jueves, 4 de octubre de 2018

Casa de Aragón, Ramiro II

Dado que en Derecho sucesorio en Aragón la mujer no podía ejercer el poder pero sí transmitir los derechos, Ramiro II busca preservar el reino y a la vez continuidad del linaje real en los descendientes de su hija Petronila :

firma Petronila, sello real
sello real, firma, Petronila




Hoc dono tibi et concedo filiis filiorum tuorum qui fuerint de generatione de mea filia, in secula seculorum. Tu vero convenis mihi , in verbo veritatis, et mitis manus tuas inter manus meas, ut non alienes neque facias alienare, regnum istud quod ego dono tibi, a generatione filiorum filie mee,

(esto te doy y concedo a los hijos de los hijos tuyos que fuesen de la generación de mi hija, por los siglos de los siglos. Tú, en cambio, convienes conmigo, en palabra de verdad, y pones tus manos entre mis manos, que no enajenes, ni hagas enajenar este reino que te doy durante la vida de los hijos de mi hija.)
Seguidamente lo que hace es integrarlo en la Casa de Aragón como a un hijo aunque reteniendo para si la dignidad real, hay historiadores que lo tratan como “casamiento en casa” y otros lo rechazan porque no esta documentado como tal, lo que sí es cierto que existe otro precedente en Aragón que es en el que se basa Ramiro II y no es otro que los esponsales de Alfonso I el Batallador con Urraca de Castilla (pero como tampoco está documentado explícitamente como casamiento en casa no lo usaremos):

Et ut in tota vita me ateneas me sicut patrem et dominum. Licet regnum tibi tradam, tamen dignitatem team non ammito.

(Y que durante toda mi vida me tengas como Padre y Señor. Aunque te entregue el reino, sin embargo no renuncio a mi dignidad.)
O dicho de otro modo:

"Ramón Berenguer IV nunca fue rey de Aragón porque Ramiro II mantuvo este privilegio hasta la fecha de su muerte".

González Ruiz, D.: Breve historia de la Corona de Aragón, 2012.

González Ruiz, D.: Breve historia de la Corona de Aragón, 2012


Dicen catalanistas que el conde barcelonés Ramón Berenguer IV fue rey de Aragón, pero es imposible; lo era su suegro. / Ramiro II /





TERSERA JORNADA. NOVELA SEGONA.

Un palafrené se gite en la dona del rey Agilulfo, éste sen done cuenta y sense di res, lo trobe y lo esquile. Cóm se salve de la mort u voréu al final.

Un palafrené se gite en la dona del rey Agilulfo


Habén arribat lo final de la história de Filostrato, en la que algunes vegades se habíen ficat roiges les Siñores y algunes atres sen habíen enrit, li va apetí a la Reina que Pampínea continuare novelán; ella, escomensán, va di:
Ñan algúns tan poc discretos al vóldre mostrá que saben lo que no los convé sabé, que algunes vegades en aixó, al castigá les desapersebudes faltes de atres, creuen que la seua vergoña mengüen cuan es al contrari, la fan creixe.

Agilulfo, rey dels longobardos, aixina com los seus predessesós (antepassats) habíen fet, a Pavia, siudat de la Lombardía, va fixá la sede del seu Reino, habén pres per dona a Teudelinga, viuda de Auttari, que tamé habíe sigut rey dels longobardos, lombardos, que ere una hermossíssima dona, mol sabia y honesta, pero desventurada en amors. Están pel valor y lo juissi de este rey Agilulfo les coses dels longobardos en plena prosperidat, va passá que un palafrené de la Reina, home de vil condissió per naiximén, y en persona tan hermós y alt com lo rey, se va enamorá de la Reina; y com lo seu baix estat no li permitíe este amor, a dingú lo descubríe, ni en la mirada se atrevíe a descubríl. Y encara que sense cap esperansa visquere de podé agradála may, se gloriabe de habé ficat los seus pensaméns a una part mol alta; se sucarrabe per lo foc amorós, (com los de Monroch). 

La Reina, cuan teníe que montá a caball, en mes gust cabalgabe en lo palafrén cuidat per neste que per algún atre; y cuan passabe aixó, éste se u preníe com un grandíssim favor, y no se li apartabe de damún, tenínse per felís sol en podé tocáli les robes. Pero com veém passá en molta frecuénsia que cuan disminuíx la esperansa, aumente l´amor, aixina passabe en lo pobre palafrené, al que mol dolorós se li fée soportá lo gran dessich tan de amagatóns, no sén ajudat per cap esperansa; y moltes vegades, no podén deslligás de este amor, volíe morís.
Y pensán aixina, va dessidí fé alguna cosa per la que pareguere que moríe per l´amor que a la Reina li habíe tingut y teníe; y esta cosa se va proposá que fore tal que en ella tentare la fortuna de podé del tot o en part conseguí lo seu dessich. Y no se va ficá a escriure paraules a la Reina o féli sabé lo seu amor per cartes, que sabíe que en vano diríe o escriuríe, va volé probá si en astússia podríe gitás en la Reina; habíe de trobá lo modo de, com si fore lo rey, que sabíe que no se gitae en ella seguit, puguere arribá an ella y entrá a la seua cámara. Pel que, per a vore cóm anabe vestit lo rey cuan la visitabe, a una gran sala del palau del rey, que estabe entre mich de la cámara del rey y la de la Reina, se va amagá unes cuantes nits; y una nit va vore al rey eixí de la seua cámara embolicat en un gran manto y a la má una antorcheta ensesa y a l’atra una vareta, cap a la cámara de la Reina y, sense di res, pegá uns copets una vegada o dos a la porta de la cámara en aquella vareta, y li van obrí y li van agarrá de la má la antorcheta. Veén aixó, va pensá que ell faríe lo mateix un atra nit; y trobán un manto paregut an aquell que li habíe vist al rey, una antorcha y una estaca, y rentánse primé be a un calderó, per a que no li putire a la Reina a eixérrit y sen donare cuenta del engañ, com acostumbrabe, a la gran sala se va amagá. 

Y sentín que ya a tot arreu dormíen, y pareixénli tems o de fé realidat lo seu dessich o de buscá la mort, va ensendre la antorcha, y embolicat en lo manto sen va aná a la porta de la cámara y dos vegades va tocá en la vareta. La cámara va sé uberta per una camarera mich adormida y la llum agarrada y ficada apart. Ell, sense di res, va passá a dins de la cortina, va dixá lo manto, y se va ficá al llit aon la Reina dormíe. Y agarránla en brassos, y fen vore que estabe enfadat perque sabíe que lo rey no volíe sentí res cuan estabe enfadat, moltes vegades carnalmen va conéixe a la Reina.

Y encara que dolorós li va paréixe anássen, tenín temó de que se descubriguere, se va eixecá y va agarrá lo manto y la antorcha, y sense di res sen va aná, y tan pronte com va pugué sen va entorná cap al seu llit. Y apenes se habíe gitat cuan lo rey, eixecánse, sen va aná a la cámara de la Reina, y ella se va sorpréndre mol. 

Habén ell entrat al llit, ella li va di:

- Chay, siñó meu, ¿qué passe esta nit? ton hau anat fa mol poc, y mes del acostumbrat hau chalat en mí, ¿y tan pronte tornéu a escomensá? Paréu cuenta en lo que féu. 

Lo rey, al sentí estes paraules, sen va doná cuenta de que la Reina habíe sigut engañada, pero va pensá (pos va vore que la Reina no sen habíe donat cuenta ni dingú mes) que no volíe féla caure en la cuenta; lo que mols no hagueren fet, sino que hauríen dit: «No hay sigut yo; ¿quí ha sigut lo que ha estat aquí?, ¿cóm ha sigut?, ¿quí ha vingut?».

Li va contestá entonses lo rey, dissimulán lo enfado:

- Siñora, ¿no tos paréixco prou potén com per a está una vegada y torná? A lo que la dama va contestá:

- Siñó meu, sí, pero yo tos rogo que cuidéu la vostra salut.

Entonses lo rey va di:

- Pos seguiré lo vostre consell, y esta vegada sense donátos mes empach men entorno. Y com se habíe atufat, estabe ple de ira y de rencor per lo que li habíen fet, tornán a péndre lo seu manto sen va aná de la cámara y va volé trobá silensiosamén al que habíe fet alló, imaginán que teníe que sé de la casa, y que no hauríe pogut eixí de ella. Agarrán, pos, una llumeneta sen va aná a una llarguíssima habitassió que ñabíe damún de les cuadres dels caballs, a la que casi tots los criats dormíen a diferéns llits; y pensán que a consevol que haguere fet alló que la dama diebe no se li hauríe pogut calmá lo pols y los batecs del cor pel meneo, escomensán per una punta de la habitassió, va aná tocánlos lo pit a tots, per a vore si los batíe lo cor en forsa. Tots dormíen com a socs, menos lo que habíe estat en la Reina; per naixó, veén vindre al rey y donánsen cuenta de que lo anabe buscán, va escomensá a tremolá, y se li va ficá lo cor a sen, les tamborinades que notabe al pit pel traqueteo se van aumentá per la temó; y sen va doná cuenta de que, si lo rey sen acatáe de alló, sense tardá lo faríe morí. Y encara que algunes coses que podríe fé se li van passá pel cap, veén al rey sense cap arma, va seguí fénse l´adormit y va esperá a vore qué fée lo rey. Habén mirat lo rey a mols y encara sense trobán a cap del que puguere está segú, va arribá an ell, y notán que li latíe fort lo cor, se va di: «Esta es la meua. Este ha sigut».
Pero com no volíe que se sapiguere, no li va fé datra cosa mes que, en un parell de estisoretes que habíe portat, li va tallá una mica lo pel pels costats, damún de les pulseres, y com an aquell tems se portaben mol llargs, alló siríe la siñal per a reconéixel en son demá; y fet aixó, sen va entorná cap a la seua cámara.
Lo burladó, claramen sen va doná cuenta de per qué habíe sigut siñalat; pel que, sense esperás un momén, se va eixecá, y trobán un parell de estisores de esquilá caballs, va aná un per un y a tots de la mateixa manera los va tallá lo pel; y fet aixó, sense que lo sentiguéren, se va gitá a dormí.

Lo rey se va eixecá prontet y va maná que, abáns que les portalades del palau se obriguéren, tots los seus criats vinguéren dabán d´ell; y aixina se va fé.
Están tots dabán de ell sense cap gorro o drap al cap, com ell habíe manat, los va escomensá a mirá per a reconéixe al que ell habíe pelat; y veén a la mayoría de ells en los pels tallats casi igual, se va extrañá, y se va di:
«aquell al que estic buscán, encara que de baixa condissió sigue, be amostre sé home de alt ingenio.»

Después, veén que sense contáu no podíe trobá al que buscabe, disposat a no cubrís de una gran vergoña per cobrás una vengansa, en unes paraules lo va volé amonestá y mostráli que sen habíe donat cuenta del cas; y giránse cap a tots, va di:

- Qui u va fé que no u faigue mes, y anéu en Déu.
Un atre hauríe volgut torturál, martirisál, interrogál y massacrál y al féu lo hauríe descubert; pero al ficás en descubert, encara que se haguere vengat, no hauríe menguat sino aumentat la seua vergoña y tacat lo honor de la seua dona.

Los que aquelles paraules van sentí se van maravillá y mol tems van está cavilán qué hauríe volgut di lo rey en alló, pero no va ñabé ningú que u entenguere mes que aquell a qui li tocabe. Este, com sabio que ere, may, en vida del rey u va descubrí, ni may mes a la seua vida en estes acsións va tentá a la fortuna.


TERSERA