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jueves, 21 de junio de 2018

LA RECONQUISTA ARAGONESA, Agustín Ubieto Arteta

LA RECONQUISTA ARAGONESA, AGUSTÍN UBIETO ARTETA.

15.1. VICISITUDES DE LOS TERRITORIOS MUSULMANES DEL SUR.

Cuando en 1031 desaparece el último califa de Córdoba, al-Andalus
se nos muestra dividido en más de cien reinos de taifas, división que tiene lugar cuatro años antes de que nazca el reino de Aragón (1035). «Al formarse los reinos de taifas cristalizaba definitivamente el ansia de
individualismo de que habían hecho gala los musulmanes aragoneses
durante generaciones. Recuérdese, si no, a la familia de los Banu Qasi y
los intentos de los Tuyibíes hasta que Mundir ibn Yahya consiguió
independizarse y formar el reino de Zaragoza» (J. BOSCH).


Banu Qasi , Tuyibíes , Mundir ibn Yahya, Zaragoza


— La inestabilidad fronteriza fue una constante en el valle del Ebro
musulmán, de modo que los repartos sucesivos del reino Hudí acabaron
por debilitar la taifa sarakustí. Por otra parte, los musulmanes
zaragozanos financiaron y enriquecieron a los territorios cristianos del
norte, sobreviviendo, más de lo que cabía esperar de sus fuerzas reales,
merced al oro que entregaban a los reyes cristianos para comprarles la paz. Con el fruto de estos tributos, las parias, todos los reyes cristianos, los aragoneses entre ellos, pagaron los servicios militares y espirituales de nobles y clérigos, lo que originó una concentración de la tierra y, por tanto, del poder en sus manos, hecho que será importante para comprender la historia futura.


En la segunda mitad del siglo XI y primeros años del XII, se está
jugando el futuro del valle del Ebro. El valle del Ebro fue considerado por
todos los gobernantes cristianos como zona expansiva, de ahí que
lucharan entre sí y buscaran alianzas de conveniencia con los musulmanes sarakustanos. Las presiones más fuertes eran las de Castilla y Aragón-Pamplona. Alfonso VI no tomó Zaragoza para Castilla en 1086 porque la llegada de los almorávides y su victoria en Sagrajas (1086) frenó su avance al tener que ir a cortarles el paso, cambiando así el curso de la reconquista.



Al-Mustain II (1085-1110) se salvó, pues, de los castellanos y logró
también mantener su reino independiente de los almorávides, que habían
sometido bajo su «protectorado» al resto de al-Andalus, pero no pudo
evitar la pérdida de importantes poblaciones en la frontera con el reino de Aragón:
Estada (1087), Monzón (1089), Naval (1095), Huesca (1096),
Barbastro (1100), Tamarite (1104) y Ejea (1105-1106). Sarakusta estaba siendo cercada.

A al-Mustain II le sucedió su hijo Abd-al-Malik (1110), pero para
entonces los zaragozanos estaban divididos en dos bandos ante la
solución a adoptar, y uno de ellos llamó a los almorávides que, tras tomar la ciudad, terminaban con la dinastía hudí y con el último reino de taifas.

— Por otra parte, durante la desmembración del Emirato en el siglo
IX, la familia berberisca de los Beni Razin había logrado, como tantas
otras, independizar la antigua «cora» de Sahla respecto a Córdoba. Con
Abderrahmán III, Sahla (Albarracín) tuvo que volver a la unidad, pero
la familia Aben Razin subsistió para renacer con el reparto taifal (1031).

«Los Beni Razín... saldrán adelante y seguirán su marcha, al igual que los
Beni Hud de Zaragoza, y se mantendrán a flote, como islotes en un mar
revuelto, hasta el último momento en que los almorávides —verdadero
simún procedente del Sahara— acabarán con ellos». (J. BOSCH).

— En definitiva, la toma de Toledo (1085) por Alfonso VI movió al
rey de la taifa de Sevilla, al-Mutamid (1068-1091), a solicitar ayuda a los almorávides quienes, tras atravesar el Estrecho, vencieron en Sagrajas al rey castellano (1086).

Tiene lugar ahora un fanático proceso de «africanización» y centralización de los reinos de taifas que, uno a uno, van cayendo bajo su poder. Ante este hecho, el señorío constituido por el Cid en Valencia había servido de tapón ante los almorávides.

Sarakusta y Sahla tuvieron las espaldas cubiertas. Pero una vez muerto el Campeador (1099), Valencia no tardó en caer en manos de aquéllos
(1102). Todos los reinos de taifas peninsulares habían pasado a manos
almorávides excepto Sahla y Sarakusta, que ahora quedaban desamparados.
Y, efectivamente, Albarracín caía en 1104, mientras que Sarakusta lo
hacía en 1110.

No obstante, el dominio almorávide en el valle del Ebro estaba
sentenciado, asimismo. La toma por los reyes aragoneses de Ejea, AyerbeHuesca, Barbastro y Tamarite, como se ha indicado, suponía un jaque constante a Zaragoza y Lérida, independientemente de que el gobierno musulmán estuviera en manos taifales o almorávides.

En efecto, el reino moro de Zaragoza, una vez perdida su capital en
1118, se deshizo como la espuma. Los valles del Jalón, Jiloca, Huerva,
Martín, Guadalope y Matarraña, por el sur, y los bajos valles del Aragón,
Gállego y Cinca (menos Fraga), por el norte, cayeron entre 1118 y 1127, y aunque los almorávides recuperaron una gran parte al vencer a Alfonso I en Fraga (1134), está pérdida aragonesa será pasajera. De cualquier modo, Sarakusta permanecerá en manos aragonesas definitivamente, y Fraga y Lérida serán reconquistadas en 1149.

El Bajo Aragón almorávide estaba condenado al jaque-mate.
Este imperio almorávide, aglutinado por tribus berberiscas del norte
de Africa, alcanzó en la Península una vida efímera, desde 1086 hasta
1147; en el valle del Ebro, mucho menos. Sus sucesores, los almohades,
también oriundos del Magreb, les sustituirán entre 1147 y 1214, pero el
territorio aragonés se verá ya poco afectado por ellos, pues tan sólo
sometieron los reinos taifales almorávides del sur, este y sudeste, para
finalizar deshaciéndose, asimismo, en otras taifas, ahora almohades, tras
ser vencidos en las Navas de Tolosa (1212) por un ejército compuesto
por combatientes de todos los reinos cristianos peninsulares.

Las tierras musulmanas convertidas en aragonesas tan rápidamente se
vieron sumidas en una tarea múltiple: organizarse, repoblarse y asimilar a los musulmanes que quedaron en las ciudades reconquistadas, es decir, los «mudéjares», que van a representar un fundamental papel en el futuro de Aragón.

15.2. LA RECONQUISTA PROPIAMENTE ARAGONESA.

El particularismo montañés frente a los musulmanes no hubiera
cristalizado durante tres siglos y medio (del VIII a mediados del XI) sin
la doble ayuda franca y pamplonesa. Pues bien, Ramiro I (1035-1062) comenzó a sacudirse toda dependencia, aunque las ansias reconquistadoras aragonesas van a encontrar gran oposición por parte de pamplonesescastellanos, que también aspiraban a dominar y anexionarse las tierras musulmanas del Ebro, abiertas a cualquier ejército.

Ahora, desde mediados del siglo XI, sin la suma de una serie de
circunstancias favorables, Ramiro I y sus inmediatos sucesores no
hubieran podido sobrepasar, quizás, la línea fortificada por Sancho III el
Mayor. Gracias a esas circunstancias, Sancho Ramírez (1062-1094) y
Pedro I (1094-1104) se van a quedar con sus ejércitos a las puertas de
Tudela, Ejea, Zaragoza, Tamarite, Fraga y Lérida y, por vez primera,
serán capaces de reconquistar por las armas dos posiciones musulmanas
de relevante importancia: Huesca (1096) y Barbastro (1100). Había
comenzado la toma del llano que conduce a Zaragoza. ¿Cuáles son esas
circunstancias?

— En primer lugar, uno de los principales problemas de la dinastía
inaugurada por Ramiro I era el de su propia legitimidad. Pues, bien, su
hijo Sancho Ramírez, entre 1073 y 1074, puso al joven reino en manos
«de Dios y de San Pedro», es decir, de la Santa Sede, dirigida ahora por
Gregorio VII, vasallaje que sería confirmado por Urbano II en 1089 y
renovado en 1095, reinando ya Pedro I.

El Papa, con su acrecentada autoridad temporal y espiritual, se convirtió en instrumento legitimador de la nueva dinastía. Aragón, así auspiciado y amparado, entró a formar parte, por derecho propio, del concierto de los estados occidentales.


— Por otro lado, en 1076, el monarca pamplonés Sancho el de
Peñalén era asesinado y los pamploneses elegían como rey al aragonés
Sancho Ramírez, quien llegó a un acuerdo con Alfonso VI para repartirse el territorio navarro. Aragón se vio favorecido con la zona fronteriza con los musulmanes y con la montaña, aparte del denominado condado de Pamplona (que incluía la capital y Estella), por el que el rey aragonés se vio obligado a prestar vasallaje al castellano. Además de titularse «rey por la gracia de Dios de aragoneses y pamploneses», Sancho Ramírez dobló el territorio, lo que conllevaba una gran aportación en hombres y en recursos económicos.

— La fragmentación taifal de los musulmanes debilitó militarmente a
éstos, que ahora tendrán que comprar la paz con oro. El reino aragonés
participó de ese reparto y las iglesias románicas del Pirineo, por ejemplo, van a ser uno de los frutos tangibles del renacimiento económico que ahora tiene lugar.

— Aragón y la parte pamplonesa que le correspondió se convierten en
ruta obligada de los mercaderes que pusieron en contacto dos economías
bien distintas: la agraria del occidente europeo y la industrial de al-
Andalus. Pamplona y Canfranc-Jaca contaron, desde tiempos de Sancho III el Mayor, con un arancel aduanero bien revelador del importante comercio que controlaban.

— El afianzamiento, por último, de la ruta que penetraba por
Roncesvalles y Somport propició la europeización de Aragón. Se cambió el rito eclesiástico indígena, el mozárabe, por el romano; se abandonó la ininteligible letra visigótica por la Carolina, origen de la actual; se extendió por todo el Reino el arte románico; se romanizó la Iglesia y nuevas órdenes religiosas de origen europeo sustituyeron a las locales; comenzó, en fin, toda una serie de alianzas matrimoniales con casas importantes del otro lado del Pirineo que rendirán pronto sus frutos en forma de ayuda militar, política, humana y técnica para la guerra.

Todo cuanto llevamos dicho facilita, por un lado, la restauración
urbana —que se concretará en el resurgimiento de Jaca, ahora capital del reino —, así como la espiritual; y, por otra parte, va a permitir progresar en la reconquista de las tierras bajas, a pesar de la oposición del rey castellano y de los musulmanes sarakustíes.

El fuero otorgado a Jaca en 1076 servirá de modelo a muchas poblaciones cercanas al Camino de Santiago, tanto aragonesas como pamplonesas.

Hasta alcanzar los límites del Aragón actual, aún quedan casi ciento
cincuenta años de reconquista; aún quedan por incorporar otros muchos Aragones: el Aragón de la Tierra llana; el «regnum Caesaraugustanum»; la Extremadura aragonesa (asiento de las comunidades de CalatayudDaroca, Albarracín y Teruel); las tierras del llamado Bajo Aragónincluso un irredento Aragón de playas mediterráneas.

15.3. SIGNIFICADO DE LA OBRA DE ALFONSO I.

En 1035 nacía el reino cristiano de Aragón, en el norte; en 1039, el
reino de Sarakusta pasaba a manos de la dinastía Beni Hud, en el sur.
Mientras el primero luchaba por sobrevivir, el segundo atravesó un
momento esplendoroso. Luego, tras unos compases de equilibrio,
simbolizado, respectivamente, por la catedral de Jaca y por la Aljaferíaobras coetáneas, la tendencia se invierte.

Tras las toma armada de Huesca (1096) y Barbastro (1100), ahora se
plantea la posesión de las ciudades de la misma línea del Ebro, frente a
las que Sancho Ramírez y Pedro I todo lo más que pudieron hacer fue
instalar posiciones de vigilancia y hostigamiento, como había ocurrido
frente a Huesca con el famoso Pueyo de Sancho (hoy ermita de San
Jorge) y Montearagón. Así, frente a Tudela, habían fortificado Arguedas
(1084) y Milagro —«Miráculo, Mirador»— (1098); frente a Zaragoza, El
Castellar (1091) y Juslibol (1101); ante Fraga, Velilla de Cinca (1109); frente a Lérida, Almenar (1093). Pero ahí había quedado todo.

El reino que heredó Alfonso I (1104-1134) adolecía de poder militar
efectivo. Estaba bastante bien preparado para la defensa del Aragón
montañoso, pero no para acometer con éxito la reconquista del llano:
faltaban fuerzas de caballería para oponerse a la caballería musulmana;
carecía de efectivos humanos; no disponía de máquinas guerreras con las
que abatir los muros que rodeaban a las ciudades sarakustíes; la nobleza, en fin, no estaba especialmente interesada en la reconquista.

Alfonso I propició una táctica nueva: conceder privilegios y
exenciones ventajosas a quienes colaboraron con él en la reconquista del sur; crear cuerpos de caballería no nobiliaria, es decir, de villanos, incluso fundando una especie de orden militar en Belchite; fundamentar una nueva legislación jurídica distinta de los fueros de Jaca o de Sobrarbetotalmente desfasados ante las nuevas necesidades; convocar a los hombres del otro lado del Pirineo, en virtud de los lazos de amistad y parentesco que le unían con distintas casas condales francesas; adquirir en Francia ingenios bélicos para batir y asaltar murallas; conseguir del papa una «bula de cruzada» que atrajera hombres para tratar de incorporar Zaragoza, la auténtica llave del Ebro medio.

A pesar del intento almorávide de defender el «Regnum Caesaraugustanum» (de cuya capital se habían apoderado en 1110, deponiendo al último Beni Hud) y el actual Bajo Aragón, Alfonso I reconquistó las tierras cuyo perímetro delimitan Tamarite (1107), Ejea (1105-1106), Zaragoza (1118), Tudela (1119), Soria (1120), Calatayud (1120), Molina de Aragón (1128), Celia (1128), Morella (1117), Mequinenza (1133) y Fraga (1134). En menos de treinta años incorporó un territorio casi cuatro veces mayor que el heredado de su hermano Pedro I.

Muerto el Batallador tras su derrota en Fraga (1134) sin haber
llegado al mar, como deseaba —por la oposición del barcelonés Ramón
Berenguer III, que llegó incluso a pactar con el reyezuelo de Lérida
(1120)—, será precisamente por aquí por donde el contraataque
almorávide estuvo a punto de recuperar todo lo ganado por Alfonso I.

15.4. LA CRISIS POLÍTICA TRAS LA MUERTE DEL BATALLADOR.

La muerte de Alfonso I, aparte de las inmediatas pérdidas
territoriales, abrió una grave crisis de gobierno. La propia ciudad de
Zaragoza y todo el «Regnum Caesarugustanum» estuvieron en juego,
como en la época de Alfonso VI. ¿Serían para Castilla, para Navarra o
para Aragón?

Tiene lugar ahora un drama, cuyos actores principales son:
Alfonso VII de Castilla-León, García Ramírez de Navarra, Ramiro II el Monje de Aragón, el conde barcelonés Ramón Berenguer IV y las Órdenes Militares a las que Alfonso I había dejado como herederas del Reino.

Nadie, excepto las Ordenes Militares interesadas, acató tan singular
testamento. Navarra, que había estado unida a Aragón desde 1076, se
independizó con García Ramírez «el Restaurador»; Alfonso VII el
Emperador se apoderó de Zaragoza (1134-1136), donde fue recibido
como libertador, e incluso entregó al monarca navarro el «Regnum
Caesaraugustanum» en vasallaje; Ramiro II, hermano de Alfonso I,
abandonó el monasterio donde profesaba, a petición de los barones
aragoneses, para convertirse en rey y procurar una descendencia; el conde barcelonés Ramón Berenguer IV casó con la recién nacida hija de Ramiro II el Monje; las Ordenes Militares, muy a pesar suyo, accedieron al fin al incumplimiento del testamento que les era favorable, pero a cambio de determinados privilegios. El resultado de esta trama será múltiple, destacando, entre otros, los siguientes hechos:

— Navarra y Aragón no volverán a tener una monarquía común
hasta los Reyes Católicos. Su frontera, hasta mediados del siglo XIII, será conflictiva y movediza, aunque esta nueva Navarra se encontró ahora cercada por el sur, sin tierras que reconquistar.

— Como consecuencia de las alianzas y pactos del conflicto originado
en 1134, las tierras del «Regnum Caesaraugustanum», reconquistadas por el Batallador, seguirán dependiendo del rey de Aragón, ahora de manera definitiva.

— Las Ordenes Militares beneficiadas por el testamento de Alfonso I,
tras renunciar a él, se van a convertir en garantes y repobladoras del bajo Ebro y del Maestrazgo.

— Petronila, hija de Ramiro II, fue casada, cuando sólo tenía unos
meses, con el conde barcelonés Ramón Berenguer IV, (1137), dando
origen a lo que, andando el tiempo se conocerá como Corona de Aragóncuyos límites máximos estaban todavía por labrarse.

15.5. EL REINO DE ARAGÓN ALCANZA SUS LÍMITES MÁXIMOS.

Una vez solucionada la crisis, Ramón Berenguer IV, como mero
príncipe de Aragón, y los inmediatos sucesores de éste y de Petronila
— Alfonso II, Pedro II y Jaime I — van a completar la reconquista
propiamente aragonesa (diferenciada de la catalana, primero, y de la
valenciana, después), incluso con territorios que hoy no son aragoneses.

— Ramón Berenguer IV (1137-1162) reconquistó Chalamera (1141),
Alcolea, Ontiñena (1147), Fraga, Lérida y Mequinenza (1149), Híjar,
Albalate (1149), Huesa (1151), Alcañiz (1157), Monreal y Castellote,
entre otras plazas, organizando en el Bajo Aragón y en el curso del Jiloca una importante línea defensiva, al estilo de la levantada en su día por Sancho III el Mayor en el Prepirineo.

— Alfonso II (1162-1196), a quien su madre Petronila había
transmitido el título de rey de Aragón, reconquistó todo el valle del Ebro, con Nonaspe, Gandesa, Horta de San Juan, Valderrobres (1169) y la zona costera entre Tortosa y Vinaroz, con lo que lograba para Aragón la ansiada salida al mar. Por otra parte, apoyado en la línea fortificada por su padre, reconquistó una gran parte de tierras hoy turolenses, con Montalbán, Aliaga, Cantavieja, Mora y Teruel (1170).

— Pedro II (1196-1213), más atento a los intereses de la Corona de
Aragón en el sur de Francia, apenas si pudo recuperar para el reino de
Aragón algunas tierras al sur de Mora de Rubielos y la zona de Ademuz
(1210).


— Jaime I (1213-1276), por fin, recuperaba el resto del Maestrazgo,
en su vertiente mediterránea castellonense, antes de que se lanzara a la reconquista de lo que luego sería Reino de Valencia, independiente de Aragón.

— Por fin, el señorío independiente de Albarracín de los Azagras
navarros era incorporado en 1284.

Ahora bien, entre 1239 y 1300 (excepto un fragmento de Ribagorza, que se perdió casi con seguridad en el siglo XIX), una buena parte de las,
en esos momentos, tierras aragonesas, como se observa al considerar el
sistema jurídico y administrativo aragonés, pasaron a depender del
Principado de Barcelona y del Reino de Valencia, respectivamente. En
este proceso desmembrador territorial aragonés, en el que se incluye la
salida al mar, Jaime I, el más antiaragonés de los monarcas de la Corona
de Aragón, será el máximo exponente.

15.6. DESARROLLO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

En 1137, el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV sentaba
las bases de lo que, andando el tiempo, se constituyó en Corona de
Aragón, aun cuando en aquel momento los territorios aliados ni siquiera
estaban unidos geográficamente, puesto que los separaban ambos
condados de Pallars, más el de Urgell y los almorávides de Lérida. El
concepto geográfico, político e institucional de la Corona de Aragón es el
doble fruto de la reconquista peninsular, de un lado, y de la expansión
mediterránea, por otro.

— La reconquista peninsular, a partir del siglo XII, es consecuencia
del equilibrio de fuerzas entre Castilla-Corona de Aragón y Castilla-
Portugal. Navarra, cuyo papel fue fundamental hasta mediados del siglo
XI, quedó ahora ahogada, como se ha indicado.

La frontera entre las Coronas de Castilla y de Aragón fue gestándose
poco a poco, merced a sucesivos tratados entre ambas — Tudilén (1151), Cazola (1179), Almizra (1244), Campillo (1304) y Monreal (1305), entre otros — y a la dinámica interna de cada Corona.

En la de Aragón, la nobleza aragonesa opuso resistencia a la expansión, en tanto que la catalana la apoyó.
Lo cierto es que en 1305, con la incorporación definitiva de la zona
de Villena-Alicante-Elche-Orihuela y la renuncia a la de Cartagena y mar Menor, había finalizado para la Corona de Aragón la reconquista
peninsular.

— La expansión mediterránea es consecuencia, entre otras causas, de
la finalización de la reconquista peninsular. El Mediterráneo será la espita
de escape tanto de una organización social secularmente guerrera como
de la necesidad de captar nuevos mercados para el comercio, fundamentalmente catalán. De ahí que, a finales del siglo XIII, las Coronas de Castilla y de Aragón pactarán, asimismo, como lo habían hecho para la Península, las respectivas zonas de influencia en el mar común. El tratado de Monteagudo (1291) será, en adelante, la base legal de la expansión catalano-aragonesa por el Mediterráneo.

— La Corona de Aragón, tan lentamente gestada, va a ser un amasijo
de entidades políticas muy diversas, incorporadas en fechas distintas y con alternativas territoriales, según las épocas, de forma que el mapa es cambiante. Algunas dependieron, incluso, de súbditos catalano-aragoneses en determinados momentos, pero no de la Corona, cual es el caso de los ducados de Atenas y Neopatria, en Grecia, fruto de las correrías de catalanes y aragoneses a comienzos del siglo XIV, los almogávares, y que no pasarían a depender de la Corona propiamente dicha hasta 1381.

Algunas de las entidades constitutivas de la Corona de Aragón eran
reinos: Aragón, Mallorca (independiente desde la muerte de su
reconquistador, Jaime I, hasta 1344), Valencia, Sicilia (entre 1282-1296 y 1409-1713), Cerdeña (entre 1322 y 1708), Córcega (cuya ocupación por parte de los reyes de Aragón fue más nominal que efectiva, y sólo en determinados momentos) y Nápoles (ocupado por Alfonso V en 1443integrado a la Corona hasta 1707).

El conglomerado resultante incluyó, asimismo, ducados (Atenas y Neopatria, dependientes de pleno derecho sólo entre 1381 y 1385), un marquesado (Provenza, aunque de forma muy intermitente), condados (Barcelona, Urgel, y Rosellón) y un señorío, el de Montpellier.

Cada una de estas entidades políticas tuvo, dentro de la Corona de Aragón, independencia administrativa, económica y jurídica. Les unía a todas la misma cabeza en calidad de rey, duque, marqués, conde y señor a la vez.

BIBLIOGRAFIA:

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Las tierras del Valle del Ebro, por las que avanzaba la conquista cristiana desde los enclaves pirenaicos y de Pamplona, formaron la Marca Superior de Al-Andalus a partir del año 713. Durante más o menos cuatro siglos, y en el área geográfica desde La Rioja y Ribera del Ebro hasta el Cinca (La parte Occidental de la Marca) se produjeron sintonizados sucesos políticos narrados en este libro, que, por aproximación, se titula Aragón musulmán.


Bloque 3. Historia de Aragón I , Miguel Ángel Pallarés Jiménez


Vamos a abordar la evolución histórica de nuestra comunidad autónoma, desde los tiempos previos a la romanización hasta los últimos momentos de Aragón como reino. Diferentes culturas y civilizaciones han dejado su impronta en el suelo que pisamos, y de todo ello somos herederos los aragoneses actuales. Los pueblos prerromanos de raíz indoeuropea, ibérica y vascona experimentaron el contacto, pacífico en ocasiones y conflictivo en otras, con una realidad, la romana, que se impondría en el ámbito mediterráneo. Roma impuso su ley y su cultura en un proceso en el que también recibió influencias. Tras el establecimiento visigodo, la imposición en gran parte del territorio aragonés del Islam (suministrador de un notable legado), encontró resistencia en las montañas pirenaicas.

Ahí se gestó el reino de Aragón, dotado de leyes e instituciones propias, que creció hacia el Sur y se consolidó tras la unión dinástica con la casa condal de Barcelona, adquiriendo una nueva dimensión como cabecera de la Corona de Aragón, muy influyente en la política mediterránea de la baja Edad Media.
La incorporación de Aragón a otro proyecto de mayor envergadura, la monarquía hispánica que forjó un imperio mundial durante la Edad Moderna, significó para el reino una progresiva pérdida de identidad al no poder afrontar los retos que planteaba esa nueva situación.
Recursos en red

También puede ser de interés el libro de Agustín Ubieto Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval (Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1998-2010), que se encuentra en libre acceso en http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/14/_ebook.pdf



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Viaje a San Sebastián de un joven de la aristocracia madrileña y un baturro de Tauste

Viaje a San Sebastián de un joven de la aristocracia madrileña y un baturro de Tauste, Pablo Peguero y Miguel Ángel

La imprenta de los incunables de Zaragoza y el comercio internacional del libro a finales del siglo XV

La imprenta de los incunables de Zaragoza y el comercio internacional del libro a finales del siglo XV.

Apocas de la receptoría de la inquisición en la zona nororiental de Aragón (1487-1492), con algunas otras noticias de interés sobre dicho tribunal en este reino.

Apuntes de Historia y Cultura de Aragón I

Bardenas

viernes, 3 de diciembre de 2021

DVA, Borao, E

EBRO. d. Se usa la expresión estar para echar gatos al Ebro como equivalente a estar miserable, pasarlo con estrechez, no estar para derrochar. - n. comer más que Ebro, devorar. - n. ha de bajar mucha agua por el Ebro, ha de pasar mucho tiempo.

EDAD. a. Se dice estar en edad por el tiempo en que aún no han cerrado las bestias.

EJECUTOR. d. Albacea.

EJÉRCITO. n. Tributo que se conoció con este nombre en Aragón, según Blancas.

ELÁSTICO. n. Almilla.

EMBADINAR. d. Encharcar. (badina)

EMBAFAR, d. Empalagar.

EMBARRALAR. n. Meter el vino u otro líquido en barral y por extensión en cualquiera otra redoma.

EMBASTAR. c. Hilvanar.

EMBERAR, p. Empezar la sazón de las frutas; tomar color, sobre todo las uvas.

EMBERO. p. El color que indica sazón en las frutas; y la misma uva o grano. 

EMBROSQUILAR. a. Meter el ganado en el redil.

EMOLOGAR. n. Confirmar, ratificar o aprobar, según se lee en las Ordinaciones de Abejeros 1502.

EMPACHAR. n. Impedir: su participio pasivo se usa en las Ordinaciones de Zaragoza. (Empatxar, empatxament)

EMPACHO. n. Impedimento: se usa en sentido de excepción o amparo forense.

EMPANDULLO. EMPANTULLO d. Pastel ensuciada, mala salida de un negocio. - d. Embolismo, embrollo.

EMPARA. a. Emparamento o inventario.

EMPARAMENTO. a. Acción y efecto de emparar, esto es, de inventariar o secuestrar: hay proceso de emparamiento. - n. Guidático o protección, según declaración en cortes de Cataluña 1351.

EMPARANCIA. n. Emparamento.

EMPARAR. a. Embargar o secuestrar, y mejor inventariar.

EMPEDREAR, d. Empedrar.

EMPELTRE. a. Olivo injertado. (Empeltá: injertar; empelto, empeltes, empelte, empeltem o empeltam, empeltéu o empeltáu, empelten).

EMPENTA. p. Empujón, empellón. (Espenta)

EMPENTAR, a. Empujar. (Espentá. Espento, espentes, espente, espentem o espentam, espentéu o espentáu, espenten)

EMPENTÓN. a. Empujón.

EN. Precediendo al infinitivo, como en castellano al gerundio, significa luego que, después que, p. ej. "en refrescar departiremos," "en pasar las fiestas, lo veremos." - n. Partícula relativa usada, como en la lengua francesa, en las expresiones m' en voy por me voy de aquí, men canso por me canso de esto.

ENANTAR. n. Ducange interpreta pignorare, procedere: el Códice de las Uniones de Aragón trae los siguientes pasajes. "E las spoliaciones que notorias no fuesen que embiariades vuestro procurador por enantar en aquellas ante la Justicia de Aragon;"
"y si enantaria o querria enantar personas o bienes de algunos etc." "que si no viene el dia de Ramos por enantar en las cosas sobreditas etc."

ENATIZO. d. Desmedrado, imperfecto de nacimiento. - d. De ánimo apocado y ruin.

ENAVESAR. d. Trasponer.

ENCABEZADO. n. El vino que se mezcla con aguardiente u otro licor. - n. Cabezero.

ENCABEZAR. ENCABEZARSE. n. Verbos de donde nace el participio anterior y que también son usuales en Aragón.
ENCALZADOR. n. Perseguidor. (acassadó, que acasse)

ENCALZAR. n. Perseguir, ponerse en persecución: "encalcen e geten de la tierra al sobredito rey" se lee en el Códice de los Privilegios de la Unión.

ENCANARSE. b. Detenerse demasiado en la conversación, eternizarse hablando. - n. Pasmarse a la fuerza del lloro o de la risa: la Academia sólo admite el primer afecto que a la verdad es el más común y adecuado. (encanás; yo me encano, encanes, encane, encanem o encanam, encanéu o encanáu, encanen)
ENCANTAR. d. Vender en almoneda.

ENCANTE. ENCANTILLO d. Lugar en que se venden las cosas ya usadas, las viejas y las de desecho. (Plassa del Encant)

ENCAÑIZAR. n. Cubrir las bovedillas o cualquiera otra obra con cañizos. ENCARPETAR. n. Colocar papeles dentro de sobre o carpeta.
ENCARRAÑARSE. d. Irritarse, incomodarse.

ENCARTAR. n. Intentar acción criminal contra el obligado en instrumento en que se juraba pagar y no pleitear: véase a Larripa en sus Procesos forales.
ENCERCAR. n. Inquirir, investigar: es antic. y deducido de documentos latinos, y por consiguiente dudoso. (cercar : buscar, investigar; recerca)

ENCERRONA. n. En el juego del dominó es dejar por ambas puntas un mismo número o palo cuando todos están jugados, en cuyo caso ya no pueden jugar las fichas que se tienen en la mano: en general se da a este lance el nombre de cierro, y cuando los tantos que se cuentan son muchos, entonces se llama encerrona. En Zaragoza es más usual que en otras partes y por consiguiente se halla muy adelantado el juego a que aludimos, de cuyo tecnicismo incluiremos cuatro o cinco vocablos.

ENCETAR. d. Decentar. - d. Empezar: la Academia escribe encentar para la primera significación, y aunque omite la segunda, pone la de encentador el que encienta o empieza alguna cosa. (Ensetá; enseto, ensetes, ensete, ensetem o ensetam, ensetéu o ensetáu, enseten)

ENCORDADURA. n. Conjunto de cuerdas de una guitarra u otro instrumento de cuerda.

ENCORRER. d. Correr tras alguno para cogerle; es verbo activo. (Encorre; encórrego, encorres, encorre, encorrem, encorréu, encorren)
ENCORTIMIENTO. n. Vale tanto como entredicho a juzgar por el Códice de las Uniones en que se lee "que podamos soltar al dito seynor rey el encortimiento de los ditos castieyllos e que non los alienemos."

ENDURAR. a. Pasar hambre, sufrir. (Enduro, endurance: resistencia)

ENFILAR. n. Dirigir un asunto. - n. Ingerirse.

ENFURRUSCARSE. n. Enfurruñarse.

ENGAFETAR. n. Enlazar los gafetes macho y hembra, abrochar.
ENGALZAR. d. Encorrer.

ENGARABITARSE. n. Encorvarse y entumecerse los dedos a impulso del frío o alguna causa patológica,: en Castilla esa palabra significa ponerse en alto, y la definición que hemos dado conviene a la voz engarabatarse.
ENGARDAJINA. d. Lagartija. (sargantana)

ENGLUCIAR. d. Mirar con intención, hacer gestos para conseguir alguna golosina.

ENGULLIDOR. d. Sumidero. (Engullidó, de engullí; engullixco, engullixes, engullix, engullim, engulliu, engullixen).

ENJARETAR. n. Intercalar, incluir, y aun confeccionar o componer.
ENJAUE. n. Prórroga en el pago del arriendo de las
generalidades u otro tributo público; y como a veces se concedía sin causa justa y producía un lucro contra los caudales públicos o de corporación, de ahí las frases hacer enjaues, andar en enjaues, enriquecerse con enjaues etc., equivalentes a las más vulgares de andar en enjuagues etc. en cuyo sentido admite la Academia esa significación.

ENJUNCIAR. n. Cubrir de juncia las calles y plazas para algún regocijo.
ENMANTADO. n. Hombre cubierto o embozado en la manta, la cual forma parte del traje aragonés en la clase jornalera y parece ser un recuerdo del albornoz árabe.

ENRELIGARSE. n. Enredarse, entrelazarse, enmarañarse una cosa con otra. (Ligar : lligar : enrelligá, lligá)
ENRONA. a. Escombros, desperdicios de una obra. (enruna)

ENRONAR. a. Envolver con escombros. - n. Metafóricamente se dice de alguno "que es tan rico que nos puede enronar a onzas de oro." (Enruná).

ENRUENA. d. Enrona.

ENRUNA. p. Enrona.

ENRUNAR. p. Enronar.

ENSIMESMADO. ENSIMISMADO. n. El que está distraído, metido en sí mismo y absolutamente extraño a lo que pasa en torno suyo.

ENSOBINADO. n. Se dice de la res enfermiza.

ENSOBINARSE. d. Caer una caballería en postura supina con riesgo de perecer.

ENSUNDIA. n. Enjundia o gordura: úsase también metafóricamente para denotar cachaza y es todavía más familiar la palabra insundia.

ENTORNAR, d. Hacer dobladillo.

ENTORNO. n. Dobladillo.

ENTRATICO. d. Entrada de religioso en alguna comunidad: la Academia lo incluye como provincial de Navarra.

ENTRECAVAR. d. Limpiar de yerbas la hortaliza. (Entrecavá. Entrecavo, entrecaves, entrecave, entrecavem o entrecavam, entrecavéu o entrecaváu, entrecaven)

ENTREGA. n. Restitución in integrum.

ENTRIPARRADO. n. Entripado, en ambos sentidos recto y figurado.

ENTRIPARRAR. n. Ocupar demasiado el estómago algún manjar indigesto o comido en abundancia.

ENVASADOR. c. Embudo: la Academia añade que grande y propio para pellejos y toneles, esto es, para grandes capacidades.

ENZURIZAR. n. Enzarzar o poner guerra entre varias personas sembrando discordias: la Academia admite la voz primitiva zuriza. (Meter cizaña).

ERAGE. a. Miel virgen.

ERETA. n. Era o plantel de tierra para cultivo de verduras.

ERROR DE PROCESO. a. Con que se nota que alguno es tan hábil que, aun convencido, se liberta de la pena que le imponen.

ESBAFAR. d. Evaporar, (esbrafá, esbafá a Beseit; esbafat, grassiosa esbrafada, esbafada).

ESBARRAR. d. Asombrar, espantar la caza, caballerías etc.

ESBRINAR. n. Desbriznar o entresacar de la flor los estambres del azafrán. 

ESCACEAR. n. Desmenuzar la piedra, el yeso, cal etc. para molerlos después más fácilmente.

ESCACILAR. d. Cacarear.

ESCACHAR. d. Despachurrar, o mejor, aplastar, machucar. - d. Chasquear, dejar burlado. (Te escacharé la cabeza, ababol)

ESCACHUFLAR. n. Igual significación que la anterior, pero de uso del vulgo.

ESCALERA. c. Peldaño, escalón.

ESCALFETA. c. Braserillo. (prov. escoufa, escalfar cat. calentar; escofás; yo me escofo, escofes, escofe, esofem o escofam, escoféu o escofáu, escofen).

ESCALIAR. n. poner en cultivo tierra que había sido abandonada, y en este sentido lo usan las Observancias y el erudito Cuenca: Peralta no incluye esta voz, pero sí la de escahar, roturar, que nosotros no hemos incluido por suponerla error de imprenta que se corrige con la voz escaliar: úsase también en antiguos documentos de Navarra. (Traure la escara es escará la terra.)

ESCALIVAR. d. Sacar el rescoldo: en idioma provenzal calivar quemar, escalfar, calentar, recalivar volver a calentar. (Caliu, descaliuá, descalivá, escaliuá, escalivá siríe traure del caliu o be traure lo caliu apegat.)

ESCAMOCHEAR. a. Pavordear o javardear o hacer las abejas segunda cría después de la principal, separándose de la madre en corto número con su maestra. Escamochá, esmochá es tallali a un abre molta lleña per a que torno a creixe mes sano y fort.

ESCAMPAR. d. Tender el estiércol por la tierra. - d. Derramar granos o semillas. (Escampá lo fem - fiemo -, escampá la llaó pel cam, camp, campo).

ESCANDALLAR. n. Computar el valor de una partida de ganado, haciendo de él varios grupos con las reses más iguales, tirando desde otro corral o aposento una piedra a cada grupo, pesando las reses a quienes ha tocado cada piedra y calculando por el peso de cada una el de su grupo: a veces se hace esta operación con el grupo mejor y con el peor y a las demás reses se las hace desfilar una a una marcando como tipo las que hacen un número dado, el diez por ejemplo. En castellano tiene una significación análoga pues equivale a sondear y por ampliación probar, examinar: en italiano scandagliare está mejor definido pues responde en sentido figurado a inquirir, averiguar etc. como en Casti (Nov. IX). Da scandagliar gli altrui talenti a fondo

ESCANDALLO. n. Operación de escandallar. - n. La res que se saca como tipo. - n. A escandallo, modo adverbial, para expresar que se vende un ganado escandallándolo.

ESCAÑARSE. d. Desgañitarse, ahogarse de una tos muy fuerte. (Escañás; Tamé se diu cuan te aufegues perque s’ha enganchat algo al garganchó, a la gola, y no passe o be s’en va pel atre forat (tráquea).

ESCAÑO. d. Féretro. 

ESCARABAJO PELOTERO. n. Insecto de los coleópteros. (Lo escarbat que fa pilotes en lo fem.)

ESCARLATINA. n. Enfermedad que suele padecerse en la niñez.

ESCARRAMANCHONES. (A). a. A horcajadas.

ESCLAFAR. n. Machucar, chafar, quebrantar: también te dice esclafar los huevos por cascarlos, partirlos o abrirlos.

ESCOBAR. c. Barrer. (Escoba. Granera; agraná).

ESCOBIJAR. n. Descubrir, alzar el velo a alguna cosa.
ESCOLANO. n. Ayudante del sacristán mayor en el Hospital de Zaragoza. - n. Especie de coadjutor: lo había también llamado de la limosna según se ve en las Ordinaciones de Pedro IV. (Escolanet: monaguillo)

ESCOMBRA. n. Escombro: la Academia admite esta voz como el hecho de escombrar.

ESCONDECUCAS. a. Escondite, juego de muchachos.

ESCOPETADA. d. Escopetazo.

ESCORCAR. n. Véase esmollar.

ESCORCHA. d. Túrdiga, correa de cuero ancha y sin curtir.

ESCORCHAR. c. Levantar la corteza o piel a alguna cosa, desollar. (Escorxador : matadero)

ESCORCHÓN. n. Desolladura.

ESCORNARSE. n. Se usa en la frase escuérnate como puedas en significación de componte como puedas: también se dice me he descornado estudiando y otras locuciones como esta: en una colección de refranes leemos dejarlo descornar, frase de que se usa cuando no se quiere meter paz."

ESCORREDERO. n. Canal por donde se facilita la salida del agua sobrante de un riego o del término de una acequia. - n. El fondo de la vagina: es voz de la gente inculta. (Escorredora per a regá. Escorres lo verbo eyaculá.)

ESCORREDIZO. n. Escorredero.

ESCORREDOR. n. Escorredero; usa aquella voz el conde de Sástago en su lujosa obra sobre el Canal Imperial de Aragón.

ESCOTOLARSE. d. Frotarse el cuerpo con la camisa moviéndose.

ESCOZNETE. a. Instrumento con que se sacan los escueznos.

ESCRIBANO DE RACIÓN. n. Oficio de la Casa real de Aragón en el siglo XIV.

ESCRISMAR. n. Descrismar.

ESCUDILLAR. d. Echar el caldo en las sopas, el chocolate en los pocillos o jícaras etc.

(Escudilla; escudella)

ESCUEZNAR, a. Sacar los escueznos.

ESCUEZNO. a. Pulpa o carne de la nuez tierna: úsase en plural.

ESCUPINATA. n. Escupetina, escupitina, escupidura: Guevara dice escupecina.

ESFILADIZ. n. Filadiz, desfiladiz: usan aquella voz los ff.

ESFULLINADOR. n. Deshollinador. (Desfullinadó, desfullinadora)

ESFULLINAR. n. Deshollinar. (desfulliná; desfullino, desfullines, desfulline, desfullinem o desfullinam, desfullinéu o desfullináu, desfullinen)

ESGARRAR. n. Desgarrar. (Esgarrá; esgarro, esgarres, esgarre, esgarrem o esgarram, esgarréu o esgarráu, esgarre)

ESGARRIFAR. d. El efecto que nos causa la lima cuando da en falso. - d. Espeluzarse de horror.

ESGARRÓN. n. Desgarrón, rasgón.

ESLAMINARSE. n. Empezar a gustar de una cosa, ir tomando el gusto a algo, estrenarse en ciertas diversiones y placeres.

ESLAVA. n. Pendiente lisa por donde resbala el agua. (resbala : reslaba : eslava)

ESMANGAMAZOS. n. Se dice de cualquiera persona de poco valer, principalmente del estado llano: equivale muy aproximadamente al castellano echa cantos.

ESMEDIAR. n. Disminuir la cantidad de algún líquido, y se aplica comúnmente a los que están al fuego para cocer; úsase también como reflexivo, y hay quienes lo pronuncian y escriben desmediar.

ESMERADO. n. Líquido que ha disminuido su peso y volumen por ebullición.

ESMERAR. n. Conseguir la disminución de un líquido por medio de la ebullición: se usa también como reflexivo.

ESMO. n. Tino, tiento, y así se dice perder el esmo: úsase mucho en el Alto Aragón. (Hay perdut l’esma, esme).

ESMOLLAR. n. Quitar la cáscara verde a las nueces, avellanas y otras frutas. - n. Desmoronarse las obras de tierra o de otra construcción deleznable.

ESMORRILLADO. n. Desportillado.

ESMOSCARSE. n. Desaparecer sin ser visto, ausentarse maliciosamente.

ESMUIRSE. d. Deslizarse, escurrirse, zafarse.

ESPADILLA. n. Juego de naipes, acaso el tresillo: entre los papeles mss. de Lezaun hay una carta escrita en verso desde la Zaida, en que se lee
Mi mayor divertimiento
es el juego de espadilla,
en el cual gano tres reales
en cuatrocientas partidas.

ESPALMAR. n. Quitar el polvo a la ropa frotándola con las manos: así las leyes palatinas de Jaime II de Mallorca, en las cuales también se halla spalmator según Ducange. (La ropa se frota o golpea con las palmas de las manos)

ESPANADO. n. miserable, piojoso, perdido, hombre que no tiene sobre qué caerse muerto: es voz local.

ESPARTAR. n. Cubrir o aforrar con esparto las vasijas de vidrio: se usa también en el adjetivo o participio pasivo.

ESPARVEL. n. Gavilán. (Esparvé; esparver)

ESPATARRARSE. n. Despatarrarse: del mismo modo pierden en Aragón la d los demás derivados. - n.
"Si hay un Barranchán
que al mundo espatarra"
dice en sentido metafórico uno de los varios copleros que se desataron cruelmente contra la Sociedad económica Aragonesa en 1785. (Espatarrá, espatarrás, despatarrás, escamarrás.)

ESPEDERA. n. Espetera.

ESPEDO. a. Asador. (Espeto)

ESPENJADOR. n. Pértiga o vara que tiene dientes de hierro a la punta y sirve para colgar y descolgar cualquier objeto. (Penjadó y despenjadó)

ESPERREQUE. d. Niño u hombre mal sano o regañón. - d. Cosa despreciable.

ESPICHAR. d. Morir. (Espicharla)

ESPINAI. d. Espinaca. (Espinac, espinacs)

ESPINALBO. n. Cierto árbol infructífero. (San Miquel de Espinalbá a Valderrobres. Espino albar, majuelo, arto, Crataegus monogyna)

ESPONJADO. p. Azucarado, panal, azucarillo.

ESPORTILLARSE. n. Desportillarse.

ESPORTÓN. d. Serón.

ESPUENDA. p. Margen de río o campo: usase también en Navarra.

ESPUNTAR. n. Ponerse en movimiento los machos cabríos o guiones de un rebaño.

ESQUEJE. n. Se dice metafórica e irónicamente del niño mal educado. (En un árbol, una ramita para injertar o plantar. Esqueix; rechito).

ESQUILA. c. Cencerro. (Esquella, esquelles, esquellot).

ESQUILADA. a. Cencerrada. (Esquellada).

ESQUILO. d. Cencerro. - n. Esquileo.

ESQUIROL. a. Ardilla. (Squirrel en inglés. Eichhörnchen en alemán. Esquiruelo)

ESTABULADO. n. Se dice del ganado metido en el establo.

ESTABULAR. n. Meter el ganado en el establo.

ESTADAL. p. Librito de cerilla.

ESTAJADIZO. n. División que se hace en los grandes corrales para colocar las reses con la separación conveniente.

ESTALONAR. n. Quitar el talón a la media u otro calzado: se dice del zapato que va destalonado cuanto se le dobla el talón para llevarlo debajo del pie.

ESTALVIAR. n. Perdonar, voz aragonesa anticuada según al Índice de Blancas. (estalviar, estalviá, estauviá, aforrá. Caixa d’estalvis. Ahorrar).

ESTAMENTO. a. Cada estado o brazo de los cuatro que concurrían a las Cortes de Aragón.

ESTANCA. n. Gran porción de agua estancada: es muy famosa en Aragón la de Alcañiz, célebre por sus buenas anguilas.

ESTANCOS. n. Terrenos acotados y vedados, ya de particulares ya de propios: dehesas en que los ganados pueden entrar ciertos meses del año.

ESTATUECER n. Estatuir. Se ve que se usaba ese verbo, por las muchas veces en que se encuentra la tercera persona del indicativo, estatuece.

ESTATUTARIOS. n. Procesos.

ESTEMA. n. Pena de mutilación o perdimiento de miembro.

ESTEMAR. n: Imponer la anterior pena, que tal vez se extendería a marcar con hierro ardiente. (1)
(1) Estas dos palabras se hallan repetidas veces, con toda la posible claridad caligráfica. en el libro de los Privilegios de la Unión, que en la Introducción hemos extractado. La lectura indudable de ellas y aun la desinencia o construcción de la voz estema nos han convencido de que ni son las mismas palabras ni deben representar la misma idea que las de extenuación y extenuar que se definen más adelante y que por otra parte se hallan en varias Alegaciones del Reino y otros tratados jurídicos. En cuanto al significado. nos ha parecido que, nombrándose siempre esa pena después de la de muerte, y conformando tanto ambos vocablos con los latinos de stigma y stigmare que denotan la marca con hierro, no era fuera de camino atribuir a estema y estemar la equivalencia que les hemos señalado. - Escrita esta nota hemos visto con placer que Ducange en su GLOSSARIUM incluye estema y extema, añadiendo membri, ut videtur, abscissio, mutilatio. interpretación del todo conforme con la nuestra, y acerca de la cual viene hasta cierto punto en comprobación el artículo Membrum del REPERTORIO de Miguel del Molino impreso en Zaragoza 1585.

ESTEPILLA. n. Planta: llámase también estrepilla.

ESTERNO. n. Véase cisterno.

ESTERZA. n. Cada uno de los trozos o suertes en que se dividen para su arriendo o aprovechamiento algunos montes.

ESTORNIJA. a. Tala, juego de muchachos.

ESTRAL. n. Destral. (Hacha). - El diccionarista Rosal trae la palabra destraleja o achuela, (hachuela), que ya el vulgo (dice) llama estraleja.

ESTRAPALUCIO. n. Baraúnda, ruido, desorden. (Estrapalussi)

ESTRÉBEDES. d. Trébedes. (trípode, 3 pedem, tres potes, tres peus)

ESTRÉBEDES. d. Trébedes. (trípode, 3 pedem, tres potes, tres peus)


ESTREMEZO. a. Estremecimiento.

ESTRENAS. c. Augetas en sentido de gratificación.

ESTREÑIR. d. Entornar o medio cerrar una puerta. - Nunca hemos oído esta acepción.

ESTREUDES. d. Trévedes. (Trébedes)

ESTREYTO. n. Obligado, según Blancas. (Estret, strenyer)

ESTRIBERA. n. Se dice medias de estribera por las que van sujetas al pie con una trabilla o como estribo a manera de los botines: equivale a la palabra peal.

ESTRICALLAR. d. Hacer pedazos.

ESTRIPACUENTOS. n. El que suele interrumpir inoportunamente al que lleva la palabra.

ESTROPICIO. n. Desperfecto, desorden.

ESVARARSE. n. Resbalarse. La Academia admite desvarar usado en ese sentido: Peralta dice esbarar.

ESVARIZAR. n. Resbalar: se usa principalmente como recíproco. (esvarizarse)

ESVARIZÓN. n. Resbalón. (Rellissada)

ESVIRAR. d. Bruñir.

EXARlCO. n. Colono: se emplea esta voz en los cuerpos de derecho aragonés y se halla también en Blancas.

EXCIBIR. n. Eximir.

EXCREX. a. Aumento o firma de dote que consiste en la cesión que hace el marido de una parte de sus propios bienes para asegurar el dote de su mujer. Asso escribe excriex: el plural es excrez. (creix : aumente)

EXCUSADO. n. Retrete, secreta. (Escusado)

EXCUSÓN, n. tiene el mismo significado que forrón, y es también voz local que se usa principalmente por la gente rústica en algunos pueblos del alto Aragón, en donde el lenguaje aragonés difiere del castellano mucho más que el que comúnmente se habla en Aragón y se define en este diccionario.

EXHIBITA. a. Exhibición.

EXIGIDERO. a. Exigible.

EXPORGA. n. Expurgo.

EXPORGAR. n. Expurgar. - n. Soltar los árboles y las vides parte de su fruto naciente. (Esporgá es tallá rames, chupóns o pullissos; esporgo, esporgues, esporgue, esporguem o esporgam, esporguéu o esporgáu, esporguen)

EXTENUACIÓN. n. Pena de muerte por hambre, sed y frío, que los Sres. feudales de potestad absoluta podían imponer a sus vasallos de signo servicio.

EXTENUAR. n. Imponer la pena de muerte por hambre, sed y frío.

EXTRACTA. a. Traslado fiel de cualquiera escritura o instrumento público.

EXTRAER. a. Sacar traslado de alguna escritura.