Mostrando las entradas para la consulta Pamplona ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Pamplona ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de mayo de 2019

Jaca, siglo XIII, romans

A la Jaca del siglo XIII parláen una variedat romans mol pareguda al chapurriau, valensiá, mallorquí, y dialecte catalá.
Cabanes Pecourt; Repoblación jaquesa en Valencia, 1980 http://www.anubar.com/coltv/pdf/TV_48.pdf (descarga pdf)

Este romance aragonés, de acuerdo con su manifestación escrita en el Fuero de Jaca, suena así (No recurrimos a su traducción porque no la creemos necesaria para los valencianos).

7 De hom mort dints los termes de Jaca.

Si algun omne mata altre dintz los termens de Jaqua e es pres, deu dar al rey mil ss (sueldos jaqueses) per calonia e garde se dels parentz e dels amicx del mort. E si per aventura no e pres, si algunas cosas aura, sien meses en poder del rey. Mas altres omnes de la ciutat non son tenutz de dar aquel homecidi, sino aquel qui l´a feyt.

En la Jaca del s.XIII parlaven una varietat romanç molt pareguda al valencià

Recordém lo bando de Pedro IIals presentz, Osca, 1196.

Recordemos el bando de Pedro II, als presentz, en Osca, 1196

Aragonésocsitá, que englobe actualmen al provensallemosín o llemosí, gascónvivaroaupenclanguedocienne : langue d´Oc, y atres subdialectes, entre los que está lo catalá, que en molta faena y perres se va convertí en llengua y vol fotres a datres com lo valensiá mallorquí).

TARAZONA EN LA REPOBLACIÓN VALENCIANA DE 1239

http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=5953


(Ling.) Conjunto de documentos que recogen el Derecho municipal de la ciudad de Jaca y posteriores compilaciones que se redactan a partir de éste y extienden por Aragón y Navarra su influencia. El primer documento es la carta de fundación dada por Sancho Ramírez con ocasión de la fundación de la ciudad (año 1063). Está redactada en latín y es muy breve (se hacen constar unos veinticuatro preceptos). Sobre la base común de este fuero latino de Sancho Ramírez se redactan luego las compilaciones romances, que son, en general, versiones muy ampliadas. Éstas parten de versiones intermedias, no conocidas pero cuya existencia se deduce de las redacciones romances conservadas (aunque no es posible deducir en qué lengua estaban redactadas). Gracias a los estudios e investigaciones de Mauricio Molho, hoy se conocen siete códices de las redacciones romances del Fuero de Jaca .

Los nombramos convencionalmente con una letra, según la clasificación de dicho investigador:
A1 = Madrid, Biblioteca Nacional, 17801.
A2 = París, Archives Nationales, J.J.O.O.
B = París, Archives Nationales, J.J.N.N.
C = Madrid, Biblioteca Nacional, 13271.
D = Barcelona, Biblioteca de Cataluña, 1015.
E1 = Madrid, Biblioteca de Palacio, 944.
E2 = Madrid, Biblioteca de Palacio, 943.
A éstos habría que añadir algunos fragmentos:
Az = pliego de pergamino, hoy perdido, en el que estaban copiados catorce capítulos del Fuero de Jaca. Se custodiaba en el Archivo de la Basílica del Pilar (Zaragoza) y fue publicado fragmentariamente en 1870 por Manuel Lasala Buscar voz....
Ap = cuatro capítulos de los Fueros Antiguos de Jaca, contenidos en el documento X 15 del Archivo Municipal de Pamplona (carta de los Jurados de Jaca a los de Pamplona).
O1 y O2 = colección de veintiún artículos de fueros, cuyo núcleo principal lo forman unas Ordenanzas de Pedro II Buscar voz... promulgadas en las Cortes de Huesca de 1208. Aparecen copiadas después del Fuero de Jaca en A1 (O1) y en A2 (O2). (En B, C, D, E1 y E2 las disposiciones contenidas en esta Compilación se integran al Fuero de Jaca.)
Todos estos códices transmiten, según M. Molho, cuatro redacciones distintas del Fuero de Jaca, que pueden dividirse en dos grupos, según su origen: 1) las que proceden de Aragón: A1, A2, Az, O1 y O2; y 2) las que proceden de Navarra: B, C, D, E1 y E2.
Aparte quedaría Ap, que es un vestigio de una redacción aragonesa más arcaica que las versiones extensas de los siglos XIII y XIV.
Las cuatro redacciones distintas, en función de la lengua, del origen y, especialmente, del análisis de contenido, disposición de éste, y la comparación de errores comunes, serían las siguientes:
1. Redacción A: Es la primera recopilación romanceada extensa del Fuero de Jaca. Tiene su centro en Jaca y es obra de jurisconsultos aragoneses. Viene reflejada en los manuscritos A1 (ms. conservado del s. XIV, pero redacción del s. XIII, hecha por juristas de Jaca), A2 (ms. conservado del s. XIV, pero redacción del XIII hecha por juristas de Huesca) y Az (redactada en el s. XIII en Aragón, pero ni en Jaca ni en Huesca; M. Molho piensa que en Zaragoza, por haberse conservado en el Archivo del Pilar). Hay que tener en cuenta que al extenderse el Fuero de Jaca por Aragón, a medida que progresaba la reconquista se modifica el carácter local de la compilación originaria. Así, los juristas de Huesca adaptan a la región oscense los preceptos forales jaqueses. Donde A1 dice al comienzo de todo, Aquest es lo for de Jaca, A2 no dice nada; donde A1 dice De hom mort dintz los termes de Jaca, A2 dice De omne mort dintz los termes de Osca; etc. Es decir, A2 representa el Fuero de Jaca observado en Huesca, mientras que A1 es el único manuscrito que representa estrictamente la tradición jaquesa (otros que presumiblemente hubiera, se debieron de perder en el incendio de 1395 del Archivo Municipal de Jaca).
2. Redacción B: Representada por un solo manuscrito, el B (copiado en Navarra por un amanuense originario de Pamplona; letra del s. XIV). Con esta redacción aparece la primera expresión del Derecho aragonés en Pamplona. Es una refundición todavía no sistemática.
3. Redacción C: Se lleva a cabo en Navarra y se trata de una refundición sistemática aunque la sistematización es en algunos lugares superficial, e incompleta en otros. Ofrece además, la legislación en una masa compacta sin división alguna. Ha sido trasmitida por el manuscrito C (con letra de fines del XV o comienzos del XVI, aunque es evidente que refleja una versión cronológicamente anterior, prácticamente idéntica al original que sirvió para redactar D) y por el manuscrito D (versión hecha h. 1340, posiblemente por García Martínez, notario de Villafranca de Navarra).
4. Redacción E: Trasmitida por los manuscritos E1 y E2. Se trata de una última refundición del Fuero de Jaca hecha en Navarra hacia la mitad del s. XIV, de forma sistemática. Está en general más sistematizada que C y además realiza una división en libros y títulos.
Nos encontramos, por tanto, con que, exceptuando Ap (vestigio de una redacción arcaica) y O1 y O2 (reflejos de una Compilación O independiente en su origen), los demás mss. no se pueden agrupar en una familia derivada de un arquetipo común, porque las compilaciones se redactan independientemente en Jaca y en Pamplona. Son, pues, redacciones sucesivas, separadas tanto en el tiempo como en el espacio, que se pueden agrupar ampliamente en dos grupos: 1) las redacciones que son expresión del Derecho jaqués, o de influencia jaquesa al sur de la sierra de Guara (=tradición aragonesa del Fuero de Jaca: A); 2) las redacciones que son expresión del Derecho pamplonés, aunque también de origen jaqués, refundido varias veces por los juristas de Pamplona (=tradición navarra del Fuero de Jaca: B, C, E). Todas las redacciones navarras parece que se hicieron a través de un original oscense.
Independientemente de su origen, los códices están redactados en una de estas lenguas romances: o en occitano (provenzal, según M. Molho, aunque parece más idóneo emplear el término occitano), que son la mayoría; o en aragonés (o, si se quiere, navarro-aragonés, cuando la redacción proviene de Navarra). En concreto: A1, A2, O1 y O2 están redactados en occitano cispirenaico aragonés (es decir, en el occitano usual en esta parte de los Pirineos, en Aragón, principalmente en Jaca, donde las colonias de gentes occitánicas parece que emplearon dicha lengua, importada de Francia, hasta finales del s. XIII o comienzos del XIV) B, C, E1, E2 están redactados en occitano cispirenaico navarro (es decir, en el occitano usual a este lado de los Pirineos, en Navarra; téngase en cuenta que en Pamplona y en Estella, principalmente, se conservó esta lengua en algunos núcleos occitánicos hasta entrado el s. XVI); Az está en aragonés Buscar voz..., con mezcla de frases en latín; D es una versión en navarro-aragonés de C; Ap presenta una curiosa mezcla de latín, occitano y aragonés, exactamente lo que es el chapurriau, reveladora de las presiones lingüísticas que desde un principio tendían a asimilar los núcleos extraños que se iban integrando en Aragón.
Con respecto a la lengua convendría destacar algunos aspectos. En cuanto a las versiones en occitano, durante bastante tiempo se ha discutido sobre el tipo de lengua en que estaban redactadas.
Se afirmó al principio que era catalán (T. Navarro, J. Corominas), luego se matizó más: «Un lenguaje ambiguo, catalán o una especie de gascón primitivo, pero no aragonés» (J. Corominas), y por último se vino a decir que «se trata de una especie de koiné occitano-catalana con algún aragonesismo» (J. Corominas).
Pero Mauricio Molho, el más concienzudo estudioso del tema, ha afirmado siempre que se trataba de un occitano específico, propio de los burgos del Camino de Santiago Buscar voz..., que llama occitano cispirenaico o traspirenaico. Incluso ha hablado de «lenguaje híbrido en donde al fondo galo-románico importado... se sobrepone el aragonés de los autóctonos». Habrá que convenir, por tanto, en que se trata de occitano, en el que no se excluyen algunos elementos puramente catalanes, pero fundamentalmente matizado por la influencia del aragonés.
Con respecto a las versiones en aragonés, la cuestión no es menos complicada. El texto más antiguo en aragonés, Ap, incluye algunas frases en occitano (lo omezidi, los amjcx del mort, los altres, no pot estar pres...) y algunas otras en latín. Y lo redactado en aragonés, si bien presenta rasgos lingüísticos aragoneses muy claros (recebiemos, muytos, huey, trauaillo, vynclo, ditos, faziemos, proueyto, cuytiello, feyto, yeramos, tiengo...) también presenta algunos rasgos lingüísticos castellanos (eran, dezían, auedes, dudáuades, pregastes, tornáuades... y los artículos el, la, los, las). Lo mismo ocurre en los fragmentos conservados de Az, donde pueden verse castellanismos como ermano, es, etc., aunque también, raramente, aparece algún imperfecto aragonés (exiva) o algún artículo (os), sin duda por descuido del copista, que evitaría muy cuidadosamente poner por escrito rasgos tan populares. De todas formas, la comparación de Az y A2 permite ver muy claramente el carácter lingüístico aragonés del primero frente al occitano del segundo:
Az: Muytos infanzons a(n) castiellos e villas en os quals terminos...
A2: Moltz infançons an castels et uilas et altres infançons...
Az: De mulier que avra marido e fara adulterio.
A2: De muller que a marit si fara adulteri con altre.
Por lo que respecta a D, es una traducción deficiente, descuidada e improvisada, en la que aparecen numerosos errores debidos a confusiones fonéticas (de mot a mot lo traduce por de muerto a muertodor aguo por d´Aragón, etc.), desconocimiento de la conjunción occitana, etc., por lo que da la impresión de que el amanuense hizo al mismo tiempo de intérprete, traduciendo, al vuelo, lo que le dictaban. Por lo demás, aunque bastantes rasgos fonéticos del aragonés se mantienen (je, dreito, nueit, feito, multas, tienga...), aparecen otros castellanos (es, era, fija, ujeio, tajado…).
• Bibliog.: Molho, M.: El Fuero de Jaca. Edición crítica; Zaragoza, 1964. Yagüe Ferrer, M.ª I.: Jaca: documentos municipales (971-1324). Introducción y concordancia lematizada; Public. Univ. Zaragoza, Zaragoza, 1995.

https://academica-e.unavarra.es/handle/2454/27537

https://www.persee.fr/doc/ccmed_0007-9731_1972_num_15_57_2025_t1_0088_0000_2


1080 Bibliografía El Fuero de Jaca. 2 vols. 1: Edición crítica, por M. Molho. 1964, facsímil; 2: Estudios, por M. L. ARNAL PURROY, A. M. BARRERO GARCÍA, V. BIELZA DE ORY, J. DELGADO ECHEVERRÍA, M. C. GARCÍA HERRERO, M. A. MARTÍN ZORRAQUINO, M. MOLHO, F. MONGE CASAO, A. SESMA MUÑOZ. Zaragoza: El Justicia de Aragón, 2003. La historia de la edición crítica del Fuero de Jaca, primer volumen de la colección Fuentes para la historia del Pirineo dirigido por José María Lacarra (Zaragoza: CSIC, Instituto de Estudios Pirenaicos, 1964), está íntimamente ligada a Pamplona. Escrita diez años atrás por Mauricio Molho, vio la luz gracias al director de esta colección y Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, quien encomendó la revisión del original y la supervisión de la maquetación a su discípulo Ángel J. Martín Duque, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Navarra. Esta es la razón por la que posee Depósito Legal de Navarra, correspondiente al año 1963, y aparece impresa en los talleres de la Editorial Gómez. José María Lacarra inauguraba con esta publicación un ambicioso proyecto con el que pretendía publicar las fuentes históricas pirenaicas y que, en el apartado de los fueros locales, él mismo dio continuidad editando, junto con Ángel J. Martín Duque, los hijuelos jaqueses de Estella-San Sebastián (1969) y de Pamplona (1975), en estos casos a través de la Institución Príncipe de Viana de la Diputación Foral de Navarra. En esta ocasión, El Justicia de Aragón, Defensor del Pueblo de aquella Comunidad Autónoma, ha tenido el acierto de reeditar en facsímil El Fuero de Jaca de Mauricio Molho. Esta reedición se enmarca en una destacada política editorial que está contribuyendo de manera sobresaliente a la difusión de los estudios del derecho histórico aragonés. Criterios de edición (tamaño del libro) han obligado a realizar un facsímil peculiar. Las 663 páginas y cubiertas de la edición de 1964 del libro de Molho se reproducen en su tamaño original, en un libro de dimensiones mayores. El contorno del libro original aparece remarcado por finas líneas grises, a cuyos pies se consignan la nueva paginación y la indicación de tratarse de una edición facsímil. El resultado técnico es exquisito, pues se reproducen incluso las solapas de la edición original. Sin embargo, no deja de resultar extraña la inclusión de una nueva paginación, que aunque no anula la del original, puede sembrar equívoco. La nueva paginación parece justificarse únicamente para la numeración de las cubiertas, solapas y portada de la edición original, algo que en la práctica no reporta mayor utilidad. Incluso, aunque esta edición hubiera contado con una introducción –que no es el caso–, hubiera sido lógico paginarla con números romanos, solución que podría haberse dado en las reproducciones de cubierta, solapas y portada. Parece por lo tanto que nos hallamos ante una solución imaginativa que busca adecuar la caja del original a la de la colección editorial de El Justicia de Aragón. Esta reedición ha venido acompañada de un segundo volumen dedicado a diferentes estudios elaborados para la ocasión en torno al Fuero de Jaca. Ésta es, realmente, la novedad fundamental objeto de esta reseña. Abre el libro una semblanza de Mauricio Molho a cargo de Félix Monge Casao, Catedrático de Lingüística General de la Universidad de Zaragoza, ahora jubilado. Gran conocedor de la figura y obra del descendiente de sefardíes nacido en Constantinopla en 1922, nos adentra en la trayectoria académica e intelectual de su amigo filólogo e historiador. Se trata –que sepamos–, del trabajo más completo para conocer la figura de Molho, si bien se echa en falta una relación bibliográfica final de todos sus trabajos, mayores y menores –estos últimos brillan Bibliografía 1081 por su ausencia en la biografía–, que hubiera resultado de gran utilidad para el investigador. Sigue a este trabajo la reproducción facsímil de otro estudio clásico de Mauricio Molho, en este caso su extenso artículo dedicado a la «Difusión del Derecho Pirenaico (Fuero de Jaca) en el reino de Aragón», publicado en el Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona (núm. XXVIII, 1959-1960, pp. 265-352), y convertido en un auténtico clásico en la historiografía. El presente proyecto editorial de El Justicia de Aragón podía haberse circunscrito a los dos facsímiles de Molho y la semblanza introductoria de Monge Casao. Pero la voluntad del Ombudsman aragonés ha ido más allá, teniendo el acierto de incluir interesantes estudios de gran calado intelectual. Descuella por su importancia el primero de ellos, correspondiente a la única investigadora de no vinculada al mundo aragonés, Ana María Barrero García. Esta autora está, en los últimos años, derrumbando fechas de los fueros y los correspondientes mitos fundacionales de sus vidas aforadas. Podríamos aconsejar a los poderes públicos –y permítasenos esta licencia sarcástica– no invitar a la investigadora madrileña a aniversarios que, con sus tesis, vacía de contenido el evento y desautoriza, de facto, los discursos institucionales elaborados para la ocasión. No es este el caso, pero podría serlo, pues la presentación de El Justicia no refleja lo que, sin duda, es la aportación más importante de la obra. La iushistoriadora del CSIC –institución que, recordemos, fue la sede de la edición original de Molho y donde se gestó la tradición de la obra de Lacarra–, realiza una profunda revisión de las distintas redacciones del Fuero de Jaca sobre la base de la edición crítica de Molho, llegando en algunos aspectos a unas conclusiones diametralmente alejadas de aquél. Tambalea, por tanto, toda la historiografía que hasta el momento ha venido repitiendo las tesis de Molho y del tándem Lacarra Martín Duque. Con una metodología brillante que sirve de modelo para abordar cualquier fuero local, analiza la técnica seguida en las reelaboraciones del Fuero de Jaca. Evidencia la alteración de los posibles documentos originarios fruto de una actuación unitaria manifestada en diferentes instrumentos relacionados con el derecho de la villa jaquesa y estrechamente vinculados a la persona real. A través de la crítica documental, esta autora ha observado el procedimiento de reelaboración de los documentos forales a partir de la refundición de recensiones normativas de origen y naturaleza diversa, y su adecuación a una estructura formal adoptada de unos instrumentos básicos, en un proceso que pudo llevarse a efecto en la segunda década del siglo xiii. Hasta el trabajo de Ana Barrero se ha venido afirmando que el fuero estellés derivaba del de Jaca, concedido por el propio Sancho Ramírez como Rey de Aragón hacia 1077, según cronología apuntada por Ubieto. La crítica de los documentos forales de la familia jacetana ha llevado a esta investigadora a reconstruir el proceso de formación de estos fueros de la siguiente manera: Sancho Ramírez dio carta de naturaleza mediante su expreso reconocimiento a los nuevos asentamientos de población de sus dominios, a los que privilegió con la concesión de un estatuto favorable que favorecía su crecimiento. En el Camino de Santiago impulsó la creación y/o desarrollo de las villas de Sangüesa, Estella y Jaca. Sus fueros, aunque con pequeñas diferencias, contenían unas mismas normas dirigidas a establecer las condiciones del asentamiento. Mediante el análisis del contenido de estos fueros, Barrero ha observado que su concesión no se produjo de forma simultánea, sino sucesiva. Primero se habría concedido a Sangüesa, posteriormente a Estella, y finalmente a Jaca, ciudad donde se desarrolló la iniciativa regia con mayor intensidad, y donde la creación normativa se vio reflejada en una 1082 Bibliografía redacción del texto. En suma, un trabajo para leer despacio, tomar buena nota y reformular toda la historiografía tradicional. El trabajo que Jesús Delgado Echeverría, Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Zaragoza, realiza en torno a las tablas de concordancias de los Fueros de Jaca y Aragón es, como lo afirma el propio autor, algo que para el primer caso ya tenía preparado el propio Molho, aunque nunca llegó a publicarlo. Preceden a las tablas una serie de consideraciones sobre las diferentes redacciones de los fueros navarro-aragoneses, recogiendo las diferentes teorías sobre el particular que, en los últimos años, han venido elaborando autores como Juan Francisco Utrilla o Jesús Morales Arrizabalaga. Las tablas las elabora en columnas, que siguen los siguientes textos: Compilación de Huesca de 1247 (Martínez Díez, 1977), Fueros de Aragón (Tilander, 1937), Fuero de Jaca (Molho, 1964), Fueros de Aragón (Ramos Loscertales, 1925), Fueros de Borja y Zaragoza (Morales Gómez y Pedraza García, 1986), Compilación Privada de Derecho Aragonés y Recopilación de los Fueros de Aragón (Ramos Loscertales, 1924 y 1928), y el manuscrito de París que contiene enmiendas y adiciones al fuero jaqués (Molho, 1964). Las conclusiones, reducidas a cuatro breves párrafos, podrían alejarse del cripticismo sintético de unas concordancias determinadas para extraer, como de hecho se puede hacer, interesantes reflexiones. Las tablas, elaboradas con meticulosidad, resultan de una utilidad evidente para ulteriores investigaciones. El Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, José Ángel Sesma Muñoz, ofrece una visión actualizada en torno a «Aragón, los aragoneses y el Fuero de Jaca». Se trata de un estudio magnífico para conocer el nacimiento y consolidación de la vida urbana en el reino aragonés, entre el siglo xi y xiii, si bien, desde el punto de vista de la Historia del Derecho, algunas de sus afirmaciones entran en colisión con las mencionadas tesis de Ana Barrero, que no las tiene en cuenta, quizás por desconocimiento previo. María Carmen García Herrero, Profesora Titular de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, nos acerca al «Universo de las relaciones familiares en el Fuero de Jaca», un trabajo muy interesante para el conocimiento del derecho civil histórico aragonés y que contribuye a poner su granito de arena en el conocimiento de esta parcela de nuestra disciplina, por lo general relegada a un plano secundario por el Derecho público. Aunque el trabajo es sustancialmente correcto, se percibe la formación no jurídica de la autora, razón por la que, probablemente, no incluye trabajos de Derecho privado histórico fundamentales que, de haberlos conocido, hubieran alumbrado interesantes conclusiones y nuevas sugerencias a esta historiadora. La revisión iushistórica anteriormente citada de Ana Barrero es nuevamente ignorada por Vicente Bielza de Ory, Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Zaragoza, quien, por otra parte, realiza un delicioso análisis de las villas aforadas y su urbanismo ortogonal. Su trabajo aporta ideas novedosas para la comprensión del urbanismo medieval. Es, por otra parte, muy de alabar el manejo que, sin ser él medievalista, hace de la bibliografía básica y especializada sobre el tema; aunque también se echan en falta algunos títulos que en los últimos años han venido a clarificar muchas de las cuestiones planteadas en el texto. Cierra el libro una «Introducción al estudio lingüístico del Fuero de Jaca», obra de María Antonia Martín Zorraquina, Catedrática de Lengua Española, y María Luisa Arnal Purroy, Titular de Lengua Española, ambas de la Universidad de Zaragoza. Nos hallamos ante dos volúmenes básicos para los historiadores del Derecho. La trascendencia histórica del denominado Fuero de Jaca ha hecho que este texto foral haya sido tratado de manera más o menos profunda por la historiografía española. Como he indicado, el trabajo de Ana María Barrero obliga a revisar todas las afirmacio- Bibliografía 1083 nes basadas en lecturas directas o indirectas de la obra clásica de Molho. Ello no resta un ápice su importancia ni es merma de su calidad científica, por lo que no deja de ser pertinente la reproducción facsímil de la edición crítica y del artículo sobre la difusión del Fuero en Aragón. Molho se convierte así en justo merecedor de este homenaje intelectual. En suma, tradición y renovación, consagración de un clásico y ruptura de esquemas y apertura de puertas para una revisión historiográfica. Roldán Jimeno Aranguren AZCÁRATE, Gumersindo de: Minuta de un testamento (Ideario del krausimo liberal), Granada, 2004, 139 pp. Dentro de la colección titulada «Crítica del Derecho» dirigida por el catedrático de la Universidad de Granada, José Luis Monereo Pérez, presenta la prestigiosa editorial Comares este volumen que hace el número 55 y que aparece dedicado a uno de los trabajos de Gumersindo de Azcárate Menéndez (1840-1917), uno de los grandes juristas españoles a caballo entre las dos pasadas centurias, que ocupó la cátedra de Legislación comparada del doctorado de la Facultad de Derecho de la Universidad Central y a quien se debe un inteligente Estudio sobre la Historia del derecho de propiedad y su estado actual en Europa que se publicó en 1879. El libro cuenta con un «Estudio Preliminar» de Elías Díaz, profundo conocedor del krausismo español, que ya en 1967, había sido publicado por la catalana Ediciones de Cultura Popular y que ahora se ha reproducido en su integridad, no desconociendo el A. la existencia de novedades en las investigaciones acerca de la influencia del pensamiento krausista en diversos países, como no podía ser de otra forma después del transcurso de treinta y siete años, por lo que en la edición de 2004 remite a bibliografía posterior a la que tuvo en cuenta en 1967 sobre la materia, lo que le hace incluir diversos libros y algún que otro artículo suyos. En dicho análisis introductorio, Díaz trata de poner al lector en disposición espiritual e intelectual, de alcanzar el profundo significado que en su opinión encierra el trabajo de Azcárate que constituye el grueso del volumen, y estructurado en tres partes, destina la primera a la exposición sucinta de los elementos descriptores del krausismo español haciendo especial hincapié en su innegable vinculación con la mentalidad liberal de ciertos sectores de nuestra burguesía decimonónica frente a los grupos más tradicionalistas e inmovilistas, destacando como nombres más representativos de esta corriente de pensamiento a las figuras de Julián Sanz del Río (1814-1869), introductor de Krause en España y de Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), al tiempo que señala como discípulos del primero, entre otros, al mismo Giner, a Nicolás Salmerón, a Laureano Figuerola y al autor de Minuta de un testamento (Ideario del krausimo liberal), Gumersindo de Azcárate, personaje en el que Elías Díaz profundiza en la segunda parte de su «Estudio Preliminar» tratando de descubrir las claves de su pensamiento social y político, que culmina con una bibliografía tanto del krausismo en general como de Azcárate en particular a todas luces anticuada por los motivos ya expuestos con anterioridad. La importante influencia del krausismo en España es explicada por Elías Díaz desde el punto de vista de su intento de apertura hacia Europa, insistiendo más en la actitud de libertad intelectual que suponía que en su consideración como sistema filosófico riguroso lo que le lleva a caracterizarlo como «espíritu de armonía, defensa de la libertad, culto a la ciencia, afirmación de la razón, moralismo, pedagogía y religiosidad» (p. XV)...

viernes, 11 de enero de 2019

Origen de Catalunya

Cataluña, Catalunya = Cathalaunia =  Got-Alanien (godos alanos iranios) = cath-alaunos (godo-alanos)

Los alanos (llamados también alauni o halani) eran un grupo étnico de origen germánico o iranio relacionado con los sármatas, pastores nómadas muy belicosos de diferentes procedencias, que hablaban la lengua irania y compartían con ellos la misma cultura en muchos aspectos.

Origen de Catalunya, alanos, cath-alanos, cath-alaunia

Origen de Catalunya, alanos, cath-alanos, cath-alaunia 2

Origen de Catalunya, alanos, cath-alanos, cath-alaunia 3

Origen de Catalunya, alanos, cath-alanos, cath-alaunia, cronograma

Origen de Catalunya, alanos, cath-alanos, cath-alaunia, mapa


Tanto las varias formas para «alano» que se conservan (αλανοί o αλαννοί [alanoí o alannoí] en griego, o-lan-na en chino / Alanliao 阿蘭聊 [A-lan-liao] /) como la forma iron (que utilizan sus descendientes modernos, los osetios para sí mismos) son formas dialectales iranias de la palabra ario. Los antiguos alanos habitaban en la zona en la que supuestamente se incluía a los arios o indo-iranios, los antepasados comunes de los indo-arios y los iranios. La utilización por parte de estos pueblos del término «ario» «iron» «iranio» etc. para autodesignarse era algo común entre ellos.

Los alanos fueron asimismo conocidos a lo largo de la historia por otro grupo de nombres, que incluían las variantes «así» «as» y «os» (yasi en ruso, osi en georgiano) De esta denominación es de donde proviene el actual osetio.

Los primeros documentos históricos en los que aparecen nombres que se han relacionado luego con los alanos datan de fuentes coetáneas, la geografía greco-latina y las crónicas de la dinastía china del siglo I a. C. Estrabón, un autor griego nacido en el Ponto (mar Negro) que también trabajó con fuentes persas, a juzgar por las formas que utiliza para denominar a las tribus, menciona en su Geografía (Libro xxiii, capítulo 11.v) a los aorsos, a los que asocia con los siracos, señalando que el rey de los primeros, un tal Spadines, podía reunir hasta 200.000 arqueros a caballo a mitad del siglo I a. C. aunque los aorsos del norte, de quienes habían huido como fugitivo, podrían enviar muchos más, ya que dominaban la región costera del mar Caspio.

Y por lo tanto podían importar camellos de los mercados de India y Babilonia, recibiéndolos a su vez de los armenios y los medos, y también, debido a su riqueza, podían vestir ornamentos de oro. Hoy los aorsos viven en el Tanaïs (río Don) pero los siracos habitan el Acardeo (río Kubán) que fluye de las montañas del Cáucaso y desemboca en el lago Meotis.

Los nombres de lugares y personas que aparecen en las crónicas chinas son objeto de más especulación que las griegas, aunque siglos antes, en la crónica de la Dinastía Han, el Hou Han Shu, escrito en el año 88 del siglo V, se hacía mención a un informe en el que decía que la zona esteparia llamada Yancai era también conocida como Alanliao (阿蘭聊):

El Reino de Yancai (literalmente 'vasta estepa') ha cambiado su nombre a Reino de Alanliao. Su capital es la ciudad de Di. Es una provincia de Kangju (en el centro de Turkestan en Bei'tian, movido más tarde a Taskent en Zhe'she) El clima es suave. Son numerosos los aligustros (ligustrum lucidum) los pinos y la «hierba blanca» (aconitum napellus) Su estilo de vida y de vestimenta son similares a los habitantes de Kangju.

En otro capítulo del Shiji, escrito en el 123 (siglo II a. C.) se informaba de que:

A unos 832 km al noroeste de Kangju está el Estado de Yen-ts'ai. Sus arqueros entrenados ascienden a 100.000. Su estilo de vida es similar al de Kangju. Está situado en el Gran Pantano, que no tiene [más] orilla [y presumiblemente es el mar al norte].

Para intentar adivinar la zona de la que habla, hay que saber que el ri chino del período Han difiere de las unidades básicas de distancia del SI, ya que un ri equivalía a 415,8 metros. El «Gran Pantano» puede ser o bien un cabo del mar de Aral, que está situado no muy lejos de Kangju (entre Taskent y Aralsk hay alrededor de 866 km); o bien las tierras húmedas del delta del Danubio, un obstáculo enorme que entorpecía a los pueblos nómadas que querían internarse al oeste; o bien los aún más impresionantes pantanos del Pripet, en las actuales Bielorrusia (Rusia blanca) y Ucrania. De ese modo, a principios del siglo I, los alanos habían ocupado las tierras al noreste del mar de Azov a lo largo del río Don. Las fuentes escritas sugieren que entre la segunda mitad del siglo I hasta el siglo IV, los alanos tenían la supremacía de las tribus y habrían creado una poderosa confederación de tribus sármatas. Los alanos supusieron un problema para el Imperio romano, ya que efectuaban incursiones tanto en el Danubio como en las provincias del Cáucaso durante los siglos II y III.

El historiador romano Amiano Marcelino sostenía que: «Casi todos los alanos son altos y bien parecidos. Su pelo es normalmente rubio y sus ojos terriblemente fieros». Asimismo, consideraba que los alanos eran los antiguos masagetos: «Iuxtaque Massagetae Halani et Sargetae», «Per Albanos et Massagetas, quos Alanos nunc appellamus», «Halanos pervenit, veteres Massagetas».

Aquí tenéis a un descendiente de los massa jeta:

massa jeta, masageta, Torra, botijo, cantrella, pichella, barrala, chorrillo, canti
Este espécimen de raza aria alana no sabe parar el mecanismo de un botijo pero es (fue) presidente de la Generalitat de Cataluña, mirad cuánto cobra

Los hallazgos arqueológicos apoyan las fuentes escritas. P.D. Rau ha identificado restos de los últimos sármatas con los alanos históricos. Basándose en el material arqueológico, fueron una de las tribus nómadas de lengua irania que comenzaron a entrar en el área dominada por los sármatas en los siglos I y II.

Ver palabra "samarra"

Los alanos aparecen por primera vez en los escritos romanos en el siglo I y fueron descritos más tarde como gente belicosa especializada en la cría de caballos. El actual ase o ruc català es descendiente de esos poderosos caballos, y los CDR (colla de rucs) siguen siendo gente belicosa. No me explico cómo pudieron perder contra Felipe V y contra Francisco Franco Bahamonde en la guerra civil. Y en 2018 apostaban por la vía eslovena. Atacaban con frecuencia el Imperio Parto y las provincias romanas del Cáucaso. En una inscripción del rey parto Vologeses I se puede leer que luchó contra Kuluk, rey de los alanos, en el 11º año de su reinado. Tampoco me explico cómo quieren una república cuando han tenido tantos reyes.

Tampoco me explico cómo quieren una república cuando han tenido tantos reyes.



Esta inscripción está respaldada por el historiador judío contemporáneo, Flavio Josefo (37-94), que escribe en su Guerra delos judíos (libro VII, capítulo 8.4) cómo los alanos (a quienes llama tribu escita) que vivían cerca del mar de Azov, cruzaron las Puertas de Hierro en busca de pillaje y que derrotaron a los ejércitos de Pacoros, rey de Media, y Tiridates, rey de Armenia, hermanos los dos de Vologeses I (cuya inscripción vimos más arriba):

4. Había una nación llamada de los alanos, que anteriormente habíamos llamado de los escitas, y que habitaban en el Lago Meotis.
De aquí viene lo de pixapins. En estos tiempos esta nación tenía a bien atacar Media y áreas ulteriores con el objetivo de realizar pillaje. Con esa intención hicieron un tratado con el rey de Hircania, ya que él era el amo del paso que el gran Alejandro Magno había cerrado con puertas de hierro. Este rey les dio permiso para atravesarlo y así lo hicieron en grandes multitudes y cayeron sobre los medas sin previo aviso y rapiñaron su país, que encontraron muy habitado, y lo repoblaron de gran abundancia de ganado y nadie se atrevió a oponerles resistencia, ya que Parocos, el rey del país, había huido por miedo hacia lugares de difícil acceso y había cedido todo lo que tenía, conservando solamente a su esposa y a sus concubinas, no sin dificultad, porque tras hacerlas cautivas tuvo que darles cien talentos por su rescate. Estos alanos, por lo tanto, rapiñaron el país sin encontrar oposición y con gran facilidad, además de proclamar la república después de huir el rey. Procedían de la lejana Armenia y en su paso habían arrasado con todo. Era Tiridates rey de ese país y se enfrentó y luchó con ellos y por poco cayó prisionero en la batalla, ya que cierto hombre le tiró una red desde gran distancia (imaginaos lo grande que tenía que ser la red y la distancia) y lo hubiera agarrado si no llega a ser porque el rey inmediatamente cortó las cuerdas con su espada y huyó. Claro, si hubiesen usado una red de hilo de cobre no lo hubiese cortado con la espada. De modo que los alanos, aún más enfadados al ver tal hecho, arrasaron el país y se llevaron consigo a muchísimos hombres y una gran cantidad de lo apresado en ambos reinos, y luego se retiraron a su propio país. Siguen haciéndolo en su comunidad autónoma.

Flavio Arriano marchó contra los alanos en el siglo I y dejó un detallado informe (Ektaxis kata Alanoon o La guerra contra los alanos), que es una de las mayores fuentes para estudiar las tácticas militares imperiales, aunque no revela mucho de su enemigo.

Alrededor del año 370, los alanos fueron barridos por los hunos y los otros, y se dividieron en varios grupos, algunos de los cuales huyeron al oeste. Una parte de esos alanos occidentales se unieron a las tribus germánicas de los vándalos y suevos cuando invadieron la Galia romana. Gregorio de Tours destaca en su Liber historiae Francorum (Libro sobre la historia de los francos) que el rey alano Respendial salvó la batalla para los vándalos en un choque con los francos (Francisco Franco Bahamonde vendría unos añicos después) cerca del Rin el 31 de diciembre de 406, justo antes de comerse las uvas moscatel de Alejandría. Según este historiador, otro grupo de alanos dirigido por Goar cruzaron este río por esas fechas, pero al punto se unieron a los romanos y se asentaron en la Galia.

Si seguimos el derrotero de vándalos y suevos en la Península Ibérica (la entonces Hispania) en 409, los alanos se asentaron en las provincias de Lusitania y Cartaginense: «Alani Lusitaniam et Carthaginiensem provincias, et Wandali cognomine Silingi Baeticam sortiuntur» (Hidacio). Los vándalos silingos se asentaron en la Bética, los suevos en la Galicia costera y los vándalos asdingos en el resto de Galicia.

En 412, el rey alano Ataces conquistó la ciudad de Emérita Augusta (Mérida) y estableció en ella su corte durante seis años, hasta que en 418 murió en una batalla contra los visigodos, y esta rama de los alanos, por consiguiente, apeló al rey vándalo asdingo Gunderico para que aceptara la corona alana. Aunque algunos de estos alanos permanecieron en Iberia, la mayoría se dirigió al norte de África con los vándalos en 429. Los posteriores reyes vándalos de esta zona se hacían llamar Rex Wandalorum et Alanorum (Rey de los vándalos y de los alanos).

En la Galia, los alanos en un principio conducidos por Goar se asentaron en diversas áreas, sobre todo cerca de Orleans y Valence. Bajo este rey se aliaron con los burgundios de Gundahario (Gunther), con quienes entronizaron al emperador usurpador Jovino. Con el sucesor de Goar, Sangiban, los alanos de Orleans desempeñaron un papel crucial al repeler la invasión de Atila en la Batalla de los Campos Cataláunicos. Tras el siglo V, sin embargo, los alanos de la Galia se sumieron en las luchas territoriales de los francos y los visigodos y dejaron de tener la independencia de antes. Flavio Aecio congregó a numerosos alanos en la región de Armórica para reprimir los levantamientos. El nombre bretón de Alan (antes que el francés Alain Delon) y muchas poblaciones con nombres relacionados a «alano», como Alanville, son considerados popularmente como evidencias de que un contingente de este pueblo se asentó en la Bretaña.

son una raza no solo diferente, superior, aria, Junqueras, Torra
son una raza no sólo diferente, superior, aria.

En la Península Ibérica se centraron en las provincias romanas de Lusitania y Cartaginense. Llegaron a ser conocidos más tarde por sus cacerías masivas y sus perros de pelea, que aparentemente introdujeron en Europa. Una raza de esos canes, que sobrevive en ciertas zonas de Castilla y León, Asturias y el País Vasco, aún lleva el nombre de «alana». Normalmente los utilizaban en las cacerías de osos y para guardar el ganado. Pero no solo eso. Una parte del grupo de alanos germánicos junto con visigodos se establecen en la parte noreste de la península y según la Encyclopædia Iranica dan su nombre a Cataluña, cuyos pobladores se llaman los Got-Alanien.


Actualmente la ciencia genética ha descubierto una distribución geográfica de los marcadores genéticos que han convencido a algunos investigadores de que existe una conexión entre la antiquísima y profunda herencia sármato-alana y el grupo G de línea paterna del ADN, especialmente el G2. Prueba de ello son Juaquinico el Torrao, Uriolico Junqueras, y en especial Alberto Moliner.

Alberto Moliner, orígenes, raza, vasca, catalana, Lebrija, primo

Las tribus alanas que moraban al norte del mar Negro pudieron haberse trasladado hacia el noroeste, hacia la actual Polonia, mezclándose con los pueblos eslavos para convertirse en los ancestros de las naciones eslavas históricas (especialmente serbios y croatas). Inscripciones del siglo III encontradas en Tanais, un pueblo situado a orillas del río Don (Rusia), menciona una tribu alana de la zona llamada horoatos o horuatos (croatas). El historiador Ptolomeo identifica a los serboi como una tribu sármata que vivía al norte del Cáucaso y otras fuentes señalan que eran una tribu alana de la estepa del Don-Volga del siglo III.

Juaquinico Monclús el cohet también es descendiente de los alanos
Juaquinico Monclús el cohet también es descendiente de los alanos

Existen documentos donde aparecen de nuevo estos nombres en el siglo V, en los que los serboi o serbios se establecieron al este del río Elba, en la actual Polonia occidental, y los croatas en la Galitzia polaca. Por eso se les llama polacos a los catalanes. Las tribus alanas probablemente migraron hacia el noreste y se asentaron entre las tribus eslavas, dominándolas, movilizándolas y finalmente asimilando su cultura. En 620 el Emperador bizantino Heraclio invitó a croatas y serbios a que expulsaran a los ávaros túrquicos, asentándose entre grupos eslavos anteriores y convirtiéndose con el tiempo en los antepasados de los modernos serbios y croatas. Algunos permanecieron en la región del Elba y sus descendientes son los modernos sorbios. Las crónicas bizantinas y árabes del siglo X describen a un pueblo llamado Belochrobati (Croatas Blancos) que vivían en el alto Vístula, un área conocida más tarde como Hrobatia.

Otros alanos permanecieron bajo el dominio de los hunos. Otros alanos permanecieron bajo el dominio de los otros. Estas tribus orientales, aunque dispersas a lo largo de las estepas (donde no había polvorones) hasta la Edad Media, fueron obligadas a dirigirse al Cáucaso cuando entraron los mongoles, donde se convirtieron en los modernos osetos. Su adalid más famoso fue Aspar, el magister militum del Imperio bizantino durante la década de 460. Asimismo, conformaron una red de alianzas tribales entre los siglos IX y XII.

En el siglo VIII surgió un reino alano consolidado, llamado en las crónicas de la época Alania, en las montañas del Cáucaso septentrional, aproximadamente en lo que hoy en día es Circasia y Osetia del Norte-Alania (república).
Su capital era Maghas y desde ahí controlaban la importantísima ruta comercial del Paso de Daryal. En la época tenía una salida al mar, hacia la antigua ciudad portuaria de Phasis (Poti), en la Cólquide (Georgia occidental).

En los primeros años del siglo IX, el reino alano del Cáucaso cayó bajo el Janato jázaro. Eran fieles aliados de los jázaros y les apoyaron contra la coalición conducida por Bizancio durante el reinado del rey jázaro Benjamín. Según el autor anónimo del Documento de Cambridge o Carta de Schechter, muchos alanos se habían convertido al judaísmo en esta época. Sin embargo, a principios del siglo X, cayeron bajo la influencia del Imperio bizantino, seguramente debido a la conversión de su líder al cristianismo. Los bizantinos, que habían adoptado una política exterior antijázara, involucraron a los alanos en una guerra contra el Janato durante el reinado de Aarón II, aproximadamente por el año 920. Los alanos fueron derrotados y su rey capturado. Según las fuentes musulmanas, como la crónica de al-Mas'udi, los alanos abandonaron el cristianismo y expulsaron a los misioneros y al clero / como hizo Luisico Companys / bizantinos precisamente en estos años y a causa de estos hechos. El hijo de Aarón se casó con la hija del rey alano y así Alania se alió de nuevo con los jázaros hasta el colapso de éstos en 960.

A partir de ahí, los reyes alanos se aliaron con frecuencia con los bizantinos y con varios gobernantes georgianos en busca de protección contra las incursiones de los pueblos de la estepa, como los pechenegos y los cumanos (polovtsianos). Su alianza con Georgia culminó en 1187, cuando el príncipe alano David Soslan se casó con la reina Tamara. Las princesas alanas medievales también se desposaron con los gobernantes rusos descendientes de Riúrik más de una vez. Por ejemplo, santa María Oseta, que fundó el Convento delas Princesas en Vladímir, era la esposa de Vsevolod III y abuela de Alejandro Nevski.

En los siglos IV y V los alanos fueron en parte cristianizados por misioneros bizantinos de la iglesia arriana. En el siglo XIII, los recién llegados mongoles invadieron la zona y empujaron a los alanos orientales mucho más al sur del Cáucaso, donde se mezclaron con los nativos y sucesivamente fueron formando tres entidades territoriales con desarrollos muy diferentes. Aproximadamente en 1395, el ejército de Tamerlán invadió el norte del Cáucaso y masacró a la mayoría de la población alana.

Con el tiempo, la provincia de Digor fue quedando bajo la influencia islámica y kabardí; de hecho fue a través de estos últimos (una tribu circasiana del este) que el islam se introdujo en la región en el siglo XVII. Los tuallag en el sur quedaron en lo que hoy es Georgia y los irones, el grupo del norte, permanecieron en la parte rusa tras 1767, lo que afianzó considerablemente la fe ortodoxa. Muchos de los osetios de hoy son cristianos ortodoxos.

Los descendientes lingüísticos de los alanos, que viven en varias repúblicas autónomas de Rusia y Georgia, hablan el osético, que pertenece al grupo de lenguas iranias nororientales, como único sobreviviente del dialecto escito-sármata que en su día se extendía por la estepa del mar Negro y Asia Central. El osético moderno tiene dos dialectos principales: el digor, que se habla en la parte occidental de Osetia del Norte; y el iron, que se habla en el resto de la república. Una tercera rama, el jassico (jász), se hablaba antiguamente en Hungría. La lengua literaria, basada en el dialecto iron, fue fijada por su poeta nacional, Kostá Jetagúrov (1859–1906).

Hay una pequeña comunidad en el oeste de Irak que se denominan alanis. Parece que tienen antepasados iranios o turcos y son musulmanes suníes. El nombre de alanis probablemente lo adoptaron en un intento de reclamar para sí la descendencia de la legendaria tribu. Sin embargo, están muy arabizados. Presentan muchas similitudes raciales con los caucasianos y utilizan incluso «alani» como apellido. No es raro encontrar personas pelirrojas o rubias entre ellos, aunque al casarse comúnmente con los árabes ahora tienen una gran variedad de fenotipos: hay algunos que presentan rasgos mongoloides, lo que podría probar que tienen antepasados altaicos y no iranios, ya que las tribus túrquicas poseen un gran porcentaje de sangre mongola. En ocasiones se les ha relacionado con las doce tribus perdidas de Israel,
Tribu de Rubén; Tribu de Simeón (de ahí lo de pixapins); Tribu de Leví; Tribu de Judá; Tribu de Isacar; Tribu de Zabulón; Tribu de Dan; Tribu de Neftalí; con los hunos, con los jázaros y por supuesto con el ejército tártaro del jan Hulagu que invadió Irak.
La última teoría la desarrollaron los chiíes, quienes aborrecen a los alanis por su gran influencia política y cultural en la sociedad iraquí. Los chiíes extremistas los tildan de «perros sucios» y «cerdos» que deben ser exterminados por completo. La conexión histórica con los alanos está basada, no obstante, en leyendas y habladurías. Racialmente son diferentes de los árabes semitas, ya que se parecen más a la rama altaica. Probablemente hayan venido de Siberia y Asia Central en el año 478 d. C., según una leyenda que los situaba en el norte del Cáucaso o Turkestán.


Luisico Companys también  decía eso de deben ser exterminados por completo
Luisico Companys también  decía eso de deben ser exterminados por completo, y los catalanistas o catanazis actuales le ponen flores en su mausoleo como héroe "nacional".

Bibliografía:

Cebrián, Juan Antonio (2002). La aventura de los godos. ISBN 9788497340274.
Agustí Alemany, Sources on the Alans: A Critical Compilation. Brill Academic Publishers, 2000 ISBN 90-04-11442-4.
Bernard S. Bachrach, A History of the Alans in the West, from their first appearance in the sources of classical antiquity through the early middle ages, University of Minnesota Press, 1973 ISBN 0-8166-0678-1.
Golb, Norman and Omeljan Pritsak. Khazarian Hebrew Documents of the Tenth Century. Ithaca: Cornell Univ. Press, 1982.
Hill, John E. 2003. "Annotated Translation of the Chapter on the Western Regions according to the Hou Hanshu." 2nd Draft Edition.
Yu, Taishan. 2004. A History of the Relationships between the Western and Eastern Han, Wei, Jin, Northern and Southern Dynasties and the Western Regions. Sino-Platonic Papers No. 131 March, 2004. Dept. of East Asian Languages and Civilizations, University of Pennsylvania.

Marisa Azuara
http://www.konozer.com/spip/spip.php?article1348

Para estudiar a Cristóbal Colón, su personalidad, su entorno, sus motivaciones o las dificultades que tuvo que superar para llevar a cabo la empresa descubridora, es preciso conocer al detalle cómo era el mundo en su época. Precisamente, ha sido la ignorancia sobre una parte de él, la antigua Corona de Aragón, lo que ha llevado a los investigadores a despreciar el 50% de las posibilidades y a no tener en cuenta que en todos los documentos oficiales se cataloga al descubridor como súbdito de los Reyes Católicos. Dado que en las escrituras castellanas figura su condición de extranjero, sólo queda una posibilidad: Colón era uno de los raros genoveses de la Corona de Aragón. Y digo “raros” porque, debido a la guerra que los reyes aragoneses mantenían entonces contra la República de Génova, se reducían a cuatro o cinco familias en la isla de Cerdeña. A fin de comprender esta anomalía, deberemos conocer en profundidad cómo se constituyó el Reino de Aragón y qué causas determinaron su evolución hasta la segunda mitad del siglo XV.
El Reino de Aragón es producto de un ciclo histórico que se inició con la conquista de Hispania por parte del Imperio Romano. A Roma la sustituyeron diferentes pueblos bárbaros, germanos en su mayoría, en el gobierno de los territorios hispanos. El más importante para la historia hispana fue el de los godos o gothios del Reino de Tolosa, a los que llamaron visigodos (godos del Oeste) para diferenciarlos de sus vecinos, burgundios y ostrogodos (conocidos como ginoveses y pisanos durante el Medievo), que señoreaban el Reino de Ginebra y el Reino de Italia.

La historia del pueblo visigodo es determinante en la configuración de los reinos hispanos medievales. En un principio se habían asentado en el Sur de Francia, la actual Occitania, pero tras el golpe de poder dado por Alarico sobre la ciudad de Roma, su cuñado y sucesor, Ataulfo, el noble lobo de los Baltingos, después de casarse con Gala Placidia, hija del emperador romano, Teodoro I, inició una expansión hacia el Sur que llevó a los visigodos a apoderarse de la Península Ibérica. Esta expansión provocó que los visigodos del Reino de Tolosa dejaran desguarnecidas las fronteras del Norte, lo cual aprovecharon los francos para apoderarse de la mayor parte del territorio que poseían en las Galias. Los visigodos del Narbonnaise, con la ayuda de la magnífica fuerza naval de los alano-vándalos instalados en las islas de la cuenca itálica mediterránea (Baleares, Cerdeña, Córcega y Sicilia) y en el Norte de África, defendieron sus posesiones del acoso franco y lograron retenerlas en su poder. A cambio de esta ayuda, los godos de la Septimania acogieron en sus dominios sardo-narboneses a los alanos cuando el rey Gelimero fue derrotado por Belisario y todos sus territorios anexionados a Bizancio. De esta Hospitalitas procede que a los godo-alanos del Narbonense se les aplicara el nombre de cath-alaunos, respetando la correspondiente pronunciación germánica (goth = cath).

La pérdida de los territorios franceses provocó innumerables revueltas entre los visigodos. De ellas salió vencedor Atanagildo quien, consumada la pérdida de Toulouse, instaló su capital en Toledo constituyendo así el Reino Visigodo de Toledo. El hecho no gustó a los cath-alaunes del Narbonense que, periódicamente, se rebelaban y proclamaban sus propios reyes dando lugar a continuas guerras civiles, como han seguido haciendo sus descendientes. La situación se agravó aún más cuando el rey Recaredo se convirtió al Catolicismo. Entonces, los goth-alaunos del Reino de Tolosa se aferraron con mayor ahínco, si cabía, a su antigua religión: el Arrianismo (de Arrio). La cuestión religiosa de los goth-arrios, o cath-arios, como Luisico Rajadell de Valderrobres, se alargaría hasta el estallido de la Cruzada contra los cátaros.

cruz, cátaros, cátara
cruz cátara

Pero antes habían ocurrido hechos muy graves en la Península Ibérica. El más traumático se produjo al morir el rey Witiza, del linaje de Ataulfo. Los leales a Witiza proclamaron rey a su hijo mayor, Agila II, mientras sus rivales coronaron a Don Rodrigo. Y ahí se lió parda : Hispania se partió en dos, hecho que animó a los musulmanes del Norte de África a invadirla. Pronto derrotaron a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete o de la Janda y se anexionaron todos los territorios gobernados por él (la mitad oeste de la península).

Algo muy distinto ocurrió con la mitad este de Hispania, controlado por los hijos del rey Witiza: Agila, Alamundo y Ardón. El rey Agila II, con la ayuda de su tío Oppas, arzobispo de Sevilla, se humilló para mantener sus dominios y, con el título de conde Cassio (banu Qasi), se dirigió a Damasco donde se convirtió al Islam y fue designado rey muladí del Ebro por el califa Walid.

Por su parte, el menor de los hermanos, Ardón, fundador de la dinastía Sancha (o Sancia), marchó a la Septimania. Allí fue proclamado rey de los cath-alaunes. Sin embargo, los musulmanes no tardaron en arremeter contra sus dominios y arrebatárselos. Los franco-carolingios, dirigidos por Carlos Martel, padre de Pipino el breve, acudieron en su ayuda y, en el año 730, derrotaron a los musulmanes y los echaron de las Galias. A cambio de esta ayuda, Ardón tuvo que renunciar a la corona cath-alauna y someter a la autoridad de Francia sus estados, reducidos a los condados del Rosellón (Rosellón, Vallespir, Conflent y Capcir) y tres condados en la isla de Cerdeña (Goceano, Oliva y Quirra).

En cuanto al hermano mediano, Alamundo, se refugió en Vasconia donde dio origen a la dinastía Jimena. Su nieto, Íñigo Arista, se convertiría en el primer rey de Pamplona al independizarse de los carolingios tras vencerlos en la Batalla de Roncesvalles.
En este Reino de Pamplona tienen su origen las dos grandes coronas ibéricas: Castilla y Aragón.

El Reino de Pamplona en sus inicios fue regido por la dinastía Jimena. Pero el cautiverio del rey Fortún I y la debilidad de los herederos varones catapultaron al trono pamplonés al marido de Doña Toda, Sancho Garcés, descendiente de Ardón por la línea de Aznar Galíndez I (o Aznar Sánchez), primer conde de Aragón, Urgel, Rosellón y Cerdeña.

Sancho I fue proclamado rey de Pamplona (todavía no era Reino de Navarra, sino de Pamplona) con los derechos de su mujer, por lo que a partir de aquel momento a sus sucesores debe denominárseles Sanchos en vez de Jimenos. Paralelamente a estos hechos, los condes Fredol de Tolosa y Sunifredo de Barcelona, ambos del linaje franco de los Ramones de Toulouse, arrebataron al conde Galindo I Aznárez los condados de Urgel, Rosellón y Cerdeña.

Ramiro I de Aragón
Ramiro I de Aragón

El hijo de Sancho I y Toda de Pamplona, García II de Pamplona, se casó con su prima Andregoto, hija de Galindo II Aznárez, conde de Aragón, y logró anexionar el Condado de Aragón al Reino de Pamplona. En ese estado se mantuvieron las cosas hasta la muerte del rey Sancho III el Mayor de Pamplona quien en su testamento dividió el reino entre sus hijos: al primogénito, García, le dio Pamplona; al segundo, Fernando, le dio Castilla; al menor, Gonzalo, le dio los condados de Sobrarbe y Ribagorza; y a su hijo bastardo, Ramiro, le dio el condado de Aragón. A pesar de que aquí siempre lo denominamos Ramiro I de Aragón y lo consideramos nuestro primer rey, Don Ramiro jamás usó dicho título, ni siquiera cuando a la muerte de su hermano menor, Gonzalo, heredó los condados de Sobrarbe y Ribagorza (otras versiones dicen que se apoderó de ellos por la fuerza).



Sancho Ramírez
Sancho Ramírez

Don Ramiro
legó todas sus posesiones a su hijo, Sancho Ramírez, quien también recibió el Reino de Pamplona cuando falleció su primo, el rey Sancho García de Pamplona.


Con el título real de Pamplona, Sancho Ramírez constituyó el Reino de Aragón y Pamplona. Para mejor defender sus estados, Sancho Ramírez marchó a Roma y se convirtió en vasallo de la Santa Sede.
Con él trajo el Santo Grial (Sancius Grial o Grial de los Sanchos) con el que se investiría a los herederos al trono de Aragón en nombre de la Santa Sede.

Santo Grial (Sancius Grial o Grial de los Sanchos)


Sancho Ramírez, para rubricar el pacto con la Santa Sede, bautizó a su primogénito con el nombre de Pedro, Pedro I de Aragón y Pamplona.

Pedro I de Aragón y Pamplona

Al rey Pedro I, muerto sin hijos, le sucedió su hermano, Alfonso I el Batallador, quien a punto estuvo de lograr la unificación hispana soñada por los Godos. Pero su matrimonio con la reina Urraca de Castilla terminó sin descendencia y en un auténtico desastre. Como consecuencia de ello, el rey Alfonso decidió dejar su reino a las Órdenes de Jerusalén.


En Pamplona, la Nobleza, lejos de acatar el testamento de Alfonso I se apresuró a elegir rey a García Ramírez el Restaurador, uno de los nietos de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

En Aragón se intentó algo semejante: los nobles designaron rey a Ramiro II, hermano menor de Alfonso I el Batallador, quien a la sazón era abad del monasterio de San Pedro el Viejo en Huesca.
Acuciado por los problemas que se acumulaban en Aragón, Ramiro I decidió casar a su hija y heredera, la reina Petronila de Aragón con el conde de Barcelona.

http://www.histo.cat/principal/Armand-de-Fluvia.-Del-Matrimonio-de-Ramon-Berenguer-IV-de-Barcelona-con-Petronila-de-Aragon

Ramón Berenguer IV era la persona más apta para resolver los problemas que se cernían sobre Aragón y negociar con las órdenes de caballería, pues era hijo de templario y hermano de la reina Berenguela, esposa de Alfonso VII de Castilla, emperador de Hispania y sobrino del papa Calixto II.

Por otra parte, con este matrimonio, se pretendía resolver una vieja disputa que enfrentaba a las dinastías Sancha y Ramona, sobre los condados del Rosellón y de la isla de Cerdeña. Y sé bien lo que digo: condados godo-alanos de la Isla de Cerdeña, como figura en el Liber Feudorum Maiorum y en las crónicas de los países enfrentados a la Corona de Aragón por la cuestión sarda. Como hemos visto anteriormente, los condados sardos son tres: Oliva, Goceano y Quirra. Tendremos ocasión de tratarlos con mayor detalle en la segunda charla al abordar la cuestión del Reino de Mallorca y los Condados del Rosellón y Cerdeña.


baile sardo

Volviendo a centrarnos en el tema que nos ocupa, las capitulaciones matrimoniales pactadas entre el conde de Barcelona y el rey de Aragón son claras, sujetas al derecho de la época y poco interpretables, a pesar de las especulaciones de muchos cronistas, sólo achacables a su ignorancia jurídica.

En ellas se estipuló que Ramón Berenguer IV de Barcelona ejercería la REGENCIA aragonesa en nombre de su esposa con el título de Príncipe de Aragón / Año 1151: Ego, Raimundus, comes Barchinonensis et princeps regni Aragonis (Biblioteca Provincial de Tarragona, Llibre Blanch de Santes Creus, Cart., fol. 108 vº)/.  http://www.armanddefluvia.com/articulos/detalle/98

También quedaron reguladas las correspondientes armas y el uso que de ellas debía hacerse. Sobre las armas de los reyes de Aragón no cabe la menor duda y coinciden con las que se reproducen en los mausoleos reales de San Juan de la Peña. En cuanto a las barras alanas dice que son armas del Condado de Barcelona. En efecto, eran las armas aportadas por la condesa Dulce de Provenza a su matrimonio con Ramón Berenguer III. Aunque dichas armas condales hay que distinguirlas de la posterior señal real de los reyes de Aragón en una serie de detalles y orígenes.


señal real de Aragón (pdf)
https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/19/73/_ebook.pdf

Según lo estipulado en las capitulaciones, Ramón Berenguer IV sólo podría ceñirse la Corona de Aragón en caso de no engendrar sucesor y sobrevivir a la reina Petronila. No hubo lugar. El conde de Barcelona se casó con la heredera de Aragón en 1150 y tuvieron cinco hijos, de los que cuatro les sobrevivieron. Por tanto, reitero, Ramón Berenguer IV, únicamente, y a título de Príncipe de Aragón, fue REGENTE de Aragón en nombre de su esposa, la reina Petronila.

Heredó el trono su hijo, Alfonso II de Aragón, del linaje de los Ramones de Barcelona, pero de la dinastía Aragón, apellido que él y todos sus descendientes lucieron con sumo orgullo. Ninguna unión se había producido entre el Condado de Barcelona y el Reino de Aragón, por la sencilla razón de que era jurídicamente imposible. Aragón era un estado soberano e independiente en tanto el Condado de Barcelona era feudo del rey de Francia.

Todas las conquistas realizadas por el regente de Aragón y por los miembros de su linaje, que con posterioridad ocuparon el trono de Aragón, tuvieron que hacerse forzosamente en nombre de Aragón
De haberse hecho en nombre del Condado de Barcelona habrían pasado directamente al rey de Francia.

La situación sólo varió tras la trágica cruzada contra los cátaros en cuya defensa murió, excomulgado, el rey Pedro II de Aragón


rey Pedro II de Aragón, als presentz
idioma aragonés en 1196, als presentz


Su hijo, Jaime I el Conquistador, firmó un tratado con el rey de Francia en Corbeil, el día 11 de mayo de 1258, por el que los condados franceses del Sur de los Pirineos pasaban a formar parte del Reino de Aragón. Este tratado, junto con las conquistas de Valencia y de Mallorca ganadas para Aragón en su reinado, obligó al rey Jaime I a redactar un testamento que daría muchos problemas.



Uno de los textos capitales para el conocimiento de la táctica romana durante el Bajo Imperio es este pequeño fragmento conservado de la obra de Arriano. El tratado versaba de lo acontecido durante la campaña llevada adelante contra un ejército alano que había irrumpido por la frontera Armenia durante los primeros años del siglo II de nuestra era, durante el reinado de Adriano.

Ya era hora de pasar al español este corto (lo conservado) pero apasionante trabajo.

Mapa: La frontera romana en Capadocia. Se señalan los lugares de origen de algunas de las unidades que participaron en la campaña así como las bases de las dos legiones que defendían la frontera.

CONTRA LOS ALANOS.

En la vanguardia del ejército deben ir los exploradores montados, en dos grupos, cada uno con su propio comandante. Detrás de estos los arqueros a caballo PETREANOS, estos también en dos divisiones y encabezados por los decuriones. En la retaguardia debe ser desplegado el ala (caballería) de los Aurianii, con ellos, y comandados por Daphne el Corintio, el IV destacamento de Raetia. Detrás de estos los del ala Colonists. Estacionados a sus lados deben ser desplegados los iturianos y cirineos, más los de la I de Raetia. Demetrio debía comandar todas estas unidades. Detrás de ellos la caballería germana, desplegados en dos divisiones, y un centurión como comandante, concretamente el centurión a cargo del campamento (el praefectus castrorum).

Detrás de estos la infantería, con sus estandartes, y encabezando la marcha, los italianos comandados por Pulcher y los praesentii de los cireneos. Es el mismo Pulcher, quien esta a cargo de los italianos, el que debe comandarlos a todos. Detrás de ellos debían desplegarse los bosforianos a pie comandados por Lamprocles, y en su retaguardia los númidas bajo el mando de Verus. La formación debía ser de cuatro hombres por fila. Los arqueros debían estar al frente de sus propias formaciones. La caballería perteneciente a las diferentes unidades debían guardar los flancos de la formación Detrás de ellos debían ir la caballería de la guardia y Detrás la caballería legionaria, luego la artillería, y luego el estandarte de la XV Legión y junto a él el comandante de la Legión, Valens, y su adjunto, acompañados por los tribunos y centuriones de la primera cohorte. Frente al estandarte debían desplegarse la infantería con jabalina. Estos hombres a pie debían desfilar también en fila de a cuatro. Tras la XV Legión debía situarse el estandarte de la XII Legión (10) con sus tribunos y centuriones a su alrededor, también en formación de a cuatro.

Detrás de la infantería pesada debían ir las fuerzas aliadas: las fuerzas pesadas de la pequeña Armenia, de Trapezus, de los colcos y los jabalineros rizios (1). Después la infantería de Apulia. Secundinus quien es el comandante de los apulios, debía encabezar la fuerza aliada. Tras ellos el tren de bagaje. El ala de dacios con su comandante situada en su retaguardia.

Centuriones especialmente escogidos deben encargarse de mantener en buen orden la marcha de la infantería en los flancos de la formación. La caballería galata debe marchar a los dos lados en una singular fila como guardia de flanco junto con la caballería italiana. Sus comandantes deben estar también situados en los flancos.
El comandante general, Jenofonte (4), debía marchar la mayor parte del tiempo junto a los estandartes de la infantería, e ir a caballo junto a la formación en marcha, vigilando detenidamente que se guarde la formación y ordenando a los que no la mantuviesen que regresasen a la misma, y animando y recompensando a los que marchan en correcto orden y disciplina.

Este (el expuesto) debía ser el orden de marcha.

Al llegar al sitio planeado, toda la caballería debía circular alrededor del lugar para crear un perímetro, mientras que los exploradores son enviados a las posiciones mas altas para advertir de cualquier presencia enemiga. Luego debían armarse (2) y colocarse las armaduras para posteriormente situarse en sus posiciones de batalla. El despliegue de combate debe ser lo siguiente. En cuanto a la infantería (debían mantenerse formados sobre un talud existente sobre el terreno, es decir, sobre una elevación) tiene que ser en este orden: En el flanco derecho debían desplegar los armenios con sus mandos correspondientes, Vasakes y Arbelos, manteniendo la parte más extrema del flanco, porque todos son arqueros. Posicionados frente a ellos la infantería italiana. El comandante de todos estos debía ser Pulcher, quien esta a cargo de los italianos. Los armenios, Vasakes y Arbelos, con su caballería e infantería debían prestarles su apoyo.

En el flanco izquierdo los aliados de la pequeña Armenia y los ligeramente armados de Trapezus con los jabalineros rizios, que debían desplegarse en la parte mas extrema del flanco. Desplegados frente a ellos los doscientos apulios y cien cirineos para que estas fuerzas pesadas les sirviesen de defensa y refugio, lanzando entonces sus jabalinas sobre las cabezas de estos al situarse tras ellos en un terreno mas elevado. La infantería de la XV Legión debía desplegarse en el centro y parte del flanco derecho por ser las fuerzas más numerosas del ejército. La infantería de la XII Legión debían mantener espacio que quedaba en la izquierda hasta llegar al flanco. Debían desplegarse en ocho de fondo y en orden cerrado.

Tras las cuatro primeras filas de legionarios se coloca una línea de arqueros, de los que disponen de puntas de flecha de hierro muy finas (3). Y los que estén más enfrente debían estar en guardia para que cuando los enemigos se acerquen a cierta distancia poder disparar con seguridad sobre los pechos de los caballos alanos. Esos que están en la segunda, tercera y cuarto rango de la formación (5) tienen que tener sus flechas preparadas para dispararlas, si es posible, dañando tanto a los caballos como a sus jinetes tratándolo de poner a este fuera de combate. Las siguientes filas debían ser jabalineros, la novena fila tras ellos debían ser arqueros a pie los de Numidia, Cirene, Bósforo e Iturea. La artillería debía desplegar en cada uno de los flancos para disparar sobre los atacantes a la mayor distancia posible, situada, eso sí, a cubierto detrás toda la formación.

Toda la caballería desplegara junta en ocho alas y escuadrones, debe estar al lado de la infantería a los flancos teniendo los pesadamente armados y los arqueros como pantalla. Dos compañías y en el centro de la formación. seis compañías, -FALTA TEXTO, LAGUNA EN EL TEXTO ORIGINAL-, los arqueros a caballo dispuestos entre ellos tienen que formar cerca a la línea de batalla para disparar por encima de ella. Los jabalineros, arqueros, infantería armada con espada (ligera??) y los armados con hacha debían vigilar ambos flancos y esperar la señal. La caballería escogida debe formar junto al general con doscientos legionarios, la guardia y los centuriones, añadidos a la caballería escogida y los comandantes de la propia guardia, también los decuriones de élite de infantería. Debía haber con él -FALTA TEXTO, LAGUNA EN EL TEXTO ORIGINAL- cien jabalineros ligeros para acompañar a la caballería. El mando del flanco derecho junto con la caballería estará a cargo de Valens, comandante de la XV legión. Los tribunos de la XII debían hacer lo mismo a la izquierda.

Una vez así desplegados, debía haber un silencio absoluto hasta que los enemigos se coloquen a tiro de los arqueros, entonces debe lanzarse el grito de guerra, lo más fuerte e intimidador posible. Es el momento de hacer uso de la artillería de largo alcance, flechas pesadas (escorpiones) y las piedras (onagros, catapultas), así como, de estar a tiro, los arqueros y jabalineros, tanto ligeros como los más pesadamente armados. Las piedras debían ser también lanzadas sobre los enemigos por las fuerzas aliadas que se encuentran en las posiciones más elevadas (6). Toda la lluvia de proyectiles debe estar lanzándose de todos los lados para que su concentración provoque el pánico en los caballos y destruya la formación enemiga. Mediante esta descarga masiva de proyectiles se espera que los escitas (alanos) no consigan acercarse a las primeras líneas romanas, es decir, a la línea de batalla. Si a pesar de ello, los atacantes atraviesan esta pantalla de proyectiles, las tres primeras filas de infantería (legionarios) deberán cerrar filas hasta tocarse hombro con hombro y recibir la carga lo más fuertemente posible (7) . El cuarto rango lanzara sus jabalinas y el primer rango, una vez detenida la carga enemiga, atacara con sus espadas al toque y sin descanso (8). Después de rechazar al enemigo y si hay una clara ruptura de este, las unidades de infantería retrocederán dando paso a la caballería, pero no todos los escuadrones, sino la mitad de ellos, los que están enfrente deben ser los primeros en avanzar, la otra mitad debe seguirles en perfecta formación. y sin desorganizarse, con tranquilidad para que puedan continuar la persecución con los caballos frescos en el caso que el enemigo se retire finalmente en desorden, o para el caso de que estos den la vuelta y vuelvan a atacar que puedan asistir así a los que son perseguidos. Al mismo tiempo los arqueros armenios deben avanzar disparando sus arcos para prevenir cualquier reorganización del adversario al tiempo que la infantería ligera, armada de jabalinas, deben también avanzar a la carrera. La formación. de infantería no debe mantener sus posiciones, debe ahora avanzar a paso rápido para que pueda ser esta base de defensa para la caballería llegado el caso de tener esta que replegarse rápidamente ante un contraataque enemigo.

Esta es la táctica a llevar adelante en el caso de que los alanos estén en retirada. Ahora bien, si estos se dan la vuelta y se dirigen hacia los flancos los arqueros situados en ellos deben extender la formación. hacia los lados. No creo que pese a que los flancos se hagan mas débiles al extenderlos hacia el exterior puedan tampoco los enemigos irrumpir a través de ellos y así cortar nuestras líneas No obstante, si ganan en alguno de los flancos los jinetes necesariamente expondrían sus flancos en ángulo recto. En ese caso los de caballería deben inmediatamente cargar a espada y hacha. Lo escitas siendo armados ligeramente y teniendo caballos sin protección(9)...... FIN DEL TEXTO

Notas..

(1) Como vemos la mayoría de los auxiliares son tropas locales, de la zona amenazada.
(2) Se entiende que durante la marcha las tropas se conducen sin vestir ni las corazas o armaduras ni las armas mas pesadas. Marchan por territorio amigo, se debe aclarar.
(3) Se da a entender que este tipo de proyectil esta pensado para ser disparado contra las monturas de los guerreros enemigos.
(4) En realidad es nuestro autor, L. Flavio Arriano Jenofonte, gobernador de Capadocia por aquellos días.
(5) Por rango podríamos interpretar quizás formaciones, unidades alineadas tras la inicial de 8 filas de infantería legionaria (más una de arqueros ya comentada).. .
(6) Deducimos por ello que se han situado unidades de artillería aliada (extraño) en sobre el talud donde forma el ejército romano. Unidades que hasta ahora no habían sido mencionadas.
(7) La infantería de estas tres filas debe formar un duro parapeto humano, lo suficientemente denso y fuerte como para poder resistir la sin duda terrorífica carga de los jinetes adversarios, de no hacerlo así el ejército romano podría correr el riesgo de ser derrotado.
(8) Aquí se expone con claridad una de las principales armas tácticas de la legión. en combate. Formando un frente compacto, escudo con escudo, la infantería romana debe ahora limitarse a combatir con sus gladius al toque, pinchando sin piedad a todo lo que se encuentra frente a el, no hace falta perder el tiempo en apuntar o preparar el golpe, la estocada debe ser continua, sin pausa. Por lo general sus rivales llevan espadas mas largas y terriblemente incómodas para luchar en espacios cerrados como son los que te encuentras al realizar una carga contra una línea de infantería pesada que forma y combate en orden cerrado. Los legionarios, una vez que comienzan la refriega de esta manera es prácticamente imposible que sean derrotados, al menos frontalmente. Arriano, como vemos, pone el énfasis en que las tropas mantengan esta disciplina de combate.
(9) Todo esto lo interpreto como que de ser rebasadas las líneas y ante el peligro de que las formaciones de caballería queden expuestas a un ataque de flanco, deben cargar sobre los atacantes con la intención de llegar a atraparlos en el combate cuerpo a cuerpo, pues aventajan a sus enemigos en este tipo de lucha, al disponer de una caballería mas pesada. Sus oponentes, que como suele ser usual en este tipo de pueblos nómadas, manejan un armamento mas liviano y adecuado para el combate a distancia o el de golpe y contragolpe.
(10) Es la Legio XV Apollinaris, al mando de M. Vettius Valens, y supongo que tan solo unas vexillationes de la XII Fulminata, pues la mayor parte de la unidad se encuentra combatiendo en Judea (es la revuelta de Bar Kocheba), se da por supuesto que estaban estas unidades al mando de su Tribuni Angusticlavii.

En cuanto a las unidades de auxiliares que nos son conocidas y que participan en la campaña: Las alae I Augusta Gemina Colonorum, y la II Ulpia Hispana Auriana. Más las cohortes Ituraeorum, I Bosporanorum, I Germanorum milliariae, I Italica, I Numidiarumequitata, I Raetorum, III Cyrenaica.


Section 19 – The Kingdom of Alanliao 阿蘭聊 (the Alans)

1. Alanliao 阿蘭聊 [A-lan-liao] (nada que ver con « ya la han liado » = the Alans. It was recognised very early on that the Yancai 奄蔡 and the Alans of the Chinese accounts must refer to the Aorsi and the Alani of the Classical authors. Not only are the names very similar, and they occupied the same region between the Caspian and Black seas, but the timing of the appearance of the name of the Alan / Alani people corresponds in both Chinese and Western accounts. See, for example, Chavannes (1905), p. 558, n. 5.
These correspondences have been discussed at length by many authors and may be taken as certain, so I won’t bother repeating all the evidence here. Those who would like to read further on the subject should check the discussions in: Pulleyblank (1963), p. 220; CICA (1979), p. 129, n. 318; Zadneprovskiy (1994), pp. 467-468; and Leslie and Gardiner (1996), pp. 258-259.
There is extensive and convincing numismatic and archaeological evidence for the early use of a trade route linking the northern Black Sea with Central Asia, China and India dating back to at least the 2nd century BCE, and probably earlier. See, for example, the excellent summary of the evidence in Mielczarek (1997).

I thought that it would be of interest here to quote Strabo’s account of the Aorsi because it contains the earliest historical reference we have to the use of the northern route around the north of the Caspian Sea to the Sea of Azov by camel caravans from the East:

The next peoples to which one comes between Lake Maeotis [the Sea of Azov] and the Caspian Sea are nomads, the Nabianai and the Panxini, and then next the tribes of the Siraces and the Aorsi. The Aorsi and the Siraces are thought to be fugitives from the upper tribes of those names and the Aorsi are more to the north than the Siraces. Now Abeacus, king of the Siraces, sent forth twenty thousand horsemen at the time when Phrarnaces [II – Anatolian king of Pontus and son of Mithradates VI Eupator] held the Bosporus [between 63 and 47 BCE]; and Spadines, king of the Aorsi, two hundred thousand; but the upper Aorsi sent a still larger number, for they held dominion over more land, and, one may almost say, ruled over most of the Caspian coast; and consequently they could import on camels the Indian and Babylonian merchandise, receiving it in their turn from the Armenians and the Medes, and also, owing to their wealth, could wear golden ornaments. Now the Aorsi live along the Tanaïs [the Don], but the Siraces live along the Achardeüs [the Kuban] which flows from the Caucasus and empties into Lake Maeotis.” Strabo (c. 23, XI. v. 8.

I will include here the roughly contemporaneous account of the Yancai 奄蔡 [Yen-ts’ai] from the Hanshu for comparison:

It is said : “Some 2000 li [832 km] to the north-west from K’ang-chü is the state of Yen-ts’ai. The trained bowmen number 100000. It has the same way of life as K’ang-chü. It is situated on the Great Marsh, which has no [further] shore and which is presumably the Northern Sea.” CICA pp. 129-130.

Both the Shiji and the Hanshu place Yancai
奄蔡 [Yen-ts’ai], literally: ‘Vast steppe,’ almost 2,000 li (832 km) to the northwest of Kangju, near a great marsh. This is supported by the fact that it seems likely that the Tashkent oasis was the centre of Kangju, and travelling 832 km to the northwest of Tashkent brings one to the region of the lower Syr Darya (Yaxartes) plain, just before the river empties into the Aral Sea. Zadnesprovskiy (1994), p. 463, also places the Yancai in the region of the Aral Sea. It seems that by the time of the Hou Hanshu they had moved, or extended, as far as the lands to the north of the Black Sea.
Chavannes (1907), p. 195, n. 2, believes the text of the Hou Hanshu here is mistaken. The Weilue only includes the first two characters of 阿蘭聊, a and lan, in the name of this kingdom. He suggests that the last character here, , liao, should be read as the similar-looking liu [‘willow’] which is listed as a separate kingdom in the Weilue:

Then there is the kingdom of Liu, the kingdom of Yan (to the north of Yancai), and the kingdom of Yancai (near the mouth of the Syr Darya), which is also called Alan. They all have the same customs as those of Kangju (Tashkent plus the Chu, Talas, and middle Jaxartes basins). To the west, they border Da Qin (Roman territory), to the southeast they border Kangju.
These kingdoms have large numbers of famous sables. They raise cattle and move about in search of water and grass. They are close to a big marsh (to the northeast and north of the Aral Sea). Previously they were vassals of Kangju. Now they are no longer vassals.”

... HHSCC Mem. 78.16b, remarks that the country was a dependency of K’ang-chü, that the dress and the customs of the people, who lived in towns, were identical with those of K’ang-chü, that the climate was mild, and that there were many fir-trees. The memoir adds, that Yen-ts’ai later adopted the name of A-lan-liao....” CICA, p. 129, n. 316.

It is clear from the text that Yancai had recently allied itself to, or joined with, the Alan tribes who stretched west past the Caspian, and were in regular contact with Roman-controlled cities via the Sea of Azov and the Black Sea.

Now there was the nation of the Alani, which we have formerly mentioned somewhere as being Scythians, and dwelling about the Tanais [River = the Don] and the Lake Maeotis [the Sea of Azov]. This nation about this time [73 CE] laid a design of falling upon Media and the parts beyond it, in order to plunder them ; with which intention they treated with the king of Hyrcania ; for he was master of that passage which king Alexander [the Great] shut up with iron gates. The king gave them leave to come through them: so they came in great multitudes, and fell upon the Medes unexpectedly, and plundered the country which they found full of people, and replenished with abundance of cattle, while nobody durst make any resistance against them ; for Pacorus, the king of the country, had fled away for fear, into places where they could not easily come at him, and had yielded up everything he had to them, and had only saved his wife and his concubines from them, and that with difficulty also, after they had been made captives, by giving them an hundred talents for their ransom. [The Alans then also defeated Armenia]. So the Alani, being still more provided by this fight, laid waste the country, and drove a great multitude of the men, and a great quantity of other prey they had gotten out of both kingdoms along with them, and then returned back to their own country.” Josephus (75-79 CE), p. 264: VII. 7, 4.

The third major nomadic state, that of the Yen-ts’ai, was situated in north-western Central Asia in the steppe around the Aral Sea and the northern shores of the Caspian, where it was in contact with the world of the Sarmatians. The nomadic population of this region belonged to the Sarmatian group of tribes which replaced the Scythians around the turn of the third century B.C. During the second century B.C., a new major grouping of Sarmatian tribes, of which the chief were the Siraci and Aorsi, appeared on the steppes between the Caspian and the Tanais (the River Don), as Strabo describes. Abeacus, King of the Siraci, could mobilize 20,000 horsemen (at the time when Pharnaces was lord of the Bosporus), while Spadinus, King of the Aorsi, commanded as many as 200,000 and the Upper Aorsi even more. That explains their camel caravan trade in Indian and Babylonian goods which they procured by barter from the Armenians and the Medes (Strabo XI.5.8).
It is evident from this text that the Aorsi and their kinsmen, the Upper Aorsi, were tribes of Sarmatian origin and were masters of the lands lying along the coast of the Caspian Sea. The precise eastern boundaries of the Aorsi are unknown, but their influence probably extended to the Aral Sea. They were a great military power and for almost three centuries, until the arrival of the Alans, they played a major role in events of the northern Pontic region. King Eunonus of this tribe was an ally of Mithradates VII (who ruled the Bosporus from A.D. 40-44 and was considered a usurper by the Romans) in his struggle against Rome, and offered him asylum after his defeat.
Strabo refers to the established international trade links of the Aorsi with the states of the Caucasus. They also controlled trade routes leading from the Bosporus and other Black Sea states to Transoxiana and China. According to Chinese sources, one of the branches of the Silk Route – the Northern Route – passed through East Turkestan, Ta-yüan and K’ang-chü, ending in the country of the Yen-ts’ai. Chinese artefacts from archaeological excavations provide concrete evidence of the use of this route during the first few centuries A.D. Scholars generally identify the Aorsi mentioned by the classical writers with the Yen-ts’ai state of the Chinese sources.

The Shih-chi states that Yen-ts’ai lies almost 2,000 li north-west of K’ang-chü, and it is a nomadic country whose customs are like those of K’ang-chü. Its army numbers over 100,000. It lies on a large lake that does not have high banks – the Northern Sea.

This independent nomadic state played a role of some significance in the history of Transoxiana and the neighbouring localities along the international trade route. It is not, therefore, surprising that the Han Empire should have sent embassies there and fostered trade relations. Eventually, in the first century B.C., Yen-ts’ai lost its independence and became a dependency of K’ang-chü. According to the Hou Han-shu:

‘The domain of Yen-ts’ai was renamed A-lan-ya, over which K’ang-chü held sway.’ Another country to lose its independence was Yen, which paid tribute in furs. Many scholars seek to identify A-lan-ya (or A-lan-liao) with the Aorsi and Alans of the ancient sources. It should be noted that the appearance of the name A-lan-ya in the Hou Han-shu coincides with the emergence of the Alan tribes on the political stage.” Zadneprovskiy (1994), pp. 465-467. See also: Teggart (1939), pp. 197, 199, 203-205; Chapter 13 on the Alans, in Pelliot (1959), pp. 16-25; Pulleyblank (1962), pp. 99, 220; (1968), p. 252; (1999), p. 74.

2. Di [Ti] may be a transcription of a local name but, as its meaning is ‘place,’ ‘locality,’ ‘earth,’ the term dicheng could just mean something like ‘walled place.’
  1. Baicao = ‘White grass’ or ‘White herb’ = aconite, see note 5.3 above.
Arriani Nicomediensis Scripta Minora. Arrian. Rudolf Hercher. Alfred Eberhard. in aedibus B. G. Teubneri. Leipzig. 1885. Keyboarding.

https://en.wikipedia.org/wiki/Benedictus_Gotthelf_Teubner

ἡγεῖσθαι μὲν τῆς πάσης στρατιᾶς τοὺς κατασκόπους ἱππέας ἐπὶ δυοῖν τεταγμένους σὺν τῷ οἰκείῳ ἡγεμόνι. ἐπὶ τούτοις δὲ τοὺς ἱπποτοξότας τοὺς Πετραίους, καὶ τούτους ἐπὶ δυοῖν. ἀγόντων δὲ αὐτοὺς οἱ δεκάδαρχοι. ἐπὶ δὲ τούτοις ἐπιτετάχθων οἱ ἀπὸ τῆς ἴλης ᾗτινι Αὐριανοὶ ὄνομα. συντετάχθων δὲ αὐτοῖς οἱ τῆς σπείρας τῆς τετάρτης τῶν Ῥαιτῶν, ἧς ἄρχων Δάφνης Κορίνθιος, ἐπὶ τούτοις δὲ οἱ ἀπὸ τῆς ἴλης ᾗ ὄνομα Κολῶνες. συντετάχθων δὲ αὐτοῖς Ἰτουραῖοι καὶ Κυρηναῖοι καὶ οἱ ἀπὸ τῆς πρώτης Ῥαιτικῆς.