Mostrando las entradas para la consulta vegada ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta vegada ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de julio de 2018

Origen de Aragón

Mol se parle de Aragó pero, sabem cuán apareix per primera vegada este terme? Quin es lo seu origen y qué signifique? En realidat no ña una única explicassió, pero les diferentes investigassións que s´han fet al respecte mos han dixat algunes possibilidats que potsé puguen aclariu.
L´origen linguístic mes asseptat per los investigadós es lo celta, pos este poble y atres tamé indoeuropeus van habitá una bona part de la península ibérica abáns de la arribada de cartaginesos y romanos. De fet, los que díen celtíberos los autós romanos van habitá bona part del actual Aragó, y mes concretamen la zona del Moncayo, la vall del riu Jalón, la vall alta del Ebre y bona part del mich, arribán inclús hasta casi les portes de Salduie, lo poblat íbero aon se va fundá mes tart la Saragossa romana, Caesar Augusta.
Pero, qué tenen que vore los celtas y los indoeuropeus en lo terme Aragó? Pos pot sé que tingue que vore en la llengua. Lo celtíbero es una llengua celta que, com moltes atres a Europa y Asia, prossedixen venen de una mateixa arraíl linguística: la indoeuropea. Per a que mos faiguem una idea, durán milenios van existí una serie de llengües mol paregudes o acomparades originades de la mateixa arraíl desde la India y lo Turquestán que, en lo pas del tems, se van aná expandín per Europa y van aná evolussionán en unes atres llengües que anaben interactuán entre sí o diferensianse, en un prossés mol similar al de les llengües romances - castellá, catalá, valensiá, mallorquí, aragonés, fransés, italiá - que vindríen del latín que per sert es a la vegada una llengua indoeuropea.

Dins de la llengua celta, existixen les arraíls "ara" , "ar", y "aar", que servixen per a parlá de corréns de aigua. Per ficá un ejemplo, a Suiza existix actualmén un riu anomenat Aar, y lo nom ve pressisamen de esta arraíl celta. Al coneixe a siénsia serta la presénsia celta a la península, es probable que de la mateixa forma la gen faiguere aná eixes arraíls per a referís a diferéns cursos de aigua y en lo tems van aná evolussionán mes o menos, segóns cada cas. 

De ahí podríe vindre lo nom de “Aragó” per a referís al riu mes importán de la zona pirenaica -potsé significare “riu gran”, encara que aixó es aventurás massa-. 
De “ar” o “ara” vindríe finalmen lo terme “Arago“, que en la seua evolussió latina arribaríe finalmen a Aragó per a designá al actual riu Aragón, que después donaríe lo nom a la zona que atravesse. De fet, varios son los rius  als Pirineus que tenen eissa mateixa arraíl mes o menos evolussionada, como lo Aragón Subordán o inclús lo riu Ara.

Un atra opsió coloque lo origen del terme “Aragó” a la poblassió de origen vascón, pos realmen se coneix una importán influénsia vascona no sol al actual Pays Bas y Navarra, sino tamé en territori del actual Aragó, hasta la zona de Ejea de los Caballeros. Sin embargo, encara vinín de poblasió vasca, la arraíl “ar” vindríe igualmen del celta, pos va sé de esta llengua de aon la van agarrá en préstamo.
¿Cuán apareix per primera vegada “Aragón” a un documén?
San Juan de la Peña
Monasteri de San Juan de la Peña







Aquí sí que se pot indagá mes allá de hipótesis lingüístiques y acudí a documéns histórics, y lo que estos mos diuen hasta la fecha es que “Aragón”, com a nom per a designá a una o varies comunidats liderades por un mateix gobernán, es un de los mes antics de la Península Ibérica.
Un documén que perteneix al archiu del monasteri de San Juan de la Peña y fechat al añ 828 d.C. es lo mes antic conegut al que apareix la paraula “Aragón”. An este documén, lo rey García Jiménez de Pamplona y lo conde Galindo de Aragón fan una donassió al mensionat monasteri y lo mateix conde aragonés apareix reflejat com “comite Galindone de Aragon”. Mentrestán, lo de Navarra apareix per primera vegada al añ 1087, lo de Cataluña no apareix a un documén ofissial -testamén de Alfonso II– hasta finals del siglo XII, igual que lo de Portugal -també del mateix siglo-. L´únic que lo superaríe siría Castilla, pos ya apareix a documéns tan cristianos com islámics cap al añ 800.
Mucho hablamos de Aragón pero, ¿sabemos cuándo aparece por primera vez este término? ¿Cuál es su origen y qué significa? En realidad no hay una única explicación a este tema, pero las diferentes investigaciones que se han realizado al respecto nos han dejado algunas posibilidades que quizás puedan esclarecerlo.
El origen lingüístico más aceptado por los investigadores es el celta, pues este pueblo y otros también indoeuropeos habitaron una buena parte de la Península Ibérica antes de la llegada de cartagineses y romanos. De hecho, los llamados celtíberos por los autores romanos habitaron buena parte del actual Aragón, y más concretamente la zona del Moncayo, el valle del río Jalón, el valle alto del Ebro y buena parte del medio, llegando incluso hasta casi las puertas de Salduie, el poblado íbero sobre el que más tarde se fundó la Zaragoza romana.
Pero, ¿qué tienen que ver los celtas e indoeuropeos con el término “Aragón”? Pues puede que tengan que ver con la lengua. El celtíbero es una lengua celta que, como muchas otras en Europa y Asia, proceden de una misma raíz lingüística: la indoeuropea. Para que nos hagamos una idea, durante milenios existieron una serie de lenguas muy similares originadas en la misma raíz desde la India y el Turquestán que, con el paso del tiempo, se fueron expandiendo hacia Europa y que fueron evolucionando en más y más lenguas que iban interactuando  entre sí o diferenciándose, en un proceso muy similar a las lenguas romances -castellano, catalán, aragonés, francés, italiano,…- que vendrían del latín que, por cierto, es a su vez una lengua indoeuropea.
Dentro de la lengua celta, existen las raíces “ara“, “ar” y “aar“, que sirven para hablar de cursos de agua. Por poner un ejemplo, en Suiza existe actualmente un río llamado Aar, cuyo nombre viene precisamente de esa raíz celta. Al conocer a ciencia cierta la presencia celta en la península, es probable que de la misma forma la gente usara esas raíces para referirse a distintos cursos de agua y con el tiempo fueron evolucionando más o menos, según cada caso.
De ahí podría venir el nombre de “Aragón” para referirse al río más importante de la zona pirenaica -quizás significara “río grande”, aunque esto es aventurarse demasiado-. De “ar” o “ara” vendría finalmente el término “Arago“, que en su evolución latina llegaría finalmente a Aragón para designar al actual río Aragón, que después daría nombre a la zona que atraviesa. De hecho, varios son los ríos en los Pirineos que tienen esa misma raíz más o menos evolucionada, como el Aragón Subordán o incluso el río Ara.
Otra opción coloca el origen de término “Aragón” en población de origen vascón, pues realmente se conoce una importante influencia vascona no sólo en el actual Euskadi y Navarra, sino también en territorio del actual Aragón, hasta la zona de Ejea de los Caballeros. Sin embargo, aún viniendo de población vasca, la raíz “ar” vendría igualmente del celta, pues fue de esta lengua de donde la tomaron prestada.
¿Cuándo aparece por primera vez “Aragón” en un documento?
San Juan de la Peña
Monasterio de San Juan de la Peña
Aquí sí que se puede indagar más allá de hipótesis lingüísticas y acudir a documentos históricos, y lo que estos nos dicen hasta la fecha es que “Aragón”, como nombre para designar a un o varias comunidades lideradas por un mismo gobernante, es uno de los más antiguos de la Península Ibérica.
 Un documento perteneciente al archivo del monasterio de San Juan de la Peña y fechado en el año 828 d.C. es el más antiguo conocido en el que aparece la palabra “Aragón”. En él, el rey García Jiménez de Pamplona y el conde Galindo de Aragón realizan una donación al mencionado monasterio y el propio conde aragonés aparece reflejado como “comite Galindone de Aragon”. Mientras tanto, el de Navarra aparece por primera vez en el año 1087, el de Cataluña no aparece en un documento oficial -testamento de Alfonso II– hasta finales del siglo XII, al igual que el de Portugal -también del mismo siglo-. El único que lo superaría sería Castilla, pues ya aparece en documentos tanto cristianos como islámicos hacia el año 800.

Sergio Martínez Gil
Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los sans inossens. Llibre primé.




Llibre primé.

Azarías.

Los sans inosséns. Llibre primé.

A san germana, la Régula, li contrariabe la actitut de Azarías, y lo renegáe; y ell, entonses, tornáe a la Jara, aon lo siñoret. Ella aspirabe a que los jovens se ilustraren, cosa que a son germá li pareixíe un error, que después no te valen ni pera fins ni pera bastos, pontificabe en lo seu to de veu brumós, una mica nassal, y, per contra, a la Jara, aon lo siñoret, dingú se preocupabe de si éste o l´atre sabíen lligí o escriure, de si eren alfabetos o analfabetos, o de si lo Azarías voltáe de un costat a l´atre, los pantalóns de pana apedassats caénli, la bragueta sense botons, en los peus descalsos y, inclús, si, de repén, marchabe aon san germana y lo siñoret preguntabe per nell y li responíen, está aon san germana, siñoret, lo siñoret tan tranquil, no se alterabe, si acás eixecáe imperseptiblemen un muscle, lo esquerro, pero no indagabe mes, ni comentabe la nova, y, cuan tornáe, lo Azarías ya torne a está aquí, siñoret, y lo siñoret ficáe una mija sonrissa y en pas, que al siñoret sol li exasperabe que lo Azarías afirmare que teníe un añ mes que lo siñoret, perque, en realidat, lo Azarías ya ere mosso cuan lo siñoret va naixe, pero lo Azarías ni sen enrecordabe de aixó y si, en ocasions, afirmabe que teníe un añ mes que lo siñoret, ere perque Dacio, lo Gorriné, lay va di aixina un cap d´añ que anáe una mica gat y an ell, al Azarías, se li va quedá grabat a la sessera, y tantes vegades li preguntaben, ¿cuáns añs tens, Azarías? tantes contestáe, un añ mes que lo siñoret, pero no ere per mala voluntat, ni per lo gust de di mentires, sino per pura santa inossensia y simplería, que lo siñoret fée mal en renegál per naixó y díli zascandil, ni ere just tampoc, ya que lo Azarías, a cambi de caminá per lo cortijo tot lo día de Deu com mastegán lo no res miranse atentamen les ungles de la ma dreta, llustrabe lo automóvil del siñoret en una bayeta groga, y desenroscabe los taps de les válvules als coches dels amics del siñoret pera que al siñoret no ni faltaren lo día que les coses vingueren mal dades y escassejaren y, per si aixó no fore prou, lo Azarías sen cuidabe dels gossos, del perdigué y del setter, y dels tres rabosés y si, ben de nit, lladráen al carrascal los mastins del pastó y los gossos del cortijo se abalotáen, ell, Azarías, los aplacabe en bones paraules, los rascabe insistenmen entre los ulls hasta que se apassiguaben y a dormí y, en la primera llum, ixíe al pati estiranse, despereánse, obríe la tanca y soltabe als pavos pel carrascal, detrás de les bardisses, protegits per la valla de tela metálica y, llugo, rascabe la gallinassa del galliné y, al acabá, pos a regá los geranios y l´oró y a adessentá lo cuchitril del duc y a acarissiál entre les orelles y, conforme caíe la nit, ya se sabíe, Azarías, assentat a un pilonet, prop del foc, a la desolada entrada, desplomabe les perdius, o les turcassos, o les tórdoles, o datres bichos de ploma, cobrades per lo siñoret durán la jornada y, assobín, si les pesses abundaben, lo Azarías ne resservabe una pera la milana, de forma que lo duc, cada vegada que lo veíe apareixe, lo voltáe en la seua redona mirada groga, y castañejáe en lo pic o bec, com si retossare, tot per espontani afecte, que als demés, lo siñoret incluít, los bufabe com un gat y los enseñáe les ungles, mentres que an ell, lo distinguíe, pos rara ere la nit que no lo obsequiare, a falta de un mosset mes bo, en una garsa negra y blanca, o una merla, o mija dotsena de vileros o pardals enganchats en visc a la bassa, aon les carpes, o vaigue vosté a sabé, pero, en consevol cas, Azarías li díe al Gran Duc, cada vegada que se arrimabe an ell, en veu envellutada, milana bonica, milana bonica, y li rascabe entre les selles y li sonreíe en les genives desdentegades y, si ere lo cas de amarrál pera que lo siñoret o la siñoreta o los amics del siñoret o les amigues de la siñoreta se entretingueren, disparán a les águiles o áligues o als muixons negres per la tronera, amagats, Azarías li enrollabe a la pota dreta un drapet de franela roija pera que la cadena no lo nafrare y, mentrestán lo siñoret o la siñoreta o los amics del siñoret o les amigues de la siñoreta estáen amagats y escopeteján, ell aguardabe, ajupit, daball de la atalaya, vigilánlo, tremolán com un brot vert, y, encara que estabe una mica du de orella, escoltáe los estampits secs de les detonassions y, a cada una, se esgarrifáe y tancabe los ulls y, al torná a obríls, mirabe cap al duc y al vórel indemne, alsat y desafián, fén lo escut, damún la pedra, se sentíe orgullós de ell y se díe an ell mateix, milana bonica, milana bonica, y experimentabe dessichos de rascáli entre les orelles y, aixina que lo siñoret o la siñoreta, o les amigues del siñoret, o los amics de la siñoreta, se cansaben de matá muixons y eixíen de la barraca estiránse y despereánse com si abandonaren la bocamina, ell se arrimabe movén les barres amún y aball, com si mastegare algo, al Gran Duc, y lo duc, entonses, se unflabe de satisfacsió, se esponjabe com un pavo real y lo Azarías li sonreíe, no sigues cobart, milana, li díe, y li rascabe la entressella pera premiál y al final, arreplegáe den terra, una detrás del atra, les águiles abatudes, les penjáe a la percha, desencadenabe al duc en cuidadet, lo embutíe a la gran gabia de barrots de fusta, que se tiráe al muscle, y pin, pianet, se encaminabe cap al cortijo sense esperá al siñoret, ni a la siñoreta, ni als amics del siñoret, ni a les amigues de la siñoreta que caminaben, lenta, cansinamen, per la senda, detrás d´ell, charrán de les seus coses y rién sense ton ni son y aixina que arribabe a la casa, lo Azarías penjáe la percha al barró del zaguán y en cuan se fee de nit, assentat o ajupit a la grava del pati, a la blanca llum del cresol, desplomáe un muixó consevol y sen anáe en ell a la finestra del cuchitril, y uuuuuh, fée, modulán la veu, buscán lo registre que mes temó donare, y al minut, lo duc se alsabe hasta la reixa sense fé soroll, en un revol tranquil y blanet, com de cotó, y tamé díe uuuuuh, com un eco del uuuuuh de Azarías, un eco del atre món, y enseguida, li ficáe lo muixó a les seues enormes garres y lo duc lo devorabe silensiosamen en un santiamén y lo Azarías lo mirabe minjá en la seua sonrissa babeján y musitabe, milana bonica, milana bonica, y una vegada que lo Gran Duc acabáe lo seu festín, lo Azarías se encaminabe al cobertís, aon les amigues del siñoret y los amics de la siñoreta aparcáen los seus coches, y, en passiensia, anáe desenroscán los taps de les válvules de les rodes, en torpes movimens dels seus dits grossos, y al acabá, los ajuntabe en los que guardabe a la caixa de sabates, a la cuadra, se assentáe an terra y se ficáe a contáls, un, dos, tres, cuatre, sing... y al arribá a onse, díe invariablemen, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing..., después ixíe al corral, ya sen fosc, y a un racó se pixáe a les mans pera que no se li badaren o faigueren cribasses, y abanicabe un rato l´aire pera que se orejaren y aixina un día y un atre, un mes y un atre, un añ y un atre, tota una vida, pero a pesá de este régim metódic, algunes matinades, lo Azarías se despertabe fluix y com desfilagarchat, com si durán la nit algú li haguere tret lo esqueleto, y eixos díes, no rascabe la gallinassa, ni donáe de minjá als gossos, ni asseabe lo cuchitril del duc, sino que ixíe al monte y se gitáe al abrigo de algunes herbes altes, zahurdones, torvisca y si picabe lo sol, pos a la sombra del alborsé, lo madroño, y cuan Dacio li preguntabe, ¿qué es lo que te passe, Azarías? Ell, porto la manta, que yo dic, ting perea, y de esta forma, dixáe passá les hores mortes, y si lo siñoret se topetáe en ell y li preguntabe, ¿qué te passe, home de Deu?, Azarías lo mateix, porto la manta, que yo dic, siñoret, sense inmutás, tombat a la torvisca o al amparo del alborsé, inmóvil, replegat en les cuixes cap al ventre, los colses al pit, mastegán saliveta, com si remugare, com un cachorro o cadell en ganes de mamá, mirán fíxamen la línia blau-verdosa de la serra retallada contra lo sel, y les barraques redones dels pastós y lo coll de les corses, Cerro de las Corzas, (al atre costat ya estabe Portugal), y los roquissals en forma de tortugues jagans, y lo vol chillón y estirat de les grulles camí del pantano o laguna, y les merines, ovelles palomes, voltán en los seus corderets, y si auncás se presentabe Dámaso, lo pastó, y li díe ¿passe algo, Azarías? Ell, porto la manta, que yo dic, y de esta manera transcurríe lo tems hasta que sobreveníe lo apretó y fée de ventre prop del alborsé o a la fosca bada de algún roquissal y tal com se desahogabe, anáen tornánli paulatinamen les energíes y una vegada recuperat, la seua primera reacsió ere arrimás aon estáe lo duc y díli dolsamen a través de la reixa, milana bonica, y lo duc venga a esponjás y castañejá en lo pic curvat o belcat, hasta que Azarías li obsequiabe en un aguilucho o una cría de garsa desplomats y mentres lo devorabe, lo Azarías, pera guañá tems, se arrimáe a la cuadra, se assentáe an terra y se ficáe a contá los taps de les válvules de la caixa, un, dos, tres, cuatre, sing... hasta arribá a onse, y, entonses díe, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing, y al acabá, tapáe la caixa en la tapa, se quedabe un llarg rato observán les ungles ratades de la seua ma dreta, movén amún y aball les mandíbules o barres y rossegán paraules ininteligibles y de repén, dessidíe, men vach aon man germana, y al porche, se encarabe en lo siñoret, tot espatarrat a la hamaca, mich adormit, men vach aon man germana, siñoret, y lo siñoret eixecáe imperseptiblemen lo muscle esquerro, vésten en Deu, Azarías, y ell marchabe cap al atre cortijo, aon san germana, y ella, la Régula, només obríli la tanca, ¿qué te s´ha perdut per aquí, si pot sabés? y Azarías ¿y los sagalets? y ella ae, a escola están, ¿aón vols que estiguen? y ell, lo Azarías, amostrabe un momén la punta de la llengua, grossa y rosada, tornáe a amagála, la paladejabe un rato y díe al final, lo mal es pera tú, llugo no te servirán ni pera fins ni pera bastos, y la Régula, ae, ¿te hay demanat yo la teua opinió? pero, tan pronte com caíe lo sol, lo Azarías se encantáe mirán les brases, mastegán lo no res y al cap de un rato, alsáe lo cap y súbitamen, díe, demá men entornaré aon lo siñoret, y antes de fes de día, tal com ixíe una raya ataronjada al firmamén delimitán lo contorno de la serra, lo Azarías ya navegáe, cuatre hores mes tard, suat y famoleng, en cuan sentíe a la Lupe descorre lo gran forrollat de la tanca, ya escomensáe, milana bonica, milana bonica, una y atra vegada, la seua retahíla, y a la Lupe, la Gorrinera, ni los bons díes y lo siñoret igual estáe al llit, descansán, pero aixina que apareixíe a michdía a la entrada de la casa, la Lupe li donáe lo part, lo Azarías mos ha entrat de matinet, siñoret, y lo siñoret ajuntáe los ulls legañosos, de acuerdo, díe, y alsáe lo muscle esquerro, com a resignat, o sorprengut, encara que ya se sentíe al Azarías rascán la gallinassa dels aseladeros, los barronets aon se fiquen les gallines, o llimpián lo cuchitril del Gran Duc y arrossegán la lechera de fusta, herrada, ferrata, per lo pati engravat, y de esta manera, anáen passán les semanes hasta que un bon día, al apuntá la primavera, lo Azarías se transformabe, li pujáe als labios com una sonrissa indescriptible, y, al pondres lo sol, en veus de contá los taps de les válvules, agarrabe al duc y ixíe en ell al carrascal y lo enorme muixonot, parat, erguit damún del seu antebrás, ataulláe los voltáns y conforme oscuríe, eixecáe un vol blan y silensiós y tornáe, al poc rato, en un ratolí entre les ungles, o un pinsanet, y allí mateix, jun a Azarías, devorabe la seua presa, mentres ell li rascabe entre les orelles, y escoltáe los batecs de la serra, los lladrits aspres y tristos de la rabosa moguda (en sel) o lo bram dels venados del Coto de Santa Ángela, aparellánse tamé, y de cuan en cuan, li díe, la rabosa va moguda, milana, ¿sens?, y lo duc lo enfocabe en les seues redones pupiles (o nines) grogues que iluminaben la oscurina, ficáe pites les orelles y tornabe a minjá y, ara ya no, pero fa tems se sentíe tamé los fúnebres aullits dels llops al Piornal, a 1175 metros de altura, les nits de primavera pero desde que van arribá los homens de la llum y van instalá los postes de la red eléctrica al llarg de la ladera, no se van torná a escoltá, y en cambi, se sentíe cridá al caro, jujujujú, en pauses periódiques, y lo Gran Duc, en estos casos, eixecáe lo seu enorme cap y empinabe les orelles y lo Azarías venga a riure sordamen, sense fé soroll, sol en les genives, y musitabe en veu empañada, ¿te acobardes, milana?, demá ixiré a corre lo caro, y dit y fet, en son demá, al tardet, ixíe sol serra abán, obrínse pas entre la jara florida y les boches, perque lo caro li fascináe a Azarías com un abismo, una espessie de atracsió ñirviosa per la temó, de tal manera que al parás al mich del monte, escoltabe claramen los cops del seu cor y entonses esperabe un rato pera pendre alé y serená lo seu espíritu y después, cridáe ¡eh!, ¡eh!, al caro, y seguidamen, paráe la orella esperán la resposta, mentres la lluna assomabe detrás de uns nugolets y inundabe lo paissache de una irreal fosforessensia poblada de sombres, y ell, una mica amilanat, fée una bocina en les seues mans y repetíe desafián, ¡eh!, ¡eh!, hasta que, de repén, vin metros mes aball, desde una carrasca reforsuda, li arribáe lo anhelat aullit que geláe la sang, ¡jujujujú!, y, al sentíl, lo Azarías perdíe la nossió del tems, la consiensia de ell mateix, y arrencáe a corre com un loco, gruñín com un jabalí, pateján les herbes, esgarrapánse la cara en les rames mes baixes dels alborsés y los carrascots y detrás de ell, implacable, saltán blanamen de abre en abre, lo caro, aullán y carcañeján y, cada vegada que sen enríe, al Azarías se li dilataben les nines y se li ficáe la pell de gallina y sen enrecordabe de la milana a la cuadra, y apretáe encara mes lo pas y lo caro a la seua esquena tornabe a aullá y a riure y lo Azarías corríe y corríe, entropessabe, caíe y se alsabe, sense girá may lo cap y al arribá, bufán, a la dehesa, la Lupe, la Gorrinera, se santiguabe, ¿de aón vens, dísme?, y lo Azarías sonreíe una mica, com un chiquet pessigat fen alguna malesa, y díe, de corre lo caro, que yo dic, y ella comentabe, ¡Jesús quíns joguets!, te has ficat la cara com un Santo Cristo, pero ell ya camináe cap al corral, llimpiánse la sang dels esgarraps en la bayeta, cotet, escoltán los batecs del seu cor, la boca entreuberta, sonrién al buit, babeján, y al cap de un rato, ya mes sereno, se arrimáe al cuchitril de la milana, acachat, sense fé soroll, y de repén, se assomabe al finestró y faie, ¡uuuuuh!, y lo duc revolotejabe hasta la peana y lo mirabe als ulls, torsén lo cap, y entonses lo Azarías li díe mol satisfet, hay estat corrén lo caro, y lo animal adressáe les orelles y matraquejáe en lo pic, com si u selebrare, y ell, bona carrera li hay donat, y escomensáe a enríuressen en veu baixa, sisseján, sentínse protegit per les bardes o tapies del cortijo, y aixina una vegada detrás de un atra, una primavera detrás de l´atra, hasta que una nit, acabánse mach, se va arrimá als barrots del cuchitril y va di com de costum, ¡uuuuuh!, pero lo Gran Duc no va acudí al crit, y entonses, lo Azarías se va extrañá, y va torná a di, ¡uuuuuh!, pero lo Gran Duc no va acudí a la cridada del Azarías, ¡uuuuuh!, tossut, per tersera vegada, pero, dins del cuchitril, ni un soroll, aixina que lo Azarías va espentá la porta, va pendre lo cresol y se va trobá al duc apretat contra un racó y, al enseñáli la garsa desplomada, lo duc ni se va sorollá, y entonses, lo Azarías va dixá la pessa an terra y se va assentá a la voreta dell, lo va agarrá en cuidadet per les ales y lo va arrimá a la seua caló, rascánlo insistenmen a les entresselles y diénli en ternura, milana bonica, milana bonica, pero lo muixó no reacsionabe als habituals estimuls, en lo que lo Azarías lo va dixá damún de la palla, va eixí y va preguntá per lo siñoret, la milana está dolenteta, siñoret, té calentura, li va informá, y lo siñoret, ¡qué li ham de fé, Azarías! ya está mol agüeleta, ñaurá que buscá un mussolet nou, y lo Azarías, desolat, pero es la milana, siñoret, y lo siñoret, los ulls entaragañats, ¿y dísme tú, que mes te done un muixó que un atre? y lo Azarías, implorán, ¿autorise lo siñoret que li dona raó al Mago del Almendral? y lo siñoret va abansá lo seu muscle esquerro, ¿al Mago?, mol gastadó estás tú, Azarías, si per un muixó tinguerem que cridá al Mago, ¿aón aniríem a pará?, y después del seu reproche, una carcañada, com lo caro, que al Azarías se li va ficá la carn de gallina y, siñoret, no sen enrigue aixina, per los seus morts lay demano, y lo siñoret, ¿es que tampoc men puc enriure a casa meua? y un atra carcañada, com lo caro, cada vegada mes fortes, y a les seues risses tan fortes van acudí la siñoreta, la Lupe, Dacio, lo Gorriné Dámaso y les mossetes dels pastós, y tots a la entrada sen enríen a coro, com los caros, y la Lupe, pos no está plorán lo carnús de ell per eixe muixó apestós, pudén, y lo Azarías, la milana té calentura y lo siñoret no autorise a que li dona raó al Mago del Almendreral, (o ameleral) y, venga un atra carcañada, y un atra, hasta que, al final, lo Azarías, atabalat, va arrencá a corre, va eixí al pati y se va pixá a les mans y después, va entrá al corral, se va assentá an terra y se va ficá a contá en veu alta los taps de les válvules tratán de serenás, un, dos, tres, cuatre, sing, sis, sat, vuit, nou, deu, onse, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing, hasta que se va trobá mes relajat, se va ficá un sac per cuixí y va dormí una michdiada y después se va arrimá en cuidadet a la reixa del cuchitril y va fé, ¡uuuuuh! pero dingú va contestá, y, entonses, lo Azarías va espentá la porta y va entrevore al duc al racó aon lo va dixá la vespra, pero tombat y sec, y lo Azarías se va arrimá an ell en passes curtes, lo va agarrá per la punta de un ala, se va obrí la jaqueta, la va crusá per damún del muixó y va di en veu esbadocada, milana bonica, milana bonica, pero lo Gran Duc ni obríe los ulls, ni castañejabe en lo pic, ni res, aixina que lo Azarías va atravessá lo pati, se va arrimá a la tanca y va descorre lo forrollat, y als seus chirrits, va eixí la Lupe, la de Dacio, ¿qué te s´ha ficat ara al cap, Azarías? y lo Azarías, men vach aon man germana, y sense mes, va eixí y a bon pas, sense notá les punchades de la pedriñera ni dels carts a les plantes dels peus, va passá lo carrascal, lo piornal y la valleta, apretán dolsamen lo cadáver del muixó contra lo seu pit y tal com li va ficá la vista damún, la Régula, ¿un atra vegada per aquí? y lo Azarías ¿y los sagals? y ella, a costura están, y lo Azarías, ¿es que no ña dingú mes a casa? y ella, ae, la chiqueta Menuda está, y en eixe momén, la Régula va repará en lo duc que portáe lo Azarías contra lo pit li va obrí les puntes de la jaqueta y lo cadáver del muixonot va caure damún de les reijoles roijes de argila de Peñarroija-Poblenou y ella, la Régula, va pegá un crit histéric y, ya estás traén de casa eixa carroña, ¿me sens? va di, y lo Azarías, sumisamen, va arreplegá lo muixó y lo va dixá afora, al pedrís, va torná a entrá a casa y va eixí en la chiqueta Menuda, acunánla al bras dret, y la chiqueta Menuda giráe los seus ulls extraviats sense fixáls en res, y ell, lo Azarías, va agarrá a la milana per una pota y una cavegueta a la ma esquerra, y la Régula, ¿aón vas en estes trasses? y lo Azarías, a fé lo enterro, que yo dic, al trayecte, la chiqueta Menuda va soltá un de aquells inacabables crits que donáen llástima, que geláen la sang de consevol, pero lo Azarías no se va inmutá, se va atansá hasta lo rodapeu de la ladera, va dixá a la criatura a la fresca, entre unes herbes, se va traure la jaqueta y en un ratet va cavá un forat ben fondo a la soca de un carrascot, va colocá en cuidado al muixó y, espentán la terra en la cavegueta, va tapá la fossa y se va quedá mirán lo túmulo, en los peus descalsos, los pantalóns apedassats cap aball, la boca entreuberta, y, al cap de un rato, les seues pupiles o nines se van fixá en la chiqueta Menuda, que teníe lo cap caigut cap a un costat, com desarticulat, y los seus ulls se crusáen, y miraben al buit sense fixás en res y lo Azarías se va acachá, la va pendre als seus brassos, se va assentá a la vora del talús, jun a la terra remoguda, la va apretá contra nell y va musitá, milana bonica, milana bonica, y va escomensá a rascáli insistenmen en lo índice de la ma dreta los pels del clatell, mentres la chiqueta Menuda, indiferén, se dixáe fé.

(Paco Rabal al papé de Azarías)

Azarías, Duc, duque, búho real

Azarías, Paco Rabal, duc, duque, búho real, los sans inosséns

Los sans inosséns, llibre cuart

Llibre cuart.

Lo secretari.


A mijáns de juñ, lo Quirce va escomensá a soltá lo bestiá de merines o palomes cada tarde, y, al póndres lo sol, sel sentíe tocá la armónica delicadamen de la part de la serra, mentres son germá Rogelio, no parabe, lo home, en lo jeep cap a dal, en lo tractó cap aball, sempre navegán de aquí cap allá, este carburadó pert, se enganche lo pedal del embrague, estes coses, y lo siñoret Iván, sense donáli importánsia, cada vegada que visitabe lo cortijo, observabe als dos, al Quirce y al Rogelio, cridáe al Crespo a un apart y li díe confidensialmen, Crespo, no me dixos de la ma an estos sagals, Paco, lo Baixet, ya va pera agüelo y yo no puc quedám sense secretari, pero ni lo Quirce ni lo Rogelio teníen lo prodigiós flat de son pare, que son pare, lo Paco, ere un cas de estudi, ¡Deu meu!, desde chiquet, que no es un di, li soltaben una perdiu en un ala trencada al monte y ell se ficáe a cuatre potes y seguíe lo rastre en lo seu nas chato pegat an terra sense vassilá, y passán lo tems, va arribá a distinguí les pistes velles de les ressiéns, lo rastre del mascle del de la femella, que lo siñoret Iván se fée creus, ajuntáe los seus ulls verds y li preguntabe, pero ¿a qué dimonis fa auló la cassa, Paco, maricón? y Paco, lo Baixet, ¿de verdat que no la sén vosté, siñoret? y lo siñoret Iván, si la aulorara no te u preguntaría, y Paco, lo Baixet, ¡quínes coses que té lo siñoret Iván! y a la época en que lo siñoret Iván ere lo Ivanet, que, de chiquet, Paco li díe lo Ivanet al siñoret Iván, la mateixa copla, ¿a qué fa auló la cassa, Paco? y Paco, lo Baixet, solíssit, 
¿es sert que tú no la aulores, majo? y lo Ivanet, pos no, te u juro per los meus morts, a mí la cassa no me fa auló de res, y Paco, ya te acostumarás, majo, ya vorás cuan tingues mes añs, perque lo Paco, lo Baixet, no va apressiá les seues cualidats hasta que va comprobá que los demés no eren capassos de fé lo que ell fée y de ahí les seues converses en lo Ivanet, que lo chiquet va escomensá ben tendre en la cassera, una chaladura, gangues al juliol, a la bassa o los revolcadós, codorniu al agost, al rostoll, tórdoles al setembre, de retirada, als passos dels carrascals, perdius al octubre als sembrats y al monte baix, blavets al febré, al Lucio del Teatino y, entre mich, la cassa majó, lo cabirol y lo venado, sempre en lo rifle o la escopeta a la ma, sempre, pimpam, pam-pim, pim-pam que está grillat este sagal, díe la Siñora, y de día y de nit, al ivern o al estiu, a esbarrá, al salt o en batuda, pim-pam, pam-pim, pum-pom, lo Ivanet en lo rifle o la escopeta, al monte o per los sembrats y lo añ 43, al ojeo inaugural del Día de la Raza, dabán del pasmo general en tretse añs mal cumplits, lo Ivanet entre los tres primés, a vuit muixóns de Teba, lo may vist, que ñabíe moméns en que teníe cuatre muixóns morts al aire, algo increíble, que ere cosa de vóres, un mosset de chupeta colsejánse en les millós escopetes de Madrit y ya desde eixe día, lo Ivanet se va acostumbrá a la compañía de Paco, lo Baixet, y a traure partit del seu olfato o flat y la seua afissió y va pensá en pulíl, pos Paco, lo Baixet, flaquejabe carregán y lo Ivanet li va doná un día dos cartuchos y una escopeta vella y li va di, cada nit, abáns de gitát, embutíx y trau los cartuchos dels cañóns hasta sen vegades, Paco, hasta que te cansos, y va afegí después de una paussa, si conseguixes sé lo mes rápit de tots, entre aixó y los vens que Deu te ha donat y la teua retentiva, no ñaurá al món qui te potejo com a secretari, te u dic yo, y Paco, lo Baixet, que ere servissial per naturalesa, cada nit, abáns de gitás, ris-ras, obrí y tancá la escopeta, ris-ras, embutí y traure los cartuchos als cañóns, que la Régula ae, ¿estás tonto, Paco? y Paco, lo Baixet, lo Ivanet diu que puc sé lo milló, y, al cap de un mes, Ivanet, majo, en un amén te fico y te trac los cartuchos de la escopeta, y lo Ivanet, aixó ña que vóreu, Paco, no sigues farolero, y Paco va exhibí la seua destresa dabán del mosso y, aixó marche, Paco, no u dixos, seguix aixina, va di lo Ivanet después de la demostrassió y de este modo, Ivanet per aquí, Ivanet per allá, ni advertíe Paco que passabe lo tems, hasta que un matí va passá lo que teníe que passá, o sigue Paco, lo Baixet, li va di en la milló voluntat, Ivanet, ojo, la barra per la dreta, y lo Ivanet se va armá en silénsio, va pendre los puns y, en un di Jesús, va despenjá dos perdius per dabán y dos per detrás, y no habíe arribat la primera an terra, cuan va girá los ulls cap a Paco y li va di en gesto arrogán, de avui en abán, Paco, de vosté y siñoret Iván, ya no soc un mosset, que pera entonses ya habíe cumplit lo Ivanet setse añs y Paco, lo Baixet, li va demaná perdó y de entonses abán siñoret Iván per aquí, siñoret Iván per allá, perque ben mirat, ya anáe pera mosso y ere de raó, pero, en lo tems, les ansies cinegétiques li van aná creixén al pit al siñoret Iván y ere cosa sabuda que a cada batuda, no sol ere lo que mes matabe, sino tamé, qui tombáe la perdiu mes alta, la mes llarga y la mes forta, que en eixe terreno no admitíe competénsia, y ficáe a Paco per testigo, llarga diu lo Ministre, Paco, escolta ¿a quína distánsia hay tirat yo, per aproximassió, al muixó aquell de la primera batuda, lo del roquissal, lo que se va repujá cap als núgols, aquell que va aná a pará a la Charca dels Galápagos, ten enrecordes? y Paco, lo Baixet, obríe uns ulls mol grans, eixecáe la barbilla y sentensiabe, no lay hay de recordá, lo muixó perdiu aquell no volabe a menos de noranta metros, o, si se tratabe de perdius ressies, la mateixa copla, no me dixos de farol, Paco, parla, ¿cóm veníe la perdiu aquella, la de la valleta, la que me va pessigá bebén un trago de la bota...? y Paco belcabe lo cap, lo índice a la galta, reflexionán, sí, home, insistíe lo siñoret Iván, la que portáe lo ven de cul, la del alborsé, home, que tú vas di, que tú vas di... y Paco ajuntáe los ulls, ficáe los labios com pera chulá encara que no chuláe, y tamé pero ressia com un aeroplano, concluíe, y, encara que en rigor, lo siñoret Iván no sabíe la distánsia a la que l´atre li habíe tirat a la seua perdiu, y com veníe de ressia la que va tirá lo de mes allá, sempre les seues eren mes llargues y ressies y, pera demostáu, apelabe al testimoni de Paco, lo Baixet, y aixó, a Paco, lo Baixet, lo esponjáe, se jactabe del pes del seu juissi, y se vanagloriabe tamé de que lo que mes envejaren al siñoret Iván los amics del siñoret Iván, foren les seues facultats y la seua disposissió pera cobrá les pesses, ni lo gos mes fi te faríe lo servissi de este home, Iván, fíxaten en lo que te dic que no saps lo que tens li díen, y, assobín, los amics del siñoret Iván requeríen a Paco, lo Baixet, pera cobrá algún muixó perdiu de ales curtes y, en tals casos, se desenteníen de les tertulies postbatuda y de les disputes en los secretaris veíns y sen anaben detrás dell, pera vórel navegá ensumán, y, una vegada que Paco se veíe rodejat de la flo y nata de les escopetes, díe, ufanánse del seu papé, ¿aón va pegá la pilotada, anem a vore? y ells, lo Subsecretari, o lo Embaixadó, o lo Ministre, aquí tens les plomes, Paco y Paco, lo Baixet ¿quína direcsió portabe, anem a vore? y lo que fore, la del jaral, Paco, sirgada contra lo jaral, y Paco, ¿veníe sola, aparellada o en barra, anem a vore? y lo que fore, dos ne entraben, Paco, ara que u dius, la parella, y lo siñoret Iván mirabe als seus invitats en sorna y siñalabe en la barbilla a Paco, lo Baixet, com dién, ¿qué tos día yo?, y, acte seguit, Paco, lo Baixet, se ajupíe, ensumabe en insisténsia lo terreno, dos metros al voltán de la pilotada y murmurabe, per aquí se va arrancá, y, seguíe lo rastre durán bastáns metros y, al remat, se incorporabe, esta direcsió portáe, llugo estará an aquell carrascot y, si no, amagada an aquelles motes, prop del alcornoque, no pot habé anat mes lluñ, y cap allá sen anabe lo grupet detrás de Paco y, si lo muixó no estáe al carrascot, amagat que estabe a les motes, a la voreta del alcornoque, no fallabe, y lo Subsecretari, o lo Embaixadó o lo Ministre, lo que fore, díe assombrat, y ¿per quína regla de tres no podíe está a un atre puesto, Paco, me u vols explicá? y Paco, lo Baixet, fee que pensáe uns segóns en arrogánsia y, finalmen, díe en mal reprimit despréssio, la perdiu no abandone lo solc cuan trate de amagás, y ells, se miraben entre ells y assentíen y lo siñoret Iván, los dits grossos als sobacos de la seua chaleco-canana, sonreíe ubertamen, ¿eh qué tos día yo? mol unflat, lo mateix que cuan mostrabe la repetidora americana o la Cuita, la cachorra grifona, y, de tornada als llochs, a soles en Paco, comentabe, ¿ten fixes? lo maricón del fransés no distinguix una griba de una perdiu, o be, lo maricón del Embaixadó no corre la ma esquerra ¿ten acates?, grave defecte pera un diplomátic, perque, fatalmen, pera lo siñoret Iván, tot lo qui agarrabe una escopeta ere un maricón, que la paraula eixa no se li caíe dels labios, quína manía, y, en ocasións, al ardó de la batuda, cuan les veus dels ojeadores se confoníen a la distánsia y les cornetes sonáen a les puntes, esbarrán als muixóns, y les perdius se arrancaben desorientades brrrr, brrrr, brrrr, per tot arreu, y la barra entrabe rápidamen a la línia de escopetes, y lo siñoret Iván ne tombabe dos juntes aquí y atres dos allá, be de doblete, be de carambola, y sonaben estampits a esquerra y dreta, que pareixíe la guiarra, y Paco, lo Baixet, anabe contán pera adins, trenta dos, trenta cuatre, trenta sing y cambián la escopeta forra per un atra gemela carregada, hasta sing, que los cañóns se ficáen al roch viu, y anotán al cap lo puesto aon cada pessa caíe, bueno, en eixos casos, Paco, lo Baixet, se ficáe calén com un perdigué, que no podíe estás coto, que ere superió a les seues forses, se assomabe ajupit al canto de la pantalla y díe, mastegán les paraules pera no espantá lo campo, ¡sóltom, siñoret, sóltom! y lo siñoret Iván, secamen, ¡para quieto, Paco! y ell, Paco, lo Baixet, ¡sóltom, per la seua mare lay demano, siñoret! cada vegada mes exitat, y lo siñoret Iván, sense pará de dispará, mira, Paco, no me faigues agarrá un cabreo, aguarda a que acabo la batuda, pero a Paco, lo Baixet, lo vore desplomás les perdius mortes dabán dels seus chatos nassos, lo descomponíe, ¡sóltom, siñoret, per Deu beneít lay demano! hasta que lo siñoret Iván se enfadabe, li fotíe un puntapéu al cul y li díe, si ixes del puesto abáns de tems, te pego un tiro, Paco, tú ya saps cóm les gasto, pero ere lo seu un enfado de passada, puramen artifissial, perque cuan, minuts después, Paco, lo Baixet, escomensáe a portáli lo botín y se presentabe en sixanta cuatre dels sixanta sing muixóns derribats y li díe nerviosamen, la perdiu que falte, siñoret Iván, la que va baixá vosté prop de la archilaga, me la ha afanat lo Facundo, diu que es del seu siñoret, la furia del siñoret Iván se movíe cap a Facundo, ¡Facundo! bramáe en veu poderosa, y acudíe Facundo, ¡eh, tú, listo, tingam la festa en pau!, lo muixó perdiu eixe de la argilaga es meu y mol meu, de modo que venga, esteníe la ma uberta, pero lo Facundo plegáe los muscles y ficabe los ulls plans, inexpresius, un atre ne va tombá lo meu siñoret prop de la archilaga, aixó no es ley, pero lo siñoret Iván allargabe encara mes la ma y escomensabe a notá la cremó a les puntes o yemes dels dits, mira, no me calentos la sang, Facundo, no me la calentos, ya saps que no ña cap cosa que mes me fótegue que me birlon los muixóns que yo mato, aixina que venga eixa perdiu, y, arribats an este extrem, Facundo li allargáe la perdiu, sense rechistá, la historia de sempre, que René, lo fransés, que ere un assiduo de les batudes hasta que va passá lo que va passá, se fée creus la primera vegada, ¿cóm c´est possible matá sixanta sing perdius l´Iván y arreplegá sixanta sing perdius le Paco?, mua no compro pa, díe, y Paco, lo Baixet, orgullós, se sonreíe com una rabosa de Ráfels o Valderrobres y se señalabe lo cap, les apunto ací, díe, y lo fransés obríe los ulls com un mussol de Fórnols, ¡ah, ah, les apunte a la tetaexclamabe, y Paco, lo Baixet, están al puesto, jun al siñoret Iván, la teta va di, siñoret Iván, lay juro per los meus morts, dic yo que sirá cosa del parlá del seu país, y lo siñoret Iván, mira, per una vegada has assertat, y a partí de aquell día, entre bromes y veres, lo siñoret Iván y los seus invitats cada vegada que se reuníen sense les siñores per als sorteos dels puestos o al taco, a la solana, a michdía, díen teta per cap, este cartucho es mol fort, me ha fet vindre mal de teta, o ben, lo Subse es mol tossut, si se li fique una cosa a la teta no ña qui lay trague, y, invariablemen, aixina u digueren vuitanta vegades, tots a riure, pero a riure fort, a carcañada solta, que hasta los faie mal la pancha de tanta rissa, y aixina hasta que reempreníen la cassera, y, al acabá lo quinto ojeo, ya entre dos llums, lo siñoret Iván ficáe dos dits a la burchaqueta alta del chaleco-canana y li soltáe ostentosamen a Paco un billet de vin duros, tí, Paco, y que no valgue pera vissis, que me estás eixín mol gastadó tú, y la vida está mol achuchada y Paco, lo Baixet, agarrabe furtivamen lo billet y a la faldriquera, pos, per moltes vegades, siñoret Iván, y, en son demá de matí, la Régula, marchabe en Rogelio, en lo remolque, a Cordovilla, aon lo Hachemita, a comprás un percal o unes albarques pera los sagals, que may faltabe a casa una nessessidat, y aixina sempre, cada vegada que ñabíe batuda, y tot anabe be hasta que la radera vegada que va assistí lo fransés, se va armá una trifulca a la Casa Gran, durán lo almorsá, al di de la Nieves, per lo aquell de la cultura, que lo siñoret René va di que a Sentroeuropa teníen un atre nivell, una inconveniénsia, a vore, que lo siñoret Iván, aixó te penses tú, René, pero aquí ya no ñan analfabetos, que tú te creus que estam al añ trenta sis, y de unes coses van passá a datres y van escomensá a cridás la un al atre, hasta que van perdre los modals y se van faltá al respete y com a radé recurs, lo siñoret Iván, mol atabalat, va maná cridá a Paco, lo Baixet, a la Régula y al Ceferino y, es tontería discutí, René, u vorás en los teus propis ulls, cridabe, y al personás Paco en los demés, lo siñoret Iván va adoptá lo to didáctic del siñoret Lucas pera díli al fransés, mira, René, per a di la verdat, esta gen ere analfabeta fa tems, pero ara vorás, tú, Paco, agarra lo bolígrafo y escriu lo teu nom, fes lo favor, pero ben escrit, esmérat, se obríe als seus labios una sonrissa tirán, que está en joc la dignidat nassional, y tota la taula pendrén de Paco, lo home, y don Pedro lo Périt, se va mossegá la galta y va colocá la seua ma damún del antebrás de René, tu cregues o no, René, desde fa añs an este país se está fén tot lo humanamen possible pera redimí an esta gen, y lo siñoret Iván, ¡chitón!, no lo distragáu ara y Paco, lo Baixet, coacsionat per lo silénsio expectán, va trassá un garabato a la part de detrás, lo reverso, de una factura groga que lo siñoret Iván li habíe estés damún del mantel, comprometén los seus sing sentits, obrín les aletes del seu nas chato, una firma tremolosa, illigible y, cuan va acabá, se va adressá y va torná lo bolígrafo al siñoret Iván y lo siñoret Iván lay va doná al Ceferino y ara tú, Ceferino, va maná, y va lo Ceferino, mol ñirviós, se va belcá damún dels mantels y va estampá la seua firma y per a acabá, lo siñoret Iván se va dirigí a la Régula, ara te toque a tú, Régula, y giránse cap al fransés, aquí no fem distinsións, René, aquí no ña discriminassió entre mascles y femelles com podrás comprobá, y la Régula, tremolánli lo pols, perque lo boli li rellissáe pel dit gros achatat, pla, sense huelles dactilars, va dibuixá penosamen lo seu nom, pero lo siñoret Iván, que estabe parlán en lo fransés, no va repará en les dificultats de la Régula y tal com ella va acabá, li va pendre la ma dreta y la va sacsá ventejánla com una bandera, assó, va di, pera que u contos a Paris, René, que los fransesos tos gasteu mol mal yogur al jusgámos, que esta dona, per si u vols sabé, hasta fa cuatre díes firmabe en lo dit gros, ¡mira! y, al di aixó, va separá lo dit aplanat de la Régula, chato com una espátula, y la Régula, la dona, confundida, se va sofocá tota com si lo siñoret Iván la mostrare en pilotes damún de la taula, pero René, no ateníe a les paraules del siñoret Iván sino que sol mirabe lo dit aplanat de la Régula, y lo siñoret Iván, al advertí lo seu assombro, va aclarí, ah, be!, ésta es un atra história, los dits grossos o pulgars de les esparteres son aixina, René, gajes del ofissi, los dits se deformen de trensá espart y cánem, ¿compréns?, es inevitable, y sonreíe y carraspejabe o se aclaríe la gola y pera acabá en la tensa situassió, se va encará en los tres y los va di au, ya podéu llargátos, u hau fet be, y, conforme desfilaben cap a la porta, la Régula rossegáe desconsertada, ae, tamé lo siñoret Iván té cada cacho cosa, y, a la taula, tots a riure indulgenmen, paternalmen, menos René, a qui se li habíe aborrascat la mirada y no va di ni esta boca es meua, un silénsio mineral, hostil, pero, en verdat, fets de esta naturalesa eren raros al cortijo pos, de ordinari, la vida discurríe plássidamen, en la única novedat de les visites periódiques de la Siñora que obligaben a la Régula a está ben atenta pera que lo coche no aguardare, que si li tocáe esperá uns minuts, ya estabe lo Maxi refunfuñán, ¿aón collóns te fiques?, portem mija hora de plantón, de males maneres, aixina que ella, encara que la sorprengueren cambiánli les bragues a la chiqueta Menuda, acudíe a escape al moqui moqui del claxon, a descorre lo forrallat de la tanca, sense rentás les mans sisquera y, en estos casos, la Siñora Marquesa, tan pronte baixabe del coche, arrugáe lo nas, que ere casi tan sensible de flat com Paco, lo Baixet, y díe, eixa gallinassa, Régula, fica mes cuidado, es mol desagradable esta pudina, o algo per l´estil, pero de bones maneres, sense faltá, y ella la Régula, avergoñida, amagáe les mans daball del mandil o devantal y, sí, Siñora, a maná, pera naixó estem, y la Siñora recorríe lentamen lo jardinet, los racóns de la corralada en mirada inquisitiva y, al acabá, pujáe a la Casa Gran, y anabe cridán a tots a la Sala del Espill, un per un, escomensán per don Pedro, lo Périt, y acaban per Ceferino, lo Gorriné, tots, y a cadaú li preguntabe per la seua faena y per la familia y per los seus problemes y, al despedís los sonreíe en una sonrissa groga, distán, y los entregabe en ma una relluenta moneda de deu duros, tin, pera que selebréu a casa la meua visita, menos a don Pedro, lo Périt, naturalmen, que don Pedro, lo Périt, ere com de la familia, y ells eixíen mes conténs que unes pascues, la Siñora es bona pera los pobres, díen contemplán la moneda a la palma de la ma, y, al tardet, ajuntaben los cresols a la corralada y rostíen un cabridet y lo regaben en vi y en seguida cundíe la exitassió, y lo entusiasmo y que ¡viva la Siñora Marquesa! y ¡que vixque per mols añs! y, com es de rigor, tots acababen una mica templats, pero conténs y la Siñora, desde la finestra iluminada de la seua habitassió, a contrallum, eixecabe los dos brassos, los donáe les bones nits y a dormí, y aixó ere aixina desde sempre, pero, a la seua radera visita, la Siñora, al apeás del automóvil acompañada per la siñoreta Miriam, se va topetá en lo Azarías jun a la fon y va arronsá les selles y va tirá lo cap cap a atrás, a tú no te conec, ¿de quí eres tú?, va preguntá, y la Régula, que estabe al quite, mon germá es, Siñora, acobardada, a vore, y la Siñora, ¿de aón lo has tret? va descals, y la Régula, estáe per la Jara, ya veu sixanta un añs y lo han despedit, y la Siñora, edat ya té pera dixá de treballá, ¿no estaríe milló a un sentro benéfic? y la Régula va humillá lo cap pero va di en resolusió, ae, mentres yo vixca, un fill de ma mare no se morirá a un assilo, y, en éstes, va tersiá la siñoreta Miriam, después de tot, mama, ¿quín mal fa aquí? al cortijo ña puesto pera tots, y lo Azarías, los pantalóns apedassats caén, se va mirá atentamen les ungles de la seua ma dreta, va sonriure a la siñoreta Miriam y a lo no res, y va mastegá dos vegades en les genives abáns de parlá y, li abono los geranios tots los matíns, va di brumosamen, justificánse, y la Siñora, aixó está be, y lo Azarías que, pas a pas, se anabe creixén, y al tardet ixco a la serra a corre lo caro pera que no se embutixgue al Cortijo, y la Siñora va arronsá lo fron, alt y despejat, en un suprem esfors de consentrassió, y se va incliná cap a la Régula, ¿corre lo caro? ¿pots dim de qué está parlán ton germá? y la Régula, arrupideta, ae, les seues coses, lo Azarías no es roín, Siñora, sol una miqueta inossén, pero lo Azarías continuabe, y ara estic crián una milana, va sonriure, babeján, y la siñoreta Miriam, yo crec que fa bastantes coses, mama, ¿no te pareix? y la Siñora no li traíe los ulls de damún, pero lo Azarías, de repén, en un impuls amistós, va agarrá a la siñoreta Miriam de la ma, va amostrá les genives desdentegades en un gesto de reconeiximén y va murmurá, vingue a vore la milana, siñoreta, y la siñoreta Miriam, arrastrada per la forsa hercúlea del home, lo seguíe entropessán, y va girá un momén lo cap pera di, vach a vore la milana, mama, no me esperos, pujo en seguida, y lo Azarías la va portá per daball del oró y, una vegada allí, se va pará, va sonriure, va alsá lo cap y va cridá firme pero dolsamen, ¡quiá! y, de improvís, dabán dels ulls atónits de la siñoreta Miriam, un muixó negre y blanet se va despenjá desde les rames mes altes y se va posá suaumen al muscle del Azarías, que va torná a agarrála de la ma y la va portá al pedrís de la finestra, y detrás de la maceta, va agarrá una pella del pot de prenso y lay va oferí al muixó y la muixoneta engullíe les pelles, una detrás del atra, y may pareixíe fartás y, mentrestán minjáe, lo Azarías ablaníe la veu, li rascabe entre los ulls y repetíe, milana bonica, milana bonica, y lo muixó, ¡quiá, quiá, quiá! demanáe mes y la siñoreta Miriam, resselosa, ¡quína gana que té! y lo Azarías embutíe una y atra vegada los grumos al seu garganchó y espentáe después en la yema del dit y cuan estáe mes entretengut en lo muixó se va sentí lo esgarrifán berrit de la chiqueta Menuda, dins de casa, y la siñoreta Miriam impressionada, y aixó, ¿qué es? va preguntá, y lo Azarías, nerviós, la chiqueta Menuda es, y va dixá lo potet damún del pedrís y lo va torná a pendre y lo va torná a dixá y anabe de un costat a un atre, desassossegat, la gralleta damún del muscle, movén amún y aball les barres, rossegán, yo no puc atendre totes les coses al mateix tems, pero, al cap de pocs segóns, va torná a soná lo bram de la chiqueta Menuda y la siñoreta Míriam, esgarrifada, ¿es sert que es una chiqueta la que fa aixó? y ell, Azarías, cada vegada mes exitat, en la gralleta mirán inquieta al voltán, se va girá cap an ella, la va torná a agarrá de la ma y vingue, va di, y van entrá juns a la casa y la siñoreta Miriam, avansabe desconfiada, com atemorida per un negre presentimén, y al descubrí a la chiqueta a la penumbra, en les seues cametes de filferro y lo gran cap desplomat damún del cuixí, va sentí que se li ablaníen los ulls y se va portá les dos mans a la boca, ¡Deu meu! va exclamá, y lo Azarías la mirabe, sonriénli en les seues genives rosades, pero la siñoreta Miriam no podíe apartá los ulls del caixonet, que pareixíe que se haguere convertit en una estatua de sal la siñoreta Miriam, tan rígida estabe, tan blanca, y espantada, ¡Deu meu! va repetí, movén rápidamen lo cap de un costat al atre com pera esbarrá un mal pensamén, pero lo Azarías, ya habíe agarrat entre los seus brassos a la criatura y, dién paraules ininteligibles, se va assentá al taburet, va aguantá lo cabet de la chiqueta a la seua axila y agarrán la gralleta en la ma esquerra y lo dit índice de la chiqueta Menuda en la dreta, lo va aná aproximán lentamen a la entressella del animal, y una vegada que la va rosá, va apartá lo dit de repén, va riure, va apretá a la chiqueta contra lo pit y va di suaumen, en la seua veu assentuadamen nassal, ¿a que es bonica la milana, chiqueta?

miércoles, 6 de enero de 2021

Lo Camí, X.

X.

La amistat del Moñigo forsabe, a vegades, a Daniel, lo Mussol, a extremá la seua ossadía y a ficá a proba lo seu valor. Lo roín ere que lo Moñigo pensabe que lo valor de un home pot cambiá de la nit a la matinada, com lo ploure o les ventolines. Avui se podíe sé un valén y demá un bragasses cagades, o a la inversa. Tot depeníe de que un se avinguere o no a fé les mateixes proeses que Roc, lo Moñigo, fée cada día.

- Gallineta lo que no faigue aixó - los conminabe una y atra vegada.

Y Daniel, lo Mussol, y Germán, lo Tiñós, se veíen forsats a crusá lo pon per la acitara, passamáns de quinse sentímetros de ample - o a dixás arrastrá y afoná per la violensia del Chorro, pera aná a reapareixe, espentats per la corrén de fondo, a la Badina del Inglés, o a crusás, a dins del túnel, en lo tranvía interprovinsial. Assobín, Daniel, lo Mussol, que, per un atra part, no habíe de esforsás massa pera imitá les proeses del Moñigo, se despertabe a mija nit sobressaltat, entresuát, agarránse als llansols del llit. Respirabe fondo. No estabe afonat, com ensomiabe, daball del Chorro, ni lo espentolaben fen volteres los ferros del tren, ni se habíe despeñat de la acitara y volabe a estossolás contra los bolos del riu. Se trobabe be, cómodamen instalat al seu llit de fiarro, y, de momén, no teníe que tindre cap temó. Desde este pun de vista, portaben una pas inussitada los díes plovinosos, que a la vall eren frecuéns, encara que segóns los disconformes tot anabe potes amún desde fée uns añs y hasta les pastures se perdíen ara - lo que no habíe passat may - per falta de aigua. Daniel, lo Mussol, ignorabe cuán plovíe allacuanta a la vall; lo que sí assegurabe es que ara plovíe mol; ficats a pressisá, tres díes de cada sing, lo que no estabe mal. Si plovíe, la vall transformabe ostensiblemen la seua fissonomía. Les montañes assumíen uns colós sombríos y opacos, entre la broma, mentres los prats restallaben en una relluén y verda y casi dolorosa estridensia. Los bufits dels trens se sentíen desde mes lluñ y les montañes se passaben la pilota dels seus chulits hasta que estos desapareixíen, desfénse en ecos cada vegada mes lluñáns, pera acabá en una ressonansia tenue y casi imperseptible.
A vegades, los núgols se agarraben a les montañes y les crestes de estes emergíen com islots solitaris a un revolt y caótic océano gris. Al estiu, les tronades no assertaben a escapás del cerco dels montes y, alguna vegada, no parabe de troná en tres díes seguits o consecutius. Pero lo poble ya estabe preparat pera nestes coses. En les primeres gotes eixíen a relluí les almadreñes, los socs, y lo seu "cluac-cluac", rítmic y monótono, se escoltabe a tota hora per tota la vall, mentres persistíe lo temporal. A juissi de Daniel, lo Mussol, ere an estos díes, o durán les grans nevades de Nadal, cuan la vall trobabe la seua adecuada fissonomía. Ere, la seua, una valleta de pressipitassións, humida y trista, melancólica, y la seua languidés y apatía característiques desapareixíen en lo sol y en los horizontes dilatats y blaus. Pera los tres amics, los díes de tronada teníen un enchís pressís y peculiá. Ere lo momén de los proyectes, dels records y de les recapassitassións. No creaben, rumiaben; no acsionaben, assimilaben. La charrada, a mija veu, a la pallissa del Mussol, teníe la virtut de evocá los dolsos díes de hivern, al raconet del foc, cuan son pare li contabe la historia del profeta Daniel o sa mare sen enríe perque ell pensabe que les vaques lecheres teníen que portá cantes. Assentats al fenás, divisán la carretera y la vía férrea per la finestreta frontal, Roc, lo Moñigo, Daniel, lo Mussol, y Germán, lo Tiñós, filaben los seus proyectes. Va sé un de estos díes y a la pallissa de casa seua, cuan Daniel, lo Mussol, va adquirí una idea concreta de la forseguera de Roc, lo Moñigo, y de lo torturadó que li ressultabe a un home no tindre al cos cap sicatrís. Va passá una tarde de estiu, mentres los gotellots atabalaben a la teulada de pizarra de la formachería y la vall se difuminabe daball de un sel pesat, monótono y gris. Pero lo Moñigo no se conformabe en que la evidensia de la seua musculatura li entrare per los ulls:

- Mira; toca, toca - va di.

Y va flexioná lo bras, que se va transformá en un manoll informe de músculs y tendóns retortigats. Lo Mussol va adelantá tímidamen la yema de un dit y va tocá.

- Du, ¿verdat?

- Ya u crec.

- Pos mira aquí.

Se va eixecá lo pantalonet de pana hasta la cuixa y va tensá la cama, que va adquirí la rigidés de un garrot: - Mira; toca, toca.

Y lo dit del Mussol, seguit a curta distansia de lo del Tiñós, va tentá aquell portentós joc de músculs.

- Mes du que lo bras, ¿no?

- Mes du.

Después se va destapá lo pitral y los va fé tocá tamé y contaben hasta dosséns sense que lo Moñigo desunflare lo pit y tinguere que fé una nova inspirassió. Después, lo Moñigo los va exigí que probaren ells. Lo Tiñós sol va aguantá hasta coranta sense agarrá aire, y lo Mussol, después de un extrem esfors que lo va dixá blau, va conseguí la cuenta de setanta. A continuassió, lo Moñigo se va tombá de pancha per aball y en les palmes de les mans apoyades an terra va aná eixecán lo cos una y atra vegada.
Al arribá a la flexió sixanta u va dixá y los va di:

- No hay tingut may la passiensia de vore les que aguanto. Abansahí ne vach fé tressentes vintyvuit y no ne vach voldre fé mes perque me va entrá son.

Lo Mussol y lo Tiñós lo van mirá abrumats. Aquell alarde superabe tot lo que ells hagueren pogut imaginá respecte a les facultats físiques del seu amic.

- A vore tú cuántes ne fas, Mussol - li va di de repén a Daniel.

- Si no ne sé... No mi hay probat may.

- Proba ara.

- Lo cas es... lo Mussol va acabá tombánse intentán fé la primera flexió. Pero los seus brassets no estaben acostumats al ejercicio y tot lo seu cos tremolabe per lo insólit esfors muscular. Va eixecá primé lo cul y después la esquena.

- Una - va cantá, entussiasmat, y se va desplomá, pesadamen, damún del pavimén.

Lo Moñigo va di:

- No; no se fa aixina. Eixecán lo cul primé no té mérit; aixina men fach yo un milló.

Daniel, lo Mussol, va dessistí de la proba. Lo fet de habé defraudat al seu amic después de aquell esfors lo va dixá mol abatut. Detrás del frustrat intento de flexió del Mussol se va fé un silensio a la pallissa. Lo Moñigo tornabe a flexioná lo bras y los músculs ballaben an ell, flexibles y releváns. Mirán lo seu bras, se li va ocurrí al Mussol de di:

- Tú podrás en algúns homens, ¿verdat, Moñigo?

Encara Roc no habíe acalentat al músic a la romería. Lo Moñigo va sonriure en sufissiensia. Después va aclarí: - Claro que puc en mols homens. Ñan mols homens que no tenen res du al cos, mes que los ossos y la pellissa.
Al Tiñós se li arredoníen los ulls de admirassió. Lo Mussol se va tombá contra lo mun de fenás, sentín al seu costat la consoladora protecsió de Roc. Aquella amistat ere una sólida garantía per mes que sa mare, la Pesteta gran y les Llebres se empeñaren en considerá la compañía de Roc, lo Moñigo, com un mal nessessari.

Pero la tertulia de aquella tarde va acabá aon acababen sempre aquelles tertulies de la pallissa de la formachería los díes que plovíe: en una competensia.
Roc se va arremangá lo camal esquerro y va mostrá un rogle de pell arrugada y fluixa:

- Miréu quína forma té avui la sicatrís; pareix una conilla.

Lo Mussol y lo Tiñós se van incliná sobre la cama del amic y van assentí:

- Es sert; pareix una conilla.

A Daniel, lo Mussol, li entristíe lo rumbo que agarrabe la conversa. Sabíe que aquells prolegómenos degeneraríen en una controversia sobre sicatrius. Y lo que mes abochornabe a Daniel, lo Mussol, als vuit añs, ere no tindre al cos ni una sola sicatrís que pugué parangoná en les de los seus amics. Ell haguere donat deu añs de vida per tindre a la carn una bona sicatrís. La carensia de ella li fée pensá que ere menos home que los seus compañs que teníen varies sicatrius al cos. Esta sospecha li imbuíe un borrascós sentimén de inferioridat que lo ficáe nerviós. En realidat, no ere seua la culpa de tindre milló encarnadura que lo Moñigo y lo Tiñós y de que les frecuéns ferides se li tancaren sense dixá rastre, pero lo Mussol no u enteníe aixina, y pera nell suposabe una desgrassia tindre la pell tota llisa, sense cap arruga. Un home sense sicatrius ere, segóns ell, com una chiqueta bona y obedienta. Ell no volíe una sicatrís de guerra: se conformabe en una sicatrís de acsidén o de lo que fore, pero una sicatrís.

La historia de la sicatrís de Roc, lo Moñigo, se la sabíen de memoria. Habíe passat sing añs atrás, durán la guerra. Daniel, lo Mussol, apenes sen enrecordabe de la guiarra.
Sol teníe una vaga idea de habé sentit sumbá los avións per damún del seu cap y del estampit sec, enrunadó, de les bombes al petá als prats. Cuan la aviassió sobrevolabe la vall, lo poble sansé corríe a refugiás al bosc: les mares agarrades als seus fills y los pares esbatussán al bestiá tossut hasta obríls la carn.

En aquells díes, la Sara fugíe al bosc portán de la ma a Roc, lo Moñigo. Pero este tampoc teníe temó dels avións, ni de les bombes. Corríe perque veíe corre a tots y perque se divertíe passán lo tems tontamen, tots reunits al bosc, acampats allí, en lo bestiá y lo que teníen a ma, com una cuadrilla de gitanos. Roc, lo Moñigo, teníe entonses sis añs. 

Al prinsipi, les campanes de la iglesia avisaben del cesse del perill en tres tocs graves y dos aguts. Mes tart, se van emportá les campanes pera fóndreles, y al poble van está sense campanes hasta que acabada la guerra, ne va regalá una nova don Antonino, lo marqués. Va ñabé eixe día una festa a la vall, com un homenaje del poble al donán.
Van parlá lo siñó retó y lo alcalde, que entonses u ere Antonio, lo Buche. Al final, don Antonino, lo marqués, los va doná les grassies a tots y li tremolabe la veu al féu. Total res, que don José y lo alcalde van empleá mija hora cadaú pera doná les grassies a don Antonino, lo marqués, per la campana, y don Antonino, lo marqués, va parlá un atra mija hora llarga, sol pera torná les grassies que acababen de donáli. Va resultá tot massa cordial y discret.

Pero la ferida de Roc, lo Moñigo, ere de una esquirla de metralla. Lay va fé una bomba al estallá a un prat cuan, un matí de estiu, fugíe pressipitadamen al bosc en la Sara. 

Los mes listos del poble díen que lo percanse va sé per una bomba perduda, que va sé aviada per lo avión pera "traure pes". Pero Roc, lo Moñigo, se resselabe que lo pes que habíe tratat de traure lo avión ere lo seu propi. De totes maneres, Roc, lo Moñigo, li agraíe al aviadó aquell medallón de carn retortigada que li habíe dixat a la cuixa.

Continuaben los tres mirán la sicatrís que pareixíe, per la forma, una cachapeta. Roc, lo Moñigo, se va incliná, y la va llepá en la punta de la llengua. Después de paladejá, va afirmá: - Encara té gust salat. Diu Lucas, lo Mutilat, que es per lo ferro. Les sicatrius de ferro tenen lo gust salat. Lo seu muñó tamé té gust salat y lo de Quino, lo Manco, tamé. Después, en los añs, sen va eixe gust.
Daniel, lo Mussol, y Germán, lo Tiñós, lo escoltaben escéptics. Roc, lo Moñigo, va resselá de la seua incredulidat. Va arrimá la cama an ells y los va invitá:

- Tastéu, voréu com no tos engaño.

Lo Mussol y lo Tiñós van intercambiá unes mirades de duda. Al remat, lo Mussol se va incliná y va rosá la sicatrís en la punta de la llengua.

- Sí, té gust salat - va confirmá.

Lo Tiñós va llepá después y va assentí en lo cap. Después va di:

- Sí, es sert que té gust salat, pero no es per lo ferro, es per la suó. Probéu la meua orella, voréu com tamé está salada.

Daniel, lo Mussol, interessat en lo assunto, se va aproximá al Tiñós y li va llepá lo lóbulo partit de la orella.

- Es verdat - va di -. Tamé la orella del Tiñós está salada.

- ¿A vore? - va di dudán lo Moñigo.

Y dessichós de sanjá lo pleite, va chupá en avidés lo lóbulo del Tiñós en lo mateix gust com si mamare. Al acabá, la seua cara va expresá un profún desencán.

- Es sert que té gust salat tamé - va di -. Aixó es que te vas ferí en lo filferro y no en una puncha de romiguera com te creus.

- No - va saltá lo Tiñós, enfadat -; me vach esgarrá la orella en la puncha de una gabarrera. Ne estic ben segú.

- Aixó te penses tú.

Germán, lo Tiñós, no se donabe per vensut. Va acachá lo cap a la altura de la boca dels seus compañs.

- ¿Y les meues calves, entonses? - va di en terca insistensia -. Tamé tenen gust de sal. Y les meues calves no me les vach fé en cap ferro. Me les va apegá un muixó.

Lo Moñigo y lo Mussol se van mirá extrañats, pero, un detrás del atre, se van belcá sobre lo cap moreno de Germán, lo Tiñós, y van llepá una calva cada un.
Daniel, lo Mussol, va reconeixe en seguida:

- Sí, tenen gust salat.

Roc, lo Moñigo, no va doná lo seu bras a torse:

- Pero assó no es una sicatrís. Les calves no són sicatrius. Ahí no vas tindre cap ferida may. No té res que vore que tinguen gust salat.

Y la finestra anabe escurínse y la vall se tornabe massilenta y trista, y ells seguíen discutín sense acatássen que se fée de nit y que damún de lo tellat de pizarra repiquetejaben encara los gotellots y que lo tranvía interprovinsial pujabe ya afanosamen vía amún, soltán, de cuan en cuan, blangs y espumosos borbotóns de fum, y Daniel, lo Mussol, se entristíe pensán que ell nessessitabe una sicatrís y no la teníe, y si la tinguere, potsé podríe aclarí la cuestió sobre si les sicatrius teníen lo gust salat per la suó, com afirmabe lo Tiñós, o per causa del ferro, com díen lo Moñigo y Lucas, lo Mutilat.

lunes, 17 de septiembre de 2018

PRIMERA JORNADA. NOVELA PRIMERA

Lo siñó Cepparello engañe a un san flare en una falsa confessió y mor después, y habén sigut un home mol roín en vida, es reputat per san y de nom San Ciapelletto.

Convé, mol volgudes Siñores, que tot lo que lo home fa u escomenso en nom de aquell que va sé de tots creadó; per lo que, tenín yo que doná escomensamén al nostre novelá, enteng escomensá en un dels seus maravillosos fets per a que, sentínlo, la nostra esperansa en ell com en cosa inmutable se afirmo, y sempre sigue per natros alabat lo seu nom. Manifesta cosa es que, com les coses temporals són totes transitóries y mortals, están plenes de doló, de angustia y de molestia; los que vivím mesclats en elles y som part de elles, no les podém ressistí ni féls frente, si la espessial grássia de Déu no mos preste forsa y prudénsia, que no es de creure que baixo per cap mérit nostre, mes que moguda per la seua propia benignidat y per les plegáries de aquells que, com u som natros, van sé mortals y, habén seguit be los seus gustos mentres van tindre vida, ara se han transformat en eternos y benaventurats. Natros mateixos, ben informats per la experiénsia de la nostra fragilidat, y potsé no atrevínmos a mostrá les nostres plegáries a la vista de tan gran juez, roguém per les coses que creém oportunes. Y ell, ple de piadosa liberalidat cap a natros, siñalém que, no podén la agudesa de los ulls mortals traspassá de cap modo lo secreto de la divina men, a vegades passe que, engañats per la opinió, fem procuratresdabán sa majestat a gen que ha sigut aviáda per Ella al etern exili. Aquell a qui cap cosa se li pot amagá, com si fore benaventurat dabán dels seus ulls, no pot dixá de escoltá a qui li rogue. Lo que apareixerá a la novela que contaré, no es lo juissi de Déu mes que lo dels homes.

Se diu, pos, que habénse convertit Musciatto Franzesi de riquíssim y gran mercadé a Fransa en caballé, y tenín que vindre a Toscana en micer Carlos Senseterra, germá del rey de Fransa, que va sé cridat per lo papa Bonifacio, donánse cuenta de que los seus negossis estaben, com moltes vegades u están los de los mercadés, mol enredats aquí y allá, y que no se podíen fássilmen ni de repén desenredá (desintrincá), va pensá transferíls a varies persones, y per a tots va trobá cóm; li va quedá la duda de a quí dixá per a rescatá los crédits fets a uns cuans borgoñóns. Y la raó de la duda ere sabé que los borgoñóns són pleitejáns y de roína condissió y desleals, y an ell no li veníe al cap quí podríe ñabé tan malvat per a fé frente a la seua perversidat. Y después de pensá mol tems en este assunto, li va vindre a la memória lo siñó Cepparello de Prato, que moltes vegades se hospedabe a la seua casa de París, baixet pero mol pincho y arreglat, no sabén los fransesos qué volíe di Cepparello, y creén que volíe di capelo, es di, guirnalda, com al seu romance, perque ere minut com diém, no Chapelo, sino Ciappelletto lo cridaben: y com Ciappelletto ere conegut a tot arreu, mol pocs com Cepparello lo coneixíen. Ere este Ciappelletto notari, y sentíe grandíssima vergoña si algún de los seus instruméns (encara que ne eren pocs) no fore fals; de los que ne haguere fet tans com li hagueren demanat gratuitamen, y en milló gana que algún de un atra classe mol ben pagat. Declarabe en fals mol a gust, tan si se li demanabe com si no; y donánse en aquells tems a Fransa grandíssima fe als juraméns, no preocupánse per jurá en fals, guañabe malvadamen tantes causses, encara que li demanaren que jurare di la verdat per la seua fe. Teníe un atra classe de plaés (y mol se empeñabe en alló) en provocá entre amics y paréns y consevol atre, mals y enemistats y escándols, de los que contra mes mals veíe que seguíen, mes alegría sentíe. Si sel invitabe an algún assessinato o a consevol atre acto criminal, sense negás may, de bona gana hi anabe y moltes vegades se va trobá a gust ferín y matán homes en les propies mans. Gran blasfemadó ere contra Déu y los sans, y per consevol atra coseta, perque ere rabiós com cap atre. A la iglesia no hi anabe may, y mol menos a missa, y a tots los sacraméns com a cosa vil ofeníe en palabrotes y cagánse en ells; y per lo contrari les tabernes y los atres puestos deshonestos visitabe de bona gana y los frecuentabe. A les dones ere tan afissionat com u són los gossos a la gayata, mes que cap atre home flaco se encantae. Hauríe furtat y robat en la mateixa consiénsia en la que resaríe un san. Mol golut y gran bebedó, hasta arribá als repugnáns vómits, tamé ere un solemne jugadó en dados trucats.
Pero ¿per qué me allargo en tantes paraules? Ere lo pijó home, potsé, que may haigue naixcut. Y la seua maldat mol tems la va mantindre lo poder y la autoridat de micer Musciatto, per qui va sé protegit moltes vegades, no sol de les persones privades a qui assobín injuriabe, sino tamé de la justíssia.
Vingut, pos, este siñó Cepparello a la memória de micer Musciatto, que coneixíe mol be la seua vida, va pensá que éste ere lo que nessessitabe contra la maldat de los borgoñóns; per lo que, cridánlo, li va di aixina:
- Siñó Ciappelletto, com sap, estic per retirám del tot de aquí y, tenín entre atres coses que enténdrem en los borgoñóns, homes engañadós, no sé a quí podría dixá mes apropiat que vosté per a rescatá de ells los meus bens; y per naixó, com vosté ara mateix no está fen res, si vol ocupás de aixó li conseguiré lo favor de la corte y li donaré aquella part del que rescato que sigue convenién.
Lo siñó Cepparello, que se veíe desocupat y mal provit de bens y veíe que sen anabe qui lo seu sostén y auxilio habíe sigut durán mol tems, sense pensássu gens y com espentat per la nessessidat se va dessidí, y va di que volíe féu de bona gana. Per lo que, ficats de acuerdo, ressibits per lo siñó Ciappelletto los podérs y les cartes credensials del rey, sen va aná cap a la Borgoña aon casi dingú lo coneixíe: y allí, de modo extrañ a la seua naturalesa, de bones y en tranquilidat va escomensá a rescatá y fé alló a lo que habíe anat, com si se reservare la ira per al final. Y fénu aixina, hospedánse a casa de dos germáns florentíns prestamistes que féen préstamos en ussura y per amor a micer Musciatto lo honraben mol, va passá que se va ficá dolén, en lo que los dos germáns van fé vindre meches y criats per a que lo servigueren en consevol cosa nessessária per a recuperá la salut.
Pero tota ajuda ere en vano perque lo bon home, que ere ya agüelet y habíe viscut desordenadamen, segóns díen los dotós anabe cada día de mal a pijó com qui té un mal roín; los dos germáns mol se dolíen y un día, mol prop de la alcoba a la que lo siñó Ciappelletto estae patín, van escomensá a enraoná entre ells.
- ¿Qué farém en este? - li diebe la un al atre- . Estém per culpa seua en una situassió péssima perque fótrel fora de la casa nostra tan dolén mos portaríe gran deshonra, y siríe un signo manifest de poc juissi. Voríe la gen que primé lo habíem ressibit y después fet serví y ara medicá, sense que haygue fet res que puguere oféndremos, fótrel fora de casa nostra tan de repén, y dolén de mort. Per un atra part, ha sigut un home tan calavera que no voldrá confesás ni ressibí cap sacramén de la iglesia y, com morirá sense confessió, a cap iglesia voldrán ressibí lo seu cos y sirá aviát a les fósses com un gos. Y si per lo contrari se confesse, los seus pecats són tans y tan horribles que no ne ñaurá de pareguts y cap flare o móssen voldrá ni podrá absóldrel; per lo que, sense perdó de Déu, sirá tamé aviát a les fósses com un goz. Y si aixó passe, lo poble de esta terra, tan per lo nostre ofissi, que los pareix poc bo perque tot lo tems passen maldiénlo, com per lo dessich que té de robámos, veénu, se amotinará y cridará: «Estos gossos lombardos als que la iglesia no vol ressibí no se poden aguantá mes», y correrán en busca de les nostres arques y potsé no sol mos róbon los dinés sino que igual mos trauen la vida; per lo que de tota manera estém fututs si éste se mor.
Lo siñó Ciappelletto, que, estabe prop de aon éstos parláben, com teníe encara bon oít, com la mayoría de les vegades los passe als doléns, va sentí lo que estaben dién y los va fé cridá y los va di:
- No vull que tingáu temó per mí ni tinguéu po de ressibí per la meua caussa algún mal; hay sentit lo que hau estat parlán de mí y estic convensut de que passaríe com diéu si aixina com pensáu anáren les coses; pero anirán de un atra manera. Hay fet, vivín, tantes injúries al Siñó Déu que per féni una mes a la hora de la mort poc se portará. Y per naixó, procuréu fé vindre un flare tan san com lo trobéu y dixéume fé, que yo arreglaré los vostres assuntos y los meus de tal manera que resulton be y estigáu conténs.
Los dos germáns, encara que no teníen massa esperanses, no van dixá de aná a un convén de flares y van demaná que algún home san y sabio escoltare la confessió de un lombardo que estabe dolén a casa seua; y los va sé donat un flare agüelo de santa y bona vida, y gran mestre de la escritura y home mol venerable, a qui tots los siudadáns teníen en grandíssima y espessial devosió y estima, y lo van portá en ells. Lo flare, arribat a la cámara aon lo siñó Ciappelletto estabe, y assentánse a la seua vora, va escomensá primé a confortál y li va preguntá después que cuán tems fée que no se habíe confessat. A lo que lo siñó Ciappelletto, que may se habíe confessat, va contestá:
- Pare meu, la meua costum es de confessám totes les semanes al menos una vegada; y bastantes vegades me confesso mes assubín; y la verdat es que, desde que m´hay ficat dolén, que són ya casi vuit díes, no me hay confessat, tan es lo malestá que en la enfermedat hay tingut.
Va di entonses lo flare:

- Fill meu, be has fet, y aixina tens que fé de ara en abán; y vech que si tan assubín te confésses, poca faena tindré de escoltát y preguntát.
Va di lo siñó Ciappelletto:

- Siñó retó, no diguéu aixó; yo no me hay confessat may tantes vegades ni en tanta frecuénsia que no vullguera fé sempre confessió general de tots los pecats que puguera recordá desde lo día en que vach náixe hasta lo que me hayga confessat; y per naixó tos rogo, bon pare, que me preguntéu de totes les coses com si may me haguéreu confessat, y no tinguéu compassió perque estiga dolén, que mes vull disgustá an estes carns meues que, excusánles, fé cap cosa que puguere resultá en la perdissió de la meua alma, que lo meu Salvadó va rescatá en la seua pressiosa sang.
Estes paraules van agradá mol al flare y li van pareixe siñal de una men ben amoblada; y después que lo siñó Ciappelletto habíe alabat mol esta práctica, va escomensá a preguntáli si habíe pecat alguna vegada de lujuria en alguna dona. A lo que lo siñó Ciappelletto va contestá suspirán:
- Pare, me fa vergoña di la verdat tenín temó de pecá de vanagloria.
A lo que lo san flare va di:

- Dísla en tranquilidat, que per di la verdat ni a la confessió ni a cap atre cas may se ha pecat.
Va di entonses lo siñó Ciappelletto:

- Ya que u voléu aixina, tos u diré: soc tan virgen com vach eixí del cos de la meua mare.

- ¡Oh, que Déu te beneíxque! - va di lo flare- , ¡qué be has fet! Y al féu has tingut tan mérit perque, si hagueres vullgut, teníes mes libertat de fé lo contrari que tením natros y tots los atres que están tancats detrás de alguna regla y reixa.

Y después li va preguntá si habíe desagradat a Déu en lo pecat de la gula. A lo que, suspirán mol, lo siñó Ciappelletto va contestá que sí y moltes vegades; perque, ademés del dijú de la cuaresma que les persones devotes fan durán lo añ, totes les semanes teníe la costum de minjá només pá y beure aigua al menos tres díes, y se habíe begut l'aigua en tan gust (espessialmen cuan no habíe pogut resá o aná en peregrinassió) com los grans bebedós se béuen lo vi. Y moltes vegades habíe dessichat minjás l´ensiám de herbetes que fan les dones cuan van al campo, y algunes vegades li habíe paregut milló minjá que fé dijú. A lo que lo flare va di:
- Fill meu, estos pecats són naturals y són leves, y per naixó no vull que te carrégos la consiénsia mes del nessessari. A tots los homes los passe que los pareix bo minjá después de fé dijú durán un tems, y, después de cansás, beure.

- ¡Oh! - va di lo siñó Ciappelletto- , pare meu, no me diguéu aixó per a reconfortám; be sabéu que yo sé que les coses que se fan en servissi de Déu tenen que fes llimpiamen y sense cap taca al ánimo: y qui u fa de un atra manera, péque.

Lo flare, contentíssim, va di:

- Y yo estic contén de que aixina u entengues, y mol m´agrade la teua pura y bona consiénsia. Pero dísme, ¿has pecat de avaríssia dessichán mes del convenién y volén tindre mes de lo que s´ha de tindre?
A lo que lo siñó Ciappelletto va di:
- Pare meu, no voldría que sospecháreu de mí perque estic a casa de estos ussureros: yo no pinto res aquí, sol había vingut en la intensió de amonestáls y empéndrels y arrancáls de este abominable ofissi; y crec que u hauría pogut fé si Déu no me haguere visitat de esta manera. Pero hau de sabé que mon pare me va dixá ric, y de los seus bens, cuan ell va morí, ne vach doná una gran part a Déu; y después, per a sustentá la meua vida y podé ajudá als pobres de Cristo, hay fet los meus negossiets y hay dessichat tindre ganánsies de ells, y sempre en los pobres de Déu lo que hay guañat u hay partit a miges, dedicán la meua mitat a les meues nessessidats, y donánlos an ells l’atra mitat; y en aixó me ha ajudat tan be lo meu Creadó que sempre de be a milló han anat los meus negossis.
- Has fet be - va di lo flare- , pero ¿en cuánta frecuénsia te has dixat portá per la ira?

- ¡Oh! - va di lo siñó Ciappelletto- , aixó tos dic que moltes vegades u hay fet. ¿Y quí podríe aguantás veén tot lo día als homes fen coses brutes y asqueroses, no observá los mandamientos de Déu, y no tindre temó al seu juissi? Han sigut moltes vegades al día los que hay vullgut está milló mort que viu al vore als joves aná detrás de les vanidats y sentínlos jurá y perjurá, aná a les tasques o tabernes, no visitá les iglesies y seguí mes les víes del món que les de Déu.
Va di entonses lo flare:
- Fill meu, esta es una ira bona y yo per lo que a mí respecte no sabría imposat per nella cap peniténsia. Pero ¿auncás no te haurá pogut portá la ira a cométre algún homissidi o a insultá an algú o a fé algún atre despressio?
A lo que lo siñó Ciappelletto va contestá:

- ¡Ay, siñó!, vos que me pareixéu home de Déu, ¿cóm diéu estes paraules? Si yo haguera pogut tindre encara que fore un pensamén de fé alguna de estes coses, ¿creéu que Déu me hauríe aguantat tan? Aixó són coses que fan los assessinos y los criminals, de los que, sempre que n´hay vist an algún, hay dit sempre: «Ves en Déu a que te convertixgue».

Entonses va di lo flare:
- Ara dísme, fill meu, que beneít sigues per Déu, ¿alguna vegada has dit fals testimoni contra algú, o dit mal de algú o agarrát an algú coses sense consentimén del seu amo?

- Sí, siñó - va contestá lo siñó Ciappelletto - hay dit mal de atres, perque vach tindre un veí tan cafre que en la rabia mes gran del món no fée mes que apalissá a la seua dona tan que una vegada vach parlá mal de ell als paréns de la dona. Tanta pena vach sentí per aquella pobreta, a la que ell, cada vegada que habíe trascolat massa, la assuriacabe com només Déu u sap.
Va di entonses lo flare:
- Ara be, tú me has dit que has sigut negossián: ¿Has engañat alguna vegada an algú com fan tots los mercadés?

- Per la meua fe - va di lo siñó Ciappelletto- , siñó, sí, pero no sé quí eren: habénme donat uns dinés que me debíen per roba que los había venut, yo los vach ficá a un cofre sense contáls, y vach vore después de un mes que eren cuatre reals mes del que tocabe, per lo que, no habénlos tornat a vore y habénlos conservat un añ per a tornálsi, los vach doná per amor a Déu.
Va di lo flare:

- Aixó va sé poca cosa y vas fé be.
Y después de aixó li va preguntá lo san flare sobre moltes atres coses, a les que va doná resposta de la mateixa manera. Y volén ell prossedí ya a la absolusió, va di lo siñó Ciappelletto:

- Siñó meu, ting encara algún pecat que no tos hay contát.
Lo flare li va preguntá quin, y va di:
- Men enrecordo que vach fé al meu criat, un dissapte después de nona, agraná la casa y no va tindre al san día del domenge la recompensa que debíe.

- ¡Oh! - va di lo flare- , fill meu, aixó es poca cosa.

- No - va di lo siñó Ciappelletto - , que lo domenge mol ña que honrá perque en un día aixina va ressusitá de la mort a la vida nostre Siñó.
Va di entonses lo flare:

- ¿Alguna cosa mes has fet?

- Siñó meu, sí - va contestá lo siñó Ciappelletto- , que yo, no donánmen cuenta, vach escupiñá una vegada a dins de la iglesia de Déu.
Lo flare se va ficá a riure, y va di:
- Fill meu, éissa no es cosa de preocupassió: natros, que som religiosos, tot lo día escupiñém an ella.
Va di entonses lo siñó Ciappelletto:

- Y féu una gran canallada, perque res convé tindre tan limpio com lo san templo, al que se rendíx sacrifissi a Déu.
Y de tals fets ne va di mols, y per a acabá va escomensá a suspirá y a plorá mol, com be u sabíe fé vore cuan volíe. Va di lo san flare:

- Fill meu, ¿qué te passe?
Va contestá lo siñó Ciappelletto:

- ¡Ay, siñó! Que me ha quedat un pecat del que may me hay confessat, tan gran vergoña me done contál, y cada vegada que lo recordo ploro com veéu, y me pareix mol sert que Déu may tindrá misericórdia de mí per neste pecat.
Entonses lo san flare va di:
- ¡Bah, fill! ¿Qué estás dién? Si tots los pecats que han fet tots los homes del món, y que farán tots los homes mentres lo món duro, siguéren tots de un home sol, y éste estiguere arrepentit y apenat com te vech, tanta es la benignidat y la misericórdia de Déu que, confessánse, los hi perdonaríe; aixina que díslo en confiansa.
Va di entonses lo siñó Ciappelletto, encara plorán mol:

- ¡Ay, pare meu! lo meu es un pecat massa gros, y apenes puc creure, si les vostres plegáries no me ajúden, que puga sé per Déu perdonát.
A lo que li va di lo flare:

- Díslo en confiansa, que yo te prometixgo demanáli a Déu per tú.
Pero lo siñó Ciappelletto plorabe y no u diebe y lo flare venga animál a díu. Después de plorá un bon rato y tindre al flare entretengut, va soltá un gran suspiro y va di:
- Pare meu, ya que me prometix rogá a Déu per mí, tos u diré: sabéu que, cuan era minudet, vach despotricá una vegada de ma mare.
Y dit aixó, va torná a plorá encara mes fort. Va di lo flare:

- ¡Ah, fill meu! ¿Y aixó te pareix tan gran pecat? Oh, los homes blasfemám contra Déu tot lo día y si ell perdone de bon grado a qui se arrepentíx de habé blasfemat, ¿no creus que te perdonará aixó? No ploros, consólat, que segú que encara que hagueres sigut un dels que lo van enclavá a la creu, tenín la contricsió que te vech, Ell te perdonaríe.
Va di entonses lo siñó Ciappelletto:

- ¡Ay, pare meu! ¿Qué diéu? La dolsa mare meua que me va portá al seu cos nou mesos día y nit, y me va sostindre en brassos mes de mil vegades. ¡Mol mal vach fé en oféndrela, y es un pecat mol gros; y si no reséu a Déu per mí, este pecat no me sirá perdonát!
Veén lo flare que res li quedabe per di al siñó Ciappelletto, li va doná la absolusió y la seua bendissió tenínlo per home santíssim, perque del tot se creíe lo que lo siñó Ciappelletto li habíe dit: ¿y quí no su haguere cregut veén a un home en perill de mort confessánse? Y después de tot aixó, li va di:

- Siñó Ciappelletto, en la ajuda de Déu estaréu pronte sano; pero si passare que Déu cridare a la vostra beneita alma, ¿tos agradaríe que lo vostre cos fore sepultat al nostre convén?
A lo que lo siñó Ciappelletto va contestá:

- Siñó, sí, no voldría está a datre puesto, ya que vos me hau prometut rogá a Déu per mí, ademés de que yo hay tingut sempre una espessial devosió per la vostra orden; y per naixó tos rogo que, en cuan estiguéu al vostre convén, féu que vingue a mí aquell verdadé cos de Cristo que vos per lo matí consagréu al altá, perque encara que no siga digne, voldría combregá en la vostra llisénsia, y después la santa y radera unsió per a que, ya que hay viscut com a pecadó, al menos móriga com a cristiano.
Lo san home va di que mol li agradabe y ell diebe be, y que faríe que lay portáren enseguida; y aixina va sé.

Los dos germáns, que teníen molta temó de que lo siñó Ciappelletto los engañare, se habíen ficat en la orella apegada a un tabique que separabe la alcoba aon lo siñó Ciappelletto estabe de un atra y, escoltán, fássilmen sentíen y enteníen lo que lo siñó Ciappelletto al flare li diebe; y sentíen algunes vegades tantes ganes de enríuressen, al sentí les coses que li confessabe habé fet, que casi petáen de rissa, y se díen un al atre: ¿quin home es éste, al que ni la vellesa ni la enfermedat ni la temó de la mort que veu tan prop, ni de Déu, de qui lo juissi espere tindre de aquí poc, han pogut apartál de la seua maldat? Pero veén que habíe dit que sí, que ressibiríe la sepultura a la iglesia, de res mes se van preocupá. Lo siñó Ciappelletto va combregá poc después y, empijorán sense reméi, va ressibí la radera unsió; y poc después de la baixada del sol, lo mateix día que habíe fet la seua bona confessió, se va morí. Per lo que los dos germáns van prepará lo cos per a que fore honradamen sepultat y enviál al convén, y van avisá que vinguéren per la nit a velál segóns ere la costum. Lo san flare que lo habíe confessat, al sentí que habíe finát, va aná a buscá al prior del convén, y habén fet tocá a capítul, als flares reunits los va contá que lo siñó Ciappelletto habíe sigut un home san segóns ell u habíe pogut enténdre de la seua confessió; y esperán que per nell Déu mostrare mols milagres, los va convénse de que en grandíssima reverénsia y devosió ressibiguéren aquell cos. En aixó lo prior y los flares, creénsu tot, van está de acuerdo: y per la nit, anán tots allí aon descansabe lo cos del siñó Ciappelletto, li van fé un gran y solemne velatori, y pel matí, vestits tots en albes y capes, en los llibres a la má y les creus dabán, cantán, van aná a per este cos y en grandíssima festa y solemnidat sel van portá a la seua iglesia, seguínlos tota la siudat, homes y dones; y, habénlo ficat a la iglesia, puján al púlpito, lo san flare que lo habíe confessat va escomensá sobre ell y la seua vida, sobre los seus dijús, la seua virginidat, la seua simplissidat y la inossénsia y santidat, a predicá maravilloses coses, entre atres contán lo que lo siñó Ciappelletto teníe com lo seu pecat mes gros, y plorán li habíe confessat, y cóm ell apenes li habíe pogut ficá al cap que Déu lay perdonaríe. Después se va girá a empéndre al poble que lo escoltabe, dién:
- Y vatros, fugíts de Déu, per consevol palla a la que entropesséu, blasfemáu, y tos caguéu en la mare de Déu y en tota la corte selestial.
Y ademés de estes, moltes atres coses va di sobre la seua lealtat y la seua puresa, y en les seues paraules, a les que la gen de la comarca donaben completa fe, hasta tal pun lo va ficá al cap de tots los que allí estaben que, después de acabat lo ofissi, entre los mes grans apretóns del món tots van aná a besáli los peus y les máns, y li van esgarrá tota la roba que portabe damún, tenínse per benaventurat qui al menos una mica de ella va pugué agarrá:
y tot lo día va sé conservat aixina, per a que per tots puguere sé vist y visitat. Per la nit, en una urna de mármol va sé sepultat en honor a una capella, y al día siguién ya va escomensá la gen a aná allí y a enséndre veles y sírios y a venerál, y a fé promeses y a penjá exvotos de sera segóns la promesa feta. Y tan va creixe la fama de la seua santidat y la devosió que se li teníe que no ñabíe dingú que contra alguna desgrássia faiguere promeses a datre san, y lo van cridá y lo criden San Ciappelletto, y afirmen que Déu ha mostrat mols milagres per nell y los amostre encara. Aixina pos, va viure y va morí lo siñó Cepparello de Prato y va arribá a sé san, com hau sentit; y no vull negá que sigue un benaventurat a la presénsia de Déu perque, encara que la seua vida va sé criminal y malvada, va pugué fé al final un acto de contricsió de manera que Déu va tindre misericórdia de ell y lo va ressibí al seu reino; pero com aixó es una cosa amagada, raóno sobre lo que es aparén y dic que mes segú es que estigue condenat entre les máns del dimoni que al paraísso. Y si aixina es, grandíssima ham de reconéixe que es la benignidat de Déu, que no mire los nostres fallos sino la puresa de la fe, y al péndre natros de consiliadó a un enemic seu, creénlo amic, mos escolte, com si an algú verdaderamen san acudiguérem com a consiliadó de la seua grássia. Y per naixó, per a que per la seua grássia a la adversidat presén y en esta compañía tan alegre mos conservém sanos, alabán lo seu nom en lo que la ham escomensat, an ell acudirém en les nostres nessessidats, seguríssims de sé escoltats.