champouirau, chapurriau, chapurriat, chapurreau, la franja del meu cul, parlem chapurriau, escriure en chapurriau, ortografía chapurriau, gramática chapurriau, lo chapurriau de Aguaviva o Aiguaiva, origen del chapurriau, dicsionari chapurriau, yo parlo chapurriau; chapurriau de Beseit, Matarranya, Matarraña, Litera, Llitera, Mezquín, Mesquí, Caspe, Casp, Aragó, aragonés, Frederic Mistral, Loís Alibèrt, Ribagorça, Ribagorsa, Ribagorza, astí parlem chapurriau, occitan, ocsitá, òc, och, hoc
EBRO.
d. Se usa la expresión estar para echar gatos al Ebro como
equivalente a estar miserable, pasarlo con estrechez, no estar para
derrochar. - n. comer más que Ebro, devorar. - n. ha de bajar mucha
agua por el Ebro, ha de pasar mucho tiempo.
EDAD.
a. Se dice estar en edad por el tiempo en que aún no han cerrado
las bestias.
EJECUTOR.
d. Albacea.
EJÉRCITO.
n. Tributo que se conoció con este nombre en Aragón, según
Blancas.
EMBARRALAR.
n. Meter el vino u otro líquido en barral y por extensión en
cualquiera otra redoma.
EMBASTAR.
c. Hilvanar.
EMBERAR,
p. Empezar la sazón de las frutas; tomar color, sobre todo las uvas.
EMBERO.
p. El color que indica sazón en las frutas; y la misma uva o grano.
EMBROSQUILAR. a. Meter el ganado en el redil.
EMOLOGAR.
n. Confirmar, ratificar o aprobar, según se lee en las Ordinaciones
de Abejeros 1502.
EMPACHAR.
n. Impedir: su participio pasivo se usa en las Ordinaciones de
Zaragoza. (Empatxar, empatxament)
EMPACHO.
n. Impedimento: se usa en sentido de excepción o amparo forense.
EMPANDULLO.
EMPANTULLO d. Pastel ensuciada, mala salida de un negocio. - d.
Embolismo, embrollo.
EMPARA.
a. Emparamento o inventario.
EMPARAMENTO.
a. Acción y efecto de emparar, esto es, de inventariar o secuestrar:
hay proceso de emparamiento. - n. Guidático o protección, según
declaración en cortes de Cataluña 1351.
EMPARANCIA.
n. Emparamento.
EMPARAR.
a. Embargar o secuestrar, y mejor inventariar.
EMPEDREAR,
d. Empedrar.
EMPELTRE.
a. Olivo injertado. (Empeltá: injertar; empelto, empeltes,
empelte, empeltem o empeltam, empeltéu o empeltáu, empelten).
EMPENTA.
p. Empujón, empellón. (Espenta)
EMPENTAR,
a. Empujar. (Espentá. Espento, espentes, espente, espentem o
espentam, espentéu o espentáu, espenten)
EMPENTÓN.
a. Empujón.
EN.
Precediendo al infinitivo, como en castellano al gerundio, significa
luego que, después que, p. ej. "en refrescar departiremos,"
"en pasar las fiestas, lo veremos." - n. Partícula
relativa usada, como en la lengua francesa, en las expresiones m' en
voy por me voy de aquí, men canso por me canso de esto.
ENANTAR.
n. Ducange interpreta pignorare, procedere: el Códice de las Uniones
de Aragón trae los siguientes pasajes. "E las spoliaciones que
notorias no fuesen que embiariades vuestro procurador por enantar en
aquellas ante la Justicia de Aragon;" "y si enantaria o
querria enantar personas o bienes de algunos etc." "que si
no viene el dia de Ramos por enantar en las cosas sobreditas etc."
ENATIZO.
d. Desmedrado, imperfecto de nacimiento. - d. De ánimo apocado y
ruin.
ENAVESAR.
d. Trasponer.
ENCABEZADO.
n. El vino que se mezcla con aguardiente u otro licor. - n. Cabezero.
ENCABEZAR.
ENCABEZARSE. n. Verbos de donde nace el participio anterior y que
también son usuales en Aragón. ENCALZADOR. n. Perseguidor.
(acassadó, que acasse)
ENCALZAR.
n. Perseguir, ponerse en persecución: "encalcen e geten de la
tierra al sobredito rey" se lee en el Códice de los Privilegios
de la Unión.
ENCANARSE.
b. Detenerse demasiado en la conversación, eternizarse hablando. -
n. Pasmarse a la fuerza del lloro o de la risa: la Academia sólo
admite el primer afecto que a la verdad es el más común y adecuado.
(encanás; yo me encano, encanes, encane, encanem o encanam,
encanéu o encanáu, encanen) ENCANTAR. d. Vender en almoneda.
ENCANTE.
ENCANTILLO d. Lugar en que se venden las cosas ya usadas, las viejas
y las de desecho. (Plassa del Encant)
ENCAÑIZAR.
n. Cubrir las bovedillas o cualquiera otra obra con cañizos.
ENCARPETAR. n. Colocar papeles dentro de sobre o carpeta.
ENCARRAÑARSE. d. Irritarse, incomodarse.
ENCARTAR.
n. Intentar acción criminal contra el obligado en instrumento en que
se juraba pagar y no pleitear: véase a Larripa en sus Procesos
forales. ENCERCAR. n. Inquirir, investigar: es antic. y deducido
de documentos latinos, y por consiguiente dudoso. (cercar :
buscar, investigar; recerca)
ENCERRONA.
n. En el juego del dominó es dejar por ambas puntas un mismo número
o palo cuando todos están jugados, en cuyo caso ya no pueden jugar
las fichas que se tienen en la mano: en general se da a este lance el
nombre de cierro, y cuando los tantos que se cuentan son muchos,
entonces se llama encerrona. En Zaragoza es más usual que en otras
partes y por consiguiente se halla muy adelantado el juego a que
aludimos, de cuyo tecnicismo incluiremos cuatro o cinco vocablos.
ENCETAR.
d. Decentar. - d. Empezar: la Academia escribe encentar para la
primera significación, y aunque omite la segunda, pone la de
encentador el que encienta o empieza alguna cosa. (Ensetá;
enseto, ensetes, ensete, ensetem o ensetam, ensetéu o ensetáu,
enseten)
ENCORDADURA.
n. Conjunto de cuerdas de una guitarra u otro instrumento de cuerda.
ENCORRER.
d. Correr tras alguno para cogerle; es verbo activo. (Encorre;
encórrego, encorres, encorre, encorrem, encorréu,
encorren) ENCORTIMIENTO. n. Vale tanto como entredicho a
juzgar por el Códice de las Uniones en que se lee "que podamos
soltar al dito seynor rey el encortimiento de los ditos castieyllos e
que non los alienemos."
ENDURAR.
a. Pasar hambre, sufrir. (Enduro, endurance: resistencia)
ENFILAR.
n. Dirigir un asunto. - n. Ingerirse.
ENFURRUSCARSE.
n. Enfurruñarse.
ENGAFETAR.
n. Enlazar los gafetes macho y hembra, abrochar. ENGALZAR. d.
Encorrer.
ENGARABITARSE.
n. Encorvarse y entumecerse los dedos a impulso del frío o alguna
causa patológica,: en Castilla esa palabra significa ponerse en
alto, y la definición que hemos dado conviene a la voz
engarabatarse. ENGARDAJINA. d. Lagartija. (sargantana)
ENGLUCIAR.
d. Mirar con intención, hacer gestos para conseguir alguna golosina.
ENGULLIDOR.
d. Sumidero. (Engullidó, de engullí; engullixco, engullixes,
engullix, engullim, engulliu, engullixen).
ENJARETAR.
n. Intercalar, incluir, y aun confeccionar o componer. ENJAUE. n.
Prórroga en el pago del arriendo de las generalidades
u otro tributo público; y como a veces se concedía sin causa justa
y producía un lucro contra los caudales públicos o de corporación,
de ahí las frases hacer enjaues, andar en enjaues, enriquecerse con
enjaues etc., equivalentes a las más vulgares de andar en enjuagues
etc. en cuyo sentido admite la Academia esa significación.
ENJUNCIAR.
n. Cubrir de juncia las calles y plazas para algún regocijo.
ENMANTADO. n. Hombre cubierto o embozado en la manta, la cual
forma parte del traje aragonés en la clase jornalera y parece ser un
recuerdo del albornoz árabe.
ENSIMESMADO.
ENSIMISMADO. n. El que está distraído, metido en sí mismo y
absolutamente extraño a lo que pasa en torno suyo.
ENSOBINADO.
n. Se dice de la res enfermiza.
ENSOBINARSE.
d. Caer una caballería en postura supina
con riesgo de perecer.
ENSUNDIA.
n. Enjundia o gordura: úsase también metafóricamente para denotar
cachaza y es todavía más familiar la palabra insundia.
ENTORNAR,
d. Hacer dobladillo.
ENTORNO.
n. Dobladillo.
ENTRATICO.
d. Entrada de religioso en alguna comunidad: la Academia lo incluye
como provincial de Navarra.
ENTRECAVAR.
d. Limpiar de yerbas la hortaliza. (Entrecavá. Entrecavo,
entrecaves, entrecave, entrecavem o entrecavam, entrecavéu o
entrecaváu, entrecaven)
ENTREGA.
n. Restitución in integrum.
ENTRIPARRADO.
n. Entripado, en ambos sentidos recto y figurado.
ENTRIPARRAR.
n. Ocupar demasiado el estómago algún manjar indigesto o comido en
abundancia.
ENVASADOR.
c. Embudo: la Academia añade que grande y propio para pellejos y
toneles, esto es, para grandes capacidades.
ENZURIZAR.
n. Enzarzar o poner guerra entre varias personas sembrando
discordias: la Academia admite la voz primitiva zuriza. (Meter
cizaña).
ERAGE.
a. Miel virgen.
ERETA.
n. Era o plantel de tierra para cultivo de verduras.
ERROR
DE PROCESO. a. Con que se nota que alguno es tan hábil que, aun
convencido, se liberta de la pena que le imponen.
ESBAFAR.
d. Evaporar, (esbrafá, esbafá a
Beseit; esbafat, grassiosa esbrafada, esbafada).
ESBARRAR.
d. Asombrar, espantar la caza, caballerías etc.
ESBRINAR.
n. Desbriznar o entresacar de la flor los estambres del azafrán.
ESCACEAR. n. Desmenuzar la piedra, el yeso, cal etc. para molerlos
después más fácilmente.
ESCACILAR.
d. Cacarear.
ESCACHAR.
d. Despachurrar, o mejor, aplastar, machucar. - d. Chasquear, dejar
burlado. (Te escacharé la cabeza, ababol)
ESCACHUFLAR.
n. Igual significación que la anterior, pero de uso del vulgo.
ESCALERA.
c. Peldaño, escalón.
ESCALFETA.
c. Braserillo. (prov. escoufa,
escalfar cat. calentar; escofás; yo me escofo, escofes, escofe,
esofem o escofam, escoféu o escofáu, escofen).
ESCALIAR.
n. poner en cultivo tierra que había sido abandonada, y en este
sentido lo usan las Observancias y el erudito Cuenca: Peralta no
incluye esta voz, pero sí la de escahar,
roturar, que nosotros no hemos
incluido por suponerla error de imprenta que se corrige con la voz
escaliar:
úsase también en antiguos documentos de Navarra. (Traure
la escara es escará la terra.)
ESCALIVAR.
d. Sacar el rescoldo: en idioma provenzal calivar quemar, escalfar,
calentar, recalivar volver a calentar. (Caliu,
descaliuá, descalivá, escaliuá, escalivá siríe traure del caliu
o be traure lo caliu apegat.)
ESCAMOCHEAR.
a. Pavordear o javardear o hacer las abejas segunda cría después de
la principal, separándose de la madre en corto número con su
maestra. Escamochá, esmochá es tallali a un abre molta lleña per a que
torno a creixe mes sano y fort.
ESCAMPAR.
d. Tender el estiércol por la tierra. - d. Derramar granos o
semillas. (Escampá lo fem - fiemo -,
escampá la llaó pel cam, camp, campo).
ESCANDALLAR.
n. Computar el valor de una partida de ganado, haciendo de él varios
grupos con las reses más iguales, tirando desde otro corral o
aposento una piedra a cada grupo, pesando las reses a quienes ha
tocado cada piedra y calculando por el peso de cada una el de su
grupo: a veces se hace esta operación con el grupo mejor y con el
peor y a las demás reses se las hace desfilar una a una marcando
como tipo las que hacen un número dado, el diez por ejemplo. En
castellano tiene una significación análoga pues equivale a sondear
y por ampliación probar, examinar: en italiano scandagliare está
mejor definido pues responde en sentido figurado a inquirir,
averiguar etc. como en Casti (Nov. IX). Da scandagliar gli altrui
talenti a fondo
ESCANDALLO.
n. Operación de escandallar. - n. La res que se saca como tipo. - n.
A escandallo, modo adverbial, para expresar que se vende un ganado
escandallándolo.
ESCAÑARSE.
d. Desgañitarse, ahogarse de una tos muy fuerte. (Escañás; Tamé
se diu cuan te aufegues perque s’ha enganchat algo al garganchó, a
la gola, y no passe o be s’en va pel atre forat (tráquea).
ESCAÑO.
d. Féretro.
ESCARABAJO
PELOTERO. n. Insecto de los coleópteros. (Lo escarbat que fa
pilotes en lo fem.)
ESCARLATINA.
n. Enfermedad que suele padecerse en la niñez.
ESCARRAMANCHONES.
(A). a. A horcajadas.
ESCLAFAR.
n. Machucar, chafar, quebrantar: también te dice esclafar los huevos
por cascarlos, partirlos o abrirlos.
ESCOBAR.
c. Barrer. (Escoba. Granera; agraná).
ESCOBIJAR.
n. Descubrir, alzar el velo a alguna cosa. ESCOLANO. n. Ayudante
del sacristán mayor en el Hospital de Zaragoza. - n. Especie de
coadjutor: lo había también llamado de la limosna según se ve en
las Ordinaciones de Pedro IV. (Escolanet: monaguillo)
ESCOMBRA.
n. Escombro: la Academia admite esta voz como el hecho de escombrar.
ESCONDECUCAS.
a. Escondite, juego de muchachos.
ESCOPETADA.
d. Escopetazo.
ESCORCAR.
n. Véase esmollar.
ESCORCHA.
d. Túrdiga, correa de cuero ancha y sin curtir.
ESCORCHAR.
c. Levantar la corteza o piel a alguna cosa, desollar. (Escorxador
: matadero)
ESCORCHÓN.
n. Desolladura.
ESCORNARSE.
n. Se usa en la frase escuérnate como puedas en significación de
componte como puedas: también se dice me he descornado estudiando y
otras locuciones como esta: en una colección de refranes leemos
dejarlo descornar, frase de que se usa cuando no se quiere meter
paz."
ESCORREDERO.
n. Canal por donde se facilita la salida del agua sobrante de un
riego o del término de una acequia. - n. El fondo de la vagina: es
voz de la gente inculta. (Escorredora per a regá. Escorres lo
verbo eyaculá.)
ESCORREDIZO.
n. Escorredero.
ESCORREDOR.
n. Escorredero; usa aquella voz el conde de Sástago en su lujosa
obra sobre el Canal Imperial de Aragón.
ESCOTOLARSE.
d. Frotarse el cuerpo con la camisa moviéndose.
ESCOZNETE.
a. Instrumento con que se sacan los escueznos.
ESCRIBANO
DE RACIÓN. n. Oficio de la Casa real de Aragón en el siglo XIV.
ESCRISMAR.
n. Descrismar.
ESCUDILLAR.
d. Echar el caldo en las sopas, el chocolate en los pocillos o
jícaras etc.
(Escudilla;
escudella)
ESCUEZNAR,
a. Sacar los escueznos.
ESCUEZNO.
a. Pulpa o carne de la nuez tierna: úsase en plural.
ESCUPINATA.
n. Escupetina, escupitina, escupidura: Guevara dice escupecina.
ESFILADIZ.
n. Filadiz, desfiladiz: usan aquella voz los ff.
ESFULLINADOR.
n. Deshollinador. (Desfullinadó, desfullinadora)
ESFULLINAR.
n. Deshollinar. (desfulliná; desfullino, desfullines, desfulline,
desfullinem o desfullinam, desfullinéu o desfullináu, desfullinen)
ESGARRAR.
n. Desgarrar. (Esgarrá; esgarro, esgarres, esgarre, esgarrem o
esgarram, esgarréu o esgarráu, esgarre)
ESGARRIFAR.
d. El efecto que nos causa la lima cuando da en falso. - d.
Espeluzarse de horror.
ESGARRÓN.
n. Desgarrón, rasgón.
ESLAMINARSE.
n. Empezar a gustar de una cosa, ir tomando el gusto a algo,
estrenarse en ciertas diversiones y placeres.
ESLAVA.
n. Pendiente lisa por donde resbala el agua. (resbala : reslaba :
eslava)
ESMANGAMAZOS.
n. Se dice de cualquiera persona de poco valer, principalmente del
estado llano: equivale muy aproximadamente al castellano echa cantos.
ESMEDIAR.
n. Disminuir la cantidad de algún líquido, y se aplica comúnmente
a los que están al fuego para cocer; úsase también como reflexivo,
y hay quienes lo pronuncian y escriben desmediar.
ESMERADO.
n. Líquido que ha disminuido su peso y volumen por ebullición.
ESMERAR.
n. Conseguir la disminución de un líquido por medio de la
ebullición: se usa también como reflexivo.
ESMO.
n. Tino, tiento, y así se dice perder el esmo: úsase mucho en el
Alto Aragón. (Hay perdut l’esma, esme).
ESMOLLAR.
n. Quitar la cáscara verde a las nueces, avellanas y otras frutas. -
n. Desmoronarse las obras de tierra o de otra construcción
deleznable.
ESMORRILLADO.
n. Desportillado.
ESMOSCARSE.
n. Desaparecer sin ser visto, ausentarse maliciosamente.
ESMUIRSE.
d. Deslizarse, escurrirse, zafarse.
ESPADILLA.
n. Juego de naipes, acaso el tresillo: entre los papeles mss. de
Lezaun hay una carta escrita en verso desde la Zaida, en que se lee
Mi mayor divertimiento es el juego de espadilla, en el
cual gano tres reales en cuatrocientas partidas.
ESPALMAR.
n. Quitar el polvo a la ropa frotándola con las manos: así las
leyes palatinas de Jaime II de Mallorca, en las cuales también se
halla spalmator según Ducange. (La
ropa se frota o golpea con las palmas
de las manos)
ESPANADO.
n. miserable, piojoso, perdido, hombre que no tiene sobre qué caerse
muerto: es voz local.
ESPARTAR.
n. Cubrir o aforrar con esparto las vasijas de vidrio: se usa también
en el adjetivo o participio pasivo.
ESPARVEL.
n. Gavilán. (Esparvé; esparver)
ESPATARRARSE.
n. Despatarrarse: del mismo modo pierden en Aragón la d los demás
derivados. - n. "Si hay un Barranchán que al mundo
espatarra" dice en sentido metafórico uno de los varios
copleros que se desataron cruelmente contra la Sociedad económica
Aragonesa en 1785. (Espatarrá, espatarrás, despatarrás,
escamarrás.)
ESPEDERA.
n. Espetera.
ESPEDO.
a. Asador. (Espeto)
ESPENJADOR.
n. Pértiga o vara que tiene dientes de hierro a la punta y sirve
para colgar y descolgar cualquier objeto. (Penjadó y despenjadó)
ESPERREQUE.
d. Niño u hombre mal sano o regañón. - d. Cosa despreciable.
ESPICHAR.
d. Morir. (Espicharla)
ESPINAI.
d. Espinaca. (Espinac, espinacs)
ESPINALBO.
n. Cierto árbol infructífero. (San Miquel de Espinalbá a
Valderrobres. Espino albar, majuelo, arto, Crataegus monogyna)
ESPONJADO.
p. Azucarado, panal, azucarillo.
ESPORTILLARSE.
n. Desportillarse.
ESPORTÓN.
d. Serón.
ESPUENDA.
p. Margen de río o campo: usase también en Navarra.
ESPUNTAR.
n. Ponerse en movimiento los machos cabríos o guiones de un rebaño.
ESQUEJE.
n. Se dice metafórica e irónicamente del niño mal educado. (En
un árbol, una ramita para injertar o plantar. Esqueix; rechito).
ESTABULADO.
n. Se dice del ganado metido en el establo.
ESTABULAR.
n. Meter el ganado en el establo.
ESTADAL.
p. Librito de cerilla.
ESTAJADIZO.
n. División que se hace en los grandes corrales para colocar las
reses con la separación conveniente.
ESTALONAR.
n. Quitar el talón a la media u otro calzado: se dice del zapato que
va destalonado cuanto se le dobla el talón para llevarlo debajo del
pie.
ESTALVIAR.
n. Perdonar, voz aragonesa anticuada según al Índice de Blancas.
(estalviar, estalviá, estauviá, aforrá. Caixa d’estalvis.
Ahorrar).
ESTAMENTO.
a. Cada estado o brazo de los cuatro que concurrían a las Cortes de
Aragón.
ESTANCA.
n. Gran porción de agua estancada: es muy famosa en Aragón la de
Alcañiz, célebre por sus buenas anguilas.
ESTANCOS.
n. Terrenos acotados y vedados, ya de particulares ya de propios:
dehesas en que los ganados pueden entrar ciertos meses del año.
ESTATUECER n. Estatuir. Se ve que se usaba ese verbo, por las muchas veces en
que se encuentra la tercera persona del indicativo, estatuece.
ESTATUTARIOS.
n. Procesos.
ESTEMA.
n. Pena de mutilación o perdimiento de miembro.
ESTEMAR.
n: Imponer la anterior pena, que tal vez se extendería a marcar con
hierro ardiente. (1) (1) Estas dos palabras se hallan repetidas
veces, con toda la posible claridad caligráfica. en el libro de los
Privilegios de la Unión, que en la Introducción hemos extractado.
La lectura indudable de ellas y aun la desinencia o construcción de
la voz estema nos han convencido de que ni son las mismas palabras ni
deben representar la misma idea que las de extenuación y extenuar
que se definen más adelante y que por otra parte se hallan en varias
Alegaciones del Reino y otros tratados jurídicos. En cuanto al
significado. nos ha parecido que, nombrándose siempre esa pena
después de la de muerte, y conformando tanto ambos vocablos con los
latinos de stigma y stigmare que denotan la marca con hierro, no era
fuera de camino atribuir a estema y estemar la equivalencia que les
hemos señalado. - Escrita esta nota hemos visto con placer que
Ducange en su GLOSSARIUM incluye estema y extema, añadiendo membri,
ut videtur, abscissio, mutilatio. interpretación del todo conforme
con la nuestra, y acerca de la cual viene hasta cierto punto en
comprobación el artículo Membrum del REPERTORIO de Miguel del
Molino impreso en Zaragoza 1585.
ESTEPILLA.
n. Planta: llámase también estrepilla.
ESTERNO.
n. Véase cisterno.
ESTERZA.
n. Cada uno de los trozos o suertes en que se dividen para su
arriendo o aprovechamiento algunos montes.
ESTORNIJA.
a. Tala, juego de muchachos.
ESTRAL.
n. Destral.
(Hacha).
- El diccionarista Rosal trae la palabra destraleja
o achuela,
(hachuela),
que ya el vulgo (dice) llama estraleja.
ESTRAPALUCIO.
n. Baraúnda, ruido, desorden. (Estrapalussi)
ESTRÉBEDES.
d. Trébedes. (trípode, 3 pedem,
tres potes, tres peus)
ESTREMEZO.
a. Estremecimiento.
ESTRENAS.
c. Augetas en sentido de gratificación.
ESTREÑIR.
d. Entornar o medio cerrar una puerta. - Nunca hemos oído esta
acepción.
ESTREUDES.
d. Trévedes. (Trébedes)
ESTREYTO.
n. Obligado, según Blancas. (Estret, strenyer)
ESTRIBERA.
n. Se dice medias de estribera por las que van sujetas al pie con una
trabilla o como estribo a manera de los botines: equivale a la
palabra peal.
ESTRICALLAR.
d. Hacer pedazos.
ESTRIPACUENTOS.
n. El que suele interrumpir inoportunamente al que lleva la palabra.
ESTROPICIO.
n. Desperfecto, desorden.
ESVARARSE.
n. Resbalarse. La Academia admite desvarar usado en ese sentido:
Peralta dice esbarar.
ESVARIZAR.
n. Resbalar: se usa principalmente como recíproco. (esvarizarse)
ESVARIZÓN.
n. Resbalón. (Rellissada)
ESVIRAR.
d. Bruñir.
EXARlCO.
n. Colono: se emplea esta voz en los cuerpos de derecho aragonés y
se halla también en Blancas.
EXCIBIR.
n. Eximir.
EXCREX.
a. Aumento o firma de dote que consiste en la cesión que hace el
marido de una parte de sus propios bienes para asegurar el dote de su
mujer. Asso escribe excriex: el plural es excrez. (creix :
aumente)
EXCUSADO.
n. Retrete, secreta. (Escusado)
EXCUSÓN,
n. tiene el mismo significado que forrón, y es también voz local
que se usa principalmente por la gente rústica en algunos pueblos
del alto Aragón, en donde el lenguaje aragonés difiere del
castellano mucho más que el que comúnmente se habla en Aragón y se
define en este diccionario.
EXHIBITA.
a. Exhibición.
EXIGIDERO.
a. Exigible.
EXPORGA.
n. Expurgo.
EXPORGAR.
n. Expurgar. - n. Soltar los árboles y las vides parte de su fruto
naciente. (Esporgá es tallá rames, chupóns o pullissos;
esporgo, esporgues, esporgue, esporguem o esporgam, esporguéu o
esporgáu, esporguen)
EXTENUACIÓN.
n. Pena de muerte por hambre, sed y frío, que los Sres. feudales de
potestad absoluta podían imponer a sus vasallos de signo servicio.
EXTENUAR.
n. Imponer la pena de muerte por hambre, sed y frío.
EXTRACTA.
a. Traslado fiel de cualquiera escritura o instrumento público.
En septiembre de este 2013, pensando en la controversia sobre las raíces iberas del valenciano (escaramuza estival entre insólitos personajes, dentro de la Batalla de Valencia), fui a observar el nacimiento del Ebro. En Fontibre contemplé el pequeño estanque y manantial considerado, hasta hace poco, origen del río que da nombre a la península Ibérica. Al lugar acuden numerosos visitantes desconocedores de que nace 20 kilómetros arriba, en el Alto Campoo. Hacia allí, remontando el cauce del Híjar, llegué al verdadero punto cero. Fue en 1987 cuando unos científicos del Instituto Geológico y Minerocolorearon las aguas del Híjar y, como un Guadiana, observaron que resurgían en el manantial de Fontibre.
Hasta esa fecha, quien hubiera negado que el Ebro nace en Fontibre hubiera sido catalogado de ignorante o visionario. El interés en que el turismo siga dejando beneficios mantiene el equívoco. Aquel día, mientras Fontibre rebosaba de turismo patrio, en la magnífica fonda ‘La Casuca’, junto al Híjar, estábamos cuatro gatos. A Fontibre y Reinosa les interesa mantener la tradición por interés crematístico.
Extrapolando la cuestión, también a instituciones como la AVL les beneficia defender que el valenciano ‘nació’ con la llegada de las tropas de Jaime I a Valencia en 1238. Posiblemente, en toda Europa no hallaremos académicos tan bien remunerados y con una sola misión: propagar las teorías expansionistas del IEC de Barcelona. No obstante, con el truco del iberopuede que todo les sea más fácil.
¿Cuándo y dónde nace el idioma valenciano?. El debate se ha planteado tan pedestremente que provoca sonrojo. Los idiomas, exceptuando los surgidos modernamente por hibridación (o creados artificialmente, como el esperanto de Zamenhof en 1887; o el volapukde Schelyer, en 1880), tuvieron su nacimiento en la prehistoria, en sonidos simples y onomatopéyicos de colectivos cuya supervivencia dependía de la claridad gestual y fónica que comunicara peligro, negación o afirmación, placer o dolor.
No obstante, las mentes cartesianas que desean principio para todo consideran, por ejemplo, que el francés nace el 14 de febrero del 842, con la prosa de los Juramentos de Estrasburgo; o que el castellano comienza con la copia del cartulario de Valpuesta del siglo IX; pero los balbuceos de estos romances, con morfosintaxis y léxico singularizados del latín, se difuminan en la penumbra de antiguos sustratos.
cartulario de Valpuesta
Durante siglos, los idiomas pueden desarrollarse ágrafos o sin apenas testimonio escrito, como el vasco (alguna estela funeraria, Glosas de San Millán...); o carentes de anclaje oficial como el alemán, cuyas normas gramaticales y ortográficas aparecen estructuradas por primera vez en Die deutsche Rechtschreibung, de Konrad Duden (a.1880).
La especulación es inevitable en ensayos sobre la antigüedad de un idioma, sea el protofrancés o el protovalenciano. Nadie puede afirmar que los valencianos, muchos de ellos bilingües, del siglo II d.C. no se comunicaran en el idioma prerromano o ibero que influiría en el latín vulgar hablado en Valencia, actuando de germinador del romance que progresivamente adquiriría categoría de lengua culta. Hay que aclarar que llamamos valencianos a los habitantes de nuestro territorio de cualquier época, sin distinción de raza o religión; de igual modo que se considera, por ejemplo, andaluz a Séneca.
Los peones de la Batalla de Valencia que ridiculizan el origen o sustrato ibero del valenciano, aceptan idéntica teoría para el catalán; estableciendo que etnia ibérica = etnia catalana. La teoría racista-idiomática comenzó a gestarse por el 1890, en el círculo de filólogos del L'Avenç, semanario que defendía la pureza aria catalana, la de los “alemanes de la península”, sin conexión con la "raça fanàtica, enderrerida" de españoles (L'Avenç, abril 1893).
«Aquelles gents són els nostres avantpassats, aquella etnos ibèrica és la primera anella que la història ens deixa veure de la cadena de generacions que ha forjat l’ànima catalana» (Prat de la Riba: La nacionalitat catalana, 1907)
Expansionistas, pero no estúpidos, se percataron de las ventajas del binomio ibero catalán = Paísos Catalans. Ya no haría falta la rueda de molino de que el catalán, en 1238, llegó con el ejército de Jaume I cuando no existía ni Cataluña ni el catalán.
Mediante el truco del ibero, podrían referirse al protocatalán hablado en Valencia entre los siglos V a.C. al XII d. C., por ser el ibero-catalán quien habría culturizado el territorio desde Almería a Marsella. Si cuela, cuela.
Ignacio Sorolla Vidal, pupilo de Arturo Quintana Font
Cómo aniquilar el valenciano con el truco del ibero-catalán
Actualmente, el truco del íbero es herramienta de clónicos colaboracionistas como Rafael Carril Cháfer (Játiva, 1970), enseñante emperrado en liquidar lo que él llama “panvalencianismo”, sentimiento que no desea ampliar fronteras hacia Tortosa, Cartagena o Albacete, sino mantener sin histerismos ni melodramas la tradicional cultura y territorio del Reino de Valencia (denominación que no implica ser monárquico, de igual modo que los republicanos catalanes usan lo de Principado y, los americanos, títulos como el de Condado de Valencia en Nuevo México).
El mensaje del clónico Carril es publicitado por entidades como la ‘Fundació d'Estudis Històrics de Catalunya” (21/05/2011), dedicadas a reescribir la Historia rapiñando al vecino descuidado: Colón sería el catalán Colom; el Quijote, obra catalana; y los valencianos, indígenas de una colonia de Cataluña. El citado Carril —letrina de autoodio—, escribe panfletos contra el “monopoli de la ciutat de Valencia”, mientras ensalza a la magnánima Barcelona. Así, en ‘El substrat iber a la història de Catalunya’ insiste en las ventajas de la autodestrucción valenciana, proponiendo una nomenclatura ibérica para el Reino de Valencia:
«En la seva intervenció, el Rafel Carril (Xàtiva, 1970) va exposar la problemàtica política i social existent avui a València pel que fa a la relació amb Catalunya, problemàtica que va explicar fent referència a la història d'ençà els darrers tres segles. Com a causa de la divisió existent entre uns i altres, va assenyalar el monopoli polític de la ciutat de València en el conjunt del territori del país valencià i, alhora, va proposar per al país valencià una estructuració territorial en tres grans comarques d'inspiració ibera: Contestània, Edetània i Diània. Aquesta darrera, coneguda actualment com a ‘comarques centrals valencianes’, gaudeix d'una forta personalitat tant històrica com social» (Fundació d'Estudis Històrics de Catalunya, 21 / 05 / 2011)
Carmen Huertas y el truco del íbero, no venimos del latín (catalán)
La propuesta, basada en el truco del ibero, impulsa la eliminación o degradación a eufemismo del topónimo Valencia, el gentilicio ‘valenciano’ y la denominación de ‘valenciana’ para la lengua, sustituyéndola por cualquier otra: llengua del Alacantí, el Xativí, llengua de la Contestània, de la Edetània, etc. El penoso autoodio de Carril le impulsa a destruir la indefensa personalidad valenciana.
Lean y analicen el mensaje en catalán de este colaboracionista de Játiva, producto de años de inmersión:
«Aquesta és la meva proposta: el País Valencià l'entendrem com dividit en dos gran territoris, l'Edetània al nord del Xúquer i la Contestània al sud. De fet, hem d'assumir que ningú està lliure d'aquest (valencià) i com que el tenim instal·lat a casa nostra, a les nostres ments i els nostres cors, no el podem desterrar de la nit al matí. Però si intentarem que agafen difussió i li prenguen l'espai a les denominacions panvalencianistes a poc a poc. Així parlarem per exemple de Contestània, de terres contestanes, o de Contestà o Edetà per referir-nos a la llengua. També és important que utilitzem procediments coadjuvants com parlar de Alcoià, Alacantí, Xativí, Castellonenc, i totes les que se vos ocurrisquen per referir-nos a la llengua. Ens cal utilitzar les seues estratègies: dividir per vèncer. De manera que quan més dividim i relativitzem el terme Valencià, més fragmentarem el panvalencianisme. A part d'això cal buscar una estratègia per implantar i consolidar la Contestània i l'Edetània. L'Edetània s'hauria de dividir en Edetània Sud, amb capital simbòlica a Llíria (que coincidiria amb l'antiga Edetà) i que aniria des del Xúquer fins a l'actual província de Castellóaproximadament, i l'Edetània Nord que, tal vegada, podría tindre com a capital Castelló, la menys conflictiva de les capitals valencianes. Deixe oberta la possibilitat de buscar una altra divisió anomenant a l'actual província castellonense Ilercavònia Sud. Pel que fa a la Contestàniasi trobe una divisió ben clara. Entre el Xúquer i Xixonala Contestània Nord o Diàniaamb capital simbòlica a Xàtiva, Saitabi, i per davall de la línia Biar-Bussot, la Constestània Sud que possiblement podria tindre la capital simbòlica a Elx. De totes aquestes demarcacions, trobe que la més forta avui, és Diània, que coincidix amb el projecte de les Comarques Centrals» (Carril: Projecte Ibers)
Con apoyo institucional, desde Cataluña se refuerza y difunde el ‘Projecte Ibers’; pero, al contrario que en Valencia, allí no anhelan sustituir el topónimo Cataluña, sino más bien afianzarlo y ampliar su frontera hasta Orihuela:
«Per mitjà del projecte ‘Ibers. Fonament nacional de Catalunya’, la Fundació d’Estudis Històrics de Catalunya vol aprofundir en la línia d’investigació que permeti treure a la llum les connexions que relacionen ibers i catalans. L’objectiu últim d’aquest projecte és eminentment pràctic: descobrir les arrels històriques profundes que fonamenten la nació catalana» (Auladell, Jordi: Director del Projecte Ibers, 2013)
Los mismos eruditos y filólogos del truco del ibero —desquiciados de hambruna imperialista—, también pretenden aumentar sus glorias con fantasías como el Descubrimiento Catalán de América. No respetan la mínima norma del decoro intelectual:
«En definitiva, el projecte Descoberta Catalana d’Amèrica no té a veure amb la història d’Amèrica, sinó amb la història de Catalunya, amb el nostre deure d’establir amb veracitat i rigor els fets i els protagonistes de la nostra història i amb el nostre dret de conèixer i divulgar història pròpia; un dret que, sovint, ens ha estat negat.» (Descoberta Catalana d’Amèrica: Fundació d'Estudis Històrics de Catalunya, 2013)
Ayudandoal futuro ‘Imperi Català’, el iberista Vidal / como Ignacio Sorolla Vidal / también cuida la nomenclatura para que lo ‘valenciano’ sea eufemismo innombrable. Así, tratando de protolenguas de los siglos oscuros medievales, cita al “vasco, castellano, mozárabe levantino, aragonés, portugués, etc.” (Vidal, p.20).
En su ensayo, Vidal afana un tesoro de palabras valencianas de sustrato ibero que, según dice, «fueron integradas en el antiguo catalán”. La conclusión sería que “el íbero estuvo íntimamente emparentado con el vasco”, y gran parte del léxico que se pensaba de origen occitano o provenzal sería derivado del ibero-vasco.
Así, el “catalán hostia” (bofetada) no derivaría necesariamente del latín hostia (‘víctima’, de hostire, ‘golpear’), al estar emparentado con el vasco oste (trasero animal), ostiko (coz) y ostikarazi (pisotear); indicios que «pueden apuntar a un origen iberovasco del catalán hostia» (Vidal, p.171).
La argumentación de Vidal soslaya que el semantismo latino de víctima perduró siempre, también en español: “ser una hostia o víctima” (Horcajo, E.: El cristiano, 1883). Tampoco sustenta su propuesta de ‘hostia catalana = bofetada’ con un mínimo corpus documental. Además, el sust. fue frecuentísimo en el castellano medieval (p.ej.. en Berceo), y con las grafías ostia, hostia lo tenemos en valenciano: “Jesuchrist en la ostia sagrada... la hostia de pa alís” (Ferrer, Vicent, St.: Sermons, c. 1400).
En castellano, desde el Manierismo, abundaron metáforas y traslaciones semánticas con esta voz: ‘hostia de tabaco de mascar’, ‘hostia de amor’, ‘hostia de piedra’, etc. Tambíen en exclamaciones: ‘hostia, rehostia, recontrahostia’ (p.ej., en Pérez Galdós); pero el semantismo de hostia = bofetada, salvo que Vidal aporte documentación inédita, parece moderno; quizá del siglo XX, detalle que chocaría con la connotación ibero-catalana propuesta. En valenciano, lo más antiguo de hostia (golpe) que he encontrado es del 1919:
“¡ Che, che, tu, que m'has fet mal! .—Es un hostia cuartelera... me s´ha escapat; / yo també m´ha allastimat” (Tadeo, F.: ¡El chic soldat!, Valencia, 1919, p.8)
Expuesta la modernidad de la ‘hostia’ valenciana como bofetada, convendría que los catalanes apoyaran sus elucubraciones con base documental: ¿en qué manuscrito o impreso catalán, no valenciano, localiza el iberista la primera documentación del sustantivo como sinónimo de golpe?.
El Guadiana ibero del idioma valenciano
Los parámetros para que un sustrato ibero o de otra lengua pueda considerarse componente del origen de un idioma son relativos, como ocurre con el nacimiento de un río como el Ebro (¿Fontibre, Alto Campoo?), o del propio ser humano. Todo es cuestión de elasticidad semántica. Así, para la que fue ministra de España, Bibiana Aído: “un feto de trece semanas es un ser vivo, pero no podemos hablar de ser humano”. Si está vivo, ¿no será animal, vegetal o humano?.
Meditando las verdades de Bibiana, por las orillas del Híjar o neo-Ebro observo a una lagartija y a un sapo, ¿cómo llamarían los iberos a estos seres?. En valenciano moderno tenemos ‘sangrantana’ y ‘sapo’, palabras que según el paleohispanista Vidal serían del sustrato vasco-ibero integradas en el antiguo catalán: ¿antiguo catalán en territorio valenciano del s. VI a.C. al VI d. C.?. El disparate inspira compasión.
EL bagaje léxico prerromano abarcaría aspectos de flora, fauna, física, utensilios, fenómenos meteorológicos, etc. Según el autor, basándose en Ptolomeo, el ibero aún se hablaría en el siglo II d. de C. (p.18), y es de suponer que, en siglos posteriores, la latinización e incorporación morfoléxica de germanismos y algún bizantinismo, junto al propio uso de la lengua, lo habría enriquecido y transformado.
Iberos, muladíes y moriscos valencianos
¿Hubo exterminio físico y cultural de los iberos, o fueron tolerados como sucedió con otras etnias e idiomas del Imperio Romano?. Ni romanos ni visigodos habían llegado al territorio valenciano en suficiente número como para suplantar a la población autóctona ibera. Además, las politeistas legiones romanas no combatían las lenguas del vasto Imperio, donde se escuchaban las célticas y germánicas, el arameo, el griego, el púnico y, en Valencia, el ibero; que progresivamente iría disolviéndose en el romance medieval.
La pervivencia de idiomas autóctonos estaba asegurada por condicionantes que hoy consideraríamos negativos: aislamiento geográfico y ausencia de escolarización para la inmensa mayoría de súbditos del Imperio. Cuando llega la invasión árabe, en el 711, el latín vulgar o romance habría asimilado en su morfosintaxis parte del léxico ibero valenciano. Los hijos aprendían el idioma que hablaban sus padres, no el de la inexistente escuela rural. El mecanismo de aprendizaje casero se mantuvo incluso en el siglo XVI, cuando el bilingüismo de los valencianos islamizados o moriscos les permitía enseñar la lengua a sus descendientes:
«que los pares y mares treballen a sos fills quant serán de poca edat de parlarlos en llengua valenciana: per q. quant sien grans puguen dexar la algaravía més fácilment» (Instructions... perals novament convertits en lo regne de Valencia, imp. Ioan Mey, any 1566).
Nunca hubo una expulsión ibera de nuestro territorio. Lógicamente, por el año 800 la mayoría de valencianos tenía raíces iberas; aunque, por supuesto, lo ignoraran. Cristianizados muchos de sus antepasados arrianos en tiempos del obispo Eutropio de Valencia (por el año 600), con la ocupación árabe adoptaron el islam por acomodación social y las ventajas que ofrecía el mimetismo religioso hacia la clase dominante.
Tampoco el cambio onomástico era obstáculo para un muladí o cristiano que aceptara el islamismo (aunque podía seguir hablando valenciano y ser bilingüe). En la sociedad musulmana, los que no pertenecían genéticamente a las clases o tribus podían incorporarse de forma ficticia a ellos y utilizar su nisba, indicadora de ciudad de origen, familia, tribu, etc. Esto quiere decir que un valenciano descendiente de iberos latinizados de Gavarda podía convertirse en Al Fayyar ‘el Yemení’, aunque sus antepasados no procedieran del Yemen.
La persistencia de derivados del léxico ibero sería inevitable entre mozárabes y muladíes valencianos; de igual modo que perduró tenazmente entre ellos cierto hábito contrario a la sura de Al Maidah sobre el alcohol. La tibieza y superficialidad de sus creencias musulmanas la intuimos por detalles como el arraigo de la embriaguez. Así, entre las instrucciones referentes a los moriscos (muchos de ellos con diminutivo típico del idioma: Mahomico, Borrachet, Maymonet, Maymoneta...), hallamos que:
“lo morisco que acostumara de embriagarse nol confessen aprés / como en francés (después castellano y chapurriau) / de haver begut” (Instructions... perals novament convertits en lo regne de Valencia, imp. Ioan Mey, any 1566).
El cambio de una religión a otra no era problema para los valencianos medievales, que mayoritariamente descendían de iberos y, en menor proporción, de romanos y visigodos.
Paradigma de estos cambios son dos monarcas islámicos valencianos. El famoso Rey Lobo de Valencia Zayyan Ibn Mardanix, nacido en Peñíscola en 1124, era muladí de familia iberorromana convertida al islam. Su apellido Mardanix no era de etimología árabe, sino de Mardonius, según recoge Labarta(Onomástica, p.114). Caso opuesto es el de Abú Zayd, último rey musulmán de Valencia, convertido al cristianismo y bautizado como Vicent Belvis. Sus descendientes se integraron entre la nobleza cristiana del Reino (p. ej., una hija de Abú Zayd o Vicent Belvis se casó con el noble Blasco Pérez de Tarazona).
Por la documentación conservada, la valenciana parece que era la lengua habitual de los moriscos: «en dicho Reyno de Valencia, la mayor parte de los moros y casi todas las moras no saben hablar aljamiado» (Bernard V.: Bib. Est. Moriscos, informe del año 1528, 105).
Tampoco es aventurado sospechar la superficialidad de creencias de los cristianos nuevos. Aunque muchos se integraran totalmente,
hay desconcertantes muestras de irreverencia hacia el catolicismo por parte de los nuevos convertidos que, tras el bautismo y conversión forzosa (especialmente en el s.XVI), cambiaron sus nombres árabes por los del santoral cristiano. Así, los inquisidores observaron la treta anti-hagiográfica de escoger nombres que no eran de santos honrados por la Iglesia. El Sínodo de Guadix (a. 1554), y el alegato del obispo Lamadrid (a. 1584) denunciaban esta práctica sorprendente de bautizar a los hijos.
Tras la expulsión de los moriscos en 1609, muchos quedaron en sus huertas como ‘cristianos nuevos’, pero el grado de adaptación al catolicismo puede que no fuera muy ortodoxo, como refleja la costumbre observada por el notario Ros en el 1700 sobre la paródica nomenclatura usada por los labradores que, sin temor a la Inquisición, llamaban ‘Juan’ a Cristo, ‘Juana Vicenta’ a la Virgen y ‘Nicolás’ a San Pedro:
Llamar ‘Juana Vicenta’ a la Virgen era burlar su divinidad y tratarla de humana. Hay otro indicio que retrotrae a los bautismos forzosos, cuando algunas moriscas adoptaban el nombre y apellido del marido; así, del morisco Joan Vacem se bautiza a su mujer como Joana Vacema. De igual modo, de ‘Juan’ (Cristo), los labradores valencianos llamaban ‘Juana” a la Virgen. Posiblemente, en el 1700, nadie era consciente de la sutil irreverencia y su origen, de igual modo que ignoraban las voces de raíz ibérica que usaban en valenciano.
Eutropio de Valencia, entre iberos y visigodos valencianos del año 600
Un ibero-valenciano del s.II que naciera, por ejemplo, cerca de Bugarra o Moixent apenas conocería más lugares a lo largo de su vida y, posiblemente, su lengua ibera sería casi ininteligible a otro ibero de Almería o Tarragona. La ruralización de la sociedad, los peligros de viajar por un territorio sin protección y las escasas y deterioradas calzadas imperiales — especialmente a partir del siglo V—, impedían el desplazamiento en gran parte de su recorrido; factores que provocarían la partición dialectal de la lengua derivada de la ibera, pero no su desaparición. Desgraciadamente, la Alta Edad Media es período de sombra documental, con apenas datos orientativos sobre la transformación y fusión del ibero en el protovalenciano.
Por sistema, los lingüísticos vascos y catalanes / o aragoneses catalanistas / manipulan cualquier testimonio que indique enlace de continuidad entre ibero y mozárabe; conexión que constituiría parentesco (padre > hijo: sustrato ibero + latinización > mozárabe valenciano). Ejemplo de ello sería el conocido testimonio dejado por Eutropio de Valencia hacia el año 600, bajo el poder visigodo. No obstante, los estudiosos vascos aseguran que el manuscrito De similitudine carnis peccati, con su disputadísimo comentario alusivo a la lengua autóctona no latina , se refería a la vasca. Esta, simplificada, sería su traducción:
«con estos barbaros nuestros, tanto de alma como de lengua... actuabas de un modo especial, pues con buenas palabras y razonando con cada uno en su propia lengua, les infundías el conocimiento de nuestro Dios, y en lengua barbara les exponías la doctrina pudiendo decir con el apóstol: ved como os hablo en vuestra lengua» (Bib. Nac. de París, lat. 13.344, De similitudine carnis peccati).
Del pasaje, usando el eufemismo ‘Levante’ para no citar al territorio valenciano, comentaba Abengochea:
«De la importancia del pasaje se percató García Bellido, suscitando dos cuestiones: la localización geográfica de este adoctrinamiento y la paternidad de la obra. Respecto a este último aspecto pensó que se trataba del obispo de Valencia del s. VI Eutropio, lo que llevaba a situar el adoctrinamiento en el área geográfica del Levante español. Mariner siguiendo a Madoz considera que no se trata del obispo de Valencia sino del presbítero Eutropio de finales del s. IV y comienzos del V... ; en definitiva, se considera como muy probable que los trabajadores en cuestión fueran vascones» (Abengochea: Sobre la cristianización de los vascones)
Por su parte, los catalanes atribuyen la misma obra al obispo Paciano de Barcelona (+ c. 380), aunque esta paternidad fue totalmente descartada. Pese a ello, los iberistas de Cataluña se apropiaron de la frase para proclamar que su idioma procedía del ibero, sin supeditación al latín, al desarrollarse ambos en paralelo desde otra protolengua común; por tanto, «Cataluña era la madre de la cultura europea». Así lo exponía el iberista Alexandre Deulofeu (Girona, 1903), tratando del citado manuscrito:
«El mismo San Paciano es más explícito en su De similitude carnis peccati cuando dice: ‘Eso hacías para todos comunalmente. Y para aquellos étnicos y para estos estimados bárbaros, bárbaros tanto de alma como de lengua... con amorosa conversación y a cada uno hablando su lengua... y en su lengua bárbara afirmaba la hebraica evangélica doctrina y podía decir bellamente como el apóstol: Ved cómo hablo la lengua de cada uno de vosotros”.
El iberista Deulofeu, gratuitamente, afirmaba que la conversación se desarrolló entre Paciano de Barcelona y una dama catalana:
«y estas palabras las dedica a una dama de Cataluña. Es, pues, indiscutible que en España se hablaban otras lenguas que el latín, y, si se hablaban otras lenguas que el latín, ¿cuáles podían ser estas sino las lenguas autóctonas que no dejó de hablar el pueblo?.
Si el latín no consiguió hacer desaparecer los idiomas ibéricos, menos lo consiguieron los nuevos invasores godos, árabes y francos, y, por tanto, las lenguas ibéricas que aparecen en los siglos X y XI no pueden ser otras que las lenguas hispánicas.
Nada más un cambio importante tiene lugar: el alfabeto. Al renacer los pueblos hispánicos, estos sustituyen los signos ibéricos por las letras del alfabeto latino, idénticamente a como posteriormente los daneses sustituyeron su escritura rúnica por la latina. El argumento más importante que se ha dado para atribuir al latín la paternidad de todas las lengua ‘neolatinas’ ha sido el hecho que estas lenguas son de raíz latina, pero esta no es una razón convincente, pues lo que seguramente pasaba es que las diferentes lenguas de los pueblos mediterráneos tenían parecido entre ellas, probablemente por el hecho de que procedían de una diversificación muy anterior. Llegamos a la conclusión de que en España el latín no ejerció más que un dominio oficial, mientras se mantenían vivas las lenguas vernáculas» (Deulofeu, A.: El problema lingüístic. Catalunya mare de la cultura europea, Figueres, 1976).
«un tratado De similitudine carnis peccati, atribuido a San Paciano, obispo barcinonense del siglo IV, o a Eutropio, que lo fue de Valencia en el VI, se alaba la caridad de una dama que hablaba en lengua vernácula a desvalidos paganos que no sabían latín".
Tal como sugiere el texto, la catequesis en lengua autóctona era bien vista en una comunidad estructurada, donde el obispo ejercía de autoridad eclesiástica y, también, política; factores que retratan la actividad del prelado Eutropio de Valencia, a quien se le atribuye la redacción del importante discurso del monarca Recaredo en el III Concilio de Toledo (a. 589). Según Llin Cháfer:
«Eutropio era abad del monasterio servitano desde el año 584. Había sido discípulo de San Donato, que había fundado en tierras valencianas este cenobio a mediados del s. VI. Como escritor ha dejado varios tratados entre los que destaca: ‘De octo vitiis’.
Trabajó por la pureza de la doctrina católica, confortó y animé a los cristianos a que permaneciesen fieles a la fe..., colaboró en la organización del III Concilio de Toledo. De regreso a Valencia, Eutropio continuó trabajando por el restablecimiento de la fe católica»
La actividad de Eutropio está documentada en De viris illustribus de su coetáneo Isidoro de Sevilla, nacido en el 556 cerca del territorio valenciano, en Cartagena, hijo de ibero-romano y visigoda. También es recordado por el culto clérigo Iohannes Biclarensis, nacido en el 540. Los escritos de Eutropio sobre evangelización y catequesis (p. ej., el relativo a ritos bautismales) se copiaban en los monasterios europeos, como atestigua el catálogo del s. XII de Cluny.
Eutropio fue obispo de Valencia (no de Barcelona ni Pamplona) y, en ‘ De similitudine carnis peccati’, recuerda el deseo de una feligresa que intentaba evangelizar a “los paganos nuestros” en su idioma nativo, aunque no aclara si eran labradores de Llíria, pescadores de la Albufera o pastores de las montañas de Alcoy. Precisamente fue la evangelización una de las prioridades de Eutropio; labor que se realizaría en lengua comprensible o autóctona. La tradición de esta práctica la mantenía siglos después Sent Vicent Ferrer (c.1400), dominico que usaba ligeros cambios en su románica para ser entendido por languedocianos, franceses, aragoneses, navarros, catalanes, castellanos, etc.
¿Fue en tiempos de Eutropio cuando se inició la catequización en el protovalenciano hablado por “los paganos nuestros’?. Lo cierto es que el adoctrinamiento en valenciano fue realidad desde Orihuela a Tortosa y por la franja de la ruta valenciana a la universitaria Lleida, con testimonios documentales de la Cancillería Real, donde se especificaba que los predicadores usaban lengua o idioma valenciano (ver Historias del idioma valenciano, 2003). La memoria del obispo ibero-visigodo nunca desapareció. En 1610, el cronista del Reino destacaba la personalidad de Eutropio y la de “los moçarabes de Valencia” (Escolano: Décadas, 1610).
Respecto a la relación entre Eutropio y la dama que adoctrinaba a los descendientes de iberos (¿creyentes del cristianismo arriano o de un culto residual pagano?), encaja en una sociedad donde la mujer participaba de forma activa. Ejemplo de ello es la aventura protagonizada por la famosa Etheria, monja española de familia noble que en el año 381 se lanzó a recorrer Palestina, Mesopotamia y Egipto, dejando constancia de su experiencia en un manuscrito de 37 folios que, tal como sucedió con ‘ De similitudine carnis peccati’ de Eutropio, hubo intentos de apropiación foránea (los franceses lo atribuían a Silvina de Aquitania). También en el caso de Etheria se dio la conexión entre ella y los obispos, que le ofrecieron apoyo y protección a lo largo del viaje.
En fin, la existencia de Eutropio de Valencia fue real, y aun suponiendo que no fuera autor del disputado manuscrito, tampoco importaría para la cuestión: si autores como Ptolomeo sugieren que el íbero aún se hablaba en el siglo II d. C. en territorio valenciano, ¿por qué iba a desaparecer totalmente en tiempos de Eutropio? ¿No perduraría, por lo menos, parte del léxico bajo el vestido del alfabeto latino e integrado en la nueva sintaxis?. No deja de sorprender la impermeabilidad hacia la declinación desinencial latina por parte de las incipientes estructuras gramaticalesdonde,porejemplo,las preposicionesadquirieronunvalor fundamental.
El truco del ibero: sí, al ibero-catalán; no, al ibero-valenciano
El planteamiento es sencillo: el pueblo ibero habría tenido en Cataluña su núcleo matriz, de donde irradiaría idioma y cultura hacia Almería por el Sur y, por el Norte, hasta Marsella (Vidal, p.17). En el libro hay un significativo capítulo dedicado a “El Lenguadoc iberizado” (p.634), fundamentado en algo de epigrafía, cuatro apuntes de antroponimia, vagas citas sobre ligures e iberos y, sobre todo, mucha especulación nacionalista.
La teoría vasco-ibera viene de lejos. En 1934, Pío Beltrán daba a conocer la inscripción ibérica en supuesta lengua vascuence (¿gudua deitzdea, ‘llamada de guerra’?), en un vaso de Liria. La interpretación, como era de esperar, no fue bien aceptada por los estudiosos vascos coetáneos. Los paleolingüistas hablan de un protocatalán de raíz y léxico vasco-ibero que singularizaría el latín en los siglos oscuros en Cataluña, del IV al XI (tan oscuros que ni existía una aldea con ese topónimo); pero idéntico planteamiento, curiosamente, no lo admiten para el territorio más iberizado de Europa: el Reino de Valencia.
Generalmente, para localizar el núcleo de florecimiento de una civilización se valoran los restos culturales hallados en su área geográfica y —para infortunio de catalanes—, la sofisticación ibérica se localiza en el Reino de Valencia: la Dama de Elche, Vasos de Liria, Plomos de Alcoy, etc. No obstante, Vidal no considera importante este hecho, aunque él mismo no halla elemento más significativo que la imagen del lobo ibérico de la valenciana Alcudia para ilustrar la portada de su libro.
Otro catalán, el lingüista Mariner (Tarragona, 1924), usando los eufemismos “lengua levantina” en lugar de valenciana, y ‘Levante’ por Valencia, decía:
«La gran importancia atribuida por Badía a los substratos prelatinos en el dominio actual de nuestra lengua levantina no estriba fundamentalmente en el citado aspecto diastrático, sino en los otros dos; concretamente, en su más reciente versión, en un cruce de ambos: renunciando ya a la hipótesis de que el latín se hubiera superpuesto en nuestras tierras a paleohispánicas distintas -el ibérico y una(s) lengua(s) indoeuropea(s)-, y admitiendo que la única de ellas en contacto con la de Roma fue en el Levante hispánico precisamente el ibérico, propone reconocer que el arraigo de éste fue mayor en la parte que, con la fragmentación románica, iba a dar lugar a las variedades occidentales de nuestra lengua, mientras que las orientales se habrían originado en territorio menos profundamente iberizado, por la presencia en él del substrato indoeuropeo al que el ibérico se había superpuesto a su vez (...) acerca de que el ibérico se documenta todavía como lengua para todo uso a más de un siglo del comienzo de la romanización incluso en la parte de Levante donde la opinión del doctor Badía es de que fue prácticamente más intensa... a la actual área catalana centro-oriental corresponden los testimonios de contacto en el plano de bilingüismo efectivo» (Mariner Bigorra: Latín y paleohispánicas, Univ. País Vasco, 1987)
Si es admisible la existencia de un protocatalán con léxico ibero en su formación: ¿por qué no aceptar similar proceso en la gestación del protovalenciano?. Hay más cuestiones: ¿cuándo se dejó de usar el ibero más o menos latinizado?, ¿fue por el año 600, en tiempos de Eutropio de Valencia?.
Los catalanes, sin complejos, plantean el tema:
«catalán, lengua romance de origen latino, se observan numerosos germanismos, arabismos y sobre todo préstamos de substrato, el ibero (...) La introducción de palabras íberas en el protocatalán debió ser provocada por iberoparlantes bilingües, y al no constar a ciencia cierta ni cuándo se dejó de hablar el íbero... palabras iberas en el catalán... la supervivencia ... convergencia lingüistica entre catalán y el occitano... la segunda romanización del proto-catalán fue la conquista musulmana» (Vidal, 16, 29).
El ensayo de Joan C. Vidal se inicia con el epígrafe ‘Vocabulario íbero en el catalán’ y, cual desinhibido cleptómano léxico, el primer sustantivo que analiza es el valenciano ‘tos’ (cast. nuca, cat. clatell). De este modo, el ensayista exhibe una larga serie de vocablos enlazados con más o menos fortuna argumental a la raíz vasco-ibera; pero, repetimos, se apropia de léxico valenciano y de voces compartidas con otras románicas, documentadas por primera vez en valenciano.
Diserta Vidal sobre el sustrato ibérico, pero ignora los cognados valencianos (voces del mismo origen etimológico, con distinta evolución fonética y morfológica) o los altera morfológicamente; mostrando tendenciosidad al denominar ‘Levante’ y ‘país valenciano’ al Reino de Valencia, mientras que usa Principado y Cataluña para su territorio.
El valenciano demuestra por medio de cognados de étimos iberos, latinos y árabes su singularidad. Así, del proto-indoeuropeo *ster derivaron el español y catalán estrella (que hoy repudian y sustituyen por estel, del latín stella) , inglés star, alemán stern, francés étoile, holandés ster, italiano stella, sánscrito str, galés seren, rumano stea, islandés stjarna, griego aster, persa setare, kurdo estêrey valenciano estrela:
El ibero en el idioma valenciano de Bernat y Baldoví
¿Cómo? ¿Los sainetistas usaban voces valencianas de étimo ibero?. Según el iberista Vidal y el etimólogo Corominas, parece que sí. Por ejemplo, el comerciante de arroz Mariano Serrano Biguer, nacido en 1870 en Sueca(la antigua Sicanade los iberos), se dedicaba en sus ratos libres a escribir sainetes en valenciano. En uno de ellos leemos:
El ‘senill’ es planta herbácea de la familia Phragmites que crece junto al río ibero Sicano (Júcar) y la Albufera. El sainetista Serrano Biguer no usó el sinónimo castellano ‘carrizo’, sino el valenciano ‘senill’ y su derivado ‘senillar’ que había escuchado desde niño a sus padres y abuelos. Tiempo atrás, en el Siglo de las Luces, el científico Cavanilles (Obs. 1797) anotaba la variedad de “canyamel senill” como voz botánica valenciana, equivalente al cast. cañamiel de Ravena.
El sainetista Serrano no era consciente de que “senill” era parte del léxico ibero o protovalenciano hablado en tiempos de Eutropio de Valencia (a. 600), o en la antigua Sicana o Cicana, que permaneció vivo entre mozárabes, muladís y demás veletas valencianos que cambiaban arbitrariamente de religión y se mezclaban con otras etnias.
Como vemos, la conexión entre prerromano-ibero, mozárabe y léxico ibero en el valenciano de Bernat y Baldoví es una realidad. El iberismo de ‘senill’ no es elucubración de ningún blavero, sino del etimólogo catalán Corominas:
“senill: nombre de una variedad de carrizo y de otros vegetales de sitios húmedos, de origen incierto, puede ser prerromano ibérico” (DECLLC, VII, p.793)
El interesante sustantivo también lo hallamos en el sainetista por excelencia Bernat y Baldoví, nacido en la ibera Sueca (aquella “ciudad Sicana, así llamada por los iberos”, Rufo Festo Avieno: Oda marítima, c. 350 d.C., v. 475). De agudo ingenio, Baldoví dirigió la revista satírica ‘La Donsayna’ y fue su principal redactor:
“entre rames y senills va tant trochera y esquiva”
(La Donsayna, 1845, p. 156)
Castellanos y catalanes conocerían la voz por los habituales intercambios ya citados; p. ej., en las campañas militares de tropas de otros reinos que pasaran por Sueca, al llegar el invierno oirían que los antepasados de Serrano Biguer recogían ‘senill dels senillars’ para combatir el frío. También los científicos conocieron la palabra gracias a Cavanilles y, especialmente, a las divulgadas novelas de Blasco Ibáñez, que solía dar realismo a sus relatos con la inclusión de léxico valenciano:
“entre los senills, las cañas se confundían” (Blasco Ibáñez: Cañas y barro, 1902).
Por cierto, en la frase de Baldoví “va tant trochera y esquiva”, hallamos otro adjetivo prerromano, ‘trochera’. De étimo ibero o celtibero, Corominas quiso ignorar la documentación valenciana al afirmar:
“trocha ha de ser castellanismo en valenciano, donde se emplea en algunas comarcas, y lo he oído en Castelló de Rugat como término de cazadores” (DCECH, V, p.652).
Lamentablemente, Corominas padeció ceguera respecto a esta familia léxica valenciana:
“encara que en Senta Creu estiguen domiciliats, nunca ixen de la Parroquia, sino quant van a trochar” (Orti Mayor: Relació dels bultos, jagants y nanos, 1743)
arca –de origen desconocido, el iberista Vidal relaciona el valenciano ‘arca’ (lucha con piedras entre niños), con el vasco harrica (harries piedra). Corominas señala al marroquí harca, ‘milicia de moros’; y el valenciano Colomina sugiere que sería grito de guerra bereber. Todo son enigmas respecto a ‘arca’, sin h- en valenciano, por lo que bien puede ser vocablo del protovalenciano de tiempos de Eutropio. En el sainetista Eduart Escalante hallamos la voz:
argamasa –de origen prerromano, según Vidal sería un híbrido del ibero *arga y latínmassa;aventurandoqueel castellanoargamasasedeberíaentonces
aceptar como catalanismo”(p.106); mas la documentaciónlorelacionaconel
mozárabeoromancevalenciano “argamassa” (Vocabulista in Arabico, s. XIII), encontrándose en más manuscritos del mismo siglo:
“d alna de Valencia... e XIII alnes d ample... de bona pedra manposta (sic) ab
argamassa” (Doc. de Morella , en CICA, XIII de deembre MCCXCVI)
“mestres piquers de Valencia... del partidor de Petrésa l assut d Algar... com
l’obra d argamassa”(ACA, Cartes Reals, Jaume II, nº 777, s.XIII)
Pero ‘argamassa’ también era castellano del manuscrito de San Román de Entrepeñas de Palencia (año 1190), y las castellanas ‘Historias Troyanas’ (c.1270), lo que señalaría raíz celtíbera. La ‘ss’ sorda, presente en antiguo castellano y valenciano:
“la argamassa” (APH. Sta. María d´Elig, Sig. 168, testament Ferrant Gonsales, c.1380, f.64), tendía a la simplificación y unificación morfológica (ss > s) desde la Edad Media:
“en trencar lo cup del dit molí qui es de pedra e de argamasa” (DCVB, entrada ‘cup’; texto valenciano del año 1412) archilaga - después del año 711, el protovalenciano de mozárabes y muladíes no guardaría su pureza (si alguna vez la tuvo), sino que generaría derivados como el valenciano moderno ‘archilaga’, que encontramos en el culto Marco Antonio Ortí Ballester, nacido en Nules (a.1593) y que fue Secretario de los Estamentos del Reino de Valencia:
“de archilaguesy barcers” (Ortí, M. A.: Sol de academias, Valencia, 1659)
Corominas afirma que era mozarabismo de origen desconocido (¿ibero *aielaga?) y que “parecía ser resultado de la arabización de un vocablo ibero o prerromano” (DECLLC, I, 377).
Los eruditos valencianos, desechando arcaísmos, recogieron la morfología moderna, hoy perseguida por el catalanismo:
ginestrera, chinéstre, chinestra, chinastra, ginestra, ginesta – vore archilaga – ginestá : terreno aon se críe la ginesta, toponímia, poble (de Tarragona)
//
bardoll – otra voz valenciana que Vidal introduce en el saco catalán de derivados del ibero (p.124). Significa vago, ladrón, desaliñado, descuidado, conjunto de cosas desordenados, etc. También lo hallamos en la literatura de cordel valenciana:
besneula -–planta de hojas blanquecinas. De dudoso étimo, ¿latín vulgar bislingua o *bisligula?. Según Vidal, emparentada con el protovasco *bini (lengua). En cast. es bizniega, viniebla o lengua de perro / https://es.wikipedia.org/wiki/Cynoglossum_officinale /. En val. aparece ‘ besneula’ por primera vez en Palmireno (Voc., Valencia, a.1569), pasando posteriormente a Cataluña, donde desplazaría al cat. maneula. En valenciano tiene uso traslaticio:
“li cau la besneula de tant de...” (El Tio Cuc, nº 88, Alacant, 1916)
cachamona – de étimo desconocido, es sinónimo del cast. cachete. No deriva del latín capŭlus (puño) , ni de la forzada connotación con el vasco * e-ra-atziki-i > atxiki (pegar, coger...):
“cachamona. Golpe dado en la cabeza con las dos manos cruzadas” (Salvá: Gramática castellana, apéndice de voces valencianas, 1838)
También designaba un juego infantil:
“açó va mal / cachamones, prim o gros” (Ros: Romanç dels jochs, Valencia, c. 1730)
cachap – mozarabismo valenciano, equivale a los catalanes llorigó y farnaca. Para Corominas es «indudablemente prerromano» y su extensión se corresponde al área mozárabe (valcachap., cast. gazapo, port. caçapo ). La voz no pasó desapercibida a los eruditos:
“cachap: gazapo” (Mayans y Siscar: Voc. valenciá, 1787)
Por su connotación paródica, la vemos en motes de personajes populares:
“Raonament entre... llaurador de Alfafar y Serafino Cachap, Valencia, 1820)
“al so Chulla, al Cachap, al Motiló” (BNM, ms. 14447, Badía y Adell: La matiná de Sen Roc, 1864, f. 23)
El derivado ‘cachapera’ (madriguera de conejos) amplió su semantismo a casa o barraca oscura y estrecha, cajones donde se encerraban a las palomas, etc.:
“viu entrar dins de aquella cachapera un home tan estirat, que pareixía un furguet” (Segona part ahon se referix el modo com perden lo temps homens y dones..., Valencia, 1784)
El iberista Vidal destaca su “origen desconocido” y su relación con la raíz *kach. De la lengua vecina dice: «en cuanto en castellano se ha desarrollado agazapado con el sentido de estar bien agachado, normalmente para ocultarse» (Vidal, p.40). Incomprensiblemente no enriquece su tesis con los acachar, acacharse, acachat, etc.; que serían cultismos etimológicos descendientes del protovalenciano:
“el poble paga acachat” (Peris Celda: Arrós en fesols y naps, Valencia, 1921, p.7)
calap –el iberista Vidal recoge el valenciano «calap, tipo de caracol» de Pego y su comarca: «se puede asumir con bastante seguridad de que se trata de una supervivencia ibera en el mozárabe local» (Vidal, p.289).
El DCVB de Alcover da el sust. valenciano “calap, caragol paregut al moro”. Curiosamente, Calap también sería apellido ibero-valenciano, sólo conservado en el Reino.
caparra–mozarabismovalencianode origen prerromano, equivale al cast. garrapata y cat. paparra, pitarra. Según Corominas: “caparra... parece provenir de un antiguo vocablo prerromano, idéntico al vasco kaspar(ra)” (DECLLC, VI, p.249):
El sufijo despectivo – arra también lo lleva el cast. ‘pitarra’, vino de poca calidad. En el País Vasco, ‘pitarra’ es la sidra casera y aguada. Hoy se le ha añadido otra dental sorda a la voz, ‘pittarra’, para maquillarla y singularizarla de sus homógrafas románicas. Curiosamente, el sufijo iberovasco – arra (que quizá no lo es en caparra), lo usamos en valenciano para la ‘vinarra’, vino barato y peleón:
“pero guardat d´un carchot / qu´et fasa anar de gaydó” / de gairó, com de costat / (El Mole, Valencia, 1840, p.30)
carchotar –derivado de carchot, es alterado morfológicamente por Vidal (escribe carxotar) y lo relaciona con el vasco hazt (dedo), pero el nudo morfosemántico es patético. Tampoco aporta testimonios catalanes que refrenden el uso de estos vocablos; lo contrario que en valenciano:
“si carchotem a tots” (El Mole, Valencia, 1840, p. 73)
En la irónica prosa del hermano de Azorín observamos el posverbal ‘carchotá’, con la ‘ch’ y el arraigado apócope tan perseguido por el catalanismo:
“de una carchotá” (Martínez Ruiz: Canyisaes, Monóver, 1909, p. 104)
cascar –del dudoso étimo latino *quasĭcare, Vidal valora su transmisión mozárabe y señala probable raíz del “antiguo ibero” (p.104). Es verbo clásico valenciano:
«li casquen lem e lescut» (Conesa, J.: Hist. Troyanes, a. 1374)
cosquerelles — como tantas voces valencianas de origen prerromano, se considera de “creación expresiva” ¿Y qué significa eso?. Pues que su gestación, posiblemente, se remontaría a los tiempos de Eutropio de Valencia. Corominas recuerda que “la forma valenciana conocida es cosquerelles” (DCECH, II, p.222); pero Vidal es más concreto:
“cosquerelles: valenciano... substrato mozárabe de la zona, que a su vez provendría de la variante íbera local” (Vidal, p. 61)
Equivalente al cat. pessigolles y cast. cosquillas, la voz valenciana sería otra
singularidad derivada del ibero-protovalenciano:
“cosquerelles, serengues y memeus” (Coloqui... de una que li díen Crisóstoma. En Cartagena, c.1770)
“que tinch por a les granotes, perque cosquerelles fan” (Rahonament... el consell que tingueren el Tio Cosme Nespla de Benifaraig, 1797)
chapa –de étimo desconocido, posible derivado del radical prerromano *klapp, que en valenciano señalaría a un cognado de sustrato ibero. En paremiología se asociaba a un tiempo ancestral, ya entre los clásicos :
“capes del temps de chapes” (Roig, Jaume: Espill, 1460)
“poms del temps de les chapes” (Gaçull, J: La Brama, Valencia, 1497)
Lamorfologíaconch-seconservó incólumehastasuprohibiciónporel catalanismo, que impone el catalán xapa‘’.
El latinistaPou, profesor en la Univ. de Valencia, recogió el sust. prerromano:
“chapa” (Pou: Thesaurus, Valencia, 1575)
Actualmente, si un funcionario valenciano escribe ‘chapa, chapes’ con la ‘ch’ clásica, se expone a un expediente; y si es estudiante, al suspenso. Pero en valenciano lleva ‘ch’: / y en CHapurriau, tamé /
chic - de étimo desconocido y relacionado indirectamente con el latín ciccum (membrana que separa los granos de la granada), Corominas es contundente
respecto a su mozarabismo: “que el vocablo existió en mozárabe se ha de admitir de todas maneras” (DECLLC,IX, p.535). Al encontrarse variables en otros idiomas: vasco chiqui (modernamente escrito txiqui), cast. chico, occitano de Burdeos ‘chic’ y algunos cognados del Sur italiano, Vidal razona:
«de origen oscuro, si bien se le ha relacionada indirectamente con el latín ciccum... hay cognados presentes en mozárabe... gascón y narbonéschic...
algunas de las variantes italianas se podrían explicar como préstamos en las lenguas del substrato, ya que los autores clásicos mencionan la presencia de íberos provenientes de la huerta valenciana en Sicilia» (p.358)
Lo sorprendente es que Vidal (enemigo de citar ‘valenciano’) sugiera que los cognados italianos de ‘chic’ pudieran tener origen en la emigración a Sicilia y Calabria de valencianos iberos. Este hecho ha sido debatido desde hace siglos por historiadores y eruditos de todas las épocas (Diodoro de Sicilia, Filisto, Strabón, Eforo, Bardetti, el francés Bochart, Ecateo, Tucídices...). Hay cognados italianos que apoyarían la llegada de iberos valencianos a Calabria y Sicilia; p.ej., nuestro ‘samaruc’ pudo generar los dialectales samarugole y siammaruca; o incluso el sardo de Cerdeña paloppo (de ‘palop’, uva valenciana). Lo cierto es que ‘chic’ y sus derivados con ch- son patrimonio del idioma valenciano, sea clásico o popular:
“grans o chichs... lo fadrí chic... un forat chich...” (Ferrer, St.Vicent: Sermons, c. 1400)
“¡Te pegaría una bascollá! Deixa al chic” (Llibret Foguera Ajuntament, Alacant, 1952)
chopar, choparse —mojarse, empaparse de agua. Aunque Corominas sugiere la derivación del latín *ex-suppare, el iberista Vidal habla de formación onomatopéyica y lo incluye entre los vocablos de origen vasco-ibero: :
“chopar: empapar” (Mayans: Voc. val., 1787)
“ben chopat en la esquena” (Casajuana: La oroneta, Valencia, 1914)
chorrar —el valenciano ‘chorrar’, con ch-, tendría la misma raíz ibera *chor que los occitanos “chorrear, charrotar’ y cast. ‘chorrear’. Vidal se apropia del verbo y falsea su morfología (escribe ‘xorrar’), pero:
“chorra lo sucre” (Beltrán, Jaume: Obres contemplatives,Valencia, 1515)
“la sanch estava chorrant” (BRAH, Ms. Porcar, J.: Dietari, 1615, f. 231)
Ante la riqueza de documentación en valenciano (chorrar, chorro, chorret, chorritó, chorritaeta , etc.), Corominas intenta disimular su contrariedad y aventura que son «quizá mozarabismos, al menos en parte, dado el enorme arraigo de chorro en la toponimia de todo el Reino de Valencia» (DCECH, II, p.395). Voz viva, presente en la literatura clásica y popular:
“li chorren les sinagües per raere” (Navarro Borrás: ¿Es de vosté eixe goset?, Valencia, 1921)
esguit, esguitar – sust. y verbo valenciano; cast. salpicadura y salpicar. Emparentado, posiblemente, con el schizzare italiano, es de etimología desconocida, por lo que se le aplica el comodín de “voz de creación expresiva y onomatopéyica” (DECLLC):
“li esguitaren la cara en aigua” (Navarro y Reig: La pau dels poblets, 1913, p.51)
El enigma aumenta por la existencia del asturiano ‘esquitar’, casi homógrafo al val. ‘esguitar’ :
«vamos a Asturias, donde vemos una forma análoga a la valenciana: esquitar‘, saltar un líquido depositado en un hoyo o en otro receptáculo en virtud de presión o percusión» (DECLLC, III, p.709) / esquichá CH /
Pero en valenciano no es sinónimo del asturiano, al adjetivar a personas irascibles:
“teníen el génit tan esquitós que feen poca lliga en...” (Gadea: Tipos d’espardenya, Valencia, c. 1890)
llacorella – como Joan C. Vidal desconoce el valenciano cae en errores, confundiendo el cat. “llicorella, nicorella” (cast. pizarra, útil para tejados) con el val. “llacorella” (rocas blandas, compuestas de carbonato de calyarcilla);afirmandoconextraña sintaxis castellana:
«la variante nicorella demostraría la antigüedad de este conjunto léxico en el catalán y que por lo tanto de que seguramente fue préstamo íbero»(p.101).
Se habrá de admitir, por igual razón, que el valenciano ‘llacorella” nacería entre los siglos VI a.C. al VI d.C.. En consecuencia, no sería préstamo; sino parte del léxico ibero que perduraría en mozárabe y romance valenciano. El sust. habría permanecido vivo entre los valencianos de la Vall d’Albaida (como recogió
Cavanilles) desde época ibera: «la marga en hojas suele llamarse allí llacorella en llibre; y la otra sobrepuesta llacorella en pilot: aquella se desprecia como inútil, y esta sirve para abonar los campos areniscos»
(Cavanilles: Obs. 1797)
llácova - quebrada o barranco abrupto; sust. valenciano de origen prerromano que, junto a otros similares, ofrece la duda sobre su origen íbero (Vidal, p.100), siendo cognado del vasco lakar, gascón lacarro (laja), aquitano lacarra (losa, piedra grande), aragonés lacarrón (losa). Para los valencianos del s. XIX, ‘llacova’ era el “terreno abrupt, desigual, aubert entre montanyes y valls estretes; cast. quebrada” (Escrig-Ll., Martí G. Diccs.).
Toponímicamente tenemos la valenciana Serra de la Llácova, derivación de la Serra Valdánger.
manteca –del prerromano *mantheika. Aparte de afirmar que es netamente
hispánico, Corominas aporta la variante ‘manteca’ (DECLLC, 5, p.437) en el mozárabe del judío Abenbeclarix, que escribía en Zaragoza por el 1100. Curiosamente, la grafía ‘mantega’ aparece en el Fuero de Avilés (a.1155), manteniéndose ‘mantega’ en catalán y en el leonés y bable de Lena. La variable etimológica valenciana ‘manteca’, hoy también castellana, la encontramos hace siglos en textos oficiales:
“manteca, la cárrega” (Vilarig: Memorial... han de pagar les mercaderíes, Valencia, any 1607)
Vidal, siguiendo a Alcover y Corominas, repitequeprocede«de*manteica,de origen pre-romano» ( p.90). El hecho de pertenecertambiénalcastellanono invalida el origen común del ibero o celtibérico (como apunta Corominas). En perfecto valenciano moderno aparece esta palabra que, posiblemente, usó Eutropio de Valencia:
“dátils, manteca y formache / de diferents calitats” (Romans... pera riures en Carnistoltes después de haver almorsat, Valencia, any 1756)
Mongó –al ignorar el valenciano, Vidal escribe ‘ Montgó ’, tal como ha impuesto el IEC de Barcelona; pero nuestro orónimo siempre se documentó como ‘ Mongó ’, sin la –t- epentética que el catalanismo introduce por doquier. Vidal señala origen prerromano iberovasco, emparentado con el étimo del actual mendi-goi, ‘montaña alta’:
“en la montanya de Mongó” (Beuter: Primera part hist. de Valencia, 1538) “derivado del latín Mons Iovis, daría Mongó” (Diago, 1600)
“Mongó significaría Mons Agón” (Escolano, 1608)
“a pres en la montanya del Mongó” (Llib.
Albará, 322, any 1622)
“ermites en Mongó se troben” (Esteve, f. Pere: Storia del Sant Sepulcre, c. 1645)
“En Denia empiezan las raíces del Mongó” (Cavanilles: Obs. 1797)
En los sainetes también figura el topónimo prejaimino:
“de Mongó vullc ser la dóna” (Barreda: La cara de Mongó, Valencia, 1873)
Hoy está prohibido el valenciano Mongó por el fascismo inmersor. Sólo admite el catalán ‘Montgó’. A los colaboracionistas no les importa que el propio Corominas reconociera la grafía valenciana del orónimo:
“Els Collons del Mongó de Denia” (Corominas: DECLLC, II, p. 834)
En el término de San Juan de Alicante existe el antiguo topónimo ‘Mongomit’, ¿diminutivo de Mongó? : “Mongomit” (Toponimia rural de Sant Joan d'Alacant, 1998, p.30)
palop –con la precaución de no citar que es apellido valenciano y nombre de uva valenciana, Vidal dice: “uva grande y gustosa; de origen prerromano” (p.192). Las primeras documentaciones las tenemos en valenciano, y es interesante que fueron aportadas por un aragonés, Lorenzo Palmireno, y un catalán, Onofre Pou,
humanistas del Renacimiento que vivieron en Valencia y ejercieron en su Universidad:
pechina –según Vidal, sería de “origen incierto. Se cree proveniente del mozárabe valenciano, con substrato ibero; y de aquí debió ser transmitido al catalán y de éste al castellano, puesto que pechina es reciente” (p.309)
De etimología desconocida, Corominas desmontó la del latín pecten, -ĭnis, basada en la confusión de Covarrubias en el 1600.
Está documentada desde tiempos medievales con el dígrafo ch:
polp - del latín polypus (‘múltiples pies’) surgieron una serie de cognados: el port. polvo, gall. polbo, cast. pulpo y val. polp:
“polp e serena” (Roig: Espill, 1460)
Todos conservan la etimológica -l- . Sólo el catalán la pierde en pop, motivo para que Vidal, tímidamente, hable de origen onomatopéyico y protocatalanidad de la voz:
«Ahora bien, en otros casos, ciertas palabras aparentan a simple vista un origen onomatopéyico, como podría ser el catalán pop ‘pulpo’, pues sin la ayuda del resto de lenguas románicas, del latín y del griego, rápidamente se podría sugerir un origen expresivo».
Es decir, que el catalán ‘pop’ y el latín ‘polypus’ derivarían en paralelo de una protolengua. Poco convincente está Vidal en este caso.
“polps, sepietes y morralla” (Roig y Civera.: El casament de les borles, Valencia, 1874)
Porcierto,elsusodichovalenciano
‘morralla’ , multitud de peces pequeños o cosas de poco valor, también sería de raíz prerromana. Destaca Vidal que «existe en vasco arrain (pez) que podría ser cognado (demorralla)siprocededeunantiguo *orrain» (p.307).
samaruc –al ser el DECLLC la fuente principal y base de conocimientos del iberista Joan Carles Vidal, veámos que dice el etimólogo barcelonés de esta voz valenciana:
«Samaruc: pececito... vocablo valenciano, común al cast. samarugo o jamarujo, port. samarugo..., italiano dialectal del Sur ciammaruca o samarùgole, calabrés ciamarúculu, gusano o caracol, de origen incierto (...) parece obligado ver una relación entre moruca / maruca y el ibero-románico samarug(o)» (DECLLC)
El ‘samaruc’ ( Valencia hispanica) se encuentra sólo en aguas del Reino de Valencia; no obstante, Vidal diserta sobre ‘samaruc’ sin mencionar que es palabra valenciana, ni que puebla el mar de Valencia. Siguiendo la estrategia de no citar nuestro topónimo y gentilicio, lo relaciona con el leonés moruca o el alto-navarro zalupa. El ictiológico sustantivo es frecuente en la literatura valenciana:
“ y no pegarme picá ni tan sols un samaruc”
(Vicent, J.: Els peixcaors de canyeta, estrenat en Alberich el 01/12/1902; editat en Barcelona, 1903, p. 22)
sapo –voz prerromana valenciana y castellana, Vidal valora la existencia del
ligur tsap, adaptación de un substrato afín al ibero (p.289) Por su parte, Corominas también apunta origen prerromano y supone queesmozarabismoenvalenciano (DCECH, V, p.157).
Dada la antigüedad en valenciano, en el DECLLC se muestra más contundente: “sapo..., puede ser que no sea mero castellanismo, sino heredado del mozárabe... hoy es vocablo único en casi todo el Reino de Valencia ” (VII, p.669), reafirmando su carácter de voz prerromana. Ha perdurado en escritores sainetistas:
“pareix un sapo” (Colom, J.: Lo que fa la roba, Castelló, 1875, p. 46)
siches – de étimo ibero, los cognados son abundantes: arag. cija, prov. cieya, sieja, siejo; cat. sitja, ciga, ciya...; cast. silo, etc.
Respectoalavoz,diceVidal:«La existencia de esta palabra en íbero se demostraría al haber podido pasar al mozárabe como xilyer» (p.135). El iberista sustituye por sistema el dígrafo ch- por x-.
Polisémica según la grafía y lengua a que pertenezca la variable, generalmente señala oquedad, depósito de trigo, hoyo, cavidad, sima, madriguera, calabozo, etc. En valenciano era usual usar el plural desde los clásicos: “ubertes ciges” (Roig: Espill, 1460), aunque su morfología adoptó la prepalatal africada sorda:
“quels moros de Bétera se havíen alçat en les siches” (BRAH, Dietari Porcar, 4 oct. 1609); y, en el mismo manuscrito: “en les Siches de Burjaçot” (Porcar: any. 1622, f. 399).
También hubo cambio de género: “en Burchasot... los Siches” (Peydró, Vicent: D. Juan Treneta, 1882, ed. 1899); manteniendo el significado de depósito de grano o cavidad:
“en lo forat de un rincó aon amagat entre siches ... en lo forat aon yo estaba” (El Mole, Valencia, 2 / 11 / 1863)
socarrar - de raíz ibera y emparentado con el vasco sukar(ra), ‘llama de fuego’, era común al castellano de Berceo. Aparece en les glosas valencianas del Vocabulista de Florencia (s.XIII), traducido al latín comburere. Vidal recuerda que “en vasco existe sugarastatu con idéntico significado al catalán sucarrar” (p.145). Lo de ‘sucarrar’ sólo lo he oído en castellano paródico y catalán, mientras que ‘socarrar’ ha sido y es morfología y fonética valenciana:
“¡Ay, agárram, que les lluernes dels teus ulls me socarren” (G.B.: La Perla d’Alberic, Valencia, 1918, p.15)
También existe el semantismo traslaticio de enfadar: “lo que me socarra es que u fasa aposta” (BNM, Chaques l’olier, c. 1850); y el diminutivo ‘socarraet’, con elisión de - d-intervocálica del valenciano moderno:
“a voreu quin socarrim” (Vercher: En la velá d’un albat, Valencia, 1865)
Existen múltiples cognados en las lenguas peninsulares, sin olvidarnos que Berceo usaba ‘socarrar’ en el castellano del siglo XIII. La existencia de homógrafos de raíz ibera o celtíbera en valenciano y castellano no denota supeditación de una lengua a otra, sino derivación de un mismo étimo y trayectoria morfológica paralela.
taboll - el valenciano taboll, ‘inmaduro’. de origen desconocido, lo incluye Vidal en su vocabulario íbero-catalán (p. 39). Corominas supone que la voz pudo nacer en esferas bilingües valencianas... puede que antes de la Conquista por una amalgama morfológica (DECLLC, VIII, p.182), ¿hibridación de léxico ibero y árabe? . Es valenciano moderno, aunque figuraba en los clásicos:
“taboll, no es eixe el diputat” (El Tío Cuc, nº148, Alacant, 1917)
tos – equivalente al cat. clatell y cast. nuca,
Vidalloenlazaetimológicamenteal prerromano hispánico*taukia (copiando a Corominas) y sus dudosos cognados: gascón tusú, tudu; roncalés taika, etc. El origen, dice, estaría en la protoforma del ibero *toke, sin rechazar *tottia. La voz estaba arraigada en el valenciano clásico de Sent Vicent Ferrer, Jaume Roig, Joan Esteve. etc. En el ms. valenciano Consolat de Mar tenemos tos, toç ; traducido a ‘cuguroz’ en la versión catalana. Es valenciano clásico y de los dramaturgos saineteros:
“te els ulls en lo tos” (Colom, J.: Cuatre comics d’ocasió, Valencia, 1873)
Es significativoque Vidal no recoja ni analice tótina, ‘cabeza’,una de esas voces valencianas de etimología desconocida que suelenarchivarsecomo“deorigen onomatopéyico o expresivo”:
“de la primera nyespla... li encale la tótina dalt del Micalet” (Mollá: El punt, Valencia, 1920)
Turia – analizando el hidrónimo prerromano, dice Vidal: «este adjetivo ibérico *thuri, ‘blanco’, puede plantearse tras conocer que el río Turia tiene como afluente principal el Guadalaviar, del árabe Wadi Al-Abyad 'Río Blanco'. El Turia es conocido popularmente (según Cortés, 1836: 292) como Río Blanco por las poblaciones castellanoparlantes de Ademuz, Chelva, y Chulilla, por lo que tal vez nos hallemos ante una traducción del topónimo prerromano que sobrevivió en el mozárabe local para luego ser traducido al árabe en su curso alto. De ser esto correcto, tendríamos que el ibérico *thuri sería cognado del vasco zuri ‘blanco’».
Wadi Al-Abyad en Omán
turma – según Vidal, «de la raíz pre-romana *turm, el sust. turma (testículo) podría pertenecer a un hipotético ámbito comúniberovasco-indoeuropeomuy antiguo».
El prerromano ‘turma’ generalmente aparece en plural y referido a los de cordero, toro, etc. / tripóns / Se documenta por primera vez en lengua valenciana:
El sustantivo era tan habitual que aparece hasta en motes burlescos como el aplicado a un inocente Jurat de Valencia, al que le gastaron la broma de hacerle creer que las ovejas tenían testículos:
“alias turmes de ovella” (BRAH, Ms. Porcar, J.: Dietari, 1624, f. 445)
En1460,cuandoJaumeRoigescribe ‘turmes’ (testículos, criadillas), en castellano sólo se conocía el significado latino de ‘turma’, escuadrón o contingente de caballería: “assi mesmo se dize turma o esquadra de caualleros” (Alfonso de Palencia: Universal vocabulario, año 1490)
El valenciano turma, testículo, estaba arraigado en el s. XV; no en castellano y catalán. Significativamente, el paleógrafo Milà i Fontanals, queriendo dar verosimilitud a su elaborado Curial e Güelfa, no se atrevió a usar el semantismo valenciano. En el Curial sólo se alude a grupo de guerreros o gente caótica, significado también presente en el castellano de Berceo:
“de rabiosa ira..., romp aquella turma de gent, fan-se fer loch” (Milà i Fontanals. Curial e Güelfa, c.1870)
El léxico valenciano de origen ibero, mozárabe o árabe se filtraba al castellano y catalán por el simple intercambio lingüístico entre comerciantes, funcionarios, soldados, clero, etc. Las filtraciones se manifestaban también en escritores residentes en el Reino. Así, el sevillano Lope de Rueda mechaba voces valencianas en sus obras: ‘casa fosca, buñolera, pancha’, e incluso frases: “no he fet yo tan gran llegea” (El Deleytoso, c.1560). Aparte de vivir en Valencia y tener amistad con intelectuales como Timoneda, Lope de Rueda se casó con la valenciana Rafela Trilles, que le facilitaría el conocimiento del idioma. Valga de ejemplo el sust. medieval ‘pancha’,
presenteenlosclásicos:“lapancha”
(Roig: Espill, 1460). Por su parte, el catalán Onofre Pou, que estudió en la Univ. de Valencia y pudo conocer a Lope de Rueda, también lo recogió en su trilingüe diccionario: “la gran pancha” (Pou, O.: Thesaurus, Valencia, 1575)
El ejemplo de ‘pancha’ es mozarabismo morfológico, del latín pantex, -icis; pero igual proceso de filtración a otras lenguas sucedía con vocablos valencianos de origen ibero, como el citado ‘turma’. El dramaturgo Guillem de Castro pone en pone en boca del escudero Galíndez esta frase, hablando de manjares:
“A la dama mía le di turmas” (Los mal casados de Valencia, c.1595).
Turmalet —El prerromano * turm (asociado a bulto, montículo, hinchazón, altura...), nos dejó también el orónimo valenciano Turmalet, elevación del terreno o colina en la partida del mismo nombre. Modernamente, los ciclistas aficionados que hacen su ruta llaman Tourmalet al montículo, por confusión analógica con el homónimo francés. Los documentos recuerdan su morfología:
“en lo terme de Xixona... una heretat dita del Turmalet” (Llibre del Loreto de Muchamel, 7 giner 1621, f. 172)
Es imposible no asociar el valenciano Turmalet al pirenaico Tourmalet. Las primeras noticias sobre la mítica montaña francesa son del siglo XVII, por lo que el pueblo pudo convertir en comprensible un topónimo enigmático. La fecunda etimología popular transformaría el prerromano Turmalet en Tourmalet. Hoy en día sigue la polémica sobre el significado: ‘viaje malo’, 'camino de mal retorno', ‘montaña lejana’, etc. Algunos etimologistas franceses consideran ‘tur’ como prefijo prerromano que significaría altura / turó ?/; y ‘mal’, montaña empinada. Los vascos, por su parte, argumentan que derivaría de iturrimalda. Nuestro 'Turmalet' no está recogido por el iberista Vidal, al desconocer el valenciano.
Conclusión: la ley del embudo.
Al ser numerosa la relación de palabras valencianas de supuesto origen ibero, sólo hemos citado unas pocas de las incluidas en el ensayo de Vidal que, recordemos, dice:
“La introducción de palabras íberas en el protocatalán debió ser provocada por iberoparlantes bilingües,y al no constar a ciencia cierta ni cuándo se dejó de hablar el íbero” (Vidal, p.29)
No hay motivo para no aplicar esta aseveración al valenciano:
“La introducción de palabras iberas en el protovalenciano debió ser provocada por iberoparlantes bilingües, y al no constar a ciencia cierta ni cuándo se dejó de hablar el íbero”.
Vidal también valora la advertencia sobre Corominas: “que cuando usa el adjetivo vasco puede hacer referencia a palabras de origen vasco o ibero” (p. 691). Sería el caso de voces como, por ejemplo, ‘socarrar’; pero nos queda un tesoro de voces valencianas híbridas de morfología prerromana o ibera con la latina, visigoda, bizantina, árabe, etc. : carchofa, sarnacho, fardacho, carabasa, carrasca, barraca, tocha, etc.
N.B.: Para consultar dudas léxicas, DHIVAM, diccionario histórico del idioma valenciano moderno: