Mostrando las entradas para la consulta san bartolomé ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta san bartolomé ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

jueves, 23 de mayo de 2019

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO


2.81. FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO
(SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO  (SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)


En los momentos inmediatamente posteriores a la conquista musulmana de Zaragoza, la principal ciudad del valle medio del Ebro, no era extraño advertir la presencia de pequeños grupos de cristianos huidos y escondidos en bosques, cuevas y montes que esperaban a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos por si podían regresar a los hogares que habían abandonado de manera precipitada. Estos fugitivos solían reunirse para llorar sus penas, solicitar la ayuda de Dios y ayudarse unos a otros. Fue en una de estas reuniones cuando, ante la permanencia de los moros en la ciudad, surgió la idea de reconquistar las tierras perdidas y tratar de fundar una ciudad cristiana.
Animados por esta ilusionante idea, los cristianos huidos —que conocían perfectamente la zona, pues no en vano era su casa— escogieron una cumbre inaccesible, la cima del monte Pano, como lugar de asentamiento de su primera ciudad tras la invasión agarena. Dicho monte, que situado entre Santa Cruz de la Serós y Botaya, está coronado en su cima por una extensa llanura, por lo que el trazado y la construcción fueron fáciles, máxime cuando aún hoy por allí abundan la piedra y la madera. Se dieron cita en aquel lugar familias enteras que se rigieron por los antiguos usos y costumbres bajo la protección de la Cruz, el auténtico símbolo de su fe.
No tardó mucho en llegar la noticia de la existencia de esta nueva y pequeña comunidad a oídos de Abdelaziz, gobernador musulmán de Zaragoza, quien, temeroso de que aquel intento pudiera constituir algún peligro, dispuso inmediatamente un ejército, capitaneado por Abdemelic, para tratar de someter a la ciudad de Pano.

Cuando los cristianos advirtieron la presencia del ejército musulmán se aprestaron a defender sus casas. En principio, las dificultades para acceder al lugar escogido pudieron mantener a salvo sus casas y enseres por un cierto espacio de tiempo, pero finalmente acabó imponiéndose el mayor poderío humano y bélico del ejército atacante, que penetró en la ciudad y la arrasó por completo, frustrando así el sueño de aquellas familias.
Nada quedó en la ciudad de Pano, salvo esta historia.

[Martínez y Herrero, B., Sobrarbe y Aragón..., I, págs. 46-48.]


El Real Monasterio de San Juan de la Peña situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media. En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón. Forma parte del camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.


Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero ésta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió todos sus bienes junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.

Este sería el inicio del Monasterio del que escribía don Miguel de Unamuno:

...la boca de un mundo de peñascos espirituales revestidos de un bosque de leyenda, en el que los monjes benedictinos, medio ermitaños, medio guerreros, verían pasar el invierno, mientras pisoteaban la nieve jabalíes de carne y hueso, salidos de los bosques, osos, lobos y otros animales salvajes.

Claustro de San Juan de la Peña.
Claustro de San Juan de la Peña.


Se habitan estas montañas poco después de la conquista musulmana, al construir el castillo de Pano, destruido en el año 734. El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar este donde se produjo el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.

Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a favorecer al Monasterio. El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción, y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus primeros años San Íñigo. En el reinado de Sancho Ramírez de Aragón adquiere su mayor protagonismo llegando a ser panteón de los reyes de Aragón.

Fueron devastadores los incendios de 1494 y 1675. A raíz del último de ellos, se construyó el Monasterio Nuevo. El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.

Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor. En el año 1071 el rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida. La reforma benedictina de Cluny no podía obviar la construcción de un claustro que se finalizará ya entrado el siglo XII.

A finales del siglo XI son un conjunto de capiteles de influencia jaquesa del claustro con temas de animales fantásticos y algunos motivos geométricos y vegetales donde destacan los roleos. Un segundo grupo, formado por veinte capiteles, fue encargado en el último tercio del siglo XII al llamado maestro de San Juan de la Peña, autor anónimo, también conocido como Maestro de Agüero, probablemente para sustituir otro anterior.​ El pequeño recinto ofrecía un cerramiento diáfano en forma de arcadas separadas por columnas. Los arcos se veían rematados con cenefas con el típico taqueado jaqués.

El Maestro desarrolla un programa sobre escenas bíblicas donde aparecen entre otras el Anuncio a los pastores, la Natividad, la Anunciación, la Epifanía, el Bautismo y la Circuncisión de Jesús, la Última Cena, episodios sobre Caín y Abel, la Creación de Adán y Eva, así como su Reprobación y posterior condena al trabajo. Seguramente el maestro de Agüero solo elaboró los capiteles para dos alas del claustro ya que a finales del siglo XII el monasterio entró en franca decadencia. El programa iconográfico que plantean los 26 capiteles que conservamos parece enfocar la Salvación a través de la Fe escogiendo los episodios más significativos para ello.

Se trabaja con bajorrelieves casi todos dominados por un horror vacui muy acentuado que provoca contorsiones en algunas figuras que superan el propio marco sacando un brazo como en la escena de Jesús y los Apóstoles. Los gestos son exagerados, casi teatrales, acentuando los ojos y la boca, y confiriendo narratividad a las escenas. En cuanto a las formas, estas se someten a esquemas geométricos que dominan desde la configuración del rostro o los pliegues de los paños, hasta los movimientos de caballos o de la misma agua que se vierte de un jarro a otro.

En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.

En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista solo los pies del féretro. El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio. La reforma solo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.

En 1889 se le otorga el título de Monumento Nacional que en 1920 es completado con la declaración por parte del rey Alfonso XIII como Sitio Nacional. Ya el 2 de febrero de 2004, el Gobierno de Aragón completa su declaración como Bien de interés cultural con la protección del conjunto monástico y su entorno.

La mayor parte del fondo documental del Monasterio se trasladó al Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se encuentra en la sección de Clero. Atendiendo a los trabajos publicados, la documentación se divide en tres grandes grupos:

Textos más antiguos, entre 507 y 1064, que se recogen en el Cartulario de San Juan de la Peña.
Documentos fechados entre 1064 y 1194.
Documentos fechados entre 1195 y finales del siglo XV.

Según la leyenda española sobre el Santo Grial, este permaneció en el monasterio, después de pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca, desde 1071 hasta 1399.

La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la Catedral de Valencia.

El primer lugar en España donde se celebra con el rito Romano es en el Reino de Aragón en el monasterio de San Juan de la Peña, el 22 de marzo de 1071, durante la estancia del Santo Cáliz en el monasterio y a continuación se oficializa en el resto del reino, sustituyendo al rito mozárabe.

Martínez y Herrero, Bartolomé (1866). Sobrarbe y Aragón : estudios históricos sobre la fundación y progreso de estos reinos, hasta que se agregó á los mismos el Condado de Barcelona. pp. 54-59. http://bibliotecavirtual.aragon.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=3703

Enríquez de Salamanca, Cayetano, Rutas del románico en la provincia de Huesca, Las Rozas (Madrid), 1987, pág. 42, ISBN 84-398-9582-8.

Lapeña Paúl, Ana Isabel (1997). «Documentos en romance del Monasterio de san Juan de la Peña (primera serie, siglo XIII-1325)». Alazet, 9, pp. 215-249.

La introducción del rito romano en Aragón y Navarra.




  • Sitio web oficial del Monasterio de San Juan de la Peña (en español, francés e inglés)


  • http://www.jacetania.es/jacetaneas/opencms/site/web/conoce_la_comarca/jaca/botaya/?comboIdiomas=spanish

    lunes, 8 de enero de 2018

    Nit de reixos a La Ginebrosa, Chinebrosa

    Nit de reixos a La Ginebrosa, Chinebrosa

    Cade, s. m., cade, sorte de genevrier.
    Prendetz la goma del genebre,
    So es albre; e sembla pebre
    Sa fruita, cant es ben madura;
    A nom cade.
    Deudes de Prades, Auz. cass.
    Prenez la gomme du genevrier, c'est un arbre; et son fruit, quand il est mûr, ressemble au poivre; et, dans notre langage, il a nom cade.
    CAT. Cade.

    Nit de reixos a La Ginebrosa, Chinebrossa

    La Ginebrosa es una localidad y municipio español del Bajo Aragónprovincia de TeruelAragón. Tiene un área de 80,10 km² con una población de 247 habitantes (INE 2008) y una densidad de 3,08 hab/km².

    La ocupación del territorio de La Ginebrosa es antigua como lo muestran los restos de época ibérica encontrados en el Tozal de La Catma y el Castillo de Buñol. Precisamente en el castillo de Buñol la ocupación continúa en época islámica, ya que junto a los restos del castillo, están los restos de la aldea que se situaba a sus pies. 

    Documentación fechada el 8 de febrero de 1272, menciona que La Ginebrosa pertenecía a Blasco de Alagón.
    En 1291 Artal de Alagón dio carta puebla a los habitantes de La Ginebrosa.
    En el año 1414 estaba bajo jurisdicción de la orden del Hospital de encomienda de Castellote


    Su historia sigue la de la encomienda templaria y después sanjuanista de Castellote. 

    En el siglo XVI hubo un intento de venta del municipio de La Ginebrosa al Conde de Aranda, pero por orden real se prohibió esta venta. Entonces pasó de la orden de San Juan de la encomienda de Castellote a la encomienda calatrava de Alcañiz

    A principios del siglo XVII, en 1613, pierde parte de su término municipal al segregarse Aguaviva y Mas de las Matas, hasta entonces barrios de La Ginebrosa. En cuanto a administración, La Ginebrosa ha formado parte, de forma sucesiva, a la encomienda hospitalaria de Castellote, a la sobrecullida de Alcañiz (1446-1495), a la vereda de Alcañiz (1646) y al corregimiento de Alcañiz (1711-1833). Se constituye como Ayuntamiento en 1834 y forma parte del partido judicial de Alcañiz.

    Bolero de Castellote en youtube:


    Sobresale entre los monumentos la iglesia parroquial de San Bartolomé, de estilo gótico edificada en el siglo XIV. De la fábrica original se conservan el ábside y el primer tramo de naves. El resto del templo corresponde a la segunda etapa constructiva con profundas bóvedas de crucería, así como la portada a modo de templete y la torre lateral de planta cuadrada.
    Dentro de la arquitectura etnológica cabe nombrar su antiguo horno de pan, las dos neveras pertenecientes a la "Ruta de las Bóvedas del Frío", los restos de la antigua presa ubicada en el cauce del río Guadalope o los Lavaderos, edificio construido en forma de "L", muy poco usual en los de la zona. Reconstruido casi en su totalidad y que mantiene el pilar central original que tiene fecha de 1816. Frente a él se alzan los restos de un antiguo molino aceitero de 1868, según reza en el escudo grabado en el arco de la puerta. 
    Las fiestas más populares que se celebran en La Ginebrosa son:
    • San Antón (Fiesta de los Quintos): El fin de semana más próximo al 17 de enero se celebra San Antón en la que los Quintos son los protagonistas. Se enciende una hoguera en la que se asan longanizas y chorizos y en la Plaza Mayor se instala un mercadillo de oficios tradicionales y una muestra de productos y dulces de invierno. Cada dos años se representa la "San Antonada" , un acto teatral de la vida del santo en la que los actores son los vecinos del pueblo.
    • Semana Santa y Fiesta de la Rosca: El Jueves y viernes Santos se realizan procesiones con los tambores, bombos y trompetas de la Cofradía Santa María Magdalena. El sábado se celebra la fiesta de la Rosca, con baile y reparto de roscas, una torta de masa de pan rellena de carne en adobo y que tradicionalmente se come en el campo el Lunes de Pascua.
    • Fiesta de Las Cerezas: El último domingo de mayo o el primero de junio se celebra la fiesta de las Cerezas, una romería a la ermita de Santa María Magdalena en la huerta donde se oficia misa y los amigos y vecinos comen en los "Masos".
    • Fiestas patronales: La semana del 24 y 25 de agosto tienen lugar las fiestas mayores en honor de los patronos del pueblo, San Bartolomé y Santa María Magdalena. El programa festivo incluye actos religiosos, presentación de Reina y Damas, concursos, conciertos, actividades deportivas, cenas en las calles y verbenas en la plaza con música y baile.

    lunes, 29 de abril de 2019

    LA RECONQUISTA DE AÍNSA


    2.17. LA RECONQUISTA DE AÍNSA (SIGLO VIII. AÍNSA)

    Según la leyenda que explica el nacimiento del monasterio de San Juan de la Peña, García Jiménezfue elegido y nombrado allí como primer rey del reino de Sobrarbe. Una vez investido solemnemente de la autoridad real y apoyado por todos los suyos, decidió atacar a los moros que dominaban en la importante plaza de Aínsa, dando lugar a su primera gran acción bélica, de enorme resonancia en el menguado bando cristiano. Lo cierto es que, puesto al frente de no más de trescientos hombres armados y escogidos, cayó por sorpresa sobre la villa y, aprovechando las sombras de la noche, derrotó a los musulmanes tras encarnizada y sangrienta batalla.
    Cuando amaneció el día siguiente, para reafirmar todavía más los ánimos enardecidos de sus victoriosos guerreros, en medio de la enorme plaza mayor de la villa, arengó a sus tropas, asegurándoles que la Divina Providencia estaba de su parte, de lo que era garantía la sorprendente visión que había tenido de una cruz iluminada situada sobre una encina del monte aledaño, señal inequívoca de la ayuda del cielo.
    Con los ánimos renovados, ordenó a sus hombres que implorasen ayuda a Dios y a san Juan Bautista, y realizó con ellos nuevas incursiones victoriosas por los poblados vecinos del Ara y del Cinca, a la vez que se dispuso a fortificar la villa de Aínsa, a la que, por deseo personal y expreso, declaró capital del naciente reino de Sobrarbe.
    A esta tradición se debe el que en el escudo de Sobrarbe exista una cruz roja sobre una encina y que sea éste uno de los cuarteles del histórico escudo de Aragón. Esta cruz de Sobrarbe se ofrece hoy en forma de monumento a dos kilómetros de la villa de Aínsa.

    [La Ripa, Domingo, Defensa histórica... Zaragoza, 1675.
    Faci, Roque A., Aragón..., I, págs. 1-2.
    Sas, Antonio, Compendio histórico..., I, págs. 2-3.
    Martínez y Herrero, Bartolomé, Sobrarbe y Aragón, I, págs. 65-73.]




    La villa de Aínsa (en aragonés L'Aínsa),​ capital del municipio de Aínsa-Sobrarbe (aragonés, L'Aínsa-Sobrarbe),4​ es un pueblo de la provincia de Huesca, en la comarca de Sobrarbe, en la Comunidad Autónoma de Aragón (España).

    Está situado en el alto Pirineo de Huesca, en la comarca del Sobrarbe. Es la capital junto a Boltaña del antiguo condado de Sobrarbe.


    Parte de su término municipal está ocupado por el Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara.


    Su núcleo original, que se emplaza en un promontorio sobre la confluencia de los ríos Cinca y Ara, está formado por dos calles casi paralelas, la calle Mayor y la calle Santa Cruz, por la plaza Mayor que se sitúa a continuación del castillo situado en una explanada, a proximidad de la Cruz Cubierta, templete donde la leyenda sitúa el milagro de la aparición de la cruz de fuego sobre una carrasca, que dio la victoria a las tropas cristianas al mando del rey García Jiménez.

    Con clara distribución medieval, el casco histórico de Aínsa está declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1965. Actualmente es un relevante centro turístico de relevancia, tal y como constató su elección como capital de Turismo Rural 2018.


    Aunque la leyenda sitúa el nacimiento de Aínsa en la conquista de la plaza por las tropas del rey Garcí Ximénez en el año 724 gracias al milagro de la cruz de fuego​ (desde el siglo xvi d. C. hay una cruz en el lugar donde supuestamente ocurrieron los hechos) las fuentes históricas apuntan que los musulmanes no llegaron a establecerse en esta tierras

    El castillo de Aínsa, que data del siglo xi d. C., formó parte de la línea de defensa de los territorios cristianos (línea que se extendía hasta Abizanda), y se convirtió en el embrión de la villa, que en tiempos de la Edad Media fue amurallada, y se convirtió en la capital del condado de Sobrarbe que perteneció al reino de Nájera-Pamplona (antes de que este diera lugar al reino de Navarra) y luego se integrara en el reino de Aragón.


    En 1124 el rey Alfonso I el batallador otorgó la Carta puebla por la que se beneficiaba a sus habitantes con el fuero de Jaca.

    La importancia de la plaza llevó que la iglesia de Santa María fuera concebida también como defensa, tal y como atestiguan las saeteras de su torre.

    La pérdida de importancia de la comarca del Sobrarbe llevó a una relajación de la actividad de Aínsa que se mantuvo en un estado de subsistencia hasta principios del siglo xx d. C. cuando las actividades tradicionales se vieron perturbadas con los planes de construcción de diferentes presas, pantanos y otros sistemas hidráulicos, destinados a la producción de electricidad y al suministro de agua para la llanuras del Ebro.

    Esta actividad llevó a la expropiación y pérdida de las mejores tierras de cultivo de los valles y a la emigración de sus gentes. Muchos de los pueblos vecinos vieron cómo desaparecían la totalidad de sus habitantes y en otros como éstos disminuían drásticamente. Esto llevó a que pasaran a depender del ayuntamiento de Aínsa.

    La limitación de recursos de todo tipo que la baja densidad de población y la complicada orografía provocan llevaron a una crisis importante a mediados del siglo xx d. C.. Esta crisis fue superada mediante el recurso turístico y el florecimiento del turismo rural y natural.

    La creación de varios parques naturales, primero el del Ordesa y Monte Perdido seguido de otros como el de la Sierra de Guara y la afición a la montaña y a los deportes de aventura se convirtieron en la actividad económica más relevante.

    En la década de 1960 Aínsa absorbió los municipios de Castejón de Sobrarbe, Coscojuela de Sobrarbe, Gerbe y Griébal, Guaso, Sinués y partes de Sieste y Santa María de Buil.

    El propio núcleo urbano original de Aínsa es en sí mismo un monumento digno de visitarse, tal como se reconoció en su declaración de Conjunto Histórico Artístico. Dentro de él destacan:

    Castillo de Aínsa
    Data de los siglos xi y xvii: siendo una obra de varios siglos que conserva muy pocos elementos del original edificio románico. Destacan en él la Torre del Tenente, de planta pentagonal, hoy convertida en un EcoMuseo, el gran patio de armas y un portalón que se abre a la plaza Mayor.
    Iglesia parroquial de Santa María
    Iglesia románica iniciada en el siglo xi d. C. y finalizada en el xii. Se consagró en 1181. De sencilla portada de cuatro arquivoltas apoyadas en otros tantos pares de columnas de capiteles labrados. Desde el interior del templo de única nave con bóveda de medio cañón apuntado. Su torre, de dimensiones únicas en el románico aragonés, hace imprescindible su visita, con saeteras para la defensa.
    Casa de Bielsa
    Del siglo xvi d. C. o xvii con unas ventanas reseñables que destacan de las construcciones del entorno.
    Casa Arnal
    Del siglo xvi d. C. ejemplo de edificación típica de la comarca con sus portadas y rejas. El concepto de casa no abarca únicamente el edificio físico, sino que se extiende a las propiedades familiares y a los miembros que componen la familia o conviven en ella.

    Calle Mayor de Aínsa.
    Plaza Mayor

    Casa en la Plaza de Santo Domingo.
    Presidida por el edificio del ayuntamiento y abierta al castillo, se rodea por soportales en ambos lados. En estos soportales se ubican sendas prensas comunitarias en las que se realizaba la prensa de la uva.


    FIESTAS :

    11 de enero: Hoguera de San Victorián

    16 de enero: Hoguera de San Antón
    19 de enero: víspera de San Sebastián, hogueras.
    20 de enero: celebración de San Sebastián.
    Primer fin de semana de febrero: Feria de la Trufa Negra del Pirineo
    Primer domingo de febrero: celebración de la Ferieta de Aínsa.
    Primer domingo de febrero: Premios "La Cruz de Sobrarbe"
    Último domingo de agosto (antes era el primer domingo de septiembre), años pares: representación de «la Morisma», teatro popular que recrea la reconquista de la villa por parte de los ejércitos cristianos, ayudados según la leyenda por la aparición de una cruz de fuego encima de una carrasca.
    Primer fin de semana de septiembre: Expoferia del Sobrarbe.
    14 de septiembre: fiestas mayores en honor de la Exaltación de la Santa Cruz.
    Octubre: SOBRARVERDE OTOÑO
    Octubre o noviembre: jornadas micológicas.
    Diciembre: jornadas de astronomía.
    Diciembre: «Punchacubas», feria del vino artesano.



    1.  Consejo General de Procuradores de España.
    2. Andolz Canela, Rafael (junio de 2004). Diciconario aragonés (5ª edición). Zaragoza: Mira editores. ISBN 84-8465-160-6.
    3.  Topónimos: pueblos con nombre local en aragonés en Gran Enciclopedia Aragonesa
    4. Según aparece en el Decreto Legislativo 2/2006 (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última versión)., de 27 de diciembre, del Gobierno de Aragón, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Delimitación Comarcal de Aragón.

    5. Saltar a Martínez y Herrero, Bartolomé (1866). Sobrarbe y Aragón : estudios históricos sobre la fundación y progreso de estos reinos, hasta que se agregó á los mismos el Condado de Barcelona. pp. 67-75.
    6.  «Aínsa, capital de Turismo Rural 2018».
    7.  INE
    8.  FEMP. «Listado de corporaciones locales españolas hermanadas con Europa». Archivado desde el original el 24 de abril de 2014. Consultado el 20 de diciembre de 2013.
    9. Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas (Gobierno de España). «Treinta aniversario de las primeras elecciones municipales de la democracia». Archivado desde el original el 6 de marzo de 2014. Consultado el 6 de marzo de 2014.
    10.  Alcaldes de Aragón de las elecciones de 2011
    11.  «Alcaldes de todos los municipios de la provincia de Huesca»Heraldo.es. 14 de junio de 2015.
    12. Gobierno de Aragón. «Archivo Electoral de Aragón». Consultado el 13 de agosto de 2012.

    jueves, 13 de septiembre de 2018

    Lo heliotropo de Beseit


    A la vila de Beseit, que sempre ha sigut abundán en maneres y gens extraordináries, va ñabé, no fa mol tems, un pintó de nom Calandrio, home simplón y de costums rares, que la mayoría del tems en dos atres pintós tratabe, Bruno y Bufalmacho, hómens mol de la broma pero per un atra part ben espabilats, que trataben en Calandrio perque de les seues maneres y de la seua simplesa assobín gran festa féen. Ñabíe tamé a Valdarrores entonses un jove de maravillosa grássia y en totes les coses que fée hábil y afortunat, Maso, qui, sentín algunes coses sobre la simplesa de Calandrio, se va proposá divertís fénli alguna burla o fénli creure alguna cosa extraordinária; y trobánlo un día a la iglesia de San Bartolomé y veénlo atento retocán les pintures y lo altá de la iglesia, ficat no fee mol tems, va pensá que habíe arribat lo puesto y lo tems per a la seua intensió. Informán a un compañ seu de alló que caviláe fé, juns se van arrimá aon Calandrio estabe assentat sol, y fen vore que no lo véen, van escomensá a enraoná sobre les virtuts de algunes pedres, de les que Maso parlabe en tanta autoridat com si haguere sigut un famós y gran marmoliste; an estos raonaméns va pará la orella Calandrio y después de un rato, ficánse de peu, veén que no ere cap secreto, se va ajuntá en ells, lo que mol va agradá a Maso. Éste, seguín en les seues paraules, va sé preguntat per Calandrio que aón se trobaen estes pedres tan plenes de virtut. Maso va contestá que la mayoría se trobaen a Berlinzonia, terra de los vascos, a una comarca que se díe Bengodi a la que les viñes se lliguen en llenguañisses y se compre una oca per un dinero y un pato de regalo, y ñabíe allí una montaña tota de formache parmessano rallat a la punta de la que ñabíe gen que no fée datra cosa que aná fen macarróns y raviolis y cóurels en caldo de capóns, y después los aventáben costa aball, y qui mes ne agarrabe mes ne teníe; y allí a la voreta corríe un riuet de garnacha del milló que pot béures, sense una gota de aigua mesclada.
    - ¡Oh! - va di Calandrio- , éisse es un bon país; pero dísme, ¿qué fan de los capóns que cóuen? Va contestá Maso:
    - Tots sels fóten los vascos.
    Va di entonses Calandrio:
    - ¿Has anat allí alguna vegada?
    Maso va contestá:
    - ¿Dius que si hi hay estat? ¡Sí, igual hi hay estat una vegada com mil! Va di entonses Calandrio:
    - ¿Y cuáns kilómetros cuadrats té?
    - Ne té mes de un milló, pam dal pam baix.
    Va di Calandrio:
    - Pos té que sé mes allá de los Ports.
    - Ah, sí - va di Maso- , una mica mes allá.
    Lo simple de Calandrio, veén a Maso di estes paraules en cara seria y sense enfótressen, su creíe com la verdat mes manifesta; va di:
    - Massa lluñ está dels meus assuntos; pero si mes prop estiguere, sí que hi aniría una vegada en tú per a vore rodá éixos macarróns y fartám. Pero dísme; ¿An esta comarca nostra del Matarraña no sen trobe cap de estes pedres maravilloses? A lo que Maso va contestá:
    - Sí, dos classes de pedres se troben de grandíssima virtut. La una són los barróculs de Monserrate de Fórnols, de los que se fan moles per a la farina, y per naixó se diu als paísos de mes allá que de Déu venen les grássies y de Fórnols les pedres de molí; ñan de estes pedres de moldre tantes, que entre natros són poc apressiades, com a Cataluña les esmeraldes, de les que ña allí una montaña mes gran que Monte Caro que relluíxen a mijanit. Qui pulixque les moles de Ulldecona y les faigue engastá en anells abáns de fé los forats, y les porto al molt honorable president, tindrá tot lo que vullgue.
    L’atra es una pedra que natros los marmolistes diém heliotropo, pedra de molta mes gran virtut, perque qui la porte damún no pot sé vist per cap persona.
    Entonses Calandrio va di:
    - Grans virtuts són éstes; ¿pero eissa segona aón se trobe?
    A lo que Maso va contestá que als Comellassos o Les Escales sen podíen trobá.
    Va di Calandrio:
    - ¿De quina mida es eissa pedra y de quin coló?
    Va contestá Maso:
    - Es de unes cuantes mides, alguna es mes gran, alguna mes minuda; pero totes són de coló casi negre. Calandrio, habén totes estes coses advertit per an ell, fingín tindre un atra cosa que fé, se va separá de Maso, y se va proposá buscá eixa pedra; va pensá féu sense que u sapigueren Bruno y Bufalmacho, als que en espessial volíe. Se va ficá, pos, en marcha a buscála, y sense esperá y abáns de que cap atre puguere trobála, tot lo que quedabe del matí va empleá buscán a Bruno y Bufalmacho. Al final, sén ya passat michdía, enrecordánse de que traballaben a una fábrica que se va cremá uns añs después, encara que la caló fore grandíssima, dixán tota ocupassió, casi corrén sen va aná aon ells estaben, y cridánlos los va di:
    - Compañs, si voléu créurem podém convertímos en los homes mes rics de Beseit, perque li hay sentit a un home digne de fe que als Comellassos ña una pedra que qui la porte damún no pot sé vist per dingú; per lo que me pareix que sense tardá, antes de que un atra persona hi vaigue, hauríem de aná a buscála. Es sert que la trobarém, perque la coneixco; y cuan la haiguém trobat, ¿qué tindrém que fé mes que ficála al morral y aná a les taules de los cambistes a Valdarrores, que sabéu que están sempre carregades de monedes de plata y de dinés, y agarrán les que vullgám? Dingú mos vorá: y aixina podrém fémos rics enseguida sense tindre tot lo san día que embadurná los muros del modo que u fa lo caragol.
    Bruno y Bufalmacho, al sentíl, van escomensá a enríuressen per dins; y miránse la un al atre van ficá cara de maravillás mol y van alabá la idea de Calandrio; pero va preguntá Bufalmacho quin nom teníe eixa pedra. A Calandrio, que ere de mollera dura, ya se ni habíe anat lo nom del cap; per lo que va contestá:
    - ¿Qué mos importe lo nom, ya que sabém la virtut? Anémon a buscála sense esperá mes.
    - Pero be - va di Bruno- , ¿cóm es?
    Calandrio va di:
    - Ne ñan de diferentes formes, pero totes són casi negres; per lo que me pareix que ham de agarrá totes aquelles que veigam negres, hasta que arribém an ella; aixina que no pergám tems, aném. A lo que Bruno va di:
    - Pero espera.
    Y li va di a Bufalmacho:
    - A mí me pareix que Calandrio diu be; pero no me pareix que sigue hora de féu perque lo sol está alt y pegue dins del Comellassos y ha secat totes les pedres; per lo que algunes de elles pareixen ara blanques, algunes que ñan allí, y per lo matí, abáns de que lo sol les haygue secat, paréixen negres; y ademés de aixó, molta gen navegue avui, que es día de faená, prop dels Comellassos, als Freginals y al camí de Les Escales, que, al vóremos, podríen adiviná lo que estém fen y potsé féu ells tamé; y podríe vindre a les seues máns y natros hauríem perdut lo san per la limosna. A mí me pareix, si tos pareix a vatros, que éste es assunto de fé pel matí prontet, que se diferénsien milló les negres de les blanques, y en día de festa, perque no ñaurá allí dingú que mos véigue.
    Bufalmacho va alabá la opinió de Bruno, y Calandrio va está de acuerdo en ells, y van dessidí que lo domenge siguién pel matí aniríen los tres juns a buscá aquella pedra; pero sobre totes les coses los va rogá Calandrio que en dingú al món parláren de alló, perque an ell lay habíen dit en secreto. Y dién aixó, los va contá lo que habíe sentit de la comarca de Bengodi, en juraméns afirmán que ere aixina. Cuan Calandrio se va separá de ells, lo que sobre este assunto faríen u van arreglá entre ells. Calandrio va esperá sense tartí lo domenge per lo matí; se va eixecá al moure lo día y, cridán als seus compañs, eixín per les eres y la nevera y puján als Comellassos, van escomensá a caminá barrang cap aball, buscán pedres. Calandrio estabe ñirviós y afanós, caminabe dabán y rápidamen saltae ara aquí ara allá, aon alguna pedra negra veíe se aviábe y la plegabe. Los seus compañs caminaen detrás, y alguna ne plegaen; pero Calandrio no habíe caminat mol camí cuan ya teníe la falda plena; per lo que, eixecánse les faldes del sayo, que no seguíe la moda de Hainaut, y fen en elles una ampla halda, habénu aguantat be en la correcha per tot arreu, no mol después la va omplí y, después de un ratet, fen halda de la capa, la va carregá tamé de códuls. Veén Bufalmacho y Bruno que Calandrio anabe carregat y la hora de minjá se arrimabe, segóns lo parlat entre ells, li va preguntá Bruno a Bufalmacho:
    - ¿Aón está Calandrio?
    Bufalmacho, que lo veíe allí a la vora de ells, aná girán y voltán, y mirán aquí y allá, va contestá:
    - No u sé, pero hasta fa un momén estabe aquí dabán de natres.
    Va di Bruno:
    - ¡Que fa poc? Me pareix está segú de que ara está a casa dinán y mos ha dixat a natros en la faenada de aná buscán les pedres negres per nestos Comellassos aball.
    - ¡Ah!, qué be ha fet - va di entonses Bufalmacho- , burlánse de natros y dixánmos aquí, ya que ham sigut tan tontos com per a créurel. ¿Creus que ñaurá datre tan ruc com natros que s´haguere cregut que als Comellassos o allá baix a La Cometa se podíe trobá una pedra tan milagrosa? Calandrio, al sentí estes paraules, va imaginá que aquella pedra habíe arribat a les seues máns y que, per la virtut de ella, encara que estiguere ell presén no lo véen. Contén, pos, sobremanera de tal sort, sense dils res, va pensá en torná a casa seua; y tornán sobre les seues passes, va escomensá a entornássen.
    Veén aixó, Bufalmacho va di a Bruno:
    - ¿Qué fem natros? ¿Per qué no mon anem?
    A lo que Bruno va contestá:
    - Anémon; pero juro a Déu que Calandrio no men fará ni una mes; y si ara estiguera prop de ell com u hay estat tot lo matí, li aventaría este códul al taló y sen enrecordaríe un mes de esta broma.
    Y dites estes paraules, va estirá lo bras y li va fotre a Calandrio en lo códul just al calcañá. Calandrio, sentín lo doló, va eixecá lo peu y va escomensá a bufá, sense cridá, y después sen va aná. Bufalmacho, agarrán un dels códuls que habíe plegat, li va di a Bruno:
    - ¡Ah, mira este codolet: aixina li foteguere ara mateix a la riñonada a Calandrio! Y, aviánlo en tota la forsa que teníe, li va assertá als riñóns; y en ressumen, de esta manera, ara en una paraula y ara en un atra, per los Comellassos aball hasta la selva de la cometa lo van aná codoleján y lapidán.
    Allí, avián an terra les pedres que habíen arreplegat, una mica se van aturá a parlá en los guardes, que, abáns informats per nells, fingín no vórel, van dixá passá a Calandrio aguantánse la rissa mes gran del món. Calandrio, sense pará ni descansá va arribá a casa seua, que estabe a la vora del cantó del castellá ; y tan favorable li va sé la fortuna a la burla que mentres ell per lo barrang baixabe y después per los carrés del poble, dingú li va dirigí la paraula, ya que ne va trobá pocs perque tots estaben dinán. Va entrá carregat a casa seua. Estabe la seua dona (que teníe per nom Tresa), dona hermosa y valenta, a dal de la escala, y una mica cabrejada per la llarga tardansa, y veénlo vindre va escomensá a díli renegán en los brassos com una engerra:
    - ¡Ya te porte lo dimoni! Tot lo món ya ha dinat cuan tú vens a diná. Lo que sentín Calandrio y veén que lo vee, ple de amargura y de doló va escomensá a cridá:
    - ¡Ay!, dona roína, tú m´has arruinat; pero per Déu que me les pagarás. Y puján a una saleta y descarregades allí les moltes pedres que habíe arreplegat, ensés de rabia va corre cap an ella y, agarránla per les coetes del pel, la va tirá an terra, y allí, tan com va pugué moure brassos y cames tantes puñades y patades li va fotre per tot lo cos, sense dixáli pels al cap ni ós que machacat no estiguere, y de res li va valé demaná mersé a la dona en los brassos en creu.
    Bufalmacho y Bruno, después de que en los guardes sen habíen enrit un ratet, a poquetet van escomensá una mica de lluñ a seguí a Calandrio; y arribán a la seua porta, van sentí lo palissón que a la seua dona li fotíe, y fingín que arribaben entonses, lo van cridá. Calandrio, tot suát, roch y baldat, se va assomá a la finestra y los va demaná que pujaren aon estabe ell. Ells, mostránse una mica enfadats, van pujá cap a dal y van vore la sala plena de pedres escampades. A un dels racóns la dona espelussada, tota blanca y esbatussada, plorae en tanta pena que casi se encanae. A l´atra part Calandrio, fluix y sofocat, assentat. Y después de habé mirat un rato van di:
    - ¿Qué es aixó, Calandrio? ¿Vols fé un muro, que te veém en tantes pedres? Y ademés de aixó, van afegí:
    - ¿Y la Tresa qué té? Pareix que li has pegat; ¿qué locures són éstes? Calandrio, cansat per lo pes de les pedres y per la rabia en que li habíe pegat a la seua dona, y en lo doló de la fortuna que li pareixíe habé perdut, no podíe recuperá l´esma per a pronunsiá sanseres les paraules de la seua contesta; per lo que, donánli tems, Bufalmacho va tornáy:
    - Calandrio, si estabes enfadat per algo, no teníes per naixó que oféndremos a natros; que, después de que mos vas convense de buscá en tú la pedra pressiosa, sense dílay ni a Déu ni al dimoni de Queretes mos has dixát com a dos cabróns als Comellassos y has vingut a casa teua, lo que es una maldat mol grossa; pero per sert que ésta sirá la radera que mos farás.
    An estes paraules, Calandrio, esforsánse, va contestá:
    - Compañs, no tos enfadéu: les coses han sigut de un atra manera de la que pensáu. Yo, desventurat, hay trobat aquella pedra; ¿y voléu sabé si dic la verdat? Cuan primé tos preguntábeu per mí la un al atre, yo estaba a menos de deu passes de vatros, y veén que tos arrimábeu y no me veíeu, hay tirat per abán, y seguín una mica per abán hay arribat a casa.
    Y escomensán per una punta, hasta lo final los va contá lo que habíen fet y dit ells, y los va enseñá la esquena y les cames, cóm los hi habíen dixat los códuls, y después va seguí:
    - Y tos dic que, entrán per la cometa en totes estes pedres damún que aquí veéu, res me van di (y ya sabéu lo desagradables y molestos que són) los guardes que u volen mirá y sabé tot, y ademés de aixó, hay trobat pel carré an algúns dels meus compares y amics, que sempre solen dirigím algún saludo y hasta invitám a beure, y no ne ha ñagut ni un que me diguere ni mija paraula, com si no me veiguéren. Al final, arribán aquí a casa, este dimoni de dona me se ha ficat dabán y me ha vist, perque, com sabéu, les dones fan pédre la virtut a totes les coses. Yo, que podía dim lo home en mes sort de Beseit, hay quedat lo mes desventurat: y per naixó li hay pegat tan com hay pogut moure les máns y cames y no sé qué me ha frenat de talláli les venes, ¡me cago en la hora en que la vach vore cuan vach vindre an esta casa!
    Y ensenénse de rabia, volíe eixecás per a torná a fótreli. Bufalmacho y Bruno, sentín estes coses, ficaben cara de maravillás mol y en frecuénsia confirmaben lo que Calandrio diebe, y sentíen tantes ganes de riure que casi petaben; pero veénlo exitat eixecás per a pegá un atra vegada a la seua dona, eixín a trobál lo van retindre diénli que de estes coses cap culpa teníe la seua dona, mes que ell, que sabén que les dones féen pédre la virtut de les coses no li habíe dit que se guardare de ficás dabán aquell día; de esta precaussió Déu lo habíe privat o la sort no debíe está en ell, o teníe al ánimo engañá als seus compañs, als que, cuan sen va doná cuenta de habé trobat la pedra los u haguere tingut que avisá. Y después de moltes paraules, no sense gran faena reconsiliánlos an ell y a la dona, y dixánlo melancólic a la casa plena de códuls, sen van aná.

    - Versió de la tersera novela de Lo Decamerón, de Giovanni Boccaccio, que estic traduín al chapurriau

    La vida de Pedro Saputo en chapurriau a Amazon ES, en papé y Kindle.

    Lo heliotropo de Beseit


    heliotropo Beseit

    - Versió de la tersera novela de Lo Decamerón, de Giovanni Boccaccio, que estic traduín al chapurriau


    Lo heliotropo de Beseit

    A la vila de Beseit, que sempre ha sigut abundán en maneres y gens extraordináries, va ñabé, no fa mol tems, un pintó de nom Calandrio, home simplón y de costums rares, que la mayoría del tems en dos atres pintós tratabe, Bruno Bufalmacho, hómens mol de la broma pero per un atra part ben espabilats, que trataben en Calandrio perque de les seues maneres y de la seua simplesa assobín gran festa féen. Ñabíe tamé a Valdarrores entonses un jove de maravillosa grássia y en totes les coses que fée hábil y afortunat, Maso, qui, sentín algunes coses sobre la simplesa de Calandrio, se va proposá divertís fénli alguna burla o fénli creure alguna cosa extraordinária; y trobánlo un día a la iglesia de San Bartolomé y veénlo atento retocán les pintures y lo altá de la iglesia, ficat no fee mol tems, va pensá que habíe arribat lo puesto y lo tems per a la seua intensió. Informán a un compañ seu de alló que caviláe fé, juns se van arrimá aon Calandrio estabe assentat sol, y fen vore que no lo véen, van escomensá a enraoná sobre les virtuts de algunes pedres, de les que Maso parlabe en tanta autoridat com si haguere sigut un famós y gran marmoliste; an estos raonaméns va pará la orella Calandrio y después de un rato, ficánse de peu, veén que no ere cap secreto, se va ajuntá en ells, lo que mol va agradá a Maso. Éste, seguín en les seues paraules, va sé preguntat per Calandrio que aón se trobaen estes pedres tan plenes de virtut. Maso va contestá que la mayoría se trobaen a Berlinzonia, terra de los vascos, a una comarca que se díe Bengodi a la que les viñes se lliguen en llenguañisses y se compre una oca per un dinero y un pato de regalo, y ñabíe allí una montaña tota de formache parmessano rallat a la punta de la que ñabíe gen que no fée datra cosa que aná fen macarróns y raviolis y cóurels en caldo de capóns, y después los aventáben costa aball, y qui mes ne agarrabe mes ne teníe; y allí a la voreta corríe un riuet de garnacha del milló que pot béures, sense una gota de aigua mesclada.
    - ¡Oh! - va di Calandrio- , éisse es un bon país; pero dísme, ¿qué fan de los capóns que cóuen? Va contestá Maso:
    - Tots sels fóten los vascos.
    Va di entonses Calandrio:

    - ¿Has anat allí alguna vegada?
    Maso va contestá:

    - ¿Dius que si hi hay estat? ¡Sí, igual hi hay estat una vegada com mil! Va di entonses Calandrio:

    - ¿Y cuáns kilómetros cuadrats té?

    - Ne té mes de un milló, pam dal pam baix.
    Va di Calandrio:

    - Pos té que sé mes allá de los Ports.

    - Ah, sí - va di Maso- , una mica mes allá.
    Lo simple de Calandrio, veén a Maso di estes paraules en cara seria y sense enfótressen, su creíe com la verdat mes manifesta; va di:

    - Massa lluñ está dels meus assuntos; pero si mes prop estiguere, sí que hi aniría una vegada en tú per a vore rodá éixos macarróns y fartám. Pero dísme;
    ¿An esta comarca nostra del Matarraña no sen trobe cap de estes pedres maravilloses? A lo que Maso va contestá:

    - Sí, dos classes de pedres se troben de grandíssima virtut. La una són los barróculs de Monserrate de Fórnols, de los que se fan moles per a la farina, y per naixó se diu als paísos de mes allá que de Déu venen les grássies y de Fórnols les pedres de molí; ñan de estes pedres de moldre tantes, que entre natros són poc apressiades, com a Cataluña les esmeraldes, de les que ña allí una montaña mes gran que Monte Caro que relluíxen a mijanit. Qui pulixque les moles de Ulldecona y les faigue engastá en anells abáns de fé los forats, y les porto al molt honorable president, tindrá tot lo que vullgue.
    L’atra es una pedra que natros los marmolistes diém heliotropo, pedra de molta mes gran virtut, perque qui la porte damún no pot sé vist per cap persona.


    Entonses Calandrio va di:

    - Grans virtuts són éstes; ¿pero eissa segona aón se trobe?
    A lo que Maso va contestá que als Comellassos o Les Escales sen podíen trobá.
    Va di Calandrio:

    - ¿De quina mida es eissa pedra y de quin coló?


    Va contestá Maso:

    - Es de unes cuantes mides, alguna es mes gran, alguna mes minuda; pero totes són de coló casi negre. Calandrio, habén totes estes coses advertit per an ell, fingín tindre un atra cosa que fé, se va separá de Maso, y se va proposá buscá eixa pedra; va pensá féu sense que u sapigueren Bruno y Bufalmacho, als que en espessial volíe. Se va ficá, pos, en marcha a buscála, y sense esperá y abáns de que cap atre puguere trobála, tot lo que quedabe del matí va empleá buscán a Bruno y Bufalmacho. Al final, sén ya passat michdía, enrecordánse de que traballaben a una fábrica que se va cremá uns añs después, encara que la caló fore grandíssima, dixán tota ocupassió, casi corrén sen va aná aon ells estaben, y cridánlos los va di:


    - Compañs, si voléu créurem podém convertímos en los homes mes rics de Beseit, perque li hay sentit a un home digne de fe que als Comellassos ña una pedra que qui la porte damún no pot sé vist per dingú; per lo que me pareix que sense tardá, antes de que un atra persona hi vaigue, hauríem de aná a buscála. Es sert que la trobarém, perque la coneixco; y cuan la haiguém trobat, ¿qué tindrém que fé mes que ficála al morral y aná a les taules de los cambistes a Valdarrores, que sabéu que están sempre carregades de monedes de plata y de dinés, y agarrán les que vullgám? Dingú mos vorá: y aixina podrém fémos rics enseguida sense tindre tot lo san día que embadurná los muros del modo que u fa lo caragol.

    Bruno y Bufalmacho, al sentíl, van escomensá a enríuressen per dins; y miránse la un al atre van ficá cara de maravillás mol y van alabá la idea de Calandrio; pero va preguntá Bufalmacho quin nom teníe eixa pedra. A Calandrio, que ere de mollera dura, ya se ni habíe anat lo nom del cap; per lo que va contestá:

    - ¿Qué mos importe lo nom, ya que sabém la virtut? Anémon a buscála sense esperá mes.

    - Pero be - va di Bruno- , ¿cóm es?


    Calandrio va di:

    - Ne ñan de diferentes formes, pero totes són casi negres; per lo que me pareix que ham de agarrá totes aquelles que veigám negres, hasta que arribém an ella; aixina que no pergám tems, aném. 


    A lo que Bruno va di:
    - Pero espera.

    Y li va di a Bufalmacho:

    - A mí me pareix que Calandrio diu be; pero no me pareix que sigue hora de féu perque lo sol está alt y pegue dins del Comellassos y ha secat totes les pedres; per lo que algunes de elles pareixen ara blanques, algunes que ñan allí, y per lo matí, abáns de que lo sol les haygue secat, paréixen negres; y ademés de aixó, molta gen navegue avui, que es día de faená, prop dels Comellassos, als Freginals y al camí de Les Escales, que, al vóremos, podríen adiviná lo que estém fen y potsé féu ells tamé; y podríe vindre a les seues máns y natros hauríem perdut lo san per la limosna. A mí me pareix, si tos pareix a vatros, que éste es assunto de fé pel matí prontet, que se diferénsien milló les negres de les blanques, y en día de festa, perque no ñaurá allí dingú que mos véigue.
    Bufalmacho va alabá la opinió de Bruno, y Calandrio va está de acuerdo en ells, y van dessidí que lo domenge siguién pel matí aniríen los tres juns a buscá aquella pedra; pero sobre totes les coses los va rogá Calandrio que en dingú al món parláren de alló, perque an ell lay habíen dit en secreto. Y dién aixó, los va contá lo que habíe sentit de la comarca de Bengodi, en juraméns afirmán que ere aixina. Cuan Calandrio se va separá de ells, lo que sobre este assunto faríen u van arreglá entre ells. Calandrio va esperá sense tartí lo domenge per lo matí; se va eixecá al moure lo día y, cridán als seus compañs, eixín per les eres y la nevera y puján als Comellassos, van escomensá a caminá barrang cap aball, buscán pedres. Calandrio estabe ñirviós y afanós, caminabe dabán y rápidamen saltae ara aquí ara allá, aon alguna pedra negra veíe se aviábe y la plegabe. Los seus compañs caminaen detrás, y alguna ne plegáen; pero Calandrio no habíe caminat mol camí cuan ya teníe la falda plena; per lo que, eixecánse les faldes del sayo, que no seguíe la moda de Hainaut, y fen en elles una ampla halda, habénu aguantat be en la correcha per tot arreu, no mol después la va omplí y, después de un ratet, fen halda de la capa, la va carregá tamé de códuls. Veén Bufalmacho y Bruno que Calandrio anabe carregat y la hora de minjá se arrimabe, segóns lo parlat entre ells, li va preguntá Bruno a Bufalmacho:

    - ¿Aón está Calandrio?
    Bufalmacho, que lo veíe allí a la vora de ells, aná girán y voltán, y mirán aquí y allá, va contestá:

    - No u sé, pero hasta fa un momén estabe aquí dabán de natres.
    Va di Bruno:

    - ¡Que fa poc? Me pareix está segú de que ara está a casa dinán y mos ha dixat a natros en la faenada de aná buscán les pedres negres per nestos Comellassos aball.

    - ¡Ah!, qué be ha fet - va di entonses Bufalmacho- , burlánse de natros y dixánmos aquí, ya que ham sigut tan tontos com per a créurel. ¿Creus que ñaurá datre tan ruc com natros que s´haguere cregut que als Comellassos o allá baix a La Cometa se podíe trobá una pedra tan milagrosa? Calandrio, al sentí estes paraules, va imaginá que aquella pedra habíe arribat a les seues máns y que, per la virtut de ella, encara que estiguere ell presén no lo véen. Contén, pos, sobremanera de tal sort, sense dils res, va pensá en torná a casa seua; y tornán sobre les seues passes, va escomensá a entornássen.

    Veén aixó, Bufalmacho va di a Bruno:

    - ¿Qué fem natros? ¿Per qué no mon anem?
    A lo que Bruno va contestá:

    - Anémon; pero juro a Déu que Calandrio no men fará ni una mes; y si ara estiguera prop de ell com u hay estat tot lo matí, li aventaría este códul al taló y sen enrecordaríe un mes de esta broma.
    Y dites estes paraules, va estirá lo bras y li va fotre a Calandrio en lo códul just al calcañá (taló). Calandrio, sentín lo doló, va eixecá lo peu y va escomensá a bufá, sense cridá, y después sen va aná. Bufalmacho, agarrán un dels códuls que habíe plegat, li va di a Bruno:

    - ¡Ah, mira este codolet: aixina li foteguere ara mateix a la riñonada a Calandrio! Y, aviánlo en tota la forsa que teníe, li va assertá als riñóns; y en ressumen, de esta manera, ara en una paraula y ara en un atra, per los Comellassos aball hasta la selva de la cometa lo van aná codoleján y lapidán.

    Allí, avián an terra les pedres que habíen arreplegat, una mica se van aturá a parlá en los guardes, que, abáns informats per nells, fingín no vórel, van dixá passá a Calandrio aguantánse la rissa mes gran del món. Calandrio, sense pará ni descansá va arribá a casa seua, que estabe a la vora del cantó del castellá ; y tan favorable li va sé la fortuna a la burla que mentres ell per lo barrang baixabe y después per los carrés del poble, dingú li va dirigí la paraula, ya que ne va trobá pocs perque tots estaben dinán. Va entrá carregat a casa seua. Estabe la seua dona (que teníe per nom Tresa), dona hermosa y valenta, a dal de la escala, y una mica cabrejada per la llarga tardansa, y veénlo vindre va escomensá a díli renegán en los brassos com una engerra:

    - ¡Ya te porte lo dimoni! Tot lo món ya ha dinat cuan tú vens a diná. Lo que sentín Calandrio y veén que lo vee, ple de amargura y de doló va escomensá a cridá:

    - ¡Ay!, dona roína, tú m´has arruinat; pero per Déu que me les pagarás. Y puján a una saleta y descarregades allí les moltes pedres que habíe arreplegat, ensés de rabia va corre cap an ella y, agarránla per les coetes del pel, la va tirá an terra, y allí, tan com va pugué moure brassos y cames tantes puñades y patades li va fotre per tot lo cos, sense dixáli pels al cap ni ós que machacat no estiguere, y de res li va valé demaná mersé a la dona en los brassos en creu.
    Bufalmacho y Bruno, después de que en los guardes sen habíen enrit un ratet, a poquetet van escomensá una mica de lluñ a seguí a Calandrio; y arribán a la seua porta, van sentí lo palissón que a la seua dona li fotíe, y fingín que arribaben entonses, lo van cridá. Calandrio, tot suát, roch y baldat, se va assomá a la finestra y los va demaná que pujaren aon estabe ell. Ells, mostránse una mica enfadats, van pujá cap a dal y van vore la sala plena de pedres escampades. A un dels racóns la dona espelussada, tota blanca y esbatussada, plorae en tanta pena que casi se encanáe. A l´atra part Calandrio, fluix y sofocat, assentat. Y después de habé mirat un rato van di:

    - ¿Qué es aixó, Calandrio? ¿Vols fé un muro, que te veém en tantes pedres? Y ademés de aixó, van afegí:

    - ¿Y la Tresa qué té? Pareix que li has pegat; ¿qué locures són éstes? Calandrio, cansat per lo pes de les pedres y per la rabia en que li habíe pegat a la seua dona, y en lo doló de la fortuna que li pareixíe habé perdut, no podíe recuperá l´esma per a pronunsiá sanseres les paraules de la seua contesta; per lo que, donánli tems, Bufalmacho va tornáy:

    - Calandrio, si estabes enfadat per algo, no teníes per naixó que oféndremos a natros; que, después de que mos vas convense de buscá en tú la pedra pressiosa, sense dílay ni a Déu ni al dimoni de Queretes mos has dixát com a dos cabróns als Comellassos y has vingut a casa teua, lo que es una maldat mol grossa; pero per sert que ésta sirá la radera que mos farás.


    An estes paraules, Calandrio, esforsánse, va contestá:

    - Compañs, no tos enfadéu: les coses han sigut de un atra manera de la que pensáu. Yo, desventurat, hay trobat aquella pedra; ¿y voléu sabé si dic la verdat? Cuan primé tos preguntábeu per mí la un al atre, yo estaba a menos de deu passes de vatros, y veén que tos arrimábeu y no me veíeu, hay tirat per abán, y seguín una mica per abán hay arribat a casa.

    Y escomensán per una punta, hasta lo final los va contá lo que habíen fet y dit ells, y los va enseñá la esquena y les cames, cóm los hi habíen dixat los códuls, y después va seguí:

    - Y tos dic que, entrán per la cometa en totes estes pedres damún que aquí veéu, res me van di (y ya sabéu lo desagradables y molestos que són) los guardes que u volen mirá y sabé tot, y ademés de aixó, hay trobat pel carré an algúns dels meus compares y amics, que sempre solen dirigím algún saludo y hasta invitám a beure, y no ne ha ñagut ni un que me diguere ni mija paraula, com si no me veiguéren. Al final, arribán aquí a casa, este dimoni de dona me se ha ficat dabán y me ha vist, perque, com sabéu, les dones fan pédre la virtut a totes les coses. Yo, que podía dim lo home en mes sort de Beseit, hay quedat lo mes desventurat: y per naixó li hay pegat tan com hay pogut moure les máns y cames y no sé qué me ha frenat de talláli les venes, ¡me cago en la hora en que la vach vore cuan vach vindre an esta casa!


    Y ensenénse de rabia, volíe eixecás per a torná a fótreli. Bufalmacho y Bruno, sentín estes coses, ficaben cara de maravillás mol y en frecuénsia confirmaben lo que Calandrio diebe, y sentíen tantes ganes de riure que casi petaben; pero veénlo exitat eixecás per a pegá un atra vegada a la seua dona, eixín a trobál lo van retindre diénli que de estes coses cap culpa teníe la seua dona, mes que ell, que sabén que les dones féen pédre la virtut de les coses no li habíe dit que se guardare de ficás dabán aquell día; de esta precaussió Déu lo habíe privat o la sort no debíe está en ell, o teníe al ánimo engañá als seus compañs, als que, cuan sen va doná cuenta de habé trobat la pedra los u haguere tingut que avisá. Y después de moltes paraules, no sense gran faena reconsiliánlos an ell y a la dona, y dixánlo melancólic a la casa plena de códuls, sen van aná.