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sábado, 4 de diciembre de 2021

DVA, Borao, M

MACELO d. Rastro: Ducange, aunque sin apoyarse en citas aragonesas, incluye esa voz y las de macelator, macellanus, macellare, macellarius &: en italiano se usan macellajo y macellaro como carnicero, macello como matanza y carnicería, macellare como degollar. (masacrar)

MACERAR. n. Sobar o apretar la masa de que se hace el pan.

MACERO. c. Pertiguero, oficio de las iglesias.

MACHO LLANO. n. Cabrío castrado.

MADERA. n. Se usa en la frase tener mala madera para indicar el estado accidental de debilidad orgánica o nerviosa, o de displicencia y flojedad en el ánimo.

MADERISTA. a. Maderero.

MADRAZA. d. Madrona.

MADRILLA. a. Boga, pez de río.

MADRILLERA. a. Instrumento para pescar madrillas.

MAESTRE RACIONAL. a. Ministro real que tenía la razón de la hacienda en cada reino.

MAESTRO RACIONAL. a. Maestre racional o contador mayor.

MAIGAR. d. Entrecavar.

MAINATILLO. n. Apodo con que la gente vulgar denuesta a los jóvenes de regular fortuna clase o apariencia: es derivación corrupta de magnate. (magnatillo)

MAJO. n. Lujoso, elegante, bien puesto de traje. En Castilla se refiere principalmente al desgarro o libertad de maneras. (maja, majo : bonico : bonito)

MAL. n. Cuidado, zozobra: suele decirse en algunas localidades no te dé mal por no te dé cuidado. - n. Se usa en la frase por mal que se cuide, por mal que se divierta y otras, como reduplicativa causal o en equivalencia de la palabra causa.

MALAGAÑA, a. Industria para sentar los enjambres que salen de las colmenas.

MALA-VOZ. Opinión judicial contra la propiedad, o posesión, libertad de los bienes, sobre lo cual puede leerse entre otros pasajes, el libro VII de los ff. título de praescriptionibus.

MALBUSCA. d. Mujer inquieta, sagaz y astuta.

MALFARÁS. n. Se dice del muchacho travieso o mal intencionado.

MALMETER. c. Malbaratar, gastar, echar a perder. (malmetre, malmetut)

MAL-TRABAJA. n. Haragán, perezoso para el trabajo.

MALVAR. n. Adulterar, amerar o empeorar las condiciones de algún objeto, especialmente comestible. - n. Malearse o empezar a contraer malos hábitos alguna persona. En sentido muy semejante, pero no igual, vemos que toma aquel vocablo la Academia.

MALLACÁN. n. Capa de terreno de las más superficiales, que se compone de grava y sales calizas.

MAMIA. n. Véase teticiega. (Cabra, ovella que no done lleit. Mamitis)

MANÁ. n. Grajea.

MANANTÍA. n. Manantial.

MANANTIAR. n. Brotar agua, ya de manantial, ya de alguna filtración.

MANCID. n. Prestación sobre el pescado, según Ducange.

MANCUSO. n. Moneda de oro que valía sex septem sueldos de Zaragoza, aunque Briz Martínez dice que 17 o 49.

MANCHA. d. Fuelle. (Pera unflá les rodes)

MANCHADOR. d. El que mueve los fuelles.

MANCHAR. d. Manejar o dar aire a los fuelles.

MANCHOSO. n. Se dice de lo que, por su color bajo o delicado o por cualquiera otra causa, recibe con facilidad, o por mejor decir no oculta la suciedad ni las manchas.

MANDADA. n. Mandadera, o recaudera como en lo antiguo y en el siglo de oro se decía.

MANDADO. n. En la frase bien mandado, que también hemos oído en Castilla, significa obediente.

MANDRIA. n. Haragán, hombre egoísta: en Castilla cobarde, y en el lenguaje de la Germanía tonto.

MANDURRIA. n. Bandurria.

MANEFICIOS. n. Útiles, aparejos etc.: dícese maneficios de cocina, bestias de labor con sus maneficios.

MANGARRA. n. Persona negligente, perezosa y poco activa.

MANIFACERO. p. Entremetido.

MANIFESTACIÓN. a. Uno de los cuatro procesos forales, que consiste en avocar al tribunal del Justicia, y modernamente a la Audiencia, la persona y proceso de quien se halla preso por el juez incompetente o eclesiástico, hasta que, examinado el punto, se ponía en libertad al preso o se le entregaba a quien tuviese derecho de juzgarle.

MANIFESTAR. a. Poner en libertad por despacho del Justicia a los que la pidieron para ser juzgados.

MANTA. n. La prenda que completa el traje del pueblo, cubriendo todo el cuerpo a manera de capa: viene a ser una tira ancha de grueso tejido, la cual tiene doblada por igual y cosida la tira de uno de los extremos formando una bolsa.

MANTELL. n. Ropa rozagante según el Índice de Blancas.

MANTORNAR. d. Binar o dar segunda labor ala tierra después del barbecho.

MANTUDO (pollo) n. Persona muy sensible al frío, o que busca con frecuencia el abrigo.

MANZANA DE DAMA. a. Acerola.

MANZANILLA DE PASTOR. n. Planta.

MAÑANADA. n. Principio de la mañana.

MAÑO. n. Hermano, expresión cariñosa y familiar aplicada algunas veces a los amigos íntimos. (ma maña : man germana : mi hermana)

MARAVEDÍ. a. El tributo que de siete en siete años pagaban al rey los aragoneses cuya hacienda valiese diez maravedís de oro o siete sueldos, que era su valor en tiempo de Jaime el Conquistador.

MARCELINA. n. Macerina o servicio de chocolate, comúnmente de plata, que consiste en una bandejita a la cual va adherido un pocillo destinado a contener la jícara que es de la misma especie, pero pieza aparte.

MARCIDA. n. Se dice de la oliva fermentada: es voz local. (Marsida, oliva maurada, se fa ficanla a la serena en pell de taronja o llimó).

MARCO. n. El armado de madera en que se acondiciona y prensa el turrón de almendra. - n. La cantidad de turrón que se elabora en cada marco.

MARDANO. d. Morueco que se deja para padre. (Mardá, borrego, mascle de ovella)

MÁRFEGA. a. Jergón de tela tosca.

MARGIN. n. Margen. (Marge, marche a Valjunquera, La Fresneda)

MARGUIN. n. Margen de ríos o heredades: es femenino, y se ve usado en las Ordinaciones de Zaragoza.

MARI. n. Palabra que se antepone a otras muchas para denotar frecuencia en alguna cosa: dícese de uno mari-prisas, mari-enredos, mari-apuros, como si se dijera el hombre de las prisas, el hombre de los enredos, el hombre de los apuros.

MARINO. n. Pescador, ant.

MARIQUILLA. n. Márfega, voz local.

MARÍTIMA. n. "...lo que non podemos sino en Cathalunya cerca la maritima” dijo Pedro IV licenciando a las Cortes en 24 de octubre de 1347.

MARMOTEAR. n. Murmurar para sí a media voz, refunfuñar.

MARRAGA. c. Tela basta de estopa y pelo de cabra. Blancas dice que, a la muerte de D. Juan hijo de Fernando el Católico, vistieron los caballeros por luto marraga negra, que antes en Castilla era de gerga blanca llamada marga.

MARRANO. n. Cerdo. - n. Hombre zafio, abrutado.
MARREGA. a. Marga, jergón. (márfega)

MARRILLO. p. Palo corto y algo grueso.

MARTÍN-PASEO. d. Fritada.

MARZEAR. n. Se usa en la frase proverbial "si marzo no marzea, abril acantalea", y se entiende por marcear reinar vientos fuertes y fríos.

MAS. d. Casa de campo en secano. (Masía). -n. Tan, como se ve en las muchas y muy vulgares locuciones parecidas a esta: ¡qué pan más blanco! - n. Ni más ni mangas, expresión de asentimiento, pero tomada generalmente en sentido contrario.

MASA. a. Casa de labranza con sus tierras y aperos. (Masá) n. plata en masa, plata en bruto o sin labrar, no licuada o derretida que es la acepción castellana.

MASADA. p. Masía: también se usa la palabra Masadero por el colono o vecino de la masada. - n. Lo que se amasa de una vez.

MASAR. c. Amasar.

MASCARA. d. Tizne.

MASCARAR. d. Tiznar.

MASCARÓN. n. Tizne o mancha, generalmente en la cara. - n. Dibujo informe o mal ejecutado. - n. Persona ridículamente ataviada. - n. mascarón de proa, persona de facciones exageradas.

MASERO. n. Lienzo en que se acomodan los panes para llevarlos a cocer.

MASETA. n. Engrudo o pasteta para pegar cuerpos de fácil adherencia.

MASÍA. a. Cortijo, masada o casa de labor: por su etimología griega significa tierra vallada o cercada.

MASOBERO. d. El que vive en cortijo. (masové, masovera, masovés, masoveres)

MASTIQUE. n. Plaste.

MASTO. a. El árbol donde se injiere otro.

MASTRANZO NEVADO. n. Menta silvestre, planta.

MASTUERZO. n. Majadero, persona inútil o muy negada.

MATA DE PELO. d. Crencha.

MATACABRA. d. Granizo menudo y frío que cae en el invierno.

MATACÁN. n. Cierta clase de liebres muy corredoras, las que se distinguen por su menor volumen y por una como estrella que llevan en la frente.

MATACÍA, a. Muerte o matanza de animales para el consumo.

MATA-GALLEGOS. n. Arsolla, planta.

MATA-POLLO. n. Planta.

MATAPUERCO. n. Mondongo del cerdo, esto es, los embuchados que de él se hacen, como longaniza, morcilla etc. - n. La operación o faena del mondongo.

MATERIAS. n. Papel pautado: la Academia incluye esa voz como anticuada en significación de muestra que se da a los niños para que imiten la forma de la letra.


MAYENCO. d. Deshielo de nieve en primavera.

MAYORDOMBRE. a. Prohombre, veedor o maestro que preside un gremio.

MAYORDOMBRÍA, a. Oficio de prohombre.

MAYORDOMO. n. En Zaragoza cada uno de los tres jueces que ejercían jurisdicción mercantil en el palacio de la diputación después del medio día (M. Molino).

MAZA. c. Pértiga.

MAZACOTE. n. Se dice de cualquiera objeto de arte no bien concluido y en que se ha procurado más la solidez que la elegancia y ligereza.

MAZADA. n. Pensamiento o solución sin réplica que comúnmente no brilla por su ingenuosidad sino por su exactitud, y que suele proceder de persona taciturna o no muy locuaz, y así se dice: fulano tiene unas mazadas.

MAZARRÓN. n. El que defraudaba al fisco dejando de pagar el peaje u otro derecho de pasaje: así se infiere de los actos de Cortes en que se definía y penaba ese delito "é tomábanle por mazarrones sino pagaban" "non sia avido por mazarron mas se sea tenido pagar el dicho peage."- n. La misma pena en que incurrían los defraudadores, que era la pérdida de lo que transportaban y aun todas las cosas en que se cometía el fraude como caballerías, barcas etc. “las ditas penas et mazarrones sian divididos et divididas segund se siguen" esto es, por cuartas partes entre el Sr. del territorio, el aprensor, el fisco y los funcionarios públicos.

MAZO. n. Badajo.

MAZONERO. n. Albañil.

MAZORRIL. n. Mazorral.

MEADINA. n. Meada.

MEA-PERROS. n. Planta.

MEDIA. n. Medida de granos equivalente a la fanega aragonesa: en Castilla equivale a media fanega.

MEDIANIL. n. Tabique que divide dos casas o habitaciones o departamentos: también se dice de las tapias divisorias de huertos y heredades.

MEDIAR. n. Dividir por mitad: léese en las leyes palatinas de Jaime II de Mallorca.

MEDIERO. a. El que va a medias en la administración de tierras o cría de ganados.

MEDITAR. n. Recrear el ánimo, principalmente en la caza según Ducange, el cual incluye también la voz meditación.

MEJANA. d. Isla de río.

MELÓN DE AGUA. p. Sandía.

MELSA. a. Bazo. - n. Flema, calma, poltronería.

MEMORIA. p. Se dice caer o dormir de memoria para denotar que en posición supina o boca arriba.

MENSA. n. Algunos escritores usan esta palabra como sinónima de prepositura, pero dando a esta diferente valor que la Academia.

MENSURÁTICO. n. Género de tributo que también se llamaba mensuraje.

MENUCELES. a. Los frutos de poca monta que se percibían del diezmo, para distinguirlos de los granos aceite y vino: llamábaseles también minucias.

MENUCIER. n. Repartidor de las viandas para la mesa del rey.

MENUDILLO. a. Moyuelo, salvado menudo.

MERA. n. Marca para el ganado.

MERENDOLA. n. Merendona.

MERMAR. c. Disminuirse alguna sustancia al calor.

MERZINA. n. Homicidio, según documento de Jaime I, citado por Ducange.

MESA. n. Se dice mesa de sastre por aquella en que falta accidentalmente el pan, como en Castilla se dice mesa gallega.

MESACHE, MESACHA. n. Muchacho, muchacha; mozo, moza.

MESEGUERÍA. n. Derecho que se pagaba por el paso de ganados trashumantes junto a los sembrados, según se inclinan a creerlo los ilustrados aa. de las Instituciones de Derecho aragonés, SS. Franco y Guillén. - n. Oficio del meseguero.

MESEGUERO. a. El que guarda las viñas. (Meseguer)

MESNADEROS. n. Nobles de segunda clase educados en el palacio real, según Zurita en Indices rerum ab Aragoniae Regibus gestarum (Zaragoza 1578) libro I pág. 52.

MESTURA. a. Trigo mezclado con centeno. (mixto, mezcla, mixtura)

MIAJAS. n. La cantidad con que contribuye cada hermano para los gastos de la cofradía.

MIAJERO. n. Puchero pequeño.

MICER. n. Título de alguna distinción que se dio un tiempo a los letrados.

MICERO. n. Entremetido, persona que se pone en lo que no le importa: algunos derivan de la anterior esta palabra.

MIDA. p. Medida.

MIELSA. d. Melsa.

MIL EN GRANA. n. Planta.

MILOCHA. p. Cometa. - n. Apodo contra la persona demasiado alta y delgada.

MIMO. n. Músico, según la interpretación de Ducange a las leyes palatinas de Jaime I de Mallorca.

MINCHAR. n. Comer. (Minchá, minjá).

MINGLANA. n. Granada: es voz local y corresponde a mingrana, castellano antiguo. (mangrana)

MINGLANERA. n. Granado. (mangrané, mangranera)

MIÑÓN. n. Individuo de una compañía que también se titulaba de fusileros de Aragón y tenía por objeto la persecución de malhechores y todo lo que hoy forma el instituto de la Guardia civil: fue creada en 1768 y disuelta en 1843, siendo diferente esta fuerza de la que con igual nombre y parecido objeto se menciona en el Diccionario de la lengua, así como no le conviene la etimología que da Monlau a la palabra miñón derivándola de minuo minus, idea de pequeñez. (Mignon francés ??)

MIOJA. n. Migaja, miga. (Miaja)

MIRALLO. n. Balcón, reja o celosía.

MIRAMAR. n. Mirador, solana, azotea, sobre todo en las casas de campo. (Mallorca)

MISA. n. Se usa en la frase proverbial como misa de réquiem con órgano (lo cual nunca sucede en Aragón) para denotar la impropiedad, improcedencia o falta de gusto en una cosa.

MITADENCO. d. Trigo mezclado con centeno: se ve usado también en documentos de Navarra. - n. Se dice del censo que se paga mitad en una clase de frutas mitad en otra.

MOCAR. n. Sonar (sonarse la nariz; mocás). La Academia admite los conderivados moquero y mocador. (Mocá, mocadó; yo me moco, te moques, se moque, mos moquem o mocam, tos moquéu o macáu, se moquen)

MOCETE, MOCETA. n. Muchacho de cuatro a ocho o diez años: dícese también moced para el masculino y es usual en Navarra. (mosset, mossets, mosso, mossos, mossa, mosses, mossetes)

MODOSO. n. Se aplica a la persona de moderación y templanza en sus acciones y palabras.

MOJIJO. n. Salsa. (Para mojar pan)

MOLADA. d. Cantidad de aceituna que se deshace de una vez. (Mola; Muela; moler)

MOLEDERA. n. Se dice de la persona pesada, importuna o gárrula.

MOLINADA. n. La cantidad de trigo que se muele de una vez para el consumo en tiempo dado, y así se dice en las Ordinaciones del Hospital de Zaragoza "las molinadas de trigo de cada semana"- n. El abasto de trigo que se hace para el consumo anual de una familia, o el contrato equivalente que se hace con el tahonero para que surta de pan durante el año.

MOLTURA. a. Maquila o grano dado en precio al molinero, o medida de maquilar.

MOLLA. d. Musgo moho. (La molla del pá: la miga; molles de carn : grasa, michelín)

MOLLAR. n. En sentido de hito o mojón lo hemos visto en una escritura de narración de límites entre Vera y Tarazona, año 1245, con estas palabras "e mando alli fincar mollar. (molló; fita)

MOMO. d. Fisgón.

MOMOS. n. Gestos o visajes con que se hace burla de alguno.

MOMERO. d. Fisgón.

MONA. n. Juego de naipes que consiste en repartir toda la baraja entre un número ilimitado de jugadores, descartarse estos de sus parejas, tomar cada uno sucesivamente del de su izquierda un naipe cubierto para ver si reúne pares al descarte, y cuando queda una sola carta (pareja de otra que sin ser vista de nadie se ha quitado de la baraja al empezar el juego), el que la tiene resulta mona y paga lo convenido - n. Maza, en sentido de colgajo que se prende a los vestidos en Carnestolendas: es curioso de notar que maza y mona se dice, según la Academia, por dos personas que suelen andar juntas. - n. mona de pascua, suele decirse corrido, y otras veces alegre, como la mona de pascua a semejanza, en el primer caso, de la frase hecho una mona que admite la Academia.

MONCAÍNO. n. Lo derivado de la cordillera del Moncayo, como el viento, etc.

MONDA. n. Mondadura, desperdicio o piel de cualquiera fruta, legumbres etc.

MONEDA JAQUESA. a. La que se labró en Jaca y juraron los reyes mantener, la cual tenía el busto del rey y una cruz patriarcal: en general se dice de toda moneda aragonesa que es imaginaria.

MONEDAJE. a. Servicio de 12 dineros por libra jaquesa (cerca de un 4 por ciento) impuesto sobre los bienes muebles y raíces por Pedro II.

MONFORTERA. n. Cada uno de los palos o cestillas que, descansando en los rillos, sirven para contener vertical y paralelamente las dos paredes de los tapiales.

MONIS. a. Masa de huevos y azúcar.

MONITORIO. n. Provisión que expiden los tribunales para hacer cumplir sus decretos contra la resistencia de los jueces o particulares eclesiásticos; en Castilla monitoria es despacho que se obtiene del juzgado eclesiástico para obligar a comparecer a alguno.


MONTAMIENTO. n. Valor, precio, estimación; y así se dice “no he percibido montamiento de un alfiler”: esa significación da la Academia a la palabra monta. (Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando)

MONTÓN (A). n. Mucho, en gran cantidad, por ejemplo llueve a montón, lo quiere a montón. La Academia incluye a montones por abundante, excesivamente.

MOÑACO, d. Muñeco. (nina, nines, ninot, ninots)

MORA DE ZARZA. n. El fruto apiñado que da la zarza silvestre. (Zarzamora, mora)

MORABATÍN. n. Moneda usada antiguamente en Aragón. Para prueba de la variadísima lección que tienen algunas voces en los documentos antiguos, y de la dificultad de fijar a veces la verdadera, citaremos las que trae Ducange de esta palabra en su Glossarium: son marabatinus, marabetinus, marabitinus, marabocinus, marabotinus, marabutinus, marabuntinus, marapetinus, maravedinus, marbatinus, marbotinus, marmotinus, maurabotinus, mirabutinus, morabatinus, morabedis, morabetinus, morbotinus y morobatinus. (maravedí, maravedís, maravedíes, etc.)

MORADURA. n. Lividez que queda en la epidermis a consecuencia de alguna contusión o golpe. (El cardenal Omella sufrió bastantes de niño jugando en Queretes)

MORAVETINO. n. La misma moneda antes definida y por otro nombre llamada maravedí alfonsino.

MORCACHO. d. Mestura: en Castilla morcajo.

MORCAL. n. Intestino de carnero, vaca o cerdo, en el cual se ponen los embuchados de morcilla, longaniza etc.

MORCAS. d. Heces del aceite.

MORGAÑO. n. Ratón campesino muy hocicudo que suele mamar de las ovejas causándoles la muerte: su carácter venenoso ha dado origen al proverbio si te pica el morgaño prevén el escaño. (ve preparando; escaño : féretro; furigañ ??)

MORGÓN. d. Mugrón de vid. (mugró, mugróns: pezón, pezones)

MORGONAR. d. Tender los sarmientos para que arraiguen.

MORO. n. El médico Francisco del Rosal dice “que el aragonés llama moros por denuesto a los que descienden de moros, así como en Castilla se llama judíos a los que descienden de ellos, y en Andalucía moriscos a los unos y conversos a los otros.” (Algunos reyes de Aragón, Jaime I, llamaban príncipe de los moros a reyes de Jaén, Córdoba, Berbería, etc.)

MORQUERA. d. Tomillo. (timó; vore farigola y farigolero al dicsionari lleidatà-català)

MORRERAS. n. Manchas o erupción alrededor de los labios. (morro, morros; morreres)

MORRO. n. Enfado, berrinche.

MORROCOTUDO. n. Grande, formidable, temible: se usa, y sólo vulgarmente, con algunos sustantivos, como en las frases, hay cuatro leguas morrocotudas, es un capital morrocotudo, es un juego morrocotudo etc.

MORRUDO. n. Aficionado a los manjares exquisitos, práctico en gustarlos, el que se apercibe pronto de su buen o mal condimento: es voz familiar. - n. Se aplica al que está enfadado, o, como se dice metafóricamente, con hocico. (morrut, morruda)

MORTAJAR. n. Amortajar. (mortaja; mortalla; mort; muerte)

MORTIJUELO. d. Párvulo muerto. (Casi com un albadet, albaet)

MORÚGULA. d. Criadilla de tierra. (seta morchella; morúgola)

MOSARRICO. n. Hipócrita, taimado: voz local.

MOSEN. a. Título o tratamiento equivalente a Don, que antes se daba a los nobles y hoy a los clérigos. Abreviación enfónica árabe de mi señor. (mon seigneur, messieur, monseñor; mio çid, cid, cide, said, zayt, sire, sir, Herr, signore, senyor, senior etc.)

MOSIGÓN. n. Se dice familiarmente del niño arisco y torpe, que no obedece por falta de actividad y comprensión.

MOSTACILLA. n. Abalorio menudo para bordar.

MOTACÉN. a. Almotacén o fiel de pesos y medidas.
(GLOS: Almotacén, almutaceb (en el Fuero de Madrid) cast., almotacé val., almotacel port., almutacen, almotaçaf, almotazaf, almutazaf cast. Fiel de pesos y medidas, sinónimo de alamín en P. de Alcalá. De almohtasib, "proefectus annonae", juez de policía, encargado especialmente de la represión de los delitos, etc. V. Almacarí, I, 134, y Quatremère, Hist. des sult. maml.. I, 114, n. (Almostaf, mostaçaf etc. En los doc. Corona de Aragón)
Almotalaf cast. y val., almotalafe, almotalefe, mostalaf, motalefe, mudalafe cast., almotalaj val., almostalaf b. lat. (ap. Ducange, Glos., y Flórez, Esp. Sagr., XLII, 294). Fiel de la seda. Según Dozy, de mostáhlaf y con el art. almostáhlaf, "jurado", part. pas. de la 10.a forma del verbo hálafa, "jurar". Almotazaf ant. V. almotacen.)

MOTILAR. c. Cortar el pelo.

MOZLEMES. n. Moros, según un documento latino en que Briz traduce mozlesmes.

MUDÉJARES. n. Moros que permanecieron en Zaragoza después de la reconquista, según Blancas pág. 130 de sus Comentarios. (Teruel, arte mudéjar)

MUELA-PICADA. n. Se usa en la frase tener la muela picada para indicar que se tiene buen apetito.

MUELLES. n. Por flojo de muelles se entiende, no sólo el que tiene suelto el vientre, sino el que es fácil de lengua.

MUERMO. n. Hombre pesado e importuno.

MUESO. a. (mos) Bocado, voz anticuada que usaron mucho en otro tiempo los escritores castellanos (como puede verse en nuestra Introducción), entre ellos el autor del libro de Patronio o conde Lucanor, en el capítulo IX en que se dice: "y enderezaron entrambos al leon, é paráronle tal á muesos y a coces, que por fuerza se huvo á encerrar en la casa donde salió."

MUGA. p. Mojón, término o límite, y no montón, cúmulo o acervo que interpreta Ducange, citando el libro VI de las Observancias de Aragón. (Vino Rioja muy bueno)

MUÑIR, a. Ordeñar. (Muñí. Yo muñgo, muñs, muñ, muñim, muñiu, muñen)

MUÑIDO. p. Emplazado, citado, obligado a comparecer en juicio: “si muñidos a concello no viniesen, paguen, etc.” que dice Cuenca.

MÚRGULA. d. Cierta criadilla de tierra de forma cónica. (Morúgola, morchella)

MUSEO. n. Jefe de la cocina y la despensa del rey, según se ve en las leyes palatinas de Jaime II de Mallorca.
(En las de Pedro IV también está. Del moseu.
Sobre totes coses a us nostre e ornament necessaries cura e diligent custodia a certes persones esser comesa havem ordonat: necessaria cosa esser esguardan e consonant a raho que sobre les coses per nostre menjar e vitayla comprades a algun fael la custodia daquelles cometre dejam. E axi ordonam e volem que algun hom bo e leyal que sia nomenat museu per nos elegidor sia deputat qui la clau del reservatori de la nostra museria tenga e port et encara cascun dia les carns qui comprades o portades a la cuyna per comprador e sotscomprador seran abans del trancameut (trancament) daquelles presents lo majordom e lo comprador o sotscomprador repesar faelmen no oblit: les quals axi repesades facen certes peces e tayll e trench diligentment aquelles e encara el peix trencar sia tengut et aquelles que per nostra persona seran comprades e trencades als cochs per menjar a la dita nostra persona appareyladores e les altres carns comprades e trencades a obs de nostres domestichs als cochs aquelles appareyladores deputats liure ordonadament. Les dites empero carns per a nos apart e no sino los davant nomenats presents repes e trench perque freytura de suspicio de mesclar coses nocives hi sia: e als dits cochs de les coses en lo dit reservatori estants segons que als dits menjars appareyladors necessari sera ministre sens triga. E con los dits menjars seran appareylats e nostres domestichs seran a taula anats al palau ensemps ab lo manucier qui les carns els peis portaran tro al dreçador entrar procur sens triga. Aquelles coses empero que en les cuynes cuytes apres lo nostre menjar e de nostres domestichs sobraran a la almoyna o als servidors daquella cur de liurar sens frau: decernents e volents que continuament en lo dit reservatori de les coses dejus escrites copia sia atrobada ço es de sucre de gingebre e daltres especies picades de mel doli de carn salada de fromatges de peis salats de vinagre de sagins e daltres coses semblants menjadores als dits menjars pertanyents qui sens dubte de cotidiana distribucio se poran e han acostumat de reservar. E si alcuna cosa daquestes defallir veura encontinent sollicit los damunt dits comprador e sotscomprador que allo compren e en la dita despensa o reservatori reposen ab acabament. E aquestes coses totes lo dit museu en sa diligent e feel custodia haja e tenga e a nos sagrament e homenatge axi con los cochs a nostres menjars appareyladors destinats fer sia estret. Los nostres sobrecochs apres los majordomens en les coses tocans son offici a ell davant esser regonega.)

MÚSICA. n. El conjunto de esquilas que se pone a los rebaños.

MUTAFA. d. Almotacén. (Ver ALMUTAFAT)

sábado, 11 de diciembre de 2021

Adiós, Cordera. Clarín.

Adiós, Cordera.

Leopoldo Alas, Clarín.

(Lo texto del llibre de Clarín no sirá igual que este)

¡Ne eren tres, sempre los tres!: Rosa, Pinín y la Cordera.


¡Ne eren tres, sempre los tres!: Rosa, Pinín y la Cordera.

Lo prat (el prao) Somonte ere un retall triangulá de vellut verd estés, com un penjoll, costa aball per la lloma. Un dels seus anguls o racons, lo inferió o de mes aball, lo despuntabe lo camí de ferro de Oviedo a Gijón. Un poste del telégrafo, plantat allí com a pendó de conquista, en les seues tassetes blanques y los seus arams paralelos, a la dreta y esquerra o zurda, representabe pera Rosa y Pinín lo ample món desconegut, misteriós, temible o acollonán, eternamen ignorat. Pinín, después de pensássu mol, cuan a forsa de vore díes y díes lo poste tranquil, inofensiu, campechano, en ganes, sense cap duda, de aclimatás a la aldea y paréixes tot lo possible a un abre sec, va aná atrevinse en ell, va portá la confiansa al extrem de abrassás al barró y pujá hasta prop dels arams.
Pero may arribabe a tocá la porcelana de dal, que li recordabe les tassetes que habíe vist a la rectoral de Puao. Al vores tan prop del misteri sagrat li acometíe un pánic de respecte, y se dixabe rellissá depressa hasta entropessá en lo césped.
Rosa, menos audás, pero mes enamorada de lo desconegut, se contentabe en arrimá la orella al poste del telégrafo, y minuts, y hasta cuarts de hora, sels passabe escoltán los formidables rumós metalics que lo ven arrencabe a les fibres del pi sec en contacte en lo aram. Aquelles vibrassions, a vegades intenses com les del diapassón, que aplicat al oít pareix que cremo en lo seu vertiginós pols, eren pera Rosa los papés que passaben, les cartes que se escribíen per los fils, lo lenguaje incomprensible que lo ignorat parlabe en lo ignorat; ella no teníe cap curiosidat pera entendre lo que los de allá, tan lluñ, los díen als de l'atra punta del món. ¿Y qué li importabe o fotíe? Se interessabe sol pe'l soroll per lo soroll mateix, pe'l seu timbre y lo seu misteri.

La Cordera, mol mes formal que los seus compañs, verdat es que relativamen, de edat tamé mol mes madura, se absteníe de tota comunicassió en lo món sivilisat, y mirabe de lluñ lo poste del telégrafo com lo que ere pera ella efectivamen, una cosa morta, inútil, que no li servíe sisquera pera rascás. Ere una vaca que habíe vixcut mol. Assentada hores y hores, pos, experta en pastures, sabíe aprofitá lo tems, meditabe mes que rumiabe, gosabe del plaé de viure en pas, deball del sel gris y tranquil de la seua terreta, com qui alimente l'alma, que tamé ne tenen los brutos; y si no fore profanassió, podríe dis que los pensamens de la vaca matrona, plena de experiensia, habíen de paréixes tot lo possible a les mes sossegades y doctrinals odes de Horacio.

Assistíe als jocs dels pastorets encarregats de llindala, com una agüela. Si puguere, sonriuríe al pensá que Rosa y Pinín teníen per missió al prat cuidá de que ella, la Cordera, no se extralimitare, no se ficare per la vía del ferrocarril ni saltare a la heredat veína (Zaornín per ejemple, que es de un atra novela del mateix autó).
¡Qué habíe de saltá ribassos ni margens! ¡Qué se habíe de ficá per la vía!

Pasturá de cuan en cuan, no mol, cada día menos, pero en atensió, sense pedre lo tems en eixecá lo cap per curiosidat tonta, trián sense dudá los millós mossets, y después assentá los cuartos trasseros en delissia, a rumiá la vida, a gosá lo delit y delissies del no patí; tot lo demés eren aventures perilloses. Ya no sen enrecordabe de cuan li habíe picat la mosca.

"Lo xatu (lo bou), los brincos alocats per los prats abán... ¡tot alló parabe tan lluñ!"

Aquella pas sol se habíe estorbat los díes de proba de la inaugurassió del

ferrocarril. La primera vegada que la Cordera va vore passá lo tren se va abalotá, se va torná loca. Va saltá la valla de lo mes alt del Somonte, va corre per los prats llindans, y lo terror li va durá mols díes; renovanse, mes o menos violentamen, cada vegada que la máquina assomabe per la trinchera veína. Poc a poc se va aná acostumán al estrépit inofensiu. Cuan se va convense de que ere un perill que passabe, una catástrofe que amenassabe sense fe mal, va reduí les seues precaussions a ficás a cuatre potes y a mirá de frente, en lo cap eixecat, al formidable monstruo; mes abán no fée mes que mirál, sense alsás, en antipatía y desconfiansa; va acabá no mirán al tren.

A Pinín y Rosa la novedat del ferrocarril los va produí impressions mes agradables y persistens. Si al prinsipi o escomensamén ere una alegría loca, algo mesclada de temó superstissiosa, una exitassió ñirviosa, que los fée cridá y fé gestos y pantomimes descabellades, después va sé un recreo passífic, suave, renovat varies vegades al día. Va tardá mol en gastás aquella emossió de contemplá la marcha vertiginosa, acompañada del ven, de la gran serpota de ferro, que portabe a dins tan soroll y tantes castes de gens desconegudes, extrañes, forasteres.

Pero lo telégrafo, lo ferrocarril, tot aixó ere lo de menos: un acsidén passajero que se aufegabe al mar de soledat que rodejabe lo prat Somonte. Desde allí no se veíe cap vivienda humana; allí no arribaben sorolls del món mes que al passá lo tren.

Matíns sense fi, deball dels rayos del sol, a vegades entre lo sumbá dels insectes, la vaca y los chiquets esperaben la proximidat del michdía pera torná a casa. Y después, tardes eternes, de dolsa tristesa silensiosa, al mateix prat, hasta arribá la nit, en lo lucero de la vesprá com a testigo mut a la altura. Rodaben los nugols allá dal, caíen les sombres dels abres y de les peñes a la lloma y al pas de bestiá, se gitaben los muixóns, escomensaben a brillá alguns estrels a lo mes oscur del sel blau, y Pinín y Rosa, los chiquets bessons, los fills de Antón de Chinta, tintada l'alma de la dolsa serenidat ensomiadora de la solemne y seria naturalesa, callaben hores y hores, después dels seus jocs, may massa estrepitosos, assentats prop de la Cordera, que acompañabe lo augusto silensio de tarde en tarde en un blang tintineo de modorra esquella.

An este silensio, an esta calma inactiva, ñabíen amors. Se volíen los dos germáns com dos mitats de una fruita verda, chunits o ajuntats per la mateixa vida, en escasa consiensia de lo que en ells ere diferén, de lo que los separabe; volíen Pinín y Rosa a la Cordera, la vaca agüela, gran, esgroguida, en un cap com una cuna. La Cordera li recordaríe a un poeta la zavala del Ramayana, la vaca santa; la amplitut de les seues formes, la solemne serenidat dels seus pausats y nobles movimens, aire y contornos de ídolo destronat, caigut, contén en la seua sort, mes satisfeta de sé vaca verdadera que deu fals. La Cordera, hasta aon es possible adiviná estes coses, pot dis que tamé volíe als bessons encarregats de apassentala, pasturala.

Ere poc expresiva; pero la passiensia en que los tolerabe cuan jugán ella los servíe de cuixí, de amagatall, de montura, y pera datres coses que ideabe la fantassía dels pastorets, demostrabe tássitamen lo afecte del animal passífic y pensatiu.

Als tems difissils, Pinín y Rosa habíen fet per la Cordera los impossibles de solissitut y convoyamén. No sempre Antón de Chinta habíe tingut lo prat Somonte. Este regalo ere una cosa relativamen nova. Añs atrás la Cordera teníe que eixí a la gramática, aixó es, a pasturá com podíe, a la bona ventura dels camins y sendes de les esquilades y pobres pastures del comú, que tan teníen de vía pública com de pastures. Pinín y Rosa, en tals díes de penuria, la guiaben als millós tossalets, als puestets mes tranquils y menos esquilmats, y la liberaben de les mil injuries a les que están exposades les pobres reses que tenen que buscá lo alimén pels azars de un camí.

Als díes de fam (fame, com diuen allá dal), al corral, cuan lo fenás escassejabe y lo “narvaso” o sostre pera ensostrá lo llit calén de la vaca tamé faltabe, a Rosa y a Pinín los debíe la Cordera mil industries que li suavisaben aquella miseria. ¡Y qué podem di dels tems heroics de la cría y lo assormá, cuan se entablabe la lucha nessessaria entre lo alimén y regalo de la nassió y lo interés dels Chintos, que consistíe en robá de les mamelles de la pobre mare tota la lleit que no fore absolutamen indispensable pera que lo ternero acampare! Rosa y Pinín, an este conflicte, sempre estaben de part de la Cordera, y en cuan ñabíe una ocasió, de amagatontes, soltaben lo ressental mamón, lo vedellet, que, ensegat y abalotat, tossán contra tot, corríe a buscá lo amparo de la mare, que lo albergabe daball del seu ventre, girán lo cap agraída y solíssita, dién, a la seua manera:

- Dixéu als chiquets y als ternerets que vinguen a mí.

Estos recuerdos, estos llassos son dels que no se olviden. Ham de afegí a tot aixó que la Cordera teníe la milló pasta de vaca patidora del món. Cuan se veíe emparellada daball del jou en consevol compañera, fiel a la gamella, sabíe sometre la seua voluntat a la ajena, y hores y hores se la veíe en la servís belcada, lo cap torsut, en incómoda postura, velán de peu mentres la parella de la chunta dormíe an terra.

Antón de Chinta va compendre que habíe naixcut pera pobre cuan va paupá la impossibilidat de cumplí aquell somni dorat seu de tindre un corral propi en dos chuntes per lo menos. Va arribá, grassies a mil estalvis a aforramens, que eren mars de suó y purgatoris de privassions, a la primera vaca, la Cordera. Y no va passá de ahí: antes de pugué comprá la segona o segunda, se va vore obligat, pera pagali atrasos al amo, lo amo de les finques que arrendabe, a portá al mercat aquell tros de les seues entrañes, la Cordera. L'amor de sons fills. Chinta se habíe mort als dos añs de tindre la Cordera a casa. Lo corral y lo llit del matrimoni estaben paret per mich, dienli paret a unes rames de castañé y de cañes de panís. La mare Chinta, mussa de la economía de aquella casa misserable, se habíe mort mirán a la vaca per un boquete de la destrossada tapieta de rames, siñalánla com a salvassió de la familia.
"Cuidéula, es lo vostre sustento", pareixíen di los ulls de la pobra moribunda, que 
se va morí espanada de fam y de treball. Lo amor dels bessons se habíe consentrat en la Cordera; la faldeta, que té lo seu cariño espessial, que lo pare no pot reemplassá, estabe al caló de la vaca, al corral, y allá al Somonte.

Tot aixó u compreníe Antón a la seua manera, confusamen. De la venta nessessaria no se teníe que di ni chut als chiquets. Un dissapte de juliol, al fés de día, de mal humor, Antón va emprendre lo camí de Gijón, conduín a la Cordera dabán d'ell, sense datre atavío que lo collá de la esquella. Pinín y Rosa dormíen. Datres díes habíe de despertals a surriacades. Lo pare los va dixá tranquils. Al eixecás se van trobá sense la Cordera. "Sense duda, lo papa la ha portat al xatu." No los cabíe datra conjetura.

Pinín y Rosa opinaben que la vaca hi anabe de mala gana; creíen ells que no volíe mes fills, pos tots los acababe perdén pronte, sense sabé cóm ni cuán.

Al tardet, Antón y la Cordera entraben per la corralada en mala cara, cansats y polsosos. Lo pare no va doná explicassions, pero los fills van adiviná lo perill.

No la habíe venut perque dingú habíe volgut arribá al preu que an ell se li habíe ficat al cap. Ere una animalada: un sofisma del cariño. Demanabe mol per la vaca pera que dingú se atreviguere a emportássela. Los que se habíen arrimat a intentá fortuna van colá pronte renegán de aquell hombre que mirabe en ulls de rencor y dessafío al que gosabe insistí en arrimás al preu fixat al que ell se encaparrabe.
Hasta lo radé momén del mercat va está Antón de Chinta al Humedal, donanli plasso a la fatalidat. "No se dirá - pensabe - que yo no vull vendre: son ells que no me paguen lo que val la Cordera." Y, al remat, suspirán, si no satisfet, en sert consol, va empendre lo camí de tornada per la carretera de Candás, entre lo guirigay y soroll de gorrinos y terneros, 
bueys y vaques, que los aldeans de moltes parroquies de la roglada conduíen en mes o menos faena, segons la antigüedat de les relassions entre amos y besties.

Al Natahoyo, al cruse de dos camins, encara va está exposat lo de Chinta a quedás sense la Cordera: un veí de Carrión que'l habíe estat rondán tot lo día oferinli pocs duros menos dels que demanabe, li va fotre lo radé ataque, algo engatinat.. Lo de Carrión pujabe, pujáe, luchán entre la codissia y lo capricho de emportás la vaca. Antón, com una roca. Van arribá a tindre les mans entrellassades, parats al mich de la carretera, interrumpín lo pas ... al remat la codissia va pugué mes; lo pico dels sincuanta los va separá com un abisme; se van soltá les mans, y cadaú va tirá per lo seu camí; Antón, per una senda que, entre madreselvas que encara no floríen y romigueres o garraberes en flo, lo va portá hasta casa seua.

Desde aquell día que van adiviná lo perill, Pinín y Rosa no van tartí. A mija semana se va personá lo mayordomo al corral de Antón. Ere un atre aldeá de la mateixa parroquia, de males pusses, cruel en los arrendadós atrasats. Antón, que no admitíe renecs, se va ficá blang dabán de les amenasses de desahucio. Lo amo ya no se esperabe mes.
Bueno, vendríe la vaca a vil preu, per una berena. Teníe que pagá o quedás al carré.

Lo dissapte siguién, Pinín va acompañá hasta lo Humedal a son pare. Lo chiquet mirabe en horror als contratistes de carn, tratans, que eren los tiranos del mercat.
La Cordera va sé comprada a preu just per un rematán de Castilla. Se li va siñalá la pell y va torná al seu corral de Puao, ya venuda, de un atre, tañín tristemen la esquella.
Detrás caminaben Antón de Chinta, pensatiu, y Pinín, en los ulls com a puñs.
Rosa, al sabé la venta, se va abrassá al cap de la Cordera, que lo inclinabe a les carissies com al jou.

"¡Sen anabe la agüeleta!", pensabe en l'alma destrossada Antón.

"¡Ella sirá una bestia, pero sons fills no teníen datra mare ni datra yaya!"

Aquells díes, a la verdura del Somonte, lo silensio ere fúnebre. La Cordera, que ignorabe la seua sort, descansabe y pasturabe com sempre, sub specie aeternitatis, com descansaríe y minjaríe un minut abans de que la brutal massolada la derribare morta.
Pero Rosa y Pinín estaben dessolats, estesos damún de la herba. Miraben en rencor los trens que passaben, los arams del telégrafo.
Aquell món los ere desconegut, tan lluñ de ells per un costat, y per l'atre lo que los portabe la seua Cordera. Lo divendres, al tardet, va sé la despedida. Va vindre un encarregat del rematán de Castilla a buscá la res. Va pagá, van beure un trago Antón y lo comissionat, y se va traure la Cordera cap a la quintana. Antón habíe apurat la botella; estabe exaltat; lo pes dels dinés a la burchaca l'animabe tamé. Parlabe mol, alababe les exelensies de la vaca. L'atre sonreíe, perque les alabanses de Antón eren impertinens. ¿Que donabe la res tans y tans cantes de lleit? ¿Que ere noble al jou, forta a la cárrega? ¿Y qué, si al cap de pocs díes habíe de está feta chulles y datres pesses suculentes?
Antón no se volíe imaginá aixó; se la figurabe viva, traballán, servín a un atre llauradó, olvidada de ell y de sons fills, pero viva, felís ... Pinín y Rosa, assentats damún del mun de pallús, record sentimental pera nells de la Cordera y dels seus propis afans, units per les mans, miraben al enemic en ulls de espán. Al instán supremo se van aviá damún de la seua amiga; besets, abrassades: va ñabé de tot. No podíen separás de ella.
Antón, agotada de repén la exitassió del vi, va caure com a un marasmo; va crusá los brassos, y va entrá al corral oscur. Los fills van seguí un bon tros per la senda, de alts setos, lo trist grupet del indiferén comissionat y la Cordera, que caminabe de mala gana en un desconegut y an aquelles hores. Al remat, se van tindre que separá.
Antón, malhumorat, cridabe desde casa:

- ¡Bah, bah, chiquets, prou de singlots y gemecs! - Aixina cridabe de lluñ lo pare, en la veu enterbolida per les llágrimes.

Caíe la nit; per la senda oscura, que féen casi negra los alts setos, formán casi una bóveda, se va pedre lo bulto de la Cordera, que pareixíe negra de lluñ. Después no va quedá de ella mes que lo tintineo pausat de la esquella, desaparegut a la distansia, entre los chirrits melancolics de infinites chicharres.

- ¡Adiós, Cordera! - cridabe Rosa desfeta en plos -. ¡Adiós, Cordera de la meua alma!

- ¡Adiós, Cordera! - repetíe Pinín, no mes sereno.

- Adiós - va contestá al final, al seu modo, la esquella, perdense lo seu lamén trist, ressignat, entre los demés sonidos de aquella nit de juliol a la aldea -.

En son demá, mol pronte, a la hora de sempre, Pinín y Rosa van aná al prat Somonte. Aquella soledat no los habíe paregut may trista; aquell día, lo Somonte sense la Cordera pareixíe lo desert.

De repén va chulá la locomotora, va apareixe lo fum, y después los vagons.
A un furgó tancat, en unes estretes finestres altes o respiraderos, van atiná los germans bessons caps de vaques que, pasmades, miraben per aquells tragallums.

- ¡Adiós, Cordera! - va cridá Rosa, adivinán allí a la seua amiga, a la yaya vaca.

- ¡Adiós, Cordera! - va bramá Pinín en la mateixa fé, enseñánli los puñs al tren, que volabe camí de Castiella. Y, plorán, repetíe lo rapaz, mes enterat que san germana de les picardíes del món:

- La porten al matadero ... carn de vaca. Pera minjá los siñós, los indianos.

- ¡Adiós, Cordera! - ¡Adiós, Cordera!

Y Rosa y Pinín miraben en rencor la vía, lo telégrafo, los símbolos de aquell món enemic que los arrebatabe, que los devorabe a la seua compaña de tantes soledats, de tantes ternures silensioses, pera satisfé la gula, pera convertila en manjars de rics golafres...
- ¡Adiós, Cordera! ¡Adiós, Cordera! -

Van passá mols añs. Pinín se va fé mosso y sel va emportá lo rey pera luchá a la guerra carlista. Antón de Chinta ere cassero de un cacique dels vensuts; no va ñabé influensia pera declará inútil a Pinín que, per sé, ere com un roble.

Y una tarde trista de octubre, Rosa, al prat Somonte, sola, esperabe lo pas del tren correu de Gijón, que se emportabe los seus unics amors, son germá.

Va chulá allá lluñ la máquina, va apareixe lo tren a la trinchera, va passá com un rellámpec. Rosa, casi a les rodes, va pugué vore un instán a un coche de tersera (com los que fée aná Antonio Machado pera tot viache), una caterva de caps de pobres quintos que cridaben, gesticulaben, saludán als abres, a la terreta, als cams, a tota la patria familiar, la menuda, que dixaben pera aná a morí a luches entre germáns, fratrissides, de la patria gran, al servissi de un rey y de unes idees que no coneixíen.
Pinín, en mich cos fora de una ventanilla o finestreta, va estendre los brassos a san germana; casi se van tocá. Y Rosa va pugué escoltá entre lo estrépit de les rodes y lo sarabastall dels reclutes la veu diferenta de son germá, que gañolabe exclamán, com inspirat per un record de doló lluñá:

- ¡Adiós, Rosa! ... ¡Adiós, Cordera! - ¡Adiós, Pinín! ¡Pinín de la meua alma! ...

Allá anabe, com l'atra, com la vaca agüela. Sel emportabe lo món. Carn de vaca pera los golafres, pera los indianos: carn de la seua alma, carn de cañó pera les grilladures del món, pera les ambissions dels atres."

Entre confussió de doló y de idees, pensabe aixina la pobre germana veén lo tren pedres allá lluñ, chulán trist, en chulits que repercutíen los castañés, les vegues y los roquissals...

¡Qué sola se quedabe! Ara sí, ara sí que ere un desert lo prat Somonte.

- ¡Adiós, Pinín! ¡Adiós, Cordera! -

En quín odio mirabe Rosa la vía mascarada de fullí; en quína ira los arams del telégrafo. ¡Oh!. Be fée la Cordera en no arrimás. Alló ere lo món, lo desconegut, que se u emportabe tot. Y sense pensáu, Rosa va apoyá lo cap damún del tocho enclavat com un pendó a la punta del Somonte. Lo ven cantabe a les entrañes del pi sec la seua cansó metálica. Ara ya u compreníe Rosa. Ere una cansó de llágrimes, de abandono, de soledat, de mort. A les vibrassions rápides, com a queixits, creíe escoltá, mol lluñana, la veu que gañolabe per la vía abán:

- ¡Adiós, Rosa! ¡Adiós, Cordera! -


Auf Wiedersehen, Cordera!