenciano: floreció en el siglo VI de la hégira; fue un escritor muy conocido por la obra siguiente: De eloquentiae Arabicae regulis. 

Se halla inserta esta obra en el códice 1597, núm. 2. Casiri, tomo 1, pág. 538.      

MOHAMAD BEN MASSUD BEN KHALASAT ABA ABDALLA BEN ABILKHASSAL.

Natural de Xúcar, Alcira. Estuvo en Córdoba y en Granada: varón excelente en todo género de ciencias; fue gran poeta y retórico, filósofo, teólogo, jurisconsulto e historiador consumado. Menciona este autor Mohamad Ben Abdalla Ebn Alkastib, de Granada, en su Biblioteca Arábico-Hispana, intitulada: Granatensis Encyclica, en la cual trae algunos fragmentos, que publicó en el año de la hégira 763 (de Cristo 1361), y añade que no especificaba sus obras por estar en manos de todos. Nació en el año de la hégira 465 (de Cristo 1072); fue muerto por los almorávides (Almoravides) en Córdoba en el de 540 (de Cristo 1145). Casiri, tomo 2, pág: 75, col. 1, y folio 71, códice 1668.


THONA, LLAMADA HABIBA.

Valenciana muy perita en la gramática y jurisprudencia; escribió libros de ambas facultades. Murió en el año de la hégira 506 (de Cristo 1112). Casiri, tomo 2, pág. 150, col. 1.


EBN ABDELMALEK, VULGO ALMARAKSCHI.

Natural de Valencia; vivió en el siglo VI de la hégira. Escribió: Bibliotheca Arabico-Hispana, intitulada: Supplementum. Es el códice 1677. Ibidem, tomo 2, pág. 152.


MOHAMAD BEN KHALAPI BEN MARZUC.

Jurisconsulto, y tradicionista célebre: nació en Onda, año de la hégira 509 (de Cristo 1115), y murió en el año 599 (de Cristo 1202), feria 6, viernes 12 del mes de Schaban. Casiri, tomo 2, pág. 124, coluna 1. 


ABU ABDALLA MOHAMAD ABDELRAHMAN ALLAKHAMI. (de Alacant, Alicante?)

Valenciano: floreció en el año de la hégira 519 (de Cristo 1125): estudió en Murcia, y murió en Denia: fue poeta, y se hallan poesías suyas en el códice 354, en el cual se encuentra la historia de los poetas más insignes de España, intitulada: Munus hospitii de Abdalla Ben Abdelrehman Ebn Alabar Alcodhai, valenciano, y escritor de este mismo siglo. Tomo 1, pág. 95 de Casiri.


MOHAMAD BEN KHALAPH BEN SOLIMAN BEN PHATUM. 

Natural de Orihuela, célebre jurisconsulto: no quiso admitir la Prelatura de Denia para dedicarse a las letras. Escribió entre otras obras la De contractibus forensibus.

Y no quiso concluirla porque le manifestaron sus amigos, que daría mucho campo a pleitos, y fatigaría a los jueces. Murió en el año de la hégira 519 (de Cristo 1125). Se comprende en la biblioteca arábigo-hispana, intitulada: Viri cupidi res expedita de Ahmed Ben Iahia Ben Ahmad Ben Amira Aldhobide de Córdoba. Códice 1671. Casiri, tomo 2, pág. 133.


ABDELVAHAB BEN ISAC ABU MOHAMAD ALPHARI, VULGO EBN ALHAMRI.

Fue natural de Alhamra, lugar de la jurisdicción de Xátiva (como Alhambra; Alfambra y Perales de Alfambra, Aguilar de Alfambra en Teruel) cultivó con mucho crédito la poesía: murió en el año de la hégira 525 (de Cristo 1130). Casiri, tomo 2, página 133.


MOHAMAD BEN SOLIMAN BEN MARVAN, VULGO ALBONETI.

Valenciano: historiador y jurisconsulto. Murió en Almería año de la hégira 536 (de Cristo 1141) en las vísperas de la feria segunda del día 11 de Saphar. Ibidem, tomo 2, página 147, col. 2.


ABU ABDELMALEK MERVAN BEN ABDALLA BEN ABDELAZIZ.

Nació en Valencia en el año de la hégira 505 (de Cristo 1111). Fue muy célebre por la nobleza de su linaje, por su grande valor, y por su eminente doctrina. Todo lo cual contribuyó a que en el año de la hégira 538 (de Cristo 1143) fuese elegido Rey de Valencia, donde era Pretor. Casiri, tomo 2, pág. 53, habla con extensión de todos sus sucesos.  


MOHAMAD BEN ABDALLA BEN SOPHIAN ALTAGIBI.

Nació en Xátiva, fue varón de exquisita erudición; publicó: Epitomen Historicam de viris Hispanis qui scribendo claruere. 

Murió en el año de la hégira 558 (de Cristo 1162). Casiri, tomo 2, pág. 127.


MOHAMAD BEN ISMAIL BEN ALGIONHI.

Natural de Cocentaina; en la jurisdicción de Denia resplandeció en letras y nobleza; fue Juez de Valencia, donde murió en el año de la hégira 543 (de Cristo 1148). Sus obras se hallan en el Códice 1170. Casiri, tomo 2, pág. 121.


MOHAMAD BEN IAHIA BEN MOHAMAD BEN ALASI.

Nació en Liria, año de la hégira 470 (de Cristo 1077): estudió en Valencia, y tomada esta por los Cristianos en el año de la hégira 488 (de Cristo 1095), se fue a Jaén, de donde volvió a Valencia, que los moros habían recuperado de los cristianos, en el mes Ragheb del año de la hégira 495 (de Cristo 1101), y enseñó la Jurisprudencia (según Antonio Conde). Fue Almocrí o lector en la mezquita mayor; escribió sobre las variantes del Alcorán una obra muy crítica; después se retiró a su patria Liria, donde falleció a la hora del alba, Domingo día 6 del mes Shavhal, en el año de la hégira 547 (de Cristo 1152), y fue enterrado en la makbura de Benizcuun de aquella población. Conde, tomo 2, pág. 186, habla de este escritor variando algo el nombre, porque lo llama Muhamad ben Bakrben Aari Alanzari. Casiri, tomo 2 pág. 121, comprende a este escritor en la Biblioteca Arábigo Hispana del valenciano Abu Abdalla ben Ati Baker Alcodai, y dice que murió en Liria, feria 7, día 6 del mes de Schaval.

MOHAMAD BEN IAHIA BEN KHALIPHA, VULGO BEN JANEC.

Natural de Xátiva, varón elocuente y perito en la lengua árabe, filosofía, matemáticas y medicina. Escribió: Historia de los Reyes de España. 

Nació en el año de la hégira 482 (de Cristo 1089), y murió en el de 547 (de Cristo 1152). Casiri, tomo 2, pág. 122, col. 1.


ABDALLA BEN JOSEPH BEN AYUB ALCARSCHI ALPHARI.

Natural de Rogat, cerca de Xátiva; nació en el año de la hégira 469 (de Cristo 1078): enseñó la jurisprudencia en Denia, donde murió en el de 548 (de Cristo 1153), día 14 del mes Schaval. Ibidem, tomo 2, pág. 128 (o 228, no se ve bien), col. 1.


ABU GIAPHAR AHMAD BEN ABRAHIM BEN SALAM ALMO APHERI.

Natural de Xátiva: murió en el año de la hégira 550 (de Cristo 1155): tiene poesías en el códice 354 al núm. 20. Casiri, tomo 1, pág. 96.


ABU MOHAMAD ABDALLA BEN OVAID ALROHMAN BEN HIGIAPH ALMOAPHERI. 

Valenciano; poeta que murió en el año de la hégira 551 (de Cristo 1156). Hay poesías de este autor en el códice referido 354, núm. 21. Casiri, tomo I, pág. 96.


MOHAMAD BEN GIAPHAR ABU AMER, VULGO SCHARAVIA.

Varón rico y erudito; predicador y Chantre en la Mezquita mayor de Valencia, de donde era natural; murió en esta Ciudad en el año de la hégira 547 (de Cristo 1152, feria 1, día 6 del mes Dilcadat, fue enterrado fuera de la puerta Baitala (1) en el cementerio de los presidentes, derribado por los cristianos cuando se apoderaron segunda vez de la Ciudad el año de la hégira 636 (de Cristo 1238) día 17 del mes Saphar. Casiri, tomo 2, pág. 122, col. 1. (Conquista de Jaime I de Aragón)

(1) A esta puesta llama Beuter Veytealla, que corrompido el nombre la decían Botalla o Boatella; se llamó también puerta Sucronense por estar en el camino del río Xúcar. Estaba en la calle de S. Vicente, entre la de Cerrajeros y el horno, que casi enfrenta. 


MOHAMAD BEN MONKHOL BEN RAIAN.

Fue natural de la península de Xúcar, Alcira; resplandeció en la jurisprudencia, aritmética y geometría. Murió en su patria año de la hégira 551 (de Cristo 1156). Ibidem, tomo 2, pág. 122, col. 1.


MOHAMAD BEN MOHAMAD ABU AMER VULGO ALMONCARRAL.

Natural de Xátiva; fue escritor diligentísimo de las cosas de España, y el primero que instituyó en su patria una academia de historia. Murió allí mismo de 70 años de edad, en el de la hégira 541 (de Cristo 1146). Casiri, tomo 2, pág. 121.


ABU ABDALLA MOHAMAD BEN GALEB ALRAPHA ALRASIPHI EX RASIPH, VULGO ARRACIFE. Rusafa.

Valenciano, y vecino de Málaga. Murió en el año de la hégira 572 (de Cristo 1176). Hay poesías suyas en el códice 354, núm. 31. Casiri, tomo 1, pág. 97.


MOHAMAD BEN GALEB ARISIPHI ABA ABDALLA.

Valenciano: estudió y se domicilió en Granada: era tenido por el mejor poeta de su tiempo. Escribió entre otros: Tres poemas y dos epigramas. Se hallan en el códice 1668 que cita Casiri, tomo 2, pág. 71. En los cuales la elegancia de la dicción compite con la brillantez de las sentencias. Murió en Málaga día 19 del mes Ramdam año de la hégira 572 (de Cristo 1176). Su sepulcro era visitado por muchos. Casiri, ibidem, pág. 77, y pág. 122, col. 2.


AHMAD BEN MOHAMAD ALMAKHZUMI ABU BAKER.

Natural de la península de Xúcar, Alcira; fue un varón esclarecido en nobleza, piedad y doctrina. Hay muchos y elegantes versos en el códice 1649. Aconsejó la sujeción de Valencia a los Almohades; y siendo Pretor la defendió por tres meses del sitio que le puso el Capitán Abulhagiag Bensaden el año de la hégira 566 (de Cristo 1170). Casiri, tomo 2, pág. 58.


ABU HASSAN ALI BEN ABRAIM BEN SAAD ALKHAIR.

Poeta insigne, natural de Valencia. Murió en Sevilla, año de la hégira 571 (de Cristo 1175). Hay poesías suyas en el códice 354, al núm. 28. Casiri, tomo 1, pág. 97.


MOHAMAD BEN IOSEPH BEN ABI SCHAKER ALANSARI.

Natural de Scion o Xion, tal vez Xixona (Jijona, como el turrón), perteneciente a Valencia. Nació en el año de la hégira 510 (de Cristo 1116). Fue peritísimo en las antigüedades árabes, y en la cronología. Murió en Murviedro en el año de la hégira 574 (de Cristo 1178), feria 5, día 25 del mes Gemadi segundo. Casiri, tomo 2, pág. 122, col. 2.          


ABU MOHAMAD ABDALLA BEN IAHIA ALHADHRAMI.

Nació en Denia, y habitó en Xátiva. Murió en Valencia en el año de la hégira 578 (de Cristo 1182). Fue poeta, y tiene poesías en el códice 354, al núm. 37. Casiri, tomo 1, pág. 97.


ABDALLA BEN IAHIA ALHADHRAMI, VULGO BEN SAHEB ALSALAH.

Nació en Palma, señorío de Denia, de linaje noble, filólogo e historiador celebérrimo. Publicó: Biblioteca Arabico-Hispana. Fue en Valencia profesor de artes liberales en el real colegio. Murió en el año de la hégira 578 (de Cristo 1182), en las vísperas de la feria 7, día 1 del mes Rageb. Casiri, tomo 2, pág. 128, col. 2.


ABDALLA BEN ABDELRAHMAN EBN ALABAR ALCODAI.

Valenciano; escritor ilustre del siglo VI de la hégira. Publicó: Historia de los poetas insignes españoles, insertando en ella sus más selectas poesías, la intituló: Munnus Hospitii, y está comprendida en el códice 354 que menciona Casiri, tomo 1, pág. 93.

Habla también de este autor, Conde, Historia de los árabes, tomo 2, pág. 174, y tomo 3, pág. 35.


MOHAMAD BEN OMAR BEN VAGEB ALCAISI.

Valenciano; fue muy instruido en el derecho y en varia literatura; ejerció el cargo de Pretor en muchas ciudades del reino. Nació en el año de la hégira 517 (de Cristo 1123), feria 3, día 6 del mes Gemadi segundo, y murió en el de 583 (de Cristo 1187), feria 1, día 1 del mes Rabi primero. Casiri, tomo 2, pág. 123, col. 1.


MOHAMAD BEN ABI BAKER ALGAPHEKI, ALIAS BEN APHIUN.

Nació en Xátiva. Fue insigne filólogo y jurisconsulto: murió en el año de la hégira 584 (de Cristo 1188); publicó las obras siguientes:

1 De maris rebus admirandis.

2 Monachorum Vita.

3 Muchos versos.

Ibidem, tomo 2, pág. 123, col. 1.


MAHOMAD BEN GIAPHAR BEN KHALAPH BEN HAMID, VULGO ABU MOHAMAD ALCORTHOBI.

Nació en Valencia en el año de la hégira 513 (de Cristo 1119): varón muy sabio, insigne teólogo y célebre intérprete del Alcorán: tuvo muchos discípulos y muy aventajados. Sólo quedan de este autor: 

1 Dos Comentarios a la Gramática del Dr. vulgo Alpharesi.

2 Tratado de praepositionibus Alzagiagi.

Murió en Murcia en el año de la hégira 586 (de Cristo 1190) (586 + 622 : 1208), en las vísperas de la feria 7, día 17 del mes Gemadi primero. Ibidem, tomo 2, pág. 82, col. 2


MOHAMAD BEN GIAPHAR BEN HAMAID BEN MAIMON ALAMAVI.

Nació en un lugar llamado Basila, no muy lejos de Valencia, en el año de la hégira 513 (de Cristo 1119). Estudió en Sevilla, y adquirió tanta fama, que se le dio el cargo de presidente de la Curia Valentina. Murió en Murcia en el año de la hégira 586 (de Cristo 1190), en las vísperas de la feria 7, esto es, en la 6.a del día 17 del mes Gemadi primero. Casiri, tomo 2, pág. 123, col. 1.

Por la conformidad de la muerte de estos dos autores, parece ser uno solo, aunque notados en diferentes páginas por Casiri.   

                 

MAHOMAD BEN SAIED RAI ABDELUAHAB ABU BAKER.

Valenciano: esclarecido por su linaje, doctrina, valor y fortaleza que heredó de su padre, y siguió como él el partido de los almorávides contra los almohades, a quienes sitió de modo que fueron más los que murieron al rigor de la hambre, que al de la espada. Peleó dos veces con fortuna contra los cristianos, cerca del castillo Alphath, que les ganó año de la hégira 587 (de Cristo 1191), en el mes Gemadi primero, después de haberle poseído 32 años. Refiere esta batalla en una poesía, cuyo principio se halla en el códice 1640. Casiri, tomo 2, pág. 30. Y hay añadidos unos versos, en que le felicita por ella su mujer, hábil poetisa. Casiri, tomo 2, pág. 59.


ABULHAGIAC IOSEPH BEN ABDALLA BEN AIUB ALFAHARI. (Alfajarín, Zaragoza)

Natural de Denia, habitador de Valencia. Murió en el año de la hégira 592 (de Cristo 1195). Fue poeta, y se hallan poesías suyas en el códice 354, al núm. 45. Casiri, tomo 1, pág. 98.

   

MOHAMAD BEN AHMAD BEN HOZAIL ABDARITA.

Natural de Abescha o Abesa, en los confines de Valencia. Gramático insigne. Murió en Sevilla en el año de la hégira 593 (de Cristo 1196). Casiri, tomo 2, pág. 123, col. 2.


ABDALLA BEN MARVAN ALTAGIBI ABULAHASSEN.

Jurisconsulto valenciano, prefecto de Sobrob, Segorbe; varón prudente y justo; nació en el año de la hégira 539 (de Cristo 1144): murió en el de 593 (de Cristo 1196), feria 7, en las vísperas del día 15 del mes Schaval. Ibidem, tomo 2, pág. 129, col. 1.


MOHAMAD BEN SAID GEHUR ALCODHAI.

Natural de Bairan, en la jurisdicción de Denia, escritor diligentísimo de los 

Anales de Valencia. (No confundir con las prácticas anales de Chimo Puig)

Murió en el año de la hégira 597 (de Cristo 1200). Casiri, tomo 2, pág. 123, col. 2.


SIGLO VII DE LA HÉGIRA.


MOHAMAD BEN IOSEPH BEN ABDALLA, VULGO EBN AIAD.

Nació en Liria en el año de la hégira 544 (de Cristo 1149), feria 5, día 27 del mes  Schaval: murió en su patria en el de 603 (de Cristo 1206). Publicó:

Bibliotecam Valentinam.

Casiri, tomo 2, pág. 124.


MOHAMAD BEN MOHAMAD BEN KHALAPH ALANSARI, LLAMADO EBN MOCASIR.

Valenciano, jurisconsulto insigne; enseñó en Valencia la retórica y jurisprudencia. Murió en Xerez (Jerez), siendo prefecto, en el año de la hégira 603 (de Cristo 1206), feria 2, día 10 del mes Ramdan. Casiri, tomo 2, pág. 124, col. 2.


ABULHASSAN ALI BEN AHMAD BEN AVI COVAT ALZADI.

Natural de Denia: murió en el año de la hégira 608 (de Cristo 1211): tiene poesías en el códice 354, núm. 66. Casiri, tomo 1, pág. 99.


ABU ABDALLA MOHAMAD BEN MOHAMAD BEN SOLIMAN ALANSARI EBN ABI ALBACA.

Valenciano, originario de Zaragoza. Murió en el año de la hégira 610 (de Cristo 1213). Hay poesías suyas en el antes insinuado códice 354, al núm. 70. Casiri, tomo 1, pág. 100.


MOHAMAD BEN ABDELRAHMAN ALGIBI.

Ilicitanus o de Elche, varón muy distinguido por su piedad, doctrina, y escritos. Publicó:

1 Hispaniae Annales.

2 Una Historia de los literatos de España más difusa, y otra más compendiada.

Murió en la ciudad de Tremezen el año de la hégira 610 (de Cristo 1213). Casiri, tomo 2, pág. 125, col. 1.


ABDALLA BEN ABRAHIM, POR SOBRENOMBRE BEN MONTEL.

Natural de Murviedro, habitó en Valencia, donde se distinguió así en las ciencias como en la historia de la literatura. Murió en el año de la hégira 611 (de Cristo 1214), día 15 del mes Rageb. Casiri, tomo 2, pág. 129, col. 1.

ABDALLA BEN SOLIMAN ABU MOHAMAD ALANSARI, VULGO BEN HAUTH-ALLA.

Nació de clara estirpe en Onda, en el año de la hégira 549 (de Cristo 1154), feria 4, día 4 del mes Ragheb, aunque Casiri juzga que en el mes Schaval: es autor de

1 Biblioteca Hispana. Obra erudita: también es escritor célebre de los

2 Anales Valencianos.

Ejerció este autor el cargo de pretor o gobernador en Córdoba, Sevilla, Murcia y otras ciudades (y al mismo tiempo reinos). Murió en Granada (reino también) en el año de la hégira 612 (de Cristo 1215), feria 5, día 4 del mes Rabi primero. Casiri, tomo 2, pág. 129, col. 1, y el Dr. D. Juan Lozano, en su Batistania, disertación VII, tomo 1, pág. 244.


MOHAMAD BEN SOLIMAN BEN ABDELAZIZ ALSALAMI.

Natural de Xátiva: aritmético y geómetra distinguido, y prefecto de Elche, donde murió, día 23 del mes Ragheb, el año de la hégira 612 (de Cristo 1215). Casiri, tomo 2, pág. 125, col. 1.


MOHAMAD BEN ABDELAZIZ BEN SAADA ABU ABDALLA.

Nació en Xátiva: fue muy perito en ambos derechos, distinguiéndose por la integridad de sus costumbres. Murió en su patria, de cien años de edad, en el de la hégira 614 (de Cristo 1217), feria 2, día 9 del mes Schaval. Ibidem, tomo 2, pág. 125, col. 1.


ABULCASSEM MOHAMAD BEN MOHAMAD BEN NUH ALGAPHEKI.

Natural de Valencia, en donde fue juez, y murió en el año de la hégira 614 (de Cristo 1217). Hay poesías suyas en el códice 354, al núm. 74. Casiri, tomo 1, pág. 100.


MOHAMAD BEN BAKER ALPHAHRI ABU ABDALLA.

Valenciano: médico y cronógrafo insigne. Murió en Purchena en el año de la hégira 618 (de Cristo 1221), feria 4, día 15 del mes Muharram. Ibidem, tomo 2, pág. 125, col. 2.


ABDALLA BEN ABI BAKER ALCODHAI.

Padre de Abu Abdalla Ben Abi Baker Alcodhai Ebn Alabari, autor del códice 1670, que trae Casiri, pág. 121 del tom. 2.

Nació en Onda en el año de la hégira 571 (de Cristo 1175): desde niño vino a Valencia para hacer sus estudios, y se granjeó mucho crédito, tanto por su instrucción como por sus costumbres. Acaeció su muerte el año de la hégira 619 (de Cristo 1322) hacia el medio día de la feria 2 del día 5 del mes Rabi primero. Casiri, tomo 2, pág. 129, col. 2.


ABULHAGIAG JOSEPH BEN MOHAMAD BEN THALMUS.

Natural de la Isla de Xúcar, Alcira, que pertenece a Valencia, se encuentran sus poesías en el códice 354, núm. 79. Casiri, tomo 1, pág. 100. Murió en el año de la hégira 620 (de Cristo 1223). 


MOHAMAD BEN ALI BEN IAHIA ALGAPHEKI ABU ABDALLA.

Nació en Alsharat, Alsarat o Alxarat, esto es Alxara, Alcira; doctor excelente en ambos derechos, e historiador de bastante crédito escribió varias obras canónicas, muy estimadas en su tiempo. Murió en Septa, Ceuta, de 90 años, en el de la hégira (de Cristo 1226). Ibidem, tomo 2, pág. 126, col. 1.


ABRAHIM BEN EDRIS BEN ISAC BEN GIAME.

Poeta valenciano, prefecto de Septa, Ceuta (Ciudad de África), cuyo cargo ejerció en el año de la hégira 621 (de Cristo 1224). Murió en la batalla de Tarifa, en el año de la hégira 626 (de Cristo 1228), día 6 del mes Ramdan. Tiene poesías en el códice 1649. Citado por Casiri, tomo 2, pág. 59.


MOHAMAD BEN ALI BEN ALZOBAIER ALCODHAI.

Nació de padres ilustres en Onda, Reino de Valencia, en el año de la hégira 544 (de Cristo 1149), feria 2, en la tarde del día 15 del mes Gemadi primero. Floreció en ambos derechos; obtuvo dos veces la pretura de Onda. Murió en Valencia en el año de la hégira 627 (de Cristo 1229), feria 4, día 16 del mes Gemadi segundo. Casiri, tomo 2, pág. 127, col. 2.


MOHAMAD BEN ISMAIL BEN KHAMIS, VULGO ABU AMER ALGIOMAHI.

Nació en Costantania o Concentanea (Cocentaina): enseñó las letras humanas y canónicas en Xátiva y en Valencia, cuyas preturas obtuvo después. Murió en su patria de edad avanzada, día 16 del mes Saphar, año de la hégira 629 (de Cristo 1231). Casiri, tomo 2, pág. 127, col. 2.


ABU TAMAM GALEB BEN MOHAMAD BEN ISMAIL ALANSARITA.

Valenciano. Murió en el año de la hégira 629 (de Cristo 1231), tiene poesías en el códice 354, al núm. 84. Casiri, tomo 1, pág. 101.


ABU GIAPHAR AHMAD BEN MOHAMAD BEN THALHAT.

Escritor Ansareo, natural de la Isla Xúcar, Alcira. Fue muerto en Septa, Ceuta (ciudad de África), en el año de la hégira 632 (de Cristo 1234). Hay poesías suyas en el referido códice 354, núm. 93. Casiri, tomo 1, pág. 101.


MOHAMAD BEN EDRIS BEN ALI ABA ABDALLA, DE SOBRENOMBRE EBN FARAG ALKOHOL.

Natural de la península, vulgo Xúcar, Alcira. Fue el poeta más excelente de su tiempo, y se encuentran sus poesías en la biblioteca Arabico-Hispana, intitulada: Granatensis Encyclica de Mohamad Ben Abdalla Ben Allchatib de Granada, que es el códice 1668. Murió en su patria, feria 2, día 2 del mes Rabi primero, año de la hégira 634 (de Cristo 1236). Casiri, tomo 2, pág. 71 y 74.


ABU MOHAMAD ABDALLA BEN MOHAMAD BEN MATHRUH ALTEGIBITA.

Fue natural y juez de Valencia, donde murió en el año de la hégira 635 (de Cristo 1237), en el mes Dilcadat, cuando los cristianos la tenían sitiada. Hay poesías suyas en el códice 354, núm. 96. Casiri, tomo 1, pág. 102.


ABDALLA BEN MOHAMAD BEN MATHRUH ALTAGIBI.

Nació en Valencia, y era oriundo de Zaragoza. Fue jurisconsulto y orador muy elocuente. Obtuvo las preturas de Denia y Valencia, donde murió en el año de la hégira 635 (de Cristo 1237), feria 6, día 5 del mes Dilcadat, cuando la tenían sitiada los cristianos. Casiri, tomo 2, pág. 129.

Creo que este árabe es el mismo que el anterior. (Jodó, qué águila era Justo)   

 

HENDA, NATURAL DE VALENCIA.

Poetisa moral. De esta autora hay versos al núm. 100 del códice 354. Casiri, tomo I, pág. 102. Murió en el año de la hégira 637 (de Cristo 1239).


OBAIDALLA ALCASEM BEN IOSEPH BEN ALI ALTAGIBI.

Valenciano: es autor de la obra intitulada: Catalogus.

Contiene un itinerario literario de España y África, que publicó en el año de la hégira 626 (de Cristo 1228). Está en los códices 1751 y 1812. Casiri, tomo 2, pág. 169, col. 2, y 341, col. 1.


ABULHASSAN ALI BEN LEBI BEN SCHALBON ALMOAPHERI.

Valenciano, poeta: tiene poesías en el códice 354, al núm. 90. Murió en el año de la hégira 639 (de Cristo 1241). Casiri, tomo 1, pág. 101.


MOHAMAD BEN ABDALLA BEN KHALAPH BEN CASSEM ALANSARI.

Nació de una familia noble en Valencia, en el año de la hégira 554 (de Cristo 1159), feria 3, día 15 del mes Ramdan. Enseñó en dicha ciudad muchos años la retórica y poesía: escribió muchos libros de Vita Monastica.

Murió en Orihuela de 83 años, en el de la hégira 640 (de Cristo 1242), feria 4, día 10 del mes Schaval. Este día fue muy notable, porque en él llegó a Murcia con los cristianos el príncipe Ahmad Ben Mohamad Ben Hud, y entregó la ciudad a S. Fernando. Casiri, tomo 2, pág. 126, col. 2; y el canónigo Lozano, en su Batistania y Contestania del Reyno de Murcia, disertación VII, pág. 244.


IAIA BEN AHMAD BEN ISA ABULHASIN ALHKAZRAGITA.

Nació de nobles padres en Denia, donde se instruyó hasta los 20 años, progresando mucho en las ciencias, principalmente en la poética y retórica, como lo acreditan los versos del código 1649, mencionado por Casiri, tomo 2, pág. 30. Fue prefecto de Xátiva, y después de Denia, hasta que se entregó a los cristianos el año de la hégira 641 (de Cristo 1243) (641 + 622 : 1263), día 1 del mes Dilhaglat (Dilcadat).    

El mismo refiere, que los cristianos conducidos por el Conde de Barcelona, se apoderaron de Xátiva a fines del mes Saphar, y principios del año de la hégira 644 (de Cristo 1246) (644 + 622: 1268, 30 años después de entrar el rey de Aragón Jaime I el conquistador en Valencia), y que habiéndose hecho dueños antes de Valencia, a saber, en el año de la hégira 636 (de Cristo 1238) (el año 1238 es correcto, pero 636 + 622 son 1258), día 17 del mes Saphar, feria 3, y no pudiendo sufrir los árabes la dominación cristiana, abandonaron la ciudad en el año de la hégira 645 (de Cristo 1247) (645 + 622: 1267). Ibidem, tomo 2, pág. (páp. en el original) 60, coluna 1.


ABDALLA BEN AHMAD BEN HAPHS ALANSARI.

Natural de Denia, domiciliado en Xátiva; médico e historiador insigne. Murió en el Cairo en el año de la hégira 465 (de Cristo 1247) (465 + 622 = 1077), feria 7, día 29 del mes Schaval. Casiri, tomo 2, pág. 130, col. 1.


ABU BAKER ALCODHAI, VULGO BEN ALABAR.

Valenciano: compuso una obra, que intituló: Alphabetum.

Es una biblioteca Arábigo-Española que llega hasta el año de la hégira 650 (de Cristo 1252). Casiri, tomo 2, pág. 163. Creo que este autor es el mismo que el siguiente: 

Abu Baker Alcodai Ebn Alabar (qué tío, qué eminencia, Justo Pastor Fuster ha sabido quitar la h de Alcodhai y ver que ben : ebn), valenciano, que murió en el último día del año de la hégira 658 (de Cristo 1259), que escribió una obra intitulada: Vestis Serica. Propiamente es una historia de los árabes ilustres por su nobleza y por sus destinos, que se distinguieron en España en la poesía, de los cuales se insertan algunos versos en el códice 1649, que menciona Casiri, tomo 2, pág. 30, y extracta varios pasajes históricos, hasta la pág. 65, donde habla del mérito de la obra y de lo contenido en ella.


ABU ABDALLA BEN ABI BAKER ALCODHAI.

Natural de Valencia e hijo de Abdalla Ben Abi, de quien se ha hablado antes: murió en el año de la hégira 619 (de Cristo 1222). Este Abu Abdalla es autor de la biblioteca Arábigo-Hispana, que intituló: Supplementum.

Y se contiene en el códice 1170, extractado por Casiri, páginas de 121 a 133 del tomo 2, y allí dice que el dicho se llamaba vulgarmente Ben Alabar, y que murió en el año de la hégira 656 (de Cristo 1258). Conde, en el prólogo de la historia de la dominación de los árabes en España, pág. 21, manifiesta merecerle tal aprecio la Historia de Aben Alabar el Codai valenciano, y el suplemento a la misma obra de varones ilustres de España y África, que prefiriéndola a las demás de los escritores árabes, dice que se sirve de ella para referir los sucesos de la conquista, gobierno de los Walies y Amires, y medios tiempos de la dominación arábiga; añadiendo que era muy docto, y los autores de que se valió para componer dicha historia.

Poseía casa y huerto en esta ciudad cerca de la puerta de la Boatella (1: véase la nota que sobre el sitio de esta puerta está puesta a la página VIII), en que vivía como natural de la misma; y el Rey en 15 de las calendas de Octubre de 1238, casi pocos días antes de apoderarse de ella, las dio a Guillem Zelarn, según consta del Regestrum primum Regis Jacobi Primi, folio 49.


MOHAMAD BEN SOBAIE BEN IOSEPH ALGEZAM.

Valenciano, poeta no despreciable. Fue prefecto de Denia, siendo Rey de Valencia Giomaiel Zian su primo. Murió en Túnez en el año de la hégira 653 (de Cristo 1255), día 28 del mes Rabi segundo. Casiri, tomo 2, pág. 65.


ABULRABI BEN MUSA SALEM ALCALI.

Orador valenciano: murió en la batalla de Anissa (tal vez Bonisa, vulgo Enesa), que dista tres parasangas (2: una parasanga es el espacio de 30 estadios, y cada estadio consta de 125 pies.) de la ciudad de Valencia, en las vísperas del jueves día 20 del mes Dilhagiat, año de la hégira 634 (de Cristo 1236). Hay poesías de este autor en el códice 354, al núm. 87. Casiri, tomo 1, pág. 101.


ABU MOHAMAD ALABDERITA.

Valenciano: escribió: Iter Africanum.

Es una descripción de África escrita con elegancia, en que se habla de las ciudades, costumbres y usos de los africanos con una noticia de los varones literatos que vio el escritor en aquellas regiones. Es el códice 1753, que publicó el autor en el año de la hégira 688 (de Cristo 1289). Casiri, tomo 2, pág. 165, y en la prefacion del tomo 1, pág. XIV, donde lo celebra.


ABU BAKER MOHAMAD BEN MOHAMAD BEN MAHRAZ ALZAHARI.

Juez valenciano. Publicó: Poema de la expugnación de la ciudad de Santa María y del Castillo de Serala, tal vez Cervera, y esto después que los cristianos embistieron la parte de Valencia más poblada de habitadores. Y como esto fue en el siglo VII de la hégira, por eso colocamos en ella este escritor. Al núm. 88 de la Historia de los poetas, códice 354. Casiri, tomo 1, pág. 101.


ABULMOTHREPH AHMAD BEN ABDALLA BEN AMIRA ALMAKHZUMI.

Natural de la Isla Xúcar, Alcira: domiciliado en Valencia, publicó: Un poema en alabanza de esta ciudad, y otro lamentándose de haberse apoderado de ella los cristianos. Como también esto sucedió en el referido siglo VII (de la hégira); colocamos  en él a este autor, al núm. 89 del referido códice 354. Casiri, tomo 1, pág. 101.


SIGLO VIII DE LA HÉGIRA.


ABI ABDALLA MOHAMAD BEN ALABAR.

Valenciano. Escribió: Bibliotheca Hispana titulada: Supplementum.

De la cual, entre otras, se valió Abraham Ben Ali Ben Pharhum Aliamar para la formación de su Biblioteca universal o Doctorum Arabum classes, que concluyó en el año de la hégira 761 (de Cristo 1359). Casiri, tomo 2, pág. 70.


ABD ALVADAD.

Valenciano. Ejerció la medicina, viajó a la Persia, y tuvo mucha amistad con Mohamed Emperador de Chorasan, que disfrutó de salud mientras vivió este autor, según se colige de un epigrama de la Biblioteca intitulada: Granatensis Encyclica de Alkhathib, publicada en el año de la hégira 763 (de Cristo 1361): Clase 9. Casiri, tomo 2, pág. 71 y 101.


AUTORES DE EDAD INCIERTA.


ABU BAKER EBN ALABANA.

Natural de Denia, poeta del cual se habla en el códice 355 intitulado: Torques aurei de viris clarissimis, núm. 57. Y habiendo muerto el autor de esta obra en el año de la hégira 535, se ve que Abu Baker no pudo ser posterior a este año. Casiri, tomo 1, pág. 105.


ABULCASSEM, 

Y

ABRAHIM BEN SAHL.

Ambos poetas valencianos. Las odas de estos dos autores se encuentran en el códice 436, números 12 y 29. Casiri, tomo 1, pág. 128; el cual afirma, que muchas de ellas no desdicen en el artificio de las de Horacio. Sus autores florecieron antes del año de la hégira 571 (de Cristo 1175) en el cual murió el Doctor Mohamad Ben Arsakar Damasceno, autor de aquel códice.


ABULRABII BEN ABI MOHAMAD.

Valenciano, es autor de una colección de poesías que tienen por título: 

Margaritarum series ac apparatus vestis elegantis et laneae.

Contiene diversos géneros de poesías, laudatorios, amatorios y morales, que recogió Mohamad Ben Abdelhac Algasanita de Granada, y publicó en el año de la hégira 571 (de Cristo 1175), en obsequio de la Academia Granatense, a quien los dedica. Es el códice 462. Casiri, tomo 1, pág. 135. No se sabe en qué tiempo vivió este autor, aunque debió ser antes del mencionado año 571.

        

ABU BAKER BEN MAGAU.

Natural de Xátiva, y poeta. Sus obras se hallan en el códice 354 intitulado: Viatoris Commea*us, en el que se hallan reunidos muchos versos de poetas españoles que recogió Abu Bahr Sephvan, y que cita Casiri, tomo 1 pág. 93. (o 98)                                              

ABU ALI HASSAN ALNOSCHAR.

Natural de Valencia, tiene poesías en el mismo códice. Ibidem, pág. 94.


ABU ABDALLA BEN IARBU.

Poeta, natural de Xátiva, sus obras en el mismo. Ibidem, pág. 94.


ALHAGAEUS ABULHASSAIN BEN GIOBAIR.

Natural de Xátiva, se hallan sus poesías en el mismo. Casiri, tomo 1, pág. 94, col. 2.


ABU BAKER BEN ALGIONAN.

Natural de Xátiva, se insertan sus poesías en el mismo. Ibidem, pág. 94, col. 2.


ABU ABDALLA BEN AIAS.

Valenciano, tiene poesías insertas en el mismo tomo 1, pág. 94, col. 2.


ABU ABDALLA BEN IASIM.

Natural de Xátiva, sus obras están en el mismo. Ibid. pág. 94 col. 2.


ABULHOKM GIAPHAR BEN IAHIA.

De Denia, sus obras están incluidas en el munus hospitii, comprendido en el mismo códice núm. 9. Casiri, tomo 1, pág. 96.


ABULABBAS AHMAD BEN MOHAMAD BEN ALBORAR ALTAGIBI.

Valenciano, oriundo de la Isla verde; se hallan poesías suyas al núm. 2, de la Historia de los poetas insignes españoles, que está unida al mismo códice 354, del que hemos hablado en el siglo VI de la hégira en Abdalla Ben Abdelrahman Ebn Alabar Alcodai: citado por Casiri, tomo 1, pág. 93, en cuya Historia se hallan las de los autores que siguen:


ABU OMAR BEN KHALIL ALAPHADITA.

Valenciano, al núm. 5, pág. 95.


ABU MOHAMAD ABDALLA BEN ALKHALAPH BEN ALCAMA.

Valenciano, al núm. 10, pág. 95.


ABU ABDALLA MAHOMAD BEN ABRAHIM ALGIMINI, LLAMADO EBN ALSCHEVASCH.

Valenciano, al núm. 51, pág. 98.


ABULMAALI MAGED BEN MAHPHUDI BEN MARI.

Valenciano, varón ilustre, al núm. 56, pág. 99.


ABULRABI SOLIMAN BEN AHMAD BEN ALI BEN GALEB ALABDARI.

Natural de Denia, y juez en Málaga, al núm. 80, pág. 100.


ABU ABDALLA BEN ALPHAGIAR.

Valenciano: se refiere en el códice 355, que contiene una biblioteca de varones ilustres que florecieron en España con fama de buenos poetas, y tiene por título: Torques aurei de viris clarissimis. En el índice de esta obra, al núm. 15, se nombra este autor, pág. 103, del tomo 1 de Casiri.


ABU BAKER BEN ATHIA.

Valenciano, jurisconsulto: está nombrado en el código susodicho al núm. 49. Ibidem, pág. 105.


ABU MOHAMAD BEN SARA.

Valenciano, filólogo que celebró la llegada a Granada del capitán Abu Iahia Ben Abrahim, con una larga poesía, cuyos versos acaban en la sílaba Z (ja). Ibidem, núm. 59, pág. 105.


EBN VAPHEDI.

Médico valenciano, escribió: Manuductio ad artem medicam. 

Trata de la medicina teórica y práctica, y de la farmacéutica. Es el código 828. Casiri, tomo 1, pág. 272. Y también lo celebra en la prefacion del tomo 1, pág. XII, en donde le llama Ebn Haphedi.


ABU BAKRI ABDELAZIZ.

Natural de Arbela (tal vez Orihuela); escribió: Tractatus de alimentis.

En él habla de la leche, de las verduras, carnes, y de otros alimentos de esta especie. Está en el códice 888, núm. 5. Casiri, tomo 1, pág. 314 y 315.


ABULABBAS AHMAD BEN SAID BEN ALSCHAT.

Valenciano; escribió: Commentaria opera in canonica Doctoris Moslemi.

Cuyo tomo primero se encuentra en el códice 1192, que cita Casiri, tomo 1, pág. 476.


ABULCASSEM BEN ABILCASSEM ALRAINI.

Natural de Xátiva; escribió una paráfrasis o exposición del Alcorán, en versos que todos acaban en la sílaba y (la). Es el códice 1365. Casiri, tomo 1, pág. 501, y en el códice 1330, pág. 496.


ABULCASSEN.

De Xátiva; escribió: De castigata Alcorani lectione. Poema que consta de mil versos. Es el códice 1555, Casiri, tomo 1, pág. 531, núm. 6.

Este autor es tal vez el mismo que el anterior.


ABULCASSEM BEN PHIRA KHALAPH BEN AHMAD ALRAINI.

Natural de Xátiva; escribió un poema explicando el Alcorán, cuyo título es:

Securitatis foedus, et letitiarum exordium.

Consta de dos mil versos, que acaban todos en la sílaba y (la). Escribió también otro poema que intituló De variantibus Alcorani lectionibus. 

Cuyos versos acaban en la sílaba y (la). Es el códice 1401. Ibidem, tomo 1, pág. 507.

Este autor es tal vez el mismo que los dos anteriores.


ABULABBAS AHMAD.

Valenciano; escribió: Carmen de Lógica.

En el códice 1556. Casiri, tomo 1, pág. 531, al núm. 2.


BEN MONDER.

Valenciano; escribió: De animi in praellis constantia qua Hispani caeteras inter nationes praecellunt. 

Se cita en el códice 1647. Casiri, tomo 2, pág. 29.


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En el códice 1672 citado por Casiri, tomo 2, pág. 140, y del que hemos hablado en Hamad Ben Mohamad, en el siglo V de la hégira, hay un índice de las diez y seis Bibliotecas Arabe Hispanas que se encuentran en él, y entre ellas con alabanza se citan de autores valencianos las siguientes:  


ABI AMRI.

De Xátiva: Biblioteca Grammaticorum, pág. 150.


ABU BAKER ALHASSEN, VULGO ALCABSCHI.

Valenciano: Biblioteca Philologorum. Ibidem.


ABU ABDALLA MOHAMAD BEN ATAB CON SU HIJO ABULCASSEM.

Biblioteca Valentina. Ibidem.


AHMAD BEN MOHAMAD, VULGO ALSCHOMNI.

Valenciano, ilustró con notas los hechos de Mahoma, y sus socios, e intituló la obra:

Historia genuina illustrata. Es el códice 1738. Casiri, tomo 2, pág. 166.


ABU ABDALLA MOHAMAD BEN KALPHUN AZADITA.

Valenciano; escribió: Biblioteca auctorum principum sectae Mahometanae secundum magnam collectionem Doctoris Iahia Allaithi Cordubensis notis illustrata.

La publicó con el siguiente título: Liber Declarationum.

Es el códice 1742. Casiri, tomo 2, pág. 167.


ABU ABDALLA MOHAMAD BEN HAIUN.

Natural de Xátiva; escribió una paráfrasis del Alcorán. De la cual habla Casiri, en el tomo 1, pág. 501, códice 1364.


ABU ABDALLA MOHAMAD ABDELALIZ.

Natural de Xátiva; escribió: Hispanie cronicon.

Citado por Casiri, tomo 2, pág. 42.


ABU FALIB ABOEL GEBAR.

Natural de Xúcar, Alcira, célebre poeta árabe. Lo cita Conde, Historia de los árabes, tomo 2, pág. 272.


NOTA.


Abdalla Ben Saíd Alvagedi Abu Mohamad, natural de Vageda, jurisdicción de Tremezen, fue jurisconsulto y dos veces pretor en Valencia; la primera en el año de la hégira 495 (de Cristo 1101) en el cual en el mes Ragiab fue dicha ciudad perdida por los cristianos. Murió en Valencia en el año de la hégira 510 (de Cristo 1116) dejando grandes monumentos, entre ellos el cónclave de la Mezquita mayor que edificó a sus expensas; y existió hasta que fue recuperada la ciudad por los cristianos en el día 17 del mes Saphari, año de la hégira 636 (de Cristo 1238). Casiri, tomo 2, pág. 130, col. 1.

Mohamad Ben Soliman Abu Abdalla Alcalabi, librero de Calatayud, con el motivo de sus estudios vino a Valencia, donde enseñó la gramática, y pensando en irse, los cristianos ocuparon la ciudad después de la célebre batalla de Cotanda (Cutanda) sucedida en el año de la hégira 514 (de Cristo 1120).    

escritores del siglo XIII (13)