domingo, 20 de febrero de 2022

JUAN BAUTISTA MUÑOZ Y FERRANDIS.

D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ Y FERRANDIS.

1799.

D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ Y FERRANDIS.  1799.

Nació en Museros, cerca de Valencia, en 12 de junio de 1745. Quedó muy niño huérfano de padre, y en medio de esta desgracia, tuvo la fortuna de que se encargase de su educación un hermano de su madre, religiosos dominico del convento del Pilar.

El cual, aunque no era gran literato, nada omitió para que los fuese su sobrino, inspirándole con las máximas religiosas y el temor de Dios, fundamento del verdadero saber, amor al trabajo, afición al estudio, y deseos de aventajar a los de su edad. Recordaba frecuentemente con ternura y gratitud el Sr. Muñoz estos buenos oficios, a los cuales atribuía en gran parte sus progresos en las letras. Tuvo además otra fortuna, y fue el haber aprendido las humanidades y la retórica con el célebre D. Antonio Eximeno, de quien hablaremos en el año 1898, que era tal vez el mejor maestro de España en aquel tiempo, a cuyo cuidado y esmero debió el haber sido el más aprovechado de sus condiscípulos. Contrajeron entonces una verdadera amistad, que se conservó a pesar de las vicisitudes de los tiempos, y de la distancia de los lugares; habiendo cuidado en Madrid el Sr. Muñoz de la edición de las obras filosóficas de su maestro, y dedicándole este el Espíritu de Maquiavelo, que publicó en italiano en Cesena en 1795, y la traducción castellana impresa en Valencia en 1799 (1).

(1). Concluye la advertencia de esta edición con las siguientes palabras: “Estando el manuscrito de esta traducción para entregarse al impresor, me vino la desagradable noticia de la inopinada muerte de mi amigo y discípulo D. Juan Bautista Muñoz, a quien estaba dedicado el original italiano: pérdida muy sensible para la república literaria de España , que ha ilustrado con sus escritos y con su vasta erudición, y sensible en particular para mí por haber perdido en él un amigo, que no quiso jamás olvidarse de haber sido mi discípulo. Por esto no he creído deber suprimir la carta dedicatoria traducida del italiano, porque dejándonos los hombres doctos en sus escritos vivo su espíritu, nos hablan y podemos hablar con ellos como si estuvieran vivos.” Y en la dedicatoria dice: “Así me fuera lícito gozar más de cerca estos maduros frutos de V. y de otros sus contemporáneos, de los cuales unos en la carrera literaria, otros en la militar honran a la patria, y se honran a sí mismos. Pero como a Colón de las colonias que plantó, así a mí tempestuosos vientos me arrojaron lejos de la tierra que rompí y cultivé, dejándome sólo el consuelo de que ni la gran distancia, ni la contraria fortuna, han podido desarraigar de tan generosos ánimos aquel primer tierno afecto con que se asieron a la mano que los introdujo en el camino de la ciencia y de la virtud. Y ya que V. del suyo me ha dado tan repetidas pruebas, le suplico me le conserve mientras con ánimo sincero y agradecido soy su apasionado servidor y amigo = Antonio Eximeno.

Empezó con tan buenos fundamentos la filosofía en esta universidad en 1757, con D. José Pérez, partidario todavía de la peripatética, que abandonó después, y dedicándose a los buenos estudios, procuró y consiguió, hecho arcediano de Chinchilla en la iglesia de Murcia, fomentarlos con indecible ardor, y no sin contradicciones en el seminario de S. Fulgencio, que conserva todavía fresca su memoria. Pero la instrucción en la verdadera filosofía, que no le podía dar su maestro, se la proporcionó D. Vicente Blasco, de quien se hablará en el año 1813, que haciéndose superior con la sublimidad de su talento a las preocupaciones literarias, generales entonces en toda España, la aprendió por sí mismo, y la enseñaba privadamente a los jóvenes de mejores esperanzas. De aquí la suma deferencia del Sr. Muñoz al Sr. Blasco, el respeto casi filial con que le miró siempre, y la amistad que le profesó hasta la muerte. Graduado de bachiller y de maestro en artes, se dedicó a la teología en 1760, a cuyo estudio añadió el de las matemáticas y lengua griega. Y obtenidos los grados de bachiller y doctor en teología en 1765, empezó las oposiciones a cátedras de filosofía. Y como ya el Sr. Blasco había allanado el camino para la introducción de la moderna, se declaró por ella a banderas desplegadas, explicándola, y defendiéndola en toda su extensión en las conclusiones anuales, a las cuales añadía para cumplir con los estatutos de la escuela en una proposición general las opiniones de los peripatéticos tomistas. Ya no se atrevían estos a negar abiertamente su utilidad en globo; pero clamaban que era tan inútil para la teología como necesaria la aristotélica: artificio con el cual querían atraer a su partido a los jóvenes, que no tenían claras y exactas ideas del verdadero saber, y esperaban además que las ciencias eclesiásticas les proporcionasen honor y subsistencia. Trató el Sr. Muñoz de remediar este daño, añadiendo a las conclusiones de 1767 una disertación: de recto Philosophiae recentis in Theologia usu, escrita con tanta elegancia y pureza, con tanta solidez y copia de erudición, que parecería increible que su autor sólo tuviera entonces veinte y dos años, si no constasen por otra parte los rápidos progresos que hacen en las letras la aplicación y el talento cuando están bien dirigidos. Manifiesta en ella la utilidad de la filosofía natural, y para la revelada, para las disputas con los herejes y deístas, para la interpretación de las escrituras, para instruir al pueblo, y desarraigar las supersticiones, hijas de la ignorancia y madres fecundas de ella. Y después de haber referido algunos de los errores capitales de Aristóteles, las declamaciones de muchos padres contra su doctrina, y su condenación por varios concilios, concluye señalando cuándo y por qué se introdujo en las escuelas, y ejerció en ellas su tiránico dominio. Aunque quedaron oprimidos sus émulos con el peso de tan graves razones, no es de extrañar sin embargo que ni tuviesen la grandeza de ánimo, que tanto los hubiera honrado, de confesarse vencidos: porque

Quo semel est imbuta secens,

servabit odorem testa diu:

Horat. Epist. 2. lib. 1. vers. 69.

ni tampoco que se propusiesen, desentendiéndose rateramente del asunto de la disputa, desacreditar a Muñoz, atribuyéndole falsa y maliciosamente la altanería, insufrible en cualquiera, y más en un joven, de despreciar a todos los aristotélicos, y a toda la antigüedad. Impostura maligna, que rebatió victoriosamente en las conclusiones del año próximo, en que después de haber distinguido dos clases de peripatéticos, buenos y malos, y manifestando que estos últimos, en cuya clase coloca a sus émulos, ni leían a Aristóteles, ni podían entenderlo, aunque lo leyesen, porque estaban enteramente destituidos de los conocimientos necesarios para entender al que sin razón, y sólo por mera voluntariedad, y espíritu de partido, llamaban su maestro; añade que es tan injusto despreciar a los antiguos, como no apreciar a los modernos: qwe se han de leer unos y otros para tomar de todos lo bueno y útil, sin declararse ciego partidario de ninguno, ni alistarse en ninguna secta especial: y que ese era el sistema que había abrazado, y pensaba seguir. Lo mismo repite en el prefacio a la Lógica de Verney, que para proporcionar buenos libros a los jóvenes, imprimió a su costa en esta ciudad en 1769, mejorando mucho la edición de Roma. (1). 

(1). En las conclusiones del año 1768 dice: “Nostris autem Scholasticis auctores sumus, immo et ipsos etiam rogamus atque obsecramus, ne institutae rei philosophiae instaurationi moras iniiciant. Neque id nostra caussa petimus... sed optimorum adolescentium, qui ut imbelles fere timidique sunt ac nullius consilii; facile et pollicitationibus excitantur, et deterrentur minis; sibique nullo negotio persuaderi sinunt, eadem ipsis via insistendum esse, qua veteres Scholastici ad summos honores pervenerunt. Non ita est, clarissimi iuvenes, non ita est. Pererunt tempora longi servitii. Non iam quid Plato, quid Aristoteles dixerit, curamus, quamquam et haec nosse oportet; sed quid rationi, quid experientiae conformetur, id vero est quod in praesentia disquirimus. Praepostere et inique de huiud temporis hominibusiudicat, qui veteribus omnino adhaerescendum arbitratur; perinde ac naturaeconditor omnia in illos munera effoderit; nobis vero aut tam praestans ingenium, aut nova inveniendi, veteraque emendandi facultatem minime concesserit....

Sed, ¿quorsum haec, inquiet aliquis? Nempe ut intelligant, qui Peripatetici nomine gloriantur, quos viros sequi atque imitari debeant, quae studia Aristotelis lectioni praemittere, quosque versari interpretes. Multos enim in ea opinione esse video, ut existiment valde se in Aristotelis doctrina profecisse, ubi cursus illos, ut vocant, Philosophiae Peripateticae addidicerunt, horridasque scholae voces, signate, exercite, reduplicative, specificative, quasificative, formaliter, materialiter, ceteras, noverint tertio quoque verbo, enormi linguae (lingnae) volubilitate, effutire: eximium vero esse peripateticum, qui factionis suae decreta, quibus a puero imbutus est, contumaciter praefracteque defendat; quod si ratione aut experientia convicatur, tum demum ingenii vires exserat, et cuattuor distinctiunculis omnia adversariorum tela sine ulla conctatione depellat.

¡O imitatores servum pecus! ut mihi saepe

Bilem, saepe iocum vestri movere tumultus.

Utrique (tam veteres quam recentes auctores) versandi; cum iudicio tamen, eoque animo ut veritatem per omnium sectas dispersam inveniamus. Apes, inquit Seneca, debemus imitari, quae vagantur, et flores ad mel faciendum idoneos carpunt; deinde quidquid attulere disponunt, ac per favos digerunt, et, ut Virgilius noster ait

…...... liquentia mella

Stipant, et dulci distendunt nectare cellas.

Certe ingratus est erga venerandum antiquitatem, si quis fateri pleno ore renuat quantum veteribus Scriptoribus in omni artium et scientiarium genere debemus; nostris autem temporibus iniquus, nisi hominum, qui extremis his saeculis vixerunt, singularem ac prope incredibilem diligentian., eruditionem, atque utilissima inventa demiretur. Haec mihi mens est, hic animus. Trahit sua quemque voluptas. Varia enim, ut inquit Plinius, sunt hominum iudicia, variae voluntates. Et Persius

Mille hominum species, et rerum discolor unus.

Velle suum cuique est, nec voto vivitur uno.

Me mea delectant. In nullius verba iuravi. Aliquid iudicio meo tribuendum duxi. Si licuit Aristoteli a Magistro Platone dissentiri; si ab Aristotele, Theophrasto; si D. Thomae, ab Alberto Magno; cur non idem mihi liceat, ut veritatem omnibus praeferam. Neque Academicus sum, nec Peripateticus, nec Cartesianus, nec Newtonianus, uno verbo nullius Philosophi sectae omnino addictus. Christianum me esse profiteor: idque vitae etiam dispendio testatum faciam. Y en el prefacio a la lógica de Vernei “Nunc iterum vos (adolescentes) moneo et hortor, ut quemadmodum nos vestra caussa, dulces vigilias, dulcem quoque vetulorum indignationem rati, utilitatem iuvandi placendi gratiae praetulimus; ita in verae Philosophiae studia totis viribus incumbatis. Hac via existimationi famaeque nationis nostrae consulemus. Sin minus, jure quodam nostro eruditis exteris, in nostratium vitiis carpendins oculatissimis, contemtui ac ludibrio erimus. Iacere enim etiamnum in Hispania philosophicas disciplinas, ut non dolere vehementer, sic etiam diffiteri non possumus... Acerbissimo dolore disrumpor, quoties mecsum ipse reputo, Hispanos homines, quum exterorum nemini, aut ingeniii praestantia, aut acie iudicandi, concedant; longe ab illis, bonarum artium cognitione, industria, inventis, omnimoda denique eruditione superari. Expergiscimi, optimi adolescentes; expellite hunc pulverem, quem vestris oculis barbaries, vetustas, et ignorantia offudit. *Deiic*te a cervicibus vestris grave hoc iugum servitutis. Rationem dedit vobis Deus, ut libero omnia iudicio expenderetis. Quod si non facitis, indigni profecto eritis, qui hominum, nedum Philosophorum nomine censeamini. Belluarum enim more facere illi mihi videntur, qui in aliorum sententias coeco impetu, non rationis feruntur arbitrio... Quapropter, si aliquid apud vos solida eruditio, si veritatis amor, si publicae felicitatis desiderium potest, adolescentes, nulli Philosophorum omnino credite: date aliquid iudicio vestro... Amavi ego semper prudentem hanc philosophandi libertatem. Ea enim nata olim philosophia, educata, aucta et propagata fuit. 

Promovido en 1769 a la cátedra de filosofía, a pesar y despecho de sus émulos, que nada omitieron para impedirlo, y creyendo fundadamente que ya no era necesario usar entonces del prudente temperamento adoptado antes por el Sr. Blasco, desterró enteramente de su curso todos los restos del galimatías peripatético, y aprovechándose de su mucha lectura, de la superioridad de su genio y de su maduro juicio, escogió como filósofo ecléctico, lo mejor de los autores más acreditados, lo coordinó, lo perfeccionó, añadiendo mucho de caudal propio, y dictó a sus discípulos una Lógica concisa, clara, exacta, sólida, comparable en la pureza y sencillez del lenguaje con las obras didácticas de Cicerón, más útil para enseñar a discurrir que bibliotecas enteras de rancios escolásticos, y en nada inferior, y tal vez superior a cuanto se había publicado en las demás naciones cultas de Europa. Emplearon los partidarios de la ignorancia sus últimos esfuerzos para conservar una presa que veían escapárseles de las manos, acusándole de quebrantador escandaloso de los estatutos de la escuela, y empeñando al rector para que le obligara a cumplirlos. Pero estos esfuerzos, lejos de desacreditar los buenos estudios, desacreditaron aquellos estatutos, y se estrellaron todos en el carácter decidido y resuelto del señor Muñoz, que seguía impávido su comenzada carrera, y hubiera llegado con honor y gloria al fin de ella, si el señor don Carlos III no le hubiese nombrado cosmógrafo mayor de Indias en 1770. Sin embargo dejó tan adelantada la buena filosofía en esta universidad, manifestó de tal manera su utilidad y ventajas, y fueron tantos los jóvenes que la siguieron, que avergonzados y confundidos los viejos, ya no tuvieron valor para declamar en público contra ella, contentándose sólo con murmurar en los rincones, y deplorar la grande fatalidad de quedar sepultadas ignominiosamente en perpetuo olvido aquellas cualidades y heccedades, reduplicaciones y entes de razón, que habían aprendido en sus primeros años y eran sus delicias en la edad achacosa de la vejez y las canas. Tan cierto es que

… Turpe putant parere minoribus, et quae,

Imberbes didicere, senes perdenda fateri (1).

Trasladado a Madrid, continuó allí en los ratos que le dejaban expeditos sus nuevas ocupaciones la reimpresión de las obras latinas del P. Fr. Luis de Granada, que había empezado en Valencia, publicando en 1766 los seis tomos de los sermones de tempore, y en 1768 los tres de los santos y la retórica. A los cuales añadió en 1771 la Sylva locorum communium en dos tomos, y en 1775 la Collectanea Moralis Philosophiae en uno. Corrigió en estas obras las erratas, cotejó y enmendó las citas, añadió las que faltaban, formó copiosos índices, y puso a cada una de ellas prólogos análogos a su contenido. Y aunque están escritos todos con pureza, erudición y solidez, merecen particular consideración, así el que precede a la retórica, en que explica el origen y progresos de ella entre los griegos y romanos, las varias épocas de la elocuencia eclesiástica, y los estudios necesarios para adquirirla; como el de: Scriptorum gentilium lectione, et profanarum disciplinarum studiis ad christianae pietatis normam exigendis, que está al frente de la: Collectanea philosophiae moralis. De cuya corrección cuidó por encargo suyo Fr. Gerónimo Despuig, del Carmen calzado, a quien alaba por su buen juicio e instrucción en las humanidades, y la teología. Como su objeto era reimprimir todas las obras latinas de Granada, suplica a los literatos le comuniquen las que hayan llegado a su noticia, y añade al fin de los sermones de los santos las dos cartas sobre las cuestiones del dominicano Astudillo, y sobre el compendio espiritual de Fr. Bartolomé de los mártires. Pone finalmente el apreciable y docto comentario latino de todas las obras de Granada, que escribió a instancias suyas Fr. Luis Galiana, dominico de mérito conocido. La exactitud, inteligencia y celo con que desempeñaba su destino, y los trabajos literarios que voluntariamente emprendía, lo acreditaron mucho en la corte. Pero lo que más contribuyó a afianzar y fijar para siempre su crédito fue el juicio, que imprimió en Madrid en 1778 sobre el tratado de educación claustral, que acababa de publicar en italiano el P. D. Cesáreo Pozzi, comensal del eminentísimo señor cardenal Colona, entonces nuncio de España. Había conseguido su autor sorprender con sus manejos al consejo de Castilla hasta el punto de mandar que se tradujera su obra, para que sirviese de modelo en los estudios de los regulares de España. Y creyendo el Sr. Muñoz comprometido en cierto modo el honor de la literatura española, si los extranjeros, deseosos siempre de zaherirnos, juzgaban del mérito de ella por el ninguno que tenía la obra recomendada, se propuso quitar la máscara a su autor, y presentarlo a la faz de la república literaria tal cual era. Con este objeto publicó el mencionado juicio, en el cual demuestra en primer lugar, que las dos terceras partes del ensayo son un puro plagio de autores herejes y libertinos: nota algunas de las muchas inconsecuencias e ignorancias, el mal gusto en escribir con estilo impropio y afectado, y el malísimo orden con que se han amontonado retazos de diferentes libros. Trata después de las alucinaciones de mayor consideración, empezando por las proposiciones arriesgadas o falsas en materias de religión y costumbres, y dando fin por las erradas opiniones en varias disciplinas. Descúbrese en este escrito, aunque corto, la mucha lectura de su autor, su estilo puro y nervioso, su memoria feliz, su atinado juicio, y su celo así por el honor de la literatura española, como por la pureza de la fe y costumbres. Y es además una prueba práctica de los mucho que contribuyen los buenos estudios para defender las verdades de la religión contra los ataques de los libertinos. No puede expresarse la aceptación con que fue recibido, y el ventajoso concepto que hicieron de él los mayores literatos. Baste citar lo que escribía a su autor el Sr. Azara, ministro de España en Roma en 14 de enero de 1779: “En cuanto al libro de V., ¿ qué quiere V. que le diga? Está convincente, docto y cristiano, y añado en buen castellano, cosa que yo estimo mucho... La nación debe quedar agradecida a V. que la ha vindicado; y yo en mi pequeñez quedo muy agradecido a la bondad de V.”

Chasqueado y despreciado Pozzi, no tuvo valor para permanecer en España; pero todavía se atrevió a publicar en Perpiñán en 1780 una apología, a la cual respondió Muñoz con mucha copia de doctrina y erudición: respuesta que no publicó, ya porque se trataba en la inquisición de prohibirla, como en efecto se prohibió juntamente con el ensayo; ya por las nuevas ocupaciones en la comisión de que en breve hablaremos; ya finalmente por seguir los consejos del Sr. Azara, que le decía: “Luego que supe que V. trataba de impugnar a Pozzi, me figuré que caía V. en un error mayor de los que V. ha encontrado en su libro.” Y prosigue dando varias y convincentes razones, que omitimos, porque hacen poco honor a la memoria de Pozzi, que arrepentido después, se retiró precipitadamente a su patria Bolonia, en donde murió con sentimientos de penitente y verdadero monje (1: Eximeno en la dedicatoria de la traducción castellana del Espíritu de Maquiavelo, página 8).

Los aplausos con que fue recibido el juicio de Muñoz, excitaron la envidia en algunos pocos literatos de Madrid, temerosos de perder en la república literaria la supremacía, que creían haber logrado hasta entonces, y pertenecerles de derecho. Alarmáronse todos, y formaron contra él un partido, que nunca cesó de incomodarlo, aunque siempre con manejos ocultos, con arterías y medios poco decorosos. Aumentóse la envidia con la nueva honra que le dispensó su majestad, comisionándolo en 17 de julio de 1779 para escribir la historia del Nuevo Mundo, y mandando al mismo tiempo que se le franquearan los papeles y documentos necesarios de archivos, oficinas y bibliotecas, así del público como de comunidades y particulares. Todos obedecieron gustosos esta real orden, procurando cada uno por su parte contribuir a las miras ilustradas del gobierno. Pero la academia de la historia, aunque quien se comunicó además orden especial en 20 de enero de 1788, representó que “hallándose distinguida con el empleo de cronista mayor de las Indias perpetuamente desde el año 1755... no le era lícito mirar con indiferencia que se hubiese fiado su desempeño a una persona particular, que ni aun era del número de sus individuos, encargándole con desaire suyo, las más esenciales y preciosas funciones de su empleo. Y que debiendo estar en poder de la academia como cronista, según la ley 3, título 12 de la recopilación de Indias, toda especie de documentos pertenecientes a América, no sólo se la defraudaba de este derecho, permitiendo que Muñoz conservase los manuscritos que había copiado de varios archivos, sino que se pretendía enriquecer la colección de este con los mismos documentos de su archivo, que son su peculiar patrimonio, y fruto de su aplicación, y de sus tareas. No pretendía la Academia disminuir el mérito del sujeto, de cuya laboriosidad y literatura tenía muy buen concepto; pero cualesquiera que fuesen sus luces y conocimientos, juzgaba que trabajando a su vista, y bajo de su dirección y auxilios, debían estar más seguros de su desempeño no sólo el gobierno y el público, sino también el mismo autor; pues agregándole al gremio de sus individuos, y subordinando su comisión al voto y dirección del cuerpo, quedarían conciliados el honor e interés de aquel, con el decoro y justa consideración que se debe a este.” La contestación fue: “que su majestad había resuelto continuase Muñoz la comisión, que le estaba conferida, de escribir la historia general del Nuevo Mundo: que para su decoro le despachase el título de académico que le ofrecía el cuerpo: que como a tal le franquease los libros y papeles que necesitase; y que promoviese y fomentase tan útil empresa, de la cual la resultaría el honor de que uno de sus individuos se aplicase a desempeñar una obra tan deseada en todos tiempos (1: noticia histórica de la academia de la historia, tomo 1, página LXVI).” De resultas de esta orden fue nombrado académico supernumerario. Después de reconocidos todos los papeles pertenecientes a Indias que podía haber en la corte, pasó a Simancas, Sevilla, Cádiz, Lisboa, Salamanca, Palencia, Granada, Málaga, Tolosa en Guipúzcoa y otras partes. Examinó con detención y escrupulosidad archivos públicos y particulares, puso en algunos el orden que les faltaba, reunió papeles dispersos, desenterró otros sumergidos en el olvido, salvó documentos que hubiesen sido pasto de la polilla, y sacando ya copias íntegras, ya en extracto, consiguió al cabo de cinco años, y de un trabajo no interrumpido, juntar una colección de manuscritos muy superior a lo que se podía esperar y casi desear, y enteramente necesaria para escribir la historia del Nuevo Mundo con novedad, exactitud y acierto. Para que se vea el grande servicio que hizo con ella a la nación, y a la república de las letras, añadimos al fin del artículo una copia puntual de los manuscritos que se le encontraron en su muerte, y se entregaron a su majestad, a quien los había legado. Lo cual al paso que honrará la memoria del difunto, será de no poca utilidad a los literatos aficionados a esta especie de estudios. Con tanta abundancia de materiales, copiados muchos de su mano, e ilustrados una buena porción con notas suyas marginales, empezó a escribir su historia “haciendo lo que han practicado en distintas ciencias naturales los filósofos a quienes justamente denominan restauradores. Púseme, dice, en el estado de una duda universal sobre cuanto se había publicado en la materia, con firme resolución de apurar la verdad de los hechos y sus circunstancias hasta donde fuese posible en fuerza de documentos ciertos e incontrastables: resolución que he llevado siempre adelante, sin desmayar por lo arduo del trabajo, lo prolijo y difícil de las investigaciones (1: historia del Nuevo-Mundo, página 4 del prólogo).” Pensaba dividirla en tres épocas, comprendiendo la primera el reinado de los reyes católicos, la segunda el del emperador Carlos V, y la tercera el de Felipe II y sus sucesores; y dar en el cuerpo de ella la narración simple y desembarazada de citas, disputas y combinaciones, añadiendo al fin de cada reinado un apéndice de pruebas e ilustraciones históricas, y publicando separadamente una buena colección de documentos y escritos inéditos. Presentó a la censura el primer tomo en 1791, pero se difirió su publicación por varios incidentes hasta el 1793 (2).

(2): Pasóse por orden de su majestad en agosto de 1791 al examen y censura de la academia. Cuatro individuos comisionados por el cuerpo dieron su dictamen, juzgando la obra digna de toda recomendación con algunas ligeras advertencias sobre algunos apéndices y sumarios que echaban de menos. La academia en vista de estas prevenciones, y de algunas dudas que se suscitaron en la junta sobre la idea general de la geografía que ocupa el libro primero; acordó se leyese en la próxima sesión, para mayor instrucción de los académicos, y más solemne examen de la obra en esta parte, a fin de poder dar al rey y al consejo el juicio que la tenía encargado sobre el mérito e importancia de dicha historia. Un académico sin embargo de haberse conformado con la junta con el favorable juicio de los expresados censores, y en especial con los términos de recomendación que a pluralidad de votos se había resuelto incluir en el informe; leyó con permiso de la junta su voto singular, fundado en algunos reparos que a mejor luz había hallado en los cuatro primeros libros de la referida historia. Y en vista de las dudas y escrúpulos que suscitó la lectura de dicho papel, se acordó a pluralidad de votos, que el manuscrito original se leyese y reconociese de nuevo por la academia plena en sesiones extraordinarias semanales, y con asistencia de los cuatro censores. Después de celebradas diez juntas en que se iba prosiguiendo la revisión de dicha historia con la madurez que exigía la naturaleza de la obra, el crédito de la nación, el concepto de la academia, y la delicadeza del encargo que como a cronista de Indias se dignó hacerla el rey, recibió con fecha de 8 de enero de 1792 otra real orden previniéndola “cesase en su revisión, devolviendo al consejo el manuscrito original, acompañado del dictamen de los cuatro censores que había comisionado el cuerpo a este fin, por estar ya vista, examinada y aprobada con elogios por los mismos, en quienes había comprometido todas sus facultades; siendo contra costumbre de la misma academia mandarla ella leer y examinar de nuevo. la academia obedeció con mucha prontitud y complacencia.” Noticia histórica de la academia de la historia, tomo 1, página 68.    

Compiten en él la pureza del lenguaje, la concisión, la claridad, la exactitud, el juicio, la moderación y el amor a la verdad; y bastaría por sí solo para acreditar en la posteridad el mérito de su autor (1: noticia histórica de la academia de la historia, tomo 4, página 21). “He escrito, dice, la verdad pura, como dicen, según mi leal saber y entender; y he dicho todas las verdades de importancia sin callar alguna por respetos del mundo. Tal es el derecho y la obligación del historiador, en cuyo uso y cumplimiento no hay lugar a la menor fuerza o dispensa. Deje el delicado oficio, como hiciera yo, quien por cualquiera causa no haya de ejercerlo con libertad. Pero esta libertad tiene sus leyes prescritas por la prudencia y el buen gusto, por la honestidad y utilidad pública, por la caridad, en una palabra, por la razón y la religión (2: historia del Nuevo-Mundo, página 26 del prólogo).” Tradujéronlo inmediatamente los alemanes, y sólo esperaban para traducirlo los franceses e ingleses a que se completase la época de los reyes católicos. pero empeñados sus émulos en desacreditar a cualquiera costa la historia, después de haber empleado cinco años de trabajo y estudio, publicaron finalmente en 1798 dos folletos, no tanto contra ella cuanto contra la persona de su autor (3), llenos de superchería y mala fe, que sirvieron sólo para descubrir la baja envidia de que estaban poseídos, y el mérito del escrito que impugnaban. Y aunque no merecían más contestación que el desprecio, contestó sin embargo el Sr. Muñoz con el nombre de Mateo Alemán en dos cartas breves, pero tan convincentes y sólidas, que no se atrevieron sus contrarios indicados con nombres supuestos, pero que todos entendían, a intentar segundo ataque. Hubiera sido de desear que, desembarazado de todo otro negocio y ocupación, se hubiese podido dedicar enteramente a su historia. Pero no fue así. A más de haber de cumplir con el destino de cosmógrafo mayor de Indias, y de oficial de su secretaría de Gracia y Justicia, despachó varios informes, censuras, y comisiones del gobierno, entre otras las ordenanzas para el real colegio de S. Telmo de Málaga, impresas en 1787. Había publicado en el año anterior un folleto en defensa del Sr. Bayer, contra Tychsen. Y después habiendo ascendido de académico supernumerario a la clase de número, y sujetándose a los nuevos estatutos de la academia, que obligaban a presentar un trabajo digno de insertarse en las Memorias, leyó en 1794 la que trata de las apariciones y culto de nuestra señora de Guadalupe de Méjico, que se imprimió en 1817 en el tomo 5. Vense felizmente hermanadas en ella la crítica, la circunspección, y la religiosidad: porque al paso que demuestra a falta de solidez y verdad de aquellas apariciones, sostiene lo justo y razonable del culto que se da a aquella sagrada imagen, siempre respetable, aun cuando no haya sido aparecida.     (3): Para prueba de esto, copiaremos lo que se dice en la página 19 de la satisfacción a la carta crítica sobre la historia del Nuevo Mundo. Léese en el libelo: que los antiguos valencianos eran bestiales... más fieras que hombres por ingenio...aborrecedores del estudio de las ciencias. Cítase para esto a Mariana (hist. I. 6), que haba de los españoles en general sin decir palabra de valencianos. Estos (sigue el libelo) eran tan aseados, que para comer con limpieza se lavaban las manos con orines. En prueba se cita a Mobred (así por Mohed), tomo 2, página 114, cuyo lugar es este a la letra: Diodoro reprende el estilo poco aseado de lavarse los españoles así hombres como  mujeres con la orina. Estrabón dice: que esto era también común a los galos; y no lo atribuye a todos, sino sólo a los pueblos septentrionales, con especialidad a los cántabros. Fingirse aquí valencianos, y fingir el objeto del lavatorio como por recargo, ¿ qué disposiciones indica de cerebro y corazón? ¡Miserables! Reconoced con los Mohedanos que los pueblos marítimos de la corona de Aragón fueron los primeros en admitir la cultura. Si luego que la recibió Sagunto, hubiese un viajante griego juzgado de las artes y ciencias de todos los españoles por las que observaba en aquella ciudad; con razón notáramos su ligereza. Igual nota merecen vuestros raciocinios ridículos.... Con vuestras artes groseras sólo habéis logrado dar al mundo un ejemplo nuevo, de que más enemigos hace la envidia que la injuria.

Sirvió a la academia en el año siguiente en un negocio, que aunque de poca monta en sí, era de bastante importancia para el decoro de la corporación. La cual acababa de aprobar la ilustración a la inscripción hebrea de nuestra señora del Tránsito de Toledo remitida a su censura por orden del rey, creyendo sencillamente y de buena fe que el original de ella estaba, como decía su ilustrador, bien conservado, y con letras claras e inteligibles. Pero habiendo hecho presente poco después uno de los comisionados en la censura, que por estar enfermo no asistió a la aprobación, que la copia sacada por el Sr. Bayer en 1752 se diferenciaba bastante de la de Heydeck, juzgó la academia comprometido su honor, si como era de recelar, le faltaba a la publicada por este la exactitud necesaria. Y para certificarse, encargó a los señores Muñoz y Sánchez, que las confrontasen con el original. EL resultado de esta comisión, y de otra que se envió después, fue convencerse plenamente de la exactitud de la copia del Sr. Bayer; y de que Heydeck había suplido a su arbitrio el texto hebreo, y dádolo por original, formándolo sobre la traducción castellana de Rades de Andrada en su historia de las tres órdenes militares, o sobre otras memorias que pudieron llegar a sus manos: en una palabra, que no sólo no había copiado la inscripción, pero ni la había visto, ni aun podido verla toda entera, como la publicó: porque ya faltaba una parte de ella cuando la reconoció el Sr. Bayer. Con lo cual quedó descubierto el fraude del impostor, y salvo el honor de la academia. La cual conserva además otro documento de su laboriosidad y literatura en el elogio de Lebrija, que le encargó en cumplimiento de uno de sus nuevos estatutos, que previene se elogie algún español célebre en las juntas públicas trienales. Correspondió el Sr. Muñoz a esta honrosa confianza, leyendo en la primera junta trienial de 11 de julio de 1796 el mencionado elogio, que se imprimió en el tomo 3.° de sus Memorias publicado en 1799, en el cual desempeña completamente, con la solidez y verdad que le eran características, lo que ofrece al principio, que es presentar a su héroe como “un humanista de primera nota, tan instruido y versado en variedad de lenguas, ciencias y facultades, tan dedicado a comunicar su doctrina, que merece de justicia los dictados de erudito universal, de restaurador del gusto y solidez en toda buena literatura, de maestro por excelencia de la nación española.” Añade que “su elogio será histórico, esto es, ajustado a la realidad de los hechos: será un retrato fiel, pintado de lleno con colores propios, hermoso sí, porque lo es su original, pero con ciertos lunarcillos que descubren la condición humana aun en los mayores héroes.”

Las penosas y no interrumpidas tareas del Sr. Muñoz, y la multitud y gravedad de negocios a que debía atender, habían debilitado notablemente su salud desde el año 1793: debilidad que le duró cinco años. En los cuales, aunque su genio aplicado y laborioso no le permitió entregarse enteramente al descanso, como debiera, no pudo tampoco trabajar con el ardor y tesón antiguo. Recobrado de esta indisposición en 1798, se dedicó enteramente a su obra. Ufano y alegre escribía al canónigo Blasco, que tenía casi concluido el segundo tomo, en que terminaba la época de los reyes católicos., le describía el arreglo de su vida, y el método con que trabajaba, ponderándole las muchas fuerzas y la grande robustez que había adquirido, con las cuales esperaba concluir, lo que antes no creía, las dos primeras épocas de la historia, las más interesantes y difíciles; porque la tercera, decía, cualquiera puede escribirla. Vióse entonces, como en otras muchas ocasiones, cuan vanas suelen ser las esperanzas de los hombres. Acometióle a las ocho de la noche del siguiente día, a tiempo que iba a tomar el sombrero para ir a su oficina, un ataque apoplético tan fuerte, que murió sin volver de él a las ocho y cuarto de la mañana próxima, el 19 de julio de 1799, a los cincuenta y cuatro años de edad; y se encontró lo que había trabajado en su historia el mismo día del insulto. Fue cosmógrafo mayor de su majestad, y oficial de la secretaría de estado y del despacho universal de Gracia y Justicia de Indias, académico de la real academia de ciencias de Lisboa, de la real sociedad médica de Sevilla, socio literario de la vascongada, individuo de la academia de la historia, grande humanista, insigne filósofo y matemático, y esclarecido historiador, con todas las dotes para desempeñar dignamente este encargo, el más difícil y escabroso tal vez de todos los de la república literaria; porque reunía cosas que difícilmente se encuentran juntas, a saber, memoria feliz, imaginación viva, exacto juicio, imparcialidad, amor a la verdad, laboriosidad en buscarla, docilidad para abrazarla, intrepidez y valor para decirla, lenguaje puro sin afectación, nervioso sin dureza, conciso sin oscuridad, claro sin redundancias. Su carácter franco y abierto, su genio apacible sin soberbia ni altanería, tan enemigo de adular a los poderosos, como aficionado a servir a los desvalidos, le conciliaron la estimación general. Cumplió con los deberes de buen ciudadano, de amigo fiel, de esposo amable, y de padre tierno. Sintióse generalmente su muerte, verificándose en ella que 

Urit enim fulgore suo, qui pragravat artes

infra se positas: exstinctus amabitur idem (1: Horat. Epist. 9. libro 2, v. 13).

Compró la universidad de Valencia todos sus libros y manuscritos, que se incendiaron en 7 de enero de 1812 por el bombeo del mariscal Suchet. Perdiéronse entonces la respuesta a Pozzi, una lógica en latín, parte de las Instituciones filosóficas, que empezó a trabajar, y no pudo concluir por atender a la historia del nuevo mundo, muchas apuntaciones relativas a la vida de Vives, que reservaba otio senectutis, su vida literaria, que escribió a imitación de Pedro Daniel Huet, y podría servir de dechado a los que desearan llegar, como él llegó, a la cumbre del saber; una traducción de la vida de Clemente XIV, que no imprimió por haberse adelantado otro, y otras cosas sumamente apreciables, fruto de sus tareas y vigilias. Ofreció el canónigo Blasco al marqués Caballero, ministro entonces de gracia y justicia, que pues conocía el estilo del difunto, y era tan poco lo que faltaba para completar el segundo tomo, que apenas llegaría a medio pliego, él se encargaría gustoso de concluirlo, y de darlo a la prensa con las ilustraciones y documentos correspondientes: con lo cual se completaba la primera época de la Historia de América. No admitió la propuesta, y contestó que ya dispondría lo conveniente. Ignórase lo que dispuso. Sólo se sabe que quedaron sepultados aquellos trabajos todos los nueve años que siguió en el ministerio hasta el infausto año de 1808. En cuyo estado han continuado después, y todavía continúan. Sus obras son: 

1. Disertación de recto philosophiae recentis in theologia usu, en las conclusiones para cátedras de filosofía, impresas en esta ciudad en casa de la viuda de Orga en 1767.

2. El tratadito de bonis et malis Peripateticis en las del año 1768, en la misma imprenta.

3. El prólogo a la lógica de Verney, reimpresa allí mismo en 1769, en 4.° 

4. Los que añadió a los seis tomos de los sermones de tempore del P. Granada, a los tres de los de los santos, y a la retórica, a la Sylva locorum communium, y a la Collectanea Moralis Philosophiae, que reimprimió en la misma imprenta en los años 1766, 1768, 1771 y 1775, en 4.° 

5. Juicio del tratado de educación de Pozzi. Madrid, 1778, en casa de Ibarra, en 8.° mayor.

6. Carta latina del Sr. D. Olao Gerardo Tychsen, al Ilmo. Sr. D. Francisco Pérez Bayer, con su traducción castellana. Madrid, 1786, por la viuda de Ibarra, en 8.° 

7. Ordenanzas para el real colegio de S. Telmo de Málaga. Madrid, 1787, en la misma imprenta, en folio.

8. Historia del Nuevo-Mundo. Madrid, 1793, en la misma imprenta, en 4.° 

9. Memoria sobre las apariciones y el culto de nuestra señora de Guadalupe de Méjico, impresa en el tomo quinto de las Memorias de la academia, 1817.

10. Elogio de Lebrija, impreso en el tomo tercero de dichas memorias, 1799.

11. Satisfacción a la carta crítica sobre la Historia del Nuevo-Mundo. Valencia, 1798, en casa de Orga, en 8.° 

12. Carta segunda de D. Antonio Alemán, en que se descubre el mérito de la segunda pseudocrítica sobre la Historia del Sr. D. Juan Bautista Muñoz. En el mismo lugar y año, en 8.° 

COPIA

DE LOS MANUSCRITOS

QUE RECOGIÓ 

D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ

EN SUS VIAJES,

Y SE ENTREGARON EN SU MUERTE

A SU MAJESTAD.

Un tomo en folio, cuyo rótulo dice: Echeverría: Historia de Nueva-España. Contiene la historia del origen de las gentes que poblaron la América septentrional, que llaman Nueva-España, con noticia de los primeros que establecieron la monarquía que en ella floreció de la nación Tolteca, y noticias que alcanzaron de la creación del mundo. Su autor D. Mariano Fernández de Echeverría y Beytia &c. Está en cuarenta y cuatro cuadernillos con tres dibujos coloridos del calendario Tulteco, y unas tablas cronológicas para ajustar aquel con el nuestro, por el mismo autor. Sigue el libro tercero hasta el capítulo octavo exclusive, que parece continuación de la obra, y cuatro dibujos del calendario en papel de marquilla. Tiene algunas hojas sueltas de letra del Sr. Muñoz, que son notas a la obra.

Otro tomo en folio rotulado: Echeverría: Historia de la Puebla de los Ángeles, y de nuestra señora de Guadalupe. Contiene la historia de la fundación de la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva-España, su descripción, y presente estado. Su autor el licenciado D. Mariano Fernández de Echeverría y Beytia, que murió en 25 de febrero de 1780. Tiene cuarenta y ocho cuadernillos, y un índice de letra del Sr. Muñoz.

Un tomo en folio rotulado en el lomo: Boil: Derrotero de Escalante. Contiene primeramente noticias del V. P. Fr. Bernardo Boil, del célebre monasterio de santa María de Monserrat, primer predicador del santo evangelio, y vicario apostólico en las Indias occidentales &c. Por D. Jaime Caresmar, ex-abad del monasterio de Bell-puig, en veinte y ocho fojas, con algunas cartas de D. José Vega, y Fr. José Herrero, en ocho fojas, con algunas notas de mano de nuestro Muñoz. El segundo legajo en 4.° con cincuenta y seis fojas escritas, y una carta misiva a dicho Muñoz por el Sr. Albert, desde Palma en Mallorca. Comprende cincuenta y tres cartas latinas de Arnaldo Cos, a Fr. Bernardo Boil, y otros sujetos. El tercer legajo en folio contiene la correspondencia entre Arnaldo Cos, y Fr. Bernardo Boil, en cuarenta y seis fojas. Hay dos cartas, una del Sr. Albert, y otra del P. D. Antonio Raimundo Pascual, dirigiendo dichas cartas al referido Muñoz. El cuarto legajo en ocho fojas en folio, es una copia hecha de mano de nuestro Muñoz, del prólogo que Fr. Bernardo Boil puso a la traducción castellana que hizo de la obra titulada: Isaac de Religione. Lleva algunas notas del Sr. Muñoz, en dos fojas en 4.°, y una cedulita sobre el año mortuorio de dicho Boil. El quinto legajo en folio con ochenta y ocho fojas y nueve mapas, forman la descripción y derrotero de las costas del mar del sur pertenecientes al reino de tierra-firme por el capitán Diego Ruiz de Campos, año 1631. Esta obra está cotejada por nuestro Muñoz.

El sexto legajo son apuntamientos de geografía, navegación, y otras materias sacadas del itinerario de Escalante Mendoza: obra inédita de gran mérito, en treinta y seis fojas en folio, y cinco en 4.° todo de mano de Muñoz.

Un tomo en folio, cuyo título es: Oviedo: Adiciones y enmiendas a los veinte y dos libros de 1.° a 19. Primera parte. Comprende las adiciones hechas por el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdéz (1: nació este Oviedo en Madrid año 1478, y murió en Valladolid en 1557, de edad de 79 años), sacadas del ejemplar de mano del autor existente en el archivo del real monasterio de Monserrat de Madrid. Está dividido en cinco cuadernos. El primero, que tiene cincuenta y nueve pliegos, contiene las adiciones a los ocho primeros libros de la historia de Oviedo. El segundo, los libros 8 y 9 de la primera parte, comprobado con el manuscrito de Monserrat, añadido lo que hay de más, y cotejado todo. El tercero es libro 11 y 12 en los mismos términos, y tiene cuarenta y cuatro fojas. El cuarto, que tiene sesenta y dos fojas, es el libro 17, desde el capítulo 20 de la historia de Oviedo, y dícese inédito. El quinto, las adiciones del libro 19, y tiene diez fojas. El sexto, en diez y seis fojas de letra del Sr. Muñoz, es la tabla sumaria de los 19 libros de la historia de Oviedo. 

Otro tomo en folio rotulado por fuera: Oviedo libros 29 a 32, manuscrito.

Este tomo comprende desde el libro de la ha general de Indias, por Gonzalo Fernández de Oviedo, que es el libro 10 de la segunda parte. El libro 30 tiene tres capítulo (segunda parte libro 13): consta este volumen de trescientas diez y ocho fojas. Hay además, en seis fojas de letra de Muñoz, dos cartas de D. Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva-España, a Gonzalo Fernández de Oviedo. 

Otro volumen en folio rotulado: Oviedo libros 33 a 38, manuscrito, y por dentro: Volumen 2.° de la segunda parte de la historia natural y general de las Indias, por Gonzalo Fernández de Oviedo, tomo 2.°

Este tomo comprende los libros 33 hasta el 38 inclusive (y son desde el 14 al 19 de la segunda parte), y consta de cuatrocientas sesenta y dos fojas. 

Un tomo en folio en el rótulo de fuera: Vivero de Japón Econ. político. Derroteros.   

En el primer legajo se comprenden los discursos de D. Rodrigo de Vivero y Velasco, primer conde de Valle de Orizava, con varias cédulas pertenecientes a los servicios y cargos del autor. Sacáronse parte a la letra, parte en resumen (como advierte el Sr. Muñoz), de una mala copia que poseía D. Diego Panes, teniente coronel de artillería. Está en cincuenta y seis fojas. Sigue en el mismo legajo un Tratado económico político del mismo Vivero, en cincuenta y una fojas. El segundo legajo contiene la descripción de las islas de Indias, aunque este título no es del autor, ni se sabe quién es, como advierte de su mano el Sr. Muñoz. Está comprendido en catorce cuadernillos o sea ochenta y cuatro fojas. 

El tercer legajo contiene un derrotero de las costas occidentales de América, desde el seno de California hasta el grado once, latitud cinco: tiene muchos mapas y vistas todo de mano sin nombre de autor, en sesenta y cuatro fojas a parecen parte de otro cuaderno mayor.  

Un tomo en folio, cuyo rótulo es: Atienza del Perú (,) Sigüenza (Carlos de Sigüenza) y Pez (Andrés de Pez). Orrixs Metalurgia (Xavier Alejo de Orrixs; metalogia). 

(Atienza y Sigüenza no están muy lejos, en España, y acaban en enza. Segontia, en Guadalajara; Atienza, más próxima a Soria : Numantia, Numancia)

Legajo primero: Compendio historial del estado de los Indios del Perú etc. por Lope de Atienza, clérigo presbítero, criado de la serenísima reina doña Catalina de Portugal &c., dirigido al Ilmo. Sr. licenciado D. Juan de Ovando, del consejo de estado, presidente del real consejo de las Indias. Está la obra dividida en dos partes en diez y siete cuadernillos o ciento y dos fojas. Es copia. 

El legajo segundo comprende:

1.° La representación del almirante D. Andrés de Pez, sobre la población y fortificación de la bahía de Panzacola (dos cosas que tengo yo, en abundancia la primera), a 2 de junio de 1689. Es copia antigua.

2.° Descripción de dicha bahía por D. Carlos de Sigüenza y Góngora, 1693.

3.° y 4.° Certificaciones de pilotos (de naves, barcos, no de aviones), y del dicho almirante, sobre la antecedente descripción.

5. ° Representación de D. Carlos de Sigüenza y Góngora, sobre la necesidad de ocupar dicha bahía.

6.° Resolución de la junta general de Méjico de 2 de junio de 1693 para fortificar dicha bahía.

7.° Dictamen de D. Carlos de Sigüenza, sobre el modo de poblarla y fortificarla.

8.° Representación de D. Andrés de Arriola contra D. Carlos, acerca de la descripción y parecer de este, y larga respuesta de Sigüenza llena de noticias importantes, 1699. Todas son copias de buena letra antigua, que parece hicieron parte de algún códice. Lleva un índice de mano del Sr. Muñoz. Son sesenta y seis fojas.

Legajo tercero: Metalogia o física de los metales (metalurgia más arriba), por el P. Xavier Alejo de Orrixs, profeso de la compañía de Jesús, natural de la ciudad de Pamplona (y antiguo reino de Pampilona : Navarra), tomo 1, en ciento cincuenta y cuatro fojas. 

Un tomo en folio rotulado por fuera: Tello Morfi: Noticias de las provincias internas de Nueva-España. Comprende un legajo compuesto de nueve cuadernos con este título: noticias extractadas de la historia manuscrita, que compuso el R. P. Antonio Tello, y comprende la de las provincias de Xalisio (Jalisco?), Nueva-Vizcaya, y Nuevo-Méjico. = Número 7. Y una pieza grande compuesta de trescientas sesenta y nueve fojas útiles, con el siguiente título: Copia del viaje de indios. = Diario del Nuevo-Méjico. = Número 6. Y más adelante dice: Memorias para la historia de Texas, por el R. P. Fr. Juan Agustín Morfi.

Un tomo en folio intitulado: Simón: Noticias de tierra-firme. Parte segunda, y por dentro tiene este título: Segunda parte de las noticias historiales de las conquistas de tierra-firme, en el nuevo reino de Granada, Indias occidentales, que ha compuesto Fr. Pedro Simón, religioso de S. Francisco en la provincia de Cartagena etc. año 1624.

Después de este título, y al principio de la obra tiene este: Primera noticia historial de las conquistas de tierra-firme. Comprende las noticias primera y cuarta, y constan de cuatrocientas diez fojas, sin contar seis de letra de nuestro Muñoz, que son el índice de los capítulos de este tomo, y noticia de haber copiado la obra de un manuscrito, al parecer original, de la biblioteca del conde Fernán Núñez. 

Otro tomo en folio rotulado: Simón: Noticias de tierra firme. Parte segunda, tomo 2.°

Este tomo, que es continuación del antecedente, comprende las noticias quinta, sexta y séptima historiales de las conquistas de tierra-firme. Tiene quinientas cincuenta y cuatro fojas. 

Un tomo en folio con su rótulo: Simón: Noticias de tierra-firme. Parte tercera, tomo primero. Por dentro tiene este título: Tercera parte de las noticias historiales de las conquistas de tierra-firme, en las Indias occidentales, que ha compuesto un fraile de S. Francisco, hijo de la provincia de Cartagena, llamado Fr. Pedro Simón etc. año 1625. Está dedicado al Sr. D. Juan Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete. Comprende las noticias primera y cuarta inclusive. Es copia, y tiene al margen algunas breves notas del Sr. Muñoz. Tiene trescientas sesenta y seis fojas.

Otro tomo rotulado: Simón: Noticias de tierra-firme. Parte tercera, tomo 2.° Es continuación del antecedente, y contiene las noticias quinta y sexta inclusive, con que concluye la tercera parte. Es copia, y tiene trescientas noventa y cuatro fojas.

Un tomo manuscrito en folio, encuadernado en pasta, rotulado: Ixtliloxcoc: Historia antigua de la Nueva-España, copiada de un ejemplar lleno de erratas que poseía el teniente coronel D. Diego Panes (el segundo ejemplar de Panes bastante dudoso). Está sin foliatura, y contiene: Relaciones de historia antigua de la Nueva-España, por D. Fernando de Alba Ixtlixuchtil (bastante parecido al Ixtliloxcoc de arriba).

Información sobre la muerte del Casonci, y sus bienes a Nuño de Guzmán. 

Ejecutoria del pleito de los herederos de doña Isabel Motezuma. (Moctezuma)  

Relación de la jornada contra los Chichimecos del virrey (pone Virey) D. Antonio de Mendoza en 1541 (1: el P. Bernabé Cobo, jesuita, nació en Jaén por los años 1570, se embarcó para América en 1595, en 1653 permanecía en la América meridional, donde al parecer estuvo 57 años). 

Un tomo en folio manuscrito, en pasta, rotulado por fuera: B. Cobo, Hist. de Lima, en doscientas treinta y dos fojas escritas. Es la fundación de Lima (patrona de los presos), escrita por el P. Bernabé Cobo, de la compañía de Jesús, año 1639. Está dividida en tres libros, y se copió de una copia que poseía en Sevilla D. Manuel de Ayora, caballero cordobés, y es casi coetánea. Está copiada y cotejada por el Sr. Muñoz, de cuya mano es el prólogo. 

otro tomo manuscrito en folio, encuadernado en pasta, su rótulo es: B. Cobo, Hist. nat. de Indias, tomo 1.° Es la primera parte dividida en cinco libros, escritos en trescientas ochenta y cinco fojas, sin el índice de capítulos. Hay al principio sueltas cuatro fojas en 4.° de notas del Sr. Muñoz; y una carta dirigida a él sobre la obra de Cobo. Es copia de la que hay en S. Acasio de Sevilla.

Otro tomo en folio igual al anterior, con el mismo rótulo, y tomo 2.° Sigue la primera parte en los libros desde el seis hasta el diez ambas inclusive, en trescientas noventa y ocho fojas, sin los índices de los capítulos: también sacado de S. Acasio de Sevilla.

Un tomo en folio, rotulado por fuera: Alcina Hist. nat. D. L. Bisayas, tomo 1.° La obra tiene este título: Historia de las islas e indios de Bisayas, parte mayor y más principal de las islas Filipinas. Divídese en dos partes: la primera natural, del sitio, fertilidad y calidad de estas islas y sus moradores &c: la segunda eclesiástica y sobrenatural de su fe, y aumentos en ella, con el magisterio y enseñanza de los padres de la compañía de Jesús. In doctrinis glorificate Dominum in Insulis maris nomen Domini. Isai. 24. Recogido uno y otro, y compuesto por el P. Francisco Ignacio Alcina, de la misma compañía, después de más (de) 30 años en ellas, y entre ellos de ministerio. Ad majorem gloriam Dei et Mariae Matris eius sine labe conceptae.  Año 1668. Contiene este tomo los libros primero y segundo, y al fin hay diez y siete dibujos de árboles, plantas y animales. Consta de cuatrocientas y una fojas. 

Otro tomo en folio con el mismo rótulo y tomo 2.°, y es continuación del tomo anterior. Comprende este los libros 3.° y 4.° Concluida la obra, hay una epístola en verso que tiene este título: Soledad de Alcino, pescador y cazador de estos mares y montes de Bizaya a Bronfido su amigo y compañero en Manila. Dale cuenta de su ocupación y ejercicios en su ausencia. Al fin del tomo hay tres dibujos de barcos y otras curiosidades. Tiene este tomo trescientas cuarenta y dos fojas.

Cuatro tomos en folio rotulados: Aguado: H. de Santa Marta, y N. R. de Granada.

El autor de esta obra fue Fr- Pedro Aguado, fraile menor; la escribió antes del año 1575 en cuatro volúmenes, y trata de los descubrimientos del nuevo reino de Granada y tierra-firme. Están estos cuatro tomos divididos en dos partes, todos sin foliar, y no se  sabe de dónde se copiaron. 

Un tomo en folio rotulado: Establecimientos de España en América. El título de la obra es: razón de los establecimientos de españoles en América, dividida en cuatro partes. 

La primera contiene los descubrimientos hechos en América por el famoso Cristóbal Colón (Cristoval Colon), con la descripción de las islas y colonias, al weste (oeste; west) de las Indias.

La segunda, sus establecimientos en aquel continente.

Tercera, sus establecimientos en el Perú, Chile, Paraguay, y Río de la plata. 

(argentum: argente : argent : AG: plata; Argentina; river plate)   

Cuarta, sus establecimientos en tierra-firme; sus diferentes posiciones al sur de la América, habitadas de indios &c., con la descripción de las islas Canarias. Impreso en Edimburgh (sic; Edinburg, etc), por A. Donaldron (quizás Donaldson, hijo de Donald, no del famoso pato, duck) y J. Reid, por el autor y A. Donaldron, 1762. Parece traducción del inglés, por las muchas enmiendas y borrados que tiene el manuscrito. 

Otro tomo en folio, cuyo rótulo es: Marmole: Hist. de Chile. Es la que escribió el capitán Alonso de Góngora Marmolejo, na

Un tomo en folio con el rótulo siguiente: Fuentes: Hist. de Guatemala. El título de la obra es: Recordación florida, discurso historial, natural, material, militar y político del reino de Guatemala: al rey de las Españas D. Carlos II, nuestro señor y rey del imperio de las Indias, que escribe y ofrece a la veneración y obsequio de su real augusto nombre, el capitán D. Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, año 1690.

Es copia mandada sacar por el Sr. Muñoz, y comprobada por el original del autor que posee D. Manuel de Ayala, ministro del supremo consejo de las Indias. Al principio y fin hay muchas notas y apuntamientos de letra de dicho Muñoz, y de ella es el índice de los capítulos. Tiene este tomo ciento seis fojas, y dentro un mapa de mano.

Otro tomo en folio con el rótulo por fuera: Antiguas de Nueva-España, conquista y después de ella. Octava maravilla. Contiene este volumen, primero: Fragmentos de historia de Nueva-España, copiados de un malísimo ejemplar de D. Diego Panes. El autor, según nota separada del Sr. Muñoz en una cuartilla, conoció a Magallanes: los primeros obispos de Nueva-España. Está el manuscrito en treinta y un cuadernillos de cuatro fojas cada uno.

2.° Cédula de encomienda del pueblo de Tacuba, hecha por Cortés en 1526, a favor de doña Isabel, hija mayor del emperador Motezuma, y expresión de sus descendientes. En siete pliegos copiados de un ejemplar suelto de D. Diego Panes. 

3.° Octava maravilla, o antigüedades y conquista de Nueva-España, en verso heroico, por Bartolomé de Góngora en 1628. Son seis pliegos de mano del Sr. Muñoz, y un árbol genealógico de Cortés. La octava maravilla empieza en la estrofa ciento treinta y una del libro tercero, y sigue el libro cuarto en cuatro cuadernillos. Hay tabla alfabética de los sujetos que se hallaron en la conquista de Nueva-España en trece cuadernillos: todo sacado de una copia de D. Diego Panes.    

Un tomo en folio en pergamino, rotulado: Varia de Stat

Trae al fin mapas muy feos de Portugal, Algarve y Andalucía.

Un tomo en folio con el rótulo: historia de las revoluciones del Perú entre sus conquistadores. Por dentro tiene este título: libro III de las guerras civiles del Perú. No tiene nombre de autor, aunque sí una nota del Sr. Muñoz en dos cuartillas sobre el tiempo en que vivió. La obra está dividida en doscientos treinta capítulos, y escrita por el tiempo que se refiere, aunque no todo es de una mano.

Un tomo en cuarto, rotulado: Chirino: historia de Filipinas, manuscrita. Contiene la primera parte de la historia de la provincia de Filipinas por el P. Pedro Chirino, de la compañía de Jesús. Aunque esta parte según la tabla de los capítulos comprendía cinco libros, en este tomo no hay sino tres; y al fin de la página 700, que es la última, hay esta nota original de mano del autor que dice: revista y corregida por el mismo autor: en Manila 7 de abril de 1618. = Pedro Chirino. Está escrita en papel de china. 

Otro tomo en cuarto sin encuadernar, rotulado: Montesinos: Memorias antiguas y anales del Perú. Contiene noticias para la vida del licenciado Fernando Montesinos, trabajadas por el Sr. Muñoz. 

El libro primero de las memorias antiguas historiales del Perú en cuarenta y ocho fojas, y el libro segundo de las mismas en cinco cuadernillos. Finalmente el libro primero de los anales del Perú en ciento sesenta fojas. Estos anales están incompletos.

Otro tomo en cuarto, que comprende la copia de Castellanos y sus elogios de varones ilustres de Indias. Es tomo primero de la parte segunda.

Cinco tomos en cuarto, que comprenden la misma copia de Castellanos, y son el tomo 2.° parte 2.a; tomo 3.° parte 2.a; tomo 1.° parte 3.a; tomo 2.° parte 3.a; y tomo 3.° parte 3.a

Un tomo en folio, rotulado: S. Cubero: viajes: descripción de África etc. Comprende los viajes por las cuatro partes del mundo, hechos y escritos desde 1671 hasta el 1699, por el Dr. D. Pedro Cubero Sebastián, presbítero. Hay descripciones generales de África y Europa, particulares de provincias y ciudades, y en especial un epítome histórico de Gibraltar: tiene doscientas cincuenta y tres fojas foliadas, y algunas pocas sin foliar al fin.

Un legajo en cuarto, que contiene el manuscrito de la obra intitulada: Baluartes de Méjico: relación histórica de las cuatro sagradas imágenes de nuestra señora la virgen María que se venera en sus extramuros, por D. Mariano Fernández de Echeverría y Veitia, en 1778.

Esta obra va comprendida en sesenta y seis medios pliegos sin encuadernar. Sigue en un cuaderno en cuarto otra obra del mismo autor, sobre el modo con que los indios celebraban sus fiestas, con dibujos de sus figuras ridículas.

Otro legajo en cuarto forrado en papel, con su rótulo, que es: Río de la Plata, puerto de S. Julián: reconocimientos hechos en 1745 y siguientes. Contiene ocho legajos.

1.° Borradores del tiempo del rey católico, pertenecientes a Indias.

2.° Viaje marítimo de D. Joaquín de Olivares en 1745, desde el Río de la Plata hasta el de Gallegos.

3.° Diario del mismo viaje por el piloto mayor Diego Tomás de Andia.

4.° Relación del mismo viaje por el padre Quiroga.

5.° Relación del mismo viaje por el padre Pedro Lozano.

6.° Relación del viaje al puerto de S. Julián por José Michel en 1760, y otra relación duplicada de otro viaje a la misma bahía en 1785. Hay también un papel duplicado sobre la necesidad de poblar la bahía de S. Julián.

7.° Diario de Jorge Barne, y reconocimiento de las costas hasta el puerto de S. Julián. Es original con un mapa de mano.

8.° Es el mismo diario que el antecedente con un mapa igual, y las cartas originales al marqués de la Ensenada, de D. José Andonaegui, capitán general de las provincias del Río de la Plata en 1753.

Un legajo en cuarto, rotulado: C. Stellae de rebus Indicis 1. Es una copia del manuscrito de Juan Cristóbal Calvete de Stella sobre las cosas de Indias, copiado del archivo del Monte Sacro de Granada. El autor dividió su obra en veinte libros escritos en latín. Contiene este tomo los cinco primeros, aunque no completos, en trescientas cuarenta y nueve fojas.

Otro legajo en cuarto, rotulado: C. Stellae de rebus Indicis 2. Es continuación del anterior, y sigue el libro quinto, y continúa el sexto, desde el folio 350 al 705.

Un otro legajo en cuarto, con su rótulo que dice: Varios. Contiene dos líos. El primero: discurso sobre la navegación al mar (océano) Pacífico, e informe sobre la comunicación del mar Atlántico y Pacífico, por Mr. de Fer, y dictamen del Sr. Muñoz sobre él. El segundo contiene en tres cuadernos las fiestas que los indios hacían al demonio, y parece borrador de lo que escribió Beitia.

Otro legajo en cuarto, rotulado: Quiroga de Chile, manuscrito.

Contiene en nueve cuadernos el compendio histórico de los más principales sucesos de la conquista y guerras del reino de Chile hasta el año 1656, sacado fielmente del manuscrito del maestre de campo D. Gerónimo Quiroga.

Un legajo en cuarto, rotulado por el canto: Miscelánea, contiene varias cedulitas de títulos de algunos papeles, que eran sin duda apuntamientos del Sr. Muñoz.

Colección de memorias de Nueva-España, que en virtud de orden de su majestad, del Exmo. Sr. conde de Revillagigedo, y del M. R. P. ministro provincial Fr. Francisco García Figueroa, colectó, extractó y expuso en treinta y dos tomos en folio un religioso de la provincia del santo evangelio de Méjico, por el año 1792.

Todos ellos están encuadernados en pasta, y contienen documentos de dos clases: los de la primera, que son los once primeros tomos, comprenden las coplas de los manuscritos que pidió su majestad determinadamente en su real orden de 21 de febrero de 1790. La segunda clase, comprendida en los veinte y un tomos siguientes, forman un cuerpo de noticias arregladas y copiadas con escrupulosa exactitud, según la real orden, y conducen a ilustrar las antigüedades, la geografía y la historia civil, eclesiástica y natural de América. En cada tomo hay certificación del R. Fr. Francisco García Figueroa, de estar copiadas exactamente las piezas que contiene.

Tomo 1.° rotulado: Colección de memorias de Nueva-España. Comprende diez y ocho piezas selectas del museo de Boturini. Hay también en el mismo, el informe del Ilmo. Sr. D. Juan de Palafox al conde de Salvatierra; el memorial de D. Carlos de Sigüenza y Góngora, y las cartas del V. P. Juan María de Salvatierra. Todo en trescientas treinta y nueve fojas útiles. 

Tomo 2.° rotulado: piezas correspondientes al orden real.

Contiene el teatro de virtudes políticas escrito por D. Carlos de Sigüenza y Góngora. Traducción de la vida y martirio de los niños de Tlaxcala. Relaciones del Nuevo Méjico, por el P. Fr. Gerónimo de Zarate Zalmerón. Carta del P. Fr. Silvestre Vélez Escalante. Restauración del Nuevo Méjico por D. Diego de Vargas Zapata. Todo en trescientas noventa y cuatro fojas.

Tomo 3.° rotulado: piezas correspondientes al orden real. Comprende el informe del P. Fr. Alonso de Posadas sobre Nuevo Méjico: relación breve tocante a la población de Nueva-España: calendario índico: cantares de N. Nezahualcayotzin, emperador de Tescuco: Viaje de indios, y diario del Nuevo Méjico. Todo en trescientas veinte y seis fojas.

Tomo en 4.° tiene el siguiente rótulo: relación de D. Fernando de Alva Iktlilxochitl

Comprende la creación del mundo y origen de los indios. Historia de los Tultecas: fundación de Tula y sus reyes: vida de los reyes Tultecas hasta su destrucción en cinco relaciones: la historia de los Chichimecas hasta la venida de los españoles, en once relaciones: ordenanzas de Nezahualco y Otzin: orden y ceremonias para hacer a un señor: venida de españoles, y entrada de estos en Tescuco: trece relaciones sobre las naciones pobladoras, gigantes, Tultecas, Chichimecas y reyes sucesores: sumaria relación de la historia general de Nueva-España: conducta de Nuño de Guzmán, presidente de la real audiencia de Nueva-España: merced y encomienda a la descendencia de Motezuma: expedición a los Chichimecas. Todo en cuatrocientas seis fojas. 

Tomo 5.°, rótulo: Nueva-Galicia. Contiene la conquista del reino de la Nueva-Galicia, escrita por D. Matías de la Mota Padilla, dividida en noventa y seis capítulos, en quinientas trece fojas. Hay al principio un mapa de mano, delineado por el capitán de ingenieros D. Nicolás de Lafora, y D. José Urrutia, teniente del regimiento de América, y es comprensivo de toda la frontera de los dominios del rey en la América septentrional.

Tomo 6.° rotulado: Nueva-Galicia. Es continuación del antecedente desde el capítulo 53, y sigue su foliatura desde el quinientos catorce al mil treinta y seis, que son quinientas treinta fojas.

Tomo 7.° rotulado: Aparato a la crónica de Mechoacán. Esta obra la escribió el R. P. Fr. Pablo Beaumont. Este aparato con el libro primero de la primera parte de dicha crónica, forma el tomo primero de la crónica de la provincia por antonomasia apostólica de los gloriosos apóstoles S. Pedro y S. Pablo de Mechoacán. En ella se trata de las vidas ejemplares de sus hijos, y de otras noticias de la provincia. En este tomo séptimo, sólo se comprenden los veinte y tres capítulos primeros del aparato de los cuarenta y dos que contiene. Trae los mapas copiados de mano de los que el Sr. Anville imprimió, y se ven en la obra del P. Charlevoix. El primero de la isla Española o Santo Domingo, el otro de la isla Española o Hayti (Haití). Tiene el tomo trescientas veinte y cinco fojas, sin la portada, advertencias e índices.

Tomo 8.° rotulado: Continuación del aparato a la crónica de Mechoacán. Sigue desde el capítulo 24, y con la foliatura desde el número 325 al 649, en trescientas veinte y cuatro fojas, con un mapa de mano, copiado del plano geográfico que sacó el año 1641 D. Carlos Sigüenza y Góngora, perteneciente a los que se llama Nueva-España, y enmendado por el autor de esta colección.

Tomo 9.°, su rótulo: Crónica de Mechoacán. Comprende el libro primero de la primera parte de la crónica de dicha provincia de S. Pedro y S. Pablo, y está dividido en veinte y siete capítulos, comprensos (comprendidos) en trescientas treinta y dos fojas útiles: trae tres mapas, o por mejor decir láminas, que representan los trajes de los indios al tiempo de la conquista. Se copiaron por los que se hicieron en la ciudad de Tzintzontzan al principio del descubrimiento.

Tomo 10. Libro 2.° de la crónica de Mechoacán. Este libro se divide en treinta y un capítulos; pero en este tomo sólo se comprenden los diez y ocho primeros en trescientas catorce fojas útiles, con tres láminas: la primera representa la primera conversión de los indios, la segunda la planta y vistas de la ciudad capital de los reyes Tarascos, y la tercera de varias figuras de cabezas, armaduras y útiles. 

Tomo 11. Continuación del libro 2.° de la crónica de Mechoacán. Comprende lo que falta del libro 2.°, y continúa el capítulo 1.° del libro 3.°, con la foliatura desde el 314 a 726, que son cuatrocientas trece fojas útiles. Trae un mapa o lámina en que están las armas del señor, o de la ciudad de Tzintzontzan, las de la ciudad Patzcuaro de Mechoacán a las de Valladolid de la ciudad de Guayangareo.

Tomo 12. Crónica mejicana. Escribióla D. Fernando de Alvarado Tezozomoc por los años de 1598, dividióla en ciento y diez capítulos, hasta que llegó a Méjico Flilancalqui, mensajero del rey Motezuma (Moctezuma). En cuatrocientas diez y seis fojas.

Tomo 13. Historia Chichimeca. Escribióla D. Fernando de Alva Ixtlilxochitl, y la dividió en capítulos, y de ellos se conservan noventa y cinco, aunque con algunas lagunas. Ocupa trescientas veinte fojas útiles. Pudiera tal vez suplirse lo que falta de el ejemplar que existía en la librería de Balucio.

Tomo 14. Memorias de Méjico. Este tomo que tiene trescientas nueve fojas, no comprende todos los objetos brillantes de la capital de Nueva-España. Su materia es muy limitada, y se ciñe a unas descripciones del estado de Méjico, escritas en el siglo diez y siete por el P. Fr. Baltasar Medina, y el P. Andrés de Rivas; a un trozo de la historia eclesiástica, y alguna noticia del famoso desagüe. El fondo de las noticias se ha sacado de varios autores impresos y manuscritos. Trae un plan geográfico de Méjico, hecho en 1776 por D. Ignacio Castera, maestro mayor de arquitectura. Hay otro mapa o plan geográfico de Méjico y su comarca según se hallaba en 1618.

Tomo 15, rotulado: memorias para la historia de Sinaloa. Comprende los documentos para la historia de dicha provincia desde 1592 al 1657: hay entre estas memorias treinta anuas o cartas de oficio, en que los jesuitas daban la noticia más exacta del estado de sus provincias a su general: también tiene varias relaciones y cartas; las más de estas son del P. Juan Bautista Velasco, Martín Pérez, Andrés Pérez, Pedro Velasco y Juan Varela. Tiene el tomo cuatrocientas veinte y siete fojas útiles.

Tomo 16. Historia de Sonora. Contiene la descripción geográfica natural y curiosa de la provincia de Sonora, por un amigo del servicio de Dios y del rey nuestro señor, año 1764. El autor es un anónimo jesuita. Extiéndese esta relación en ciento treinta y dos fojas, con un mapa copiado del que delineó D. Gabriel de Prudhom, que gobernó la provincia ocho años. Sigue en trescientas diez y ocho fojas un estado de la misma provincia, al que acompañan cartas, representaciones, instrumentos de jesuitas, capitanes generales y otras personas. Se trata de la conversión de los Pimas de la misión de Nevomes, y de la entrada de los jesuitas en las naciones Chinipas, Varchios, Guailopos, Gazaparis, Temoris y otras. Todo el tomo tiene cuatrocientas cincuenta fojas útiles, y propiamente son materiales para escribir la historia de la Sonora.

Tomo 17. Título: Continuación de Sonora. En trescientas ochenta y seis fojas útiles contiene varias cartas de D. Agustín de Vildorola al padre provincial de los jesuitas, y de los padres Juan Mendoza, Bartolomé Sánchez, Lorenzo García, Juan Salgado, Manuel Aguirre, Juan Pineda, Juan Montaño, del bachiller Pedro de Aragón, Bernardo Varea, Pedro Bringas, con varios informes de los padres Quino, y Cedelmair. Se trata también de las entradas a las naciones de los Yumas, y estado de la Pesmeria y de los indios de Suaquí. Está también el diario de los descubrimientos del alférez Juan Mateo Manc. Hay al principio un mapa de mano, y al folio 177 otro mapa, o por mejor decir estado de la población de la Sonora.

Tomo 18. Título: Cartas para la historia de Sinaloa y So. Contiene este volumen: cartas de sujetos principales, y son: 29 del Exmo. Sr. marqués de Lacois: 39 del Sr. D. José de Gálvez: 9 del Ilmo. Sr. D. Pedro Tamazón, obispo de Durango: 7 de D. Eusebio Ventura Beleña: 6 del capitán D. Antonio de Esparza: 6 del coronel D. Domingo Elizondo: 3 del sargento mayor D. Matías Armona: 57 de D. Lorenzo Cancio: una de D. Juan José Echeveste, otra de D. Manuel de Azuela: 2 del capitán D. Gabriel de Vildasola: 9 de Fr. Antonio de los Reyes: 4 de Fr. Francisco Garcés: 4 de Fr. Mariano de Buena, y 3 de Fr. Francisco Roig, en trescientas fojas útiles.

Tomo 19. Documentos para la historia de la Nueva-Vizcaya. Tiene este volumen trescientas sesenta y cinco fojas útiles, y es el libro primero que comprende la descripción de la Nueva-Vizcaya, noticias de Durango, las anuas y cartas de varios jesuitas y otros sujetos desde el año 1595 al 1678. Comprende también algunas relaciones, memoriales y decretos concernientes a la historia de la Nueva-Vizcaya. Sacáronse estas noticias de los manuscritos originales de los padres observantes de dicha provincia. 

Tomo 20. Rótulo: Documentos para la historia de la Nueva-Vizcaya. Es el libro segundo de los documentos para dicha historia, sacados de los manuscritos originales de los jesuitas, y del archivo de padres observantes de la referida provincia: contiene en doscientas cuarenta y dos fojas útiles varias cartas, relaciones y memorias concernientes a las misiones del Parral, Durango, Serranos, Acaxas y otras, desde el año 1600 hasta el 1777.

Tomo 21. Rotulado: Misión de California. En doscientas doce fojas útiles comprende este volumen diez y seis cartas, de las que doce son del V. P. Salvatierra; una del V. P. Nicolás Taramal, otra del P. Miguel del Barco; una de un jesuita misionero, y la última del P. Wenceslao Linck. El colector se aprovechó de estas y de otras muchas del P. Salvatierra y de diversos manuscritos para escribir el establecimiento y progresos de las misiones de la antigua California, desde el año 1531 al 1762. El mismo colector formó sobre las memorias de los jesuitas la historia natural de la California.

Tomo 22. Rotulado: Noticias de la Nueva-California. Comprende en trescientas veinte y tres fojas útiles el libro primero de las noticias que escribió el R. P. Fr. Francisco Palou. Consta de dos partes: el original de esta obra existe en el archivo de los padres del colegio de S. Fernando de Méjico.

Tomo 23. El mismo rótulo que el anterior. Sigue la segunda parte del libro antecedente desde el capítulo 37. Continúa después la tercera y cuarta parte del mismo autor. Tiene trescientas cuarenta y seis fojas útiles.

Tomo 24. Rotulado: Diarios de derroteros. Comprende en trescientas diez y siete fojas los diarios de Fr. Francisco Garcés en 1777, de Fr. Antonio Barbastro 1781, de Fr. Pedro Font 1775, de Fr. José María Alegre 1771, de D. José Antonio Vildosola 1780, de D. Juan Bautista de Anza 1773, de la fragata Santiago a las costas del mar del sur 1775, los de D. Bernardo Urrea, D. Miguel Gallo, D. Juan Manuel Romero, y las cartas del capitán D. Pedro Fagés de 1782, la carta y diario de Vildosola, y de D. Diego Peirán. Hay una carta geográfica en pequeño del viaje que hicieron Fr. Francisco Garcés, y Fr. Pedro Font en Ures el año 1776. Estas memorias se sacaron del colegio de S. Fernando de Méjico, y de las librerías de particulares, que las franquearon. 

Tomo 25. Su rótulo es: Documentos del Nuevo-Méjico. Tiene trescientas cuarenta y ocho fojas, y comprende varios informes, cartas y descripciones del Nuevo-Méjico. El colector, al examinar los archivos de la provincia, abrevió y compendió los originales, cercenando las noticias y especies predicables e impertinentes que había en ellos. Comprende esta colección las noticias e informes de los prelados y de los padres Delgado, Sanz de Lezaun, Trigo, Morfi, Sierra, Ayeta, Martínez y de otras personas, desde el 1676 al 1782. Comprende también las entradas a Moqui por varios religiosos franciscanos, la descripción del paso del río del norte y misiones de la Cebolleta y Encinal. Hay un mapa de mano de la provincia interna del Nuevo-Méjico, copiado del que hizo D. Bernardo de Miera y Pacheco en 1779, y otro del río del norte, desde Sanhelceareo hasta S. Pascual, hecho también por Miera.

Tomo 26. Rotulado: Documentos del Nuevo-Méjico. Comprende la traducción de cinco capítulos de la descripción de la isla occidental de Juan Laet, que tratan del Nuevo-Méjico, y los documentos sacados de los autos existentes en el oficio del superior gobierno de Méjico, que tratan del levantamiento del 1680. Finalmente el diario y derrotero de los nuevos descubrimientos a los rumbos norte, noro-este y oeste del Nuevo-Méjico, por los padres Fr. Silvestre Vélez, Escalante, y Fr. Francisco Arapasio Domínguez, con un mapa hecho por D. Bernardo Miera, que acompañó a dichos padres en esta expedición el año 1776: tiene el tomo trescientas setenta y dos fojas.

Tomo 27. Rotulado: Documentos para la historia de Tejas. Tiene trescientas treinta fojas, y comprende cuarenta y una piezas, que el colector recogió para suplir la historia de Tejas, que escribió el P. Fr. Agustín de Morfi, y se dejó sin acabar por su muerte. Se contiene en este tomo un breve compendio de los sucesos de Tejas por el Sr. Bonilla, el derrotero del general Alonso de León, otro de D. Alejandro Bruno, otro para las misiones de los presidios internos, y varios pareceres, cartas, informes, representaciones y diarios pertenecientes a la provincia de Tejas.

Tomo 28. Rotulado: Documentos para la historia de Tejas. En doscientas sesenta y seis fojas se comprende el diario del viaje del marqués de san Miguel de Aguayo (o Agnayo) en 1722, y varias cartas, consultas y representaciones. Hay diez y seis cartas del teniente coronel D. Atanasio de Mesieres.

Tomo 29. Rotulado: Provincia de Coahuila, y seno mejicano. Contiene en trescientas cuarenta fojas útiles el testimonio de la fundación de la misión de S. Juan de Coahuila, el despacho del duque de Alburquerque, cinco cartas de Fr. Francisco Ortiz, vista de las misiones del río grande del norte, fundación del presidio de S. Juan Bautista, y algunas otras piezas desde el año 1701 al 1756. Comprende también noticias del seno mejicano, el estado de las misiones del colegio de S. Fernando de Méjico, misiones fundadas por D. José Escandón, misiones del Nuevo-Santander, diarios, cartas y representaciones de Fr. Pedro del Fierro, Fr. Ignacio Ciprián, de Fr. Gaspar Gómez, Fr. Buenaventura Cuéllar, del Exmo. Sr. D. Juan Francisco de Huemes, del general Escandón en 1755, y de los colegios de san Fernando y de Zacatecas. Lleva el plano geográfico de Coahuila, que es moderno y de mano. El del seno mejicano, también de mano, que hizo el general Escandón en 1755: está aumentado. Al fin hay un estado de las fundaciones hechas en la colonia del Nuevo-Santander, con los nombres de sus poblaciones, misiones y número de personas.

Tomo 30. Rotulado: Documentos de Tampico. Pertenecen al Nuevo Reino de León, desde el año 1626 al 1790. Comprende dos estados de las misiones de Tampico en los años 1748 y 1790. Sobre el nuevo reino de León hay el mandamiento de su capitán general D. Francisco de Mier, consultas y cartas de D. Francisco Barbadillo, cartas del P. Losada, Fr. Alonso Flores, D. Antonio León de Guevara, Fr. Gonzalo Cardeña y del P. Portilla, con los pareceres de los indios del nuevo reino de León, despacho del duque de Linares, dictamen fiscal y del auditor sobre dicho reino. Pertenecen al río verde un testimonio del estado de la custodia de dicho río por Fr. Pablo Sarmiento; visitas, informes, cartas y descripción individual de las misiones de esta custodia. Todo el tomo tiene doscientas diez y seis fojas, aunque en la primera página pone doscientas cuarenta y tres.

Tomo 31. Su título es: Noticias de varias ciudades. Comprende en trescientas quince fojas, noticia de la antigua Vera-Cruz, sacada del manuscrito del P. Andrés de Rivas, provincial de los jesuitas de la villa de Córdoba, de la ciudad de Oaxaca, de la ciudad de la Puebla, de Tepotzotlán. Todas estas noticias del P. Andrés de Rivas. Las de la ciudad de Queretaro están sacadas de la crónica de Mechoacán del P. Larrea, de la crónica apostólica de Fr. Isidro Félix Espinosa, y de las glorias de Queretaro de D. Carlos de Sigüenza: todas obras impresas en Méjico. Noticias de la ciudad de Guanayato, escritas por D. Francisco Xavier Gastañeta. Contienen los tristes sucesos de esta ciudad, acaecidos desde 1.° de enero hasta 27 de julio de 1780. Noticias Zacatecas, sacadas de la historia manuscrita del P. Andrés de Rivas. Finalmente noticias de Nutka, con un plano de mano hecho por D. Gonzalo López de Haro, y representa el puerto de Noca en la costa del norte de la California. Las noticias están tomadas del tercer viaje de Cook, y de las que adquirió el virrey de Nueva-España D. Manuel Antonio de Flores en la expedición que de orden de su majestad mandó hacer en 1778, para saber si era cierto el establecimiento de los rusos. Al principio del tomo hay un mapa de mano de una porción de costa del seno mejicano sin nombre de autor.

Tomo 32. Rotulado: Memorias de la nación indiana. Este último volumen contiene ciento sesenta y ocho fojas útiles. Memorias piadosas de la nación indiana, recogidas de varios autores por el P. Fr. José Díaz de la Vega, predicador general, e hijo de la provincia del santo evangelio de Méjico, año 1782. Esta obra tiene diez y ocho capítulos, y aunque sus noticias en parte son comunes en varios libros impresos, el colector las juzgó dignas de ocupar lugar en esta gran colección, ya porque hay cosas nuevas, y ya porque reunidas hacen honor a la nación Indiana. Se habla de un indio Tlascalteca de edad pueril que murió mártir: de otros dos niños mártires de la misma nación: de las vidas ejemplares de algunas indias de la América septentrional, como de la sierra de Dios Salvadora de los Santos, India Otomite, y de otras Indias Iroquesas, y algunos indios mártires de esta nación. Habla de algunas apariciones de María Santísima, de S. Miguel &c.

Colección miscelánea de D. Juan Bautista Muñoz.

Un tomo en folio, rotulado: Cabrera: memorias de Felipe III, y otros papeles del siglo XVII. Contiene lo siguiente:

1.° Extractos de Luis Cabrera de Córdoba, y de sus relaciones, de los años 1599 al 1614, en noventa y cinco pliegos, muchos de mano del Sr. Muñoz, con una carta al principio del Sr. Llaguno.

2.° Traslado de ciertos capítulos o instrucciones del rey Jacobo VI, y carta al archiduque Alberto, en dos pliegos.

3.° Apuntamiento impreso sobre la plaza de matemático mayor, y cosmógrafo mayor de Castilla. 

4.° Carta a Rodrigo Caro, sobre la multitud de órdenes religiosas, en seis fojas, fecha en Baeza 14 de septiembre de 1626, y memorial por los legatarios de la reina doña Margarita de Austria, en nueve fojas.

5.° Gobierno de España y Francia en tiempo del conde duque, y cardenal Richelieu, en veinte y ocho fojas.

6.° Fr. Pedro Quesada, sobre moneda vellón y arbitrio para introducirla en Tenerife, en diez fojas, y el papel titulado: El compás, en ocho fojas.

7.° Relación que hizo Simón Contareni a la república de Venecia al fin del 1605 de la embajada que hizo en España, y de lo que entendía de su estado, en cuatro cuadernos.

Otro tomo en folio, que contiene:

1.° Un papel de Macanaz en 1714, sobre la inmunidad eclesiástica, en siete cuadernos.

2.° Otro informe de D. Isidoro Gil de Saz sobre asilos en 1770.

3.° Pastoral del arzobispo de Utrech, sobre la canonización del Sr. Palafox, en cinco cuadernos.

4.° Dictamen de los obispos y generales del consejo extraordinario, sobre la pastoral del Sr. Climent, obispo de Barcelona, en once fojas.

5.° Consulta de 12 de mayo de 1696 de D. José Ledesma, sobre el modo de proceder la inquisición, en treinta pliegos.

6.° Dictamen del consejo extraordinario sobre prohibición de libros.

7.° Papel sobre la prohibición del catecismo de Mesengui en 1763, en seis cuadernos.

8.° Informe o representación del consejo extraordinario, sobre la sentencia jesuítica, en tres cuadernos.

Otro tomo en folio, rotulado: Papeles varios. Contiene:

1.° Apuntamientos de un diccionario manuscrito, latino, griego y español, de Fr. Gerónimo de Guazti, monje benedictino, en un pliego. Hállase en el archivo de S. Isidro de monjes Benitos, a un cuarto de Dueñas, donde sacó estas noticias y las escribió el Sr. Muñoz, en un pliego.

2.° Relación del noble linaje de Luján, en seis fojas de letra antigua, con las armas de los Céspedes.

3.° Testamento del rey don Alonso, era 1322, en tres cuadernos.

4.° Carta del conde almirante viejo a su majestad católica, en cuatro hojas.

5.° Representación contra los estatutos hechos por el cardenal Silíceo en la santa iglesia de Toledo, escrito del doctor Vergara, en tres cuadernos.

6.° Instrucción del relator por el obispado de Cuenca, contra Pedro Sarmiento, y el bachiller Marcos García de Mazarambros, sobre la cizaña que vertieron en Toledo contra los descendientes de hebreos, en un cuaderno.

7.° Una hoja en que se manifiestan los motivos que tuvo Clemente VII para conceder Breves a los cristianos nuevos. Es un apuntamiento en portugués sacado de la Torre del Tombo. Sigue en un pliego, y del mismo archivo, artículos de cartas del rey al conde de Portalegre, y de este al rey, sobre los cristianos nuevos. En otro pliego hay una propuesta a Sixto V, y la carta de este contra el escrúpulo de los que negaban a los descendientes de hebreos las dignidades.

8.° Carta del cardenal Siliceo a Carlos V, sobre el pleito del adelantamiento de Cazorla, en dos cuadernos.

9.° Carta del licenciado Busto de Villegas, gobernador del arzobispado de Toledo, al rey, sobre la venta de las cosas de las iglesias, en 15 de julio de 1574, duplicada, en os cuadernos.

10. Nueva construcción de artillería en piezas por José Bono, propuesta al rey, en cuatro fojas.

11. Reducción del reino de Inglaterra a la unidad de la iglesia en 1544. Es copia de la carta de Felipe II para el Papa, fecha en 30 de noviembre de 1554, y de la carta del cardenal Polo a Julio III, en Londres a 30 de noviembre de 1554. Súplica de la absolución del reino hecha por los reyes de Inglaterra, y absolución concedida, en cinco fojas.

12. Parecer dado a Felipe II, sobre paces generales, taza del pan, castigo de regatones y otros puntos, sin fecha ni nombre de autor.

13. Un papel en nueve cuadernos (pero incompleto), escrito en Madrid a 26 de agosto de 1654 por F. A. T., cuyo título es: Una peregrinación al reino del buen gobierno descubierto hasta hoy en el mundo, escrita por amor.

14. Carta de D. Juan Idiáquez a su hijo, en un pliego.

15. Sobre las revoluciones de Flandes, y modo de pacificarlas.

16. Títulos de España, linajes y sus rentas, artillería y oficiales de la guerra, en cuatro cuadernos.

17. Proposiciones del archiduque de Austria D. Fernando al rey de España, en un pliego, y respuesta del rey, en dos cuadernos.

18. Motivos que tuvo D. Juan de Austria para dar la batalla naval al Turco: copia del original que hay en el Escorial: un pliego.

19. Discurso sobre las formas de navíos, dirigido al coronel D. Cristóbal Mondragón, castellano, de la villa de Amberes: no tiene nombre de autor: en ocho fojas.

Un tomo en folio sin encuadernar, rotulado: Opuscula. Contiene:

1.° Un legajo en 4.° de letra extranjera, pero en castellano, y es una historia del tumulto de Madrid, 1766, con los edictos impresos. No lleva nombre de autor.

2.° Una representación a su majestad por el rector del colegio de S. Albano de los Leses de Valladolid, a fin de que se le aplique o restituya el de S. Gregorio de Sevilla, para aumento de plazas. Dentro hay doce fojas de apuntamientos varios.

3.° Ordenanza para el archivo general de Indias, en veinte y dos pliegos numerados, y algunas hojas sueltas.

4.° Inscripciones de D. Juan V de Portugal. Dentro dos hojas de apuntaciones.

5.° Carta del inquisidor general D. Lorenzo Calvo de Cantera, en dos cuadernos.

6.° Reflexiones del Sr. Azara, sobre la congregación tenida en 1777 en la causa del V. Palafox, en un cuaderno.

7.° Varios papeles impresos y manuscritos, sobre instrucciones y cédulas que rigen en el archivo de Simancas.

8.° Reales decretos de 1717, 47, 54 y 87, en un legajo.

9.° Breve noticia de legislación portuguesa, y una noticia de Vives.

10. Diploma del príncipe D. Carlos, original, que nombra por procurador a Ambrosio de Morales, en la causa de S. Diego de Alcalá. Item. Viaje de Morales.

11. Un legajo de cartas de Fr. Alonso Chacón, D. Manuel José Díaz de Ayora, y de D. Diego García de León, en tres pliegos.

12. Razón de la obra del Sr. Muñoz, en un legajo.

13. Diálogo de Antonio de Ovando, entre el alcaide y sereno, en un cuaderno y un pliego.

14. Norte de príncipes, de Antonio Pérez.

15. Apuntamientos, y un fragmento de la vida a lo que parece de Fr. Hernando de Talavera.

Otro tomo en folio sin encuadernar, rotulado: Pózima. Borradores sobre la disputa que tuvo el Sr. Muñoz con Pozzi, acerca de la educación de religiosos que imprimió este extranjero. Es un gran legajo.

Otro lío en folio, rotulado: Número 6. Manuscritos varios. Contiene:

1.° Una disertación sobre el primer poblador de España, por D. Antonio Hilarión Domínguez de Riezú en 1726, en treinta y cuatro pliegos. Es original.

2.° Epítome histórico de los sucesos de España, desde el día que salió el Sr. Carlos II, hasta la muerte de D. Juan de Austria.

4.° Memoria dirigida al Sr. Moñino estando en Roma en 1773.

5.° Papel impreso de los ocurrido con Macanaz y los eclesiásticos de S. Felipe o Játiva.

Un tomo en 4.° rotulado: Borradores. Comprende los cuatro libros primeros de la historia del Nuevo Mundo, que están impresos por el Sr. Muñoz.

Otro tomo rotulado: Borradores. Contiene diversos borrones sobre el archivo de Sevilla concerniente a Indias.

Otro tomo con el mismo rótulo, contiene en un legajo varios borradores de D. Fernando de Echeverría.

Un legajo rotulado: Borradores. Número 6. Miscelánea. Contiene lo siguiente:

1.° Reflexiones sobre el alfabeto fenicio del abate Barthelemy.

2.° Norte de príncipes, de Antonio Pérez.

3.° Condiciones que deben tener los que pretenden becas del colegio de Oviedo.

4.° Libertad de la literatura española, memorial al Sr. Carlos III. 

5.° Introducción manuscrita a la gramática inglesa.

6.° Borrador de una oración latina al serenísimo príncipe de Asturias. 

Otro legajo rotulado: Borradores. Número 7. Miscelánea. Contiene:

1.° Un informe sobre el libro de Fr. Francisco Álvarez de Villanueva, acerca de las misiones de Ucayala.

2.° Trigonometría plana, manuscrita.

3.° De re logica seu de arte recte cogitandi.

4.° Apuntamientos para la vida del Sr. Pérez Bayer, Pedro Juan Núñez, y muerte de Clemente XIV.

Otro legajo en 4.°, rotulado: Borradores. Número 8. Miscelánea. Contiene borrones concernientes al archivo de Sevilla.

Otro rotulado: Borradores. Número 9. Miscelánea. Apuntamientos sobre la patria de Colón, hostilidades de Trujillo, borradores de Simancas, retratos del viejo testamento, Valerins de crítica, sociedad anti-Hispana, el marqués más conturbado, versos de Forner, pastoral del Sr. Despuig.

Otro legajo rotulado: Borradores. Número 10. Miscelánea. Contiene:

Apuntamientos sobre el folleto de Tychsen.

Una oración latina del Sr. Muñoz, para un Sr. consejero &c.

Borradores de cosas de Sevilla.


Obras pertenecientes al señor Muñoz.

Un legajo en 4.°, rotulado: Borradores de la historia del Nuevo-Mundo, pertenecientes al tomo 2.° Contiene los borradores del tomo 2.° de la historia del Nuevo-Mundo, hasta el último apuntamiento que hizo su autor en la mañana del día de su accidente.

Borradores originales del tomo 1.° de la historia del Nuevo-Mundo, por D. Juan Bautista Muñoz: un tomo en folio.

Copia del tomo 1.° de la misma historia: un tomo en folio.

Un legajo en 4.°, rotulado: Borradores. Número 4. Miscelánea. Contiene: Iohan. Bapt. Munizii Valentini institutiones philosophicae ad usum auditor. suor. Pars 1. de re logica.

Otro legajo en 4.°, rotulado: Borradores. Número 5. Miscelánea. Es una traducción que hizo de joven el Sr. Muñoz de la introducción a la sabiduría de Luis Vives.

Un tomo en folio, rotulado: Santelmo: universidad de mareant. Contiene varios legajos.

1.° Informe del contador y fiscal de Nueva-España sobre el colegio de Santelmo en 1785, en veinte y cuatro pliegos.

2.° Sobre la universidad de mareantes de Sevilla. Es un informe del fiscal en 1783, en seis pliegos, tres sobre coordinación de papeles. Escribió este papel D. Francisco Xavier de la Vega, al pasar de archivero a oficial de secretaría, según una nota del Sr. Muñoz. Va en cuarenta y cinco artículos y seis advertencias.

3.° Copia de un pedimento de José Miguel de Flores, en respuesta a la alegación fiscal sobre el colegio de Santelmo en 1780.

4.° Borradores de las ordenanzas para el real colegio de Santelmo de Sevilla, en veinte y ocho cuadernillos, sin ocho pliegos más de apuntaciones y primeros borradores del Sr. Muñoz; siguen en varias plicas un número de siete borradores de ordenanzas, cartas y apuntaciones sobre el colegio de Santelmo, y lo más de mano del Sr. Muñoz.

Un legajo en 4.°, con el rótulo: Discursos. Contiene uno sobre la navegación por el cabo de Hornos, y varios informes al consejo sobre geografía del Perú. Todas obras del Sr. Muñoz.

Un tomo en 4.°, rotulado: Vidaurre. Es la historia geográfica natural y civil del reino de Chile, por D. Felipe Gómez de Vidaurre, presbítero, ex-jesuita, quien la dirigió al Exmo. Sr. D. Antonio Porlier, desde Bolonia en 28 de enero de 1789. Contiene cuatrocientas noventa y cuatro fojas.

Un tomo en folio, rotulado: Miscelánea: Indias. Entre otros papeles está la relación del terremoto de Quito de 1797, con un mapa de mano.

Relación del descubrimiento de las ruinas de Guatemala en 1785. Acompañan los dibujos de varios planes, edificios, estatuas y otros útiles.

BIBLIOTECA VALENCIANA.

lunes, 14 de febrero de 2022

FRANCISCO PÉREZ BAYER

ELOGIO HISTÓRICO Y BIBLIOGRÁFICO DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO PÉREZ BAYER, presentado en 1828 a la real sociedad de amigos del país de Valencia: se incluye en lugar de artículo en esta biblioteca, añadiendo únicamente el bosquejo de su librería, regalo que hizo a esta universidad, y no se insertó entonces por no ser difuso. 

ELOGIO HISTÓRICO Y BIBLIOGRÁFICO DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO PÉREZ BAYER,


1794.

Immorior studiis et amore senesco sciendi.

Emprendo el elogio de un sabio valenciano, cuyo mérito siempre aparecerá mayor que toda alabanza, y cuya memoria no teme la sucesión de los siglos. Inspírame esta osadía el amor de las letras, y de aquellos sublimes ingenios que las han cultivado para gloria de su patria; y no siéndome dado el ser su émulo, ni aun su imitador, me lisonjeo de ser el panegirista de un don Francisco Pérez Bayer, cuyo nombre aún aparecerá más grande presentado por mi insuficiencia. Esta desproporción debería arredrarme, sellar mis labios, y ceñirme a venerar en silencio respetuoso la agradable memoria de tan ilustre patricio, si no me persuadiese por otra parte, que imponiéndome sobre mis débiles hombros tamaña empresa, le tributo un pequeño agradecimiento al mucho amor que le debí; así es preciso deponer mis temores, confiando que la real sociedad disimulará mi atrevimiento, si no desempeño con la dignidad que merece este elogio, en el que tejiendo la corona a un literato tan benemérito, pueda manifestar sus principales acciones y escritos.

Ciudad insigne, cuna del talento, patria de innumerables literatos; tú, leal y coronada Valencia; tú vistes nacer un hijo de unos honrados y pudientes artesanos, que había de ocupar entre los muchos que ha producido este tan ameno como fecundo suelo. Estaba reservado al ilustrísimo señor don Francisco Pérez Bayer, llevar a todos los países cultos el nombre de Valencia en el siglo diez y ocho. Vio la primera luz en esta ciudad, día 11 de noviembre de 1711 (1): llamáronse sus padres Pedro Pérez y Josefa María Bayer: fue bautizado en 13 de los mismos en la parroquial de los santos Juanes; y como el Todopoderoso destinase esta tierna planta para dar óptimos frutos a la iglesia, al estado y a la república de las letras, dotóla de vigor y lozanía, inspirando a sus padres buscasen un diligente cultivador en Castellón de la Plana, de donde era natural su madre, y poseía allí algunos bienes raíces; en esta villa aprendió las humanidades con el maestro de gramática el doctor en leyes D. Felipe Catalá; las estudia con incansable tesón, hace grandes progresos en ellas, se familiariza con los autores latinos, y el deleite que percibe con su delicado gusto, le abre la puerta para que se aliente a disfrutar los inimitables dechados de elocuencia, poesía e historia, recibiendo tal gusto en su lectura, que desde luego manifestó grande aversión a los divertimentos que con tanta facilidad corrompen la juventud, sirviendo de ejemplo y de estímulo a sus condiscípulos. Restituido a Valencia, empieza a la edad de catorce años la filosofía en esta universidad, bajo la enseñanza del Dr. D. Felipe Calatayud, que después murió cura de la parroquial de Pego, y defendiendo en 1727 las conclusiones de filosofía natural, continuó estudiando cuatro años la teología escolástica en la misma, al fin de los cuales se graduó de dicha facultad en la de Gandía (2). Estudió también un año teología moral, concurriendo a la academia que entonces había en la real congregación de S. Felipe Ner de esta ciudad; y sintiendo los mayores impulsos al estado clerical, se ofrece víctima voluntaria ante el señor del universo, y recibe los sagrados órdenes a título de un beneficio eclesiástico en la parroquial de S. Nicolás de esta ciudad, debido al antiguo arte de sus padres (3), 

(1): Nació en la calle de Palomar, casa número 64, manzana 213, tuvo por nombre en el bautismo Francisco, Vicente, Diego, Juan y Pedro.

(2): El M. R. P. Fr. Facundo Sidro Vilarroig, en el elogio fúnebre del Sr. Bayer, que pronunció en las exequias que celebró esta universidad, dice así: Valentiam igitur reversus et severioribus cum philosophiae, tum etiam teologiae studiis deditus, mox supremam utriusque scientie laureum consecutus, in patria primum deinde in Salmaticensi Academia perpetuus Hebraicae linguae Doctor designatus est, pag. 14. Parece que el orador da a entender por el papel de méritos que presentó el mismo Bayer a este ayuntamiento para obtener la cátedra de hebreo, que lo había recibido en Gandía, y esta noticia quita la duda que pudiera producirnos las palabras de nuestro panegirista.

(3): Fue presentado por el gremio de pelaires, con escritura ante Dionisio Diego, escribano de la Curia, y tomó posesión en 15 de marzo de 1731.

que conservó hasta su muerte, sin embargo de sus dignidades, para tener la complacencia de honrarse con esta particularidad, como se lo escuchamos en varias ocasiones. ¡Qué lección tan sublime de humildad para todos aquellos que apenas se ven adornados con alguna leve señal de distinción se desdeñan en volver hacia atrás los ojos altaneros, como temiendo encontrar desagradables recuerdos de su pasada oscuridad! Y esta parroquia contándole siempre como a individuo suyo, entre otras dádivas de su munificencia, posee la de un magnífico terno colorado que mira todavía con estimación. Queriendo estudiar la jurisprudencia, pasa a Salamanca movido de la fama de dos valencianos que poco antes obtuvieron las cátedras de prima de leyes y cánones, don José Borrull y don Matías Chafrion, en cuya universidad cursa la facultad de leyes, manteniéndose en aquella ciudad seis años seguidos: allí acreditó su vasta instrucción graduándose de bachiller en artes y derecho civil: fue admitido con todos los votos, precediendo un examen riguroso, en la academia jurista intitulada de los ángeles, en el colegio de S. Gerónimo de dicha universidad, que presidía entonces don Isidro Camp-rubí, catedrático de leyes en la misma, prosiguiendo en dicha academia cuatro años sin interrupción, y leído en ella doce veces, y en cada una, a las veinte y cuatro, una hora del asunto de los diferentes textos del derecho civil que por suerte le había cabido. La misma academia le nombró para componer y decir la oración latina, que debía durar una hora, en las exequias de su presidente, que se hicieron con toda pompa en el real colegio de la compañía de Jesús de dicha universidad, a presencia de esta respetable corporación y de un autorizado y numeroso concurso. Hizo también en ella tres oposiciones a las cátedras; una a la de artes, y dos a la de derecho civil; pero sintiendo entonces el atractivo más violento por el estudio de las lenguas sabias, y conocimiento de los monumentos de la antigüedad, se dedica a aprender el griego y el hebreo con tal aplicación y aprovechamiento, que mereció los mayores elogios de sus célebres profesores. Los muchos conocimientos que había adquirido en la diplomacia, movieron al cabildo de la catedral de Salamanca a encargarle la traducción y arreglo de las bulas, privilegios, y otros instrumentos antiguos de su archivo, mereciéndole tanta confianza, que le entregó sus llaves, y reteniéndolas cerca de un año, concluyó este trabajo muy a satisfacción de aquella iglesia. No pudieron ocultarse estas bellas prendas del Sr. Bayer al ilustre prelado don Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, estando aún en Madrid por el mes de junio de 1738, y quiso acercarle a su persona, confiándole el decoroso encargo de su secretaría de cartas y de la visita de su diócesis, con cuyo motivo se retiró a esta ciudad. Estas ocupaciones no entibiaron su afición a las antigüedades, y arrebatándole el amor de estas, se hizo descolgar en el año 1744 de una de las torres del lienzo del muro que llaman de la Villavieja de Denia, como lo había hecho en el siglo XVI el cronista Beuter, para leer una inscripción de poco más de vara de largo, y dos tercias de ancho, grabada en piedra berroqueña, colocada al través por lo más ancho, que por estar situada a once varas del suelo, sobre un peñasco escarpado, ninguno había podido descifrar, cuyo hecho refiere el padre maestro Flores en el tomo séptimo de la España Sagrada, capítulo 1, número 11 del tratado 14; añadiendo que si en esto manifestó su propensión a la anticuaria, mejor descubrió la inteligencia por estar mal conservada de letras, y haber sabido darle buen sentido. Presentóse nuestro Bayer en la palestra, aspirando en 1745 a la cátedra de lengua santa vacante en esta universidad; y este magnífico Senado, remunerador imparcial, creyó que la honraba colocándole en ella, sin embargo que tuvo por competidores al padre lector fray José García, dominico, que la había ya regentado por espacio de siete años en su convento, y al Dr. D. Agustín Sales, cronista de la ciudad, que había compuesto un tratado de los pesos y medidas de los hebreos (1: consta por los papeles de méritos que presentaron a este excelentísimo ayuntamiento para el obtento de esta cátedra).

Todavía permanecía en esta ciudad el señor Bayer en 9 de julio de 1746, en que aprobó el Mercurio Sacro y poético de D. Joaquín Castelví (o bien sea el padre Serrano), y vacando la cátedra de lengua hebrea en aquel antiguo y nobilísimo estudio de Salamanca, que admiró la aplicación y ciencia de nuestro Bayer, le propone a su majestad para desempeñar esta enseñanza, y desde luego pasa a establecerse a aquella ciudad. Ve, digno patricio; ve, y adquiere de día en día más y más tesoros; ve, que ya llegará el tiempo en que tornarás a tu dulce suelo nativo, lleno de honores, elevado a grandes dignidades, y estimado de los literatos de Europa; ya llegará el tiempo en que se honre Valencia con tal hijo, su universidad con tal discípulo y maestro, y la de Salamanca con aquel que ahora agrega a su ilustre claustro. Extendióse con este honorífico destino la fama de nuestro Bayer, y aún mucho más con el crédito de su pericia en las lenguas orientales, paleografía y numismática, lo que llegando a noticia del Sr. D. Fernando VI, le encargó en 1750 la amplísima comisión de que acompañado del P. Andrés Marcos Burriel, de la compañía de Jesús, pasase a Toledo para reconocer los copiosos archivos y librería de manuscritos de aquella iglesia, y sacar de entre las tinieblas del olvido preciosos monumentos hebreos, que sirvieran de apoyo a las luminosas observaciones de la real academia de la historia. Ocupóle este trabajo hasta el año 1755, como así lo dice el referido P. Burriel en su carta de 24 de marzo de 1756 al confesor de su majestad. Trabajó el Sr. Bayer con tanta utilidad en este encargo, que el rey quiso manifestarle su aprecio dándole un canonicato de Barcelona. Su diligencia y exactitud le hicieron merecedor de que su majestad le encargase el pasar a Italia, para atesorar códices, monedad, inscripciones y demás preciosidades de la antigüedad. En este viaje examina edificios, visita sabios, lee, medita, compara tan sagaz como infatigable, admira en la biblioteca Vaticana un archivo universal de ciencias, copia en todas partes las honoríficas memorias de ilustres patricios, que llenaron en todos tiempos a la Italia con la celebridad de esclarecidos hechos, especialmente en siglos de oro. Hácese dueño en muy breve espacio de la lengua arábiga: refina su gusto: establece correspondencias literarias con hombres grandes, como fueron José Pasino, Francisco Berta, Doctor Chioni, Vitalino Donati, Porta y Ols Rochi, bibliotecario de la Ambrosiana de Milán, el conde Roncaglia y cardenal Quirini de Bescia, Crisóstomo Trombeli, con otros muchos que trató en Roma, y dejo de referir por no ser difuso: dase a conocer generalmente, y logra la estimación de los literatos. Así obedecía Bayer a los altos designios del que le quería modelo de buenos ciudadanos; así acaudalaba aquella erudición inagotable y exquisita que resplandece en todos sus escritos, aquella crítica tan fina e imparcial como juiciosa, que los hace dignos de compararse con lo mejor de nuestros tiempos; así se hacía más y más benemérito, así miraba por el honor de toda su nación.

No se contentó el señor D. Fernando VI con tan señalado servicio, sino que quiso le prestase otro mayor, valiéndose de sus luces para proporcionar más adelantamientos al célebre colegio español de san Clemente de Bolonia, perpetuo monumento del celoso patriotismo y de las altas miras del cardenal Albornoz, y así dispuso que ejecutara su visita: practícala con aquel discernimiento, con aquella prudencia que le caracterizaban, anhelando a que produjese este tan bien cultivado plantel otros tantos nuevos frutos cuantos había dado en los tiempos anteriores, removiendo a este efecto los obstáculos que es fuerza ocasione el transcurso de muchos años en cualquier establecimiento. Su mismo desvelo en cumplir tan apreciable ministerio, le presenta en el copioso archivo del colegio, materiales no menos abundantes que auténticos para ilustrar en lo sucesivo las memorias pertenecientes a su comisión principal, que registra, disfruta y extracta con igual gusto y prolijidad. Cuales hayan sido el trabajo y esmero de nuestro literato en este viaje, se verá cuando hablemos de él en sus escritos. Habiendo desempeñado felizmente estos encargos, regresa a España este ilustre viajero, y en testimonio de haberle sido gratos sus trabajos, le premia el benéfico  monarca, nombrándole canónigo y dignidad de Toledo, demostración que pone a Bayer en estado de comenzar a dar indicios de su grandeza de alma, de su humanidad, de sus bien meditados designios, ora acerca del socorro de los infelices, ora de la magnificencia del culto divino, ora acerca de los progresos de la literatura. Abrióle un anchuroso campo para que ejercitara sus talentos y sus virtudes el señor don Carlos III, que tenía formado un concepto extraordinario del mérito de nuestro Bayer desde el viaje que hizo a Italia. Cuando vino a España este gran monarca, persuadido que tenía en los nuevos dominios que había adquirido uno de los mayores literatos de Europa, no queriendo tener oscurecidas sus luces, le encargó el reconocimiento de los manuscritos latinos, griegos y hebreos de la biblioteca del real monasterio del Escorial, y formar el catálogo de ellos, cuyo penoso trabajo, que era obra de muchos años, sólo le costó tres, y fruto de él fueron los cinco tomos en folio de índices raciocinados que formó, no dejando nada que desear en la materia. El mismo monarca no se detuvo en confiarle el más digno de los encargos y más interesante, cual era la educación de sus hijos, nombrándole preceptor de los serenísimos infantes. ¿Podrá acaso imaginarse elogio más enérgico, más elevado, ni más digno? Logró este gran rey todo el fruto que esperaba; será un perpetuo monumento del acierto de su elección, así el buen ejemplo que dieron con sus arregladas costumbres, y los principios que adquirieron de un refinado gusto, como también la exacta traducción del Salustio, hecha por el serenísimo señor infante don Gabriel, que siempre será la prueba incontestable del alto grado a que llegó su destreza en las letras humanas, la que es elogiada por todos los sabios, y se publicó en Madrid, imprenta de Ibarra, en 1772, en folio, con la magnificencia correspondiente al alto carácter del traductor. Quiso también el señor don Carlos III diese su parecer sobre la gramática latina que en verso quería publicar el célebre D. Juan Iriarte, ya como preceptor de sus altezas, a quienes se dedicaba, “cya como calificado maestro en latinidad, y versado en varia literatura.” Palabras que constan en la vida de Iriarte, impresa al principio de la referida gramática; añadiendo que esta aprobación fue bastante para alentar la genial desconfianza con que la miraba su autor. Satisfecho el rey de las muchas e infatigables tareas en la instrucción de sus hijos, quiso premiarlas nombrándole en 1775 arcediano mayor en la catedral de Valencia, de que tomó posesión en 4 de julio del mismo, empezando su residencia en la tarde del 9 de agosto de 1776; y considerando después ser este un corto premio a sus dignas fatigas, le presenta en 1.° de mayo de 1781 un canonicato de la misma iglesia, condecorándole con los honores de ministro de su consejo y cámara, y después con la cruz de la real y distinguida orden de Carlos III; obteniendo a más Bula de su Santidad para la dispensa de residencia local y personal de ambas dignidades mientras su majestad le necesitase en la corte. En este tiempo sucedieron las dos furiosas y grandes avenidas del río Turia: la primera en 21 de octubre de 1776, y la segunda en la tarde del 4 de noviembre del mismo año, y a causa de estar atravesados en los arcos del puente llamado del Mar (que aunque muy sólido, por ser este, como igualmente los otros cuatro construidos sobre el Turia, de piedra de sillería) muchos maderos que llevaba la corriente por cuenta del gobierno, con dirección al mar para el arsenal de Cartagena; en la madrugada del día 5 rompió, y llevó los tres arcos del medio, y mitad de uno de cada lado del dicho puente, causando grandes daños en los arrabales de la ciudad, especialmente en el de la calle de Murviedro. Reedificado por cuenta de la junta de muros y valladares, se colocó en el nuevo casilicio y en el mismo lugar que anteriormente ocupaba una gran cruz de piedra, la imagen de nuestra señora de los Desamparados, labrada por don Francisco Sanchís, discípulo del célebre escultor D. Francisco Vergara, e invitado por la referida corporación, compuso el señor Bayer la inscripción, que grabada en piedra negra se colocó bajo la expresada imagen, y hemos copiado del original que escribió dicho señor, y es la siguiente:

IX. CAL. NOV. M.DCC.LXXVI.

CAROLO III. P. F. A. P. P.

Turia supra modum excrecens adactis ad Zaydiae pontem

Regiis trabibus quae in mare secundo amne vehebantur,

compressoque proinde aquarum exitu, ripâ effusus

suburbium cui à Sagunto nomen senos circiter pedes solo

altior opplevit ingenti edita, frugum tectorum pecorumque strage.

Nova dein nec absimili illuvione PRID. NON. NOV. easdem

trabes magno adhuc numero in vadis haerentes sustulit

& in profluentem admissit: quibus invicem commissis

contextisque & huic ponti incubantibus stagnantiumque aquarum

fluxum cohibentibus perrupto obice viam sibi aperuit,

quatuor ex interioribus pilis funditus evertens, impositos-

que iis fornices, coronidem, sacrasque Divae Virginis &

Beati Paschalis aediculas secum una volvens.

Seviri moenium, valli, pontium, aggerum,

viarum circa urbem curandarum publico sumtu refici

& in priorem formam restitui.

.F.

M.DCCC.LXXXII.


El tiempo que le dejaban libre sus ocupaciones, lo empleaba constantemente en buscar toda especie de monedas antiguas, así romanas como españolas, de letras desconocidas, godas, griegas, árabes, fenicias y principalmente samaritanas, en copiar inscripciones y otros monumentos de la antigüedad, ilustrándolos con sus escritos; y movido por el ardiente deseo de aclarecer más nuestra historia, coteja los ya publicados por diferentes autores con sus originales; y en descubrimiento de otros emprende en 1782, siendo ya de edad avanzada, un viaje desde Valencia a Andalucía y Portugal; concluyéndole con felicidad, y recibe una nueva prueba del afecto que le profesaba el señor don Carlos III, dándole el honorífico cargo de bibliotecario mayor de la real biblioteca vacante por muerte del erudito D. Juan de Santander, valiéndose su majestad para honrarle de las inestimables expresiones de que ningún soberano se gloriará de tener un literato y anticuario como el suyo: palabras muy superiores al mayor encarecimiento: palabras dignas de entallarse en pórfido y en bronce para perpetua memoria en los siglos venideros: empleo que desempeñó con nuevos trabajos, en crédito de su universal instrucción. La fama de nuestro patricio se extiende por toda Europa: saben quien es don Francisco Pérez Bayer; y las reales academias de las artes de San Petersburgo, y la de ciencias de Gottinga (Göttingen; * lo dice en carta suya a don Francisco Javier Borrull, que la posee de letra del mismo señor Bayer, su fecha en Madrid 23 de diciembre de 1786), le nombran por su socio. El P. Renato Prós-ro (Próspero?) Tasin, benedictino de París, le dice en su carta de 14 de mayo de 1769, sobre los monumentos hallados en Granada, que ninguno había más capaz para descubrir la falsedad o legitimidad, y que habiendo comunicado sus observaciones a los señores de la real academia de inscripciones les parecieron muy juiciosas, e infirieron de ellas que la España como la Francia tiene excelentes anticuarios (1). El P. Juan Andrés, a más de apellidarle doctísimo siempre que le nombra, asegura en el tomo 1.° De l'origine y progresi d'ogni litteratura, capítulo 10, que si en el día hay alguno en Europa capaz de juzgar de los códices antiguos con fino y seguro discernimiento es el doctísimo Bayer. El canónigo Alejandro María Rephati en la vida de Selbagio, le gradúa por un solide erudictionis promuscondus. El francés D'Ansse de Villoisson, citado por Tychsen en su carta de 16 de agosto de 1781, le proclama por el varón más sabio de España; y omitiendo otros muchos que pudiera citar sólo añadiré, que hasta el mismo canónigo D. Cristóbal Medina Conde, acérrimo defensor de los falsos monumentos de Granada, confesó que muchos reparos que contra su legitimidad le había puesto el señor Bayer, no los había oído a otro erudito, que eran muy fundados, como hijos de su grande ciencia y conocimiento práctico de monumentos de antigüedad, adquirido no sólo por la lección de los mejores autores de esta materia, sino también por el manejo de toda especie de documentos originales que ha visto en su famoso viaje a la Italia, y que a esto se llegaba su grande inteligencia de los idiomas hebreo, griego y árabe, tan conducentes para poder conocer a fondo los particulares y frases de la antigüedad (2). La posesión de tan pingües rentas como disfrutaba nuestro arcediano desplegaron de todo en todo su inclinación y liberalidad para hacer bien: él era el asilo de los infelices, el amparo de las doncellas, el apoyo de los ancianos, el bienhechor de los dolientes, el padre de los pobres; empleando gran parte de sus haberes en socorrerles, ya con dinero, ya con ropa que hacía tejer pro su cuenta, manteniendo con ello a varios jornaleros, fomentando de este modo la industria: estimulaba también a los estudiantes a la mayor aplicación, ofreciendo premios al que mejor trabajaba alguna disertación u oración latina sobre los útiles asuntos que les proponía (3); y satisfecho con una frugalidad poco común en hombres acostumbrados al fausto de las cortes, emplea sus riquezas en objetos mucho más importantes. El amor con que mira esta su escuela, el celo que abriga por los adelantamientos de sus patricios y las exactas ideas que posee acerca de los medios eficaces de conseguirlos, no le permiten ver con indiferencia que carezca de un auxilio tan oportuno como el de una biblioteca; no se le presenta otro camino de ocurrir a esta falta, que el de desapropiarse del inmenso depósito de todas las ciencias que a costa de expensas muy cuantiosas, de investigaciones, de fatigas, de solicitud incesante, había logrado adquirir en el prolijo periodo de sus peregrinaciones literarias. 

(1): Consta por el libro impreso en Madrid en 1781, intitulado: Razón del juicio seguido contra los falsificadores de monumentos &c... en Granada: página 12. 

(2): Página 209 del referido juicio antes citado.

(3): Véase la gaceta de Madrid de 13 de mayo de 1791, página 328, artículo de Valencia, en la que ocultando su nombre ofrece mil y quinientos reales al que desempeñe mejor los asuntos que propone.

¿Mas qué grandeza de ánimo no era menester para este generoso sacrificio? ¿Hay algún literato que no tenga puesto todo su corazón en aquellos libros que fueron siempre sus compañeros inseparables, sus más verdaderos amigos, sus más puras y halagüeñas delicias? Un solo pensamiento de alejarlos de sí le estremece, y mejor se desprendería de sus más preciosas alhajas que de este inestimable tesoro: lo más que hace es disponer de los libros para después de sus días, en beneficio de aquellos que quiere preferir; de esto podremos colegir el heroismo de nuestro Bayer al resolverse a enriquecer esta universidad con toda su biblioteca, objeto de sus delicias: todavía me parece veo brillar en su rostro la alegría al hacer este Don, al presentar a su patria un homenaje tan útil como decoroso. O día 27 de julio de 1785: día feliz; en que la madre patria recibe con ternura tan preciosa dádiva: día por cierto feliz: día que no podrán olvidar jamás los Fastos Valencianos. Autoriza el secretario de la ciudad la escritura de donación, y asisten a este acto el cabildo eclesiástico, los magistrados, militares, nobleza, el claustro de catedráticos, y sujetos distinguidos; celebrando en el día siguiente una misa solemne por este gran suceso, y felicidades de tan benéfico Mecenas; y en testimonio de su gratitud mandó la universidad hacer un busto de mármol al escultor de cámara D. José Esteve, y en 1787 lo colocó en su biblioteca con la siguiente inscripción:

FRANCISCO PEREZIO BAIERIO

ARCHIDIACONO ET CANONICO VALENTINO

A CONSILIIS REGIS ET SANCTIORI CVBICVLO

HISP. INFANTVM PRAECEPTORI PRIMARIO

ORDINIS A CAROLO III INSTITVTI EQVITI

BIBLIOTHECAE MATRIT. PRAEFECTO

DOCTRINA ERVDITIONE LINGVARUM PERITIA

CVM PAVCIS COMPARANDO

QVOD PVBLICVM COMMODVM SVO ANTEPONENS

BIBLIOTHECAM VOLVMINVM COPIA DELECTV

RARITATE INSIGNEM QVAM SIBI MVLTO AERE

VNDIQVE COMPARAVERAT VIVS VALENSQVE

PATRIAE DONO DEDERIT ET ACADEMIAE IN QVA

EDVCATVS ET LINGVAE HEBRAICAE PROFESSOR FVERAT

PERPETVO FRVENDAM TRADIDERIT

S. P. Q. V.

ACADEMIAE PATRONVS BENEFICII MEMOR

CIVI OPTIMO ET BENE MOERENTI

P.

REGNANTE IN HISPANIIS CAROLO III P. O. F

ANNO DOMINI M.DCCLXXXVII


Después con sumo cuidado la fue aumentando siempre con otras preciosas obras (1). 

(1): Al fin se pone un bosquejo de lo que era esta librería.

Enterado el rey de esta loable acción, concedió a nuestro Bayer la facultad de elegir durante su vida los bibliotecarios, y eligió a los doctores en sagrada teología don Domingo Mascarós, que luego fue pavordre de esta santa iglesia, en bibliotecario primero, con la cátedra anexa de historia literaria; y en segundos, a don Joaquín Bergón y Navarro con la de árabe, de la que tomó posesión en propiedad día 1.° de octubre de 1789, joven digno de más larga vida, y a don Juan Bautista Pérez Caballero, que murió canónigo magistral de esta catedral.

Ilustró igualmente su patria con muchos monumentos, así de su devoción, como de su amor a las bellas artes, pues a más de construir en las casas de Benicasim, a legua y media de Castellón de la Plana, que poco después por su liberalidad se formó en pueblo (y en el día tiene ochenta y siete vecinos con 309 habitantes), una magnífica posada, para comodidad de los viajantes, y honor del reino, que al presente sirve de casa de postas y parada de la diligencia; de haber invertido crecidas sumas en beneficiar aquellos campos y establecimientos, hecho edificar un templo dedicándolo a santo Tomás de Villanueva, y dotar un vicario en aquella parroquia prioral, para la asistencia espiritual de sus pobres habitadores, colocó en 24 de mayo de 1792 sobre el pecho del busto del mismo santo de esta catedral, la cruz de la real y distinguida orden de Carlos III, adornada con una piedra amatista guarnecida de brillantes, y pendiente de una gran cadena de oro primorosamente construida de florecitas afiligranadas, con sus juegos y enlaces que la hacían flexible, prenda del afecto del señor infante don Gabriel. Manifestó también su munificencia enviando en 1781 desde Madrid a la misma, por medio de su íntimo amigo el canónigo don Joaquín Segarra, una pintura de muy particular gusto del martirio de S. Lorenzo, original del célebre valenciano Francisco Ribalta, y una magnífica alfombra que hizo tejer en la real fábrica tapicería de aquella corte, con otras dos que dio en 1785 y 1787 para los días clásicos y más solemnes; y no contento aún con esto, entregó también un paño de brocado riquísimo con almohada y toalla para la adoración de la cruz del viernes santo; y en 11 de agosto de 1792 regaló otro de setí fuerte con realces de oro, el pie carmesí, circuido de una vistosísima cenefa de cerca de una vara de ancho, y a cada extremo de él una virtud de la virgen, tejida a la mayor perfección, y guarnecido de franja con doce borlas de oro, para la festividad de la Asunción de nuestra señora, que le costó cuatro mil trescientas diez libras, trece sueldos, diez dineros; con cuyo motivo el cabildo de esta iglesia, agradecido a tantos beneficios, por deliberación de 17 de agosto del mismo año celebró una misa solemne de gracias por su salud, con vuelo de campanas a las primeras oraciones y durante este acto sagrado. Costeó también la excelente estatua de mármol de santo Tomás de Villanueva, trabajada por el mismo escultor de cámara D. José Esteve, y se colocó sobre un pedestal y gradas que lo sostiene con una balaustrada que lo circuye, obra dirigida por el arquitecto D. Vicente Marzo, y permanece en la plazuela del convento del Socorro, extramuros de Valencia, con la siguiente inscripción compuesta por el señor Bayer, y entregó para ponerla en su pedestal, añadiendo los religiosos el año: 

DIVO THOMAE VILLANOVANO 

ARCHIEP. VALENTINO PAVPERVM

PATRI PRAESVLVM EXEMPLO

AGVSTINIANI

SACRA EXVVIAR EIVS CVSTODES

M.DCC.XCV.

Y aunque no pudo verla concluida, dejó cuatro mil trescientas treinta onzas de plata, y treinta y seis mil reales vellón para sus hechuras, y las de una estatua de plata de S. Vicente mártir, que en 24 de mayo de 1792 había ofrecido para que se colocase en su capilla en la iglesia metropolitana (1), y la pintura que le había de cubrir, cuyo borrador hecho por el pintor de cámara D. Vicente López, dejó aprobado con las primorosas estampas que mandó grabar para sus obras. Fue académico de honor de la de S. Carlos de Valencia, y de él se hace muy grata memoria en sus actas del año 1796; y tanto fue el amor que tuvo a sus patricios, que miró con mucho aprecio el ser individuo numerario de la real sociedad económica desde su creación, influyendo poderosamente en la corte para la aprobación de sus estatutos, hasta que logró ver consolidado tan útil establecimiento. Ocupado en tantas y tan grandes obras sin descontinuar sus trabajos literarios, dejando a los pobres por herederos de todos sus bienes, falleció en esta ciudad día 27 de enero de 1794, a las siete y tres cuartos de la noche, en la edad de ochenta y dos años, dos meses y quince días, con sentimiento universal de sus paisanos, de todos los eruditos y de los muchos indigentes, que le veneraban como a su verdadero padre; y aunque murió al mundo, quedará su memoria para ser en lo sucesivo una de las más sólidas bases sobre que se apoyará la gloria de nuestra nación, y vivirá eternamente entre los hombres, en tanto que estos conserven algún amor a las letras; y Valencia podrá siempre gloriarse de haber producido un literato verdaderamente singular, que tanto contribuyó al esplendor de nuestra patria; y por haber sido devotísimo de santo Tomás de Villanueva, fue enterrado en su capilla en la catedral, no pudiendo ser como dejó en su testamento en la de S. Vicente mártir, por no estar concluida su renovación que se hacía a sus expensas. Allí interinamente descansan sus cenizas, bajo una lápida dispuesta para cincelar en ella la siguiente inscripción, que hizo su amigo el canónigo D. Vicente Blasco, y es la siguiente:

(1): Fue su artífice Berardo Quinzá, maestro platero; tiene de alto seis palmos y medio: su peso es de dos mil ochocientas onzas de plata: en 15 de enero se hizo su entrega a la catedral, y en la tarde del 21 de dicho se puso de manifiesto en el presbiterio para la festividad del santo, que se celebra en 22 del mismo con procesión general, que no se verificó por la lluvia, pero se hizo el domingo 26. Para el día del señor, concluida su capilla, se colocó la imagen de mazonería del mismo santo, que sirvió para hacer la de plata, hecha por don José Esteve; y salió en la procesión del Corpus por primera vez en dicho año, en una custodia de plata del convento de santo Domingo, que absorbió la dominación francesa.

D. O. M.       

HIC QVIESCIT

IN SPE RESVRRECTIONIS

FRANCISCVS PEREZIVS BAIERIVS

ARCHIDIACONVS ET CANONICVS VALENTINVS

FILIORVM CAROLI III PRAECEPTOR

PRAEFECTVSQVE REGIAE BIBLIOTHECAE

DOCTRINA ERVDITIONE

LINGVARVM ORIENTALIVM PERITIA

SCRIPTISQVE VARIIS

CLARISSIMVS

BIBLIOTHECAM SVAM

LIBRORVM COPIA DELECTV RARITATE MSS

INSIGNEM

IN COMMVNEM CIVITATIS VSVM

VIVENS VALENSQVE

S. P. Q. ET ACADEMIAE VALENTINAE

DONAVIT

BENICASENSEM ECCLESIAM EREXIT

PASTOREMQVE EIDEM INSTITVIT

MARMOREAM STATVAM IN SVBVRVIO

THOMAE VILLANOVANO

ARGENTEAM IN ECCLESIA METROPOL.

VINCENTIO MARTYRI

DEDICAVIT

DENIQVE MORITVRVS

VT TOTVM SIBI SECVM THESAVRVM AVFERRET

PAVPERES HAEREDES INSTITVIT

VIR BONO PVBLICO NATVS

VALENTIAE III IDVS NOV. AN. M.DCC.XI

VIXIT AN. LXXXII MENSES II DIES XV


El mismo señor don Vicente Blasco compuso la siguiente 

ELEGÍA

In funere Francisci Perezii Baierii.

Quisquis ades, cineres venerare atque ossa sepulta

Baieri, et meritas fer tumulo inferias.

Tum lachrymas superadde pias, superadde dolorem,

Sitque tibi haec atris annumerata dies.

Baiero extincto ¿quis non fleat? Innuba Pallas

Roravit lachymis tristia busta viri.

Pierides etiam tanti post funus alumni

Flebile dumtaxat pangere carmen amant,

At lachrymas compesce tuas, compesce dolorem:

Non deerunt tanto praemia iusta viro,

Necquae diffundens tenebras praetervolat aetas

Baieri laudes nocte silente premet.

Aeternum resonabit eas Benecasia rupes,

Tuque Valentinae Bibliotheca Scholae

Ast allii extollant donaria; tu quod egenos

Ex asse haeredes scripserit in tabulis.

Non igitur doleas Baierum morte peremtum,

Hoc doleas, tales non superesse viros.


La universidad literaria, en agradecimiento a su liberalidad, hizo unas solemnes exequias, pronunciando el elogio fúnebre el padre maestro fray Facundo Sidro Vilarroig, catedrático de la misma. Séame ahora lícito decir, que en este corto diseño he hecho ver el tenor de vida de nuestro patricio: diseño rudo, diseño mal formado; pero que con pluma imparcial lo expresa la gratitud de mi corazón. Si la elocuencia de un Núñez, de un Pascual, de un Perpiñá, hubiese encarecido estos mismos hechos, ¡cuánto mayor realce hubiesen adquirido! Bástese no obstante la virtud a sí sola, y vea el mundo que no necesita de adornos ajenos el literato que une el desvelo con la prudencia, la entereza con la afabilidad, y que llena la carrera de las letras admirando y enseñoreándose al mismo tiempo del corazón humano, y con más razón aquel que procurando ser en un todo el esplendor y lustre de su patria, hace que esta se honre con tener un hijo, que aún después de muerto, la condecora con tan vastas y preciosas riquezas como las que nos dejó en sus escritos; y la ilustre sociedad, siempre agradecida a su memoria, se acuerda con placer de tan benemérito socio, ofreciendo premios para perpetuar su nombre en testimonio de su gratitud.

Ejus memoria in oblivione nunquam jacebit.


ÍNDICE HISTÓRICO DE LAS OBRAS DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO PÉREZ BAYER, ASÍ MANUSCRITAS COMO IMPRESAS.

1. Instituciones de la lengua hebrea, manuscritas.

2. Origen de las voces españolas derivadas de las hebreas. Tres tomos en 4.° manuscritos. Ambas obras compuso por los años de 1745 y 1747, siendo catedrático de lenguas orientales en Valencia y Salamanca.

3. De Toletano hebraeorum templo.

Presentó esta disertación en folio manuscrita al señor D. Fernando VI, a quien la dedicó en el año 1742 por manos del padre Francisco Rávago, confesor del rey.

4. Reges Tharsis et Insulae, pro explanatione Davidici psalm: Deus juditium tuum da etc. ad amplissimum Almae Barcinonensis Ecclesiae Canonicorum Collegium Oratio postridie festum Sancti Lucae XIV. Kal. Nov. ann. salutis 1753. Se imprimió en Barcelona, por Pablo Nadal, en 4.°

Recitó esta oración después de haber tomado posesión del canonicato de aquella iglesia.

5. Índice de las antiguas monedas que poseía, manuscrito, que trabajó en el referido año 1753.

6. Diario del viaje a Italia de don Francisco Pérez Bayer, desde el día 9 de mayo hasta el 9 de agosto del año 1754. Dos tomos en 4.° manuscritos. El primero contiene el viaje desde Barcelona a León, Ginebra, Chambery, Turín, Génova, Milán, Brescia, Cremona, Mantua, Verona, Vincenza, Padua, Venecia y otras ciudades de su tránsito.

El segundo tomo tiene por título: Diario de su viaje a Italia, desde el día 10 de agosto hasta 17 de noviembre del año 1754, y lo dirigió por Venecia, Ferrara, Bolonia, Imola, Faenza, Rávena, Rimini, Pesaro, Ancona, Loreto, Foligno, Espoleto y otras ciudades de su tránsito hasta Roma. Manifiesta su contenido diciendo en el prólogo: “La descripción de ciudades, puertos y edificios famosos que suelen hacer el primer papel en otros diarios, en este ocupa ligeramente alguna de sus páginas, más con ánimo de amenizar la lectura, que de hacer una relación exacta. Otro cuidado me han debido los monumentos antiguos, los gabinetes, los museos, las bibliotecas, los varones doctos que he visto y tratado, sacando cuantas ventajas he podido, ya copiando enteramente los unos, y ya notando las preciosidades que contienen los otros, dibujándolas, e imitando el carácter de los códigos más raros y antiguos, y especialmente las noticias que he juzgado conducentes a nuestra nación en santidad y doctrina. En lo que toca a monumentos y especies literarias que he visto y aseguro como ciertas, si acaso errase, no merezco excusa ni la pido.”

7. Damasus et Laurentius Hispanis asserti et vindicati. Romae 1756 ex Typographia Josephi et Philippi de Rubeis. En 4.° mayor.

Animados los romanos del deseo de añadir a la serie de los más respetables de sus ciudadanos el nombre del invicto mártir san Lorenzo, recibieron con sumo placer la disertación que había publicado D. José Blanchini, presbítero de la congregación del oratorio, en la que quería probar, en virtud de un sacramentario que él había descubierto en Verona, que este santo fue romano; y otros también creían lo era san Dámaso, apoyándose en el francés Tillemont (1: Memoires pour servir à l'histoire ecclesiastique. Tomo VIII, artículo primero, hablando de este santo), despojando a España de la gloria de contar estos dos santos por hijos suyos. La noble empresa de luchar a la faz del universo con tan esforzados atletas, postrarlos, quitarles las armas y cantar la victoria, estaba reservada a nuestro Bayer, asegurando con esto a España la gloria de que se la quería defraudar. La pureza de estilo, la copia de erudición, el nervio de sus razones, al paso que cerraron la boca al partido opuesto, abrieron las de muchos varones que aplaudieron con entusiasmo esta disertación. El insigne Mamachi no dudó engrandecerla con los mayores elogios; el clarísimo Berti se conformó en todo con ella; el ilustre y laborioso Zacarías dio el asunto por demostrado: tanta fuerza tuvo la lógica y diligencia de nuestro crítico, y tanta fue su destreza en desenvolver el caos de la antigüedad, que superando los obstáculos del interés nacional, obligaron a los mismos italianos, a renunciar para siempre unas tentativas tan lisonjeras. 

8. De auctore sacramentarii Veronensis. Manuscrito.

De esta disertación nos da noticia el señor Bayer en las páginas 67 y 131 de la obra anterior, diciendo la tenía preparada para la imprenta. 

9. Regiae Bibliothecae Escurialensis M. S. S. Codicum latinorum et Hispanorum quotquot in ea hoc ann 1762 inventi fuere catalogus operum auctorumque in iisdem contentorum ad curatam seriem exhibens indicata unusquisque Codicis aetate et subjecto in ejus confirmationem characteris quo vetustiores atque insigniores codices constant specimine.

Son cinco tomos manuscritos, al tercero agregó los manuscritos hebreos; y el tomo cuarto, escrito en 1763, contiene el catálogo de los manuscritos griegos, con un extracto de ellos. 

10. Divina Magni Basili liturgia grecae et latinae cum notis. Carolo III. Hispaniarum et Indiarum Regi Catholico. E Regio Laurentiano Escurialensis Coenobio III. Kalend. Septemb. 1762.

Tradujo esta obra en latín, ilustrándola y adornándola con dos disertaciones: la primera tiene este título: Sitne Basilius verus liturgiae de qua agimus auctor; y la segunda: De notionibus charactere et aetate voluminis in quo habetur liturgia. Un tomo en folio manuscrito.

11. Confutación de la apología con que D. Cristóbal Medina Conde, canónigo de Málaga, intenta satisfacer a las dificultades que en 1765 le propuso y leyó en Toledo don Francisco Pérez Bayer, tesorero y canónigo de dicha ciudad, contra la legitimidad de los monumentos en la Alcazaba de la ciudad de Granada en el año 1754 y siguientes: van adjuntas muchas cartas escritas a los mayores sabios de Europa. Manuscritas. Se publicó un compendio de su dictamen, con el papel que le dejó Medina Conde, en que confiesa la fuerza de sus impugnaciones, y las cartas del benedictino Tassin, en la razón del juicio seguido contra los falsificadores de dichos monumentos. Imprimióse en Madrid, 1781, páginas de 202 a 216, con motivo de haberse pedido informe a nuestro Bayer para sentenciar este asunto.                            

12. En la traducción del Salustio, hecha por el serenísimo señor infante D. Gabriel, además de las notas que son de Bayer, hay una disertación que se le mandó escribir sobre el Alfabeto y lengua de los Fenicios y sus colonias, para ilustrar más bien aquel pasaje de Salustio en que dice: Ejus civitatis (Leptis) lingua modo conversa connubio Numidarum. De esta disertación se dice en las efemérides de Roma, que su autor hizo ver en ella, no tener igual, especialmente en este género de literatura (1: véase a Sempere: ensayo de una biblioteca española del reinado de don Carlos III. Tomo primero, página 195).

13. De Nummis Hebraeo-Samaritanis. Dissertatio Isagogica ad tractatum de Phenicum et Graecorum in Hispania Nummis quos incognitos vocant. Valentiae, ex officina Benedicti Monfort, 1781, en 4.° mayor, con muchas láminas grabadas a la mayor perfección. Convencido el señor Bayer de que así el idioma y alfabeto de los fenicios como el de los griegos derivaban del hebreo; su mucha pericia en esta lengua le franqueó el camino para la inteligencia de los caracteres de las monedas antiquísimas de España que llamamos desconocidas, y que nadie se había atrevido a descifrar hasta que don Luis José Velázquez escribió su Ensayo. Creyó que para tratar con solidez de los monumentos antiguos hispano-griegos o hispano-fenicios, y particularmente de estos, era preciso hablar antes de las monedas hebreo-samaritanas. Con esta mira recogió cuantas podían hacerle al caso, logrando con una asidua diligencia encontrar hasta treinta y una, cuyo cotejo, su vasta literatura y profunda meditación, le suministraron bastantes materiales para escribir la referida obra. Satisface en ella a los argumentos de Gerardo Tichsen, que en su libro de Nummis Hebraeorum tuvo la osadía de poner en duda y desechar las monedas samaritanas, como fingidas y acuñadas por impostores. Pero nuestro autor hace ver en qué tiempo se comenzó a tratar de ellas en el occidente, y después de varias observaciones habla de los escritores cristianos, advirtiendo que hasta el año 1500 de Cristo no tuvieron noticia alguna de estas monedas propias de su asunto.

De este libro hicieron un extracto con grande exactitud los redactores de las efemérides literarias de Roma de 30 de junio, 14 y 23 de julio de 1781, que corre también impreso en castellano. “La obra (se dice en ellas) es digna del mayor aprecio: la edición, no sólo por la limpieza, primor y buen arreglo de los caracteres, por lo igual y uniforme de la tinta, por lo blanco, terso y consistente del papel, por lo ancho de las márgenes, y en suma por todo el conjunto, es tan bella que, entre las ediciones que hasta el presente han llegado a nuestras manos (que han sido muchísimas, y las mejores), confesamos ingenuamente no haber visto alguna que le iguale... La obra por lo importante del argumento, por el estilo latino puro y uniforme, por el buen orden y método, por lo sólido y robusto de los raciocinios del ilustrísimo autor, por su juiciosa crítica, profunda, vasta y admirable erudición que en todas partes resplandece, es superior a toda alabanza... y según su autor ha de servir de introducción al grande tratado que pensaba publicar sobre las monedas hispano-fenicias, e hispano-grecas, que vulgarmente llaman desconocidas.”

Está dividida esta obra en once capítulos, a los que precede un prólogo.      

14. Diario del viaje desde Valencia a Andalucía hecho por D. Francisco Pérez Bayer en 1782. Dividido en dos partes. Manuscrito.

La primera contiene su historia, y copias de las inscripciones y monumentos antiguos que había examinado en las ciudades de S. Felipe, Gandía, Denia, Alicante, Nueva Tabarca, Cartagena, Lorca, Vera, Almería, Guadix, Baeza, Jaén, y en las villas de Martos, Porcuna, Montoro, el Carpio, y otros lugares de su tránsito, con algunas observaciones pertenecientes a la geografía de España.

En la segunda parte, que intituló: Diario del viaje de Andalucía y Portugal, prosigue su historia, y copia las inscripciones y monumentos que había hallado en Córdoba, Antequera, Málaga, Carmona, Marbella, S. Roque, Campo de Gibraltar, Algeciras, Tarifa, Medinasidonia, Cádiz, Puerto-Real, Puerto de Santa María, Jerez de la frontera, San Lucar (Sanlucar), Lebrija, Riotinto, Aroche, Moura en Portugal, Beja, Évora, Lisboa, Mafra, Estremoz, Ellvas, Badajoz, Mérida, Trujillo, hasta Madrid y otros lugares de su tránsito.

15. Bibliotheca Hispana Vetus, sive Hispani scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi M. D. floruerunt. Auctore D. Nicolao Antonio... Curante Francisco Perezio Baierio Valentino, Sereniss. Hisp. Infantum Caroli III. Regis filiorum Institutore primario Regiae Bibliothecae Palatino-Matritensis Praefecto qui et Prologum et Auctoris Vitae epitomen, et notulis adjecit. Matriti, apud Viduam et haeredes D. Ioachimi Ibarra, 1788. Dos tomos en folio mayor. Desde que le nombró su majestad por bibliotecario mayor, se propuso el Sr. Bayer aprovechar el privilegio concedido a la real biblioteca, y seguir el proyecto de su antecesor D. Juan de Santander, de reimprimir la de D. Nicolás Antonio, continuó publicando la biblioteca vetus, que exornó en la parte más abstrusa de nuestra literatura, aclareciendo muchos puntos arduos, esparció en ella una luz inextinguible. Extendióse gustoso en lo perteneciente a la gloria de sus caros compatriotas; y como sabía muy bien que nada le era más grato al Sr. D. Carlos III, que el engrandecimiento del nombre español, colocó a los pies del trono, y a nombre de la biblioteca real, una sencilla y majestuosa inscripción, puesta bajo su retrato, que grabó con tanto primor el valenciano Francisco Selma, y va al frente de la obra, la que amenizó con variedad de noticias, de historia, de geografía, cronología, etimología y antigüedades romanas, evitando al lector el tedio que en semejantes escritos suele causar la sequedad de especies meramente literarias. Refiere también algunos sucesos de la vida del autor, averigua el año cierto de su muerte, y vindica su memoria de algunas emulaciones, colocando al fin de cada siglo los autores, tanto cristianos como hebreos, omitidos por aquel bibliógrafo. Sin embargo de todo esto advierte el Sr. Bayer al principio del prólogo, que por la brevedad en publicar la biblioteca antigua, merecía aquel estudio y trabajo la consideración de una obra improvisada.

16. Confictis Granatensibus monumentis anno 1754 ac deinceps detectis atque in lucem prolatis Synopsis historica. Matriti, apud Viduam et haeredes D. Ioaquimi Ibarra, 1789, en 8.° mayor. Se publicó sin nombre de autor.

17. Francisci Perezii Baieri Archid. et Can. Valent. Seren. Hispan. Infantum Caroli III. Regis filiorum Institutoris primarii, R. Bibliothecae Matrit. Praefecti, Nummorum Hebraeo-Samaritanorum Vindiciae. Valentiae Edetanorum ex Offic. Monfortiana, 1790. Un tomo en 4.° mayor, dedicado al Sr. D. Carlos IV.

Hermosa edición, en un todo igual a la antes citada de Nummis... Hizo tal confianza el Sr. Bayer de D. Joaquín Bergón, catedrático de árabe, que teniendo que ausentarse de esta ciudad, le confió la corrección de esta obra, como él mismo lo dice en el prólogo de ella. El resentimiento y la emulación alentaron a Tychsen, sabio alemán, para que intentase desvanecer el mérito de nuestro Bayer, dando por supuestas las monedas de que habla en el artículo 12. No debe extrañarse esta contradicción y enojo, pues que en el prólogo de la obra de Nummis había impugnado la del alemán, que intituló De nummis hebraeorum, que se lisonjeaba haber demostrado la falsedad de las monedas samaritanas. Resentido Tychsen, dio a luz una refutación de los argumentos que le oponía nuestro Bayer; traducida al castellano por uno de sus émulos, se imprimió y divulgó en Madrid y otras partes de España. Este acaloramiento dio ocasión a algunas contestaciones entre ambos literatos; pero como Tychsen por una parte rehusaba entrar en discusión, y por otra dejaba correr libremente sus escritos, impugnando la legitimidad de dichas medallas, vióse precisado el Sr. Bayer a escribir sus Vindicias, en que después de referir puntualmente todo lo ocurrido, y los artificios con que Tychsen y sus parciales habían procedido en el asunto, demuestra con nuevos argumentos la autenticidad de las medallas hebreo-samaritanas; establece las reglas que se han de tener presentes para juzgar bien en orden a su legitimidad o ilegitimidad, y distinguir las verdaderas de las falsas, mereciendo un nuevo aprecio en dar a luz otras medallas descubiertas después; siendo otras tantas pruebas de la fe que merecen estos raros y preciosos monumentos de la antigüedad. No fue de poca gloria para el Sr. Bayer, que un hombre tan erudito en la ciencia numismática como Juan Cristóbal Rasche, que publicó en Lipsia un diccionario universal de ella en siete tomos en 8.° mayor, en el séptimo impreso en 1789, trata muy a la larga de las medallas samaritanas y de los que han escrito de ellas; impugnando a los que las han tenido por fingidas, y entre ellos a Tychsen, haciendo al mismo tiempo un bien ordenado compendio de la obra de Nummis de nuestro autor.

18. Legitimidad de las monedas hebreo-samaritanas, confutación de la diatriba de nummis hebraicis de D. Olao Gerardo Tychsen, consejero del duque de Mecklenburg, profesor de lenguas orientales, y primer bibliotecario de la universidad de Rostoch (Rostock) etc. Escribióla D. Francisco Pérez Bayer. Valencia, por D: Benito Monfort, 1793, en 8.° mayor. 

La muerte no le dejó ver en el público sus tareas sobre las medallas fenicias y griegas, ni otras que estaban ya destinadas a la prensa, como son:

19. Extractos de la biblioteca del escorial. Un tomo en folio manuscrito.

20. Anecdota greca. Dos tomos en 8.° manuscritos.

21. Urbium et Populorum, item Fluviorum, et Montium veteris Hispaniae nomenclatura, è veteribus geographis et poetis, tum graecis tum latinis collecta. Un tomo en folio manuscrito.

Es un diccionario de los nombres antiguos de ciudades, pueblos, montes, ríos de España &c.

22. Typographi Valentini et Valentinenses, quorum extat mentio apud Vincentium Ximenum in praeclaro Bibliothecae Valentiane opera: ab ipsis fere artis typographicae cunalibus, certe ab anno 1484 ad 1748. Manuscrito. Es un tomo en folio todo de letra del autor, que trabajó a principios del año 1776, estando en el real sitio del Pardo. No se comprenden en ella todos los impresores valencianos y libros publicados en Valencia, sino sólo aquellos de quienes habló D. Vicente Ximeno. 

23. Discurso sobre el sitio de la antigua Munda.

Está impreso al fin del tomo 9 de la historia de España del P. Mariana, edición de Monfort de 1796 en folio, y tiene este título: Carta que sirve de ilustración al lugar de Mariana, tomo 1, libro 3, capítulo 20, página 293. Su fecha es en Madrid 21 de marzo de 1792. Quería el Sr. Bayer refundirla a manera de disertación, pero murió antes. Prueba la incertidumbre del sitio en que se dio la célebre batalla de Munda, para demostrar así la equivocada opinión que había adoptado Mariana siguiendo a otros varios historiadores, deslumbrados por el sonido del nombre del pueblo Munda.

24. De la voz Granada. Conjeturas acerca de su etimología, y del tiempo en que comenzó a llamarse así la ciudad de este nombre, en 4.° manuscrita.

25. Apéndice a la obra intitulada: Marmora Taurinensia, en 4.° manuscrita.

26. Historia de los colegios mayores. Cuatro tomos en folio manuscritos.

27. Representación al rey sobre el mismo asunto, que intituló: Por la libertad de la literatura española: representación al rey D. Carlos III, Pío feliz Augusto. No pudo el Sr. Bayer mirar con indiferencia que estos colegios, que habían dado a la iglesia y a la monarquía varones insignes en santidad y doctrina, tanto crédito a los tribunales de justicia, y honor a los principales empleos, hubieran sufrido una gran decadencia, y contra el tenor de las constituciones que les habían dado sus sabios fundadores, se hubiesen introducido muchos desórdenes y abusos, y así trabajó estas dos obras descubriéndolos, deseoso de que se remediasen, y pudieran elevarse los colegios al alto grado de esplendor que anteriormente tenían. Para esta representación en dos tomos en folio manuscritos en poder de D. Domingo Bayer y Segarra, del consejo de su majestad, alcalde honorario de la real casa y corte, sobrino del autor.

28. Etimologías de la lengua castellana, en 4.° manuscrito.

29. Excerpta Escurialensis, en folio manuscrito.

30. Refundió, examinó, coordinó, y también acrecentó con muchas notas dignas de su exquisita y profunda literatura, erudición y juicio los: Apéndices que trabajaron los Sres. D. José Ortiz, y D. Lorenzo Tadeo Villanueva, con algunas notas al tomo séptimo de la obra del Mariana, antes citado, de la edición de Monfort.

31. Disertación acerca de los códices, pinturas, diplomas y demás monumentos antiguos, que se conservan en la iglesia primada de Toledo. Año 1752, en 8.° manuscrito.

32. Elogios de los españoles ilustres. Roma, 1756, manuscritos.

33. Diarios de los viajes, y principalmente los que comprenden los años 1771 hasta 1777. Cuatro tomos en folio, que siguen a los dos del memorial citado al número 27.

34. Antigüedades españolas: obra no concluida, un tomo en folio manuscrito.

35. Cartas a Benedicto XIV. á Orsi, Mamachi etc. Doce volúmenes.

36. Índice de las obras del Sr. Bayer, que escribió en 1789.

Se conserva una copia escrita por su mano en la biblioteca real, que dejó siendo su bibliotecario.

37. Tratado de las monedas españolas antiguas desconocidas: obra que no concluyó.

Para que el lector pueda hacerse cargo de lo grandioso de la dádiva de su librería hecha a esta universidad, copiaremos lo que dice D. Martín Fernández de Navarrete en la página 132 de su obra: Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV... Madrid, imprenta real, en 4.° y es lo siguiente: “De las bibliotecas de Valencia nos han comunicado el Sr. D. Mariano Liñán, pavordre de teología de aquella universidad, y bibliotecario que fue de ella y catedrático de árabe, la siguiente noticia que copiaremos a la letra.” - “Las bibliotecas de la universidad y del arzobispo de Valencia fueron abrasadas y enteramente consumidas el día 7 de enero de 1812 por las bombas, en el sitio que puso a la ciudad el mariscal Suchet.” La biblioteca de la universidad se componía de la que el Sr. Bayer dio a la ciudad, patrona de la escuela, para uso de la misma en 27 de julio de 1785, y de varias adquisiciones que hizo el claustro, en especial de los libros y manuscritos de D. Juan Bautista Muñoz. El número de sus volúmenes ascendería a veinte y siete mil, de los cuales pertenecían a la biblioteca Bayeriana veinte mil. Se distinguía esta por la elección, por el gusto, y por el lujo en ediciones y encuadernaciones. Era abundantísima la colección de Biblias, pues además de las políglotas de Cisneros, Arias Montano, Lejay y de Walton, se encontraban doce biblias españolas, desde las dos de Ferrara primitivas, hasta la última hebreo-española de Amsterdam, las tres de Roma de 1592, 93 y 98, y una colección muy apreciable de hebreas, griegas, arábigas, siriaca y arménica (armenia), y de versiones en las lenguas principales de Europa, como en la francesa, italiana, inglesa, portuguesa, holandesa, alemana, sueca y grisona; siendo apreciasble esta última, aunque de impresión moderna, por el idioma en que está escrita, que tiene mucho parentesco con el lemosín o antiguo valenciano, de cuyo idioma se conservaba una versión de los salmos hecha por Juan Ruiz de Corella (1).


(1): Esta traducción la encontró en la librería reservada del Santo Oficio de esta ciudad el inquisidor mayor D. Matías Bertrán, y consiguió del Sr. Arce, inquisidor general, licencia para colocarla entre los libros prohibidos de la biblioteca de la universidad. Es obra tan rara, que no hablan de ella ni D. Nicolás Antonio en su biblioteca, ni el Sr. Bayer en las notas, ni Rodríguez ni Ximeno en sus bibliotecas valentinas. Por cuya razón copié el título, que es: “Psalteri trellat de lati en romanç, per lo reverent Mestre Corella.” - Y al fin dice:”Açi feneix lo Psalteri aromançat (arromançat) per lo reverent Mestre Johan Roiç d'Corella, mestre en sacra teología. Corregit è fielment smenat per Johan Fernando de Guivara, prevere. Emprentat en Venezia per Mestre Johan Herteiog (Hertzog), tudesch, á XXX dies de Abril, any de la Nativitat de nostre Senyor Deu Jesu Crist mil è CCCCLXXXX. Laus Deo.” En esta última temporada que estuve en Madrid vi un ejemplar en la biblioteca real, que tal vez será el único que se conserva en España, y la he encontrado después citada por Méndez en su Tipografía Española. (Nota del Sr. Liñán. Véase la biblioteca valenciana, tomo 1, página 43.)        

Hallábanse las mejores ediciones de los concilios generales, de los de España, de Francia, de Inglaterra, Alemania y otras. Era muy completa la colección de los padres y escritores eclesiásticos. Estaban todas las obras publicadas por la congregación de S. Mauro, y muchas de ediciones anteriores; todos los tomos de los Bolandos, y la Bibliotheca Veterum Patrum, con su aparato. En el ramo de antigüedades, se veían las griegas y romanas de Grevio, Gronovio, Mazochi, Gori, Muratori, Montfaucon y otros; las hebreas de Ugolino, cuarenta y dos tomos de la historia bizantina, con los raros libros de Gesta Dei per Francos, y la gran conquista de ultramar. Hallábanse completas las actas de la real academia de las ciencias de París, las de Lipsic, Berlín, San Petersburg, Bolonia, Dijon y otras: el diario de los sabios, el tesoro de inscripciones y bellas letras, los viajes del abate Prebost, y los nuevos y últimos descubrimientos, con otras obras del mismo objeto; varios y escogidos diccionarios, así históricos como técnicos, y algunas obras misceláneas de suma erudición. Era muy numerosa y escogida la colección de obras sobre la historia natural, con primorosas estampas, en la mayor parte iluminadas, como las de Seba, Catesby, y Buffon; la descripción de los insectos de Colonia, de las plantas americanas, y casi cuanto se conoce en este ramo en que han sobresalido los extranjeros modernos; y además las obras de Dioscórides, de Ulises, Aldobrando, y de otros escritores que llamamos antiguos. Adornaban también la biblioteca muchas obras de teología, de jurisprudencia civil y canónica, de física, de medicina, de matemáticas, de arte militar, de náutica, la colección llamada Artes y Oficios, la física sacra, o historia natural de la biblia de Juan Jacobo Scheuzers con láminas; varios viajes pintorescos, muchas obras de numismática, diferentes actas, varios grabados, como la columna de Trajano, las batallas de Alejandro; algunas obras de veterinaria, entre ellas una en francés de magnífica impresión. De los autores clásicos griegos y latinos no faltaba uno, y estaban completas las colecciones ad usum Delphini; las de Jack, las de los Elzevirios, las de Lipsic, y las ediciones de Burmau y Drakembore. Había mucho perteneciente a la historia general de España y de Indias, y a provincias y ciudades particulares, libros raros escritos en castellano y lemosín, y una grande colección de las mejores bibliotecas sagradas, profanas, generales y particulares, tanto antiguas como modernas, griegas, latinas, arábigas, y de gran parte de los pueblos y provincias de Europa; varias obras de rabinos, impresas unas en castellano, otras en hebreo, y el Talmud. Como el Sr. Bayer consiguió licencia del inquisidor general para que la biblioteca pudiera adquirir y retener toda especie de libros prohibidos, se encontraban casi todos los de los impíos del siglo pasado y de los heresiarcas de los anteriores. Finalmente había como unos doscientos volúmenes impresos antes del 1500. El más antiguo era un Cicerón de Officiis, publicado en 4 de febrero de 1466 por Juan Fust o Fausto (Faust), uno de los inventores del arte de la imprenta, cuya edición es la misma que la del año 1465, y dos ejemplares del Salustio impreso en Valencia en 13 de julio de 1475. Se conservaban las obras trabajadas por el Sr. Bayer y no impresas, todas de letra del mismo; a saber: de Toletano hebraeorum templo, índice y explicación de las monedas antiguas que poseía, un tomo en 4.° de etimologías de la lengua castellana, una gramática hebrea, dos tomos en 4.° de su viaje a Italia en 1754, en que hablaba principalmente de los monumentos antiguos, de los gabinetes, de los museos, de las bibliotecas, y en el cual había recogido cuantas noticias juzgó conducentes a la España, y a sus varones ilustres en santidad y doctrina; una disertación de auctore sacramentarii veronensis, cinco tomos en folio de los manuscritos hebreos, griegos, latinos y castellanos de la biblioteca del Escorial, la liturgia de S. Basilio, traducida al latín, con dos disertaciones, la una sobre si S. Basilio era su verdadero autor, y la otra sobre el carácter y el tiempo en que se escribió el manuscrito; un tomo en 4.° contra la legitimidad de los monumentos descubiertos en la alcazaba de Granada en 1754; dos tomos en 4.° del viaje en 1782, el primero contiene el viaje desde Valencia a Andalucía, y el segundo el de Andalucía y Portugal. En la academia de la historia ha de haber una copia de este viaje. Un tomo en folio intitulado: Excerpta Escurialensia. Dos en 8.° Anecdota graeca. Uno en folio Urbium et populorum, item fluviorum et montium veteris Hispaniae nomenclatura, è veteribus geographis et poetis tum graecis tum latinis. Uno en 4.° de la voz Granada, y conjeturas acerca de su etimología, y del tiempo en que empezó a llamarse así. Apéndice de la obra intitulada: Marmora taurinensia. Seis tomos en folio sobre los colegios mayores, los tres primeros contienen una representación al rey, y los otros tres el diario de los años 1771, 72, 73, 74, 75, 76 y 77, y setenta legajos de apuntaciones, notas, observaciones y una que otra disertación. Se conservaban también varios códices manuscritos bastante antiguos de la Biblia hebrea, otros de rabinos en hebreo y en castellano con caracteres hebreos, otros árabes, y muchos castellanos, y monedas antiguas de varias clases. Formaban el fondo de la biblioteca de Muñoz, libros de humanidades, filosofía e historia. Entre sus manuscritos había una impugnación de la respuesta de Pozzi, muchas y recónditas noticias pertenecientes a Luis Vives, cuya vida pensó escribir; varias apuntaciones relativas a la historia literaria de España; una lógica en latín, que era el primer tomo del curso de filosofía que empezó a trabajar, y lo abandonó para atender a la historia del Nuevo-Mundo; varias cartas latinas; una vida suya puramente literaria, y otras muchas cosas que no tengo presentes.

BIBLIOTECA VALENCIANA.