Mostrando las entradas para la consulta admití ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta admití ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

jueves, 26 de agosto de 2021

Al tren. Clarín.

AL TREN

(Lo texto del llibre de Clarín no sirá igual que este)

Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña (Clarín).

Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar...


Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar... está que bufe y agarre lo sel... ras del coche de primera en les mans; y al seu juissi té raó que li sobre. Figúronse vostés que ell ve desde Madrid sol, tombat tot lo llarg que es a un reservat, en lo que ha tingut que contentás, perque no va ñabé a la seua dispossisió, per torpesa dels empleats, ni coche-llit, ni cosa pareguda. Y ara, cuan milló dormíe, a mija nit, a la mitat de Castilla, li obrin la porta del seu departamén y li demanen mil perdons... perque té que admití la compañía de dos viachés nada menos: una siñora enlutada, cuberta en un vel espés, y un tinén de artillería.

¡De cap manera! No ña cortessía que valgue; lo noble español es mol inglés cuan viache y no se entreté en miramens medievals: defén lo home lo seu resservat poc menos que al sport que ha adeprés a Eton, a Inglaterra, lo noble duc castellá, estudián inglés.

¡Un consellé, un senadó, un duc, un ex-ministre, consentí que entron dos desconeguts al seu coche, después de habé consentit en pressindí de una berlina-llit, al que té dret! ¡impossible! ¡Allí no entre ni una mosca!

La dama de dol, avergoñida, confusa, procure desapareixe, buscá refugi a consevol furgó aon pugue ñabé gossos mes fins... pero lo tinén de artillería li tanque lo pas ocupán la eixida, y en molta tranquilidat y finura defén lo seu dret, lo dels dos.

- Caballé, no nego lo dret de vosté a reclamá contra los descuidos de la Compañía... pero yo, y per lo vist esta siñora tamé, ting billet de primera; tots los demés coches de esta classe venen plens; an esta estassió no ña manera de aumentá lo servissi... aquí ñan assientos de sobres, y aquí mos embutirem. Lo jefe de la estassió apoye en timidés la pretensió del tinén; lo duc se creix, lo jefe sedix... y lo artillé cride a un cabo de la Guardia Sivil, que, enterat del cas, aplique la ley marsial al reglamén de ferrocarrils, y decrete que la viuda (ell la creu viuda) y lo seu tinén se quedon al resservat del duc, sense perjuissi de que este se queixo dabán de qui correspongue.

Pergamino proteste; pero acabe per calmás y hasta li oferix un magnífic puro al militar, del que acabe de sabé, acsidentalmen, que va al expresso a incorporás al seu regimén, que se embarque cap a Cuba.

- ¿Aixina que va vosté a Ultramar a defendre la integridat de la patria? - Sí siñó, al radé sortech (o sorteo) me ha tocat la china.- ¡Y vaya chinada!-

Dixo a ma mare y a la meua dona dolentes y dixo dos chiquets de menos de sing añets. - be, sí; es lamentable... ¡Pero la patria, lo país, la bandera!

- Ya u crec, siñó duc. Aixó es lo primé. Per naixó hi vach. Pero séntigo separám de lo segón. Y vosté, siñó duc, ¿aón sen va?

- Phs... per lo pronte a Biarritz, después al Nort de Fransa... pero tot aixó está mol vist; passaré lo Canal y repartiré los mesos de agost y de setembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn...
La dama del dol y del vel, ocupe silensiosa un racó del resservat. Lo duc no sen fixe en ella. Después de repassá un periódic, seguix la conversa en lo artillé, que es de poques paraules.

- Alló está mol mal. Cuan yo, per novatada de ministre, vach admití la cartera de Ultramar, pera adependre, me vach convense de que tenim que cauterisá la administrassió ultramarina, si se vol salvá.

- Y vosté ¿no va pugué aplicál?

- No vach tindre tems. Vach passá al estat, per los meus merits y servissis. Y ademés... ¡ñan tans compromisos! Oh, pero la insensata rebelió no durará; los nostres héroes defenen alló com a leons; miro vosté que es magnífica la mort del general Zutano... víctima de la seua valentía a la acsió de Tal... Zutano y un atre valén, un capitá... Lo capitá... no sé cuáns, van perí o morí allí pel mateix valor y lo mateix patriotisme que los mes renombrats martirs de la guerra. Zutano y lo atre, lo capitá aquell, se mereixen estatues; lletres de or a una lápida del Congrés... Pero de totes maneres, alló está mol futut... No tenim una administrassió... Conque ¿vosté se quede aquí pera pendre lo tren que lo porto a Santander? pos venga, bona sort, mols llorés y poques bales... Y si vol vosté algo per aquí... ya sap vosté, lo meu tinén, durán lo estiu, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn...

Lo duc y la dama del dol y lo vel se queden sols al resservat. Lo ex-ministre procure, en discressió relativa, conversá.

La dama conteste en monossílabos, y a vegades en señes.

Lo de Pergamino, despechat, se aburrix. A una estassió, la enlutada mire en impassiensia per la finestreta.

- ¡Aquí, aquí! - cride de repén -; Fernando, Adela, aquí...

Una parella, tamé de dol, entre al resservat: la enlutada del coche los abrasse, plore damún del pit de l´atra dona, sofocán los gañols. Lo tren seguix lo seu viache. Despedida, abrassos un atra vegada, ploreres...

Se van torná a quedá sols la dama y lo duch.
Pergamino, mort de impassiensia, se aventure al terreno de les possibles indiscressions. Vol sabé a tota costa lo origen de aquelles penes, la causa de aquell dol... Y obté freda, seca, irónica, entre llágrimes, esta breve resposta:

- Soc la viuda del atre... del capitá Fernández.

// 

EN EL TREN.


El duque del Pergamino, marqués de Numancia, conde de Peñasarriba, consejero de ferrocarriles de vía ancha y de vía estrecha, ex ministro de Estado y de Ultramar… está que bufa y coge el cielo… raso del coche de primera con las manos; y a su juicio tiene razón que le sobra. Figúrense ustedes que él viene desde Madrid solo, tumbado cuan largo es en un reservado, con que ha tenido que contentarse, porque no hubo a su disposición, por torpeza de los empleados, ni coche-cama, ni cosa parecida. Y ahora, a lo mejor del sueño, a media noche, en mitad de Castilla, le abren la puerta de su departamento y le piden mil perdones… porque tiene que admitir la compañía de dos viajeros nada menos: una señora enlutada, cubierta con un velo espeso, y un teniente de artillería.

¡De ninguna manera! No hay cortesía que valga; el noble español es muy inglés cuando viaja y no se anda con miramientos medioevales: defiende el home de su reservado poco menos que con el sport que ha aprendido en Eton, en Inglaterra, el noble duque castellano, estudiante inglés.

¡Un consejero, un senador, un duque, un ex-ministro, consentir que entren dos desconocidos en su coche, después de haber consentido en prescindir de una berlina-cama, a que tiene derecho! ¡Imposible! ¡Allí no entra una mosca!

La dama de luto, avergonzada, confusa, procura desaparecer, buscar refugio en cualquier furgón donde pueda haber perros más finos… pero el teniente de artillería le cierra el paso ocupando la salida, y con mucha tranquilidad y finura defiende su derecho, el de ambos.

-Caballero, no niego el derecho de usted a reclamar contra los descuidos de la Compañía… pero yo, y por lo visto esta señora también, tengo billete de primera; todos los demás coches de esta clase vienen llenos; en esta estación no hay modo de aumentar el servicio… aquí hay asientos de sobra, y aquí nos metemos.

El jefe de la estación apoya con timidez la pretensión del teniente; el duque se crece, el jefe cede… y el artillero llama a un cabo de la Guardia civil, que, enterado del caso, aplica la ley marcial al reglamento de ferrocarriles, y decreta que la viuda (él la hace viuda) y su teniente se queden en el reservado del duque, sin perjuicio de que éste se llame a engaño ante quien corresponda.

Pergamino protesta; pero acaba por calmarse y hasta por ofrecer un magnífico puro al militar, del cual acaba de saber, accidentalmente, que va en el expreso a incorporarse a su regimiento, que se embarca para Cuba.

-¿Con que va usted a Ultramar a defender la integridad de la patria?

-Sí señor, en el último sorteo me ha tocado el chinazo.

-¿Cómo chinazo?

-Dejo a mi madre y a mi mujer enfermas y dejo dos niños de menos de cinco años.

-Bien, sí; es lamentable… ¡Pero la patria, el país, la bandera!

-Ya lo creo, señor duque. Eso es lo primero. Por eso voy. Pero siento separarme de lo segundo. Y usted, señor duque, ¿a dónde bueno?

-Phs… por de pronto a Biarritz, después al Norte de Francia… pero todo eso está muy visto; pasaré el Canal y repartiré el mes de Agosto y de Septiembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn…

La dama del luto y del velo, ocupa silenciosa un rincón del reservado. El duque no repara en ella. Después de repasar un periódico, reanuda la conversación con el artillero, que es de pocas palabras.

-Aquello está muy malo. Cuando yo, allá en mi novatada de ministro, admití la cartera de Ultramar, por vía de aprendizaje, me convencí de que tenemos que aplicar el cauterio a la administración ultramarina, si ha de salvarse aquello.

-Y usted ¿no pudo aplicarlo?

-No tuve tiempo. Pasé a Estado, por mis méritos y servicios. Y además… ¡hay tantos compromisos! Oh, pero la insensata rebelión no prevalecerá; nuestros héroes defienden aquello como leones; mire usted que es magnífica la muerte del general Zutano… víctima de su arrojo en la acción de Tal… Zutano y otro valiente, un capitán… el capitán… no sé cuántos, perecieron allí con el mismo valor y el mismo patriotismo que los más renombrados mártires de la guerra. Zutano y el otro, el capitán aquél, merecen estatuas; letras de oro en una lápida del Congreso… Pero de todas maneras, aquello está muy malo… No tenemos una administración… Conque ¿usted se queda aquí para tomar el tren que le lleve a Santander? Pues ea; buena suerte, muchos laureles y pocos balazos… Y si quiere usted algo por acá… ya sabe usted, mi teniente, durante el verano, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn…

El duque y la dama del luto y el velo quedan solos en el reservado. El ex-ministro procura, con discreción relativa, entablar conversación.

La dama contesta con monosílabos, y a veces con señas.

El de Pergamino, despechado, se aburre. En una estación, la enlutada mira con impaciencia por la ventanilla.

-¡Aquí, aquí! -grita de pronto-; Fernando, Adela, aquí…

Una pareja, también de luto, entra en el reservado: la enlutada del coche los abraza, sobre el pecho de la otra mujer llora, sofocando los sollozos.

El tren sigue su viaje. Despedida, abrazos otra vez, llanto…

Quedaron de nuevo solos la dama y el duque.

Pergamino, muerto de impaciencia, se aventura en el terreno de las posibles indiscreciones. Quiere saber a toda costa el origen de aquellas penas, la causa de aquel luto… Y obtiene fría, seca, irónica, entre lágrimas, esta breve respuesta:

-Soy la viuda del otro… del capitán Fernández.

FIN.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Lo Decamerón en chapurriau

Proemio

Escomense la primera jornada del Decamerón, a la que, después de la explicassió donada per lo autó sobre la raó per la que va passá que se reunigueren les persones que se móstren enraonán entre elles, se enraóne, gobernán Pampínea sobre lo que mes agrade a cadaú. 

Cuan mes, mol grassioses dames, penso lo piadoses que sou per naturalesa, mes vech que la presén obra tindrá al vostre juissi un prinsipi penós y triste, com es lo dolorós recuerdo de aquella pestífera mortandat passada, universalmen funesta y digna de plos per tots aquells que la van viure o van sabé de ella. Pero no vull que per naixó tos arredro seguí lligín com si entre singlots y llágrimes haguéreu de passá la lectura. Este horrorós escomensamén tos sirá com als camináns una montaña áspra y empinada después de la que se trobe amagat un planet hermossíssim y deleitós com la Belenguera de Beseit, que es mes plassenté contra mes gran ha sigut la duresa de la pujada y después u sirá la baixada. Y aixina com lo final de la alegría sol sé lo doló, les miséries se acaben en la alegría que les seguix. An este curtet disgust (y dic curtet perque se explique en poques paraules) seguirá pronte la dolsó y lo plaé que tos hay prometut y que potsé no siríe esperat de tal escomensamén. Y en verdat si yo haguera pogut decorosamen portátos per un atra part en ves de per una senda tan regallada y empinada com esta, u hauría fet de bona gana; pero ya que la raó per la que van passá les coses que después se lligirán no se podíe manifestá sense este recuerdo, com espentat per la nessessidat me disposo a escríureu.
Dic, pos, que ya habíen los añs de la fructífera Encarnassió del Fill de Déu arribat al número de mil tresséns coranta y vuit (1348) cuan a la ilustre siudat de Florencia, nobilíssima entre totes les atres siudats de Italia, va arribá la mortífera peste que o per obra de los cóssos superiós o per les nostres acsións infames va sé enviada sobre los mortals per la justa ira de Déu per a la nostra correcsió. Habíe escomensat algúns añs abáns al paísos de Orién, privánlos de gran cantidat de habitáns, y, continuán sense descans de un puesto a un atre, se habíe anat escampán misserablemen per Ocsidén. Y no valén contra nella cap sabé ni providénsia humana (com la llimpiesa de la siudat de inmundíssies ordenada per los encarregats de alló y la prohibissió de entrá an ella a tots los doléns y los mols consells donáts per a conservá la higiene) ni valén tampoc les humildes súpliques dirigides a Déu per les persones devotes, no una vegada sino moltes, ordenades en prossesóns o de atres maneres, casi al prinsipi de la primavera del añ abáns dit va escomensá horriblemen y de assombrosa manera a mostrá los seus dolorosos efectes. Y no ere com a Orién, aon a qui li eixíe sang del nas li ere manifest signo de mort inevitable, sino que al seu escomensamén los eixíen als mascles y a les femelles tan a les íngles o entrecuix o daball de les axiles o sobaco, sertes unflós, que algunes creixíen hasta la mida de una poma, y atres se feen com un ou, que eren anomenades bubas per la gen. Y de les dites parts del cos, en poc tems va escomensá la pestífera buba a exténdres a consevol part, inmediatamen va escomensá la calidat de la enfermedat a cambiás en taques negres o pardotes que apareixíen a mols als brassos y per les cuixes y a consevol part del cos, a uns grans y rares y a datres minudes y abundáns. Y aixina com la buba habíe sigut y seguíe sén indissi mol sert de mort futura, lo mateix passabe en estes. Y per a curá tal enfermedat no pareixíe que valguere ni aprofitare cap consell de meche o virtut de medissina; aixina, o per la naturalesa del mal o la ignoránsia de los que medicaben (de los que habíe aumentat mol lo número tan de homes com de dones que may habíen tingut cap coneiximén de medissina) no sabiguéren cóm veníe y no sabíen lo remei. Eren mol pocs los que se curaben abáns del tersé día de la aparissió de les siñals abáns dites, y la mayoría sense cap fiebre ni síntoma, se moríen. Y esta pestilénsia va tindre mes gran forsa perque algúns de los que estaben doléns se abalansáben damún dels sanos en los que se comunicaben, com fa lo foc sobre les coses seques o engrassades cuan se li arrimen mol. Y mes allá va arribá lo mal: que no sol lo parlá y lo tratá en los doléns apegabe als sanos la enfermedat, sino que tamé lo tocá la roba o consevol atra cosa que haguere sigut tocada o empleada per aquells doléns. Y assombrós es escoltá lo que ting que di, que si per los ulls de mols y per los meus propis no haguere sigut vist, no me atrevería a créureu, y mol menos a escríureu per mol digna de fe que fore la persona a qui lay haguera sentit. Dic que de tanta virulénsia ere la calidat de la pestilénsia narrada que no sol passabe del home al home, sino que les coses que habíen sigut del home tamé se contamináben en la enfermedat. Los meus ulls van sé testigos un día de aixó: están les despulles de un pobre home mort de tal enfermedat aviáts a la vía pública, y entropessán en ells dos gorrinos, y com segóns la seua costum tot u furgaben, lo estiraben de les galtes primé en lo morro y después en les dens, un momén mes tart, después de unes contorsións y com si hagueren pres veneno, los dos van caure morts an terra damún de les maltratades despulles del home mort. De estes coses, y de bastantes mes paregudes an estes y encara de mes grosses, van náixe temós y superstissións als que quedaben vius, y casi tots se inclinaben a un reméi mol cruel com ere esquivá y fugí dels doléns y de les seues coses; y, fénu, cadaú creíe que conseguíe la salut per an ell mateix. Y ñabíen algúns que pensaben que viure moderadamen y guardás de tot lo innessessari podríe oferí gran ressisténsia a la enfermedat y, reunida la seua compañía, vivíen separats de tots los demés apartánse y tancánse an aquelles cases aon no ñaguere cap dolén y se puguere viure milló, minján en gran prudénsia minjás fins y mol bons vins y fugín de tot exés, sense dixás parlá per ningú ni sentí cap notíssia de fora, ni de morts ni de doléns, tocán instruméns y en los plaés que podíen tindre se entreteníen. Uns atres, de la opinió contraria, afirmaben que la medissina sertíssima per an este mal ere lo beure mol y lo gosá y aná cantán de passeo, divertínse, y satisfé la gana en tot alló que se puguere, y riure y burlás de tot lo roín que passare; y tal com u díen, u féen, anán de día y de nit ara an esta taberna ara a l’atra, bebén tan com sed tingueren y sense pará cap cuenta, y fen sol les coses que los donáben gust o plaé. Tot aixó u podíen fé fássilmen perque tot lo món habíe abandonat les seues coses y cases, per lo que moltes se habíen fet comunes y les feen aná los extrañs, ocupes, igual que les haguere empleat lo propi amo. Y en tot este comportamén de fieres, fugíen de los doléns. Y en tan gran aflicsió y miséria de la nostra siudat, estabe la reverenda autoridat de les leys, tan de les divines com de les humanes, tota caiguda y apocada per los seus ministres y ejecutós que, com los atres homes, estaben doléns o morts o se habíen quedat sense criats y no podíen fé cap ofissi; aixina li ere líssit a tot lo món fé lo que li donare la gana. Mols atres observaben una vía intermija: ni aforrán les viandes com los primés ni allargánse en lo beure y en los atres libertinajes tan com los segóns, segóns la gana, y sense tancás, eixín a rondá portán a les máns flos, herbes que féen bona auló com romé, timó, fonoll y espígol, o algunes espéssies, que se portaben al nas assobín contra lo aire impregnat de la pudina y corrompina de los cóssos morts y carregat y pudén per la enfermedat y les medissines. Algúns eren de sentiméns mes cruels (com si fore mes segú) dién que cap medissina ere milló ni tan bona contra la peste que fugí de ella; y no cuidánse de res mes que de ells mateixos, mols homes y dones van abandoná la propia siudat, les propies cases, les seues possesións y als seus paréns y totes les seues coses, y van buscá atres terres, com si la ira de Déu no haguere de seguíls per a castigá la maldat de los homes en aquella peste y sol haguere de oprimí an aquells que se trobaren dins de los muros de la seua siudat com avisán de que cap persona teníe que quedá allí viva. Y encara que de estos que opinaben de diferentes maneres no van morí tots, no per naixó tots se salvaben. Sen ficaben doléns mols a tot arreu, y habén donat ells mateixos ejemplo cuan estaben sanos als que sanos quedaben, ara se quedaben abandonats per tots. Y no diguém ya que un ressidén esquivare al atre y que casi cap veí cuidare del atre, y que los paréns poques vegades o may se visitaren, y en tal cas, de lluñ. En tan espán habíe entrat esta amargura al pit de los homes y de les dones, que un germá abandonabe al atre y lo tío al nebot y la germana al germá, y moltes vegades la dona al seu home, y lo que mes gros es y casi increíble, los pares y les mares als fills, com si no foren seus, evitaben visitáls y aténdrels. Per lo que als que se ficaben doléns, que eren una multitut incontable, tan homes com dones, cap atre auxilio los quedabe que o la caridat de los amics, de los que ne ñabíen pocs, o la avaríssia de los criats que per unflats salaris y abusius contrates servíen, encara que en tot alló no sen trobaren mols y los que se trobaben eren homes y dones de poc suc, y ademés gens acostumbrats a serví, que casi no valíen per a res mes que per a portá als doléns algunes coses que demanáren o miráls cuan se moríen; y servín en tal mal servissi, se perdíen ells moltes vegades en lo guañat. Y com los doléns eren abandonats per los veíns, los paréns y los amics, y ñabíe falta de criats se va seguí una costum may vista hasta entonses:
que a cap dona per bella o garbosa o noble que fore, si se ficabe dolenta, no li importabe tindre al seu servissi a un home, com fore, jove o no, ni mostráli sense cap vergoña totes les parts del seu cos com haguere fet a un atra dona, si u demanabe la nessessidat de la seua enfermedat. Aixina que aquelles que se van curá van tindre después menos honestidat.
Y ademés, va vindre de alló la mort de mols que si hagueren sigut ajudats se hauríen salvat. Faltaben servíssis que los doléns no podíen tindre y per la forsa de la peste ere tanta a la siudat la multitut de los que de día y de nit se moríen, que fée fredó sentíu di, y mes vóreu. Casi per nessessidat, coses contráries a les costums de los siudadáns van náixe entre los que quedaben vius. Ere costum, aixina com ara encara u veém, que les dones paréns y veínes se ajuntaren a la casa del mort, y allí, en aquelles que mes lo tocaben, ploraben; y per un atra part dabán de la casa del mort en los seus paréns se reuníen los seus veíns y mols atres siudadáns, y segóns la calidat del mort allí veníe lo clero, y lo difún, a muscles dels seus iguals, en un funeral de pompa de sera y cántics, a la iglesia triada per nell abáns de la mort ere portat. Estes coses, después de escomensá a aumentá la ferossidat de la peste, casi del tot o en gran part van pará, y unes atres noves van vindre al seu puesto. Per lo que no sol sense tindre moltes dones al voltán se moríe la gen sino que eren mols los que de esta vida passaben a l’atra sense testigos; y mol poquets ñabíe de aquells que ressibíen les piadoses ploreres y les amargues llágrimes dels seus paréns. Al revés, en ves de llágrimes van sé mes normals les risses y los chistes y lo festejá en compañía. Esta costum, les dones, la habíen adeprés mol be. Y ere mol raro vore cadávers que foren acompañats per mes de deu o dotse dels seus veíns a la iglesia; als que ya no portaben a muscles los honrats y amats siudadáns, sino una espéssie de enterradós eixits de la gen baixa que se féen cridá faquines y féen este servissi cobrán be, ficánse daball del ataúd y portánlo en pressuroses passes, no an aquella iglesia que s´haguere abáns de la mort disposat, sino a la que estabe mes prop lo portaben, detrás de cuatre o sis móssens, en poques llums, y a vegades sense cap. En la ajuda de los faquines, sense cansás en un ofissi massa llarg o solemne, a consevol sepultura desocupada, la que primé trobaben, de terra lo colgaben. De la gen baixa, y potsé de la mijana, lo espectácul encara estabe ple de mes miséria, perque éstos, o per la esperansa o la pobresa retinguts la mayoría a les seues cases, quedánse als seus barris, sen ficaen doléns per milenás cada día, y no sén ni servits ni ajudats per dingú, sense cap redensió se moríen tots. Y mols acababen a la vía pública, de día o de nit; y si se moríen a les seues cases, en la corrompina dels seus cóssos féen sentí als veíns que estaben morts; y entre éstos y los atres que per tot arreu se moríen, una aglomerassió. Ere sobre tot observada una costum per los veíns, moguts mes per la temó de que la corrupsió de los morts no los ofenguere que per l´amor que tingueren als finats. Ells, o sols o en ajuda de algúns portadós cuan ne podíen tíndre, traíen de les cases los cóssos de los morts y los ficaben dabán de les portes (aon, espessialmen pel matí, haguere pogut vore un sensenúmero de ells qui se haguere passejat per allí) y allí féen vindre los ataúds, y va ñabé mols als que per no ñabén los van ficá damún de consevol tauló. Tampoc va sé un sol ataúd lo que se va emportá juntes a dos o tres persones; ni va passá una vegada sol, sen hagueren pogut contá bastantes, que la dona y lo home, dos o tres germáns, o lo pare y lo fill, anigueren juns a la caixa. Y moltes vegades va passá que, anán dos móssens en una creu a per algú, se van ficá tres o cuatre ataúds, portats per portadós, detrás de ella; y aon los retós creíen tindre un mort per a sepultá, sen ajuntaben sis o vuit, o potsé mes. Tampoc eren éstos en llágrimes o llums o compañía honrats, la cosa habíe arribat a tan que igual se cuidabe de los homes que moríen com de les cabres; per lo que va apareixe manifestamen que alló que lo curs natural de les coses no habíe pogut en los seus minuts y raros mals mostrá als sabios que se debíe soportá en passiénsia, u fée la grandesa de los mals hasta en los simples, aprofitats y despreocupats. Per a la gran caterva de morts que a totes les iglesies, tots los díes y casi totes les hores, ere conduída, no ñabíe prou terra sagrada als fossás (y máxime volén doná a cadaú un puesto propi segóns la antiga costum), se féen per los sementeris de les iglesies, después de está tot ple, fósses grandíssimes a les que se ficaben per sentenás los que arribaben, y com se fiquen les mercansíes als barcos en capes apissonades, en poca terra se colgaben hasta que arribabe a ran de terra. Y per a no aná buscán per la siudat tots los detalls de les nostres passades miséries, dic que no tampoc sen va salvá lo campo dels voltáns. Dixán los burgos, que eren pareguts, per poblassió, a la siudat, per les aldees escampades per nell y los campos, los llauradós pobres y les seues famílies, sense meches ni ajuda de criats, per los carrés y per los collets y per les cases, de día o de nit, no com a homes sino com a bésties se moríen. Estos, dixades les costums com a les siudats, no se ocupaben de cap de les seues coses o faenes; y tots, com si esperaren a la mort, se esforsaben en tot lo seu talento no en ajudá als fruits de los animals y de la terra y de los seus passats traballs, sino en gastá tot los que teníen a má. Per lo que los bueys, los burros, les ovelles, les cabres, los gorrinos, los pollastres y hasta los mateixos gossos fiels al home, van sé expulsats de les cases y aventáts per los campos, aon les cullites estaben abandonades, sense sé ni arreplegades ni segades, y los animals campaben per aon los apetíe y se acampaben com podíen; y mols, com si foren rassionals, después de habé pasturat be durán lo día, per la nit sen entornaben fartets a les seues cases sense cap guía de pastó. ¿Qué mes pot dis, dixán lo campo y tornán a la siudat, tanta va sé la crueldat del sel, y potsé en part la de los homes, que entre la forsa de la pestífera enfermedat y per sé mols doléns mal servits o abandonats per la temó que teníen los sanos, a mes de sen mil criatures humanes, entre mars y juliol, se té per sert que dins de los muros de Florencia los va sé arrebatada la vida, que potsé abáns de la enfermedat no se hauríe estimat que ñaguere a dins tanta gen? ¡Oh qué grans palaus, cuántes cases tan majes, cuántes nobles morades plenes per dins de gen, de Siñós y de dames, se van quedá forres hasta de chiquets! ¡Oh cuáns memorables linajes, cuántes amplíssimes herénsies, cuántes famoses riqueses se van vore quedá sense hereu! ¡cuáns valerosos homes, cuántes hermoses dones, cuáns joves ben pitos als que Galeno, Hipócrates o Esculapio hagueren jusgat saníssims, van amorsá en los seus paréns, compañs y amics, y arribat lo tardet van sopá en los seus antepassats a l´atre món!
A mí mateix no m´agrade aná revolcánme entre tantes miséries; per lo que, dixán les que puc evitá, dic que, están la nostra siudat de habitáns casi forra, va passá, aixina com yo u vach sentí a una persona digna de fe, que a la venerable iglesia de Santa María la Nova, un dimats de matí, no ñabén casi cap atra persona, sentits los divinos ofissis en hábits de dol, com demanáben éixos tems, se van trobá sat dones joves, unides o per amistat o per vessindat o per sé familia, de les que cap habíe passat los vin añs ni ne teníen menos de devuit, discretes totes y de sang noble y hermoses de figura, adornades en robes, y honestes. Los seus noms diría yo com cal si una justa raó no me impediguere féu, no vull que per les coses contades de elles que vénen ara, y per lo escoltat, cap pugue avergoñís mes abán, están avui una mica mes restringides les leys del plaé que allacuanta, per les raóns abáns dites. Ni tampoc vull doná materia als envejosos (disposats a deshonrá tota vida loable), de disminuí de cap manera la honestidat de les valeroses dones en converses desconsiderades. Pero, sin embargo, per a que alló que cada una va di se pugue compéndre sense confusió, en noms conveniéns a la calidat de cada una, les nombraré: La primera, y la de mes edat, se dirá Pampínea, la segona Fiameta, Filomena la tersera, la cuarta Emilia, Laureta la quinta, la sexta Neifile, y la radera, la séptima, Elisa.

Estes mosses se van ajuntá a una de les parts de la iglesia com preparades a sentás en corro, y después de mols suspiros, dixán de resá padrenuestros, van escomensá a cavilá sobre la condissió de los tems moltes y variadas coses; y después de un rato, callán les demés, aixina va escomensá a parlá Pampínea:

- Vatres podéu, volgudes Siñores, tan com yo habé sentit moltes vegades que a dingú ofén qui honestamen fa ús del seu dret. Natural dret es de tots los que náixen ajudá a conservá y deféndre la seua propia vida tan com poden, y consedíume aixó, ya que alguna vegada ya ha passat que, per conservála, se hayguen matat homes sense cap culpa. Y si aixó consedixen les leys, que regulen lo bon viure de tots los mortals, honesto es que, sense oféndre a dingú, natros y consevol atre, faiguém aná los micháns que pugám per a la conservassió de la nostra vida. Sempre que me fico a considerá les nostres acsións de este matí y les ya passades y penso cuáns y quins són los nostres pensaméns, compreng, y vatres igual u podéu compéndre, que cada una de natros tingue temó per nella mateixa; y no me maravillo per naixó, me admiro de que passánmos a totes lo tindre sentimén de dona, no agarrém alguna compensasió de alló que en raó temém. Estém vivín aquí, al meu paréixe, com si vullguérem y tinguérem que sé testigues de cuans cóssos morts se porten a la sepultura, o escoltá si los flares de aquí dins (lo número de ells ya casi ha arribat a cero) cánten los seus ofissis a les hores que toque, o mostrá a consevol que aparégue, per los nostres hábits, la calidat y la cantidat de les nostres miséries. Y, si eixím de aquí, o veém cóssos morts o doléns portats per los carrés, o veém aquells a qui per los seus crímens o maleses la autoridat de les públiques leys ha condenat al exili, burlánse de elles perque van sentí que los seus ejecutós estaben morts o doléns, y en violénsia y fogosidat recórren la siudat, o als merdes y brossa de la nostra siudat sentí que los diuen faquines, y sentí cansonetes deshonestes que mos insulten. Y no sentím mes que «estos están morts», y «tals atres están morínse»; y si ñaguere qui puguere féu, per tot arreu sentiríem doloroses ploreres. Y si a les nostres cases torném, no sé si a vatres com a mí tos passe: yo, de familia numerosa, no vach trobá datra persona an ella mes que a la meua criada, me esglayo y séntigo que me se esturrufen los pels, y me pareix, aon sigue que vach o me quedo, vore la sombra de los que han mort, y no en les cares que solíen tindre, sino en un aspecte horrible, monstruós, no sé aón adquirit, y me espanto. Tan aquí com fora de aquí, y a casa, me trobo mal, y mes ara que me pareix que no ña cap persona que encara tingue pols al señ y puesto aon aná, com tením natros, dingú que se haygue quedat aquí mes que natres. Y hay sentit y vist moltes vegades que si algúns ne queden, aquells, sense fé cap distinsió entre les coses honestes y les que no u són, sol en que les ganes lay demánon, y sols o acompañats, de día o de nit, fan lo que milló sels oferix; y no sol les persones libres sino tamé les tancades als monasteris o convéns, convensudes de que los convé alló, trencades les leys de la obediénsia, se donen a delíssies carnáls, de esta manera pénsen salvás, y se han fet lujurioses, cachondes y depravades. Y si aixina es, com se veu, ¿qué fem aquí natros?, ¿qué esperám?, ¿qué ensomiám? ¿Per qué tením mes perea y som mes lentes per a la nostra salvassió que tots los demés siudadáns? ¿mos reputém de menos valor que tots los demés?, ¿o creém que la nostra vida está lligada en cadenes mes fortes al nostre cos que les de los atres? Estém equivocades, mos engañám, qué tontes som si u creém aixina. Tan com vullguém recordá cuáns y quins han sigut los joves y les dones vensuts y vensudes per esta cruel pestilénsia, tindrém una demostrassió claríssima. Y per naixó, no sé si tos pareixerá a vatres lo que a mí me pareix: yo penso que, aixina com mols u han fet abáns que natros y fan, ixquém de esta terra y anigám a les nostres viles del campo (totes ne tením) y allí tingám festa, alegría y plaé sense traspassá lo límit de lo raonable. Allí se sénten cantá los muixonets, se veuen verdejá los collets y los plans, y les finques plenes de blat, sivada y avena fan oles com lo mar y ñan moltes classes de ábres, y lo sel es mes cla y blau y ubert. Lo sel, per mol enfadat que estigue, no mos negue les seues belleses eternes, que mol mes majes són que los muros de la nostra siudat. Y es allí, ademés, lo aire mes fresquet y puro, y de les coses que són nessessáries a la vida ña allí mes abundánsia, y ñan menos de les que estorben: perque allí, encara que tamé se móriguen los llauradós com aquí los siudadáns, ofén menos, perque ñan menos cases y habitáns que a la siudat. Y aquí, per un atra part, si u vech be, no abandoném a dingú, abáns podém en verdat di que ham sigut abandonades: perque los nostres, o morínse o fugín de la mort, com si no siguérem seues mos han dixat en tanta pena. Cap reproche pot fes a seguí este consell, mentres que lo doló y lo disgust, y potsé la mort, podríen víndremos si no lo seguim. Y per naixó, si tos pareix, en les nostres criades y fénmos seguí de les coses oportunes, avui an este puesto y demá an aquell, la alegría y la festa que an estos tems se pugue crec que estará be que les disfrutém; y que mos estiguém allí hasta que veigam (si primé la mort no mos alcanse) quin final reserve lo sel an estes coses. Y enrecordéuton que no es res roín anámon honestamen cuan gran part de los atres deshonestamen se queden.
Habén escoltat a Pampínea les atres dones, no sol van alabá lo seu raonamén y consell sino que, en dessich de seguíl, habíen ya entre elles escomensat a considerá lo modo de féu, com si al eixecás de aon estaben assentades inmediatamen hagueren de ficás en camí. Pero Filomena, que ere discretíssima, va di:
- Siñores, per mol ben dit que haigue estat lo raonamén de Pampínea, no ham de córre a féu aixina com pareix que voléu. Tos recordo que som totes dones y no ña cap tan chiqueta com per a no sabé cóm se gobernen les dones juntes sense la providénsia de cap home. Som caprichoses, abalotadores y abalotades, desconfiades, temoriques y apocades, coses per les que mol dudo que, si no agarrém un atra guía mes que la nostra, se desfará esta compañía mol pronte y en menos honor per a natros del que siríe menesté: y per naixó bo es péndre providénsies abáns de escomensá.
Va di entonses Elisa:
- En verdat los homes són lo cap de la dona y sense la seua direcsió poques vegades arribe alguna de les nostres obres a un fin loable: pero ¿cóm podém trobá estos homes? Totes sabém que de los nostres están la mayoría morts, y los atres que viuen s´han quedat un aquí y un atre allá, sense que sapigám aón, fugín de alló de lo que natros tamé volém fugí, y lo admití a extrañs no siríe convenién; per lo que, si volém córre detrás de la salut, mos convé trobá lo modo de organisámos de tal manera que allí aon volém trobá gust y repós no trobém disgust y escándol. Mentres les dones estaben en estos raonaméns, entren a la iglesia tres joves, que no u eren tan per a que no tinguere lo menos vintising añs lo mes jove: ni la calidat y perversidat de los tems, ni la pérdua de amics y de paréns, ni la temó habíe pogut extinguí l´amor en ells, ni siquiera arrefredál. A un li díen PánfiloFilostrato lo segón y lo radé Dioneo, tots amables y cortesos; y estaen buscán a les seues dames, que estaben entre les sat nomenades, y les atres eren paréns de algún de ells. Pero primé van arribá ells als ulls de éstes que éstes van sé vistes per nells; per lo que Pampínea, entonses, sonrién va escomensá:

- La fortuna mos es favorable y mos ha ficat dabán an estos joves valerosos que mos farán en gust de guíes y criats.
Neifile, entonses, que se habíe ficat tota roija de vergoña perque ere una de les amades per los joves, va di:
- Pampínea, per Déu, mira lo que dius. Reconeixco que només coses bones poden dis de consevol de ells, y crec que poden oferí bona y honesta compañía no sol a natros sino a datres mol mes hermoses y estimades del que natros som; pero com es cosa manifesta que están enamorats de algunes de les que aquí están, ting temó de que mos seguixquen difamassións y reproches, sense tindre cap culpa ni natros ni ells, si mols emportém en natros.
Va di entonses Filomena:
- Ixo rai; allá aon yo honestamen viga y no me rossego la consiénsia, que parlo qui vullgue en contra: Déu y la verdat agarrarán per mí les armes. Pos, si estigueren disposats a vindre podríem di en verdat, com Pampínea va di, que la fortuna mos es favorable.

Les demés, sentín an estes parlá aixina, de acuerdo van di totes que foren cridats y sels diguere la seua intensió; y los rogaren que vullgueren tíndreles per compañía al viache. Per lo que, sense mes paraules, ficánse de peu Pampínea, que per consanguinidat ere parenta de un de ells, se va atansá cap an ells, que estaben parats com estaquirots miránles y, saludánlos en alegre gesto, los va fé manifesta la seua intensió y los va rogá en nom de totes que en puro y fraternal ánimo vullgueren tíndreles com a compañía. Los joves van creure primé que los fee la burla, pero después van vore que la dama parlabe en serio y van declará alegremen que estaben preparats, y sense mes tardansa, van doná órdens del que s´habíe de fé per a prepará la partida. Y ordenadamen fen prepará totes les coses oportunes y enviades aon ells volíen aná, en son demá de matí, aixó es, en dimecres, al clarejá lo día, les dones en algunes de les seues criades y los tres joves en tres dels seus criats, eixín de la siudat, se van ficá en camí, y no mes de dos milles se habíen alluñat de ella cuan van arribá al puesto primé dessidit. Estabe tal puesto a lo alt de una montañeta, per tot arreu una mica separat dels camíns, ñabíen diferéns arbustos, abrets, ábres y plantes, tots y totes verts y verdes, frondosos y frondoses y agradables de mirá; a la punta del puch ñabíe una masada en un gran y hermós pati al mich, y en galeríes y en sales y en alcobes totes elles bellíssimes y adornades en alegres pintures dignes de sé mirades, en pradets al voltán y en jardíns maravillosos y en pous de aigua fresquíssima y en bodegues plenes de pressiats vins: coses mes apropiades per als bons bebedós que per a les sobries pero no abstémies y honrades dones. La masada, ben agranada y en les alcobes y los llits fets, y plena de cuantes flos se podíen trobá a la estassió, y alfombrada en rames de jungs escampadetes, va ressibí la compañía que arribabe. Y al reunís per primera vegada, va di Dioneo, que mes que cap atre jove ere agradable y ple de ingenio:

- Siñores, la vostra discressió mes que la nostra previssió mos ha guiát aquí; yo no sé qué es lo que intentéu fé als vostres pensaméns: los meus los hay dixát yo a dins de les portes de la siudat cuan en vatres hay eixit de ella, y per naixó o vatres tos disposéu a entretíndretos y a riure y a cantá en mí (tan, dic, com convé a la vostra dignidat) o me donéu llissensia per a que a per los meus pensamens men entorna y me queda an aquella siudat desolada.
A lo que Pampínea, com si s´haguere desfet de tots los seus pensamens, va contestá alegre:
- Dioneo, mol be parles: ham de viure en alegría, pos les tristeses mos han fet fugí. Pero com les coses que no tenen orden no poden durá mol tems, yo que vach sé la inissiadora de los contactes per los que se ha format esta bona compañía, pensán en la continuassió de la nostra alegría, estimo que es de nessessidat triá entre natros an algún com a prinsipal a qui honrém y faigám cas com a superió, pero que tots los seus pensaméns se dirigíxquen a fémos viure alegremen. Y per a que tots próbon lo pes de les preocupassións jun en lo plaé de la autoridat, dic que a cadaú per un día se li dono lo pes y en ell lo honor, y quí sirá lo primé de natros se faigue per elecsió de tots. Los que continuarán, al arrimás la nit, sirán aquell o aquella que vullgue lo Siñó o Siñora del día, y los Siñós, segóns lo seu arbitri, durán lo día del seu señorío, ordenarán lo modo en que ham de viure. 

Estes paraules van agradá y a una veu la van triá com a Reina del primé día, y Filomena, corrén mol depressa cap a un lloré, perque moltes vegades habíe sentit parlá de cuán honor donáe a qui ere en lloré coronat, agarrán algunes rames, va fé una guirnalda o corona ben arreglada y lay va ficá damún de la coroneta. Va sé alló, mentres va durá aquella compañía, manifest signo a tots los demés del Real Señorío y privilegio. Pampínea, feta Reina, va maná que tots callaren, y habén fet ya cridá allí als criats de los tres joves y a les seues criades; y callán tots, va di:

- Per a doná lo primé ejemplo a tots vatros, per a que la nostra compañía en orden y en plaé y sense cap deshonor vixque y duro tan com pugám, nombro primé a Pármeno, criat de Dioneo, lo meu senescal, y an ell encomano lo cuidado y la solissitut per a tota la nostra familia y lo que perteneix al servissi de la sala. Sirisco, criat de Pánfilo, vull que sigue administradó y tessorero y que seguixque les órdens de Pármeno. Tíndaro, al servissi de Filostrato y de los atres dos, que se ocupo de les seues alcobes cuan los atres, ocupats en los seus ofissis, no puguen ocupás. Misia, la meua criada, y Licisca, de Filomena, estarán seguit a la cuina y prepararán les viandes que digue Pármeno. Quimera, de Laureta, y Estratilia, de Fiameta, volém que estiguen pendentes del gobern de les alcobes de les dames y de la llimpiesa de los puestos aon estiguém. Y a tots en general, volém y los ordenám que se guardon, aon sigue que vaiguen, de consevol puesto del que tornon, consevol cosa que séntiguen o veiguen, y de portá de fora cap notíssia que no sigue alegre. -

Y donades estes órdens, eixecánse de peu, va di:
Aquí ñan jardíns, aquí ñan prats, aquí ñan atres puestos mol bons, per los que vaigue cadaú al seu gust a esparsís; y al sentí lo toque de tersia, tots estiguen aquí per a minjá a la fresca.
Despedida, pos, per la ressién Reina, la alegre compañía, los joves y les belles dones, parlán de coses agradables, en pas lento, sen van aná per un jardí fénse hermoses guirnaldes de flos y fulles y cantán amorosamen. Y después de habé passat aixina lo rato que los habíe sigut consedit per la Reina, tornán a la masada, van vore que Pármeno habíe escomensat lo seu ofissi, per lo que, al entrá a una sala de la planta baixa, allí van vore les taules parades en mantels blanquíssims y en tasses que pareixíen de plata, y totes les coses cubertes de flos y de rames de ginesta; per lo que, rentánse tot les máns, com li va apetí a la Reina, segóns lo juissi de Pármeno, tots van aná a assentás. Les viandes delicadamen fetes van arribá y van sé escansiats vins finíssims, y en silénsio los tres criats van serví les taules. Alegrats tots per estes coses, que eren hermoses y ordenades, en plassenté ingenio y en festa van minjá; y eixecades les taules, com totes les dames sabíen ballá los danzes de carola, y tamé los joves, y part de ells tocá y cantá mol be, va maná la Reina que vinguéren los instruméns: y per orden seua, Dioneo va agarrá un laúd y Fiameta una viola, y van escomensá a tocá una dansa suave. Per lo que la Reina, en les atres dames, agarránse de la má en corro en los joves, com si fore una sardana o un ball sardo, en pas lento, enviáts a minjá los criats o sirviéns, van escomensá una carola: y cuan la van acabá, van cantá cansóns amables y alegres. Y aixina van passá tan tems com a la Reina li va pareixe, antes de maná que sen teníen que aná a dormí; donán a tots llisénsia, los tres joves a les seus alcobes, separades de les de les mosses, sen van aná. En los llits ben fets y tot ple de flos com la sala se van trobá. Igualmén les seues les dames, per lo que, despullánse, se van gitá a dormí.
No fée mol que habíe sonat nona cuan la Reina, eixecánse, va fé eixecás a tots los demés, afirmán que ere roín dormí massa de día. Van amorsá be y van passá lo rato, y después sen van aná a un prat aon la herba ere verda y alta y lo sol no podíe entrá ni per cap regata; y allí, aon se sentíe un suave airet, tots se van assentá en corro sobre la verda herba tal com la Reina va volé. Y ella los va di:
- Com veéu, lo sol está alt y la caló ya aprete, y res se sen mes que les chicharres als olivés o les oliveres, per lo que aná ara a consevol puesto siríe sense duda tontería. Aquí estem be y fresquets, y ñan, com veéu, tableros y pésses de ajedrez, y cadaú pot, segóns lo que al seu ánimo li dono mes plaé, chalá. Pero si tos vinguere en gana, podríem contámos cuentos y aixina passaríem esta calenta part del día. Cuan haigáu acabat tots de contá una história cadaú, lo sol ya haurá baixat y haurá menguat la caló, y podríem aná a entretíndemos aon mes gust mos dono; y per naixó, si aixó que hay dit tos agrade (ya que estic disposada a seguí lo vostre gust), fému; y si no tos apetiguere, que faigue cadaú lo que mes li agrado hasta la hora de véspres. Les dones y tots los homes van alabá lo novelá.

- Entonses - va di la Reina - , si tos apetix, an esta primera jornada vull que cadaú parlo del que mes li chauche.
Y girada cap a Pánfilo, que estabe assentat a la seua dreta, amablemen li va di que en una de les seues históries escomensare; y Pánfilo, sentit lo mandato, rápidamen, y sén escoltat per tots, va escomensá aixina:

primera-jornada-novela-primera


Lo Decamerón en chapurriau

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los sans inosséns, llibre tersé.

Llibre tersé.

La milana.

Y en éstes, se presente al cortijo lo Azarías, y la Régula li va doná los bons díes y li va estendre un sac de palla jun a la cuina com acostumáe, pero lo Azarías ni la mirabe, se unflabe y fée com si mastegare algo sense tindre res a la boca y san germana, ¿te passe algo, Azarías, no estarás dolén? y lo Azarías, la buida mirada al foc, gruñíe y ajuntabe les genives desdentegades, y la Régula, ae, no te se haurá mort l´atra milana que tú dius, ¿verdat, Azarías? y después de mol insistí, lo Azarías, lo siñoret me ha despedit, y la Régula, ¿lo siñoret? y lo Azarías, diu que ya soc vell, y la Régula, ae aixó no pot dítu lo siñoret, si te has fet vell, al seu costat ha sigut, y lo Azarías, yo ting un añ mes que lo siñoret, y mastegáe lo no res, assentat al taburet, en los colses a les garres, lo cap entre les mans, la mirada perduda, fixa al fogaril, pero, de repé, se va sentí lo alarit de la chiqueta Menuda y los ulls del Azarías se van iluminá, y los seus labios se van estirá en una sonrissa babeján, y li va di a san germana, arrímam a la chiqueta Menuda veus, y la Régula, ae, estará bruta y lo Azarías, alcánsam a la chiqueta Menuda, y, dabán la seua insisténsia, la Régula se va incorporá y va torná en la Charito y lo seu cos no abultabe mes que lo de una llebre y les seues cametes se doblegáen com les de una nina de drap, com si estigueren desossades, pero lo Azarías la va agarrá en los dits tremolosos, la va acomodá a la seua faldeta, li va aguantá delicadamen lo seu cabet desarticulat contra lo seu bras fort, per deball del sobaco, y va escomensá a rascála suaumen entre les selles mentres musitabe, milana bonica, milana bonica... y aixina que va torná Paco, lo Baixet, de la volta de la tarde, la Régula va eixí a trobál, ae, tenim visita, Paco, ¿a que no saps quí ha vingut? y Paco, lo Baixet, va ensumá un momén y va di, ton germá ha vingut, y ella has ensertat, pero esta vegada no per una nit, ni per dos, sino pera quedás, ell diu que lo siñoret lo ha despedit, veus a sabé, haurem de informámos, y al matí siguién, conforme se va alsá Deu, Paco, lo Baixet, va ensillá la yegua y, al galop, va franquejá la valleta, lo collet ple de carrascots y lo jaral y se va presentá, escoltat per los aullits dels mastíns, al cortijo del siñoret del Azarías, pero lo siñoret descansabe y Paco, lo Baixet, se va apeá y se va quedá un rato de charrada en la Lupe, la de Dacio, lo Gorriné, un pledepolls, aixó es lo que es, tot lo cuchitril ple de merda y, per si fore poc, se pixe a les mans, sirá desahogat, y Paco, lo Baixet, assentíe, pero, aixó no es nou, Lupe y la Lupe, nou no es, pero, a la llarga, canse, en la seua inacabable letanía de lamentassións, y aixina hasta que va apareixe lo siñoret y Paco, lo Baixet, entonses, se va ficá de peu, com ere de ley, bones, bones mos les dono Deu, siñoret, se va traure la gorra y va escomensá a donáli voltes y voltes entre les mans, com si li estorbare, y, al remat, siñoret, lo Azarías diu que vosté l´ha despedit, ya veu quínes coses, después de tans añs, que lo siñoret, a vore si mos entenem, ¿quí eres tú?, ¿quí te ha donat vela an este enterro? y Paco, lo Baixet, acobardat, perdono, lo germá polític del Azarías, lo del Piló, aon la Siñora Marquesa, un treballadó de Crespo, lo Guarda Majó, pera que me entengue, y lo siñoret del Azarías ¡ah, ya! y movíe lentamen lo cap, afirmán, los ulls tancats, com si cavilare, y al final, va admití, pos lo Azarías no diu cap mentira, que es sert que l´hay despedit, tú me dirás, un payo que se pixe a les mans, yo no puc minjám una surita que ell haigue desplomat, ¿ten dones cuenta?, ¡en les mans pixades!, aixó es una gorrinada y dísme tú, si no me pele les surites y atres muixóns ¿quín servissi me fa al cortijo un carcamal com ell que no té res aquí?, y se siñalabe lo fron, se apretabe en forsa un dit a la pulsera, lo pols, y Paco, lo Baixet, los ulls a les puntes de les seues botes, continuabe voltán la gorra entre les mans, aixina, y al remat, va ajuntá valor y raó, ben mirat, no li falte, siñoret, pero fáigues cuenta, lo meu - mon - cuñat va traure la primera den aquí, que pera San Eutiquio sixanta un añs, que se diu pronte, de chiquet, com qui diu... pero lo siñoret va moure una ma y lo va interrompre, tot lo que vullgues, tú, menos eixecám la veu, sol faltaríe, que si al teu cuñat l´ham aguantat sixanta un añs lo que mereixco es un premio, ¿sens?, que bons están los tems pera arreplegá de caridat a un anormal que se u fa tot per los racóns, y per si fore poc, se pixe les mans abáns de pelám les turcassos, una repugnansia, aixó es lo que es, y Paco, lo Baixet, sense dixá de donáli voltes a la gorra, assentíe, cada vegada mes tenuemen, si men fach cárrec, siñoret, pero ya veu, allí, a casa, dos pesses, en cuatre sagals...y lo siñoret, tot lo que vullgues, tú, pero lo meu no es un assilo y pera estes situasións está la familia, ¿o no? y Paco, lo Baixet si vosté u diu, y, passet a passet, reculabe cap a la yegua, pero cuan va ficá lo peu al estribo y va montá, al siñoret del Azarías se li van amontoná a la boca noves raóns, que ademés de lo que te porto dit, tú, lo Azarías blasfeme y los trau los taps a les rodes dels coches dels meus amics, dónaten cuenta, aixina fore lo mismíssim ministre, compendrás que yo no puc invitá a dingú pera que eixe anormal... y anáe alsán gradualmen la veu mentres Paco, lo Baixet, se alluñabe al trote de la yegua, ...li dixo los neumátics forros... ¡compendrás...! pero, ben mirat, lo Azarías ere un engorro, un atra criatura, igual que la chiqueta Menuda, ya u díe la Régula, inosséns, dos sans inosséns, aixó es lo que són, pero ni la Charito se estáe coteta, y lo Azarías ni a sol ni a sombra y, a la nit, ni pegá ull, en los seus passeos y carraspeján, y voltáe com un gos, y aixina hasta la matinada que se assomabe a la corralada, mastegán saliveta, los pantalóns caiguts, y los gorrinés y los guardes y los gañáns, sempre la mateixa copla, Azarías, ¿vas a peixcá? y ell sonreíe a lo no res, mentres rascabe los barróns del galliné, y ronronejabe ajuntán les genives, y, al acabá, agarráe dos cartóns de vime o esportes una a cada ma y díe, men vach a fé fem pera les flos, y, franquejabe la tanca, y se perdíe per la lloma, entre les jares y les carrasques, buscán a Antonio Abad, lo pastó, que per la hora que ere no podíe está mol llun, y, tal com sel topetáe, se ficáe a caminá parsimoniosamen detrás del bestiá, acachánse y arreplegán cagallóns ressién eixits hasta que omplíe los cartróns y, una vegada plens, tornáe al cortijo rossegán paraules que no se escoltáen, la blanca saliveta empastada a les comissures y tal com entrabe a la corralada, ya estabe la Pepa, o lo Abundio, o la Remedios, la del Crespo, o qui fore, ya ha vingut lo Azarías en lo abono dels geranios, y lo Azarías, sonreíe, y anabe bordeján les eretes de les flos escampán equitativamen los cagallóns entre ells, y la Pepa, o lo Abundio, o la Remedios, o lo mateix Crespo, embutix mes merda al cortijo que la que trau, y la Régula, en passiénsia, ae, no moleste a dingú y per lo menos está entretengut, pero lo Facundo, o la Remedios, o la Pepa, o lo mateix Crespo, ficaen mala cara, tú vorás cuan vingue la Siñora, pero lo Azarías ere templat y aplicat y, matí tras matí, tornáe dels carrascals en dos cartóns carregats de conguitos, de tal forma que, al cap de unes semanes, les flos de les eres apenes eixíen per damún de los muntets de cagallóns redóns, negres com volcáns menuts, y la Régula va tindre que imposás, ae, mes fem, no, Azarías, ara passéjam un rato a la chiqueta Menuda, li va di, y, a la nit, li va demaná a Paco, lo Baixet, que buscare algo que fé pera lo Azarías, pos los jardíns teníen massa abono y si sel dixáe gossejá, en seguida li entrabe la manta y li donabe per gitás entre los alborsés y dingú podíe traure res de ell, pero, per aquells díes, lo Rogelio, lo mosset, ya se apañabe sol, y anáe de aquí cap allá en lo tractó, un tractor roch, ressién importat, y sabíe armál y desarmál y cada vegada que veíe a la Régula preocupada per lo Azarías, li díe, yo me emporto al tío, mare, perque lo Rogelio ere efusiu y charradó, tot lo contrari que lo Quirce, cada día mes furo y callat, que la Régula, ¿qué li deu passá al Quirce desde fa un tems? se preguntabe, pero lo Quirce no donabe explicassións y, cada vegada que teníe dos hores libres, desapareixíe del cortijo y tornáe a la nit, una mica engatat y serio, que may sonreíe, may, menos cuan son germá Rogelio li preguntáe al Azarías, tío ¿per qué no mos conte vosté les panolles? y lo Azarías, dóssilmen, convensut per la fiebre de sé útil, se arrimabe al enorme mun de panolles, prop del silo y una, dos, tres, cuatre, sing... contabe, y, sempre, al arribá a onse, díe, coranta tres, coranta cuatre, coranta sing, y, entonses, sí, entonses lo Quirce sonreíe, en una sonrissa una mica forsada, pero pera una vegada que sonreíe, sa mare, la Régula, se ficáe pita y lo renegáe, les cames ubertes, los brassos de engerra, assuriacánlo en los ulls, ae, aixó sí que es majo, enríuressen de un agüelo inossén es ofendre a Deu, y, enfadada, sen anabe a buscá a la chiqueta Menuda, la preníe als seus brassos y lay dixáe al Azarías, tin, adormixla, ella es la única que te comprén, y lo Azarías preníe amorosamen a la chiqueta Menuda y, assentat al pedrís de la porta, la gronsáe y li díe a cada pas, en veu brumosa, ablanida per la falta de dens, milana bonica, milana bonica, hasta que los dos, casi a un mateix tems, se quedaben adormits a la solissombra de la parra de moscatell, sonrién com dos ángels, pero un matí, la Régula, mentres pentináe a la chiqueta Menuda, va trobá un poll entre les púes de la pinta y se va mosquejá y va aná aon lo Azarías, Azarías, ¿cuán tems fa que no te rentes? y lo Azarías, aixó los señoritos, y ella, la Régula, ae, los señoritos, l´aigua no coste perres, tros de marrano, y lo Azarías, sense di ni chut, va amostrá les seues mans de un costat y del atre, en la roña acumulada a les arrugues, y, finalmen va di humilmen, a modo de explicassió, me les pixo cada matí pera que no me se faiguen cribasses, y la Régula, fora de sí, ae, sirás asquerós, ¿no veus que estás crián miseria y lay apegues a la criatura? pero lo Azarías la mirabe confós o confundit, en les seues grogues nines dels ulls imploráns, lo cap cacho, gruñín cadensiosamen, com un cachorret, mastegán saliveta en les genives pelades, y la seua inossénsia y sumisió van desarmá a san germana, haragán, mes que dropo, tindré que ocupám de tú com si fores un atra criatura, y, a la tarde siguién, va pujá al remolque, jun al Rogelio y sen van aná cap a Cordovilla, aon lo Hachemita, y va comprá tres camisetes y, tornán a casa, se va encará en lo Azarías, ten fiques una cada semana, ¿me has entés? y lo Azarías assentíe y fée momos, pero passat un mes, la Régula va torná a buscál, daball del oró, ae, ¿se pot sabé aón has ficat les camisetes que te vach comprá?, va pera cuatre semanes y encara no ten hay rentat cap, y lo Azarías va baixá los ulls grocs y sangosos, hasta que san germana va pedre la passiénsia y lo va sacsá y tal com lo sacsáe per les solapes eixecades, va vore les camisetes, una damún del atra, sobreficades, les tres, y cochino, mes que marrano, que eres encara pijó que los gorrinos, tráute aixó, ¿sens?, llévat aixó, y lo Azarías, sumisamen, se va traure la parchejada jaqueta de pana parda y, después, les camisetes, una detrás del atra, les tres, y va dixá al descubert un pit de Hércules, cubert de una pelusa canosa, y la Régula, ae, cuan ten tragues una te fiques l´atra, la llimpia, trau y fica, eixa es tota la siénsia, y lo Rogelio a riure, que se tapáe la boca en la seua ma gran y morena pera sofocá la rissa y no enfadá a sa mare y Paco, lo Baixet, assentat al pedrís, contemplabe la essena apoquit y baixabe lo cap, abatut, es encara pijó que la chiqueta Menuda, rossegáe, y aixina va aná corrén lo tems y, cuan va arribá la primavera, al Azarías li van vindre alusinassións, y a totes hores se li representabe son germá, lo Ireneo, de nit en blang y negre, com enmarcat a un escapulari, y de día, si se gitáe entre la torvisca, policromat, gran y totpoderós, damún del fondo blau del sel, com va vore un día a Deu-pare a un grabat y, en estos casos, lo Azarías, se eixecáe y sen anáe aon la Régula, avui ha tornat lo Ireneo, Régula, díe, y ella ae, un atra vegada, díxa al pobre Ireneo en pas y lo Azarías al sel está y ella, a vore ¿quín mal li va fé a dingú? pero les coses del Azarías en seguida trassendíen al cortijo y los gorrinés, y los pastós y los gañáns féen vore que sel trobáen y li preguntaben, ¿qué va sé del Ireneo, Azarías? y lo Azarías alsáe los muscles, se va morí, Franco lo va enviá al sel, y ells, com si fore la primera vegada que lay preguntaben y ¿cuán va sé aixó, Azarías, cuán va sé aixó? y lo Azarías movíe repetidamen los labios antes de contestá, fa mol tems, cuan los moros, y ells se pegáen en los colses y reprimíen la rissa y tornáen a di, ¿y estás segú de que Franco lo va enviá al sel, no lo enviaríe al infern? y lo Azarías negabe fort en lo cap, sonreíe, babejabe y señalabe cap amún, al blau, yo lo vech ahí dal cada vegada que me tombo entre la torvisca, aclaríe, pero lo mes grave pera Paco, lo Baixet, eren los desahogos del Azarías, ya que a consevol hora del día o de la nit, son cuñat abandonabe la casa, buscabe un racó, ben prop de la tapia, o a les eretes, o del sopadó o prop del oró, se baixabe los calsonsillos, se ajupíe y u fée, aixina que Paco, lo Baixet, cada matí, antes de la volta, ixíe al pati com un enterradó, lo cávec al muscle y tratabe de borrá les seues patades y llugo, tornaé a la Régula y se queixáe, este home té que tindre les canilles fluixes, de un atre modo no se explique, y cada dilluns y cada dimats, apareixíe al cortijo una nova pasterada y Paco, lo Baixet, venga, fóli, en la cavegueta, cávec o chapo, a tapáu, pero pesse als seus esforsos, cada vegada que ixíe de casa y obríe los forats del nas - per aon segóns díe lo siñoret Iván, los díes que estabe de bones, se li veíe lo servell - li veníe la peste o corrompina y se desesperabe, ¡ya torne a putí, Régula, ton germá no té arreglo!, y la Régula, desolada, ae, y ¿qué vols que yo li faiga? no es mala creu la que nos ha caigut damún, pero, per aquells díes, lo Azarías va escomensá a trobá en falta les carreres del caro y cada vegada que vée a son cuñat quieto, parat, se arimáe an ell, zalamero, arrímam a la serra a corre lo caro, Paco, li díe, y Paco, lo Baixet, mut, com si no fore pan ell, y lo Azarías, arrímam a la serra a corre lo caro, Paco, y Paco, lo Baixet, mut, com si no lay diguere an ell, hasta que una tarde, sense sabé cóm ni per qué, li va vindre la idea, que se va obrí pas al seu menut serebre com una llum, y entonses, sen va aná cap a son cuñat, y si te arrimo a la serra a corre lo caro, ¿u farás al monte?,¿no tornarás a fé de ventre a la corralada? y lo Azarías, si tú u dius, y, a partí de aquella fecha, Paco, lo Baixet, cada tardet, aupabe al Azarías a la grupa de la yegua y lo portáe en ell y, ya nit tancada, se apeaben a la falda de la serra, y, mentres Paco, lo Baixet, se acomodabe al roquissal, aguardán, prop del alcornoque mocho, lo Azarías se perdíe pel brosquill, entre les jares y la montera, belcat, acechán com una alimaña, obrínse pas entre la greñura y, al cap de una llarga paussa, Paco, lo Baixet, sentíe lo seu reclam, ¡eh, eh!, y acte seguit, lo silénsio, y al remat, la veu levemen nassal del Azarías, ¡eh, eh! y después de fé lo reclam tres o cuatre vegades en vano, lo caro contestáe, ¡jujujujú, jujujujú! y, entonses, lo Azarías arrencabe a corre, com un macareno, y lo caro aullabe detrás y de cuan en cuan, soltabe la seua lúgubre carcañada y Paco, lo Baixet, desde lo Canchal del Alcornoque, sentíe los cruixits de la malea al trencás y, poc después, lo aullit del caro, y, después, la seua carcañada que geláe la sang y mes después, res y, passat un cuart de hora, apareixíe lo Azarías, en la cara y les mans cubertes de ñafres, en la seua sonrissa babeján, felís, bona carrera li hay donat, Paco, y Paco, lo Baixet, a lo seu, ¿has fet de ventre? y lo Azarías, encara no, Paco, no hay tingut tems, y Paco, lo Baixet, pos, venga, dónat pressa, y lo Azarías, sense dixá de sonriure, chupánse los esgarraps de les mans, se alluñáe uns metros, se ajupíe contra alguna matissa y descarregabe, y aixina día tras día, hasta que una tarde, al acabá mach, se va presentá lo Rogelio en una gralleta ressién naixcuda entre les mans, ¡tío, miro lo que li porto! y tots van eixí de la casa y al Azarías, al vore lo muixonet tendret, se li van bañá los ulls, lo va pendre en cuidadet a les seues manotes y va musitá, milana bonica, milana bonica, y, sense pará de adulála, va entrá a la casa, la va dixá a una sistella y va eixí a buscá materials pera féli un niuet y, a la nit, li va demaná al Quirce un sac de pienso y, a una llanda rovellada, lo va mesclá en aigua y li va arrimá una pella al pic del animalet y va di, afelpán la veu, quiá, quiá, quiá y la gralleta se movíe a la palla, ¡quiá, quiá, quiá!, y ell, lo Azarías, cada vegada que la gralleta obríe lo pic, li embutíe a la boca inmensa, en lo seu brut dit del mich, un grumo de prenso compost y lo muixonet su tragabe, y, después, un atra pella y un atra, hasta que la muixoneta se fartáe, se quedabe quieta, farta, pero a la mija hora, una vegada passat lo empach sircunstansial, tornáe a reclamá y lo Azarías repetíe la operassió mentres murmurabe tendramen, milana bonica, milana bonica, en un murmullo que casi no se enteníe, pero la Régula lo vee fé y li díe confidensialmen al Rogelio, ae, mes val aixina, bona idea has tingut, y lo Azarías no se olvidabe del muixó ni de día ni de nit y en cuan li van apuntá los primés cañóns, va corre felís per la corralada, de porta en porta, una sonrissa bobalicona ballánli entre los labios, les grogues nines dilatades, la milana ya está emplomán, repetíe, y tots li donáen los parabéns o li preguntaben per lo Ireneo, menos son nebot, lo Quirce, que lo va enfocá en la seua mirada y li va di, y ¿pera qué vol a casa esta peste, tío? y lo Azarías va girá cap an ell los seus ulls atónits, assombrats, no es cap peste, es la milana, pero lo Quirce va moure obstinadamen lo cap y, después, va escupiñá, ¡qué collóns!, es un muixó negre y res bo pot portá a casa un muixó negre, y lo Azarías lo va mirá un momén desorientat y, finalmen, va posá los seus tendres ulls damún del caixó y se va olvidá del Quirce, demá li buscaré una papaterra, va di, y, al matí siguién, va escomensá a cavá afanosamen al massís sentral hasta que va trobá una papatiarra, la va agarrá en dos dits y lay va doná a la gralla y la gralleta se la va empassá en tan gust que lo Azarías babejáe de satisfacsió, ¿la has vist, Charito? ya es una mosseta, demá li buscaré un atra papaterra y cuquets, li va di a la chiqueta Menuda, y, pas a pas, la gralleta anáe creixén y emplomán dins del niu, en lo que, ara, cada vegada que Paco, lo Baixet, traíe al Azarías a corre lo caro, éste se moríe de impassiénsia, a escape, Paco, la milana me está aguardán, y Paco, lo Baixet, ¿has fet de ventre? y lo Azarías, la milana me está aguardán, Paco, y Paco, lo Baixet, inconmovible, si no fas de ventre, te ting aquí hasta que se faigue de día y la milana se mórigue de fam, y lo Azarías se afluixáe los calsonsillos, no tens que fé aixó, díe, al tems que se ajupie a la soca de un carrascot y soltáe la cárrega, pero antes de acabá, ya se alsáe, venga, Paco, rápit, se pujáe de pressa los pantalóns, la milana me está aguardán, y estiráe los labios en una humida, extraviada, sonrissa y mastegáe saliveta en mol gust y este epissodio se repetíe cada día hasta que un matí, tres semanes mes tard, tal com passejabe a la gralleta per la corralada damún del seu bras, ésta va escomensá un tímit aleteo y va escomensá a volá, en un vol curt, blanet y primerís, hasta alcansá la copa del oró, aon se va posá, y, al vórela allí, per primera vegada lluñ del seu alcáns, lo Azarías ploriquejáe, la milana me se ha escapat, Régula, y se va assomá la Régula, ae, díxala que volo, Deu li va doná ales pera volá, ¿no u compréns? pero lo Azarías, yo no vull que me se escapo la milana, Régula, y mirabe ansiosa, angustiadamen, cap a la copa del oró y la gralleta giráe los seus ulls cap a totes bandes, descubrín noves perspectives, y, después, girabe lo cap y se picotejabe lo llom, despollánse y lo Azarías, ficán a les seues paraules tota la unsió, tot lo amor de que ere capás, díe, milana bonica, milana bonica, pero lo muixó com si res, y tan pronte la Régula va arrimá al abre la escala de ma en intensió de agarrála y va pujá los dos primés escalóns, la gralleta va ficá tobes les ales, les va moure un rato al buit, y, finalmen, se va soltá de la rama, y, en un vol torpe y sense dessisió, va coroná la teulada de la capelleta y va pujá a la veleta de la torre, allá dal, y lo Azarías la mirabe en los llagrimots penjats dels ulls, com renegánla per la seua actitut, no estabe a gust en mí, díe, y, en éstes, se va presentá lo Críspulo y, después, lo Rogelio, y la Pepa, y lo Facundo, y lo Crespo, y tota la tropa, los ulls cap amún, a la veleta de la torre y la gralleta, dudán, fee balansades, y lo Rogelio sen enríe, cría corvs, tío, y lo Facundo, a vore, li agrren gust a la libertat, y porfiabe la Régula, ae, Deu los va doná ales als muixóns pera volá, y al Azarías li rellissáen los llagrimots per les galtes y ell tratabe de tráuressels a manotades y tornabe a la seua cantinela, milana bonica, milana bonica, y, tal com parlabe, se anabe apartán del grupet, arrimánse a la sombra calén del oró, los ulls a la veleta, hasta que se va quedá sol, al mich de la ampla corralada, daball del sol despiadat de juliol, la seua propia sombra com una pilota negra, als peus, fén momos y brassillades, hasta que va alsá lo cap, va afelpá la veu y va cridá, ¡quiá! y, a dal, a la veleta, la gralleta va assentuá les seues balansejades, va ataullá la corralada, se va moure ñirviosa, y se va torná a quedá parada y lo Azarías, que la observabe, va repetí entonses, ¡quiá! y la gralleta va estirá lo coll miránlo, lo va torná a plegá, torne a estirál y, en eixe momén, lo Azarías, va repetí, ¡quiá! y, de repén, va passá lo imprevist, y com si entre lo Azarías y la gralleta se haguere establit un fluit, lo muixó desde la flecha de la veleta va escomensá a grasná, ¡quiá, quiá, quiá! y a la sombra del oró se va fé un silénsio expectán y de improvís, lo muixó se va llansá cap a abán, va baixá en picat, y dabán de la mirada atónita del grupet, va fé tres amples sírculs damún de la corralada, prop de les tapies y, finalmen, se va posá damún del muscle dret del Azarías y va escomensá a picotejál insistenmen lo clatell blang com si li traguere los polls y Azarías sonreíe, sense moures, girán una mica lo cap cap an ella y musitán com una plegaria, milana bonica, milana bonica.

Los sans inosséns, llibre quinto.

Llibre quinto.

Lo acsidén.


Al arribá lo pas dels coloms, lo siñoret Iván se instalabe al cortijo durán dos semanes, pera nestes feches, Paco, lo Baixet, ya teníe preparats los coloms y los arreos y habíe engrassat lo balansí, de modo que tan pronte com se personabe lo siñoret, corríen en lo Land Rover de un puesto a un atre, de carril en carril, reconeixén les carrasques y les bellotes, pero tal com passáen los añs a Paco, lo Baixet, se li anabe fén mes difíssil pujá a les carrasques y lo siñoret Iván, al vórel abrassat torpemen a les soques, sen enríe, la edat no perdone, Paco, lo cul escomense a pesát, es ley de vida, pero Paco, lo Baixet, per amor propi, per no doná lo seu bras a torse, pujáe al alcornoque o a la carrasca, ajudánse de una maroma, encara que se pelare les mans y lligáe lo reclam a la part mes vissible del abre, a sé possible a la copa, y desde dal, enfocabe altivamen cap al siñoret Iván los grans forats del seu nas chato, com si mirare en ells, encara valgo, siñoret, ¿no li pareix? cridabe eufóric, y, a caball de un simal, ben assentat, estiráe del cordell amarrat al balansí pera que lo colom, al falláli les cames y pedre lo equilibri, aletejare, mentres lo siñoret Iván, amagat al esperadó, escudriñabe atentamen lo sel, los desplassaméns dels bandos y li advertíe, dos dotsenes de surites, templa, Paco, o be una junta de turcassos, quédat cotet, Paco, o be, les bravíes están en dansa, ojo, Paco, y Paco, lo Baixet, pos a templá, o a pará, o a ficá lo ull a les bravíes, pero lo siñoret Iván rara vegada se quedabe conforme, mes suavet, maricón, ¿no veus que en eixos estiróns me les espantes? y Paco, lo Baixet, pos mes suavet, en mes tiento, hasta que, de pronte, mija dotsena de coloms se separaben del bando y lo siñoret Iván preparáe la escopeta y dolsificáe la veu, ojo, ya doblen, y, en estos casos, los estironets de Paco, lo Baixet, se féen secs, rítmics, per a que lo colom se moguere sense desplegá del tot les ales y, conforme se aproximaben planeján los atres coloms, lo siñoret Iván se armabe, agarráe los puns y ¡pim-pam!, ¡dos, la parella! se alegráe Paco entre les rames, y lo siñoret Iván, calla la boca, tú, ¡pam-pim! ¡atres dos! chillabe Paco a dal sense pugué aguantás, y lo siñoret Iván, tanca lo pic, tú, y ¡pom-pum! ¡una que sen va a criá! se lamentabe Paco, y lo siñoret Iván, ¿no pots dixá quieta la llengua, tros de maricón? pero, entre pim-pam y pam-pim, a Paco, lo Baixet, se li adormíen les cames enganchades damún del simal y al baixá del abre, u habíe de fé a pols perque moltes vegades no sentíe los peus y, si los sentíe, notáe com formigues y cusigañes, com si foren de gaseosa, absolutamen irresponsables, pero lo siñoret Iván no reparabe en alló y lo apremiabe pera buscá una nova atalaya, pos li agradáe cambiá de puesto cuatre o sing vegades per día, de forma que, al acabá la jornada, a Paco, lo Baixet, li féen mal los muscles, y li coíen les mans pelades, y notáe agulles a les garres y teníe tot lo cos baldat, de les agujetes, a vore, que sentíe los membres com a descojuntats fora del puesto, pero, en son demá, tórnay, que lo siñoret Iván ere insassiable en los coloms, una cosa fora de serie, que li apetíe este tipo de cassera tan o mes que la de perdius en batuda, o la de
gangas a la espera, al aiguamoll, o la de turcassos a la Guita y lo cascabell, que no se fartáe lo home y, de matinet, entre dos llums, ya estabe en dansa, ¿estás cansat, Paco? sonreíe malissiosamen y afegíe, la edat no perdone, Paco, quí te u habíe de di a tú, en lo que tú has sigut, y a Paco, lo Baixet, li picabe lo orgull y pujabe als abres casi mes rápit que la vespra, encara en perill de desnucás, y amarrabe lo reclam a la copa de la carrasca o lo alcornoque, al pun mes alt, pero si los bandos se mostraben resselosos o desconfiats, pos aball, a un atra querensia, y de este modo, de abre en abre, Paco, lo Baixet, anabe agotán les seues energíes, pero dabán del siñoret Iván, que escomensabe a resselás de ell, ñabíe que fingí forsa y escaláe de pressa y cuan ya estabe casi a dal, lo siñoret Iván, ahí no, Paco, collóns, esta carrasca es mol menuda, ¿es que no u veus?, busca la atalaya com sempre has fet, no me sigues dropo, y Paco, lo Baixet, baixáe, buscabe la atalaya y un atra vegada cap a dal, hasta la copa, lo reclam a la ma, pero un matí, ara sí que la ham futut, siñoret Iván, me hay olvidat los capirots a casa, y lo siñoret Iván, que estáe aquell día llaminé, que lo sel negrejabe de coloms damún del carrascal de les Planes, va di imperiosamen, pos sega al reclam y no pergam mes tems, y Paco, lo Baixet, ¿lo sego, siñoret Iván, o li fach un capirot en lo mocadó? y lo siñoret Iván, ¿no me has sentit? y Paco, lo Baixet, sense fes de rogá, se va apretá al simal, va desplegá la navalla y en un dos per tres li va buidá los ulls al reclam y lo colom, veénse de repén sego, fée uns moviméns torpes y destronats, pero eficasos, pos doblaben mes muixóns que de costum y lo siñoret Iván no se parabe en barres, Paco, has de segá a tots los coloms, ¿sens? en los dichosos capirots entre la llum y los animals no cumplixen, y aixina un día y un atre hasta que una tarde, después de semana y mija de eixí al monte, segóns baixáe Paco, lo Baixet, de una carrasca monumental, li va fallá la cama adormida y va caure, espatarrat, com un sac ple de códuls, dos metros dabán del siñoret Iván, y lo siñoret Iván, alarmat, va fotre un bot y va cridá, ¡sirás maricón, casi me aplanes! pero Paco, se retorsíe an terra, y lo siñoret Iván se va arrimá an ell y li va aguantá lo cap, ¿te has fet mal, Paco? pero Paco, lo Baixet, ni podíe contestá, que lo cop al pit lo habíe dixat sense esma, y sol se siñalabe la cama dreta en insisténsia, ¡Ah, bueno, si no es mes que aixó...!, díe lo siñoret Iván, y tratabe de ajudá a Paco, lo Baixet, a ficás de peu, pero Paco, lo Baixet, cuan, al final va pugué articulá alguna paraula, va di, apoyat al trong de la carrasca, la cama esta no me aguante, siñoret Iván está com atontada, y lo siñoret Iván, ¿que no te aguante? ¡veus!, no me sigues ploramiques, Paco, si la dixes arrefredá sirá pijó, pero Paco, lo Baixet, va intentá fé una passa y va caure, no puc, siñoret, está trencada, yo mateix hay sentit cóm se tronsáe l´os, y lo siñoret Iván, tamé es mariconada, collóns y ¿quí me amarrará lo reclam ara en la junta de turcassos que ñan a les Planes? y Paco, lo Baixet, desde enterra, sentínse íntimamen culpable, va sugerí pera aplacál, igual lo Quirce, lo meu mosso, ell es habilidós, siñoret Iván, una mica tarugo pero pot servíli, y fée momos pel doló de la cama y lo siñoret Iván va doná unes passes en lo cap cacho, dudán, pero finalmen, se va arrimá una mica al cortijo, va fé bocina en les mans y va bramá una, dos, tres vegades, cada vegada mes fort, mes impassién, mes repodrit, y, com no acudíe dingú a les veus, se li va soltá la llengua y se va ficá a jurá y al remat, se va girá cap a Paco, lo Baixet, ¿segú que no te pots valdre, Paco? y Paco, lo Baixet, apoyat al trong de la carrasca, mal u vech, siñoret Iván, y, de repén, va assomá lo mosso gran de Facundo per la tanca de la corralada y lo siñoret Iván va traure de la burchaca un mocadó blang y lo va ventejá repetidamen y lo mosso de Facundo va contestá movén los brassos com aspes de molí y al cap de un cuart de hora, ya estabe bufán aon ells, que cuan lo siñoret Iván cridabe, ñabíe que donás pressa, ya se sabíe, sobre tot si anáe en la escopeta, y lo siñoret Iván li va ficá les mans als muscles y li va apretá pera que veiguere la importánsia de la seua misió y li va di, que ne vinguen dos, ¿sens?, los que siguen, pera ajudá a Paco que se ha fet mal, y lo Quirce pera acompañám a mí ¿u has entés? y segóns parlabe, lo mosso, de ulls vius y pell renegrida, assentíe y lo siñoret Iván va indicá en la barbilla a Paco, lo Baixet, y va di a modo de aclarassió, lo maricón dell se ha futut una costellada, ya veus qué oportú, y, al rato, ne van acudí dos del cortijo y se van emportá a Paco estés a una camilla y lo siñoret Iván se va embutí pel carrascal en lo Quirce, tratán de conectá en ell, pero lo Quirce, chitón, sí, no, pot sé, a lo milló, furo, reconsentrat, hermétic, que mes pareixíe mut pero, a cambi, lo tío teníe maña en lo reclam, que ere un virtuós, que sol calíe díli, fort, suavet, templa, sec, pera que acatare rigurosamen la orden, y los seus moviméns eren tan pressisos, que les turcassos doblaben sense desconfiansa damún del reclam y lo siñoret Iván, ¡pim-pam!, ¡pam-pim!, disparáe sense pará, que no donabe abast, pero errabe una y un atra vegada y, a cada errada, soltáe sapos y serps per la boca, pero lo que mes li enrabiabe ere que, en justissia, no podíe fótreli les culpes a dingú y, ademés de aixó, li fastidiabe que lo Quirce fore testigo de les seues errades y li díe, lo cas de ton pare me ha ficat ñirviós, sagal, en tota la vida no hay fallat tan com avui y lo Quirce, camuflat entre les fulles, contestáe indiferén, pot sé, y lo siñoret Iván se desfée, no es que puga o dixa de pugué, collóns, es una verdat com un templo, lo que te estic dién va a missa, y ¡pim-pam! ¡pam-pim! ¡pom-pum!, ¡un atre maricón a criá! bramáe lo siñoret Iván, y lo Quirce, a dal, en silénsio, cotet y parat, com si no anare en ell y, en cuan van torná al cortijo, lo siñoret Iván va passá per casa de Paco, ¿cóm anem, Paco? ¿cóm te trobes? y Paco, lo Baixet, tirán, siñoret Iván, teníe la cama estesa damún de un taburet y lo turmell gros, unflat, com un bot, es una ferida roína, ¿no va sentí esbadocás l´os? pero lo siñoret Iván anáe a lo seu, en tota la vida no hay errat mes coloms que este matí, Paco, ¡quínes coses!, pareixía un prinsipián, ¿qué haurá pensat lo teu sagal? y Paco, lo Baixet, a vore, los ñirvis, natural, y lo siñoret Iván, natural, natural, no buscos excuses, ¿de verdat te pareix natural, Paco, en les hores de vol que yo ting, errá una surita atravessada, de aquí al geranio? ¿eh? dis, Paco, ¿es que me has vist errá alguna vegada un colom atravessat de aquí al geranio?, y lo Quirce detrás dell, encantat, aburrit, lo ram de coloms a una ma y la escopeta enfundada al atra, sompo, silensiós, y, en éstes, va apareixe a la porta de la casa, daball del emparrat, lo Azarías, descals, los peus bruts, los pantalóns caiguts, sonrién en les genives, remugán com un cachorro, y Paco, una mica alterat, lo va señalá en un dit formulariamen, aquí, lo meu cuñat, va di, y lo siñoret Iván va analisá atentamen al Azarías, sí que tens una familia apañada, va comentá, pero lo Azarías, com atragut per una forsa magnética, se anabe arrimán a la percha y mirabe golut cap als coloms morts y de pronte, los va tocá, y los examinabe un per un, los furgabe les potes y lo pic, pera comprobá si eren jóvens, o vells, mascles o femelles, y, al cap de un rato, va eixecá los seus ulls adormilats y los va encará en los del siñoret Iván, ¿vol que los hi desploma? va preguntá expectán, y lo siñoret Iván, ¿es que saps desplomá coloms? y va di Paco, lo Baixet, home, no ne ha de sabé, si en tota la vida no ha fet datra cosa, y, sense mes explicassións, lo siñoret Iván, va pendre la percha de mans del Quirce y lay va doná al Azarías, tin, va di, y, cuan los tingues, los hi portes a doña Purita, de la meua part, ¿ten enrecordarás?, en cuan a tú, Paco, dónat pressa, mon anem a Cordovilla, aon lo meche, no me agrade eixa cama y lo 22 tenim batuda, y entre lo siñoret Iván, lo Quirce y la Régula, van acomodá a Paco, lo Baixet, al Land Rover y, una vegada a Cordovilla, don Manuel, lo dotó, li va paupá lo turmell, va intentá móurel, li va fé dos radiografíes y, al acabá, va enarcá les selles, ni nessessito vóreles, lo peroné, va di, y lo siñoret Iván, ¿qué?, está tronsat, pero lo siñoret Iván, se resistíe a admití les paraules del meche, no me fótegues, Manolo, lo 22 tenim batuda a la finca, yo no puc pressindí de ell, y don Manuel, que teníe los ulls mol negres, mol juns y mol penetráns, com los de un inquisidó, y lo clatell recte, com si lay hagueren allisat en una plana, va alsá los muscles, yo te dic lo que ña, Iván, después tú fas lo que te dono la gana, tú eres lo amo de la burra y lo siñoret Iván va torse la boca, contrariat, no es aixó, Manolo, y lo dotó, de momén no puc fé datra cosa que ficáli una férula, aixó está mol inflamat y escayolán no adelantaríem res, dins de una semana lo tornes a portá aquí, y Paco, lo Baixet, callabe y mirabe ladinamen a un y al atre, estes fractures de maléolo no son graves, pero donen guerra, u séntigo, Vanet, pero tindrás que agensiát un atre secretari, y lo siñoret Iván, después de uns instáns de encantamén, menuda mariconada, escolta, y lo cas es que encara estic de sort, va caure aixina de prop de mí, indicabe la vora de la alfombra, lo maricón no me ha desnucat de milagre, y, al cap de uns minuts de conversa, van torná al cortijo y, passada una semana, lo siñoret Iván va pasá a replegá a Paco, lo Baixet, en lo Land Rover y van torná a Cordovilla, y antes de que lo dotó li traguere la férula, lo siñoret Iván li va di, ¿no podríes ingeniáteles, Manolo, pera que lo 22 puguere váldres?, pero lo dotó movíe enérgicamen lo seu clatell aplanat, negán, pero si lo 22 es después demá com qui diu, Iván, y este home té que está coranta sing díes en lo alchés, aixó sí, pots compráli un parell de gayates o muletes pera que dins de una semana escomenso a moures per dins de casa, y una vegada acabat lo engessá, Paco, lo Baixet, y lo siñoret Iván van empendre la tornada cap al cortijo y anaben en silénsio, distansiats, com si algún llas fundamental acabare de trencás entre ells, y de cuan en cuan, Paco, lo Baixet, suspirabe, sentínse responsable de aquella quebra y intentabe diluí la tensió, créguem, que mes u séntigo yo, siñoret Iván, pero lo siñoret Iván, los ulls fixos mes allá del vidre del parabrises, conduíe en les selles caches, sense di paraula, y Paco, lo Baixet, sonreíe, y fée un esfors pera moure la cama, ya pese este chisme, ya, afegíe, pero lo siñoret Iván seguíe inmóvil, pensatiu, sorteján los grasóns y baches, hasta que a la cuarta tentativa de Paco, lo Baixet, se va dispará, mira, Paco, los meches poden di missa, pero lo que tú tens que fé, es no dixát, esforsát, caminá, ma yaya, que gloria tingue, se va dixá, y tú u saps, coixa pera sempre, en estos casos, en gayates o sense gayates, ña que móures, eixí al campo, encara que faigue mal, si te dixes ya estás sentensiat, te u dic yo, y, al franquejá la tanca del cortijo, se van topá al pati en lo Azarías, la gralleta al muscle, y lo Azarías, al escoltá lo motor, se va girá cap an ells y se va arrimá a la ventanilla o finestreta de dabán del Land Rover y sen enríe mostrán les genives, babeján, no va volé anássen en les milanes, ¿verdat, Quirce? díe, acarissián a la gralleta, pero lo Quirce callabe, mirán al siñoret Iván en les seues nines fosques, redones, com les de una pitorra, y lo siñoret lván se va apeá del coche fascinat per lo muixó negre posat damún del muscle del Azarías, ¿es que tamé saps amaestrá muixóns? va preguntá, y va estendre lo bras en lo propósit de agarrá la gralleta, pero la muixona va soltá un «quiá» de temó y va volá hasta lo alero de la capella y lo Azarías sen enríe, movén cap als costats les barres, se acobarde, va di, y lo siñoret Iván, normal, soc extrañ, no me coneix, y eixecabe los ulls cap al muixó, y ¿ya no baixe de ahí? va inqurí, y lo Azarías, que no baixe, atento, y la seua gola va modulá un «quiá» avellutat, untuós, y la gralla va pendulejá uns instáns, inquieta, damún de les seues potes, va ataullá la corralada y, finalmen, se va llansá al buit, les ales ubertes, planeján, describín dos sírculs al voltán del automóvil, se va posá damún del muscle del Azarías, y se va ficá a escarbá al seu clatell, embutín lo pic entre lo seu pel canós, com si lo despollare, y lo siñoret Iván, assombrat, aixó es collonut, vole y no cole, y Paco, lo Baixet se va arrimá renqueján cap al grupo y va di, dirigínse al siñoret Iván, a vore, la ha criat ell y está enseñada, vosté vorá, y lo siñoret Iván, cada vegada mes interessat y ¿qué fa este bicho durán lo día? y Paco, lo Baixet, miro, lo que tots, trau suro dels alcornoques, busque vidres o cristals, se afile lo bec a la pedra del abeuradó, fa una michdiada al oró, lo animalet passe lo tems com pot, y, conforme parlabe Paco, lo siñoret Iván observabe al Azarías, y, al cap de un rato, va mirá a Paco, lo Baixet, y li va di a mija veu, dixán rellissá les paraules per lo muscle, com si parlare en ell mateix, dic, Paco, que en estes mañes que se gaste, ¿no siríe ton cuñat un bon secretari? pero Paco, lo Baixet, va negá en lo cap, va descansá lo cos damún del peu esquerro pera siñalás la pulsera en la ma dreta y va di en lo colom podríe sé, pera la perdiu es curtet, y, a partí de eixe día, lo siñoret Iván visitabe cada matí a Paco, lo Baixet y lo insitabe, Paco, moute, collóns, no te dixos, que mes pareixes un paralític, no olvidos lo que te vach di, pero Paco, lo Baixet, lo mirabe en los seus melancólics ulls de perdigué dolentet, qué fássil se diu, siñoret Iván, y lo siñoret Iván, mira que lo 22 está damún, y Paco, lo Baixet, y ¿qué li ham de fé?, mes u séntigo yo, siñoret Iván, y lo siñoret Iván, mes u séntigo yo, mes u séntigo yo, mentira podrida, lo home es voluntat, Paco, collóns, que no vols enténdreu y, aon no ña voluntat, no ña home, Paco, desengáñat, que has de esforsát encara que te faigue mal, si no no farás may vida de tú, te quedarás inútil pera sempre, ¿sens?, y lo instabe, lo apremiabe, lo urgíe lo siñoret Iván, hasta que Paco, lo Baixet, farfullabe entre plos, en cuan apoyo lo peu es com si mel serraren en un serrucho, no veigue quín doló, siñoret Iván, y lo siñoret Iván, aprensións, Paco, aprensións, ¿es que no pots ajudát en les muletes? y Paco, lo Baixet, ya veu, a pas lento y per lo pla, pero va vindre lo día 22 y lo siñoret Iván, erre que erre, se va presentá al alba a la porta de Paco, lo Baixet, en lo Land Rover marrón, venga, amún, Paco, ya caminarem en cuidado, tú no te preocupos, y Paco, lo Baixet, que se va arrimá an ell en serta retissénsia, en cuan va aulorá lo sebo de les botes y lo timó y lo espígol dels baixos dels pantalóns del siñoret, se va olvidá de la seua cama y va montá al coche mentres la Régula ploriquejabe, a vore si aixó mos donará que parlá, siñoret Iván, y lo siñoret Iván, tranquila, Régula, tel tornaré sansé, y a la Casa Gran, exultaben los siñorets de Madrid en los preparatius, y lo siñó Ministre, y lo siñó Conde o Comte, y la siñoreta Miriam, que tamé li agradabe lo tiro en batuda, y tots, fumaben y eixecaben la veu mentres amorsaben café en migues y, conforme va entrá Paco al minjadó va pujá la euforia, que Paco, lo Baixet, pareixíe polarisá lo interés de la batuda, y cada un per lo seu costat, ¡home, Paco! ¿cóm va sé pera caure, Paco, collóns? claro que pijó haguere sigut trencát los nassos, y lo Embaixadó tratabe de exposá a mija veu al siñó Ministre les virtuts cinegétiques de Paco, lo Baixet, y Paco procurabe atendre a uns y als atres y subrayabe adelantán les muletes, com ficanles per testigos, disculpon que no me descubrixca, y ells, faltaríe mes, Paco, y la siñoreta Miriam, sonrién en aquella sonrissa uberta y lluén, ¿tindrem bon día, Paco? y dabán de la inminensia del vatissini, se va obrí un silénsio entre los invitats y Paco, lo Baixet, va sentensiá, diriginse a tots, lo matí está ras si les coses no se torsen yo me penso que entrarán pesses, y, en éstes, lo siñoret Iván, va traure de un caixonet de la arqueta florentina lo estuche de cuero, ennegrit per lo manosseo y lo tems, en les laminetes de nácar, com si fore una pitillera o sigarrera y algú va di, ha sonat la hora de la verdat, y, un a un, seremoniosamen, com cumplín una vella seremonia van agarrá una lamineta en lo número amagat a la punta, rotarem de dos en dos, va advertí lo siñoret Iván, y lo siñó Conde va sé lo primé en comprobá la seua lamineta y va exclamá en veu forta, ¡lo nou! y, sense doná explicassións, tontamen, va escomensá a palmotejá, y en tan entusiasme se aplaudíe y tanta satisfacsió irradiabe la seua cara, que lo siñó Ministre se va arrimá an ell, ¿tan bo es lo 9, Conde? y lo siñó Conde, ¿bo?, tú me dirás, Ministre, un roquissal, a la caiguda de un collet, a la valleta, se despenjen com a tontes y cuan se volen vore ni tems los done de eixecás, 43 ne vach despenjá lo añ passat an eixe puestet, y, mentrestán, lo siñoret Iván, anabe anotán a una agenda los noms de les escopetes en los números corresponéns, y una vegada que va apuntá lo radé, va guardá la agenda a la burchaca alta del chaleco-canana, arreém, que se fa tart va apremiá, y cadaú va montá al seu Land Rover en los secretaris y lo joc de escopetes bessones y los morrals dels cartuchos, mentres Crespo, lo Guarda Majó, acomodabe als esbarradós, los cornetes, y los abanderats, als remolques dels tractós y, al final, tots se van ficá en marcha, y lo siñoret Iván mostrabe en Paco, lo Baixet, tota serie de miraméns, que no es un di, que lo arrimabe a la pantalla en lo jeep encara que no ñagueren roderes, a campo través, pel erm, inclús, si ere pressís, vadeján corréns de aigua, en tot cuidado, tú, Paco, espérat aquí, no te mogues, vach a amagá lo coche detrás de eixes carrasques, o sigue, que tot anabe be, lo únic lo cobrá, pos Paco se desenvolvíe torpemen en les muletes, se atrasabe, y los secretaris dels puestos veíns, aprofitánse de la seua lentitut, li trincaben los muixóns morts, siñoret Iván, lo Ceferino se emporte dos perdius que no son seues, se lamentabe, y lo siñoret Iván, cabrejat, Ceferino, vinguen eixes dos perdius, me cago en la mare que te va parí, a vore si lo peu de Paco ha de serví pera que ton burléu de un pobre inútil, cridabe, pero, datres vegades, ere Facundo y, datres, Ezequiel, lo Gorriné, y lo siñoret Iván no podíe contra tots, impossible luchá en eficassia a tots los frentes, y cada vegada mes fart, de pijó humor, ¿no pots mouret una mica mes depressa, Paco, collóns? pareixes una apissonadora, si te descuides te robarán hasta los cansonsillos, y Paco, lo Baixet, procurabe fé un esfors, pero los collets en rostolls dificultaben los seus moviméns, no li permitíen apoyá pla lo peu, y, en una de éstes, ¡crac!, Paco, lo Baixet, an terra, com un sapo, ¡ay siñoret Iván, que me se ha tornat a tronsá l´os, que lay sentit!, y lo siñoret Iván, que per primera vegada a la historia del cortijo, portabe a la tersera batuda sing muixóns menos que lo siñó Conde, se va arrimá an ell fora de sí, traén pestes per la boca, ¿qué te passe ara, Paco, collóns? ya es molta mariconería aixó, ¿no te pareix? pero Paco, lo Baixet, insistíe desde enterra, la cama, siñoret, se ha tornat a tronsá l´os, y los juraméns del siñoret Iván se sentíen hasta a Cordovilla, ¿es que no pots meneját? intenta, al menos, ficát de peu, home, pero Paco, lo Baixet, ni u intentabe, tombat a una bocha, se aguantabe la cama esbadocada en les dos mans, sense atendre als juraméns del siñoret Iván, per lo que, al final, lo siñoret Iván, va claudicá, de acuerdo, Paco, ara te arrime Crespo a casa, te gites y, a la tarde, cuan acabem, te portaré aon don Manuel, y, hores mes tard, don Manuel, lo meche, se va incomodá al vórel, podríe vosté ficá mes cuidado, y Paco, lo Baixet, va intentá justificás, yo... pero lo siñoret Iván teníe pressa, lo va interrompre o interrumpí, aviva Manolo, ting sol al Ministre, y lo dotó enfadat, ha tornat a fracturá, lógic, una soldadura de brot verd, inmovilidat absoluta, y lo siñoret Iván, ¿y demá? ¿qué faré demá, Manolo? no es un capricho, te u juro, y lo dotó, mentres se traíe la bata, fes lo que vullgues, Vanet, si vols desgrassiá an este home pera lo que li quede de vida, allá tú, y ya al Land Rover marrón, lo siñoret Iván, pensatiu y silensiós, enseníe sigarros y algún caliqueño tot lo tems, sense mirál, tal que si Paco, lo Baixet, u haguere fet a posta, tamé es mariconada, repetíe, entre dens, de cuan en cuan y Paco, lo Baixet, callabe, y notabe la humitat de la nova escayola a la pantorrilla, y, al crusá lo de les Tapes, van eixí aullán los mastíns detrás del coche, y, en los clapits, lo siñoret Iván va pareixe eixí del seu encantamén, va sacsá lo cap com si vullguere expulsá un fantasma y li va preguntá a Paco, lo Baixet, de sopetón, ¿quín dels teus dos chics es mes espabilat? y Paco, los dos van a una, y lo siñoret Iván, lo que me va acompañá en lo reclam al colom, ¿cóm se diu?, lo Quirce, siñoret Iván, es mes de monte, y lo siñoret Iván, después de una paussa, tampoc se pot di que sigue mol parladó, y Paco, pos, no siñó, aixina les gaste, coses de la juventut, y lo siñoret Iván, mentres enseníe un atre sigarro, ¿pots dim, Paco, qué vol la juventut de ara que no está a gust a cap puesto? y, al matí siguién, lo siñoret Iván, a la pantalla, se sentíe incómodo dabán del tenso hermetisme del Quirce, de la seua olímpica indiferénsia, ¿es que te aburrixes? li preguntabe, y lo Quirce, miro, ni me aburrixco ni me dixo de aburrí, y tornabe a guardá silénsio, com si estare lluñ de la batuda, pero carregabe rápidamen y en seguridat les escopetes bessones y localisabe sabiamen, sense cap error, les perdius derribades, pero, a la hora de cobráles, se mostrabe fluixet, condessendén dabán de la avidés insassiable dels secretaris veíns, y lo siñoret Iván bramabe, Ceferino, maricón, no te aprofitos de que lo chic es nou ¡venga, dónali eixe muixó! y, cuberts per la pantalla, que ere una situassió casi doméstica que invitabe a la confidénsia, lo siñoret Iván intentabe guañás al Quirce, insufláli una miqueta de entusiasme, pero lo mosso, sí, no, pot sé, a lo milló, miro, cada vegada mes lluñá y aspre, y lo siñoret Iván anabe cargánse com de electrissidat, y aixina que va acabá la cassera, al ample minjadó de la Casa Gran, se va desahogá o desaufegá, los jóvens, dic, Ministre, no saben ni lo que volen, que en esta beneita pas que disfrutam los ha resultat tot massa fássil, una guerra los donaba yo, tú me dirás, que may han viscut com viuen avui, que a dingú li falte sing duros a la burchaca, que es lo que yo penso, que lo tindre los fa orgullosos, que ¿qué diréu que me ha fet lo sagal de Paco esta tarde?, y lo Ministre lo mirabe sense girá lo cap, en la coeta del ull, mentres devorabe en ganeta lo solomillo, sol lo milló del llom, y se passabe cuidadosamen la servilleta blanca per los labios, tú dirás, y lo siñoret Iván, mol sensill, al acabá la cassera, li allargo un billet de sen, vin durets, ¿no?, y ell, dixo, no se molesto, que yo, te prens unes copes, home, y ell, grássies, li hay dit que no, bueno, pos no va ñabé manera, ¿qué te pareix?, que yo recordo abáns, bueno, fa cuatre díes, son pare, Paco, dic, grássies, siñoret Iván, o per moltes vegades, siñoret Iván, un atre respete, que se diríe que avui als jóvens los moleste asseptá una jerarquía, pero es lo que yo dic, Ministre, que a lo milló estic equivocat, pero algúns mes y datres menos tots tenim que acatá una jerarquía, uns deball y datres damún, es ley de vida, ¿no? y la concurrensia se va quedá uns minuts en suspens, mentres lo Ministre assentíe y mastegabe, sense pugué parlá, y, una vegada que va tragá lo bossí, se va torcá los labios delicadamen en la servilleta blanca y va sentensiá, la crissis de autoridat afecte avui a tots los nivells, y los minjadós van aprobá les paraules del Ministre en cabotades adulatories y frasses de assentimén, mentres la Nieves cambiabe los plats, retirabe lo brut en la ma esquerra y ficáe lo llimpio en la dreta, la mirada discreta, los labios inmóvils, y lo siñoret Iván seguíe les evolussións de la chica en atensió, y, al arribá aon ell, la va mirá de ple, descaradamen, y la mosseta se va ensendre tota y va di, entonses, lo siñoret Iván, ton germá, dic, chiqueta, lo Quirce, ¿pots dim per qué es tan furo? y la Nieves, cada vegada mes sofocada, va alsá los muscles y va sonriure, y, finalmen, li va ficá lo plat llimpio per lo costat dret en ma tremolosa, y va aná despistada tota la sena y, a la nit, a la hora de gitás, lo siñoret Iván va torná a cridála, chiqueta, estira de esta bota, ¿vols?, ara li ha donat per di que no y no ña forma de tráuremela, y la chiqueta va estirá de la bota, primé de la punta y, después, del taló, punta-taló, punta-taló, com a la jota, basculán, hasta que la bota va eixí y entonses, lo siñoret Iván va eixecá en perea la atra cama hasta la descalsadora, ara l´atra, mosseta, ya fes lo favor sansé, y cuan la Nieves va traure l´atra bota, lo siñoret Iván va descansá los peus damún de la alfombra, va sonriure imperseptiblemen y va di, mirán a la mosseta, ¿saps, chiqueta, que te has fet dona de repén y te se ha ficat una figura mol maja? y la Nieves, avergoñida, roija, en un fil de veu, si lo siñoret no nessessite datra cosa... pero lo siñoret Iván va arrencá a riure, en la seua rissa franca, cap dels fills eixiu a ton pare, a Paco dic, chiqueta, ¿es que tamé te moleste que te comboya y elogia la teua figura? y la Nieves, no es aixó, siñoret Iván, y, entonses, lo siñoret Iván va traure la sigarrera del bolsico, va pegá un cop a un sigarro contra nella y lo va ensendre, ¿cuáns añs tens, chiqueta? y la Nieves, vach pera quinse, siñoret Iván, y lo siñoret Iván va apoyá lo clatell al respaldo de la butaca y va traure lo fum en tenues volutes, de esplay, recreánse, verdaderamen no ne son mols, pots retirát, va admití, pero cuan la Nieves alcansáe la porta la va cridá, ¡ah! y dísli a ton germá que pera la próxima no sigue tan aspre, chiqueta, y va eixí la Nieves, pero a la cuina, fregán los cacharros, no podíe pará cota, esgelláe algún plat, va fé trossets o añicos una fon, que la Leticia, la de Cordovilla, que pujáe al cortijo en ocasió de les batudes, li preguntabe ¿se pot sabé qué te passe esta nit, chiqueta? pero la Nieves callabe, que no ixíe del seu desconsert, y cuan va acabá, tocades ya les dotse, al atravesá lo jardí, camí de casa seua, va descubrí al siñoret Iván y a doña Purita casi minjánse a la llum de la lluna daball de la pérgola del sopadó.