Mostrando las entradas para la consulta muixó ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta muixó ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

martes, 22 de diciembre de 2020

Lo corv. Edgar Allan Poe.

Lo corv.

Edgar Allan Poe.

Traducsió de Ramón Guimerá Lorente (Moncho).


Lo corv. Edgar Allan Poe. Traducsió de Ramón Guimerá Lorente, Moncho

Traducsió de una versió trobada a internet
que no té res a vore en la original de Edgaret "The Raven".
Carlos Arturo Torres.


I

Una nit pavorosa, ñirviós
relligía un mamotreto gros
cuan vach creure escoltá
un extrañ soroll, de repén
com si algú tocare suavemén
a la meua porta: «Visita impertinén
es, vach di, y res mes».

II

¡Ah! Men enrecordo mol be; ere al ivern,
impassién yo medía lo tems etern
cansat de buscá
als llibres la calma tranquilisadora
al doló de la morta Leonora
que habite en los ángels ara
¡pera sempre mes!

III

Vach sentí los cruixits y l´elástic
rosá de les cortines, un fantástic
terror, com may sentit había
y vach volé aquell soroll explicám,
lo meu espíritu oprimit calmá per fin:
«Un viaché perdut es,
vach di, y res mes».

IV

Ya en mes calma: «Caballé
vach cridá, o dama, suplicátos vull
tos servigáu excusá
pero la meua atensió no estabe ben desperta
y va sé la vostra cridada tan inserta...»
Vach obrí allabonses de gom a gom la porta:
oscurina, y res mes.

V

Miro al no res, exploro la tiniebla
y séntigo entonses que la meua mén
se ompli de idees com cap atre mortal
les va tindre abáns,
y escolto en oíts anhelans
«Leonora » unes veus sussurrans
murmurá, y res mes.

VI

Torno a la meua estansia en temó
y torno a escoltá mes fort fotre cops;
«algo, me dic, toque a la finestra,
compendre vull la siñal arcana
y calmá esta angustia sobrehumana»:
¡lo ven, y res mes!

VII

La finestra vach obrí: revolán
vach vore entonses un corv aleteján
com un muixó de un atra edat;
sense mes seremonia va entrá a la sala
en gesto siñorial y negres ales
y damún de un busto, al dintel de Palas,
se va posá, y res mes.

VIII

Miro al muixó negre, sonrién
dabán del seu grave y serio continén
y li escomenso a parlá,
no sense intensió irónica:
«Oh corv, oh venerable ave anacrónica,
¿quín es lo teu nom a la regió plutónica?»
Va di lo corv: «May mes».

IX

En este cas tan raro
me vach extraña de escoltá tan cla
tal nom pronunsiá
y ting que confessá que me vach assustá
pos dingú, crec, va tindre lo gust
de un corv vore, posat damún de un busto
en tal nom: «May mes».

X

Com si haguera volcat l´alma,
va callá lo muixó y ni un momén
les plomes va sorollá,
«datres de mí han fugit y yo me crec
que ell sen anirá demá sense tardá
com ya m´ha abandonat la esperansa»;
va di lo corv: «¡May mes! »

XI

Una resposta al escoltá directa
me vach di, no sense inquietut secreta,
«Es aixó y res mes.
Tot lo que va adependre de un amo desgrassiat,
al que tossut ha perseguit la fortuna
y sol este estribillo ha conservat
¡eixe may mes, may mes!»

XII

Vach girá l´assiento hasta quedám enfrente
de la porta, del busto y del vidén corv
y entonses ya, reclinat a la blana cadira
en somnis fantastics me afonaba,
pensán sempre en qué volíe di
aquell may mes, may mes.

XIII

Mol tems me vach quedá aixina ensomián,
y aquell extrañ muixó
sense pará mirán;
ocupabe lo diván
de vellut, aon juns mos assentabem
y en lo meu dol, pensaba que Ella,
may mes ocuparíe esta habitassió.

XIV

Entonses me va pareixe l´aire denso
com una auló de sucarrat incienso
de un invissible altá;
y escolto veus repetí:
«Olvida a Leonor, béute lo nepenthes
beu l´olvido a les seues fons»;
va di lo corv: «¡May mes! »

XV

«Profeta, vach di, augur de atres edats
que van aventá les negres tempestats
aquí peral meu mal,
huésped de esta morada de tristesa,
dísme, oscur engendre de la nit de paó,
si una mel ñaurá per a la meua amargó»:
va di lo corv: «¡May mes!»

XVI

«Profeta, vach di, o dimoni, tú, corv,
per Deu, per mí, per la meua gran doló,
per lo teu poder fatal
dísme si alguna vegada a Leonora
tornaré a vore a la eternal aurora
aon está felís en los querubins»;
va di lo corv: «¡May mes! »

XVII

«Que sigue esta paraula la radera,
torna a la plutónica rivera»,
vach cridá: «¡No tornos mes,
no dixos ni potades, ni una ploma
y lo meu espíritu, rodejat de densa broma
libera del pes que té!»
Va di lo corv: «¡May mes! »

XVIII

Y lo corv parat, fúnebre y adusto
seguix sempre de Palas posat al busto
y en la llum del meu cresol,
proyecte una taca umbría a la alfombra
y la seua mirada de demoni assombre...
¡Ay! ¿La meua alma en dol
de la seua sombra se podrá apartá?
¡May mes!

https://narrativabreve.com/2017/02/el-cuervo-allan-poe-en-estado-puro.html

Aquí os ofrezco la traducción de Julio Cortázar y, tras esta, la versión original (The Raven).

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

//


Once upon a midnight dreary, while I pondered weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
`’Tis some visitor,’ I muttered, `tapping at my chamber door –
Only this, and nothing more.’

Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; – vainly I had sought to borrow
From my books surcease of sorrow – sorrow for the lost Lenore –
For the rare and radiant maiden whom the angels named Lenore –
Nameless here for evermore.

And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me – filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
`’Tis some visitor entreating entrance at my chamber door –
Some late visitor entreating entrance at my chamber door; –
This it is, and nothing more,’

Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
`Sir,’ said I, `or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you’ – here I opened wide the door; –
Darkness there, and nothing more.

Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the darkness gave no token,
And the only word there spoken was the whispered word, `Lenore!’
This I whispered, and an echo murmured back the word, `Lenore!’
Merely this and nothing more.

Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
`Surely,’ said I, `surely that is something at my window lattice;
Let me see then, what thereat is, and this mystery explore –
Let my heart be still a moment and this mystery explore; –
‘Tis the wind and nothing more!’

Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore.
Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door –
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door –
Perched, and sat, and nothing more.

Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
`Though thy crest be shorn and shaven, thou,’ I said, `art sure no craven.
Ghastly grim and ancient raven wandering from the nightly shore –
Tell me what thy lordly name is on the Night’s Plutonian shore!’
Quoth the raven, `Nevermore.’

Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning – little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being
Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door –
Bird or beast above the sculptured bust above his chamber door,
With such name as `Nevermore.’

But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only,
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he uttered – not a feather then he fluttered –
Till I scarcely more than muttered `Other friends have flown before –
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before.’
Then the bird said, `Nevermore.’

Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
`Doubtless,’ said I, `what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful disaster
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore –
Till the dirges of his hope that melancholy burden bore
Of “Never-nevermore.”‘

But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird and bust and door;
Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore –
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
Meant in croaking `Nevermore.’

This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom’s core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion’s velvet lining that the lamp-light gloated o’er,
But whose velvet violet lining with the lamp-light gloating o’er,
She shall press, ah, nevermore!

Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor.
`Wretch,’ I cried, `thy God hath lent thee – by these angels he has sent thee
Respite – respite and nepenthe from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this kind nepenthe, and forget this lost Lenore!’
Quoth the raven, `Nevermore.’

`Prophet!’ said I, `thing of evil! – prophet still, if bird or devil! –
Whether tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted –
On this home by horror haunted – tell me truly, I implore –
Is there – is there balm in Gilead? – tell me – tell me, I implore!’
Quoth the raven, `Nevermore.’

`Prophet!’ said I, `thing of evil! – prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us – by that God we both adore –
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels named Lenore –
Clasp a rare and radiant maiden, whom the angels named Lenore?’
Quoth the raven, `Nevermore.’

`Be that word our sign of parting, bird or fiend!’ I shrieked upstarting –
`Get thee back into the tempest and the Night’s Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! – quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!’
Quoth the raven, `Nevermore.’

And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon’s that is dreaming,
And the lamp-light o’er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted – nevermore!

sábado, 24 de noviembre de 2018

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los sans inossens. Llibre primé.




Llibre primé.

Azarías.

Los sans inosséns. Llibre primé.

A san germana, la Régula, li contrariabe la actitut de Azarías, y lo renegáe; y ell, entonses, tornáe a la Jara, aon lo siñoret. Ella aspirabe a que los jovens se ilustraren, cosa que a son germá li pareixíe un error, que después no te valen ni pera fins ni pera bastos, pontificabe en lo seu to de veu brumós, una mica nassal, y, per contra, a la Jara, aon lo siñoret, dingú se preocupabe de si éste o l´atre sabíen lligí o escriure, de si eren alfabetos o analfabetos, o de si lo Azarías voltáe de un costat a l´atre, los pantalóns de pana apedassats caénli, la bragueta sense botons, en los peus descalsos y, inclús, si, de repén, marchabe aon san germana y lo siñoret preguntabe per nell y li responíen, está aon san germana, siñoret, lo siñoret tan tranquil, no se alterabe, si acás eixecáe imperseptiblemen un muscle, lo esquerro, pero no indagabe mes, ni comentabe la nova, y, cuan tornáe, lo Azarías ya torne a está aquí, siñoret, y lo siñoret ficáe una mija sonrissa y en pas, que al siñoret sol li exasperabe que lo Azarías afirmare que teníe un añ mes que lo siñoret, perque, en realidat, lo Azarías ya ere mosso cuan lo siñoret va naixe, pero lo Azarías ni sen enrecordabe de aixó y si, en ocasions, afirmabe que teníe un añ mes que lo siñoret, ere perque Dacio, lo Gorriné, lay va di aixina un cap d´añ que anáe una mica gat y an ell, al Azarías, se li va quedá grabat a la sessera, y tantes vegades li preguntaben, ¿cuáns añs tens, Azarías? tantes contestáe, un añ mes que lo siñoret, pero no ere per mala voluntat, ni per lo gust de di mentires, sino per pura santa inossensia y simplería, que lo siñoret fée mal en renegál per naixó y díli zascandil, ni ere just tampoc, ya que lo Azarías, a cambi de caminá per lo cortijo tot lo día de Deu com mastegán lo no res miranse atentamen les ungles de la ma dreta, llustrabe lo automóvil del siñoret en una bayeta groga, y desenroscabe los taps de les válvules als coches dels amics del siñoret pera que al siñoret no ni faltaren lo día que les coses vingueren mal dades y escassejaren y, per si aixó no fore prou, lo Azarías sen cuidabe dels gossos, del perdigué y del setter, y dels tres rabosés y si, ben de nit, lladráen al carrascal los mastins del pastó y los gossos del cortijo se abalotáen, ell, Azarías, los aplacabe en bones paraules, los rascabe insistenmen entre los ulls hasta que se apassiguaben y a dormí y, en la primera llum, ixíe al pati estiranse, despereánse, obríe la tanca y soltabe als pavos pel carrascal, detrás de les bardisses, protegits per la valla de tela metálica y, llugo, rascabe la gallinassa del galliné y, al acabá, pos a regá los geranios y l´oró y a adessentá lo cuchitril del duc y a acarissiál entre les orelles y, conforme caíe la nit, ya se sabíe, Azarías, assentat a un pilonet, prop del foc, a la desolada entrada, desplomabe les perdius, o les turcassos, o les tórdoles, o datres bichos de ploma, cobrades per lo siñoret durán la jornada y, assobín, si les pesses abundaben, lo Azarías ne resservabe una pera la milana, de forma que lo duc, cada vegada que lo veíe apareixe, lo voltáe en la seua redona mirada groga, y castañejáe en lo pic o bec, com si retossare, tot per espontani afecte, que als demés, lo siñoret incluít, los bufabe com un gat y los enseñáe les ungles, mentres que an ell, lo distinguíe, pos rara ere la nit que no lo obsequiare, a falta de un mosset mes bo, en una garsa negra y blanca, o una merla, o mija dotsena de vileros o pardals enganchats en visc a la bassa, aon les carpes, o vaigue vosté a sabé, pero, en consevol cas, Azarías li díe al Gran Duc, cada vegada que se arrimabe an ell, en veu envellutada, milana bonica, milana bonica, y li rascabe entre les selles y li sonreíe en les genives desdentegades y, si ere lo cas de amarrál pera que lo siñoret o la siñoreta o los amics del siñoret o les amigues de la siñoreta se entretingueren, disparán a les águiles o áligues o als muixons negres per la tronera, amagats, Azarías li enrollabe a la pota dreta un drapet de franela roija pera que la cadena no lo nafrare y, mentrestán lo siñoret o la siñoreta o los amics del siñoret o les amigues de la siñoreta estáen amagats y escopeteján, ell aguardabe, ajupit, daball de la atalaya, vigilánlo, tremolán com un brot vert, y, encara que estabe una mica du de orella, escoltáe los estampits secs de les detonassions y, a cada una, se esgarrifáe y tancabe los ulls y, al torná a obríls, mirabe cap al duc y al vórel indemne, alsat y desafián, fén lo escut, damún la pedra, se sentíe orgullós de ell y se díe an ell mateix, milana bonica, milana bonica, y experimentabe dessichos de rascáli entre les orelles y, aixina que lo siñoret o la siñoreta, o les amigues del siñoret, o los amics de la siñoreta, se cansaben de matá muixons y eixíen de la barraca estiránse y despereánse com si abandonaren la bocamina, ell se arrimabe movén les barres amún y aball, com si mastegare algo, al Gran Duc, y lo duc, entonses, se unflabe de satisfacsió, se esponjabe com un pavo real y lo Azarías li sonreíe, no sigues cobart, milana, li díe, y li rascabe la entressella pera premiál y al final, arreplegáe den terra, una detrás del atra, les águiles abatudes, les penjáe a la percha, desencadenabe al duc en cuidadet, lo embutíe a la gran gabia de barrots de fusta, que se tiráe al muscle, y pin, pianet, se encaminabe cap al cortijo sense esperá al siñoret, ni a la siñoreta, ni als amics del siñoret, ni a les amigues de la siñoreta que caminaben, lenta, cansinamen, per la senda, detrás d´ell, charrán de les seus coses y rién sense ton ni son y aixina que arribabe a la casa, lo Azarías penjáe la percha al barró del zaguán y en cuan se fee de nit, assentat o ajupit a la grava del pati, a la blanca llum del cresol, desplomáe un muixó consevol y sen anáe en ell a la finestra del cuchitril, y uuuuuh, fée, modulán la veu, buscán lo registre que mes temó donare, y al minut, lo duc se alsabe hasta la reixa sense fé soroll, en un revol tranquil y blanet, com de cotó, y tamé díe uuuuuh, com un eco del uuuuuh de Azarías, un eco del atre món, y enseguida, li ficáe lo muixó a les seues enormes garres y lo duc lo devorabe silensiosamen en un santiamén y lo Azarías lo mirabe minjá en la seua sonrissa babeján y musitabe, milana bonica, milana bonica, y una vegada que lo Gran Duc acabáe lo seu festín, lo Azarías se encaminabe al cobertís, aon les amigues del siñoret y los amics de la siñoreta aparcáen los seus coches, y, en passiensia, anáe desenroscán los taps de les válvules de les rodes, en torpes movimens dels seus dits grossos, y al acabá, los ajuntabe en los que guardabe a la caixa de sabates, a la cuadra, se assentáe an terra y se ficáe a contáls, un, dos, tres, cuatre, sing... y al arribá a onse, díe invariablemen, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing..., después ixíe al corral, ya sen fosc, y a un racó se pixáe a les mans pera que no se li badaren o faigueren cribasses, y abanicabe un rato l´aire pera que se orejaren y aixina un día y un atre, un mes y un atre, un añ y un atre, tota una vida, pero a pesá de este régim metódic, algunes matinades, lo Azarías se despertabe fluix y com desfilagarchat, com si durán la nit algú li haguere tret lo esqueleto, y eixos díes, no rascabe la gallinassa, ni donáe de minjá als gossos, ni asseabe lo cuchitril del duc, sino que ixíe al monte y se gitáe al abrigo de algunes herbes altes, zahurdones, torvisca y si picabe lo sol, pos a la sombra del alborsé, lo madroño, y cuan Dacio li preguntabe, ¿qué es lo que te passe, Azarías? Ell, porto la manta, que yo dic, ting perea, y de esta forma, dixáe passá les hores mortes, y si lo siñoret se topetáe en ell y li preguntabe, ¿qué te passe, home de Deu?, Azarías lo mateix, porto la manta, que yo dic, siñoret, sense inmutás, tombat a la torvisca o al amparo del alborsé, inmóvil, replegat en les cuixes cap al ventre, los colses al pit, mastegán saliveta, com si remugare, com un cachorro o cadell en ganes de mamá, mirán fíxamen la línia blau-verdosa de la serra retallada contra lo sel, y les barraques redones dels pastós y lo coll de les corses, Cerro de las Corzas, (al atre costat ya estabe Portugal), y los roquissals en forma de tortugues jagans, y lo vol chillón y estirat de les grulles camí del pantano o laguna, y les merines, ovelles palomes, voltán en los seus corderets, y si auncás se presentabe Dámaso, lo pastó, y li díe ¿passe algo, Azarías? Ell, porto la manta, que yo dic, y de esta manera transcurríe lo tems hasta que sobreveníe lo apretó y fée de ventre prop del alborsé o a la fosca bada de algún roquissal y tal com se desahogabe, anáen tornánli paulatinamen les energíes y una vegada recuperat, la seua primera reacsió ere arrimás aon estáe lo duc y díli dolsamen a través de la reixa, milana bonica, y lo duc venga a esponjás y castañejá en lo pic curvat o belcat, hasta que Azarías li obsequiabe en un aguilucho o una cría de garsa desplomats y mentres lo devorabe, lo Azarías, pera guañá tems, se arrimáe a la cuadra, se assentáe an terra y se ficáe a contá los taps de les válvules de la caixa, un, dos, tres, cuatre, sing... hasta arribá a onse, y, entonses díe, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing, y al acabá, tapáe la caixa en la tapa, se quedabe un llarg rato observán les ungles ratades de la seua ma dreta, movén amún y aball les mandíbules o barres y rossegán paraules ininteligibles y de repén, dessidíe, men vach aon man germana, y al porche, se encarabe en lo siñoret, tot espatarrat a la hamaca, mich adormit, men vach aon man germana, siñoret, y lo siñoret eixecáe imperseptiblemen lo muscle esquerro, vésten en Deu, Azarías, y ell marchabe cap al atre cortijo, aon san germana, y ella, la Régula, només obríli la tanca, ¿qué te s´ha perdut per aquí, si pot sabés? y Azarías ¿y los sagalets? y ella ae, a escola están, ¿aón vols que estiguen? y ell, lo Azarías, amostrabe un momén la punta de la llengua, grossa y rosada, tornáe a amagála, la paladejabe un rato y díe al final, lo mal es pera tú, llugo no te servirán ni pera fins ni pera bastos, y la Régula, ae, ¿te hay demanat yo la teua opinió? pero, tan pronte com caíe lo sol, lo Azarías se encantáe mirán les brases, mastegán lo no res y al cap de un rato, alsáe lo cap y súbitamen, díe, demá men entornaré aon lo siñoret, y antes de fes de día, tal com ixíe una raya ataronjada al firmamén delimitán lo contorno de la serra, lo Azarías ya navegáe, cuatre hores mes tard, suat y famoleng, en cuan sentíe a la Lupe descorre lo gran forrollat de la tanca, ya escomensáe, milana bonica, milana bonica, una y atra vegada, la seua retahíla, y a la Lupe, la Gorrinera, ni los bons díes y lo siñoret igual estáe al llit, descansán, pero aixina que apareixíe a michdía a la entrada de la casa, la Lupe li donáe lo part, lo Azarías mos ha entrat de matinet, siñoret, y lo siñoret ajuntáe los ulls legañosos, de acuerdo, díe, y alsáe lo muscle esquerro, com a resignat, o sorprengut, encara que ya se sentíe al Azarías rascán la gallinassa dels aseladeros, los barronets aon se fiquen les gallines, o llimpián lo cuchitril del Gran Duc y arrossegán la lechera de fusta, herrada, ferrata, per lo pati engravat, y de esta manera, anáen passán les semanes hasta que un bon día, al apuntá la primavera, lo Azarías se transformabe, li pujáe als labios com una sonrissa indescriptible, y, al pondres lo sol, en veus de contá los taps de les válvules, agarrabe al duc y ixíe en ell al carrascal y lo enorme muixonot, parat, erguit damún del seu antebrás, ataulláe los voltáns y conforme oscuríe, eixecáe un vol blan y silensiós y tornáe, al poc rato, en un ratolí entre les ungles, o un pinsanet, y allí mateix, jun a Azarías, devorabe la seua presa, mentres ell li rascabe entre les orelles, y escoltáe los batecs de la serra, los lladrits aspres y tristos de la rabosa moguda (en sel) o lo bram dels venados del Coto de Santa Ángela, aparellánse tamé, y de cuan en cuan, li díe, la rabosa va moguda, milana, ¿sens?, y lo duc lo enfocabe en les seues redones pupiles (o nines) grogues que iluminaben la oscurina, ficáe pites les orelles y tornabe a minjá y, ara ya no, pero fa tems se sentíe tamé los fúnebres aullits dels llops al Piornal, a 1175 metros de altura, les nits de primavera pero desde que van arribá los homens de la llum y van instalá los postes de la red eléctrica al llarg de la ladera, no se van torná a escoltá, y en cambi, se sentíe cridá al caro, jujujujú, en pauses periódiques, y lo Gran Duc, en estos casos, eixecáe lo seu enorme cap y empinabe les orelles y lo Azarías venga a riure sordamen, sense fé soroll, sol en les genives, y musitabe en veu empañada, ¿te acobardes, milana?, demá ixiré a corre lo caro, y dit y fet, en son demá, al tardet, ixíe sol serra abán, obrínse pas entre la jara florida y les boches, perque lo caro li fascináe a Azarías com un abismo, una espessie de atracsió ñirviosa per la temó, de tal manera que al parás al mich del monte, escoltabe claramen los cops del seu cor y entonses esperabe un rato pera pendre alé y serená lo seu espíritu y después, cridáe ¡eh!, ¡eh!, al caro, y seguidamen, paráe la orella esperán la resposta, mentres la lluna assomabe detrás de uns nugolets y inundabe lo paissache de una irreal fosforessensia poblada de sombres, y ell, una mica amilanat, fée una bocina en les seues mans y repetíe desafián, ¡eh!, ¡eh!, hasta que, de repén, vin metros mes aball, desde una carrasca reforsuda, li arribáe lo anhelat aullit que geláe la sang, ¡jujujujú!, y, al sentíl, lo Azarías perdíe la nossió del tems, la consiensia de ell mateix, y arrencáe a corre com un loco, gruñín com un jabalí, pateján les herbes, esgarrapánse la cara en les rames mes baixes dels alborsés y los carrascots y detrás de ell, implacable, saltán blanamen de abre en abre, lo caro, aullán y carcañeján y, cada vegada que sen enríe, al Azarías se li dilataben les nines y se li ficáe la pell de gallina y sen enrecordabe de la milana a la cuadra, y apretáe encara mes lo pas y lo caro a la seua esquena tornabe a aullá y a riure y lo Azarías corríe y corríe, entropessabe, caíe y se alsabe, sense girá may lo cap y al arribá, bufán, a la dehesa, la Lupe, la Gorrinera, se santiguabe, ¿de aón vens, dísme?, y lo Azarías sonreíe una mica, com un chiquet pessigat fen alguna malesa, y díe, de corre lo caro, que yo dic, y ella comentabe, ¡Jesús quíns joguets!, te has ficat la cara com un Santo Cristo, pero ell ya camináe cap al corral, llimpiánse la sang dels esgarraps en la bayeta, cotet, escoltán los batecs del seu cor, la boca entreuberta, sonrién al buit, babeján, y al cap de un rato, ya mes sereno, se arrimáe al cuchitril de la milana, acachat, sense fé soroll, y de repén, se assomabe al finestró y faie, ¡uuuuuh!, y lo duc revolotejabe hasta la peana y lo mirabe als ulls, torsén lo cap, y entonses lo Azarías li díe mol satisfet, hay estat corrén lo caro, y lo animal adressáe les orelles y matraquejáe en lo pic, com si u selebrare, y ell, bona carrera li hay donat, y escomensáe a enríuressen en veu baixa, sisseján, sentínse protegit per les bardes o tapies del cortijo, y aixina una vegada detrás de un atra, una primavera detrás de l´atra, hasta que una nit, acabánse mach, se va arrimá als barrots del cuchitril y va di com de costum, ¡uuuuuh!, pero lo Gran Duc no va acudí al crit, y entonses, lo Azarías se va extrañá, y va torná a di, ¡uuuuuh!, pero lo Gran Duc no va acudí a la cridada del Azarías, ¡uuuuuh!, tossut, per tersera vegada, pero, dins del cuchitril, ni un soroll, aixina que lo Azarías va espentá la porta, va pendre lo cresol y se va trobá al duc apretat contra un racó y, al enseñáli la garsa desplomada, lo duc ni se va sorollá, y entonses, lo Azarías va dixá la pessa an terra y se va assentá a la voreta dell, lo va agarrá en cuidadet per les ales y lo va arrimá a la seua caló, rascánlo insistenmen a les entresselles y diénli en ternura, milana bonica, milana bonica, pero lo muixó no reacsionabe als habituals estimuls, en lo que lo Azarías lo va dixá damún de la palla, va eixí y va preguntá per lo siñoret, la milana está dolenteta, siñoret, té calentura, li va informá, y lo siñoret, ¡qué li ham de fé, Azarías! ya está mol agüeleta, ñaurá que buscá un mussolet nou, y lo Azarías, desolat, pero es la milana, siñoret, y lo siñoret, los ulls entaragañats, ¿y dísme tú, que mes te done un muixó que un atre? y lo Azarías, implorán, ¿autorise lo siñoret que li dona raó al Mago del Almendral? y lo siñoret va abansá lo seu muscle esquerro, ¿al Mago?, mol gastadó estás tú, Azarías, si per un muixó tinguerem que cridá al Mago, ¿aón aniríem a pará?, y después del seu reproche, una carcañada, com lo caro, que al Azarías se li va ficá la carn de gallina y, siñoret, no sen enrigue aixina, per los seus morts lay demano, y lo siñoret, ¿es que tampoc men puc enriure a casa meua? y un atra carcañada, com lo caro, cada vegada mes fortes, y a les seues risses tan fortes van acudí la siñoreta, la Lupe, Dacio, lo Gorriné Dámaso y les mossetes dels pastós, y tots a la entrada sen enríen a coro, com los caros, y la Lupe, pos no está plorán lo carnús de ell per eixe muixó apestós, pudén, y lo Azarías, la milana té calentura y lo siñoret no autorise a que li dona raó al Mago del Almendreral, (o ameleral) y, venga un atra carcañada, y un atra, hasta que, al final, lo Azarías, atabalat, va arrencá a corre, va eixí al pati y se va pixá a les mans y después, va entrá al corral, se va assentá an terra y se va ficá a contá en veu alta los taps de les válvules tratán de serenás, un, dos, tres, cuatre, sing, sis, sat, vuit, nou, deu, onse, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing, hasta que se va trobá mes relajat, se va ficá un sac per cuixí y va dormí una michdiada y después se va arrimá en cuidadet a la reixa del cuchitril y va fé, ¡uuuuuh! pero dingú va contestá, y, entonses, lo Azarías va espentá la porta y va entrevore al duc al racó aon lo va dixá la vespra, pero tombat y sec, y lo Azarías se va arrimá an ell en passes curtes, lo va agarrá per la punta de un ala, se va obrí la jaqueta, la va crusá per damún del muixó y va di en veu esbadocada, milana bonica, milana bonica, pero lo Gran Duc ni obríe los ulls, ni castañejabe en lo pic, ni res, aixina que lo Azarías va atravessá lo pati, se va arrimá a la tanca y va descorre lo forrollat, y als seus chirrits, va eixí la Lupe, la de Dacio, ¿qué te s´ha ficat ara al cap, Azarías? y lo Azarías, men vach aon man germana, y sense mes, va eixí y a bon pas, sense notá les punchades de la pedriñera ni dels carts a les plantes dels peus, va passá lo carrascal, lo piornal y la valleta, apretán dolsamen lo cadáver del muixó contra lo seu pit y tal com li va ficá la vista damún, la Régula, ¿un atra vegada per aquí? y lo Azarías ¿y los sagals? y ella, a costura están, y lo Azarías, ¿es que no ña dingú mes a casa? y ella, ae, la chiqueta Menuda está, y en eixe momén, la Régula va repará en lo duc que portáe lo Azarías contra lo pit li va obrí les puntes de la jaqueta y lo cadáver del muixonot va caure damún de les reijoles roijes de argila de Peñarroija-Poblenou y ella, la Régula, va pegá un crit histéric y, ya estás traén de casa eixa carroña, ¿me sens? va di, y lo Azarías, sumisamen, va arreplegá lo muixó y lo va dixá afora, al pedrís, va torná a entrá a casa y va eixí en la chiqueta Menuda, acunánla al bras dret, y la chiqueta Menuda giráe los seus ulls extraviats sense fixáls en res, y ell, lo Azarías, va agarrá a la milana per una pota y una cavegueta a la ma esquerra, y la Régula, ¿aón vas en estes trasses? y lo Azarías, a fé lo enterro, que yo dic, al trayecte, la chiqueta Menuda va soltá un de aquells inacabables crits que donáen llástima, que geláen la sang de consevol, pero lo Azarías no se va inmutá, se va atansá hasta lo rodapeu de la ladera, va dixá a la criatura a la fresca, entre unes herbes, se va traure la jaqueta y en un ratet va cavá un forat ben fondo a la soca de un carrascot, va colocá en cuidado al muixó y, espentán la terra en la cavegueta, va tapá la fossa y se va quedá mirán lo túmulo, en los peus descalsos, los pantalóns apedassats cap aball, la boca entreuberta, y, al cap de un rato, les seues pupiles o nines se van fixá en la chiqueta Menuda, que teníe lo cap caigut cap a un costat, com desarticulat, y los seus ulls se crusáen, y miraben al buit sense fixás en res y lo Azarías se va acachá, la va pendre als seus brassos, se va assentá a la vora del talús, jun a la terra remoguda, la va apretá contra nell y va musitá, milana bonica, milana bonica, y va escomensá a rascáli insistenmen en lo índice de la ma dreta los pels del clatell, mentres la chiqueta Menuda, indiferén, se dixáe fé.

(Paco Rabal al papé de Azarías)

Azarías, Duc, duque, búho real

Azarías, Paco Rabal, duc, duque, búho real, los sans inosséns

Los sans inosséns, llibre cuart

Llibre cuart.

Lo secretari.


A mijáns de juñ, lo Quirce va escomensá a soltá lo bestiá de merines o palomes cada tarde, y, al póndres lo sol, sel sentíe tocá la armónica delicadamen de la part de la serra, mentres son germá Rogelio, no parabe, lo home, en lo jeep cap a dal, en lo tractó cap aball, sempre navegán de aquí cap allá, este carburadó pert, se enganche lo pedal del embrague, estes coses, y lo siñoret Iván, sense donáli importánsia, cada vegada que visitabe lo cortijo, observabe als dos, al Quirce y al Rogelio, cridáe al Crespo a un apart y li díe confidensialmen, Crespo, no me dixos de la ma an estos sagals, Paco, lo Baixet, ya va pera agüelo y yo no puc quedám sense secretari, pero ni lo Quirce ni lo Rogelio teníen lo prodigiós flat de son pare, que son pare, lo Paco, ere un cas de estudi, ¡Deu meu!, desde chiquet, que no es un di, li soltaben una perdiu en un ala trencada al monte y ell se ficáe a cuatre potes y seguíe lo rastre en lo seu nas chato pegat an terra sense vassilá, y passán lo tems, va arribá a distinguí les pistes velles de les ressiéns, lo rastre del mascle del de la femella, que lo siñoret Iván se fée creus, ajuntáe los seus ulls verds y li preguntabe, pero ¿a qué dimonis fa auló la cassa, Paco, maricón? y Paco, lo Baixet, ¿de verdat que no la sén vosté, siñoret? y lo siñoret Iván, si la aulorara no te u preguntaría, y Paco, lo Baixet, ¡quínes coses que té lo siñoret Iván! y a la época en que lo siñoret Iván ere lo Ivanet, que, de chiquet, Paco li díe lo Ivanet al siñoret Iván, la mateixa copla, ¿a qué fa auló la cassa, Paco? y Paco, lo Baixet, solíssit, 
¿es sert que tú no la aulores, majo? y lo Ivanet, pos no, te u juro per los meus morts, a mí la cassa no me fa auló de res, y Paco, ya te acostumarás, majo, ya vorás cuan tingues mes añs, perque lo Paco, lo Baixet, no va apressiá les seues cualidats hasta que va comprobá que los demés no eren capassos de fé lo que ell fée y de ahí les seues converses en lo Ivanet, que lo chiquet va escomensá ben tendre en la cassera, una chaladura, gangues al juliol, a la bassa o los revolcadós, codorniu al agost, al rostoll, tórdoles al setembre, de retirada, als passos dels carrascals, perdius al octubre als sembrats y al monte baix, blavets al febré, al Lucio del Teatino y, entre mich, la cassa majó, lo cabirol y lo venado, sempre en lo rifle o la escopeta a la ma, sempre, pimpam, pam-pim, pim-pam que está grillat este sagal, díe la Siñora, y de día y de nit, al ivern o al estiu, a esbarrá, al salt o en batuda, pim-pam, pam-pim, pum-pom, lo Ivanet en lo rifle o la escopeta, al monte o per los sembrats y lo añ 43, al ojeo inaugural del Día de la Raza, dabán del pasmo general en tretse añs mal cumplits, lo Ivanet entre los tres primés, a vuit muixóns de Teba, lo may vist, que ñabíe moméns en que teníe cuatre muixóns morts al aire, algo increíble, que ere cosa de vóres, un mosset de chupeta colsejánse en les millós escopetes de Madrit y ya desde eixe día, lo Ivanet se va acostumbrá a la compañía de Paco, lo Baixet, y a traure partit del seu olfato o flat y la seua afissió y va pensá en pulíl, pos Paco, lo Baixet, flaquejabe carregán y lo Ivanet li va doná un día dos cartuchos y una escopeta vella y li va di, cada nit, abáns de gitát, embutíx y trau los cartuchos dels cañóns hasta sen vegades, Paco, hasta que te cansos, y va afegí después de una paussa, si conseguixes sé lo mes rápit de tots, entre aixó y los vens que Deu te ha donat y la teua retentiva, no ñaurá al món qui te potejo com a secretari, te u dic yo, y Paco, lo Baixet, que ere servissial per naturalesa, cada nit, abáns de gitás, ris-ras, obrí y tancá la escopeta, ris-ras, embutí y traure los cartuchos als cañóns, que la Régula ae, ¿estás tonto, Paco? y Paco, lo Baixet, lo Ivanet diu que puc sé lo milló, y, al cap de un mes, Ivanet, majo, en un amén te fico y te trac los cartuchos de la escopeta, y lo Ivanet, aixó ña que vóreu, Paco, no sigues farolero, y Paco va exhibí la seua destresa dabán del mosso y, aixó marche, Paco, no u dixos, seguix aixina, va di lo Ivanet después de la demostrassió y de este modo, Ivanet per aquí, Ivanet per allá, ni advertíe Paco que passabe lo tems, hasta que un matí va passá lo que teníe que passá, o sigue Paco, lo Baixet, li va di en la milló voluntat, Ivanet, ojo, la barra per la dreta, y lo Ivanet se va armá en silénsio, va pendre los puns y, en un di Jesús, va despenjá dos perdius per dabán y dos per detrás, y no habíe arribat la primera an terra, cuan va girá los ulls cap a Paco y li va di en gesto arrogán, de avui en abán, Paco, de vosté y siñoret Iván, ya no soc un mosset, que pera entonses ya habíe cumplit lo Ivanet setse añs y Paco, lo Baixet, li va demaná perdó y de entonses abán siñoret Iván per aquí, siñoret Iván per allá, perque ben mirat, ya anáe pera mosso y ere de raó, pero, en lo tems, les ansies cinegétiques li van aná creixén al pit al siñoret Iván y ere cosa sabuda que a cada batuda, no sol ere lo que mes matabe, sino tamé, qui tombáe la perdiu mes alta, la mes llarga y la mes forta, que en eixe terreno no admitíe competénsia, y ficáe a Paco per testigo, llarga diu lo Ministre, Paco, escolta ¿a quína distánsia hay tirat yo, per aproximassió, al muixó aquell de la primera batuda, lo del roquissal, lo que se va repujá cap als núgols, aquell que va aná a pará a la Charca dels Galápagos, ten enrecordes? y Paco, lo Baixet, obríe uns ulls mol grans, eixecáe la barbilla y sentensiabe, no lay hay de recordá, lo muixó perdiu aquell no volabe a menos de noranta metros, o, si se tratabe de perdius ressies, la mateixa copla, no me dixos de farol, Paco, parla, ¿cóm veníe la perdiu aquella, la de la valleta, la que me va pessigá bebén un trago de la bota...? y Paco belcabe lo cap, lo índice a la galta, reflexionán, sí, home, insistíe lo siñoret Iván, la que portáe lo ven de cul, la del alborsé, home, que tú vas di, que tú vas di... y Paco ajuntáe los ulls, ficáe los labios com pera chulá encara que no chuláe, y tamé pero ressia com un aeroplano, concluíe, y, encara que en rigor, lo siñoret Iván no sabíe la distánsia a la que l´atre li habíe tirat a la seua perdiu, y com veníe de ressia la que va tirá lo de mes allá, sempre les seues eren mes llargues y ressies y, pera demostáu, apelabe al testimoni de Paco, lo Baixet, y aixó, a Paco, lo Baixet, lo esponjáe, se jactabe del pes del seu juissi, y se vanagloriabe tamé de que lo que mes envejaren al siñoret Iván los amics del siñoret Iván, foren les seues facultats y la seua disposissió pera cobrá les pesses, ni lo gos mes fi te faríe lo servissi de este home, Iván, fíxaten en lo que te dic que no saps lo que tens li díen, y, assobín, los amics del siñoret Iván requeríen a Paco, lo Baixet, pera cobrá algún muixó perdiu de ales curtes y, en tals casos, se desenteníen de les tertulies postbatuda y de les disputes en los secretaris veíns y sen anaben detrás dell, pera vórel navegá ensumán, y, una vegada que Paco se veíe rodejat de la flo y nata de les escopetes, díe, ufanánse del seu papé, ¿aón va pegá la pilotada, anem a vore? y ells, lo Subsecretari, o lo Embaixadó, o lo Ministre, aquí tens les plomes, Paco y Paco, lo Baixet ¿quína direcsió portabe, anem a vore? y lo que fore, la del jaral, Paco, sirgada contra lo jaral, y Paco, ¿veníe sola, aparellada o en barra, anem a vore? y lo que fore, dos ne entraben, Paco, ara que u dius, la parella, y lo siñoret Iván mirabe als seus invitats en sorna y siñalabe en la barbilla a Paco, lo Baixet, com dién, ¿qué tos día yo?, y, acte seguit, Paco, lo Baixet, se ajupíe, ensumabe en insisténsia lo terreno, dos metros al voltán de la pilotada y murmurabe, per aquí se va arrancá, y, seguíe lo rastre durán bastáns metros y, al remat, se incorporabe, esta direcsió portáe, llugo estará an aquell carrascot y, si no, amagada an aquelles motes, prop del alcornoque, no pot habé anat mes lluñ, y cap allá sen anabe lo grupet detrás de Paco y, si lo muixó no estáe al carrascot, amagat que estabe a les motes, a la voreta del alcornoque, no fallabe, y lo Subsecretari, o lo Embaixadó o lo Ministre, lo que fore, díe assombrat, y ¿per quína regla de tres no podíe está a un atre puesto, Paco, me u vols explicá? y Paco, lo Baixet, fee que pensáe uns segóns en arrogánsia y, finalmen, díe en mal reprimit despréssio, la perdiu no abandone lo solc cuan trate de amagás, y ells, se miraben entre ells y assentíen y lo siñoret Iván, los dits grossos als sobacos de la seua chaleco-canana, sonreíe ubertamen, ¿eh qué tos día yo? mol unflat, lo mateix que cuan mostrabe la repetidora americana o la Cuita, la cachorra grifona, y, de tornada als llochs, a soles en Paco, comentabe, ¿ten fixes? lo maricón del fransés no distinguix una griba de una perdiu, o be, lo maricón del Embaixadó no corre la ma esquerra ¿ten acates?, grave defecte pera un diplomátic, perque, fatalmen, pera lo siñoret Iván, tot lo qui agarrabe una escopeta ere un maricón, que la paraula eixa no se li caíe dels labios, quína manía, y, en ocasións, al ardó de la batuda, cuan les veus dels ojeadores se confoníen a la distánsia y les cornetes sonáen a les puntes, esbarrán als muixóns, y les perdius se arrancaben desorientades brrrr, brrrr, brrrr, per tot arreu, y la barra entrabe rápidamen a la línia de escopetes, y lo siñoret Iván ne tombabe dos juntes aquí y atres dos allá, be de doblete, be de carambola, y sonaben estampits a esquerra y dreta, que pareixíe la guiarra, y Paco, lo Baixet, anabe contán pera adins, trenta dos, trenta cuatre, trenta sing y cambián la escopeta forra per un atra gemela carregada, hasta sing, que los cañóns se ficáen al roch viu, y anotán al cap lo puesto aon cada pessa caíe, bueno, en eixos casos, Paco, lo Baixet, se ficáe calén com un perdigué, que no podíe estás coto, que ere superió a les seues forses, se assomabe ajupit al canto de la pantalla y díe, mastegán les paraules pera no espantá lo campo, ¡sóltom, siñoret, sóltom! y lo siñoret Iván, secamen, ¡para quieto, Paco! y ell, Paco, lo Baixet, ¡sóltom, per la seua mare lay demano, siñoret! cada vegada mes exitat, y lo siñoret Iván, sense pará de dispará, mira, Paco, no me faigues agarrá un cabreo, aguarda a que acabo la batuda, pero a Paco, lo Baixet, lo vore desplomás les perdius mortes dabán dels seus chatos nassos, lo descomponíe, ¡sóltom, siñoret, per Deu beneít lay demano! hasta que lo siñoret Iván se enfadabe, li fotíe un puntapéu al cul y li díe, si ixes del puesto abáns de tems, te pego un tiro, Paco, tú ya saps cóm les gasto, pero ere lo seu un enfado de passada, puramen artifissial, perque cuan, minuts después, Paco, lo Baixet, escomensáe a portáli lo botín y se presentabe en sixanta cuatre dels sixanta sing muixóns derribats y li díe nerviosamen, la perdiu que falte, siñoret Iván, la que va baixá vosté prop de la archilaga, me la ha afanat lo Facundo, diu que es del seu siñoret, la furia del siñoret Iván se movíe cap a Facundo, ¡Facundo! bramáe en veu poderosa, y acudíe Facundo, ¡eh, tú, listo, tingam la festa en pau!, lo muixó perdiu eixe de la argilaga es meu y mol meu, de modo que venga, esteníe la ma uberta, pero lo Facundo plegáe los muscles y ficabe los ulls plans, inexpresius, un atre ne va tombá lo meu siñoret prop de la archilaga, aixó no es ley, pero lo siñoret Iván allargabe encara mes la ma y escomensabe a notá la cremó a les puntes o yemes dels dits, mira, no me calentos la sang, Facundo, no me la calentos, ya saps que no ña cap cosa que mes me fótegue que me birlon los muixóns que yo mato, aixina que venga eixa perdiu, y, arribats an este extrem, Facundo li allargáe la perdiu, sense rechistá, la historia de sempre, que René, lo fransés, que ere un assiduo de les batudes hasta que va passá lo que va passá, se fée creus la primera vegada, ¿cóm c´est possible matá sixanta sing perdius l´Iván y arreplegá sixanta sing perdius le Paco?, mua no compro pa, díe, y Paco, lo Baixet, orgullós, se sonreíe com una rabosa de Ráfels o Valderrobres y se señalabe lo cap, les apunto ací, díe, y lo fransés obríe los ulls com un mussol de Fórnols, ¡ah, ah, les apunte a la tetaexclamabe, y Paco, lo Baixet, están al puesto, jun al siñoret Iván, la teta va di, siñoret Iván, lay juro per los meus morts, dic yo que sirá cosa del parlá del seu país, y lo siñoret Iván, mira, per una vegada has assertat, y a partí de aquell día, entre bromes y veres, lo siñoret Iván y los seus invitats cada vegada que se reuníen sense les siñores per als sorteos dels puestos o al taco, a la solana, a michdía, díen teta per cap, este cartucho es mol fort, me ha fet vindre mal de teta, o ben, lo Subse es mol tossut, si se li fique una cosa a la teta no ña qui lay trague, y, invariablemen, aixina u digueren vuitanta vegades, tots a riure, pero a riure fort, a carcañada solta, que hasta los faie mal la pancha de tanta rissa, y aixina hasta que reempreníen la cassera, y, al acabá lo quinto ojeo, ya entre dos llums, lo siñoret Iván ficáe dos dits a la burchaqueta alta del chaleco-canana y li soltáe ostentosamen a Paco un billet de vin duros, tí, Paco, y que no valgue pera vissis, que me estás eixín mol gastadó tú, y la vida está mol achuchada y Paco, lo Baixet, agarrabe furtivamen lo billet y a la faldriquera, pos, per moltes vegades, siñoret Iván, y, en son demá de matí, la Régula, marchabe en Rogelio, en lo remolque, a Cordovilla, aon lo Hachemita, a comprás un percal o unes albarques pera los sagals, que may faltabe a casa una nessessidat, y aixina sempre, cada vegada que ñabíe batuda, y tot anabe be hasta que la radera vegada que va assistí lo fransés, se va armá una trifulca a la Casa Gran, durán lo almorsá, al di de la Nieves, per lo aquell de la cultura, que lo siñoret René va di que a Sentroeuropa teníen un atre nivell, una inconveniénsia, a vore, que lo siñoret Iván, aixó te penses tú, René, pero aquí ya no ñan analfabetos, que tú te creus que estam al añ trenta sis, y de unes coses van passá a datres y van escomensá a cridás la un al atre, hasta que van perdre los modals y se van faltá al respete y com a radé recurs, lo siñoret Iván, mol atabalat, va maná cridá a Paco, lo Baixet, a la Régula y al Ceferino y, es tontería discutí, René, u vorás en los teus propis ulls, cridabe, y al personás Paco en los demés, lo siñoret Iván va adoptá lo to didáctic del siñoret Lucas pera díli al fransés, mira, René, per a di la verdat, esta gen ere analfabeta fa tems, pero ara vorás, tú, Paco, agarra lo bolígrafo y escriu lo teu nom, fes lo favor, pero ben escrit, esmérat, se obríe als seus labios una sonrissa tirán, que está en joc la dignidat nassional, y tota la taula pendrén de Paco, lo home, y don Pedro lo Périt, se va mossegá la galta y va colocá la seua ma damún del antebrás de René, tu cregues o no, René, desde fa añs an este país se está fén tot lo humanamen possible pera redimí an esta gen, y lo siñoret Iván, ¡chitón!, no lo distragáu ara y Paco, lo Baixet, coacsionat per lo silénsio expectán, va trassá un garabato a la part de detrás, lo reverso, de una factura groga que lo siñoret Iván li habíe estés damún del mantel, comprometén los seus sing sentits, obrín les aletes del seu nas chato, una firma tremolosa, illigible y, cuan va acabá, se va adressá y va torná lo bolígrafo al siñoret Iván y lo siñoret Iván lay va doná al Ceferino y ara tú, Ceferino, va maná, y va lo Ceferino, mol ñirviós, se va belcá damún dels mantels y va estampá la seua firma y per a acabá, lo siñoret Iván se va dirigí a la Régula, ara te toque a tú, Régula, y giránse cap al fransés, aquí no fem distinsións, René, aquí no ña discriminassió entre mascles y femelles com podrás comprobá, y la Régula, tremolánli lo pols, perque lo boli li rellissáe pel dit gros achatat, pla, sense huelles dactilars, va dibuixá penosamen lo seu nom, pero lo siñoret Iván, que estabe parlán en lo fransés, no va repará en les dificultats de la Régula y tal com ella va acabá, li va pendre la ma dreta y la va sacsá ventejánla com una bandera, assó, va di, pera que u contos a Paris, René, que los fransesos tos gasteu mol mal yogur al jusgámos, que esta dona, per si u vols sabé, hasta fa cuatre díes firmabe en lo dit gros, ¡mira! y, al di aixó, va separá lo dit aplanat de la Régula, chato com una espátula, y la Régula, la dona, confundida, se va sofocá tota com si lo siñoret Iván la mostrare en pilotes damún de la taula, pero René, no ateníe a les paraules del siñoret Iván sino que sol mirabe lo dit aplanat de la Régula, y lo siñoret Iván, al advertí lo seu assombro, va aclarí, ah, be!, ésta es un atra história, los dits grossos o pulgars de les esparteres son aixina, René, gajes del ofissi, los dits se deformen de trensá espart y cánem, ¿compréns?, es inevitable, y sonreíe y carraspejabe o se aclaríe la gola y pera acabá en la tensa situassió, se va encará en los tres y los va di au, ya podéu llargátos, u hau fet be, y, conforme desfilaben cap a la porta, la Régula rossegáe desconsertada, ae, tamé lo siñoret Iván té cada cacho cosa, y, a la taula, tots a riure indulgenmen, paternalmen, menos René, a qui se li habíe aborrascat la mirada y no va di ni esta boca es meua, un silénsio mineral, hostil, pero, en verdat, fets de esta naturalesa eren raros al cortijo pos, de ordinari, la vida discurríe plássidamen, en la única novedat de les visites periódiques de la Siñora que obligaben a la Régula a está ben atenta pera que lo coche no aguardare, que si li tocáe esperá uns minuts, ya estabe lo Maxi refunfuñán, ¿aón collóns te fiques?, portem mija hora de plantón, de males maneres, aixina que ella, encara que la sorprengueren cambiánli les bragues a la chiqueta Menuda, acudíe a escape al moqui moqui del claxon, a descorre lo forrallat de la tanca, sense rentás les mans sisquera y, en estos casos, la Siñora Marquesa, tan pronte baixabe del coche, arrugáe lo nas, que ere casi tan sensible de flat com Paco, lo Baixet, y díe, eixa gallinassa, Régula, fica mes cuidado, es mol desagradable esta pudina, o algo per l´estil, pero de bones maneres, sense faltá, y ella la Régula, avergoñida, amagáe les mans daball del mandil o devantal y, sí, Siñora, a maná, pera naixó estem, y la Siñora recorríe lentamen lo jardinet, los racóns de la corralada en mirada inquisitiva y, al acabá, pujáe a la Casa Gran, y anabe cridán a tots a la Sala del Espill, un per un, escomensán per don Pedro, lo Périt, y acaban per Ceferino, lo Gorriné, tots, y a cadaú li preguntabe per la seua faena y per la familia y per los seus problemes y, al despedís los sonreíe en una sonrissa groga, distán, y los entregabe en ma una relluenta moneda de deu duros, tin, pera que selebréu a casa la meua visita, menos a don Pedro, lo Périt, naturalmen, que don Pedro, lo Périt, ere com de la familia, y ells eixíen mes conténs que unes pascues, la Siñora es bona pera los pobres, díen contemplán la moneda a la palma de la ma, y, al tardet, ajuntaben los cresols a la corralada y rostíen un cabridet y lo regaben en vi y en seguida cundíe la exitassió, y lo entusiasmo y que ¡viva la Siñora Marquesa! y ¡que vixque per mols añs! y, com es de rigor, tots acababen una mica templats, pero conténs y la Siñora, desde la finestra iluminada de la seua habitassió, a contrallum, eixecabe los dos brassos, los donáe les bones nits y a dormí, y aixó ere aixina desde sempre, pero, a la seua radera visita, la Siñora, al apeás del automóvil acompañada per la siñoreta Miriam, se va topetá en lo Azarías jun a la fon y va arronsá les selles y va tirá lo cap cap a atrás, a tú no te conec, ¿de quí eres tú?, va preguntá, y la Régula, que estabe al quite, mon germá es, Siñora, acobardada, a vore, y la Siñora, ¿de aón lo has tret? va descals, y la Régula, estáe per la Jara, ya veu sixanta un añs y lo han despedit, y la Siñora, edat ya té pera dixá de treballá, ¿no estaríe milló a un sentro benéfic? y la Régula va humillá lo cap pero va di en resolusió, ae, mentres yo vixca, un fill de ma mare no se morirá a un assilo, y, en éstes, va tersiá la siñoreta Miriam, después de tot, mama, ¿quín mal fa aquí? al cortijo ña puesto pera tots, y lo Azarías, los pantalóns apedassats caén, se va mirá atentamen les ungles de la seua ma dreta, va sonriure a la siñoreta Miriam y a lo no res, y va mastegá dos vegades en les genives abáns de parlá y, li abono los geranios tots los matíns, va di brumosamen, justificánse, y la Siñora, aixó está be, y lo Azarías que, pas a pas, se anabe creixén, y al tardet ixco a la serra a corre lo caro pera que no se embutixgue al Cortijo, y la Siñora va arronsá lo fron, alt y despejat, en un suprem esfors de consentrassió, y se va incliná cap a la Régula, ¿corre lo caro? ¿pots dim de qué está parlán ton germá? y la Régula, arrupideta, ae, les seues coses, lo Azarías no es roín, Siñora, sol una miqueta inossén, pero lo Azarías continuabe, y ara estic crián una milana, va sonriure, babeján, y la siñoreta Miriam, yo crec que fa bastantes coses, mama, ¿no te pareix? y la Siñora no li traíe los ulls de damún, pero lo Azarías, de repén, en un impuls amistós, va agarrá a la siñoreta Miriam de la ma, va amostrá les genives desdentegades en un gesto de reconeiximén y va murmurá, vingue a vore la milana, siñoreta, y la siñoreta Miriam, arrastrada per la forsa hercúlea del home, lo seguíe entropessán, y va girá un momén lo cap pera di, vach a vore la milana, mama, no me esperos, pujo en seguida, y lo Azarías la va portá per daball del oró y, una vegada allí, se va pará, va sonriure, va alsá lo cap y va cridá firme pero dolsamen, ¡quiá! y, de improvís, dabán dels ulls atónits de la siñoreta Miriam, un muixó negre y blanet se va despenjá desde les rames mes altes y se va posá suaumen al muscle del Azarías, que va torná a agarrála de la ma y la va portá al pedrís de la finestra, y detrás de la maceta, va agarrá una pella del pot de prenso y lay va oferí al muixó y la muixoneta engullíe les pelles, una detrás del atra, y may pareixíe fartás y, mentrestán minjáe, lo Azarías ablaníe la veu, li rascabe entre los ulls y repetíe, milana bonica, milana bonica, y lo muixó, ¡quiá, quiá, quiá! demanáe mes y la siñoreta Miriam, resselosa, ¡quína gana que té! y lo Azarías embutíe una y atra vegada los grumos al seu garganchó y espentáe después en la yema del dit y cuan estáe mes entretengut en lo muixó se va sentí lo esgarrifán berrit de la chiqueta Menuda, dins de casa, y la siñoreta Miriam impressionada, y aixó, ¿qué es? va preguntá, y lo Azarías, nerviós, la chiqueta Menuda es, y va dixá lo potet damún del pedrís y lo va torná a pendre y lo va torná a dixá y anabe de un costat a un atre, desassossegat, la gralleta damún del muscle, movén amún y aball les barres, rossegán, yo no puc atendre totes les coses al mateix tems, pero, al cap de pocs segóns, va torná a soná lo bram de la chiqueta Menuda y la siñoreta Míriam, esgarrifada, ¿es sert que es una chiqueta la que fa aixó? y ell, Azarías, cada vegada mes exitat, en la gralleta mirán inquieta al voltán, se va girá cap an ella, la va torná a agarrá de la ma y vingue, va di, y van entrá juns a la casa y la siñoreta Miriam, avansabe desconfiada, com atemorida per un negre presentimén, y al descubrí a la chiqueta a la penumbra, en les seues cametes de filferro y lo gran cap desplomat damún del cuixí, va sentí que se li ablaníen los ulls y se va portá les dos mans a la boca, ¡Deu meu! va exclamá, y lo Azarías la mirabe, sonriénli en les seues genives rosades, pero la siñoreta Miriam no podíe apartá los ulls del caixonet, que pareixíe que se haguere convertit en una estatua de sal la siñoreta Miriam, tan rígida estabe, tan blanca, y espantada, ¡Deu meu! va repetí, movén rápidamen lo cap de un costat al atre com pera esbarrá un mal pensamén, pero lo Azarías, ya habíe agarrat entre los seus brassos a la criatura y, dién paraules ininteligibles, se va assentá al taburet, va aguantá lo cabet de la chiqueta a la seua axila y agarrán la gralleta en la ma esquerra y lo dit índice de la chiqueta Menuda en la dreta, lo va aná aproximán lentamen a la entressella del animal, y una vegada que la va rosá, va apartá lo dit de repén, va riure, va apretá a la chiqueta contra lo pit y va di suaumen, en la seua veu assentuadamen nassal, ¿a que es bonica la milana, chiqueta?

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los sans inosséns, llibre sexto. Lo crimen.

Llibre sexto.

Lo crimen.

Don Pedro, lo Périt, se va presentá a casa de Paco, lo Baixet, dudán, insegú, pero en estudiada prossopopeya, encara que la comisura de la boca estirabe la galta cap a la orella dreta, demostrán la seua inestabilidat, aixina que no vas vore eixí a la siñora, a doña Purita, dic, Régula y la Régula, ae, no siñó, don Pedro, per la tanca no va eixí, ya lay dic, anit no vam escorre la tanca mes que pera que passare lo coche del siñoret Iván, y don Pedro, lo Périt, ¿estás segura de lo que dius, Régula? y la Régula, ae, com que a estos ulls sels ha de minjá la terra, don Pedro, y, al seu costat, Paco, lo Baixet, apoyat a dos gallates de sabina, corroborabe les paraules de la Régula y Azarías sonreíe bobamen en la gralleta damún del muscle, y, en vista de que no traíe res en cla, don Pedro, lo Périt, va desistí, se va separá del grupet y se va alluñá corralada abán, cap a la Casa Gran, lo cap caigut, replegats los muscles, tocanse les burchaques del tabardo com si, en ves de la dona, haguere perdut la cartera, y, cuan va desapareixe de la seua vista, la Nieves va eixí a la porta en la Charito als brassos y va di de sopetón, pare, doña Purita estáe anit abrassánse y morrejánse al sopadó en lo siñoret Iván, ¡mare quíns morreos! Va baixá lo cap com excusánse y Paco, lo Baixet, va adelantá les gayates y, apoyánse en elles, se va arrimá a la Nieves, tú calla la boca, chiqueta, alarmat, ¿sap algú que los vas vore juns? y la Nieves, ¿quí u ha de sabé? eren ya mes de les dotse y a la Casa Gran no quedabe dingú, y a Paco, lo Baixet, la inquietut se li desbordabe per los ulls, per los sensitius forats del seu nas chato, va baixá encara mes la veu, de aixó ni una paraula, ¿sens?, en estos assuntos dels señoritos, tú, sentí, vore y callá, pero no habíen acabat la conversa, cuan va torná don Pedro, lo Périt, la jaquetota desabotonada, sense corbata, blang, les grans mans peludes caigudes a lo llarg del cos y en la mandíbula inferior o barra de baix com desarticulada, dessididamen doña Purita no está a la Casa, va di, después de dudá una mica, no está a cap puesto doña Purita, donon raó al personal del cortijo, a lo milló han raptat a doña Purita y estam aquí, crusats de brassos, perdén lo tems, pero ell no estabe crusat de brassos, sino que se fregabe una ma en l´atra y mirabe cap an ells en un ulls enloquits y Paco, lo Baixet, va aná donán raóns, casa per casa, al voltán de la corralada, y una vegada que tots van está ajuntats, don Pedro, lo Périt, se va encaramá al abeuradó y los va comunicá la desaparissió de doña Purita, se va quedá a la Casa Gran dirigín lo servissi cuan yo me vach gitá, después no la hay tornat a vore, ¿algú de vatros ha vist a doña Purita passada la mija nit? y los hómens se miraben entre ells, en expresió indescifrable, y algún montabe lo labio de baix damún del de dal pera fé mes ostensible la seua ignoránsia, o negaben categóricamen en lo cap, y Paco, lo Baixet, mirabe fito fito a la Nieves, pero la Nieves se dixabe mirá y gronsabe acompassadamen a la Charito, sense di que sí ni que no, impassible, pero, de pronte, don Pedro, lo Périt, se va encará en ella y la Nieves se va ficá tota roija, sobressaltada, chiqueta, va di, tú estabes a la Casa Gran cuan mos vam retirá y doña Purita estáe per allí, trasteján, ¿es que no la vas vore después?, y la Nieves, com estamordida, negabe, acompassabe en lo cap lo gronsá dels seus brassos acunán a la chiqueta Menuda, y, dabán de la seua negativa, don Pedro, lo Périt, va torná a paupás repetidamen, desoladamen, les grans burchaques de la seua jaquetota y a moure nerviosamen la comisura dreta de la boca, mossegánse la galta per dins, está be, va di, podéu anáton, se va girá cap a la Régula, tú, Régula, aguarda un momén, y, al quedá ma a ma en la Régula, lo home se va desarmá que doña Purita ha tingut que eixí en ell, en lo siñoret Iván, dic, Régula, simplemen pera gastám una mala broma, no te pensos datra cosa, que aixó no, pero per forsa ha tingut que eixí per la tanca, no cap datra explicassió, y la Régula, ae, pos en lo siñoret Iván ben segú que no hi anabe, don Pedro, que lo siñoret Iván anabe sol, y sol me va di, Régula, cúidam an este home, per lo Paco, ¿sap?, que, abáns de final de mes hay de torná per al colom y me fa falta, aixó me va di, y yo li vach escorre la tanca y ell va marchá, pero don Pedro, lo Périt, se impassientabe, lo siñoret Iván portabe lo Mercedes, ¿no es sert Régula? y a la Régula se li va aplaní la mirada, ae, don Pedro, ya sap que yo de aixó no ne enteng, lo coche blau portabe, ¿li val? lo Mercedes, va ratificá don Pedro, y va fé uns momos en cadena tan rápits y pronunsiats que la Régula va pensá que may mes se li tornaríe a ficá dreta la cara, una cosa, Régula, ¿ten vas fixá... ten vas acatá si al assiento de detrás portabe, per casualidat, lo siñoret Iván la gabardina, alguna roba, o la maleta? y la Régula, ae, no vach repará en aixó, don Pedro, si vol que li diga la verdat, y don Pedro va tratá de sonriure pera restáli importánsia al assunto, pero li va eixí una carota gelada y en eixe gesto de doló de estómec als labios, se va incliná confidensialmen damún del oít de la Régula y va puntualisá, Régula, pénsatu dos vegades antes de contestá, ¿no aniríe... no aniríe doña Purita dins del coche, gitada, fico per cas, al assiento de detrás, tapada en un abrigo o datra roba consevol?, enténme, yo no es que desconfía, tú ya me compréns, sino que potsé anabe de broma y sen ha anat a Madrid pera fém patí, y la Régula, a la que la mirada se li afilabe per moméns, va insistí en la seua negativa, ae, yo sol vach vore al siñoret Iván, don Pedro, que lo siñoret Iván, cuan yo me vach arrimá, me va di, Régula, cuídam an eixe home, per lo Paco, ¿sap?... ya, ya, ya... va interrompre don Pedro, coléric, eixe cuento ya me l´has contat, Régula, y bruscamen va pegá mija volta y se va alluñá, y, a partí de eixe momén, sel va vore per lo cortijo vagán de un puesto a un atre, sense meta determinada, la barbilla al pit, la esquena belcada, los muscles arrupits, com si vullguere fés invissible, batén, de cuan en cuan, en les palmes de les mans les burchaques de la jaquetota, desalentat, y aixina va passá una semana, y lo dissabte siguién, cuan va soná dabán de la tanca del cortijo lo claxon del Mercedes, don Pedro, lo Périt, se va ficá tremolós y se aguantabe una ma en l´atra pera que no se li notare, pero va acudí a escape a la porta y, mentres la Régula escorríe la tanca, ell, don Pedro, tratabe de serenás y una vegada que lo coche se va ficá en marcha y se va desllisá suaumen hasta les eretes de geranios, tots van pugué comprobá que lo siñoret Iván veníe sol, en la seua cazadora de ante plena de cremalleres, y lo seu foulard al coll y la visera de pana fina sombrejánli lo ull dret, y, mes aball, resaltán damún de la pell dorada, la seua ampla sonrissa blanquíssima y don Pedro, lo Périt, no va pugué contindre la seua ansiedat y allí mateix, al pati, dabán de la Régula y Paco, lo Baixet, que habíe eixit hasta la porta, li va preguntá, una cosa, Iván, ¿no vas vore per casualidat a la Purita la atra nit después del sopá? No sé qué ha pogut passáli, al cortijo no hi está y... y, tal com parlabe, la sonrissa del siñoret Iván se fée mes ampla y la seua dentadura relluíe y, en estudiada frivolidat va pegá un cop a la gorra en un dit y ésta se va eixecá dixán al descubert lo fron y lo naiximén del seu pel negríssim y no me digues que has perdut a la teua dona, Pedro, estaríe bo aixó, ¿no habreu reñit com de costum y sen ha anat a casa de sa mare esperán lo teu san advenimén?, y don Pedro movíe amún y aball los seus muscles ossuts, que en una semana habíe perdut este home lo que atres en vin añs, virgen, que teníe les galtes estirades y blaves de tan pálides y fée constáns aspavéns en la boca y, finalmen, va reconeixe, reñí, sí que reñim, Iván, les coses com son, com tantes nits, pero dísme, ¿per aón va eixí del cortijo esta dona, si la Régula jure y perjure que no va escorre la tanca mes que pera tú, eh?, féste cuenta que de habé escapat a campo través, per los carrascals, los mastíns la hagueren destrossat, tú saps cóm se les gasten eixos gossots, Iván, que son pijós que les fieres, y lo siñoret Iván se enroscabe un mechó de pel al seu índice dret y pareixíe reflexioná y, al cap de un rato, va di, si habíeu reñit, ella va pugué embutís al maletero del meu coche, Pedro, o al forat del assiento de detrás, lo Mercedes es mol capás, ¿compréns?, embutís a consevol raconet, dic, Pedro, sense que yo men enterara y después apeás a Cordovilla, o al Fresno, aon vach repostá gasolina, o, si me apures, al mateix Madrid, ¿no?, yo soc mol despistat, ni men haguera donat cuenta... y los ulls de don Pedro, lo Périt, se anaben omplín de llum y de llágrimes, claro, Iván, naturalmen que va pugué sé aixina, va di, y lo siñoret Iván se va ajustá la visera, va torná a mostrá la seua generosa sonrissa y li va pegá un amistós copet al muscle a don Pedro, lo Périt, a través de la ventanilla, datra cosa no te pensos, Pedro, que eres mol afissionat al melodrama, la Purita te vol, tú u saps, y ademés, va riure, lo teu fron está llis com la palma de la ma, pots dormí tranquil, y va torná a riure, inclinat damún del parabrises, va ficá lo coche en marcha y se va dirigí a la Casa Gran, pero, antes de la hora de sopá, tornáe a está a casa de Paco, lo Baixet, ¿cóm va eixa cama, Paco? que abáns en lo dichós sofoco de don Pedro, ni te hay preguntat, y Paco, lo Baixet, ya veu, siñoret Iván, poquet a poc, y lo siñoret Iván se va acachá, lo va mirá fíxamen als ulls y li va di pera retál, a que no tens collóns, Paco, de eixí demá en lo reclam, y Paco, lo Baixet, va escrutá la cara del siñoret Iván, tratán de adiviná si parlabe en serio o bromejabe, pero dabán de la impossibilidat de resóldreu, va preguntá, ¿u diu en serio o en broma, siñoret Iván? y lo siñoret Iván va crusá lo dit gros damún del índice, lo va besá, y va ficá cara de sircunstánsies, parlo en serio, Paco, te u juro, tú me coneixes y saps que en estes coses de la cassera yo no fach bromes y en lo teu chic lo Quirce, no me agrade, vaiga, te hay de sé franco, Paco, que pareix que li estigue fen a un un favor, ¿compréns? y no es aixó, Paco, tú me coneixes, que de no está a gust al monte preferixgo quedám a casa, pero Paco, lo Baixet, va siñalá en un dit la garra escayolada, pero, siñoret Iván, ¿aón vol que vaiga en este engorro de alchés? y lo siñoret Iván va baixá lo cap, verdaderamen, va admití, pero, después de uns segóns de cavilá, va eixecá los ulls de golpe, ¿y qué me dius de ton cuñat, Paco, eixe retrasad, lo de la gralla? tú me vas di una vegada que en lo reclam podíe valé, y Paco, lo Baixet, va tombá lo cap, lo Azarías es inossén, pero probo, miro, per probá no se perd res, va girá los ulls cap a la fila de casetes molineres, totes bessones, en lo emparrat damún de cada una de les portes, y va cridá, ¡Azarías! y, al cap de un rato, se va personá lo Azarías, los pantalóns caiguts, la sonrissa babeján, mastegán lo no res, Azarías, va di Paco, lo Baixet, lo siñoret Iván te vol portá demá al monte en lo reclam... ¿en la milana?, va di Azarías, transfigurat, y Paco, lo Baixet, aguarda, Azarías, no se trate de la milana ara, sino del reclam, dels coloms segos, ¿enténs?, ña que amarráls a lo mes alt de una carrasca, móurels en un cordell y aguardá... lo Azarías assentíe, ¿com a la Jara, en lo siñoret? va preguntá, lo mateix que a la Jara, Azarías, va contestá Paco, lo Baixet, y, al día siguién, a les sat del matí, ya estabe lo siñoret Iván a la porta en lo Land Rover marrón, ¡Azarías!, ¡siñoret! se movíen silensiosamen a la penumbra, com a sombres, que sol se escoltáe lo humit castañejá de les genives pelades del Azarías, mentres a la línia mes fonda de la serra apuntabe ya la aurora, fíca ahí detrás los aparells y la gábia en los coloms, ¿portes la maroma pera escalá?, ¿pujarás descals als abres? ¿no te nafrarás los peus pero lo Azarías ateníe los preparatius sense escoltál y, abáns de arrancá, sense demaná permís al siñoret Iván, se va arrimá al cobertís, va pendre lo pot de prenso compost, va eixí a la corralada, va alsá lo cap, va entreobrí los labios y ¡quiá! va reclamá en la veu afelpada, acusadamen nassal, y, desde la punta de la veleta, la gralleta va contestá a la seua cridada, ¡quiá! y lo muixó va mirá cap a aball, cap a les sombres que se movíen al voltán del coche, y encara que la corralada estabe entre dos llums, se va incliná cap a abán y se va llansá al buit, describín sírculs y, finalmen, se va posá damún del muscle dret del Azarías, entreobrín les ales pera equilibrás y, después, va saltá al antebrás y va obrí lo pic, y lo Azarías, en la ma esquerra, li anabe embutín pelles de prenso humit, mentres babejabe y musitabe en ternura, milana bonica, milana bonica, y lo siñoret Iván, es collonut, minje mes del que val lo muixó eixe, ¿es que encara no sap minjá sol? y lo Azarías sonreíe malissiosamen mostrán les genives, ¿qué hi farem si no ne sap? y una vegada que se va fartá, com lo siñoret Iván se va arrimá, la gralleta va arrancá a volá y, al topá en la portalada de la capella, va pujá airosamen, la va sobrevolá y se va posá al alero, mirán cap a aball, y, entonses, lo Azarías li va sonriure y va fé un gesto de despedida en la ma y, ya dins del coche, va repetí lo gesto per la finestra de detrás, mentres lo siñoret Iván enfilabe lo camí de la serra y pujabe cap al carrascal del Moro y, una vegada allí, se van apeá, lo Azarías se va pixá les mans al amparo de un carrascot y, al acabá, va pujá a pols a la carrasca mes grossa, engarfián les mans a un simal y passán les cames flexionades per la forcacha entre dos ramals, com si fore un mono, y lo siñoret Iván, ¿pera qué tens la maroma, Azarías? y lo Azarías, ¿quína falta fa, siñoret? me allargue lo chisme eixe, y lo siñoret Iván va alsá lo balansí en lo reclam sego amarrat y li va preguntá, ¿cuáns añs tens tú, Azarías? y lo Azarías, allá dal, en lo balansí a la ma esquerra, paupán lo ven, un añ mes que lo siñoret, va contestá, y lo siñoret Iván, tot parat, ¿de quín siñoret me estás parlán, Azarías? y lo Azarías, mentres lligabe lo balansí, del siñoret, y lo siñoret Iván, ¿lo de la Jara?, y lo Azarías, assentat al simal, apoyat al trong, sonreíe bobamen al blau sense contestá, mentres lo siñoret Iván arreplegabe unes rames seques pera fé lo parapeto, daball de la carrasca, y, una vegada fet, va mirá lo sel, cap al sur un sel blau tenue, levemen entaragañat per la calima, y va arronsá lo fron, no se veu ni rastre de vida, ¿no estarem passats de fecha? pero lo Azarías anáe enredán en lo balansí, un-dos, un-dos, un-dos, com si fore un juguet, y lo reclam sego, lligat al eje, aletejabe frenéticamen pera no caure, y lo Azarías sonreíe en les genives rosades y lo siñoret Iván, para quieto, Azarías, no mel marejos, mentres no ñaguen muixóns a dal es bobería reclamá, pero lo Azarías continuabe estirán, un-dos, un-dos, un-dos, a vore, per pura chiquería, per enredá, y lo siñoret Iván, entre que no se veíe cap muixó al sel y se barruntabe un matí de porra, se li anabe agreján lo carácter, ¡quieto hay dit, Azarías, collóns! ¿es que no me sens? y, per este arrebato, lo Azarías se va acobardá y se va quedá parat, aculat al camal, sonrién als ángels, en la seua sonrissa desdentegada, com un chiquet que mame, hasta que, passats uns minuts, van apareixe sing surites, com sing puns negres al blau fluixet del firmamén y lo siñoret Iván, dins del parapeto, va prepará la escopeta y va musitá en mija boca, ahí venen, templa ara, Azarías, y lo Azarías va agarrá lo cap del cordell y va templá, aixina, fóli, fóli, pero les surites van ignorá lo reclam, van torse a la dreta y se van pedre al horizonte tal com habíen passat, pero, un cuart de hora después, va assomá al suroeste un bando mes atapit y la essena se va repetí, los coloms no van caure al reclam y van doblá cap als carrascals del Alcorque, en la consiguién desesperassió del siñoret Iván, no lo volen, ¡les filles de la gran puta!, tira pera aball, Azarías, anémon al Alisón, les poques que ñan pareix que se tiren avui cap allí, y lo Azarías va baixá en lo balansí a costes, van agarrá lo Land Rover, y, bordeján roquissals, se van atansá cap al Alisón, y una vegada al mogote, lo Azarías se va oriná a les mans, va pujá a escape a un alcornoque tremendo, va amarrá lo reclam y a esperá, pero tampoc pareixíe que allí ñaguere movimén, encara que ere pronte pera determináu, pero lo siñoret Iván en seguida perdíe la passiénsia, aball, Azarías, aixó pareix un sementeri o fossá, no me agrade, ¿saps?, la cosa se está ficán fea, y van torná a cambiá de puesto, pero los coloms, mol poquets y desperdigolats, se mostraben furos, no doblaben al engañ y ya, a mich matí, lo siñoret Iván, aburrit de tanta espera inútil, va escomensá a dispará a dreta y a zurda, als muixóns negres, als pardals, a les cagarneres, a les garses, que pareixíe lloco, y entre tiro y tiro, cridáe com un grillat, ¡si les raboses estes diuen que no, es que no! y cuan se va cansá de fé barrabassades y de di incoherensies, va torná al abre y li va di al Azarías, desarma lo balansí y baixa, Azarías, este matí no ña res a fé, vorem si a la tarde cambie la sort, y lo Azarías va arreplegá los bártuls y va baixá y, conforme franquejaben la falda de la solana, camí del Land Rover, va apareixe mol alt, per damún dels seus caps, un bando carregat de gralletes y lo Azarías va alsá los ulls, va fé visera en la ma, va sonriure, va mascullá unes paraules ininteligibles, y, finalmen, va doná un copet al antebrás del siñoret Iván, atento, va di, y lo siñoret Iván, malhumorat ¿qué es lo que vols que mira, carnús? y lo Azarías, babejabe y siñalabe a lo alt, cap als quiás de les gralletes, dolsificats per la distánsia, dels muixóns, moltes milanes, ¿no les veu? y, sense aguardá resposta, va alsá al sel la seua cara transfigurada y va cridá fén bocina en les mans, ¡quiá! y, de repén, dabán del assombro del siñoret Iván, una gralleta se va desgallá del enorme bando y va picá a plom, damún dells, en vol tan vertiginós y tentadó, que lo siñoret Iván se va armá, va aculatá la escopeta y va agarrá los puns, de dal aball com ere lo prossedén, y al Azarías al vórel se li va deformá la sonrissa, se li va crispá la cara, lo pánic va assomá als seus ulls y va bramá fora de sí, ¡no tiro, siñoret, es la milana! pero lo siñoret Iván notabe a la galta dreta la dura carissia de la culata, y notabe, agullonánli, la represió del martí y notabe, estimulánlo, la dificultat del tiro de dal abaix, en vertical y, encara que va sentí claramen la veu implorán del Azarías, ¡siñoret, per los seus morts, no tiro! no va pugué aguantás, va apuntá al muixó en lo pun de mira, lo va adelantá y va apretá lo gatillo y simultáneamen a la detonassió, la gralleta va dixá al aire una estela de plomes negres y blaves, va plegá les potes sobre sí mateixa, va doblegá lo cap, se va fé una piloteta, y se va desplomá, donán volteretes, y, antes de arribá a enterra, ya corríe lo Azarías solana aball, los ulls desorbitats, regateján entre les jares y archilagues, la gábia dels coloms segos bambolejánse en soroll al seu costat, chillán, ¡es la milana, me ha matat a la milana! y lo siñoret Iván detrás dell, a llargues galarchades o sancades, la escopeta uberta, fumeján, sen enríe per an ell, sirá imbéssil, lo pobre, y, después puján lo to de veu, ¡no te preocupos, Azarías, yo ten regalaré un atra! pero lo Azarías, assentat a la vora de una bocha, aguantabe la gralleta agonisán entre les seues manotes, la sang calenta y espessa escorrénse entre los ditots, sentín, al fondo de aquell cosset chafat, los radés batecs del seu cor, y, inclinat damún dell, gañoláe mansamen, milana bonica, milana bonica, y, lo siñoret Iván, al seu costat, tens que perdonám, Azarías, no hay pogut aguantám ¡te u juro!, estaba cremat per la abstinénsia de este matí, comprénu, pero lo Azarías no lo escoltáe, va estretí encara mes la aumosta de les seues mans damún de la gralleta que se moríe, com si intentare retindre la seua caló, y va alsá cap al siñoret Iván una mirada buida ¡se ha mort! ¡la milana se ha mort, siñoret! va di, y de esta guisa, en la gralleta entre les mans se va apeá minuts después a la corralada y va eixí Paco, lo Baixet, apoyat a les seues gayates, y lo siñoret Iván, a vore si assertes a consolá a ton cuñat, Paco, li hay matat lo muixó negre y está fet un ploradols, sen enríe, y a rengló seguit, tratabe de justificás. Tú, Paco, que me coneixes, saps lo que es un matí de espera sense vore cap muixó, ¿no? bueno, pos aixó, sing hores de plantón, y, en éstes, eixa gralla pique de dal abaix, ¿ten dones cuenta?, ¿quí es lo guapo que aguante lo dit en estes sircunstánsies, Paco? explícalay a ton cuñat y que no se disgusto, collóns, que no sigue maricón, que yo li regalaré un atra gralleta, de carroña de eixa ne sobre al cortijo, y Paco, lo Baixet, mirabe, alternativamen, al siñoret Iván y al Azarías, aquell en los dits grossos o pulgars a les axiles del chaleco-canana, sonrién en la seua sonrissa lluminosa, éste, plegat an ell mateix, abrigán encara al muixó mort en les seues mans achatades, hasta que lo siñoret Iván va torná a pujá al Land Rover, lo va ficá en marcha y va di desde la ventanilla, no te u prengues aixina, Azarías, carroña de eixa ne sobre, a les cuatre tornaré a per tú, a vore si pinte milló a la tarde, pero al Azarías li rellissáen los llagrimots per les galtes, milana bonica, milana bonica, repetíe, mentres lo muixó se li anabe quedán sec entre los dits y, cuan va notá que alló ya no ere un cos sino un objecte inanimat, lo Azarías se va eixecá del pedrís y se va arrimá al caixonet bressol de la chiqueta Menuda y, en eixe momén, la Charito va soltá un dels seus gemecs y lo Azarías li va di a la Régula, fregánse mecánicamen lo nas en la mánega, ¿sens, Régula? la chiqueta Menuda plore perque lo siñoret me ha matat la milana, pero, a la tarde, cuan lo siñoret Iván va passá a replegál, lo Azarías pareixíe un atre, mes sansé, que ni moquejabe ni res, y va carregá la gábia en los coloms segos, una destral, lo balansí y una maroma lo doble de grossa que la del matí a la trassera del Land Rover, tranquil, com si res haguere passat, que lo siñoret Iván, sen enríe, ¿no sirá eixa maroma pera moure lo balansí, verdat Azarías? Y lo Azarías, pera pujá a la atalaya es, y lo siñoret Iván, anem, a vore si vol cambiá la sort y va ficé lo coche en marcha, les rodes per les roderes fondes, y va asselerá mentres chuláe alegremen, lo Ceferino assegure per los seus morts que a la fita de lo del Pollo se movíen abansahir uns bandos sense forma, pero lo Azarías pareixíe encantat, la mirada perduda mes allá del parabrises, les chates mans inmóvils damún de la bragueta sense cap botó y lo siñoret Iván, en vista de la seua passividat, va escomensá a chulá una tonadeta mes viva, pero aixina que se van apeá y va vore lo bando, se va ficá com a loco, de pressa, Azarías, collóns, ¿es que no les veus? ña allí una junta de mes de tres mil surites, ¡la mare que les va parí!, ¿no veus cóm negreje lo sel damún del carrascal? y portáe atropelladamen les escopetes, y lo morral dels cartuchos, y se señíe a la sintura les bosses de cuero, a escape, Azarías, collóns, repetíe, pero lo Azarías tranquil, va apilá los trastes a la vora del Land Rover, va dixá la gábia dels coloms segos al peu del abre y va pujá trong amún, en la destraleta y la maroma a la sintura, y una vegada al primé camal, se va incliná cap a aball, cap al siñoret Iván, ¿me allargue la gábia, siñoret? y lo siñoret Iván va alsá lo bras, en la gábia dels coloms a la ma, y, simultáneamen, va eixecá lo cap y, al féu, lo Azarías li va tirá al coll la maroma en un nugo corredís, a manera de corbata, y va estirá, ajustánla, y lo siñoret Iván, pera evitá soltá la gábia y fé mal als coloms, va tratá de soltás de la corda en la ma esquerra, perque encara no compreníe, ¿pero qué dimonis preténs, Azarías? ¿es que no has vist lo núgol de surites damún dels carrascals del Pollo, tros de maricón? y aixina que lo Azarías va passá la punta de la maroma per lo simal de damún del seu cap y va estirá dell en tota la seua gran forsa, gruñín y babeján, lo siñoret Iván va pedre peu, se va sentí de repén alsat, va soltá la gábia dels coloms y ¡Deu!... estás loco... tú, va di en veu ronca, entretallada, que casi no sel va sentí, y en cambi, va sé claramen perseptible lo aspre estertó que va seguí com un allargat ronquit y, casi inmediatamen, lo siñoret Iván va traure la llengua, una llengua llarga, grossa y morada, pero Azarías ni lo mirabe, sol aguantáe la corda, y la va lligá ara al simal aon estáe assentat, y se va fregá una ma en l´atra y los seus labios van formá una bobalicona sonrissa, pero encara lo siñoret Iván, o les cames del siñoret Iván, van experimentá unes convulsións rares, uns espasmos electrisats, com si se arrancaren a ballá per la seua cuenta y lo seu cos va pendulejá un rato al buit hasta que, al final, va quedá inmóvil, la barbilla contra lo pit, los ulls fora de les cassoletes, los brassos desmayats a lo llarg del cos, mentres Azarías, a dal, mastegáe saliveta y sen enríe bobamen mirán al sel, al no res, milana bonica, milana bonica, repetíe mecánicamen, y, an aquell momén, una atapida bandada de surites va batre l´aire rasán la copa de la carrasca a la que se amagabe.

FIN.