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jueves, 12 de mayo de 2022

Portada, prólogo, índice

Viaje literario 

las iglesias de España.


Le publica 

con algunas observaciones

Don Joaquín Lorenzo Villanueva, 

capellán de honor y predicador de S.M., 

y rector de los reales hospitales general 

y de la pasión de Madrid.


Tomo 1.


Madrid: en la imprenta de Fortanet

Impresor de la Real Academia de la Historia.

Año de MDCCCCII (1902)



/ Nota del editor, Ramón Guimerá Lorente. Se actualiza en gran parte la ortografía de Villanueva, pero no los textos que copia, que dejo tal como los publicó /



Fungar vice cotis.


Es reimpresión de la edición de Madrid, de 1803.


PRÓLOGO DEL EDITOR. 


Los viajes literarios, tan justamente promovidos en nuestros días por lo mucho que contribuyen al fomento de las ciencias útiles a la sociedad, tienen una especial recomendación para los pueblos católicos, cuando se dirigen a extender el conocimiento de la disciplina eclesiástica, y a ilustrar en todo o en parte los ritos y prácticas religiosas de la santa iglesia. Loable es el ansia de los anticuarios y de los artistas por descubrir los tesoros ocultos de la antigüedad profana, que dan luz a la historia, extensión a las ciencias, modelos y estímulos a las bellas artes. Pero aún lo es más la de los fieles ilustrados, porque se publiquen los tesoros literarios de la religión, cuyos intereses son de un orden superior, y transcendentales a objetos más dignos. Notorio es que la santa iglesia en varios puntos no substanciales de su policía exterior ha experimentado, o por mejor decir, ha dispuesto según la variedad de los tiempos ciertas mudanzas y alteraciones, cuya noticia contribuye al más claro conocimiento, así de la unidad del espíritu que la anima, como de la infinita sabiduría que la gobierna.

Lo uno y lo otro resalta igualmente en los siglos sabios y celosos, que en los menos ilustrados y fervorosos, así en el rigor de la antigua disciplina, como en la condescendencia y benignidad de la presente. Porque ambas cosas proceden de un mismo espíritu, que es el de Dios, nacen de unas mismas entrañas, que es la caridad de la iglesia, y van ordenadas a un mismo fin, que es la santificación de sus miembros.

Voy diciendo esto para salir al encuentro a algunos fieles bien intencionados, que por falta de advertencia o de instrucción en estas materias, pudieran sacar tal vez escándalo de lo que se escribe para su instrucción y edificación. Están creyendo algunos que los apóstoles y sus primeros discípulos establecieron uniformemente los ritos, así de la misa, como del oficio eclesiástico, y que la diversidad que se echa de ver en los tiempos siguientes es corruptela digna de ser olvidada para que no dañe su memoria.

Dejo aparte las ventajas de la loable uniformidad que se observa ahora, que de esto no trato. Voy sólo a manifestar la equivocación de los que pretenden que esta uniformidad la hubo en el principio de la iglesia, y que con ella no se ha hecho sino restablecer la práctica de los tiempos apostólicos.

Debemos pues suponer, y a su tiempo se dará demostrado: 1.° que desde el principio de la iglesia ha habido diversidad, así en las ceremonias de la liturgia, como en los ritos del oficio eclesiástico: 2.° que esta diversidad de ritos acompañada siempre de una perfecta uniformidad en las partes más considerables de la liturgia, en nada se opone a la unidad de la religión, ni a la indivisibilidad de su sacrificio, ni a la concordia de los miembros de la iglesia, que debe reinar en la oración pública. Que si esta variedad en algunos casos dio motivo de turbación a los flacos y menos instruidos, procuraron los SS. doctores desvanecer su temor, manifestando que la diferencia externa del rito, lejos de oponerse a la unidad del espíritu, en todo iba gobernada por ella; de lo cual quedan claros testimonios en S. Ambrosio, en S. Gerónimo y S. Agustín: 3.° que aun adoptado en España el orden romano, cada una de nuestras diócesis le acomodó a sus propios ritos, resultando de esto la admirable variedad que se echará de ver en el discurso de la obra principal, a que se dirige este viaje: 4.° que estas ceremonias instituidas por los prelados eclesiásticos son de la clase de otras cosas humanas sujetas a mudanza, como lo demuestran muchas de ellas abolidas, alteradas, restablecidas por sínodos o mandatos de los legítimos pastores, en iglesias conocidas, y en cuyos archivos se conservan documentos que acreditan esta alteración.

Por lo mismo que en esta variedad de ritos ha resaltado siempre la unidad de la fe y de la doctrina católica, algunos varones celosos y doctos han escrito sobre ellos tratados históricos, ya generales de toda la iglesia, ya particulares de algunas provincias, de donde ha tomado nuevas armas la religión para combatir a los enemigos de su unidad y de su doctrina. Entre los primeros deben contarse nuestro S. Isidoro, Hugon de S. Víctor, Agobardo, Rabano, Amalario, Ruperto, Durando, Bona, Martene, Gerbert, Mazzei y otros muchos. Entre los segundos Asseman, Mabillon, Renaudot, Tomasio, Antonelli, Rocha, Sala, Georgi, Borja y Ballerini. A los cuales pudiéramos añadir los escritores de los ritos particulares de algunas diócesis: Blasi de las de Sicilia, Alberico Oliva de la de Nápoles, Juan Francisco de Rubeis y Federico Altan de la de Forli; y de la de Milán Bertoldo, Eustaquio de S. Ubaldo y Luis Antonio Muratori.

Para estas y otras obras de la misma clase, escritas en casi todos los reinos de la Europa católica, se han hecho viajes, se han registrado archivos, se han reconocido documentos, se han sacado dibujos, en suma, no se ha perdonado trabajo ni estudio, tratándose este negocio por gente docta con el decoro correspondiente a la causa de la religión que en él se interesa. Por este medio han visto la luz pública innumerables rituales y sacramentarios griegos y latinos, y otros monumentos litúrgicos, ilustrados por católicos de conocida erudición y piedad.

Tal vez es España el único reino que ocultando los preciosos códices de sus iglesias, se priva de este esplendor de la ciencia eclesiástica escondido en su mismo seno, y de la gloria de comunicarle a otras naciones cultas, que liberalmente han franqueado esta clase de riquezas a todo el orbe católico. 

Sobre lo mucho que ofrecen en esta materia los sínodos de España que no se han publicado, consta que por medio de cartas y decisiones, también inéditas, se reformaron muchos de nuestros códices sacramentarios, se establecieron y suprimieron fiestas, se escribieron nuevos oficios, nuevas preces y oraciones, y se ordenaron varios ritos pertenecientes a la administración de la penitencia, de la eucaristía y de los demás sacramentos. Cierto es que han perecido gran parte de estos documentos anteriores al siglo XI, por las invasiones y el largo dominio de las naciones bárbaras en nuestra península. Pero con algunos de estos documentos se conservan muchos más de los tiempos siguientes, en que con la introducción de la liturgia romana quedó salvo a los obispos el derecho de ordenar las preces, los oficios y las ceremonias de los sacramentos.

Alguna muestra se verá de esto en los primeros ensayos que ofrezco del presente viaje, emprendido por mi hermano Fr. Jayme Villanueva, de la orden de Santo Domingo, en virtud de Real orden S. M., con el objeto de recoger de nuestros archivos los documentos necesarios para escribir la historia que se ha dignado encargarme S. M. de los ritos antiguos de nuestra iglesia. Desde luego cuento con el auxilio que prestarán para esta empresa las colecciones publicadas de nuestros concilios antiguos, las decretales y cartas de sumos pontífices pertenecientes a España, y las obras de los padres españoles. Mas fuera esto poco, si no tuviésemos a mano también los documentos de esta misma clase pertenecientes a los siglos posteriores. Y que estos documentos sean necesarios para la perfección de la obra se colegirá fácilmente de estas cartas que me va escribiendo mi hermano, acompañándome noticias de algunos códices, apuntamientos y extractos de otros, dibujos de inscripciones, alhajas y vasos antiguos, y copias de papeles inéditos, o muy raros, que no pudieran injerirse en la obra principal, y cuya publicación es justo que se anticipe en obsequio de los españoles y de los extranjeros aficionados a este género de letras.

En esta especie de viajes nos van delante Mabillon, Rubeis y otros piadosos extranjeros, a quienes igualamos en el deseo de la ilustración pública, y tal vez en los tesoros literarios con que la quisiéramos promover. Como esta no es obra metódica, nadie extrañará ver en ella tratadas algunas materias aisladamente, otras apuntadas conforme ocurren cuando están a la vista, que a esto se ve obligado el que viaja con la pluma en la mano, por no exponerse al olvido de alguna especie tal vez necesaria, cuyo orden y colocación queda después a cargo del que quisiere aprovecharse de ella.

Tócanse en estas cartas varias cosas por incidencia, otras debo tenerlas por oscuras para algunos lectores; y así me he visto precisado a ilustrarlas con las notas y observaciones que van al fin de cada una de ellas, para evitar confusión. Si alguno extrañare que en estas notas se aleguen prácticas de otras naciones, atribúyalo, no a falta de ejemplares en la nuestra, sino a la escasa noticia que hemos tenido de ellas hasta ahora; las especies que a los doctos parecieren triviales, déjense para los indoctos, que a ellos se dirigen.

Como la historia eclesiástica debe ilustrarse por todos los caminos justos y legítimos, y la de España está diminuta y mezclada de especies inciertas por falta de documentos: para aclarar la verdad de ella en algunos puntos oscuros o no bien averiguados, me ha parecido conveniente ir preparando una colección, así de estos, como de los demás MSS. preciosos que se fueren adquiriendo en este viaje, algunos de los cuales, por ser breves y porque ilustran varios puntos que se tratan en estas cartas, se irán insertando en los tomos a que pertenezcan. De esta suerte, correspondiendo a la liberalidad de los literatos extranjeros, se promoverá en España la erudición eclesiástica por medio de unas obras, que sin ser sabias, estimulan a la sabiduría. 


ÍNDICE 

DE LAS CARTAS QUE CONTIENE ESTE TOMO. 

(Las páginas son las del pdf, en este formato no concuerdan)

Carta 1. Memorias eclesiásticas de la antigua Sétabis. S. Félix diácono, patrono de esta ciudad. Templo que en ella se conserva con su advocación. Sepulcro de jaspe hallado en su recinto. Si fue de cristianos. Inscripciones inéditas. Erección de su iglesia colegiata. Sus reliquias. Fiestas particulares. Antiguo monasterio de Monsant. pág. 1 

Carta 2. Templo del santo sepulcro: si le hubo en Valencia antes de su conquista. Restauración de la silla episcopal en esta ciudad. Esplendor de su iglesia en el nuevo estado. Fundación de la catedral, y su advocación. Circunstancias señaladas de este edificio. Decoro del culto: vestiduras corales de sus prebendados y demás ministros, así de ella, como de las parroquias. Capilla del colegio de corpus Christi. 25 

Carta 3. Catálogo de los prelados de Valencia desde su conquista. 46 

Carta 4. Noticia de los sínodos de la santa iglesia de Valencia, celebrados después de su conquista. Hallazgo del de Santo Tomás de Villanueva. 67 

Carta 5. Códices litúrgicos que se conservan en la biblioteca de la santa iglesia metropolitana de Valencia. 88

Carta 6. Prosigue la noticia de los códices de la santa iglesia de Valencia. 104 

Carta 7. Observaciones sobre el oficio antiguo de Passione imaginis. Crucifijo devotísimo venerado en la parroquia de S. Salvador. Si es el de Berito: si vino a Valencia por el Turia. Preces del Señor Orbe a Benedicto XIII. 117 

Carta 8. De algunos ritos señalados de los oficios antiguos. 132

Carta 9. Imposición de la penitencia canónica. Bendición de los ramos. Origen de los monumentos. Otros ritos singulares del jueves, viernes y sábado santo. Reclusión de las mujeres públicas en la semana santa. Ceremonia actual en la vigilia de la Ascensión, y otra ya abolida en el día de Pentecostés. 146 

Carta 10. De algunos ritos antiguos. 162

Apéndice de documentos. 177

domingo, 17 de febrero de 2019

Los mussulmáns al convertís

Los mussulmáns al convertís adoptaben un nom e inclús un apellit cristiano. Aixó u amaguen los catalanistes per a fé creure que la poblassió mudéjar valensiana (mayoritariamén valensianoparlán) se va extinguí y va sé sustituida per cataláns. Tamé u fan en lo Reino de Mallorca.

Los musulmanes al convertirse adoptaban un nombre e incluso un apellido cristiano. Eso lo ocultan los catalanistas para hacer creer que la población mudéjar valenciana (mayoritariamente valencianoparlante) se extinguió y fue sustituida por catalanes. Eso es mentira.  * Ana Labarta; La onomástica de los moriscos valencianos, 1987

De todo este material puede identificarse una parte y por tanto clasificarse en dos grandes bloques, el primero formado por los apellidos de etimología árabe, y el segundo por los que son de etimología romance; en un tercer apartado se recoge una serie, reducida, de apellidos árabes que vemos en determinado momento sustituidos por su equivalente romance (por ejemplo Gesar -> Carnicer)





martes, 18 de septiembre de 2018

JORNADA PRIMERA. NOVELA SEGONA.

Lo judío Abraham, animat per Giannotto de Civigní, va a la corte de Roma y, vista la maldat de los religiosos, torne a París y se fa cristiano.

La novela de Pánfilo va sé selebrada per les dones, y com estabe sentada a la seua vora Neifile, li va maná la Reina que, contán una historia, continuare lo orden del entretenimén. Y ella, com tan de corteses maneres com de bellesa estabe adornada, va contestá que de bona gana, y va escomensá aixina: 

Pánfilo mos ha mostrat a la seua novela la benignidat de Déu que no mire los nostres errors cuan vénen de algo que no mos es possible vore; y yo, en lo meu cuento, vull mostrátos cuán esta mateixa benignidat, soportán en passiénsia los defectes de qui tenen que doná de ella verdadé testimoni en obres y paraules y fan lo contrari, es per naixó mateix argumén de infalible verdat per a que los que creém continuém en mes firmesa de ánimo.
Tal com yo, grassioses Siñores, hay sentit di, va ñabé a París un gran mercadé y home bo que de nom Giannotto de Civigní, mol leal y recte y gran negossián de llana y roba; y teníe íntima amistat en un riquíssim home judío de nom Abraham, que ere tamé mercadé y tamé mol recte y leal. Veén aixó Giannotto, va escomensá a tindre gran llástima de que l´alma de un home tan valiós y sabio y bo se perguere per falta de fe, y per naixó amistosamen li va escomensá a rogá que dixare los errors de la fe judaica y se convertiguere a la verdat cristiana, a la que com santa y bona podíe vore sempre aumentá y prosperá, mentres la seua, per lo contrari, podíe vore cóm disminuíe y se anabe reduín. Lo judío contestabe que cap religió creíe ni santa ni bona fora de la judaica, y que en ella habíe naixcut y en ella volíe viure y morí; no ñauríe res que de alló lo faiguere moures. Giannotto no va pará de, passats algúns díes, repetíli paregudes paraules, mostránli, tan toscamen com la mayoría de los mercadés poden féu, per qué raóns la nostra religió ere milló que la judaica.
Y encara que lo judío siguere gran mestre de la ley judaica, com la gran amistat que teníe en Giannotto lo movíe, o potsé les paraules que lo Espíritu San ficabe a la llengua del home simple u faiguéren, al judío li van escomensá a agradáli mol los arguméns de Giannotto; pero tossut en les seues creénsies, no se les dixabe cambiá. Y encara que ell aguantabe, com no dixabe Giannotto de solissitál, hasta que lo judío, vensut per tan seguides instánsies, va di:

- Vale, Giannotto, a tú te agradaríe que me faiguera cristiano; y yo estic disposat a féu, tan sertamen que vull primé aná a Roma y vore allí al que tú dius que es lo vicari de Déu a la terra, y considerá los seus modos y les seues costums, y los de sons germáns los cardenáls; y si vech que la vostra fe es milló que la meua, com te has empeñát en demostrám, faré alló que te hay dit: y si no fore aixina, me quedaré sén judío com soc. Cuan Giannotto va sentí aixó, se va ficá mol triste, diénse an ell mateix:

«Hay perdut los esforsos que me pareixíe habé empleat mol be, creén que había convertit an éste; perque si va a la corte de Roma y veu la vida criminal y bruta de los religiosos, no sol no se fará cristiano, sino que si se haguere fet cristiano, sense duda se tornaríe judío». Y giránse cap a Abraham li va di:
- Ay, amic meu, ¿per qué vols passá eissa pena y fé tan grans gasto per a aná de aquí a Roma? Sense contá en que, tan per mar com per terra, per a un home ric com eres tú tot está ple de perills. ¿No creus que trobarás aquí qui te batejo? Y si tens dudes sobre la fe que t´amostro, ¿ñan mes grans mestres y homes mes sabuts allí que aquí per a podét aclarí tot lo que vullgues o pregúntos? Per tot lo que, al meu paréixe esta idea teua está de mes. Pensa que igual són allí tan pelats los prelats com aquí los has pogut vore y los veus; y aixó que aquells están mes prop del pastó prinsipal. Y per naixó, eixa moléstia, segóns lo meu consell, te servirá en un atra ocasió per a obtíndre algún perdó, en lo que yo te faré compañía.
A lo que va contestá lo judío:
- Yo crec, Giannotto, que sirá com me contes, pero per a resumítu en poques paraules, estic del tot disposat, si vols que faiga lo que tan me has rogat, a anámen. Giannotto, veén la seua voluntat, va di:
- ¡Vésten en bona ventura! - y va pensá que may se faríe cristiano una vegada haguere vist lo Vaticano de Roma; pero com res perdíe, va callá.
Lo judío va montá a caball y lo mes pronte que va pugué sen va aná a la corte de Roma, aon al arribá va sé per los seus compañs judíos honradamen ressibit; y vivín allí, sense di a ningú per qué hi habíe anat, en cuidadet va escomensá a fixás en les maneres del Papa y de los cardenáls y de los atres prelats y de tots los cortessáns; y entre lo que ell mateix va observá, com home mol furigaña que ere, y lo que tamé algúns li van contá, va trobá que tots, del mes gran al mes minut, generalmén pecaben deshonestíssimamen de lujuria, y no sol de la natural sino tamé de la sodomítica, se donaben pel cul, sense cap freno de remordimén o de vergoña. Ademés de aixó, eren tos llépols, bebedós, borrachíns y los mes farts que habíe vist may. Y los va vore tan agarrats, pretos, y afanosos de dinés que en dinés veníen y compraben bules y privilegis, fen en elles mes comérs y empleán a mes corredós de mercansíes que ñabíen a París de la moda o cap atre negossi, y habén a la simonía(acsió de comersiá en coses espirituals o religioses, com sacraméns, cárrecs eclesiástics)manifesta ficat lo nom de «mediassió» y a la gula lo de «manutensió», com si Déu, no ya lo significat de les palaures, sino la intensió de los péssims ánimos no coneguere y per los homes se dixare engañá per lo nom de les coses. Estes coses, mes atres moltes que tenen que callás, li van desagradá mol al judío, que ere sobrio y modesto, y pareixénli habé vist prou, se va proposá torná cap a París; y aixina u va fé. Allí, al sabé Giannotto que habíe tornat, esperán consevol cosa menos que se faiguere cristiano, va aná a vórel y se van fé mutuamen grans festes; y después de descansá algúns díes, Giannotto li va preguntá lo que pensabe del San Pare y de los cardenáls y de los atres cortessáns. A lo que lo judío va contestá:
- Me paréixen mal, que Déu los maldigue a tots; y te dic que, si yo sé be enténdre, cap santidat, cap devossió, cap bona obra o ejemplo de vida o de alguna atra cosa me va pareixe vore en cap religiós, mes que lujuria, avaríssia y gula, fraude, enveja y soberbia y coses paregudes y pijós, si de pichós ne pot ñabé; me va pareixe vore que es lo Vaticano mes una forja de dimonis que la antessala del sel. Tots se esforsen en reduí al no res y expulsá del món a la religió cristiana, allí aon hauríen de sé lo seu solamén y embastida. Y com vech que no passe alló en lo que se esforsen mes, sino que la vostra religió aumente y mes relluén y clara se torne, me pareix vore que lo Espíritu San es lo seu solamén, y vech esta religió com la mes verdadera y mes santa. Ara te dic en tota franquesa que per res dixaré de fém cristiano. Anem, pos, a la iglesia; y allí segóns les costums de la vostra santa fe me faré batejá. Giannotto, que esperabe un final exactamen contrari an este, al sentíl di aixó se va torná lo home mes contén que ha ñagut may: y a Nostra Siñora de París anán en ell, va demaná als móssens de allí dins que li donaren a Abraham lo batech. Y ells, sentín que ell u demanabe, u van fé a escape; y Giannotto lo va portá a la pila sagrada y lo va batejá en lo nom de Giovanni, y per homes de valor lo va fé adoctriná en la nostra fe, la que va adepéndre mol pronte; y va sé después un home bo y de santa vida.

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sábado, 17 de febrero de 2018

Antonio Ubieto

"Se admite por todos que en el siglo XII se hablaba en tierras valencianas un idioma romance, al que inadecuadamente llaman algunos "mozárabe", aplicándole una terminología impropia, ya que tal palabra sólo significa que su detentador practica la religión cristiana en un territorio que oficialmente es musulmán. Esta confusión entre lengua y religión tiene un trasfondo político y económico actual."

Antonio Ubieto: Orígenes del Reino de Valencia, 1975.

Antonio Ubieto




Antonio Ubieto Arteta (Zaragoza, 31 de marzo de 1923 - Valencia, 1 de febrero de 1990) fue un historiador y filólogo medievalista español.

http://www.anubar.com/autores/aut1.htm



  • Antonio Ubieto Arteta, «Observaciones al Cantar de Mio Cid», Arbor, XXXVII (1957), 145-170.
  • Antonio Ubieto, Juan Reglá, José María Jover, Carlos Seco, Introducción a la Historia de EspañaTeidei, 1963, ISBN 84-307-7310-X
  • Antonio Ubieto Arteta, Historia de Aragón, Zaragoza, Anubar, 1981-1989, 6 vols.
  • —, Colección Diplomática de Cuéllar, Segovia, Diputación Provincial, 1961. Presentación del Exmo. Sr. D. Pascual Marín Pérez, magistrado y catedrático de Derecho Civil.
  • —, Orígenes del Reino de Valencia. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista, I, Zaragoza, Anubar, 1981, ISBN 84-7013-155-9
  • —, Orígenes del Reino de Valencia. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista, II, Zaragoza, Anubar, 1979, ISBN 84-7013-156-7
  • —, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia, Anubar, 1976, ISBN 84-7013-082-X
  • —, El "Cantar de Mío Cid" y algunos problemas históricos, Zaragoza, Anubar, 1992, ISBN 84-7013-054-4


Creación y desarrollo de la Corona de Aragón