champouirau, chapurriau, chapurriat, chapurreau, la franja del meu cul, parlem chapurriau, escriure en chapurriau, ortografía chapurriau, gramática chapurriau, lo chapurriau de Aguaviva o Aiguaiva, origen del chapurriau, dicsionari chapurriau, yo parlo chapurriau; chapurriau de Beseit, Matarranya, Matarraña, Litera, Llitera, Mezquín, Mesquí, Caspe, Casp, Aragó, aragonés, Frederic Mistral, Loís Alibèrt, Ribagorça, Ribagorsa, Ribagorza, astí parlem chapurriau, occitan, ocsitá, òc, och, hoc
"La lengua legítima es el catalán" y otras falsedades de los libros de texto baleares.
FELIPE V, PRIMER REY DE ESPAÑA. En un pie de foto (izqda.) se afirma «rotundamente» que el Borbón Felipe V fue el primer Rey de España, para reducir 200 años de historia. La página 274 (dcha.) insiste en que Cataluña tenía prohibido el comercio con América, y se utiliza usa el «nombre pannacionalista» de «Cataluña norte» para designar los territorios de la Corona de Aragón que pasaron a dominio francés después de la Paz de los Pirineos.
// Manipulación ideológica en el libro de catalán más usado en las aulas de Baleares CONDES SE CONVIERTEN EN REYES. Se oculta que el matrimonio de Petronila de Aragón con Ramón Berenguer IV incorpora la Casa de Barcelona al Reino de Aragón. El condado de Barcelona pasa a ser Reino de Cataluña desde el conde Guifré el Pelós, refiriéndose como reyes catalanes (no aragoneses).
Un informe encargado por Cs Baleares constata multitud de "alteraciones históricas" en el libro de 1º de bachillerato de Anaya
"El objetivo es identificar a Baleares con Cataluña"
"Se remonta Cataluña al siglo IX cuando ni el nombre ni la entidad de Cataluña existían"
Así se adoctrina también en las escuelas de Baleares y de la Comunidad Valenciana
"Me niego a hablar con Dios en catalán"
"Baleares se está poniendo con el catalán como la Santa Inquisición"
"Si Messi no tiene que hablar catalán por qué yo sí para ser médico en Ibiza"
Los alumnos de 1º de Bachillerato de Baleares aprenden en clase de catalán consignas nacionalistas como que el uso del castellano es algo negativo, que la repoblación de su tierra y la de Valencia se hizo «exclusivamente» con antepasados catalanes, o que el nacionalismo catalán, una corriente política del siglo XIX, ya existía cuatro siglos antes en la Edad Media. Tales alteraciones históricas no tienen otro objetivo que «identificar a Baleares con Cataluña» y «afirmar el 'espíritu nacional' de los territorios de habla catalana», concluye un informe encargado por Ciudadanos Baleares sobre el libro de texto de Lengua Catalana y Literatura de 1º de Bachillerato de la editorial Anaya. El manual se usa en al menos 23 de los 82 centros educativos que imparten ESO y Bachillerato y, por tanto, es el manual más extendido en los institutos de las Islas.
La mayoría de las «alteraciones históricas» se ubican en las páginas iniciales de cada unidad didáctica, donde viene el contexto histórico, lingüístico y literario. Unas alteraciones que no son simples errores sino «manipulaciones históricas», alerta este estudio, que constata un «deseo de manipulación ideológica» en la parte inicial de cada unidad didáctica, si bien no se detecta adoctrinamiento en los apartados gramaticales.
Hay varios patrones que se usan reiteradamente en este manual, según el estudio de Ciudadanos. El primero consiste en «aumentar» y «engrandecer» histórica y políticamente a Cataluña «mediante sustituciones lingüísticas injustificadas, que convierten lo menor en mayor». Así, por ejemplo, el condado de Barcelona se convierte en condados catalanes; los condados se convierten en Cataluña; los condes de Barcelona se convierten en reyes, y la Corona de Aragón se convierte en la confederación catalanoaragonesa. De este modo, a lo largo de los capítulos, «se sustenta la ficción de una monarquía catalana, manteniendo la cadena de reyes numerados como reyes catalanes -con un número menos- y no como aragoneses».
Otro patrón recurrente es «limitar el contexto histórico de Baleares exclusivamente al ámbito catalán», evitando los siglos de dominio musulmán y todo lo referido a la Corona de Aragón ajeno a Cataluña, Valencia y Mallorca.
También se minusvalora la presencia de otras lenguas en Baleares, como el árabe en la Edad Media y el castellano; y se traslada el origen del «concepto romántico del espíritu nacional» a la Edad Media, «inventando cantares de gesta escritos en catalán de los que no existe ningún texto».
Otra perversión hallada es el que referencia al avance del castellano en Cataluña, Valencia y Mallorca como algo «negativo», o cuando se afirma taxativamente que la repoblación de Baleares y Valencia llevada a cabo por cristianos de diferentes reinos se convierte en una repoblación «exclusivamente catalana». El analista considera que así se «pretende dar un carácter nacional y nacionalista a la conquista de Valencia y Mallorca, cuando está demostrado que participó gente de muy diversa procedencia».
No es casual tampoco que se intente establecer una relación causa-efecto sobre las decisiones políticas y la «marginación» del catalán. La entronización de la dinastía Trastámara en el siglo XV se considera causa de la decadencia de esta lengua y «se inventa» prohibiciones del uso del catalán en la Constitución de Cádiz.
Mención especial merecen las numerosas referencias a los Decretos de Nueva Planta, «culpables» de prohibir el catalán, a pesar de que ninguna disposición de los mismos lo indica, «ni siquiera el artículo 4 del Decreto de Cataluña, que indica que se usará el castellano en los asuntos de la Real Audiencia, que se sustanciaban en latín, no en catalán», recuerda el autor de este análisis, el profesor de secundaria y filólogo Julián Ruiz-Bravo.
Ruiz-Bravo, quien lidera la asociación de docentes PLIS. Educación, por favor en defensa de una escuela libre de politización, realizó este trabajo encomendado por Ciudadanos Baleares. El partido de Xavier Pericay lo movió, coincidiendo con el polémico informe de Alta Inspección Educativa sobre adoctrinamiento en los libros de texto. Este estudio previo fue realizado por los delegados de Educación de varias comunidades autónomas que no halló politización en el caso de Baleares y que fue ocultado por los gobiernos del PP y del PSOE, pese a que alertó de contenidos que creaban «una historia ficticia e irreal» en Cataluña.
El libro de Anaya con edición balear reúne multitud de tópicos del nacionalismo catalán. Se repiten numerosos anacronismos, por ejemplo cuando se usan términos políticos y geográficos propios del siglo XX para explicar épocas pretéritas más allá del siglo XVIII. Y llama la atención que siempre se hable de Illes (Islas), «que es como llaman los catalanistas a las Islas Baleares».
Tampoco es casual que se oculten nombres para engrandecer el ámbito lingüístico catalán. «Pocas veces aparece la Corona de Aragón y España, negando el término España a toda la época anterior al siglo XVIII».
Además, se obvian los aspectos positivos de la historia común desde los Reyes Católicos y se ofrece a los alumnos una visión parcial y sesgada al «evitar cuidadosamente el contexto histórico de la Corona de Aragón en la que los condados catalanes se integran» con el objetivo de unirla únicamente al contexto histórico catalán.
Las páginas 11, 12 y 13 son una «evidente y monumental manipulación histórica que desemboca en una ficción histórica», sentencia el informe, en referencia a la acumulación de alteraciones que siempre apuntan a la misma dirección: «convertir Cataluña en una unidad política desde siempre». Se pone de relieve el relato histórico fundacional de Cataluña de corte nacionalista, remontando el origen de Cataluña al siglo IX, «cuando ni el nombre ni la entidad de Cataluña existían, y engrandeciendo territorialmente a la Casa de Barcelona para convertirla en un reino confederado con la Corona de Aragón».
En ese afán de grandeza y «para fortalecer este carácter nacional», se engrandecen las posesiones en un mapa del siglo XV en el contexto de los siglos XIII y XIV incorporando toda Grecia a la Corona de Aragón, cuando sólo fueron posesiones de la Corona el ducado de Atenas y Neopatria(ver imagen).
En un ejercicio en la página 55 se pide a los chavales que razonen por qué Desclot quiere fomentar el espíritu nacional. «Una mera pregunta retórica», apunta el crítico.
El informe encargado por Ciudadanos ha sido entregado a la Conselleria de Educación, en un escrito donde reclama la retirada de este libro de la programación de los centros. Alerta de que estas alteraciones suponen una grave infracción del deber de adecuación al rigor científico exigido por la LOE, y al deber de que los empleados públicos ejercer sus funciones con neutralidad e imparcialidad.
Uno de cada dos centros utiliza este libro de catalán
El 47% usa el libro de catalán de Anaya. De los centros que publican lista de libros de texto, casi 1 de cada 2 centros (47%) (o 1 de cada 2 alumnos, dado el tamaño medio o medio alto de los centros) de Bachillerato en Baleares tienen como libro de texto en primero de Bachillerato, asignatura de Lengua Catalana y Literatura, el de la editorial Anaya.
Son Pacs, Son Ferrer, Sineu, Santa Margalida, Ramon Llull, Puig de sa Font/Son Servera, Pasqual Calbó, Marc Ferrer, Madina Majurka, Juníper Serra, Isidor Macabich, Guillen Cifre, Felanitx, Emili Darder, Alcudia. Concertados: Madre Alberta, La Salle, CIDE, Aula Balear, Llaüt, Nuestra Señora de Montesión, Sant Josep Obrer, Virgen del Carmen.
/ Nota del editor, Ramón Guimerá Lorente. Se actualiza en gran parte la ortografía de Villanueva, pero no los textos que copia, que dejo tal como los publicó /
Fungar vice cotis.
Es reimpresión de la edición de Madrid, de 1803.
PRÓLOGO DEL EDITOR.
Los viajes literarios, tan justamente promovidos en nuestros días por lo mucho que contribuyen al fomento de las ciencias útiles a la sociedad, tienen una especial recomendación para los pueblos católicos, cuando se dirigen a extender el conocimiento de la disciplina eclesiástica, y a ilustrar en todo o en parte los ritos y prácticas religiosas de la santa iglesia. Loable es el ansia de los anticuarios y de los artistas por descubrir los tesoros ocultos de la antigüedad profana, que dan luz a la historia, extensión a las ciencias, modelos y estímulos a las bellas artes. Pero aún lo es más la de los fieles ilustrados, porque se publiquen los tesoros literarios de la religión, cuyos intereses son de un orden superior, y transcendentales a objetos más dignos. Notorio es que la santa iglesia en varios puntos no substanciales de su policía exterior ha experimentado, o por mejor decir, ha dispuesto según la variedad de los tiempos ciertas mudanzas y alteraciones, cuya noticia contribuye al más claro conocimiento, así de la unidad del espíritu que la anima, como de la infinita sabiduría que la gobierna.
Lo uno y lo otro resalta igualmente en los siglos sabios y celosos, que en los menos ilustrados y fervorosos, así en el rigor de la antigua disciplina, como en la condescendencia y benignidad de la presente. Porque ambas cosas proceden de un mismo espíritu, que es el de Dios, nacen de unas mismas entrañas, que es la caridad de la iglesia, y van ordenadas a un mismo fin, que es la santificación de sus miembros.
Voy diciendo esto para salir al encuentro a algunos fieles bien intencionados, que por falta de advertencia o de instrucción en estas materias, pudieran sacar tal vez escándalo de lo que se escribe para su instrucción y edificación. Están creyendo algunos que los apóstoles y sus primeros discípulos establecieron uniformemente los ritos, así de la misa, como del oficio eclesiástico, y que la diversidad que se echa de ver en los tiempos siguientes es corruptela digna de ser olvidada para que no dañe su memoria.
Dejo aparte las ventajas de la loable uniformidad que se observa ahora, que de esto no trato. Voy sólo a manifestar la equivocación de los que pretenden que esta uniformidad la hubo en el principio de la iglesia, y que con ella no se ha hecho sino restablecer la práctica de los tiempos apostólicos.
Debemos pues suponer, y a su tiempo se dará demostrado: 1.° que desde el principio de la iglesia ha habido diversidad, así en las ceremonias de la liturgia, como en los ritos del oficio eclesiástico: 2.° que esta diversidad de ritos acompañada siempre de una perfecta uniformidad en las partes más considerables de la liturgia, en nada se opone a la unidad de la religión, ni a la indivisibilidad de su sacrificio, ni a la concordia de los miembros de la iglesia, que debe reinar en la oración pública. Que si esta variedad en algunos casos dio motivo de turbación a los flacos y menos instruidos, procuraron los SS. doctores desvanecer su temor, manifestando que la diferencia externa del rito, lejos de oponerse a la unidad del espíritu, en todo iba gobernada por ella; de lo cual quedan claros testimonios en S. Ambrosio, en S. Gerónimo y S. Agustín: 3.° que aun adoptado en España el orden romano, cada una de nuestras diócesis le acomodó a sus propios ritos, resultando de esto la admirable variedad que se echará de ver en el discurso de la obra principal, a que se dirige este viaje: 4.° que estas ceremonias instituidas por los prelados eclesiásticos son de la clase de otras cosas humanas sujetas a mudanza, como lo demuestran muchas de ellas abolidas, alteradas, restablecidas por sínodos o mandatos de los legítimos pastores, en iglesias conocidas, y en cuyos archivos se conservan documentos que acreditan esta alteración.
Por lo mismo que en esta variedad de ritos ha resaltado siempre la unidad de la fe y de la doctrina católica, algunos varones celosos y doctos han escrito sobre ellos tratados históricos, ya generales de toda la iglesia, ya particulares de algunas provincias, de donde ha tomado nuevas armas la religión para combatir a los enemigos de su unidad y de su doctrina. Entre los primeros deben contarse nuestro S. Isidoro, Hugon de S. Víctor, Agobardo, Rabano, Amalario, Ruperto, Durando, Bona, Martene, Gerbert, Mazzei y otros muchos. Entre los segundos Asseman, Mabillon, Renaudot, Tomasio, Antonelli, Rocha, Sala, Georgi, Borja y Ballerini. A los cuales pudiéramos añadir los escritores de los ritos particulares de algunas diócesis: Blasi de las de Sicilia, Alberico Oliva de la de Nápoles, Juan Francisco de Rubeis y Federico Altan de la de Forli; y de la de Milán Bertoldo, Eustaquio de S. Ubaldo y Luis Antonio Muratori.
Para estas y otras obras de la misma clase, escritas en casi todos los reinos de la Europa católica, se han hecho viajes, se han registrado archivos, se han reconocido documentos, se han sacado dibujos, en suma, no se ha perdonado trabajo ni estudio, tratándose este negocio por gente docta con el decoro correspondiente a la causa de la religión que en él se interesa. Por este medio han visto la luz pública innumerables rituales y sacramentarios griegos y latinos, y otros monumentos litúrgicos, ilustrados por católicos de conocida erudición y piedad.
Tal vez es España el único reino que ocultando los preciosos códices de sus iglesias, se priva de este esplendor de la ciencia eclesiástica escondido en su mismo seno, y de la gloria de comunicarle a otras naciones cultas, que liberalmente han franqueado esta clase de riquezas a todo el orbe católico.
Sobre lo mucho que ofrecen en esta materia los sínodos de España que no se han publicado, consta que por medio de cartas y decisiones, también inéditas, se reformaron muchos de nuestros códices sacramentarios, se establecieron y suprimieron fiestas, se escribieron nuevos oficios, nuevas preces y oraciones, y se ordenaron varios ritos pertenecientes a la administración de la penitencia, de la eucaristía y de los demás sacramentos. Cierto es que han perecido gran parte de estos documentos anteriores al siglo XI, por las invasiones y el largo dominio de las naciones bárbaras en nuestra península. Pero con algunos de estos documentos se conservan muchos más de los tiempos siguientes, en que con la introducción de la liturgia romana quedó salvo a los obispos el derecho de ordenar las preces, los oficios y las ceremonias de los sacramentos.
Alguna muestra se verá de esto en los primeros ensayos que ofrezco del presente viaje, emprendido por mi hermano Fr. Jayme Villanueva, de la orden de Santo Domingo, en virtud de Real orden S. M., con el objeto de recoger de nuestros archivos los documentos necesarios para escribir la historia que se ha dignado encargarme S. M. de los ritos antiguos de nuestra iglesia. Desde luego cuento con el auxilio que prestarán para esta empresa las colecciones publicadas de nuestros concilios antiguos, las decretales y cartas de sumos pontífices pertenecientes a España, y las obras de los padres españoles. Mas fuera esto poco, si no tuviésemos a mano también los documentos de esta misma clase pertenecientes a los siglos posteriores. Y que estos documentos sean necesarios para la perfección de la obra se colegirá fácilmente de estas cartas que me va escribiendo mi hermano, acompañándome noticias de algunos códices, apuntamientos y extractos de otros, dibujos de inscripciones, alhajas y vasos antiguos, y copias de papeles inéditos, o muy raros, que no pudieran injerirse en la obra principal, y cuya publicación es justo que se anticipe en obsequio de los españoles y de los extranjeros aficionados a este género de letras.
En esta especie de viajes nos van delante Mabillon, Rubeis y otros piadosos extranjeros, a quienes igualamos en el deseo de la ilustración pública, y tal vez en los tesoros literarios con que la quisiéramos promover. Como esta no es obra metódica, nadie extrañará ver en ella tratadas algunas materias aisladamente, otras apuntadas conforme ocurren cuando están a la vista, que a esto se ve obligado el que viaja con la pluma en la mano, por no exponerse al olvido de alguna especie tal vez necesaria, cuyo orden y colocación queda después a cargo del que quisiere aprovecharse de ella.
Tócanse en estas cartas varias cosas por incidencia, otras debo tenerlas por oscuras para algunos lectores; y así me he visto precisado a ilustrarlas con las notas y observaciones que van al fin de cada una de ellas, para evitar confusión. Si alguno extrañare que en estas notas se aleguen prácticas de otras naciones, atribúyalo, no a falta de ejemplares en la nuestra, sino a la escasa noticia que hemos tenido de ellas hasta ahora; las especies que a los doctos parecieren triviales, déjense para los indoctos, que a ellos se dirigen.
Como la historia eclesiástica debe ilustrarse por todos los caminos justos y legítimos, y la de España está diminuta y mezclada de especies inciertas por falta de documentos: para aclarar la verdad de ella en algunos puntos oscuros o no bien averiguados, me ha parecido conveniente ir preparando una colección, así de estos, como de los demás MSS. preciosos que se fueren adquiriendo en este viaje, algunos de los cuales, por ser breves y porque ilustran varios puntos que se tratan en estas cartas, se irán insertando en los tomos a que pertenezcan. De esta suerte, correspondiendo a la liberalidad de los literatos extranjeros, se promoverá en España la erudición eclesiástica por medio de unas obras, que sin ser sabias, estimulan a la sabiduría.
ÍNDICE
DE LAS CARTAS QUE CONTIENE ESTE TOMO.
(Las páginas son las del pdf, en este formato no concuerdan)
Carta 2. Templo del santo sepulcro: si le hubo en Valencia antes de su conquista. Restauración de la silla episcopal en esta ciudad. Esplendor de su iglesia en el nuevo estado. Fundación de la catedral, y su advocación. Circunstancias señaladas de este edificio. Decoro del culto: vestiduras corales de sus prebendados y demás ministros, así de ella, como de las parroquias. Capilla del colegio de corpus Christi. 25
Una
nit pavorosa, ñirviós relligía un mamotreto gros cuan vach
creure escoltá un extrañ soroll, de repén com si algú
tocare suavemén a la meua porta: «Visita impertinén es, vach
di, y res mes».
II
¡Ah!
Men enrecordo mol be; ere al ivern, impassién yo medía lo tems
etern cansat de buscá als llibres la calma tranquilisadora al
doló de la morta Leonora que habite en los ángels ara ¡pera
sempre mes!
III
Vach
sentí los cruixits y l´elástic rosá de les cortines, un
fantástic terror, com may sentit había y vach volé aquell
soroll explicám, lo meu espíritu oprimit calmá per fin: «Un
viaché perdut es, vach di, y res mes».
IV
Ya
en mes calma: «Caballé vach cridá, o dama, suplicátos vull tos
servigáu excusá pero la meua atensió no estabe ben desperta y
va sé la vostra cridada tan inserta...» Vach obrí allabonses de
gom a gom la porta: oscurina, y res mes.
V
Miro
al no res, exploro la tiniebla y séntigo entonses que la meua
mén se ompli de idees com cap atre mortal les va tindre
abáns, y escolto en oíts anhelans «Leonora » unes veus
sussurrans murmurá, y res mes.
VI
Torno
a la meua estansia en temó y torno a escoltá mes fort fotre
cops; «algo, me dic, toque a la finestra, compendre vull la
siñal arcana y calmá esta angustia sobrehumana»: ¡lo ven, y
res mes!
VII
La finestra vach obrí: revolán vach vore entonses un corv
aleteján com un muixó de un atra edat; sense mes seremonia va
entrá a la sala en gesto siñorial y negres ales y damún de
un busto, al dintel de Palas, se va posá, y res mes.
VIII
Miro
al muixó negre, sonrién dabán del seu grave y serio continén y
li escomenso a parlá, no sense intensió irónica: «Oh corv,
oh venerable ave anacrónica, ¿quín es lo teu nom a la regió
plutónica?» Va di lo corv: «May mes».
IX
En
este cas tan raro me vach extraña de escoltá tan cla tal nom
pronunsiá y ting que confessá que me vach assustá pos dingú,
crec, va tindre lo gust de un corv vore, posat damún de un
busto en tal nom: «May mes».
X
Com
si haguera volcat l´alma, va callá lo muixó y ni un momén les
plomes va sorollá, «datres de mí han fugit y yo me crec que
ell sen anirá demá sense tardá com ya m´ha abandonat la
esperansa»; va di lo corv: «¡May mes! »
XI
Una
resposta al escoltá directa me vach di, no sense inquietut
secreta, «Es aixó y res mes. Tot lo que va adependre de un
amo desgrassiat, al que tossut ha perseguit la fortuna y sol
este estribillo ha conservat ¡eixe may mes, may mes!»
XII
Vach
girá l´assiento hasta quedám enfrente de la porta, del busto y
del vidén corv y entonses ya, reclinat a la blana cadira en
somnis fantastics me afonaba, pensán sempre en qué volíe
di aquell may mes, may mes.
XIII
Mol
tems me vach quedá aixina ensomián, y aquell extrañ muixó
sense pará mirán; ocupabe lo diván de vellut, aon juns
mos assentabem y en lo meu dol, pensaba que Ella, may mes
ocuparíe esta habitassió.
XIV
Entonses
me va pareixe l´aire denso com una auló de sucarrat incienso de
un invissible altá; y escolto veus repetí: «Olvida a Leonor,
béute lo nepenthes beu l´olvido a les seues fons»; va di lo
corv: «¡May mes! »
XV
«Profeta,
vach di, augur de atres edats que van aventá les negres
tempestats aquí peral meu mal, huésped de esta morada de
tristesa, dísme, oscur engendre de la nit de paó, si una mel
ñaurá per a la meua amargó»: va di lo corv: «¡May
mes!»
XVI
«Profeta, vach di, o dimoni, tú,
corv, per Deu, per mí, per la meua gran doló, per lo teu
poder fatal dísme si alguna vegada a Leonora tornaré a vore a
la eternal aurora aon está felís en los querubins»; va di
lo corv: «¡May mes! »
XVII
«Que
sigue esta paraula la radera, torna a la plutónica rivera», vach
cridá: «¡No tornos mes, no dixos ni potades, ni una ploma y
lo meu espíritu, rodejat de densa broma libera del pes que
té!» Va di lo corv: «¡May mes! »
XVIII
Y
lo corv parat, fúnebre y adusto seguix sempre de Palas posat al
busto y en la llum del meu cresol, proyecte una taca umbría a
la alfombra y la seua mirada de demoni assombre... ¡Ay! ¿La
meua alma en dol de la seua sombra se podrá apartá? ¡May
mes!
Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es —dije musitando— un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro, mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía.” Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar. Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. “Ciertamente —me dije—, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio.” ¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. “Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—, no serás un cobarde, hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.” Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio tan idóneas palabras, “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de ‘Nunca, nunca más’.”
Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir graznando: “Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. “¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua, tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente y olvida a tu ausente Leonora!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas. en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más!
//
Once upon a midnight dreary, while I pondered weak and weary, Over many a quaint and curious volume of forgotten lore, While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping, As of some one gently rapping, rapping at my chamber door. `’Tis some visitor,’ I muttered, `tapping at my chamber door – Only this, and nothing more.’
Ah, distinctly I remember it was in the bleak December, And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor. Eagerly I wished the morrow; – vainly I had sought to borrow From my books surcease of sorrow – sorrow for the lost Lenore – For the rare and radiant maiden whom the angels named Lenore – Nameless here for evermore.
And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain Thrilled me – filled me with fantastic terrors never felt before; So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating `’Tis some visitor entreating entrance at my chamber door – Some late visitor entreating entrance at my chamber door; – This it is, and nothing more,’
Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer, `Sir,’ said I, `or Madam, truly your forgiveness I implore; But the fact is I was napping, and so gently you came rapping, And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door, That I scarce was sure I heard you’ – here I opened wide the door; – Darkness there, and nothing more.
Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing, Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before; But the silence was unbroken, and the darkness gave no token, And the only word there spoken was the whispered word, `Lenore!’ This I whispered, and an echo murmured back the word, `Lenore!’ Merely this and nothing more.
Back into the chamber turning, all my soul within me burning, Soon again I heard a tapping somewhat louder than before. `Surely,’ said I, `surely that is something at my window lattice; Let me see then, what thereat is, and this mystery explore – Let my heart be still a moment and this mystery explore; – ‘Tis the wind and nothing more!’
Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter, In there stepped a stately raven of the saintly days of yore. Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he; But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door – Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door – Perched, and sat, and nothing more.
Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling, By the grave and stern decorum of the countenance it wore, `Though thy crest be shorn and shaven, thou,’ I said, `art sure no craven. Ghastly grim and ancient raven wandering from the nightly shore – Tell me what thy lordly name is on the Night’s Plutonian shore!’ Quoth the raven, `Nevermore.’
Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly, Though its answer little meaning – little relevancy bore; For we cannot help agreeing that no living human being Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door – Bird or beast above the sculptured bust above his chamber door, With such name as `Nevermore.’
But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only, That one word, as if his soul in that one word he did outpour. Nothing further then he uttered – not a feather then he fluttered – Till I scarcely more than muttered `Other friends have flown before – On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before.’ Then the bird said, `Nevermore.’
Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken, `Doubtless,’ said I, `what it utters is its only stock and store, Caught from some unhappy master whom unmerciful disaster Followed fast and followed faster till his songs one burden bore – Till the dirges of his hope that melancholy burden bore Of “Never-nevermore.”‘
But the raven still beguiling all my sad soul into smiling, Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird and bust and door; Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore – What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore Meant in croaking `Nevermore.’
This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom’s core; This and more I sat divining, with my head at ease reclining On the cushion’s velvet lining that the lamp-light gloated o’er, But whose velvet violet lining with the lamp-light gloating o’er, She shall press, ah, nevermore!
Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer Swung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor. `Wretch,’ I cried, `thy God hath lent thee – by these angels he has sent thee Respite – respite and nepenthe from thy memories of Lenore! Quaff, oh quaff this kind nepenthe, and forget this lost Lenore!’ Quoth the raven, `Nevermore.’
`Prophet!’ said I, `thing of evil! – prophet still, if bird or devil! – Whether tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore, Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted – On this home by horror haunted – tell me truly, I implore – Is there – is there balm in Gilead? – tell me – tell me, I implore!’ Quoth the raven, `Nevermore.’
`Prophet!’ said I, `thing of evil! – prophet still, if bird or devil! By that Heaven that bends above us – by that God we both adore – Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn, It shall clasp a sainted maiden whom the angels named Lenore – Clasp a rare and radiant maiden, whom the angels named Lenore?’ Quoth the raven, `Nevermore.’
`Be that word our sign of parting, bird or fiend!’ I shrieked upstarting – `Get thee back into the tempest and the Night’s Plutonian shore! Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken! Leave my loneliness unbroken! – quit the bust above my door! Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!’ Quoth the raven, `Nevermore.’
And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting On the pallid bust of Pallas just above my chamber door; And his eyes have all the seeming of a demon’s that is dreaming, And the lamp-light o’er him streaming throws his shadow on the floor; And my soul from out that shadow that lies floating on the floor Shall be lifted – nevermore!