En 1151, Alfonso VII y Ramón Berenguer IV firmaban el Tratado de Tudillén, para ajustar el reparto de tierras ganado al moro, en la Reconquista. En el texto se lee:
Este es un pacto de paz verdadera, acuerdo firme y concordia perpetua (…), en honor de Dios y de toda la Cristiandad, hecho y corroborado por el ilustre Alfonso, emperador de Hispania, su hijo el rey Sancho, y el venerable Ramón, Conde de Barcelona”.
Valencia y Denia serían para Aragón, por cuyo motivo Ramón Berenguer IV prestaría vasallaje al castellano, mientras que el reino de Murcia, excepto Lorca, también sería aragonés, pero en las mismas condiciones que poseía Zaragoza.